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•Hay una conexión entre el pecado de Adán y el nuestro. No todo el mundo pecó cuando Adán
pecó (Ro 5:14-15).
•Pero el pecado de Adán abrió la puerta para que el pecado entrara en nuestro mundo. Como
resultado, cada uno de nosotros nace en un mundo pecaminoso.
•Y el pecado en nuestro mundo es tan poderoso que nadie más que Jesús ha sido capaz de vencerlo
Dios creó a Adán como un hombre libre, con el pecado encerrado detrás de una puerta de la
prisión. Pero desde que Adán abrió la puerta, el pecado hace de las personas sus esclavos. Incluso
los niños pequeños tienen una tendencia a pecar.
•Como dijo Dios: “porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Gn
8:21).
•Pero un día, ellos se apartan de todas las bendiciones de Dios. Juntos, utilizan la llave de la
desobediencia para abrir la puerta. Adán abre la prisión, y todo posible mal se escapa para
maldecir a la humanidad. Por un acto de desobediencia, Adán le abrió la puerta al pecado y éste
gobernó al mundo.
•
Cada uno de nosotros es responsable de sus propios pecados.
•“Así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro 5:12).
•Dios no nos juzga por el pecado de Adán. Más bien, Él nos juzga por nuestros propios pecados.
A través de la historia, la gente ha pecado y después ha culpado a otros. Adán culpó a Eva por
su pecado y Eva culpó a la serpiente (Gn 3:12-13). Aarón culpó al pueblo por su pecado (Éx
32:22-24). Y cuando el rey Saúl pecó, él culpó a los soldados (1 S 15:15, 20).
•Pero no nos ayuda culpar a Adán, a otra persona ni a Satanás por nuestros pecados. Cada uno de
nosotros es responsable de su propia desobediencia. Dios dice: “… el alma que pecare, esa
morirá” (Ez 18:4).
•
El pecado de Adán trajo la muerte espiritual y física al mundo (Ro 5:12-19).
• Vida es vivir en una relación íntima con Dios. Muerte es estar separados de Dios. Cuando
Pablo dice que estábamos “muertos” en nuestros delitos y pecados (Ef 2:1-2), quiere decir
que estábamos separados de Dios. Asimismo, llegar a estar vivos, significa pasar a una
relación correcta con Dios.
• La primera mentira y la más común de Satanás es que desobedecer a Dios no nos separará
de Él (Gn 3:4).
• Pero la Biblia nos enseña que todos los que practican la desobediencia mueren en su relación
con Dios (Gn 2:17; Ro 6:23).Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con
que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos) (Ef 2:4-5).
•
El pecado resulta en muerte, ya sea que las leyes estén ausentes o presentes.
El pecado es más fácil de reconocer cuando hay leyes en contra de él (Ro 5:13-14).
Pero el pecado estaba presente mucho antes de la ley de Moisés.
Las palabras “pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado” no significan que no hay
pecado ni culpabilidad si no hay ley escrita. Pablo ya ha explicado que los que no tienen
la ley escrita pecan contra la conciencia (Ro 2:12-15).
Pero donde hay ley, el pecado es juzgado por la ley, así como por la conciencia.
Así la ley nos lleva a Cristo. Así como Adán fue un pionero en la historia del pecado,
Jesús es el autor de la salvación. Así como Adán le abrió la puerta al pecado, Jesús le
abrió la puerta a la salvación.
La obediencia de Cristo abre la puerta a un don―vida y justificación para todos (Ro 5:15-21).
En Romanos 5:15-16, don se refiere al sacrificio que Jesús ofreció―su vida. Pero en
Romanos 5:17, Pablo se refiere a la justicia como un don―un don que resulta de
nuestra relación con Cristo.
Medite en esta verdad. La justicia que recibimos está en Cristo. Aparte de Jesús, no
tenemos ninguna justificación, ninguna relación correcta con Dios. Pues Jesucristo es
nuestra justicia.
Como Pablo escribió en otra parte: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual
nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que,
como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Co 1:30-31).
Dios se da a sí mismo a nosotros. Él llega a ser nuestro Padre, y nosotros llegamos a ser
sus hijos (Ro 8:17; Gá 4:6).
En la Escritura, la vida eterna siempre es mediante una relación con Dios, así como la
muerte eterna resulta en separación de Dios.
Los que están con Adán recibirán la paga que los pecadores merecen―la muerte y el
juicio. Los que están con Jesucristo reciben los dones de la justicia y la vida eterna (Ro
5:17, 21).
El cristianismo le dice que Dios lo salvará si clama a Jesús. Dios está dispuesto a salvar
a cualquier persona. ¿Hasta dónde alcanza la gracia de Dios? Siempre lo
suficientemente lejos para incluir a un pecador que se arrepiente.
Pablo también escribió, “habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; más
fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia
de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Ti
1:13-14; ver Hch 8:1; 9:1-6).
Puesto que el Señor salvó a Pablo, el primero de los pecadores, Él puede salvar a
cualquier persona.
Él echó fuera siete demonios de María Magdalena y la llenó del Espíritu Santo (Lc 8:2).
Él aun perdonó al rey Manasés que hundió a Israel en el pecado por más de 50 años (2
Cr 33:11-13). La gracia de Dios puede salvar al peor de los pecadores.
John Newton capturaba esclavos en África y los vendía en América. Después de varios
años de semejante pecado, él se arrepintió y Dios lo salvó. Luego, Newton escribió una
canción famosa.
La primera estrofa es “Sublime gracia del Señor que a un infeliz salvó. Estaba ciego
más hoy veo, perdido y Él me halló”. ¡Alabe al Señor por la gracia que es mayor que
todo nuestro pecado! ¡Cuando el pecado abunda, sobreabunda la gracia!
Romanos La desobediencia de Adán … La obediencia de Cristo
…
• 5:12-15 trajo la paga del pecado—muerte para todos. Trae salvación para todos.
• 5:16 causó el juicio y la condenación para todos. Somos justificados para salvación.
• 5:17 permitió que la muerte reinara por el pecado. Reinarán en vida por gracia, justicia.
• 5:20 causó que el pecado abundase. Trae que sobre abunde la gracia.
• 5:21 permitió que la muerte reinara sobre todos. Reciben dones de justicia y vida eterna.
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