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Soy un gato negro, una criatura de la noche, un testigo silencioso de los oscuros caminos del

hombre. En mi juventud, conocí la dulzura del amor y la amistad en manos de un ser humano.
Plutón, me llamaban, y junto a él viví días de alegría y compañerismo.

(Pausa, el tono se vuelve melancólico.)

Pero los tiempos cambiaron. Mi dueño, una vez gentil, se sumergió en un abismo de sombras y
desesperación. Vi cómo su corazón se endurecía, cómo su alma se oscurecía con la ira y la locura.
Y en su caída, fui yo quien pagó el precio más alto.

Fui testigo del tormento de su esposa, una mujer gentil y amorosa que se convirtió en el blanco de
su ira descontrolada. Sus gritos llenaban la casa, mientras él, cegado por la desesperación, la
sometía a un tormento incesante.

(Se detiene, recordando el dolor.)

Una noche fatídica, su mano cayó sobre mí con la furia de un demonio. Mi ojo, arrancado
cruelmente, se convirtió en un símbolo de su perdición, una marca de su desesperación.

Después de aquel día, solo podía verlo con miedo y perturbación, lo único que podía hacer era .
huir … y no permitir que dejara arrebatara otra parte de mí.

Mi amo, aquel hombre que una vez me llenó de amor y cuidados, ha cambiado. La sombra del
alcohol ha oscurecido su alma y lo ha sumergido en un abismo de desesperación. Sus manos,
antes tan gentiles, se han vuelto ásperas y crueles. Y en su locura, ha decidido que debo pagar por
sus pecados.

Una noche, envuelto en las sombras de su propia angustia, decidió que yo era el responsable de
todos sus males. Me atrapó con sus manos temblorosas, llenas de odio y desesperación, y me
arrastró hacia un destino oscuro y sin retorno.

Mis maullidos desesperados no fueron suficientes para detenerlo. Me encontré colgando de una
cuerda, con el aliento escapándose lentamente de mi cuerpo. En ese momento, en medio de la
agonía y el terror, entendí la verdadera naturaleza de mi amo.

Fui traicionado por aquel que una vez juró protegerme. En su ceguera, no vio que yo era su único
amigo verdadero, el único que lo acompañó en sus momentos más oscuros. Ahora, mientras mis
últimas fuerzas se desvanecen, dejo constancia de esta trágica historia, como un testamento de la
crueldad del destino y la fragilidad de la vida.

El mismo día de mi muerte, la casa de mi amo se vio envuelta en llamas, devorada por el fuego
voraz que arrasaba con todo a su paso. Allí, entre los escombros humeantes y la desolación, se
encontraba una escena que helaba hasta lo más profundo. Solo quedaba en pie una pared, una
pared en la que la sombra de un gato, estampada en la madera carbonizada, se erguía como un
siniestro recordatorio de lo que una vez fuimos.

(Pausa, el tono se vuelve más agudo, más desafiante.)

Pero la vida, astuta como siempre, me dio una segunda oportunidad dentro de mi lecho de muerte.
Un gato sin un ojo una mancha en el pecho con forma de cuerda encontró un nuevo hogar en las
sombras de un oscuro bar, donde mi amo se ahogaba en su propia miseria.

Aquella misma noche, mi amo se dirigió hacia su casa con su nuevo compañero y allí observo que
la mancha blanca puesta en su pecho tenía la forma de una cuerda muy parecida a la que había
usado para adornar mi cuello el día de mi muerte, en un acceso de ira y locura, mi amo intentó
asesinar al nuevo gato que se cruzó en su camino. Pero en su frenesí homicida, la hoja del hacha
encontró a su verdadera víctima: su propia esposa, cuya cabeza fue alcanzada por el golpe mortal.

En un intento desesperado por ocultar su crimen, mi amo decidió emparedar el cuerpo de su


esposa dentro de la misma casa que había sido testigo de su desgracia. Y así, en un acto de
locura y desesperación, selló su destino junto con el de su amada en las ruinas de lo que alguna
vez fue nuestro hogar.

(Se acerca al público con una mirada penetrante.)

Soy el reflejo de su propia oscuridad, el eco de sus demonios internos. Soy el gato negro, el
guardián de los secretos, el testigo mudo de la locura humana.

(Las luces se desvanecen mientras el gato permanece en el escenario, una presencia enigmática
en la penumbra.)

Así que recuerda, humano, mientras te sumerges en las profundidades de tu propia depravación,
yo estaré aquí, observando desde las sombras, recordándote la fragilidad de tu cordura y la
oscuridad de tu alma.

El amo, en su frenesí homicida, buscó desesperadamente al nuevo gato que había sido testigo
involuntario de su trágico destino. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. El felino había
desaparecido, como si se hubiera desvanecido en las sombras de la noche, dejando tras de sí solo
el eco de sus pasos silenciosos.

Días después, cuando la policía llegó a la casa para investigar la desaparición de la esposa del
amo, se encontraron con una escena que desafiaba toda lógica y comprensión. La casa estaba
vacía, sin rastro alguno de los eventos macabros que se habían desarrollado en su interior.

Pero mientras los oficiales revisaban cada rincón en busca de pistas, un aullido angustiado resonó
desde una pared, un lamento que parecía emanar de las mismas entrañas de la casa. Con cautela
y temor, abrieron la pared, revelando una escena que heló la sangre en sus venas.

La esposa del amo yacía allí, en silencio eterno, su cuerpo frío y sin vida oculto tras los muros de la
casa. Y sobre su cabeza, en una macabra exhibición de lo sobrenatural, se encontraba el gato, con
la boca abierta en un silencioso grito y una mirada penetrante que parecía desafiar a la mismísima
muerte.

Así que recuerden, mientras se sumergen en las profundidades de su propia depravación, yo


estaré aquí, observando desde las sombras, recordándoles la fragilidad de su cordura y la
oscuridad de su alma.

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