Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1.- La virtud moral como hábito de la buena elección: la virtud moral es hábito electivo
(héxis proairetichê). “Electivo” significa “concerniente a la elección”, y la elección es un
acto de la voluntad ya estudiado, que consiste en la determinación de la acción que hay que
ejecutar en orden a un fin. Hábito electivo significa, por tanto, hábito de la buena elección o,
más bien, de la buena elección de la acción, disposición estable que permite individuar y
elegir en cada momento y circunstancia las acciones justas y excelentes, perfección específica
de la capacidad humana de elegir o de preferir.
UN HÁBITO ELECTIVO QUE CONSISTE EN «UN TÉRMINO MEDIO
RELATIVO A NOSOTROS, DETERMINADO POR LA RAZÓN Y POR
AQUELLO POR LO QUE DECIDIRÍA EL HOMBRE PRUDENTE»
• Esto significa:
- La virtud no puede ser concebida como habituación o dependencia.
- El acto propio y principal de la virtud es la elección buena.
- Para poder hablar de acción virtuosa se necesita no solo un acto exterior adecuado a la
norma, sino también un determinado modo de actuar.
• Concretamente se requiere:
a) conocer lo que se hace;
b) escoger interiormente la obra como tal, es decir, en cuanto es buena aquí y ahora;
c) actuar con firmeza y constancia, sin flaquear ante los obstáculos.
UN HÁBITO ELECTIVO QUE CONSISTE EN «UN TÉRMINO MEDIO
RELATIVO A NOSOTROS, DETERMINADO POR LA RAZÓN Y POR
AQUELLO POR LO QUE DECIDIRÍA EL HOMBRE PRUDENTE»
• 2.- El término medio de la virtud moral: Se dice que las virtudes morales consisten en un
término medio (in medio virtus) porque su acto electivo –sobre todo por lo que se refiere a
los afectos sensibles– ha de adecuarse al dictamen de la recta razón, y la medida impuesta
por la razón podría ser sobrepasada (“demasiado”) o no alcanzada (“demasiado poco”) por el
movimiento espontáneo de la potencia carente de virtud.
• NOTA: Este punto medio no es idéntico para cada persona, sino que debe ser establecido
por la prudencia en cada caso, sopesando las condiciones del individuo.
VICIO POR
VIRTUD VICIO POR EXCESO
DEFECTO
Avaricia JUSTICIA: Hábito adquirido de dar a cada uno lo suyo, Prodigalidad
Rigor lo que realmente le pertenece.
La razón pone su orden en los actos; es decir, en la voluntad en
el trato con otra persona.
• 3.- La regulación del término medio por parte de la recta razón: El «término medio
relativo a nosotros está determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el
hombre prudente».
• El acto de la virtud (la actuación de las tendencias en conformidad con la virtud) es aquel
que individua e impera el juicio de la razón, pero no una razón cualquiera, sino la razón
recta, esto es, la razón práctica perfeccionada por la virtud moral de la prudencia.
• Como sabemos, corresponde a la inteligencia interpretar, evaluar y dirigir los fenómenos de
índole afectiva38. La prudencia es la virtud que perfecciona la razón práctica para realizar
esta función. Por eso se le llama justamente “auriga virtutum”, guía de las virtudes.
• Las virtudes morales, consideradas en su conjunto como un organismo, son principio
de la elección excelente no solo porque garantizan que tal elección se efectuará y
llevará a término, sino ante todo porque permiten determinar la elección que aquí y
ahora debe realizarse.
• Las virtudes morales tienen, por tanto, un importante aspecto cognoscitivo, y no son
en modo alguno una simple disposición que facilita el cumplimiento de lo que ha
sido establecido al margen de la virtud.
LA NECESIDAD DE LAS VIRTUDES
MORALES
1.- La razón y la voluntad no están determinadas por naturaleza a un modo de obrar recto.
Porque:
• -— La razón puede equivocarse al determinar la acción adecuada para alcanzar un fin bueno.
• — La voluntad puede querer muchos bienes que no están de acuerdo con la recta razón, que
no corresponden a la naturaleza humana y que, por tanto, no se ordenan a Dios.
• — Los bienes apetecidos por la afectividad sensible no siempre son convenientes para el fin
de la persona.
LA NECESIDAD DE LAS VIRTUDES
MORALES
• Por todo ello, el hombre tiene la
posibilidad de hacer mal uso de su
libertad. Pero gracias a las virtudes,
que son principios que “determinan”
el bien para la persona y la
capacitan para elegirlo, se pueden
superar esas dificultades y ejercitar
bien la libertad.
LA NECESIDAD DE LAS VIRTUDES
MORALES
2.- El pecado original introdujo un desorden en la naturaleza humana: la dificultad de la
razón para conocer la verdad, el endurecimiento de la voluntad para querer el bien y la falta de
sumisión de los apetitos a la razón. Los pecados personales agravan todavía más este
desorden. Todo ello hace más necesario que las potencias operativas de la persona (razón y
apetitos) sean sanadas y perfeccionadas por las virtudes, que le otorgan además prontitud,
facilidad y gozo en la realización del bien.
LA NECESIDAD DE LAS VIRTUDES
MORALES
3.- Por último, las circunstancias en las que se puede encontrar una la persona a lo largo
de su vida son muy diversas, y a veces requieren respuestas imprevisibles y difíciles. Las
normas generales, siendo imprescindibles, no siempre son suficientes para asegurar la elección
buena en cada situación particular. Sólo las virtudes proporcionan la capacidad habitual de
juzgar correctamente para elegir la acción excelente en cada circunstancia concreta y llevarla a
cabo.
LA PRUDENCIA
• La virtud de la phronesis o sabiduría práctica de los antiguos griegos fue
llamada “prudentia” por los medievales (procul videns, el que ve de lejos).
Es una virtud intelectual por su sujeto que es la inteligencia práctica a la que
perfecciona para que pueda dirigir la acción moral. Pero en cuanto significa
una dirección recta sobre la voluntad y es al mismo tiempo moral.
• Es la virtud que dirige nuestro entendimiento para discernir e imperar en
cada uno de nuestros actos lo que es bueno y nos dirige al fin último.
LA PRUDENCIA
• La prudencia nos permite discernir. Discernir es hacer un juicio por el que
percibimos la diferencia que existe entre varias cosas. Implica tener «criterio»,
es decir, unos principios.
• Es la prudencia la primera virtude ya que la realización del bien exige
conocer la realidad. Según Aristóteles, “la prudencia es necesariamente un
hábito práctico verdadero, acompañado de razón, con relación a los bienes
humanos”, porque no podemos actuar a ciegas.
• Y dado que, como hemos visto a propósito de la estructura de un acto
voluntario, la elección recae sobre los medios que llevan a un fin es necesario
que un hábito disponga rectamente a la inteligencia en su deliberación de los
medios que conducen al fin. Por eso se requiere esta virtud para vivir bien.
LA PRUDENCIA
• La prudencia ordena obrar conforme a la realidad objetiva. El término razón
que la define designa aquí una referencia, una mirada dirigida a la realidad.
• Es un conocimiento directivo de la realidad: considera tanto a esta última
como al querer y el obrar.
• Lleva a la realización concreta el principio que el deber ser viene determinado
por el ser. Por eso es una facultad perfectiva que dispone a actuar rectamente.
• Es la virtud para aplicar bien los principios universales de la ley natural a los
casos particulares.
LA PRUDENCIA
• Como recta disposición de la razón práctica, la prudencia tiene una doble
dimensión: dimensión cognoscitiva en cuanto aprehende la realidad e
dimensión imperativa en cuanto ordena el querer y el obrar. Por eso es un
conocimiento directivo, esto es, un conocimiento de la realidad
transformándola en ejecución del bien.
• La prudencia es la madre de todas las virtudes morales. Es la condición previa
de la bondad moral, es como los ojos de las otras virtudes. “En efecto para
obrar el bien se requiere un conocimiento previo de la realidad; el que no sabe
cómo son y están las cosas es absolutamente incapaz de hacer el bien in
concreto”
LA PRUDENCIA
• Es la causa de que las otras virtudes sean virtudes.
• Es medida en cuanto prefigura, preforma la buena acción moral, le da la
forma esencial extrínseca.
• Y es forma de las otras virtudes en sentido intrínseco: porque estampa en toda
libre acción del hombre el sello interno de bondad. Así en todo acto virtuoso
está incorporada la prudencia en cuanto recta razón, reguladora del bien moral.
• Se puede afirmar entonces la existencia de una dependencia esencial, en el
sentido de una participación, de las restantes virtudes cardinales con respecto
a ella.
LA PRUDENCIA
• La prudencia, como expectación de la realidad (por su dimensión
cognoscitiva), requiere de tres condiciones: la memoria, la docilidad y la
solertia.
• La memoria debe ser entendida aquí como la “buena memoria” que conserva
fielmente la realidad y sus exigencias, no dejándose falsear por intereses
subjetivos.
• Docilidad significa “el saber-dejarse-decir-algo”289; la buena voluntad de
aquel que, humilde, sabe que no sabe y que por lo tanto está sinceramente
dispuesto a recibir la verdad que está en las cosas.
• La solertia permite que el hombre ante lo súbito, ante lo inesperado o nuevo,
se halle dispuesto a afrontar objetivamente la realidad y decidirse firmemente
por el bien de modo inmediato; es “objetividad ante lo inesperado”.
LA PRUDENCIA
CONCLUSIÓN:
• La primacía de la prudencia lleva a la práctica el principio metafísico de
que el ser es anterior a la verdad, y ésta a la bondad. Por eso, como
sostiene J. Pieper el que rechaza la verdad, natural o sobrenatural, ése es
verdaderamente incapaz de conversión.
JUSTICIA
• El hombre es por naturaleza un ser social. Y su necesaria vida social sólo es
posible en un orden que atienda tanto a las necesidades auténticas de los
individuos como a las correspondientes a la comunidad como tal. Para
conformar este orden, se ha de dar una virtud específicamente social: la
justicia.
• La justicia es el hábito según el cual uno, con constante y perpetua
voluntad, da a cada cual su derecho.
JUSTICIA
• En primer lugar, tratamos acá la virtud de la justicia y, por lo tanto, nos
estamos refiriendo a un hábito, esto es, a una disposición bastante estable
que inclina a un determinado modo de obrar, en este caso al obrar justo.
• Toda virtud, como hemos estudiado, perfecciona una potencia. En el caso
de la justicia ella rectifica al apetito racional, a la voluntad, facultad
encargada de querer el bien y llevarlo a la realización concreta por medio
de acciones.
• La justicia es una virtud que se refiere a las operaciones exteriores del
hombre, ya que mediante estos se efectúa la convivencia humana. Y esto
significa que todo acto justo es externo y que toda acción externa entra en
el ámbito de la justicia.
JUSTICIA