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comunicacionales y de
motivación del counselor
Semana: 6
Sesión: 6
Propósito de la
sesión:
Es un momento en donde ambas personas hablan y escuchan. Algunas de las recomendaciones para dialogar son:
•Evitar juzgar la conducta, aun cuando no está de acuerdo en lo que le dicen.
•Mantener contacto visual, según sea apropiado.
•Sentarse con la mirada de la otra persona al mismo nivel.
•Mostrar que está escuchando, al sonreír o emitir frases breves.
•Evitar ver el reloj o el teléfono a cada momento como si estuviera apresurando la sesión.
•Usar un tono de voz suave y amable.
•Evitar contestar su celular durante la consejería.
•Evitar cruzar los brazos.
•Hacer uso de lenguaje sencillo y de fácil comprensión para la otra persona.
MOTIVAR A LA
ACCIÓN
Consiste en impulsar a una persona para que realice una práctica adecuada. Para ello, es importante ayudar a crear un
ambiente de confianza en el que las personas se sientan tranquilas y con libertad de expresar sus dudas, temores y logros.
La negociación es una conversación que busca quien da la consejería llegue a acuerdos para lograr el cumplimiento de
una práctica recomendada.
La creatividad consiste en presentar de una manera clara, Innovadora y atractiva un tema o situación. Para ello
quien da la consejería deberá:
Kleinke (1994/1995) cita o tra s m o tiv a cio n es frecu en tes para ser terapeuta: independencia a
la hora de trabajar, posibilidad de trabajar con una diversidad de personas que presentan una gran
variedad de problemas (lo cual proporciona un gran gama de experiencias y desafíos, y supone un
estímulo intelectual), reconocimiento y prestigio que conlleva la profesión, y satisfacción personal
al ayudar a otros.
MOTIVACIÓN Y EXPECTATIVAS
Acudir voluntariamente a consulta no implica necesariamente que se
quiera cambiar; un cliente puede acudir por otros motivos tales como
búsqueda de apoyo temporal en un momento de crisis, demostrarse a sí
mismo o a otros que ha intentado cambiar, desahogo emocional,
mantenimiento del rol de enfermo (con las ventajas que esto conlleva),
búsqueda de una amistad o de una relación social, búsqueda de
atención, confirmación de que los propios problemas son incurables, etc.
Además, no todos los clientes que acuden a consulta se encuentran lo
bastante motivados como para invertir el esfuerzo necesario para
resolver sus problemas. En muchos casos es preciso potenciar esta
motivación en mayor o menor grado para prevenir el abandono y
mejorar los resultados obtenidos.
Dicha motivación requiere que el cliente esté
dispuesto a cambiar, que el terapeuta sea percibido
positivamente, que el cliente esté de acuerdo con la
hipótesis explicativa del problema, con las metas
terapéuticas y con los métodos de intervención, que
anticipe resultados favorables, que estos sobrepasen
claramente a los costos de la intervención (tiempo,
esfuerzo, dinero, malestar), que el cliente acepte las
reglas que rigen la relación terapéutica y que se
comprometa activamente en el tratamiento.
Las expectativas del cliente hacen referencia al tipo de
terapia, resultados de la terapia y autoeficacia (medida en
que uno se cree capaz de utilizar sus habilidades o
aprender otras nuevas para conseguir los cambios
deseados). Todas ellas influyen en si se aceptará o no el
tratamiento propuesto y en el tiempo y esfuerzo invertido
en el mismo. Las expectativas dependen de las
experiencias anteriores (p.ej., tratamientos previos), de la
información recibida por parte de otras personas (amigos,
profesional que deriva al cliente, medios de comunicación)
y del estado emocional.
La motivación del cliente puede inferirse de su conducta verbal
indicativa de su deseo de cambiar, del porcentaje de sesiones a que
acude, de su participación durante las sesiones, de su tiempo
disponible para actividades terapéuticas y de su cumplimiento de
actividades entre sesiones. De todos modos, conviene tener en
cuenta que la cantidad y/o calidad de las actividades entre sesiones
no parecen estar consistentemente asociadas con los resultados del
tratamiento (aunque hay una tendencia positiva), a diferencia de la
motivación para cambiar, tal como es subjetivamente evaluada por
los pacientes. Cuando la motivación para el tratamiento ha sido
evaluada por los terapeutas o por jueces independientes, no se ha
hallado que esté significativamente asociada con los resultados de la
intervención.
Una expectativa frecuente respecto al desarrollo de la
terapia, derivada de la relación terapéutica, es que se debe ser
un receptor pasivo de los procedimientos terapéuticos, lo cual
choca con la orientación activa que caracteriza a la mayoría de
los enfoques psicológicos.