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DIRECTORIO PARA LA CATEQUESIS MARZO 2020

CAPÍTULO VII
LA METODOLOGÍA EN LA CATEQUESIS
1. LA RELACIÓN CONTENIDO- MÉTODO

El misterio de la encarnación inspira la pedagogía de la catequesis. Su contenido,


siendo objeto de fe, no puede someterse indiferentemente a cualquier método, pero
quiere que refleje la naturaleza del mensaje evangélico con sus fuentes y que
considere también las circunstancias concretas de la comunidad de la Iglesia y de los
bautizados. El propósito educativo de la catequesis determina las opciones
metodológicas.

La pluralidad de métodos

La catequesis no sigue un método único, está abierta a valorar diferentes métodos,


confrontándose con la pedagogía y la enseñanza, y dejándose guiar por el Evangelio
para reconocer la verdad del ser humano. «La edad y el desarrollo intelectual de los
cristianos, su grado de madurez eclesial y espiritual, y muchas otras circunstancias
personales piden que la catequesis adopte diferentes métodos»1. La comunicación de
la fe en la catequesis, que también pasa por la mediación humana, sigue siendo un
acontecimiento de gracia, realizada por el encuentro de la Palabra de Dios con la
experiencia de la persona. Por lo tanto, la gracia se expresa tanto a través de signos
sensibles que se abren al misterio, como de otras maneras desconocidas para el ser
humano.

En la catequesis es necesario un trabajo de discernimiento, Se pueden valorar


caminos metodológicos más centrados en los hechos de la vida o más orientados al
mensaje de la fe. En ambos casos es importante un principio de correlación que ponga
en relación ambos aspectos. La existencia si se interpreta en relación con el anuncio
cristiano, se manifiesta en su verdad; el kerygma, por otro lado, siempre tiene valor
salvífico y de plenitud de vida.

2. LA EXPERIENCIA HUMANA

La experiencia humana es parte constitutiva de la catequesis, tanto en su identidad


como en su proceso, así como en su contenido y método, porque no es sólo el lugar
en el que resuena la Palabra de Dios, sino también el espacio en el que Dios habla.

Dios actúa en la vida de cada persona y en su historia, y el catequista, inspirado por el


estilo de Jesús, se deja interpelar por esta presencia. Esto libera a la persona y a la
historia de considerarse sólo como destinatarios de la propuesta unilateral y la abre a
una relación de reciprocidad y de diálogo, escuchando lo que el Espíritu Santo ya está
realizando silenciosamente.

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Jesús, en su anuncio del Reino, busca, encuentra y acoge a las personas en sus
situaciones concretas de la vida. También en su enseñanza, parte desde la
observación de los acontecimientos de la vida y de la historia, releyéndolos con una
óptica de sabiduría.

La catequesis, siguiendo el ejemplo de Jesús, ayuda a iluminar e interpretar las


experiencias de la vida a la luz del Evangelio. La relectura de la existencia con ojos de
fe le ayuda a tener una mirada sabia e integral. Si la catequesis descuida esa relación
entre experiencia humana y mensaje revelado, cae en el peligro de yuxtaposiciones
artificiales o en la incomprensión de la verdad.

Jesús utiliza las experiencias y situaciones humanas para señalar realidades


trascendentes y al mismo tiempo indicar la actitud que se debe seguir. Para hacer
inteligible el mensaje cristiano, la catequesis debe valorar la experiencia humana, que
sigue siendo la mediación prioritaria para acceder a la verdad de la Revelación.

3. LA MEMORIA

La memoria es una dimensión constitutiva de la historia de la salvación. Se trata de


guardar en nuestro corazón los acontecimientos que testimonian la iniciativa de Dios,
que a veces son difíciles de entender pero que se perciben como acontecimientos
salvadores.

La memoria, por tanto, en su sentido más profundo, conduce de nuevo a la primacía


de la gracia; al reconocimiento de los dones de Dios y la gratitud por ellos; al vivir
dentro de una tradición sin cortar sus raíces. La catequesis valora la celebración o
memoria de los grandes acontecimientos de la historia de la salvación, para ayudar al
creyente a sentirse parte de esta historia.

Es importante que la catequesis, así como otros textos de la Sagrada Escritura, la


liturgia y la piedad popular, también ayude a memorizarlos, para ofrecer así un
contenido inmediato que hace parte sin duda del patrimonio común de todos los
creyentes.

4. EL LENGUAJE

El lenguaje, con sus significados relacionales, es constitutivo de la experiencia


humana. La catequesis se mide por la diversidad de las personas, su cultura, su
historia o entorno, su manera y capacidad de entender la realidad. Esta es una acción
pedagógica que se articula sobre los diversos lenguajes de las personas y que al
mismo tiempo es portadora de un lenguaje específico.

Por tanto, la catequesis se expresa en un lenguaje que es expresión de la fe de la


Iglesia. En su historia, la Iglesia ha comunicado la fe a través de la Sagrada Escritura
(lenguaje bíblico), símbolos y ritos litúrgicos (lenguaje simbólico-litúrgico), los escritos
de los Padres, profesiones de fe, formulaciones del Magisterio (lenguaje doctrinal) y el
testimonio de santos y mártires (lenguaje performativo). Esos son los principales
lenguajes de la fe eclesial que permiten a los fieles tener una lengua común. La
catequesis los valora, explica su significado y relevancia para la vida de los creyentes.

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Al mismo tiempo, la catequesis asume creativamente los lenguajes de las culturas de


los pueblos, a través de los cuales la fe se expresa de manera propia.

El lenguaje narrativo

El lenguaje narrativo tiene la capacidad intrínseca de armonizar todos los lenguajes de


la fe en torno a su núcleo, que es el misterio pascual. Además, favorece el dinamismo
vivencial de la fe ya que involucra a la persona en todas sus dimensiones: afectiva,
cognitiva, volitiva. Por lo tanto, es bueno reconocer el valor de la narración en la
catequesis porque acentúa la dimensión histórica de la fe y su significado existencial,
construyendo un lazo estrecho entre la historia de Jesús, la fe de la Iglesia y la vida de
quienes la cuentan y escuchan.

El lenguaje del arte

Las imágenes del arte cristiano, cuando son auténticas, a través de una percepción
sensible, sugieren que el Señor está vivo, presente y operante en la Iglesia y en la
historia. Son, por tanto, un verdadero lenguaje de la fe. Son imágenes que elevan la
mirada de quienes las contemplan hacia el Invisible, dando así acceso a la realidad de
un mundo espiritual y escatológico.

El patrimonio musical de la Iglesia, de inmenso valor artístico y espiritual, es también


un vehículo de la fe y un bien precioso para la evangelización, ya que infunde en el
espíritu humano el deseo de infinito.

La Iglesia, que a lo largo de los siglos ha interactuado con diferentes expresiones


artísticas (literatura, teatro, cine, etc.), está llamada, con un sentido crítico adecuado, a
dialogar también con el arte contemporáneo, «incluso con aquellos modos no
convencionales de belleza, que pueden ser poco significativos para los
evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros»2.

El lenguaje y los instrumentos digitales

Las formas de comunicación digital están abiertas a la interacción, por lo tanto es


necesario aprender modos eficaces de comunicación, y garantizar a la vez una
presencia en la red que sea testigo de los valores evangélicos. Las tecnologías de la
información y la comunicación, las redes sociales, los dispositivos digitales, fomentan
los esfuerzos de colaboración, del trabajo en común, del intercambio de experiencias y
del conocimiento mutuo. «Las redes sociales, además de instrumento de
evangelización, pueden ser un factor de desarrollo humano.

Es una prioridad para la catequesis educar en el buen uso de estos instrumentos y en


una comprensión más profunda de la cultura digital, ayudando a discernir los aspectos
positivos de aquellos que no lo son.

Sin embargo, la realidad virtual no puede remplazar la realidad espiritual, sacramental


y eclesial vivida en el encuentro directo con las personas.

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5. EL GRUPO

La comunidad cristiana es el sujeto principal de la catequesis. Por esta razón, la


pedagogía de la catequesis debe dirigir todos los esfuerzos para hacer comprender la
importancia de la comunidad como un espacio fundamental para el crecimiento
personal. El cuidado de las relaciones grupales tiene un significado pedagógico:
desarrolla el sentido de pertenencia eclesial y ayuda al crecimiento de la fe.

El grupo es importante en los procesos de formación de las personas. Esto se aplica a


todas las edades: para los más pequeños, a los que se les ayuda a vivir una buena
socialización; para los jóvenes, que sienten mucho la necesidad de relaciones
auténticas; para los adultos, que quieren experimentar el compartir y la
corresponsabilidad en la Iglesia y en la sociedad.

En cuanto realidad eclesial, el grupo está animado por el Espíritu Santo, verdadero
autor de todo progreso en la fe. Cada dinámica de grupo tiene su culmen en la
asamblea dominical, donde, en la experiencia de encontrarse con el Señor y viviendo
la fraternidad, el grupo crece en su disposición a servir, especialmente a los más
pobres y a dar testimonio ante el mundo.

6. EL ESPACIO

Los espacios para la catequesis son lugares a través de los cuales la comunidad
expresa su forma de evangelizar. Por tanto, es necesario que estos lugares sean
acogedores, bien cuidados, para que se perciba un clima de familiaridad que fomente
una participación alegre en las actividades comunitarias. Los ambientes comunes, que
recuerdan las estructuras escolares no son los mejores lugares para llevar a cabo
actividades catequísticas. Así pues, es bueno que estos espacios se adapten al
significado real de la catequesis.

Sin embargo, es cierto que la dinámica de la Iglesia en salida, que identifica a la


catequesis, tiene sin duda implicaciones para los espacios. Hay que buscar otros
espacios para la catequesis: la casa, el apartamento, los ambientes educativos,
culturales y recreativos, las cárceles, etc. Estos lugares, 135 a menudo
descentralizados en comparación con los espacios de la comunidad creyente, son
propicios para la catequesis ocasional, ya que se crean relaciones más familiares y por
ende la catequesis, con estos lazos bien visibles en la vida cotidiana se hace más
eficaz.

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