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Henry Renna Gallano∗

(Vi)viendo la lucha por la ciudad.


Actores y conflictos urbanos en América latina (2006)×

No existe razón para presuponer que la ciudad es un organismo estable exento


de todo conflicto como tampoco corroboración empírica para afirmar que hoy,
sus actores, responden a conflictos de otros campos y no propiamente a una
lucha “por” la ciudad. Estos dos son los presupuestos sobre los cuales
intentaremos entregar un punto de partida. Esto lo haremos ocupando el
registro de conflictos sociales del Observatorio Social de América Latina
(OSAL-Clacso) para el año 2006 considerando países tales como Argentina,
Brasil, Ecuador y México. De los resultados se observa que la conflictividad
urbana en la región, ha ampliado su contenido político, cohabitando las luchas
de los sin techo con nuevos ejes de pugna y los movimientos de pobladores
con organizaciones sociales de sectores de la burguesía.

Conflictos urbanos, Clases urbanas y Actores urbanos

¿Cuándo la lucha es “por” la ciudad? Al momento de darse en ella y se diferencia del


espacio rural. Cuando el conflicto es una producción propia de las condiciones
territoriales o de las formas de vida de los habitantes. Cuando el espacio es receptáculo
de conflictos de otros campos. O, cuando la ciudad es el centro y la fuente de la disputa.
Esta última opción, es el hilo conductor de este trabajo.
Las imágenes del éxodo rural a las principales ciudades de América a comienzos
del siglo XX que dieron rienda suelta a los primeros campamentos en Chile, las villas
miseria en Argentina, las favelas de Brasil y los pueblos jóvenes en Perú, se podrían
identificar como el inicio de los conflictos urbanos modernos, donde la estadía en la
ciudad y la posibilidad de hacer uso de sus recursos era el objetivo a conseguir. La
experiencia dio cuenta que, bastos sectores de la población quedaban a los márgenes de
las riquezas producidas, reproduciendo su condición de explotación tanto en el lugar de
trabajo como en el lugar de residencia.
En este sentido la ciudad es una de muchas estructuras de dominio creadas para
ordenar la vida humana. Específicamente la entendemos a nivel macro, como una
asociación de dominación que se constituye en simultaneidad con la forma de
producción/reproducción capitalista global; en un nivel meso como el resultado
histórico de las relaciones de fuerza entre sus actores y a nivel micro como la
producción del hábitat residencial que conjuga las variables estructurales de la forma de
producción capitalista y los resultados de la correlación de fuerza interna en la ciudad.
En los tres niveles está presente el conflicto, fruto de las fuerzas que pretenden resistir y
hacer frente al orden desigual instaurado y aquellas que desean su reproducción en el
tiempo.
Por ello, la ciudad no es un organismo predefinido, estático y previamente dado,
más por el contrario es un proceso dinámico en constante cambio, fluidez y
movimiento. En este trabajo hemos de limitarnos a entregar solo un punto de partida de
las luchas “por” la ciudad, abordando lo que sucede a nivel meso, en relación a las

∗ Politólogo, Área Ciudad, Barrio y Organización de SUR Corporación.


× Este artículo corresponde a una versión editada de “(Vi)viendo la lucha por la ciudad: Actores y conflictos urbanos en América
latina y Chile (2006)” publicado como documento de trabajo en marzo de 2008.
disputas entre los actores de las unidades internas de la ciudad y su resultado en el
ordenamiento urbano. Estas pugnas por cambiar el orden de la ciudad se vinculan
directamente con la posibilidad de incidir en su ordenamiento, de participar de sus
cambios y tener injerencia en sus decisiones; es una lucha de cada habitante por definir
su destino al interior de ella. Por consiguiente el conflicto urbano, en este nivel,
podemos sugerir que se expresa en el choque entre actores que tienen como objetivo
transformar o mantener las relaciones de poder vigentes en la posibilidad de ordenar la
ciudad, orden que determina las relaciones de interdependencia al interior de ella.
Esta situación desigual de nuestras ciudades de América, determina -
analíticamente- intereses comunes entre dos conjuntos de posiciones antagónicas, uno
que posee la posibilidad de incidir en el ordenamiento de la ciudad y otro que no. Estos
conjuntos, que ven condicionada su situación vital por su posición de poder en la
posibilidad de incidir en el orden urbano, son las “clases urbanas”. Las clases por si
solas no son agentes de cambio, estas requieren de una organización política, al ser toda
lucha de clases una lucha política. He aquí los actores urbanos.
Es a partir de este antagonismo de intereses en la ciudad que podemos observar
el surgimiento creciente en América Latina de grupos organizados que surgen de las
clases cuyo objetivo general es revertir, impugnar o eliminar el ordenamiento de la
ciudad, orden que impide la participación de los habitantes en la ciudad que habitan.
Estos actores urbanos pueden adquirir diversas formas de organización, desde un
partido político, un grupo de interés (gremios, confederaciones y sindicatos), grupo de
presión (tercer sector), hasta un movimiento social. Este trabajo se concentrará en estos
últimos: en los actores urbanos de la clase urbana dominada que tienen como forma de
organización un movimiento social. Un movimiento social lo podemos definir como un
conjunto organizado eventualmente de forma horizontalizada que posee una
cosmovisión común, cuyo objetivo, mas que conseguir el poder político como un
partido, mas que influenciarlo y presionarlo como los grupos de interés y de presión, es
cambiarlo (Ibarra & Letamandia, 2003). En nuestro análisis sería: cambiar el orden de
la ciudad.
Nuestra preocupación central, y es la hipótesis que deseamos formular, es que
estos conflictos hoy se han tornado difusos y mas complejos por dos razones: i) la
expansión en el contenido de las luchas que, ya no son solo por la vivienda y la tierra en
la ciudad y, ii) la diversificación de sus actores que, ya no representan a una clase
socioeconómica particular.

El contexto del texto: el escenario de la lucha por la ciudad

Podría llegar a pensarse de lo planteado, que la ciudad por si sola es generadora


de conflicto, una suerte de ley estructural propia de la actual fase de
producción/reproducción del capital. Pero resulta que, el conflicto no es respuesta
directa de las desigualdades de la ciudad, el orden urbano por si solo no genera
conflicto. Para ello los actores deben considerar este orden como injusto a fin de
reclamar su transformación, debe darse una valoración sobre el objeto en conflicto, sino
seguirá siendo -al igual que muchas otras- una estructura desigual. En este sentido,
encontramos al menos tres procesos, que condicionan la formación de los actores
urbanos en la medida que empujan y propenden a la comprensión del orden urbano. Es
decir las condiciones del orden de la ciudad y la noción de su correspondencia en la
situación de clase.
 La institucionalización del conflicto en el campo urbano es casi inexistente. No
observamos instrumentos claros de contrapeso en las relaciones de poder, lo que
nos explica que, la lucha por la ciudad surge, en parte, del reclamo por la no
llegada del principio de igualdad formal al campo urbano.
 La aparente virtud del modelo neoliberal que era su capacidad de regular el
mercado sin los ingentes esfuerzos del Estado centralizado, cedió rápidamente a
la escalada creciente de los valores del suelo (Padilla, 1997) , y la generación de
las condiciones en la ciudad para la producción, se superpuso a los soportes
materiales de satisfactores de necesidades, regenerando ambos, constante y
crecientemente, la acumulación de déficit de recursos y oportunidades en
sectores específicos de la ciudad (Martínez, 1995). Estas inequidades que se
trasuntan en desigualdades, si bien son propias para el funcionamiento del
capitalismo urbano, la ciudad bajo el neoliberalismo ha agudizado las posiciones
entre las clases urbanas y el repliegue del Estado en su rol planificador ha
provocado, como necesidad ineludible, la organización de la clase urbana
dominada a fin de mantener o revertir sus posiciones de poder, que sin
participación del Estado, se convierte en su única garantía y herramienta de
contrapoder.
 La imposibilidad de los derechos simples (vivienda, educación, salud, trabajo,
etc.) para dar respuesta a las demandas actuales impulsa el reclamo por estos
nuevos “derechos complejos”, tal cual es, el derecho a la ciudad (Borja, 2004).
Es la transición del derecho a la salud a la calidad de vida, de la educación a la
formación constante, del trabajo al salario ciudadano, de la vivienda a la ciudad.
La irrupción del derecho a la ciudad no es un hecho aislado y es parte de una
tendencia general que atraviesa transversalmente todos los campos en conflicto:
la exigencia por una profundización del derecho en su dimensión política; la
recuperación de la capacidad deliberativa, de organización, de presión y de
exigibilidad que poseen los ciudadanos y ciudadanas frente a las instituciones
públicas (Gallegos, 2006).

Estas tres tendencias, son variables intervinientes en la polarización de las clases


urbanas y en la formación de los actores urbanos. De una u otra forma han condicionado
su formación, en la medida que determinan 1) el despertar del conflicto urbano en el
sentido de reclamar la extensión del principio de igualdad a la ciudad; 2) la demanda
por la adecuación de los derechos básicos en la profundización de su contenido y
dimensión política, y 3) la agudización de las asimetrías entre las clases urbanas
producto de la irrupción del modelo neoliberal en el campo urbano.

Un recorrido de la lucha por la ciudad: Argentina, Brasil, Ecuador y México

Hasta este punto hemos realizado un esbozo analítico que permite abordar la
lucha “por” la ciudad, mas ahora es necesario ir de lo general a lo especial, y contrastar
este conjunto de herramientas con la realidad latinoamericana. Para cumplir este
siguiente paso en la lectura de la conflictiva ciudad contemporánea, hemos seleccionado
cuatro países de la región (Argentina, Brasil, Ecuador y México) utilizando el registro
de conflicto social de la Osal-Clacso durante el periodo enero-diciembre 2006. Del total
de conflictos filtramos aquellos cuyo contenido es propiamente una cuestión urbana.
Asimismo fue menester la elaboración de una clasificación a modo de exponer las
relaciones entre los diversos ejes de conflicto y la transversalidad de los actores. La
clasificación ocupada consideró cinco ejes centrales y dentro de cada uno de ellos
diferentes subtipos de conflicto.

Cuadro 1
Clasificación de conflictos por eje y subtipo

VIVIENDA: se refiere a los conflictos en torno a las limitaciones


de la política pública y los impactos del mercado de suelo urbano para
garantizar el acceso a una vivienda adecuada. Dentro de este eje se
identifican conflictos por:
 Tomas de terreno
 Allegados
 Deudores
 Inquilinos
 Deterioro físico

CRECIMIENTO URBANO: se detonan por proyectos


representativos de la dinámica actual de desarrollo inmobiliario
privado donde concentración de la renta y la plusvalía urbana se
superpone a la socialización de las riquezas producidas y el bienestar
de los habitantes.
 Construcción en altura
 Localización de proyectos viales y comerciales

EQUIPAMIENTO: guarda relación con el pauperismo territorial


en torno al parque habitacional social, presentando déficit de
infraestructura y servicios básicos.
 Demanda por servicios básicos
 Demanda por infraestructura urbana

MEDIOAMBIENTE: su contenido remite a los impactos


ecológicos directos e indirectos que tienen determinados proyectos,
instalaciones o problemáticas de la ciudad, sobre el entorno.
 Impacto directo
 Externalidades

DETERIORO BARRIAL: consideran el deterioro del espacio local


y micro-local, incluidos problemas de protección patrimonial, deterioro
de las relaciones sociales y deterioro, ocupación y uso de espacios
públicos.
 Protección patrimonial
 Recuperación de espacios públicos
 Violencia local
Fuente: Elaboración propia

La metodología permitió registrar en los cuatro países 174 conflictos urbanos: 70 en


Argentina; 49 en Brasil; 23 en Ecuador y 32 en México. Siguiendo la clasificación
propuesta, 68 son por conflictos de Vivienda, 42 de ellos son en torno al Crecimiento
Urbano, 35 por carencia de Equipamiento, 25 por afectaciones Medio Ambientales y 4
por el Deterioro Urbano.
Cuadro 2
Conflictos urbanos en Argentina, Ecuador, México y Brasil
según eje y subtipo de conflicto, año 2006

EJE DE SUBTIPO ARGE)TI)A ECUADOR MÉXICO BRASIL TOTAL


CO)FLICTO
VIVIENDA Tomas de terreno 12 6 6 33 57
Inquilinos 6 Sin registro 1 Sin registro 7
Deudores 2 Sin registro Sin registro 2 4
CRECIMIENTO Construcción en altura 8 Sin registro Sin registro Sin registro 8
URBANO
Localización de proyectos 16 3 6 9 34
viales y comerciales
EQUIPAMIENTO Demanda por servicios 7 1 7 3 18
básicos
Infraestructura social y 7 5 5 17
urbana
MEDIO Externalidades 6 5 4 1 16
AMBIENTE
Impacto directo 3 2 3 1 9
DETERIORO Demanda por espacios 3 Sin registro Sin registro Sin registro 3
BARRIAL públicos
Apropiación y ocupación de Sin registro 1 Sin registro Sin registro 1
espacios
TOTAL 70 22 33 49 174

Fuente: Elaboración propia a partir de Cronologías del Conflicto Social del Observatorio Social de América Latina
(OSAL-Clacso), 2007.

 BRASIL: Del total de 49 casos registrados, 35 corresponde a pugnas por el


derecho al suelo y la vivienda en la ciudad. La mayoría de los casos dentro de
este eje corresponden a tomas de terreno o a (re)toma de terrenos para presionar
la regularización dominial (33) con participación importante en la mayoría de
los casos, de las organizaciones y movimientos agrupados en la Unión Nacional
por la Morada Popular (UNMP). En materia de crecimiento urbano los
principales conflictos han sucedido por la expansión de la ciudad y la
localización de proyectos viales y comerciales (9) y la consecuente absorción de
sectores campesinos proletarizados. En el eje medioambiente característico es la
disputa por la degradación y extinción de los cordones agrícolas fruto de la
localización industrial, registrando enfrentamientos en Barra de Ribeiro y
Pernambuco (2).

 ARGENTINA: Trasladándonos al caso argentino de los 70 casos aún la lucha por


la vivienda sigue siendo tema importante. En esta dirección notable es el
desarrollo de los inquilinos (arrendatarios) como actores preponderantes en los
conflictos urbanos. Las sucesivas entradas de propietarios en concursos de
quiebra, la subida de los valores del alquiler, las condiciones inhumanas de
muchos de ellos y las olas de cesantía, han sido factores impulsores de los casos
registrados en ciudad capital. Es en este campo donde el Movimiento de
Ocupantes e Inquilinos (MOI) ha cumplido una función central en la articulación
de nuevos actores, generando políticas de vivienda, de hábitat popular y la
construcción de cooperativas de viviendas mediante la autogestión y la ayuda
mutua, llegando hoy a más de ocho cooperativas de vivienda y una de trabajo.
Igualmente de forma paralela a las acciones de esta figura política alimentada de
la Fucvam uruguaya, las ocupaciones que resisten al desalojo aun son
abundantes. En otro eje, el crecimiento urbano ha provocados conflictos
sumamente variados (24). Emprendimientos inmobiliarios de centros
comerciales y polos farmacéuticos en zonas residenciales; urbanización en zonas
indígenas; la Agrupación Institucional y Vecinal de Haedo que se opone a la
construcción de un muro antivandálico a lo largo de las vías del ferrocarril
Sarmiento y las organizaciones S.O.S Caballito y Protocomuna Caballito que
nacen contra proyectos de construcción en altura en zonas de baja densidad.

 ECUADOR: En eje vivienda se registraron 6 casos, todos ellos tomas de terreno.


El actor que más se reitera en esta materia es el Contrato Social por la vivienda
(CSV). También existe un caso característico, el caso de los refugiados o
desplazados que pasan a ser los nuevos pobres urbanos del Ecuador, que sin
derecho a la postulación para la vivienda son los integrantes de nuevos
asentamientos precarios. En otro tanto, el eje medio ambiental es uno de los más
intensos conflictos. Las externalidades provocadas por la petroindustria,
enfermedades por la convivencia con vertederos, la contaminación de residuos
sólidos y el ascenso sin control del parque automotriz ha provocado la
organización, por ejemplo, del Colectivo Ciudadano Quito para Todos que ha
sido impulsor tanto de la reflexión sobre estrategias de mejoramiento de la
calidad de vida como articulador de vecinos afectados por la vorágine
automotriz, también, Acción Ecológica que ha conducido la resistencia y
formación en comunidades afectadas por la actividad productiva, en especial
petrolera, minera y camaronera y la explotación a gran escala de recursos
naturales.

 MÉXICO: En el eje de vivienda es significativo el desarrollo de organizaciones


como el Frente Popular Francisco Villa Independiente (FPFV), que nace en la
colonia Vicente Guerrero en Iztapalapa generando cooperativas, mecanismos de
participación popular en la construcción de la vivienda, movilizaciones en la
lucha por la tierra y promoción del comercio popular, también, la Unión
Campesina Obrera Popular Independiente (UCOPI) que surge contra laal
explotación de pozos agua de la industria pantalonera en Irapuato y
sucesivamente se transformó en uno de los mayores aglutinadores de las
demandas urbanas articulando la lucha por la tierra de mas de 700 familias
tomando terrenos y dando origen a las colonias Che Guevara en 1994, Emiliano
Zapata en 1997, Villa Los Pobres en 1998, llegando en el año 2006 a mas de 8
colonias. Es en el eje de Equipamiento Urbano donde se concentra el mayor
número de conflictos, en especial por el déficit de servicios básicos y de
infraestructura. Colonos del asentamiento irregular de Las Brisas reclaman la
introducción del servicio eléctrico; colonos de San Juan Tlalpizahuac bloquean
la carretera exigiendo servicio de agua potable; mujeres de Villa de Allende se
movilizan frente al congreso de Toluca para exigir la provisión de agua; mas de
50 habitantes de la colonia 2 de Octubre protesta frente al Municipio de
Aguascalientes por la regularización de servicios públicos; mas de 400
habitantes de Chimalhuacán realizan una marcha para exponer que hay mas de
15 colonias sin agua hace mas de 2 semanas y familias del barrio San Sebastián
en Chiapas bloquean las calles para exigir servicio de alcantarillado. A su vez,
colonos en Laurel bloquean la ruta para exigir la instalación de topes de tránsito
y de un puente peatonal; habitantes de comunidades oxaqueñas ocupan el
palacio municipal exigiendo equipamiento para los nuevos conjuntos de
vivienda, entre otros.

¿Qué nos dice la experiencia urbana latinoamericana?

 En todos los casos se vislumbra una evolución del conflicto urbano de la lucha
por la vivienda y la tierra a la lucha por la ciudad, vale decir, de la propiedad a la
desigual distribución del poder en la posibilidad de ordenar el territorio. Este
paso implica una socialización cognitiva de la clase urbana dominada a través de
sus actores tendiente a exponer la correspondencia entre los recursos y
oportunidades que provee la ciudad en general y el resultado especial en la
situación de clase.

 En Brasil, Ecuador, México y Argentina se desarrolla la construcción de una


“categoría política” (lucha por la ciudad) sobre las “categorías sociales”
(posición socioeconómica) (Touraine, 1987) que diferenciaban a los actores de
una misma clase (urbana dominada). En efecto, los intereses de la clase urbana
dominada convergen aunadamente en el interés de sus actores, las múltiples
demandas individuales y fragmentarias que no poseen conexión alguna y se
diferencian mutuamente por sus condiciones materiales, convergen en un
reclamo común, de la vivienda a la lucha por la ciudad.

 Los conflictos mayoritariamente, no devienen en transformaciones estructurales


de las relaciones de poder, y escasamente en dispositivos institucionales de
participación o reformas legales que incorporen los valores e intereses de las
clases dominadas, como el Estatuto de la Ciudad en Brasil por ejemplo. Mas
bien son políticas públicas reactivas a cada caso y sectoriales en su impacto. Esta
focalización posee una doble faz en su resultado. Por un lado genera una
disociación operativa de los actores urbanos, al participar por separado de las
compensaciones de la clase urbana dominante profundizando en la
fragmentación del interés de la clase urbana dominada en subintereses
particulares de actores inconexos entre si. Por otro lado, más no resuelve el
conflicto y solo lo contiene. Una respuesta fragmentaria a un problema genera
sub-problemas a la respuesta inicial y también su sistemático tratamiento
fragmentario genera un problema general, en este caso: la búsqueda de
mecanismos de presión fuera de la institucionalización del conflicto.

 Como se ha reconocido en la literatura sobre el conflicto, existe la posibilidad


que, estando frente a un conflicto institucionalizado que provea mecanismos de
compensación y de contrapoder a la clase dominada, permite en última instancia
un cambio gradual, sin requerir de una transformación total o de una resolución
violenta. Como observamos, las ciudades de algunos países de la región prima la
inexistencia de estas herramientas siendo más el mercado que el Estado el
ordenador-productor de la ciudad. Las luchas por la ciudad se prevé que serán,
pilar sustantivo de las rebeldía y ofensiva de los de abajo en los años siguientes,
sentando en este trabajo un precedente claro, la exclusión sistemática de los
habitantes de las ciudades en la posibilidad de definir su destino al interior de
ella, es el origen de una cuestión estructural, la unión de los dominados cuando
no hay mas que perder, que las cadenas de la dominación.

Referencias
BORJA, J. (2004) La ciudad como derecho, en Caja de Herramientas, Nº 100, Colombia.
Cronología del conflicto social enero-abril / mayo-agosto / septiembrediciembre

Cronologías del Conflicto Social, 2006, para Argentina, Brasil, Ecuador y México en Observatorio
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