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La mujer sin sombra (Die Frau ohne Schatten en alemán, título oríginal), es una
ópera con un argumento que a primera vista puede parecer muy simple, casi un cuento: la
emperatriz es un espíritu (una mujer sin sombra) y para evitar volver al mundo de los
espíritus y poder quedarse con su marido el emperador acepta comprarle su sombra (el
carácter humano) a la infeliz mujer del tintorero, cansada de su pobre y triste
vida(temática inusual en la época, se estilaban otras cosas). Pero no todo resulta tan
sencillo, como luego veremos.
Su música es tenida por la más difícil de todas las óperas de Strauss. Lo que
ocurre es que el argumento no tiene la fuerza que en las demás y entonces es más
complicado seguirla simplemente escuchando, pero contiene unas páginas de un lirismo y
una profundidad que la situan en la cima de la producción straussiana.
Es posible que Strauss nunca fuera tan rico, tan profundo, tan alejado de todo lo
vulgar como en esta obra. Pero nunca estuvo tampoco tan alejado del efecto teatral
legítimo. Una magnífica partitura, en la cual el mundo de arriba está muy diferenciado del
mundo de abajo. Aquí tenemos música de cámara, refinamiento, música etérea, espiritual,
de la más noble pureza; aquí, una música de factura terrenal ligada al mundo, donde la
orquesta tiene una participación poderosa. De este modo, también desde el punto de vista
musical el mundo de los espíritus y el de los hombres se enfrentan, cada uno con sus
Leitmotive, su instrumentación y su sonido específico.
El emperador-tenor
La emperatriz, su mujer. -soprano
La nodriza -mezzo soprano
Espíritu Mensajero -barítono
Barak -bajo-barítono
La esposa de Barak -soprano
La voz del halcón -soprano
Es una ópera en tres actos compuesta entre 1911 y 1915 por Strauss sobre un
libreto del poeta Hugo von Hofmannsthal. Opus 65 y su sexta ópera, señala la cuarta
colaboración del distinguido binomio responsable de Elektra, El caballero de la rosa (Der
Rosenkavalier) y Ariadna en Naxos (Ariadne auf Naxos). El estreno tuvo lugar el 10 de
octubre de 1919 en la Staatsoper de Viena, a causa de que se finalizó empezada ya le
Primera Guerra Mundial; fue bajo la dirección musical de Franz Schalk, dirección escénica
de Hans Breuer Bühne, escenografía de Alfred Roller y la participación de las dos
sopranos favoritas (y encarnizadas rivales) de Strauss: Maria Jeritza y Lotte Lehmann a
cargo de la Emperatriz y la Tintorera.
Días después fue estrenada en la Ópera de Dresde, desde entonces ha
permanecido tradicionalmente asociada con esa casa de ópera así como las de Viena y la
Ópera Estatal de Baviera en Múnich,Alemania. En 1949, Erich Kleiber la estrenó en el
Teatro Colón de Buenos Aires y en 1959 tuvo lugar el estreno norteamericano en la Ópera
de San Francisco. Debido a su extensión, complicado argumento y dificultades vocales y
escénicas no conquistó inmediatamente el favor del público; no obstante, se la considera
su más completo y aventurado trabajo para el género lírico. En 1946, Strauss reunió los
temas principales en la suite orquestal "Fantasía La mujer sin sombra".