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La justificación vino por Jesús como el

juicio vino por Adán (Ro 5:12-21)


Adán abrió la puerta para que el pecado gobernara en la tierra.

•Hay una conexión entre el pecado de Adán y el nuestro. No todo el mundo pecó cuando Adán
pecó (Ro 5:14-15).
•Pero el pecado de Adán abrió la puerta para que el pecado entrara en nuestro mundo. Como
resultado, cada uno de nosotros nace en un mundo pecaminoso.
•Y el pecado en nuestro mundo es tan poderoso que nadie más que Jesús ha sido capaz de vencerlo
Dios creó a Adán como un hombre libre, con el pecado encerrado detrás de una puerta de la
prisión. Pero desde que Adán abrió la puerta, el pecado hace de las personas sus esclavos. Incluso
los niños pequeños tienen una tendencia a pecar.
•Como dijo Dios: “porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Gn
8:21). 
•Pero un día, ellos se apartan de todas las bendiciones de Dios. Juntos, utilizan la llave de la
desobediencia para abrir la puerta. Adán abre la prisión, y todo posible mal se escapa para
maldecir a la humanidad. Por un acto de desobediencia, Adán le abrió la puerta al pecado y éste
gobernó al mundo.
• 
Cada uno de nosotros es responsable de sus propios pecados.

•“Así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro 5:12).
•Dios no nos juzga por el pecado de Adán. Más bien, Él nos juzga por nuestros propios pecados.
A través de la historia, la gente ha pecado y después ha culpado a otros. Adán culpó a Eva por
su pecado y Eva culpó a la serpiente (Gn 3:12-13). Aarón culpó al pueblo por su pecado (Éx
32:22-24). Y cuando el rey Saúl pecó, él culpó a los soldados (1 S 15:15, 20).
•Pero no nos ayuda culpar a Adán, a otra persona ni a Satanás por nuestros pecados. Cada uno de
nosotros es responsable de su propia desobediencia. Dios dice: “… el alma que pecare, esa
morirá” (Ez 18:4).
• 
El pecado de Adán trajo la muerte espiritual y física al mundo (Ro 5:12-19).

• Vida es vivir en una relación íntima con Dios. Muerte es estar separados de Dios. Cuando
Pablo dice que estábamos “muertos” en nuestros delitos y pecados (Ef 2:1-2), quiere decir
que estábamos separados de Dios. Asimismo, llegar a estar vivos, significa pasar a una
relación correcta con Dios.

• La primera mentira y la más común de Satanás es que desobedecer a Dios no nos separará
de Él (Gn 3:4).

• Pero la Biblia nos enseña que todos los que practican la desobediencia mueren en su relación
con Dios (Gn 2:17; Ro 6:23).Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con
que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos) (Ef 2:4-5).

•  
El pecado resulta en muerte, ya sea que las leyes estén ausentes o presentes.
 

El pecado es más fácil de reconocer cuando hay leyes en contra de él (Ro 5:13-14).
Pero el pecado estaba presente mucho antes de la ley de Moisés.

Las palabras “pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado” no significan que no hay
pecado ni culpabilidad si no hay ley escrita. Pablo ya ha explicado que los que no tienen
la ley escrita pecan contra la conciencia (Ro 2:12-15).
Pero donde hay ley, el pecado es juzgado por la ley, así como por la conciencia.

La ley era un maestro para traer a la gente a Cristo (Gá 3:24-25).


Es decir, la ley explicó lo que es el pecado―le enseñó a la gente lo que es bueno y lo
que es malo. La ley nos convence de que “el mundo entero está encerrado bajo el
pecado” (Gá 3:22).
La ley es como una linterna que brilla sobre el pecado que está en la obscuridad.
Después que la ley lo expone, la gente se da cuenta de que necesita un Salvador.

Así la ley nos lleva a Cristo. Así como Adán fue un pionero en la historia del pecado,
Jesús es el autor de la salvación. Así como Adán le abrió la puerta al pecado, Jesús le
abrió la puerta a la salvación.
La obediencia de Cristo abre la puerta a un don―vida y justificación para todos (Ro 5:15-21).
 

1. La obediencia de Cristo ofrece dones que no merecemos.


Observe que Cristo se entrega a sí mismo como un don de dos maneras.

Primero, Él se dio a sí mismo como un don en la cruz. Su vida fue un don―un


sacrificio por nuestros pecados.
Segundo, Cristo se entrega a sí mismo en una relación que imparte justicia―una
relación correcta con Dios.

En Romanos 5:15-16, don se refiere al sacrificio que Jesús ofreció―su vida. Pero en
Romanos 5:17, Pablo se refiere a la justicia como un don―un don que resulta de
nuestra relación con Cristo.
Medite en esta verdad. La justicia que recibimos está en Cristo. Aparte de Jesús, no
tenemos ninguna justificación, ninguna relación correcta con Dios. Pues Jesucristo es
nuestra justicia.

Como Pablo escribió en otra parte: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual
nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que,
como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Co 1:30-31).

Un tema glorioso en las Escrituras es que Dios se da a sí mismo a su pueblo. El Padre,


el Hijo y el Espíritu Santo se dan a sí mismos a nosotros. Dios llega a ser nuestro Dios,
y nosotros llegamos a ser su pueblo (Gn 17:1-8; Lv 26; Jer 24:7; 32:38; 2 Co 6:16; Heb
8:10; 10:16; Ap 21:3).
Quéherencia tan gloriosa y quéprivilegio.

Dios se da a sí mismo a nosotros. Él llega a ser nuestro Padre, y nosotros llegamos a ser
sus hijos (Ro 8:17; Gá 4:6).

“Gracias a Dios por su don inefable”—¡El don de sí mismo! (2 Co 9:15).


Mostremos siempre respeto y honra a Dios, viviendo en santidad y obediencia.
Del mismo modo, los dones de justicia y vida eterna existen solamente en Cristo. Es
imposible separar la justicia y la vida eterna de Cristo. Los dones están en el Hijo (1 Jn
5:11). “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida” (1 Jn 5:12).

En la Escritura, la vida eterna siempre es mediante una relación con Dios, así como la
muerte eterna resulta en separación de Dios.
Los que están con Adán recibirán la paga que los pecadores merecen―la muerte y el
juicio. Los que están con Jesucristo reciben los dones de la justicia y la vida eterna (Ro
5:17, 21).

Con Adán, el juicio es la culminación de un solo pecado. Esto es lo que se podía


esperar. Un pecado conducía a un juicio. Pero con Cristo, un acto de obediencia tiene el
poder de limpiar los innumerables pecados de todas las edades. ¡Esto es asombroso! El
don de obediencia que Jesús ofreció en la cruz fue mucho más poderoso que la
desobediencia de
Adán.
2. La obediencia de Cristo hizo que la gracia aumentara más de lo que aumentó el pecado (Ro 5:20-21).

Por un pecado, Adán incendió al mundo― quemándolo con muerte y juicio.


Pero por su don, Jesús rescata a sus seguidores a la vida y a la justificación. La gracia de
Cristo excede el pecado de Adán como una lluvia fuerte extingue un pequeño incendio.

El cristianismo le dice que Dios lo salvará si clama a Jesús. Dios está dispuesto a salvar
a cualquier persona. ¿Hasta dónde alcanza la gracia de Dios? Siempre lo
suficientemente lejos para incluir a un pecador que se arrepiente.

Pablo también escribió, “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; más
fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia
de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Ti
1:13-14; ver Hch 8:1; 9:1-6).

Pablo se llamaba a sí mismo “el primero” de los pecadores (1 Ti 1:15).


Le gustaba testificar que la gracia que Jesús ofrece es mayor que el pecado que Adán
trajo al mundo.

Puesto que el Señor salvó a Pablo, el primero de los pecadores, Él puede salvar a
cualquier persona.
Él echó fuera siete demonios de María Magdalena y la llenó del Espíritu Santo (Lc 8:2).
Él aun perdonó al rey Manasés que hundió a Israel en el pecado por más de 50 años (2
Cr 33:11-13). La gracia de Dios puede salvar al peor de los pecadores.

John Newton capturaba esclavos en África y los vendía en América. Después de varios
años de semejante pecado, él se arrepintió y Dios lo salvó. Luego, Newton escribió una
canción famosa.
La primera estrofa es “Sublime gracia del Señor que a un infeliz salvó. Estaba ciego
más hoy veo, perdido y Él me halló”. ¡Alabe al Señor por la gracia que es mayor que
todo nuestro pecado! ¡Cuando el pecado abunda, sobreabunda la gracia!
Romanos La desobediencia de Adán … La obediencia de Cristo

• 5:12-15 trajo la paga del pecado—muerte para todos. Trae salvación para todos.

• 5:16 causó el juicio y la condenación para todos. Somos justificados para salvación.

• 5:17 permitió que la muerte reinara por el pecado. Reinarán en vida por gracia, justicia.

• 5:18 trajo la condenación para todos. Trae justificación de vida.

• 5:19 constituyó pecadores a todos. Muchos serán constituidos justos.

• 5:20 causó que el pecado abundase. Trae que sobre abunde la gracia.

• 5:21 permitió que la muerte reinara sobre todos. Reciben dones de justicia y vida eterna.

• La mayoría de los versículos de Romanos 5:12-21

• hacen un contraste entre la desobediencia de Adán y la obediencia de Cristo

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