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En Éxodo 32.

25-29 dice lo siguiente:

«Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, pues Aarón lo había permitido, para vergüenza en medio de sus
enemigos, se puso a la puerta del campamento y dijo:

—Quien esté de parte de Jehová, únase a mí.

Y se unieron a él todos los hijos de Leví.

Él les dijo:

—Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: “Que cada uno se ciña su espada, regrese al campamento y vaya de puerta
en puerta matando cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente”.

Los hijos de Leví hicieron conforme a lo dicho por Moisés, y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.
Entonces Moisés dijo:

—Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él os dé
hoy la bendición».

Sin duda alguna, este es uno de los pasajes más crueles que contiene la Biblia porque, aparentemente, es una de las
mayores contradicciones bíblicas (recuerdo que así me lo planteó un compañero de la Universidad de Antioquia en
cierta ocasión, hace ya bastantes años, por lo menos unos 13 o 14 años, cuando yo era estudiante de Química
Farmacéutica): El sexto mandamiento es "No matarás", y lo primero que Moisés les dice a los levitas es: señores, el
Señor les dice: cojan su espada, y vayan a todas las tiendas matando a todo el que se llame hermano, amigo y
pariente de ustedes. O sea, el que recibió el mandamiento de no matar manda a matar. Y la aparente contradicción
que hay en este pasaje es esa: recibir la orden de matar cuando el mandamiento es no hacerlo. Sin embargo, nótese
que lo que Moisés les manda hacer a los levitas comienza con las palabras "Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel". Es
decir, era un mandamiento divino con el fin de eliminar el pecado (a diferencia del Nuevo Testamento, en que Jesús
muestra que las cosas son espirituales, el Antiguo Testamento muestra que la forma de erradicar el pecado era,
precisamente, causando la muerte de quien lo originó, así como la de los que lo siguieron), de modo que, en sí
misma, esta frase, aparentemente contradictoria, no lo es realmente. Pero hay una cosa: no se sabe exactamente en
qué momento Moisés recibió esta indicación de parte de Dios, lo que sí es que Dios le indicó esto a Moisés, y Moisés
se los indicó a los levitas. Y a partir de aquí, pensando en varias situaciones al respecto, me acordé de esto, y pensé:
¿Qué hubiera ocurrido si Dios no hubiera hablado?

Para no ser malintepretado, quiero aclarar esto: como dije, no se sabe cuándo Moisés recibió esta orden. Solo se
sabe que la pronunció. ¿Qué hubiera ocurrido si, por una de esas cosas, los levitas obedecen algo que Dios
realmente no hubiera indicado? ¿Qué tal que la frase hubiera salido únicamente del corazón de Moisés de tener un
arrebato de celo? ¿Qué motivó a los levitas a obedecer irrestrictamente a una de las órdenes más duras que se haya
dado en toda la Biblia? Y en ese sentido, mi explicación es una, que no es otra sino una sola palabra de dos letras,
mismas compartidas con el hierro: Fe (de aquí que, jocosamente, se diga que la anemia se produce cuando hay falta
de Fe. O sea, falta de hierro). Pero esto en sí mismo no es tan sencillo, ya que, evidentemente, el título principal de
esta nota lo saqué de Hebreos 11.1 (o sea, del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento es muy escasa esta
palabra, de modo que, literalmente, aparece tan solo dos veces, una en Isaías, y otra en Habacuc), pero el tema lo
voy a desarrollar a partir de lo ocurrido en el Antiguo Testamento con los levitas basándome en un relato que está
en Éxodo. ¿Qué relación tiene la fe con los levitas?

A primera vista, parece un sinsentido hablar de fe en Éxodo, ya que,como dije, la fe es un concepto más
neotestamentario que veterotestamentario (que yo aprendí estas dos palabras como en décimo u once. Ya no
recuerdo bien). Sin embargo, el autor de la Epístola a los Hebreos (que, como lo he dicho en muchas ocasiones, yo
me apego a creer que no se sabe quién es el autor, si bien muchos dicen que fue el apóstol Pablo, y como lo
mencioné alguna vez, el manuscrito original Textus Receptus contiene anotaciones al final de las epístolas paulinas
acerca del lugar donde el apóstol Pablo estaba cuando las cartas fueron redactadas, y al final de la Epístola a los
Hebreos aparece una anotación idéntica:

«Πρὸς Ἑβραίους ἐγράφη ἀπὸ τῆς Ἰταλίας διὰ Τιμοθέου»


("Pros Ebraious egrafe apo tes Italias dia Timotheou").

O sea, para los Hebreos, escrito desde Italia, por Timoteo —hay que recordar que el apóstol Pablo solo escribió tres
cosas con su propia mano: dos salutaciones, 1 Corintios 16.21 y Colosenses 4.18; y el epílogo de la carta a los
Gálatas, Gálatas 6.11-18. De resto, él hacía que alguien más escribiera, de lo cual queda testimonio en Romanos
16.22—. Sin embargo, esto en sí mismo no es garantía de que, efectivamente, el apóstol Pablo fuera el autor) dice
que los antiguos alcanzaron buen testimonio por la fe, y da varios ejemplos a lo largo de Hebreos 11. Así que,
efectivamente, pudiéramos decir que, en este caso, los levitas tuvieron fe en que, efectivamente, Dios les estaba
dando un mandamiento, que no era una invención de Moisés, que él era solo el medio que Dios empleó para
expresar su mandamiento a ellos, y quiero hacer notar que, como dice en 1 Samuel 15.22-23, para Dios es mejor la
obediencia a su Palabra que los sacrificios que le pudiéramos dar, de modo que la desobediencia a la Palabra de
Dios, a su mandamiento, es exactamente igual a ir adonde un adivino o adorar a un ídolo. Si los levitas hubieran
permitido en su mente, siquiera por un momento, pensar que Dios no había hablado a través de Moisés, en vez de
obtener la redención por causa de su obediencia (recordemos que la tribu de Leví acarreaba sobre sí la misma
maldición que la tribu de Simeón, Génesis 49.5-7, de modo que le hubiera pasado como a Simeón, que quedó
disperso entre Judá, o, tal vez, hubiera quedado sin absolutamente nada que heredar. Como Cam, Génesis 9.18-27),
hubieran desaparecido completamente de la historia bíblica. Pero por causa de su obediencia al mandamiento de
Dios, tuvieron un destino distinto al de Simeón, ya que aún en los tiempos de Jesús ellos existían, y aun el escritor de
la Epístola a los Hebreos habla de ellos. ¿Acaso se habló de Simeón después de la repartición de la tierra? Apenas
algunas veces más en las Crónicas, algunas menciones puntuales en Ezequiel 48, y en Apocalipsis 7.7, cuando el
apóstol Juan ve que hay 12.000 de la tribu de Simeón entre los 144.000 sellados. De resto, nada. En cambio, como
dije, no solo de los levitas se habló después en muchas ocasiones, sino que, inclusive, todavía existían —y, si no estoy
mal, los sacerdotes actuales del judaísmo son todos descendientes de Aarón—. ¿Qué marcó la diferencia entre los
dos malditos? La fe.

Ahora, hay algo importante aquí, y es lo que dice en Deuteronomio 34.10:

«Nunca más se levantó un profeta en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara».

De todo lo que puede decirse de Moisés, no había caído en cuenta de este pasaje (y eso que sí lo leí, porque tengo
un estudio llamado A Dios le importa mi testimonio, fechado del 3 de septiembre del año pasado, que fue de algo
que leí ese día —y ese día el pasaje para leer era, precisamente, Deuteronomio 32-34—), ya que, específicamente,
dice que Moisés fue un profeta. Sinceramente, me di cuenta de eso hoy, mientras pensaba en escribir esta nota, ya
que los únicos que dicen en la Biblia "Así ha dicho Jehová" son, precisamente, los profetas. Y, pensando en esto,
pude hacer una relación entre este pasaje de Éxodo y lo que le decía el rey Josafat al pueblo el día de la victoria por
la alabanza en la guerra contra los moabitas y amonitas (a los cuales se unieron los descendientes de Esaú, que eran
los que habitaban en los montes de Seir):

«Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén. Creed en Jehová, vuestro Dios y estaréis seguros; creed a sus profetas y
seréis prosperados».

(2 Crónicas 20:20).

¿Por qué los levitas fueron tomados por Dios para ser sus servidores y para, entre ellos, escoger a sus sacerdotes?
Porque creyeron a un profeta, y en la Biblia se establece con claridad que cuando creemos a la profecía que un
hombre de Dios nos da, somos prosperados. De modo que podemos decir que los levitas entendieron, precisamente,
que la fe en Dios era la razón que ellos requerían para realizar lo que era una locura y que, como dice el apóstol
Pablo, es un quebradero de cabeza para los gentiles (1 Corintios 1.23. Que el apóstol Pablo establece que la
predicación de Cristo crucificado es locura para los gentiles, ya que la cultura griega debía entender todo
racionalmente. Como cierto Leonardo Puerta que yo conozco. Y hay cosas de Dios que no pueden entenderse
racionalmente, sino que el asunto con ellas es simple: Dios las dice, nosotros las hacemos, y luego Dios nos las
explica. Nosotros queremos a veces que Dios nos las explique antes de hacerlas, y así no funciona), porque, como
dije, a mí me plantearon esta palabra de Éxodo como razón para no creer en Cristo. Confieso que, en su momento,
no supe qué decir. Hoy, 14 años después, podría decirlo con autoridad: los levitas tuvieron la fe suficiente como para
creer que Dios les estaba mandando a hacer algo, de modo que, en realidad, los levitas fueron, simplemente,
instrumentos que Dios usó para tomar las vidas de los pecadores, como se supone que debe ser. O sea, no fue que
los levitas mataron por su propia cuenta, sino que fueron los ejecutores de un mandato de Dios, ejecución que, por
lo demás, y dado que la hicieron creyendo que Dios hablaba a través de Moisés, les valió el jackpot (que en español
se puede decir perfectamente "el premio mayor" y se entiende completamente el sentido) de ganarse el derecho de
heredar a Dios (Números 18.20; Deuteronomio 10.9; 18.2; Josué 13.33. O sea, no es que ellos heredaran algo de
parte de Dios, sino que era Dios mismo su herencia). Y eso les permitió tener un renombre entre las tribus de Israel:
tener fe en que Moisés era el profeta de Dios, y que Dios les estaba dando un mandamiento a través de él, que no
era una invención personal, sino una inspiración, una revelación para ellos de lo que debían hacer para apartarse
exclusivamente para Dios.

Dios bendiga a todos los lectores de esta nota.

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