Está en la página 1de 16

SAL.

40:8 “El hacer tu voluntad,


Dios mío, me ha
agradado, y tu ley está
en medio de mi
corazón”.
En nuestros esfuerzos
por ser buenos,
realizamos buenas
obras.
Si ser bueno no
garantiza la ausencia de
problemas, entonces,
¿por qué intentarlo?
La Biblia nos presenta la
vida de un hombre que
era bueno. Hizo muchas
cosas admirables, pero
llegó un momento en su
vida en donde se percató
que nunca podría alcanzar
el bien último que le daría
paz.
2 Reyes 22 y 2 Crónicas
34 nos informan de que
“hizo lo recto”, incluso
al reinar desde los ocho
años de edad.
En el año octavo de su
reinado procuró buscar
a Dios con mayor
dedicación.
En el año 18 de su
reinado, decide avanzar
un poco más en la
búsqueda del bien para
él y para su pueblo.
No resulta extraño que,
a medida que avanzaba
en edad, al igual que en
sus buenas acciones,
Josías sintiera que algo
más debía ser hecho.
Como seres humanos
nos sucede lo mismo.
En nuestra búsqueda
por el bien, o por estar
satisfechos con nosotros
mismos, llegaremos a
sentir que algo más falta
para que nuestra vida
esté completa.
Dios tenía preparada
una sorpresa para el rey
Josías. En su buena
iniciativa de reparar el
templo, él estaba
dándole una
oportunidad a Dios para
que se revelara con
mayor claridad.
Hacer lo correcto y
obrar justamente es
siempre mejor que vivir
haciendo el mal.
Cuando aún nuestra
buena conducta no logra
darnos paz, Dios nos
recuerda que ese no es el
camino, y que debemos
confiarle nuestras faltas y
fracasos a él. Él nos da la
paz que nuestras acciones
jamás podrán darnos.
En nuestro estado caído y
pecaminoso, naturalmente
fallaremos al intentar alcanzar
la ética de Dios. Sin embargo,
guardar la ley también
significa reconocer el
diagnóstico que ella hace de
nosotros: hemos errado, pero,
si lo reconocemos, hay un
Dios dispuesto a perdonar.
Para ser salvo no necesitas
simplemente ser bueno, mas
hacer la voluntad de Señor,
creer en él, seguir sus
consejos, y a través de él
reconocer tu condición,
confesar tu pecado,
arrepentirte, y entregarle tu
vida, pues está dispuesto a
recibirte.

También podría gustarte