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BREVE VISTAZO A LA POESÍA CATALANA ACTUAL

Roxana Elvridge-Thomas.

No podemos dudar que la poesía catalana es, hoy en día, una poesía viva, de

altísima calidad y en constante transformación. Sólo necesitamos observar la

multiplicidad de propuestas poéticas existentes y la alta calidad de la gran

mayoría de ellas. Nunca en la historia de la poesía en lengua catalana había

existido una diversidad tal, signo de la modernidad que está viviendo.

Precisamente esta enorme variedad es la que dificulta establecer sus

tendencias básicas, para el lector foráneo que se acerca con ánimo de

interpretar sus características generales, ya que las líneas que sigue son

amplísimas y entran en juego muy diversas poéticas vigentes y también porque

conviven varias generaciones que escriben al unísono, todas ellas en plena

forma.

Otro de los problemas a los que nos enfrentamos al querer desentrañar

la poesía catalana actual es la ausencia de un gran nombre que nos sirva de

referencia, como sucedía en el pasado, por ejemplo, con Espriu, Riba o

Ferrater, para poner un ejemplo. Pero esta falta de un “gran nombre” de

referencia no se debe a la falta de calidad sino, como ya mencionaba, a la

diversidad característica de este tiempo en que vivimos en el cual la

personalización al estilo de los “viejos tiempos” sería inviable aunque, claro,

nos dificulta el trabajo de acercamiento.

Así, la aproximación a esta poesía se puede realizar por estratos,

husmeando entre libros, hojeando autores, navegando en internet hasta

encontrar ese poema, esos versos que atrapen el alma del lector y le confirmen

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que la maravillosa lengua de Ausiàs March sigue cautivando a través de la

poesía.

En este camino, nos encontramos con la estela de Joan Brossa, muerto

en 1998 y que sin embargo aún repercute, con el fragor de su poesía, en

muchos de los autores contemporáneos con sus propuestas vanguardistas y su

actitud literaria que se resume en una concepción del arte sin fronteras y en la

manipulación lúdica de la realidad. Su universo insólito y multiforme, una

apuesta literaria presidida por el juego, el riesgo y la experimentación que

configuran una aventura difícil de analizar desde esquemas convencionales. El

concepto de poema lo abarca todo e incluye poemas escénicos, poemas

visuales y poemas objeto, poemas visuales convertidos en arte urbano que sin

duda tienen hoy en día una resonancia enorme en muchos autores.

Otra de las influencias heredadas de las generaciones anteriores es el

llamado realismo histórico. En el año 1960, se publicaron dos libros que se han

considerado emblemáticos del realismo histórico: Vacances pagades, de Joan

Oliver “Pere Quart” y La pell de brau, de Salvador Espriu. En el primer caso,

sobresalía la capacidad crítica y satírica de Pere Quart; y Espriu asumía, en el

segundo, un tono diferente al de la poesía anterior para defender una necesidad

de diálogo entre los pueblos y las culturas hispánicas. Dentro de este mismo

movimiento se inserta la interesantísima figura de Miquel Martí i Pol (1929), un

poeta muy popular, quien se inició en una poesía que mezclaba elementos de

crisis existencial y religiosa con puntos de literatura social adscrita al realismo

histórico. Murió en 2003, dejando como legado una poesía de altísimo valor, de

exaltación a la vida y la literatura por encima de la enfermedad y la muerte.

Por otra parte tenemos la poesía de la experiencia, que ha dado extraordinarios

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frutos poéticos en lengua catalana. Esta corriente poética, al igual que su hermana

castellana, funda sus raíces en la tradición en lengua inglesa, siendo muy próxima a la

poesía de Eliot, Auden o Graves, que optaba por la cotidianeidad y el realismo de una

visión íntima del mundo y de la vida. El primero en seguir esta estética fue Gabriel

Ferrater (1922-1972). Los seguidores de esta estética que se distinguen actualmente

son Marta Pessarrodona (1941), quien ha vinculado la herencia de Ferrater con una

gama de componentes cultos y referencias cosmopolitas. Ha surcado los caminos de

un feminismo reivindicativo e integrador, y se ha adscrito al realismo interiorizado que

ya flotaba en Setembre 30 (1969). Después, su poesía ha continuado en Memòria i

(1979), A favor meu, nostre (1981), Berlin suite (1985), Homenatge a Walter Benjamin

(1989), Tria de poemas (1994), y L’ amor a Barcelona (1998).

Antoni Marí (1944) se presenta como un poeta riguroso, pulcro en la conformación

de su poesía y de una complejidad deleitosa en sus contenidos, plenos de tradición

heredada de fuentes tan diversas como Ausiàs March y Jordi de Sant Jordi y los

trovadores provenzales, Rilke, Carles Riba, la tradición clásica griega, T.S. Eliot y

Cernuda, entre otros. Marí ha creado en su poesía un tono meditativo donde el pensar

y el sentir fluyen al unísono y se reconocen en la palabra poética. Sus libros: El

preludi (1979) Un viatge d’hivern (1988) y El desert (1997) son prueba de ello.

Uno de los poetas más notables de esa generación es Joan Margarit, quien en

1981, con L’ombra de l’altre mar y Vell malentès irrumpió en el panorama lírico catalán

tras algunos años de creación en lengua castellana. Su poesía, con registros de

elegía, se configura desde la reflexión y el soliloquio ante el horizonte de derrotas de

la vida y ha dado obras significativas, introspectivas y de una profundidad apasionante

como Mar d’hivern (1986), Llum de pluja (1987), Edat roja (1989), Els motius del llop

(1993), el maravilloso Aiguaforts (1995), Estació de França (1999), Joana (2002),

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Casa de misericordia (2007) e Intemperie (2010), además de algunas cuidadas

antologías de su poesía que lo confirman como uno de los más intensos poetas

catalanes actuales.

Igualmente trascendente es la figura de Pere Gimferrer (1945) uno de los

escritores más originales y bien dotados de su generación. Se inició como poeta en

lengua castellana y sobresalió desde muy joven en el grupo de “Los novísimos”. Su

aventura en lengua catalana se inició en 1970 con Els miralls, una obra con los

recursos representativos de las vanguardias. En su poesía conviven un cierto espíritu

mediterráneo, una imaginería septentrional, la reflexión sobre el arte en el momento

mismo de la creación, incursiones en el mundo del cine y elementos diversos de

enorme y ecléctica cultura, todo ello con un gran experimentalismo en la forma.

L’espai desert (1977) se configura como la aportación más intensa de la poesía de

este autor y, posteriormente, ha publicado El vendaval (1988) y La llum (1990), donde

la nota dominante es la poesía visual; posteriormente vienen Mascarada (1996), un

extenso poema que, con el pretexto de ser amoroso, desenmascara la crudeza y

verdad del ser humano; y L'agent provocador (1998), conformado por poesía en

prosa cargada de reflexión en torno a la escritura y la conciencia.

A partir de sus aportaciones, la poesía de la generación siguiente va a presentar

algunas características distintivas, como nuevos parámetros en el código textual,

donde el poeta, de acuerdo a los nuevos planteamientos estéticos, introduce al lector

en el texto o en el discurso que conforma la escritura misma, la cual no

necesariamente contiene una anécdota o un argumento. Hay también una conexión

con las prácticas de la escritura características de las vanguardias del siglo XX,

considerando a la poesía como un discurso autónomo, contrario a la lógica o al

realismo. Por lo anterior, se dota de un nuevo y amplio valor a la palabra poética que

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pasa de narrar a sugerir, evocar, a ser imaginativa y ambigua, y por lo tanto, una

herramienta de investigación de la subjetividad del poeta, un camino de acceso al

mundo de las ideas que da lugar a múltiples actitudes creativas, relacionadas con el

mundo onírico. El poema, entonces, deja de ser diáfano para pasar a ser hermético.

Así como cambia la forma cambia también el fondo y las nuevas temáticas tienen

que ver con otros puntos de vista como la reivindicación, la disidencia, la ruptura con

los valores de la tradición cultural, familiar y social, el deseo de modernidad y el afán

de universalismo.

De esta manera, la nueva generación que comienza a escribir en los años 70 se

aleja del anterior realismo. Algunos de estos poetas se reúnen en torno a un sello

editorial, Llibres del Mall (1973-1988) una empresa editorial que se convirtió en una

plataforma operativa de proyección de la poesía más joven de la generación. Los

fundadores, Ramon Pinyol, Xavier Bru de Sala y Maria Mercè Marçal cobijaron a la

mayoría de los poetas nacidos a caballo de 1950. Llibres del Mall acogió propuestas

que se distinguían por su pluralidad y por la conciencia con que los nuevos poetas se

reconocían en un papel de alternativa y de renovación de la poesía catalana. La

aventura duró una década pero hubo bastante para cohesionar una multiplicidad de

voces y una amalgama que se extendía desde los ecos románticos hasta el simbolismo

y las vanguardias. Entre los nombres más consolidados podemos destacar Jaume Pont

(1947), Josep Piera (1947) la también editora Maria Mercè Marçal (1952-98) y Miquel

Desclot (1952).

Durante los años 80 la poesía encuentra sus derroteros en una visión de la realidad

desde el yo, a través de la suma de vivencias personales y la concepción de la poesía

como la expresión de la propia intimidad y como la formulación de experiencias

personales. Se aceptan, por supuesto y de manera definitiva, las enseñanzas de todos

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los grandes poetas del siglo XX en lengua catalana: Foix, Brossa, Ferrater, Carner,

Espriu, Estellés, Pere Quart, etc.

En los años noventa se observa una tendencia en los poetas a abandonar la idea

de actuar como impulsores de la transformación social, tendiendo mucho más a la

autobiografía y a la intimidad y manifestando asimismo un acusado escepticismo en sus

textos. De todos modos, continúa la preocupación de la obra bien hecha, con la

tendencia ahora a la síntesis, con poemas más breves y menos enfáticos, más íntimos,

más alusivos.

Entre los nombres mejor acogidos por la crítica hay que contar con Enric

Casassas (1951), autor de La cosa aquella (1991) y Calç (1996); Ponç Pons (1956)

(Estigma, 1995; El salobre, 1997); Albert Roig (1959) (Córrer la taronja, 1989; Vedat,

1994); Ramon Guillem (1959) (Terra d’aigua, 1993); Andreu Vidal (1959) (Els dies

tranquils, 1988); Carles Duarte (1959) (La pluja del temps, 1990; Cohèlet, 1996); Xulio

Ricardo Trigo (1959) (L’abril a Luanco, 1991; Lectures d’un segle, 1993); Xavier

Lloveras (1960) (Les illes obstinades, 1987; El test de Rorschach, 1992); Josep

Ballester (1961) (L’holandès errant, 1994); David Castillo (1961) (Tenebra, 1994); Jordi

Cornudella (1962) (Felí encès, 1985; El germà de Catul, 1997); Manuel Garcia Grau

(1962) (Mots sota sospita, 1997); Carles Torner (1963) (Als límits de la sal, 1985;

L’àngel del saqueig, 1989); el espléndido Jaume Subirana (1963) (Final de festa, 1989;

El rastre de l’animal més lliure, 1994; En altres coses, 2002; Rapala, 2007); Vicenç

Llorca (1965) (Places de mans, 1989; Atles d’aigua, 1995), Joana Bel (1965)

(Parèntesi,1986; El risc del’aigua i el silenci, 1990; A la nit del bosc belluga, 1997);

Margalida Pons (1966) (Sis bronzes grisos d’alba, 1986); y Miquel Bezares (1968) (Cos

de calitja, 1987; Carnaval, 1990; Crònica del desfici, 1992; II poemas ,1997; Versllum,

2000). Entre los poetas últimos no quiero dejar de mencionar a Sebastiá Alzamora,

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nacido en 1972, con una voz poética innovadora y potente, autor de Rafel (1994),

Apoteosi del cercle (1997), El llintatge (1997), Mula morta (2001) y El benestar (2003).

En México tenemos la visita del reconocido “antipoeta” Carles Hac Mor, decidido

experimentador de la palabra, provocador e impulsivo, creador de una notable obra;

también de la poeta Ester Xargay Melero (1960), quien además es video-artista y

agitadora cultural, en el más puro estilo de los herederos de Brossa. Ester es autora de

una poesía transgresora, provocativa, altamente experimental, presentada muchas

veces al público por medio de performances y acciones artísticas. Nos visita,

igualmente, Víctor Sunyol, con su obra limpia, contundente y altamente experimental.

Otro de nuestros visitantes es el valenciano Eduard Ramírez (1972), quien ha

escrito los poemarios Del renou i del descans (2001) y Trànsits Nord (2005), poeta de

un vitalismo crítico y combativo, que no se pierde en expresivas descripciones de este

mundo. Más bien se trata de un vitalismo declarativo, provocador, que quiere beber de

la copa hasta el fondo y que acepta, a regañadientes, sobrevivir en un mundo que no

es precisamente un paraíso. Maria Josep Escrivà, por su parte, nos trae a compartir

una poesía serena, suave, de intensidades profundas y humanas.

También contamos con la presencia de Pere Perelló (1974) quien es de origen

Mallorquí aunque reside en México y cultiva una poesía con dos vertientes: una

filosófica y otra más expresiva e irónica, siempre conservando el rigor formal del

poema, con especial interés por el ritmo. Pau Gener Galin (1977) es poeta, dramaturgo

e intérprete multidisciplinar, quien ha publicado ya, a pesar de su juventud, cinco libros

y presentado varios montajes teatrales. En su obra destaca una voz poética singular

así como una imaginería personal e insíolita. Jaume Pons (1984) es uno de los poetas

jóvenes más activos en la actualidad, con numerosas publicaciones y recitales. Su

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poesía, una combinación de vitalidad y reflexión, es una incontenible oleada de

imágenes sorprendentes y provocadoras; y Pau Vadell (1985), es uno de los autores

más prolíficos de su generación, su obra, de tono vital y contestatario, se ha hecho

merecedora de diversos premios y reconocimientos.

Es importante hacer notar que en el panorama actual de la poesía catalana hay

un número muy considerable de nombres de poetas, muchos de ellos jóvenes, con

planteamientos estéticos muy diversos, que han ido gestando en los últimos tiempos

una obra coherente y de gran calidad. La proliferación de antologías de los últimos

tiempos es una prueba tanto de la diversidad como de la calidad de la obra compilada

y de la voluntad selectiva de quienes las elaboran, dándonos sus puntos de vista

personales sobre la producción poética actual.

Es muy importante también la labor de las editoriales, pequeñas y grandes y la

difusión que tiene la poesía, que si bien no es tan amplia como la que alcanza la

narrativa, sí se puede considerar dinàmica, ya que el ritmo de publicación de la poesía

en lengua catalana se mantiene constante. Asimismo, hay una enorme actividad de

divulgación de la poesía por medio de festivales, lecturas, espectáculos a partir de

textos poéticos y performances, entre otros. Todo ello es una prueba más de la

vitalidad de la actual poesía catalana.

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