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Una Agenda de Crecimiento para España
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Sin embargo, al último ciclo de crecimiento de España, para ser sostenible, le ha faltado
el cimiento fundamental de la productividad. De hecho, durante el periodo 1995-2008
España ha sido uno de los pocos países europeos con una variación negativa de la
contribución a la productividad total de los factores.
La productividad no ha crecido lo suficiente, y más del 50 por cien del diferencial con el
resto de Europa se produce por una menor productividad relativa dentro de cada uno
de los sectores. Ello quiere decir que nuestro mal va más allá de haber “apostado” por
sectores relativamente poco productivos como la construcción.
Conseguir dicho potencial será posible solo si se produce un cambio radical del modelo
económico, pero, ¿posee España algún tipo de fortaleza en su economía sobre la que
pueda cimentarse este cambio radical? La respuesta es afirmativa: España posee
fortalezas importantes como son las infraestructuras, el capital humano disponible y el
nivel de liderazgo de sus empresas.
Las infraestructuras españolas son de primera línea mundial: la red de autopistas más
extensa de Europa, una red de alta velocidad ferroviaria que será líder mundial a partir
de 2010 en kilómetros explotados, así como puertos y aeropuertos modernos que se
complementan con una posición geográfica óptima, haciendo de la combinación
infraestructuras-climatología una atractiva oferta como lugar de segunda residencia
para ciudadanos de la UE, o como lugar de residencia privilegiado y atractivo para
investigadores y emprendedores.
El capital humano español es competitivo. Pese a tener tasas de abandono escolar muy
elevadas e importantes carencias en el sistema educativo, el 38,2 por cien de la
población española entre 25 y 34 años tiene titulación universitaria, frente al 33,5
europeo. Además, estos licenciados son más económicos de emplear: contratar a un
licenciado español de entre 25 y 34 años supone un coste medio de 38.000 euros,
frente a los 66.000 de uno alemán y los 70.000 de uno británico.
Por último, hay empresas líderes españolas en 12 de los 38 sectores en los que la
revista Forbes clasifica las actividades económicas. Más allá de la importancia que
tienen para el resto de nuestra economía, son prueba de la alta capacidad de gestión de
la cual es capaz la empresa española.
Análisis sectorial
Un análisis cuantitativo de los diferentes sectores de la economía española sugiere que
el cambio tiene dos motores de crecimiento principales. El primer motor está formado
por los sectores de los bienes exportables y turismo, que pueden erigirse como “motor
de arranque”, ya que dependen de la demanda externa. Además estos sectores también
desempeñan un papel fundamental en el restablecimiento del equilibrio externo del país.
Nuestra estimación es que el potencial de creación de empleo en estos dos sectores es
de hasta 0,6 millones. La clave para ello es que España sea capaz de mantener una
cuota de exportaciones saludable, orientándose en mayor medida a las nuevas fuentes
de demanda global. Las palancas fundamentales para acelerar el crecimiento serían,
entre otras, el desarrollo de un plan agresivo de diplomacia económica y, con efecto a
medio plazo, un conjunto de políticas destinadas a promover la diferenciación, la
innovación, la competitividad en costes (incluyendo palancas laborales) y la
consolidación-colaboración entre empresas.
El segundo gran motor de crecimiento es el sector servicios. Este tiene mayor potencial
de empleo y puede ser el verdadero motor de crecimiento de España a medio plazo,
tanto en los servicios locales (distribución minorista y mayorista de todo tipo de bienes
y servicios), como en los servicios empresariales (ingeniería, tecnologías de la
información, servicios jurídicos, publicidad, servicios de Internet, etcétera).
España ha creado mucho menos empleo que el resto de Europa y que EE UU en estas
actividades. A nivel ilustrativo, mientras que en Europa estos servicios han supuesto
más del 15 por cien del empleo creado entre 1995 y 2005, en España su aportación ha
sido inferior al cinco por cien. Si España se acercara a los niveles de productividad y
empleo de países más avanzados en este tipo de actividades podría crear hasta 2,5
millones de empleos sostenibles. Crear empleo de calidad en estos sectores no solo
tiene efectos directos, sino que serviría para mejorar la productividad de las empresas
en otras partes de la economía. Para acelerar esta potencial creación de empleo es
necesario, entre otras cosas, hacer que la regulación fomente la competencia e
incremente el dinamismo; favorecer la eficiencia de estos mercados con la creación de
certificaciones abiertas que permitan diferenciar a los proveedores de calidad; y –lo más
importante– invertir en capital humano “profesional” para tener técnicos en todas las
áreas de futuro donde exista exceso de demanda.
Análisis transversal
Del análisis de las necesidades de cada sector es posible organizar siete grandes
“temas” alrededor de los cuales estructurar un programa de cambio para potenciar el
crecimiento sostenible.
Por tanto, es prioritario que las empresas españolas desplacen su esfuerzo hacia
actividades en las que puedan alcanzar diferenciación por otros motivos que no sea el
A modo de ejemplo, en 1996 Israel lanzó los fondos Yozma, con una inversión total de
100 millones de dólares: 80 millones a repartir entre 10 fondos de inversión (ocho
millones para cada uno) enfocados en sectores de alta tecnología, y los 20 millones
restantes para inversiones adicionales. Al limitar el número de fondos a 10, obligó a los
interesados a acelerar sus procesos. Para formar un fondo Yozma era necesario cumplir
una serie de requisitos: aportar al menos 12 millones de dólares, invertir en sectores de
alta tecnología e involucrar a un socio extranjero con experiencia. Todos eran
gestionados por iniciativa privada y podían comprar la participación del Estado a coste,
dando así incentivos al crecimiento. Como resultado, se consiguió generar una gran
industria de capital riesgo en Israel, creciendo un 55 por cien al año entre 1996 y 2002
En resumen, hay tres elementos claves para el éxito de un programa de cambio y, con
los ajustes necesarios, podrían aplicarse en España: en primer lugar, la movilización
En definitiva: visión, liderazgo, rigor. España está en una situación difícil pero el
crecimiento es posible. Hay cosas que pueden y deben cambiar de forma inmediata
para construir los cimientos necesarios sobre los que basar dicho crecimiento.
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