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Balance de situación

El balance de situación es, sin duda, el documento más importante de toda empresa a nivel
financiero. Es un informe que permite ver, a simple vista, la situación económica y financiera de
una empresa, lo que resulta fundamental tanto a nivel interno, como para inversores y también
para las administraciones públicas.

¿Qué es el balance de situación de una empresa?

El balance de situación, también conocido como balance general, es un informe financiero que
proporciona una instantánea de la situación financiera de una empresa en un momento específico.

Este documento contable refleja detalladamente los activos, pasivos y el patrimonio neto de la
empresa, siendo una herramienta fundamental para la gestión y análisis financiero de cualquier
sociedad, sea del tamaño que sea.

¿Para qué sirve el balance de situación?

El balance de situación es un instrumento fundamental en la gestión financiera de una empresa. Es


útil por diferentes razones, siendo especialmente relevante por los siguientes motivos:

Toma de decisiones estratégicas: los gerentes y directivos utilizan el balance de situación para
tomar decisiones informadas sobre la dirección estratégica de la empresa. Les ayuda a identificar
si tienen suficientes activos para expandirse, si necesitan reducir deudas o si pueden permitirse
grandes compras o inversiones.

Evaluación de la salud financiera de una empresa: es una herramienta crucial para evaluar la
salud financiera de la empresa. Proporciona una visión clara de lo que la empresa posee (activos) y
lo que debe (pasivos), así como el valor neto (patrimonio). Esto es vital para comprender la solidez
y estabilidad financiera de la empresa.

Herramienta para inversores y acreedores: para los inversores y acreedores, el balance de


situación es un documento esencial para evaluar la viabilidad y la seguridad de sus inversiones o
préstamos. Les permite analizar la capacidad de la empresa para generar flujo de caja y devolver
sus deudas, así como la gestión de sus recursos.

Cumplimiento legal y transparencia: sirve para cumplir con requisitos legales y reglamentarios,
asegurando transparencia en las operaciones de la empresa. La presentación regular de balances
de situación es una práctica estándar para las empresas cotizadas en bolsa y es esencial para
mantener la confianza de los accionistas.

¿Cuándo se realiza el balance de situación?

Aunque el balance de situación es un informe vivo, en el sentido de que se puede consultar en


cualquier momento con las últimas transacciones contables, generalmente, se prepara al final de
un periodo contable, como el fin de mes, trimestre o año fiscal, y también cuando se tienen que
presentar las cuentas anuales.
Esto permite a las empresas y a sus interesados evaluar y comparar el rendimiento financiero a lo
largo del tiempo.

¿Cuál es la estructura de un balance de situación?

La estructura de un balance de situación se divide generalmente en tres componentes principales:

Activos: representan los recursos controlados por la empresa como resultado de eventos pasados
y de los cuales se espera obtener beneficios económicos futuros. Los activos se dividen en:

Activo corriente: son aquellos que pueden convertirse en efectivo o que se espera utilizar en el
ciclo operativo de un año. Incluyen efectivo y equivalentes de efectivo, cuentas por cobrar,
inventarios, y otros activos líquidos.

Activo no corriente o activos fijos: son las inversiones a largo plazo y no se pretenden convertir en
efectivo en el corto plazo. Esto incluye propiedades, plantas y equipos, inversiones a largo plazo,
propiedad intelectual, y otros activos fijos.

Pasivo: son las obligaciones actuales de la empresa, surgidas de eventos pasados, cuya liquidación
se espera que resulte en una salida de recursos que contienen beneficios económicos.

Pasivo corriente: aquellas obligaciones que se deben pagar dentro del ciclo normal de operaciones
del negocio, que normalmente se asume que es un año. Incluyen cuentas por pagar, pasivos
acumulados, deudas a corto plazo, etc.

Pasivo no corriente: Son obligaciones que vencen en un plazo mayor a un año. Incluyen deudas a
largo plazo, obligaciones por arrendamientos financieros, provisiones para pensiones, entre otros.

Patrimonio neto: representa el valor residual de los activos de la empresa una vez deducidos
todos sus pasivos. Incluye:

Capital Social: los recursos que los accionistas aportan para la empresa a cambio de acciones.

Reservas: beneficios retenidos que no se han distribuido a los accionistas.

Resultados acumulados: Incluye las ganancias o pérdidas acumuladas a lo largo de la vida de la


empresa.

¿Cómo hacer un balance de situación?

Crear un balance de situación implica seguir una serie de pasos estructurados para presentar de
manera clara la situación financiera de una empresa en un momento determinado. Todo parte de
la contabilidad de la empresa, de manera que un balance de situación no es posible si no existe
detrás una contabilidad estructurada y clara.

Recolectar información financiera: reúne todos los registros contables que reflejen las
transacciones de la empresa hasta la fecha del balance. Esto incluye libros diario y mayor, facturas,
recibos, estados de cuenta bancarios, etc.

Clasificar las cuentas en activos, pasivos y patrimonio neto.


Calcular y listar los activos, sumando los valores de todo el activo corriente y el activo no
corriente.

Asegúrate de que los valores estén actualizados y reflejen el estado real de los activos.

Calcular y listar los pasivos, sumando por separado el valor del pasivo corriente y del pasivo no
corriente.

Determinar el patrimonio neto, sumando el capital social, las reservas y los resultados del
ejercicio.

Una vez tenemos los tres estados (activo, pasivo y patrimonio), podemos elaborar el balance de
situación, situando las cuentas de activo a la izquierda (en el debe) y las de pasivo y patrimonio a la
derecha (en el haber). En algunos casos, se presenta el balance de situación en una tabla, con el
resultado de los diferentes ejercicios para comprobar la evolución del balance. En todo momento,
se debe cumplir la identidad de activo = pasivo + patrimonio neto.

Si no es así, se deben realizar los ajustes necesarios para asegurarte de que los datos son correctos
y están completos. También en el caso de encontrar discrepancias o errores

Una vez revisado y ajustado, el balance está listo para ser presentado. Debe ser claro, legible y
estar formalmente estructurado, siguiendo los estándares contables aplicables.

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