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Historia General II

Clase 5
Prof. Mariano Splendido
La guerra del Peloponeso
- Conflicto militar entre 431 a. C.-404 a. C. que enfrentó a las ciudades formadas por la Liga de Delos y la Liga del Peloponeso.
- Tres fases: 1- Guerra arquidámica (431-421), Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que Atenas
aprovechaba su supremacía naval para atacar las costas del Peloponeso y trataba de sofocar cualquier signo de malestar
dentro de su Imperio. Este período de la guerra concluyó en 421 a. C., con la firma de la Paz de Nicias. 2- En 415 a. C., Atenas
envió una inmensa fuerza expedicionaria para atacar a varios aliados de Esparta. La expedición ateniense, que se prolongó
del 415 al 413 a. C., terminó en desastre, con la destrucción de gran parte del ejército y la reducción a la esclavitud de miles
de soldados atenienses y aliados. 3- Guerra de Decelia. En esta etapa, Esparta, con la nueva ayuda de Persia y los sátrapas de
Asia Menor, apoyó rebeliones en estados bajo el dominio de Atenas en el mar Egeo y en Jonia, con lo cual debilitó a la Liga de
Delos y, finalmente, privó a Atenas de su supremacía marítima. La destrucción de la flota ateniense en Egospótamos puso fin
a la guerra y Atenas se rindió al año siguiente.
- La guerra del Peloponeso cambió el mapa de la Antigua Grecia. Desde un punto de vista helénico, Atenas, la principal
ciudad antes de la guerra, fue reducida prácticamente a un estado de sometimiento, mientras Esparta se establecía como el
mayor poder de Grecia.
- El costo económico de la guerra se sintió en toda Grecia; un estado de pobreza se extendió por el Peloponeso, mientras que
Atenas se encontró a sí misma completamente devastada y jamás pudo recuperar su antigua prosperidad.​ La guerra
también acarreó cambios más sutiles dentro de la sociedad griega; el conflicto entre la democracia ateniense y la oligarquía
espartana, cada una de las cuales apoyaba a facciones políticas amigas dentro de otras ciudades estado, hizo de las guerras
civiles algo común en el mundo griego.
- Mientras tanto, las guerras entre ciudades, que originariamente eran una forma de conflicto limitado y formal, se
convirtieron en luchas sin cuartel entre ciudades estado que incluían atrocidades a gran escala. La guerra del Peloponeso, que
destrozó tabúes religiosos y culturales, devastó extensos territorios y destruyó ciudades enteras, marcó el dramático final del
dorado siglo V a. C. de Grecia.
Pomeroy, S., Burnstein, S., Donlan, W., y Tolbert, J., La Antigua Grecia.
Historia política, social y cultural, Crítica, Barcelona, Cap. 9, pp. 358-
396.
Cap. 9. La crisis de la polis y la época del cambio de hegemonías.
- La Grecia de posguerra.
- La guerra de Corinto (395-387 a.C.) y la Paz del Rey (387 a.C.).
- La segunda Liga ateniense
- La hegemonía tebana. Batalla de Mantinea (362 a.C.)
- Tensiones dentro de la Segunda Liga ateniense.
- La democracia ateniense en el siglo IV.
- La filosofía y la polis: Platón y Aristóteles.
- Coqueteos con la monarquía.
- Dionisio de Siracusa.
El auge y expansión de Macedonia

- Macedonia emergió en el norte de Grecia, bordeada por el rio Epiro en el oeste y la región de Tracia en el este.
- Macedonia se consolidó como reino durante el siglo V y su poder se incrementó en el siglo IV
- Era un país de pastos, trigos, aldeanos y jinetes con una costa marítima reducida. Los griegos del Ática y el
Peloponeso los consideraban bárbaros.
- Hacia 730 a.C. se expandieron a las llanuras costeras. Allí se volvieron agricultores y fundaron la ciudad de Egas:
luego en el siglo V fundaron Pella, su capital.
- La población macedonia reunía a todos los pueblos que reconocían la autoridad del rey.
- En siglo V descubrieron minas de plata en el monte Disoro. Comenzaron a vincularse con los griegos y su cultura:
participan de los Juegos Olímpicos, se vinculan con el santuario de Delfos.
- Filipo II: logró unir a toda Macedonia, ya que dominó a los príncipes de la zona alta del país. Aprovechó la gruerra
entre las poleis griegas para expandirse: 357 a.C. toma Anfípolis, colonia de Atenas; 355 a.C. se apodera de la
ciudad de Cránidas y la rebautiza Filipos (desde allí controla la producción de oro del monte Pangeo); 352-352 a.C.
domina las ciudades griegas del Mar Negro hasta el rio Hebro; 346 a.C. domina Atenas y Esparta; controla el
oráculo de Delfos; 338 a.C. Batalla de Queronea: vence a atenienses y tebanos; 337 a.C. une a las poleis griegas en
la Liga de Corinto.
- Alejandro Magno (336-323 a.C.) Avanza sobre oriente persiguiendo a Darío. En su avance controla Siria, Fenicia,
Judea, Egipto, Bactriana y Mesopotamia. Política de fusión matrimonial. Muere en 323 luego de doce años de
gobierno.
El helenismo

- El imperio de Alejandro fue repartido entre sus


generales, los llamados diadocos (sucesores). Eran
treinta y cuatro, pero solo cinco de ellos se repartieron
los territorios, convertidos ahora en pequeños reinos
que luchaban entre si.
- A los diádocos los sucedieron los epígonos, que
lucharon por el poder hasta la muerte del último
general de Alejandro, Seleuco, en 281 a.C.
- En 281 el gran imperio quedó dividido en tres partes:
Macedonia (dinastía antigónida; incorporada a Roma en
148 a.C.), Asia (dinastía seléucida; incorporada a Roma
en 63 a.C.) y Egipto (dinastía ptolemaica o lágida;
incorporada a Roma en 30 a.C.)
Shipley, G., El mundo griego después de Alejandro, 323-30 a.C., Crítica, Barcelona, Cap. 3, pp. 85-
132.

Cap 3. Los reyes y las ciudades.


- Los reyes encarnan tres problemas particulares.
- Representaciones de la realeza
- El culto y el ceremonial
- Las representaciones visuales
- Las mujeres reales y la familia real
- La negociación del poder
- La sociedad urbana y el cambio socioeconómico
- El evergetismo.
Aproximadamente en esta época fue cuando Filipo, rey de Macedonia, fue asaltado a
traición y asesinado en Egas por Pausanias (...), su hijo Alejandro lo sucedió en el reino;
quien, pasando sobre el Helesponto, venció a los generales del ejército de Darío en una
batalla librada en Granico. Así que marchó sobre Lidia y sometió a Jonia, invadió Caria y
cayó sobre los lugares de Panfilia (...) Entonces Alejandro entró en Siria y tomó Damasco,
y cuando hubo obtenido Sidón, sitió Tiro. Envió una epístola al sumo sacerdote judío,
para enviarle algunos auxiliares y abastecer a su ejército con provisiones; (diciéndole) que
los presentes que antes le envió a Darío, ahora se los enviaría a él si elegía la amistad de
los macedonios, cosa que nunca se arrepentiría de hacer. Pero el sumo sacerdote
respondió a los mensajeros que le había jurado a Darío que no alzaría los brazos contra él
mientras Darío estuviera en la tierra de los vivientes. Al escuchar esta respuesta,
Alejandro se enojó. (...) Cuando terminaron los siete meses del sitio de Tiro, y los dos
meses del sitio de Gaza (...), Alejandro (...) se apresuró a subir a Jerusalén. Y Jaddua, el
sumo sacerdote, cuando escuchó esto, entró en un estado de agonía y terror, ya que no
sabía cómo se encontraría con los macedonios, ya que el rey estaba disgustado por su
desobediencia anterior. Por lo tanto, ordenó que el pueblo hiciera súplicas y se uniera a él
para ofrecer sacrificios a Dios, a quien suplicó para proteger a la nación (...)
Después de esto, Dios le advirtió en un sueño, que le sobrevino después de haber ofrecido el
sacrificio, que se animase y adornara la ciudad y abriera las puertas; que los demás aparezcan
con vestiduras blancas, pero que él y los sacerdotes se encontrasen con el rey con los hábitos
propios de su orden, sin temor a las malas consecuencias que la providencia de Dios evitaría.
(...) Y cuando comprendió que él (el rey) no estaba lejos de la ciudad, salió en precesión, con
los sacerdotes y la multitud de los ciudadanos. (...) Cuando (Alejandro) vio a la multitud a lo
lejos, con vestiduras blancas, mientras los sacerdotes estaban vestidos de lino fino, y el sumo
sacerdote con vestiduras de púrpura y escarlata, con su mitra en la cabeza y el efod de oro
con el nombre de Dios grabado, se acercó solo, adoró el nombre y primero saludó al sumo
sacerdote. Los judíos también, todos juntos a una sola voz, saludaron a Alejandro. (...) Sin
embargo, Parmenio se acercó a Alejandro y le preguntó cómo podía ser que cuando todos los
demás lo adoraban, él debía adorar al sumo sacerdote de los judíos. Alejandro respondió: "Yo
no lo adoré a él, sino al Dios que lo honró con ese sumo sacerdocio; porque vi a esta misma
persona en un sueño, con este mismo hábito, cuando estaba en Macedonia, cuando estaba
considerando conmigo mismo cómo podría obtener el dominio de Asia; me exhortó a no
demorarme, sino a pasar valientemente por el mar hacia allá, para que él dirigiera mi ejército
y me diera el dominio sobre los persas“
Flavio Josefo Antigüedades judías 11.304-334
1Mac 1.1 Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, partió de su país y derrotó a
Darío, rey de los persas y los medos, y reinó en lugar de él; primeramente fue
rey de Grecia. 2 Emprendió muchas guerras, se apoderó de ciudades
fortificadas, mató a varios reyes de la región, 3 llegó hasta los lugares más
apartados de la tierra y saqueó muchas naciones. Después, toda la tierra
quedó en paz bajo su dominio, y Alejandro se llenó de orgullo y soberbia. 4
Luego de haber reunido un poderosísimo ejército, sometió provincias,
naciones y gobernantes, y los obligó a pagarle tributo. 5 Pero al fin cayó
enfermo; y presintiendo que iba a morir, 6 llamó a sus generales más ilustres,
que se habían educado con él desde jóvenes, y antes de morir les repartió su
reino. 7 Después de un reinado de doce años, Alejandro murió. 8 Entonces sus
generales tomaron el poder, cada uno en su propia región, 9 y tras la muerte
de Alejandro fueron coronados como reyes, lo mismo que sus descendientes
después de ellos, durante muchos años, y así llenaron de calamidades la tierra.
1Mac 1.10 De esa raíz salió un retoño, el malvado Antíoco Epífanes, hijo del
rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma y empezó a reinar el año
ciento treinta y siete de la dominación griega. 11 Por aquel tiempo
aparecieron en Israel renegados que engañaron a muchos diciéndoles:
«Hagamos un pacto con las naciones que nos rodean, porque desde que nos
separamos de ellas nos han venido muchas calamidades.» 12 A algunos del
pueblo les gustó esto, 13 y se animaron a ir al rey, y éste les dio autorización
para seguir las costumbres paganas. 14 Construyeron un gimnasio en
Jerusalén, como acostumbran los paganos; 15 se hicieron operaciones para
ocultar la circuncisión, renegando así de la alianza sagrada; se unieron a los
paganos y se vendieron para practicar el mal. 16 Al ver Antíoco que su reino
estaba firme, decidió apoderarse de Egipto para ser rey de los dos países. 17
Así pues, invadió a Egipto con un poderoso ejército, con carros, elefantes y
una gran flota, 18 y atacó al rey Tolomeo, el cual retrocedió ante él y huyó
dejando muchos muertos en el campo. 19 Antíoco ocupó las ciudades
fortificadas de Egipto y saqueó el país.
20 Después de esta victoria sobre Egipto, en el año ciento cuarenta y tres, Antíoco
se puso en marcha con un poderoso ejército contra Israel, y llegó a Jerusalén. 21
Entró con arrogancia en el santuario y se apoderó del altar de oro, del candelabro
con todos sus accesorios. (…) 41 El rey publicó entonces en todo su reino un
decreto que ordenaba a todos formar un solo pueblo, 42 abandonando cada uno
sus costumbres propias. Todas las otras naciones obedecieron la orden del rey, 43
y aun muchos israelitas aceptaron la religión del rey, ofrecieron sacrificios a los
ídolos y profanaron el sábado. 44 Por medio de mensajeros, el rey envió a
Jerusalén y demás ciudades de Judea decretos que obligaban a seguir costumbres
extrañas en el país 45 y que prohibían ofrecer holocaustos, sacrificios y ofrendas
en el santuario, que hacían profanar el sábado, las fiestas, 46 el santuario y todo
lo que era sagrado; 47 que mandaban construir altares, templos y capillas para el
culto idolátrico, así como sacrificar cerdos y otros animales impuros, 48 dejar sin
circuncidar a los niños y mancharse con toda clase de cosas impuras y profanas,
49 olvidando la ley y cambiando todos los mandamientos. 50 Aquel que no
obedeciera las órdenes del rey, sería condenado a muerte.
Mac 2. 1 Por ese tiempo entró en escena Matatías, hijo de Juan y nieto de Simón. Era sacerdote, descendiente de Joiarib. Había nacido
en Jerusalén, pero se había establecido en Modín. 2 Tenía cinco hijos: Juan, que también se llamaba Gadí; 3 Simón, llamado también
Tasí; 4 Judas, también llamado Macabeo; 5 Eleazar, que también llevaba el nombre de Avarán, y Jonatán, también llamado Afús.

Cuando Matatías vio las injurias que se hacían a Dios en Judea y en Jerusalén, 7 exclamó: «¡Qué desgracia! ¡Haber nacido para ver la
ruina de mi pueblo y de la ciudad santa, y tener que quedarme con los brazos cruzados mientras que ella cae en manos de sus enemigos
y el templo queda en poder de extranjeros! 8 Su santuario está como un hombre que ha perdido su honor, 9 los objetos que eran su gloria
han sido llevados a otra parte, sus niños han caído muertos en las calles de la ciudad, sus jóvenes han sido acuchillados por el
enemigo. 10 No hay nación que no le haya arrebatado su poder real y que no la haya saqueado. 11 Le robaron a Jerusalén todos sus
adornos; de libre pasó a ser esclava. 12 ¡Nuestro hermoso santuario, que era nuestra gloria, está en ruinas; los paganos lo han
profanado! 13 ¿Para qué seguir viviendo?» 14 Y Matatías y sus hijos se rasgaron la ropa, se pusieron ropas ásperas y lloraron
amargamente. 15 Cuando los funcionarios del rey encargados de obligar a los judíos a renegar de su religión llegaron a la ciudad de
Modín, para hacer que se ofrecieran los sacrificios, 16 muchos israelitas se les juntaron. Pero Matatías y sus hijos hicieron un grupo
aparte. 17 Entonces los funcionarios del rey dijeron a Matatías:—Tú eres una persona de autoridad, respetada e importante en esta
ciudad, y tienes el apoyo de tus hijos y de tus hermanos. 18 Acércate, pues, para ser el primero en cumplir la orden del rey. Así lo han
hecho en todas las naciones, y también los hombres de Judea y la gente que ha quedado en Jerusalén. De esta manera, tú y tus hijos
formarán parte del grupo de los amigos del rey, y serán honrados con obsequios de oro y plata, y con muchos otros regalos. 19 Matatías
respondió en alta voz: —Pues aunque todas las naciones que viven bajo el dominio del rey le obedezcan y renieguen de la religión de
sus antepasados, y aunque acepten sus órdenes, 20 yo y mis hijos y mis hermanos seguiremos fieles la alianza que Dios hizo con
nuestros antepasados. 21 ¡Dios nos libre de abandonar la ley y los mandamientos! 22 ¡Nosotros no obedeceremos las órdenes del rey, ni
nos apartaremos de nuestra religión en lo más mínimo! 23 Apenas había terminado Matatías de decir estas palabras, un judío se
adelantó, a la vista de todos, para ofrecer un sacrificio sobre el altar pagano que había en Modín, tal como el rey lo había
ordenado. 24 Al verlo, Matatías se llenó de indignación, se estremeció interiormente y, lleno de justa ira, corrió y mató a aquel judío
sobre el mismo altar; 25 mató también al funcionario del rey que obligaba a los judíos a ofrecer esos sacrificios, y destruyó el
altar. 26 Estaba lleno de celo por la ley, como Finees contra Zimrí, hijo de Salú. 27 En seguida gritó Matatías a voz en cuello en la ciudad:
«¡Todo el que tenga celo por la ley y quiera ser fiel a la alianza de Dios, que me siga!» 28 Y él y sus hijos huyeron a las montañas,
dejando en la ciudad todo lo que tenían.

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