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Una simple vida

Deslizándome sobre algas de tangible naturaleza,

He llegado a una ciudad en donde las sombras se transforman en metáforas,

Llevándome al sosiego tibias siluetas sin alma,

Hablándome al oído con agudo silencio, labios quemados me seducen al espiral.

He quedado inmóvil tras el peso de mis pasos,

Cómo logré verdad para calmar esta ansiedad?,

Renunciando entre las rocas, ocultando entre mis manos mi existencia.

He visto mis ojos sangrados, caminando como sombra entre el velo y la realidad,

Hipnotizado por el putrefacto hedor que emana de sus lenguas,

El olor a tierra mojada me persigue. No encontrando horizonte he caído.

¿En donde están las almas en pena?,

Aquí no hay nadie, tan solo yo engendrando esta voz interna que llamamos
conciencia.

¿Cómo puede alguien anhelar el caos?,

Mientras que algunos pocos desafortunados viven y mueren en el.


Estoy en un purgatorio, sin ventanas paredes ni puertas,

El silencio insoportable aguza mis sentidos,

He imaginado voces; susurran cautas sin saber mi presencia.

Siento su sabor a hiel esfumándose en mi boca,

Su Reflejo en el mundo de las sombras se desgarra,

Terminando así en “el Pozo de la Eternidad” fuente de magia,

Con energías incandescentes, que provienen de más allá de los confines del mundo.

Fuente de vida, que con el tiempo me dio poder e inmortalidad,

Sosteniendo en el regazó el palacio a orillas del “el pozo de la eternidad”.

Una extraña palidez corrompió mi rostro,

Terminando al cabo del tiempo; siendo una extensión de mis brazos,

Destruyendo así las bases del mundo.

Dispuesto a vencer o morir en esta tormenta eterna,

Que jamás cesaría, derramando en el frasco las aguas del lago,

Hacia nuevas tierras para construir un nuevo hogar.

He quedado inmóvil tras el peso de mis pasos, he caído intentando escapar del dolor
que corrompe mi alma, estoy exhausta ya mi aliento se extingue.

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