El Renco Puuco Gloria Elena Espinoza de Tercero El renco Puuco era tuerto.

Merodeaba por las calles de Len pidiendo limosna para beber, y de paso, vivir. Un da, detuvo en la esquina de los bancos a un doctor, especialista famoso y de carcter jocoso. Puuco lo salud tambaleante, pero con toda la ceremonia que pudo. Le solt su pedido con la excusa de que estaba enfermo y necesitaba dinero para comprar unas pastillas. El doctor, risueo, y conociendo a su interlocutor, le sugiri que le pidiera al fulanito que vena en la otra acera. Y le seal con la mirada a uno de los seores de la rancia aristocracia leonesa que se acercaba cruzando la calle. El renco le contest: Uy!, doctor, por el equipaje se conoce al pasajero. No ve los zapatos que anda? Si no tiene para los zapatos, cmo va a tener para dar?. El doctor no tuvo ms remedio que rer. En eso, mir a un ciego que iba pidiendo con la mano extendida, y con la otra agarrando su bastn, tanteando por donde caminaba. Consider oportuno decirle al renco: Deberas darle gracias a Dios que tens tus canillas para caminar, aunque ses renco, y que tens un ojo para ver. Mir a ese pobre ciego que tiene que andar con un bastn para orientarse porque no ve del todo. El renco, inmediatamente contest: No doctorcito, la gente dice que todo renco es malo, y ser tuerto es tuerce. Ser ciego, aunque usted no lo crea, es suerte. El doctor le replic: No hombre!, cmo vas a creer?, el tuerto se puede defender. Puuco no lo dej terminar y le contest: Ya s que me va a decir que el tuerto con un ojo llora. Pero si pido limosna, la gente me dice: Tuerto hijueputa, and trabaj. Pero si es ciego, todo el mundo se compadece y le dice: Pobrecito el cieguito, y por lo menos le da sus centavos. El doctor, riendo por las ocurrencias del renco, sac cinco reales y se los dio. El renco Puuco se fue mascullando: Qu doctorcito ms pinche! De pronto el doctor sinti un golpecito por detrs. Era la moneda de cinco reales que le tir el renco, y apenas son al caer a la acera.