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Conferencia-Coloquio

Dr. GIAMPIERO ARCIERO

"Del Apego a la Psicopatología"

Quisiera comenzar esta conferencia hablando de John Bolwby. Es el padre del apego.
En nuestra escuela este personaje trabajó con Vittorio Guidano.

Lo primero que quiero decir es que su visión sobre el apego a la Psicopatología era "hija
de los tiempos", los tiempos que él vivió. Bolwby era psicoanalista, había seguido la escuela de
Freud y había hecho psicoanálisis y estudiado sus teorías. No obstante, se podría decir que el
modelo del apego que él nos propuso se articulaba sobre una serie de dimensiones de
investigación que iban desde la biología evolutiva hasta otras materias como la teoría de los
sistemas, e incluso hasta la teoría de la información. La diferencia fundamental que existe entre
su elaboración teórica de la teoría psicoanalítica era precisamente la de que Bolwby concebía al
hombre en el tiempo. Es decir, estábamos en una época de la cibernética, de la informática, de
las tecnologías de la información y él concebía al hombre como un ser en ese tiempo, un ser que
elabora información. En lugar de utilizar el modelo energético y personal del psicoanálisis;
Bolwby empezó a considerar al hombre como constructor del mundo. De hecho, esta postura tan
personal es un enfoque multidisciplinar, caracterizado por las ciencias cognitivas, sobre todo de
la psicología cognitiva. Su teoría ha permanecido como un patrimonio que tiene continuidad en
el seno del postracionalismo.

Por este motivo en la conferencia voy a concentrarme en unos temas que son básicamente
el apego y la identidad personal. En concreto, voy a estructurar esta conferencia en dos ejes: la
concepción del apego y la organización de la identidad personal.

El primer eje, la concepción del apego que describe Bolwby se basa por un lado en la
seguridad que siente el niño con respecto a su cuidador y por otro lado la protesta a su
separación.

El primer aspecto, la seguridad que vive el niño, está en relación a una base segura. Esta
seguridad se la proporciona precisamente la persona que lo cuida y le da seguridad y que no tiene
por que ser su madre o padre. El apego aporta estructuras al niño que le sirven para explorar el
mundo.

Con respecto a este tema, se desarrollaron diversos estudios y entre los primeros
estuvieron los de Barton Jones. Estos psicólogos empezaron a observar, a través de métodos
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diferentes, que una vez que los hijos se separaban de la madre y posteriormente éstas los volvían
a recoger, los niños se apegaban de nuevo a la madre. Sin embargo, se observaron diferencias
sobre cómo se iba a articular esta estructura. Había niños que lloraban y otros que no lloraban.
Los primeros se trataban de niños que, como observó bien Barton Jones, tenían madres que no
sonreían. Es decir, cuando el niño se separaba de la madre, ésta reflejaba un rostro bastante
preocupado y serio. A diferencia de los niños que no lloraban, éstos intercambiaban una sonrisa
en el momento que estaban lejos de sus madres y esto mismo ocurría cuando los niños sentían el
apego. Los estudios de Barton Jones se desarrollaron posteriormente desde un punto de vista
etológico. Recordemos que Etología significa el estudio del comportamiento animal y desde el
punto de vista nuestro.

Por lo tanto, con estas investigaciones se empezaron a observar niños pequeños, en torno
a dos años y medio, mientras jugaban en los lugares públicos. Se apreciaron diferencias entre los
niños que se alejaban de las madres y los que permanecían en su regazo, que tenían una actitud,
una postura y un talante demasiado apegados a la madre. Sobre este punto de vista se desarrolló
toda la teoría.

El apego viene caracterizado fundamentalmente por la exploración relativa a esta


capacidad de seguridad que le proporciona el cuidador en un entorno emotivo y dándole
seguridad. Esto impulsa al niño a alejarse. Conforme se alejaba, el niño se giraba para mirar a su
madre y después se volvía a alejar, exploraba y se volvía a alejar y después se acercaba. Pues
bien, la base segura de esta teoría es la exploración.

El otro aspecto del apego es la protesta por la separación. Estos niños en el momento
que se separaban de la madre empezaban a protestar por dicha separación.

Pues bien, esta es la teoría básica de Bowlby y que la ha plasmado en sus trabajos en una
triología sobre el apego (formación, desarrollo y pérdida). En los años 60 y sobre esta triología,
empezó a elaborar sus teorías. Después publicó otro libro en los años 70. El gran mérito de la
teoría es que está dentro de un contexto anglosajón, donde se tiene en cuenta y se necesitan
hechos y demostraciones prácticas de esto. Es decir, para que una teoría se consolide tiene que
ser demostrada.

El punto de vista suyo fue el estudiar, a través de un procedimiento experimental que lo


demostrara, las diferencias entre una base segura y otra y la relación diferente que se establecían
entre los niños. Es decir, dependiendo de las modalidades de protesta y de la capacidad de
seguridad aparecían los diferentes modelos de apego. El procedimiento experimental se
denominaba "situación extraña", donde existían varias modalidades de este procedimiento
dependiendo de la diferente relación con la escuela, con la madre. La situación paradigmática era
la siguiente:

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"Un niño y su madre son introducidos en una habitación con cámara donde está el especialista, y
se realizaban distintos juegos y experimentos. Una vez que la madre habla con el especialista, ésta sale.
Después de cinco minutos la madre vuelve a entrar. Se estudió el comportamiento del niño cuando la
madre habla con el especialista, cuando sale y cuando entra. Se observaron diferencias muy claras que
ponen de relieve diferencias en la organización central del apego".

Según esta teoría, pensemos que estamos en los años 60, se observó una organización de
apego A (avoidant), una organización B (segura) y una organización C (ansioso o ambivalente).
Vamos a estudiar cómo estos niños A, B y C responden de manera diferente y qué tipos de
madres caracterizan a estos modelos. Es decir, el apego tiene que comprenderse como un proceso
de reciprocidad que es necesario para estructurar un sentido de unicidad personal. Además, esta
reciprocidad abarca toda la vida de una persona donde hay varias modalidades, como puede ser
la distancia del adolescente hacia la familia. Este apego del adolescente y la modalidad de
estructurar las relaciones ahora y en su futuro está íntimamente ligado a la organización central
del apego y las características emotivas.

Los niños de la categoría A (avoidant) en el momento que la madre salía no protestaban,


no lloraban y por lo tanto toda su atención se centraba en los juegos. Los niños seguían jugando
y no tenían contacto con los expertos. Después de cinco minutos la madre volvía y estos niños no
miraban a la madre; no la miraban directamente. De hecho, estaban interesados en mantener una
distancia física con la madre. Estos niños son los avoidants, es decir, que evitan a la madre, que
mantienen esta cierta separación.

Los niños C son los ansiosos y ambivalentes, ¿Por qué? Porque desde el momento en que
la madre salía de la habitación, estos niños protestaban de forma irrefrenable, es decir, lloraban
muchísimo y eran difícil tranquilizarlos. Y cuando la madre volvía, que era de esperar que los
niños corrieran hacia sus madres, lo que realmente sucedía era que se abrazaban a la madre y
lloraban de forma igualmente fuerte. Por eso se llaman ambivalentes. Estas diferenciaciones se
realizaban a la edad de dos años, cuando los niños no tienen una capacidad de simbolización
articulada. Están todavía en una fase denominada protolenguaje, en un periodo de transición a la
adquisición del lenguaje.

Los niños B eran aquellos que Barton Jones había observado cuando iban al colegio. Se
caracterizaban por mostrar tranquilidad; seguían hablando tranquilamente con los expertos
cuando la madre salía del cuarto y cuándo ésta volvía el niño la miraba, sonreía y mostraban su
satisfacción por su vuelta.

La teoría de Mary Ainsworth se basaba en esta modalidad y en estos experimentos, donde


se construían toda la catalogación sobre el apego. Sin embargo, más tarde veremos cómo
efectivamente esta catalogación no es exacta. Según estos autores, el apego B se consideraba un
apego seguro, convirtiéndose en el apego normativo. En relación a este estilo de apego, el resto
de los apegos se consideraban inseguros.

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Esta organización central del apego sufre un cambio muy importante en el momento que
entramos en la dimensión del lenguaje. Y esto es así porque el lenguaje determina una
diferenciación mucho más clara entre uno mismo y los demás. Aparece entonces la gran
tendencia y moda americana sobre el concepto de "la teoría de la mente". Es decir, un apego,
una vinculación donde el niño tiene en cuenta al otro, y esto empieza a desarrollarse a partir de
los dos años por medio del lenguaje. Entonces se empieza a diferenciar claramente lo que supone
el otro, el prójimo, los demás.

Esta diferenciación, además de establecer una demarcación de uno mismo con los demás,
determina por otro lado la capacidad de manipulación. Empezamos a jugar con los demás y
lógicamente los niños reaccionan de esta forma, manteniendo siempre un vínculo con la persona
de referencia. Esto, desde el punto de vista evolutivo, es fundamental, porque a diferencia de los
primates superiores los niños humanos tienen un desarrollo que hasta los 14 o 15 años
aproximadamente es igual. Es decir, nacen con una capacidad y sistemas neuronales inmaduros,
y por consiguiente estos niños tienen necesidad de una base o fundamento de referencia para su
expresión, experiencia, alimentación, etc.

El problema del niño es siempre mantener el apego, cueste lo que cueste. Y digo cueste lo
que cueste. Aún en la situación donde la base segura los maltrate los niños siguen manteniendo
un tipo de apego. Por ejemplo, los niños que evitaban y se separaban es debido a que sus madres
rechazaban o no respondían a sus hijos. A petición del niño, estas madres no permitían el
contacto y rechazaban la cercanía del niño. Sin embargo el problema del niño como en el
experimento anterior era mantener el vínculo, conservar el apego sin ser rechazado. Cómo
decirlo, sin que la madre de pegara, le gritara o abusara de él. Por tanto, es un apego a distancia,
físico, pero de hecho se mantenía este apego. Por el contrario, las madres de niños C eran madres
extremadamente ansiosas; madres que en el momento que se separaban de los niños empezaban a
tener ideas e imaginaciones de que sus niños podían estar en peligro. Aquí vemos el por qué del
rostro de preocupación. Por consiguiente, estas madres no se regían por base segura respecto a la
exploración de los niños. Y por ello, éstos interiorizaban una figura materna que no les
proporcionaba seguridad. Esto es lo que se denomina en la literatura de la Psicología "modelo de
trabajo interno", un modelo que acompaña al niño cuando está sólo. Es decir, según el modelo
de trabajo interno una madre atenta, que da respuesta, que sintoniza y se comunica con el niño
proporciona una situación que es mucho más segura y permite que el niño desarrolle la relación.

Todo esto hasta los dos años. ¿Qué pasa con el lenguaje? Pues nace la capacidad de
manipulación y nace, por ende, el vínculo con la madre. Realmente lo que estamos viendo es que
se anticipa la posibilidad de que esta madre pueda rechazar o pueda tener una actitud coherente o
íntima hacia el niño. O por ejemplo, que tenga una actitud atenta o no hacia el niño.

Los niños desarrollan un repertorio suficientemente articulado a partir de que adquieren el


lenguaje. Este repertorio articulado para el mantenimiento de estos vínculos se desarrolla
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gradualmente hasta los ocho o nueve años. Esta teoría la debemos sobre todo a Patricia
Crittenden. Esta profesora, a propósito de las dos categorías anteriormente señaladas, o sea, la de
las personas ansiosas o ambivalentes y la de las personas que evitan, realiza una clasificación
según la respuesta de los niños y también dependiendo del tipo de padres que tienen. Señala tres
categorías. Se las voy a mostrar ahora e intentaré explicárselas una a una; porque esto nos
permite comprender por qué a un tipo de apego le corresponde, en la fase de desequilibrio y de
desestructuración del niño, un tipo de trastorno concreto.

Los niños A eran los rechazados por sus padres. Dependiendo de que los padres sean de
una forma u otra lo podemos diferenciar en cuatro modalidades.

En primer lugar, los niños con inhibiciones, los A1. Aquí tenemos padres que rechazan al
niño. El caso típico pudiera ser una madre deprimida o bien una madre violenta. La emoción de
rechazo es tan alta que el niño no consigue articular una oscilación emotiva respecto a la madre,
es como si permaneciese, precisamente por esta reacción, centrado en la tristeza. Estos niños
pueden tener como consecuencia en los primeros años, hasta los cuatro años de edad, formas de
psicosis autistas. De hecho, los niños avoidant oscilan entre la rabia y la tristeza. La rabia es una
emoción activa, son niños con una fuerte actividad motora. Es decir, niños que pueden resultar
en fase de la segunda infancia en psicopatologías de la hiperactividad. Después nos referiremos a
esto de manera más clara.

Después tenemos los A2. Se trata de niños que dan más respuestas a los estímulos, cuyas
madres no rechazan ni son agresivas, pero son madres indiferentes. Son madres que no prestan
atención, sin llegar a pegar al niño.

Después tenemos los A3. Son los niños denominados cuidadores. Son niños que prestan
atención y cuidado a sus propios padres. El típico ejemplo que yo expongo en los discursos es el
de Beethoven. Es un caso de un niño A3, que llevaba al padre al restaurante y al hospital a los
cuatro años. Lo traía y lo llevaba a casa. Niños que desarrollan esta actividad, que toman la
iniciativa para activar este contacto, no para complacerlos, sino que actúan para descubrir a los
padres, se interesan por sus padres. Estos niños desarrollarán su capacidad cognitiva antes que
los demás.

Después tenemos la categoría A4. Es una categoría muy curiosa y particular. Tanto las
categorías A1, A2 y A3, se podría decir en general que cuando se produce una descompensación
en la historia de desarrollo y cuando pueden integrarse ocurren hechos negativos. En estos tres
casos van a resultar en depresión. Va a haber una fuerte polarización centrada en las emociones
de la rabia o tristeza, provocando lo que en Psiquiatría Clásica se diagnostica como depresiones
graves o depresiones mayores. Por el contrario estos A4, los denominados niños complacientes,
se caracterizan por una atención centrada hacia los padres. Son los típicos niños que jamás hacen
rabiar a la madre, que van al colegio, que se portan muy bien y van muy esmerados por la vida.
Niños que han desarrollado una atención en relación a los padres, sobre todo en el rostro de los
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padres. ¿Y por qué? Porque las madres a su vez tienen una atención hacia los hijos, pero una
atención ambigua, no previsible. Por lo tanto, es una madre en la que por ejemplo el niño está
jugando con sus juguetes y cuando éste se cae o roza con sus juguetes, la madre se entromete y le
dice: dame un besito, abrázame. En este momento el niño toma la iniciativa hacia la madre, ésta
lo corta y le dice: no, no, yo no quiero estar contigo. Por lo tanto, madres que no consiguen y que
no logran entrar en sintonía con los niños. ¿A qué se ve obligado el niño? Teniendo en cuenta y
como dijimos anteriormente que el problema es siempre el mismo, mantener el apego (desde el
punto de vista de la biología evolutiva se podría decir que el problema es mantener la
adaptación), el niño A4 que presta atención a la madre y que ve que la madre fluctúa entre estas
actitudes, toma la actitud sencillamente de intentar anticipar lo que quiere la madre.
Precisamente mediante esta anticipación, los niños A4 saben lo que quieren sus madres, de forma
que mantienen la atención de ellas. Desde este punto de vista se comprenden porqué son niños
complacientes, precisamente porque intentan complacer continuamente y su atención se orienta
siempre a lo mismo. Son niños que después en la edad adulta pueden desarrollar trastornos
graves. Tengan en cuenta además que en relación a la aceptación por parte de factores externos,
estos niños van a tener un sentido de sí mismo con relación a una definición externa. Van a
desarrollar una definición de sí mismo en relación a la externalidad y por esta razón pueden
tenerle un miedo increíble a la vida.

Esta categoría está aumentando muchísimo, y está aumentando por así decirlo en un
mundo que va muy deprisa. Y donde la posibilidad de estructurar el apego se reduce con familias
que en general no son nada estables. Se trata de un perfil de niños que tienen una atención hacia
a la lógica de las imágenes. Yo le llamo así; es decir, todo se corresponde según a una imagen,
una imagen de modelo perfecto. Acabo de decir que se portan muy bien en el colegio y que
jamás hacen enfadar a sus padres. Sin embargo, tengan en cuenta que esta modalidad
corresponde a una incapacidad de estructurar un sentido de interioridad, un sentido de sí mismo,
les falta una figura externa de referencia y estos niños no saben quienes son. Son personas que
seguirán intentando buscar referencias externas. Después veremos qué psicopatologías de la
infancia corresponden a estos niños y también a la edad adulta. Pero les adelanto que los niños de
la categoría A4 pueden ser la antesala para los trastornos alimentarios, ya sea anorexia, obesidad
y bulimia.

Hablemos ahora de la categoría de los niños C. Si las madres rechazantes son coherentes
y consistentes con la evitación y el rechazo, las madres de los niños C son consistentes y
coherentes en su aceptación. Madres que siempre están sumamente concentradas y centradas en
su hijo. Esto da al niño un sentido de sí mismo que es muy fuerte y muy positivo, un sentido de
interioridad muy bien definido. No obstante y al mismo tiempo se trata de madres que dan una
protección, pero que es intermitente. Pongamos el ejemplo de una madre que siempre está
acechando al niño y está pendiente de él, que está constantemente prestando atención al niño. Por
tanto una madre protectora, donde está siempre atenta al peligro prestando atención a aquellos
aspectos peligrosos del mundo que puedan amenazar a su hijo y que progresivamente le trasmite
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a éste la sensación de un mundo peligroso. Pues bien, imagínense que el niño se cae y se hace
daño. La madre ve que empieza a sangrar por el labio y en el momento de la máxima protección,
la madre, que tiene miedo de la sangre, se desmaya. Entonces, ¿qué ocurre con el niño?. Este es
un episodio que yo he escuchado en psicoterapia hace cuatro o cinco años, el niño va a la vecina
de al lado a pedir auxilio, para pedir ayuda a su madre. Este es el típico y clásico ejemplo de
madre hiperprotectora. Demasiado atenta, pero que en los momentos de la verdad, en el
momento que el niño le necesita, su madre pierde el control. Por tanto la ayuda es intermitente.
Se trata de madres de las que no se puede confiar, aunque el niño sabe muy bien que la madre
tiene todo el amor y el afecto hacia él. Un afecto central, pero no se puede fiar de ella. Pues bien,
la estrategia que utiliza el niño es una estrategia que llamamos con P. Critteden coercitiva. El
problema del niño es que tiene que obviar la atención de la madre y manipular por sí mismo la
atención de ésta, hasta el punto de saber que dicha atención no es intermitente. Pero
precisamente esto es posible cuando el niño tiene la última palabra, cuando él tiene la última
maniobra. Pues bien, en relación a esta maniobra, cómo gestiona esta situación tenemos varias
categorías y modalidades.

La primera categoría C1 se denomina amenazante. Se trata de niños que son hiperactivos.


¿Por qué amenazantes? Porque no se les puede dejar sólos. Si les dejamos solos se meten en líos.
Van a ir a situaciones de peligro y seguramente se harán daño. Por consiguiente, son niños que
suponen una amenaza, porque basta que los dejes sólo para hacerse daño, debido precisamente a
que combinan las diferentes desgracias. Y las madres están atentas al niño, no quieren separarse,
precisamente para no dejarlos solos.

La segunda categoría C3 son los niños castigadores, punitivos. Yo tengo un ejemplo que
pongo de manifiesto en mis conferencias, se trataba de un niño que había tenido problemas en
una pierna desde el principio y había tenido una atención por parte de sus padres enorme.
Cuando tenía cuatro años la madre lo dejó con la asistenta, la chica de servicio. Se puso a
desmostar los accesorios del baño y a lanzarlos al aire. Cuando la madre volvió se encontró con
una catástrofe. Por eso se denominan punitivos, porque ha castigado a la madre cuando ésta ha
salido de casa. Estos niños los denominamos "los niños duracell", por el anuncio de la pila que
nunca se acaba y siempre está en continuo movimiento.

Después están los niños seductores, categoría C2. Estos niños tienen una atención por
parte de sus padres de gran afecto. Son niños que perciben esta constricción por parte de sus
padres. Sin embargo, por esta enorme carga afectiva el niño, para demarcarse y alejarse, intenta
establecer con ellos una distancia no demasiada vinculante. Y aprenden a seducir y a mantener
determinada timidez o separación hacia los padres. Niños que a los cuatro o cinco años tienen
cara entre ingeniosos y maliciosos. Y también su comportamiento, es el típico que dice: "papá
tengo muchísimo miedo de esta situación", y resulta que el niño le pone la cara de “cordero
degollado”, y claro, el padre se viene abajo. No puede soportarlo.

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Después tenemos los niños que nos desarman, que nos sacan de nuestras casillas. Se trata
de niños manipuladores porque precisamente manipulan este vínculo, el apego. Este tipo de
niños son los que nos sacan de nuestras casillas y que nos desarman, niños que forman un jaleo
enorme en casa y cuando llega la madre enfadadísima y está a punto de darle una bofetada, el
niño la mira con ojos de cordero degollado y su madre se desarma. Por tanto, niños que tienen
esta capacidad, que presentan un talante y una actitud de controlar este vínculo; la capacidad de
gestionar la distancia con la madre.

Después tenemos los niños desguarnecidos, aquellos que no se les puede dejar solos.
Combinan desgracias de todo tipo y de todos los repertorios. Por ejemplo, van a coger un vaso de
agua, se les cae el vaso, lo rompen y se cortan la mano, se caen de la silla y seguramente se van a
hacer una herida. Se trata de niños que necesitan constantemente que le vigilemos, tienen
necesidad de un vínculo constante.

Y por último, tenemos los niños que fingen. Aquellos que fingen tener un dolor de
estómago cuando van a ir al colegio, de estar enfermos y que tienen fiebre. Es una categoría
cuyas estrategias son éstas con el propósito de mantener el vínculo, este apego tan fuerte.

Esto en cuanto a la categoría C. La psicopatología que se le asocia, puede ser la autovía


para debutar en trastornos fóbicos. Es decir, a lo largo del desarrollo y en el momento en que la
propia identidad todavía no ha elaborado y no ha conseguido la integración de los trastornos
emotivos en relación a los acontecimientos, estas circunstancias pueden convertirse en la
antesala de las fobias.

Y por último tenemos la categoría A/C. Se caracteriza por padres que tienen una doble
actitud, una doble moral. Siempre cuento la siguiente anécdota en mis clases. Yo, en mis
terapias, tenía un médico en torno a 45 años que estaba casado con una azafata. Precisamente le
tocó vivir la situación en la que éste tenía que venir con su hija a consulta porque su mujer,
buena parte del tiempo, estaba en una oficina fuera de Italia. Les cuento la anécdota para que se
den cuenta qué significa este modelo A/C, que combina al mismo tiempo y de forma simultánea
el rechazo (A) con una hiperatención (C). Este médico para cambiar los pañales a la niña
prestaba muchísima atención en la forma de cambiarlos. Así lo realizaba de la forma más
delicada posible, como por ejemplo que el agua estuviera a la temperatura adecuada. Es decir,
una atención centrada y exagerada en toda su vida. Sin embargo y al mismo tiempo que este
padre cambiaba los pañales prestando una atención enorme hacia la hija, tenía imágenes
intrusivas. Se veía a sí mismo reventando y pegando a su hija. Por lo tanto, al mismo tiempo que
este hombre tenía un cuidado total de su hijo también había un contacto frío con su hija, es decir
lo que llamamos avoidant, rechazo. Esta es la modalidad que siempre presenta dos vertientes.
También desde el punto de vista de los niños. Estos niños desarrollan trastornos sistemáticos, es
decir, niños que se preguntan ¿me quieren o no me quieren?, donde su rasgo primordial es la
duda.

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Los niños que se inclinan hacia la vertiente A, es decir, padres que les evitan o rechazan,
al mismo tiempo son padres que establecen claramente unas características formales, siendo muy
metódicos y estableciendo de forma muy rígida las reglas en casa. Por ejemplo, haciendo que el
niño a los tres años coma con los cubiertos. Tenía un paciente que me decía lo siguiente:
"empiezo a hablar con mi hijo en el momento que razona, antes de esto no existe". A partir de
que a los cinco años el niño tiene uso de razón hay un intercambio lógico en profundidad. Un
intercambio que se caracteriza precisamente por evitar y anular totalmente la actividad y la
comunicación emotiva. Son familias donde no hay emociones. Pues bien, cuando este estilo de
padres está focalizado en la categoría A, es decir, padres sumamente fríos, el tipo de
organización y modelo está centrado en situaciones en el que los niños empiezan a hacer cosas
solos desde que son pequeños. Además hacen razonamientos que no corresponden con su edad,
sino más bien equiparables a niños de cinco o seis años. Niños que se centran en el aspecto
cognitivo y no reconocen para nada las emociones.

Si por el contrario la familia está más centrada en el control, es decir, en el aspecto C


encontramos a niños que, cada vez que se produce una distancia, gestionan esta separación
diciéndole a la madre algo así como: “si te vas, vas a tener un accidente y además no te vas a
recuperar y te vas a morir, y si tú te mueres yo me voy a quedar solito”. Y en lugar de quedarse
sólo, lo que van a hacer es lavarse cinco veces las manos. Es decir, más que gestionar esta
separación llorando, armando un jaleo enorme, chillando o combinando todo tipo de desgracias
como los niños de la categoría C, los de la categoría A/C orientada hacia la coerción manejan la
separación coaccionando a los padres de manera lingüística y lógica.

Las psicopatologías que en la edad adulta esta categoría de niños A/C pudiera desarrollar
son las siguientes. Los niños que se inclinan hacia C desarrollarán fobias obsesivas, debido a que
tienen tanto un componente coercitivo y de control como un componente de la duda. De ahí las
fobias obsesivas, que en realidad son obsesiones. Por otro lado, los que se inclinan hacia la
categoría A, cuando se producen descompensaciones, desarrollan trastornos semejantes a las
formas que habíamos visto de la categoría A. Es decir, desarrollarán depresiones graves. La
diferencia está en que el componente emotivo es mucho más fuerte en la categoría A; por el
contrario el componente lógico-formal en la forma obsesiva es la predominante. Para darnos
cuenta de lo que les estoy diciendo bastaría para leer el diario de Dostoyevski, es la
representación perfecta del trastorno obsesivo inclinado hacia la categoría A.

Ahora voy a concentrarme con los trastornos relacionados con las neurosis. Precisamente,
como decía Bolwby, el apego es una forma de organizar emociones dando lugar a todo tipo de
comportamientos. Toda la psicopatología puede releerse dependiendo de una descompensación
de este apego, es decir, hay que tener en cuenta qué tipo de descompensación, qué modalidad,
porque puede ir desde una neurosis hasta una psicosis, una psicosis funcional y por último una
psicopatología esquizofrénica.

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Desde el punto de vista de la psicopatología de la infancia, en la categoría de los niños
C tenemos las fobias escolares y el ansia de la separación. El ejemplo clásico se presenta cuando
el niño se encuentra con un maestro represivo y que controla demasiado a sus alumnos; es decir,
demasiado controlador y que no proporcionan a los niños la posibilidad que sí tienen en casa de
controlar esta relación. Precisamente esta situación y estos rasgos lo podemos observar en un
niño de 6 años, cuando no tiene la posibilidad de controlar este contexto escolar y manifiesta que
está enfermo y que no quiere ir al colegio. Y también lo podemos observar a los treinta años, en
el momento en que hay transición hacia una relación afectiva, como por ejemplo el matrimonio o
la boda o la luna de miel. Estos momentos de vida pueden resultar en una descompensación o de
fobia. O también puede haber una descompensación cuando la pareja vive el nacimiento del
niño, en este caso la transición es mucho más evidente.

El otro rasgo a destacar con respecto a las descompensaciones de los niños pertenecientes
a la categoría C es cuando se decanta hacia el lado del comportamiento. Los trastornos de
conducta pueden reflejarse por ejemplo en aquellos niños dictatoriales y tiranos, niños que pegan
a todo el mundo. Es precisamente cuando nos referimos a los niños punitivos o castigadores. Es
lo mismo, el profesor no consigue mantenerlos a raya.

Esto en lo que se refiere a los trastornos de conducta. También pueden ser niños
hiperactivos, sumamente hiperactivos. Sin embargo, existe una diferencia primordial entre la
hiperactividad que presentan los niños que evitan a los demás y los niños C. Estos últimos
manifiestan la hiperactividad en presencia de los padres. No así en los niños que evitan, donde la
hiperactividad se produce en ausencia de los padres debido a que intentan siempre controlar el
rechazo de éstos. Si un niño que evita a los padres empieza a correr, seguramente se va a suscitar
el rechazo. Por el contrario, los niños coercitivos necesitan el afecto de la madre y por ejemplo,
en el momento que ve a la madre empieza a correr y seguramente captará la atención de ésta. Es
una manera donde empiezan a gestionar y manipular la atención de su madre. Precisamente, en
cuanto a los trastornos de conducta ambas modalidades de hiperactividad se pueden catalogar
como tales. Trastornos de una intensa agresividad manifiesta. La diferencia es que el niño C es el
típico niño John Wayne, el típico tirano, el niño que tiene que ser el centro de atención y si no la
arma.

El niño A no tiene por el contrario una gran capacidad social. Ha sido rechazado por sus
padres en casa y cuando entra en contacto con sus iguales en el colegio se queda al margen, no se
integra en el grupo. Es como si estuviera siempre al margen, un satélite y los demás se mofan de
él. Luego, es fácil y probable que se rían de él, que lo insulten y le insultan hoy, mañana y
pasado mañana. Hasta que llega el típico día en que empuja a su compañero por las escaleras. Y
esto lo he experimentado yo en mis casos clínicos. El último que recuerdo fue hace siete u ocho
años, cuando un niño a los siete años de edad empujó a otro por las escaleras. Por consiguiente,
son niños que tienen que controlar sus impulsos de rabia con relación al desprecio y al rechazo
que sienten. Para ello tienen que mantenerse dentro de un determinado marco para no suscitar
este rechazo. Sin embargo, son niños que de repente pueden perder el control. Puede ser que ha
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sido, por ejemplo, el hazme reir de la clase, por así decirlo, y después se ha convertido en el
león, en el rey de la selva.

Decía antes que hay niños que evitan, que rechazan y utilizan su hiperactividad. Pero,
¿cómo la utilizan? La utilizan de forma muy variada y diferente a los niños C. Los niños de la
categoría A utilizan la hiperactividad para controlar los estados emocionales, pues son niños que
han crecido solos, que se han cuidado siempre a sí mismos. Una característica que es típica en
esta categoría, vinculada en las descompensaciones a una posible depresión, es que sienten que
lo único en lo que pueden confiar es en sí mismo. Porque realmente no se han podido de su
madre que la rechaza. Niños que tienen emociones negativas y utilizan esta hiperactividad para
distraer la atención, para tener el control de la situación.

Luego tenemos, por el contrario, los niños que llamamos A4. En cuanto a esta categoría
me gustaría mencionar la existencia de una serie de estudios sumamente interesantes. Una
psiquiatra americana Chatwood ha sido la primera en estudiar la anorexia nerviosa infantil. Se
trata de niños que desde los tres meses hasta los tres años desarrollan una anorexia que no se
puede diferenciar para nada, por lo menos desde el punto de vista sintomatológico, de las
anorexias de los adolescentes. Niños que literalmente se mueren de inhalación. Esta psiquiatra ha
estudiado a las madres de estos niños. Y les voy a contar una anécdota, que además está
grabado en una cámara de video, me refiero a la situación donde el niño se está tomando la
papilla. El contexto es el siguiente:

"Un niño que no se alimenta y la madre tiene que darle de comer. El niño por sí mismo no se
quiere alimentar. Por tanto la madre intenta darle de comer la papilla o el potito, mete la cucharilla en la
boca del niño, y éste, que no quiere ser alimentado por la madre, empieza a vomitar y expulsar la papilla.
Entonces la madre se enfada, deja la papilla en la mesa y se marcha a la otra habitación. A continuación el
niño empieza de nuevo a comer él solito. Cuando la madre vuelve y ve que el niño está comiendo sólo, de
nuevo empieza a darle de comer ella".

Pues bien, lo que me parece más importante señalar en esta situación (recuerden que
hemos hablado que los A4 como personas que responde a estímulos externos o una imagen de
los otros, en este caso a una imagen ideal de madre) es que esta madre tiene un sentido positivo
de sí misma en el momento en que ella se corresponde con la imagen de lo que para ella es una
buena madre. Tengan en cuenta que se trata de una madre que presta toda la atención, pero que
sin embargo no puede prestar atención a los ritmos del niño. Por este motivo, son situaciones
muy extremas, falta esa reciprocidad afectiva que permita una reestructuración sana del apego.
Cuando la madre se enfada, no lo hace porque el niño no come, sino porque el no comer significa
una desconfirmación del propio hecho de ser madre. Es decir, que no coma su hijo para ella
significa que es una madre mala y esto no corresponde a la imagen ideal que tiene ella de una
madre.

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Transcripción: Servando David Trujillo Trujillo Revisión: Giampiero Arciero.
(miembro de ACPP). Fecha de Conferencia-Coloquio: 9/5/00
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En cuanto a estos modelos A4, vemos que tenemos la anorexia infantil. También tenemos
un síndrome denominado en inglés "no organic feeling to fry", es decir, una incapacidad o una
dificultad para comer, una ansiedad para comer y que conocen bien los pediatras. Es decir, los
niños que hay que perseguirlos con la cucharilla y cuando se la metemos en la boca la echan.
Luego, la hora de la comida se convierte en una verdadera tragedia para toda la familia.

Después tenemos la obesidad infantil, una hiperutilización de la comida por parte de las
madres. Cada vez que el niño llora la madre, desde los primeros momentos de la vida del niño, le
da de comer. El niño llora y le plantan cualquier cosa en la boca. Así pues, estos niños empiezan
a controlar su actividad interna, una actividad que puede ser de ansiedad, con la utilización de la
comida, que se convierte en una especie de tranquilizante. Ya, a lo largo de la adolescencia
corresponde también con la emoción de vacío, una sensación fuerte de vacío. Por supuesto, todo
esto permanece en la persona que lo vive mucho más allá de los márgenes de su conciencia.

Por último tenemos los niños A/C. Ya hemos hablado de la obsesión infantil. Otro rasgo
de estos niños son los trastornos psicosomáticos. Entre otras cosas, son los niños que pueden
tener asma. Niños que no solamente tienen colitis, sino otros trastornos. En cuanto a estos
trastornos psicosomáticos esta es una característica de los niños A/C. Pues bien, quizás ya hemos
hablado demasiado. No sé si continuar o abrir un espacio para el debate. ¿Continuamos?.

Pues bien, esto en lo que se refiere a los trastornos, que es la primera parte de mi
conferencia. Es decir, una panorámica general del apego desde un punto de vista, por así decirlo,
más empírico, mucho más planteado en la observación.

El segundo eje de esta conferencia se trata de otro aspecto esencial del apego: la
organización de la identidad personal. Porque como ustedes han comprendido de lo que les he
comentado con relación a la forma de establecer este vínculo va a haber emociones que estarán
centradas y otras emociones que no se pondrán de relieve para nada. Por lo tanto, la organización
del apego corresponde por un lado a la forma de organización del propio domino emotivo. Esto
implica también y se puede observar en nuestra propia historia afectiva, que una persona
significativa para mi será aquella que me hace sentir de una determinada manera, es decir, como
lo diría, solamente mi mujer que me hace sentir amado. Pues bien, la característica básica del
apego es la unicidad y la exclusividad del vínculo que construye y organiza lo que es el dominio
emotivo. Esto significa que el apego es constitutivo al mismo tiempo de la identidad personal. Y
existen estudios realizados en relación a esto, sobre todo por los seguidores de Bowlby y
expertos que provienen de nuestra escuela. Es decir, consideramos que el apego es un vínculo
ontológico, que forma parte del ámbito del ser. El cómo uno establece la identidad está vinculado
a la persona significativa y a la persona con la cual mantiene un comportamiento recíproco.

El otro aspecto fundamental del apego es que modula la frecuencia, la duración y la


intensidad de estas emociones. Se hace evidente en las familias en apuros, en las familias con
dificultades y las menos favorecidas. Hay muchos estudios sobre la esquizofrenia que van en este
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sentido. Es decir, un apego funcional es aquel que modula la intensidad de las emociones,
presupone la posibilidad de articularlas. Toda la psicopatología surge a partir del momento que
somos incapaces de regular y modular las intensidades emotivas. Esto se observa cuando los
pacientes nos lo cuentan con una claridad y con una frecuencia increíble. Nos dicen: ¡ doctor no
sé qué hacer, me supera, no puedo hacer nada !. Nos hablan a los especialistas de algo que no
pueden modular. Se trata de emociones que toman posesión de ellos porque no consiguen
controlar.

Por lo tanto, la figura de apego da la capacidad al niño de gestionar y manejar su


emocionalidad y le proporciona un determinado estilo para ello, manifestado, más tarde, a lo
largo de su desarrollo. Y en este sentido realizamos varios estudios cuando Vittorio todavía vivía
y que vamos a publicar aquí en España, en la editorial Paidós dentro de pocos meses Así pues,
desde este punto de vista diferenciamos dos modalidades en que se centra nuestra
emocionalidad: inword y outword

La primera modalidad denominada "inword", hacia adentro, tiene que ver con la
predecibilidad de los padres. Hay una diferencia fundamental con relación al hecho de que un
niño pueda predecir cuál es el tipo de respuesta parental y el niño que no consigue prever el tipo
de respuesta. Los niños que no la preveen es debido a que las respuestas de los padres son
incoherentes e inconsistentes.

Como hemos visto en la categorización que he hecho antes, los niños que consiguen
prever el tipo de respuesta, son niños de madres coherentes, para lo bueno y para lo malo. Dentro
de este grupo, están los niños que son cuidados por sus padres o que son rechazados, que les
rechazan. Estos últimos saben a ciencia cierta que son rechazados. Por tanto, hay una
predecibilidad, y que va a hacer que mantengan cierta distancia. Por otro lado, los niños C saben
por la propia experiencia que la madre está centrada y concentrada en él. Por eso tienen este
talante coercitivo. No dejan que la madre se escape. Esto proporciona al niño un gran sentido de
protagonismo, de positividad personal.

En el momento en que aparece el lenguaje y que surge esta nueva regulación del apego,
los niños inword, los niños con esta proyección hacia adentro (porque consiguen prever cual es el
comportamiento materno) van a tener desde el principio una concepción clarísima, van a
empezar a desarrollar un sentido de interioridad que es mucho más claro. Por ejemplo, el niño
que evita va a desarrollar un sentimiento de rabia y tristeza y un sentimiento de negatividad
personal. Se trata de emociones básicas que van a instalarse en el niño y que se van a convertirse
en los síntomas básicos de la interioridad. En cuanto a los niños C las emociones básicas y
fundamentales son la curiosidad y el miedo. Se van a poner de manifiesto antes que otras
emociones. Por eso, el apego construye la construcción de las emociones.

El hecho de que estos niños manifiesten esta interioridad hace que exista una distinción
respecto a los demás. Por decirlo de alguna forma se ponen con relación a los acontecimientos, o
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con relación los eventos y se miran hacia adentro. Por ejemplo, el niño evitante y rechazante,
para acercarse a la madre tiene que controlar el grado de activación de rabia o de tristeza que
tenga dentro de sí, porque si se acerca a la madre con rabia esto mismo va a suscitar en la madre
un rechazo. Por consiguiente, toda atención es interior. Lo mismo ocurre con los niños C. Tienen
que controlar desde un punto de vista interno estas emociones, para no quedarse sólo. Si este
niño consigue mantener el control sobre el miedo, por ejemplo, puede de esta forma controlar la
proximidad de la madre. Esto implica que el niño no manifiesta el miedo, sino presenta un
talante amenazante o seductivo, dependiendo de los casos. Todo este talante y la atención está
puesto en la vertiente emotiva, que es interna.

Hay otro aspecto fundamental acerca del tema de la emoción que me gustaría comentar.
Existen muchos estudios sobre las emociones en la Psicología que se han desarrollado en los
últimos cuarenta años a partir de los estudios oníricos de Thompson. Todas las teorías son una
articulación de estos trabajos. Pues bien, este profesor puso de manifiesto una serie de pruebas
que se vieron confirmadas por los estudios de Ekman, que tenía en cuenta la cara de las personas.
En todas las culturas y en todas los idiomas y lenguajes existen emociones que Ekman llamó
emociones básicas, que están ontológicamente determinadas o constituidas, son innatas, están
desde el nacimiento. Son el miedo, la curiosidad, la alegría, la rabia y la tristeza. Después hay
otras emociones denominadas conscientes, en ingles self conscious emotions. Éstas se
desarrollan después, en un estadio posterior. Como por ejemplo la vergüenza, la culpa, la
venganza, el orgullo; emociones que suponen una conciencia valorativa del propio yo.

Tenemos este tipo de emociones cognitivas frente a las otras que son básicas, que están
fundamentalmente vinculadas a nuestro cuerpo y no podemos escapar de ellas. Por ej, una
persona con fobia que le da un ataque cuando está en un avión. Esta persona gritará todo lo que
pueda y no le interesa para nada los demás. No puede refrenar este sentimiento porque le supera.

El hecho de que existan emociones básicas, emociones sobre las cuales centrar nuestra
atención, supone el fundamento de la interioridad. Implica que las personas avoidant y las
coercitivas (A y C) conseguirán regular su forma de actuar en el mundo y su relación con los
demás por medio de una atención sobre su propio yo. Lo único que habrá una atención diferente
entre estos dos. La atención del avoidant estará fundamentada sobre todo al control cognitivo de
las emociones. A saber, la persona que rechaza tiene que anticipar todas las sensaciones de
rechazo y esto lo hará con la psique, con la sensación cognitiva. Tiene que tener un cuadro de la
situación muy claro, cuáles son las situaciones que provocan el rechazo y al mismo tiempo tienen
que conseguir explicar esta emoción para gestionar su propia activación emocional. Esto se
refleja de manera amplificada en las típicas depresiones, donde estas personas tienen la visión
negativa de sí mismo, del mundo y del futuro. Una tríada cognitiva, que representa la típica
situación de depresión.

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Por el contrario, las C son personas que tienen que mantener su actividad emotiva
manteniendo al mismo tiempo la relación con un punto de referencia. Sin embargo y debido a
que estas personas no se fían, no confían en la figura, buscan la manera de regular la propia
intensidad emotiva por medio de la propia dimensión emocional. Esto es así tanto para los que se
tiran de un puente, los que gritan, los que son violentos, etc. A través de estas acciones de
cargada intensidad emocional controlan a la figura emotiva.

Pasemos ahora a las categorías A4 y A/C. Estas dos se encuadran dentro de la modalidad
outword, es decir, tienen una atención centrada hacia el exterior. La razón por la cual la categoría
A4 está centrada hacia fuera es debido a que ha tenido una madre incoherente e inconsistente. El
niño, para mantener la relación, ha tenido siempre que estar atento y corresponder a las
expectativas de la madre. Aunque el ideal de la madre fuera diferente. Luego, el niño ha tenido
que prestar atención al rostro de la madre. Así se explica cómo estas personas están concentradas
en el aspecto externo. Hace años que conté una anécdota que ejemplifica bien esto. Yo tenía un
paciente que se encuadra perfectamente con esta tipología y que me sorprende siempre. Un niño
de 9 años con un padre muy severo. En un ataque de rabia el padre le tiró la plancha a la cabeza.
¿Y qué paso?. El niño no sintió nada, pero cuando vio el rostro de su madre aterrorizada, él se
aterrorizó también y entró en pánico. Por lo tanto el terror es un estado interno que el niño ha
leído en el rostro de su madre. Esto lo encontramos en este tipo de organización de personalidad,
donde está relacionado a una sensibilidad al juicio. ¿Qué significa esto? Significa que el juicio
percibido de los demás corresponde al sentimiento de la propia interioridad. Así pues, si uno me
dice "tú eres un estúpido", yo realmente me siento un tonto. Por lo tanto, la definición de sí
mismo, de la propia personalidad proviene de afuera.

Lo mismo se puede aplicar a la categoría A/C. Lo único es que, recordemos, aquí


tenemos a unos padres con una atención hacia los aspectos formales, padres metódicos, hacia una
visión lógica y organizada del mundo, una organización causal. Para comprender, para definir su
propia personalidad están buscando constantemente puntos de referencia externos seguros. Aquí
vemos niños de 4 y 5 años con grandes dotes para las matemáticas. Todos los grandes filósofos
se encuadran en estos A/C. Buscan referencia segura y cierta. Por lo tanto, desde este punto de
vista la referencia nace en el momento en que el niño tiene la duda. Debido precisamente a que
estas personas tienen una atención hacia fuera, son personas al mismo tiempo que van a tener
una personalidad centrada en la self conscious emotions. Es decir, van tener una dificultad a
conocerse a sí mismo, a conocer su interioridad. De hecho, este es el gran problema de la
Psicoterapia. Pero bien, creo que me voy a detener aquí y espero sus preguntas. Muchas gracias
por su atención.

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Transcripción: Servando David Trujillo Trujillo Revisión: Giampiero Arciero.
(miembro de ACPP). Fecha de Conferencia-Coloquio: 9/5/00
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PREGUNTAS

Pregunta.-
Mi pregunta es la siguiente, para alguien que no tiene experiencia en la Psicología, pero
algo que siempre me he preguntado. Un fenómeno que está ocurriendo en EEUU, sobre todo en
las relaciones afectivas con los niños. Niños que cuando son jóvenes son personas violentas y
están en las portadas de todos los periódicos. Por lo tanto, ¿es este fenómeno explicable o es un
fenómeno del cual nosotros podamos hacer algo? Porque se trata de una caja de resonancia,
debido a que EEUU está en el punto de mira de todos y esto acaba en última instancia
afectándonos a nosotros. ¿Esta violencia juvenil va a llegar hasta nosotros?

G.A.-
Sí, le digo más. Esta violencia no es tanto de los jóvenes como de los niños, entre 6 y 10
años. Los niños que matan a sus compañeros, los babies killer. Pues bien, ¿cómo comprender
este fenómeno?

En el tiempo que me han dado no he podido hablar de los problemas de la infancia en el


mundo actual, la edad contemporánea nuestra. Hay una serie de expertos franceses que han
formado una escuela y la forma de prole. Estos profesores han escrito volúmenes sobre la
historia de la infancia. En el cuatrochento, cincuechento, otochento... incluso hasta hace 40 o 50
años, después de la segunda guerra mundial, nacían tantos niños que la infancia no era una etapa
en la que hubiera una personalización del niño. El niño no se apegaba hasta los 13 o 14 años. De
hecho en la econagrafía del Renacimiento y posteriormente, el niño pequeño, el bebé venía
descrito como símbolo de la fertilidad. Posteriormente el niño mayor o el joven era ya algo
adolescente. Por consiguiente, el apego no estaba articulado desde el punto de vista de la
exclusividad y unicidad. Unicidad y exclusividad que ha empezado a caracterizar al mundo en
los últimos 30 ó 40 años.

Esta mayor individualización del niño viene acompañado además de la consideración de


infancia. Porque al mismo tiempo ahora hay toda una industria de los niños, la moda para los
niños, a los cinco años el niño va al colegio y los padres tienen que gastar un montón de dinero
para comprar camisetas Nike, carptetas, etc. Por lo tanto, se pone un énfasis enorme en la
individualización del niño.

Pero junto a este énfasis hay un acompañamiento de la incapacidad de los padres. Debido,
entre otras cosas, a que viven en una sociedad mucho más funcional y movible. Las madres
trabajan ya, salen fuera de casa y no hay la estabilidad familiar de antes. En el pasado había una
base segura que estaba presente constantemente. Ahora las madres son mucho más funcionales,
trabajan fuera y la situación ha cambiado. Al mismo tiempo, ha habido una gran cantidad de
niñeras que también cambia de trabajo muy rápidamente. Por lo tanto, a los cuatro años se les
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pide a los niños que aprendan inglés, después que aprendan a tocar el piano, después que
aprendan a asearse completamente, después que aprendan a jugar al tenis... Por lo tanto, los niños
están sometidos a un estrés y a una ansiedad que supone individualizarlo como si fuera un
pequeño adulto. Por un lado hay una exigencia muy fuerte, y por otro no hay un apoyo emotivo
para mantener esta enorme riqueza. Los padres se mueven mucho, cambian de trabajo, las
niñeras entran y salen, lo único que se mantiene estable y le mantiene sujeto a casa es la
televisión. Así pues, ¿ qué es lo que ocurre con la televisión?. La televisión nos da una cantidad
de información, pero no información como la de un libro. La información de un libro tiene que
ser combinada, tiene que pensarse e imaginarse. No, la televisión es una información por un tubo
y el niño tiene que recombinar, recomponer y reorganizar esta información. Lógicamente
entramos en un proceso de despersonalización. A los 12 o 13 años, encontramos a figuras que
responden a modelos de la televisión. Y esto es el resultado de un proceso. Un proceso de
pérdida de las capacidades de articular estas emotividades, estas capacidades emocionales. Al
mismo tiempo se le exige mucho a los niños, están sometidos a una presión enorme sobre lo que
quieren los padres que el niño sea. Lo que yo les digo es que no le sometan a esa presión.

Pregunta.-
¿Cómo se estructura la emocionalidad del niño para establecer las categorías expuestas
anteriormente?

G.A.-
El aspecto clave de todo este modelo es la visión de la identidad, que hemos
estructuramos y estudiado en los últimos diez años. Entre otras cosas es una perspectiva de la
identidad que aporta, en el seno de Psicología Cognitiva, estudios provenientes de la
fenomenología hermenéutica. Pues bien, esta visión de la identidad supone dos dialécticas
fundamentales. En primer lugar, la dialéctica de la mismidad y de la ipseidad. ¿Qué significa
todo esto?

El niño cuando nace no tiene una situación de estabilidad emotiva y su emocionalidad


surge poco a poco a lo largo de los años. Es decir, la variabilidad de las situaciones emocionales,
que es lo que denominamos como ipseidad, poco a poco se va a fundamentar y va a constituirse
en lo que denominamos como mismidad. A través de esta repetición, la variabilidad de la
situación comienza a sedimentarse y el niño empieza a consolidar un sentimiento de sí mismo,
un sentimiento redundante. Esto es lo que en la Psicología del Carácter se denomina los rasgos
del carácter, que se construyen a partir del sexto mes, donde el niño empieza a tener emociones
organizadas en imágenes, en acciones y después, gradualmente, en pensamientos.

Pongamos un ejemplo. Podemos observar que en los primeros seis meses una figura de
apego puede sustituirse sin que se produzca una depresión, la depresión llamada anaclítica. Y
esto es así porque el niño está intentando estructurar sus ritmos fundamentales, sus emociones en
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Transcripción: Servando David Trujillo Trujillo Revisión: Giampiero Arciero.
(miembro de ACPP). Fecha de Conferencia-Coloquio: 9/5/00
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sintonía y mano a mano con la madre y de forma recíproca. Sin embargo, una vez que el niño
recibe una atención constante por parte de la madre donde se experimente la alegría, la
aceptación, etc., es decir, cuando esta modalidad se repite y se observa desde el nacimiento hasta
los cuatro años, se constituye la vinculación. Luego, lo que caracteriza el comportamiento entre
esta relación padre e hijo es la repetición.

Así pues, poco a poco, emociones básicas en la recurrencia situacional empiezan a formar
una estructura permanente. ¿Qué significa una estructura permanente? Que yo me siento, en
cierta forma, parte de esta situación, una situación recurrente. Por lo tanto, esta es la parte
constante de la identidad, la llamada mismidad. Y esto aparece claramente en la adolescencia. En
esta época, el adolescente puede ser todo lo bueno que quiera y valiente jugando a fútbol o puede
ser un tonto en el colegio o puede ser seductor con su novia. Pero, a parte de estas situaciones,
tiene un sentido de sí mismo que no tiene nada que ver con estas situaciones. Es decir, tiene un
sentimiento de sí mismo que es atemporal, que no depende de las situaciones externas. Con
relación a cómo el apego se va estructurando tenemos personalidades que se centran por ejemplo
en el aspecto de la mismidad, es decir, en la recurrencia, en la interioridad. Y tenemos otras
personalidades que se centran más en la ipseidad, es decir, en circunstancias recurrentes. Por
ejemplo, casos de personas que tiene una serie de trastornos psicológicos como aquellas
personalidades que cambian dependiendo del contexto. Pues bien, el tipo de apego que se va
estructurando va a tener poco a poco como resultado a las modalidades preferenciales de
estructuración personal. Y no les hablo de la segunda dialéctica porque es la identidad narrativa y
quizás pueda ser en otro momento. Más preguntas.

Pregunta: ¿ Con quién y cómo se establece el apego?

G.A.-
Se centra en la figura materna, porque existe una reciprocidad. Y esta estructura central
del apego es precisamente lo que corresponde al sentimiento de uno mismo. Diferentes
modalidades de apego que se pueden experimentar por ejemplo con la novia, con los amigos, con
los padres; diferentes modalidades van a corresponder con tantos sentidos unitarios de sí mismo.
En los estudios sobre los de Wonsog y Wrig se ve claramente el sentido de apego. El apego es
una relación recíproca, no sólo puede ser con la madre, es una reciprocidad continua. El centro
del apego es la exclusividad y la unicidad; y al mismo tiempo porqué yo soy persona, por qué
soy un ser único. Así pues, la flexibilidad de las diferentes figuras de apego en realidad no son
tales, sino que son diferentes figuras de intersubjetividad. Porque el apego es único. La
flexibilidad se estructura según el apego con esa persona.

Pregunta.-
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Transcripción: Servando David Trujillo Trujillo Revisión: Giampiero Arciero.
(miembro de ACPP). Fecha de Conferencia-Coloquio: 9/5/00
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G.A.-
Las categorías de los adultos y la sexualidad de los niños no es una categoría del niño,
sino que hay que comprender que este objeto, que en realidad es una persona, hay que construirlo
dependiendo de lo que hay dentro de esta persona, el niño. Por tanto, desde luego el niño no tiene
ninguna sexualidad como experiencia interior suya.

Pregunta.-
¿Cuál es la perspectiva epistemológica que está a la base de esta teoría?

G.A.-
Existen diferencias a la hora de preguntar y abordar el mundo del otro. Mi opinión es que
cuando hablamos de naturaleza humana, cuando nos preguntamos por las personas y los demás,
hay que construir su propia coherencia interna frente a nosotros. Supone reconstruir la forma de
organizar la realidad. Es decir, la realidad de la persona que está frente de nosotros. Esta
perspectiva epistemológica, también supone renunciar a la situación privilegiada de ostentar la
verdad como profesionales; por ejemplo como puede ocurrir con un médico o también un
científico frente a la observación de la naturaleza. Y además supone plegarse y entrar al objeto
de investigación, reconstruirlo teniendo en cuenta sus propias reglas y coherencia interna. Esto es
lo que nosotros podemos hacer.

Por el contrario, hay otra teoría científica y una teoría objetivista que significa no darse
cuenta de la verdadera naturaleza del prójimo, de quién es el otro, de no comprender la
experiencia humana. No asume a la persona, estudia un objeto.

En mi opinión, el gran filósofo de este siglo Martin Heiddeger decía lo siguiente: “Los
científicos, sobre todo los científicos de las ciencias sociales desempeñan unas funciones, que
pueden ser lo óntico y lo ontológico. Es decir, confundían el hecho que el ser humano no es una
cosa, que es lo óntico, sino que tiene un desarrollo, un devenir, un mundo dentro de sí. Esto
último es lo ontológico". Pues bien, en el respeto del otro está el intentar someter la observación
a la forma en que el otro construye la realidad.

Por ejemplo, anteriormente he hablado de las categorías. Estas categorías no son


exhaustivas del ser humano. Fundamentalmente son categorías que se estructuran dentro de la
identidad narrativa. Por desgracia no tenemos tiempo para hablar de la identidad narrativa. Pero
nuestro objetivo fundamental es darnos cuenta de la unicidad de los demás. Desafortunadamente,
la Psicología ha abandonado este objetivo y lo ha dejado para que lo utilice la Literatura. Así, la
Literatura se ha convertido "en una ciencia".

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Transcripción: Servando David Trujillo Trujillo Revisión: Giampiero Arciero.
(miembro de ACPP). Fecha de Conferencia-Coloquio: 9/5/00
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Pregunta.-
Me gustaría saber su opinión sobre las consecuencias sobre el niño que crece, ¿qué
importancia tienen las relaciones complementarias del apego? Porque se sabe, que hay relaciones
de padres, de pareja, del profesor, del amigo, etc. ¿ Cuál es su opinión sobre estas situaciones y
estas otras relaciones que se repiten constantemente y que se puede confundir con otras
situaciones?

G.A..-
La modalidad de organizar este terreno supone la forma de construirse a sí mismo. Pero
esto no quiere decir que halla una cierta forma de apego. ¿Cómo lo explicaría yo? ¿Que este
apego es inmodificable, que no puedo cambiar?. Yo le respondo, puede cambiar y puede no
cambiar. Cambia dependiendo de cómo uno se sienta. La forma cómo ha sido articularlo. Lo
digo siempre, este tipo de apego es como una sonata en “FA”. Es posible que la forma, la
estructura musical sea así. Pero después tenemos una sinfonía de Brahms, de Shubert o de
Bettoven. Esta es la manera de articular en una forma la estructura de esta situación musical.
Tenemos por ejemplo una persona fóbica con ataques de pánico, luego tenemos un
hipocondríaco, es una situación totalmente distinta, y luego tenemos un fóbico que se convierte
en Cristóbal Colón. Entonces, no sé si ha comprendido lo que le explico. Es decir, esta es una
materia sobre la que tenemos que trabajar, pero esto no determina para que tengamos que tener
muy en cuenta al ser humano.

Pregunta.-
¿Hasta qué punto lo que se le pueda decir o no al niño se le puede beneficiar o perjudicar?

G.A.-
No es tanto lo que se pueda decir o no al niño, el problema está en respetar sus ritmos. Es
acogerlo y comprenderlo como una persona con la cual establecer una reciprocidad. Por
supuesto, una persona que tiene un nivel diferente de los padres, porque los padres son los socios
más avanzados, son los interlocutores más avanzados y más allegados al niño. No obstante,
ocurre que los padres pueden provocar la Psicopatología. Esto no hay la menor duda a veces de
que es cierto. A partir de estas modalidades los padres enseñan a modular la intensidad de las
emociones. Y enseñan al niño a articular cuáles son las relaciones externas y sus propias
emociones. Así pues la figura de los padres es primordial. Aunque también hay una reciprocidad
porque ambos, padres y niños son seres humanos, y por tanto hay cierta jerarquía; porque el
padre es un interlocutor, un agente más avanzado.

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