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Plan de Mejora

Institucional.
Coordinadora Gral.
Prof. Fabiana Céspedes.
Coordinadora:
Prof. Mariela Romero
Coordinadora:
Prof. Daniela Velázquez.
 el proceso enseñanza-aprendizaje y

 la relación alumno-docente.
Es importante que cuentes con
estrategias que te ayuden a
fomentar la disciplina,
pero que al
mismo tiempo
contribuyan a
establecer
relaciones
positivas
con tus alumnos.
El profesor es el profesor y el alumno es el
alumno. El profesor nunca debe olvidar cuál es
su papel. Para ahondar en su carácter de
educador y potenciar su autoridad, el profesor
debe evitar en todo momento el ‘colegueo’
con los alumnos, ya que ello podrá jugar en su
contra si llega el momento de amonestar al
alumno por alguna razón. Esto no significa que
el profesor no pueda charlar amigablemente
con la clase, pero sí que nunca debe hacerse
en calidad de amigo, como si se tratara de uno
más del grupo.
Es preciso hacer saber a la clase desde un primer
momento que existen unas normas que deben
seguirse, y que su incumplimiento acarreará una
serie de consecuencias. Es bueno que esta
normativa se establezca con la colaboración de
toda la clase, así los alumnos se sentirán más
implicados y es más probable que sigan las
normas. Una buena idea en este sentido es elegir
un delegado de clase que sirva como un nexo
entre las demandas del alumnado y el profesor.
Así, los alumnos sentirán que se escucha lo que
tienen que decir.
Definida la autoridad del profesor desde el
principio, se debe escuchar lo que tienen que
decir los alumnos. Un joven que siente que no se
le tiene en cuenta y que no se escucha lo que
tiene que decir es un joven enfadado, y con toda
la razón del mundo. Un profesor debe de ser
capaz de transmitir a sus alumnos la sensación
de que pueden contar con él para resolver sus
problemas académicos y de que pueden
transmitirle sus quejas sin temor a ser
reprendidos, sin que su autoridad se ponga en
entredicho.
Amonestar a un alumno puede suceder que este no considere justo
el castigo que se le está imponiendo y ‘ponga cara’ al docente. Es
fundamental evitar el enfrentamiento directo con el alumno, puede
que éste aproveche la ocasión para hacerse el ‘machito’ y destacar
delante de sus compañeros. Si el profesor ve que su autoridad no
está siendo respetada, lo mejor es que acuda a una instancia
superior de la escuela, como por ejemplo el regente o el director.
El profesor tiene la potestad de sancionar las faltas leves y graves
de los alumnos, ya sea por medio de una amonestación por escrito,
expulsando al alumno de clase o retirándole, si procediera, un
aparato electrónico hasta la finalización de la jornada. Es
importante que aplique estos castigos sin dudar, ya que cualquier
ápice de duda será interpretado por el alumno como una señal de la
debilidad del profesor y aprovechado en su contra. El apoyo de la
dirección al profesorado resulta vital en este sentido.
La clave está en no responder al alumno, en no
darle la oportunidad de humillar al profesor. Este
tipo de comportamientos se refuerza a base de las
risas del resto de compañeros, por lo que entrar
en una discusión abierta con un alumno que
desafía a un profesor sólo conseguirá que lo rete
una y otra vez. Lo mejor es hacer caso omiso de
los comentarios del alumno. ‘El mejor desprecio
es el no aprecio’. El profesor deberá hacer uso de
su autoridad, aplicando el castigo que
corresponda sin dudarlo. También resulta útil
poner en conocimiento de los padres y de la
dirección del colegio el comportamiento del
alumno.
Implicar a los padres en el proceso educativo
de sus hijos puede ser una buena idea,
especialmente si se está ante un alumno
conflictivo. Hacerles llegar las amonestaciones
por escrito de su hijo o concertar citas con
ellos hará que los padres estén al tanto de lo
que ocurre en el colegio y de que se impliquen
en su formación escolar.
Cuando un profesor se incorpora a la escuela
su posición es un poco más 'vulnerable' que la
de sus compañeros de profesión. Los alumnos
aún no lo conocen y tiene que hacer valer su
autoridad empezando desde cero. Para ayudar
a un docente en esta situación, puede resultar
muy útil que sea presentado ante sus nuevos
alumnos por una figura que esté por encima de
su propia figura, como por ejemplo el director
del colegio. Ello revertirá al nuevo profesor de
una cierta autoridad que lo ayudará de cara a
mantener el orden en su clase.
Para que tus alumnos identifiquen cuál es un
comportamiento adecuado dentro del salón de
clases es fundamental que destaques sus
conductas positivas. Hazles saber que te gustó la
manera en que se comportaron. Esto ayudará a
reforzar estas conductas e incrementarlas.
Evita el uso de palabras como “Vaya, hasta que
hiciste tu tarea”, “Ya era tiempo de que
levantaras la mano para participar”, “Por fin te
mantuviste quieto en tu lugar”. En vez de ello usa
frases como “Buen trabajo”, “Me gusta la forma
en la que estás participando el día de hoy”,
“Realizaste un buen trabajo en tu tarea”.
Recuerda: Halaga el buen comportamiento de tus
alumnos.
Es común que al comienzo de la aplicación de estas reglas
seas firme y las emplees con regularidad, con el tiempo
dejamos de aplicar muchas de las técnicas que nos habíamos
trazado, o somos inconstantes en su aplicación.
Cuando esto sucede, tus alumnos aprenden que sea cual sea el
comportamiento que presenten no existe una consecuencia
clara, o si es que la hay no se aplica igual todas las veces, por
tanto aquellas conductas inapropiadas muy probablemente se
repetirán una y otra vez.
Incluye instrucciones y consecuencias congruentes a la
situación, que sean claras y firmes, que no quepa lugar a duda
en tus alumnos acerca de lo que deben o no hacer. Por
ejemplo, en lugar de decir: “Cállate” indica, “Juan Perez,
deja de conversar con Arturo”.
Si eres firme y consistente en la aplicación de las normas
establecidas enseñas a tus alumnos, ellos sabrán que hay
consecuencias bien definidas para cualquier tipo de conducta.
Recuerda ser consistente en la aplicación de consecuencias
tanto para conductas inaceptables, como para aquellas
deseables o positivas.
Debes estar dispuesto a escuchar a tu
alumno y aceptar compromisos junto con
él. Ayúdale a comprender que algunas cosas
no son negociables, pero que pueden
manejarse de distinta forma. Por ejemplo:
“Terminar tu trabajo no es una opción, lo
que si podemos elegir es qué actividad
podemos hacer después de que cumplas con
tu trabajo”.
Aprende sus nombres, conoce sus habilidades, sus
gustos, sus características y necesidades propias de
la etapa de desarrollo en las que se encuentran. El
tener este conocimiento facilitará la comunicación
entre ustedes. Además, te ayudará a realizar
actividades de aprendizaje adecuadas a su edad y
que llamen su atención.
El uso de estas y otras herramientas te ayudará a
crear un ambiente propicio para el aprendizaje y al
mismo tiempo tener un mejor control del orden
dentro del salón de clases. Asimismo te ayudará a
disfrutar más de tu ejercicio profesional y a
disminuir tu nivel de estrés.
Si los alumnos se sienten
motivados con el currículo,
disminuirán los problemas de
indisciplina. Alumnos aburridos
frustrados van a expresar su
malestar en forma de mala
conducta.
Hablar fuerte y con claridad, de tal forma que
todos los alumnos entiendan perfectamente y
sin dificultad todo aquello que se les dice. La
escasa claridad genera distracción y
murmullos.
Un profesor no debe hablar demasiado. Hay
quienes creen que son buenos maestros porque
no paran de hablar. Si los alumnos solamente
escuchan y reciben, ¿cuándo desarrollan sus
facultades? Si se habla mucho los alumnos se
cansan, no escuchan y hablan mientras el
maestro da su clase o instrucciones. Se trata
de que los alumnos hagan el trabajo y hablen
lo necesario, reflexionando e intercambiando
ideas y experiencias.
La disciplina y los aprendizajes se facilitan
cuando los tiempos de desarrollo de las
actividades en clase estén bien diseñadas y
ordenadas, sin espacios vacíos que hagan
peligrar una acción continua y organizada.
El profesor que desea un trabajo serio y
disciplinado no debe quedarse en el
“escritorio” sino salir a empujar a su equipo.
Debe estar pendiente de todo mientras los
estudiantes trabajan en grupo o resuelven
individualmente los interrogantes. Necesita
estar al lado de ellos colaborando activamente
en el logro de aprendizajes. Así la disciplina no
se le irá de las manos.
“TIPS”
 Mantenga una posición firme desde el
primer día.
 Garantice que haya silencio cuando usted
se dirija a sus alumnos.
 Conozca y utilice el nombre de sus
alumnos.
 No mantenga una posición fija durante el
desarrollo de toda la clase, es decir, recorra
el aula de vez en cuando.
 Inicie su clase con algo que atraiga de
manera especial el interés y la curiosidad de
los alumnos, trate de sostener o mantener la
motivación durante toda la actividad.
 Hable claramente.
 Asegúrese de que sus instrucciones
son lo suficientemente claras para que
sean comprendidas por los alumnos.
 Prepare materiales extras para
atender las diferencias individuales de
sus alumnos.
 Haga que su trabajo se corresponda
con la edad, intereses, necesidades, y
habilidades de sus alumnos.
 Desarrolle el arte de medir el
tiempo de la clase.
 Varíe sus técnicas de enseñanza.
 Trate de anticipar los problemas
de disciplina y actúe rápidamente.
 Evite las confrontaciones.
 Muéstrese como alguien en quien
sus alumnos pueden confiar,
demuestre que usted está presto a
ayudarlos en la solución de sus
problemas.
 Respete a sus alumnos.
Mantenga una postura ejemplar.
 Utilice el humor de forma
constructiva.
 Muestre cordialidad y amistad
por sus educandos.
 Demuestre que usted posee
buen dominio del contenido de
enseñanza.

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