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Viernes 19 de noviembre de 2004
Noticias | Edición impresa | Ciencia/Salud | Nota
En una aldea cercana a Barcelona
Hallan un ancestro de hombres y simios

Sería el antepasado común de todos los grandes primates, un grupo que incluye
a los seres humanos

Primero fue un diente. Estaba mezclado entre la tierra que excavaba una grúa
en Barranc de Can Vila 1, cerca de Barcelona, el sitio elegido por el equipo de
paleoantropólogos del Instituto Miguel Crusafont.

Pero lo que encontraron después los investigadores liderados por el profesor


Salvador Moyà-Solà es el sueño del paleontólogo: un esqueleto fósil
notablemente completo que correspondería al último antepasado común de
todos los grandes primates vivientes, incluyendo los seres humanos.

Según explican los investigadores en la revista Science, donde hoy se publica el


sensacional hallazgo, el Pierolapithecus catalaunicus, como se bautizó al nuevo
integrante de la familia (porque se lo encontró cerca de la aldea de Els Hostalets
de Pierola), era macho, pesaba unos treinta y cinco kilos y por su dentadura
debe haber comido frutas.

Además, tenía rígida la parte inferior de la espina dorsal y otros rasgos, como la
caja torácica y las muñecas, que indican que debe haber poseído una habilidad
especial para trepar y que lo enlazan con los grandes antropomorfos modernos.

Son rasgos anatómicos de los que carecían los monos que pertenecen a un
grupo más primitivo, y que por lo tanto tenían una capacidad de movimiento
más cuadrúpeda.

"Se trata de un descubrimiento muy, muy interesante -afirma el doctor Héctor


Pucciarelli, del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de La Plata-. El
concepto de eslabón perdido viene de una época en que se creía que el ser
humano descendía directamente del mono. Pero el Pierolapithecus sería algo así
como el tronco común del que descienden, como dos ramas, humanos y grandes
simios. Se podría decir que es una versión moderna del eslabón perdido."

Para Pucciarelli, lo más curioso es que este nuevo tátara-tátara-tátarabuelo que


viene a ocupar un lugar preponderante en nuestro árbol genealógico reúne
características óseas que lo acercan tanto a los grandes monos actuales como al
ser humano.

"Es como una especie de mosaico de todos los primates -dice Pucciarelli-. Con
rasgos de los grandes y de los pequeños monos, pero además con caracteres
heredados de sus antecesores que en esta especie aparecen evolucionados,
adquiridos por evolución paralela o convergente."

Huellas del linaje humano

"El nuevo hallazgo es el mono más antiguo que muestre postura erguida,
quijada retraída y otros rasgos que se observan en todos los grandes primates,
incluyendo los humanos", asegura Moyà-Solà.

El Pierolapithecus habría vivido en el mioceno medio, hace unos 13 millones de


años, un período con escaso registro fósil y que en el rompecabezas evolutivo
aparecía como un vacío de muchos millones de años.

"Los paleoantropólogos que siguen el rastro del linaje humano descubrieron una
serie de ancestros crecientemente parecidos a los simios que datan de hace
cuatro a seis milones de años -afirma Elizabeth Culotta, en un comentario sobre
el hallazgo que publica Science-. Pero más lejos en el tiempo los ancestros del
ser humano y de nuestros primos, los monos, siguen siendo misteriosos."

En esa época, el sur del continente europeo seguramente gozaba de clima


cálido. "Todos estos grupos son de clima cálido -explica Pucciarelli-, vivían en
la pradera con vegetación arbustiva. Fue eso lo que dio origen a la posición
erecta."

Su desaparición podría haberse debido a un cambio brusco del clima. "Por más
adaptada que esté una especie, si no tiene suficiente plasticidad para adaptarse,
desaparece. Cuanto mayor es la especialización menor es la plasticidad", agrega
el científico argentino.

Rasgos definitorios

Son, como de costumbre, las peculiaridades esqueléticas del Pierolapithecus las


que apoyan la hipótesis de Moyà-Solà y sus colaboradores.

Caja torácica, similar a la de los grandes primtes modernos, más ancha y


plana que la del mono actual. "El tórax es la parte anatómica más
importante de este especímen porque es la primera vez que se ha
encontrado un tórax similar al de los primates antropomorfos modernos
en la historia de los fósiles", afirma Moyà-Solà.

Omóplatos que se extienden a lo largo de la espalda, tal como en el caso


de los grandes primates modernos y de los seres humanos. En los monos,
los omóplatos se ubican a los lados de la caja torácica, como en los
perros.

La zona lumbar de la espina dorsal, relativamente corta y rígida, se


diferencia de la de los monos en que permite mayor flexión y extensión.

Estas adaptaciones habrían afectado el centro de gravedad de los


Pierolapithecus, facilitándoles la toma de una postura erguida y la capacidad de
trepar árboles, afirman los científicos españoles.

En los Pierolapithecus y en los grandes primates modernos, sólo uno de


los dos huesos del antebrazo "articula", o se une flexiblemente, con la
muñeca. Este rasgo permite un grado relativamente amplio de rotación de
la mano que tal vez también le ayudaba a trepar, aseguran.

La estructura de la parte superior de la nariz se encuentra en el mismo


plano que los ojos. En los monos, el caballete entre los ojos interfiere con
el plano de visión.

El Pierolapithecus, sin embargo, tenía también algunos rasgos más


primitivos, similares a los del mono, como la cara en pendiente y los
dedos cortos de los pies y manos. Moyà-Solà y sus colegas creen que esto
es señal de que varios rasgos surgieron por separado, y quizá más de una
vez, en la evolución de los simios.

Mientras tanto, si bien el hallazgo causó sensación en el ambiente científico,


dado a que no se cuenta con muchos fósiles del mismo período para poner en
contexto el descubrimiento las opiniones acerca de cuál debería ser su lugar en
nuestro árbol genealógico difieren.

Según escribe Elizabeth Culotta, para David Begun, de la Universidad de


Toronto, "el Pierolapithecus estaría más cerca de los humanos de lo que plantea
Moyà-Solà".

Pero para David Pilbeam, de Harvard, el nuevo esqueleto sería aún más
primitivo de lo que se piensa. "No podemos asegurar qué quiere decir, pero este
esqueleto es fantástico", afirmó.

Para el doctor Héctor Pucciarelli, este trabajo permite entender mejor la


evolución humana. "Es que el hombre en última instancia forma parte de la
familia de los grandes monos -reflexiona-. Todos estamos en la gran
superfamilia hominoidea, dentro de la que se encuentran la hominidea,
exclusiva de los humanos, y la pongidea para los grandes antropomorfos."

Por Nora Bär


De la Redacción de LA NACION

Estilos de vida

Según el investigador español Salvador Moyà-Solà, los restos fósiles del


Pierolapithecus catalaunicus indican que los grandes simios tempranos
tenían de algún modo un estilo de vida diferente del de los actuales. La
articulación entre la muñeca y la mano sugeriría que nuestros ancestros
trepaban verticalmente a los árboles y sólo más tarde comenzaron a
desarrollar extensas adaptaciones que les permitieron hamacarse entre las
ramas, un comportamiento que se observa en todos los grandes simios
vivientes. Los humanos perdimos estas adaptaciones cuando "nos
bajamos de los árboles".

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/655348


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