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CAPITULO I

¿Aurea mediocritas?
El estrecho horizonte de su experiencia constituye el limite
forzoso de su mente, el ideal de una persona no podrá
formarse.
También sabemos que es un estado de quien vive satisfecho
con su relativo bienestar, sin envidia ni codicia.

Los hombres sin personalidad


Las personas sin personalidad, son personas que no poseen iniciativa, son
incapaces de crear y diseñar su personalidad.
También se considera individualmente, la mediocridad como una ausencia
de características personales que permiten al individuo en su sociedad.
Entorno del hombre mediocre
La humanidad ha evolucionado y siempre estará en
continuo cambio, y sobre todo el hombre mediocre y
conformista jamás evolucionará, su actitud equivocada, le
convertido en una persona que no habla; repite siempre y
juzga a los hombres como los oye juzgar, también se
convierte en el eco de las demás personas y las
denominan personas fanáticas.

Concepto social de la mediocridad


El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente
de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los
intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según
las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida
acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde.
El espíritu conservador
Existen dos grandes actitudes que agitan la mentalidad colectiva, el espíritu
conservador o rutinario y el espíritu original o de rebeldía.
• Grupos sociales con actitudes diferentes, que poseen niveles de
conocimiento, peros son muy distintos a los demás, que son indispensable
y muy necesarios,
• El conservador sagaz puede bendecir al revolucionario, tanto como este a
el. Los dos se necesitan, pero si este solo custodia sus prejuicios y dogmas
impuestos durante siglos; aun así, sin los mediocres no habría equilibrio en
las sociedades.

Peligros sociales de la mediocridad


Al rodearse de gente mediocre, incapaz, de pensar con mente propia, esta corre un
gravísimo peligro para su superación y evolución, tanto individual como colectivo.
La sociedad no necesita personas ignorantes, miedosas o ciegas a la realidad, todo al
contrario se necesita personas competentes, mentes propias con pensamiento ricos
en evolución y progreso y en el momento que un mediocre se arrebañe a los idealista,
sin que este se de cuenta, el peligro será aun mas grave, por que el mediocre no crea,
no piensa, no evoluciona. En cambio una persona que tiene gran capacidad, si lo hace.
La vulgaridad
Los mediocres son seres que insultan a la mediocridad a la inteligencia,
no valoran ni su misma existencia, creen que su ignorancia es digna de
exhibirla, no saben que es una afrenta para quienes no son igual a ellos;
todo el encanto que pueden realizar durante horas, lo borran en un solo
segundo y a pesar de ofender a quienes los rodea, se sienten grandes, sin
duda la vergüenza no se hizo para ellos.
CAPITULO II

LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL

El hombre rutinario
La rutina, su habitad, es el medio donde mejor se desenvuelven, pues aquí su vida y
su ambiente nunca a transcendido, el tiempo ha pasado, pero ni cuenta se han dado.
El miedo de progresar se ha apoderado de ellos, prohibidos vivir nuevas experiencias,
es que mejor es preferible lo mala conocido que a lo bueno por conocer , no saben
que hay grandes glorias que les esperan, nuevos conocimientos por aprender, pero
ellos se asemejan a un fósil, se resisten a la evolución la única verdad que prevalece
es la mediocridad.
Los estigmas de la mediocridad
intelectual
El hombre mediocre no valora lo que tiene, ni cuando lo
pierde, piensa que su cabeza ha sido simplemente en lugar
donde se ubica el sombrero, o talvez sus liendres, nunca se
imagina o sospecha que lo tiene adentro de su cráneo en su
masa encefálica y esto a su vez no es un simple órgano, sino
el motor para pesar.
La maledicencia
Los mediocres prácticamente son unos criminales, unos cobardes.
Mientras el calumniador enfrenta el castigo, el maledicente lo esquiva, se
esconde, se encubre con la complicidad de los suyos, manteniéndose en la
penumbra.
El valor no se hizo para este individuo, prefiere que otro adquiere dicho
nombramiento de ser valiente.
Hablan a media voz, no pueden pensar para hacer el bien, pero si pueden
hacerlo cuando de hipocresía de trata, son unos hipócritas.
El sendero de la gloria
La gloria en el punto mas alto de la cima, es el punto definitivo en la
vida, es un todo; pero esto se alcanza con esfuerzo, sudor, lagrimas, el
camino no es nada fácil, hay que conquistarlo, en cambio otros triunfan
mendigando, humillándose, convirtiéndose en cómplice de innumerable
similares.
El hombre de merito se adelanta a su tiempo, no espera ser viejo o
ganar experiencia para adquirir algo, lo hace todo a la vez, gana
experiencia y tambien adquiere algo, en cambio el mediocre no adquiere
experiencia, su estadía es permanente, su evolución no existe.
CAPITULO III

LOS VALORES MORALES


La moral del tartufo
Los hipócritas son seres que están ahí, a lado tuyo, más no sabes cuáles son sus
intenciones. Los hipócritas esquivan la responsabilidad de sus acciones, son audaces
en la traición y poco o nada leales. Escuchan, ven, se adentran en tu vida, y cuando
hablan solo lo hacen para hablar mal de ti, son como culebras venenosas, que
inyectan su veneno directo al sistema nervioso.
El hombre honesto
El hombre honesto no teme a ser juzgado o condenado, admite su error y
enfrenta con valentía lo que se venga, así sea su encarcelación, o peor
aún su muerte. El honesto tiene en su pensamiento que hizo mal y que su
juzgamiento es lo debido, en cambio el mediocre tiene miedo a ser
juzgado públicamente, tiene temor a ser lanzado al infierno, no admite su
error, mejor aún se esconde y se viste de cobardía huyendo de la verdad.

Los tránsfugas de la honestidad


Desde la hipocresía consentida hasta el crimen castigado, la transición es
insensible; la noche se incuba en el crepúsculo. De la honestidad
convencional se pasa a la infamia gradualmente por matices leves y
concesiones sutiles. Los delincuentes son individuos incapaces de adaptar
su conducta a la moralidad media de la sociedad en que viven.
CAPITULO IV

LOS CARACTERES
MEDIOCRES
Hombres y sombras
Su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo, en un partido, en
una secta, en una bandería: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las
doctrinas y prejuicios consolidados a través de los siglos. 
La domesticación de los mediocres
El buen lenguaje clásico llamaba doméstico a todo hombre que servía y
era justo. El hábito de la servidumbre trae consigo sentimientos de
domesticidad. En los cortesanos lo mismo que en los pueblos. Los
caracteres excelentes son indomesticables: tienen su norte puesto en su
ideal su firmeza los sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las
degeneran.

La vanidad
El orgullo es una arrogancia originaria por nobles motivos por nobles
motivos y quiere aquilatar el merito; la soberbia es una desmedida
presunción y busca alargar la sombra catecismos y diccionarios han
colaborado a la medio crización moral, subvirtiendo los términos que
designan lo eximio y lo vulgar.
La dignidad
Es síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la
sombra: donde ella falta no existe el sentimiento del honor y así como
los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son
esclavos. Todas sus formas implican dignidad y virtud. Los caracteres
dignos permanecen solitarios, sin lucir en el anca ninguna marca de
hierro.
La envidia capitulo IV
La pasión de los mediocres

La envidia es su motor, lo que les empuja a su tonto y fracasado éxito, es como su pan diario. Pero
qué bueno se puede esperar de los mediocres, ellos viven de los capaces, así como los parásitos
viven de ellos. Esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida,
reconocida, no basta ser inferior para envidiar pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido;
es necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquier culminación ajena.
Los roedores de la gloria

Saben que cada paso hacia la gloria ha costado trabajos, vigilias, meditaciones y comprenden que
acaso han consumido su organismo. Al mediocre su falta de inspiración le induce a rumiar el
talento ajeno, empañándolo con espaciosidades que denuncian su irreparable ultimidad.

Su hobbies merodear a las personas exitosas e idealistas, no se apartan ni un segundo de ellas,


esperan el momento preciso y saz! Se apoderan de las glorias de los líderes, nunca cambiarán, su
destino es ese.
Una escena dantesca: su castigo

El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores para hacerles sentir que su envidia es
recibida como un homenaje y no como un estile tazo. Dante considero a los envidiosos indignos
del infierno en la sabia distribución de penas y castigos los distribuyo por el purgatorio lo que se
aviene a su condición de mediocre. El sol les niega su luz; tienen los ojos cosidos con alambres
porque nunca pudieron ver el bien del prójimo.
La vejes niveladora
Las canas
Capitulo VI

Las canas son un mensaje de la naturaleza que nos advierte la proximidad del crepúsculo, las
canas visibles corresponden a otras más graves que no vemos el cerebro y el corazón, todo el
espíritu y toda la ternura encanecen al mismo tiempo que la cabellera.
Etapas de la decadencia

Las funciones del organismo empiezan a decaer a cierta edad esas declinaciones corresponden a
inevitables procesos de regresión orgánica. Las funciones mentales lo mismo que las otras decaen
cuando comienzan a enmohecerse los engranajes celulares de nuestros centros nerviosos. La
longevidad mental es un accidente no una regla.
Bancarrota de lo ingenios

En el hombre superior en el talento o en el genio se notan claramente estos estragos como no


llamaría nuestra atención un antiguo millonario que paseara ante nosotros sus postreros andrajos,
el hombre superior deja de serlo se nivela sus ideas organizadas en otra tienden a ser comunes o
inferiores. Para tan solo citar a muertos del ayer hace visto a Lombroso caer en sus últimos años
en ingenuidades infantiles explicables por su debilitamiento mental a punto de llorar conversando
con el alma de su madre en un trípode espiritista.
La psicología de la vejes

El viejo tiende a la inercia busca el menor esfuerzo así como la pereza es una vejez anticipada, la
vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida su característica es una atrofia
de los elementos nobles del organismo, con desarrollo de los inferiores; una parte de los capilares
se obstruye y amengua el flujo sanguíneo a los tejidos el peso y el volumen del sistema nervioso
central se reducen como el de todos los tejidos propiamente vitales la musculatura flácida impide
mantener el cuerpo erecto, los movimientos pierden su agilidad y su precisión.
La virtud de la
impotencia

Los viejos olvidan que fueron jóvenes y estos parecen ignorar que serán viejos, el camino a
recorrer es siempre el mismo de la originalidad a la mediocridad y de esta a la inferioridad mental.
la ley es dura pero es nacer y morir son los términos inviolables dela vida ella nos dice con voz
firme que lo anormal no es nacer ni morir en la plenitud de nuestras funciones, nacemos para
crecer y envejecemos para morir.
La mediocracia
Capitulo VII
El clima de la mediocridad

Las cosas del espíritu son despreciadas no siéndole propicio el clima, sus cultores son contados,
no llegan a inquietar a las mediocracias están proscritos dentro del país que mata a fuego lento sus
ideales sin necesidad de desterrarlos cada hombre queda preso entre mil sombras que lo rodean y
lo paralizan. La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones tras una que hare
alisado un gran esfuerzo arrastrada o conmovida por un genio.
La patria

La patria está implícita en la solidaridad sentimental de una raza y no en la confabulación


politiquista que medran a su sombra. Cuando no hay patria no hay sentimiento colectivo de
nacionalidad inconfundible con la mentira patriótica explotada en todos los países por los
mercaderes y los militaristas solo es posible en la medida que marca el ritmo unísono de los
corazones para un noble perfeccionamiento y nunca para una innoble agresividad que hiera el
mismo sentimiento de otras nacionalidades.
La política de los piaras

La política se degrada conviértele en profesión en los pueblos sin ideales, los espíritus subalternos
medran con torpes intrigas de antecámara en la bajamar sube por lo rahez y se acorchan los
traficantes. Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues de mercenarios o en
pugilatos de aventureros su justificación está a cargo de electores inocentes que van a la parodia
como a una fiesta.
Los arquitectos de la mediocridad

El genio crea las instituciones el bárbaro las viola los mediocres las respetan impotentes para forjar
o destruir esquivos a la gloria y rebeldes a la infamia se les reconoce por una circunstancia
inequívoca sus cubicularios no osan llamarlos genios por el temor al ridículo y sus adversarios no
podrían sentarlos en cancana de imbéciles flagrante injusticia son perfectos en su clima. Las
mediocracias niegan a sus arquetipos el derecho de elegir su oportunidad.
Forjadores de ideales
Capitulo VIII

El clima del genio


La genialidad es una coincidencia surge como chispa luminosa en el punto donde se encuentra la
mas excelentes aptitudes de un hombre y la necesidad social de aplicarlas al desempeño de una
misión trascendental el hombre extraordinario solo asciende a la genialidad si encuentra el clima
propicio la semilla majos necesita de la tierra mas fecunda la función reclama el órgano, el genio
hace actual lo que en su clima es potencial.
Sarmiento

Sus pensamientos fueron tajos de luz en la penumbra de la barbarie americana entre abriendo la visión de
cosas futuras pensaba en tan alto estilo que parecía tener como Sócrates algún demonio familiar que
alucinara su inspiración. la palabra de sarmiento parece bajar de un proscrito en Chile el hombre
extraordinario encuadra por entonces su espíritu en el doble marco de la cordillera muda y del mar
clamoroso. El genio se encumbra así para hablar, interprete de la historia sus palabras no admiten
rectificación y escapan a la crítica.
La moral del genio

El genio es excelente por su moral, o no es genio. Pero su moralidad no puede medirse con preceptos
corrientes en los catecismos; nadie mediría la altura del Himalaya con cintas métricas de bolsillo. La
conducta del genio es inflexible respecto de sus ideales.
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