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LA VERDADERA PROSPERIDAD

(GEN. 41.33)
Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y
sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

¿Alguna vez te viste a ti mismo siendo una persona exitosa?,


¿cómo te viste?, ¿Siendo millonario, con una buena familia,
sano y con largos años? Esto nos pasa a todos. Pues hasta el más
loco y el que dice querer el mal para sí, en algún momento de
sus vidas se imaginaron siendo felices de acuerdo a lo que ellos
piensan que es la felicidad. Esto no está mal del todo, el
problema comienza cuando nos cuesta decir “Señor, hágase tu
voluntad y no la mía” y comenzamos a pensar que Dios es el
genio de la lámpara que está obligado a cumplir nuestros
caprichos en el tiempo y forma que nosotros queremos.

“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más


bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al
cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a
conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,
agradable y perfecta” (ROMANOS 12:2)

Entonces, de acuerdo al pasaje anterior, debemos pensar siempre


que Dios espera de nosotros que podamos ser realmente
distintos en nuestra forma de actuar, de pensar y de vivir; no
imitando las conductas ni las costumbres de este mundo. No
obstante, nuestra naturaleza humana siempre nos limita y nos
obliga a pensar y angustiarnos por cosas en las que no tiene
sentido pensar… Por eso uno de nuestros motivos de oración
permanente debe ser: SEÑOR, TRANSFORMA MI MENTE Y
CAMBIA MI MANERA DE PENSAR. Solo así aprenderemos a
conocer la voluntad de Dios y nuestro espíritu podrá estar en
sintonía con sus propósitos para nuestras vidas.

Hay muchísimas áreas de nuestra vida en las que el Señor está


dispuesto a enseñarnos cosas nuevas; cosas que únicamente Él
sabe y revela a sus escogidos. Es por esto que Pablo dice en
Romanos 12:3 “Basado en el privilegio y la autoridad que
Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo
siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean
realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la
medida de fe que Dios les haya dado.”

Y esto es algo que se puede comprobar en el mundo natural. Si


vas al gimnasio e intentas cargar más peso del que eres capaz,
¿Qué va a pasar? Exacto, vas a fallar, incluso te puedes lesionar,
y te vas a sentir realmente frustrado contigo mismo. El problema
sucede cuando desde nuestra infancia nos han enseñado a cargar
más peso del que podemos soportar; quizás no con peso físico,
pero indudablemente en algún momento de nuestra vida hemos
tenido que soportar una gran carga emocional; momentos que
han puesto a prueba nuestras ganas de vivir y nos han hecho
cuestionarnos si realmente nuestra vida tiene un propósito. Sin
embargo, lo más preocupante de todo esto es que esos
momentos pasan, pero los pensamientos y emociones negativas
muchas veces quedan en nuestra vida haciendo estragos.

Dinámica del inhalar y exhalar: inhalo pensando en la carga


más fuerte que me preocupan actualmente y exhalo pensando en
la liberación. (Imaginándome que Dios está en frente).
Es por eso que hoy comparto contigo la advertencia de Pablo y
espero que lo tomes como un regalo de Dios: evalúate a ti
mismo. ¿Podrías decir que tu forma de pensar es muy diferente
de la forma en la que piensa el mundo? Si la respuesta es sí,
entonces te felicito; si la respuesta es no, entonces hay trabajo
por hacer. Y es que, ciertamente el Señor está dispuesto a
renovar nuestra mente, pero también espera que nosotros
pongamos de nuestra parte para lograr un cambio efectivo en
nosotros. Es por eso que lo primero que podemos hacer es
evaluarnos a nosotros mismo y ver qué es lo que Dios espera
que cambiemos en nuestra forma de pensar (leyendo y
meditando en su palabra).

En ese sentido, puedo decirte que hay muchísimas áreas de


nuestra vida que pueden ser totalmente diferentes con un cambio
en nuestra perspectiva; con una renovación de nuestra forma de
pensar. (Renovar: Hacer que una cosa adquiera un aspecto que
la haga parecer nueva). Pero, ¿Qué debemos entender por
renovación? Comprobemos que dice la biblia al respecto:
LBLA
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas
nuevas.

JBS
De manera que si alguno está en Cristo, son nueva
creación; las cosas viejas pasaron; he aquí todo es
hecho nuevo.

DHH (Dios habla hoy)


Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva
persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en
algo nuevo.

NBLA (nueva biblia de las américas)


De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas
nuevas.

NBV
Por lo tanto, si alguien está unido a Cristo, es una
nueva creación. ¡Lo viejo ha quedado atrás y lo nuevo
ha llegado!

NTV
Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha
convertido en una persona nueva. La vida antigua ha
pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!

BLP
Quien vive en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha
pasado y una nueva realidad está presente.

PDT
Si alguien está unido a Cristo, hay una nueva creación.
Lo viejo ha desaparecido y todo queda renovado.

De este modo, si usted quiere que su situación cambie,


pregúntese primero si usted ya ha cambiado primero. Esto se
debe al hecho de que estamos hablando de causa y
consecuencia; en donde la renovación es una causa directa de
estar unido a Cristo; de pertenecer a Cristo, de estar en Cristo…
Por tal motivo, no podemos esperar que haya una renovación
genuina en lugares donde Cristo no está presente.

Ahora bien, esta renovación no se da de repente; es necesario


que el cristiano sea procesado de manera única para que su
forma de pensar y de vivir cambien realmente. El mensaje a
partir de ahora será para esos cristianos que están pasando por
ese proceso de renovación.

Uno de los aspectos que más afecta a los cristianos es su


preocupación constante por el dinero. Pensamos que la
prosperidad es tener nuestras cuentas bancarias con muchísimos
ceros, cuando quizás la verdadera prosperidad sea el hecho de
no tener falta de nada. Es por eso que, cuando escuchamos
bendición, inmediatamente pensando en una gran suma de
dinero.

Inicialmente mencioné Génesis 41.33; un pasaje cumbre en la


vida del pueblo de Israel, pero particularmente importante en la
vida de José. Todos conocemos su historia y, para quien no la
conoce, se la puedo resumir así:

José era el hijo mayor que Jacob había tenido con la mujer de la
que había estado enamorado perdidamente. Él tenía 11
hermanos y solo uno era menor que él. La característica que más
resalta desde el inicio de su historia se podría definir como: no
saber callarse. Esto es algo que podríamos medir como
imprudencia, pero para lo cual Dios tenía un propósito especial.

La seguridad de José al hablar seguramente estuvo motivada al


gran amor que su padre le demostró; algo tan especial y distinto
que le daba a José la seguridad y la confianza de expresar sus
pensamientos. No obstante, esto hizo que sus hermanos mayores
le tuvieran envidia; por lo que, el hecho de que José
constantemente contara a su padre las malas acciones y actitudes
de sus hermanos, además de dar a conocer los sueños que tenía
en donde podía ver a su familia postrarse ante él, hizo nacer tal
odio en ellos que planearon matarlo.

– Imagínense a esos 10 hermanos mayores, hijos de una mujer


con la que su padre no quería casarse, dedicados a continuar
el negocio de su padre (pastor de ovejas) y vestidos con
túnicas ordinarias y corrientes mientras observaban los
colores radiantes del vestido de su hermano. Esto podía ser
un reto para cualquiera; sin embargo, aunque podemos decir
que José inicialmente se encontraba en una mejor posición
que sus hermanos, ante los ojos de Dios todos ellos debían ser
procesados.

Es así como José es vendido y comprado por Potifar, un oficial


del faraón y general de la guardia y, durante sus labores como
esclavo, dice la biblia que “todo lo que él hacía, Dios lo hacía
prosperar de su mano”. En este punto, quiero hacer hincapié el
hecho de que José era un esclavo prospero; algo que suena
totalmente contradictorio para el mundo, pero en el mundo
espiritual debe llamarnos a reflexión, por cuanto la verdadera
prosperidad no es una condición que depende de nuestro
entorno o circunstancias, pues esta es provocada por la
presencia de Dios en nuestras vidas. No obstante, cuando
oramos solemos pedir la ayuda de Dios para lograr lo que nos
proponemos y nos olvidamos de pedir que la presencia de Dios
siempre nos acompañe.

“Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no


nos saques de aquí.” Éxodo 33.15

Con lo cual observamos que José no se había olvidado de su


Dios y Dios tampoco se había olvidado de José. La diferencia es
que, dada las circunstancias del primero, no sería extraño
descubrir que en algunos momentos llegase a pensar que Dios lo
había abandonado. No obstante, José se mantuvo firme y la
presencia de Dios no se apartó de él, por lo cual, a pesar de que
su condición de esclavo empeoró y llego a estar preso, su
prosperidad seguía intacta porque Dios estaba con él.

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