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SHERLOCK HOLMES

ARTHUR CONAN DOYLE


(1859-1930)
CANON HOLMESIANO
Colecciones de relatos

• Las aventuras de Sherlock Holmes (1892)


• Memorias de Sherlock Holmes (1894)
• El regreso de Sherlock Holmes (1903)
• Su última reverencia (1917)
• El archivo de Sherlock Holmes (1927)

Novelas

• Estudio en escarlata (1887)


• El signo de los cuatro (1890)
• El sabueso de los Baskerville (1901-1902)
• El valle del terror (1914-1916)
El contenido social originario de las historias detectivescas es la difuminación de las huellas de cada uno en la multitud
de la gran ciudad. El flâneur es para Poe sobre todo ése que en su propia sociedad no se siente seguro. Por eso busca la
multitud; y no habrá que ir muy lejos para encontrar la razón por la cual se esconde en ella. Poe difumina adrede la
diferencia entre el asocial y el flâneur. Un hombre se hace tanto más sospechoso en la masa cuanto más difícil resulta
encontrarlo.

Walter Benjamin
EDGAR ALLAN POE
(1809-1849)

Los crímenes de la calle Morgue (1841)


El misterio de Marie Rogêt
(1842-1843)

La carta robada
(1844)
Lo que en principio une a los relatos de la serie negra y los diferencia de la policial clásica es un trabajo diferente con la

determinación y la causalidad. La policial inglesa separa el crimen de su motivación social. El delito es tratado como un

problema matemático y el crimen es siempre lo otro de la razón. Las relaciones sociales aparecen sublimadas: los crímenes

tienden a ser gratuitos porque la gratuidad del móvil fortalece la complejidad del enigma. Habría que decir que en esos

relatos se trabaja con el esquema de que a mayor motivación menos misterio. El que tiene razones para cometer un crimen

no debe ser nunca el asesino: la retórica del género nos ha enseñado que el sospechoso, al que todos acusan, es siempre

inocente. Hay una irrisión de la determinación que responde a las reglas mismas del género.

Ricardo Piglia
El detective nunca se pregunta porqué, sino cómo se comete un crimen y el milagro del indicio, que sostiene la
investigación, es una forma figurada de la causalidad. Por eso el modelo del crimen perfecto que desafía la
sagacidad del investigador es, en última instancia, el mito del crimen sin causa. La utopía que el género busca
como camino de perfección es construir un crimen sin criminal que a pesar de todo se logre descifrar. En este
sentido si la historia interna de la narración policial clásica se cierra en algún lado hay que pensar en El proceso
de Kafka que invierte el procedimiento y construye un culpable sin crimen.

Ricardo Piglia
Se constituye así el nuevo héroe que ofrece todos los signos y prendas de la burguesía. En la novela policíaca nunca un
criminal es popular. El criminal es siempre inteligente, juega con la policía una especie de juego de igualdad. la lucha entre
dos puras inteligencias -la del asesino y la del detective- constituirá la forma esencial del enfrentamiento. (…) En este
nuevo género no hay ya ni héroes populares ni grandes ejecuciones; se es perverso, pero inteligente, y de ser castigado no
hay que sufrir. La literatura policíaca traspone a otra clase social ese brillo que rodeaba al criminal. En cuanto a los
periódicos, reproducirán en sus gacetillas cotidianas la opaca monotonía sin epopeya de los delitos y de sus castigos. A
cada cual lo que le corresponde; que el pueblo se despoje del viejo orgullo de sus crímenes; los grandes asesinatos se han
convertido en el juego silencioso de los cautos.

Michel Foucault
La primera historia, la del crimen, ha concluido antes de que comience la segunda. Pero; ¿qué
ocurre en la segunda? Poca cosa. Los personajes de esta segunda historia, la historia de la
investigación, no actúan, aprenden. Nada puede ocurrirles; una regla del género postula la
inmunidad del detective. Podemos caracterizar esas dos historias, además, diciendo que la
primera, la del crimen, cuenta “lo que efectivamente ocurrió” en tanto que la segunda, la de la
investigación, explica "cómo el lector (o el narrador) toma conocimiento de los hechos".

Tzvetan Todorov
SHERLOCK HOLMES
JORGE LUIS BORGES

No salió de una madre ni supo de mayores. Lo soñó un irlandés, que no lo quiso nunca
Idéntico es el caso de Adán y de Quijano. y que trató, nos dicen, de matarlo. Fue en vano.
Está hecho de azar. Inmediato o cercano El hombre solitario prosigue, lupa en mano,
lo rigen los vaivenes de variables lectores. su rara suerte discontinua de cosa trunca.

No es un error pensar que nace en el momento No tiene relaciones, pero no lo abandona


en que lo ve aquel otro que narrará su historia la devoción del otro, que fue su evangelista
y que muere en cada eclipse de la memoria y que de sus milagros ha dejado la lista.
de quienes lo soñamos. Es más hueco que el viento. Vive de un modo cómodo: en tercera persona.

Es casto. Nada sabe del amor. No ha querido. No baja más al baño. Tampoco visitaba
Ese hombre tan viril ha renunciado al arte ese retiro Hamlet, que muere en Dinamarca
de amar. En Baker Street vive solo y aparte. que no sabe casi nada de esa comarca
Le es ajeno también ese otro arte, el olvido. de la espada y del mar, del arco y de la aljaba.
SHERLOCK HOLMES
JORGE LUIS BORGES

No nos maravillemos. Después de la agonía,


Omnia sunt plena Jovis. De análoga manera
el hado o el azar (que son la misma cosa)
diremos de aquel justo que da nombre a los versos
depara a cada cual esa suerte curiosa
que su inconstante sombra recorre los diversos
de ser ecos o formas que mueren cada día.
dominios en que ha sido parcelada la esfera.)

Que mueren hasta un día final en que el olvido,


Atiza en el hogar las encendidas ramas
que es la meta común, nos olvide del todo.
o da muerte en los páramos a un perro del infierno.
Antes que nos alcance juguemos con el lodo
Ese alto caballero no sabe que es eterno.
de ser durante un tiempo, de ser y de haber sido.
Resuelve naderías y repite epigramas.

Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una


Nos llega desde un Londres de gas y de neblina
de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte
un Londres que se sabe capital de un imperio
y la siesta son otras. También es nuestra suerte
que le interesa poco, de un Londres de misterio
convalecer en un jardín o mirar la luna.
tranquilo, que no quiere sentir que ya declina.

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