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AUTOBIOGRAFIA

Mis padres se conocieron hace 28 años cuando aun eran muy jóvenes, ambos
vivían en una vereda rural. Con lindos paisajes, rodeados de la naturaleza junto
a mis abuelos. Álvaro cortes Mi papa había pasado por una infancia llena de
trabajos y perseverancia ya que mi abuelo abandono a mi abuela con 9 hijos.
Tanto mi papa como sus hermanos trabajaron muy duro para poder vivir
cómodamente. Mi mama aminta Ospina, fue una niña muy consentida por mi
abuelo, por ser la más pequeña de la casa, “de cuatro hermanos”. Mi papa no
pudo terminar su colegiatura, pero nunca dejo de ser el mejor en cuanto labor
emprendía. Mi mama fue enviada a estudiar a Ibagué junto con sus hermanas
a un internado, “la presentación” terminando sus estudios; ella siempre muy
estudiosa.

Se conocieron mientras mi papa vendía un “extraño animal” eso dice mi madre,


un perezoso. Mi papa estaba interesado en que ella se lo comprara; a ella en
cambio le pareció un joven bastante carismático, parecía que no podía dejar de
hablar. Después de este encuentro no se volvieron a cruzar por el camino. Los
meses pasaron y un día en una “velada”: fiesta formal a la que le llamaban así.
Sus miradas se encontraron, inmediatamente se reconocieron. Mi papa con
gran valor le acercó la mano invitándola a bailar, ella con un poco de vergüenza
acepto. Mientras bailaban él le pregunto si tenía novio, ella como siempre muy
seria y orgullosa le dijo; si, pero que vivía lejos y poco se veían. Posteriormente
se dio a la tarea de saber más de esta hermosa mujer, terminando así
asistiendo a un grupo, para ganarse a mi abuelo y que este le diera su
aprobación para visitarla. Poco a poco el amor surgió entre caminos de tierra,
arena y piedra. Cada noche en que mi padre los recorría para llegar a su
destino; el amor de mi mama.

Un día decidieron casarse y formar un hogar, al poco tiempo mi mama fue


trasladada a trabajar al hospital de melgar como enfermera, mi papa como
siempre la apoyo. Decidiendo ambos que este sería el lugar para formar
nuestra familia. Mis padres habían intentado quedar embarazados pero mi
mama, por el estrés del trabajo perdía los embarazos. Así pasaron unos años,
en navidad mi papa, pasando por los almacenes veía los juguetes deseando el
momento, de poder comprarlos para su primer bebe. Gracias a un tratamiento
logran por fin después de muchas ilusiones perdidas concebirme.
A los ocho meses de gestación, una espina incrustada en la garganta de mi
mama, causa que los médicos preparen una cesare para darme a luz, el 14 de
febrero de 1989 a las tres de la tarde, el día de san Valentín “el día los
enamorados”.

Mi padre esperando en la sala de espera, afanoso y nervioso anhelaba el


momento de tenerme entre sus brazos y conocer a la personita que le robo el
corazón. Tan pronto vi la luz fui llevada a aguzar los sentidos en mi papa para
siempre, el rápidamente me desvistió mirando si me encontraba en las mejores
condiciones físicas y posteriormente a acunarme entre sus brazos, encontró lo
que siempre soñó una hermosa niña. Pasaron los años y paso a paso fui
creciendo entre los arrullos de mi papa y las palabras de optimismo y valentía
de mi mama. Mis abuelos siempre dispuestos a consentirme y a jugar conmigo
llenaron los días de alegrías y sueños a realizar. Recuerdo muy bien, las
vacaciones en las que visitábamos a mi abuelo, el con todo la calma dejaba
cualquier labor en la finca para compartir juntos, se sentaba con tanta
tranquilidad y seguridad en su silla, mientras yo, casi hipnotizada por sus
palabras me mecía en una cómoda y divertida hamaca. escuchaba
atentamente cada una de las historias que narraba; tanta fuerza y pasión en
sus aventuras de juventud, y las misteriosas historias de brujas y leyendas del
sur del Tolima, me trasportaban al mundo de sus relatos, terminando erizada
de miedo y asombro, mientras que el con una preciosa sonrisa me despertaba
a la realidad. El calor insoportable que caía en la tierra parecía nada importante
ante la imagen de ese contador de historias que hoy y siempre recuerdo con
gran admiración. Como olvidar la finca en la que la naturaleza hacia parte de
las alas de mi imaginación, siempre me soñaba en una gran excursión, en los
lugares más extraños e imaginados por el hombre. La cocina fue siempre el
lugar primordial, en que nos reuníamos todos como familia a preparar
deliciosos platos, típicos de la gastronomía tolimense. Diciembre era tan
maravilloso; tíos, primos, abuelos, papá y mama, realizaban todo un festín. La
pólvora, la música y la comida nunca faltaban. Los niños nos encargábamos de
armar el pesebre. En la mañana del 23 de diciembre todos despertábamos
alegres con música decembrina; para realizar los preparativos del 24. Las
mujeres se encargaban de hacer los tamales, los hombres a preparar la
lechona y a nosotros nos sentaban en un palo caído a desplumar las gallinas
para los tamales, al terminar dedicábamos a jugar y a preguntarnos que nos
traería el niño dios ese año. Al caer la noche todos nos sentábamos en los
escaños dispuestos a escuchar en silencio la historia de nuestros antepasados
como habían navegado hasta América, cruzado las montañas; para por fin
asentarse en el Tolima.

En esos años lo único que recuerdo era los días de jugo y diversión. Mi mama
por su trabajo, viajaba constantemente a talleres, especializaciones, a veces la
extrañaba, mi papa dejo de trabajar para cuidarme el siempre estuvo ahí;
cocinábamos juntos cumpliaños filiz “tortas caseras”, salíamos a visitar a los
abuelitos o nos acostábamos en la cama a ver películas y yo a tomar tetero.

Cuando tenía 6 años, mis padres me relataron, que mi nombre era porque en
ese entonces había salió un perfume finísimo que se llamaba leidy y el
yohanna solo les pareció que sonaban bien juntos. Cuando mi mama llegaba
de viaje recuerdo que llegaba con regalos y dulces, ese día era para los tres.
Ambos me castigaban cuando era necesario, los límites eran acordados entre
ellos dos, mi mama siempre comenta que el control de esfínteres fue lo más
fácil, yo misma decidí que quería ir al baño como los grandes. Cuando tenía
preguntas mi papa y mi mama eran muy claros y seguros en sus respuestas.
Aun hoy les sigo preguntando muchas cosas. Siempre he imite a ambos, a mi
mama en la responsabilidad y la dedicación por el trabajo, a mi papa en el
amor y la comprensión y su buena mano para la cocina.

Nunca escuche maltrato en las palabras de mis padres, aun cuando estuviesen
enojados entre ellos, cuando discutían hablaban de cómo lo arreglarían y su
descontento por la situación pero jamás una palabra ofensiva, creo que en ellos
siempre el respeto ha sido lo más importante. Me gustaba jugar a ser una
heroína, inteligente y extraordinaria, siempre en busca de la justicia. El primer
día de clases estaba tan feliz quería ser muy inteligente saberlo todo ser la
mejor. Mi escolaridad fue muy bonita el olor a los cuadernos nuevos y el
borrador impecable me trae gratos recuerdo, mis profesores y la admiración
que tenia por su conocimiento era lo mejor, mis compañeros eran muy
agradables y no la pasábamos jugando, tanto que llegaba a la casa muy sucia,
pobre mi mama, aunque ella nunca me dijo nada malo por llegar así. Me
encantaba sociales, ciencias y el castellano cuando la profesora nos narraba
cuentos, siempre me gusto todo el conocimiento y el deseo de asombrarme por
lo que desconocía siempre ha sido mi mayor sueño.

En la adolescencia el colegio fue complicado mis compañeras eran muy


odiosas y mentirosas, nunca me lleve bien con ninguno de mis compañeros del
colegio siempre me parecieron tontos, el colegio no les importaba a menos que
fuese para divertirse a costa de los demás. No me gustaba relacionarme con
ellos ya no sentía que aportaran grandes cosas en mi vida, me refugié en los
libros en la cocina “me encanta cocinar” eso se lo debo a mi padre. Cuando
cumplí dieciséis tuve mi primer novio, un joven muy bueno con un poco de
resentimiento que poco a poco se iría. Pasaron los años termine el colegio y
decidí que quería ir a la universidad, quería ser educadora así como mis
profesores que tanto admire, la lectura siempre fue mi fuerte y por eso
actualmente estudio lengua castellana, quiero ser una muy buena docente y mi
conocimiento compartirlo, trasmitiendo mi deseo por el conocimiento a mis
alumnos. Aun sigo enamorada de mi primer novio, después de cinco años
juntos, deseamos terminar nuestras carreas y dedicarnos a nuestras
respectivas profesiones. Tenemos una muy buena relación basada en el amor,
comprensión y respeto por nuestra individualidad. Quiero desempeñarme muy
bien en mi profesión y construir un hogar solido y bello como el que mis padres
me han brindado.

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