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Escuela de psicología
Curso:
Trastornos de Personalidad II
Profesor:
Carlos Leiva
Estudiante:
Carlos Tenorio
Fecha de entrega:
Jueves 22 de octubre 2014
Introducción
La personalidad sádica, compulsiva, negativista y masoquista se agrupan bajo el título
de estilos de la personalidad con conflictos. Las personalidades con conflicto logran
experimentar al máximo los potenciales de la vida, es decir, terminan en la polaridades dolor-
placer y sí mismo-otros a diferencia de las personalidades con déficit estructural que centran su
vida en la polaridad dolor (evitador, depresivo) o en ninguna polaridad (esquizoide). En el
grupo de los estilos de la personalidad con problemas interpersonales las personas orientan su
vidas hacia sí mismos o hacia los otros.
Los principales motivos que guían sus vidas entran en conflicto con los demás. Permanecer en
guerra consigo mismo es algo intrínseco a su funcionamiento psíquico (sus orientaciones
internas se mueven en sentidos opuestos a sus otras inclinaciones)
Los obsesivos compulsivos (controlan sus vidas, pero representan papeles de acusador, juez y
defensor, evalúan constantemente sus acciones y las de los demás. Si el defensor gana el
caso, el acusador pierde y viceversa.
Los masoquistas tienen expectativas elevadas de los demás que casi no son reales. Por eso
desean algún tipo de compensación que a veces es hacerle daño a los demás. Un ataque
contra personas que desean que los quieran y los cuiden.
El sádico abusivo, se observa una disonancia entre las polaridades más fundamentales, que
representan las funciones de supervivencia básicas y potenciar y preservar la vida. Es una
personalidad proclive a la violencia. A través de la sublimación muchos sádicos pueden vivir
perfectamente dentro de la sociedad (el patriota arrogante que justifica la crueldad contra los
inmigrantes “ilegales”, políticos con “buenas intenciones” esconden sus ansias de poder, padre
abusivo y represivo, el pastor que atemoriza a los feligreses, la madre irritable que avergüenza
a sus hijos).
El concepto se puede rastrear hasta los escritos del Krafft-Ebing de finales del siglo XIX que se
basan en la historia de un aristócrata y escritor del siglo XVIII, el marqués de Sade. Sus
novelas tratan la aplicación de dolor y de la dominación sexual, la crueldad y la humillación
para obtener placer sexual. Krafft-Ebing fue quien acuñó el término “sadismo” y su contraparte
“el masoquismo”. Los definió así: La experimentación de sensaciones sexuales placenteras
(incluido el orgasmo) producida por actos de crueldad y castigo físico, que se aplican a sí
mismo o a otras víctimas, sean animales o seres humanos.
Krafft-Ebing habló de que todas las personas tienen un deseo innato de humillar y herir.
Según él, las raíces estaban en la exageración de los impulsos sexuales masculinos…
En 1895, Schrenck-Ntzing acuñó la “algolagnia” (el griego del placer del dolor): creía que el
dolor experimentado era fuente de placer.
Formulaciones modernas:
Horney (1945): Estaba convencida que las tendencias sádicas se hallaban presentes en todas
las etapas de la vida. El sadismo se caracteriza por un impulso inconsciente de frustrar a los
demás, destruyendo su satisfacción y frustrando sus expectativas (pone el dedo en la llaga).
Se caracteriza por un sentimiento inconsciente de omnipotencia… Al degradar a los otros no
solo alivia su intolerable malestar interno, sino que al mismo tiempo se otorga un sentimiento
de superioridad… Cuando explota emocionalmente a los demás se proporciona a sí mismo una
vida emocional vicaria que alivia un poco su sentimiento de aridez. Cuando desprecia a los
otros, siente un triunfalismo que ensombrece su propia desesperanza. Esta ansia de triunfo a
través de la venganza es quizá la fuerza más motivadora que posee.
Propuestas contemporáneas:
Erich Fromm (1973 desde una perspectiva cultural e individual): Los grupos sociales
refuerzan todos los elementos de las crueldades sádicas sin potenciar los elementos opuestos.
Se busca el control completo sobre otro ser humano. Para él la esencia del sadismo es la
pasión por el control absoluto y sin restricciones sobre otras vidas. El no solo hablaba del
sadismo sexual sino de la crueldad mental (humillar e herir los sentimientos de los demás
utilizando palabras) causando un dolor psíquico tan intenso o más que el físico.
Shapiro (1981): El principal elemento del sadismo es el intenso deseo de degradar. El sádico
desea que su víctima se siente ridícula y pequeña, de forma que su dignidad y voluntad sean
destruidas. La persona sádica elige a sus víctimas de sus subordinados (personas menos
poderosas a las que puede controlar).
Nivel comportamental:
Expresivamente precipitado: Presenta una tendencia a reaccionar con explosiones
emocionales súbitas y bruscas de una manera inesperada e injustificada; reacciona de un
modo imprudente, le atraen los desafíos, el riesgo y el peligro, y parece insensible al dolor, al
peligro y castigo.
Nivel fenomenológico:
Cognitivamente dogmático: Es rígido y cerrado, y se obstina en sostener sus prejuicios; es
autoritario, socialmente intolerante y lleno de prejuicios ( por ejemplo, raciales). Estas
personalidades se percatan rápidamente de los sentimientos y estados de ánimo de los otros.
Una vez que han adoptado un punto de vista, no lo cambian. Muestran una inusual
sensibilidad ante las señales de desprecio y rechazo de los demás. Si son incapaces de
expresar la ira que les ha provocado en ellos ese “desprecio”, descargarán su furia sobre la
primera persona que sea vulnerable al ataque (normalmente y tras la ingesta de alcohol, los
miembros de su propia familia. Sus cónyuges e hijos son percibidos como objetos carentes de
sentimientos y sensibilidad.
Autoimagen combativa: Se enorgullece de verse a sí mismo como una persona competitiva,
empecinada, energética, obstinada, sincera y realista; valora aspectos de sí mismo que le
proporcionan una imagen belicosa, dominante y orientada al poder.
Nivel intrapsíquico:
La sublimación: empresas competitivas, carreras militares, profesiones del mundo de las leyes,
Su estructura morfológica suele ser coherente y está compuesta por controles, defensas y
canales de expresión adecuados; sin embargo, la emergencia de poderosas energías de
naturaleza agresiva (que surgen de sus experiencias tempranas) y sexual amenazan con
producir explosiones bruscas que periódicamente sobrepasan los controles que en otras
situaciones son perfectamente competentes. Temen pensar que son vulnerables o que pueden
ser humillados y despreciados. Creen que no recibirán de los demás mejor trato del que
recibieron del pasado. Los otros son percibidos como amenazas y por eso deben defenderse
de ellos. Creen que en este mundo uno no puede expresar sus sentimientos. Muestran una
deficiencia para compartir sentimientos de ternura.
Nivel biofísico
Estado de animo-temperamento hostil: Tiene un temperamento excitable e irritable que aflora
rápidamente y se transforma en discusiones y beligerancia física; es cruel y malvado; desea
hacer daño y perseguir a los demás. Rápidamente, se implican en discusiones o peleas físicas.
Estilos normales: Realmente tienen un margen de normalidad muy limitado. Pero cuando
estas personalidades se ponen al servicio de actividades positivas, pueden convertirse en
líderes eficaces, en especial en tiempos de crisis.
Síndromes de la infancia: Se pueden notar dos tipos de muchachos. Por un lado, los que
muestran un desdén crónico hacia las normas sociales y, por otro los que presentan un impulso
agresivo que toma forma de violencia y abuso interpersonal. Este trastorno se presenta cuatro
veces más en hombres que en mujeres. A temprana edad, se nota incluso una tendencia de
los muchachos a involucrarse en comportamientos delictivos. Aunque obtienen satisfacción de
ver sufrir a los demás, pueden manifestar cierto sentimiento de culpa y remordimiento. Por lo
general, estos niños son sometidos a un intenso antagonismo parental durante los 2-3 años de
vida. Su negativismo, su impulsividad y su profunda desconfianza hacia sus padres se
generaliza a todas las relaciones interpersonales y crean un círculo vicioso de tensión y
conflicto.
Subtipos adultos
El sádico explosivo (se arrepiente):
El sádico tiránico (prototipo del sádico): Es tan temible y cruel como el antisocial. Él emplea la
violencia como un instrumento para intimidar y puede observar las consecuencias de sus
actos con profunda satisfacción. Escogen víctimas que posiblemente no van a reaccionar con
violencia. El temor a que la gente vea su baja autoestima y sus inseguridades es una de las
principales motivaciones de él. Su principal objetivo es la eliminación o subyugación de los
otros.
El sádico que se hace respetar: Subliman con el poder que les otorga la sociedad. Son
personas que sienten que tienen derecho de castigar a los demás. Se parecen un poco a los
compulsivos debido a que son puristas de las normas, pero a la vez pueden descargar
abiertamente su ira reprimida contra los más débiles. Estos tienen el permiso de ser “justos”.
El poder se les ha subido a la cabeza.
El sádico débil (caricatura del prototipo sádico): Estos golpean primero y preguntan después.
Impresionan con un sentido falso de autoconfianza. Se pueden confundir con un evitador.
Cuando experimentan temor, atacan a sus agresores realizando actos que, en realidad, les
causan pavor. No afrontan sus temores con la evitación sino con el ataque preventivo.
Eje II:
El trastornos de la personalidad negativista
El trastorno antisocial
Eje I
La ansiedad
La distimia
La depresión mayor
Diagnóstico diferencial
Con los negativistas los sádicos comparten un fuerte resentimiento y emociones coléricas,
pero los negativistas son mucho más erráticos en sus manifestaciones emocionales. Tienden a
descargar su resentimiento en forma indirecta pero no directa como los sádicos.
Los antisociales y los sádicos coexisten con frecuencia, pero los sádicos son violentos y
abusivos de manera más franca.
Los narcisistas son insensibles, muy poco empáticos y explotan a los otros, pero rara vez lo
hacen de manera abiertamente hostil como los sádicos.
Intervenciones terapéuticas:
Estos individuos cumplen superficialmente con la terapia para satisfacer las demandas de
otros.
Gabbard (1994)
Las personas obsesivo-compulsivas se caracterizan por la búsqueda de la perfección. Parecen
albergar la creencia oculta de que si pueden alcanzar una etapa trascendental de
impecabilidad, al final recibirán la aprobación paterna y la estima de las que carecieron cuando
eran niños. Estos niños suelen crecer con la convicción de que nunca lo han intentado del todo
y que cuando adultos, sienten constantemente que no “están haciendo lo suficiente”. El padre
que nunca parece estar satisfecho es internalizado como un Superyó cruel que siempre espera
más del paciente.
Luego en 1975, Millon le agrego La rigidez comportamental como parte del borrador inicial del
DSM-III. Esta consiste en mantener un patrón vital bien estructurado, muy regulado y
repetitivo.
Nivel fenomenológico:
Nivel intrapsíquico:
Mecanismo de formación reactiva: repetidamente presentan pensamientos positivos y
comportamientos socialmente recomendable que son totalmente opuestos a los profundos
sentimientos prohibidos y contrarios; son sensatos y maduros al enfrentarse a circunstancias
que generan ira o consternación en los demás.
La sublimación: Los sentimientos inconscientes de hostilidad que no pueden tolerarse de
manera consciente suelen expresarse de un modo socialmente aceptable a través de
profesiones como la de juez, decano, soldado o cirujano.
Cuando los compulsivos transgreden los mandatos de las figuras de autoridad o no llegan a
cumplir sus expectativas, pueden realizar determinados rituales para “anular” el mal o la
equivocación que piensan que han cometido.
Nivel biofísico: Estado de ánimo solemne. No están relajados, están tensos, sin alegría,
sombríos; reprimen los sentimientos cálidos y mantienen casi todas las emociones bajo control
riguroso. Se supone que las regiones del sistema límbico que se asocian con el temor y la ira
pueden ser más densas de lo habitual o estar más ramificadas. Se cree que el sustrato para
experimentar placer es posible que esté poco desarrollado.
Estilos normales (leve): Son tipos responsables y fieles. Tienen fuertes principios morales y
certeza de que no descansan hasta que el trabajo esté bien hecho y terminado. Son leales a
su familia a sus causas y a sus superiores. El trabajo duro es una característica de este estilo
de personalidad. Manifiestan control, formalidad e inflexibilidad en sus relaciones. Tienen un
nivel de integridad inusual de manera que respetan excesivamente la ética y la moral de la
sociedad. Muchos son religiosos y siguen las creencias y los principios de su iglesia a grado
extremo. Manifiestan comportamientos virtuosos y expresan valores morales que les dan
satisfacción. Tiene problemas por ser tan racionales y por considerar las cosas en términos de
blanco y negro.
El compulsivo burocrático: En lugar de sentirse oprimidos por las reglas autoritarias, se siente
reforzado y confortado por ellas. Al formar parte de una burocracia sienten que no están solos
y se ve facilitada su capacidad para actuar con firmeza y decisión. Su asociación con la
organización religiosa fortalece su autoestima. Temen no poder contener sus impulsos
internos y buscan unos límites firmes que les guíen en la toma de decisiones adecuadas.
“Hacen lo que se les ha dicho que hagan”. Una jerarquía en la que se sabe quién es la figura
de autoridad y quien es un subordinado les ayuda a definir con claridad su lugar y su
responsabilidad dentro del sistema y les da un sentido de identidad y una finalidad a su
existencia. Son miembros muy leales, fiables, diligentes y comprometidos con los objetivos y
valores de la comunidad. Los compulsivos burocráticos siguen al pie de la letra la estructura
de la organización. Exactos y meticulosos muchos siguen la llamada ética protestante.
Muchos de estos individuos rígidos y artificiales se muestran orgullosos en público y se dan
importancia. Estas características son similares a las observadas en las personalidades
narcisistas. Pero su aire de superioridad y su status son superficiales.
El compulsivo parsimonioso: Son avariciosos, no comparten, se protegen de una posible
pérdida. Son tacaños. Al haber sido deprivados de muchos deseos durante la infancia, cuando
son mayores protegen y cuidan lo que han logrado. Se protegen de los buitres que quieren
dejarlos sin nada. Estas personalidades comparten muchas características con la personalidad
esquizoide, un distanciamiento frío y la aparente autoprotección de intrusiones externas. El
respeto que piden de sus posesiones es una manera de mantener a la distancia a la gente para
ocultar sus vacíos.
El compulsivo endemoniado: Son inseguros de quienes son y que quieren. Bajo la superficie
experimentan una intensa lucha entre las necesidades de cumplir con los deseos de los demás
y el deseo de afirmar sus propios intereses. A ellos los acosan poderosas emociones y las
intentan anular mediante el autocastigo. Las compulsiones y obsesiones son intentos fútiles de
control de los sentimientos irracionales. Esto es señal que los controles habituales del sujeto
compulsivo se han desmoronado. Se sienten atrapados en un estado sin solución
“endemoniados”. Ven que sucumben a la corrupción.
Comorbilidad con otros trastornos y síndromes
Eje I:
Síndromes obsesivos compulsivos (SOC): Los compulsivos anulan una serie de pensamientos
extravagantes, hostiles o eróticos mediante una serie de actos o rituales repetitivos. Son
estrategias arraigadas que se han aprendido para contener los impulsos socialmente
prohibidos. Esta preocupación por los detalles mínimos los consigue distraer ante la fuente real
de sus ansiedades.
Síndromes fóbicos (FOB): Los compulsivos tienden a ocultar sus fobias porque piensan que
eso debilitaría su autoimagen. Los compulsivos presenta fobias simples básicamente como
función de tres precipitantes de ansiedad: situaciones de tomas de decisión, verdaderos
fracasos o de impulsos que se desatan y tratan de contrarrestar.
Síndromes ansiosos (ANS): Los compulsivos son los candidatos más frecuentes para los
trastornos de ansiedad generalizada.
Síndromes somatomorfos (SOM): Con menor frecuencia los compulsivos sucumbe a los
trastornos de conversión como otra forma de contener la aparición de los impulsos prohibidos.
Esto va en contra de su autoimagen de suficiencia.
Síndromes disociativos (DIS): Al llegar al extremo de no ser capaces de contener sus impulsos
compulsivos llegarán a repudiar su identidad o borrar todos los recuerdos del pasado. Algunos
pacientes pueden llegar, aunque rara vez, a vivir un trastorno múltiple de la personalidad
conteniendo así su verdadera identidad.
Síndromes del estado de animo: Los compulsivos tienden a los trastornos afectivos. Así
descargan su ira contra sí mismos. Sus depresiones mayores reflejan tanto la lucha por
contener sus resentimientos como su temor a que el arrepentimiento solo genere burlas y
condena. Los compulsivos presentan una melancolía relativamente benigna aunque crónica
denominada trastorno distímico. Esto ocurre cuando se dan cuenta de lo vacía que es su vida
y de la frecuencia con que se niegan a sí mismos y todo lo que han abandonado para
amoldarse a las normas externas.
Síndromes esquizofrénicos (ESQ): Este se manifiesta cuando se han roto todos los controles
que utilizan para contener el conflicto reprimido de obediencia desafío (verbalizan ideas
incoherentes y emociones extravagantes, muecas estereotipadas, los manierismos suelen ser
un reflejo de los débiles esfuerzos que hace el paciente de contener sus impulsos o para
ahogar la confusión y la desarmonía que sienten.
Diagnóstico diferencial:
Eje II
Esta personalidad genera pocos problemas de diagnóstico diferencial. Las personalidades
obsesivas compulsivas y las dependientes tienden a cumplir las exigencias y las expectativas
ajenas. La falta de confianza, el hábito de apoyarse en los demás y la falta de habilidades no
son tan notables en los obsesivos compulsivos. Mientras que los dependientes se someten a
las personas significativas, los compulsivos se limitan al seguimiento de las autoridades,
instituciones, reglas y normas formales de comportamiento requeridos.
Intervenciones terapeúticas:
Desensibilizar a los pacientes de los estímulos que les provocan la ansiedad (rituales).
La inundación
El modelado
El entrenamiento en la saciedad
La detención de pensamiento
Detección de pensamientos automáticos
Debate cognitivo
Relajación
Uso de equipo de biofeedback
Bibliografía
Millon, T. (2004). Personality Disorders in Modern Life. New Jersey, EE.UU.: John Wiley and
Sons.
Millon, T. (2000) Trastornos de la personalidad: Más allá del DSM-IV. Barcelona, España:
Masson. SA.