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UNIVERSIDAD LATINA DE COSTA RICA

Escuela de psicología

Curso:
Trastornos de Personalidad II

Profesor:
Carlos Leiva

Los trastornos sádicos de la personalidad: el patrón de abuso


Los trastornos compulsivos de la personalidad: el patrón conformismo

Estudiante:
Carlos Tenorio

Fecha de entrega:
Jueves 22 de octubre 2014
Introducción
La personalidad sádica, compulsiva, negativista y masoquista se agrupan bajo el título
de estilos de la personalidad con conflictos. Las personalidades con conflicto logran
experimentar al máximo los potenciales de la vida, es decir, terminan en la polaridades dolor-
placer y sí mismo-otros a diferencia de las personalidades con déficit estructural que centran su
vida en la polaridad dolor (evitador, depresivo) o en ninguna polaridad (esquizoide). En el
grupo de los estilos de la personalidad con problemas interpersonales las personas orientan su
vidas hacia sí mismos o hacia los otros.

Lo problemático de los estilos de la personalidad con conflictos es que cambian los


componentes que conforman estas polaridades.

Los principales motivos que guían sus vidas entran en conflicto con los demás. Permanecer en
guerra consigo mismo es algo intrínseco a su funcionamiento psíquico (sus orientaciones
internas se mueven en sentidos opuestos a sus otras inclinaciones)

Los obsesivos compulsivos (controlan sus vidas, pero representan papeles de acusador, juez y
defensor, evalúan constantemente sus acciones y las de los demás. Si el defensor gana el
caso, el acusador pierde y viceversa.

Los masoquistas tienen expectativas elevadas de los demás que casi no son reales. Por eso
desean algún tipo de compensación que a veces es hacerle daño a los demás. Un ataque
contra personas que desean que los quieran y los cuiden.

NO PUEDEN GANAR PARA PERDER, NI PERDER PARA GANAR.

En los tipos sádico-abusivo y masoquista-autodestructivo (conflicto en la polaridad dolor placer,


lo agradable se ve doloroso y lo doloroso agradable). En el tipo negativista y compulsivo la
polaridad en conflicto es sí mismo-otros. Cuanto más es la disposición hacia un componente
del par de la polarización, más inclinación hay a rebelarse contra el sí mismo e inclinarse hacia
el otro.

El sádico abusivo, se observa una disonancia entre las polaridades más fundamentales, que
representan las funciones de supervivencia básicas y potenciar y preservar la vida. Es una
personalidad proclive a la violencia. A través de la sublimación muchos sádicos pueden vivir
perfectamente dentro de la sociedad (el patriota arrogante que justifica la crueldad contra los
inmigrantes “ilegales”, políticos con “buenas intenciones” esconden sus ansias de poder, padre
abusivo y represivo, el pastor que atemoriza a los feligreses, la madre irritable que avergüenza
a sus hijos).

Los trastornos sádicos de la personalidad: el patrón de abuso


Historia:

En roma la grandeza y la crueldad estaban relacionadas (deber y patriotismo prevalecían sobre


la tortura y la muerte). COLISEO ROMANO.

La sociedad ya trae en su ADN el fenómeno de la crueldad, la dominación y el sufrimiento… En


sus formas culturales y sociales están íntimamente asociadas con las estructuras de poder
totalitarias (Inquisición, esclavitud…)

El concepto se puede rastrear hasta los escritos del Krafft-Ebing de finales del siglo XIX que se
basan en la historia de un aristócrata y escritor del siglo XVIII, el marqués de Sade. Sus
novelas tratan la aplicación de dolor y de la dominación sexual, la crueldad y la humillación
para obtener placer sexual. Krafft-Ebing fue quien acuñó el término “sadismo” y su contraparte
“el masoquismo”. Los definió así: La experimentación de sensaciones sexuales placenteras
(incluido el orgasmo) producida por actos de crueldad y castigo físico, que se aplican a sí
mismo o a otras víctimas, sean animales o seres humanos.

Krafft-Ebing habló de que todas las personas tienen un deseo innato de humillar y herir.
Según él, las raíces estaban en la exageración de los impulsos sexuales masculinos…

En 1895, Schrenck-Ntzing acuñó la “algolagnia” (el griego del placer del dolor): creía que el
dolor experimentado era fuente de placer.

Havelock Ellis (1933): El sadismo era una expresión de amor.

Formulaciones modernas:

K. Schneider (1923-1950): Habló de las psicopáticas.


Kraeplin (1909-1915): Habló de los trastornos de la personalidad que calificó como
excitable, inestable e impulsivo (hoy llamado sádico-agresivo)
Schneider (1923-1950): Habló del psicópata explosivo.

Freud (Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad 1905-1926): Consideraba al sadismo y


masoquismo como dimensiones bipolares (formas activas frente a formas pasivas). Freud
interpretó el comportamiento sádico como uno de los posibles resultados del desarrollo
psicosexual (una regresión psicosexual del período edípico al estadio anal tardío. Freud (1920,
Más allá del principio de placer): Bajo la dicotomía de Eros y Tánatos, los instintos sexuales
eran componentes de Eros.

Abraham (1921-1927) siguiendo las ideas de su maestro Freud: Tanto el trastorno de la


personalidad negativista/pasivo-agresivo como el sádico-agresivo tienen sus orígenes en las
frustraciones consecuentes a experiencias en los períodos anal-excretor y oral-mordedor del
desarrollo libidinoso.

Horney (1945): Estaba convencida que las tendencias sádicas se hallaban presentes en todas
las etapas de la vida. El sadismo se caracteriza por un impulso inconsciente de frustrar a los
demás, destruyendo su satisfacción y frustrando sus expectativas (pone el dedo en la llaga).
Se caracteriza por un sentimiento inconsciente de omnipotencia… Al degradar a los otros no
solo alivia su intolerable malestar interno, sino que al mismo tiempo se otorga un sentimiento
de superioridad… Cuando explota emocionalmente a los demás se proporciona a sí mismo una
vida emocional vicaria que alivia un poco su sentimiento de aridez. Cuando desprecia a los
otros, siente un triunfalismo que ensombrece su propia desesperanza. Esta ansia de triunfo a
través de la venganza es quizá la fuerza más motivadora que posee.

Propuestas contemporáneas:

Erich Fromm (1973 desde una perspectiva cultural e individual): Los grupos sociales
refuerzan todos los elementos de las crueldades sádicas sin potenciar los elementos opuestos.
Se busca el control completo sobre otro ser humano. Para él la esencia del sadismo es la
pasión por el control absoluto y sin restricciones sobre otras vidas. El no solo hablaba del
sadismo sexual sino de la crueldad mental (humillar e herir los sentimientos de los demás
utilizando palabras) causando un dolor psíquico tan intenso o más que el físico.

Shapiro (1981): El principal elemento del sadismo es el intenso deseo de degradar. El sádico
desea que su víctima se siente ridícula y pequeña, de forma que su dignidad y voluntad sean
destruidas. La persona sádica elige a sus víctimas de sus subordinados (personas menos
poderosas a las que puede controlar).

En 1969, Millon describió las características de la personalidad sádica de la siguiente manera:

 Afectividad hostil (irritabilidad y facilidad para las respuestas coléricas)


 Proyección cognitiva (le atribuyen a los demás sus motivos maliciosos)
 Autoimagen afirmativa (orgullosos de su energía, realismo y rigidez)
 Búsqueda de venganza interpersonal (agresivos, intimidatorios y punitivos): Una
manera de defenderse de la maldad y la humillación que han aprendido a esperar.
 Anticipan hostilidad por parte de los demás.

Para Millon, no haber incluido el trastorno sádico de la personalidad en el DSM-IV y el CIE-


10 fue un error. El individuo sádico / agresivo se centra principalmente en las polaridades
dolor (preservación) y actividad (modificación). Esto mismo se observa en la personalidad
evitadora. Sin embargo el evitador anticipa activamente escapando del abuso, mientras que el
sádico ataca activamente y degrada a los demás. Ambos son activos, pero uno inflige dolor,
mientras que el otro lo evita. El sádico es activamente malévolo y violento, ataca y desprecia a
los demás.
Características clínicas

Nivel comportamental:
Expresivamente precipitado: Presenta una tendencia a reaccionar con explosiones
emocionales súbitas y bruscas de una manera inesperada e injustificada; reacciona de un
modo imprudente, le atraen los desafíos, el riesgo y el peligro, y parece insensible al dolor, al
peligro y castigo.

Interpersonalmente áspero: Manifiesta satisfacción al intimidar, coaccionar y humillar a los


demás; suele expresarse verbalmente de forma abusiva, le gusta hacer comentarios
socialmente humillantes y muestra un comportamiento físico rudo, cuando no brutal. La actitud
agresiva de estos sujetos es un instrumento muy poderoso para coaccionar y aterrorizar a los
otros, consiguiendo respeto y sumisión. Algunas personalidades sádico agresivas encuentran
un buen lugar en posiciones sociales en las que los comportamientos hostiles no se sancionan,
sino que se admiran: el hombre de negocios sin escrúpulos, el sargento brutal, la directora de
escuela rígida y punitiva, el cirujano dominante y exigente.

Nivel fenomenológico:
Cognitivamente dogmático: Es rígido y cerrado, y se obstina en sostener sus prejuicios; es
autoritario, socialmente intolerante y lleno de prejuicios ( por ejemplo, raciales). Estas
personalidades se percatan rápidamente de los sentimientos y estados de ánimo de los otros.
Una vez que han adoptado un punto de vista, no lo cambian. Muestran una inusual
sensibilidad ante las señales de desprecio y rechazo de los demás. Si son incapaces de
expresar la ira que les ha provocado en ellos ese “desprecio”, descargarán su furia sobre la
primera persona que sea vulnerable al ataque (normalmente y tras la ingesta de alcohol, los
miembros de su propia familia. Sus cónyuges e hijos son percibidos como objetos carentes de
sentimientos y sensibilidad.
Autoimagen combativa: Se enorgullece de verse a sí mismo como una persona competitiva,
empecinada, energética, obstinada, sincera y realista; valora aspectos de sí mismo que le
proporcionan una imagen belicosa, dominante y orientada al poder.

Representaciones objetales perniciosas: Se distingue por relaciones tempranas que


generaron agresividad y actitudes malvadas, así como la falta de recuerdos sentimentales,
afectos tiernos, conflictos internos y sentimientos de culpa o vergüenza. Para ellos, la vida es
una jungla en la que “querer es poder”, la única manera de sobrevivir en este mundo es
dominándolo y controlándolo.

Nivel intrapsíquico:

Mecanismos de defensa: Para suavizar y redirigir estas necesidades de dominio y control,


estas personas dependen básicamente de tres mecanismos: la racionalización, la sublimación
y la proyección.

La sublimación: empresas competitivas, carreras militares, profesiones del mundo de las leyes,

La racionalización: su comportamiento inadecuado lo ven como franqueza, sinceridad, falta de


hipocresía y voluntad de afrontar problemas: de ser realista y no utópico.

Mecanismo de aislamiento-proyección. Puede tener gran sangre fría y no parece tener


conciencia del impacto de sus actos destructivos; ve los objetos de los que abusa como algo
impersonal, símbolos de grupos de personas sin ningún valor desprovistas de sensibilidad
humana. Ellos anticipan en los otros su propia hostilidad. Por eso, justifican sus acciones
agresivas porque se perciben a sí mismos como si fuesen objetos de una persecución injusta.

Organización morfológica: eruptiva

Su estructura morfológica suele ser coherente y está compuesta por controles, defensas y
canales de expresión adecuados; sin embargo, la emergencia de poderosas energías de
naturaleza agresiva (que surgen de sus experiencias tempranas) y sexual amenazan con
producir explosiones bruscas que periódicamente sobrepasan los controles que en otras
situaciones son perfectamente competentes. Temen pensar que son vulnerables o que pueden
ser humillados y despreciados. Creen que no recibirán de los demás mejor trato del que
recibieron del pasado. Los otros son percibidos como amenazas y por eso deben defenderse
de ellos. Creen que en este mundo uno no puede expresar sus sentimientos. Muestran una
deficiencia para compartir sentimientos de ternura.

Nivel biofísico
Estado de animo-temperamento hostil: Tiene un temperamento excitable e irritable que aflora
rápidamente y se transforma en discusiones y beligerancia física; es cruel y malvado; desea
hacer daño y perseguir a los demás. Rápidamente, se implican en discusiones o peleas físicas.

Variantes del prototipo

Estilos normales: Realmente tienen un margen de normalidad muy limitado. Pero cuando
estas personalidades se ponen al servicio de actividades positivas, pueden convertirse en
líderes eficaces, en especial en tiempos de crisis.

Síndromes de la infancia: Se pueden notar dos tipos de muchachos. Por un lado, los que
muestran un desdén crónico hacia las normas sociales y, por otro los que presentan un impulso
agresivo que toma forma de violencia y abuso interpersonal. Este trastorno se presenta cuatro
veces más en hombres que en mujeres. A temprana edad, se nota incluso una tendencia de
los muchachos a involucrarse en comportamientos delictivos. Aunque obtienen satisfacción de
ver sufrir a los demás, pueden manifestar cierto sentimiento de culpa y remordimiento. Por lo
general, estos niños son sometidos a un intenso antagonismo parental durante los 2-3 años de
vida. Su negativismo, su impulsividad y su profunda desconfianza hacia sus padres se
generaliza a todas las relaciones interpersonales y crean un círculo vicioso de tensión y
conflicto.

Subtipos adultos
El sádico explosivo (se arrepiente):

Utiliza la explosión emocional para descargar sentimientos de humillación y degradación.


Este tipo no se conduce de un modo rudo y truculento, pero son hipersensibles a los
sentimientos de traición o se sienten muy frustrados por la futilidad y la desesperanza de sus
vidas. Pueden llegar a los golpes con alguien para acabar una disputa debido a que tienen
muy pocas habilidades verbales. El sádico escoge “víctimas seguras” para abusar de ellas,
personas que de alguna manera simbolizan sus fracasos y frustraciones y que conocen sus
inadecuaciones.

El sádico tiránico (prototipo del sádico): Es tan temible y cruel como el antisocial. Él emplea la
violencia como un instrumento para intimidar y puede observar las consecuencias de sus
actos con profunda satisfacción. Escogen víctimas que posiblemente no van a reaccionar con
violencia. El temor a que la gente vea su baja autoestima y sus inseguridades es una de las
principales motivaciones de él. Su principal objetivo es la eliminación o subyugación de los
otros.

El sádico que se hace respetar: Subliman con el poder que les otorga la sociedad. Son
personas que sienten que tienen derecho de castigar a los demás. Se parecen un poco a los
compulsivos debido a que son puristas de las normas, pero a la vez pueden descargar
abiertamente su ira reprimida contra los más débiles. Estos tienen el permiso de ser “justos”.
El poder se les ha subido a la cabeza.
El sádico débil (caricatura del prototipo sádico): Estos golpean primero y preguntan después.
Impresionan con un sentido falso de autoconfianza. Se pueden confundir con un evitador.
Cuando experimentan temor, atacan a sus agresores realizando actos que, en realidad, les
causan pavor. No afrontan sus temores con la evitación sino con el ataque preventivo.

Comorbilidad con otros trastornos y síndromes

Eje II:
El trastornos de la personalidad negativista
El trastorno antisocial

Eje I

La ansiedad
La distimia
La depresión mayor

Diagnóstico diferencial
Con los negativistas los sádicos comparten un fuerte resentimiento y emociones coléricas,
pero los negativistas son mucho más erráticos en sus manifestaciones emocionales. Tienden a
descargar su resentimiento en forma indirecta pero no directa como los sádicos.

Los antisociales y los sádicos coexisten con frecuencia, pero los sádicos son violentos y
abusivos de manera más franca.
Los narcisistas son insensibles, muy poco empáticos y explotan a los otros, pero rara vez lo
hacen de manera abiertamente hostil como los sádicos.

Intervenciones terapéuticas:

Estos individuos cumplen superficialmente con la terapia para satisfacer las demandas de
otros.

Liberación de la ira contenida y control de la misma


Técnicas de autocontrol
Desensibilización sistemática de los estímulos que les causan estar a la defensiva
Entrenamiento en habilidades sociales
Intervención conductual (disparadores y mantenedores del comportamiento)
Cambio de creencias (me hirieron en el pasado, me va a pasar otra vez)
Terapia grupal

Trastornos compulsivos de la personalidad:

Es una personalidad de estilo conflictivo (no se observa un estado de satisfacción


personal). Aunque se encuentren en un entorno favorable y acogedor, estos individuos anulan
sus posibilidades de satisfacción o bien piensan que son incapaces de sentirse contentos. Se
esfuerzan por encontrar un lugar en la sociedad que sea responsable y productivo desde el
punto de vista de los otros. Sin embargo, se enfrentan a una lucha interna en la cual cuanto
mejor es la adaptación, mayores son la ira y el resentimiento que sienten. La mayoría de los
individuos han logrado definirse de donde proviene su fuente de gratificación por ejemplo: las
personalidades dependientes o histriónicas han decidido obtener su recompensa del mundo
externo. Por otro lado, las personalidades narcisistas y antisocial, la experiencia les ha
enseñado que las gratificaciones de la vida se encuentran en uno mismo. Los compulsivos no
se ponen de acuerdo en cuanto a la elección entre Sí mismo o los otros (son ambivalentes).
En los negativitas la ambivalencia se manifiesta abiertamente. Pero los compulsivos aunque
parecen haber resuelto su conflicto a través de la obediencia, en su interior luchan por refrenar
su desafío (compulsivos). Estas dos personalidades tienen intensos sentimientos conflictivos
tanto hacia sí mismos como hacia los demás. El negativista en el DSM-IV se llama
personalidad pasivo agresiva experimenta la confusión de la indecisión diaria. Los negativitas
experimentan la confusión de la indecisión diaria. Estas personas entran en disputas y
desengaños sin fin, porque unas veces presentan una obediencia sumisa y conformista y otras
exhiben un desafío obstinado y una autonomía firme. El patrón compulsivo, personalidad
obsesivo compulsiva en el DSM-IV manifiestan una extraordinaria consistencia, una
uniformidad rígida e invariable en todos los contextos significativos. La consiguen reprimiendo
los impulsos hacia la autonomía y la independencia. Aceptan las críticas severas y se someten
a las reglas establecidas por los demás. Sin embargo, su restricción es simplemente una
excusa con la que se engañan a sí mismos y a los demás y sirve también de camisa de fuerza
para controlar un resentimiento y una ira intensas. La personalidad compulsiva se parece a la
antisocial en el deseo firme, aunque inconsciente, de afirmarse, actuar de manera
independiente e incluso contravenir las reglas impuestas por los demás. A su vez, las actitudes
conscientes y sus comportamientos manifiestos son parecidos a los del sujeto dependiente;
además de ser claramente obedientes, aceptan las críticas severas de los demás y suprimen
todo vestigio de individualidad. Interiormente se agitan con el desafío como la personalidad
antisocial; conscientemente y comportamentalmente se someten y se conforman como los
dependientes. Para contener sus impulsos rebeldes y de oposición y asegurar que no
escapan a su control, los compulsivos se vuelven claramente conformistas y sumisos. No solo
respetan las reglas los hábitos sociales, sino que los adoptan y los defienden con rigor. En
consecuencia suelen ser considerados moralistas, legales y justos. Sistematizan y regulan los
acontecimientos y las relaciones que se convierten en una caricatura de las virtudes de orden y
decoro. Al comportarse meticulosamente en las rutinas diarias, se pierden en la minuciosidad,
en la forma y no en el contenido de la vida. Estos comportamientos rígidos son necesarios
para que los compulsivos puedan controlar sus luchas desbordantes y reprimidas. Acatan
inflexiblemente las reglas sociales porque así pueden contener sus propios impulsos y se
protegen de ellos. Para Millón este trastorno de la personalidad es un síndrome y que la
denominación de “personalidad obsesivo compulsiva” no es del todo acertado porque la gran
mayoría de estos pacientes no presentan compulsiones ni obsesiones. Además, según
Millón, se puede confundir con el síndrome clínico “obsesivo compulsivo” en el eje I.

Gabbard (1994)
Las personas obsesivo-compulsivas se caracterizan por la búsqueda de la perfección. Parecen
albergar la creencia oculta de que si pueden alcanzar una etapa trascendental de
impecabilidad, al final recibirán la aprobación paterna y la estima de las que carecieron cuando
eran niños. Estos niños suelen crecer con la convicción de que nunca lo han intentado del todo
y que cuando adultos, sienten constantemente que no “están haciendo lo suficiente”. El padre
que nunca parece estar satisfecho es internalizado como un Superyó cruel que siempre espera
más del paciente.

Según Beck y Freeman (1990), Existen algunos errores sistemáticos en el procesamiento de


la información que son característicos del TOCP (Trastorno obsesivo compulsivo de la
personalidad) entre estas se encuentran:
 El pensamiento dicotómico (todo o nada, blanco y negro): esta rigidez obsesiva lleva a
la procrastinación y al perfeccionismo.
 La magnificación o el catastrofismo: los errores se exageran de una manera
impresionante.
 El pensamiento en términos de deberes y obligaciones, en lugar de hacer lo que quieren
hacer: ellos se consideran responsables de sí mismos y de los demás. Sus creencias
son imperativas “Debo controlarme”, “Debo hacer todo lo correcto”, “Tienes que hacerlo
a mi manera”, “Los detalles son cruciales”.
Millon había propuesto en 1969 que este patrón se denominara personalidad “conformista”.
Según el las cuatro características típicas de este patrón son:

 La afectividad restringida (emocionalmente controlado)


 La cognición restringida (pensamiento metódico y pedante)
 La autoimagen concienzuda (práctico, prudente y moralista)
 El respeto interpersonal (congraciador con los superiores)

Luego en 1975, Millon le agrego La rigidez comportamental como parte del borrador inicial del
DSM-III. Esta consiste en mantener un patrón vital bien estructurado, muy regulado y
repetitivo.

Características clínicas del prototipo compulsivo

Comportamiento observable: disciplinado, se caracteriza por un aire de seriedad y de


austeridad, un control tenso de las emociones, una vida regulada y una afectividad restringida;
tienden a hablar con precisión y dicción clara. La personalidad obsesiva compulsiva presenta,
en el ámbito comportamental, un perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas,
una dedicación excesiva al trabajo y a la productividad excluyendo las actividades de ocio y a
las amistades, una incapacidad para tirar los objetos “viejos” aún sin valor sentimental y una
muestra de rigidez y obstinación. El compulsivo se dedica a cumplir los deseos de los otros y
niega sus propios intereses.
Comportamiento interpersonal: respetuoso, son autoritarios, congraciados con las autoridades,
buscan seguridad y aprobación de la figura de autoridad. Al someter su individualidad y
convertirse en clavos de algún poder o persona, los compulsivos se alienan, dejan de sentir
una verdadera satisfacción persona y pierden los pocos restos de la identidad personal que
todavía podían tener.

Nivel fenomenológico:

Estilo cognitivo: Pensamiento constreñido y organizado en términos de reglas, normas


convencionales y de la programación del tiempo. Se presenta una excesiva preocupación por
los detalles, las normas, la organización, los horarios, hasta el punto de perder de vista el
objeto principal de la actividad, una inflexibilidad en temas de moral, ética o valores y adopción
de un estilo avaro en los gatos para él y los demás considerando el dinero como algo que hay
que acumular con vistas a catástrofes futuras. Muestran una reluctancia a delegar tareas o
trabajo en otros a no ser que estos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.
Insisten en que los subordinados acaten las reglas y los métodos establecidos por él.
Desprecian a las personas que se comportan de manera “impulsiva” y “superficial”. Lo
compulsivos no reconocen que tratan de juzgar a los demás según las reglas que ellos mismos
detestan inconscientemente.

Autoimagen escrupulosa: Se consideran entregados al trabajo, aplicados, dignos de confianza,


meticulosos y eficientes, excluyendo claramente las actividades de ocio; temen el error o los
juicios equivocados y valoran en exceso los aspectos del sí mismo que se relacionan con la
disciplina, la perfección, la prudencia y la lealtad. Son buenos “organizadores” (tipo de
personalidad burocrático). Se juzgan cruelmente a sí mismos y a los demás. Los compulsivos
tienen un deseo inconsciente de revelarse ante el molde rígido al que han dedicado toda su
vida.

Representaciones objetales ocultas: Solo permiten la expresión comportamental o el


conocimiento consciente de representaciones internalizadas, con sus afectos y actitudes
internas asociadas, siempre que estén aprobadas socialmente; como resultado, las acciones y
los recuerdos están muy regulados, alejan los impulsos prohibidos y los limitan con rigor, y
niegan defensivamente los conflictos personales y sociales, que mantienen fuera de la
conciencia bajo un control estricto. Suelen hacer poca introspección de sus motivaciones y
sentimientos. La introspección es una intrusión en el pensamiento racional y el autocontrol.

Nivel intrapsíquico:
Mecanismo de formación reactiva: repetidamente presentan pensamientos positivos y
comportamientos socialmente recomendable que son totalmente opuestos a los profundos
sentimientos prohibidos y contrarios; son sensatos y maduros al enfrentarse a circunstancias
que generan ira o consternación en los demás.
La sublimación: Los sentimientos inconscientes de hostilidad que no pueden tolerarse de
manera consciente suelen expresarse de un modo socialmente aceptable a través de
profesiones como la de juez, decano, soldado o cirujano.

Cuando los compulsivos transgreden los mandatos de las figuras de autoridad o no llegan a
cumplir sus expectativas, pueden realizar determinados rituales para “anular” el mal o la
equivocación que piensan que han cometido.

Organización compartimental (la organización del mundo interno): Las estructuras


morfológicas están rígidamente organizadas en un sistema parcelado en numerosas
constelaciones, distintas y separadas, de impulsos, memoria y cognición, donde existen pocos
canales abiertos que permitan la interacción de estos componentes. Detrás del mundo
estructurado de los compulsivos se encuentra su temor a la desaprobación y su preocupación
porque sus acciones no solo no se vean amenazadas, sino castigadas severamente.
Probablemente cuando niños, estuvieron expuestos a padres exigentes, perfeccionistas y
censores. Existe una gran disparidad entre la cara que presentan a los demás y la rebeldía
que sienten en su interior (una ambivalencia interna)

Nivel biofísico: Estado de ánimo solemne. No están relajados, están tensos, sin alegría,
sombríos; reprimen los sentimientos cálidos y mantienen casi todas las emociones bajo control
riguroso. Se supone que las regiones del sistema límbico que se asocian con el temor y la ira
pueden ser más densas de lo habitual o estar más ramificadas. Se cree que el sustrato para
experimentar placer es posible que esté poco desarrollado.

Variantes del prototipo

Estilos normales (leve): Son tipos responsables y fieles. Tienen fuertes principios morales y
certeza de que no descansan hasta que el trabajo esté bien hecho y terminado. Son leales a
su familia a sus causas y a sus superiores. El trabajo duro es una característica de este estilo
de personalidad. Manifiestan control, formalidad e inflexibilidad en sus relaciones. Tienen un
nivel de integridad inusual de manera que respetan excesivamente la ética y la moral de la
sociedad. Muchos son religiosos y siguen las creencias y los principios de su iglesia a grado
extremo. Manifiestan comportamientos virtuosos y expresan valores morales que les dan
satisfacción. Tiene problemas por ser tan racionales y por considerar las cosas en términos de
blanco y negro.

Síndromes de la infancia: Niños que parecen hipermaduros debido a sus precoces


preocupaciones. Muestran tendencias perfeccionistas con dudas excesivas sobre sí mismos,
una conformidad excesiva con búsqueda de aprobación, quejas somáticas. Según Millon, los
niños bien educados y comportamentalmente disciplinados tienen pocas oportunidades de
decidir su propio destino. Son niños a los que se les priva la capacidad de explorar y de
experimentar la vida por sí mismos. Muchos son niños herméticos, con una vida interna
agitada, que suelen externalizar en algún momento posterior de su vida cuando ya no se dan
las limitaciones de las exigencias paternas.
Subtipos adultos

El compulsivo responsable: Se mueve en un campo limitado para evitar errores (una


dependencia conformista, por el respeto excesivo de las reglas y de la autoridad, por un deseo
de sumisión a los deseos y valores ajenos): Tiene una autoimagen a nivel superficial de
persona considerada, reflexiva y cooperativa, con propensión a actuar sin ambición y con
modestia. Cuando obtiene algún logro, experimenta profundos sentimientos de inadecuación
personal. Como quieren evitar cometer errores, presentan dudas y vacilaciones cuando deben
iniciar cualquier acción. El temor al fracaso y la crítica genera una tensión considerable
además de expresiones de culpa. Las dudas notable y la baja autoestima del compulsivo
responsable se ven reforzadas por su vinculación a organizaciones religiosas. La
preocupación por los detalles irrelevantes distraen la atención del paciente de las profundas
fuentes de ansiedad e inadecuación, así como del desprecio que anticipan: “¿Qué puedo
hacer para que los demás no vean lo vacío y débil que soy?”

El compulsivo puritano: Niega la existencia de problemas psicosociales y emocionales. Estas


personalidades están extremadamente tensas. Cuando anticipan la exposición y humillación
en público, presentan periodos de autodesprecio y se autocastigan generando explosiones de
ira contra los demás con la acusación de que se les persigue. Esta personalidad presenta
características de la personalidad paranoide, como el fanatismo, el dogmatismo y los celos.
Suelen discutir, estar resentidos y ser muy críticos con los demás y con ellos mismos. Pese a
la tensión que genera, esta autocrítica suele permitir la liberación de los sentimientos hostiles y
prohibidos. Las tensiones persistentes pueden manifestarse con síntomas psicosomáticos.
Las actitudes puritanas que presentan suelen ser una protección contra los impulsos
irracionales, repugnantes y deseos sexuales. Su estilo de vida ascético y austero (restricción
personal y de los demás) es un método prohibitivo de sus impulsos y fantasías más oscuras.
Los compulsivos puritanos que temen tanto la condena, se vuelven en jueces despiadados.

El compulsivo burocrático: En lugar de sentirse oprimidos por las reglas autoritarias, se siente
reforzado y confortado por ellas. Al formar parte de una burocracia sienten que no están solos
y se ve facilitada su capacidad para actuar con firmeza y decisión. Su asociación con la
organización religiosa fortalece su autoestima. Temen no poder contener sus impulsos
internos y buscan unos límites firmes que les guíen en la toma de decisiones adecuadas.
“Hacen lo que se les ha dicho que hagan”. Una jerarquía en la que se sabe quién es la figura
de autoridad y quien es un subordinado les ayuda a definir con claridad su lugar y su
responsabilidad dentro del sistema y les da un sentido de identidad y una finalidad a su
existencia. Son miembros muy leales, fiables, diligentes y comprometidos con los objetivos y
valores de la comunidad. Los compulsivos burocráticos siguen al pie de la letra la estructura
de la organización. Exactos y meticulosos muchos siguen la llamada ética protestante.
Muchos de estos individuos rígidos y artificiales se muestran orgullosos en público y se dan
importancia. Estas características son similares a las observadas en las personalidades
narcisistas. Pero su aire de superioridad y su status son superficiales.
El compulsivo parsimonioso: Son avariciosos, no comparten, se protegen de una posible
pérdida. Son tacaños. Al haber sido deprivados de muchos deseos durante la infancia, cuando
son mayores protegen y cuidan lo que han logrado. Se protegen de los buitres que quieren
dejarlos sin nada. Estas personalidades comparten muchas características con la personalidad
esquizoide, un distanciamiento frío y la aparente autoprotección de intrusiones externas. El
respeto que piden de sus posesiones es una manera de mantener a la distancia a la gente para
ocultar sus vacíos.

El compulsivo endemoniado: Son inseguros de quienes son y que quieren. Bajo la superficie
experimentan una intensa lucha entre las necesidades de cumplir con los deseos de los demás
y el deseo de afirmar sus propios intereses. A ellos los acosan poderosas emociones y las
intentan anular mediante el autocastigo. Las compulsiones y obsesiones son intentos fútiles de
control de los sentimientos irracionales. Esto es señal que los controles habituales del sujeto
compulsivo se han desmoronado. Se sienten atrapados en un estado sin solución
“endemoniados”. Ven que sucumben a la corrupción.
Comorbilidad con otros trastornos y síndromes

Eje I:
Síndromes obsesivos compulsivos (SOC): Los compulsivos anulan una serie de pensamientos
extravagantes, hostiles o eróticos mediante una serie de actos o rituales repetitivos. Son
estrategias arraigadas que se han aprendido para contener los impulsos socialmente
prohibidos. Esta preocupación por los detalles mínimos los consigue distraer ante la fuente real
de sus ansiedades.

Síndromes fóbicos (FOB): Los compulsivos tienden a ocultar sus fobias porque piensan que
eso debilitaría su autoimagen. Los compulsivos presenta fobias simples básicamente como
función de tres precipitantes de ansiedad: situaciones de tomas de decisión, verdaderos
fracasos o de impulsos que se desatan y tratan de contrarrestar.

Síndromes ansiosos (ANS): Los compulsivos son los candidatos más frecuentes para los
trastornos de ansiedad generalizada.

Síndromes somatomorfos (SOM): Con menor frecuencia los compulsivos sucumbe a los
trastornos de conversión como otra forma de contener la aparición de los impulsos prohibidos.
Esto va en contra de su autoimagen de suficiencia.

Síndromes disociativos (DIS): Al llegar al extremo de no ser capaces de contener sus impulsos
compulsivos llegarán a repudiar su identidad o borrar todos los recuerdos del pasado. Algunos
pacientes pueden llegar, aunque rara vez, a vivir un trastorno múltiple de la personalidad
conteniendo así su verdadera identidad.

Síndromes del estado de animo: Los compulsivos tienden a los trastornos afectivos. Así
descargan su ira contra sí mismos. Sus depresiones mayores reflejan tanto la lucha por
contener sus resentimientos como su temor a que el arrepentimiento solo genere burlas y
condena. Los compulsivos presentan una melancolía relativamente benigna aunque crónica
denominada trastorno distímico. Esto ocurre cuando se dan cuenta de lo vacía que es su vida
y de la frecuencia con que se niegan a sí mismos y todo lo que han abandonado para
amoldarse a las normas externas.

Síndromes esquizofrénicos (ESQ): Este se manifiesta cuando se han roto todos los controles
que utilizan para contener el conflicto reprimido de obediencia desafío (verbalizan ideas
incoherentes y emociones extravagantes, muecas estereotipadas, los manierismos suelen ser
un reflejo de los débiles esfuerzos que hace el paciente de contener sus impulsos o para
ahogar la confusión y la desarmonía que sienten.

Diagnóstico diferencial:

Eje II
Esta personalidad genera pocos problemas de diagnóstico diferencial. Las personalidades
obsesivas compulsivas y las dependientes tienden a cumplir las exigencias y las expectativas
ajenas. La falta de confianza, el hábito de apoyarse en los demás y la falta de habilidades no
son tan notables en los obsesivos compulsivos. Mientras que los dependientes se someten a
las personas significativas, los compulsivos se limitan al seguimiento de las autoridades,
instituciones, reglas y normas formales de comportamiento requeridos.

Las personalidades compulsivas y esquizoides son pasivas y con tendencia a no tomar la


iniciativa ni a aventurarse en el mundo externo. Los esquizoides se apartan debido a la falta
de interés social y no tanto por el temor de realizar acciones que no van a ser aprobadas
(compulsivo)

Intervenciones terapeúticas:

Desensibilizar a los pacientes de los estímulos que les provocan la ansiedad (rituales).
La inundación
El modelado
El entrenamiento en la saciedad
La detención de pensamiento
Detección de pensamientos automáticos
Debate cognitivo
Relajación
Uso de equipo de biofeedback

Bibliografía

Millon, T. (2004). Personality Disorders in Modern Life. New Jersey, EE.UU.: John Wiley and
Sons.
Millon, T. (2000) Trastornos de la personalidad: Más allá del DSM-IV. Barcelona, España:
Masson. SA.

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