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CONOCIMIENTOS

FILOSÓFICOS
Falsos filósofos
Las ideas ajenas, reveladoras de particularidades interesantes, deben recogerse aunque hieran creencias, sentimientos;
todo aquello que se repite con el propósito de analizarlo, o de condensarlo en forma artística (utilísima a su modo),
se ennoblece. El espíritu humano jamás debe retroceder por causa de temores puramente personales, como es
entre ellos, el miedo a la opinión de la mayoría indocta, o al clamor de los falsos intelectuales, gran plaga ésta.

«Esos niños mecidos en cunas cubiertas de encajes; esos jóvenes, futuros negociantes, industriales, magistrados,
banqueros, médicos, unen a su vanidad repugnante la idea de que la sangre que corre por sus venas es más noble,
más preciada y más pura que la que circula bajo la piel del hombre del pueblo. No hay, pues, que asombrarse de
que esos frutos de un cultivo falso intelectual y moral traigan los vicios de que adolecen. Sería extraño que
hombres de esta suerte educados fueran compasivos, generosos, animados por el impulso de la solidaridad,
enamorados de la igualdad social o capaces de servir una causa con desinterés y convicción.

1903 «Los hombres de genio son las circunvoluciones del gran cerebro universal y aparecen en los pueblos cuando estos
han evolucionado lo suficiente para producirlos: son destellos del fuego central; de él salen y a él vuelven. Si el
pueblo fuera sabio, el individuo lo sería más; así los sabios son menos de lo que parecen. He aquí por qué
nuestros falsos intelectuales se convierten en pequeños centros con atracciones centrípetas que conviene señalar.
En todo caso entre ellos y el vulgo preferimos a este»

1905 «El nuevo drama de Gorki, dice La Nuova Antologia, ha tenido un gran éxito en el Nuevo Teatro Dramático, de San
Petersburgo. Titúlase Datchniki, de veraneo, y este título es un símbolo. Gorki presenta entre sus personajes
dos falsos intelectuales, que no viven la verdadera vida, sino que se encuentran como de veraneo. Toda la obra es
una sátira, una terrible crítica de esos pseudo-intelectuales, tan numerosos en la sociedad rusa. Enfrente de los
advenedizos, de los infatuados, de los triunfadores egoístas en la lucha por la vida, Gorki pone dos o tres
personajes simpáticos, verdaderos intelectuales, que desmienten la acusación dirigida al autor por haber escrito
un libro contra todos los intelectuales en masa

1906 «Reyes reina; la patria desaparece; no hay libertad adentro, ni dignidad afuera; el despotismo, ahoga la libertad
dentro de las fronteras de la república y el mercantilismo vende su independencia, fuera de ellas; el misticismo
clerical del General Reyes, impone adentro el Silencio, y compra afuera el Elogio; falsos intelectuales y falsos
liberales, le venden ambos; los áfonos y los sonoros, se disputan la adulación; no hay mediocridad que no se
venda, ni bajeza que no se pague; la llamada a la deserción suena de todos lados y la Apostasía, es declarada la
más alta virtud de Estado; pillaje y deserción, tal es el lema, que escribe en sus banderas, esa tribu monetizada, de
burócratas, glotones y plutócratas sórdidos, que por una ironía del Destino, despedaza y devora la República;
situación hecha de cobardías y apostasías, block de traidores y de Jesuítas, es la Regeneración en pie, menos los
principios: la fórmula más odiosa de la Regeneración; la Regeneración clerical.
1907 «No es así como se tratan cuestiones de verdadera trascendencia. Los verdaderos intelectuales, de innegable
seriedad, rectos y sinceros, ponen su mirada mas alto de lo que tal vez la ponga el Sr. Burguete, sin que por esto se
permitan llamarle embaucador de formularios, de audacias guerreras y de otros valores espirituales perniciosos y
falsos. Un poco más de seriedad convendría en estos asuntos. ¿Se refiere quizá el Sr. Burguete a los falsos
intelectuales, a esos pequeños intelectuales de localidad, para quienes todo lo de nuestra tierra es mezquino y
despreciable, y arden en odio bárbaro contra todo lo que recuerde a España
1910 «“Los que sostienen y propagan estas doctrinas son falsos intelectuales, alucinados, que inconscientemente
contribuyen con su influjo a tan perniciosa obra”
«Cierto que el público anhelo, o desconoce absolutamente los planes vejatorio y absolutistas del Gobierno
demócrata, o protestó enérgicamente contra su realización; pero ese criterio debe ceder ante las razones de alta
política arriba expuestas, ante los graznidos de algunos centenares de falsos intelectuales, declarados enemigos de
la libertad, y ante el empuje de la ola anarquista y antipatriótica, desencadenada en pueblos limítrofes al nuestro y
que, a manera de huracanado vendaval, amenaza trastornar y arrancar de cuajo los fundamentos de la vida
nacional española.»
1913 «Entonces hemos visto en nuestros teólogos el principio de la propiedad y sus limitaciones y los fines humanos y
fraternales que debe ésta realizar; hemos estudiado las consideraciones que le merecía al ángel de las escuelas,
Santo Tomás de Aquino, y después al inmortal Pontífice León XIII, que señaló evidentemente la solución del
problema social a la consideración del mundo. El pueblo, utilizado por esos falsos intelectuales y por sus
intermediarios, ha sido lanzado a la lucha sin Dios, y vosotros, aleccionados por esa ciencia sin sello divino, venís a
servir a los poderosos y luego desapareceréis como bestias sin hallar un consuelo que os indemnice de vuestros
sufrimientos y martirios.» «He ahí la filosofía del pueblo. Descended a él: veréis que lo habéis convertido en fiera, a
la que tenéis que destruir con los cañones, y después de tantas libertades y progresos, resulta que lo habéis
esclavizado de manera peor que lo hicieron los emperadores romanos. El sabio conferenciante ridiculiza a
los falsos intelectuales con dos muy celebradas ocurrencias respecto al régimen de Copérnico y algo del filósofo
alemán Kant
«Pero aún más preciso que el autor de Los eruditos a la violeta [Cadalso 1772] en su condenación a los falsos
intelectuales, a los que ha denominado un escritor “los simuladores del talento”, lo es el autor de La derrota de los
pedantes.

  1915 «Pero lo que no miraremos nunca en silencio, es que el Secretario en ejercicio del Patronato Obrero Católico,
fundado única y exclusivamente para proporcionar al proletariado católico la protección que los desmanes y
tropelías de aquella clase tolerante que como auditorio nos ceenta encontró el Sr. Faura, hizo necesaria, vaya a
predicar a un “Centro” tan abiertamente sectario y anticlerical, como que, por los mismos días en que la voz
educadora y sabia del conferenciante resonó entre sus paredes, fue llevada a las redacciones de los periódicos
locales, suplicando la inserción, un anuncio del concurso abierto por el Centro Obrero de Corporaciones, para la
provisión de la plaza vacante de maestro de la escuela laica que en dicha entidad funciona. Eso es lo que nosotros
no miraremos sin protesta. El Secretario de una entidad, de donde salieron unos jóvenes propagandistas a sembrar
por los campos, yermos de toda instrucción, de la masa tortosina, la semilla de la religión y de la sana educación,
no puede en manera alguna perorar en un “Centro”, cuya única misión es formar falsos intelectuales para mejor
hacerles instrumentos de los apetitos de los socio-listos que los dirigen; como tampoco puede el Secretario de ese
“Centro” visitar y hablar, aunque fuera para educar, en el Patronato Obrero Católico.»

«Grupo libre de cultura. Mañana viernes, a las seis y media de la tarde, celebrará su acostumbrada sesión semanal
este grupo en el salón de la Económica Matritense de Amigos del País (plaza de la Villa, 2). D. Ricardo Martínez-
Arboleda disertará acerca del tema “Falsos intelectuales y verdaderos intelectuales”; D. Gonzalo Latorre dará una
conferencia “Sobre el periodismo”, y D. José María Platero leerá algunas poesías inéditas.» «Intelectuales
germanófilos. La Universidad Compostelana ha contrastado de manera digna y altamente patriótica a la actitud de
ese pequeño y ridículo grupo de “falsos intelectuales”, que pululan principalmente en Madrid, haciéndose notar
por sus excentricidades e inconveniencias, como la realizada en el pasado curso al enviar a Francia un Mensaje de
solidaridad y simpatía, que la verdadera y sólidamente cimentada intelectualidad española estaba muy lejos de
sancionar y aprobar. TREINTA Y OCHO PROFESORES de la por tantos títulos gloriosa Universidad de Santiago de
Compostela han dirigido a sus ilustres y sabios compañeros de la Universidad de Berlín un “Mensaje” de
admiración, de solidaridad y de fraternal compañerismo, protesta a la vez contra las falsas imputaciones de
barbarie y de incultura, que sobre el admirable pueblo alemán se vienen lanzando con motivo de la conflagración
europea; y esas “treinta y ocho firmas” del Mensaje representan a la Universidad Compostelana entera, porque
entre ellas se encuentran las de sus “cinco decanos” de las facultades de Derecho, Medicina, Farmacia, Ciencias y
Filosofía y Letras, únicas que, en todo o en parte, tienen en ellas establecidas sus enseñanzas. (De “El Cruzado”, 16
Octubre 1915, Mondoñedo.)» «Todo hay que esperarlo de Inglaterra, y, acaso, también los Imperios centrales
accedan a una paz separada con algunos de sus enemigos; pero si Inglaterra no depone su orgullo, entonces
quedará sola para luchar contra Alemania, aclarándose, al fin, los verdaderos motivos por los cuales se ha
encendido esta espantosa guerra, en cuyos motivos lo de menos es la defensa de la libertad, la civilización y el
derecho, como quieren hacernos creer los falsos intelectuales que pretenden dirigir el pensamiento humano.»
(Leónidas, «El estado de la campaña en los Balkanes», 

1919 «No hay razas malditas. Llevar sangre germana en las venas es tan honroso como llevarla americana o española: No
hay razas superiores, ni razas malditas, sino una sola raza, destinada a vivir en comunicación fraternal y en
cooperación civilizadora, pese a sus déspotas y a sus falsos intelectuales. Son las circunstancias y las torpezas de
los gestores del Derecho público los que promueven los odios y las guerras y los que llevan a los pueblos hermanos
a la depredación y al libertinaje, al aborrecimiento y la derrota.»

1920 «Creo que ya estamos cansados del recitado melodramático, y nuestra sensibilidad tiende a buscar emociones más
sinceras y evidentes que las engendradas en el ambiente romántico de falso intelectualismo.» (Juan del Brezo,
«Música y músicos. Músicos españoles, Jaime Pahissa», 
1922 «Aquí Gurdilo empezó a hablar irónicamente de la enorme influencia que unos cuantos profesores y fabricantes de
versos ejercían sobre el gobierno actual. —Ha bastado –dijo el orador– que un pobre pedante que enseña en
nuestra Universidad la inútil lengua de los Hombres-Montañas, la cual de nada puede servirnos; ha bastado, repito,
que descubriese en un bolsillo del tal gigante un libro del tamaño de cualquiera de nosotros, con unos versos
disparatados, propios de su enorme animalidad, para que todos los falsos intelectuales que dominan nuestra
organizacion universitaria, y son retribuídos exageradamente por el gobierno, viesen una ocasión de afirmar su
influencia protegiendo a este colosal intruso como un compañero de letras. Y los altos señores del gobierno, que
antes de ocupar sus cargos no conocían otra lectura que la del diario todas las mañanas, han aprovechado la
ocasión para darse una falsa importancia de intelectuales, obedeciendo las indicaciones de sus protegidos que
monopolizan la Universidad.»
1923 «Un día vendrá, de seguro, en que habrá conseguido la Ciencia asegurar la salud al pobre, la tranquilidad al
humilde, la paz y la libertad al menesteroso. Entonces, de los sauces gloriosos tornarán a ser descolgadas las arpas
mudas. Aquel día volverá a encontrarse la forma, el molde, la palabra, la idea, que hoy buscan en la oscuridad a
tientas los vates, cuando no los suplantan con la paradoja y la futilidad, grata a los holgazanes y falsos
intelectuales a sueldo. Hoy, la verdadera poesía, la de los que trabajan y sufren injusticia, la que nada tiene que ver
con los viciosos con nómina y los burgueses retrógrados pedantescos, con los dislocadores de la forma y
envilecedores de los ideales, que se llaman originales y exquisitos porque hurtan el cerebro al estudio y el hombro
al trabajo, esa poesía, propia de hombres puros, no podría condensarse sino en un alarido, en un grito de rabia, en
una inarticulada queja gutural, que lanzarían las gargantas de los campesinos expoliados, de los obreros sin faena,
de la juventud llevada al matadero, de los ancianos sin hogar, de las mujeres condenadas a eterno celibato, de los
padres que buscan a sus hijos enfermos aire y luz que les cure y esperanza que les consuele.

1924 «Su repertorio moderno asusta y asombra por su valor y por su abundancia. ¿Para qué copiar aquí esa serie de
nombres que serán acogidos con una sonrisa de desdén por nuestros falsos intelectuales, artistas de pega? Desde
Glazunof, Fauré o Max Reger, entre los músicos “de edad”, hasta los últimos Alban Berg, Alois Haba, Auric o
Poulenc. Rusia, los países germánicos, Inglaterra, Francia, Italia, Holanda y Bélgica… Todo el mapa, menos España.»
Luis Ferreiro, «El falso intelectual», Heraldo de Zamora, miércoles 9 de julio de 1924.
1925 «Habla “O Seculo” del caos financiero en que se vive desde la guerra, de la crisis de la industria, el comercio y la
agricultura, de la emigración de capitales al extranjero, y de la obra funesta de políticos y falsos intelectuales en los
últimos años, para venir al examen de las hazañas de la titulada “Legión Vermelha”, que mantiene en alarma
constante a la nación portuguesa.» (Julio de Acevedo, «Portugal. La “Legión Velmelha”», 
1926 «El Estado, a su vez, suprimiendo exámenes de ingreso y pruebas rigurosas al final del curso, contribuye a este
estado de anarquía. Lo triste es que muchos de estos falsos intelectuales son desertores de la agricultura, del
comercio, de la industria; es decir, de las únicas fuentes de riqueza.»
«Los comentarios de la prensa. Un artículo de “La Nación”. Todos los periódicos de la noche dedican artículos de
elogio a la personalidad del ilustre Cajal, con motivo del homenaje que esta mañana se celebró en su honor. La
Nación, órgano de la U. P. inserta un artículo titulado: “Maniobra evitada. Intelectuales verdaderos y falsos
intelectuales”. Bajo este título copia la nota facilitada anoche por el Gobierno y la comenta diciendo que
los intelectuales verdaderos están obligados a dar ejemplo de disciplina y acatamiento al poder público.»
«Por otra parte, es inadmisible esa teoría de que para opinar hay que estar por encima de aquello de que se opina,
pues ¿quién iba, entonces, a atreverse a opinar sobre nada? Únicamente los que se creyeran seres superiores, de
excepción, semidivinos; es decir, los necios. ¿No opina a diario La Nación sobre ideas, cosas, hechos y personas?
¿No está todos los días diciéndonos quiénes son los verdaderos y los falsos intelectuales; los verdaderos y los
falsos patriotas; cuál es la verdadera y la falsa libertad, la verdadera y la falsa democracia?… ¿Quiere decir
entonces que se cree por encima de todo eso? No podemos suponer semejante cosa. Tenemos que pensar que el
órgano oficioso, al emitir esas opiniones, no aspira a lanzar fallos inapelables, a darnos criterios infalibles de
verdad, sino únicamente a exponernos su juicio, tan relativo y falible como todo lo humano. Pues en el mismo caso
nos encontramos los demás periodistas, Yo reconozco –repito una vez más– que mi firma es modestísima; pero ¿es
que acaso los colaboradores de La Nación son glorias universales? ¿Es que los señores Sánchez Pastor, Pemartín,
Capellá, Santibáñez, De Pedro… son Homero, Platón, Cervantes, Kant, Dante, Shakespeare…? ¿Y no opinan ellos a
diario sobre todo lo divino y humano? Pues ¿por qué no he de poder hacer yo lo mismo?»

1928 «Trabajo. Obreros e intelectuales. En estos momentos de rutinario conformismo, nada más interesante y
prometedor de óptimos frutos que el interés y curiosidad de los intelectuales hacia la clase trabajadora. Siglos y
siglos permanecieron desunidos pensamiento y acción, brazo y cerebro. Prejuicios insanos de clase hacían al
obrero desconfiar –muchas veces con razón– del intelectual, y a éste sentir por el trabajador un desprecio
injustificado. La decoración –y no por arte de birlibirloque, sino por imperativo de la vida– ha cambiado. El
intelecto, refugiado primero en la severa celda monástica; luego al servicio del señor feudal, más tarde al de la
aristocracia y, por último, al de la burguesía, creyó siempre laborar por la verdad y justicia. Caro pagó sus errores.
Las rectificaciones comienzan, y un orden nuevo de cosas proyecta su silueta en lo porvenir. No obstante, quedan
aún muchos cerebros adormidos en la placidez de la vida burguesa. Son los falsos intelectuales, son los que ponen
el grito en el cielo al hablar de deshumanización, confundiendo humanidad con burguesía; en el fondo no son más
que niños grandes, que gritan y patalean porque presienten que les van a quitar su juguete, la mujer de lujo, la
fácil comodidad, los placeres banales, la vergonzosa servidumbre… Pero los gritos infantiles nunca llegaron a
inquietar a los hombres, y se hicieron callar con unos azotitos. Alégrese, pues, la juventud obrera, de las nuevas
perspectivas que surgen, y risueña y generosa, mire con simpatía ese intento de comprensión entre el intelecto y
el músculo, único que podría hallar la solución cordial y humana que imperiosamente exigen los tiempos actuales.»

1930 «Con la solemnidad que el acto requería y con una concurrencia inusitada, se celebró el día de hoy en esta iglesia
parroquial, una misa por el alma de aquel genial, patriótico y ferviente católico que en vida se llamó don Miguel
Primo de Rivera, en cuya bandera de gobernante ondeaba incólume, glorioso y nunca traicionado, el lema: Patria,
Monarquía, Religión. […] Los intelectuales, porque podían juzgar toda la grandeza de lo realizado. ¡Sí, señores
intelectuales! ¿Creen acaso los falsos intelectuales de las grandes urbes que en el medio rural no los hay? ¡Vanidad
humana! Aunque pocos, éstos cultivaron sus inteligencias en los mismos centros que ustedes, aprovecharon sus
enseñanzas como ustedes pudieron hacerlo, y las practican en un ambiente de paz y tranquilidad tan alejado de las
rastrerías, intrigas y pasiones de los grandes centros de población, que la hacen más noble, digna y generosa,
haciéndoles ver y juzgar los actos ajenos con el cerebro sereno y libre de toda mácula. Acaso ustedes, los
intelectuales de el autobombo y el desplante, que tan pronto se llaman sabios como salvajes, monárquicos como
republicanos, españoles como rusos, olviden que la inteligencia reside en el cerebro, y fijando su cuartel general en
el estómago, éste dirige cuantos insultos y nauseabundos actos realizan. El señor cura párroco, oficiante en el acto
dirigió a los concurrentes una elocuente, clara y sentida plática, poniendo de relieve lo noble y heroico del corazón
del caudillo, la magnanimidad de su alma, su gran espíritu patriótico y su exaltado fervor católico, cuya fe
ostentaba, ejercía y defendía en todos los actos de su vida.» (Juan Bernardo Cuadrado.
1931 «Somos partidarios –algo de eso dice el fondo de hoy– de la intervención de todo ciudadano en los negocios
públicos. […] Pero es el caso que hemos leído el manifiesto que un grupo de intelectuales de Madrid dirige al país,
anunciando su deliberado propósito de ocuparse muy activamente de la política. En principio nos parece de perlas
la determinación. Pero nada más que en principio. Un intelectual al frente de los negocios públicos, sería algo tan
calamitoso como encargar al Caballero Audaz o al maestro Guerrero, de la dirección de Aduanas, o enviar a
Lalanda a estudiar el problema militar de los Balkanes. Desde luego, no profesamos a los intelectuales la menor
ojeriza. Pero discurrimos que un intelectual tiene su sitio adecuado en el Ateneo, en la Cátedra y en el laboratorio,
sin que esto quiera decir que llevemos nuestra intransigencia hasta el extremo de todo contacto con la
gobernación del país. […] Y hablamos de los intelectuales de verdad; porque hay otro sector de falsos intelectuales,
del que Dios nos libre…»
«Luego vendrá la falange de los técnicos. En un Parlamento ha de haber técnicos. Abogados, ingenieros,
catedráticos. La técnica está por encima o al margen de la política. Los técnicos van a donde los llaman, si es con
provecho; a la monarquía o a los soviets. No hay política sin técnica. ¡Paso, pues, a los técnicos! Y no se olviden de
algún técnico de la Cultura, con mayúscula. La Cultura es también una técnica. ¡La técnica de las técnicas! ¡Paso,
asimismo, a algún corifeo de la Cultura! De la Cultura como negación de la política. Como técnica pura, siempre
bastardeada por los falsos intelectuales, por Platón en Siracusa y por Sócrates en los cenáculos atenienses. Aunque
éste ya pagó, con la cicuta, sus desviaciones de la Cultura a la política. Bien empleado le estuvo.»

1932 «El falso intelectual se ha forjado un intelecto a su medida, con la lectura mal cuajada y el filosofar sentado,
pensando en lo que hacen este gobernante y este otro, que por mal que lo hagan siempre lo harán mejor que él.
«Acordémonos de los sangrientos episodios de las revoluciones francesa y rusa, y no olvidemos tampoco a
Castilblanco, queda también allí expuesto primorosamente el primero de los argumentos en pro de la anarquía
hereditaria: “Sólo un personaje elevado puede ejercer la verdadera soberanía«; el pueblo entregado a sí mismo se
desmoraliza entre las disensiones de los partidos nacidos de la sed de poder, «esos  falsos intelectuales (parece que
se alude a algunos de nuestros contemporáneos) no han visto que el pueblo es una potencia ciega y que sus
advenedizos gobernantes son igualmente ciegos en política, no han comprendido que un hombre destinado a
reinar, aunque fuera un imbécil, podría gobernar, mientras que otro no educado para ese fin, aunque fuera un
genio, no entendería una palabra de política”.

Mercaderes del saber


BIOGRAFÍA DE ÁNITO
Ánito (Ἄνυτος) Comerciante y político ateniense, que
estuvo detrás de la condena del filósofo
griego Sócrates. Fue miembro del Partido democrático
ateniense.
Vida
Enriquecido con su curtiduría, era miembro del partido
democrático ateniense, así como un feroz adversario de
los sofistas. Hijo de Antemión, participó, junto a
Trasíbulo, en la caída del gobierno oligárquico de los
Treinta tiranos. Dirigió entonces el asalto a El Pireo.

Según lo menciona Jenofonte, fue probablemente por un rencor personal, que emprendió una fuerte
campaña contra Sócrates y en el año 399 a.C, le acusó, junto a Licón y Meleto, de no creer en los dioses
de la Atenas y de querer corromper a la juventud con sus ideas monoteístas. Estos fueron los cargos
que llevaron a la muerte al famoso filósofo, quien luego de ser hallado culpable, fue condenado morir
bebiendo cicuta.
Después de la muerte del filósofo, la muchedumbre se volvió contra los acusadores y Ánito se vio
forzado a huir de Atenas. Poco se sabe de su vida, a partir de entonces.

Los últimos momentos del filósofo fueron narrados en el Fedón de Platón.


BIOGRAFÍA DE MELETO
Meleto (Siglo V a.C) Orador y poeta trágico ateniense, conocido por su acusación en el juicio
de Sócrates. Fue mencionado en el Eutifrón de Platón y en la Apología de
Sócrates de Jenofonte. Según Laercio tras la muerte de Sócrates, fue ejecutado por los atenienses.

Vida
Nativo de Piteas, vivió en el siglo V a. C y era apenas
conocido para el momento del juicio a Sócrates. Sin
embargo, según Aristófanes habría escrito alguna obra en
su juventud. Cuando acusó a Sócrates- junto a Licon
y Ánito– debía tener alrededor de 40 o 45 años, siendo el
menor de los tres acusadores. En la Apología de Sócrates,
Platón lo nombra como el principal perpetrador de la
acusación; además, supone, que el motivo detrás esta es un
resentimiento personal. Lo mismo insinuó Jenofonte sobre
Ánito.
Suidas lo menciona como poeta y orador. Su poesía al
parecer era de carácter erótico. Debido a su falta de
habilidad oratoria (mostrada en el juicio), se cree que Meleto era muy joven al momento de acusar a
Sócrates y que probablemente no fuese la mente detrás del movimiento en contra del filósofo, sino
solo el portavoz del grupo manejado por Ánito.

Algunos creen que el motivo principal de su acusación fueron los comentarios de Sócrates acerca de
los poetas. Según Platón, Sócrates había mencionado que los oradores y poetas eran aduladores y que
solo lograban impresionar con su trabajo a niños, esclavos y mujeres. Al parecer a Meleto, le
preocupaban más los alegatos de impiedad que recaían en el filósofo que los cargos por corrupción de
jóvenes
En el Eutifrón, Platón confirma que Meleto era un total desconocido para él; además lo describe como
el más joven de los acusadores. Aunque no hay un registro oficial sobre lo dicho en el juicio, si se
cuenta con los testimonios de los seguidores de Sócrates. Gracias esto se conocen las respuestas que el
filósofo dio a las acusaciones de Meleto, quien habría quedado en ridículo tras ser incapaz de
defenderse frente a Sócrates.
A pesar de su fallida acusación, el juicio siguió su curso. Sócrates fue hallado culpable de impiedad y
condenado a morir bebiendo cicuta. Tras la muerte del filósofo, la muchedumbre se volvió contra los
acusadores y Meleto, según Laercio, fue ejecutado. De Ánito se dice logro escapar.

BIOGRAFÍA DE LICÓN DE ATENAS


Licón de Atenas (s. V – s. IV a. C) Orador y político ateniense. Fue uno de los tres acusadores en el juicio
contra Sócrates.
Vida
Licón es quizás el personaje menos conocido del juicio contra
Sócrates. Perteneció al círculo de Ánito y apoyo a este en cada
uno de sus intereses, incluyendo claro la campaña que este
emprendió en contra del filósofo griego. Su identificación
histórica se ha prestado a la polémica. Se sabe fue blanco de los
poetas Cratino y Eupolis. Su hijo, Autólico de Atenas, fue un
reconocido atleta, condenado a muerte durante el régimen de
los Treinta Tiranos.
En el año 399 a. C, acompañado por Ánito y Meleto, Licón lanzó
la acusación contra Sócrates, siendo el responsable de la
incoación del procedimiento judicial. El filósofo fue acusado de
dos delitos, divididos en tres cargos: no creer en los dioses de
Atenas, introducir nuevas deidades y corromper a los jóvenes con sus ideas monoteístas. Luego de que
cada acusador expusiera sus ideas, el jurado hallo culpable al filósofo, quien fue condenado a morir
bebiendo cicuta.
Después de la ejecución, la muchedumbre se volvió contra los acusadores. De Meleto, Laercio dice
murió ejecutado, mientras que Ánito, según lo mencionado por Jenofonte, alcanzó a huir de Atenas.
Poco se sabe sobre Licón y su suerte tras la muerte del filósofo.

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