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HOMILIA PARA MIS 25 AÑOS DE VIDA SACERDOTAL

Doy gracias a Dios que me consideró digno de confianza para llamarme


a su servicio por eso en este día al conmemorar, estos 25 años de
ministerio este regalo que Dios en su infinito amor nos ha hecho quiero
con el salmista cantar eternamente tus misericordias Señor, al terminar
en este día este año de Gracia de la Misericordia de Dios que convocó y
ha clausurado en este día el papa Francisco
Doy gracias queridos hermanos y hermanas aquí presentes, a Dios Padre
Todopoderoso y a María Santísima que en su providencia amorosa, nos
llamó desde el día de nuestro nacimiento a la fe bautismal y al
sacerdocio. Doy gracias al Espíritu Santo que abundante se derramó
sobre nosotros de manos de nuestro recordado Señor Cardenal Mario
Revollo Bravo arzobispo de Bogotá(que hoy goza de la eterna gloria de
Padre), este ministerio el 30 de noviembre de 1991.
Doy gracias además por permitirme celebrar el 25 aniversario de nuestra
ordenación sacerdotal en medio de esta querida comunidad Parroquial
de San Buenaventura para compartir con ustedes esta inmensa alegría
de haber sido llamado a ser sacerdote del Señor para el servicio de todos
ustedes mis queridos hermanos. A los grupos parroquiales que hacen
posible la labor pastoral con su invaluable servicio y que han preparado
con tanto cariño esta celebración.
Agradezco además, a tantos hermanos queridos que han venido de otras
parroquias donde he ejercido este ministerio y que hoy están aquí para
compartir conmigo esta celebración de acción de gracias.
Doy gracias a la iglesia arquidiocesana de Bogotá, pueblo santo y
escogido por Dios, para la cual fui llamado a servir desde hace 25 años y
me sigue llamando ahora al ministerio del pastoreo de la grey de Dios,
en esta ciudad.
Doy gracias a mi familia, a mis amigos, y sobre a mis hermanos
sacerdotes del arciprestazgo que hoy me acompañan. Al Padre Néstor
con quien hemos compartido en varias Parroquias vecinas, nuestra
tarea ministerial en el sur y ahora en el norte de esta ciudad. Al Padre
Jairo que como hermano cercano y arcipreste me ha ayudado tanto a
integrarme al trabajo en esta zona de la ciudad.
Hace 25 años con un grupo de 15 compañeros de ministerio, de los cuales
hoy me acompañan. Mons. Jaime Mancera,….recibimos del Señor este
encargo para el servicio de la Iglesia.
Los textos bíblicos de esta solemnidad de Cristo Rey, con el cual
cerramos, en este domingo, el Año de la Misericordia nos presenta a
Cristo Rey que refleja perfectamente el sentido más genuino de su
reinado: servicio, entrega, generosidad, manifestaciones de su amor
misericordioso para con nosotrso
Jesús nos colocan frente a un desafío para nuestro ministerio “anunciar
el reinado de Dios” de una forma nueva, con un renovado espíritu de
Misericordia y asumiendo ese nuevo rumbo que nos plantea la realidad
pastoral de nuestra iglesia Arquidiocesana.
El sacerdote es sacramento y prolongación de Jesucristo Sumo y Eterno
Sacerdote y de ese reinado de Cristo en la Cruz. Siempre me impresionó
aquella frase “Sacerdos, alter Chritus” (El sacerdote es otro
Cristo) o la que afirma que “el sacerdote actúa en la persona de
Jesucristo”.
Reconozco, que tras 25 años, aún estoy lejos de llevar a plenitud en mi
esta realidad del ministerio, pero me consuela la confianza y la certeza
de que Él es fiel y grande y que Él, suple lo mucho que falta en mi, por
mis debilidades, para asemejarme a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote
La figura de Cristo es la del Rey que nos enseña cual el estilo de
servicio que el Señor pide de cada uno de nosotros y sobre todo a mí
como sacerdote. Cristo vino a reinar no desde el poder, sino desde el
servicio. Jesús reina sirviendo a toda la humanidad. Su trono es la cruz,
su cetro una caña, su manto es una túnica pequeña de color púrpura, su
corona es de espinas. En su reino los últimos son los primeros y los
primeros los últimos. El es el único Rey que reinó desde la Cruz y desde
allí curó a la humanidad con sus heridas.
Estamos por tanto llamados ser constructores de un nuevo Reino donde
impere la paz y la justicia, el amor, la vida y el servicio en medio de esta
ciudad donde hay tantos que sufren, estamos invitados a ser capaces de
servir como Jesús, de perdonar como El, de luchar en favor de la vida y
de la fraternidad. Este es el estilo de sacerdocio que hoy queremos
llevar.
Cristo encarna de forma viva esa figura del Rey pastor y Sacerdote. Y
cuando contempla a su pueblo siente un profundo dolor por él, porque
es un rebaño cansado, golpeado y descarriado, que muchas veces parece
que anduviera sin pastor. Él es el pastor que deja a las noventa y nueve
del rebaño, para buscar la que se perdió. Y se llena de alegría cuando la
encuentre... Este es nuestro Rey, este nuestro Pastor. Esto queremos ser
también hoy los sacerdotes. Hoy nos mira con amor, y al sentirnos
mirados por él con misericordia volvemos nuestros ojos hacia los suyos
y prometemos ser dóciles a su llamada.
La tarea para nosotros como sacerdotes y para todos los que estamos
comprometidos con la labor pastoral de la Iglesia es hacer posible este
reinado. Es anunciar la alegre noticia de su Reino, un reino que
transforma, esta difícil realidad que nos tocó vivir, un reino que siembra
nuevamente la esperanza de la vida allí donde parece que la violencia y
la muerte vencen (esta es la imagen de la Nueva etapa de Evangelización
que se llama el nuevo rumbo) y que significa vencer el pesimismo y los
signos de muerte y volver a creer con más fuerza y esperanza en el
“Nuevo Reino de la Vida” que nos trae Cristo.

Renuevo delante de Dios y de Ustedes este compromiso que adquirí hace


25 años de servir a Dios en cada uno de mis hermanos, pidiendo la fuerza
de su espíritu, para que me siga ayudando a ser fiel al este ministerio
recibido. Me coloco bajo la protección de la Santísima Virgen Maria,
sabiendo que nuestro mundo actual, tan lleno y repleto de palabras, de
mensajes, de imágenes y consignas, solo se mueve ante el ejemplo de un
buen y santo sacerdote, sólo se estremece ante el amor de Cristo, ante
quien con sus cicatrices cura las nuestras, ante quien con sus llagas sana
las nuestras, ante quien con sus amor nos cubre y nos reviste de amor,
del amor verdadero.
Muchas gracias a todos.

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