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¿Cómo experimentan el duelo los

niños y las niñas?

Jorge Escudero Bello


Especialista Técnico en Niñez
World Vision Chile
El duelo es una de las experiencias más duras por las que puede pasar un ser humano a lo largo de su
vida. Aunque muchas veces lo asociamos con la muerte, este fenómeno también puede ocurrir cuando
perdemos algo o a alguien.

Cuando eso sucede, los adultos nos sentimos apenados y sin energía, siendo esto una barrera para ver las
dificultades por las que podrían estar atravesando los niños y niñas. A veces se piensa que ellos y ellas no
se dan cuenta de lo que sucede, minimizándose o no siendo sensibles a su sufrimiento y su capacidad de
comprender la pérdida, resultando sencillo subestimar los efectos de ésta.

La mayoría de los niños no cuentan con experiencias previas de duelos ni con suficientes recursos para
enfrentar solos. Por eso es que podrían rellenar ciertos vacíos de información con ideas como “esto pasó
por mi culpa”, “pasó porque me porté mal” o “se fue porque no que me quería”, lo que los angustia aún
más.
¿Qué hacer?
• Favorecer la comunicación: crear mayores espacios de comunicación familiar, donde todos se apoyen
a fin de evitar la sobrecarga de la madre. Esto a través de conversaciones casuales, así también
compartir con la familiar a la hora de comer, de descansar, etcétera.

• Normalizar el malestar: es esperable que las personas se sientan decaídas o sin energía mientras
sufren una pérdida. Es recomendable validar su malestar y entregar apoyo afectivo, espiritual, físico o
económico.

• Mayor contacto físico y emocional entre cuidadores y niños/as: favorecer el contacto físico por
medio de caricias y abrazos, considerando todas las medidas de higiene y seguridad que deben tenerse
en consideración en este momento.

• Uso de lenguaje lúdico: hablar en un lenguaje metafórico de aquello que no puede ser dicho de otro
modo a) Cuentos: validación de emociones, resolución de dudas y entrega de información por medio de
la creación de cuentos con personajes como animales o como niños similares a ellos (quienes viven
situaciones parecidas a las de la familia.) b) Historietas: donde se intente hacer una conexión con la
esfera espiritual: “Dios como un gran río de vida… todos somos parte de este gran río… cuando una
persona muere, vuelve a ser parte del gran río de la vida, la persona vuelve a Dios”. C) Juego libre. D)
Expresiones artísticas.
Ejercicio vivencial: el cuidado físico y espiritual
• Con adultos: reserve en su día un momento de mayor calma y libre de distracciones. Traiga a su mente el
cómo se fueron dando diferentes circunstancias y la manera en la que usted dio respuesta a ellas. Muchas respuestas
fueron acertadas, quizá otras no; lo importante es reconocer que usted ha hecho lo mejor que puede, con las herramientas
que hasta este momento tiene. Acoja sus respuestas con calma y serenidad repitiéndose, “he hecho lo mejor que he
podido”.

Plantéese las siguientes preguntas y respóndalas sin presión ni juicios contra usted: “¿Cómo me siento hoy?” y “¿Qué pasa por mi mente en
este momento?” Ante sus respuestas, vea cómo sus emociones a veces nacen de pensamientos. Un pensamiento negativo acarrea emociones
desagradables; en cambio un tipo de pensamiento que brota de la esperanza, nos invita a sentirnos bien y confiados, sin dejar de ver la
realidad. Todo lo que pase por mente y corazón es acogido y analizado.

• Con niños y niñas: dedique un tiempo para estar en un espacio físico tranquilo, con agradable sonido y aroma.
Invítelos a relajarse, motivando la respiración profunda como si estuviesen inflando un globo, que se llena de aire
limpio y energizante.
Ese aire llega a su cuerpo a renovarlo y animarlos a seguir. Cada vez
que sientan que las fuerzas decaen; ese aire nos impulsa
a seguir adelante con la ayuda de sus adultos de
confianza.

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