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CAPITULO I
¿Aurea mediocritas?
El estrecho horizonte de su experiencia constituye el limite
forzoso de su mente, el ideal de una persona no podrá
formarse.
También sabemos que es un estado de quien vive satisfecho
con su relativo bienestar, sin envidia ni codicia.
LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL
El hombre rutinario
La rutina, su habitad, es el medio donde mejor se desenvuelven, pues aquí su vida y
su ambiente nunca a transcendido, el tiempo ha pasado, pero ni cuenta se han dado.
El miedo de progresar se ha apoderado de ellos, prohibidos vivir nuevas experiencias,
es que mejor es preferible lo mala conocido que a lo bueno por conocer , no saben
que hay grandes glorias que les esperan, nuevos conocimientos por aprender, pero
ellos se asemejan a un fósil, se resisten a la evolución la única verdad que prevalece
es la mediocridad.
Los estigmas de la mediocridad
intelectual
El hombre mediocre no valora lo que tiene, ni cuando lo
pierde, piensa que su cabeza ha sido simplemente en lugar
donde se ubica el sombrero, o talvez sus liendres, nunca se
imagina o sospecha que lo tiene adentro de su cráneo en su
masa encefálica y esto a su vez no es un simple órgano, sino
el motor para pesar.
La maledicencia
Los mediocres prácticamente son unos criminales, unos cobardes.
Mientras el calumniador enfrenta el castigo, el maledicente lo esquiva, se
esconde, se encubre con la complicidad de los suyos, manteniéndose en la
penumbra.
El valor no se hizo para este individuo, prefiere que otro adquiere dicho
nombramiento de ser valiente.
Hablan a media voz, no pueden pensar para hacer el bien, pero si pueden
hacerlo cuando de hipocresía de trata, son unos hipócritas.
El sendero de la gloria
La gloria en el punto mas alto de la cima, es el punto definitivo en la
vida, es un todo; pero esto se alcanza con esfuerzo, sudor, lagrimas, el
camino no es nada fácil, hay que conquistarlo, en cambio otros triunfan
mendigando, humillándose, convirtiéndose en cómplice de innumerable
similares.
El hombre de merito se adelanta a su tiempo, no espera ser viejo o
ganar experiencia para adquirir algo, lo hace todo a la vez, gana
experiencia y tambien adquiere algo, en cambio el mediocre no adquiere
experiencia, su estadía es permanente, su evolución no existe.
CAPITULO III
LOS CARACTERES
MEDIOCRES
Hombres y sombras
Su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo, en un partido, en
una secta, en una bandería: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las
doctrinas y prejuicios consolidados a través de los siglos.
La domesticación de los mediocres
El buen lenguaje clásico llamaba doméstico a todo hombre que servía y
era justo. El hábito de la servidumbre trae consigo sentimientos de
domesticidad. En los cortesanos lo mismo que en los pueblos. Los
caracteres excelentes son indomesticables: tienen su norte puesto en su
ideal su firmeza los sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las
degeneran.
La vanidad
El orgullo es una arrogancia originaria por nobles motivos por nobles
motivos y quiere aquilatar el merito; la soberbia es una desmedida
presunción y busca alargar la sombra catecismos y diccionarios han
colaborado a la medio crización moral, subvirtiendo los términos que
designan lo eximio y lo vulgar.
La dignidad
Es síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la
sombra: donde ella falta no existe el sentimiento del honor y así como
los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son
esclavos. Todas sus formas implican dignidad y virtud. Los caracteres
dignos permanecen solitarios, sin lucir en el anca ninguna marca de
hierro.
La envidia capitulo IV
La pasión de los mediocres
La envidia es su motor, lo que les empuja a su tonto y fracasado éxito, es como su pan diario. Pero
qué bueno se puede esperar de los mediocres, ellos viven de los capaces, así como los parásitos
viven de ellos. Esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida,
reconocida, no basta ser inferior para envidiar pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido;
es necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquier culminación ajena.
Los roedores de la gloria
Saben que cada paso hacia la gloria ha costado trabajos, vigilias, meditaciones y comprenden que
acaso han consumido su organismo. Al mediocre su falta de inspiración le induce a rumiar el
talento ajeno, empañándolo con espaciosidades que denuncian su irreparable ultimidad.
El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores para hacerles sentir que su envidia es
recibida como un homenaje y no como un estile tazo. Dante considero a los envidiosos indignos
del infierno en la sabia distribución de penas y castigos los distribuyo por el purgatorio lo que se
aviene a su condición de mediocre. El sol les niega su luz; tienen los ojos cosidos con alambres
porque nunca pudieron ver el bien del prójimo.
La vejes niveladora
Las canas
Capitulo VI
Las canas son un mensaje de la naturaleza que nos advierte la proximidad del crepúsculo, las
canas visibles corresponden a otras más graves que no vemos el cerebro y el corazón, todo el
espíritu y toda la ternura encanecen al mismo tiempo que la cabellera.
Etapas de la decadencia
Las funciones del organismo empiezan a decaer a cierta edad esas declinaciones corresponden a
inevitables procesos de regresión orgánica. Las funciones mentales lo mismo que las otras decaen
cuando comienzan a enmohecerse los engranajes celulares de nuestros centros nerviosos. La
longevidad mental es un accidente no una regla.
Bancarrota de lo ingenios
El viejo tiende a la inercia busca el menor esfuerzo así como la pereza es una vejez anticipada, la
vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida su característica es una atrofia
de los elementos nobles del organismo, con desarrollo de los inferiores; una parte de los capilares
se obstruye y amengua el flujo sanguíneo a los tejidos el peso y el volumen del sistema nervioso
central se reducen como el de todos los tejidos propiamente vitales la musculatura flácida impide
mantener el cuerpo erecto, los movimientos pierden su agilidad y su precisión.
La virtud de la
impotencia
Los viejos olvidan que fueron jóvenes y estos parecen ignorar que serán viejos, el camino a
recorrer es siempre el mismo de la originalidad a la mediocridad y de esta a la inferioridad mental.
la ley es dura pero es nacer y morir son los términos inviolables dela vida ella nos dice con voz
firme que lo anormal no es nacer ni morir en la plenitud de nuestras funciones, nacemos para
crecer y envejecemos para morir.
La mediocracia
Capitulo VII
El clima de la mediocridad
Las cosas del espíritu son despreciadas no siéndole propicio el clima, sus cultores son contados,
no llegan a inquietar a las mediocracias están proscritos dentro del país que mata a fuego lento sus
ideales sin necesidad de desterrarlos cada hombre queda preso entre mil sombras que lo rodean y
lo paralizan. La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones tras una que hare
alisado un gran esfuerzo arrastrada o conmovida por un genio.
La patria
La política se degrada conviértele en profesión en los pueblos sin ideales, los espíritus subalternos
medran con torpes intrigas de antecámara en la bajamar sube por lo rahez y se acorchan los
traficantes. Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues de mercenarios o en
pugilatos de aventureros su justificación está a cargo de electores inocentes que van a la parodia
como a una fiesta.
Los arquitectos de la mediocridad
El genio crea las instituciones el bárbaro las viola los mediocres las respetan impotentes para forjar
o destruir esquivos a la gloria y rebeldes a la infamia se les reconoce por una circunstancia
inequívoca sus cubicularios no osan llamarlos genios por el temor al ridículo y sus adversarios no
podrían sentarlos en cancana de imbéciles flagrante injusticia son perfectos en su clima. Las
mediocracias niegan a sus arquetipos el derecho de elegir su oportunidad.
Forjadores de ideales
Capitulo VIII
Sus pensamientos fueron tajos de luz en la penumbra de la barbarie americana entre abriendo la visión de
cosas futuras pensaba en tan alto estilo que parecía tener como Sócrates algún demonio familiar que
alucinara su inspiración. la palabra de sarmiento parece bajar de un proscrito en Chile el hombre
extraordinario encuadra por entonces su espíritu en el doble marco de la cordillera muda y del mar
clamoroso. El genio se encumbra así para hablar, interprete de la historia sus palabras no admiten
rectificación y escapan a la crítica.
La moral del genio
El genio es excelente por su moral, o no es genio. Pero su moralidad no puede medirse con preceptos
corrientes en los catecismos; nadie mediría la altura del Himalaya con cintas métricas de bolsillo. La
conducta del genio es inflexible respecto de sus ideales.
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