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Dolores Hayden La felicidad entre cuatro paredes «Nl buy that dream» ‘Aunque no es un fenémeno reciente, el hecho de hacer recaer sobre una mitica felicidad doméstica la responsabilidad de la armonia social puede presentarse holgadamente como la utopia de nues' ro tiempo. Desde una Optica’ feminista, Dolores Hayden propone un repaso a las dos corrientes empefiadas en definir ei modelo norteamericano —la que toma como referencia el marco urbano y aquella que fragmen- ta las comunidades en «hogares felices» fabricados en serie— para llegar asi, a una definicidn del papel historico de la «casa de ensuefion. En Hicksville, nada esti en linea recta Las calles se curvan para orieotar la mira da esquina tras esquina, pero todas ellas estan formadas por casas idénticas. Fn Hicksville no hay industria, excepto la de la construccién. Cada nueva casa de Cape Cod est disefiada para constituir un mundo inde- pendiente, con su valla blanca, su césped verde, su sala de estar con aparato de felevisin empotrado en Ia pared y su cocina con lavadora Bendix en el rinedn correspondiente. ‘Se supone que cada familia esta forma da por el hombre —sostén de la misma—, el.ama de casa y sus hijos. Ni la conserye- cidn de la energia, ni fos gastos de mante- nimiento intervienen en et disefio, como tampoco To hacen el transporte piblico ni cl euidado de los nifos. Como hugares de esparcimiento, se han proyectado unos cuantos parques y piscinas piiblicas, En marzo de 1949, el promotor de Hicksville esta preparado para vender sus casas. Un miércoles aparecen los primeros compradores potenciales, que acampan Frente a la oficina que se abriré el funes siguiente. Es el finel del invierno crudo, Iimedo y frio de Long Isiand. Una de las mujeres de la cola de compradores esti embarazada: el ayudante del promotor la lleva al hospital para que no dé a luz en la calle. Cuando e] ayudante vuelve, monta tuna cantina con café y sopa caliente. Los fotégrafos de prensa pasan por alli y sa can fotografias, El lunes pot Ja noche, en tres horas y media, el promotor vende M casas idénticas por valor de once millones de dolares. Su compaiiia surge como uno de los grandes éxitos empresariales de la postguerra y la casa de Cape Cod se Convierte en el simbolo mis poderoso det suefio del ascenso social y de la casa en propiedad de las familias americanas. De~ Fido a los subsidios en Jas hipotceas y a las deducciones en los impuestos para los propietarios, resulta mis barato comprar tina casa en Hicksville que alguilar un piso en Nueva York | creador de esta nueva ciudad, Bill Levitt, reconoce que Levittown no esti. integrada, pera explica 2 un periodista gue no es wuna euestion de prejuicios, sino de negocios» [La mayoria de las viviendas americanas cestin basadas en el modelo Levitt de ho- gar como refuugio de la familia del trabaja- dor, Los americanos eligieron el modelo Levittown para la edificacion de viviendas f finales de los afios cuarenta. Hemos fabricado en serie el hogar como refagio y hemos transformado nuestras ciudades para que se adapten a este modelo y a sus efectos sociales, econdmicos y ambienta- les particulares. "Esta eleccidn esta en el fondo del pro- blema de la vivienda surgida en Ja década de los ochenta. Los americanos no pueden resolver los problemas de vivienda actua- les si no es revisando el ideal de Ia vivien- da unifamiliar, es decir, su historia y Jos jdeales de familia, sexo y soviedad que sta encarn, asi como su disefio y finan- Utopia urbana o suefio doméstico ‘Abra un periddico dominical de gran tira dda de cualquier ciudad americana por su seccién inmobiliatia, y encontrard,cientos de casas y pisas, dticos y condominios de ensuefio. La casa de ensueao es um con- cepto exclusivamente americano ya que, por primera vez en Ia historia, una civil zacion ha creado un ideat ut6pico basado en Te casa en Ingar de hacerlo en la ciudad 6 en Ja nacién, Durante cientos de afos, cuando alguien pensaba en poner fin @ los problemas sociales, disefiaba ciudades modelos, no casas modelo, para expresar estos deseos. De hecho, el ideal de una buena ciudad fue en Su momento tan importante para la vida americana como ¢lideal de una buena case. Analizar como y cudndo abandonaron los emericanos le iudad modelo en favor de In casa unifa- mniliar de ensue es comenzar # entender Jos miedos, esperanzas y errores de ealeu- lo gue han generado 1a actual crisis de la vivienda, ‘Durante Jos siglos XVI y XVI, granje- ros, jornaleros, tenderos, terratenientes, soldados y amas de casa legaron al conti- rente norteamericano buscando una vide mejor. Los puritanos creian que estaban ereando una «ciudad sobre una colina», tan modelo para el resto del mundo. Los cudqueros Hamaban a su colonia ala civ- dad del amor fratemaly. Los espacios piiblicos que reservaban, tales como los terrenas comunales de 10s pueblos purita- ros de Nueva Inglaterra 0 Jas ordenadas plazas de la Filadelfia de William Penn, daban forms s sus ideales colectivos. A finales del sigle xvInt el modelo de eonstrucei6n de ciudedes de Nueva Ingla- fue puesto en tela de juticio por un planteamiento alternativo. Thomas Jeffer~ son, el primer teérico politico americano de renombre que intent hacer una repre- sentacion espacial esquemitica de un ideal nacional de democracia, favoreci Ia granja familiar modelo frente al pueblo modelo. Cuando la reticula topografica de Jef- ferson aparecid en el paisaje americano al este de los montes Allegheny a finales de 12 (1987) A&V. lia década de 1780, esta podeross reafir macion tebrica de Ta vida agricola se con- virti6 en el entramado del ideal nacional de la propiedad de fa tierra. ‘A lo largo del sigio XIX y principios d XX todavia se discutia sobre el ideal de ciudad modelo, pero los asentamientos Coherentes —tanio espacial como social. mente— de los primeras eolonos comen- zaron a dar paso al distanciamiento de la cludad y el campo, del capital y el trabjo, Cuando la economia nacional desplazo interés de la agricultura a Ja industria, los modelos de vivienda cambiaron. Los peligros e incomodidades del esce- nario urbano animaron finalmente a los hombres de negocios recientemente enri- quecidos a sacar a sus familias del centro de la ciudad. Las primeras casas america nas de Ia periferia fueron disefiadas por Catharine Beecher y Andrew Jackson Downing, y promocionadas por pequenos constructores y por'directores de revistas femeninas. Tanto Downing como Beecher comenzaron a popularizar dichos pratoti- pos suburbanos en In década de. 1840. Estas casas estaban disefiadas para recor- dar os valores de la gregaria comunidad Puritana, pero también para satisfacer a Jas familias cuyas vidas giraban alrededor de los productivos negocios de las nuevas ciudades. La contribucién de Downing consistié en dotar de un paisaje pintoresco al retiza suburbano, Beecher denominé a su proto- tipo de 1869 «la casa de la mujer america na», y esta casa era, sobre todo, un espa cio para el trabajo doméstico de la mujer al servicio de los hombres y de fos nifios Beecher intentaba fundamentalmente ac tualizar el ideal de Jefferson de un acceso igualitario de todos los hombres a los medios de produccién agricola. Su objeti- vo primordial era dar a la mujer el contro! del espacio doméstico para equipararlo con la. participacién del hombre en la produccién agricola o industrial. Beecher hhacia caso omiso de la raza e intentaba ‘oponer el sexo a la clase como forma de ‘mitigar el conflicto econémico y espacial urbano, declarando que todas las mujeres, ABV (1987) 12 pobres o ricas, podian encontrar una identidad comiin en el trabajo doméstico. Reconocia el conflicto entre homares y muujeres dentro de la familia americana, ero era excesivamente optimista sobre sit capacidad para resolverlo. Su casa subur~ bana fue disefiada para poner a la mujer americana, descrita entonces como «mi- nistra del hogar y como vaina verdadera profesional», al mando de un lugar de trabajo doméstico y privado bien argani- zado dentro de una sociedad democratica donde la vida piiblica estaba dirigida por los hombres 1La ciudad iguatitaria Algunos de los mejores escritores, activis- tas y diseiiadores americanos esperaban cambios en la ciudad industrial en lugar de una inuida @ Tas casas modelo, Frente a Ja granja familiar idealizada propuesta or Jefferson y a la devota casa suburba- nna de Beecher, aparecieron varias visiones alternativas de interés sobre el espacio turbano piblico. Desde finales de 1840 hasta 1870, los activistas del movimiento abolicionista y las del feminista unieron sus fuerzas para reclamar sus derechos en cucstiones de politica y espacio social, exigencias que iban a inspirar a varias generaciones de reformisias; y todos ellos consideraban la ciudad ideal como la cx. 1L_Un suburbio califrniano recién otro, Foto de i935 2 Plants dels casa Levit, 1952, Ademds det ‘varto de estar (L), 08 dormitorios (SR) y cocina (K), el plano especies la lavadors Bendix (ya ealenisdor de ages, veeios con ha exes 3 Le aCasa de is mujer americanan ds Carheroe ¥ Nariel Beecher. Cas plantas mussian fa ‘uidadosa cstibucln dsl espacio #1 ‘cuipamienta mesénico gel lvado 9 i cocina Tes, resin espacial de estos derechos, no como la casa de eusuefo. La «ciudad de los amigos leales» —una concepcién de Walt Whitman— era una ciudad de participacién politica igualita- ia, sin discriminacién por cuestiones de faza, clase o preferencias sexuales; una ciudad que ofrecia a los adultos acceso al espacio y los cargos piblicos. Fra un espacio urbano diametralmente opuesto 2 los espacios domésticos privados, sent mentales y determinados segin el sexo ue promovian Jefferson y Beecher, Aunque Whitman siempre habia admi- rado a las parejas felizmente casadas ya las familias con hijos, habia otros (res Componentes que deseaba describir en articular. En su Poema de recuerds para twia nia o nia de estos estados, insteuys a sus lectores sobre ef fin de In ‘esclavitud, ara «prever cuando las teinta 9 cuaren ta millones se van a convertiren los cien o doscientos millones de hombres y mujeres iguales y libres, unidos de forma amisto- ‘Aunque la estética de Whitman sobre el espacio urbano le proporcionaba tina «exal- tacién continuada y una satisfaccién ab- soluta», no todos los aspectos de la ciudad americana podian colmar su sentido criti- co sobre los peligros del fanatismo, el mercantilismo y Ja explotacién, En la mis« 35 ma época en Ia que é! escribia, muchos hombres ridiculizaban el deseo de las mujeres de acceder a Is escena piiblica, la segregacion racial se practicaba en todo el pais y ni siquiera se hablaba de la libera- cin homosexual, mientras que ia ganja familiar propuesia por Jefferson se ideali- zaba mas atin, Elcelo de Whitman para creas una vida piiblica democratica en la ciudad america a es equiparable al d= Frederick Law Olmsted, ef fundador de la arquitectura paisajistica, Famosa ya entonees por su trabajo en el Central Park de Nueva York, Olmsted pronuncié una valiente conferencia en le que sostenia que la ciu- dad americana se debis volver a planificar para fomentar asociaciones fraternales en: tre sus ciudadanos, ricos y pobres, hom: bres y mujeres, jovenes y viejos, ya provi. nieran de los ceniculos de Ia alta sociedad © fueran inmigrantes de tercers clase, El impulso para su ideal espacial urban no procedia de la democracis como abstrac- cién, sino de las demandas especificas sobre Ia igualdad de las mujeres y la integracion de los inmigrantes, aconteci- mientos politicos de mitad del siglo x1x que pusieron en tela de juicio todas las definiciones anteriores sobre Ia vida piibli- ca y Ia privada, Es importante observar que Ia concep. cidn que tenia Olmsted del paisaje piblice como expresién de la evolucién social de Ja humanidad iba asociada a programas dde vivienda y servicios sociales. Estos pro- gramas eran los barrios residenciales en Tegimen de cooperativa defendidas por ‘Melusina Fay Peirce (que comenzaron en 1869), las campaiias municipales sobre trabajos domésticos lanzadas por Frances Willard dentro del movimiento en favor de In abstinencia de bebidas alcohdlicas (que comenzaron en la década de 1870), y las casas del Social Settlement promovi- das por Jane Addams (a finales de los afios 1880). Olmsted con sus parques pit blicos, Peirce con su ideal de barriadas modelos y Willard y Addams con sus proyectos de servicios socisles urbanos, concibieron una ciudad americana ideal, 36 donde la arquitectura paisajstca, las vie viendas y la planificscién social fisica estuvieran enteelazadas. Estos. activistas no separaban la vida piblica de la priva- da, los programas domésticos de los pi- blicos, las iniciativas privadas de las socia- les ni los conocimientos de las postures fticas de dichos conocimientos. Su con- fianza, integridad y resolucién era su mayor fuerza, y I indudable compenetra- cin gue existia entre los reformistas am- bicntsles, los del movimiento feminists y Jos socidlogos contribuyeron en gran mé- dia al atractivo que esta concepsién ur- bana tuvo para un gran nimeco tanto de hombres como de mujeres de Estados Unidos. Peisce y sus sepuidores se interesaron por el desarrollo de un futuro. para la ‘mujer en la relacidn entre la vivienda y el trabajo domeéstico. Durante seis décadas, estas mujeres, las meteral feminists defi nieron su movimiento con un argumnento convineente: que las mujeres debian crear nuevas tipos de hogares con labores do- miésticas socializadas y guarderias para los niftos antes de poder considerarse miem- bros de pleno derecho de la sociedad Experimentaron nuevas formas de organi- zacion vecinal, como cooperativas de amas de casa, asi como nuevos tipos de edificios, como la casa sin cocina, las uarderias, las cocinas pitblicas y los co- medores comunitarios. Al cambiar la defi- nicién del trabajo daméstico y de las nece- sidades domésticas de las mujeres y sus familias, impulsaron a arquitectos y urba- nistas a considerar el diseio de viviendas eomo el contexto espacial de la vida fami- liar. Las feministas materiales pensaban que el espacio doméstico de los hoteles de apartamentos y de los nuevos suburbios en régimen de cooperativa fomentaban ta evolucién doméstica de la misma forma en que Olmsted creia que el espacio pibli parques y avenidas fomentabs la EI suburbio consumista A principios del siglo Xx se perdieron ‘muchas oportunidades de lograr parques. viviendas y una mejor planificacién, y los aspectos caracteristicos cel ideal de es- pacio urbano desarrollado por Whitman. Olmsted, Peitce, Willard y Addams se fragmentaron y desvirtuaron, A las aglomeraciones urbanas del capitalisme industrial siguieron las ciudades. subur- bangs del capitalismo moderna. En 1919 muchos fabricantes comen. 12.(1987) A&N cio de apartamentespatentade por Molusina Fay Pair. Chisag, 1903 2y 3 Proyseo de wrenovaciin de casas Barticulares» pxentado por Leonard F Ladd, Priladetphia, 1890. Se trata de vviendas vnifamiiaes en Bilerasevidas por ane eosina szntral (C); los comedores (son prtace pro ‘© sitian Tera de la casa propiamente dicha (4) 4 Una de fs cass de Leviton, Nawva Yor 148, 5 Portada de un iro editads por tnéustilal Housing Associates en 1919. zaron a admitir que los soportes esenciales del orden social en las ciudades no eran s6lo salarios mis altos. sino también mejores viviendas. Los urbanistas y los reformistas de la vivienda, como Lawren- ce Veiller y John Nolan habian hecho campaiia durante mucho tiempo en favor de una vivienda digna para ayudar a fomentar «un punto de vista conservador en el trabajadorm. Tras la 1 Guerra Mun. dial, muchos lideres sociales y dirigentes de sindieatos aceptaron finaimente esta tictica, Como lo expresé un publicista, mos- trando al capitalista y al obrero dandose Ja mano: «Tras el trabajo, el hogar feliz» Qué signified este planteamiento para las mujeres de los trabajadores? Dis Frazado con Ia retirica de un lugar para la mujer en el hogar, aumentd las presiones sobre ellas para que abandonaran en 1919 Jos puestos ocupados durante la guerra y dejaran asi su trabajo a los veteranos Como los hombres debian ser los ropietarios responsables del page regular de las hipotecas, sus mujeres tenfan que convertirse en las administradoras que cuidaban al esposo y a los hijos. El hom. bre trabajador, tras un dia en la fabrica, volvia a su mundo doméstico privado. En cl hogar encontraba su refugio frente al tenso mundo laboral, y su cuidado fisico y emocional corria a cargo de la mujer. De esta forma, la casa suburbana era ua escenario preparado para acoger en ella la division efectiva del trabajo por sexos. Hizo que et sexo fuera una autodefinicion mds importante que la clase, lz raza o la etnia, ¥ que el consumo pareciera an importante como Ia produccién Las empresas que pasaron de la produecién de armamentos durante la 1 Guerra Mundial a la produccién de elec- ttodomésticos y automéviles en tiempos de paz encontraron asimismo en las casas Particulares y en el consumo femenino la Clave de su éxito. El rapido desarrollo del sector publicitario en los aflos veinte tam- bién tuvo su influencie, ya que los publi- cistas promovieron la vivienda subwrbans como escenario de todas las demas com. A&Y (1987) 12 ras. Los ocupantes de la vivienda subur- bana adquirian algo mis que la propia casa: necesitaban también un coche, ‘un homo, tn frigorifico, una aspiradora, una lavadora y varies alfombras, Tras i II Guerra Mundial, se hizo realidad la estrategia de la casa en Propiedad para trabajadores blancos ini ciada més de veinte afos antes. Como en los aiios que siguieron a la ¥ Guerra Mundial, muchas empresas de armamento uisieron dar los trabajos de las mujeres Jos veteranos y transformar algunas in- dustrias para la praduccién de bienes de consumo. Y esta vez los programas nacionales de seguros hipotecarios y el sistema bancario morteamericano estaban preparados, y la red de autopistes organi- zada, por Io que los especuladores de la construccién pudieron tomar las riendas Muchos trabajadores jovenes y sus familias abandonaron el centro dela ciudad para marcharse a la periferia. Los jévenes dejaron a sus padres y familiares fen las barriadas étnicas de las ciudades Viejas y, silbando la cancién J Buy That Dream, compraron coches nuevos y se fueron a vivir a zonas nuevas, sin pagar entrada y pagando sélo las bajas men- sualidades del FHA. Al igual que los trabajadores nativos hablan dejado atrés a los inmigrantes revién llegados durante cl proceso de suburbanizacion de los aos veinte, los trabajadores blancos dejaron a los trabajadores de las minorias étnicas en las ciudades de los afios cincuenta Alojar a los americanos fue, como habia predicho Hoover, un magnifico negocio y los intereses| bancarios, in- mobiliarios y de transporte se vieron es- trechamente implicados en él. Tanto para los grandes constructores que surgieron a finales de los afios cuarenta como para los Pequefios promotores que conistruian ocas casas de una vez, el centro del negocio inmobiliario fue Ia vivienda uni- familiar aislada, La casa de ensuefio sustituys a le ciudad ideal como representacién espacial e las esperanzas americanas acerea de la vida feliz. No slo triunf sobre Ia ciudad GOOD HOMES MAKE CONTENTED WORKERS modelo, sino que prevalecié sobre otcos dos tipos de vivienda: uno basedo en ef ideal del aprovechamiento eficaz de los Tecursos eseasos; y otro inspirads en el ideal de Ja barriada modelo. Aun asi, Ja scasa_de ensuefio tuvo sus criticas, ya finales de los afios setenta, las cifras de Sus costes ambientales, sociales y econé- micos no se podian ignorar aires Hav png en iid Las rcs Ere Met te 37

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