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Jeremías y Baruc

Abdías y Nahúm
Jeremías: dejó fragmentos autobiográficos y cinco
famosas “CONFE­SIONES».
Su SECRETARIO Baruc, registró numerosas escenas
de su vida.
A Jeremías presenció la mayor des­gracia de la
historia de Israel: destrucción de
Jerusalén/Templo el 587 a. C.
 Profetizó contra su patria, su religión, su tierra y
su familia, lo cual le trajo numerosas
persecuciones.
Época de REFORMAS
Jeremías nació el año 645 a. C. en la aldea de Anatot (Jr 1,1), a
6 kilómetros al norte de Jerusalén.
En el 627 a. C. murió Asurbanipal, rey de ASIRIA.
El rey Josías, emprendió reformas sociales, económicas,
políticas y, sobre todo, religiosas.
Ese mismo año, el 627 a. C., cuando Jere­mías recibió su
vocación profética (Jr 1,2). Tenía 18 años: tenía miedo y se veía
incapaz de lle­varla a cabo (1,6).
A partir de ese momento, su acti­vidad se divide en cuatro
grandes períodos.
Jeremías
sintió que Dios lo lla­maba para acompañar la reforma
religiosa de Josías.
Dejó Anatot y se dirigió a Jerusalén,
comenzó a exhortar al pueblo a convertirse (Jr 3,14-25),
en sintonía con las reformas del monarca.
Dirigió varios sermones al reino del Norte (2-3; 30-31),
que estaba sumido en un profundo desánimo, ya que
años antes, en el 721 a. C., parte de su población había
sido deportada por los asirios.
Su aldea, Anatot,
llevaba años enfren­tada con los reyes de
Jerusalén.
Cuando sus parientes supieron
que Jeremías apoyaba al rey
y a sus reformas políticas y religiosas,
se enfurecieron e intentaron matarlo.
Jeremías, escribió PRIMERA “confesión»:
"Yahvé, tú me revelaste sus planes.
Yo estaba como un manso cordero llevado al
matadero, sin saber que tra­maban intrigas contra mí.
Pero tú me dijiste:
"Tus hermanos y la casa de tu padre te han trai­
cionado. Te critican por la espalda, así que no te fíes
cuando te digan palabras hermosas"»
(Jr 11,18-19; 12,6).
Jeremías empezó a protegerse de su familia.
Durante dieciocho años, Jeremías acompañó al monarca
en su programa de reformas. Pero en el 609 a. C., Josías
murió en una batalla (2 Re 23,29).
El nuevo rey, Yoyaquín, prefirió dar marcha atrás con los
cambios que se venían haciendo.
LA SEGUNDA ETAPA PROFÉTICA de JEREMÍAS, la más
amarga de todas. Tenía ya 36 años. El rey Yoyaquín,
decidió construirse un nuevo palacio con todo lujo.
Como no tenía fondos,
obligó a los obreros a trabajar gratis.
Jeremías, levantó su voz contra el rey:
«Ay de ti,
que con maldad e injusticias construyes tu palacio
y haces trabajar a los demás sin pagar­les su salario
[...] Solo te preocupas por tus ganancias,
haces morir al inocente y oprimes
y explotas a tu pueblo» (Jr 22,13.17).
Y le anunció un castigo (22,13-19).
Pero Yoyaquín no se inmutó.
Jeremías se dio cuenta de que un anti­guo dogma religioso
estaba causando daño a los judaítas. Sermón contra el Templo:
«No confiéis en quie­nes os mienten, diciendo:
"¡Templo de Yahvé, Templo de Yahvé, Templo de Yahvé es
este!" Robáis, matáis, cometéis adulterio, juráis en falso [...]
y después venís a este Templo dedicado a mí y os sentís
seguros,
para seguir cometiendo esas perversidades.
¿Acaso pensáis que este Templo es una cueva de ladrones?»
(Jr 7,4.8-11).
Y anunció su próxima destrucción (7,12-15).
La gente estuvo a punto de lincharlo.
Pudo escapar de la muerte (Jr 26).
Escribió su SEGUNDA «CONFESIÓN”:
¡Ay de mí, madre mía!
¿Por qué me hiciste nacer?
¿Para pelear y discutir con todo el mundo?
Ni les debo ni me deben,
pero todos me maldicen» (Jr 15,10).
ACTO SIMBÓLICO.
Compró un jarro de cerámica, fue a las puertas de la ciudad y, delante
de todos, lo estrelló contra el suelo, diciendo:
«Así dice Yahvé:
"Como quien rompe un cántaro de barro, que ya no tiene arreglo,
así quebraré yo a este pueblo"» (Jr 19,11).
Y a continuación anunció:
«Convertiré esta ciudad en un desierto espeluz­nante [...]
Les haré comer la carne de sus hijos e hijas, y comerse unos a otros,
cuando sean sitiados por sus enemigos» (19,8-9).
Las duras palabras llegaron a oídos del sacerdote Pasjur, quien lo hizo
apresar,
le dio una paliza y lo metió en la cárcel (20,1-2).
ESCRIBIÓ SU TERCERA «CONFESIÓN»,
en la cual ruega a Dios contra sus enemigos:
«Haz que sus hijos sufran hambre
y que mueran desangrados por la espada» (Jr 18,21).

Dios lo apremiaba en su interior,


como un fuego ardiente que le quemaba los huesos,
para que siguiera predicando (Jr 20,9).
Y, continúo con su misión.

Realizó algunos gestos simbólicos:


 no se casó (16,2),
 dejó de ir a fiestas (16,8),
 no con­currió más a velatorios.
En el año 605 a. C., derrotó a los egipcios (Jr 46,2-12).
Jeremías profetizó la invasión de Nabucodonosor,
y aconsejó a Yoyaquín no revelarse.
Nabucodonosor debió regresar a su patria.
Jeremías quedó en ridículo y pasó por falso profeta.
En medio de su vergüenza volvió a quejarse en
CUARTA “CONFESIÓN»:
«No te conviertas para mí en un monstruo.
Tú eres mi refugio en la angustia.
Ridiculiza a mis enemigos, no a mí» (17,17-18).
Como le habían prohibido hablar en público,
le dio a su secretario Baruc un rollo de papiro y le dictó todas
las profecías que había pronunciado para que las leyera en el
Templo.
Era diciembre del 604 a. C. cuando Baruc se presentó en el
Templo para leer el documento.
Pero, al enterarse Yoyaquín, hizo confiscar el rollo, lo quemó y
ordenó la captura de Jeremías y su secretario.
Afortunadamente, ambos pudie­ron escapar y esconderse.
Jeremías tomó un nuevo rollo
y volvió a dictar a Baruc todo lo que había escrito antes (Jr 36).
En el año 598 a. C.,
Nabucodonosor volvió a presentarse en Judá, y esta vez
sí atacó Jerusalén. Durante el asedio murió Yoyaquín. El
rey babilonio entró y se llevó cautiva a gran parte de la
población. Dejó como gobernante a un rey títere:
SEDECÍAS.
La TERCERA ETAPA de Jeremías. Contaba con 47 años.
Se formó un partido NACIONALISTA que aconsejaba al
rey rebelarse contra Nabucodonor. Jeremías compren­dió
que eso era un suicidio.
Cuando en el 594 a. C. llegaron a Jerusalén los embajadores de
Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón para organizar el complot,
Jeremías realizó una acción simbólica: se presentó ante los
diplomáticos con un yugo de madera sobre sus hombros,
invitando así a esas naciones a someterse a Babilonia
(Jr 27,1-7).
Pero entonces se presentó Jananías, un pro­feta partidario del
rey, que le arrancó el yugo a Jeremías, lo rompió y dijo:
«Esto dice Yahvé: "Así romperé el yugo de Nabucodonosor, rey
de Babilonia, dentro de dos años"»
(Jr 28,10-11).
Prefirieron desoír a Jeremías.
El comienzo del fin
Sedecías tomó la decisión de rebelarse. Nabucodonosor, el 15 de enero
del 588 puso sitio a Jerusalén. Los militares acusaron a Jeremías de
desertor y pro-babilonio, lo molieron a golpes y encrcelaron (Jr 37,11-16).
Hundido en medio del barro, elaboró su QUINTA “CONFESIÓN» :
«¡MALDITO el día en que nací!
¡El día en que mi madre me dio a luz!
¡MALDITO el que alegró a mi padre con la noticia de que le había nacido
un hijo! ¿Por qué Dios no me hizo morir en el vientre de mi madre?
Así ella habría sido mi sepulcro y yo nunca habría nacido» (20,14-17).
El 19 de julio del 587, Nabucodonosor destruyó Jerusalén/Templo
y se llevó a buena parte de la población.
La ironía del destino
Nabucodonosor se enteró de que Jeremías
había sido partidario de la rendición, y lo puso
en libertad (Jr 39,1-14). Le ofreció la posibilidad
de ir a Babilonia; pero Jeremías prefirió
quedarse con los cam­pesinos que habían
sobrevivido a la destrucción de la capital (40,1-
6). Comenzó la CUARTA Y ÚLTIMA ETAPA de su
VIDA PROFÉTICA. Tenía 58 años.
En Jerusalén, el nuevo gobernador Godolías,
puesto por Babilonia, era un hombre bueno y justo que
apreciaba a Jeremías. Godolías fue asesinado por un
grupo de sicarios (40,7-41,3).
Y la comu­nidad, temiendo las represalias de
Nabucodonosor, decidió huir a Egipto. Jeremías levantó
otra vez su voz aconsejando quedarse, pues, en caso de
huir, las consecuencias serían peores.
Pero no quisieron escucharlo y se marcharon todos,
llevándoselo a él y a Baruc por la fuerza (caps. 42-43).
En Egipto, la delegación se instaló en Tafnis, al este del delta
del Nilo.
Pero Jeremías, aun envejecido y cansado, no se olvidó de su
misión y realizó una última ACCIÓN simbólica:
tomó una enorme piedra y la hundió en el barro de la plaza
frente al palacio del faraón, anunciando así la destrucción de
Egipto por Nabucodonosor (Jr 43,8-13) y acusando al pueblo
de haber caído en la idolatría (cap. 44).
La compasión en la pasión
Sus lamentos fueron tan famosos que hasta se le atribuyó el
libro bíblico de las LAMENTACIONES.
Estuvo junto al pueblo en el peor momento de su his­toria,
¿Quién
era
Baruc?
De secretario a vidente
Un secretario del profeta Jeremías; pero, tras su
muerte, la tra­dición lo exaltó: lo convirtió en
profeta, escritor, sabio, vidente apocalíptico y
viajero espacial.
Baruc solo aparece cuatro veces en el libro de
Jeremías.
Los capítulos (36, 45, 32 y 43)
conviene leerlos en orden cronológico.
Jeremías había comenzado su carrera
profética en el año 627 a. C., sin ningún
ayudante. Durante veintidós años.
En el año 605 a.C.
El rey Yoyaquín de Jerusalén,
ordenó que le prohibieran
la entrada en el Templo.
«Jeremías llamó a Baruc, hijo de Neriyías, y Baruc
ESCRIBIÓ al dictado de Jeremías todas las palabras
que Yahvé le había hablado, en un rollo»
(Jr 36,4).
Le encomendó una segunda tarea:
«Yo tengo prohibido entrar en el Templo de Yahvé.
Así que vete tú y LEE el rollo que has escrito al
dictado mío con palabras de Yahvé ante la gente,
en el Templo de Yahvé»
(36,5-7).
¿Quién era este Baruc?
Pertenecía a una familia destacada de Judá. Su
ABUELO Maasías
fue gober­nador de Jerusalén en tiempos del
rey Josías (Bar 1,1; 2 Cr 34,8).
Su HERMANO Seraías
ocupará un cargo en la corte del rey Sedecías
(Jr 51,59).
Él mismo, por su profesión de escriba, fue
Baruc redactó las profecías que Jeremías había pro­nunciado durante
los últimos veintidós años. En noviembre del año siguiente, el 604 a.C.,
el trabajo estaba listo (Jr 36,9).
Aprovechando que se cele­braba un día de ayuno en la ciudad, colmada
de peregrinos:
«Leyó las palabras de Jeremías en el Templo de Yahvé,
en la cámara de Guemarías, hijo de Safán, el escriba,
en el patio superior, a la entrada de la puerta Nueva,
ante todo el pue­blo» (36,10).
Que haya entrado a la cámara de Guemarías, un alto oficial del rey,
y haya podido hacer su lectura desde la ventana que daba al patio
superior, nos muestra las simpatías de las que gozaba entre los
miembros de la corte.
¿Qué decía el texto leído por Baruc?
Para entenderlo, hay que tener en cuenta lo que sucedía
en aquel momento.
En el año 605 a.C.: Los babilo­nios, guiados por
Nabucodonosor, habían invadido la región, y los reyes
vecinos ha­bían aceptado someterse a él. Pero Jerusalén
dudaba.
Jeremías comenzó a predicar que lo mejor era rendirse y
entregar el país. En cambio, el rey Yoyaquín, con algunos
de sus oficiales, pensaba que la solución era sublevar­se y
atacar a los babilonios.
«El rey (Yoyaquín) estaba sentado en la sala de
invierno. Era diciembre. Había ante él un brasero
encendido.
Y a medida que Yehudí le leía tres o cuatro hojas,
el rey las cortaba con un cortaplumas
y las echaba al fuego del brasero,
hasta quemar todo el rollo»
(Jr 36,22-23).
Ordenó que Baruc y Jeremías fueran arrestados. Ambos
habían escapado a tiempo y salvaron sus vidas (36,26).
Una vez en su escondite, Jeremías le
dictó a Baruc una SEGUNDA edición
del rollo, anunciando esta vez
 la destrucción de Jerusalén,
 la muerte vergonzosa para el rey
por haber rechazado la pala­bra de
Dios (Jr 36,28-32).
SEGUNDA MENCIÓN de Baruc en la Biblia (cap. 45).
«¡Pobre de mí! Yahvé solo me causa dolor y sufrimiento. Estoy cansado
de llorar y no tengo alivio» (Jr 45,3).
Se siente abrumado. Él provenía de una familia de políticos exitosos,
tenía una profesión destacada. Y de pronto se encontró como
secretario del hombre más odiado de Judá.
Dios, a través de Jeremías, le comunicó una profecía exclusiva para él:
«Esto dice Yahvé:
Lo que he edificado lo derribaré, y lo que he plantado lo arrancaré.
Y tú, ¿andas buscando grandezas?
No las busques, porque voy a traer desgracias sobre toda carne.
Pero a ti te salvaré la vida dondequiera que vayas"» (Jr 45,4-5).
En el año 588 a. C. aparece por TERCERA vez,
(cap. 32).
Nabucodonosor y su ejército sitiaron Jerusalén.
Los babilonios entrarían y los matarían a todos.
A Jeremías le habían logrado detener, le habían
dado una paliza y encerrado en una celda por
seguir proclamando que había que rendirse y
entregar la ciudad (Jr 32,1-5).
Una mañana, Jeremías mandó llamar a Baruc a la cárcel. Jeremías le
contó una extraña noticia.
Un primo del profeta, le había ofrecido vender un terreno. El terreno
estaba fuera de las murallas, en pleno campo de batalla. La tierra no
valía nada.
Pero Jeremías le dijo a Baruc que estaba dispuesto a adquirirlo. Baruc
le preguntó por qué haría algo tan absurdo. Jere­mías le contestó:
«Porque todavía se comprarán casas, y campos, y viñas en esta tierra»
(Jr 32,15).
Jeremías apostaba con esperanza por un país destruido...
Baruc tuvo que redactar la escritura, sellarla,
hacer firmar a los testigos y guardarla (Jr 32,10-14).
Nabucodonosor conquistó Jerusalén.
Pero el profeta y su secretario fueron tratados con respeto y dejados
en libertad por haber apoyado la rendición.
Baruc por CUARTA vez en la Biblia (Jr 43).
Nabucodonosor había dejado en Jerusalén un gobernador interino,
pero fue asesinado por un grupo de sicarios. La población, temiendo
las posibles represalias de Babilonia, decidió huir a Egipto.
Pero antes le pidieron a Jeremías que consultara con Dios qué debían
hacer. Después de varios días, el profeta respondió: había que
quedarse en el país, pues, en caso de huir, las consecuencias serían
peores.
Baruc y Jeremías fueron llevados a la fuerza a Egipto, donde murieron.
Ahora sí es autor
Alrededor del año 200 a.C. apareció en Jerusalén un libro de un
autor anónimo que la tradición atribuyó a Baruc. El texto lo
muestra viviendo en Babilonia y predicando nada menos que
ante el rey Joaquín, los dignatarios de la corte, la familia real y
toda la colonia hebrea desterrada (Bar 1,4).
El libro lo presenta profetizando por su cuenta (4,5-5,9), como
si su actividad se hubiera independizado de Jeremías.
Incluso cuenta que trajo de regreso a Jerusalén los vasos
sagrados del Templo que había robado Nabucodonosor (1,8).
Esto demuestra el grado de admiración que había adquirido su figura
en esta época.
Este libro, hoy conocido como
«Baruc», forma parte de las Biblias de
las Iglesias católica,
pero no logró entrar en el canon de la
Biblia hebrea ni en las Biblias protes­
tantes,
por estar escrito en griego
y no en hebreo.
La tumba de los milagros
Hacia el año 80 d. C. comenzó a circular en Palestina otro
libro atribuido a Baruc, conocido con el nombre de 2
Baruc (Apocalipsis siríaco de Baruc).
Se redactó en los círculos fari­seos después de la
destrucción del Templo por los romanos en el año 70. Su
autor se presenta como si fuera Baruc, que escribe en el
siglo VI a. C., y como vidente apocalíptico al que Dios le
revela secretos: el fin del mundo, la resurrec­ción de los
muertos, el juicio final y el destino de la humanidad.
En el 100 d. C., un nuevo libro 3 Baruc
(o Apocalipsis griego de Baruc), escrito en
Alejandría (Egipto).
Baruc realiza un viaje espacial por los
cinco cielos, mientras un ángel le va
mostrando los habitantes de cada uno de
ellos, y expli­cando los secretos de los
fenómenos físicos y meteorológicos.
El año 135 d. C. vio la luz una nueva obra llamada 4
Baruc, se la conoce como Baruc cristiano.
Es un libro de ficción en el que un ángel le pide a Baruc
que escriba una carta a Jeremías, que está en Babilonia,
y le cuente los milagros que están sucediendo en
Jerusalén. La carta es llevada por un águila maravillosa,
dotada de voz humana, y,
cuando Jeremías la lee ante el pueblo, todos se
arrepienten de su mala conducta.
La exaltación de Baruc había llegado a su máximo
apogeo.
La página
de
Abdías
Este profeta que se llama Siervo del Señor, que profetizó
contra Edom algo después del 586, con 21 versículos.
Para comprender su breve profecía conviene recordar
algunos datos históricos o legendarios.
La relación entre Israel y Edom se remonta según la
tradición a los hermanos gemelos Jacob y Esaú (Gn 25-27).
La bendición de Isaac (Gn 27) refleja la situación de ambos:
Israel o Judá posee la zona montañosa relativamente fértil,
Edom o Esaú habita en la zona esteparia meridional.
Según la tradición bíblica,
David lo conquistó (2 Sm 8,13s);
se rebeló contra Salomón (1 Re 11,14.25),
logró la independencia bajo Jorán (2 Re 8,20-22).
Edom guardó un "rencor antiguo" (Ez 35,5; Am 1,11), quizá
por la represalia cruel de David (1 Re 11,14-16).
El año 594 (Jr 27,1-3), cuando las tropas de Nabucodonosor
asediaron Jerusalén,
los edomitas colaboraron con ellos y celebraron la derrota
judía.
Esto fue una espina para los judíos (Sal 137,7; Lam 4,21s).
 Contra ese último pecado se dirige la profecía
presente, que en los versos 1-5 coincide con Jr
49,9.14-16.
 Pero en el verso 15 la profecía se levanta a un
panorama trascendente de "día del Señor", con
mirada universal y final de restauración.
El profeta denuncia
 la espiral de la violencia,
 la incapacidad de olvidar errores antiguos.
 Y al pueblo derrotado y desterrado le ofrece un
Para entender esta profecía es útil recordar algunos
episodios patriarcales:
Jacob, el Tramposo,
echando la zancadilla al nacer,
comprando abusivamente los derechos de
primogénito
y consiguiendo fraudulentamente la bendición
paterna,
que lo nombra señor de su hermano.
3La soberbia de tu corazón te engañó, a ti,
que habitas en las hendiduras de la roca,
que pones tu morada en las alturas,
y dices en tu corazón:
«¿Quién me precipitará por tierra?».
4 Aunque te encumbres como el águila,
aunque coloques tu nido entre las estrellas,
de allí te precipitaré –oráculo del Señor–.
3-4 Un delito de Edom es creerse
inexpugnable. Su territorio es zona
montañosa y escarpada, tajada por valles
angostos y profundos, intratable para la
maniobra militar.
El Señor rebate con una hipótesis
hiperbólica;
las estrellas pertenecen al mundo celeste (cfr.
Is 14,13s).
10 por la violencia contra tu hermano Jacob, la vergüenza te cubrirá y tú
serás extirpado para siempre.
11 El día en que estabas allí presente, cuando los extranjeros llevaban a su
ejército cautivo, cuando extraños franqueaban sus puertas y echaban
suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.
12 ¡No MIRES con aire de triunfo a tu HERMANO en el día de su desastre!
¡No te ALEGRES por los hijos de Judá en el día de su perdición!
¡No PROFIERAS insolencias en el día de la angustia!
13 ¡No ENTRES por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina!

¡No te REGOCIJES, también tú, al ver su desgracia en el día de su ruina! ¡No


extiendas tu MANO hacia sus riquezas en el día de su ruina!
14 ¡No te APOSTES en las encrucijadas para exterminar a sus fugitivos!

¡NO ENTREGUES A SUS SOBREVIVIENTES en el día de la angustia!


(cfr. Lam 4, 21-22)
21¡Regocíjate y alégrate, hija de Edom,
tú que habitas en el país de Us!
También tú recibirás la copa:
te embriagarás y te desnudarás.
22 Tu iniquidad se ha borrado, hija de Sión:

¡él no volverá a desterrarte!


El castigará tu culpa, hija de Edom,
¡pondrá al descubierto tus pecados!
Lam 4, 21-22
11 Es el día de la caída de Jerusalén: incendio, matanza,
saqueo, deportación.
En vez de dar asilo a los fugitivos, los idumeos los
descubrieron, se los entregaron a los vencedores y
participaron en el reparto de bienes y personas.
La serie delata una participación completa:
ojos para mirar,
boca para insolentarse,
pies para entrar,
manos para tomar,
corazón para alegrarse.
15¡Porque está cerca el Día del Señor
contra todas las naciones!
Lo mismo que tú has hecho, se te hará a ti:
¡tu merecido recaerá sobre tu cabeza!
16 Sí, como ustedes bebieron

sobre mi Montaña santa,


así beberán sin cesar todas las naciones:
¡beberán y se hartarán,
y serán como si nunca hubieran existido!
17 Pero sobre la montaña de Sión habrá refugiados
–ese será un lugar santo–
y la casa de Jacob reconquistará sus posesiones.
18 ¡La casa de Jacob será un fuego,

la casa de José, una llama y la casa de Esaú, la paja!


La abrasarán y la consumirán,
y no habrá sobrevivientes en la casa de Esaú,
porque ha hablado el Señor.
(17-18 contraste: Edom los entregó (v. 14)
y se quedará sin los suyos
en Sión quedará un resto "santo".
19 Los del Négueb poseerán la montaña de Esaú
y la Sefelá, el país de los filisteos;
ellos poseerán el territorio de Efraím
y el territorio de Samaría,
y Benjamín ocupará Galaad.
20 Los deportados, este ejército de los israelitas,
poseerán el país de los cananeos hasta Sarepta,
y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad,
poseerán las ciudades del Négueb.
(19-20 Los desposeídos recobrarán sus propiedades y aun las
extenderán.)
21 Ellos subirán victoriosos a la montaña de Sión,
para juzgar a la montaña de Esaú.
¡Y al Señor pertenecerá la realeza!

(21 El resto consagrado asciende victorioso al


monte del templo, en la ciudad elegida, desde
donde inaugura su gobierno sobre el territorio de
Edom, como anuncia la bendición de Isaac (Gn 27).
Con lo cual se instaura el reinado del Señor
(cfr. Sal 96 y 98).
El profeta
más criticado
de la Biblia
Nahúm
Nahún ha sido acusado de vengativo, nacio­nalista, siniestro,
violento, xenófobo y hasta casi de falso profeta.
El obje­tivo de su libro es burlarse de la destrucción de Nínive,
la capital de Asiria. Se ríe de su invasión, del asesinato de sus
niños y del espectáculo de cadáveres pudriéndose al sol.
Maldice a la ciudad y la llama «prostituta, hechicera y maestra
de brujerías» (Nah 3,4).
Su breve libro, de 47 versículos y una sola profecía:
¿cómo un profeta pudo predicar tanta crueldad contra otro
pueblo?
El libro solo nos aporta tres datos.
El PRIMER dato es su NOMBRE:
se llamaba Nahún (Nah 1,1), que en hebreo
significa «el que con­suela».
Un nombre muy significativo, pero que nunca
más vuelve a aparecer en el A.T.
Simboliza la misión que desempeñó:
llevar consuelo
y esperanza al pueblo de Israel.
SEGUNDO dato:
nació en la aldea de Elcosh
(Nah 1,1).
Se encontraba en Judá (Nah 2, 1),
unos 35 kiló­metros al suroeste de
Jerusalén.
Predicó en Judá, y en Jerusalén.
El TERCER dato: su PROFECÍA se centra en un solo
acontecimiento: la destrucción de la ciudad de
Nínive (Nah 1,1). Esto sucedió en el año 612 a. C.
¿Cuándo…?
El año 612 a. C., en el transcurso de los sucesos. El
mérito de Nahún está en haber anunciado, la caída
del Imperio asirio era irreversible, y que por fin
llegaría la liberación para el pueblo de Dios.
Pero ¿por qué Nahún centró sus profecías en la
caída de NÍNIVE?
LOS ASIRIOS.
Constituían un poderoso imperio extendido por todo el Oriente Próximo,
y llegó a someter a los demás reinos con brutalidad y salvajismo inimagina­
bles.
Su estrategia consistía en torturar a los enemigos y mostrarse brutales
con los rehenes. Solían cortarles la cabeza y colgarlas de los árboles,
quemarlos vivos, cortarles las manos y los brazos, arrancarles los ojos
y ampu­tarles la nariz y los testículos para exhibirlos como trofeos.
Cuando conquistaban una ciu­dad, les ponían ganchos en la nariz a los hom­
bres y los arrastraban con caballos hasta desfiqurarlos. Otras veces
decoraban sus palacios con la piel de los vencidos.
En el año 721 a. C., Asiria había conquistado el reino del Norte y se había
llevado cautivas a las diez tribus de Israel que en él vivían, hacién­dolas
desaparecer. Los del reino del Sur, con su capital Jerusalén, todavía
subsistían, pero políticamente sometidos y maltratados.
En el año 627 a. C. murió el
último gran rey de Nínive,
Asurbanipal.
El año 12 de agosto 612 a. C.
una coalición de ejércitos medos y
babilonios atacaron Nínive.
Nahún se enteró de la noticia.
Asiria no había caído del todo. La capital, Nínive, estaba
siendo destruida, pero el último rey asirio había logrado
huir con un pequeño ejército al norte, a Harán, donde
siguió resistiendo tres años más, hasta que finalmente,
en el 609 a. C., fue capturado, y entonces Asiria dejó de
existir.
Nahún no esperó el desenlace final. Sin­tió que Dios lo
mandaba a cantar en aquel momento el derrumbe del
imperio opresor, porque su caída contenía un mensaje de
Dios para el pueblo de Israel.
El magnificat de Nahúm,
contra Nínive, capital de Asiria
El talento literario de Nahún.
Su vocabulario selecto,
su estilo ágil,
sus imágenes coloridas
y sus descripciones vehementes y audaces
hacen de este libro uno de los más exquisitos
del A.T.
Fiesta en Jerusalén
Nahún describe el ataque a Nínive (2,1-14).
Comienza con la lle­gada de un mensajero que trae
la buena noticia a Judá:
«Nunca más te invadirán los malvados;
han sido destruidos totalmente» (2,1).
Y con emoción invita a Jerusalén a hacer fiesta,
«por­que Yahvé va a restaurar el esplendor de
Israel, como antes de que la saquearan los
destructo­res» (2,3).
Relata la toma de Asiria.
Con colores narra la llegada del ejército
invasor.
Habla de sus «escudos rojos»,
«vestidos escarlata»,
«carros de guerra»,
«los jinetes impacientes»,
que inundan el campo de batalla
La ciudad es un caos.
«Los carros de guerra corren furiosos por las calles,
se precipitan en las plazas, son como antorchas
encendidas, pasan como relámpagos» (2,5).
Los generales asirios, al darse cuenta del peligro,
«huyen chocándose entre ellos», y en un esfuerzo
desesperado «corren hacia la muralla, preparando
las defensas» (2,6).
Hasta la estatua de la diosa Ishtar, patrona de
Nínive, es arrancada y llevada (2,8).
El mismo Nahún parece meterse en la batalla,
impidiendo ale­jarse a los que huyen: «¡Alto!, ¡alto!»
(2,9), o inci­tando a los atacantes:
«¡Roben la plata, roben el oro!
Los tesoros no tienen fin» (2,10).
Al final de la devastación, Nahún se pregunta:
«¿Dónde está la cueva de los leones,
la guarida de los leoncillos?» (2,12).
El emblema del LEÓN, símbolo feroz del poderío asirio,
ahora es solo la triste imagen de un pasado que ya no
existe.
LAMENTO FÚNEBRE por Nínive.
Es una sátira jocosa: «Ay de la ciudad de sangre, llena de
mentira y violencia'; tu rapiña no tenía fin» (3,1).
Los cantos fúnebres solían componerse para recordar las
virtudes por las que se destacaba el difunto. Nahún
recuerda aquí las inmoralidades por las que destacó Asi­
ría: el robo, la tortura y la crueldad.
Reseña el espec­táculo tétrico que ofrece la capital:
“¡Miles de heridos, multitud de muertos! ¡Cadáveres por
todas partes! ¡La gente tropieza con los cuerpos!» (3,3).
El motivo por el que Nínive es castigada: «Por las muchas prostituciones de la
prostituta» (3,4).
Nahún le anuncia un castigo:
«Voy a alzar tus faldas hasta tu cara, para que los pueblos vean tu desnudez,
y los reinos, tu vergüenza» (3,5).
Sus fortalezas son «como higos que caen del árbol cuando se los sacude»;
sus soldados, «como mujeres»;
sus capitanes, «como langostas»;
sus oficiales, «como enjambres de insectos» (3,12-17).
Y concluye con una dura ironía: «¡Ay, tus pas­tores se han dormido y tus capitanes
dormitan!»
Y como todo espectáculo debe terminar con aplausos, también el de Asiria
concluye de ese modo: «Todo el mundo aplaude por ti».
Luis Alonso Schókel llega a decir:
“Nahún nos encanta como POETA,
pero nos duele como PROFETA».
Sin embargo, algo importante debió de haber percibido en él la
comunidad judía para que lo aceptara y reconociera como
Palabra de Dios.
¿Qué le vieron quienes lo admi­tieron en la Biblia?
Fue su manera de mirar la realidad: Judá era un minúsculo
reino, dominado por el imperio más poderoso que jamás había
existido. En ese ambiente deprimente, Nahún anuncia a sus
compatriotas que toda aflicción, alguna vez termina;
y que solo con esa mirada se puede seguir adelante.

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