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INTRODUCCIÓN
Holland (1994), citada por Cuervo (1999) argumenta que “importará poco que los
fonoaudiólogos generen más conocimiento y amplíen el alcance y la sofisticación de sus
habilidades clínicas para atender las poblaciones –tradicionales y nuevas – de personas con
discapacidades de la comunicación, si no son capaces de lograr que los servicios lleguen a
quienes los necesiten”
El ser humano se desarrolla y evoluciona dentro de variados niveles de realidad, que él mismo
construye o lo afectan. Así, la transdisciplinaridad no puede tomar al hombre como individuo
objeto de estudio, sino como unidad bio - psico - social, en su realidad, en su medio ambiente,
con sus objetivos y sus fines. Es por lo tanto una reacción contra la atomización del conocimiento
y la homogeneización de la persona para verla como especie. Es una etapa superior a la
interdisciplinaridad, que no sólo abarcaría los estudios o reciprocidades entre disciplinas, sino
que aborda la integralidad del ser y del saber.
Como el prefijo "trans" indica, la transdisciplinaridad trata con lo que está, al mismo tiempo,
entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas y más allá de todas las disciplinas. Su
objetivo es la comprensión del mundo presente, y uno de los imperativos para eso es la unidad
del conocimiento.
El Terapeuta del Lenguaje, Fonoaudiólogo o Logopeda asume por medio de este enfoque un
papel provocador para el análisis de los potenciales cambios que debe asumir una persona que
presente dificultades para comunicarse adecuadamente, en conjunto con su familia, el equipo
profesional de una entidad educadora (sea en lo social o en el área de la salud) y la
comunidad. No puede conformarse con un simple listado de necesidades o descripciones
técnicas disciplinares, sino que en el análisis de las mismas es fundamental el conocimiento de
los valores, creencias, costumbres de la persona y su comunidad, en relación con el abordaje
de la problemática.
Por el contrario, la transdisciplinaridad tiene en cuenta potencialidad del ser humano como
sujeto pensante, reflexivo, capaz de actuar y responder a diversos acontecimientos del medio y
quien logra identificar y resolver problemas dentro de la cotidianidad.
La apertura de espacios para la persona con síndrome de Down es tangible si se gesta desde el
interior de las organizaciones formales e informales. Exige un trabajo permanente en la
estructuración de diseños intergrupales, credibilidad institucional y una intencionalidad de las
comunidades que comparten la problemática del individuo y que aúnan esfuerzos para una
cualificación de su vida en un plano de equidad respecto a sus congéneres. Las comunidades
deben arbitrar recursos y movilizarse estratégicamente para lograr el bienestar del individuo y su
ascenso en la comunidad con base en los derechos humanos.
Cada individuo, desde que nace, interactúa con un ambiente y tiene una serie de experiencias
que las permiten paulatinamente comprender, valorar y prospectar su propia existencia. Posee
unas características que varían de acuerdo con el proceso evolutivo, las cuales están
determinadas por variables madurativas, hereditarias y heurísticas.
Los Terapeutas del Lenguaje / Fonoaudiólogos y las Familias deben reconceptualizar el alcance
de los servicios directos que se proporcionan a los niños y jóvenes con síndrome de Down,
llegándose a acuerdos sustentados técnicamente y con base en la realidad, no en los factores
emocionales que se originan en los recelos fundamentados en el temor a un viraje institucional
hacia la participación y los costos personales de aprender a trabajar transdisciplinariamente,
para ir reconstruyendo o aprehendiendo un conocimiento colectivo.
De otro lado, en la actualidad los enfoques de atención en el área del lenguaje, compactan un
perfil pragmático - semántico - comunicativo, con la perspectiva de la reorganización cerebral
y la participación de la familia y la comunidad. Aunque suena un poco raro y confuso, en el
fondo es algo práctico:
o Se considera que estimulando el lenguaje, en forma natural, por medio del diálogo y el juego,
el cerebro puede aprender. Si hay zonas del lenguaje dañadas, otras zonas pueden tomar la
función de éstas. Lo importante es el estímulo constante, sistemático, adecuado a las
condiciones del niño y su familia, desde las etapas más tempranas del desarrollo.
o Se busca que el niño se comunique. Algunas modalidades comunicativas son: miradas,
sonrisas, balbuceo, palabras habladas, indicación en tableros comunicativos, signos
manuales, etc.
Una de las ayudas que puede ofrecer un Fonoaudiólogo, Terapeuta del Lenguaje o Logopeda
es proporcionar modelos adecuados para hacer participar a la madre y al padre, proponerles
que se acerquen y le hablen al hijo, promoviendo la recuperación del diálogo entre los padres y
el niño, sobre todo en el caso de niños con discapacidades severas. La competencia
comunicativa se adquiere desde la infancia. Los padres se convierten en interlocutores de las
necesidades y afectos de su hijo y le ofrecen el modelo para el aprendizaje de estructuras
lingüísticas, mucho antes de que el niño pueda hablar.
Por eso en este texto hacemos un somero análisis de las dificultades que presentan las personas
con síndrome de Down y también sus potencialidades, especialmente en el ámbito
comunicativo, desde una perspectiva actual y con una óptica del lenguaje como mediador del
conocimiento, el comportamiento, la planificación de actividades, el pensamiento y la solución
de problemas como bases fundamentales para su socialización e inclusión, que tienen como
primordial elemento a la familia.
1. 1 Educación y Sociedad
Rincón y otros (2004, p. 44 y 45), plantean que la calidad se entiende como la propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permiten apreciarla como igual, mejor o
peor que las restantes de su especie. Así, el objetivo de ofrecer una educación de calidad para
todos está en oposición con las ideas que se instauraron desde hace muchas décadas y que
ofrecen para los pobres una educación ―pobre‖ y para los ricos una educación ―rica‖. La
calidad de la educación busca disminuir las enormes brechas educativas que separan a los
distintos grupos sociales y se propone superar los bajos niveles educativos diagnosticados en
Colombia, yendo más allá de las limitaciones sociales y culturales. Por tanto al hablar de calidad
de la educación, se debe tener en cuenta la claridad conceptual de los proyectos educativos y
los fines de los mismos; los dominios que deben tener los estudiantes para comprender y
transformar su contexto e interactuar y vivir en igualdad de condiciones, y las estrategias y
formas de evaluación pedagógica a implementar.
Cazden (1991), citado por Bustamante y Guevara (2003, p. 15) dice que los espacios de la vida
escolar se nos presentan como una multiplicidad de acontecimientos comunicativos. La
escuela, como toda institución social, es un sistema de comunicación. Y estos últimos (2003, p.
19) indican que el entramado proceso de enseñanza – aprendizaje se vincula a través de las
interacciones sociales discursivas de maestro – estudiante. Las prácticas pedagógicas estarían
dadas por las relaciones de producción, circulación y recepción (pasiva o activa) de las
acciones del pensamiento y lenguaje entre sus miembros.
Lo anterior indica que una propuesta para el aprendizaje de la lecto - escritura y otros
contenidos académicos no se puede hacer simplemente desde la técnica, sino que debe
abarcar otros aspectos desde la perspectiva de la institución donde se vaya a aplicar, cuyo
propósito ha de ser el desarrollo intelectual del estudiante mediado por procesos comunicativos,
debido a que el hombre actúa dentro de un contexto social; es decir, un conjunto de
condiciones que afectan al individuo en determinado momento, lo cual durante el transcurso
del tiempo ha generado en la especie humana el lenguaje y el pensamiento que son las dos
características fundamentales que lo diferencian del animal.
Por ejemplo, según Puyuelo y Rondal (2003, p. 284), la lectura es una tarea que depende de
factores perceptivos, cognitivos y lingüísticos que actúan de manera interactiva. Para que tenga
lugar un buen aprendizaje lector, el niño debe tener desarrollados ciertos aspectos fonológicos,
lingüísticos y cognitivos, que deben ser entrenados. Entre ellos están la conciencia fonológica o
capacidad para pasar fonemas a grafemas, la memoria semántica y la memoria operativa.
De todo esto, surge la pregunta. ¿A quién le corresponde este entrenamiento? O mejor, ¿qué
profesional puede contribuir para que se den oportunidades de llegar al bienestar y a la
excelencia comunicativa desde la escuela como parte del sistema educativo? La respuesta
puede estar en la afirmación de Flórez (2004, p. 136): Toda escuela debería beneficiarse de los
servicios fonoaudiológicos escolares pues las habilidades lingüísticas y comunicativas constituyen
el fundamento de todo aprendizaje y un prerrequisito esencial para un buen desempeño
académico, para desarrollar habilidades sociales, para llegar a ser ciudadanos responsables y
desempeñarse productivamente en el mundo del trabajo.
Algo semejante expone Flórez (2007), cuando indica que un ciudadano corriente con síndrome
de Down es actualmente capaz de:
La idea principal de todo ello es que, si la formación y la educación son adecuadas, la media
de las personas con síndrome de Down está en condiciones de alcanzar estos objetivos.
a) una disminución de determinados tipos de neuronas situadas en la corteza cerebral, quizá las
neuronas que mejor sirven para asociar e integrar la información;
b) una alteración en la estructura y una disminución en el número de las espinas dendríticas que
conforman parte del aparato receptor de la neurona;
c) una reducción en el tamaño de ciertos núcleos y áreas cerebrales, como es el caso del
hipocampo, del cerebelo y de algunas áreas de la corteza prefrontal;
d) una menor eficacia en la organización bioquímica por la cual las señales que recibe la
neurona se integran para originar una respuesta.
Parte de estas alteraciones se han podido apreciar en ciertas áreas de asociación de la corteza
cerebral, hipocampo y cerebelo; es decir, zonas que tienen por función la de almacenar,
recapitular, integrar, cohesionar la información para, a partir de ahí, organizar la memoria, la
abstracción, la deducción, el cálculo. En consecuencia, las órdenes que recibe ese cerebro
serán más lentamente captadas, lentamente procesadas, lentamente interpretadas,
incompletamente elaboradas.
Así se explica la demora y la lentitud del desarrollo psicomotor del bebé y el niño, la lentitud en
el desarrollo del lenguaje y la dificultad de expresión verbal, la morosidad en entender ciertas
órdenes y retener las secuencias, la resistencia para cambiar de tareas o modificar una opción
ya tomada, la dificultad para elaborar pensamiento abstracto y comprender el cálculo, la
dificultad para el aprendizaje de tareas complejas.
Las ideas plasmadas en el pensamiento se organizan por medio del lenguaje. Así, cualquier
actividad del hombre es programada por medio del discurso interno, desde levantarse en la
mañana, hacer las compras, planear un paseo, hasta los trabajos más complicados. Por
ejemplo, Henao (1988) realizó un estudio con 100 niños de escuelas públicas de Medellín y
reporta que según sus hallazgos la adquisición de habilidades tales como la organización
espacial y la estructuración rítmico-temporal dependen considerablemente del desarrollo del
lenguaje, lo cual refrenda a nivel local lo encontrado por las autoridades mundiales del presente
en el tema.
El niño con síndrome de Down inicialmente repite acciones que ya ha visto a otros para
solucionar problemas de la vida diaria. Después, quizás su planeación de acciones se da con
base en imágenes, lo cual no le permite inferir los posibles resultados no esperados de las
mismas. La dificultad, entonces, para desarrollar nueva acciones, se encuentra en la estructura
de la secuencia de pensamiento mediada por el lenguaje. Al no poseer suficiente cantidad de
conceptos y poderlos ordenar en un orden temporal, crear un nuevo procedimiento para llegar
al objetivo deseado constituye todo un reto, difícil de alcanzar.
CONTROL
CONTROL
COMPORTAMENTAL
COMPORTAMENTAL
PLANIFICACIÓN
PLANIFICACIÓN
CONCIMIENTOS
CONCIMIENTOS ACCIONES
ACCIONES
ACADÉMICOS
ACADÉMICOS MOTORAS
MOTORAS
VOLUNTARIAS
VOLUNTARIAS
LENGUAJE
LENGUAJE
PLANIFICACIÓN
PLANIFICACIÓN
DE
DE
PENSAMIENTO
PENSAMIENTO ACTIVIDADES
ACTIVIDADES
VIDA
VIDADIARIA
DIARIA
Kolb & Wishaw (1990) han identificado, entre otras las siguientes dificultades como
consecuencia de disfunción en los lóbulos temporales del cerebro: alteraciones en la sensación
y percepción auditiva; de la atención selectiva para la captación de información auditiva y
visual; de la percepción visual; de la organización y clasificación del material verbal; de la
comprensión del discurso; y en la memoria a largo plazo.
Las lesiones o disfunciones del lado izquierdo ocasionan limitaciones en la memoria del
contenido verbal y visual, incluyendo la percepción de discurso.
El lóbulo temporal derecho está vinculado a diversas actividades, tales como lectura de
expresiones faciales; procesamiento de tonos y ritmos; y aprendizaje visual y auditivo global. Las
lesiones o disfunciones de éste, dan lugar a deficiencias en la memoria de material no verbal; el
reconocimiento de facciones físicas de las personas; y la disminución en la capacidad para el
reconocimiento de secuencias tonales. De otro lado, pueden causar una pérdida de inhibición
del hablar.
LENGUA
FONÉ
FONÉTICA FONOLOGÍ
FONOLOGÍA MORFOSINTAXIS SEMÁ
SEMÁNTICA PRAGMÁ
PRAGMÁTICA
MODALIDADES COMUNICATIVAS
Iniciar interacciones
comunicativas.
Introducir temas de
conversación.
Mantener el tema.
Complementar, matizar o
modificar el contenido o
sentido de la información
portada por un enunciado
oral: especificar el contenido,
confirmar, reforzar, debilitar,
contradecir o camuflar.
- SUPRASEGMENTALES DEL
HABLA: Algunos autores
denominan "PARALENGUAJE"
a este componente vocal del
discurso, una vez se le ha
eliminado su contenido.
Comprenden el timbre o
cualidad individual de la voz,
el ritmo, la prosodia
(entonación y pausas), y la
intensidad.
- KINÉSICOS NO
CONVENCIONALES (O
QUINÉSICOS): movimientos y
posturas corporales, incluidos
la mirada y el contacto
corporal.
- QUÍMICOS: lágrimas,
humedecimiento de ojos o de
labios, sudor corporal etc.
- CRONÉMICOS: concepción,
estructuración y uso del
tiempo.
- TÉRMICOS: cambios de
temperatura corporal.
- PROXÉMICOS: concepción,
estructuración y uso del
espacio (proximidad al
interlocutor).
Según Flórez (1997), en el Síndrome de Down se manifiesta una alteración generalizada del
Sistema Nervioso Central, debido a las consecuencias de la trisomía en el par 21. Especialmente
afecta a la totalidad de las neuronas y su organización en estructuras y áreas del SNC y los
procesos de comunicación interneuronales. El cerebro es más pequeño que el de otros niños y
hay variaciones en tamaño y funcionamiento de algunos lóbulos. Quizás uno de los aspectos
más importantes es que aumenta el tiempo de respuesta del cerebro ante los estímulos del
medio.
En las personas con síndrome de Down, el desarrollo del lenguaje debería seguir la misma
secuencia que en cualquier otro niño. Sin embargo, no lo hace en el mismo tiempo, teniendo en
cuenta su capacidad cognitiva y la estimulación que se proporciona en el medio. La
capacidad para la comprensión del habla está frecuentemente más desarrollada que la
producción oral. Por ello hay que emplear oraciones cortas, pero claras en su sentido, y esperar
con cierta calma sus respuestas
El 67% de las personas con síndrome de Down ha presentado algún tipo de pérdida fluctuante
de audición (Sedey y cols., 1992). Las personas con pérdidas auditivas, sean permanentes o
intermitentes por un largo tiempo, no se benefician suficientemente de la estimulación normal
del lenguaje para mantenerse dentro de los parámetros temporales normales para la
adquisición de éste. Diversos investigadores han reportado que el aprendizaje se retrasa en niños
con estas patologías (Eisen, 1962; Holm y Kunze, 1969; Kaplan, Fleshman y Bender, 1973; Katz y
Ullmer, 1972; Needleman, 1977). Esto podría explicarse teniendo en cuenta los estudios de
Werker (1982), Werker, Gilbert, Humphrey y Tees (1981); Werker y Tees (1984) los cuales han
demostrado que durante la segunda parte del primer año, los infantes pueden gradualmente
perder capacidad para distinguir contrastes sonoros no usados en su idioma nativo.
Es esencial supervisar la condición auditiva de todos los lactantes con síndrome de Down, ya
que están en alto riesgo de otitis media supurada (Roberts y Medley, 1995). La literatura más
reciente (Grava y Wallace, 1995) ha encontrado relaciones muy significativas entre la otitis
media supurada, o líquido en el oído medio sin signos o síntomas de infección del oído, con el
desarrollo del lenguaje, y el rendimiento académico en general. Algunos de los retrasos en el
lenguaje que vemos en las personas con síndrome de Down pueden estar relacionados con la
presencia de esta situación.
Imaginemos que en ese primer año el bebé ha presentado episodios de otitis media.
Obviamente escuchará el habla de manera distorsionada y se conformarán engramas auditivo
- articulatorios igualmente distorsionados. Una vez tratada farmacológicamente y curada la
otitis, le será muy difícil al niño reestructurar esos engramas, según los parámetros dados por el
medio lingüístico circundante y se registrará posiblemente un retraso en el desarrollo del
lenguaje. Ya sabemos cómo repercutiría tentativamente esto en la adquisición de la lecto -
escritura. De otro lado, la presencia de un agente extraño dentro del oído medio podría ampliar
la latencia entre la producción del sonido por la fuente sonora y la recepción del mismo en el
oído interno, lo cual desequilibraría la asociación visuo - auditiva de la corriente del habla y la
percepción rítmica, que afectaría con seguridad el aprendizaje del habla en una forma
adecuada.
El llanto del niño con síndrome de Down tiende a ser más breve y más pobre en elementos
vocálicos que el de otros niños. El balbuceo es muy escaso y aparece más tarde.
La posibilidad de evocar palabras se ve afectada por la más mínima emoción (falta de control
de corteza prefrontal). Ante esta dificultad tiende a acudir a la expresión no verbal para
comunicarse.
El retraso madurativo y la falta de una estimulación adecuada en el área del lenguaje debilitan
la posibilidad de aprehender la realidad. Esto los lleva a un retraso cognitivo y cognoscitivo que
entorpece la organización del contenido del lenguaje en la adquisición y uso de la base
semántica.
En el plano pragmático, presentan una menor reactividad e iniciativa en sus interacciones con
la madre y otros interlocutores. A su vez, éstas se dirigen a ellos con expresiones menos
complejas o utilizan abundantes formas imperativas, prohibiciones y órdenes que dan poca
oportunidad a que ellos tomen la iniciativa a los intercambios comunicativos. La forma de
buscar la participación del niño en la conversación es hacerle preguntas sobre cómo se llaman
las personas o las cosas y limitando su expresión a la nominación.
De otro lado, en el contexto escolar, los profesores hablan poco con los niños que presentan
síndrome de Down y su discurso está lleno de órdenes, comentarios y encargos.
Respecto al trato entre iguales, los niños con síndrome de Down manejan un discurso
egocéntrico, con parcial o absoluta incapacidad para hallar o comprender el punto de vista
del otro, por lo cual la duración de los intercambios comunicativos se reduce severamente.
Así mismo, una visión útil del proceso comunicador se ve como un conjunto de sub - procesos
dentro del cerebro de los interlocutores. El sub - proceso inicial se ubica con el ―hablante‖ en
intención de comunicarse, e involucra una serie de etapas normalmente jerarquizadas, desde el
conocimiento implícito de los significados, la sintaxis, la correspondencia palabra - sonido o
palabra - signo manual o gráfico que se usan para codificar un mensaje dentro de una señal
acústica, kinésica o gráfica. El destinatario, por su parte, utilizando en forma semejante un sub -
proceso jerarquizado por etapas de procesamiento perceptual inverso, comienza con una
representación auditiva o visual, y termina con la recuperación del mensaje. Cada etapa del
proceso se asume para transformar el mensaje de una representación interna a la otra,
preservando la información lingüística relevante (Bailey, 1983).
SEMÁNTICO – PRAGMÁ
ENFOQUE SEMÁ PRAGMÁTICO - COMUNICATIVO
INTERACCIÓ
INTERACCIÓN
REALIDAD
REALIDAD
SOCIAL
NATURAL
COLECTIVA
RE TR
G OS
O
LA H
OS
ID AD
S U
NT ID
SO M
MADURACIÓ
MADURACIÓN SE TRIC
CI ANO
SOCIALIZACIÓ
SOCIALIZACIÓN
AL S
DESARROLLO MO
ES
SIGNIFICADO INTENCIONALIDAD
(SEMÁNTICA) LENGUAJE
(PRAGMÁTICA
CONTROL PLANIFICACIÓ
PLANIFICACIÓN EMOCIONES
PENSAMIENTO
COMPORTAMENTAL DE ACTIVIDADES SENTIMIENTOS
COMUNICACIÓ
COMUNICACIÓN
Según Miller (1979), sin comunicación, la organización social es imposible. El individuo que no
habla con ningún miembro de un grupo está necesariamente aislado y no puede adquirir el
conocimiento, ya que éste se construye mediante el intercambio dialógico que permite
negociar la interpretación del mundo.
El mundo físico es para el niño como una nebulosa, parafraseando a Saussure (1982), hasta que
llega la palabra a definir cada elemento en sus propiedades básicas; es decir, a elaborar
conceptos, fijando los rasgos generales y esenciales de las cosas y los fenómenos de la realidad
objetiva (Shardakov, 1980), proceso mediatizado por el adulto y los coetáneos con base en la
interacción dialógica y las experiencias previas del individuo.
Es claro que cualquier niño que tenga dificultad para aprehender senso - perceptualmente el
mundo que lo rodea, en forma integral, presenta disminución en la capacidad para categorizar
experiencias y formar conceptos abstractos, relacionar una experiencia con otra, recordar
información y utilizar el conocimiento existente para solucionar problemas y organizar su propio
comportamiento.
El bebé puede captar y comprender (a su manera) todo lo que hablan sus padres desde el
tercer mes de gestación (embarazo). Desde esta edad prenatal, hasta los dos (2) o tres (3) años
se puede definir un período más sensible para la adquisición de la lengua materna (propia de la
comunidad en que vive), con un período crítico entre el nacimiento y los 8 meses de edad,
momento clave para que el niño esté estimulado permanentemente por sus padres, hablándole
cuando lo bañan, visten o alimentan, más aún si el niño presenta algún tipo de discapacidad
(sordera, deficiencia intelectual, parálisis cerebral, etc.).
La pregunta que surge, continúa el citado autor, es cómo los bebés y los niños pequeños se
hacen conscientes de su capacidad para mantener interacciones sociales. Una solución al
problema es pensar que éstos desarrollan la intencionalidad como resultado de observar a sus
mayores responder ante sus acciones ejecutadas al azar, calificándolas erradamente como si
fueran intencionales (Ryan, 1974; Shotter, 1975; Newson, 1979). En la misma forma, en una etapa
posterior, a las acciones particulares (por ejemplo, alcanzar un objeto) se les puede atribuir un
significado social especial y así tomar las características de las mismas por gestos (es este caso,
señalar).
Las familias que tienen éxito en la adecuada estimulación del lenguaje y el habla en sus hijos,
seleccionan los niveles del discurso en función de la capacidad del niño para entender el
mensaje y no por su habilidad para producirlo. Un discurso demasiado simple no motiva al niño
para aprender nuevo vocabulario o nuevas estructuras gramaticales. Y el discurso demasiado
complejo es difícil de comprender. La emisión verbal ideal se compone de un 90% de palabras y
estructuras gramaticales que conoce el niño y un 10% de nuevas palabras o estructuras.
Slobin (1973) encontró una serie de estrategias que se utilizan con niños que presentan un
desarrollo normal, para el aprendizaje de su idioma. Una de las más importantes es que los
adultos usan nuevas formas (palabras) con viejas estructuras (gramática), o viejas formas
(palabras) con nuevas estructuras (características gramaticales).
¿Por qué se pone más atención a que los niños adquieran nuevas palabras, hablen más
claramente o usen enunciados más largos y no en el mensaje? Cualquier persona, cuando no se
le entiende, se siente frustrada y reduce sus intentos por comunicarse. Si los interlocutores
corrigen siempre la forma de expresarse del niño, lo que éste aprende es que dicha forma es
más importante que su contenido. Hay que moldear el discurso, más que corregir, repitiendo la
forma adecuada de las producciones poco inteligibles del niño, como al descuido, sólo en
determinados momentos.
Durante el siglo XIX, y de modo más intenso en el siglo XX, se va consolidando la relación del
binomio juego y educación. El "aprender jugando", se va apoderando de la realidad familiar y
escolar. Podemos encontrar las ideas de autores como Pestalozzi y Fröebel, los aportes desde el
campo de la educación especial de Montessori o Decroly, la innovación metodológica
propiciada por la Escuela Nueva y las generadas a partir de la obras de Wallon y Vygotsky, entre
otros.
Cada individuo, desde que nace, interactúa con un ambiente y tiene una serie de experiencias
que le permiten paulatinamente comprender, valorar y prospectar su propia existencia. Así se
origina la interacción entre la persona con la realidad natural y la realidad colectiva a través de
los sentidos, la propiocepción y la madre. Posee unas características que varían de acuerdo con
el proceso evolutivo, las cuales están determinadas por variables madurativas, hereditarias y
heurísticas, lo que representa un conocimiento de la persona como individuo único e irrepetible,
que tiene unas potencialidades a aprovechar en el medio circundante y susceptible al cambio,
dada la permeabilidad en su estructura psíquica.
El ambiente de y para la educación será todo el entorno que rodea a la persona, sin necesidad
de crear uno específicamente para este fin. Corresponde a la familia el establecimiento de unas
relaciones reforzantes con el niño, la creación de un ambiente de estimulación desde períodos
tempranos del desarrollo lo que repercute significativamente en la competencia social,
desempeño intelectual e independencia personal, entre otros. Se deben buscar las ocasiones
para jugar con el niño, ojalá en el suelo, con elementos manipulables (animales, carros,
muñecos, etc., de materiales durables). Se pueden crear situaciones, moviendo los juguetes y
narrando lo que está pasando.
Todas las facultades originales del ser humano, que empiezan a partir de las primeras relaciones
sociales (intercambios etc.), son la ayuda básica y / o inicial para que el niño aprenda a usar la
lengua y las diversas modalidades comunicativas. Es decir, antes de la comunicación lingüística,
aprende otros sistemas funcionales de intercambio.
Entonces, el desarrollo del lenguaje tiene una inmensa base pragmática, no sistemática o
mágica. Lo que mueve al aprendizaje de la lengua es la necesidad comunicativa del ser
humano. La ayuda que recibe el niño por parte de los adultos (especialmente padres), es
esencial para dicha adquisición, comenzando con una adaptación lingüística de los mayores
por medio de la cual se le habla al pequeño utilizando un nivel lingüístico, más comprensible.
Es así como el niño, con su pequeña capacidad de procesar información, logra comprender las
referencias a las que los adultos aluden, que en su primer momento son comunicaciones no
lingüísticas, pero que conforman la base de la adquisición del lenguaje.
Las rutinas cotidianas constituyen uno de los que ayudan al niño a desenvolverse
lingüísticamente y conforman lo que se denomina ―Sistema de Apoyo de Adquisición del
Lenguaje‖, el cual consiste en una serie de ―formatos familiares‖ o convenciones que guían al
aprendiz en un proceso progresivo y continuo, para el uso de las diversas modalidades
comunicativas mediadas por el lenguaje y que determinan lo que será su Realidad Social
Individual.
a) CONDUCTA PRAGMÁTICA
0 - 9 MESES DE EDAD
Hacia los 2 ó 3 meses de vida, el bebé ya empieza a reconocer la voz de los padres y le gusta
mirarlos a los ojos cuando le hablan.
· Los padres o interlocutores pueden poner al bebé en su regazo para que los (las) mire,
con la cara a 20 ó 30 centímetros de distancia de la suya (de frente). Se mueven hacia
el frente y le hablan, sonriendo. Hacen una pausa y le dan la oportunidad de que el
bebé les sonría, gorjee, se mueva o mueva su boca. Los padres pueden sonreír, hacer
gestos divertidos, sacar la lengua, abrir y cerrar la boca u ojos ampliamente o mover la
cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras hablan, y siguen sonriendo…….
· Hay que dar tiempo al bebé para responder. Apenas está aprendiendo a reconocer y
controlar su cuerpo.
En los primeros meses del bebé, su conducta comunicativa consiste en mirar fijamente, gritar,
reír, vocalizar, agarrar y succionar. Bates (1976) ha descrito esta conducta como "actos
prelocucionarios". El padre o la madre se interesan de alguna manera en la conducta
comunicativa recíproca y esto enmarca las correlaciones más tempranas con su hijo. Tal etapa
va hasta antes de los 9 ó 10 meses, cuando el infante inicia los "actos elocutorios"; es decir, envía
mensajes señalando, entregando y mostrando. Bates (1977) sugiere que la cantidad de actos
de señalar, entregar y mostrar que el niño inicia en esta etapa, es un indicador de qué tanto se
podrá comunicar éste en una etapa posterior.
Durante este período el niño se interesa por las interacciones recíprocas, en la forma de toma –
dame con un compañero de conversación (Bruner, 1975). Argyle e Ingram (1972) han notado
que entre la madre y el niño hay varias formas de contacto visual convenidas para ser señales
de intención, preparación e interacción.
9 - 18 MESES DE EDAD
El niño está próximo a la etapa de las primeras palabras. Ya maneja muchos de los sonidos
propios de su idioma nacional o materno (tiene una fonología) y los significados de un número
importante de expresiones (semiología). Ahora va a tratar de hacerse entender, con mayor
precisión.
Halliday (1975) indica que a falta de un vocabulario por parte del niño, éste presenta una
variedad de funciones que pueden ser observadas por los padres, tanto en las producciones
orales (sonidos), como en las no orales. Tales funciones describen los que el niño puede
comunicar y son tomadas en consideración por los padres y el mismo niño.
Entre paréntesis se expresa la intención del niño. No es que produzca todavía estas frases u
oraciones.
REGULATORIA: Para ejercer control sobre las conductas de otros (Haz lo que digo).
INTERACCIONAL: Para establecer y mantener contacto con aquellos que le importan (Yo y tú).
PERSONAL: Para expresar la individualidad propia del niño y su propio saber (Aquí voy yo).
HEURÍSTICA: Para preguntar acerca del ambiente (Dime por qué).
INFORMATIVA: Para informar una experiencia en la que no participó el interlocutor (He logrado
algo que te voy a contar).
Bruner (1983) aseña que los juegos practicados con los bebes lo van formando e integrando
socialmente. A través de diversas actividades experimentales y / o pragmáticas, explica la
importancia que tienen estos juegos mencionados para que el niño pueda acercarse
progresivamente al uso del lenguaje.
Dentro de una serie de esas contribuciones del juego encontramos la comprensión de los turnos
de la conversación (el niño aprende esto a partir de la estructuración de las partes del juego).
También, el placer del juego que mantiene al niño concentrado en él, le será útil para luego
mantenerse en una actividad compleja, una ―realidad estructurada‖, ―una forma de vida‖.
Es decir, que las estructuras de los juegos ―…se imponen en formatos del tipo indicar y solicitar,
que, en efecto, son esenciales para el desarrollo y la elaboración de estas funciones
comunicativas. Ellos proporcionan el medio que hace posible su convencionalización y,
finalmente, su transformación de formatos en actos de habla más flexibles y móviles…”3
El siguiente paso consiste en la referencia. Una de las fases de la referencia es que implica una
interacción social que requiere de cierta reciprocidad o acuerdo entre emisor y receptor. Puede
existir un importante desacuerdo cuando el tema referido tiene la posibilidad de variar de
acuerdo con la interpretación asignada desde la subjetividad del receptor.
Ante el surgimiento de dificultades de esta índole entre madre e hijo, aparece la ―negociación‖.
Mientras que el niño todavía no se expresa lingüísticamente, existen ciertos balbuceos y gritos, o
gestos, etc., que la madre logra interpretar y de este modo satisfacer sus necesidades. Pero con
el transcurrir del tiempo entre ambos existen ciertas actividades en las que se negociará qué
nombre se le dará a ciertos objetos.
En cuanto a la lecto - escritura, la teoría de Vigotsky explica que la escritura deriva del gesto, la
imitación y el juego; y de manera natural el niño descubrirá que la escritura es la representación
de las cosas. Por ende, aprender no será costoso para él ya que en su infancia hubo ―métodos
primitivos‖ (anteriores a las palabras escritas), gráficos que realizaba en representación de algo
o alguien.
Pasando al tema del síndrome de Down, aunque cada persona es un individuo único y el Plan
de Atención Transdisciplinar debe ser diseñado para cada una, hay algunas consideraciones
generales que constituyen el fundamento de un programa de estimulación de habla y lenguaje.
Aunque hay problemas comunes en el habla y lenguaje, no existe un único patrón común a
todas las personas con síndrome de Down. Muchas tienen más dificultad con la expresión que
con la comprensión del habla y otras modalidades comunicativas. Es decir, las competencias
lingüísticas receptivas están generalmente más avanzadas que las expresivas. Algunos aspectos
lingüísticas, como el vocabulario, son generalmente más fáciles para las personas con síndrome
de Down que otras, tales como la gramática. La secuencialización de sonidos y palabras
puede ser difícil para muchos niños. Algunos tienen dificultades con la inteligibilidad y fluidez del
habla.
El programa de estimulación para la comunicación debe ser diseñado de forma individual sobre
la base de una evaluación transdisciplinaria cuidadosa de cada persona. Es especialmente
importante incluir a la familia como principal integrante del equipo estimulador. La persona con
síndrome de Down, la familia (incluidos hermanos y familia extensa), profesor, amigos y miembros
de la comunidad son piezas fundamentales para el éxito comunicativo de la persona. El
Fonoaudiólogo puede orientar, informar, y ayudar a facilitar y mejorar el proceso de aprender a
comunicarse de manera efectiva. Pero el lenguaje es parte de la vida diaria y debe ser
practicado y reforzado como parte de la vida cotidiana.
Durante los años de escuela, el programa de estimulación para la comunicación, debe tener
como base las necesidades en la clase, la escuela y el currículo. También debe considerar las
necesidades de la persona en relación con las actividades de la comunidad, tales como grupos
religiosos y recreativos. La comunicación va más allá de las sesiones de ―terapia‖. La inclusión y
la participación de la comunidad promueven la comunicación interactiva y proporciona los
modelos de comportamiento social.
En el camino desde la infancia hasta la edad adulta, el niño puede necesitar una atención
especializada para optimizar su desarrollo del habla y lenguaje en diversos momentos, pero lo
más importante es que la familia obtenga la información necesaria, así como los recursos y la
orientación para estimular al niño en casa.
En el inicio del uso de la palabra, la intervención más importante se produce en el hogar. Las
familias deben ser el centro del programa de atención. En el programa de estimulación
comunicativa, las familias la meta es que observen y participen de las sesiones el 100% del
tiempo, analizando todas las actividades con el profesional de turno. Para cada período de
sesiones, se les proporcionan instrucciones precisas para generar experiencias comunicativas en
el entorno familiar.
Para los lactantes y niños menores de 2 años, se está diseñando un programa de estimulación
sensorial y psicomotor para ayudar a desarrollar las habilidades propioceptivas, auditivas,
visuales, y táctiles, que faciliten la percepción y la memoria.
Muchos bebés y niños pequeños son muy sensibles al tacto. No quieren que se les toque, que
sus dientes se rocen, o no les gustan ciertas texturas de los alimentos. El término " defensividad
tactil " se utiliza a veces para definir esta situación. Se ha encontrado que con el uso de masajes
a nivel facial o intraoral y la estimulación directa de ciertos músculos, los lactantes y niños
pequeños son cada vez más capaces de tolerar las sensaciones tactiles en los labios y la lengua,
lo cual contribuye a su alimentación, mantenimiento de la boca cerrada y posteriormente al
habla. Sin embargo, no puede pensarse que esta es la acción más importante en el proceso de
estimulación comunicativa. Generalmente el balbuceo y se incrementa después de la
normalización de la respuesta tactil oral.
El programa de estimulación sensorial y psicomotor comienza con los brazos y las piernas y se
desplaza gradualmente hacia el rostro y el área intraoral. Como decíamos anteriormente, los
padres deben recibir la información oportuna, así como los recursos y la orientación para
estimular al niño en casa.
Los bebés con síndrome de Down, de 8 meses a 1 año, tienen mucho que comunicar. Si no
tienen alguna manera de hacerlo, se sienten frustrados por su incapacidad para ser
comprendidos. Es muy importante introducir e implementar los sistemas comunicativos
alternativos de transición, hasta que el niño neurofisiológicamente sea capaz de usar palabras
habladas (Gibbs y Carswell, 1991).
Una vez que el niño pequeño empieza a usar una sola palabra
(en seña, indicación u oralmente), el programa de
estimulación para la comunicación tendrá como objetivo el
crecimiento horizontal y vertical en el conocimiento y uso la
lengua (habilidades metalingüísticas y pragmáticas). La atención puede enfocarse en una sola
palabra del vocabulario (habilidades semánticas), aplicada a muchos temas y actividades
diarias, dentro de diversas categorías semánticas, como la alimentación, el juego, partes de la
casa y salidas (Kumin y otros, 1996). El programa también tiene como objetivo aumentar la
longitud de las frases y las combinaciones de palabras que el niño puede usar, lo que se conoce
como el aumento de la mediana de la duración del enunciado (Manolson, 1992). Hay muchas
relaciones significativas que el niño aprende al utilizar frases de dos palabras (por ejemplo,
agente - acción, la posesión, la negación) que se expanden a continuación, en las frases de tres
palabras, por lo cual las habilidades pragmáticas tales como pedir y saludar, así como
habilidades en el inicio y toma de conversacionales se introducen durante este período.
Los tableros de comunicación, tarjetas con figuras y los sistemas de claves motoras aprovechan
las fortalezas de las personas con síndrome de Down, y las ayuda a ampliar la longitud y
transparencia de sus oraciones (Kumin y otros, 1995).
La base para el desarrollo del habla durante este período es la integración sensorial (auditiva a
la traducción de mensajes verbales) y oral habilidades motrices. La mayoría de las personas con
síndrome de Down entender mensajes, y son capaces de producir lenguaje (a través de signos)
y antes de que sean capaces de usar el habla. Por lo tanto, la integración sensorial y
habilidades motoras orales terapia se utilizan para reforzar la preparación para la intervención
durante este período.
Algunas actividades como vestir y desvestir una muñeca, hacer una tarjeta o una ensalada de
frutas, amasar harina ayudarán a fijar relaciones semánticas, sintácticas y pragmáticas, al
solicitarle que nos informe los pasos para realizarlas o siguiendo las indicaciones para hacerlas.
Muchos niños con síndrome de Down aprenden a identificar procesos por medio de dibujos y
asociar las correspondientes palabras escritas con eficacia, lo cual puede ayudar en el
aprendizaje de conceptos en su respectivo idioma (Buckley, 1993).
Durante esta etapa, es posible orientar la producción de sonidos específicos del habla,
apoyándose en ejercicios motores orales y actividades que permitan fortalecer los músculos y
mejorar la coordinación de movimientos (praxias del habla). La inteligibilidad es el objetivo más
importante a conseguir.
Durante los años en la escuela primaria, hay una gran cantidad de crecimiento en el desarrollo
del lenguaje y en el habla. El programa de estimulación para la comunicación puede incluir la
participación del profesor o tutor, enfatizando su acción dentro del aula de clase y otras
actividades académicas. Los planes de estudio se convierten en el material utilizado base,
tanto de manera proactiva, para preparar al niño para el tema y reactiva, a fin de ayudarlo si se
producen problemas. Esto tiene sentido, porque la escuela es el lugar de trabajo de la persona,
y el éxito en la escuela afecta su autoestima.
La comunicación por signos kinésicos (manuales - gestuales) y el deletreo digital son ejemplos de
formas de comunicación no convencional, sin apoyo. Otras técnicas no convencionales
incluyen dispositivos electrónicos o no electrónicos que complementan o reemplazan a la
expresión fónica - oral, como tableros de comunicación con palabras, letras, y / o dibujos, al
igual que sistemas de comunicación computarizados de alto rendimiento, como sintetizadores
de voz.
4
MEN. Lineamientos generales. op. cit. p.32.
Los sistemas de comunicación alternativa / aumentativa involucran el uso de dispositivos o
métodos personalizados para complementar la capacidad de una persona para comunicarse,
que dependen de sus potencialidades o necesidades individuales.
Los sistemas sin apoyo son los que no requieren de equipos adicionales. Estos incluyen el deletreo
digital, la gesticulación, la pantomima, la indicación digital o la mirada dirigida hacia un
objetivo específico. Los sistemas con apoyo incluyen algún tipo de dispositivo externo, que
pueden ser de industria casera o de baja o alta tecnología. Generalmente involucran aparatos
por medio de los cuales una persona selecciona símbolos convencionalizados para transmitir
mensajes a otros.
Todos los seres vivos, incluyendo al ser humano, delimitan su territorio individual o espacio
personal mediante señales o signos espaciales, visuales, orales, temporales, químicos, etc., que
constituye una extensión del organismo.
La proxemia, junto con los aspectos supra – segmentales del habla, la kinesia y cronémica
conforman las que se pueden llamar variables paralingüïsticas de la comunicación. El espacio
que la persona utiliza al interactuar, tanto con objetos como con personas, informa sobre
muchos aspectos inherentes a su estatus, intereses, intenciones etc.
Las primeras nociones sobre proxemia aparecieron en los estudios etológicos respecto a la
conducta animal. Más tarde, este concepto fue recogido por los antropólogos y otras
disciplinas, entre ellas la Terapia del Lenguaje, Fonoaudiología o Logopedia.
El espacio personal en oficinas, escuelas, prisiones etc., ha sido objeto de diversos estudios, con
el fin de conocer y favorecer las interrelaciones entre sus potenciales "habitantes". La ubicación
de muebles y otros elementos en el espacio, puede favorecer o perjudicar la comunicación.
Unas sillas situadas en semicírculo facilitarán la interacción de los integrantes dentro de una
institución, mucho más que si éstas se colocaran unas detrás de otras, formando hileras.
Estas razones evidencian la necesidad de considerar las normas proxémicas a la hora de diseñar
las construcciones, teniendo en cuenta el uso que se le va a dar a las mismas y las
características de aquellos que van a convivir o interactuar en ellas.
La distancia entre dos personas, generalmente es un indicador del deseo o intencionalidad por
establecer una relación o interacción. Sin embargo, factores culturales como las jerarquías, la
autoridad o el liderazgo, son variables que determinan el grado de proximidad espacial.
Según Hall, los ingleses, por ejemplo, desde pequeños comparten el espacio con los hermanos,
de modo que su actitud para con su propio espacio es bastante diferente a la de otras culturas.
Para ellos la privacidad espacial no es tan relevante, sino que manejan interiormente una serie
de barreras, levantadas para aislarse cuando están en presencia de otras personas. Es decir, son
capaces de estar solos, aún rodeados de muchas personas. Por ello, para los ingleses la
proximidad espacial no implica necesariamente relaciones, ni comunicación.
El espacio personal en las culturas mediterráneas y, sobre todo en las latinoamericanas, tiene
unos límites más reducidos. Hay una mayor aproximación y participación sensorial,
incrementándose el contacto ocular y físico en las interacciones.
Dentro de cada cultura, los interlocutores conocen implícitamente cuáles son las distancias más
adecuadas para cada interacción o relación. Tales espacios manifiestan significados
compartidos, fruto de la socialización, y predisponen formas de comportamiento para la
obtención de determinados logros.
Las clases de señas parecen estar saltando por todas partes. ¿son sólo una novedad para los
padres insistentes, o el utilizar las señas es una manera de reforzar las relaciones entre padres e
hijos?
La idea de presentar las señas a los bebés que no presentan ninguna dificultad o riesgo de
retraso en el lenguaje para algunos padres resultará novedosa. Ver a un bebé que realiza las
señas de 'más', 'leche, 'la herida' y muchas otras, nos lleva a pensar que tienen pensamientos y
necesidades que no pueden ser expresados en forma oportuna, debido a que su discurso
hablado simplemente no se ha desarrollado lo suficiente. Los niños capaces de expresarse con
señas a una edad muy temprana, según sus padres, presentan un reducido nivel de frustración.
Además se genera un lazo muy íntimo entre el padre e infante al poderse entender.
El estudio original en el uso de señas por parte de bebés tuvo lugar en Estados Unidos a finales
de los años 80, casi simultáneamente en dos grupos de investigadores: Joseph García en uno y
Linda Acredolo y Susan Goodwyn en el otro. Habiendo trabajado como intérprete, Joseph
García tenía una amplia red de amigos en la comunidad sorda. En 1987, García empezó a
investigar el uso de la lengua de señas con bebés oyentes que estaban expuestos regularmente
y de forma consistente a la misma hasta los seis a siete meses de edad. Observó que empezaron
la comunicación expresiva con señas a su octavo o noveno mes de edad.
Por su parte, las doctoras Linda Acredolo y Susan Goodwyn dirigieron un estudio longitudinal
apoyado por los Institutos Nacionales de Salud del Niño y el Desarrollo Humano. El estudio mostró
que los bebés que utilizaban señas, entendían más palabras, tenía vocabularios más amplios y
manejaban un discurso más sofisticado que los bebés no signantes. Los padres de los bebés que
usaban lengua de señas en el estudio, notaron niveles menores de frustración en sus hijos,
aumento en la comunicación, y se enriqueció el vínculo entre padre e hijo. Los bebés signantes
también desplegaron un interés aumentado por los libros (Moore y otros, 2001).
Ellas volvieron a visitar a las familias del estudio original cuando los niños tenían siete años y ocho
años de edad. Los niños que hacían señas de bebés tenían un CI promedio de 114 comparado
con la media del grupo control de niños no signantes de 102 (Acredolo y Goodwyn, 2000).
La lengua de señas para los bebés se introdujo entonces en los Estados Unidos y, debido al éxito
del programa, su acogida ha ido en aumento en el Reino Unido.
Los beneficios de comunicarse con lengua de señas con los bebés, son:
2. Hacer señas reduce la frustración para los bebés. El segundo año de vida puede ser un gran
motivo de frustración para los infantes y sus cuidadores. Uno de las causas mayores de rabietas
es la incapacidad del niño pequeño para comunicarse.
3. Hacer señas abre una ventana en la mente y personalidad del infante, cuando pueden
comunicar más allá del aquí y ahora.
4. Hacer señas refuerza el vínculo entre padre e hijo, facilitando una relación íntima entre los dos.
5. Hacer señas promueve una interacción excelente, porque al usar la seña, los padres adoptan
automáticamente las estrategias de interacción positivas, tales como seguir el centro de interés
del niño, haciendo contacto ojo a ojo, hablando despacio, y usando las palabras simples e
importantes para una buena comunicación (Goodwyn et al, 2000)
6. Hacer señas facilita la habilidad de un adulto para interpretar los esfuerzos tempranos del niño
en el uso de las palabras y en el significando de las mismas
7. Hacer señas a los niños los hace interesarse más en los libros. Al usarlas cuando miran los libros,
les permite hacerse partícipes activos en la historia que se cuenta y su interés en los libros se
eleva.
Muchos padres se preguntan: - ―Mi hijo no es sordo. ¿Por qué hacer señas?‖ Las señas pueden
ser útiles para los niños con Síndrome de Down por una variedad de razones. La motivación
primaria involucra producción del discurso. Expresarse con señas es posible hacerse más
temprano para muchos niños que decir la palabra correspondiente, tanto para los niños con
síndrome de Down como para aquellos con un desarrollo normal. Quizás la planificación motor -
oral requerida para hablar sea más compleja que las instrucciones para hacer señas con las
manos. También podría ser más fácil ayudar al niño a hacer la seña con nuestras manos.
Un segundo propósito involucra la comprensión, o entender lo que alguien dice. Es posible que
un niño no tenga ninguna pérdida auditiva en sus primeros meses o años. Sin embargo, la
pérdida auditiva es común entre los niños con Síndrome de Down. Estos se pueden beneficiar
viendo lo que alguien está signando cuando tienen problemas para oír. Además, el discurso
hablado ocurre muy rápidamente y ya conocemos las dificultades que tiene el niño con
síndrome de Down para la discriminación del habla, debido a las disfunciones del lóbulo
temporal. El padre puede mantener a menudo por lo menos parte de una señal para que el
niño que necesita el tiempo extra pueda inspeccionar y puede re-inspeccionar el signo.
Una gran parte de la preocupación acerca de si los niños preferirán la seña al hablar, porque "es
más fácil" está en contravía de la realidad. La seña se como una alternativa al discurso oral,
pero la idea es presentar ambos simultáneamente y guiar al niño hacia la comunicación eficaz.
No hay ninguna evidencia que el uso de las señas interfiera con el desarrollo del habla.
Utilizar la lengua de señas en las personas con síndrome de Down puede hacer la vida mucho
más fácil para todos los interesados. Muchos niños con Síndrome de Down tienen algún grado
de retraso del habla. Esto hace que sea difícil para el niño, así como para los padres,
comunicarse. Un niño (de cualquier edad) debe ser capaz de comunicar a sus padres y
personas encargadas del cuidado lo que quiere y sus necesidades personales.
Cuando los bebés llegan a cierta edad, comienzan a formar "opiniones" acerca de lo que debe
comer, cuando se debe comer, donde debe comer y mucho más. Cuando el bebé no puede
comunicar esta necesidad, se generará una frustración. Si el cuidador no puede adivinar qué es
lo que necesita (es decir, una bebida, una galleta, cambiar un pañal) los niños se agitan con
gran rapidez y arman un alboroto o las famosas pataletas.
Como se decía anteriormente, la corteza prefrontal tiene entre otras funciones la planeación de
actividades, actividad que en nuestro mundo occidental está mediada por le lenguaje. Por otro
lado, el lóbulo temporal se relaciona con la capacidad para captar, analizar e interpretar
señales que varían en el tiempo, como los sonidos del habla.
Al presentarse disfunciones en estas dos importantes zonas del cerebro, para los niños con
síndrome de Down es muy difícil comprender la información que porta el discurso oral y
aprender los sonidos del habla que en su conjunto llevan nociones de la lengua propia de su
comunidad. Por lo tanto, se evidencia la dificultad para planear acciones y aprender a hablar.
De esta manera, muchas veces solucionan problemas recurriendo a los recuerdos de situaciones
que han visto; es decir, imitan, sin analizar consecuencias de sus actos.
El aprendizaje y uso de señas les permite iniciar una mejor conceptualización del mundo,
simbolizar la realidad y ser una base para la adquisición y utilización de palabras habladas, pero
más allá de esto, para la planificación conciente de acciones con base en el lenguaje.
2. 5. 3 La Mano
Luria (1978) indica que el lenguaje se pudo originar en la actividad productiva y surgió bajo la
forma de movimientos manuales abreviados que representaban ciertas actividades laborales y
gestos señalizadores mediante los cuales los hombres se comunicaban entre sí.
Tal parece, entonces, que las formas de la mano dieron lugar a la escritura y a la expresión oral,
ya que los signos manuales constituyeron los representantes de la lengua primordial de la
humanidad. Los múltiples monumentos que provienen de la antigüedad contienen gestos
esotéricos universales que son simplemente vestigios de la lengua patriarcal, uniforme y general
que diera nacimiento a la dactilología (expresión por medio del alfabeto manual).
Los primeros rudimentos gráficos que vienen de Asiria no tienen valor fonético alguno; expresan
siempre caracteres dígitos; como lo ejemplifica la transcripción dactilológica de un papiro
fenicio.
Continúa Luria explicando que sólo en el curso de un periodo histórico muy largo se llegó a
realizar la disociación entre gesto y sonido. Durante este proceso, se desarrolló un complejo
código verbal mediante el cual era posible no sólo representar objetos separados, sino abstraer
la acción y la cualidad, categorizar a los objetos, representar sus relaciones más complejas y
transmitir sistemas globales de conocimiento.
Aristóteles al criticar a Anaxágoras dice que no es porque tiene manos por lo que el hombre es
el más inteligente de todos los seres, sino por ser el más inteligente de los seres es por lo que tiene
manos. Así, la mano significa "poder", lo cual no nos puede hacer olvidar lo profundamente
significativo que hay en el gesto de dar la mano a algún otro, o tomar una mano en la suya,
con el fin de demostrar o compartir el poder.
La mano es el único de nuestros órganos que puede deformarse al articularse. Únicamente ella
posee el privilegio eminente de poder amoldarse estrechísimamente a lo que toca. Al hacerlo,
no se limita a abarcar un volumen para cogerlo, sino que se adapta a una forma para tocarla y
conocerla.
Se ha demostrado que los primeros útiles no fueron otra cosa que la prolongación, el aumento
de la fuerza y la precisión de los órganos del cuerpo humano, y principalmente de la mano, la
cual ha servido de modelo y es por lo tanto el útil natural cuya actividad crea el útil artificial.
Ofrece en todos los movimientos en que puede imaginárselo las formas orgánicas primitivas
según las cuales el hombre concibió y realizó inconscientemente los primeros instrumentos que le
eran necesarios.
Toda invención es una proyección orgánica. Por ejemplo: el pedazo de piedra provisto de un
mango de madera es la imitación más simple de ese martillo natural que constituyen el puño y
el antebrazo, el mango es la prolongación del antebrazo y la piedra es el sustituto del puño. El
dedo arqueado se ha convertido en gancho, el hueco de la mano dio nacimiento a la copa;
en la espada, la lanza, el remo, la pala, el rastrillo, el arado, el tridente, se encuentran las
múltiples posiciones del brazo, de la mano y de los dedos, cuya adaptación a útiles de caza,
pesca, jardinería o labranza es fácil de seguir. El cincel para esculpir la piedra y el lápiz son
derivados de aquellos dedos que hacían graficas en el suelo.
Por lo tanto, una base primordial para el desarrollo del lenguaje y la comunicación es la mano
La lecto - escritura es una de las áreas académicas a las que dan prioridad las instituciones
educativas. A su vez, se concibe como la de más bajo nivel en el Latinoamérica, siendo la forma
de comunicación más compleja que posee el hombre y vehículo por excelencia de registro de
las variaciones culturales y técnicas de la humanidad. Ha de iniciarse, por lo tanto, la
reconceptualización de la educación también desde aquí, con base en lo teórico-científico y lo
práctico, con el apoyo de expertos en la misma.
Dewey (1898) indicaba que el niño podría estar preparado a los 8 años para iniciar el proceso
de aprendizaje de la lecto-escritura. Hacia 1970, Schenk-Danzinger (citada por Downing y
Thackray, 1974), la autoridad austriaca en ―madurez‖ para la lectura expresa que:
“En la edad preescolar, el niño está ya en posesión de todos los requisitos previos para leer los
signos de las palabras (es decir, palabras enteras). Sin embargo, la madurez necesaria para
ahacer señas un significado, como sonido, a los signos de las letras, no se desarrolla antes de la
edad de 6 a 7 años. Por fácil que el sistema alfabético parezca, su adquisición requiere un
grado de pensamiento abstracto más alto que el necesario para leer logogramas”5 (logotipos,
propagandas, o marcas de productos).
“ Si el jovencito de segunda infancia adquiere alguna cualidad intelectual, entre sus siete y
once años, es la aptitud para hablar, leer, escuchar y escribir pensamientos - proposicionales,
para pensar proposicionalmente o, por simplificar la expresión: para pensar conceptualmente.
Tanto que a todo este período se le denomina Período Conceptual”.6
Todo lo antes mencionado presupone lo peligroso que es para el niño contar con padres o
educadores ―aceleradores‖, “que piensan, equivocadamente, adelantar los ritmos naturales del
crecimiento intelectual”7
Para Tsvétkova (1977), la lectura es un proceso que tiene mucho en común con la escritura y
que a la vez se distingue de ella en muchos aspectos. Mientras que la escritura va desde la
representación de la expresión que procede anotar, pasa por su análisis sónico y termina en el
recifrado de los sonidos (fonemas) en letras (grafemas), la lectura comienza por la percepción
del conjunto de las letras, pasa por su recifrado en sonidos y termina con la identificación del
significado de la palabra. Tanto la escritura como la lectura son procesos analíticos - sintéticos
que comprenden el análisis sónico y la síntesis de los elementos del discurso.
ESCRITURA LECTURA
5 DOWNING, J. y THACKRAY, D. (1974): Madurez para la lectura. Editorial Kapelusz, Buenos Aires. p. 73.
6 DE ZUBIRIA, M. (1994): Tratado de Pedagogía Conceptual 1. Pensamiento y Aprehendizaje: Los instrumentos
del conocimiento. Fundación Alberto Merani para el Desarrollo de la Inteligencia, Bogotá, p. 112.
7 Ibidem. p. 112.
Análisis Sónico Identificación del Significado de la Palabra
Por su parte, Studdert - Kennedy (1987) expresa que los estudios sobre el habla y la escritura se
enfrentan a una paradoja: las discretas unidades de la representación escrita de una
producción no pueden aislarse en su cuasi - continua estructura articulatoria y acústica. Es
posible resolver la paradoja señalando que las unidades de la escritura (ideogramas, signos
silábicos, letras alfabéticas) son símbolos para estructuras discretas, perceptivo - motoras, de
control neural, estrechamente enlazadas en el habla y la escucha.
Sawyer y Butler (1991) explican que al adquirir la competencia para leer construimos sobre bases
ya disponibles (LENGUA) en el sistema primario del discurso hablado: la fonología, o estructura
del sonido de la lengua que incluye sílabas y fonemas; la sintaxis, o conjunto de reglas que
gobiernan el ordenamiento secuencial de las palabras en frases y oraciones; y la semántica, o
sistema de significado que se adhiere a las anteriores como una consecuencia de las
experiencias en una variedad de contextos.
Todas las tres dependen de las capacidades y funcionamiento de la memoria a corto y largo
plazo para su desarrollo y refinamiento. Adicionalmente, el puente entre el habla y la impresión
gráfica, o las tareas de establecer las correspondencias entre sonido / símbolo al comienzo de
las trazas para la lectura -no solamente desde las competencias fonológicas y la memoria-,
también dependen del descubrimiento de que las palabras están hechas de partes muy
pequeñas y aislables. Este conocimiento es a menudo referido como segmentación auditiva
que es un aspecto de la conciencia metalingüística.
Tal déficit puede resultar de una de dos condiciones: 1) experiencias inadecuadas con el
lenguaje como consecuencia del limitado acceso al discurso para la comunicación o solución
de problemas; o 2) dificultades en el procesamiento neurológico que provocan un retardo o
desorden en el lenguaje.
Retomando el tema, para que el niño esté listo en el inicio del proceso de adquisición o
aprehensión de la lecto-escritura se deben tener en cuenta algunos factores como:
“El hogar y la comunidad determinan el nivel de estimulación lingüística, así como los
sentimientos de autoestima y seguridad. Las actitudes frente a la lectura, los modelos de
imitación de las conductas lectoras, los sistemas de premio o desaprobación por los logros
obtenidos, también son recurso del hogar. Las personas con mayor disposición a favor de la
lectura son los que provienen de hogares en que los padres les leen cuentos, comentan con
ellos noticias periodísticas. Son aquellos que ven a los adultos leyendo en variedad de
situaciones; recorren librerías, hojean allí libros y revistas; comentan las noticias periodísticas
leídas; ven a sus padres consultar bibliografía cuando ellos les formulan alguna pregunta; tienen
un lugar con libros donde leer tranquilos”.9
- Calidad de la vida familiar, en cuanto a relaciones entre los padres y su influencia sobre la
seguridad de la persona y el desarrollo de su personalidad.
Stemberg y Powell (1983) insisten en que los buenos lectores combinan la información
escuchada o leída con su propio ―conocimiento del mundo‖ en la memoria semántica, para
crear una nueva entidad dentro de la cabeza, que representa el significado del texto o habla. Y
Miller (1979) explicita que el significado que cualquier elemento tiene para una persona consiste
en la historia total de su interacción con dicho elemento. Obviamente, el niño que tenga un
insuficiente o imperfecto conocimiento del mundo debido a deficiencias en alguno o algunos
de los factores antes mencionados no estará listo para el procesamiento semántico de la lecto-
escritura.
8 JOHNSTON, E. y JOHNSTON, A. (1988) Desarrollo del lenguaje. Lineamientos Piagetianos. Editorial Médica
Panamericana, Buenos Aires, 1988. pp. 208 y 209.
9 ALLENDE, F. y CONDEMARIN, M. (1982): La lectura: teoría, evaluación y desarrollo. Editorial Andrés Bello,
HABILIDADES
METALINGÜÍ
METALINGÜÍSTICAS
STICAS
COMPLEMENTADOS POR
A menudo, las diferentes técnicas sugeridas desde la escuela tradicional para el abordaje de tal
área académica producen un divorcio entre la actividad motora del estudiante y sus
experiencias lingüísticas y cognitivas, restándole significado y secuencialidad lógica. Según
Downing y Thackray (1974), la lectura supone la traducción de la palabra impresa, tanto a
sonidos de la lengua hablada como de su significado. Es reconocer la significación auditiva y
semántica de las palabras escritas o impresas.
En otras palabras, para que el niño logre identificar una letra y un sonido, debe iniciarse en su
cerebro un proceso de interconexión neuronal interhemisférica entre los centros de la audición
(lóbulo temporal) que reconocen las características del sonido, duración del mismo, ritmo,
significado, etc., la visión (lóbulo occipital) y el habla (predominantemente lóbulo frontal), para
después llegar a producir una etapa más como es la de transcribir o representar el sonido por
medio de una letra (grafema) que implica unos factores de orientación en el espacio y de
estructuración de la actividad en éste y en el tiempo, ya que la hoja es un espacio vacío en el
cual deben ubicarse y unirse unos signos, cada uno definido no sólo por su forma, sino también
por la dirección y sucesión específicas que los hacen únicos e identificables.
Ajuriaguerra (1981) indica que para su realización como acto motor, el individuo está
generalmente sentado ante una mesa o pupitre; realiza cierta inmovilización postural, los ojos a
cierta distancia del papel, brazo y mano beneficiados de algún sostén tónico general; sujeta
con la mano de un modo determinado el instrumento de escritura, el papel y el libro; y combina
los desplazamientos de los dedos, puño, codo y ojos en función del fin a alcanzar.
Este autor distingue dos niveles del desarrollo psicomotor para la escritura. El primer nivel es el
desarrollo general que cubre el conjunto de las relaciones tónico-posturales y de las
coordinaciones cinéticas. El segundo nivel es el del desarrollo de las actividades digitales finas.
También define algunas fases y etapas. Por ejemplo, expresa que la ―fase precaligráfica‖ dura
desde los 5-6 años hasta los 8-9. Entre los 6 y 7 años en el niño se observa la eliminación de las
principales dificultades en la manera de sostener y manejar el instrumento de la escritura.
Cuando esto sucede, pasa a la ―fase caligráfica infantil‖. De los 8 a 10 años el niño está mucho
menos rígido. Las formas gráficas le son más familiares y es capaz de llevarlas al papel con
organización y encadenamiento en una especie de <caligrafía infantil> que permite ir
moldeando su escritura. Entre los 10 y los 11 años regulariza el tamaño de las letras y el
rendimiento. Y finalmente, entre los 10 y 12 años la escritura alcanza un nivel de madurez y
equilibrio que le permite pasar a la ―fase poscaligráfica‖ en la cual le imprime velocidad a su
expresión escrita.
Un amplio número de estudios han reportado cómo el discurso de tanto adultos como niños se
relacionan con actividades específicas. Wood, McMahon y Cranstoun (1980); Bruner (1983); y
Tizard y Hughes (1984) han explicado la manera en la cual ciertas actividades favorecen la
comunicación. Por ejemplo, cuando un adulto y un niño pequeño (alrededor de los 18 meses)
leen juntos un libro, la rutina de sentarse cerca y voltear las páginas ayuda a establecer
exactamente de qué se está hablando. Además, la estructura de la actividad y su naturaleza
repetitiva hacen más fácil para el primero predecir la respuesta lingüística del segundo. En
conjunto, estas características incrementan las oportunidades de que el adulto sea capaz de
determinar lo que el niño está intentando decir, aunque su articulación todavía tenga un pobre
desarrollo. De otro lado, las expectativas convencionales acerca de qué significados son
apropiados para la actividad permite inferir una estrecha gama de posibles interpretaciones y
se reduce la posibilidad de que se confunda la intencionalidad del niño (Scollon, 1979).
Con base en lo anterior, podemos intuir que un programa de intervención para la estimulación
comunicativa y del lenguaje debe tener una base transdisciplinaria, centrada en los padres
como mediadores entre la realidad natural, social y lingüística del niño. Esto implica su
conocimiento de las características de las personas con síndrome de Down en los aspectos de
desarrollo neurológico, motor, comportamental, comunicativo, cognitivo y cognoscitivo.
En el trabajo transdisciplinario se propone que el propio individuo, de ser posible, acompañado
del padre, la madre u otro integrante de la familia o la comunidad, asuma el papel como
directo responsable del proceso "formativo", llegando a convertirse en su propio educador
integral, asesorado por un equipo de profesionales, según sus necesidades individuales y
sociales. Este equipo evalúa tales necesidades, posteriormente analiza la situación con base en
el conocimiento compartido, y llega a una propuesta de atención en conjunto con el
educando y su familia, con miras a una real integración social.
Así, reconoce el protagonismo de la familia y la comunidad para promover el desarrollo del niño
a través de un sistema de atención adaptado a sus necesidades. Esto le facilita el transcurrir por
diferentes niveles del pensamiento a partir de problemas que el educando resuelve desde la
cotidianidad misma, permitiéndole avanzar en la creatividad y autonomía.
Goodman (1969) expresa que cada niño lleva a la escuela 5 ó 6 años de lenguaje y
experiencia. Estos vitales elementos se desarrollan fundamentalmente a través del juego,
ocupación primordial en esta etapa de la vida, el cual sirve como organizador de elementos
sensoriomotores, emocionales, perceptivos, cognoscitivos y lingüísticos que ayudan a crear un
modelo interno de sí mismo y del mundo externo que lo rodea. Jugar involucra la posibilidad de
aprender, comunicarse, modificar, variar, crear, cambiar y el ajuste frente a situaciones y
elementos nuevos.
Los niños que no aprenden a jugar, debido a padre y ambientes poco estimulantes, manifiestan
problemas en la escuela y en las situaciones sociales. Luria (1978) refiere una experiencia en la
cual se instala a un hombre acostado en el piso de una cámara impermeable a la luz y al
sonido, aislándolo de los efectos externos. Este inicialmente tiende a dormirse, pero después la
prueba se hace insoportable para el sujeto. Algo semejante es lo que pasa al niño con el
aislamiento al que se le somete por parte de sus padres.
Stemberg y Powell (1983) insisten en que los buenos lectores combinan la información
escuchada o leída con su propio "conocimiento del mundo" en la memoria semántica, para
crear una nueva entidad dentro de la cabeza, que representa el significado del texto o discurso.
Y Miller (1979) explicita que el significado que cualquier elemento tiene para una persona
consiste en la historia total de su interacción con dicho elemento. Obviamente, tal interacción
no implica en forma exclusiva la "manipulación física" del mismo, sino el acceso cognitivo al
concepto. De tal manera, el niño que tenga un insuficiente o imperfecto conocimiento del
mundo debido a deficiencias en alguno o algunos de los factores antes mencionados no estará
listo para el procesamiento semántico de la lecto - escritura.
Cada vez se ve jugar menos a los niños en el hogar y en el jardín infantil. La televisión, el
computador, los juegos electrónicos o la vida típica de los llamados "niños de apartamento",
están espantando la movilidad y creatividad. El juego no puede ser visto como una simple
sumatoria de acciones inconexas o desvinculadas de la realidad. Los niños crean reglas,
ambientes, juguetes y situaciones de juego, pero además, introducen modificaciones a los
mismos y generan situaciones en las que se puede repetir y recomenzar cuantas veces se
quiera, sin correr el riesgo de ser sancionado por cometer errores.
Cada cual juega a aquello para lo que tiene habilidad, y si es demasiado complejo o
demasiado simple, lo abandona o cambia. Por otra parte, el carácter interdependiente y
cooperativo de las reglas, pone a los niños en situaciones de interacción social con sus pares. En
este tipo de intercambios, los niños se sienten obligados a ser lógicos y a hablar con sentido al
tener que coordinar sus acciones con las de otros.
Un adulto sólo es aceptado en un juego, si se incluye como un jugador. Los niños diferencian
claramente las situaciones propuestas por el padre de familia, terapeuta o maestro en las que
deben ajustarse a lo que él indica. Las intervenciones del adulto son escuchadas, incorporadas
o descartadas en la medida en que comparte o es parte del juego. Si el adulto quiere jugar
debe ser un jugador más e incluirse como tal.
Esto es lo que en el fondo pretende esta propuesta: entrar en el juego del niño, comprender
cómo percibe el mundo, cómo puede acceder al conocimiento desde el de formas
comunicativas más sencillas al principio que lo lleven a generar un concepto propio de su
realidad social individual y buscar su autonomía y autodeterminación con base en el análisis y la
solución de problemas que tiene como sustento a la corteza motora y su mediador el lenguaje.
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