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5/ Presentación del P.

Siverio Velasco
HISTORIA DEL CANON DEL NUEVO TEST.
II: EL CANON DEFINITIVO
2. La constitución del canon definitivo
A fines del s.II, el canon bíblico
del N.T. estaba prácticamente
formado y había un consenso
casi unánime.
En algunas comunidades no
había un conocimiento completo
del canon o había dudas sobre la
normatividad real de los escritos.
Se impuso gradualmente la
tradición.
Antes de la decisión formal sobre el canon en el siglo V,
ésta era la situación en las principales iglesias locales:
Galia meridional:
En tiempos de san Ireneo
(+202) está casi definitivo.
Habla de “escritos evangélicos
y apostólicos”. Y enumera: los
4 evangelios, 13 cartas de san
Pablo (excepto Filemón) y
todos los demás excepto 2
Pedro y 3 Juan.
Estos formarán parte del
canon de la Galia.
Roma: Es importante el canon muratoriano, un escrito
anterior al año 200.
Atestigua la canonicidad de todos los libros del N.T. Sólo
deja de mencionar: Hebreos, Santiago, 2 Pedro y 3 Juan.
Hay un testimonio fragmentario de Hipólito romano
(+235) donde se incluye 2 Pedro. Es un poco posterior.
Al menos a fines del s.IV
la iglesia romana poseía
el canon completo.
Lo atestiguan: el papa san
Inocencio, san Filastrio,
Rufino de Aquileya y san
Jerónimo (+419).
Alejandría (Egipto): Orígenes (+254/255) tiene mucha
importancia por el gran conocimiento que tenía de diferentes
comunidades cristianas.
Nos dice: Hay unos libros que todos
aceptan: 4 evangelios, Hechos, 13 cartas
paulinas, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis.
Pero hay otros discutidos: todos los
demás. No expresa su opinión personal.
Parece que acogía Hebreos y demás
deuterocanónicos, excepto 2 Pedro.
El canon completo está en Dionisio de
Alejandría (+264) y definitivamente en
san Atanasio (+367). En el canon
Claramontano (s.IV) falta Hebreos.
Asia Menor:

Esta iglesia carece de


grandes representantes
hasta fines del siglo IV.

El canon completo se
encuentra en san
Gregorio Nacianceno
(+ hacia el 390).
África latina: La lista está incompleta en Tertuliono
(+222/223) y san Cipriano (+258).

Algo menos incompleta está en


el Canon Momseniano, pues
acepta: 2 Pedro, 2-3 Juan y
Apocalipsis.
San Agustín (+430) presenta el
canon completo. Quizá lo
recibió desde su estancia en
Italia.
Él fue el gran impulsor de los
sínodos, donde se hizo oficial la
lista de libros canónicos.
Palestina:
En el siglo IV había una aceptación universal del canon. Así
lo afirman Eusebio de Cesarea (+304) y san Cieilo de
Jerusalén (+386).

El gran defensor de la
canonicidad de todos los
libros bíblicos fue san
Epifanio (+403).
Siria y Antioquía: Encontramos tres períodos:
Primero: gran desconocimiento de la aceptación por parte de
otras iglesias de las cartas católicas, incluídas 1 Pedro y 1
Juan, y el Apocalipsis.
Así aparece en los escritos de san
Afraates (+356) y del Canon
Siríaco. Sí es reconocida la carta a
los Hebreos como inspirada.
Segundo: Formaron parte: 1 Pedro,
1 Juan y Santiago. Según la versión
siríaca Peshitta (inicio del s. V)
3º Desde el año 450 se constituye
el canon completo (versiones
Filoxeriana y Harciense).
3. La cuestión de los deuterocanónicos
Las dudas que se observan, según todo lo anterior, en el
canon del Nuevo testamento, recaen principalmente en siete
libros: Cinco son cartas apostólicas: Santiago, 2 Pedro, 2-3
Juan y Judas
Con Hebreos y
Apocalipsis hay algo
singular. Hebreos se
acepta en las iglesias
orientales y se rechaza
en las occidentales;
mientras que con el
Apocalipsis sucede lo
contrario.
Algunas causas de la incertidumbre sobre los libros
deuterocanónicos son de carácter general:
a) Las dificultades de comunicación y diferencias
culturales entre las ciudades no facilitaban la transmisión
de los escritos y su conocimiento.

b) El hecho de que algunos


escritos iban dirigidos a una
sola persona (2 y 3 Juan) o a
una comunidad concreta,
hacía que no circulase en otras
comunidades.
c) La difusión de apócrifos que se hacían pasar por libros
sagrados o como libros apostólicos. En realidad estaban
escritos por falsarios para propagar herejías.

Por eso las comunidades


cristianas no aceptaban libros
como inspirados si no tenían
una sólida tradición o eran
presentados por algún
personaje conocido.

d) La falta de una definición


oficial por parte de la Iglesia,
que pudiera quitar las dudas.
Se pueden añadir otros motivos menos decisivos:

- El extenderse las
controversias religiosas,
pues unos solían tomar en
consideración algunos
escritos más que otros.

- La misma realización
material de los códices. Al
ser dificultosa, obligaba a
dejar fuera algunos libros
para poder encuadernar el
volumen.
Dificultades en algunos libros concretos:
- Respecto a la carta a los Hebreos se daban abusos por
algunas sectas heréticas. Especialmente los montanistas y
novacianos, que eran sectas rigoristas, en Occidente lo
usaban para sus doctrinas. También los arrianos. Por eso
tardó en ser reconocida en Occidente.
-En el Apocalipsis
el abuso venía de
los milenaristas y
los álogos en el
Oriente. Por eso fue
rechazado por las
iglesias orientales
como inspirado.
Las cartas de Santiago y de Judas resultaban sospechosas
de falsedad pues circulaban algunos libros apócrifos con los
nombres de estos apóstoles.
También suscitaban desconfianza algunos textos de ellos:
En Santiago: “la fe sin
obras está muerta”.
Parecía oponerse a la
doctrina paulina sobre la
salvación por la fe.

En Judas resultaba
extraña la referencia a
Henoc como profeta
(Judas, 14-15).
Con respecto a las cartas católicas menores (2 Pedro, 2 y 3
Juan) las dudas surgieron por falta de una clara tradición
apostólica.
Los antiguos
escritores
prácticamente no las
mencionaban,
carecían de una
doctrina propia y
eran muy breves.
Por ello se generó
duda en las
comunidades
cristianas.
Presentación del P. Silverio Velasco
EXTRACTADO
de la “Introducción General a la Biblia”
del P. Miguel Angel Tábet

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