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INTRODUCCION

A una década de haber ingresado al tercer milenio, podemos estar


convencidos que la forma de “ser” la Iglesia del Señor y la formación
del Liderazgo no puede ser la misma.
Nos encontramos en una sociedad donde lo único permanente es el
cambio, donde la globalización pretende “uniformarnos” a todos con
su cultura y esto con el revolucionario apoyo de la Tecnología de la
información y el conocimiento, TIC`s que nos presenta información
de todo tipo en tiempo real alterando nuestra forma de vivir.

Ante tal desafió, surge la necesidad de direccionar nuestra forma de


convivir en esta sociedad de manera efectiva, de tal manera que,
podamos cumplir adecuadamente con los propósitos de Dios y la
construcción de Su reino.

Dios está interesado en redimir a toda Su creación, siendo su iglesia


el vehículo escogido para llevar a cabo sus propósitos en este tiempo.
Por ello, estamos convencidos que se hace necesario el Desarrollo de
un nuevo perfil del liderazgo.

A.- COMO SE HA ESTADO TRABAJANDO


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En los últimos 50 años, en la mayoría de las iglesias se ha
realizado una vida cristiana o una forma de discipulado de
acuerdo al siguiente gráfico:

Introducción

Las personas “nuevas” que llegan a la iglesia por diversos


medios (invitación de un familiar o amigo, campañas
evangelísticas o sanidades, etc) han sido rescatadas de la vida
mundana a fin de que con el conocimiento bíblico y cuidado
puedan adquirir un mejor estilo de vida. Luego de ser cuidado y
restaurado, además de haber ampliado su número de amigos
en la iglesia y disminuido los del “mundo”, entonces “sirve” en
un trabajo voluntario (área ministerial) y en el tiempo restante
que le queda trata de hacer un poco de impacto al “mundo”,
lugar de donde salió y que ya le es desconocido.
La Iglesia vive de espaldas a la sociedad (mundo) al que tienen
que impactar, vive en su cuatro paredes trabajando para “SI
MISMA”. Este modelo de hacer vida cristiana no forma una
conciencia de misión y menos de formar líderes trascendentes
hacia la sociedad.

B.- COMO DIOS QUIERE QUE LO REALICEMOS

Sin embargo Dios tiene una idea, la mejor. Reordenando el


gráfico tenemos lo siguiente:

Observamos que las actividades de la Iglesia no se concentran


“A SI MISMA”, sino en como trabajamos unidos para realizar
la misión de Dios hacia el sociedad para su gloria. El objetivo
es como capacitamos al creyente, a partir de sus
capacidades que Dios le ha otorgado, para que sea
efectivo en el cumplimiento de la misión en la sociedad.

LO QUE QUEREMOS LOGRAR


Capacitar al liderazgo emergente para el cumplimiento de su misión.
Los candidatos para el liderazgo, no deben actuar como “asistentes o
secretarios” a fin de obtener algunos beneficios de quienes lo
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lideran, sino que deben ser desarrollados en las áreas del Saber,
Hacer y Ser (SHS) que le corresponde según el plan de Dios. Esto es
la responsabilidad de sus respectivos líderes.

La función de un líder se resume sencillamente en identificar las


capacidades que Dios les ha dado a sus “discípulos” y orientarlos
hacia una tarea específica en la sociedad a fin de cumplir la misión
de Dios.

Cuando estos “discípulos” actúan según sus capacidades (el que Dios
les dio), no trabajarán por fuerza propia, sino que el Espíritu de Dios
actúa a través de ellos. De esta manera, “discípulos” completamente
normales pueden tener un rendimiento extraordinario.

Normalmente las Iglesias (sus líderes) tienden a concebir y planear


ellos mismos los servicios y actividades que deberán realizar sus
“discípulos” para lo cual realizan una convocatoria para que
“voluntariamente” lo lleven a cabo. Si no lo encuentran fácilmente,
ejercerán mayor o menor presión para promover las decisiones. Las
tareas ya fijadas se convertirán en puntos inamovibles a los cuales
hay que amoldarse.

Creemos que todo creyente es capaz de cumplir la Gran Comisión, la


misión de Dios, no necesariamente como “evangelista”,”pastor”,
“maestro”..etc., sino como abogado, ingeniero, comerciante,
empresario, vendedor, gerente, policía, etc poniendo a disposición
sus dones y talentos específicos para tal fin.
La Iglesia en misión, pone sus dones, talentos y habilidades al servicio
de la Visión del Reino de Dios que nace en el corazón de Dios, la
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misma que Cristo vino a anunciar como buenas nuevas.

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