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Texto 1

Teseo, Minotauro y Ariadna


Mito griego. Versión de Ana María Shua

Dos veces Atenas había entregado el terrible tributo y la fecha


se acercaba nuevamente.
Hacía veintisiete años que el monstruo de Creta se alimentaba
con carne de jóvenes atenienses. El pueblo comenzaba a
murmurar contra el rey. Los hombres hubieran preferido morir
luchando antes que entregar a sus hijos.
¿Y por qué el rey no destinaba a su propio hijo al Minotauro?
—Iré a Creta —dijo entonces Teseo—. Y mataré al Minotauro.
Egeo trató por todos los medios posibles de disuadir a su único
hijo.
Pero Teseo sentía que esa era su obligación y su misión, y no se
dejó convencer.
Como siempre, el barco que llevaba la triste carga de
catorce jóvenes para alimento del horror partió con velas
negras. Pero el padre de Teseo hizo cargar velas blancas,
porque si su hijo lograba el triunfo, quería saberlo cuanto
antes, sin esperar a que el barco tocara puerto.
En Creta, los jóvenes fueron recibidos con banquetes y
festejos. Las víctimas del sacrificio debían ser honradas y
era fácil hacerlo con alegría cuando no se trataba de
parientes ni amigos. Teseo se destacaba entre los demás por
su altura, su porte, su gentileza y su buen humor, que
contrastaba con la actitud temerosa y afligida de los otros.
Una de las hijas del rey Minos, la rubia princesa Ariadna, se
enamoró perdidamente de él.
—No temas —le decía Teseo, viendo las lágrimas correr
por la cara de Ariadna, que lo visitaba en secreto—. Luché
contra criminales más feroces que el Minotauro y los vencí.
Pero Ariadna sabía que el monstruo no era el único
desafío que esperaba a Teseo. Aunque lograra matarlo,
¿cómo podría salir de ese palacio maldito, inventado para
perder a sus ocupantes? Había una sola persona en Creta
capaz de ayudarla: Dédalo, el constructor del laberinto.
Una noche, justo antes de la consumación del sacrificio,
Ariadna puso en la mano de Teseo un ovillo de hilo. El
joven la miró desconcertado.
—Lo atarás a la entrada del laberinto —dijo ella.
Y Teseo comprendió.
—Pero debes prometer que me llevarás contigo a Atenas —le
rogó Ariadna—. Mi padre me matará si sabe que te ayudé a
escapar.
Al día siguiente, los catorce jóvenes atenienses entraron al
laberinto.
Empujados por las lanzas de los soldados, se vieron obligados a
avanzar hasta perderse en los infinitos corredores. Pero no se
separaron. Y Teseo iba adelante. Sin que nadie lo notara, iba
soltando el hilo del ovillo que le había dado Ariadna.
Pronto escucharon una respiración estruendosa y poco después
un mugido gigantesco, estremecedor, como el rugido de una
fiera. El Minotauro apareció ante ellos, en todo su horror,
hambriento y feroz. La lucha fue breve. El Minotauro arremetía
con toda su fuerza animal, pero manejaba con torpeza su cuerpo
de humano. Y Teseo luchaba con su enorme fuerza, pero también
con su inteligencia. Cuando consiguió matar al Minotauro, los
jóvenes atenienses lo rodearon, desconsolados.
—¿Y ahora? ¡Moriremos de hambre y sed, perdidos en el
laberinto!
¿No hubiera sido mejor que nos matara el Minotauro? —se
decían.
Pero Teseo no tuvo más que caminar directamente hacia la
salida, guiándose por el hilo que Ariadna le había entregado.
Así salieron al exterior. Era de noche. Ariadna los estaba
esperando a la salida del laberinto y se abrazó a Teseo con
pasión, con inmensa alegría.

Shua, A. M. (2012). Teseo, Minotauro y Ariadna. En Dioses y héroes de la mitología griega.


México, D. F.: Alfaguara. (Fragmento).
Texto 2
LA EDUCACIÓN DEL CACIQUE
LAUTARO era una flecha delgada.
Elástico y azul fue nuestro padre.
Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
Acostumbró los pies en las cascadas.
Educó la cabeza en las espinas.
Ejecutó las pruebas del guanaco.
Vivió en las madrigueras de la nieve.
Acechó la comida de las águilas.
Arañó los secretos del peñasco.
Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales.
Fue cazador entre las aves crueles.
Se tiñeron sus manos de victorias.
Leyó las agresiones de la noche.
Sostuvo los derrumbes del azufre.
Se hizo velocidad, luz repentina.

Tomó las lentitudes del otoño.


Trabajó en las guaridas invisibles.
Durmió en las sábanas del ventisquero.
Igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste en los caminos.
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo amenaza como un dios sombrío.
Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago.

Olfateó las cenizas esparcidas.


Envolvió el corazón con pieles negras.
Descifró el espiral hilo del humo.
Se construyó de fibras taciturnas.
Se aceitó como el alma de la oliva.
Se hizo cristal de transparencia dura

Estudió para viento huracanado.


Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo.


Texto 3
Conducción en estado de ebriedad 21/10/2012 - 09:00

Señor director:

Los recientes casos de detenidos por manejar con altísimas


concentraciones de alcohol - 3 a 4 gramos- en la sangre
claramente constituyen faltas muchísimo más graves que los
0,8 gramos que hoy define la ley como estado de ebriedad.
Me parece que los niveles fijados hoy para conducir bajo la
influencia del alcohol -0,3 gramos- y ebriedad están errados
y, además, con penas demasiado severas. Por otro lado, los
verdaderamente ebrios con 3, 4 o más gramos de alcohol
deberían ser sancionados más severamente.

Paul Fontaine B.
Texto 4
Discurso de Malala ante la ONU

Queridos amigos, el 9 de octubre de 2012, un talibán me


disparó en el lado izquierdo de la cabeza; dispararon a mis
amigos, también. Pensaban que las balas nos iban a callar,
pero fracasaron. Y de ese silencio surgieron miles de voces.
Los terroristas pensaban que iban a cambiar mis objetivos y
hacerme dejar mis ambiciones. Pero nada ha cambiado en
mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo y la
desesperanza murieron. Nació la Fuerza, el poder, el coraje.
Yo soy la misma Malala: mis ambiciones son las mismas,
mis esperanzas son las mismas y mis sueños son los
mismos. […]
Esto es lo que mi alma me dice: estar en paz y amor
con todos. Queridos hermanos y hermanas, nos
damos cuenta de la importancia de la luz cuando
vemos oscuridad. Nos damos cuenta de la
importancia de nuestra voz cuando somos
silenciados. De la misma manera, cuando
estábamos en Swat, al norte de Pakistán, nos dimos
cuenta de la importancia de los lápices y libros
cuando vimos las armas.
Un sabio dijo: “La pluma es más poderosa que la
espada”. Es cierto. Los extremistas tienen miedo a
los libros y bolígrafos. El poder de la educación les
da miedo. Tienen miedo de las mujeres. El poder
de la voz de las mujeres les da miedo. Este es el
porqué de la matanza a 14 estudiantes inocentes en
el reciente ataque en Quetta. Y es por eso que
matan a las maestras. […]
Así que, queridos hermanos y hermanas, ahora es
el momento de hablar. Hoy hacemos un llamado a
los líderes mundiales para que cambien sus
políticas estratégicas en favor de la paz y la
prosperidad. Hacemos un llamado a los líderes
mundiales para que todos estos acuerdos deban
proteger a las mujeres y los derechos de los niños.
Un acuerdo que va en contra de los derechos de las
mujeres es inaceptable.
Hacemos un llamado a todos los gobiernos a
garantizar la educación gratuita y obligatoria en
todo el mundo, para todos los niños. Instamos a
todos los gobiernos para luchar contra el terrorismo
y la violencia, a proteger a los niños de la brutalidad
y el daño. Hacemos un llamado a los países
desarrollados para que apoyen la expansión de las
oportunidades de educación para las niñas en el
mundo en desarrollo. Hacemos un llamado a todas
las comunidades a ser tolerantes, a rechazar los
prejuicios por motivos de casta, credo, secta, color o
religión asegurando la libertad y la igualdad para las
mujeres, para que puedan prosperar.
Queridos hermanos y hermanas: no debemos olvidar que
millones de personas sufren de pobreza, injusticia e
ignorancia. No hay que olvidar que millones de niños están
fuera de sus escuelas. No debemos olvidar que nuestros
hermanos y hermanas están esperando por un futuro
pacífico y luminoso. Libraremos una lucha gloriosa contra
el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo; tomaremos
nuestros libros y lápices porque son armas más poderosas.
Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el
mundo. La educación es la única solución. Educación
primero. Gracias.

Malala Yousafzai. Recuperado el 21 de enero de 2019. Disponible en


https://www.pediatriasocial.es/HtmlRes/Files/DiscursoMalala.pdf.
(Fragmento).

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