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INTRODUCCIÓN
Los tiempos han cambiado, las cosas ya no son como antes; todos experimentamos los retos y desafíos
que nos presentan tanto la realidad de nuestra iglesia como las características y dinamismo de la cultura
actual y el desarrollo social, económico, cultural y tecnológico, por lo que con este plan pastoral
tenemos como objetivo desarrollar más el estudio de catequesis de nuestras comunidades, dando a los
catequistas y catequizados, nuevos modelos de enseñanza, nuevas estructuras y un programa a seguir
para un mejor entendimiento y discernimiento, esperando que sea desarrollado de manera correcta,
con bases religiosas y educativas, dando lugar a que nuestras comunidades tengan una nueva forma de
implementar la catequesis a los niños y jóvenes que son parte de nuestro entorno.
Plan Pastoral de Catequesis
La Pastoral de Catequesis debe trabajar para formar catequistas y catequizar desde las tres
dimensiones: SER, SABER Y HACER, (DGC n.238), llevándonos a descubrir la vocación a la que hemos
sido llamados por el Señor, cada uno desde su realidad y desde un proceso de iniciación cristiana.
Esto es lograble por medio del estudio que debe ofrecer una Escuela Parroquial de Catequesis y la
formación básica en la fe, a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia; de modo que se
les permita seguir un camino de discipulado y de una formación permanente, para formar comunidades
vivas y dinámicas.
Se necesitan de los niños y jóvenes que se han preparado para la primera comunión y confirmación, los
cuales, en su mayoría, no forman parte y no se integran a las actividades de la iglesia, parroquia o
comunidad que les preparó para formar parte del proyecto de vivir el Reino de Dios. La Pastoral de
Catequesis es quien debe preocuparse por mantener el interés de estos niños y jóvenes para hacer que
se sientan más comprometidos con su iglesia, parroquia o comunidad y formen parte activa de sus
actividades.
Los catequistas deben estar bien preparados antes de dar catequesis, para que así siembren en los
niños, jóvenes y adolescente el amor de Cristo, para que como María seamos fieles discípulos y
apóstoles de Jesús. Debemos hacer que los catequistas participen de un encuentro parroquial para
mejorar su preparación, para que así tengan más espacios de oración y fraternidad y desde ahí preparar
un equipo de catequesis Parroquial, el cual debería durar no más de dos años, de esta manera damos
más participación y no dejamos de trancar los nuevos talentos, el cual va a surgir de los nuevos niños y
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Dios siempre nos sorprende, se hace el encontradizo, camina a nuestro lado y nos sorprende caminado
a nuestro lado como “PEREGRINO DE EMAUS” Él sigue interesado en nuestra realidad personal, familiar
y social, se interesa por nuestras desilusiones, quiere hablar con nosotros, explicarnos las Escrituras.
Muchas veces quiere demostrarnos que también estamos un poco fuera de la realidad, como se lo
explica a Nicodemo cuando le dice:
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“Hay que nacer de nuevo, cuando Nicodemo le dice ¿Cómo puede ser eso, ya
somos viejos como podemos entrar de nuevo al vientre de tu madre? A lo que
Jesús le responde, saca de ti, arranca de ti la oscuridad, ven hacia mí y te
salvarás”
Debemos abrir los ojos y el corazón como los discípulos y aunque no estemos de acuerdo con nuestros
designios saber que ya Dios nos tiene un camino y un futuro preparado para que podamos cambiar de
vida, que es la educación de toda la enseñanza de Jesús. Él no quiere que tengamos un encuentro con
Él y seguir la misma vida que hemos llevado hasta este momento, Jesús quiere que al tener un
encuentro con Él cambiemos de vida y seamos creaturas nuevas.
Debemos seguir el ejemplo de los discípulos de Emaús, dejándonos explicar las Escrituras e invitarlo a
quedarse con nosotros, que podamos compartir el Pan, y sentir cómo nos arde el corazón y se nos
abren los ojos y un nuevo ardor misionero.
Este itinerario debe recuperar nuestra mente y la mente de nuestros niños, jóvenes, adolescente y
adultos en las diversas situaciones de su vida, sobre el gran e infinito amor de Dios. Es necesario hacerlo
con un nuevo ardor, lenguaje y entusiasmo misionero así lo mandó Jesús hace más de 2000 años cuando
dijo:
“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que yo les he mandado” sabiendo que Él está con nosotros hasta el
fin de los tiempos, a través de su Espíritu Santo”
Jesús nos educa y nos enseña desde el camino, dese la orilla del lago de Galilea, desde la barca, desde
la montaña, desde la Sinagoga, lo que nos envía a nosotros a educar y enseñar de Él, desde todo lugar
y en todo momento
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“El corazón del catequista, afirma el Papa: vive siempre este movimiento de «sístole y diástole»: unión
con Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me uno a Jesús y salgo al encuentro con los otros.
Si falta uno de estos dos movimientos, ya no late, no puede vivir”.
“El catequista debe ser consciente de haber recibido un don, el don de la FE, y lo debe darlo como don
a los otros. Esto es hermoso. ¡Y no se queda para sí, su tanto por ciento! Todo lo que recibe lo da. No
se trata de un negocio; es puro don: don recibido y don transmitido,” que se convierte en tarea
misionera para todo bautizado.
Los catequistas, como hombres y mujeres de fe en la Iglesia; son o somos como la parábola de la semilla,
parte cae entre espinos, pero al paso de los días los espinos las ahogan, otras caen entre rocas, nacen
rápido pero al pasar los días el sol las quema, otras caen a la orilla del camino y vienen las aves y se las
comen y otras caen en terreno fértil y dan buen fruto, entre sesenta y cien por ciento” quién de
nosotros como cristiano y como catequista no quiere dar el cien por ciento, pero vienen las
atribulaciones del día a día y nos arropa y muchas veces olvidamos que Dios hace milagros y que
siempre es el que nos guía día a día.
fundamentalmente un don que Dios otorga gratuitamente, y respuesta que se funda en la certeza de
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la Resurrección como piedra angular de la Revelación. Ante tantos hombres y mujeres que, como el
Pero la verdadera “catequesis” es la comunidad misma. La Palabra del Señor se hace eco en la profunda
experiencia de fe que viven sus miembros. Y el eco no puede callarse. Una vez vivida la experiencia de
la fe, ella resuena en todo el espacio catequístico, que es la comunidad eclesial. Resuena y se propaga
suscitando la fe naciente de los que se acercan y fortaleciendo la fe más madura de sus integrantes.
La Iglesia posee la función profética y la ha delegado en algunas personas que hemos sido,
especialmente, llamadas a anunciar la Buena Noticia de Jesús. Toda delegación supone una simple
entrega de la tarea en sí misma, pero nunca es una entrega de la responsabilidad contenida en esa
tarea. Si la comunidad eclesial se despreocupara de su función profética, se desnaturalizaría. No sería
quien está llamada a ser. La catequesis no es, por lo tanto, un ámbito cerrado y reservado a unos pocos
“especialistas” del anuncio. Esta dimensión comunitaria de la catequesis no es, ciertamente, un rasgo
nuevo. Sin embargo, el nuevo paradigma catequético se vuelve hacia él con una fuerza nueva. Esta
dimensión se hace reclamo a la catequesis de este tiempo desde varias perspectivas:
El hombre tiene hambre de comunión y está atrapado en el individualismo de una sociedad del
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Una catequesis, diferenciada y común a la vez, que sabe integrar, lo específico de cada persona
en su singularidad irrenunciable y lo esencial como propuesta generalizada a todos.
Leemos que los Apóstoles “reunieron a la Iglesia y contaron todo lo que Dios había hecho por medio de
ellos: cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe”.
Abrir la puerta de la fe a los hombres de cada tiempo y lugar es, ante todo, la tarea de Dios mismo. Si
perdemos de vista este “primado” de la Obra de Dios, cualquier esfuerzo nuestro estará destinado a no
dar los frutos esperados. Es Dios quien abre la puerta de la fe a nuestros hermanos los hombres y lo
hace, ante todo, por medio de su Hijo Unigénito. Él es la “puerta de las ovejas”, camino universal y
único de salvación para todos los hombres.
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Es hermosa la imagen de este Dios que “abre”, y que lejos está de tantos prejuicios contemporáneos
sobre el Señor, sobre su Palabra de salvación y sobre su Iglesia, lugar en el que tal salvación se hace
actual y operante por la libertad de los individuos, en la comunión del único Cuerpo.
Por otra parte, la catequesis está llamada a sostener la inteligencia de la fe, por medio del conocimiento
de la Revelación, tanto en sus aspectos relacionales, como en aquellos más propiamente doctrinales
que son su traducción histórica. Una vez que sea cruzada “la puerta de la fe” el camino no habrá
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concluido. Solamente una intensa tarea de formación podrá permitir al juicio de conciencia no volver
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A casi cincuenta años del comienzo del Concilio Ecuménico Vaticano II, debemos reconocer que la
misma vida moral, ya sea intra o extra eclesial, ha sido tremendamente debilitada por una insuficiente
catequesis, por una formación incapaz, quizá, de dar las razones de las exigencias del Evangelio y de
mostrar, en la concreta experiencia existencial, que ellas son extraordinariamente humanizadoras. ¡Y
no ha sido por culpa del Concilio!
Por estos motivos, la catequesis es siempre una narratio (exposición). Afirma el texto citado, que los
Apóstoles “reunieron a la Iglesia y contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos”. En este
“contaron todo lo que Dios había hecho”, está contenida, en definitiva, toda la labor de una catequesis
que no sólo es transmisión de verdades doctrinales, sino una posibilidad de participación en el mismo
Evento de la fe, en el mismo Evento-Cristo.
La dimensión doctrinal, representa el modo concreto de la narratio, la cual de otro modo correría el
riesgo de hacerse arbitraria y subjetiva y, por tanto, no creíble. Como ha recordado el Santo Padre en
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la homilía de la Santa Misa Crismal, nos encontramos ante "un analfabetismo religioso que se difunde
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Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos.
Pero para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a escucharlo del
modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de
ser interpelados por su palabra”.
La catequesis, sobre todo la de la iniciación cristiana, tiene esta gran tarea: vencer el analfabetismo
religioso, enseñando “qué nos ha dicho Dios” … ¡y sin dejarnos paralizar por las interminables
cuestiones metodológicas!
Los problemas metodológicos son superados por los santos: con su sencillez y con su vida, son la más
eficaz catequesis viviente que Dios mismo ofrece a su pueblo. Un nombre en representación de todos:
el Beato J. H. Newman y su "cor ad cor loquitur", con todo el empeño intelectual, teológico, moral y
espiritual que eso significa.
No podemos olvidar jamás que “debemos entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones”
y, que el cansancio es constitutivo del camino de salvación, y que Jesús nos ha dicho: “Os dejo la paz,
os doy mi paz”. No como la da el mundo, os la doy a vosotros”, indicando así una radical e insuperable
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En continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, este
documento hace uso del método ver, juzgar y actuar. Este método implica contemplar a Dios con los
ojos de la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que,
en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos según
Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento
universal de salvación, en la propagación del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica
plenamente en el Cielo… (Aparecida n. 19).
“Vayan por todo el mundo…” (Mt 28, 16-20). De ahí que ésta se define como una acción al servicio de
la Evangelización, portadora de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo la Catequesis tiene que guardar
una estrecha y permanente relación con las otras acciones evangelizadoras y con todo el Proceso
Evangelizador.
La catequesis propiamente dicha ha de ser entendida como: una formación orgánica y sistemática de
la fe; esta formación es más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda la vida cristiana, a través de
una iniciación cristiana integral, que propicie un auténtico seguimiento de Cristo, centrado en su
persona. La catequesis es una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia
cristiana, en las certezas más básicas de la fe y en los valores evangélicos más fundamentales. La
catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su La catequesis
a partir la vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la
comunidad cristiana (Ib.n. 67).
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Desde los comienzos de la predicación apostólica, se llamó catequesis al "Conjunto de los esfuerzos
realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de
Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre y para educarlos e instruirlos en esta vida y
construir así el Cuerpo de Cristo"
LUCES DE LA CATEQUESIS
Se puede contar con una gran mayoría de párrocos y Vicarios Parroquiales que acompañan a los
catequistas y los procesos de catequesis en la parroquia.
Contamos con catequistas muy comprometidos, abnegados y entregados al Ministerio de la
catequesis
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SOMBRAS DE LA CATEQUESIS:
No se cuenta en la Parroquia con un proceso de Iniciación Cristiana y de catequesis permanente
que lleve al encuentro con Jesucristo.
La gran mayoría de los niños y adolescentes, una vez terminada la catequesis para los
sacramentos de iniciación, se desvinculan de las actividades de la comunidad y de la Parroquia.
Está muy metido en la mentalidad de los cristianos católicos, que la catequesis es
únicamente para la recepción de los sacramentos, y está destinada solamente a los niños y
jóvenes.
No contamos con la unificación de un texto guía para la preparación de los sacramentos. Con
un texto elaborado en la parroquia.
Falta acoger los sacerdotes las directrices que hay en torno a la catequesis, que podrían crear
confusión a los laicos y bloqueando en algún sentido la espiritualidad de comunión con sus
hermanos.
No contamos con un proceso de formación de catequesis para adultos.
Faltan catequistas bien preparados que sepan y puedan trabajar en las comunidades más
necesitadas.
DESTINATARIOS
Los destinatarios de la catequesis son todos los bautizados. Para esto se debe tener en cuenta la
catequesis por edades, al igual que las situaciones especiales, mentalidades y ambiente, según el
contexto socio-religioso y según el contexto socio-cultural.
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ACTIVIDADES ACONSEJADAS
Creación de una escuela para catequistas (formación anual y seguimiento cada seis meses)
Reunión trimestral en cada zona o comunidad de la parroquia.
Realización de encuentro parroquial por lo menos una vez al año con todos los catequistas de
la parroquia.
Preparación de nuevos catequistas
ESQUEMA DE TRABAJO
RETO Formación Permanente de los catequistas
ESTRATEGIA Proceso
JUSTIFICACION En todas las parroquias contamos con catequistas comprometidos, abnegados y
sacrificados por la causa del Reino, pero en su mayoría carecen de una formación
doctrinal y pedagógica.
ESTRATEGIA Proceso
JUSTIFICACION Dentro de los procesos de catequesis, crear una cultura de preparación para los
sacramentos, sin olvidar que la catequesis deber ser de una permanente iniciación
cristiana porque el cristiano no nace, sino que se hace. Por tanto es urgente,
promover procesos de iniciación cristiana a todos los niveles de nuestra
arquidiócesis para que fortalezcamos la vida cristiana de nuestra Iglesia particular
y la fe de nuestros fieles.
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CONCLUSIÓN
Luego de considerar nuevas alternativas de evangelización, que nacen del cuestionamiento sobre
el quehacer de la Iglesia y de cómo esta cumple con la misión encomendada por Cristo en el ámbito de
la catequesis, en la realidad del catequizando y en el ser y obrar del catequista, podemos concluir que:
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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