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HISTORIA DEL DERECHO

LA TAREA DEL HISTORIADOR


DEL DERECHO
FUENTE: UN VIAJE POR LA HISTORIA DEL DERECHO. RABINOVICH BERKMAN,
Ricardo D. Editorial Quorum 2002.
Nos acercaremos ahora, brevemente a la
temática metodológica.
¿Qué hace un historiador del Derecho?
La respuesta arroja cuatro momentos
básicos, bien diferenciados, a saber:
 Formulación de la investigación.
 Búsqueda en los testimonios.
 Ordenamiento del material hallado.
 Exposición de los resultados.

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DERECHO. RABINOVICH BERKMAN, Ricardo D.
Editorial Quorum 2002.
ETAPA INICIAL
Antes de comenzar a trabajar. el historiador del
Derecho debe delinear claramente tres límites :
temático, geográfico y cronológico.
Puede plantearse la hipótesis de tarea o no (por
ejemplo, "averiguar si el Código Civil alemán de
1900 influyó en las nuevas ideas doctrinarias
civilistas peruanas previas al Código de 1936").
Pero estas hipótesis han de ser siempre tentativas
y supeditadas al resultado de la pesquisa, no
determinantes de ella para evitar caer en el
defecto de torcer la reconstrucción.
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Editorial Quorum 2002.
Una vez formulada la delimitación tripartita el
historiador debe elaborar su programa heurístico,
palabra derivada del verbo griego eyrísco, que
significa 'descubrir‘ (de donde también proviene el
famoso grito de Arquímedes "¡Eureka!" -cuando
salió bailando desnudo por las calles de Siracusa,
loco de alegría por haber descubierto la solución
al problema del volumen de los sólidos- que se
transformó en el mejor símbolo que existe en los
anales de la Historia del investigador feliz por su
hallazgo).

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ETAPA HEURÍSTICA

Este es el momento clave, aunque todos son


importantes. Es el de la pesquisa propiamente
dicha. En él, el historiador toma contacto con las
fuentes, las estudia y analiza, y extrae de ellas,
por medio de fichado, fotocopiado -cuando es
posible y lícito hacerlo- o las técnicas que resulten
apropiadas, el material que le parece conducente
a la reconstrucción del pasado que ha encarado.

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Las fuentes históricas suelen clasificarse en directas
o inmediatas, e indirectas o mediatas. Las primeras
son las que ponen al historiador en contacto con la
realidad pasada que desea reconstruir. A veces, son
contemporáneas a ella (como un expediente o un
acta). Otras, son posteriores (así, el recuerdo de un
testigo presencial): Las segundas contienen un
previo contacto de otro sujeto (el intermediario) con
el testimonio. Como principio, las fuentes indirectas
suelen requerir un grado de crítica más incisivo y
profundo que las directas.

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En realidad, ninguna fuente es totalmente "directa"
en Historia, porque todas ellas son huellas de la
realidad social desaparecida que se pretende
recuperar. Ninguna de ellas "es el hecho“. Así como
el paleontólogo busca saber, a partir de una pisada
de dinosaurio fosilizada, la forma, el tamaño y el
peso del reptil extinto, el historiador pretende lo
propio con los hechos e ideas del pasado.
El acta de la Declaración de Independencia no es la
declaración de independencia como hecho en sí,
pero es una evidencia plasmada de modo directo y
contemporáneo.

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No todas las fuentes son documentales. Hay
evidencias materiales, tales como restos
humanos (los cadáveres de los visigodos
españoles, por ejemplo, al hallarse enterrados
muchas veces con atuendos germánicos,
permiten presumir la continuación de hábitos
culturales de ese origen por debajo de la
romanización), construcciones arquitectónicas.

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Hay testimonios "deliberados" y testimonios
"espontáneos". Estos últimos, son los que se
generan sin que exista una intención en ese
sentido. Por ejemplo: los restos humanos que
muestran la existencia de un asentamiento
prehistórico. Estos requieren un trabajo más de
interpretación que de crítica. Los testimonios
"deliberados" son producto de la acción voluntaria
del hombre. Pueden haber sido confeccionados
para servir como testimonios o no. Tal es el caso de
una sentencia.

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Sentencia: normalmente, el juez la concibe como
medio de resolución de un conflicto, pero luego,
pasado el tiempo, puede ser empleada como
fuente para conocer las ideas e instituciones
jurídicas que en ella se trasuntan.
Este tipo de testimonio exige un grado importante
de crítica, pero ninguno tanto como los del último
grupo: los que fueron hechos a sabiendas de que
serían testimonios.

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ETAPA SISTEMÁTICA
Una vez que el historiador posee su arsenal de
datos extraído de los testimonios que le reportan
los segmentos de ese pasado, cuya
reconstrucción procura, debe sentarse y
"armarlos" como quien resuelve un
rompecabezas.
La crítica -que ya sabemos es un ingrediente
imprescindible en el trabajo historiográfico, al
punto de que, sin ella, no hay verdadera Historia
científica- se ejerce a lo largo de todas las etapas
de la tarea.
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La etapa sistemática se ha hecho hoy mucho
más sencilla mediante el uso de las
computadoras, que permiten ir volcando el
material recopilado y prefigurar, sea mediante un
documento de procesador de textos o una base
de datos, la forma definitiva que tendrá el trabajo.

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ETAPA EXPOSITIVA
La mejor de las pesquisas puede quedar reducida
a un pésimo trabajo si no es bien expuesta. Como
se observa, las cuatro etapas están hasta tal
punto encadenadas entre sí, que es muy difícil, a
veces, delinear sus límites. La estructuración
normal presenta tres segmentos: planteo,
desarrollo y conclusiones.

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En el primero, se explican las razones de las
delimitaciones cronológica, espacial y temática;
se expone cuáles han sido las fuentes o tipos de
fuentes empleadas, las hipótesis de trabajo o
cuestiones planteadas, si las hubo, y cualquier
otro comentario previo que se desee compartir
con el receptor.
En el segundo, se lleva adelante la
reconstrucción propiamente dicha volcando, de
un modo crítico y sistemático, el material
recopilado y ordenado.

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En el último, si se cree oportuno introducirlo
(muchas veces, puede resultar mejor dejar
"abierto“ el trabajo), se vierten los resultados de
la tarea, que pueden ser respuestas o nuevas
hipótesis o reflexiones finales.
Un aspecto que cobra particular importancia, en
este momento, es el del lenguaje a emplear y el
estilo en general. Estos factores no dependen de
la investigación en sí, sino de los destinatarios
previstos para el trabajo.

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Otra consideración es la forma en que se ha de
indicar al receptor cuál ha sido el fundamento
testimonial del trabajo. Ello se hace
normalmente por medio de notas, que pueden ir
al pie de la página (lo cual es, sin dudas,
conveniente, pues no distrae al lector) o al final
del capítulo (es el estilo en los Estados Unidos
de América y otros países). Esas notas deben
ser claras y ayudar al lector para que, si lo
desea, pueda "someter a examen“ el trabajo. En
otras palabras, ejercer, a su vez, la crítica.

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