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Afirmaciones Dudosas

Emilio del Barco

Las sociedades anónimas tabaqueras parecen ser, en su última esencia,


asociaciones de asesinos anónimos. A estas alturas, todas saben que están
matando lentamente, enfermando, a millones de personas.
Conscientemente. Gente que no fuma, pero que se ve perjudicada por las
exhalaciones cercanas. Ahora, ya no pueden alegar, en su defensa,
ignorancia del mal que causan. Su único objetivo visible es el de seguir
acumulando dinero, a costa de la vida de quien sea. Y, todavía, piden
respeto y protección a su actividad industrial y comercial.

Fabricar bombas de racimo también es una actividad industrial y comercial


legítima. Bombas de destrucción indiscriminada. Al fin y al cabo sólo es una
derivación más de la industria militar. Muy histórica y caballeresca ella.
Suelen ser, la élite de las sociedades industriales, quienes adquieren la
propiedad y dominio de tan histórica industria. Menos mal que, de vez en
cuando, encontramos algún gobierno que piensa un poco más lejos. No en
los enemigos muertos, sino en los inocentes matados sin culpa.

Casualmente, entre los accionistas destacados de estas industrias, de


dudosa legitimidad moral, existen numerosas personas que se consideran
devotas. Devotas, ¿de qué? ¿Del Becerro de Oro? No sorprende que haya
tanta gente enrevesada, entre los dirigentes de guerras ideológicas.
Consideran como servicio supremo a los seres celestiales, la imposición
violenta de sus ideas propias. Las ideas ajenas deben ser combatidas, hasta
la extinción. ¡Enseñanza moral suprema! Que incluye la muerte de
creyentes ajenos a su causa, con tranquilidad de conciencia. Incluso pueden
ser premiados, canónicamente, con estancias eternas en los cielos de los
justos. ¡Maravillosa ceguera moral! La doblez doctrinal debe estar alojada
en mentes privilegiadas, para ser válida generadora de santidades. Al estilo
de los muchos santos guerreros medievales, que tenemos en Europa.
Siempre me ha parecido sorprendente llegar así a la santidad: glorificando
la aniquilación del diferente. La causa de beatificación de Francisco Franco,
aún debe andar traspapelada entre los anaqueles de alguna entidad
piadosa. Cuando en otras religiones proclaman mártires a sus terroristas,
¿estamos hablando del mismo germen de santidad? ¿La violencia? ¿La
destrucción cruenta del diferente? Parece una modalidad extendida entre
quienes prefieren la ceguera mental, a la luminosidad racional. Pensar,
reflexionar, deducir. Todo este proceso implica dudas. Y la duda es pecado.
Así se llega al final de la lógica: no se piensa. La extinción del pecado, exige
la del pecador. Fin del pensamiento.

La objetividad y la independencia son entelequias: útiles como referencias


abstractas, pero inexistentes. La modalidad de conquistar el cielo a través
del crimen indiscriminado, no es exclusiva de ninguna creencia.
Todo hombre es esclavo de su propia historia. Ascendientes y colaterales,
nos han ido rellenando el cerebro con sus ideas. Al final, no hacemos más
que digerir lo que ingerimos. ¿Cómo podemos meternos en la piel de otros
pueblos, para juzgar la rectitud de sus hechos? Quien actúe en
circunstancias extremas, movido por la pasión, siempre encontrará razones
que lo justifiquen. Sus propias razones, claro. Emilio del Barco. 03/12/08.
mailto:emiliodelbarco@gmail.com

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