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OBJETIVIDAD

CIENTÍFICA
Y PSICOANÁLISIS
GASTÓN BACHELARD
INTRODUCCIÓN

• El filósofo, especialista en generalidades, se ofrece para las síntesis.


• Es a partir de una especialidad que el científico quiere y busca la síntesis. No puede aceptar como
objetivo un pensamiento que no ha sido personalmente objetivado.
• De manera que si se hace psicología, y no filosofía, habrá siempre que volver, así lo creemos, al punto
de vista en el que nos colocamos en este libro: psicológicamente no hay verdad sin un error rectificado.
Una psicología de la actitud objetiva es una historia de nuestros errores personales.
• Y nuevamente iniciamos nuestra exposición con una polémica. En nuestra opinión, hay que aceptar para
la epistemología el siguiente postulado: el objeto no puede designarse de inmediato como "objetivo";
en otros términos, una marcha hacia el objeto no es inicialmente objetiva. Hay que aceptar, pues, una
verdadera ruptura entre el conocimiento sensible y el conocimiento científico.
• Las tendencias normales del conocimiento sensible, totalmente animadas como están de pragmatismo
y de realismo inmediatos, no determinan sino un falso punto de partida, sino una falsa dirección. En
particular, la adhesión inmediata a un objeto concreto, captado como un bien, utilizado como un valor,
ata demasiado fuertemente al ser sensible; es la satisfacción intima; no es la evidencia racional.
• Esta necesidad de sentir el objeto, este apetito de los objetos, esta curiosidad indeterminada, aún no
corresponden — de ninguna manera— a un estado de espíritu científico.
• Si un paisaje es un estado de ánimo romántico, un trozo de oro es un estado de ánimo avaro, una luz un
estado de ánimo extático. En cuanto tratáis de inquietar a un espíritu precientífico con objeciones
concernientes a su realismo inicial, a su pretensión de captar su objeto de primera intención, desarrolla
siempre la psicología de ese estímulo que es el cabal valor de convicción, sin alcanzar jamás
sistemáticamente la psicología del control objetivo.
• Es por existir un fracaso que hay un frenado en el estímulo. Sin ese fracaso, el estímulo sería valor puro.
Sería embriaguez; y en virtud del enorme éxito subjetivo que es una embriaguez, sería el más
irrectificable de los errores objetivos. Por eso creemos que el hombre que tuviera la impresión de no
equivocarse nunca se equivocaría siempre.
• A los objetos primitivos han quedado adheridos valores. El conocimiento sensible permanece como un
compromiso ficticio.
• Basta observar también a un experimentador novel en su esfuerzo para precisar sin guía a una
experiencia, para reconocer que la primera experiencia exigente es una experiencia que "falla". Toda
medida precisa es una medida preparada. El orden de precisión creciente es un orden de
instrumentalización creciente, y por ende de socialización creciente.
• Landry decía: "Desplazar de un centímetro un objeto colocado sobre una mesa es tarea simple;
desplazarlo de un milímetro exige una intervención compleja de músculos antagonistas y comporta una
fatiga mayor". Precisamente esta última medida fina reclama el frenado del estímulo, no se la conquista
sino después 'de fracasos, en esta objetividad discursiva cuyos principios tratamos de destacar. Mas este
desplazamiento de un milímetro de un objeto colocado sobre una mesa no es todavía una operación
científica. La operación científica comienza en la decimal siguiente. Para desplazar un objeto de un
décimo de milímetro, hace falta un aparato, y por ende un conjunto de oficios.
• El instrumento de medida siempre termina por ser una teoría, y ha de comprenderse que el
microscopio es una prolongación del espíritu más que del ojo.
• De esta manera la precisión discursiva y social hace estallar las insuficiencias intuitivas y personales.
• Es entonces cuando se accede al error positivo, al error normal, al error útil.
• A lo largo de una línea de objetividad, hay, pues, que disponer la serie de los errores comunes y
normales.
• La sociedad moderna que profesa el valor educativo de la ciencia, ha desarrollado las notas de
objetividad mucho más de lo que pudieron hacerlo las ciencias en períodos menos escolarizados.
Boerhaave observó que si la Química ha estado tanto tiempo errada hasta en sus principios, se debió a
que durante mucho tiempo fue una cultura solitaria. […] Para él la Química se presentaba como una
ciencia difícil de enseñar.
• En cambio, en la proporción en que una ciencia se torna social, es decir fácil de enseñar, ella conquista
sus bases objetivas.
• Los maestros, sobre todo en la multiplicidad incoherente de la Enseñanza secundaria, imparten
conocimientos efímeros y desordenados, marcados con el signo nefasto de la autoridad. En cambio, los
camaradas arraigan instintos indestructibles. Habría, pues, que elevar a los alumnos, tomados en grupo,
a la conciencia de una razón de grupo; en otras palabras al instinto de objetividad social.
• Dicho de otra manera, para que la ciencia objetiva sea plenamente educadora, sería necesario que su
enseñanza fuera socialmente activa. […]. He aquí, en nuestra opinión, el principio fundamental de la
pedagogía de la actitud objetiva: Quien es instruido debe instruir.
• Sobre todo en las disciplinas científicas, tal instrucción cuaja en dogmatismo un conocimiento que
debiera ser un impulso hacia una marcha inventiva. Y sobre todo, deja de impartir la experiencia
psicológica del error humano.
• El mejor de la clase recibe, como recompensa, el placer de hacer de repetidor al que le sigue, éste al
siguiente y así sucesivamente hasta que los errores fueran realmente demasiado groseros.
• Creemos en efecto que en toda enseñanza viva siempre tiene
• Un juego de matices filosóficos: una enseñanza recibida es psicológicamente un empirismo; una
enseñanza impartida es psicológicamente un racionalismo.
• Ahora bien, como el conocimiento objetivo nunca está terminado, y como nuevos objetos aportan sin
cesar temas de conversación en el diálogo entre el espíritu y las cosas, toda la enseñanza científica,
cuando es viviente, será agitada por el flujo y el reflujo del empirismo y del racionalismo. De hecho la
historia del conocimiento científico es una alternativa que se renueva sin cesar de empirismo y de
racionalismo. Esta alternativa es algo más que un hecho. Es una necesidad del dinamismo psicológico.
• Pero jamás las cosas dan la razón al espíritu en bloc y definitivamente. Por lo demás, es muy cierto que
esta satisfacción racional ha de ser renovada para dar un verdadero dinamismo psíquico.
• Balzac decía que los solterones reemplazan los sentimientos por hábitos. Igualmente, los profesores
reemplazan los descubrimientos por lecciones. En contra de esta indolencia intelectual que nos priva poco a
poco de nuestro sentido de las novedades espirituales, la enseñanza de los descubrimientos realizados en el
transcurso de la historia científica es un precioso auxiliar. Para enseñar a los alumnos a inventar, es bueno
darles la sensación de que ellos hubieran podido descubrir.
• Finalmente puede descubrirse, en ciertos espíritus cultos, un verdadero masoquismo intelectual. Detrás de
las soluciones científicas más claras, necesitan misterios. […] Aun dueños y señores de una noción
matemática, necesitan postular un realismo que los domina y los aplasta.
• En la etapa de su evolución en que se encuentra la ciencia contemporánea, el científico se encuentra frente
a la necesidad, sin cesar renovada, de renunciar a su propia intelectualidad. Sin esta renuncia explícita, sin
este desnudarse de la intuición, sin este abandono de las imágenes favoritas, la búsqueda objetiva no tarda
en perder no sólo su fecundidad, sino el vector mismo del descubrimiento, el arranque inductivo.
• El electrón existía antes del hombre del siglo XX. Pero antes del hombre del siglo XX, el electrón no
cantaba. Ahora canta en la lámpara de tres electrodos. Esta realización fenomenológica se ha producido
en un instante preciso de madurez matemática y técnica. Hubiera sido en vano intentar una realización
prematura. Una astronomía que hubiera querido realizar la música de las esferas hubiera fracasado.
• Entonces un psicoanálisis del espíritu científico adquiere todo su sentido: el pasado intelectual, como el
pasado afectivo, ha de ser conocido como tal, como un pasado. Las líneas de inferencia que conducen a
las ideas científicas deben ser dibujadas partiendo de su origen efectivo; el dinamismo psíquico que las
recorre ha de ser vigilado.
• Finalmente, para cobrar una conciencia clara de la construcción fenomenológica, lo antiguo ha de
pensarse en función de lo nuevo, condición esencial para fundar, como un racionalismo, la física
matemática.
• Es falsa socialmente, en el empuje efectivo de la ciencia popular que realiza, como hemos tratado de
mostrarlo en el curso de este libro, todos los errores. Es verdadera a través de las generaciones de los
genios, en las suaves solicitaciones de la verdad objetiva. Es esta línea fina la que dibuja el verdadero
destino del pensamiento humano.
• En la obra de la ciencia sólo puede amarse aquello que se destruye, sólo puede continuarse el pasado
negándolo, sólo puede venerarse al maestro contradiciéndolo. Entonces sí, la Escuela continúa a lo largo
de toda una vida. Una cultura detenida en un período escolar es la cabal negación de la cultura
científica. No hay ciencia sino mediante una escuela permanente. Esta escuela es la que ha de fundar la
ciencia. Entonces los intereses sociales se invertirán definitivamente: la Sociedad se hará para la Escuela
y no la Escuela para la Sociedad.
MARQUE LA ALTERNATIVA CORRECTA
Para Bachelard:
• A) El filósofo, especialista en generalidades, no se ofrece para las síntesis.
• B) No hay que aceptar una verdadera ruptura entre el conocimiento sensible y el conocimiento
científico.
• C) Es por existir un fracaso que hay un frenado en el estímulo. Sin ese fracaso, el estímulo sería valor
puro.
• D) El científico no puede renunciar a su propia intelectualidad.
RESPUESTA

• C)

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