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GRANDES RECOPILADORAS

DEL FOLKLORE MUSICAL


CHILENO.
NOMBRE: SINDY PARRA GALINDO
CURSO: 1° MEDIO B
ASIGNATURA: MÚSICA
INTRODUCCIÓN

La tradición, la cultura de un país, a esto también se le puede llamar folclor, que significa sabiduría de un país,
en este caso la sabiduría de Chile, la cual abarca sus culturas, sus tradiciones y sus costumbres, lo cual refleja
una imagen hermosa de nuestro país a hacia otros países.
En este trabajo les daré a conocer a tres grandes mujeres folcloristas, que nos han enseñado las costumbres de
nuestro país. Y así cuando nosotros seamos padres enseñarles estas costumbres a nuestros hijos, y a la ves ellos a
sus hijos para que así perdure durante mucho tiempo la cultura de nuestro territorio, en Chile y en todo el mundo.
GABRIELA PIZARRO
(1932 – 1999)

• NACIDA EN LEBU, FUE UNA PROLÍFICA


INVESTIGADORA, EDUCADORA E
INTÉRPRETE DEL FOLCLOR CHILENO.
JUNTO A SU ESPOSO, HÉCTOR PAVEZ,
FUNDÓ EL GRUPO MUSICAL MILLARAY,
UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES DEL
GÉNERO.
Hija de José Abraham Pizarro y Blanca Hortensia Soto Figueroa, Gabriela Pizarro nació en Lebu el 14 de
octubre de 1932. Sus primeros acercamientos a la realidad y costumbres tradicionales los vivió al acompañar
a su padre a cobrar arriendo a los inquilinos que vivían en su propiedad. Fue en estas visitas en las que
conoció, el velorio del angelito, la cama redonda, el oficio de los hierbateros y otras costumbres típicas. A
éstas se sumó la fundamental influencia de su nana, Elba González, cantora de chinganas.

En 1939 se trasladó con su familia a Santiago, instalándose en la Calle Caupolicán de Ñuñoa. Se inscribió en
la Escuela Normal Nº 2, donde participó en el grupo musical del colegio y tomó clases de guitarra con la
profesora Isabel Soro, gracias a quien entró a un curso dictado por Margot Loyola en una escuela de verano
de la Universidad de Chile. Allí conoció a Silvia Urbina, Jaime Rojas, Rolando Alarcón y Víctor Jara, entre
muchos otros. Fue éste el gran incentivo para que Gabriela Pizarro desarrollara su labor como investigadora,
educadora e intérprete del folclor chileno.
En 1958 fundó el grupo Millaray. Con este conjunto se presentó hacia 1960 en el Teatro Municipal de
Santiago, donde se dio a conocer un profundo trabajo de investigación sobre Chiloé, el cual recopiló bailes
como: el pavo, el cielito, la trastasera, la pericona y muchos otros. Fue en el grupo donde conoció, en 1959, a
quien sería su esposo además de un importante folclorista: Héctor Pavez.

Con el grupo Millaray grabó 5 discos de larga duración. La labor conjunta se prolongó sostenidamente hasta
el año 1973 cuando, producto del golpe de Estado, muchos de sus integrantes, incluyendo a Gabriela Pizarro,
fueron perseguidos políticos.

Después de 1973, y de la muerte en el exilio de Héctor Pavéz, su situación se hizo más delicada; debió tocar
en peñas, iglesias e incluso en la Vega. Sin embargo, a poco andar, recibió invitaciones de exiliados que la
animaban a dar a conocer su trabajo en el extranjero. Así, visitó Francia e Inglaterra en 1978, donde fue
nombrada miembro del Instituto de Canto y Danza Británica; Holanda, España y Finlandia en 1985 y Canadá
en 1987.
En forma paralela grabó para el sello Alerce los casetes El folclor en mi escuela y Danzas
tradicionales, ambos en 1979, y montó el espectáculo Nuestro Canto, junto a Ricardo García en el
teatro Cariola.

En 1987 retomó su labor como investigadora, particularmente sobre el romance. Así, bajo el alero de la
Universidad de Chile, grabó el casete Romances Cantados. Un año más tarde publicó Cuadernos de
terreno, donde plasmó gran parte de su labor investigativa.

Con la vuelta a la democracia Gabriela Pizarro recibió una pensión de gracia que le dio cierta
tranquilidad económica; editó su libro Veinte tonadas religiosas, y fue presidente de la Asociación
Nacional del Folclor de Chile, ANFOLCHI, entre muchas otras actividades que fueron truncadas por
su muerte el 29 de diciembre de 1999.
Margot Loyola
(1918 – 2015)

La difusión del folclor chileno fue para Margot Loyola un


trabajo de múltiples vías de expresión, al que dedicó su
vida entera.
La difusión del folclor chileno fue para Margot Loyola un trabajo de múltiples vías de expresión al
que dedicó su vida entera. En la búsqueda, difusión e interpretación de nuestras canciones y bailes
típicos -tanto de modo solista como junto a los grupos Las Hermanas Loyola y Palomar-, legó a la
cultura nacional una valiosa colección de discos, libros y videos que describen con espíritu didáctico
el rico panorama de la música tradicional chilena. El trabajo en la enseñanza del folclor que realizó
en la Universidad de Chile durante la década del cincuenta fue cuna de agrupaciones como
Cuncumén y Millaray. Ritmos como la tonada, la cueca, la música pascuense y mapuche, refalosas,
corridos y zamacuecas, tanto en canciones de su autoría, como de compositores clásicos o
recopiladas por ella misma en terreno, componen el patrimonio que Margot Loyola se empeñó en
rescatar y transmitir a lo largo de más de ochenta años.
Ya a los ocho años de edad, Margot Loyola Palacios -hija de un comerciante y de una dueña de casa de
Linares- tomaba clases de piano en esa ciudad sureña y, un año más tarde, comenzaba a cantar. Su
relación con la guitarra fue también temprana. Antes de terminar el Bachillerato, cuando la separación
de sus padres la obligaba a moverse entre Santiago y Curacaví, destacaba en un dúo formado junto a
su hermana Estela, Las Hermanas Loyola.

De a poco fue ganando fuerza en sus inquietudes la búsqueda de nuevas claves en la fuente misma del
folclor chileno. Así, viajes a las localidades de Alhué, Pomaire y Colliguay la iniciaron en su veta de
investigadora, labor trascendental que desarrolló casi sin interrupciones desde 1936. En casas de canto
y fiestas de rodeo del Valle Central, caseríos del desierto nortino y en los parajes lejanos de Isla de
Pascua, Margot Loyola penetró en el sentir auténtico y sin formalidades de nuestros más puros
creadores. Su propia creación y entusiasmo se vieron transformados gracias a esos encuentros
personales con cantoras y autores anónimos.
Inicialmente, se dedicó a la investigación en paralelo al trabajo con Las Hermanas Loyola, grupo cuya fama alcanzó
la cumbre durante los años cuarenta, cuando el dúo se integró a la colección discográfica Aires tradicionales y
folclóricos de Chile, coordinada por el investigador Carlos Isamitt. También durante esa década, un contacto del
entonces rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, permitió a Loyola debutar como docente en las
Escuelas de Temporada anuales. Su prestigio como maestra -validado por el nacimiento, a su alero, de conjuntos
como Cuncumén y Millaray- fue relegando progresivamente su trabajo junto a Estela a un segundo plano, hasta su
separación artística definitiva en 1950. Ya en forma independiente, la folclorista emprendió sus primeros viajes por
Latinoamérica y Europa.

Su encuentro con el folclorista Osvaldo Cádiz la motivó a formar en el año 1962 el conjunto Palomar. Su labor se vio
truncada por única vez con el golpe de Estado de 1973, poco después de editar Canciones del 900 (1972), disco en
colaboración con Luis Advis. Recién en 1975 la folclorista pudo comenzar a retomar su antiguo ritmo de trabajo,
encontrando en el programa televisivo "Chilenazo" un inesperado lugar de acogida que le permitió reanudar lo que
había quedado interrumpido en "Recorriendo Chile", su primer espacio en Televisión Nacional. Su rostro se fue
haciendo familiar para la teleaudiencia chilena y su nombre quedó inscrito para siempre como el de una figura mayor
de nuestra música. Fue por eso completamente natural que Loyola recibiera en 1994 el Premio Nacional de Artes
Musicales.
Desde 1972 se desempeñó como académica de la Universidad Católica de Valparaíso, donde
impartió la cátedra de folclor y etnomúsica, hasta su muerte, el 3 de agosto de 2015.

Sus publicaciones incluyen los libros Bailes de tierra (1980), El cachimbo (1994) y La tonada.
Testimonios para el futuro (2006); además de los videos Danzas tradicionales de Chile (1994), La
zamacueca (1999) y Los del Estribo, cantos y danzas populares de Chile (2001).
VIOLETA PARRA
(1917 – 1967)

• VIOLETA PARRA CONSTITUYE UN


REFERENTE DE LA MÚSICA
POPULAR CHILENA PARA EL
MUNDO. SU VETA ARTÍSTICA SE
PLASMÓ EN NUMEROSOS MATICES:
ARTISTA DE RADIO, COMPOSITORA
Y RECOPILADORA FOLCLÓRICA,
ARTISTA PLÁSTICA, POETA...
Violeta Parra constituye un referente de la música popular chilena para el mundo. Su veta artística se
plasmó en numerosos matices: artista de radio, compositora y recopiladora folclórica, artista plástica,
poeta. Su obra pudo llegar al público masivo gracias a la efectiva relación que tuvo la artista con la
industria musical, convirtiéndose así en un ejemplo de cómo la industria y el arte pueden tener una
relación armoniosa.

Hija de una familia tradicional del sur de Chile, Violeta vivió su infancia en distintas localidades de la
zona de Chillán, sector donde tuvo sus primeras experiencias artísticas.

Tempranamente se inició en el canto. Ello le permitió en forma precoz, a los 17 años, cantar en
distintos restaurantes acompañada de su hermana Hilda. Luego de su traslado a Santiago, en aquel
mismo ambiente, conoció al ferroviario Luis Cereceda, con quien contrajo matrimonio en 1938 y
formó una familia. Su matrimonio terminó diez años después. La desilusión provocada por este amor,
marcó gran parte de la vida y obra de la artista.
Su existencia estuvo marcada por los constantes viajes, tanto dentro del país como hacia el
extranjero. Todas las experiencias obtenidas de este constante ir y venir, le otorgaron un notable
bagaje cultural y el conocimiento tanto de la realidad chilena, como del acontecer universal,
constituyéndose en una especie de testimonio de identidad desde Chile hacia el mundo.

Gran parte del movimiento musical chileno generado desde la década de 1950, tuvo en Violeta
Parra y su familia un punto de partida. Con estrechos lazos con el movimiento conocido como
Nueva Canción Chilena, Violeta reflejó también la evolución del canto popular a través de los
distintos espacios en que la artista tuvo que desenvolverse. Sus composiciones y recopilaciones,
además, fueron un punto de referencia para el posterior desarrollo de la música nacional,
transformándose en la principal figura de la historia de nuestro folclor.
Pero toda esa sensibilidad que plasmó en su obra, tuvo un triste desenlace en su vida. Su intensidad
hasta en las cosas más sencillas, sus fracasos amorosos y sus dificultades económicas, generaron
en ella una gran depresión que la condujo al suicidio el día 5 de febrero de 1967.

Su prematura desaparición, sin embargo, dio vida a una figura mítica, cuyas composiciones
continúan siendo recreadas tanto por músicos populares como doctos e inspirando las creaciones
de nuevas generaciones de artistas. La irreverencia de su discurso y su apasionada defensa de los
derechos de los sectores más postergados la han convertido en un referente para diversos
movimientos sociales y su vida ha inspirado varios libros biográficos e, incluso, una película,
Violeta se fue a los cielos (2011), de Andrés Wood.
Conclusión
En este trabajo aprendí la importancia del folclore chileno sus artistas folclóricas que nos a
acompañan desde mucho tiempo, en todas partes, las cuales son muy importantes para un chileno y
así reflejarle a otros países nuestra cultura y a la vez ellos a nosotros. Lo lamentable es que cada ves
menos, se respetan estas artistas, el folklore en algunos casos ha desaparecido, pero otras han
perdurado y ojala que lo hagan por siempre, para que así en futuras generaciones nuestra gente siga
mantenido viva nuestras tradiciones, nuestro folclor y así puedan decirle a otros países lo bonito que
es nuestro país.
BIBLIOGRAFÍA

• http://www.memoriachilena.gob.cl

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