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Todo idealismo es, por eso, un afn de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos ms audaces a la ignorancia, madrastra

de obstinadas rutinas. Los idealistas suelen ser esquivos o rebeldes a los dogmatismos sociales que los oprimen. Resisten la tirana del engranaje nivelador, aborrecen toda coaccin, sienten el peso de los honores con que se intenta domesticarlos y hacerlos cmplices de los intereses creados, dciles, maleables, solidarios, informes en la comn mediocridad. Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social, pretenden amalgamar a los individuos, decapitndolos; detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatemizan a los que se apartan en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios: los desafa, an sabindolos terribles porque son irresponsables. El predominio de la variacin determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carcter propio, emblema al fin de que no se vive como simple reflejo de los dems. La funcin capital del HOMBRE MEDIOCRE es la paciencia imitativa, la del hombre superior es la imaginacin creadora. El mediocre aspira confundirse en los que le rodean, el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: NADA PARECE TAN PELIGROSO COMO UN HOMBRE QUE ASPIRA A PENSAR CON SU CABEZA.-

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