Número 16

Sábado, 23
de octubre
de 2010
El perseguidor
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EL VUELO DE ÍCARO DIEGO GÓMEZ PICKERING
Desconcierto, de Mª Cinta “África es una postal en el
Montagut imaginario occidental”

por la entrevista de
FEDERICO GALLEGO RIPOLL EDUARDO GARCÍA ROJAS

LIVERPOOL,UNAINTERPRETACIÓN

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2 El perseguidor
DIEGO GÓMEZ PICKERING/ escritor
Escritor y diplomático, Diego Gómez Pickering (México, D.F., 1977) es autor de Los jueves en Nairobi, libro de retratos donde refleja con
intensidad la fascinación que siente por la capital de Kenia a través de las voces de algunos de sus protagonistas. Gómez Pickering, que con
este volumen ha pretendido romper los estereotipos que se tienen sobre África, publicó su primera novela en 2006, La foto del recuerdo, y
trabaja en la actualidad en un libro de relatos donde reflejará sus impresiones de diez grandes ciudades diseminadas por el mapa y que ha
tenido la oportunidad de conocer gracias a sus obligaciones diplomáticas. Coordinó además el volumen México visto por sus niños, selección
de poemas ilustrado con fotografías de jóvenes indígenas mexicanos y prepara una historia sobre la presencia de negros africanos en este gran
país centroamericano. Pickering estuvo recientemente en Tenerife, invitado por el II Salón Internacional del Libro Africano (SILA).
“ÁFRICA CONTINÚA SIENDO
UNA BONITA POSTAL EN EL
IMAGINARIO OCCIDENTAL”
EDUARDO GARCÍA ROJAS
- Le sienta bien que como escritor lo reco-
nozca también como periodista.
- En mi caso esta especie de dualidad se
trata de dos facetas que nunca han estado
separadas. Es más, desde que tengo uso
de razón la escritura ha sido siempre mi
medio ideal de expresión para relacio-
narme con los demás, así que resultaba
inevitable que tanteara también los terri-
torios del periodismo, oficio del que me
fui impregnando a medida que crecía
como persona y que ya empecé a manifes-
tar siendo un adolescente en periódicos
escolares. Para mi el periodismo y la escri-
tura son actividades complementarias y
esa dualidad es muy sana porque si bien
cada espacio tiene su ámbito, he procu-
rado que en mi escritura ambos se fusio-
nen, que se mezclen cuando me pongo a
escribir.
- Esa dualidad la han probado grandes
periodistas a lo largo de la historia. Algunos
con éxito pero otros no tanto. Usted ha inten-
tado esa convergencia en su libro Los jueves
en Nairobi creo que con interesantes resul-
tados.
- No me pretendo comparar con Kapus-
cinski pero cuando uso el periodismo para
escribir --y en este caso en concreto para
escribir sobre África-- pretendo ocupar
una trinchera que es la de contar historias
sobre este continente empleando como
lenguaje el español porque todavía hay
poca literatura escrita en nuestro idioma
de este continente. Con Los jueves en Nai-
robi la apuesta que me planteé fue la de
reflejar mi visión personal sobre la capital
de Kenia pero desprovista de juicios y sí
con una idea periodística de mostrar todos
los puntos de vista que me fueran posi-
bles. Un periodista ve y llega a lugares
donde no llega otra gente y puedes ade-
más dar voz a quien merece hablar porque
una de las funciones del periodismo es ser
transmisores de mensajes. Los jueves en
Nairobi es una crónica literaria y periodís-
tica basada en los personajes y situaciones
que conocí y encontré durante mi larga
estancia en la capital de Kenia.
- ¿Qué fue lo que le condujo a escribir un
retrato de Nairobi teniendo en cuenta que
Kenia fue una ex colonia británica, y no la de
relatar las de otros países africanos en
donde España actuó como colonizador?
- Fue un hecho circunstancial porque
soy diplomático de carrera y el ministerio
me envió a Nairobi por razones que no
elegí. Fue lo que me tocó. No obstante
conozco gran parte del África subsaha-
riana pero mi experiencia en Kenia ha sido
hasta ahora la más longeva en el tiempo.
-Y tras Los jueves en Nairobi ¿cuál es su
visión de Nairobi y de Kenia?
- Kenia es muy diferente del África que
conocemos en España. En España se
conoce un poco mejor a los países que le
quedan más cerca, como el África del oeste
y la del Atlas magrebí, pero Kenia aún le
queda muy lejano a España pese a que se
trate de un lugar vivo y muy interesante.
El problema es que en nuestro imaginario
como occidentales Kenia se representa
como una postal en la que se muestra la
sabana y un león durmiendo la siesta a la
sombra de una acacia y no es eso. No es el
sueño que nos ha generado el cine y la lite-
ratura porque si bien Kenia representa
estos estereotipos al mismo tiempo reúne
lo mejor del África del siglo XXI porque
tiene una de las economías más grandes
del continente pero también una de las
zonas de chabolas más grandes de África.
Con esto quiero decir que es un país de
muchos contrastes y representativo de lo
Sábado, 23
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que es África hoy en día. También a nivel
político y económico.
China invierte - ¿Por qué le cuesta tanto a un país como
España olvidar esa imagen de África como
prácticamente hoy en postal?
- Por ignorancia. No nos llama la aten-
todas las ción porque desconocemos África y sin
conocer es imposible que algo te fascine,
infraestructuras que que te enamore, que te atrape. Iniciativas
como el Salón Internacional del Libro Afri-
hay en África cano (SILA) y Casa África pueden contri-
buir, en la medida de sus posibilidades, a
mientras saquea sus dar a conocer cuáles son las múltiples rea-
recursos y genera lidades africanas.
- ¿Pero por qué cree que en España aún se
dependencia. Si es mire de reojo --y con mucho recelo me temo-
- las realidades de este continente?
cierto que, a - Es ignorancia y si a eso sumamos nues-
tra tendencia a no mirar hacia abajo por-
diferencia de otros que no entendemos el problema se multi-
plica porque continuaremos alejándonos
imperialismos, el de esa realidad que es múltiple perdiendo
la oportunidad de sacarle provecho. De
chino invierte en todas formas, y gracias a iniciativas como
SILA se están abriendo algunas puertas
desarrollo e que nos beneficiarán a todos. Tengo la sen-
sación que ahora hay más inquietud con
infraestructuras pero todo lo relacionado con África.
- Nos hemos desviado de Los jueves en
prolonga esa Nairobi... Una obra en la que sus protagonis-
dependencia y si no se tas odian y aman...
- Los jueves en Nairobi es el resultado de
corta ese cordón hablar con muchísima gente. Policías,
empleados del gobierno, gente de la calle,
umbilical muchos de deportistas, el espectro más amplio que
pude abarcar. Esto me permitió descubrir
estos países no que en Kenia se sufre igual que en España
o en México. Que en Kenia los hombres y
levantarán cabeza mujeres lloran cuando se rompe una rela-
ción amorosa, que tienen miedo a la incer-
hasta que busquen tidumbre, a la muerte… Esa ignorancia y
desconocimiento que tenía de África se
soluciones endógenas derrumbó al conocer estas historias y

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verme reflejado en muchas de ellas. Y ese
descubrimiento fue lo que me empujó a
escribir este libro con el fin de que los lec-
tores se dieran cuenta que los africanos a
nivel humano no son tan diferentes de
nosotros. Descubrir Kenia fue personal-
mente un impacto, pero todo impacto es
positivo porque genera una reacción.
- Hasta que punto considera que el colo-
nialismo europeo ha condicionado el futuro
de este continente africano.
- Muchos de los países africanos, y Kenia
es uno de ellos, apenas llevan medio siglo
como naciones independientes así que
creo que se debe hablar de la carta colo-
nial en su justa medida pero también
como un período ya superado porque el
funcionamiento de algunos de estos paí-
ses no es solo resultado de una herencia
colonial.
- ¿Qué otras razones?
- En el caso concreto de Kenia se ha tra-
tado de establecer un estado nacional a
partir de muchas naciones y en implemen-
tar un modelo político que no les es natu-
ral sino más bien completamente ajeno.
Su principal condena es que se trata de un
país con recursos muy ricos que se ve
sometido al imperialismo de los podero-
sos. Esto lo estamos observando hoy con
China, que en algunos casos tiene instala-
das delegaciones diplomáticas de dimen-
siones estalinistas en algunos de estos
territorios. A excepción de la República
Centroafricana, que aún mantiene rela-
ciones diplomáticas con Taiwán, Pekín
está inyectando mucho dinero para sus-
tentar su presencia africana. Firma con-
tratos con esos gobiernos a través de los
cuales cobra en materias primas mientras
ellos pagan con construcciones e infraes-
tructuras. En este sentido, China invierte
prácticamente hoy en todas las infraes-
tructuras que hay en África mientras
saquea sus recursos y genera dependen-
cia. Si es cierto que, a diferencia de otros
imperialismos, el chino invierte en des-
arrollo e infraestructuras pero también es
cierto que prolonga esa dependencia, y si
no se corta ese cordón umbilical muchos
de estos países no levantarán cabeza hasta
que busquen soluciones endógenas a sus
problemas.
- ¿No ve factible entonces que se instalen
y desarrollen en estos países modelos demo-
cráticos a la europea?
- África va a continuar soportando con-
flictos civiles y a tener problemas muy gra-
ves en la media que se vaya acogiendo a
modelos que no les resulten endógenos. El
problema es que los regímenes africanos
son muy inmaduros políticamente para
darse cuenta de esto. Y no veo, precisa-
mente, que el futuro vaya a ser promisorio
si continúan por el mismo camino.
Hernán Cortés - Aún son escasos los profesionales espa-
ñoles e hispanoamericanos que muestran el
desembarcó en el interés y en entusiasmo que usted siente
actual México con un por África.
- Sólo sé que no estar involucrados más
amplio número de en África hará que perdamos oportunida-
des. Nuestra falta de reflejos se debe así a
negros emancipados ignorancia, desidia, a encerrarnos en nos-
otros mismos porque pensamos que fuera
y muchos se del mundo de habla hispana hay poco
más. Tenemos que aprovechar con humil-
quedaron. Ellos son dad las oportunidades que África puede
ofrecernos y nosotros a ellos.
los primeros - Usted está trabajando en un libro sobre
la presencia africana en México. ¿Hubo pre-
habitantes negros de sencia africana en México?
- No hay que olvidar que México fue la
México. Más tarde colonia más importante de España en
América. Y si bien todavía se cree que es
llegarían otros, un país que no cuenta con herencia afri-
tantos que a cana sí que la tuvo. Hernán Cortés desem-
barcó en el actual México con un amplio
principios del siglo número de negros emancipados y muchos
se quedaron. Ellos son los primeros habi-
XVIII contaba con la tantes negros de México. Más tarde llega-
rían muchos más, tantos que a principios
mayor población del siglo XVIII contaba con la mayor pobla-
ción negra del continente americano, por
negra del continente encima de Brasil. Con el paso de los años
la mayoría falleció por enfermedades o a
americano, por mano de los indígenas pero no es una his-
toria que se quiera saber, como tampoco
encima de Brasil se quiere conocer que México cuenta con
El perseguidor 3
LOS JUEVES EN NAIROBI
Es el resultado de hablar con muchísima
gente. Policías, empleados del gobierno,
gente de la calle, deportistas, el espectro
más amplio que pude abarcar y que me
permitió descubrir que en Kenia la gente
sufre igual que en España o México. Que en
Kenia los hombres y mujeres lloran cuando
se rompe una relación amorosa, que tienen
miedo a la incertidumbre, a la muerte…
Esa ignorancia y desconocimiento que tenía
de África se derrumbó al conocer estas
historias y verme reflejado en muchas de
ellas. Y ese descubrimiento fue lo que me
empujó a escribir este libro con el fin de que
los lectores se dieran cuenta que los
africanos a nivel humano no son tan
diferentes de nosotros. Descubrir Kenia fue
personalmente un impacto, pero todo
impacto es positivo porque genera una
reacción.
un pasado negro que se ha intentado
borrar de su historia oficial.
- ¿Por qué?
- Tras la revolución mexicana uno de
sus legados más negativos fue la creación
de la historia oficial que ahora un grupo
de historiadores e investigadores quiere
revisar porque no es otra cosa que una
mala novela. Un culebrón. La revisión his-
tórica sopesa todas las partes y está rom-
piendo el mito del México criollo para el
que sólo basta la mezcla con la población
indígena, aunque siempre más española
que indígena. Afortunadamente, México
está cambiando su visión política con
África y continúa hoy los pasos de Brasil
en sus relaciones con los países de este
continente.
- Dice que la población indígena mexicana
perpetró en el pasado grandes matanzas a
negros.
- La disminución de la población negra
en México se debió fundamentalmente a
enfermedades y a los propios indígenas
que piensan que los africanos les están
quitando el trabajo. Respecto a la mezcla
racial, que particularmente considero una
de las grandes virtudes en la historia mexi-
cana, además de hibridarse la sangre de
indígenas y españoles, esa misma sangre
también cuenta con su parte negra.
- Pero ese pasado de negritud no ha termi-
nado por cuajar en la realidad mexicana.
- No. Es difícil y suena muy extraño
incluso para México descubrir esa heren-
cia negra.
- Al menos hay voluntad por parte de algu-
nos historiadores de ir en contra de la ver-
dad oficial.
- Para entender donde estamos hay que
entender de donde venimos. México sufre
actualmente una crisis de identidad muy
fuerte, así que muchos comenzamos a
mirar el pasado para preguntarnos qué
país tenemos entre las manos con el obje-
tivo de reformar su psique nacional.
- Reformar su psique nacional. ¿Cree que
México conseguirá ganar la batalla contra el
narcotráfico?
- No. No se va a ganar porque se trata de
una guerra perdida mientras exista
demanda. El negocio de la droga mueve
bastante dinero y la única manera de
ponerle fin sería legalizando estas sus-
tancias a nivel mundial.
4 El perseguidor
MÁS ALLÁ DE NUESTRAS
PROPIAS FUERZAS
Autor: Elsa López
Título: Ofertorio
Editorial: Ediciones Idea,
Colección El mirador
MIGUEL ÁNGEL ALONSO
A
primera vista Ofertorio, de
Elsa López (Guinea Ecuato-
rial, 1943), es un libro exqui-
sito que se paladea larga-
mente y como en deleitosa
oposición a la brevedad exigente de sus
veintisiete poemas, los cuales no suelen
sobrepasar los seis versos. Después de
varias lecturas comprobamos con agrade-
cimiento que lo sigue siendo, solo que de
una manera más sutil y casi evaporada en
el estiramiento sigiloso de la sensualidad
al saltar, felina, sobre los espejos aún tibios
de la memoria.
El bello tomo —color crema, con el
título en rojo y una sugestiva ilustración
de Elena Galarza— en el que aparece Ofer-
torio pertenece a la colección El Mirador,
dirigida creo que impecablemente por
Elica Ramos y en cuyo catálogo solo tie-
nen cabida las mujeres; hecho que no se
declara abiertamente pero que el lector
puede comprobar con cierta complicidad
y no poco placer, ya que advierte, diga-
mos, un perfil, una manera de estar en el
mundo, sin engorrosas proclamas ni énfa-
sis a todas luces tediosos.
Amada Elsa López Rodríguez no nece-
sita presentación alguna. Su obra poética
sobrepasa los doce títulos, cantidad que
puede ser entendida como abundancia o
contención, según gustos e inteligencias.
Lo que no admite dudas es el espacio
óntico, por decirlo así, que tal nombre
libera en la conciencia del sujeto habi-
tuado a leer poesía. Desde El viento y las
adelfas (1973) hasta Ofertorio (2008) hay
mucho más que una natural y progresiva
madurez; cada poemario ha sido una
suerte de hipóstasis, un dedo nuevo para
la mano que celebra e interroga al mundo,
una cristalización lateral desde un núcleo
urgente y harto vivo.
La palabra ofertorio goza de una rica
pluralidad designativa, aunque toda esa
polifonía referencial suele discurrir por el
ojo de una misma aguja, a saber: la litur-
gia cristiana, y en concreto la eucaristía o
consagración del cuerpo y la sangre de
Cristo que es ofrecida a los comulgantes.
Ahora bien, por razones eminentemente
prácticas debo contentarme con la defini-
ción que hace María Moliner en su liberal
Diccionario de uso del español (quien desee
ampliar un poco estos datos puede acudir,
por ejemplo, a la Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo Americana, Madrid,
Espasa-Calpe, tomo XXXIV, 1974, pp.774-
777 y al siempre útil Diccionario Harvard
de Música, versión española de Luis Gago,
Madrid, Alianza, 2008, pp.721-722):
“ofertorio (del b. lat. “ofertorium”, acción
de ofrecer. 1 m. Parte de la misa, antes de
la consagración, en que el celebrante
ofrece a Dios la hostia y el vino. 2 Antífona
que dice el celebrante antes de ofrecer la
hostia y el cáliz.” En todo caso puede que
sea necesario explicar que una antífona es
una modalidad de canto litúrgico. El
citado Diccionario Harvard de la Música
dice al respecto: “Consiste generalmente
en una melodía relativamente breve en un
sencillo estilo silábico que sirve de estribi-
llo al cantar los versos de un salmo o cán-
tico” A la luz de estas definiciones, el con-
junto de poemas que conforman Ofertorio
adquieren una dimensión más complicada
y, ¿por qué no decirlo?, seductora; la apa-
rente simplicidad enumerativa, el len-
guaje en ocasiones demasiado directo o,
mejor dicho, esencial, cobran pleno sen-
tido. Y por supuesto, entendemos cabal-
mente su irresistible eufonía, porque de la
música proviene su materia entera y su
lánguida sensualidad.
La forma invariable con la que se da
comienzo a la mayoría de los poemas, “Te
La palabra ofertorio
goza de una rica
pluralidad
designativa, aunque
toda esa polifonía
referencial suele
discurrir por el ojo de
una misma aguja, a
saber: la liturgia
cristiana, y en
concreto la eucaristía
o consagración del
cuerpo y la sangre de
Cristo que es ofrecida
a los comulgantes
Elsa López.. / DA
regalo (…)”, ejerce en el lector una suerte
de imantación liberadora o de fascinación
melódica, como si se tratara de un man-
tra.
La enumeración constante y el sándalo
sinuoso que desprenden las palabras, teji-
das minuciosamente desde el cariño, dan
al libro un aire familiar con los Psalmos,
por ejemplo, y con buena parte del resto
de la poesía oriental. Ignoro si su autora
ha bebido directamente de esas fuentes —
sospecho que sí—, y mucho menos si las
ha tomado en cuenta a la hora de escribir
de esa manera. Incluso, leyendo cada
poema por separado es prácticamente
imposible no tener en mente el segundo
de los “Two english poems” (El otro, el
mismo, 1964) de Jorge Luis Borges, que
comienza así:
What can I hold you with?
I offer you lean streets, desperate sun-
sets, the moon of the jagged
suburlos.
I offer you the bitterness of a man who
has looked long and long at
the lonely moon.
I offer you my ancestors, my dead men,
the ghosts thank living me
have honoured in bronze (…)
¿Influencias? Bueno, me parece más
adecuado pensar en afluencias, en deli-
ciosos deltas frotando sus entrañas entre
sí.
Los objetos a donar son de índole
diversa; algunos, previsiblemente, perte-
necen al reino de la constatable y muy
cotidiana materia (un pastel de guayaba,
una peineta, un sari color verde, un estan-
que con peces y corales, espejos drapea-
dos, las migas del pan, etcétera); otros, al
de los sentidos y la sensibilidad:
(…) Y para que te rías,
una amor sin medida y un leve escalo-
frío recorriendo
Sábado, 23
de octubre de 2010
despacio las orillas de tu piel. [pág. 9]
Te regalo (…)
Seis gotas de rocío, el sol, un aguacero,
la música, el silencio, y las tardes de
oriente. [pág. 21]
Te regalo una nota desacorde y pareja.
Dos manzanas envueltas en almíbar
muy dulce. [pág. 23]
Te regalo la voz, su duración melódica,
su ritmo, su sonido metal, su arqueo-
logía.
No es una voz cualquiera. Y tú lo sabes.
[pág. 51]
También hay ofrendas que van direc-
tamente a recalar en la imaginación,
porque vienen desde —y son para— el
lenguaje, objetos metafóricos o poéti-
cos en su lado más puro:
Te regalo un poema de versos engar-
zados. [pág. 9]
Te regalo una alfombra pintada con
acordes
para que vayas lejos y comiences el día
sin un solo cuchillo que te traspase al
alba. [pág. 15]
Te regalo mi pena como un escalofrío
atravesando el mapa sideral de tu
cuerpo. [pág. 59]
Apenas nos disponemos a leer el libro,
a entrar en su espacio tutelar, nos
recibe una dedicatoria, y es como tras-
poner, una vez más, el zaguán de una
casa que hemos ido perdiendo en las
afueras de tantas páginas vividas. Dice
así: “Para quienes forman parte de mi
vida y a quienes hice promesa de dar,
cumplir o ejecutar más allá de mis pro-
pias fuerzas.” Y eso es precisamente lo
que pretende Elsa López, dar lo que en
apariencia no se puede: ¿somos capa-
ces de impedir que nuestros amigos de
la infancia mueran, o los días que vivi-
mos con ellos minuciosamente senti-
dos como una certeza de la piel?,
¿somos capaces de evitar que sufran,
que terminen asumiendo una vida que
jamás desearon? ¿Nos es dada, en
definitiva, alguna potestad sobre las
cosas, podemos transformar los lími-
tes en serpientes que bailan, en simple
y llana música? En cierto sentido sí: la
poesía, como bellamente la definió
Octavio Paz, no es otra cosa que peras
en el olmo. Así pues, poema a poema,
Ofertorio es una constatación de que
con las palabras podemos, positiva-
mente, dar, cumplir y ejecutar más allá
de nuestras propias fuerzas.

Sábado, 23
de octubre de 2010
SERGIO BARRETO HERNÁNDEZ
E
l presente suele ser injusto con
los creadores. En numerosas
ocasiones debido al ostracismo
que los órganos de poder apli-
can a ciertas personalidades
capaces de desmantelar sus complejos
mecanismos (pensemos, por ejemplo, en
el escritor albanés Ismail Kadaré o en la
poeta rusa Ana Ajmatova, así como en
Unamuno y su más que heroico no conven-
ceréis). Otras veces, esa injusticia del
tiempo presente no es tanto de raigambre
política, sino que proviene más bien del
reduccionismo cultural de comunidades
cuyo espíritu, como bien apuntó Manuel
Pinillos, es bastante dado a la inmovilidad,
temeroso ante las aventuras revoluciona-
rias, al mismo tiempo que un tanto vergon-
zantemente entregado a la copiosa tradi-
ción.
Afectado, me atrevo a decir que de
manera flagrante, por ambas líneas repre-
sivas (la política franquista y el provincia-
nismo cultural) nos encontramos con José
María Millares Sall, el poeta cuya obra, de
haber sido convenientemente digerida por
los autores que hoy denominamos consa-
grados, sería pilar maestro de las influen-
cias que estos suelen esgrimir como fun-
damentales. Nacido en Vegueta en 1921,
hijo del intelectual Juan Millares Carlo y
hermano del también poeta Agustín Milla-
res Sall y de Manolo Millares, el pintor que
abrió las puertas del archipiélago al expre-
sionismo matérico, el amplio abanico de
obras de nuestro autor, inaugurado en
1946 con la publicación de A los cuatro
vientos, responde a dos ejes definitorios y,
en apariencia, contrapuestos: por un lado
la coherencia interna de cada poemario,
donde los textos responden a una
demanda que proviene del libro como
conjunto orgánico y que, por lo tanto,
adquieren rasgos propios en cada obra
concreta. Por otra parte encontramos una
fuga de estilo entre libro y libro, como si el
poeta, contradiciendo la necesidad cernu-
diana de ver en unidad el ser disperso, se
propusiera no demarcar un territorio esti-
lístico que se extienda más allá de cada
volumen, idea que rompe con la noción
autorial heredada del romanticismo
anglogermánico y que se introduce en el
hecho de la creación como reflejo de un
sujeto fragmentado que, con cada obra, se
renueva y gira o vuelve la mirada atrás.
Veamos, por ejemplo, el libro merecedor
del Premio Nacional de Poesía: Cuadernos
(2000-2009).
Siendo conscientes de que la escritura
de nuestro autor pronto derivó de la cues-
tión social, característica de la generación
del 50 (Antología Cercada de 1947 y su
El perseguidor 5
José María Millares Sall. / DA
una vez profundizamos en su peculiar
proliferación de líneas poéticas, cierto
armazón métrico que, probablemente,
surgió de una correcta asimilación lectora
y de una intuición portentosa, ya que,
según diversas declaraciones del autor, su
incursión en la experiencia métrica fue
posterior a la obra que reseñamos, vién-
dose reflejada, dicha metódica y exigente
incursión, a partir de Ronda de luces
(1950). Sea como sea, tal armadura está
ahí, palpitando en cada línea poética y, a
veces, coincidiendo con un molde de ver-
sos subyacentes que se fusionan entre sí,
acentuándose según la conveniencia dis-
cursiva de un texto marcadamente expre-
sionista. Otro elemento a tener en cuenta
es la percepción del yo poético, el cual deja
de ser unidad referente a la fisicidad de la
persona verbal para convertirse en ele-
mento de anclaje que fomenta la sucesión
de imágenes.
Sin lugar a dudas Liverpool, amén de
que vio la luz mermado por la implacable
LIVERPOOL
mano censora y de que fue poco o nada
entendido por sus coetáneos, es uno de
esos libros con capacidad suficiente para
pulsear un régimen, mostrarle la lengua y
sobrevivir, inyectando un inusitado
aliento de rebeldía a todo el que esté dis-
puesto a adentrarse en su torrente de
magma, aunque un poeta sólo sea, como
bien dijo nuestro vate, un corazón más
sobre la niebla del mundo.
poema Labios de acero), hacia una estética
de carácter personal, fundamentada en la
Afectado, me atrevo a rigurosa búsqueda de un ideario rítmico,
sintáctico y plástico, nos topamos -siendo
decir que de manera conscientes, insisto, de este motor hetero-
doxo- con Liverpool, poemario de juven-
flagrante, por ambas tud donde la imagen surge, en palabras de
Jorge Rodríguez Padrón: desprendida de la
líneas represivas (la seguridad equidistante de la metáfora y
encaminada a la rica pluralidad que el sim-
política franquista y bolismo había enseñado.
Liverpool, sin bien aparece como pieza
el provincianismo inusual en el ámbito creativo del archipié-
lago, entronca con obras como La casa
cultural) nos encendida de Luis Rosales, el versolibrismo
de Dámaso Alonso o el Lorca, irracional y
encontramos con José magnético, de Poeta en Nueva York. Y es
María Millares Sall, que para entender esta obra, abierta-
mente criticada en su época por Pedro Lez-
el poeta cuya obra, de cano, quien denominó esa respiración
extraordinaria como prosa con abundan-
haber sido tes sangrías, hay que apostar por la moder-
nidad que fundó Whitman, olvidando, en
convenientemente la medida de lo posible, el atenazamiento
que suelen sufrir comunidades que tien-
digerida, sería pilar den a la pontificación del gentilhombre y
que dejan de lado la calidad de la crea-
maestro de ción.
Es necesario destacar que en las seis pie-
influencias zas que componen Liverpool descubrimos,
6 El perseguidor
EL VUELO DE ÍCARO /
LAS FRONTERAS DEL YO
FEDERICO GALLEGO RIPOLL
Mª Cinta Montagut
Desconcierto
Málaga, Miguel Gómez Ediciones, 2010.
C
on Desconcierto, Mª Cinta
Montagut ejecuta un giro más
en su movimiento centrípeto
de constatación poética de un
yo vulnerable. Ningún poeta
verdadero, tampoco Mª Cinta, es dueño
del paisaje por donde transita. Su función
es la de revelárnoslo como si fuera con-
templado por ambos al unísono, y por pri-
mera vez. Todo poeta verdadero, también
Mª Cinta, nos implica en su propio tra-
yecto haciéndonos partícipes de lo experi-
mentado poéticamente, trasladando el
centro de gravedad del hecho poético
desde el yo que asume la escritura como
un gesto generador de experiencia (la
palabra conoce conociendo), al yo que
percibe lo escrito como una evidencia
compartida (el lector expande su realidad
asumiendo el poema, instalándolo en su
propia capacidad de empatía y emoción).
Desde su primer libro de 1979, Cuerpo
desnudo, hasta este Desconcierto tan bella-
mente editado por Miguel Gómez en
Málaga, el trayecto realizado a través de
sus nueve entregas por Mª Cinta Monta-
gut, se ha ido formalizando, de manera
decidida, en pos de un aquilatamiento de
pocas pero firmes premisas, que son el hilo
conductor de toda su poesía. Aspecto pri-
mordial en ella es la importancia de la escri-
tura como lugar donde hace residir al yo,
como terreno propio, resguardado, desde
el que establecer su diálogo con el mundo.
Así la ciudad y el paisaje, el amor anhe-
lado, la compañía... en cuanto lo externo,
aparecen como oposición al ser, y cuya
confrontación, territorio también de su
poesía, es la frontera, el límite, lo que
comunica y distancia: lo que destaca y
contrapone el yo frente a lo otro.
En Desconcierto, ya desde la primera
parte, se instaura la escritura como única
posibilidad de refugio. La palabra, la tinta,
las letras, el libro, son el agua profunda en
cuyo fondo reposa el metal que devuelve
la imagen real de la poeta. La asunción de
la verdad cotidiana como trasunto de la
verdad poética, que es en la que la poeta
se reconoce, y la que comparte, trastoca el
orden habitual de preeminencias. Es en la
memoria escrita donde reside ese núcleo
de identidad que quiere preservar y trans-
NÚMERO: CII
Coordinación: Coriolano González Montañez
mitir. Y lo hace integrando sus límites en
la propia creación: esa triple frontera en la
que establece la dialéctica de su poesía;
una triple frontera que es el territorio
donde se constituye y comunica, desde
donde toca y llama, donde recibe y asume.
La primera de estas tres fronteras es el
propio cuerpo, entendido como una reali-
dad dilatada que experimenta la sensa-
ción de vivir desde distintas y concéntri-
cas lindes (la física, la emocional, la inte-
lectual, la trascendente). Así todo lo
vivido, lo intentado, lo soñado, lo recor-
dado, sucede en el presente rotundo del
poema, cuando la voz
de la poeta conjura
deseos, insatisfacciones
y logros, en una reali-
dad tangible cuyo
ámbito de experiencia
es el de la casa, el de la
habitación, trasunto
íntimo del propio yo
expandido de la autora,
que implica su expe-
riencia en su discurso.
La casa se establece
como parte de ese yo
expandido, centro, refe-
Las alusiones al rencia, ancla, ágora
paisaje siempre donde todo confluye,
donde es preciso que
parecen ser todo esté para ser y, en ella, los objetos
cotidianos enumerados como parte de la
establecidas desde la propia identidad de la autora.
Las alusiones al paisaje siempre parecen
ventana: segunda ser establecidas desde la ventana: segunda
frontera. La casa es el yo-refugio desde el
frontera. La casa es el que contempla “en la ventana del mundo,
el transcurrir del tiempo”. También los
yo-refugio desde el exteriores se constituyen como recinto
estático: los barcos huyen, los niños lloran
que contempla “en la y el rojo se difumina. Contemplar un pai-
saje es advertir que la vida sigue, pero que
ventana del mundo, el sueño se ha detenido frente al mar, y es
la memoria el territorio donde se cumple
el transcurrir del la realidad deseada. Porque también la
tiempo”. También los mirada toca y asume.
Y, por fin, aparece el tiempo, en tercer
exteriores se lugar, también como frontera física, como
territorio que hay que delimitar de manera
constituyen como continuada porque sus perfiles son siem-
pre cambiantes: el tiempo y el tiempo dia-
recinto estático: los rio, la permanente alusión a la hora del
día, como dando fe de que ahora, en este
barcos huyen, los momento, se vive; el tiempo es una fron-
tera que se extiende también a ese límite
niños lloran y el rojo en el que la poesía transcurre, que es el de
las horas intermedias, cuando la luz
se difumina decrece para ofrecer la noche como terri-
Sábado, 23
de octubre de 2010
torio de la verdad frente al día confuso;
lugar de la palabra donde cristaliza el
deseo de comunicación como afirmación
de la propia estima y la sublimación del
sentimiento, que se concreta más en el
recuerdo, el sueño o el deseo, que la poeta
instaura en su universo cotidiano para que
adquiera carnalidad.
Escritura, cuerpo, casa y tiempo. Estos
elementos, presentes en toda su obra,
adquieren en Desconcierto mayor preemi-
nencia al resolverse en más insistentes,
como si esa verdad poética le fuera aproxi-
mando a su propio centro en un viaje cir-
cular, centrípeto, en el
que se ha ido desape-
gando de cuanto no le
resultara fundamental.
Su poesía cristaliza a tra-
vés de un discurso arti-
culado que se ofrece a
manera de visión frag-
mentada de una realidad
ininterrumpida, que
transcurre en ese escena-
rio único que es el yo y sus
fronteras. La poesía -sin
títulos- se produce
entonces no como objeto
delimitado, sino como
iluminación de un seg-
mento de la estancia o de
la historia, un instante compartido que
habla de un antes y un después, siendo la
forma en que aparece una porción mínima
de una realidad que le sobrepasa
Y aunque siga prevaleciendo en su ver-
dad la afirmación de que lo más impor-
tante es siempre lo invisible, se rescata la
vida, su constatación, desde el hecho de
nombrar los pequeños objetos cotidianos,
sus detalles, que son testimonio de su rea-
lidad y que a veces se integran en auténti-
cos autorretratos, como la descripción de
sus manos. Nada se oculta, todo es natu-
ral, y Mª Cinta Montagut se propone “acer-
carse a las cosas”. Es posible que perder el
miedo a las cosas conlleve el perder tam-
bién el miedo a uno mismo. Quizás el “des-
concierto” de este libro sea la hermosa
búsqueda inútil de ese instante de luz en
que el tiempo se hace eterno, y en él nos-
otros; las fronteras se disuelven, y las pala-
bras de Mª Cinta Montagut son la van-
guardia del ser que intenta el gesto. Asu-
miéndolas, podemos, como lectores, tras-
pasar la frontera. Porque todo poeta
auténtico escribe también desde nuestra
realidad. Y por ello no somos ajenos a
cuanto se comparte desde este libro.

Sábado, 23
de octubre de 2010
EL BUEY SOBRE EL TEJADO/
CUADERNOS DE OFELIA:
GERMAINE TAILLEFERRE
OFELIA QUAINTRELLE
Dedicado a Teófilo Ramírez
No eres la miseria exactamente
Pues los labios más tristes te anuncian
Con una sonrisa
Buenos días tristeza
Paul Eluard
P
uede que te sorprenda, Teófilo,
que permita la salida a la luz de
retazos de mis cuadernos, por
lo habitual tan celosamente
anotados y guardados; quizá de
pronto me divierta -ególatra al fin y al
cabo- ser leída, tal vez haya decidido que
no seas el único en presumir de un incon-
dicional grupo de seguidores ansiosos
ante la espera de cada nueva entrega tuya,
ante esas peculiares cartas de flâneur que
gentilmente me dedicas.
He pasado la tarde leyendo al piano
unas piezas breves de quien se llamó de
niña Marcelle-Germaine Taillefesse
(1892-1983) –qué intensos recuerdos de
la casa de mi propia infancia parisina me
han traído- y he sentido un repentino
impulso de escribir unas leves notas sobre
ella. Seguramente te desconcertará su
nombre desconocido y a la vez lejana-
mente familiar, pero toda duda desapare-
cerá si lo cambio por el de Germaine Tai-
lleferre. Posiblemente ahora has hecho
una asociación de ideas automática: “Es la
compositora perteneciente al Grupo de
Los Seis”. Desde luego formó parte de ese
grupo, y en otra ocasión escribiré algo
sobre ellos, pero hoy me detendré exclusi-
vamente en su figura, por el placer y la
emoción que me han brindado sus obras,
por el valor y la fuerza de su itinerario
vital.
Nacida en la afueras de París, decidió
eliminar su primer nombre y cambiar de
apellido tras romper con su padre, quien
quería prohibirle seguir una carrera musi-
cal. La modificación del apellido tuvo un
carácter fuertemente simbólico, sustituyó
la doble “s” por una doble “r” -la letra
inmediatamente anterior en el alfabeto-
para demostrar que ella iba por delante de
ese prejuicio absurdo ante su condición
femenina. Entenderás mi simpatía ante
tamaña demostración de carácter. Por
cierto, su expediente en el Conservatorio
de París es el más brillante en toda la his-
toria de tan renombrado centro. Sabes que
no me impresionan los expedientes aca-
démicos, Teófilo, hay muchos seres cansi-
nos camuflados tras sus vulgares logros
de despacho, pero en este caso encuentro
que se trata de un hecho ciertamente
teñido de provocativa justicia poética.
Involucrada plenamente desde la ado-
lescencia en cuanto significaba “una vida
de artista” –en todos sus sentidos- des-
arrollada en los barrios parisinos de Mont-
martre y Montparnasse, su larga existen-
cia refleja muchos de los avatares del siglo
XX en lo que se refiere al contexto cam-
biante de las actividades artísticas –estuvo
relacionada profesionalmente con nume-
rosas figuras de la música, claro, pero tam-
bién de la pintura, la literatura y el cine- y
en cuanto a la importante evolución del
papel de la mujer en dichos ámbitos, algo
que a menudo era objeto de una recepción
cuanto menos problemática.
Discípula de Erik Satie y de Maurice
Ravel y asidua al inquieto círculo bohemio
de Jean Cocteau, junto a sus compañeros
del Grupo de los Seis –Darius Milhaud,
Francis Poulenc, Arthur Honegger, Geor-
ges Auric y Louis Durey- irrumpe en el
panorama musical surgido en Francia tras
la Primera Guerra Mundial como repre-
sentante de una corriente afín a las actitu-
des estéticas adoptadas por las vanguar-
dias emergentes en otras artes, una pro-
puesta caracterizada por un lánguido o
combativamente crítico rechazo de la
herencia musical tardorromántica, una
atención receptiva a los nuevos modelos
de vida urbana –incluidos aspectos del
arte popular, la moda y el diseño-, a las
innovaciones tecnológicas y a nuevas for-
mas de expresión como el cinematógrafo.
Los elementos del lenguaje musical de Los
Seis solían ser directos, iconoclástica-
mente coloristas y, en su concepción de
los conceptos armónicos, claramente tes-
tigos de su tiempo y sin ninguna nostalgia
por el pasado inmediato, en lo que podría-
mos llamar una especie de fauvismo
sonoro. Atraídos por la transgresión y la
ironía, en sus obras hay rasgos de Dada-
ísmo musical; esteticistas y al tiempo afi-
nes al concepto de la democratización del
arte, también puede hablarse de Art Nou-
veau aplicado a la composición.
Tailleferre se casó en 1925 con el dibu-
jante y caricaturista Ralph Barton, con el
que se fue a vivir a Nueva York. Allí conoce
a Charles Chaplin, quien tras escuchar su
Concertino para arpa y orquesta desea que
El perseguidor 7
Coordinación: Pompeyo Pérez
colaboren algún proyecto –más adelante,
con la aparición del cine sonoro, Chaplin
volverá a intentar que trabajen juntos,
pero no fue posible por distintos motivos-.
Barton, pese a su prestigio entre la intelli-
gentsia norteamericana y a gozar de una
carrera de éxito, se sintió celoso de la cre-
ciente importancia profesional de ella, for-
zándola a alejarse de los círculos artísticos
neoyorquinos y a volver junto a él a París.
No fue suficiente, el dibujante cayó en una
profunda depresión y se divorciaron en
1927. Barton volvió a Estados Unidos y se
suicidó algún tiempo después. Su segundo
marido, el reputado jurista francés Jean
Lageat –con quien se casó en 1932, un año
después de haber tenido una hija con él-,
tampoco se sintió cómodo ante las demos-
traciones de talento de su esposa. Confir-
mada la imposibilidad de convertirla en
un ama de casa convencional, la pareja
Nacida en la afueras quedó rota y abocada a una convivencia
infeliz, aunque formalmente tardaron bas-
de París, decidió tantes años en divorciarse. Estarás de
acuerdo conmigo, Teófilo, en que las reac-
eliminar su primer ciones de algunos hombres frente a las
mujeres brillantes -¿Acaso la inteligencia
nombre y cambiar de no es un estímulo erótico?- resultan muy
poco reconfortantes.
apellido tras romper El catálogo de obras de Tailleferre es
con su padre, quien amplio y abarca todos los géneros (escri-
bió música orquestal y de cámara, con-
quería prohibirle ciertos, ballets, óperas, música religiosa y
bandas sonoras). Su vida plena en expe-
seguir una carrera riencias también aportó cierto caos poste-
rior a la hora de localizar y catalogar sus
musical. La partituras; algunas –y de importancia-
parecen perdidas sin remedio.Aún no ha
modificación del desaparecido del todo una fuerte tenden-
cia a recordarla exclusivamente como “la
apellido tuvo un chica del Grupo de Los Seis” (aunque con-
tinuó componiendo hasta su muerte a los
carácter fuertemente noventa y un años) y como autora de
“música amable, elegante y femenina” -
simbólico, sustituyó ¿Se puede medir el grado de necedad de
alguien a partir del uso de conceptos como
la doble “s” por una el de “música femenina”?-. De todos
doble “r” -la letra modos, mi indolente optimismo natural
me hace pensar que ese tipo de actitudes
inmediatamente se atenúa con el tiempo.
Vuelvo al piano, Teófilo, a leer de nuevo
anterior en el alguna de las piezas de las que te hablé.
Me sedujo una en particular, Valse Lente,
alfabeto- para que publicó muy joven. No sé por qué me
hace recordar con nostalgia algo que
demostrar que ella nunca viví, las noches de copas e ilusiones
sobre el futuro que Tailleferre disfrutó tan-
iba por delante de ese tas veces en alguna de las mesas de El buey
sobre el tejado.
prejuicio absurdo
8 El perseguidor Sábado, 23
de octubre de 2010

ANUNCIO DE LA SERIE RUBICON.

El gran salto pues, de Rubicon. O para ser

CARLOS CRUZ
La valentía, el riesgo, la
necesidad de ir más allá se les
presupone a los héroes de cada
momento histórico.
Supongamos que ya no quedan
héroes a la altura de siglo en el
que nos encontramos. No en la
realidad, claro. Sólo quedan en
la ficción.
De eso Hollywood sabe mucho.
Pero esta vez no vamos a
hablar de esos héroes que no
son de carne y hueso, que
están hechos con cromas y
efectos digitales. Hablemos,
más exactos de los creadores
de esa serie que en la
actualidad emite en España
Canal+ pero que usted,
querido lector, se puede
descargar donde usted ya sabe.
Y digo de hablar de los
creadores porque ahí tienen
ustedes a los valientes de
comienzos de esta nueva era.
¿Por qué?
Poco a poco lo entenderán y es
que conspirar --sí, en la ficción-
- con la idea de que ciertos
grupúsculos del propio
Gobierno norteamericano
trafican con información,
terror y dinero es de valientes
(recordemos que produce una
televisión norteamericana).
Más me impresiona que por
mucho que bucee en las webs
de los periódicos
norteamericanos ninguno se
haga eco de semejante teoría,
propia de aquellos segundos
momentos después del 11-S
(recordar aquí Fahrenheit 9/11
de Michael Moore o El mundo
según Bush del francés William
Karel) donde se hablaba que
dentro del propio Gobierno
Bush se veía con “buenos ojos”
un ataque como el de las
Torres Gemelas o que se
aprovechara el momento para
señalar a Saddam Hussein
como responsable de los
mismos.
Y es que como diría Gene
Hackman en El Último Golpe, la
película del gran dramaturgo
David Mamet: “Sí, el amor
mueve el mundo, el amor por el
dinero”. Todos sabemos que el
petróleo y su control, o más
bien el control sobre su precio,
es lo que hay detrás de muchos
movimientos de la política
internacional norteamericana.
Y es que tiene mucho mérito
adentrarse por este sendero en
plena etapa de radicalización
de la derecha estadounidense
liderados por los fanáticos del
Tea Party que lidera la
“glamourosa” Sarah Palin
empeñados en la
demonización de un todavía
vacilante Barack Obama.
Después de muchos años,
Rubicon, nieta de JFK y de
Todos los Hombres del
Presidente, otro producto
norteamericano vuelve a dar el
gran salto. Enhorabuena a
todos.

EL PIE DE LA LETRA / Alfonso González Jerez

XXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXX
E
n un artículo el espléndido
escritor senegalés Boubakar
Boris Diop señala, con una iro-
nía bastante irritada, que la
imagen neocolonial de África
continúa repitiendo estereotipos imbéci-
les que no solo representan una grotesca
falsedad, sino también una forma de opre-
sión simbólica. “No sé cómo explicar”,
viene a decir, “que la mayoría de los afri-
canos no tratan con elefantes, ni persi-
guen ni son perseguidos por rinocerontes,
ni agitan sus lanzas vibrantes en las verdes
praderas”. Por el momento la reivindica-
ción de Boubakar es inoma a copos de
avena de taller literario de Yale. Pero
muestran inmejorablemente el creciente
universo ficcional de una de las escritoras
anglófonas más inteligentes y talentosas
de la actualidad.