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Fondo Bíblico: Juan 4: 5-26; Salmo 100:1-5; Romanos 8:26, 27; Judas 20, 21.
Texto: Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones. Efesios 5:19
BOSQUEJO GENERAL
I. La alabanza jubilosa.
A. Adorar en el Espíritu.
B. Adorar en verdad.
A. El Espíritu intercede.
B. El Espíritu edifica.
INTRODUCCION
¿Por qué adoramos al Señor? La Biblia establece desde Génesis hasta Apocalipsis
que Dios es infinitamente digno de nuestra adoración. El es nuestro Creador y
Redentor. Su inmenso amor, su gracia infinita, su providencia divina para saciar
nuestras necesidades y su cuidado paternal para darnos bienestar; todo ello invita
a que respondamos en solemne adoración.
Adán y Eva deben de haber respondido con una actitud de adoración cuando el
Señor se acercaba a ellos en la tranquilidad que disfrutaban en el huerto del Edén.
Pero después de la caída de nuestros primeros padres surgió una civilización
secular del linaje de Caín, la cual dejó a Dios a un lado. Sin embargo, los
descendientes de Set fueron temerosos de Dios e invocaron su nombre. Cuando
Noé salió del arca con su familia después del diluvio, lo primero que hizo fue erigir
un altar y adorar a su Dios. Abraham fue edificando altares para adorar a Jehová
en todos los sitios por donde pasó (con la excepción de Egipto). Moisés y Samuel
fueron usados por el Señor como líderes y guías del pueblo de Israel en la
adoración. Eso mismo sucedió con David el gran rey y cantor de Israel. Sus
salmos, fueron compilados y utilizados como el himnario que se usaba en el templo
para la adoración de Dios.
EXPOSICION BIBLICA
En los tiempos del Antiguo Testamento era muy común escuchar aclamaciones
estruendosas de las multitudes de fieles ciudadanos dando la venida a su rey o a
sus héroes de guerra. También se oía bullicio júbilo cuando el rey hacía su
aparición en público. Esa es la idea predominante en el salmo 100:1. Nuestras
versiones dicen "Cantad alegres. . ."pero en verdad esa expresión en el original
nos hace recordar las escenas bulliciosas y alegres de los pueblos ante sus
gobernantes. La Biblia abunda en exhortaciones a los creyentes para que alcen su
voz y aclamen a su Rey celestial en ferviente y jubilosa adoración. La adoración
que agrada al Señor es la que brota espontánea y vigorosamente del corazón
agradecido y reverente de todo el que viene a El. (Vea 2 Crónicas 20:19; Esdras
3:13; Nehemías 12:42.) Dios quiere que su pueblo se regocije mientras adora su
santo nombre. El gozo en la presencia del Señor es una de las características
sobresalientes del libro de los Salmos.
Enseñanza práctica
Pregunta: ¿Es posible alabar a Dios sin saber lo que se está haciendo?
Muchas veces sólo hacemos las mímicas y damos la apariencia de estar alabando
a Dios. Podemos acostumbrarnos tanto a esto que casi no nos damos cuenta de
que todo lo que hacemos en el culto es un mero formalismo. ¡Qué hermoso es
adorar a Dios como lo hizo María cuando dijo: "Engrandece mi alma al Señor; y mi
espíritu se regocija en Dios mi Salvador" (Lucas 1:46, 47)!
El primero y más grande mandamiento es amar a Dios con todo nuestro corazón,
con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza. A menos que pongamos en
nuestra adoración todo nuestro ser y sepamos a Quién estamos adorando y por
qué lo hacemos, dicha práctica significará muy poco para nosotros. Repetidas
veces hallamos en la Biblia la declaración de que Dios aborrece la adoración vacía y
sin propósito. (Vea Isaías 1:11-15, por ejemplo.)
Pregunta: Según el salmista, ¿de qué cosas debemos estar conscientes cuando
nos acercamos al Señor para adorarlo?
3. El es nuestro pastor. No nos hizo para luego dejarnos olvidados. El Señor nos
cuida, nos sostiene y nos fortalece. El nos sustenta porque somos ovejas de su
prado. Nos bendecirá siempre, pero para ello tenemos que seguirlo fielmente.
4. Dios es bueno. En El existe la suma total del valor y del bien supremo. Todo lo
bueno, justo, bello y valioso se encuentra en El por naturaleza. Le tributamos
alabanza porque es digno de ella y de mucho más.
Enseñanza práctica
Debemos "entrar por sus puertas con acción de gracias". ¿Ha notado usted que
hay personas que desde que llegan a la iglesia se ponen a conversar con otros, en
lugar de orar para preparar su corazón para el culto?
Debemos entrar "por sus atrios con alabanza". La alabanza a Dios nos ayuda a
desalojar de nuestro corazón todas las preocupaciones y problemas del mundo
exterior. Cuando venimos a la casa de Dios debemos desocupar nuestra mente y
nuestro corazón para entregarnos en cuerpo y alma a la alabanza y adoración del
Señor. Si optamos por una actitud pasiva o distraída durante la reunión, nuestra
adoración no será eficaz.
A. Adorar en el Espíritu
Una pregunta interesante hecha a Jesús por la samaritana junto al pozo de Jacob
tenía que ver con el sitio donde se debía adorar. ¿Era permitido adorar en la
cumbre del monte Gerizim, o había que ir necesariamente hasta el templo de
Jerusalén? Ya sabemos que ella usó esta pregunta para desviar la conversación
sobre su vida personal. Sin embargo, Jesús no pasó por alto lo que ella
preguntaba. En ese tiempo lo que en realidad separaba a los samaritanos de los
judíos era este asunto, el lugar apropiado para la adoración. El Señor notó que
este problema estaba preocupando a la mujer. Por eso El utilizó este controversial
tema para volver a traer la atención de la samaritana hacia el punto más
importante y básico, que era la relación personal de ella con Dios.
Por naturaleza Dios es Espíritu. Eso significa que los que lo adoran tienen que
estar conscientes de ello y no imitarlo a lugares, objetos o formas materiales al
rendirle culto. En otras palabras, como Espíritu Él está en todo lugar y conoce no
sólo lo externo sino hasta lo más profundo del corazón del creyente. También se da
a entender aquí que debido a que Él es Espíritu, el cristiano tiene que depender del
Espíritu Santo para adorarlo como debe ser.
B. Adorar en verdad
Pregunta: ¿Era esta una nueva verdad, que los creyentes podían adorar sin
tener que ir a Jerusalén?
Los hebreos llegaron a comprender que Dios es Espíritu. Reconocieron que Dios
está presente en todo lugar y que llena con su presencia la eternidad. Él trasciende
al tiempo y el espacio (Isaías 57:15). Por su propia experiencia aprendieron a
adorar en Babilonia, en Susa y en otros lugares tal como lo habían adorado en
Jerusalén. En este sentido el cautiverio fue una gran escuela para ellos. Aun mucho
antes que eso, Abraham había declarado que Dios es el Juez de toda ¡a tierra
(Génesis 18:25) y fue él quien recibió la promesa divina de que serían benditas de
parte de Dios todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). En la dedicación del
templo de Jerusalén, Salomón declaró que Dios no puede ser circunscrito a un
templo hecho por mano de hombre, porque ni aun los cielos pueden contenerlo (1
Reyes 8:27). El Señor ha recibido siempre con beneplácito la adoración de los que
se han acercado a Él con fe, aunque el sitio o la forma de dicha adoración sea
diferente.
Enseñanza práctica
Lo que otros digan o hagan no debe afectar en nada nuestra manera de adorar al
Señor. Cuando vayamos a la iglesia, si otros no están alabando a Dios, ello no
debe impedir que entremos a su presencia con una actitud de agradecimiento,
alabanza y adoración.
Pablo exhorta a todo ser humano a que se ocupe en la adoración a Dios con toda
libertad. "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda" (1 Timoteo 2:8). El autor de la Epístola a los Hebreos
también nos amonesta a que nos congreguemos regularmente para tributar
adoración al Señor. "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca"
(Hebreos 10:25).
Recordemos que aun desde tos tiempos del Antiguo Testamento algunos
experimentaron la influencia del Espíritu de Dios en su adoración. Eso se deduce de
las declaraciones de David- "el dulce cantor de Israel", ese poeta, escritor, cantor y
arpista inspirado—: "El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha
estado en mi lengua" (2 Samuel 23:1, 2). Si somos guiados por el Espíritu Santo
en nuestra vida devocional, la adoración que tributaremos a Dios será "verdadera"
y estará en armonía con la "verdad" de las Escrituras.
A. El Espíritu intercede
Enseñanza práctica
Pablo, al dirigirse por carta a los hermanos de Filipos les escribe: "Porque a
vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también
que padezcáis por él" (Filipenses 1:29). Si sufrimos por la causa de Cristo no
debemos pensar que estamos fuera de la voluntad de Dios, o que hay en nosotros
pecado alguno. Nuestros sufrimientos vendrán a consecuencia de nuestra
identificación con Cristo y con su obra. Por esto el mundo nos aborrecerá así como
aborreció al Señor.
Nosotros también gemimos, deseando que ese día llegue. Es cierto que ya
tenemos las primicias o el anticipo de la bendición del Espíritu Santo, pero todavía
estamos bajo las limitaciones del presente cuerpo (1 Juan 3:2).
B. El Espíritu edifica
3. Tenemos además que conservarnos "en el amor de Dios". No hay que vivir en
una falsa independencia ni mucho menos con una actitud de superioridad.