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CAPÍTULO I.

ANTÓN VAN LEEUWENHOEK.


El primer cazador de microbios.

Hace 250 años un holandés llamado Antón Van Leeuwenhoek fue el primero en asomarse a un
mundo poblado de especies de seres pequeñísimos y desconocidos; época en la cual Europa se
sacudía de las supersticiones obscuras.
Antón Van Leeuwenhoek nació en Delf, Holanda. A la edad de 21 años fue nombrado conserje
de la casa Consistorial de Delft, se le despertó una extraña afición a tallar lentes; había oído
decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente se podían ver las cosas de
mucho mayor tamaño. Visitó tiendas de óptica y aprendió las rudimentarias técnicas para
tallar lentes; frecuentó el taller de alquimistas y boticarios, curioseó sus métodos secretos para
obtener metales de los minerales, y se inició en el arte de los orfebres. Montó lentes en
cuadriláteros de oro, plata o cobre, que el mismo había extraído de los minerales.
Leeuwenhoek examinó con sus lentes diversos objetos, tales como fibras musculares de
ballena y las escamas de su propia piel, lana de oveja, pelos de castor de y liebre; así como
también disecó la cabeza de una mosca.
Pasados los años Leeuwenhoek provocaba la burla de los habitantes de Delft; sin embargo,
había en Delf un hombre que no se burlaba de Leeuwenhoek, llamado Regnier de Graaf, a
quien una sociedad de intelectuales de la época, llamada “La Real Sociedad”; había llamado
miembro correspondiente por haberle dado cuenta de sus estudios sobre el ovario humano.
Graaf se maravilló de las lentes de Leeuwenhoek.
El descubrimiento más grande llevado a cabo por Leeuwenhoek se dio cuando manipulaba un
tubo de cristal e intentaba darle la forma de un cabello; lo calentaba en rojo y los estiraba, lo
rompe en pedacitos, sale al jardín y se inclina sobre una vasija de barro con una cantidad de
lluvia caída; vuelve al laboratorio, enfila el tubito de cristal en la aguja del microscopio...
Leeuwenhoek quedó maravillado de lo que se mostró frente a él, bichos pequeños,
pequeñísimos, mil veces más pequeños que los bichos que vemos a simple vista.
Volvió a observarlos y distinguió distintos tipos de especies, una más grande y ágil que la otra.
Leeuwenhoek creía en Dios con un inmenso fervor, lo parecía absurdo que esos animalillos
cayeran de la lluvia del cielo. Leeuwenhoek realizó otra observación, esta vez lavó
cuidadosamente el vaso, lo enjuagó y lo puso debajo del tubo de la bajada del canalón del
tejado, estaba lloviendo, tomó una gotita en uno de sus tubos capilares y entonces corrió al
microscopio y observó estos microorganismos. Leeuwenhoek murió en el año de 1723, no sin
antes haber establecido las bases de la bacteriología moderna y convertirse en el primer
“cazador de microbios”.
CAPÍTULO II.
LÁZARO SPALLANZANI.
“Los microbios nacen de microbios”.

Seis años después de la muerte de Leeuwenhoek, no hubo nadie que se ocupara en serio de
los estudios que aquel holandés dejo, en 1729 nació en Scandiano, Italia; un hombre que
dejaría huella en el mundo de la microbiología: Lázaro Spallanzani...
A los 25 años escribió un ensayo intentado explicar la mecánica de las piedras que caen al
agua. Se ordenó de sacerdote. Antes de cumplir los 30 años fue nombrado profesor de la
Universidad de Regio y en sus lecciones explicaba sobre los animalillos descubiertos por
Leeuwenhoek años atrás.
En esa época se acostumbraba creer en la generación espontánea y los mismos animalillos de
Leeuwenhoek eran objeto de controversia, era desconocido asta entonces el origen de esos
seres y se creía que provenían de la generación espontánea. Spallanzani negaba la posibilidad
de que existiera la generación espontánea, y leyó un libro que demostraba experimentalmente
como la generación espontánea era un hecho ciertamente falso:
Spallanzani no sabía porque habían aparecido esos animalillos en el caldo calentado; porque
Needham no calentó la botella todo el tiempo necesario y seguramente porque no lo tapó
herméticamente.
Spallanzani demostró que los pequeños animalillos podían sobrevivir sin aire. Durante los
siguientes años de su carrera se dedicó a responder a una de los interrogantes que surgieron
alrededor de estos bichillos como fue ¿de dónde surgen?; para esto su Bonnet refirió sus
dudas a De Saussure que hacía constar que cuando se encuentran juntos dos de estos seres, se
trata de un animal adulto que se esta dividiendo en dos nuevos animalillos.
“En una plaquita de cristal bien limpia puso, con todo cuidado, una gota de infusión de semillas
saturadas de animalillos, y con un tubo capilar depositó, al lado de la primera, pero sin que se
tocasen otra gota de agua destilada, exenta por completo de los animalillos. Con una aguja
finita y bien limpia tocó la gota de infusión de microbios y, arrastrándola por el cristal, trazo un
canalillo hasta la gota de agua destilada. Rápidamente enfocó el canal gormado entre las dos
gotas y al ver que los microbios, dando volteretas, empezaba a seguir la ruta trazada. Al
comprobar que uno de los diminutos seres había entrado en la gota puro tomo un pincelito de
pelo de caballo y, con un movimiento rápido cortó el canalillo, impidiendo así que otro
animalillo penetrarse en la gota de agua para reunirse con otro. Entonces presenció que el
animalillo en forma de bastón, empezó a adelgazar por la mitad del cuerpo terminando por
quedar unidas las dos partes por un filamento delgado como un hilo de araña, luego las dos
mitades empezaron a retorcerse y, dando un brusco tirón, se separaron. Había dos animalillos
perfectamente configurados.”
Spallanzani padecía una enfermedad en la vejiga y murió en el año de 1799, dejando un legado
que sentó bases firmes para el trabajo de los demás “Cazadores de microbios”.
CAPÍTULO III
LUIS PASTEUR.
¡Los microbios son un peligro!
Pasteur nació en Arbois, Francia; en el año de 1822. Cuando tenía 25 años descubrió que
existían 4 tipos de ácido tartárico y no sólo 2, y; que en la Naturaleza hay variedad de
compuestos extraños exactamente iguales. Tiempo después, en Lila, un destilador de alcohol,
Monsieur Bigo fue a visitarle para pedirle que le ayudase con unas dificultades de
fermentación que este tenía.
“Fue a la destilería y olfateo las cubas que no daban alcohol, tomó muestras de la sustancia
grisácea y viscosa y las puso en frascos para transportarla al laboratorio, sin olvidar recoger
cierta cantidad de cantidad de pulpa de remolacha de las cubas sanas en fermentación que
producían cantidades normales de alcohol. Volvió al laboratorio y examinó la sustancia
procedente de las cubas sanas; y vio que estaba llena de glóbulos diminutos de color
amarillento, y en cuyo interior había enjambres de curiosos puntos en continua agitación. Al
observar al microscopio se dio cuenta de que esas esferas estaban agrupadas unas en racimos
y otros en cadenas, y después, miró como salían yemas de sus paredes. Tomó el frasco que
contenía la sustancia procedente de la cuba enferma, lo olió, lo examinó y descubrió unas
motitas grises pegadas a las paredes del frasco y otras cuantas flotando en la superficie del
líquido. Separó esas motitas y la examinó al microscopio y observó grandes masas móviles y
enredadas de cadenas de botecillos, agitados por una vibración incesante y extraña.”
Pasteur creía que estos bastoncillos eran fermentos del ácido láctico. También se le ocurrió un
medio para probar que los bastoncillos estaban vivos y transformaban el azúcar en ácido
láctico: tenía que idear alguna especie de caldo transparente para observar la posible
reproducción de ellos. Ideó un método para observarlo:
“Tomó levadura seca, la hirvió en agua pura y la filtró para obtener un líquido transparente, al
que añadió cierta cantidad de azúcar y un poco de carbonato de cal para impedir que el líquido
tomara un carácter ácido. Con la punta de una aguja muy fina pescó después una motita gris
en el líquido procedente de una fermentación defectuosa, y con todo cuidado la sembró en el
nuevo caldo, colocó el frasco en una estufa de cultivo y se dispuso a esperar. Al día siguiente
observó como muchas motitas grises y todas ellas desprendían burbujas. Cogió el frasco hacia
la luz y vio elevarse del fondo ligeras espirales. Puso al microscopio y en el líquido había
millones de bastoncillos.”
Pasteur realizó raros experimentos con una duración de tres años:
“Llenó hasta la mitad varios matraces, unos con leche y otros con orina, los calentó en agua
hirviendo fundiendo al soplete los cuellos para dejarlos bien cerrados. Llegó el día fijado, los
abrió para demostrar que la leche y la orina se hallaban en perfecto estado de conservación y
que el aire contenido en los matraces conservaba casi todo su oxígeno; no habiendo microbios,
no se echaba a perder la leche, Por otra parte dejo que otros gérmenes se multiplicaran en
matraces con orina que no habían sido hervidos y cuando busco en ellos el oxigeno, o
encontró nada: lo habían gastado los microbios en quemar destruir las sustancias que les
habían servido de alimento.”
CAPÍTULO IV.
ROBERTO KOCH.
La lucha contra la muerte.

En los años entre 1860 y 1870, un joven Roberto Koch estudiaba medicina en la Universidad de
Gotinga. El carbunco era por aquel entonces una enfermedad misteriosa que mataba vacas y
ovejas. Koch examinaba la sangre de las vacas muertas por carbunco, ponía gotas de la sangre
negra entre dos laminas de cristal muy delgadas y perfectamente limpias; un día, al mirar por
el microscopio, vio entre los diminutos verdosa unas cosas extrañas, que parecían bastoncitos
cortos y poco numerosos, que flotaban agitados por un ligero temblor entre los glóbulos
sanguíneos; otras veces aparecían engarzados como fibras largas, mil veces más tenues que la
seda fina. Y dejó de estudiar animales enfermos y se dedicó a los que estaban perfectamente
sanos donde no había un filamento, ni un bacilo, pero no sabía si estaban vivos, crecían o se
multiplicaban. Infectó a los ratones de su laboratorio con la enfermedad y a la mañana
siguiente regresó a su laboratorio y encontró a los animales muertos,
“Disecó al animal y le extrajo el hígado y los pulmones, registrando de paso todos los rincones.
Encontró que el bazo estaba negro y muy hinchado, casi ocupaba toda la cavidad abdominal
del ratón. Con un bisturí limpio y bien calentado abrió el bazo y puso sobre un cristal una gota
del líquido negruzco que exudaba. Encontró los mismos microorganismos.” Koch observo
como los pequeños bacilos se convertían en esporas que podían transportarse de un lugar a
otro y determino como era que los animales sanos eran contagiados. Pero Koch quería
descubrir un procedimiento que le permitiese obtener cultivos puros de los distintos
microbios.
Koch tenía la base de que una sola especie de microbio generaba una enfermedad
determinada; así que un día observo casualmente la superficie del corte de media patata
donde había varias manchas de un color diferente cada uno.
Con toda precisión continuó tiñendo los tubérculos de todas las partes del cuerpo del obrero
muerto y en todos ellos se veían los mismos animalillos. Asimismo en los animalitos muertos
encontró los mismos bacilos.” Por último concluyó que loas personas se contagiaban de
tuberculosis inhalando el polvo del aire con gotitas de esputo de los enfermos de tuberculosis.
En 1883 en cólera asiático invadió a Europa, cuando parecía que descubrirían la causa, la peste
de enfermedad paró. Luego se marchó a Calcuta donde encontró en los intestinos de cuarenta
cadáveres un bacilo en forma de coma, que no halló en ningún hindú sano. “Consiguió
rápidamente cultivar el bacilo coma en gelatina de suero, y una vez que lo tubo aprisionado en
tubos, estudió sus costumbres. Descubrió el bacilo coma en el agua pútrida de las cisternas.
Llegó a la conclusión de que el cólera solo podía ser contraído por el hombre al beber aguas
muy contaminadas como las existentes en la India.” Koch fue el hombre que demostró que los
distintos microbios son los causantes de determinadas enfermedades, el hombre a quien la
técnica de la “caza de microbios” debe su precisión científica, el hombre que actuó durante el
período heroico de la Ciencia llevándola a las más altas cumbres.
CAPÍTULO V
PASTEUR.
Y el perro rabioso.
Pasteur propuso un experimento a Louvrier:
“Inyectó debajo de la paletilla de los animales sendas dosis de microbios virulentos del
carbunco. Al día siguiente, todas las vacas presentaban grandes hinchazones en la paletilla,
tenían fiebre y respiraban fatigosamente. Dos vacas le comisionaron a Louvrier, a las que se les
sometería a su tratamiento; las otras dos, serían tratados por Pasteur.”
Louvrier trato a las dos vacas: una murió y la otra siguió con vida.
Pasteur obtuvo los mismos resultados, una muerta y la otra con vida, pues entonces, las vacas
con vida fueron sometidas a nuevas dosis de carbunco, capaces de matar a un rinoceronte;
inyectó a las vacas, pero no les sucedía nada. Pasteur llegó a una conclusión: “Cuando una vaca
a tenido carbunco y sale adelante, no hay en el mundo bacteria capaz de producirle otro
ataque: esta inmunizada.”
Pasteur había encontrado la clave principal para inmunizar a los animales, la clave era dejar
envejecer los cultivos, de tal modo que los animales se infectaran ligeramente y se repusieran
de ello. “Un día trajeron al laboratorio a un perro rabioso; bien atado y con gran riesgo para
todos, fue introducido en una jaula con perros sanos con el fin que los mordiese. Roux y
Chamberland sacaron la baba del animal y la inyectaron a conejillos de Indias.” De cuatro
perros sanos mordidos, solo dos mostraron síntomas de la enfermedad y los otros vivieron
meses normalmente antes que se manifestara.
Las conclusiones que sacaron fueron que: El virus de la rabia que penetra en las personas con
la mordedura se fija en el cerebro y en la medula espinal. Todos los síntomas hacen supones
que este virus ataca el sistema nervioso. Si se inyecta debajo de la piel hay la posibilidad de
que se extravíe en el cuerpo antes de llegar al cerebro.
“Roux cogió un perro sano, lo anestesió con cloroformo y, haciéndole un pequeño agujero en
la cabeza, dejo al descubierto la masa encefálica viva, donde inyectó un apequeña cantidad de
cerebro machacado de un perro recién muerto de rabia.”
No había trascurrido dos semanas cuando el animal dio síntomas de la infección, y murió a los
pocos días. Uno de los perros inoculados con la sustancia procedente del cerebro virulento de
un conejo, dejo de ladrar, de temblar y milagrosamente se puso bien, se restableció por
completo. Pocas semanas más tarde inyectaron en el cerebro a este mismo animal, una dosis
del más virulento cultivo del que disponían. La pequeña herida sanó rápidamente, y Pasteur
esperaba la aparición de los primeros síntomas fatales, pero no se presentaron, estaba
inmunizado. Y por fin dieron un procedimiento para atenuar el virus de la rabia: No era a los
perros a quienes se debería de inyectar la vacuna de la rabia, sino a las personas enfermas,
cuando una persona ha sido mordida por un perro rabioso, el virus tiene que abrirse paso
desde la mordedura hasta el cerebro y mientras eso sucede hay tiempo de inyectar la dosis de
14 vacunas.
La primera vacuna hecha a un humano fue el 6 de julio de 1885 al niño Meister, el cual
sobrevivió.
CAPITULO VI.
ROUX Y BEHRING.
Contra la difteria.

Poco después de 1888, Emilio Roux, el ayudante de Pasteur, descubrió que el bacilo de la
difteria destila un veneno extraño y que un gramo de esa sustancia bastaba para producir la
muerte de 2 500 perros.
En todas las gargantas los mismos bacilos extraños. El caldo de cultivo diftérico paralizaba a los
conejos.
“Tomo unos matraces y puso dentro de ellos caldo esterilizado y sembró cultivos puros de
bacilos de difteria, colocándolos después en la estufa del cultivo, pasados cuatro días, en un
aparato extraño: un filtro en forma de bujía hueca, de porcelana porosa, el cual dejará pasar el
líquido y retuviera los bacilos.
Inoculó el virus en pequeños conejos y conejillos de Indias, pero estos animales sobrevivieron
al virus. Volvió a insistir con dosis mas elevadas de caldo filtrado a los mismos animales, a otros
animales, y todo ello daba el mismo resultado, el líquido no contenía veneno. Pero otro
bacteriólogo, Emilio Behring, trataba de observar los microbios de la difteria. El objetivo
fundamental de Behring era encontrar una sustancia química que cure la difteria, inoculaba
infinidad de conejillos de Indias con difteria y todos los animales enfermaron y a medida que
se agravaban, les iba a inyectando diversos productos químicos. “Inyectó a varios conejillos de
Indias una dosis de bacilos de la difteria capaz de matarlos con toda seguridad, y a las pocas
horas los animales estaban enfermos; después, a las seis horas de la primera inyección, les hizo
otra de tricloruro de yodo.” Ese día transcurrió sin complicaciones y al día siguiente los ratones
estaban llenos de vida. Con ansiedad febril se dedicó a curar con el producto yodado a más
conejillos de Indias; unas veces los mataban los microbios de la difteria, otras veces el remedio.

“Behring preparó un cultivo conteniendo un veneno, pero totalmente exento de microbios, del
cual inyectó grandes dosis a los conejillos curados, pero volvieron a resistir la prueba.
Era la sangre la clave de Behring para encontrar la cura de los animales.
“Cogió uno de los animales muy le hizo una incisión en el cuello para extraer la sangre de
alguna arteria, pero no había arteria. Registró el cuerpo del animal y obtuvo una gota de
sangre donde se encontraba la pata. Pero ya tenia unas cuantas gotas de suero procedente de
un conejillo durado, suero que mezcló en un tubo de vidrio con gran cantidad del caldo
venenoso donde había cultivado bacilos de la difteria; inyectó la mezcla a conejillos no
inmunizados y no murieron.” Behring obtuvo como conclusión que lo único que destruía el
veneno de la difteria es el suero de los animales inmunizados o de los que han tenido difteria.
“Inyectaba bacilos de la difteria, toxina difterica y tricloruro de yodo a conejos, ovejas y perros,
con el propósito de obtener el suero antitoxina que serviría como preventivo de la difteria.”
Pero el efecto de la antitoxina no era duradero.
Entonces volvió a entrar Emilio Roux, que creía firmemente que la antitoxina salvaría a los
niños de las garras de la difteria.
CAPÍTULO VII.
ELÍAS METCHNIKOFF.
Los diligentes fagocitos.

Elías Metchnikoff fue un judío nacido en el sur de Rusia, en 1845. Fue a la universidad de
Kharkoff.
Le interesaba el estudio del protoplasma, pero se ocupo del estudio de ka evolución de los
gusanos. Tenia una manía de demostrar la supervivencia de loas más aptos, de cómo la
Humanidad resiste a los asaltos de gérmenes dañinos, aseverando que, los supervivientes no
son los mejores, sino los más hábiles. Un día mientras observaba una estrella de mar notaba
células errantes del cuerpo de estas; esas células comen alimentos, devoran las partículas del
carmín, pero también deben de comerse a los microbios. “Esas células errantes son la
protección de la estrella de mar contra los microbios. Nuestras células errantes, los glóbulos
blancos, deben ser los que nos protegen contra los microbios invasores, son seguramente la
causa de nuestra inmunidad contra las enfermedades, son las que impiden que contraigamos
enfermedades.”

- De ser cierta mi teoría, una estrella introducida en una estrella de mar pronto se verá
rodeada de células errantes, y entonces recordé que, cuando las personas se pinchan los
dedos pronto quedan rodeados de pus, formando principalmente por los glóbulos blancos, las
células errantes de la sangre.
- “Arrancó algunas espinas de un rosal y las clavó en el cuerpo de una de aquellas larvas
transparentares de estrella de mar. Al amanecer las espinas del rosal estaban rodeadas por
mazas de células errantes.”
Necesitaba un nombre científico para aquellas células, por lo cual las denominó “fagocitos”,
que en griego significa célula que come.

Metchnikoff pudo observar como las células errantes de la pulga de agua, sus fagocitos, se
abalanzan sobre las peligrosas agujas, rodeándolas, comiéndolas, haciéndolas desaparecer.
Cuando los fagocitos no daban batalla a las esporas, cosa que sucedió con la suficiente
frecuencia para que la teoría de este fuera perfecta.

En 1891, Mechnikoff vacunó a unos cuantos conejillos de Indias con bacilos parecidos a los del
cólera y una semana después inyectó el vientre de los animales vacunados una nueva dosis de
los nuevos bacilos, vivos y virulentos. Los fagocitos murieron al instante, pues son delicados y
al abrirse dejaron escapar a los “bacilos vivos”.

Metchnikoff tenía miedo a la muerte, por lo cual decidió estudia r el endurecimiento de las
arterias por medio de la sífilis, y junto con Roux se aventuró a estudiar esta enfermedad.
Mechnikoff murió a los 71 años.
CAPÍTULO VIII
TEOBALDO SMITH.
Las garrapatas y la fiebre de Texas.

Hacia 1890 hizo su aparición Teobaldo Smith, que dio la explicación de por qué el ganado
vacuno del norte, cuando es trasladado al sur enferma y muere de fiebre de Texas, y de por
que el ganado vacuno, aun estando sano, acarrea al ir al norte una muerte misteriosa para sus
congéneres de esta región.
Precisamente en aquellos días una enfermedad extraña, la fiebre de Texas, traía seriamente
alarmados a los ganaderos; los del sur compraban ganado del norte, que era soltado de los
vagones a pastar en campos junto con las vacas del sur perfectamente sanas. Lo mismo
sucedía al enviar al norte los novillos y terneras del sur. Decían que la fiebre de Texas era
producida por un insecto que vivía sobre las vacas, chupándoles la sangre, insecto que
denominaban garrapata.
Kilborne le habló acerca de la teoría de los ganaderos:
“Donde no hay garrapatas no hay fiebre de Texas”.
El 27 de junio de 1889 llegaron para trabajar 7 vacas flacas perfectamente sanas, procedentes
de los ranchos de Carolina del Norte, estaban plagadas de garrapatas de todos tamaños.
“Metieron cuatro de esas vacas del sur plagadas de garrapatas en el cercado número 1 junto
con seis vacas del norte, pensando que las garrapatas invadirán el ganado del norte, pues no
han estado puestos en contacto con la fiebre de Texas, pero tienen cierta predisposición para
la enfermedad.”
En el cercado número 2, no había garrapatas, permanecían completamente sanas.
Smith reflexionaba sobre el notorio cambio de la sangre: el microbio desconocido de la fiebre
de Texas ataca a la sangre; parece que algo se introduce en los glóbulos rojos, haciéndolas
reventar.
“Examinó el preparado la sangre de la primera vaca fallecida, examinado unos curiosos
espacios piriformes, observó que los agujeros se convertían en seres vivientes piriformes que,
asimismo, encontré en la sangre de todas las vacas enfermas.
Pero se necesitaba saber de que forma se transmitía la enfermedad de Texas.
“Si tomaba garrapatas jóvenes y sanas, incubadas en el laboratorio, garrapatas que nunca han
vivido sobre el ganado, los pongo en una vaca norteña y dejo que se atraquen hasta saciarse.
Eligió una ternera gorda, la puso en un pesebre y día tras día hacia pequeñas incisiones en la
piel de la novilla para extraer unas gotas de sangre. Un día notó que estaba muy caliente y la
sangre no fluía y estaba oscura; examinó al microscopio y vio que los glóbulos rojos estaban
picoteados y destruidos.”
La conclusión de Smith fue que la enfermedad era transmitida por la garrapata joven.
Exterminado este insecto, bañando el ganado en soluciones antisépticas apara matar las
garrapatas y manteniéndolo en campos limpios de bichos, desaparecerá la fiebre de Texas.
Descubrió hechos curiosos relacionados con la inmunidad; vieron terneras norteñas con
ataques benignos de fiebre de Texas, y al siguiente año pastaban en campos que resultaban
mortales para las vacas del norte no inmunizadas. De este modo se explicaron el por que del
ganso del sur no es victima de la enfermedad de Texas.
CAPÍTULO IX
BRUCE.
La pista de la mosca Tse-Tsé.

David Bruce tenía interés en estudiar los virus misteriosos que estaban en África, donde
además había centenares de moscas garrapatas y mosquitos.
A partir de 1894, Bruce y su esposa se encontraban en Natal para estudiar aquellos virus,
específicamente todo aquello relacionado con la nagana (que significa espíritu deprimido),
esta enfermedad se caracterizaba por infiltrarse en los mejores caballos, enfermarlos,
mostrando destrucción de la grasa y sustituyéndola por bolsas acuosas en el vientre y
causándoles una abundante secreción nasal; los ojos se cubrían de una película lechosa y
quedaban ciegos.
Existían diversas creencias acercas de la transmisión de la nagana: as moscas tse-tsé son la
causa de la nagana. Las moscas pican a los animales domésticos y les inyectan alguna especie
de veneno. a nagana procede de la caza mayor. Eligió unos cuantos caballos sanos, a los que
hizo bajar al bosque, ató a la boca unos sacos de lona para impedir que comieran o bebieran, y
los hizo bajar de la colina a aquellos bosques; mientras vigilaba que no se quitasen los sacos,
enjambres de moscas caían sobre los caballos. Pasaron unos quince días y uno de los caballos
empezó a presentar mal aspecto y a tener la cabeza colgante, en la sangre de aquel caballo
apareció el animalillo que atacaba a los caballos. .”
Pero, aunque los caballos no hayan comido ni bebido, pueden haber aspirado aire lleno de
tripanosomas. Hay una manera de comprobarlo: En lugar de hacer bajar los caballos hizo subir
las moscas. Dando como resultado que todos esos caballos murieron de nagana. Pero aun
quedaba una duda que resolver, cuanto tiempo puede llevar tripanosomas en la trompa de
una mosca tse-tsé.
“Pusieron jaulas con moscas sobre perros enfermos, y con intervalos de horas y de días las
hicieron picar después a otros perros sanos; esterilizó hebras de seda, que empapaba de
sangre plagada de tripanosomas y que cosía después, para saber cuanto tiempo conservaba
aquella sangre sus mortíferas cualidades.” Pero era necesario saber donde cogen las moscas
los tripanosomas. . Abrió en el canal los animales muertos, y con jeringuillas extrajo sangre de
los corazones aun calientes, apresurándose al examen microscópico pero no encontró
tripanosomas. Para comprobar si existían inyectó a perros sanos grandes cantidades de sangre
procedente de 10 animales diferentes descubriendo de este modo que los microbios de la
nagana pueden estar latentes en la caza mayor, esperando ser transmitidos por la moscas tse-
tsé a animales domésticos.” Bruce llego al sitio de la enfermedad y hablo con Castellani acerca
de los tripanosomas y los estreptococos; fueron al laboratorio y montaron microscopios para
examinar la sangre de negros de enfermos a los que pincharon en la medula, donde
descubrieron un sinnúmero de tripanosomas.
La teoría de Bruce acerca de esto era que las moscas tse-tsé deberían de infectarse de
tripanosomas en alguna otra fuente que no era el hombre; tal vez esta fuente era la sangre de
ciertas bestias; un día encontró tripanosomas en la sangre de una vaca.
CAPÍTULO X.
ROSS CONTRA GRASSI.
El paludismo.
A mediados de 1899, dos científicos habían demostrado que solamente una especie de
mosquito causaba el paludismo: Ronald Ross y Battista Grassi.
En 1888, Ross aumento su interés por el mosquito del paludismo, era un medico del servicio
indio. “Los mosquitos chupan la sangre a los palúdicos; la sangre contiene los parásitos,
penetran en el estómago de los mosquitos y emiten flagelos, los flagelos se desprenden y
penetran en el cuerpo de los mosquitos convirtiéndolos en una forma resistente parecida a las
esporas del carbunco. Los mosquitos mueren, caen al agua y los personas beben el caldo de los
mosquitos muertos.”
El 28 de mayo de 1895 se embarcó para la India con la firme idea de que los mosquitos
transmitían el paludismo.“Cazó mosquitos de cualquier clase y los dejó en libertad bajo los
mosquiteros que cubrían las camas donde yacían unos hindúes medio desnudos enfermos del
paludismo. .
Desnudó a un palúdico y lo metió debajo de un mosquitero, porque había encontrado una
nueva especie de mosquito, al que denominó mosquito pardo, los soltó debajo del mosquitero
para que chupasen la sangre del enfermo y examinó los estómagos de los insectos; abrió uno
de los últimos y encontró células irregulares formando una cosa redonda. Esos círculos
deberían ser el parásito del paludismo en vías de reproducción.”
“Se dedicó a buscar mosquitos en las alcantarillas, los desagües y las cisternas de Calcuta.
“Trajo tres gorriones, uno sin microbios del paludismo en la sangre, otro con unos pocos y un
tercero infestado de estos, los coloco en jaula aparte y cogió una cría de mosquitos
completamente libres de parásitos del paludismo: ninguno de los mosquitos soltados en la
jaula del primer gorrión presento círculos moteados en la sangre del estomago, el del segundo
unos pocos y los del tercero tenían el estomago infestado de estos.” Grassi comenzó sus
investigaciones, no sabia a donde iban los microbios del paludismo cuando salen de los círculos
de reproducción en el estomago de los mosquitos, simplemente a las glándulas salivales.
“Observando al microscopio una verruga en la pared del estomago de un mosquito hembra, 7
días después de haber chupado sangre a un pájaro palúdico, esta se abría y daba salida a un
regimiento de curiosas hebras fusiformes que desparramaban por todo el cuerpo del
mosquito.
“Ensayo con los nuevos mosquitos sobre un hombre de apellido Sola durante noches seguidas,
pero este era un hombre resistente y no mostró el menor síntoma, días mas tarde este
hombre enfermó gravemente mostrando los síntomas de la enfermedad.”
Ahora tenían la certeza de que los mosquitos esparcían la enfermedad del paludismo a sitios
ectópicos y a personas que jamás tuvieron contacto con la enfermedad.
“Incubó zanzarones y todas las tardes durante cuatro meses el en conjunto con 6 o 7 amigos
permanecían sentados junto a los mosquitos para que los picasen; pero a pesar que esos
mosquitos eran hijos de hembras de las regiones mas atestadas de paludismo, ni el ni ninguno
de sus acompañantes enfermaron.”
Llegó a la conclusión que no eran los hijos de los mosquitos, sino los mosquitos que han picado
a un palúdico los que transmitían la enfermedad.
CAPÍTULO XI
WALTER REED.
¡En interés por la ciencia y la humanidad!

La extinción de la fiebre amarilla fue una gran lucha, lo cierto es que todo el mundo sabía la
manera de combatir la enfermedad, pero todos tenían una opinión diferente acerca del modo
de defenderse de ella: fumigar las sedas, telas y objetos de propiedad de las gentes antes que
abandonen la ciudad infestada de fiebre amarilla o quemar estos objetos, para que el virus no
se extienda. Tal era el conocimiento hacia 1900, mientras que Carlos Finlay, de la Habana tenía
la teoría de que los causantes eran los mosquitos.
San Cristóbal de la Habana era el sitio donde la fiebre había cobrado más victimas, por lo que
el comandante Walter Reed fue designado a la investigación de cómo combatir la fiebre
amarilla. Arribó a Quemados y se encontró con un número excesivo de soldados
norteamericanos muertos, la comisión investigadora que iba con Reed eran James Carroll,
Jesse Leazer y Arístides Agramonte. “Lazear los colocó en un lugar templado y se convirtieron
en larvas, dieron a lugar a mosquitos de alas plateadas. Observo al mismo tiempo que las
enfermeras, en contacto permanece con los enfermos no contraían la fiebre amarilla, por lo
cual dedujo que el causante no era un bacilo. Era necesario hacer experimentos encaminados
a demostrar que la fiebre amarilla es transmitida por los mosquitos, pero era necesario
experimentar en seres humanos, por lo cual requirió que los miembros de su comisión se
ofrecieran como voluntarios.
“Lazear se paseo entre los muertos de fiebre amarilla, hizo que les picasen los mosquitos y
después reintegró los insectos henchidos de sangre a sus jaulas con agua y terrones de azúcar.
Consiguió 7 voluntarios e hizo que les picaran los mosquitos, pero ninguno de ellos contrajo
enfermedad.” “James Carroll hizo que le trajeran el mosquito mas peligroso de la colección,
que había picado a 4 enfermos de fiebre amarilla para que le picase, 4 días más tarde
enfermó.”
“El 13 de Septiembre un mosquito picó a un enfermo y después picó a Lazear, para morir el 25
de septiembre.” Reed instaló un campamento donde se dedico a buscar voluntarios que se
dejaran ser picados por los mosquitos, los hombres que habían de ser picados deberían de
permanecer encerrados días y semanas para evitar todo peligro de contagio casual. Introdujo a
3 hombres dentro de la barraca y estos con cajas conteniendo ropa de cama manchadas de
vomito negro y deyecciones de muertos por fiebre amarilla, permanecieron ahí 20 noches
seguidas y pasaron a cuarentena a una tienda ventilada, no presentaron síntomas. Al mediodía
del 21 de diciembre de 1900, un paciente recién bañado y solo con una camisa de dormir,
penetro junto con 15 mosquitos hembras, la mañana de navidad presentó los primeros
síntomas.”
Pero aun quedaba la duda de cual era la causa de la fiebre amarilla.
“Logró obtener sangre infectada de fiebre amarilla, que pasó por un filtro de porcelana muy
fina e inyectó el líquido filtrado a 3 personas no inmunes y 2 de ellas contrajeran fiebre
amarilla.”
La fiebre amarilla era causada por un microbio muy pequeño.
CAPÍTULO XII.
PABLO EHRLINCH.
La bala mágica.
La idea de Ehrlich era matar los microbios, habría que hacerlo con una bala mágica, por ello
logró transformar una droga en un producto que logró salvar la vida de los hombres. Empezó
tiñendo animales vivos, empezó intentándolo con azul de metileno. “Inyectó un poco de azul
en la vena auricular de un conejo; vio como el color se difundía por la sangre y el cuerpo del
animal, tiñendo misteriosamente las terminaciones nerviosas.” Tenía que existir una sustancia
que no se fije en ninguno de los tejidos del cuerpo humano, pero que tiña y mate todos los
microbios que atacan al hombre. En 1901 leyó los trabajos de Laveran acerca dl paludismo y
los tripanosomas; especialmente había observado que los tripanosomas del mal de caderas
mataban al 100% de los tripanosomas y entonces les inyectó arsénico, que los alivió un poco y
mato algunos tripanosomas, pero seguían muriendo al 100%; el objetivo era encontrar un
colorante que salvase a todos los ratones. “Se procuró una buena dotación de ratones blancos,
además de un ayudante japonés, llamado Siga que se ocupase de cortarles un pedazo de la
cola a los ratones y buscar tripanosomas, inyectar sangre infectada a otros ratones.” Estaba
Ehrlich ensayando el efecto que producían en los ratones los colorantes derivados de la
benzopurpurina y los animales seguían muriendo, era necesario modificarlo introduciendo
grupos sulfúricos. “Siga inyectó este compuesto modificado a 2 ratones blancos y los
tripanosomas desaparecieron de la sangre, a este colorante lo denominaron rojo tripan. Siguió
inyectando rojo tripan mejoraban un poco, pero a los pocos días caían victimas de este mal.”
Se topó con una droga llamada Atoxil en cuya constitución entraba un anillo de Benzol, 4
átomos de hidrógeno y oxido arsénico, pero había que modificarlo un poco. Consiguieron
modificar el Atoxil, pero cuando habían conseguido exterminar a los tripanosomas
transformaban en agua la sangre de los ratones o les provocaba una ictericia mortal. Ehrlich
siguió ensayando hasta que dio con el compuesto 606, cuya obtención significaba incendios y
explosiones por los vapores de éter y difícil de conservar, por que a la menor traza de aire lo
transformaba en veneno, era el 606 el p.p-dihidroxiarsenobenceno, que a pesar de todo, era
inofensivo; una sola inyección del 606 hacia desaparecer todos los tripanosomas de un ratón
atacado del mal de caderas.
El 31 de agosto de 1909 un conejo macho encerrado tenia en la delicada piel del escroto 2
ulceras causadas por la roedura de espiroquetas.
Inyectaron en la vena auricular la solución del 606, al siguiente día estaba totalmente curado.

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