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Ernest Nagel — La estructura de la ciencia Paidos Surcos 22 Titulo original: The Structure of Science Publicado en inglés por Harcourt, Brace & World, Inc., Nueva York. Traduccién de Néstor Miguez Supervisién de Gregorio Klimovsky Cubierta de Mario Eskenazi I* reimpresion en Espaita, 1981 3* reimpresion en Espaiia, 1991 I* edicion en la coleccién Surcos, 2006 ‘Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduceién total ‘9 parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informitico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo publicos, © 1961 by Harcourt, Brace & World, Inc. © de la traduccién, Néstor Miguez © 2006 de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubj, 92 - 08021 Barcelona hutp://w-ww.paidos.com ISBN: 84-493-1870-X Depésito legal: B-2.600/2006 Impreso en Litografia Rosés, 5. A. Energfa, 11-27 - 08850 Gavd (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO Prefacio...... i I. Laciencia y el sentido comin ......... 17 IL. Modelos de explicacién cientifica . 35 1. Ejemplos de explicacién cientifica, 35 2. Cuatro tipos de explicacién . . . 41 3. ¢Explican las ciencias? 48 I. ET Oded deductivo de explicacion. .... 31 1. Explicaciones de sucesos particulares. . . 52 2. La explicacion de leyes. 56 3. La generalidad en las explicacione : 61 4 Requisitos epistémicos de Tas explicaciones, 67 IV. El caracter légico de las leyes cientificas 75 1 Cieisaiat accidental ¥ universalidad némica... 77 on Idgicamente necesarias las leye: - 82 3. La naturaleza de la univer: 7 4, Universales contrafdcticos . . . . . 102 5. Leyescausales.......... 109 V. Las leyes experimentales y las teorfas ..... 117 1. Fundamento de la distinci6n. .. 2... 119 2. Tres componentes importantes de las teorfas. 131 3. Reglas de correspondencia » 140 VI. El estatus cognoscitivo de las teorias tae . 151 1. El papel de la analogia. 2.2. ........ 152 2, La concepcién descriptivista de las teorfas . 166 3, La concepcién instrumentalista de las teorias 181 4, La concepcién realista de las teorias + 196 VIL. Las explicaciones mecdnicas y la ciencia de la mecdnica . 211 1. gQué es una explicacién mecénica?. ... 2.2.00. 211 2. El estatus légico de la ciencia de la mecdnica. .... . 238 7 PREFACIO Como arte institucionalizado de la investigacidn, la ciencia ha dado frutos variados. Sus productos habitualmente mis publicitados. son, sin duda, las conquistas tecnolégicas que han transformado las. formas tradicionales de la economia humana a un ritmo acelerado. También es responsable de muchas otras cosas que en la actualidad no atraen la atencién publica, pero algunas de las cuales han sido y continian siendo valoradas, con frecuencia, como los frutos mas preciados de la empresa cientifica. Las principales de ellas son: el lo- gro de un conocimiento teérico general concerniente a las condicio- nes fundamentales que determinan la aparicién de diversos tipos de sucesos y procesos; la emancipaci6n de la mente del hombre de las su- persticiones antiguas, en las cuales se basan a menudo las costum- bres barbaras y los temores opresivos; el socavamiento de los fun- damentos intelectuales de los dogmas morales y religiosos, con el debilitamiento concomitante de la cubierta protectora que suminis- tra la dura corteza de los habitos irracionales al mantenimiento de las injusticias sociales; y, en un plano de mayor generalidad, el gra- dual desarrollo, entre un ntimero cada vez mayor de personas, de un temperamento intelectual inquisitivo frente a las creencias tradicio- nales, desarrollo frecuentemente acompafiado por la adopeién, en dominios anteriormente inaccesibles al pensamiento critico siste- miatico, de métodos légicos para juzgar, sobre la base de datos de ob- servacién confiables, los méritos de suposiciones alternativas concer- nientes a cuestiones de hecho 0 al curso de accién mas adecuado, A pesar de la brevedad de esta lista parcial, basta para poner en. evidencia Ja medida en que la empresa cientifica ha contribuido a la articulacion y a la realizacion de aspiraciones asociadas generalmen- tea la idea de una civilizaci6n liberal. Sdlo por esta raz6n, no es sor- prendente que la ciencia, como medio para obtener un dominio inte- lectual y practico competente sobre los sucesos, constituya un objeto 1 perenne de atento estudio. Sea como fuere, el testimonio de la refle- xin sobre la naturaleza de la investigacién cientifica y sobre su sig- nificacién para la vida humana se remonta a los comienzos de la ciencia tedrica en la Antigiiedad griega, y hay pocas figuras notables de la historia de la filosoffa occidental que no hayan concedido una seria atencién a los problemas planteados por la ciencia de su tiempo. En consecuencia, aunque el uso de la expresidn «filosofia de la ciencia» como nombre para una rama especial de estudio sea relati- vamente reciente, dicho nombre designa investigaciones que no pre- sentan solucién de continuidad con las que se han realizado durante siglos bajo denominaciones pertenecientes a las divisiones tradicio- nales de la filosofia tales como «légica», «teoria del conocimiento», «metafisica» y . Sin duda, las ciencias son cuerpos de conocimiento organizados y en todas ellas la clasificacién de sus materiales en tipos o géneros significativos (como en biologia la clasificacion de los seres vivos en especies) es una tarea indispensable. No obstante, es evidente que la formula propuesta no traduce adecuadamente las diferencias carac- teristicas entre la ciencia y el sentido comin. Las notas de un confe- renciante acerca de sus viajes por Africa pueden estar muy bien or- ganizadas para los propésitos de comunicar cierta informacién de manera interesante y efectiva, lo cual no convierte a esta informa- cidn en lo que histéricamente ha sido llamado una ciencia, El catilo- go de un bibliotecario es una valiosisima clasificacién de los libros, 19 pero nadie que conozca el significado histéricamente asociado a la palabra diria que el catalogo es una ciencia. La dificultad obvia con- siste en que la formula Propuesta no esp ecifica qué tipo de organiza- cidén o clasificacién es caracteristico de las ciencias. Por consiguiente, pasemos a esta ultima cuestién. Un rasgo des- tacado de gran cantidad de informacién adquirida en el curso de la experiencia corriente es que, si bien esta informacién puede ser sufi- cientemente exacta dentro de ciertos lmites, raramente esta acom- Ppajiada de una explicacién acerca de por qué los hechos son como se los presenta. Asi, las sociedades que han descubierto el uso de la rue- da habitualmente no saben nada acerca de las fuerzas de friccién ni acerca de las razones por las cuales las mercancias transportadas so- bre vehiculos con ruedas son mucho més faciles de trasladar que otras arrastradas por el suelo, Muchos pueblos conocen la conve- niencia de abonar sus campos, pero sélo unos pocos se han preocu- pado por las razones de ello. Las propiedades medicinales de hierbas como la dedalera son conacidas desde hace siglos, aunque no se ha dado de ellas ninguna explicacién de sus benéficas virtudes. Ademds, cuando el «sentido comtin» trata de dar explicaciones de los hechos —por ejemplo, cuando se explica la accién de la dedalera como esti- mulante cardiaco por la semejanza de forma entre la flor de esa plan- ta y el corazén humano—, con frecuencia las explicaciones carecen de pruebas eriticas de su vinculacién con los hechos. A menudo, se puede aplicar al sentido comtin el famoso consejo que lord Mans- field dio al gobernador, recientemente designado, de una colonia, quien no era versado en leyes: «No hay ninguna dificultad para dic- tar sentencia en un juicio: sdlo hay que ofr a ambas partes paciente- mente, luego reflexionar sobre lo que la justicia exige y, por tltimo, decidir de acuerdo con esto; pero nunca dé las razones de su fallo, pues probablemente su juicio sera correcto, pero con seguridad sus razones seran erradas». Es el deseo de hallar explicaciones que sean al mismo tiempo sis- teméticas y controlables por elementos de juicio facticos lo que da origen a la ciencia; y es la organizacion y la clasificacion del conoci- miento sobre la base de principios explicativos lo que constituye el objetivo distintivo de las ciencias. Mas especificamente, las ciencias tratan de descubrir y formular en términos generales las condiciones en las cuales ocurren sucesos de diverso tipo, y las explicaciones son los enunciados de tales condiciones determinantes. Sélo es posible 20 lograr este objetivo distinguiendo 0 aislando ciertas propiedades en el tema estudiado y discerniendo los esquemas de dependencia reite- rados que vinculan esas propiedades unas con otras. En consecuen- cia, cuando la investigacién es exitosa, proposiciones que hasta ese momento parecfan totalmente desconectadas resultan vinculadas entre si de determinadas maneras en virtud del lugar que ocupan dentro de un sistema de explicaciones. En algunos casos, es posible dar notable extensién a la investigacion. Puede ser que se descubran esquemas de relaciones que abarcan gran cantidad de hechos, de modo que con la ayuda de un pequefio ntimero de principios expli- cativos pueda demostrarse que un nimero indefinidamente grande de proposiciones acerca de tales hechos constituye un cuerpo de co- nocimiento Iégicamente unificado. La unificacién a veces toma la forma de un sistema deductivo, como en el caso de la geometria de- ductiva o de la ciencia de la mecdnica, Asi, bastan unos pocos prin- cipios, como los formulados por Newton, para demostrar que estan fatimamente relacionadas proposiciones concernientes al movimien- to de la Luna, las mareas, las trayectorias de proyectiles y el ascenso de liquidos en tubos delgados, y que es posible deducir rigurosamente todas estas proposiciones a partir de esos principios junto con algu- nas suposiciones especiales relativas a hechos. De este modo, se ob- tiene una explicacion sistematica de los diversos fendmenos que in- forman las proposiciones deducidas légicamente. No todas las ciencias existentes presentan el cuadro altamente in- tegrado de explicacin sistematica que ofrece la ciencia de la mecini- ca, aunque en muchas de las ciencias —en los dominios de la inves- tigacidn social y en las diversas disciplinas de la ciencia natural— la idea de tal sistematizacién Idgica rigurosa contintia siendo un ideal. Pero aun en esas ramas de la investigacion especializada en la cual no se persigue este ideal, como en buena parte de la investigacién histé- rica, est4 siempre presente, por lo general, el objetivo de hallar expli- caciones de los hechos. Los hombres quieren saber por qué las trece colonias americanas se rebelaron contra Gran Bretafia mientras que Canada no lo hizo, por qué los antiguos griegos lograron rechazar a los persas pero sucumbieron ante los ejércitos romanos o por qué la actividad urbana y comercial aumenté en la Europa medieval duran- te el siglo x y no antes. Explicar, establecer cierta relacién de depen- dencia entre proposiciones aparentemente desvinculadas, poner de manifiesto sistematicamente conexiones entre temas de informacién 21 variados: tales son las caracteristicas distintivas de la investigacién cientffica. 2. Hay otras diferencias entre el sentido comin y el conocimien- to cientifico que son consecuencias casi directas del caracter siste- miatico de este ultimo. Una caracteristica bien conocida del sentido comtin es que, si bien el conocimiento que pretende poseer puede ser exacto, raramente es consciente de los limites dentro de los cua- les sus creencias son validas o sus practicas exitosas. Una comunidad que actiie de acuerdo con la regla de que el uso intensivo del abono conserva la fertilidad del suelo puede, en muchos casos, continuar con su tipo de agricultura exitosamente. Pero también puede seguir la regla ciegamente, a pesar del manifiesto empobrecimiento del sue- lo, y, por lo tanto, puede hallarse desvalida frente a un problema cri- tico de suministro de alimentos. En cambio, cuando se comprenden las razones de la eficacia del abono como fertilizante, de modo que se vincula la regla en cuestién con principios bioldgicos y con la qui- mica del suelo, se toma conciencia de que dicha regla sélo es de va- lidez restringida, pues se comprende que la eficiencia del abono depende de la persistencia de condiciones que el sentido comin, generalmente, desconoce. Pocos negarian su admiracién a la tenaz independencia de esos granjeros que, sin mmicha educacién académi- ca, estén provistos de una variedad casi infinita de habilidades y de informaciones correctas en cuestiones que afectan a su medio am- biente inmediato. Sin embargo, la tradicional riqueza de recursos del granjero se halla estrechamente circunscrita: a menudo es ineficaz cuando se produce alguna ruptura en la continuidad de su érbita co- tidiana, pues por lo comin sus habilidades son el producto de la tra- dicién y de habitos rutinarios, y no tienen el sostén que da la com- prensién de las razones de su éxito. Hablando en términos més generales, el conocimiento de sentido comiin es sumamente adecua- do en situaciones en las que cierto ntimero de factores permanecen practicamente inalterados. Pero, puesto que habitualmente no se re- conoce que esta adecuacion depende de la constancia de tales facto- res —en realidad, quizds hasta se ignore la existencia misma de los factores pertinentes—, el conocimiento de sentido comtin es incom- pleto. El objetivo de la ciencia sistematica es eliminar este defecto, aunque sea un objetivo que, con frecuencia, sdlo se alcanza parcial- mente. 22 Las ciencias, pues, introducen refinamientos en las concepciones comunes mediante el mismo proceso de poner de manifiesto las co- nexiones sistematicas de proposiciones relativas a cuestiones de cono- cimiento comin. De este moda, no sélo se muestra que las prdcticas comunes son explicables sobre la base de principios que formulan re- laciones entre puntos diversos concernientes a vastos dominios de hechos, sino que también estos principios suministran indicaciones para alterar y corregir los modos habituales de conducta, para hacer- los mas efectivos en las situaciones familiares y mas adaptables a las nuevas, Esto no significa, sin embargo, que las creencias comunes sean necesariamente erréneas, ni siquiera que sean intrinsecamente mis susceptibles de cambio bajo la presidn de la experiencia que las proposiciones cientificas. En realidad, la antigua y firme estabilidad de las convicciones del sentido comtin, como la de que las bellotas no se convierten en robles durante la noche 0 la de que el agua se solidi- fica si se la enfria lo suficiente, pueden resistir muy bien la compara- cién con la breve vida de muchas teorias de la ciencia. E] punto esen- cial que cabe destacar es que, como el sentido comtin muestra poco interés en explicar sistemdticamente los hechos que observa, no se preocupa seriamente por el ambito de aplicacién valida de sus creen- cias, si bien, de hecho, tal ambito se halla estrechamente circunscrito. 3. La facilidad con que el hombre comuin y el hombre de nego- cios sostienen creencias incompatibles y hasta contradictorias ha sido objeto, a menudo, de comentarios irdnicos, Asi, los hombres a veces sostendrn la necesidad de aumentar radicalmente la cantidad de dinero pero exigirdn, al mismo tiempo, un circulante estable. Exi- giran el pago de la deuda externa y también adoptaran medidas para impedir la importacién de articulos extranjeros; y emitiran juicios contradictorios sobre los efectos de los alimentos que consumen, so- bre el tamafio de los cuerpos que ven, sobre la temperatura de los li- quidos y sobre la violencia de los ruidos. Tales juicios contradicto- rios son, a menudo, el resultado de una preocupacién casi exclusiva por las consecuencias y las caracteristicas inmediatas de los sucesos observados. Mucho de lo que pasa por conocimiento de sentido co- miin se refiere a los efectos que tienen cosas corrientes sobre cuestio- nes que los hombres valoran; las relaciones entre los sucesos, inde- pendientemente de su gravitacién sobre las preocupaciones humanas especificas, no son observadas y exploradas sistemdticamente. 23 La aparicién de juicios antagénicos es uno de los estimulos para el desarrollo de la ciencia. Al introducir una explicacién sistematica de los hechos, al discernir las condiciones y las consecuencias de los sucesos y al poner de manifiesto las relaciones ldgicas entre las pro- posiciones, la ciencia ataca las fuentes mismas de tales antagonismos. En realidad, un gran ntimero de hombres extraordinariamente capa- ces ha rastreado las consecuencias ldégicas de los principios basicos en diversas ciencias; y un ntimero atin mayor de investigadores ha comparado repetidamente tales consecuencias con otras proposicio- nes obtenidas como resultado de la observacion critica y el experi- mento. No hay ninguna garantia total de que, a pesar de estos cuida- dos, hayan sido climinadas de estas ciencias contradicciones serias. Por el contrario, las suposiciones incompatibles entre si sirven a ve- ces como base para las investigaciones en diferentes ramas de la mis- ma ciencia. Por ejemplo, en ciertas partes de la fisica, se suponia en un tiempo que los dtomos son cuerpos perfectamente elésticos, mientras que en otras ramas de la fisica no se atribuia a los atomos la elasticidad perfecta. Sin embargo, tales contradicciones a veces sdlo son aparentes, y la sensacién de inconsistencia surge de no com- prender que se emplean suposiciones diferentes para la solucién de clases de problemas muy diferentes. Ademas, aun cuando las con- tradicciones sean genuinas, a menudo sdlo son temporales, puesto que es menester emplear suposiciones incompatibles sélo porque atin no se ha elaborado una teoria ldgicamente coherente que cumpla las complejas funciones para las cuales fueron introducidas original- mente tales suposiciones. En todo caso, las flagrantes contradiccio- nes que caracterizan con tanta frecuencia a las creencias comunes se hallan ausentes de esas ciencias en las cuales ha avanzado considera- blemente la biisqueda de sistemas unificados de explicacién. 4, Como ya se ha observado, muchas creencias cotidianas han sobrevivido durante siglos, a diferencia de la vida relativamente cor- ta que tienen a menudo las conclusiones de diversas ramas de la cien- cia moderna. Debemos llamar la atencién sobre una razén parcial de este hecho. Examinemos un ejemplo de creencia de sentido comin, como la de que el agua se solidifica cuando se la enfria lo suficiente, y preguntémonos qué significan los términos «agua» y «suficientes en esta afirmacién. Es un hecho conocido que la palabra «agua», cuando es usada por quienes no estan familiarizados con la ciencia 24 moderna, por lo general no tiene un significado absolutamente cla- ro. Asi, se la emplea con frecuencia como nombre de toda una varie- dad de liquidos, a pesar de las importantes diferencias fisicoquimicas que hay entre ellos, pero también se les niega con frecuencia a otros liquidos, aunque éstos no difieran entre si, en sus caracteristicas fisi- coquimicas esenciales, en mayor medida que los fluidos anteriores. De este modo, la palabra «agua» puede ser usada para designar al li- quido que cae del cielo en forma de lluvia, al que brota del suelo en Jas fuentes, al que fluye por los rios y por las zanjas junto a los ca- mings y al que constituye los mares y los océanos; pero se la emplea con menos frecuencia, si es que siquiera se la emplea, para designar Jos liquidos que brotan de los frutos cuando se los presiona, los con- tenidos en sopas y otras bebidas y los que brotan de los poros de la piel humana. Andlogamente, la palabra «suficiente», cuando se la usa para caracterizar un proceso de enfriamiento, puede significar a ve- ces una diferencia tan grande como la que hay entre la temperatura méaxima de un dfa de verano y la temperatura minima de un dia de pleno invierno; otras veces, tal palabra puede aludir a una diferencia no mayor que la existente entre las temperaturas del mediodia y el creptisculo de un dia de invierno. En resumen, en su uso comtn para caracterizar cambios de temperatura, la palabra «suficiente» no estd asociada a una especificacién precisa de su amplitud. Si puede tomarse el ejemplo anterior como tipico, el lenguaje en el cual se formula y se transmite el conocimiento de sentido comin revela dos tipos importantes de indeterminacién. En primer lugar, los términos del lenguaje ordinario pueden ser muy vagos, en el sen- tido de que la clase de cosas designadas por ellos no esta nitida y cla- ramente delimitada de la clase de las cosas no designadas por él (y, de hecho, pueden superponerse ambas clases en considerable medida). Por consiguiente, el ambito de la presunta validez de los enunciados que emplean tales términos no tiene limites definidos. En segundo lugar, los términos del lenguaje ordinario pueden carecer de un gra- do importante de especificidad, en el sentido de que las grandes dis- tinciones establecidas por los términos no basten para caracterizar diferencias mas especificas, pero importantes, entre las cosas denota- das por los términos. Como consecuencia de esto, las relaciones de dependencia entre sucesos no quedan formuladas de una manera precisamente determinada por los enunciados que contienen tales términos. 25 Debido a estas caracteristicas del lenguaje ordinario, con fre- cuencia es dificil realizar el control experimental de las creencias del sentido comtin, ya que no es posible establecer claramente la distin- cién entre elementos de juicio que confirman tales creencias y ele- mentos de juicio que las contradicen. Asi, la creencia de que, «en ge- neral», el agua se solidifica cuando se la enfria lo suficiente puede bastar para las necesidades de personas cuyo interés en el fendmeno del congelamiento est4 limitado por su preocupacién por lograr los objetivos rutinarios de sus vidas cotidianas, a pesar de que el lengua- je empleado para expresar esta creencia sea vago y carezca de especi- ficidad. Por eso, tales personas pueden no ver razén alguna para mo- dificar su creencia, aunque observen que el agua del océano no se congela aun cuando su temperatura sea sensiblemente la misma que la del agua de pozo cuando ésta se solidifica, o aunque algunos li- quidos deban ser enfriados mds que otros para pasar al estado sdli- do. Si se los acucia a justificar sus creencias frente a tales hechas, es- tas personas quizas excluyan arbitrariamente a los océanos de la clase de cosas a las que Ilaman agua; 0, alternativamente, pueden ex- presar una renovada confianza en su cteencia, independientemente del grado de enfriamiento que pueda requerirse, arguyendo que los liquidos clasificados como agua realmente se solidifican cuando se los enfria. En su biisqueda de explicaciones sistemiticas, la ciencia, en cam- bio, debe disminuir la indicada indeterminacién del lenguaje co- rriente sometiéndolo a modificaciones. Por ejemplo, la quimica fisi- ca no se contenta con la generalizacion formulada vagamente de que el agua se solidifica si se la enfria lo suficiente, pues el propésito de esta disciplina es, entre otras cosas, explicar por qué el agua potable y la leche se congelan a determinadas temperaturas a las que el agua de los océanos no se congela. Para alcanzar este objetivo, la quimica fisica debe introducir, por lo tanto, distinciones claras entre diversos tipos de agua y entre diversas medidas de enfriamiento. Hay varios recursos para reducir la vaguedad y aumentar la especificidad de las expresiones lingiisticas. Para muchos propésitos el recuento y la medicién son las mas efectivas de estas técnicas y, quizds, las mas fa- miliares. Los poetas pueden cantar la infinidad de estrellas que pue- blan los cielos visibles, pero el astrénomo querré establecer su ni- mero exacto. El artesano que trabaja con metales puede contentarse con saber que el hierro es mas duro que el plomo, pero el fisico que 26 desea explicar este hecho necesitard una medida precisa de la dife- rencia de dureza. Por ende, una consecuencia obvia, pero importan- te, de la precision introducida de este modo es que los enunciados se hacen mas susceptibles de ser sometidos a pruebas completas y cri- ticas a través de la experiencia. Con frecuencia es imposible someter las creencias precientificas a pruebas experimentales definidas, sim- plemente porque tales creencias pueden ser vagamente compatibles con una clase indeterminada de hechos no analizados. Los enuncia- dos cientificos, debido a que se les exige estar de acuerdo con mate- riales de observacién especificados con mayor rigor, enfrentan ries- gos mayores de ser refutados por tales datos. Esta diferencia entre el conocimiento comin y el cientifico es aproximadamente andloga a las diferencias en los niveles de destreza que pueden establecerse para mancjar armas de fuego. Los hombres se clasificarian, en su mayorfa, como expertos tiradores, si el pa- trén de destreza fuera la capacidad para darle a la pared de un grane- ro desde una distancia de treinta metros. Pero sdlo un mimero mu- cho menor de individuos satisfaria el requisito mas riguroso de centrar sus tiros en un blanco de ocho centimetros al doble de la distancia anterior. Andlogamente, es mas probable que se cumpla la predic- cidn de que el sol sufrird un eclipse durante los meses de otofio que la prediccin de que el eclipse se producird en im momento eapecifi- co de un dia determinado del otofio. La primera prediccién se cum- plird si el eclipse se produce en un dia cualquiera de esos tres meses; la segunda prediccién quedard refutada si el eclipse no se produce dentro de una pequefia fraccién de un minuto a partir del momento especificado. La tiltima prediccién puede ser falsa sin que lo sea la primera, pero no a la inversa; y la ultima prediccién, también, debe satisfacer, por lo tanto, normas mds rigurosas de control experimen- tal que las estipuladas para la primera. Esta mayor determinacion del lenguaje cientifico explica por qué tantas creencias del sentido comin tienen una estabilidad —pues a menudo perduran durante siglos— que pocas teorfas de la ciencia poseen. Es mas dificil elaborar una teoria que permanezca inconmo- vida por la repetida confrontacién con los resultados de laboriosas observaciones experimentales cuando se establecen normas riguro- sas para el acuerdo que debe existir entre tales datos experimentales y las predicciones derivadas de la teoria, que cuando tales normas son débiles y no se exigen elementos de juicio experimentales admi- 27 sibles y establecidos por procedimientos cuidadosamente controla- dos. De hecho, las ciencias mas avanzadas especifican casi invariable- mente la medida en que las predicciones basadas en una teoria pue- den desviarse de los resultados de la experimentacién sin invalidar tal teorfa. Los limites de tales desviaciones permisibles habitualmen- te son muy estrechos, de modo que las discrepancias entre la teoria y la experimentacién que el sentido comin consideraria insignifi- cantes a menudo son consideradas, en la ciencia, fatales para la bon- dad de las teorias. Por otro lado, aunque la mayor determinacidn de los enunciados cientificos los expone a riesgos mayores de ser considerados erré- neos que los que enfrentan las creencias del sentido comtin, for- muladas con menor precisién, los primeros tienen una importante ventaja sobre estas ultimas: presentan mayor capacidad para incor- porarse a sistemas explicativos vastos pero claramente articulados. Cuando tales sistemas se hallan adecuadamente confirmados por los datos experimentales, con frecuencia codifican insospechadas rela- ciones de dependencia entre muchas variedades de hechos experi- mentalmente identificables pero distintos. En consecuencia, los ele- mentos de juicio confirmatorios para los enunciados pertenecientes a tal sistema a menudo pueden ser acumulados mas répidamente y en mayores cantidades que para los enunciados no pertenecientes al sis- tema (como los que expresan creencias de sentido comin). Esto se debe a que los elementos de juicio para los enunciados de tal sistema pueden obtenerse mediante observaciones de una extensa clase de sucesos, muchos de los cuales pueden no ser mencionados explicita- mente por esos enunciados, pero que son, sin embargo, fuentes de datos importantes para los mismos, dadas las relaciones de depen- dencia que establece el sistema entre los sucesos de esta clase. Por ejemplo, los datos del andlisis espectroscépico se emplean en la fisi- ca moderna para someter a prueba suposiciones concernientes a la estructura quimica de diversas sustancias; y los experimentos sobre las propiedades térmicas de los sdlidos son utilizados en apoyo de teorias acerca de la luz. En resumen, al aumentar la determinacién de los enunciados ¢ incorporarlos a sistemas explicativos légicamen- te integrados, la ciencia moderna agudiza los poderes de discrimina- cidn de sus procedimientos de prueba y aumenta las fuentes de ele- mentos de juicio para sus conclusiones, 28 5. Ya hemos mencionado al pasar que, mientras que el conoci- miento del sentido comin se interesa principalmente por la influencia de los sucesos sobre cuestiones que son objeto de especial valoracién por los hombres, la ciencia teérica, en general, no es tan limitada en sus preocupaciones. La btisqueda de explicaciones sistematicas exige que la investigacién sea orientada hacia las relaciones de dependen- cia entre las cosas sin tomar en consideracién su influencia sobre las valoraciones humanas. As{, para tomar un caso extremo, la astrolo- gia se interesa por las posiciones relativas de las estrellas y los plane- tas con el fin de establecer la influencia de tales conjunciones sobre los destinos de los hombres. En cambio, la astronomia estudia las posiciones relativas y los movimientos de los cuerpos celestes sin re- ferencia al porvenir de los seres humanos. Andlogamente, los cria- dores de caballos y de otros animales han adquirido mucha habili- dad y mucho conocimiento con respecto al problema de obtener razas que satisfagan ciertos propésitos humanos; pero los bidlogos tedricos, en cambio, sélo incidentalmente se preocupan por tales pro- blemas; se interesan, sobre todo, por analizar, entre otras cosas, los mecanismos de la herencia y obtener leyes del desarrollo genético. Una consecuencia importante de esa diferencia de orientacién entre el conocimiento teérico y el de sentido comin, sin embargo, es que la ciencia teérica deja de lado, deliberadamente, los valores in- mediatos de las cosas, de tal manera que los enunciados de la ciencia a menudo sdélo parecen remotamente relacionados con los sucesos y caracteristicas familiares de la vida cotidiana. Para muchas personas, por ejemplo, parece haber un abismo infranqueable entre la teoria electromagnética, que suministra una explicacién sistematica de los fenémenos épticos, y los brillantes colores que vemos en el cre- ptisculo; y la quimica de los coloides, que contribuye a comprender la organizacién de los seres vivos, parece estar a una distancia igual- mente lejana de los miiltiples rasgos de personalidad que manifiestan los seres humanos. Debe admitirse, sin duda, que los enunciados cientificos utilizan conceptos muy abstractos, cuya relacién con las cualidades comunes que manifiestan las cosas en su escenario cotidiano no es en modo alguno obvia. Sin embargo, la importancia de tales enunciados para cuestiones que surgen en la vida cotidiana es también indiscutible. Es necesario recordar que el cardcter desusadamente abstracto de las nociones cientificas, asi como su presunta «lejania» de las caracteris- 29 ticas que presentan las cosas en la experiencia cotidiana, son conco- mitantes inevitables de la biisqueda de explicaciones sisteméticas y de gran alcance. Sélo es posible elaborar tales explicaciones si pue- de demostrarse que la aparicidn de esas cualidades y relaciones fami- liares de las cosas, en términos de las cuales habitualmente se identi- fican y se diferencian los objetos individuales, depende de la presencia de otras propiedades relacionales o estructurales que caracterizan, de maneras diversas, a una extensa clase de objetos y procesos. Por con- siguiente, para lograr una explicacién general de cosas cualitativa- mente diversas, es necesario formular esas propiedades estructurales sin referencia a las cualidades y relaciones individualizantes de la ex- periencia familiar, y abstraerse de ellas. Para lograr tal generalidad, por ejemplo, en fisica no se define la temperatura de los cuerpos en funcién de diferencias de calor experimentadas directamente, sino en términos de ciertas relaciones formuladas abstractamente y que caracterizan a una extensa clase de ciclos térmicos reversibles. Sin embargo, aunque la formulacién abstracta es una caracteristi- ca indudable del conocimiento cientifico, seria un error suponer que el conocimiento de sentido comin no utiliza concepciones abstractas. Todo el que crea que el hombre es un ser mortal emplea, ciertamen- te, las abstractas nociones de humanidad y mortalidad. Las concep- ciones de la ciencia no difieren de las del sentido comin simplemen- te en que las primeras sean abstractas. Difieren en el hecho de ser formulaciones de propiedades estructurales muy generales, abstrai- das de las caracteristicas familiares manifestadas por clases limitadas de objetos habitualmente sélo en condiciones muy especiales, rela- cionadas con cuestiones susceptibles de observacién directa sdlo a través de procedimientos légicos y experimentales complejos, y ar- ticulados con el fin de elaborar sistemas explicativos para grandes. conjuntos de fendmenos diversos. 6, La importante diferencia que deriva de la deliberada politica de la ciencia de exponer sus afirmaciones cognoscitivas al repetido de- safio de datos observacionales erfticamente probatorios y obteni- dos en condiciones cuidadosamente controladas estd implicita en el contraste ya indicado entre la ciencia moderna y el sentido comin. Pero como ya hemos dicho antes, esto no significa que las creencias del sentido comin sean invariablemente err6neas o que no se basen en hechos empiricamente verificables. Significa que las creencias del 30 sentido comtin no estén sometidas, como principio establecido, a un escrutinio sistematico a la luz de datos obtenidos para determinar la exactitud de esas creencias y el ambito de su validez. También signi- fica que los elementos de juicio admitidos en la ciencia deben ser ob- tenidos mediante procedimientos instituidos con el propésito de eli- minar fuentes conocidas de error; y significa, ademas, que el peso de Jos elementos de juicio disponibles para cualquier hipétesis pro- puesta como solucién para el problema que se investiga es valorado sobre la base de criterios de evaluacién cuya autoridad misma se basa, a su vez, en la aplicacién de esos criterios a una extensa clase de investigaciones. Por consiguiente, la btisqueda de explicaciones en la ciencia no es simplemente una busqueda de «primeros principios» plausibles, prima facie, que permitan explicar de una manera vaga los «hechos» familiares de la experiencia corriente. Por el contrario, es una biisqueda de hipétesis explicativas que sean genuinamente esta- bles, porque se les exige que tengan consecuencias légicas suficiente- mente precisas como para no ser compatibles con casi todo estado de cosas concebible. Las hipétesis buscadas, por lo tanto, deben es- tar sujetas a la posibilidad de rechazo, que dependera del resultado de los procedimientos criticos, inherentes a la busqueda cientifica, que se adopten para determinar cuales son los hechos reales. La diferencia descrita puede ser expresada mediante la afirmacion de que las conclusiones de la ciencia, a diferencia de las creencias del sentido comin, son los productos del método cientifico. Pero no hay que malinterpretar esta sucinta formulacién. No se la debe en- tender, por ejemplo en el sentido de que la practica del método cien- tifico consiste en seguir reglas prescritas para hacer descubrimientos experimentales o para hallar explicaciones satisfactorias de cuestio- nes de hecho. No hay reglas para el descubrimiento y la invencién en la ciencia, como no las hay en las artes. Tampoco debe interpre- tarse tal formulacién en el sentido de que la practica del método cientifico consiste en ¢l uso, en todas las investigaciones, de cierto tipo de técnicas (como las técnicas de medicién empleadas en fisica), independientemente del tema o el problema que se investigue. Tal interpretacion de la afirmacién aludida seria una caricatura de su propésito; en todo caso, si se adoptara esta interpretacién nuestra afirmacién seria absurda. Por ultimo, no debe entenderse la férmula en el sentido de que la practica del método cientifico elimina de ma- nera efectiva toda forma de sesgo personal o fuente de error que 31 pudiera invalidar el resultado de la investigacién, ni en el sentido de que tal practica asegura —en un plano mas general—la verdad de toda conclusién a la que lleguen las investigaciones que emplean di- cho método. En realidad, es imposible dar seguridades de este tipo; ningtin conjunto de reglas establecidas de antemano puede servir como salvaguardia automatica contra prejuicios insospechados y otras causas de error que puedan afectar adversamente al curso de una investigacién. La practica del método cientifico consiste en la persistente critica de argumentaciones, a la luz de criterios probados para juzgar la confiabilidad de los procedimientos por los cuales se obtienen los datos que sirven como elementos de juicio y para evaluar la fuerza probatoria de esos elementos de juicio sobre los que se basan las conclusiones. Estimada segun las normas prescritas por esos crite- rios, una hipétesis determinada puede hallar fuerte apoyo en los ele- mentos de juicio establecidos; pero este hecho no garantiza la verdad de la hipdtesis, aun cuando los enunciados que expresan los elemen- tos de juicio sean considerados verdaderos, a menos que —contra- riamente a las normas supuestas | habitualmente para los dates obser- vacionales en las ciencias empiricas— el grado de apoyo sea el que Jas premisas de un razonamiento deductivo valido dan a su conclu- sién. Por consiguiente, la diferencia entre las aserciones cognosciti- vas de la ciencia y las del sentido comin —diferencia derivada del hecho de que las primeras son los productos del método cientifico— no implica que las primeras sean invariablemente verdaderas. Impli- ca que las creencias del sentido comtn son aceptadas generalmente sin una evaluacién critica de los elementos de juicio disponibles, mientras que los elementos de juicio que apoyan las conclusiones de Ja ciencia se adecuan a patrones tales que una proporcién importan- te de las conclusiones basadas en elementos de juicio estructurados de manera similar sigue estando de acuerdo con datos facticos adi- cionales, cuando se obtienen nuevos datos. Pero pospondremos para mds adelante el examen detallado de es- tas consideraciones. No obstante, es necesario hacer en este punto una breve aclaracién. Si las conclusiones de la ciencia son los pro- ductos de investigaciones conducidas de acuerdo con una politica definida para obtener y evaluar elementos de juicio, la justificacién para confiar en estas conclusiones debe basarse en los méritos de esta politica, Debe admitirse que los cdnones para estimar elementos de 32 juicio que definen la politica cientifica sélo han sido explicitamente codificados en parte, en el mejor de los casos, y sélo operan funda- mentalmente como habitos intelectuales manifestados por los inves- tigadores competentes en la conduccién de sus indagaciones. Pero a pesar de este hecho, el registro histérico de lo que se ha logrado me- diante esta politica en el ambito del conocimiento digno de confian- Za y sistematicamente ordenado deja poco lugar a dudas en lo con- cerniente a la superioridad de esa politica sobre otras alternativas de Ja misma. Este breve examen de las caracteristicas que distinguen, en gene- ral, las aserciones cognoscitivas y el método légico de la ciencia mo- derna sugiere un detallado estudio de una gran variedad de cuestiones. Las conclusiones de la ciencia son los frutos de un sistema institu- cionalizado de investigacién que desempeiia un papel cada vez mas importante en la vida de los hombres. Es por ello por lo cual la or- ganizacién de esta institucion social, las circunstancias y las etapas de su desarrollo y su influencia, asi como las consecuencias de su ex- pansién, han sido reiteradamente exploradas por socidlogos, eco- nomistas, historiadores y moralistas. Sin embargo, para comprender adecuadamente la naturaleza de la empresa cientifica y su lugar en la sociedad contemporanea, es necesario someter también a un anilisis cuidadoso los tipos de enunciados cientificos y su articulacién, asi como la légica por la cual se establecen conclusiones cientificas. Se trata de una tarea —importante, si no excluyente— que trata de rea- lizar la filosoffa de la ciencia. El examen que acabamos de efectuar sugiere la delimitacién de tres grandes dominios, en los cuales se rea- liza tal anilisis: el de los esquemas ldgicos que presentan las explica- ciones de las ciencias, el de la construccién de conceptos cientificos y el de la validacién de conclusiones cientificas. Los capitulos que si- guen tratan principalmente, aunque no exclusivamente, de proble- mas concernientes a la estructura de las explicaciones cientificas. 33 Capitulo II MODELOS DE EXPLICACION CIENTIFICA En el capitulo anterior hemos dicho que el objetivo distintivo de la empresa cientifica es suministrar explicaciones sistematicas y adecuada- mente sustentadas. Como veremos, es posible ofrecer tales explicacio- nes para sucesos individuales, para sucesos recurrentes o para regulari- dades invariables y regularidades estadisticas. Esta tarea no constituye la exclusiva preocupacion de la ciencia, aunque sdlo sea por el hecho de que buena parte de sus esfuerzos estan dirigidos a establecer cuales son los hechos, en nuevos dominios de la experiencia, para los que pueden buscarse luego explicaciones. Es evidente que, en un momento deter- minado, las diversas ciencias difieren en el énfasis que dan a las explica- ciones sistematicas en elaboracién, y también en el grado en que logran completar tales sistemas explicativos. Sin embargo, la busqueda de ex- plicaciones sistematicas nunca se halla totalmente ausente de ninguna de las disciplinas cientificas reconocidas. Comprender los requisitos y las estructuras de las explicaciones cientificas, por lo tanto, equivale a comprender un rasgo muy general de la empresa cientifica. En este ca- pitulo trataremos de preparar las bases para tal comprension, destacan- do, como paso previo, las formas manifiestamente diferentes de la ex- plicacién que se encuentran en las diversas ciencias. 1. EJEMPLOS DE EXPLICACION CIENTIFICA Las explicaciones son respuestas a la pregunta: «por qué?». Sin embargo, se necesita muy poca reflexién para darse cuenta de que tal pregunta es ambigua y que, en contextos diferentes, puede haber di- ferentes tipos de respuesta a ella. La siguiente lista breve contiene ejemplos diversos del uso de «por qué», varios de los cuales impo- nen ciertas restricciones distintivas sobre las respuestas admisibles a las preguntas formuladas mediante esas palabras. 35 1, ¢Por qué un cuadrado perfecto es siempre la suma de cual- quier sucesién de enteros impares consecutivos que comience con 1 (por ejemplo, 1 +3 +5 +7 = 16= 4")? Eneste caso, se supondrd que el , sera necesario indagar mas minuciosamente cuales son los rasgos que distinguen a las teorias de otras leyes, qué rasgos de ellas dan cuenta de su poder para explicar una gran varie- 43. dad de hechos de una manera sistematica y cuél es el estatus cognos- citive que se les puede asignar. 2, Explicaciones probabilisticas. Muchas explicaciones, en practi- camente todas las disciplinas cientificas, no tienen, prima facie, una forma deductiva, pues sus premisas explicativas no implican formal- mente sus explicanda. Sin embargo, aunque las premisas sean Idgica- mente insuficientes para asegurar la verdad del explicandum, se dice que hacen a este tiltimo «probable». Las explicaciones probabilisticas se presentan, habitualmente, cuando las premisas explicativas contienen una suposici6n estadistica acerca de algunas clases de elementos, mientras que el explicandum es un enunciado singular acerca de determinado individuo de esta clase. Tlustran este tipo de explicacién los ejemplos séptimo y décimo de la lista anterior, aunque més claramente el séptimo. Cuando se formula este ultimo de una manera més explicita, adopta las siguientes formas: en la antigua Roma, la frecuencia relativa (0 probabilidad) de que un individuo perteneciente a las capas superiores de la sociedad y posei- do por un gran odio hacia la tirania tramara la muerte de hombres que estaban en situacién de adquirir un poder tirdnico era elevada. Casio era un romano semejante y César un tirano potencial. Por con- siguiente, aunque de lo anterior no se deduce que Casio tramara la muerte de César, es sumamente probable que lo haya hecho. Debemos hacer algunas observaciones. Se sostiene a veces que las explicaciones probabilisticas s6lo son etapas intermedias y tempora- rias hacia el ideal deductivo y que no constituyen, por lo tanto, un tipo distinto. Todo lo que se debe hacer, se ha sugerido, es reemplazar las suposiciones estadisticas en las premisas de explicaciones proba- bilisticas por un enunciado estrictamente universal; por ejemplo, en el caso anterior, por un enunciado que establezca una asociacién in- variable entre ciertas caracteristicas psicosocioldgicas cuidadosa- mente delimitadas (que Casio presumiblemente poseia) y la partici- pacién en intentos de asesinato. Pero, si bien la sugerencia no carece necesariamente de valor y puede ser un estimulo para la investiga- cién ulterior, de hecho, es sumamente dificil, en muchas disciplinas, afirmar, aunque sea con moderada plausibilidad, leyes estrictamente universales qtie no sean triviales y, por consiguicnte, indtiles. A me- nudo, lo mas que puede lograrse establecer con cierta garantia es una regularidad estadistica. En consecuencia, no es posible ignorar las 44 explicaciones probabilisticas, so pena de excluir del examen relativo ala légica de la explicacién importantes ambitos de investigacién. Es importante no confundir el problema de saber si las premisas de una explicacién son verdaderas con el problema de discernir si una explicacién es del tipo probabilistico. Puede ocurrir que en nin- guna explicacién cientifica se sepa si las suposiciones generales con- tenidas en las premisas son o no verdaderas y que toda suposicién semejante sdlo puede ser afirmada como «probable». Pero aun cuan- do esto ocurra, no elimina la diferencia entre tipos de explicacion de- ductives y tipos probabilfsticos. Pues la distinci6n entre unos y otros se basa en diferencias manifiestas en la forma en que las premi- sas y los explicanda se relacionan entre si, y no en alguna presunta diferencia en nuestro conocimiento de las premisas. Debe observarse, finalmente, que atin esta sin resolver la cuestién relativa a saber si una explicacién debe contener una suposicién es- tadistica para ser de tipo probabilfstico, o si las premisas que no tie- nen cardcter estadistico no pueden hacer «probable» un explican- dum, cn algin sentido no estadistico de la palabra. Tampoco hay acuerdo, en general, entre los estudiosos del tema, en cuanto a la ma- nera de analizar la relacién entre premisas y explicanda, aun en aque- llas explicaciones probabilisticas en las cuales las premisas son esta- disticas y los explicanda son enunciades acerca de algo individual. Mas adelante dedicaremos nuestra atencién a estas cuestiones. 3. Explicaciones funcionales 0 teleolégicas. En muchos contextos de investigacién —en especial, aunque no exclusivamente, en la biologia y en el estudio de cuestiones humanas— las explicaciones adoptan la forma de la indicacién de una o mds funciones (o hasta disfunciones) que una unidad realiza para mantener o dar concrecién a ciertas carac- teristicas de un sistema al cual pertenece dicha unidad, o de la formula- cién del papel instrumental que desempefia una accién al lograr cierto objetivo. Tales explicaciones son llamadas cominmente «funcionales» o «teleolégicas», Es caracteristico de las explicaciones funcionales que empleen locuciones tipicas tales como «con el fin de», «con el propési- to de», etc. Ademds, en muchas explicaciones funcionales hay una re- ferencia explicita a algun estado o suceso futuro, en términos del cual se hace inteligible la existencia de una cosa o la realizacién de un acto. Esta implicito en lo que acabamos de decir que es posible distin- guir dos tipos subsidiarios de explicacién funcional. Puede buscarse 45 una explicacin funcional para un acto, estado o cosa particular que surge en un momento determinado. El octavo ejemplo de la lista an- terior ilustra este caso. O, alternativamente, puede darse una expli- cacién funcional de un rasgo presente en todos los sistemas de un cierto tipo, sea cual fuere el momento en el que puedan existir tales sistemas. El noveno de los ejemplos anteriores ilustra este caso. Am- bos ejemplos presentan los rasgos caracteristicos de las explicaciones funcionales. Asi, se explican los esfuerzos de Enrique VIII por anu- lar su primer matrimonio sefialando que obedecian al propésito de obtener un heredero masculino; y se explica la existencia de pulmo- nes en el cuerpo humano mostrando que operan de determinada ma- nera para mantener cierto proceso quimico y, de este modo, asegu- rar el mantenimiento de la vida del organismo. Cul es la estructura detallada de las explicaciones funcionales, cémo se relacionan con las no teleolégicas y por qué las explicacio- nes teleolégicas son frecuentes en ciertos dominios de investigacién y raras en otros, son problemas cuyo examen reservamos para mds adelante. Sin embargo, hay dos ideas erréneas concernientes a las ex- plicaciones teleoldgicas que hacen necesaria inmediatamente una breve observacién. Es equivocado suponer que las explicaciones teleolégicas sélo son inteligibles si las cosas y actividades explicadas de tal manera son agentes conscientes o productos de tales agentes. Asi, en la explica- cién funcional de los pulmones no se hace ninguna suposicién, ex- plicita o tacita, de que los pulmones tengan algtin propésito cons- ciente en vista o que hayan sido creados por algun agente para un propésito definido, En resumen, la aparicién de explicaciones teleo- légicas en la biologia o en otras disciplinas no es necesariamente un signo de antropomorfismo. Por otro lado, algunas explicaciones te- leolégicas suponen manifiestamente la existencia de planes delibera- dos y propésitos conscientes; pero tal suposicién no es ilegitima cuando los hechos la garantizan, como en el caso de las explicaciones teleoldgicas de ciertos aspectos de la conducta humana. Es un error, también, suponer que las explicaciones teleoldgicas afirman tdcitamente que el futuro actiia causalmente sobre el pre- sente por el hecho de que tales explicaciones contienen referencias al futuro para explicar lo que ya existe. Asi, al explicar los esfuerzos de Enrique VIII por obtener la anulacién de su matrimonio, no se hace ninguna suposicién de que el estado futuro atin no realizado de su 46 posesién de un heredero masculino lo Ilev6 a realizar cierto tipo de actividades. Por el contrario, la explicacién de la conducta de Enri- que VIII es enteramente compatible con la idea de que fue su deseo, existente en ese momento, de un cierto tipo de futuro, y no el futu- ro mismo, el que determiné causalmente su conducta. De modo ané- logo, en Ja explicacién funcional de los pulmones humanos no se hace suposicion alguna de que sea la futura oxidacién de los alimen- tos en el cuerpo la que da origen a los pulmones o los hace actuar; y la explicacidn no depende de la negacién de que el funcionamien- to de los pulmones esté determinado causalmente por la existente constitucién del cuerpo y su medio ambiente. Dar una explicacién. teleoldgica, por lo tanto, no equivale necesariamente a admitir la doctrina de que el futuro es el agente de su propia realizacién. 4. Explicaciones genéticas. Nos queda por mencionar un tipo de explicacién, aunque esté en discusién si constituye o no un tipo dife- rente. Las investigaciones histéricas tratan con frecuencia de explicar por qué un objeto de estudio determinado tiene ciertas caracteristi- cas describiendo de qué manera el objeto ha evolucionado a partir de otro anterior. Tales explicaciones son Ilamadas comtinmente «gené- ticas» y se las ha presentado tanto para entes animados como inani- mados, tanto para caracteristicas individuales como para caracteris- ticas de grupo. El décimo ejemplo de la lista anterior ilustra este tipo de explicacién. La tarea de las explicaciones genéticas es determinar la secuencia de sucesos principales a través de los cuales un sistema originario se ha transformado en otro posterior. Las premisas explicativas de ta- les explicaciones, por lo tanto, contendran necesariamente un gran ntimero de enunciados singulares acerca de acontecimientos pasados en el sistema en investigacién, Cabe destacar otros dos puntos acer- ca de las premisas explicativas de las explicaciones genéticas. El pri- mero es el hecho obvio de que no se menciona todo suceso pasado en la evolucién del sistema, El segundo es que los sucesos mencio- nados son elegidos sobre la base de suposiciones (con frecuencia t4- citas) relativas al tipo de sucesos que tienen importancia causal para el desarrollo del sistema. De acuerdo con esto, ademas de los enun- ciados singulares las premisas también incluiran (explicita o implici- tamente) suposiciones generales acerca de las dependencias causales de diversos tipos de sucesos. 47 Esas suposiciones generales pueden ser leyes de desarrollo bastante precisas y para las cuales se dispone de elementos de juicio inductivos independientes. (Esto puede ocurrir cuando el sistema en estudio pue- de ser considerado, para los propésitos en vista, como miembro de una clase de sistemas similares que sufren una evolucién semejante, por ejemplo, en el estudio del desarrollo de las caracteristicas biolégicas de un miembro individual de alguna especie. Pues entonces es posible, a menudo, emplear métodos de anilisis comparativos para establecer ta- les leyes de desarrollo.) En otros casos, las suposiciones generales pue- den ser solamente vagas generalizaciones, quizas de contenido estadis- tico, sin referencia a algunos de los rasgos sumamente especificos del objeto de estudio. (Esto sucede a menudo cuando el sistema investiga- do es bastante excepcional, por ejemplo, cuando se investiga el desa- rrollo de alguna institucién en una cultura particular.) Sin embargo, en ningin caso las premisas explicativas de los ejemplos comunes de ex- plicaciones genéticas formulan las condiciones suficientes para la apa- ricién del hecho mencionado en el explicandum, aunque a menudo las premisas enuncian algunas de las condiciones que, en las circunstancias que generalmente se dan por descontadas, son necesarias para la apari- cién del mismo. Por eso, una conclusién razonable es que las expli- caciones genéticas son totalmente probabilisticas. Pero por el momen- to pospondremos la consideracién detallada de la estructura de las explicaciones genéticas y, en general, de las explicaciones histéricas. 3. gEXPLICAN LAS CIENCIAS? Hemos distinguido entre esos cuatro tipos principales de expli- cacién porque parecen corresponder a las diferencias estructurales reales de los ejemplos de explicacién que hemos examinado y por- que dicha clasificacién suministra un marco de referencia conve- niente para examinar algunos temas importantes de la elaboracién de explicaciones sistematicas. En el capitulo siguiente abordaremos algunos de los problemas asociados especialmente, aunque no exclu- sivamente, con las explicaciones deductivas. Pero antes de abandonar el esbozo de los modelos explicativos ex- puestos en este capitulo, comentaremos brevemente una objecién, que ha tenido importancia hist6rica, contra la afirmacién de que las ciencias realmente claboran explicaciones. Ninguna ciencia (y, por 48 cierto, ninguna ciencia fisica), reza la objecién, responde realmente a la pregunta de por qué se producen los sucesos, o de por qué las cosas se relacionan de determinadas maneras. Sélo seria posible responder a tales preguntas si pudiéramos demostrar que los sucesos en cues- tion deben producirse y que las relaciones entre las cosas deben exis- tir. Pero los métodos experimentales de la ciencia no permiten esta- blecer ninguna necesidad absoluta légica en los fenémenos que son el objeto tltimo de toda indagacién empirica; y aun cuando las leyes y las teorias de la ciencia sean verdaderas, s6lo son verdades légica- mente contingentes acerca de las relaciones de concomitancia 0 de los ordenes de sucesién de los fendmenos. Por consiguiente, las pregun- tas que las ciencias responden son preguntas relativas a cémo (de qué manera o en qué circunstancias) se producen los sucesos y se relacio- nan las cosas. Por lo tanto, las ciencias pueden llegar, a lo sumo, a sis- temas amplios y exactos de descripciones, no de explicaciones.' Esta argumentaci6n plantea mas problemas que los que podemos discutir con provecho en este punto. En particular, el problema de si las leyes y teorias son meras formulaciones de relaciones de concomi- tancia y sucesién entre fenémenos requiere mas atenci6n que la que ahora podemos dedicarle. Pero, aunque se admita esta concepcién acerca de las leyes y las teorias, es evidente que el argumento depen- de, en cierta medida, de una cuestién verbal. Pues el argumento supo- ne que sélo hay un sentido correcto en el cual las preguntas del tipo «por qué» pueden ser planteadas, a saber, el sentido en el que la res- puesta apropiada es una prueba de la necesidad intrinseca de una pro- posicién. Pero se trata de una suposicién equivocada, come lo testi- monia la anterior lista de ejemplos. Por ende, una respuesta suficiente 1. «Laidea muy comin de que la funcidn de la ciencia natural es explicar fe~ némenos fisicos no puede ser considerada verdadera a menos que se use la pala- bra “explicar” en un sentido muy limitado. Las nociones de causacién eficiente y de necesidad ldgica no son aplicables al mundo de los fenémenos fisicos, por Jo cual la funcién de la ciencia natural ¢s describir conceptualmente las sucesio- nes de eventos que se observan en la naturaleza; pero la ciencia natural no pue- de explicar la existencia de tales sucesiones y, por lo tanto, tampoco puede ex- plicar los fenémenos de los mundos fisicos, en el mas estricto sentido en el cual puede usarse el término “explicacion”. Asi, la ciencia natural describe en tan- to puede, cdmo ode acuerdo con qué reglas suceden los fenémenos, pero es to- talmente incapaz de responder a la pregunta de por qué sucedens. E. W. Hob- son, The Domain of Natural Science, Londres, 1923, pags. 81-82. 49 a este argumento, cuando se basa en tal suposicién, es que de hecho. hay usos bien establecidos de las palabras «por qué» y «explicacién», de modo que es totalmente correcto lamar «explicacién» a una res- puesta a una pregunta del tipo «por qué», aunque tal respuesta no dé razones para considerar al explicandum como intrinsecamente nece- sario. En verdad, hasta los autores que rechazan oficialmente la idea de que las ciencias pueden explicar algo usan, a veces, un lenguaje que describe ciertos descubrimientos cientificos como «explicaciones».? En la medida en que dicho argumento repose exclusivamente so- bre suposiciones acerca del uso lingiiistico, carece de importancia y de interés. Pero, en realidad, ese argumento tiene mayor entidad. La objecién que plantea estuvo dirigida originalmente contra varios. blancos. Uno de ellos era el antropomorfismo subsistente en la fisi- ca y la biologia, parte del cual se reflejaba en los significados co- munmente asociados incluso a conceptos técnicos come los de fuer- za y energia, mientras que otro aspecto del mismo se manifestaba en el uso acritico de categorias teleoldgicas. En este sentido, la objecién. equivalia a una operacion de limpieza intelectual, y estimulé la rea- lizacién de un programa de anilisis cuidadoso de las ideas cientifi- cas, programa que atin mantiene su vitalidad. Otro blanco contra el que estuvo dirigida la objecién fue una concepcidn de la ciencia muy difundida en una época y que atin cuenta con distinguidos adeptos, en una u otra forma. Segtin esta concepcién, la tarea de la ciencia es explicar los fenémenos sobre la base de leyes de la naturaleza que traduzcan un orden necesario de las cosas y, por lo tanto, que sean, algo mas que contingentemente verdaderas. La objecién, asf, equiva- lea negar la afirmacién de que las leyes de la naturaleza poseen algo mas que una universalidad de facto, negacién que coincide con una de las principales conclusiones del anilisis de la causalidad hecho por David Hume. El problema real que plantea dicho argumento no. es un problema trivial de usos lingiiisticos, sino un problema esen- cial acerca de la correccién de una concepcion esencialmente huma- na de las leyes cientificas. Dedicaremos nuestra atencién a este pro- blema en el capitulo IV. 2. Por ejemplo, Mach describe el andlisis hecho por Galileo del equilibrio so- bre un plano inclinade en términos del principio de la palanca como explicacion del primero (Ernst Mach, The Science of Mechanics, La Salle, Ill, 1942, pag. 31). 50 Capitulo IL EL MODELO DEDUCTIVO DE EXPLICACION Desde que Aristételes analizé la estructura de lo que él considera- ba como el ideal de la ciencia, la idea de que las explicaciones cienti- ficas deben tener siempre la forma de una deduccién légica ha goza- do de amplia aceptacién. Aunque puede discutirse la universalidad del modelo deductive, aun cuando dicho modelo sea propuesto como ideal, es indiscutible que muchas explicaciones de las ciencias —tam- bién los sistemas explicativos mds vastos ¢ impresionantes—, tienen esta forma. Ademés, de muchas explicaciones que aparentemente no obedecen a este modelo, cuando se hacen explicitas las suposiciones implicitas en las mismas, se comprucba que, en realidad, responden a él; y tales casos no deben ser considerados como excepciones del modelo deductivo, sino como ilustraciones del uso frecuente de ra- zonamientos entimemiaticos.' Debemos investigar, sin embargo, si ademés del requisito defini- cional de que en los tipos deductivos de explicacién el explicandum se deduzca légicamente de las premisas explicativas, las explicacio- nes satisfactorias de este tipo deben cumplir otras condiciones. Pues es evidente que no toda explicacién propuesta es aceptable simple- mente porque tenga una estructura deductiva. Por ejemplo, es pro- bable que nadie considere satisfactoria una explicacién del hecho de que Jupiter tenga al menos un satélite a partir del hecho de que Jupi- 1. Por ejemplo, la dilatacidn de un trozo de alambre en una ocasién deter- minada puede ser explicada citando el hecho de que se acaba de calentar el alam- bre; y es evidente que el explicandum no se deduce Iégicamente de la premisa explicativa, como se indica. Sin embargo, parece muy plausible que la explica- cién propuesta supone tacitamente premisas adicionales, por ejemplo, que el alambre es de cobre y que el cobre siempre se dilata al ser calentado. Cuando se hacen explicitas estas suposiciones adicionales, la explicacién sigue el modelo deductivo. 5L ter tenga ocho lunas, aunque el primer enunciado se desprenda logi- camente del segundo. Las discusiones relativas a este problema se remontan a la Antigiiedad griega, y se han sugerido muchas condicio- nes adicionales. Para mayor conveniencia, podemos clasificar estas condiciones en tres categorias: las condiciones /dgicas, que especifi- can diversos requisitos formales para las premisas explicativas; las epistémicas, que estipulan las relaciones cognoscitivas en las que debe- mos colocarnos frente a la premisa; y las sustantivas, que prescriben el tipo de contenido (empirico o de otra especie) que deben tener las premisas. E] significado de estas denominaciones se aclarard a medida que avancemos en nuestra exposicién. Pero seria engorroso y reque- riria imitiles repeticiones examinar separadamente cada tipo de con- dicién; por consiguiente, no intentaremos realizar tal andlisis rigi- damente dividido. No obstante, consideraremos en este capitulo la mayor parte de las condiciones légicas que es menester destacar. 1, EXPLICACIONES DE SUCESOS PARTICULARES Comencemos con un ejemplo de explicacién deductiva en el cual el explicandum es un suceso particular. Consideremos el caso, men- cionado en el capitulo anterior, de la humedad que se forma sobre la superficie de un vaso un dia determinado. Formulada mas cuidado- samente y, también, de manera mds pedante que antes, la explicacién seria la siguiente: ‘Cuando se reduce la temperatura de cualquier volumen de aire que contiene vapor de agua por debajo del punto en el cual la densidad del vapor del aire es mayor que la densidad de saturacién del vapor de agua del aire, a esa temperatura, el vapor contenido en el aire se condensa convirtiéndose en agua liquida en aquellos lugares en los que la tempe- ratura del aire ha caido por debajo de ese punto de saturacion. El volumen de aire que ayer rodeaba al vaso contenia vapor de agua. La temperatura de la capa de aire inmediatamente adyacente al vi- drio se redujo cuando se eché agua helada en el vaso. La densidad real de vapor en esa capa de aire cuando su temperatura dis- minuyé fue mayor que la densidad de saturacién a la nueva temperatura. Por consiguiente, el vapor de esa capa adyacente de aire se condens6 sobre la superficie del vaso y se convirtié en agua, o sea, se formé humedad sobre el vaso. 52 Lo primero que es menester observar en este ejemplo es que las premisas contienen un enunciado de forma universal que afirma una conexién invariable entre ciertas propiedades. En otros ejemplos puede aparecer en las premisas mas de una ley universal semejante.” Si ahora hacemos una generalizacién a partir de este ejemplo, resul- 2. De hecho, aun en este ejemplo se suponen tacitamente otras leyes. Una ley semejante es la de que, para cada temperatura, el aire tiene una densidad de saturacién definida, Otras leyes que pasan inadvertidas facilmente porque son muy familiares se ocultan en la caracterizacion de elementos tales como el agua, el vaso, etc. Estas ultimas leyes afirman, en efecto, que hay distintos tipos de sustancias, cada una de las cuales manifiesta ciertas concatenaciones de caracte- risticas y modos de conducta fijos. Por ejemplo, el enunciado de que algo es agua afirma implicitamente que una serie de propiedades (un cierto estado de agregacién, un cierto calor, un cierto punto decongelacién y de ebullicién, cier- tas afinidades para entrar en reacciones quimicas con otros tipos de sustancias, etc.) estan uniformemente asociadas entre sf. El descubrimiento y la clasifica- cidn de tipos de sustancias constituyen una etapa temprana pero indispensable en el desarrollo del conocimiento sistemdtico; y todas las ciencias, inclusive la fisica y la quimica, proponen, refinan y modifican distinciones con respecto a ti- pos de sustancias que han sido reconocidas inicialmente en la experiencia co- min. En verdad, el desarrollo de vastos sistemas tedricos sdlo parece posible después de realizar una clasificacién preliminar de tipos de sustancias, y la his- toria de la ciencia confirma repetidamente la opinidn de que la observacién y el ordenamiento de diversos tipos de sustancias —ctapa de investigacién llamada a menudo «historia natural»— es un prerrequisito para el descubrimiento de ti- pos de leyes reconecides mas comtinmente y para la construccién de teorias de largo alcance. La fisica y la quimica modernas sélo surgieran después de tales clasificaciones preliminares de sustancias (cuyos comienzos se pierden en la pri- mitiva Antigiiedad); la boténica y la zoologia tradicional consisten, en gran par- te, en especificaciones y subordinaciones de especies, y algunas de las ciencias sociales atin pugnan por lograr formulaciones diles y confiables de tipos de se- res humanos y de instituciones sociales. El reconocimiento de diferentes espe~ cies marcha la par con la subordinacién (o inclusién) de una especie a otra. Asi, la quimica no sdlo distingue entre los elementos cobre y azufre, sino también entre metales y no metales: incluye el cobre entre los metales y el azufre entre los no metales, Andlogamente, la biologia incluye las especies tigre y leén en el género comin gato, este ultimo en el orden mas amplio de los carnivoros, los carnivoros en la clase de los mamiferos, y asi sucesivamente. Cuando se logra un sistema de inclusin entre especies, es posible explicar (aunque sea de una ma- nera tosca) por qué un objeto individual pertenece a una especie determinada mostrando que ese objeto es un miembro de una especie subordinada (por 53 ta que al menos una de las premisas de una explicacién deductiva de un explicandum singular debe ser una ley universal; ademés, su im- portancia no es secundaria, sino que desempeiia un papel esencial en la deduccién del explicandum,* Es evidente que este requisito basta para excluir como caso genuino de explicacién la deduccién, men- cionada antes, del hecho de que Japiter tiene al menos un satélite a partir del hecho de que este planeta tiene ocho lunas. Pero ademas de una ley universal, las premisas anteriores tam- bién contienen una serie de enunciados singulares, los cuales afirman que han ocurrido ciertos sucesos en momentos y lugares indicados o que determinados objetos tienen propiedades definidas. Nos referire- mos a tales enunciados singulares como a «enunciados de las condi- ciones iniciales» (0, mas brevemente, como a las «condiciones iniciales»). En general, las condiciones iniciales constituyen las circunstancias es- peciales a las cuales se aplican las leyes incluidas en las premisas ex- plicativas. Sin embargo, no es posible formular en términos genera- les las circunstancias que es menester elegir para que sirvan como condiciones iniciales apropiadas, pues la respuesta a la cuestién de- pende del contenido especifico de las leyes empleadas, asi como de los problemas especiales para cuya solucién se invocan estas leyes. El cardcter indispensable de las condiciones iniciales para la ex- plicacién deductiva de sucesos particulares es obvio, desde un pun- to de vista ldgico formal. Pues es légicamente imposible deducir un enunciado de forma singular a partir de enunciados que tienen la forma de un condicional universal. (Por ejemplo, es imposible dedu- cir un enunciado singular de la forma «x es B» a partir de un condi- cional universal de la forma «Para todo x, six es A, entonces x es B».) Pero por obvio que esto sea, se trata de un punto importante que ejemplo, un animal doméstico es un mamifero porque es un gato y los gatos son mamiferos). Tales explicaciones, obviamente, estin muy lejos del tipo de expli- caciones al cual nos han acostumbrado las ciencias teéricas modernas; sin em- bargo, son los primeros pasos por el eamino que conduce a las tiltimas. 3. Se introduce esta condicién para eliminar excepciones triviales. Asi, aun- que el enunciado «Pérez es mis viejo que Rodriguez» es deducible de sus dos premisas, «Rodriguez es més joven que Pérez» y «todos los mamiferos son ver- tebrados», no sera considerado como una explicacién aunque las premisas in- cluyan una ley general, simplemente porque la segunda premisa no es necesaria para la deduccion. 54 con frecuencia se pasa por alto en las discusiones acerca de los pro- cedimientos cientificos. Su olvido es responsable, al menos en parte, de la manera despreocupada de usar a veces grandes generalizacio- nes para explicar cuestiones de hechos especiales (particularmente, en el estudio de asuntos humanos) y: del escaso valor que, a veces, los observadores asignan a laboriosas investigaciones para determinar los hechos. Sin embargo, a menudo es dificil utilizar de manera con- creta leyes y teorfas, simplemente porque las condiciones iniciales especificas para su aplicacién son inaccesibles, y, por lo tanto, des- conocidas. Y, a la inversa, con frecuencia se proponen explicaciones equivocadas y se hacen predicciones falsas porque las suposiciones generales empleadas, aunque bastante correctas en si mismas, se apli- can a situaciones que no constituyen condiciones iniciales apropia- das para tales suposiciones, Si bien las leyes de uno u otro tipo son indispensables en las explicaciones cientificas del curso real de los acontecimientos, lo que acontece no puede ser explicado exclusiva- mente con referencias a leyes. En la busqueda de explicaciones cien- tfficas, como en la solucién de pleitos juridicos, los principios gene- rales solos no bastan para determinar un caso particular. Por consiguiente, una explicacién cientifica deductiva cuyo ex- plicandum sea el acontecer de cierto suceso o la posesién de una pro- piedad por un objeto determinado debe satisfacer dos condiciones légicas. Las premisas deben contener al menos una ley universal, cuya inclusién en las mismas es esencial para la deduccién del expli- candum; y las premisas deben contener, también, un numero ade- cuado de condiciones iniciales.* 4, Aunque la explicacién de un hecho particular requiere la inclusién en las premisas de enunciados legales y enunciados references a condiciones iniciales, las investigaciones pueden diferir segiin estén dirigidas a hallar y establecer un tipo de premisas u otro. Asi, podemos observar la aparicién de cierto fendme- no y luego tratar de explicarlo descubriendo algtin otro fendmeno que, sobre la base de una ley ya establecida, pueda ser considerado como la condicién para la aparicién del fenémeno dado. Por ejemplo, si el neumético de un automévil se desinfla podemos iniciar una busqueda de algiin pinchazo, partiendo de la su- posicién general de que un neumitico se desinfla como consecuencia de los pinchazos. Por otro lado, podemos observar la aparicién de dos o mds fenéme- nos, sospechar que estén relacionados e intentar descubrir las leyes que formu- lan los modos especificos de dependencia entre los fendmenos de ese cardcter. ‘Asi, podemos observar que el pulso de una persona se acelera cuando ésta se 55 2. La EXPLICACIGN DE LEYES Los tratados dedicados a exponer sistematicamente alguna rama de la ciencia organizada deductivamente no contienen, por lo co- miin, explicaciones de sucesos aislados y hechos particulares; y cuando las contienen, a menudo sélo persiguen el propésito de ilus- trar las aplicaciones de leyes y teorias. En las ciencias fisicas mas avanzadas, en todo caso, el propésito principal es la explicacién de leyes y, en consecuencia, la interrelacién sistematica de las mismas. Toda explicacién de leyes parece ser del tipo deductivo,’ por lo que debemos examinar los rasgos especiales que las caracterizan. Consideraremos en primer término la explicacion de leyes universa- Jes. Ademds, ignoraremos por el momento no sélo las leyes estadis- ticas, sino también la distincién mencionada antes entre explicacio- nes cuyas premisas son «leyes experimentales» y explicaciones cuyas premisas incluyen suposiciones «tedricas», Consideraremos, pues, el ejemplo citado en el capitulo anterior: la explicacién de la ley se- giin la cual el hielo flota en el agua. Seria tedioso, sin embargo, espe- cificar con todo detalle la deduccién rigurosa de esta ley a partir de las premisas que los fisicos habitualmente presuponen cuando la ex- plican. Bastardn para nuestro propdsito las alusiones hechas antes acerca de la identidad de estas premisas.* empefia en algtin ejercicio vigoroso; y si sospechamos que la aceleracién del pulso depende de alguin modo del ejercicio, podemos investigar el mado preci- so de conexién entre ambos hechos para obtener una formula general de su re- lacién de dependencia. Asimismo, en el intento de explicar algunos sucesos, se puede dirigir la investigacién al descubrimiento de los dos tipos de premisas explicativas. Por ejemplo, podemos no conocer ninguna ley atinente a la apari- cién de cierto crecimiento canceroso y podemos desconocer también los fend- menos especificos de los cuales depende tal crecimiento. Y podemos, por ende, tratar de descubrir las circunstancias particulares que dieron origen al cancer y, al mismo tiempo, las leyes que conectan tales circunstancias con los crecimien- ‘tos cancerosos. 5, Esto no significa, por supuesto, que las leyes se establezcan siempre por medios deductivos solamente, De hecho, se demuestra que la mayorfa de las leyes estdn bien fundadas aduciendo elementos de juicio observacionales en su favor. 6, Una primera aproximacién a tal deduccién es la siguiente: la fuerza de empuje de un liquido sobre un cuerpo sumergido en él se ejerce en una direc- cién perpendicular a la superficie del liquido y es igual, pero de sentido opues- 56 Hay tres cosas evidentes en esta explicacién: todas las premisas son enunciados universales; hay mds de una premisa, y cada una de ellas es esencial para la deduccién del explicandum;’ y las premisas, tomadas aislada o conjuntamente, no se deducen légicamente del ex- plicandum. E| primer punto solo requiere un breve comentario, pues es Iégicamente inevitable, ya que el explicandum mismo es una ley universal. Por consiguiente, la introduccién de condiciones iniciales en las premisas seria gratuita en la explicacién de leyes universales. to, al peso del liquido desplazado por el cuerpo. [Por lo tanto, la fuerza de em- puje del agua sobre el hielo sumergido en ella tiene una direccién perpendicular a la superficie del agua y es igual al peso del agua desplazada por el hielo.] Un cuerpo esta en equilibrio si y sélo si la suma vectorial de las fuerzas que actian sobre él es cero. [Por lo tanto, el hielo sumergido en agua estar en equi- librio si y sélo si la suma vectorial de las fuerzas que actian sobre el hielo es cero.] La suma vectorial de las fuerzas que actiian sobre un cuerpo sumergido en un liquido, en una direcci6n paralela a la superficie del liquido, es cero. Toda fuerza es la suma vectorial de dos fuerzas (Ilamadas las «componen- tes» de la fuerza dada) cuyas direcciones son perpendiculares entre sf. [Por lo tanto, el hielo sumergido en agua estar4 en equilibrio si y s6lo si la suma vecto- rial de las fuerzas que actian sobre el hielo en una direccién perpendicular a la superficie del agua es cero. Por lo tanto, también si las tinicas fuerzas que ac- tian sobre el hielo sumergido en agua son la fuerza de empuje del agua y la fuer- za del peso del hielo, el hielo sumergido en agua estar en equilibrio si y s6lo si la fuerza de empuje del agua es igual, pero de sentido opuesto, al peso total del hielo.) La densidad del agua es mayor que la densidad del hielo. [Por lo tanto, el peso de un volumen determinado de agua es mayor que el peso de un volumen igual de hielo.] Por lo tanto, si las dnicas fuerzas que acntan sobre el hielo sumergido en agua son Ia fuerza de empuje del agua y su propio peso, el hielo sumergido en agua estaré en equilibrio si y sélo si una parte del hielo no est sumergida, y la fuerza de empuje del agua es igual y de sentido opuesto al peso del agua des- plazada por la parte de hielo sumergido. En resumen, el hielo sumergido en agua (y sometido solamente a la accién de fuerzas «normales») estard en equili- brio si y sdlo si flota. 7. Siempre es posible obtener una sola premisa mediante la conjuncién de varias premisas. Lo que se quiere decir en el texto es que si sdlo hubiera una ini- ca premisa conjuntiva, ella seria equivalente a una clase de premisas légicamen- ve independientes en la cual la clase contendria mds de un miembro. 57 Pero el segundo punto plantea el problema de saber si la presen- cia de més de una ley universal en las premisas es sélo una peculiari- dad del ejemplo usado o si es un rasgo esencial de todas las explica- ciones aceptables. No podemos resolver esta cuestién de manera definitiva, pues no tenemos un criterio preciso para distinguir entre las explicaciones satisfactorias y las que no lo son. Sin embargo, es preciso preguntarse si la deduccién de una ley universal a partir de una sola premisa serfa considerada normalmente como una explica- cién de la primera. Para tomar un ejemplo concreto, consideraremos la ley de Arquimedes, segiin la cual la fuerza de empuje que ejerce un liquido sobre un cuerpo sumergido en él es igual al peso del liquido desplazado por este cuerpo. De esta ley se deduce, como caso espe- cial, que la fuerza de empuje del agua sobre el hielo sumergido en ella es igual al peso del agua desplazada por el hielo.* Sin embargo, parece improbable que la mayoria de los fisicos considere que se ha explicado la ley de este modo; y ciertamente, pocas personas «ten- drian la sensacién» de que esta deduccién especial de la ley es una explicacién. Si este ejemplo puede ser considerado tipico y si estas conjeturas acerca de cémo responderfan ante él los cientificos son correctas, parece un requisito lagico razonable para la explicacién de leyes que las suposiciones explicativas contengan, al menos, dos pre- misas formalmente independientes. Pero hay también otra consideracién que habla en favor de este requisito, aunque la misma no agrega peso a la argumentacién, de manera independiente. A menudo, reservamos la palabra «explica- cién», al analizar leyes, a uno de dos casos posibles. En el primero de éstos, se muestra que el «fendmeno» formulado por la ley es el re- 8. Tal deduccién se realiza sustituyendo las «variables» implicitas en la for- mulacién del principio de Arquimedes por valores particulares. La forma es- quemitica de la deduccién es la siguiente: Para todas las propiedades P que estén en K, y para todas las propiedades Q que est en K,, todos los P son Q. Asti en K, y Best en K;, ex vi terminorum. Por consiguiente, todos los A son B. Esta deduccién es totalmente andloga a la derivacién de la ley de Boyle —la cual afirma que, para todo gas ideal, el producto de la presién del gas por su vo- lumen es constante, cuando la temperatura del gas es constante— a partir de la ley de Boyle-Charles segiin la cual, para todo gas ideal, el producto de la presién del gas por su volumen es proporcional a su temperatura. 58 sultado de varios factores independientes que entran en algin con- junto especial de relaciones. En el segundo caso, se muestra que la asociacién invariable entre las caracteristicas afirmadas por la ley es el producto de dos o mas asociaciones que se establecen entre las ca- racteristicas mencionadas en la ley y otras que son eslabones inter- medios de una cadena o red. La intencién que guia el establecimien- to de esta diferencia quizds se aclare con los siguientes ejemplos esquematicos. Supongamos que una ley universal tiene la forma de un condicional universal simple: «para todo x, six es A, entonces x es B» (0 «todos los A son B») donde «. Se dird, entonces, que 5, es mas ge- neral que S; si y sdlo si «todo C es A» es I6gicamente verdadero, pero su inverso, «todo A es C», no lo es. Ademas, se dird que S, es tan general como 5; si y sdlo si «todo A es C» y «todo C es A» son ambos légicamente verdaderos. Si ninguno de los enunciados que tienen una de las dos ultimas formas es légicamente verdadero, en- tonces se dir4 que 5, y $; no son comparables con respecto a su ge- neralidad. Por ejemplo, la ley de que todos los objetos sumergidos en liquidos reciben un impulso hacia arriba de una fuerza igual al peso del liquido desplazado por el objeto (ley de Arquimedes) es més general, sobre la base de esta definicién, que la ley de que el hielo sumergido en el agua flota. Pues el enunciado «el hielo en el agua es un objeto sumergido en un liquido» es verdadero en vir- tud del significado asignado a sus términos, mientras que su con- verso, obviamente, no lo es. 10. Popper, ibid. 62 Aunque a primera vista esta definicién parece suministrar una elucidacién satisfactoria de lo que presumiblemente se quiere decir cuando se afirma que un enunciado es mas general que otro, la mis- ma conduce a dificultades. Pues el requisito de que dos enunciados légicamente equivalentes sean igualmente generales parece razona- ble, ya que, si S, es mas general que S, y S, es l6gicamente equivalen- te a un tercer enunciado S,, entonces S, es también més general que 5;. Sin embargo, este requisito no se satisface cuando se entien- de «més general» segin la definicién propuesta. Asi, supongamos que «todo A es B» es mas general que «todo C es D» (de modo que «todo C es A» sea légicamente verdadero, pero no lo sea su conver- so). Ahora bien, «todo no-B es no-A» es ldgicamente equivalente a «todo A es B», y de acuerdo con el requisito sugerido deberia ser més general que «todo C es D». Para que esto ocurra, sobre la base de la definicién propuesta, «todo C es no-B» tendria que ser légica- mente verdadero, aunque de hecho habitualmente esto no sucede, Por ejemplo, «todos los organismos vivos son mortales» es mas ge- neral, segun la definicién propuesta, que «todos los seres humanos son mortales» (porque «todos los seres humanos son organismos vi- vos» es una verdad |égica, pero no lo es su converso); y «todos los organismos vivos son mortales» es también ldgicamente equivalente a «todos los no-mortales son organismos no-vivos». Pero puesto que «todos los seres humanos son no-mortales» manifiestamente no es una verdad légica, el enunciado «todos los no-mortales son orga- nismos no-vivos» no es mas general, cuando se lo juzga de acuerdo con la definicién propuesta, que «todos los seres humanos son mor- tales»." 11. Podrian plantearse dificultades de naturaleza similar utilizando otras equivalencias vilidas en la l6gica formal. Por ejemplo, «todos los A son B» es mas general que «todos los AE son B», pues «todos los AE son A» es una ver- dad légica mientras que «todos los A son AE» no loes. Sin embargo, «todos los AE son Be es légicamente equivalente a «todos los A son B o no-E®. Pero con ayuda de cualquier premisa universal arbi- trariamente elegida y una «condicidn inicial» construida adecuadamente. Asi, sea E cualquier explicandum; L la ley segtin la cual, para todo-x, six es A, entoncesx es By Cla condicién inicial que dice que un individuo dado ies A pero no B, 0 E. Luego, E se deduce légicamente de las premisas Ly C. Pues de L obtenemos Ja consecuencia seguin la cual no se da el caso de que el individuo i sea A pero no Bsy si combinamos este enunciado con C, se abtiene E. Pero-si nos preguntamos cémo se puede demostrar C, es evidente que la vinica manera de hacerlo, en la su- posicién de que L es verdadero, es razonar del siguiente modo: E es verdadero, por hipétesis; por consiguiente, o bien E es verdadero, o bien el individuo i es A pero no B. Por ende, sélo se puede demostrar C demostrando primero E. Hem- pel y Oppenheim proponen, por ello, la condicién de que la verdad de la ley Z no debe impliear que toda clase de enunciados verdaderos que expresen elemen- tos de juicio de los cuales sea deducible C también permita deducir £; o, alterna- tivamente, que haya al menos una clase de enunciados que expresen elementos de juicio tales que la condicién inicial C sea deducible de ella pero no lo sean E nila negacidn de L. Véanse especialmente las pags. 159-160. 70 bil da origen a un consenso bastante grande en lo concerniente al va- lor de una explicacién propuesta. Sin embargo, podria plantearse contra esta condicién la objecién de que, puesto que los elementos de juicio favorables a una presunta ley universal no permanecen constantes en el tiempo, una explicacién que incluya a dicha ley en sus premisas y que sea satisfactoria en un momento dado puede de- jar de serlo cuando se descubran elementos de juicio desfavorables para la ley, Pero esta objecién no debe inquietarnos, a menos que se haga la dudosa suposicién de que, al juzgar que una explicacién es satisfactoria, se esta predicando de la explicacién una propiedad in- temporal. Es razonable, pues, adoptar la condicién mencionada como requisito epistémico para las explicaciones adecuadas. 3. El requisito aristotélico de que las premisas de una explicacién cientifica sean «mejor conocidas» que el explicandum, esta intima- mente relacionado con la concepcién aristotélica acerca de lo que constituye el objeto propio del conocimiento cientifico; Aristételes aplicaba dicho requisito exclusivamente a la explicacién de leyes cien- tificas. Segtin esta concepcidn, el genuino conocimiento cientifico sélo es posible acerca de lo que no puede ser de otro modo que como es. Por consiguiente, no puede haber ningiin conocimiento cientifi- co de sucesos particulares, y las leyes universales concernientes a al- giin ambito de la naturaleza, cuando no se las reconoce de manera inmediata como inherentemente «necesarias», deben ser explicadas mostrando que son las consecuencias de los «primeros principios» de ese ambito, cuya necesidad puede ser captada directamente. Estos pri- meros principios, pues, son las premisas tiltimas de las explicaciones cientificas; y son «mejor conocidos» que cualquiera de los explicanda porque su necesidad es intrinseca y transparente al intelecto. La rama del conocimiento que, indudablemente, sirvié de modelo para esta concepcién de la ciencia fue la geometria deductiva. Pues, seguin la idea que se tenia de la geometria hasta hace poco, cada uno de sus teoremas enuncia lo que debe suceder universalmente; y aunque esa necesidad y esa universalidad no sean inmediatamente evidentes, ambas quedan_ establecidas cuando se deduce un teorema de los axiomas © primeros principios, mas generales, cuya universalidad es «evidente». Al soste- ner que las premisas de una explicacién deben ser «mejor conocidas» que el explicandum, Aristételes simplemente hacfa explicita esta con- cepcién de la naturaleza de la ciencia. 71 La mencionada concepeién no es valida para nada que pueda ser identificado como parte del contenido de la moderna ciencia empi- rica. Por consiguiente, el requisito aristotélico de que las premisas explicativas sean mejor conocidas que el explicandum carece total- mente de importancia como condicién para lo que hoy seria consi- derado como una adecuada explicacién cientifica. En cambio, varias versiones psicologistas del requisito aristotélico han gozado de am- plia aceptacién y han sido propuestas con frecuencia, por distinguidos hombres de ciencia, como condiciones esenciales de las explicaciones satisfactorias. La sustancia de estas condiciones es que, dado el ca- racter extraiio e inesperado que tiene habitualmente aquello que re- quiere explicacién, s6lo dara una genuina satisfaccién intelectual la explicacién que haga inteligible lo que es poco familiar en términos de lo que es familiar. Por ejemplo, un eminente fisico contempora- neo sostiene que una «explicacién consiste simplemente en reducir nuestros complicados sistemas a sistemas mds simples, de tal mane- ra que reconozcamos en el sistema complicado el entrelazamiento de elementos ya tan familiares para nosotros que los aceptamos sin necesidad de explicacién»." ¥ arguye que, dado que la teorfa cudn- tica actual no indica cémo los sistemas fisicos pertenecientes a su Ambito son el resultado de modos familiares de accién entre especies familiares de constituyentes, nos da la sensacin de que la teoria no explica nada, a pesar de sus logros sistematizadores reconocidamen- te notables. Serfa ir contra lo evidente negar que importantes avances en la historia de la ciencia han sido el fruto del deseo de explicar nuevos dominios de la realidad en términos de algo ya familiar. Basta recor- dar el persistente uso de modelos mecanicos familiares con el fin de elaborar explicaciones de los fenémenos térmicos, luminosos, eléc- tricos y hasta de la conducta humana, para reconocer la influencia que ha tenido esta concepcién de las explicaciones. Sin embargo, no siempre se juzga insatisfactoria una explicacion por el hecho de que sea una reduccidn de lo familiar a lo desconocido. Cuando el hecho de que los materiales de colores se destifian por efecto de la luz solar se explica en términos de suposiciones fisicas 0 quimicas acerca de la composicién de la luz y de las sustancias coloreadas, la explicaci6n 14. P. W. Bridgman, The Natura of Physical Theory, Princeton, 1936, pag, 63. 72 no es considerada insatisfactoria, aunque explica lo familiar en tér- minos de lo que, para la mayorfa de los hombres, es desconocido. Ademis, la concepcién de las explicaciones que estamos examinan- do se halla en abierta discrepancia con el hecho de que a través de toda la historia de la ciencia se han introducido con frecuencia hip6- tesis explicativas que postulan modos de interrelacion entre elementos supuestos, donde las interrelaciones y los elementos son inicialmen- te extraiios y, a veces, hasta aparentemente paraddjicos. Sin embargo, cabe hacer dos breves observaciones. Si una expli- cacién satisface la condicién epistémica examinada, entonces, aun- que sus premisas explicativas puedan haber sido extrafias en algin momento, finalmente logrardn el rango de suposiciones bien fundadas en los elementos de juicio. Por consiguiente, aunque la explicacién no reduzca lo extrafio a lo familiar, puede ser una explicacién acep- table si las premisas se hallan firmemente asentadas en elementos de juicio que han dejado de ser extrafios para una parte de la comunidad cientifica. En segundo lugar, aunque las premisas explicativas puedan utilizar ideas totalmente extrafias, tales ideas a menudo manifiestan importantes analogias con nociones ya empleadas en conexién con temas familiares. Las analogfas ayudan a asimilar lo nuevo alo viejo, ¢ impiden que las nuevas premisas explicativas sean totalmente extra- fias. Pero debemos posponer para un capitulo posterior la discusién mis detallada del papel que desempeiia la analogia en la elaboracién de vastos sistemas explicatives. 73

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