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LA LECCIN DE LA VIDA

Oscar Alfaro

El gusanito se mova
penosamente sobre una
hoja tan grande que,
haca dos horas que
caminaba sobre ella, sin
lograr cruzarla de extremo
a extremo. Encoga su
cuerpo y lo estiraba de
nuevo, tratando de
avanzar rpidamente,
cuando se encontr de manos a boca
con un
escarabajo que, como un tanque
blindado, le
ataj el paso.
- Djeme pasar seor, escarabajo - le
dijo muy cortsmente el gusanito.
- Y dnde te diriges?
- Voy al extremo de esta hoja.
- Y cundo planeas llegar all?
- Hoy al medio da.
- Es el colmo de la velocidad.
- No se burle seor escarabajo.
- Te molestas eh? Malagradecido,
deberas sentirte orgulloso de que me
digne hablar contigo porque a todas
causas repugnancia.
- Y usted no causa mucha admiracin,
seor escarabajo.

- No me respondas o te aplasto.
Y le puso una pata para humillarlo.
- No me pise usted.
- Cudate de no levantarme de
nuevo la voz. Entiendes?
- S seor escarabajo. Djeme seguir mi camino.
- Bien sigue arrastrndote, vil gusanillo, que me causas lstima y desprecio.
Le quit por fin la pata de encima y lo dej continua el viaje.
Pas el tiempo. Y un hermoso da de verano el seor escarabajo caminaba cojo y abatido
por debajo de un rosal. A cada movimiento sus articulaciones crujan y e infeliz se quejaba
penosamente. Haca tiempo que sufr de reumatismo y apenas poda moverse.
Al bajar por el lomo de una piedra se desbarranc y se dio un terrible golpe en la cabeza. Se
llev las patas a Ia nuca, frotndose desesperadamente. Luego quiso incorporarse, pero no
pudo, pues haba cado de espalda y no tena fuerzas para volver al otro lado. Patale hasta
cansarse, pero todo esfuerzo fue intil.
Un hilo de agua lleg sobre l y lo arrastr como un cscara de nuez. El seor escarabajo
redobl su esfuerzos para ponerse de pie, pero lo nico qu consigui fue hundirse en la
corriente. Una cadena d burbujas indicaba claramente que el seor escarabajo se ahogaba.
Cuando el hilillo se sec el pobre estaba crucificado en el barro, pero an viva. A punto de
lanzar el ltimo

suspiro vio a una hermossima mariposa de colores, revoloteando alegremente sobre las
rosas.
-Qu ser ms dichoso y feliz! Es la encarnacin de la belleza y de la vida- dijo, sintindose
morir.
-Veo que cambiaste de opinin-habl entonces la mariposa-. Yo soy aquel pobre gusanillo a
quin humillaste tanto. Mira ahora qu distinta es nuestra situacin.

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