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REG(MENES DE HISTORICIDAD
Presentismo y experiencias del tiempo
lA: ..... e
UNIVERS1DAD
IBEROAMERICANA
aUDAD DE MDK:o
OapAKrAMBNTO Da HISTORIA
Título original
Rtgim~s d'historicité. Présentism~ ~t expéri~nc~s du te
Éditions du Seuil. Paris. 2003 mps
ISBN 2-02-059328-9
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
BIBUOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO
Hartog. Francois
D 13 H3718.2007
Nadie duda de que existe un orden del tiempo o. mejor dicho. órdenes que
han variado de acuerdo con los lugares y los tiempos. En todo caso. se trata de
6rdenes tan imperiosos que nos sometemos a ellos sin siquiera darnos cuenta:
sin querer, e incluso no queriéndolo. sin saberlo o a sabiendas, de tan obvios
que resultan; órdenes contra los que choca quien intenta contradecirlos. En
efecto. las relaciones que una sociedad mantiene con el tiempo parecen estar
poco sujetas a discusión y resultar apenas negociables. En la palabra orden
caben de inmediato la sucesión yel mandato: los tiempos. en plural. quieren
o no quieren; los tiempos hacm labor de venganza también, restablecen un or-
den que se ha perturbado, hacen labor de justicia. Asimismo. decir orden del
tiempo arroja de entrada nuevas luces sobre una expresión que puede parecer
enigmática en un principio: regímenes de historicidad.
En los albores del siglo v antes de nuesrra era, el filósofo griego Anaxi-
mandro recurría ya a la primera expresión, precisamente para indicar que "las
cosas que son se hacen mutuamente justicia y reparan sus injusticias según el
orden del tiempo".1 Para Herodoto, la historia. en el fondo, era el intervalo
-medido en generaciones- que transcurría entre una injusticia y su ven-
ganza o su reparación. Al indagar de alguna manera en torno a los plazos de la
venganza divina. el historiador es entonces aquel que. gracias a su saber. puede
atar y hacer ver los dos cabos de la cadena. Tal es. enefeetó. el significado de
la historia del rey Creso, quien al pasar de la dicha al infortunio. paga con
que son es también aquello hacia lo que retornan, como efecto de la destrucción según la
necesidad; pues se hacen justicia mutuamente y reparan sus injusticias según el orden del
tiempo (kal4:l toN chronou laXin)". Véase L~J p"Jocrat;qu~J. editado por Jean-Paul Demom.
Biblio.heque de la Pléiade. París. Gallim..d, 1988, p. 39.
19
FRAH~OISHART()(j
10
RE6IMf.NESOEHISTORICIDAD
LAs BRECHAS
6 Paul Rlcoeur, La mlmol...: l'hImJI.... l"uhlJ. Parla. Seull. 2000, p. 1. [La _orill, 14
hisroria, elolvitJo. Buenos Aires. I'CJ!, 2004). V~ lambil!n. del mismo autor. "M~moirc:
approchcs historiennes, approche philosophique". Le D/bat. 122.2002. pp. 42-4.
7 Michd de Certeau, Hlstoi... rt psychltnlt/ysr en.... sdenrr et firtlon, París. Gallimatd.
1987. p. 89 [Hlstorill, psicoltmi/isls en.... denda, firddn. nueva <d.• revisada y aumentada.
Máicom Via-Depanamemo de HistoriallTESO. 20031. y véase Jean Lcduc. Ln hlstwinss rt
14...• op. rlt.
• V60nac KrzysztofPomian, "La erile de ('avenir". ano cit.• pp. 233-62, Y Man:eI Gauchet.
úttlñtt«"lIiu"".... elú-mhne. Par/s. Gallimatd. 2002. pp. 345-59.
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FRAN~OIS HARTOCi
ese túnel en d que el hombre se imerna a obscuras, sin saber a dónde lo conducirán
sus acciones. sin ccrrcz.as sobre su destino. desposeído de la ilusoria seguridad de una
ciencia de lo que hace. Privado de Dios. d individuo democrático ve temblar en este fin
de siglo las bases de la divinidad historia: angustia que deberá conjurar. A esa amenaza
de la incenidumbre se añade, a su entender, el escándalo de un porvenir cerrado. 10
Laff~~t. Calmann-Uvy: 1995: p. ~~8. [El pasado de una ilusión, Madrid, fCE. 1995].
PauJ VaJby. Essau quas, po/'t'queJ, CEuvreJ 1, Bibliotheque de la Pléiade, París. GaUi-
mard. 1~57,.p, 993 (carta que primero apareció en inglés en 1919) y p. 1063 (conferencia
en. la universIdad de los AnaJes. 1935). En 1932 retomaba. en una conferencia que dio con el
mls~o enfoque, su diagn~stico de 1?~9 ~obre el desarrollo del Hamlet europeo.
1993, :.ti hane
Moses, L~ngt! tk J'hulO,rr. ROJmzUJt!ig, Bmjamin. Schokm, París. Bdfond.
22
REG[MENESDEHISTORIClDAD
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FRAN~OtsHARTOG
16 Rene!: Char, Feuillets d'HypnoJ, 62, CEuv"J comp/;w, París. GaJlimard, 1983 (Biblio-
rheque de la Pléiadc), p. 190. Estas notas, escritas entre 1943 y 1944, fueron dedicadas a
AJben Camus.
17 Véase Étienne Tassin, Le trisar perdu, Hannah A"ntil n1lulJigmce tÚ l'action poütiqw,
París, Payar y Rivages. 1999. p. 32.
:: V~ Hannah Arendt, lA crisetÚJa CUilU", París. Gallimard. 1972, pp. 13 Y 14.
¡biJ., p. 19.
20 Véase: H~nnah Arendr~ Us origines tiu lolalilansme, París, Gallimard, 2002 (Quano),
p. 867. {Los ongmes tÚl lOlalzlarmno, Madrid, Alianza, 2006].
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REGIMENESDE HISTORtCIOAD
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FRAH(OISHART06
22 Michel Oeguy. Au mj~t d~ 5hoah. Ü film ck Cla.ud~ lAf1zmtl1l11, París. Belin, 1990, p. 40.
23 Véase Vosef Hayim Yersushalmi, Zokbor. Histoir~ juive el mbnoire juive. er. al francés
por E. Vigne. París. La. Découverre. 1984. p. 12. (Zojor. La historiajudlay la. memoriajuála,
Barcelona, Amhropos. 2002). Sylvie Anne Goldberg, Ln CkPSJ'd". Essai sur la. pluralitl tks
tempI dAns k judalsme. París. Albin Michel, 2000, pp. 52-55.
24 Véase Charles S. Maier. "Mémoire chaude, mémoire froide. Mémoire du faseisme,
mémoire du communisme", Le Dlbat, 122. 2002. pp. 109-117; véase también Anne-Marie
Losoncsz.y. "Le paerimoine de l'oubli. Le pare-muste des statues de Budapese". Elhn%gie
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REGIMENESOEHISTORIClOAO
franraist, 3, 1999, pp. 445-451, cuya autora presenta ese museo al aire libre, un tanto aislado
y aún sin termioar del todo, que reúne las estatuas de la era comunista. Conservar para hacer
olvidar.
25 Renaud Dulong, Ú t;moin oculairt.l..nconáiriom Jodaks tÚ' IÍJtr~tarion pn'1Onn~Ik, París,
~ole des Hautes trudes en Sciences Sociales, 1998; Annette Wieviorka, L m áu timo;'" París,
Plo~61998; FranIYois Hartog. "le témoio et I'historieo", CradhilJa, 27. 2000, pp. 1-14.
. Kerwin L. K1ein, "On the Emergence ofMemory in Hisrorical Discourse", &/Jrrrnf-
tllf,om, 69, 2000, pp. 127-50, Y PolitiqutIdt I'oubli, Lr gmI'Y IJUmain, 18, 1988. Acerca del
historiador que "perturba" y a la vez salva la memoria, véanse Pierre Laborie, l..n Franrais tk¡
annü¡ tT'oubln, París. Desdée de Brouwer, 2001, pp. 53~71, Y Régine Robin La mlmo;rt
¡aturü, París, Stock, 2003. '
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HISTORIAS UNIVERSALES
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RIGIMOlESDt:HISTORIOOAO
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R[GIMENfSOEHISTORIOOAO
4" Emen L3brousse. Esquisu du mOUllnrlfflt dn prixa án TnInIUS NI Franu au XVIII' ¡;}ck
París. Dalloz. 1933. •
pp. 4,
;:~~;;;~d Braudd, "Histoir~ ce scicncc:s socialcs.La longu~ durtc-, Annaln ESe. 1958,
. 4~Claude Uvi·Strauss. Rau u hútoi". UNF.5CO. 1952 (La Question raci:al~ dcvant la
sc.l~nce moderne). retOmado en AntIJrop%gi~¡tructuraú 11. París. Plon, 1973. pp. 3n-431.
[Anl'P'Op%gla NrruCtuTa/2. México. Siglo XXI, 2001J.
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FRAH~OIS HAATOG
a un personaje que sube una escalera, y que añade con cada u.no de sus movi~ie:ntos
un nucvo peldaño a todos los quc ha conquistado ya; más bien recuerda al Juga~or
cuya suene está repanida entre varios dados [... ] s610 de: Ve'/.en cuando es acumulatl~a
la historia, es decir, las cuentas se suman para formar una combinación favorable:.
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RrGrMENESOEHISTORIClOAO
REGIMENES DE HISTDRICIDAD
51 Francis Fukuyama, La fin d~ I'Histoir~ f't Ü d~rni~r Homm~, París, Flammarion. 1992.
pp. 11 Y96 [El jill df' la /Jistoria y f'lúltimo /Jombr~. México. Planeta. 1992]; y Jacques De-
rrida. Sp~crm d~ Marx. París. Galilée. 1993 [&p~Ctrof d~ Marx, Madrid. Trona. 1995], es.
principalmente. una extensa crítica a la tesis de Fukuyam:J.
54 ¡Tampoco Robert Bonnaud -quien por cierto no esperó hasta 1989 para cr~r o volver
a creer en una historia universal- piensa que ha rerminado! Sin embargo. al verse beneficia·
das por las interrogantes actuales acerca del tiempo. sus investigaciones han merecido mayor
arención. En efecto. habiendo explorado desde su juventud los mecanismos temporales. busca
detectar lo que ~llIama los "hitos históricos mundiales". documenta cienos sincronismos (por
ejemplo. el año 221 antes de nuenra era. que influyó tanto en el mundo mediterráneo como
en el mundo chino). Publicó en 1989 L~ Jyft;m~ d~ l'huloi". París. Fayard. y desde entonces
ha afinado y precisado sus análisis. convencido de que la historia no p:tdece "un exceso de
fechas. sino la ausencia de una cronología razonada". Véase Roben Bonnaud. 70urnann ~t
plriodf'f. París, tdirions Kirn~, 2000, p. 13. Sus invesrigaciones deberían permitir esbozar series
de "curvas planetarias" y reivindican un alcance predictivo. Véanse, por último. las reflexiones
de Jean Baechler. quien propone un esbozo de una hinoria universal en Esquisu d'u,,~ /Jistoi"
unit~rulk. París. Fayard, 2002.
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fRAH(OISHARTOG
ninguna manera que deba esconder la cabeza como avestruz, ni que ~enga
que confinarse en los archivos o cenirse de manera estricta ~ s~ peno~o.
Tampoco busca reactivar una hiscoria movida por un dempo unJco~ regido
en exdusiva por el staccato del aconrecimienco o, al revés, por la len[ltud del
largo o el muy largo plazo. No se reata de prescindir de tO~Os los re~ursos
de inteligibilidad que apona el reconocimientO de la pluralidad del [lempo
social; de codos esos tiempos superpuesros, imbricados, desfasados, cada
uno con su propio rirmo, que Fernand Braudel, seguido de muchos autOres
más, puso con pasión al descubierto. Tiempos que han enriquecido de modo
considerable el cuesrionario de las ciencias sociales, que 10 han afinado, y lo
han hecho más complejo.
Formulada a parrir de lo conremporáneo, la hipótesis del régimen de
hisroricidad debería permidr desplegar un cuestionamienco "hiscoriadoc" en
corno a nueStras relaciones con el tiempo. Historiador en el sentido de que
opera en varios tiempos e instaura un vaivén eocee el presente y el pasado o,
mejor dicho, los pasados, en ocasiones muy distantes, tanto temporal como
espacialmente. Ese movimiento consdcuye su única especificidad. Si partimos
de diversas experiencias del tiempo, el régimen de historicidad intenta brindar
una herramienta heurística, que conceibuya a aprehender mejor no el tiempo,
ni todos los tiempos ni el todo del tiempo sino, principalmente, momentos de
crisis del tiempo, aquí y allá, jusco cuando las articulaciones entre el pasado,
el presente y el futuro dejan de parecer obvias. ¿Acaso no es eso, antes que
nada. una "crisis" del tiempo? Busca también una manera de proporcionar
nuevas luces, casi desde dentro, en torno a las interrogantes de hoy acerca del
tiempo. marcado por el carácter equívoco de las categorías: ¿estamos ante un
pasado olvidado o más bien ante un pasado recordado en demasía? ¿ante un
futuro que prácticamente ha desaparecido en el horizonte o ante un porvenir
más bien amenazador?, ¿ante un presente que se consume en forma ininte-
rrumpida en la inmediatez o ante un presente casi estático e interminable, poi:
no decir eterno? Asimismo. permitiría entender mejor los múltiples debates
abiertos por doquier en torno a la memoria y la historia. a la memoria conar
la historia, al "nunca bastante" o al "ya demasiado" patrimonio.
Operante en ese espacio de interrogación que ha concribuido a p
c~r. la no~ión cobraría valor por y para esos movimientos de ida y vuelta.
bien es Cierto que cada ser tiene una experiencia del tiempo, desde si
n~.se trata aquí de tomarla en cuenta en su integridad. yendo de lo
vlvld~ a lo más elaborado. de lo más intimo a lo más compartido. de lo
orgánico a lo más abstracto. 55 Nuestra atención, insisto, está enfocada
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REGfMENES DE HISlORtClDAD
todo y sobre codo hacia las categorías que organizan esas experiencias y que
permiten expresarlas; de manera más exacta at¡n, hacia las formas o los modos
de articulación del pasado, el presente y el futuro como categorías o formas
universales. 56 ¿De qué manera, variable en función de los lugares, los tiem-
pos y las sociedades, se ponen a funcionar dichas categorías, que son a la vez
categorías de pensamienco y de acción? ¿De qué manera logran hacer posible
y perceptible el despliegue de un orden del tiempo? ¿De qué presente, con
miras a qué pasado y a qué futuro, se trata aquí o allá, ayer y hoy? El análisis
está enfocado a un más acá de la historia (como género o como disciplina),
:llIn cuando roda historia, sea cual fuere, a final de cuentas, su modo de ex-
presión, presupone, remite a, traduce, traiciona, magnifica o contradice, una
o varias experiencias del tiempo. El régimen de historicidad pone a nuestro
alcance una de las condiciones de posibilidad de la producción de hiscorias:
según las relaciones respectivas del presente, del pasado y del futuro, ciertos
tipos de historia son factibles y OtrOS no.
El tiempo histórico, si adoptamos aquí la opinión de Reinhart Koselleck,
lo produce la distancia que se crea entre el campo de la experiencia, por una
parte, y el horizonte de espera, por la otra: el tiempo histórico se engendra
por la tensión entre ambos. 57 El régimen de historicidad se propone arrojar
nuevas luces sobre esa tensión, y estas páginas trabajan en torno a esa distancia;
mejor dicho, en torno a los tipos de distancia y a los modos de tensión. Según
KoseIleck, la estructura temporal de los tiempos modernos, marcada tanto
tr. al francés por A. Escudier, París, Hautes ttudes Ga.llimard, Le Seuil, 1997, pp. 201·204,
principalmente.
56 En "Le langage et I'expüience humaine", tmile Benvenisre proponía una distinción
entre el "tiempo lingüístico" y e! "tiempo cr6nico": e! primero es "e! tiempo de la lengua",
medi:J.nte la cual "se manifiesta la experiencia humana del tiempo", mientras que el segundo
es "el fundamento de la vida de las sociedades". Prob¡;m~J du ¡ancagt'. P:J.rís, Gallim:J.rd, 1966
(Diogcne). pp. 3·13. El régimen de historicidad formarí:J. parte de ambos. Cabe t:J.mbién
remitir aquí :J.las observ:J.ciones de Norbert Elias acerca de las nociones de puado. presente
y futuro: MLos conceptos de pmado, de p"rmu y de futuro expresan la relación que se esta-
blece entre una serie de cambios y la experiencia que de ellos vive una persona o un grupo.
Un inst:J.nte determinado dentro de un flujo continuo sólo cobra e! aspecto de un presente
en relación con un ser hum:J.no que lo vive. mientras que arras inst:J.mes cobran e! aspecto.
de un pasado o de un futuro. En su calidad de simbolizaciones de periodos vividos, estas
[fes expresiones no s610 representan una sucesión, como el año o el binomio 'causa.efeclO·.
sino también la presencia simultánea de esas tres dimensiones del tiempo en la experiencia
humana. Podríamos decir que pasado. pnunu y fuwro constiruyen. aun cU:J.ndo se trata de
tres palabras disrimas, un solo y único concepto". Véase Norbert Bias. Du Tnnps, op. ril.,
p. 86; vid. ¡lIfta, cap. 2, pp. 82-83.
57 V¿:J.Se Koselleck, üfimlr pflir¿, op. cit., p. 314.
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FRAN(OISHAIlIOCi
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REGIMENES DE HISTORICIDAD
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CApíTULO 4
MEMORIA, HISTORIA, PRESENTE
"Francia debe recomponer sus anales para ponerlos de acuerdo con el progreso
de la inreligencia". La fórmula está. una vez más. tomada de Chateaubriand:
la proponía en el prefacio de sus Estudios históricos mencionados en el capítulo
precedente. Él se mostraba como un historiador superado por la historia:
"Escribía la historia antigua. y la historia moderna llamaba a mi puerta". J
¡De nuevo la historia, de prisa como el correo, iba más rápido que él! Sería
necesario -señalará en sus Mnnorias- poder "hacer historia a bordo de un
carruaje". En Alemania, Lorenz von Stein, teórico de la historia. señalaba
de la misma forma en 1843: "Es como si a la hisroriografía se le dificultara
seguir la historia".2 Por supuesto, al afirmar esto, Chateaubriand seguía
siendo amo, pues hacía de su propio anacronismo el móvil y el motor de su
escritura. En cuanto a la recomposición de los anales según el progreso de
la inteligencia, es decir, plenamente sincronizados con el régimen moderno
de historicidad. esta tarea no era finalmenre para él. En efecto. era la joven
generación de historiadores liberales. comenzando por Augustin Thierry. la
que debía encargarse de ello.
De hecho. la historia nacional se conveniría durante mucho tiempo en
el gran tema de los hisroriadores franceses y el lema de Chateaubriand podría
figurar en el epígrafe de numerosas obras. o cuando menos de las más audaces
a todo lo largo de los siglos XIX y xx. seguramenre hasta Lavisse. incluso hasca
la empresa misma de Lo! lugar" d. memoria de Pierre Nora. Claro está. no
es que la situación fuera la misma. pero tanco para Chateaubriand en 1830
127
flWl(OISHAJlT06
J Pie= Nora (dir.). Les Lin<x tÚ minwi,., Uf, Les FwuIa, l. PariI,
11-32.
• J789. lA commImtJ"'lÜm (vol. eolectivo, Parls, Ga1limard, 1999)
apareados en ú DiINu JOb.. el bicentenario de la Revolución en-
BimJtnI4i,. de '" Jl/wlulÜm ftrz"fllíse. Ptrttü¡ues soci4Ies ¿'_
&litio.... 2000.
l V'ut ¡,,¡;., pp. 179-181.
128
REGIM(IUS Of: HtSlORKIDAD
129
FRAN~OIS HARTO(;
'No podría incluirse, tan solo como hipótesis, al régimen moderno de bino-
~icidad entre esas dos fechas simbólicas que son 178? y 1989? ¿Será necesario
llegar a pregonar que manifiestan su enrrada y su salida de la escena de la gran
historia? ¿O que por lo menos marcan dos paus~, dos fallas en el orden dd
tiempo?lO Desde ese puntO de vista, el 11 de septiembre de 200 1 ~o .aportará
un cuestionamiento fuerte a dicho esquema, a menos que la administración
estadounidense haya decidido colocarlo como punto cero de la historia mun.
dial: un nuevo presente, un único presente, el de la guerra contra el terrorismo.
En todo caso, el 11 de septiembre llevó al límite la lógica del acontecimiemo
contemporáneo que, al dejarse ver en su propia constitución, se historiza en
seguida y es ya, en sí mismo, su propia conmemoración: bajo la mirada de
las cámaras. tl En ese sentido, es absolucamente presenrista.
Entre los actores mismos y entre aquellos que casi inmediatamente
han imentado dar cuenta de ello, la Revolución francesa pudo ser descifrada
notablememe como un conflicto entre dos regímenes de historicidad. Se
imerpeló al pasado, se invocó ampliamente a Roma y a Plutarco, todo para
proclamar a codo lo aleo que no existía modelo y que no era necesario imirar
nada. La trayectoria del mismo Napoleón puede aclararse bajo esta misma luz.
Llevado por el nuevo orden del tiempo, siempre quiso adelantarse a sí mismo
-"iba tan rápido que apenas tenía tiempo de respirar por donde pasaba·,
hacía ONU Chateaubriand- y quedó, no obstante, fascinado por los hiroes
de Plutarco hasta entrar de espaldas en su fumro, como lo señalaba Valúy,
haciéndose pasar por un seudoheredcro de un linaje. J2 Él también tejió su
destino de héroe finalmente trágico entre dos regímenes de historicidad.
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RKIMDUS O( HISTOIIODAD
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FRAH(OISHAIITOG
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Tal ha sido el caso del gran modelo de la historin mngistrn antigua (de!
que no hatá falta por lo demás exagerar e! carácter uniforme o que comprende
rodo).'? Fue retomado por la Iglesia y por los clérigos medievales cuando
asumieron la tarea de escribir la historia. Más profundamente, el régimen
cristiano pudo combinarse con e! de la historia magistrn. en la medida en
que e! uno y el otro miraban hacia el pasado. hacia un ya. incluso si el ya de
los Antiguos no era de ninguna manera el de los cristianos (actuando sobre
e! horizonte de un todavía no). No quiere decir que este antiguo régimen de
historicidad no haya conocido muchos cuestionamienros durante su larga
historia. Por ejemplo. en Francia. durante la segunda mitad del siglo XVI.
Entre muchos indicadores posibles. podríamos recordar la publicación en
1580 de los Emayos de Montaigne. en los que se ve el exemplum antiguo des-
estabilizado en un mundo en perpetuo movimiento. Se destruye mientras se
convierte en "singularidad". 18 Decidido a ser un nuevo Plutarco, Montaigne
escribe /inalmente los Emayos. "Es a mí a quien describo·, lanza la advertencia
a! lector. De! mismo modo. un siglo más tarde. e! estallido de la Querella
entre los Antiguos y los Modernos (1687) marcó un momento decisivo de
la crisis de! tiempo. Si. como lo demuestra Perrault. los Modernos superan
a los Antiguos. si ha habido progreso y perfeccionamiento en casi todos los
campos. es necesario que el tiempo no actúe todavía sobre un futuro del que
vendrá la luz. La perfección casi puede alcanzarse en el siglo de Luis XIV."
En efecto. ¿cómo autorizarse a pensar más allá del soberano absoluto?
En /in. no se puede pasar de un régimen a otro sin periodos de conlliero.
Se producen interferencias. frecuentemente trágicas. La Revolución fue uno
de esos momentos. Colocado entre Volney y Tocqueville. Chateaubriand nos
guió; él. que no cesó de observar y de convertirse en comentarista de esos
riempos intermedios y de sí mismo. atrapado y constituido por esos intervalos.
Con este mismo enfoque incluso aumenta la inteligibilidad del destino de
Napoleón.
3?~~.Sobre la longevidad de la his_a ""'gis""" ,,;J. Kooelleck. lA ft"'. pIIUJ, "p. riL. pp.
10
fRAN(OISHAATOG
134
RE<;[MEHESDlHISTORlODAD
135
FRAN~OIS HARTOG
2' Marco Aurdio. Pmsüs (Pmsam;mlos), 12. 3. 3·4. [Pmsamientos; '4rt41, ..........
Madrid, Tecnos, 2004J.
26 Goethe, &,ond Fausr, v. 983 t. Vid. Pierre Hadot... 'Le préscnt seu! est nQUe
la valeur de l'instant présem cha Gocthe et dans la philosophic antiquc·, .
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ItKlMlMUDlHlSTOllKJ04D
29 Éric Michaud. "Le p~nt des avant-gardcs·, en HistDirr ~ l'tm: 11M tIisd~ ... SIl
frontiim. París, Fernand Hazan, 2005.
30 André Gide, L'!mmoraliste. París. Mercurc de France. 1961, p. 60. [El in11llJ1lÚist4.
M.ddd, Cóted.., 1998J.
. 31 En muchas ocasiones. Luden Febvrc responde a Valéry. abandonándolo a la historia
Sin vida y reprochándole ignorar la historia viva (1941): vúl ComlNlts ptnu /'hinoirr. París.
137
FRAN~OIS HARTOG
1J1
RE(iIMENESOEH1STOAlCIDAO
139
FAAH~OlS HAflTOG
[El n_
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f'4St4W_, Barcelona, Anagrama, 1999].
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seudocld.co <onsumible", se indica además que, en el tiempo ~
al presenre". (ú S«iN tÚ< 1f'«t4rk, París, BuchetlChasrel, 1967, P. 1
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141
_ pua an par ... m e '" hará bre: el cu.wdo .....
WDCIIIr mo qu era prev<c el p...do. ha",,,,, puado
anra «ir Iubu cdid mo prncntC'. pero esta muada o la su,..
6 el pracolC' E.u. u:nc:kncu, a ¡"."amblitr el futuro en futuro antel'l«
lIcpr huta'" c:ana'un l. el JO de malo de 1994 1"" per~
viJcaban aJ que tocbvla cra d prcSlJeOle MlUcrrand. ¡Va OtrOS
DO otraI COItWnbrcs! Eu. en umcntc un año ames del fin csrab
fU mmdalO. TocJo d ,uego con IStiO en hacerlo hablar como si fuaa
rrW wd< como I ya '" hubiera ,do e incluso (¿por qué Iimirancl)
atuvlCn mucno y enterrado. Y.l que se Je pidió que mencionara ¡el
que habla cJcgado! P.ara estar seguro de ser el primero en dar la
6naJmentc no hay nada mejor que anunciar como sucedido lo
no ha lcmdo lugar. E.s una respuesta mediatizada y mediática a la
gun.. provouuva hecha por Kan" •¿Cómo es p<»ible la
Rcspucna: porque quien hace las predicciones realiza y O
loa sucesos que anunció por addanlado". 48 Sin duda se traQ
mcdutica a pnori, pero también se conoce una forma po~
ba,o el nombre: d. efecto d. anuncio. De hecho. toda la P
terrand. ciad. la viJira inaugural al Panteón huta la doble
de loo /UnaaIa, pasando por el asunto Bowquer, emavo
cid tiempo. Que haya intenrado escapar O serví"" de ella
liJado pan CIOA. Todavla 1Ievada por d futurWno. al
al poda. la '"'Iuiada cui de inmediato tcCDconuó la
J*rimonIo. y la obIipdoaa lOClaIa cid praentiamo.
ola.
iméuicamen... nuaao pn:sente está mú que UIIiaIlt
• no a que de predicdona. Se rodeó de c:xpertDI, •
puar. SoIJdrado. d hisroriador le ha <DCOntrlldo. en má.
lII1IIonada como apmo de la memoria y prao en d eúl:uIq
&. ...-.- crer6 encotUIU en loo lOadcoo su " " -
de ~ en d poncnir, liD movene cIcJ
bar. .... ~"- a aanoporadalCia
., deade. impacepdblemen.... convadrle la
- o aa_múwde. Lo que
RfGIMENESOfHISTGaKlOAtl
143
FRAH(OISHAIlTOG
144
REGIMENESO(HISTOllKJDAO
en relación con el tiempo. No fue sino hasta 1998 que el amiguo secrerario
general de la prefe,crura de la Gironda fue condenado. en Burdeos. por su
complicidad en cnmenes en comra de la humanidad, es decir. cincuenta y
cincO años después de .Ios acr~s i~3criminarorios y como resultado de un juicio
que duró novenra y. ClnC~ dlas. Anres que él, en J 994. se tuvo el caso de
Paul Touvier, e! antiguo Jefe de la milicia de Lyon. En principio indultado
en 1972 por el presidente Pompidou, quien deseó "correr el velo" sobre ese
tiempo en el que los franceses "no se amaron", veintidós años más tarde fue
condenado por crímenes en contra de la humanidad. Sin embargo. se traraba
dd mismo Touvier. Pero el tiempo funcionó al revés. Muy lejos de haber
traído e! olvido, reavivó la memoria, reconstruyó e impuso el recuerdo. Con
la temporalidad hasta entonces inédita creada por los crímenes en contra de la
hum:lnidad. el tiempo no "transcurre": el criminal permanece comemporáneo
a su crimen. 54
53 Nadie podia entonces saber que seria liberado de la prisión de la Santé por razones
médicas en septiembre de 2002. Pero la emoci6n provocada por su liberación -aceprada
únicamente por la aplicación de una nueva disposición de la ley- muesrr2 cl:;¡'r2menre que hasu
su muerte permanecerá como contemporáneo de su crimen. Pero nosotros también.
H Vid. infm, pp. 233.234. Henty Rousso, La Hantise du paJsl, mmtim IIWC Phi/lpp'
Prtir, París. Textuel, 1998, pp. 12-47.
H André Fermigier. La Batai/ü d, Pans: d,s Halks a Ú1 Pymmid,. Chroni'lu,s d'urbllnism"
Paris, Gallimard, 1991, p. 54. La serie de crónicas rea.liudas por Fermigier en el Nouwl
ObuTIIlltmr, después en Le Monde, permite seguir el fracaso de Les Halles y el surgimienro
progresivo del tema del panimonio.
145
fAAIl(OISHARIOG
)6lbld~m, p. 149.
.. ~~ Vid. el t:xp., ·LUIOpic Bc;\ubourg dix alu apres", Esprll, 123. 1987. ~
I...c Ccntre Pompldou. une UlOplC épui~c", L~ Dtbdl. 98, 1998. p. 102.
14.
ccnder a contemplar ¡cuarenta siglos de historia! El Gran LOtlvre, que perdió
su última (unción regalism con la partida del Ministerio de Finanzas, rerminó
de rransformarse en un inmenso espacio museístico: el museo más grande (los
príncipes no se conformarían con menos) y el primer lugar del parrimonio
universal de Francia (con la cámara en e! sótano de su galería de ventas).
Así, este presente, que aparentemente reina por completo, "dilatado",
suficiente, evidente, se revela inquieto. Quisiera ser en sí mismo su propio
punto de vista sobre sí mismo y descubre la imposibilidad de mantenerse ahí:
incluso en la rransparencia del gran escenario de Beaubourg. Allímire de la
ruprur.l, se revela incapaz de colmar la distancia que él mismo no ha cesado
de cruzar entre el campo de la experiencia y e! horizonte de la expectativa.
Encerrado en su burbuja, e! presente descubre que el suelo se esconde bajo
sus pies. ¡Magritre hubiera podido pintarlo! Tres palabras claves resumieron
y fijaron estos deslizamientos del terreno: mnnoria, aunque se trata de hecho
de una memoria voluntaria, provocada (la de la historia oral), reconstruida
(por tanto de b historia. para poder contarse fU histOria); patrimonio: 1980
fue decretado e! año de! Patrimonio -el éxito de la palabra y del tema (la
defensa, la valoración, la promoción del patrimonio) va a la par de una crisis
de la noción misma de "patrimonio nacional"; conmnnoración: de una con-
memoración a Otra podría ser el título de una crónica de los últimos veinte
años. Cada uno de estoS términos apunta hacia los Otros dos, lo que constituye
como el hogar: la identidad. 58
"7
FRAH(OISHARTOG
MEMORIA EHISTORIA
)ac<¡11J ucs Lc:G.offy Plc:rre Nora (dirs.). Fai"tklñulOi". Paris Gal.UmanL 197"-
IX YXl. naur 14 hUlDruI. Barcelona Laia. 1979]. •
141
REGIMEHUOfHISTOllKlDAD
62Tucídid~,I. 20-21. ~
6} Nora, ~Mémoire coll«eivc", en J. Le Golf. R. Ow'rier y J. RewI (dla.), LA 1
Hmo,.,-r, París. Ren. )978. pp. 400-401. (ú 1IfWN histfn'úI. Sil. . EcL ~jcro. 986).
149
fRANWI~HARTOG
Gol Maurice Halbwachs. ús Cadm sodaux tÚ la mtmoi" (1925), París, A1bin Mlchd, 19M.
p. 296; Marie-Claire Lavabre, "Maurice Halbwachs el la sodologie de la mémobe-. RidIIII
i~~:~~t"· 128, 1998, pp. 47·56. {Los marcor sodaln dt" la mt"moria, Barcelona. Anttuoppl.
150
REGIMtNlSOENISTORKlOAO
lecti\'a puede también formar pane del "territorio" del historiador o, rod:lvÍ3
mejor, convenirse en el instrumemo de la ascensi6n aJ poder de la hisroria
contemporánea. Ahora bien, Nora siempre rechazó el postulado de un cone
(artificial o ilusorio) emre el pasado y el presente. Por el contrario, a diferencia
de los aurores del informe al ministro, vuelve a "el historiador del presente"
para que haga "surgir conscie~tememeel pasado en el presente (en lugar de
inconscienrememe hacer sur~lr el presente en el pasado)". Sobre el tiempo,
adelll:is, la reAexión que urdiÓ a propósito del acontecimiento, sugiere una
relación entre el nuevo estatuto dado al acontecimiento en lIna sociedad de
consumo y lIlla forma de aprehender el tiempo: "¿Podría ser que el trato al
que sometamos el acomecimiento sea una manera (...] de reducir el tiem-
po mismo a un objeto de consumo y de conferirle los mismos afecros?"6?
Se indicaría ahí, a modo de sugerencia, Otro componente del presentismo.
Tomado en el tiempo del consumismo, el tiempo mismo se convierte en un
objeto de consumo.
El modo de ser del pasado es el de su surgimiento en el presente, pero
bajo el control del historiador. Tal es el postulado de Los lugar~s dr m~moria,
curo primer volumen apareció en 1984, El largo texto de inicio, titulado
"Entre memoria e historia", vale como manifiesro y exposición de la proble·
mática de conjunro. 70 De entrada, lo imponante es el ~ntr~ colocarse mfr~
historia y memoria, no oponerlas, ni mm poco confundirlas, sino servirse de
una y de otra. Recurrir a la memoria para renovar y ensanchar el campo de
la historia contemporánea (hacer, en realidad, a la memoria colectiva desem·
peñar el papel que para la hisroria moderna desempeñ6 la historia llamada
de las mentalidades). De ello resulta la apertura de un nuevo campo: el de
una historia de la memoria. Por Otro lado, una hisroria, entrada en su edad
crítica, preocupada por volver sobre sus pasos y su tradkión, .se torna capaz
de identificar los cambios que han intervenido entre memoria e historia,
en panicular en el marco de esas "histOrias-memorias" que, de Froissan a
Seignobos, pasando por Michdet y Lavisse, constituyeron la larga tradición
de las historias nacionales.
Todo ese primer texto de Nora esd colocado bajad signo de la acelera·
ción, "Aceleración de la historia", diagnosricaba de eorrada. La expresión tiene,
ella misma, una historia, al menos a partir del libro de Daniel Halévy, Ensayo
$obr~ la (lulllrtlción & la historia, publicado en 1948, hasta el de Jean-Nod
)eanneney, en 2001, ¿ Y0 más rápido la hiJfon'a?71 Pero y<l Chateaubriand hacía
151
fWH;OISHAflT06
151
FltAN~OlS HAllIOG
1~ Nor..l. ,MEroUI Lavi~s~: son rol~ d:ms 1:1. (ormation du S~ntim~nl nlllional-, " .
~~~~~:;~. ,uho'~puembrede 1962, retomado en Nou., Lt'1 L,t'1a tÚ mimoi". l• . . di.
1
,. 1'59 ronl Rc"n.l.n. l'r,rrr sur 1'Ac:ropok, ~n CE",'rrs comp/llt's. Pub, Calm¿nn-l.Iv)r. 1
1S4
R(liIMOmDf.IlISl0RJOOAO
155
FWI(OlSH,uTOG
82 Péguy, A nos 4mis, J nOJ abonniJ, en (EUvrN m pros~ ('()",p/}tn, 11. París, Gallimard. col.
Bibl. de la Pléiade, 1988, p. 1309.
157
FRAH~OIS HARTO(;
HISTORIAS NACIONALES
15'
fAAM{OISHUTOCi
93 Carine Fluckiger, ~Le Moyen Áge domestiqué. Les historiens narrativisres el la couleur
161
FRAH~OIS HARTOG
162
IIlG[MfN(SD(HISTOIIIClDAD
163
FRAN~OIS HAlITO'
164
REGIMENESDlHISTORKIOAD
y del todavía no, el Jft (panado por la Revolución) yel todavía no (la instau-
I<lci6n definitiva de la República) se reúnen y consuman en 1889. Aunque
falre mucho por hacer. se ha salido de los problemas de la espera. La historia
nacional, por canto, no puede más que triunfar, ella rambién, y Lavisse. que se
ha conv~rrid~ ~n su heraldo, .lIega a ser (junto con los LAvisu) su epónimo.
S, pollClca y pedagóglcamenre la síntesis lavissiana desempeñó un
papel importante. intelectualmente es pobre. Este triunfo es tambi~n un
canCO del cisne. Una vez encarnada la nación, resraba "ponerla en fichas". 102
En el fondo, faltaba acabar de levanrar la frontera hisrórica que dividía el
pasado de Francia (antes y después de la Revolución) para hacer servir todo
su pasado en defensa de la frontera, geográfica en ese momento, esperando
poder rechazarla (más allá de la línea azul de los Vosgos). He ahí el progra-
ma, casi ya en forma de orden de movilización. Cuando la guerra estalla, los
hisroriadores más jóvenes fueron efectivamente movilizados y la mayoría del
resco se consideraron como "movilizados en los servicios de la retaguardia",
según la expresión de Charles Petit-Dutaillis.
En seguida, en el corte despu~s de 1914, se produjo una fractura en
el orden del tiempo: una brecha. Tras los excesos sangrientos de las naciones
en guerra, los años veinte se tradujeron, desde el punto de vista de la his·
roria, ya sea en una retirada de lo nacional en dirección de lo social. ya sea
en una exageración de lo nacional, que son dos estrategias profundamente
direreores para volver a vincular el pasado y el futuro. "Desesperando de la
historia", que no ha sabido prever nada, acusa Paul Valéry, nuestro testigo ya
cirado, denuncia entonces este producto peligroso que vuelve a "las naciones
amargas, soberbias, insoportables y vanas" .103 Como si justamente no fuera
otra hisroria más que la historia nacional y la historia historizante. pronto
ridiculizada por Lucien Febvre.
Pero cuando. en 1919, Febvre asume la cátedra de la Universidad de
Esrrasburgo, comienza por plantear en su lección inaugural que OCia historia
que sirve" es "una historia sierva. Profesores de la Universidad francesa de
Esrrasburgo, ya no somos los misioneros descalzos de un Evangelio naci~
nal"'.104 Es rambién este rechazo el que finalmente le permite responder
afirmarivamenre a su pregunta inicial y central: (Tengo derecho·. c:s decir,
tengo todavía el derecho de hacer la historia en "el mundo en ruinas ?Es 6.
102 Ln Li~ux d~ mimoi" 11. op. cit.• l. p. 327. alllmud. col. 8IbI . . .
p . 10J P.aulV:lJ~ry. &gl1rdJ $U' k nw1UÚ IIt'tWL en a.,M'l't. Paró. G
l¡..d,. 1960. <. 11. pp. 921 Y935. ,...... do
11M F~bvre, "L'hiscoire dans Ic mondc en ruines-o Rww_~"""""
1920,p.4.
165
FRAII(OISH~RTOG
'66
RtGIMlNlSOlNISlOllOOJ,O
bre~e lib~o habrá cu~pli~o su pape.1 (.. -.1 si permite a los lecrores comprender
mejor, fipd?s por d,,~z,~glos de hlstona, los rasgos originales de la Francia
:J.crual, esta persona. O sea, una doble evocación, en forma de alusión
pero tan discrem que es casi para hapPYf~: para Michelet (por la "persona"):
para Marc Bloch (por los Caract~s originaks tÚ 14 historia ruralfranusa).
167
fRANtOtsHARTOG
107 P~guy, L'Argnll suiu, ~n CEUIJrt's en prou comp¡;t~s, /11, op. cit" p. 883; HenJi.......
~:;::,.~ie,~:,l~~~;I,q~~.;~4~~i;~~ire~ un~ l!(hiqu~ d~ I'hinorien". Rrwu tÚ~"
Dé~:v;;t:~IfI~;5~oss~, L'Empire du Jt11S. L'humllnúlltlon tks selmas hll",.i/IA ,.. La
168
REGIM(N(SI)(HISTORIClO,I,D
NosO[ros. los vencidos. en el omino injusto de una C2utividad 3biert:l. de golpe. tr2-
mos b Francia perdida, como el polvo que el vil=nto arr2nc:l. a un mont6n de arena.
La verdadera Francia, la Francia en reserva, la Francia profunda quedaba detrás de
nosO[ros. sobrevivía. sobrevivió l...] Después de esu tpoca y:a lejana. no he dejado de
pensar en una Francia en profundidad. como oculta en si misma, que fluye .según las
pendienres propias de su hisroria. condenada a continuarse cueste lo que cueste. De
esta fascinaci6n n3ció el tirulo ambiguo al que. poco :1. poco. me he h:l.bifU3do. lIO
169
fRAN~OISHARtOG
CONMEMORAR
170
e igual que el patrimonio, cuyos recorridos seguiremos en el próximo capítulo.
¿La conmemoración? Es en primer lugar religiosa. "Haced esto en memoria
mía": en el momento mismo en que la Cena tuvo lugar. ofreciéndose de golpe
para conmemorar. incluye la ausencia. es decir, también la presencia invisible
de aquel a quien desde entonces nunca se cesará de recordar y de imitar.
Los rituales monárquicos invocan otra lógica, que quiere poner acento en la
continuidad: "El rey ha muerto, viva el rey". La Revolución y la República
restablecen la conmemoración que. por transferencia de sacralidad. se vuelve
nacional, republicana y laica.
Se tiene ahota "el 14 de julio". en donde 1880. 1789 Y 1790 se co-
rresponden y se excluyen mutuamente. l13 Péguy supo decirlo. de manera
sorprendente, en Clio: "La toma de la Bastilla. se constituyó propiamente en
una fiesta, se constituyó la primera celebración, la primera conmemoración
y por así decirlo el primer aniversario de la toma de la Bastilla [... ) No es la
fiesta de la Federación la que constituyó la primera conmemoración, el primer
aniversario de la toma de la Bastilla. Es la toma de la Bastilla la que constituyó
la primera fiesta de la Federación. una Federación al pie de la letra" .114 Hoy
en día, ese rasgo se ha convertido en regla: todo acontecimiento incluye su
aucoconmemoración. Fue verdad para mayo de 1968. Lo es en extremo para
el 11 de septiembre de 2001, con todas las cámaras filmando el segundo avión
que viene a estrellarse en la segunda torre del World Trade Center.
Pero el rasgo de la conmemoración contemporánea. valorado por
Nora. es su carácter "patrimonial": es explotada o "desnacionalizada", incluso
cuando sea utilizada para hacerse reconocer por el Estado, cuyos servicios,
además. no han logrado hacer frente al patrimonio invasor. liS Con mayor
precisión todavía -diagnosticaba Nora-, es la misma nación la quex muda
en patrimonio: "Como si Francia dejara de ser una historia que nos divide
para convertirse en una cultura que nos reúne".1I6 Faltaría saber qui~n es
ese nos que lo decide. ¿cómo y en torno a qu~? En este movimiento que
conduce de lo político a lo cultural. Nora identificaba. en todo caso. la
emergencia de un "nacional sin nacionalismo". La Francia del fin del siglo xx,
cenaba en vías de convenirse en una Ku/rur Nation, lo mismo que Alemania,
que durante mucho tiempo había recurrido a este medio en respuesta a la
ausencia de unidad política, y a partir de ello se reencuentta como naci6n,
III Christian AmaJvi. "Le l-HuiJIcr-, Ln Una tk ",;"u,i". /, tlp. rit., pp. 42)..4,34.
: : ~:::~M~~~I Dr::~~.d~Ú/~~~:~·il~~~~iO~~.
1992, pp. 115·150. Vid. ¡".fra. cap. 5.
k patrim(J¡nt, Parls, ~. Menp,
11' LnL¡nlXd~mhntl¡".IIl.(Jp. cil., J.p. 29.
171
FltAH~OISHART()(i
Si los Lugares nos sirvieron de entrada en los dcbates entre historia y me-
moria, así como de proyector para esclarecer las relaciones entre la hisradí.
nacional y el régimen moderno de historicidad, también son reveladora..Sl
pertenecen, por supuesto, al momento en que se utilizan para co~
la manera misma en la que procedieron nos enseña algo más sobre: nuaDII
presente. La permanente preocupación historiográfica ya señalada que
atraviesa, es un testimonio en segundo grado de esta tendenda dd p
a historizarse a sí mismo.
A semejanza de la unidad nacional creada por la Revolución, q
Lavisse debía ser definitiva e indestructible, su Historia se ofrccla
historia definitiva de la Nación consumada, dirigida al presente y al
una especie de adquisición para siempre. Se trataba, desde luego, de
cionar más a la República. pero ya nada de lo fundamental deberla
Es todavía esto en lo que quería poder creer en 1921 cuando,
taba la conclusión de su Historia. llevada hasta 1919. Los mismos
m~moria quieren ser una historia del presente, en el presente, in
hecho de que el presente "ha llegado a ser la categoría de nuestra
de nosotros mismos".
173
FRAN~OISHARIOG
114
REGIMENlSDlHIST~ClOAD
l!) Paul RiCttur, Tnnpsd Rlólll/. París. teJ. du Seuil. 1985. p. 313; Bemard Lcpctil. ~
présem de l'hisroire", en Lrs Formn de J~u. U",4fIItIY himJirr 1tIáII/I. Paria. Albm
Michel, 1995. pp. 295.298.
175
FRAH~OIS HARTOG
::~ Sobre la relación entre el. patrimonio y el presente, viá. ¡"fra, cap. 5. pp. 222-:
$c Imol ~e Beck en MUnlch, BolSil Blac~1I en Oxford, Critica en BarccIoaa.
en, Roma y Boln, Le $cuil en París. Los libros se publican simultáneamente en . .
pal~~~~¡a de hoy, han aparecido diecinueve títulos.
J'h . . ~n lorno a esla cuestión. el debale que se sigue en la revista Vi,."u..
de ~;~::::':::;~~~,lIi;~ ~~9¿93, pp. 106-1 jcan-Picrrc Rioux, -Pour
OS;
trinc:elle'del'Eu~pc",'53,'1997"P~~·I~~~;~~~~~a;:~~~~;~..:
~to. . un coloqUIO que, segUn 101 mismOl tér' de .
pnnclplos de precaución ciendfic.a que deben env::;Sal vol:~:'':.:.~200L
176
REGliIlEMUOlHISTOItICIOAO
12' U Goff, "Prólogo". Esta página ha sido reproducida ~n todOl 101 voIdmenes de la
col«ci6n (Faiu á~ l'hiJtoi").
129
. .
Vid. las estimulantes reflexionesdcl espec:¡ahn:aencl mcdinoP.a
o[Na/10m. 71u Mrdi~"al Origins o/Eu,."". Prinecton. Princaon Unlvcnlry
J.=:-
tridt DrtA(Jll'
2002
177