Está en la página 1de 3

Ser Persistente

Deben ser pocas las personas que no se han encontrado en algún momento de su
vida con un sentimiento de asombro, incredulidad, delante de un complejo modelo
de barco o de automóvil todo hecho a mano, un bordado filigrana u otro de
artesanía o trabajo, admirando profundamente la extrema dedicación vertida en la
obra por la persona autora. Quizás no se trata de llegar a tales extremos en las
diferentes áreas de nuestra vida diaria, y sin embargo, a muchos les haría bien
manifestar un poco más de este rasgo llamado persistencia en el desempeño
cotidiano, e incluso en lo no tan cotidiano como pueden ser nuestros objetivos de
vida.

Desplegar tanta energía hacia algo en particular, demuestra un muy alto nivel de
motivación, independiente de lo que puedan ser los incentivos originales (dinero,
realización personal, afecto, etc.). Y este motor, motivación, puede llegar a
mover hasta montañas, según los dichos no es en el fondo otra cosa que saber
exactamente lo que yo quiero y buscar mi realización al volcar todas mis fuerzas
hacia este objetivo. Persistencia entonces, es la expresión de este deseo de
realización a lo largo del tiempo, puesto que no todo se puede lograr de un solo
golpe. No hay logro sin persistencia, ella es una condición para transformar una
idea en algo real. Pero cuidado, hay persistencia sin logro, y eso es cuando
llega a ser objetivo en sí, cuando pierde su carácter de instrumento, de medio.
Es en estos momentos que podríamos hablar de una persistencia ciega, ya que
no está al servicio del objetivo principal.

Por lo general, todos recordamos instantes donde hemos defendido


aferradamente una posición o donde seguíamos haciendo o creyendo algo que ya
sabíamos no tenía más la misma validez que antes. Los motivos originales habían
desaparecido detrás quizás, de sentimientos como orgullo propio inseguridad o
simplemente comodidad. Es ahí que la persistencia empieza a generar más
costos que beneficios. Sin un ojo lo suficientemente (auto) crítico, el camino entre
persistencia y obstinación puede ser muy corto. Por lo tanto es de suma
importancia saber distinguir (y ello significa también desarrollar un sistema de
autoalarama), entre una actitud de persistencia sensata y de persistencia
ciega, al cuestionarnos permanentemente sobre los motivos reales que están
detrás de nuestras acciones.

Ahora, la falta de (suficiente) persistencia está fuertemente ligada -a parte de la


estrecha relación con objetivos y metas logrables (véase CEP “Fijar metas”)- a la
característica de auto confianza. En particular interesa aquí el modo personal de
asumir “fracaso”. Para muchas personas el fracaso es un hecho que pone fin
definitivo a un intento de realizar su idea, su intención, mientras que deberíamos
verlo más bien con una actitud positiva, como un paso en el trayecto del logro.
Un fracaso es básicamente una información sobre cuán bien hemos elegido y con
qué nivel de disciplina fueron ejecutadas nuestras acciones frente a un objetivo.
Muchas veces el fracaso se deja interpretar como una lucecita de alarma, como un
indicador, señalando la necesidad de mirar nuevamente, más de cerca, qué es lo
que yo pretendo y cómo piensa llegar. Es decir, aparte de ser sensata, la
persistencia debe entenderse en forma dinámica al incluir un proceso circular,
quitándole a la persistencia su connotación rígida y absoluta, y construyendo una
buena protección contra su forma ciega, le puedo dar un lugar poderoso en medio
del instrumental de mi vida personal y empresarial.

SITUACIONES DE PERSISTENCIA

- Seguir probando una de lasa muchas llaves de la casa de vacaciones


mientras la lluvia me moja cada vez más.
- Rendir por tercera vez el examen de conducir con el mismo asqueroso
inspector.
- Jugar desde hace 15 años a la quiniela.
- Continuar mandando cartas de amor a alguien que ya no se interesa por mi.
- Mantener obstinadamente mi opinión en la discusión a pesar de que
sospechoso que el otro tiene la razón.
- Pague la matrícula para tomar clases de gimnasia, más concurrí una sola
vez.
- No desanimarse de aprender a tocar la guitarra aunque no tenga “buen
oído”.
- Resistir beber alcohol en la fiesta de mi cumpleaños porque no coincide con
un tratamiento con antibióticos.
- Mantenerme sin desespero en la cola en que me dan hora para ir al médico
del Carné de Salud.
- Regatear el precio al comprar una artesanía cuando estoy de viaje.
- Insistir en discar en horas “picó” para comunicarme con un cliente nuevo.
- Después de un largo reposo recuperar la antigua agilidad del pie fracturado
con ejercicios diarios medio dolorosos.
- Insistir en obtener un descuento por comprar una mayor cantidad del mismo
artículo.

También podría gustarte