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Código Civil Comentado y Concordado
Código Civil Comentado y Concordado
LIBRO PRIMERO
DE LAS PERSONAS
TITULO I
CAPITULO I
II. Al que está por nacer se lo considera nacido para todo lo que pudiera
favorecerle, y para ser tenido como persona basta nacer con vida.
III. El nacimiento con vida se presume, salva la prueba contraria, siendo
indiferente que se produzca naturalmente o por procedimientos quirúrgicos.
El individuo, sea porque tiene que ver con otros individuos o con el Estado o sus
diversos órganos, entra, dice Messineo, muchas veces sin saberlo o en una medida a
menudo insospechada para él, en relaciones que, por razón de su cualidad, son relaciones
de derecho o jurídicas, lo que hace de tal individuo participe protagonista en la vida del
derecho. En su aspecto sustancial, este tener que ver con el derecho, supone dos
manifestaciones diversas y aún contrapuesta: se tiene o se pretende tener un derecho o se
esta sometido al derecho. El concepto técnico del primer significado, designa lo que se
llama derecho subjetivo; el segundo, lo que se llama derecho objetivo. En el primer caso,
hay una potestad o una pretensión: el sujeto puede; en el segundo caso hay una regulación
de deberes. Todo ello supone organización, esto es, ordenamiento. Y el concepto
fundamental del ordenamiento jurídico es el de relación jurídica (Messineo). En suma: del
derecho del individuo deriva la relación jurídica entre individuos.
La relación jurídica, denota esencialmente una relación ínter subjetiva entre dos o
más sujetos, de los cuales uno o algunos son sujetos activos y el otro u otros sujetos
pasivos. Nótese que el art. 450, siguiendo los lineamientos de su fuente legislativo (Cgo. it.
art. 1321), textualmente emplea expresión relación jurídica y véase la demostración
ejemplificativa de la interrelación de los sujetos activos y pasivos de tal relación en la anot.
al art. 74.
Ahora bien, el sujeto de la relación jurídica, es la persona, esto es, el hombre, el ser
humano o la persona física, individual y, por asimilación, la persona colectiva o moral.
El ser humano es una persona, un sujeto de Derecho por el sólo hecho de existir.
El esclavo, objeto de propiedad, no era considerado, sujeto de Derecho y,
consiguientemente, no era persona. El art. 5 de la Constitución que proscribe todo género
de servidumbre, en su versión original declarada por eso, solemnemente, que la esclavitud
no existe en Bolivia.
En el caso de los hermanos siameses, que están materialmente unidos pero que
tienen vida independientemente, son considerados dos personas individuales distintas
(Planiol y Ripert).
El Cgo. abrg. (art. 507) exigía la viabilidad (de vitae habilis: aptitud para vivir
durante un mínimo de 24 horas), condición originaria del derecho romano transmitida por
las partidas. Se considera absurdo, actualmente, hacer depender la capacidad de derecho de
la persona de la circunstancia de haber sobrevivido horas más u horas menos. Además se
requería que el nacido tenga figura humana, condición reputada ociosa porque todo ser
procedente de la unión sexual del hombre y mujer, ha de tener siempre los rasgos
característicos y generales de la especie humana (Scaevola).
El concebido que no nace vivo, no es persona: "Los que nacen muertos, parece que
no nacieron ni fueron procreados, porque nunca se pueden llamar descendientes" (Digesto,
Lib. 50, tít. XVI, ley 128).
La vida prenatal, para el Código del Menor (art. 32-A) es un derecho fundamental
del menor. El niño se reputa nacido aunque haya sido sacado de seno materno por una
operación de cirugía (Ulpiano: Digesto, Lib. 28, tít. 2, ley 12).
El artículo ignora los casos de partos en que nacen dos o más individuos. Si bien el
avance de la ciencia hace inútiles las presunciones del régimen anterior (p.c. art. 267), era
aconsejable reglamentar la materia pues que, la prioridad del nacimiento, puede hallarse
relacionada en ocasiones con determinados derechos, que no siempre son únicamente los de
primogenitura admitida en algunas otras legislaciones. El artículo 43 de la Ley del Registro
Civil previene para el caso que se asentarán tantas partidas, cuantos fueren los nacidos con
especificaciones de rasgos característicos que, en lo posible, permita a que más tarde sean
distinguidos de manera de facilitar su identificación individual.
El hecho del nacimiento no basta, en rigor, para el ingreso del sujeto (aunque nacido
ya) en la vida jurídica. Debe ser inscrito como nacido y con todos los datos en el Registro
Civil (Arts. 1527 y 30 L. Reg. Cvl.). Mientras no se realiza esta inscripción el sujeto está
privado de la existencia legal, es decir, de la adquisición del estado de persona, en el
sentido de que, aún cuando materialmente exista, no consta que el sujeto haya nacido
(Messineo).
Tiene una existencia más corta que la vida humana en el caso del nacido no viable,
cuya existencia pre-natal desaparece ante la no viabilidad y en el caso de la muerte civil,
institutos que el ordenamiento jurídico vigente ya no reconoce.
Jurisprudencia
La evolución del derecho presenta tres casos de muerte: Este artículo trata de la
muerte natural: real y positiva. Su prueba está reglamentada por los Arts. 61 y s. de la Ley
del Registro Civil.
La civil, hace mucho borrada de la legislación de los pueblos cultos, en Bolivia está
proscrita por la Constitución (art. 17).
Abandona el Código las antiguas leyes, que tenían su razón de ser para suplir con
presunciones legales la dificultad de averiguar la verdad, cuando ocurría el fallecimiento de
varias personas sin conocerse positivamente el instante del óbito de cada una, en razón de la
edad o sexo de las mismas (art. 267 p. c. abrg.).
Las presunciones que la ley crea sirven para definir derechos en interés de la
sociedad. Tales los casos de las concepción del hijo de la mujer que contrae segundas
nupcias, dentro de los 300 días de disuelto o anulado el primero (art. 179 c.f.) y del nacido
dentro de los 300 días después de muerto el de cujus que se considera concebido a tiempo
de abrirse la sucesión (art. 1008, II).
El art. supone una presunción iuris tantum, que sirve para afirmar la certeza de un
hecho, en tanto en cuanto no sea contradicha y destruida con prueba contraria.
Debe considerarse aplicable la disposición, también para los casos de lo que los
autores llaman peligro buscado, como sería los de suicidios recíprocos en los matrimonios,
que tiene importancia en el derecho sucesorio y en los contratos de seguros. Si la
presunción del art. se aplica, queda a los interesados a quiénes perjudicaría ella, probar que
una parte haya sobrevivido a la otra.
CAPITULO II
DE LA CAPACIDAD
De ahí que la segunda fase del art., relativa a las limitaciones, no es pertinente a la
regla en estudio que corresponde, más bien, a la del art. siguiente que define la capacidad
de obrar.
Jurisprudencia
"La capacidad legal para ser sujeto de derecho, con derechos, acciones y
obligaciones, se adquiere al tiempo de nacer" (G.J. Nº 1585, p. 61).
ART. 4.- (Mayoría de edad y capacidad de obrar).
I. La mayoría de edad se adquiere a los veintiún años cumplidos.
II. El mayor de edad tiene capacidad para realizar por sí mismo todos los actos
de la vida civil.
Mientras la capacidad jurídica (de goce) supone la aptitud para ser sujeto de
derechos, que es una cualidad jurídica de la persona, la capacidad de obrar (de ejercicio), es
la aptitud para adquirir y para ejercitar con la propia voluntad, o sea, por sí sólo derechos y
obligaciones jurídicas (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "La mayoría fijada a los 21 años de edad, habilita a las personas de pleno
derecho para el ejercicio de todos los actos jurídicos, haciéndose cesar,
también de pleno derecho, la tutela a que estaban sujetas" (G.J. Nº 274, p.
1779).
2.- "Las personas capaces de obligarse no pueden reclamar la incapacidad de la
contraparte con quien contrataron" (G.J. Nº 540, p. 21).
3.- "La escritura celebrada en representación del otorgante siendo éste mayor,
con poder con el que consta su consentimiento conferido con anterioridad a
la fecha en que debía cumplir 21 años, circunstancia indispensable para fijar
la capacidad legal, no tiene valor legal" (G.J. Nº 577, p. 9).
4.- "El vendedor que como persona capaz de obligarse transfiere su propiedad al
comprador conociendo la incapacidad de éste, no puede alegar esa
inhabilidad para demandar la nulidad de la transferencia" (G.J. Nº 792, p.
23).
6.- "Una persona que está legalmente capacitada para suscribir un contrato y
obligarse a él, no puede en ningún caso alegar la incapacidad de la otra parte
después de perfeccionada la obligación, siendo únicamente la prohibida o
incapacitada la que puede hacer ese reclamo de nulidad" (G.J. Nº 1182, p.
73).
7.- "Todo mayor de edad, para ser representado en juicio debe otorgar el
respectivo poder que faculte para que quién le represente actúe con
personería legal" (G.J. Nº 1585, p. 61).
8.- "La capacidad de obrar, definido como el poder de realizar actos con
eficacia jurídica, en razón de la edad, se la adquiere a los 21 años, según
dispone el art. 256 (4) del c.c." (G.J. Nº 1588, p. 75).
9.- Véase los casos Nos. único del art. 3 y 2 y 3 del art. 483.
II. Los actos civiles correspondientes a los incapaces de obrar se realizan por
sus representantes, con arreglo a la ley.
Por regla general para los mayores de años rige la presunción de capacidad: todo
ome es cuerdo, e en su memoria, fasta que se prueve lo contrario (P. 3ª. tít. 16, ley 2ª.).
La interdicción debe ser judicialmente declarada para incapacitar a quienes adolecen de
"enfermedad habitual de la mente" (art. 343 c.f.), disposición que exagera la máxima
simplícitas legibus amica con una generalización propia de la imprecisión. La doctrina y la
práctica dan diversa consideración, por sus variados alcances y consecuencias, a la locura,
la demencia, la imbecilidad, el idiotismo, la sordomudez, la prodigalidad, el alcoholismo.
No puede la ley abarcar las enfermedades mentales en un sólo concepto y significarlas con
una sola palabra (Scaevola). La prodigalidad por ejemplo, desde el Derecho romano y las
partidas ha provocado restricciones, así sean limitadas (especiales) de la capacidad con la
designación de un asesor (curador), para litigar, transigir, tomar prestado, recibir un capital
mueble y dar carta de pago de él, enajenar e hipotecar sus bienes. El Código, en su art.
1119, declara incapaces de testar a los sordomudos y mudos que no sepan o no puedan
escribir. He ahí un ejemplo de una restricción limitada o especial de la capacidad.
El Código Civil alemán - de precisión científica tan admirada - distingue entre las
causas de interdicción la enfermedad de la mente (locura, demencia) de la debilidad
intelectual (imbecilidad, sordomudez) e incluye en las reglas pertinentes a los pródigos y
alcohólicos, porque se exponen y exponen a su familia a la indigencia.
Jurisprudencia
4.- "La sentencia que declara la interdicción es requisito para privar a la persona
del ejercicio de sus derechos civiles" (G.J. Nº 866, p. 49).
5.- "Para que la demencia sea motivo para que constituya a un mayor de edad
en la incapacidad de contratar y ejercer los actos de la vida civil, o sea, en el
estado de interdicción, es necesario que ésta sea judicialmente declarada"
(G.J. Nº 882, p. 26).
7.- "A los interdictos debe nombrárseles curador aún cuando tengan intervalos
de lucidez" (G.J. Nº 1220, p. 78).
8.- "Debe comunicarse al Ministerio Público las causas en que una de las partes
es defendida por un curador, como aquéllas en que intervienen menores"
(G.J. Nº 1251, p. 52).
9.- "La incapacidad de obrar para los menores de edad y los, interdictos, es
absoluta" (G.J. Nº 1255, p. 54).
11.- "Siendo de orden público las leyes que prescriben la defensa de los
incapacitados, no puede omitirse la intervención del Ministerio Público"
(GG. JJ. Nos. 1289, p. 32 y 1292, p. 43).
12.- "La interdicción afecta al orden público y (por tanto) debe ser declarada por
sentencia, luego de haberse comprobado la enajenación mental de la
persona" (Labores Judiciales 1972, p. 93).
13.- "Para que surta efectos legales la interdicción, conforme al art. 258 (343 c.f.)
del c.c. es preciso que sea declarada mediante sentencia ejecutoria,
pronunciada en juicio contradictorio" (Labores Judiciales 1973, p. 170).
14.- "No pueden ser actores ni reos los menores de edad y siempre que éstos
tengan que demandar o ser demandados, se pedirá previamente el
nombramiento de un curador que se apersone por ellos en clase de tal"
(Labores Judiciales 1973, p. 101).
15.- Véase el caso Nº 1 del art. 483.
CAPITULO III
La declaración Universal de los Derechos del Hombre, proclama que todo individuo
tiene derecho a la vida... y a la seguridad de su persona (art. 3º). Su equivalente americana,
también lo hace en su art. I. El art. 5º de la primera declaración citada, añade: nadie será
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Estos textos
implican para la persona el derecho de exigir y obtener la debida protección de su vida y de
su integridad física, contra todo atropello, particularmente cuando proviene de quienes
abusan del poder.
Los Hnos. Mazeaud, también advierten que es un error confundir, como ocurre
frecuentemente, los derechos del hombre y los derechos de la personalidad.
Son muchos, ciertamente, según el ilustre autor de "Los Derechos del Hombre"
(Castán Tobeñas), los puntos de coincidencia entre los derechos del hombre y los de la
personalidad, porque unos y otros pueden conceptuarse como derechos naturales, ya que los
derechos de la personalidad representan atributos, que corresponden a la persona por su
misma naturaleza y están enraizadas en la propia condición del ser humano. Más, los
derechos de la personalidad tienen siempre una esfera más reducida que la de los derechos
humanos, que corresponden al dominio de aplicación de la protección constitucional, en
tránsito a su protección internacional, así sea todavía imperfecta esta última (Carta de las
Naciones Unidas, de 26 de junio de 1945, Preámbulo y art. 1º prf. 3).
El cuadro general sistemático en las doctrinas actuales presenta los derechos
humanos o derechos fundamentales como el género, dentro del cual, en ámbitos
especializados, podría decirse, se conforman diversas especies (Castán Tobeñas).
III. Una persona puede revocar siempre los actos de disposición sobre su propio
cuerpo.
El Anteproyecto de Ossorio (art. 11) propuso: "La persona humana es libre por
esencia. Los derechos de la personalidad son irrenunciables por el individuo y no admite
más regulaciones que las establecidas por ley legítimamente dictadas". Juzga el autor del
Anteproyecto, necesidad primordial de los tiempos presentes proclamar cuantas veces fuese
necesario la libertad humana, ante el avance de las corrientes racistas y totalitarias de uno u
otro extremismo.
El art. I de la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre dispone: Todo ser
humano tiene derecho... a la libertad... Y los arts. 2, inc. 1 y 3 de la Declaración Universal
de los Derechos del Hombre, reiterativamente prescriben, respectivamente, que toda
persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas en la Declaración... y que todo
individuo tiene derecho... a la libertad...
II. El cambio, adición o rectificación del nombre sólo se admite en los casos y
con las formalidades que la ley prevee.
Fte: Cgo. it. 6 -
Precd: c.c. abrg. 185 -
Conc: c. com. 127 - 470 - 472 - c.s.s. 237, d), e), f) - L. Reg. cvl.
40, 3) - 21 - c.c. 10 - 11 - 12 - 1527 -
Según una somera reseña histórica, entre los antiguos cada individuo era conocido
sólo por su nombre propio: Adán, Eva, Abraham, Ciro, Jerjes, Alejandro, Príamo, Ulises,
Menelao, Casandra, etc. Lo propio ocurría entre los germanos, cuyos reyes son conocidos
también sólo por su nombre propio individual: Ataulfo, Turismundo, Alarico, &. Entre los
hebreos y musulmanes, empleando el nombre del padre en genitivo se facilita la
individuación por la señal de filiación directa: ben Hur, Mohamed ben Mahmud; ben
significa hijo de, designación también frecuente en Rusia: Fedor Ivanovich (hijo de Ivan).
Fueron los romanos quienes además del nombre propio introdujeron el uso de los
dos apellidos: uno aplicado al tronco que pasaba a todas sus ramas y el otro que designaba
cada rama. Los Hnos. Mazeaud, siguiendo una información de Lebel (Les noms des
personnes), explican el caso con los ejemplos clásicos de Escipion (Lucius Cornelius Cnaeí
filius Scipio) y Cicerón (Marcus Tullius Marci filius Cicero). Cada ciudadano llevaba: 1º un
praenomen (Lucius o Marcus); 2º un nomen gentilicum (Cornelius o Tullius) o nombre de
la gens a la cual pertenecía el individuo; 3º el praenomen del pater en genitivo (Cnaei filius
o Marcifilius = hijo de Cnaei o de Marci) que indicaba la filiación, y 4º un cognomen
(Scipio o Cicero), que era el nombre de los miembros de la domus (casa, domicilio) en el
sentido estricto por oposición a la gens. Así el nombre indicaba la gens y la familia
(apellidos) a que pertenecía el individuo que llevaba, como vocativo individual, el
praenomen.
Los españoles (y a través de ellos, los bolivianos como todos los hispanohablantes)
imitando en parte a los romanos, dice Escriche, establecieron apellidos (el paterno y el
materno) para distinguirse y los hicieron hereditarios. Su origen es de una gran diversidad:
se tomaron los apellidos del nombre de lugares o pueblos donde nacieron, habitaron o
tenían posesiones (Toledo, Salamanca); de los reinos en que prestaron servicios (León,
Aragón); del nombre propio de los abuelos con alguna modificación como la terminación
ez que significa de (Pérez de Pedro, Martínez de Martín); de profesiones u oficios a que se
dedicaban (Escribano, Tejedor); de los colores de la cara, del pelo o de los ojos (Blanco,
Rojo, Cano, Pardo); de algún mote o apodo que pasó de padres a hijos (Calvo, Ligero,
Cortés); de la vid agrícola y pastoril (Pastor, Cabrera, Flor, Granado, Romero, Trigo, Toro,
Cordero), y en fin, de una infinidad de objetos o cosas (Escalera, Parrilla, Plata, Sierra,
Peña, Piedra), etc.
El cambio de nombre se produce por vía directa o por vía de consecuencia. Según la
ley del Reg. Civil. (art. 21), los asientos del estado civil pueden rectificarse o adicionarse
sólo previa sentencia judicial. Nadie puede por su propia autoridad cambiar el nombre y el
apellido con que aparece inscrito en el Registro Civil, aunque ciertos acontecimientos
futuros puedan justificar su cambio autorizado por el juez y con la publicidad adecuada
(arts. 1537 y 22 L. Reg. Cvl.). Frecuentemente se busca corregir así un nombre incorrecto o
que el interesado considera ridículo.
El cambio o adición del nombre no altera la condición civil del que lo obtiene, ni
constituye prueba de filiación. Esta es una consecuencia lógica de las reglas que protegen el
derecho al nombre y debió consignarse en regla expresa, como, por ejemplo, lo hace el
código civil peruano (art. 17).
Respecto del nombre propio o de pila, no hay problema si en lugar de uno se asigna
dos o más al individuo. No esta prohibido imponer a la persona más de un nombre de pila,
según doctrina uniforme (Mazeaud, Messineo). Lo que importa es que la atribución de un
nombre de pila al menos, es el mínimo indispensable (v. la anot. al art. 12, i.f.).
Jurisprudencia
2.- "Probada la demanda, corresponde ordenar al oficial del Registro Civil que
intervino en la inscripción, haga la rectificación del nombre de Eloy con el
de Eulogio... de acuerdo con el art. 22 de la L. de 26 de Nov. de 1898" (G.J.
Nº 1600, p. 32).
ART. 10.- (Apellido del hijo). El hijo lleva el apellido o apellidos del progenitor o
progenitores respecto a los cuales se halla establecida su filiación.
El seudónimo, en el mundo del arte sobre todo, sirve para distinguir y acreditar una
labor y sería reprobable consentir que la usara una persona distinta de aquélla que la
acreditó (Ossorio).
Conc: Const. 32 -
ART. 15.- (Nulidad). Son nulas toda confesión y toda manifestación de voluntad
obtenidas por procedimientos lesivos a la personalidad.
Materia más propia de los arts. 12 y 14 de la Constitución o del Capítulo IV, Título
I del Libro V del Código, si se quería destacar en la esfera del Derecho civil la nulidad
proclamada. También podía figurar el precepto en el extrañado Título Preliminar.
Por otra parte, la brevedad del epígrafe parece más propia de una disposición
procesal y, en este caso, no dice nada de lo que contiene el texto.
ART. 17.- (Derecho al honor). Toda persona tiene derecho a que sea respetado su
buen nombre. La protección al honor se efectúa por este Código y demás leyes pertinentes.
Existen antecedentes más concretos. Las constituciones de 1831 (art. 158), de 1834
(art. 160) y de 1871 (art. 13), con leves diferencias de redacción, disponen que "las
acciones privadas", que no ofenden al orden público ni perjudican a tercero, "están
reservadas a Dios y exentas de toda autoridad", quiere decir, de toda interferencia oficial o
particular.
El derecho a la intimidad es una cosa cada día más real y más viva que el derecho
moderno no puede dejar desamparada (Ossorio). La jurisprudencia de los Estados Unidos,
donde la protección legal de este derecho tiene un extraordinario desarrollo, ofrece muchos
casos ilustrativos (Ossorio):
Un médico acompañado por un amigo suyo, que no era médico, asistió a un parto.
Ambos fueron condenados por quebrantar el derecho a la intimidad.
La hija del primer matrimonio de una señora, intentó publicar las cartas
confidenciales que ésta recibiera antes de su primer matrimonio, durante su viudez y
durante sus segundas nupcias. El cónyuge viudo (el de las segundas nupcias), demandó que
se suspendiera la publicación y se le devolviera toda la correspondencia. El tribunal
prohibió la publicación de las cartas escritas por el actor y rechazó los otros extremos de la
demanda.
II. No surten ningún efecto legal las cartas y otros papeles privados que han
sido violados o sustraídos, ni las grabaciones clandestinas de conversaciones
o comunicaciones privadas.
Las reglas relativas a los derechos de la personalidad, como todas las que como
ellas conciernen al interés de la comunidad son de orden público. Luego toda limitación no
autorizada por la ley, es una arbitrariedad que afecta a ese orden público, (v. lo pertinente
en la anot. al art. 6).
La Constitución (art. 6º) contiene más propia y claramente expresados los principios
del art. 22. El art. 23 es una redundancia innecesaria del art. 21. Toda limitación no
autorizada por la ley es una violación de la ley o de los derechos protegidos por ésta.
* * *
Las actas del estado civil, mencionadas entre los elementos de individuación de la
personas, tienen carácter esencialmente reglamentario y son materia de ley especial: la
abreviadamente llamada del Registro Civil (la ley de su creación - 26 de noviembre de 1898
- la llamada Registro del estado civil de las personas, que es lo correcto).
El código incorpora a sus disposiciones (Libro V, Título V, Capítulo II), las reglas
básicas y principios generales que informan esta reglamentación (art. 1524) y su eficacia
probatoria (art. 1534).
El Código abrogado carecía de ellas, porque los traductores del Código francés
desconocieron la importancia de las disposiciones sustantivas y solamente consignaron las
adjetivas propias de la ley procesal (Canedo).
Es de interés público que la persona sea, para los efectos penales, judiciales,
administrativos, tributarios, etc., exactamente identificada y se haga imposible o difícil el
cambio entre dos personas. (Messineo).
El c.s.s. (arts. 236 a 246) contiene disposiciones imperativas (que no parece haberse
cumplido hasta ahora totalmente) para organizar el número individual de identificación,
mediante código específicamente regulado, que debe organizarse con carácter nacional y
debe servir como único medio de identificación de todos los estantes y habitantes de la
República. Habida cuenta su función relacionada principalmente con el seguro social
obligatorio, que es el objeto esencial de dicho c.s.s., cabe admitir que el sistema sólo haya
comprendido, hasta ahora a cuantos están sometidos a su reglamentación y que aún no se ha
completado la inscripción del nacimiento de todas las personas que no están inscritos en el
registro civil, dada la reciente vigencia de éste (1940). Para los fines concretos de la
identificación, rige en la actualidad el D.S. 4280 de 29 de Diciembre de 1955, que
reglamenta el Servicio Nacional de Identificación Personal.
Es principio básico del estatuto personal, que las leyes que regulan la capacidad
legal, condición, estado y derechos y deberes de familia de las personas, siguen a éstas
donde quiera que vayan. Son leyes personales porque afectan directamente a la
personalidad. Acompañan a la persona, como su sombra, y no la abandonan en tanto que
conserva la nacionalidad de donde derivan (Laurent, cit. por Scaevola). Así, por ejemplo,
un menor de edad en Bolivia no será mayor en la Argentina, aunque el número de años
señalado en ésta sea inferior al de aquélla.
El Anteproyecto de Ossorio (art. 5) ofrece una regulación completa de la cuestión y
el Proyecto de Código Civil de Demetrio Toro (1917) la contempla en su art. 11.
Ningún estado prescinde de las reglas relativas al estatuto personal, no por razones
de pura condescendencia y mera cortesía internacional, sino por necesidad e interés propio.
Todos están interesados en precisar las reglas de sus relaciones. Si en su origen fue cortesía
o necesidad, hoy a concluido por ser un derecho (Laurent, cit. por Scaevola).
Falta una definición adecuada y falta, más aún, la concordancia que debió informar
la nueva codificación. Por ejemplo, en materia de divorcio, la Ley de 15 de abril de 1932
(art. 24) y el actual Código de Familia (art. 132, 1ra. parte), en el ámbito del estatuto
personal, mantienen con extraño criterio un principio del estatuto formal: locus regit
actum; absurdo que resalta más con la disposición de la segunda parte del citado art. 132
del Código de Familia que admite, para los bolivianos únicamente, la ley del estatuto
personal. Por su parte el Código del Menor (art. 5º), proclama esa ley inequívocamente:
"Los bolivianos residentes en el extranjero, están comprendidos en los alcances de este
Código".
Jurisprudencia
CAPITULO IV
DEL DOMICILIO
Esta no supone que esas relaciones deben realizarse exclusivamente en el lugar del
domicilio. La persona puede ejercer sus derechos dondequiera que se encuentre.
Es razón que causa fuero según las Partidas, porque determina la competencia. Por
ejemplo, los arts. 387 y 403 del r.f.; 10 del p.c. y 28 y 30 del p.p. que la atribuyen al juez
del domicilio del demandado. Esta indudable importancia de la sede de la actividad jurídica
de la persona, a los fines del derecho privado, es notable (Messineo); por ej: para
determinar la desaparición o la ausencia (arts. 31 y 32); el cumplimiento de la obligación
(art. 310); la apertura de la sucesión por causa de muerte (art. 1000); los destinatarios de
disposiciones testamentarias a favor de los pobres (art. 1159, II); la pérdida de la patria
potestad y la remoción del tutor (c.f. art. 403); la demanda de interdicción (c.f. art. 419); la
apertura de la tutela (c.f. art. 440); la emancipación (c.f. art. 454); la constitución social
(c.c. 756, 2, y c. com. 127, 3); el pago de las letras de cambio (c. com. 564); la extensión de
las pólizas de seguro (c. com. art. 1007); la apertura del concurso preventivo y del
procedimiento de quiebra (c. com. art. 1492), etc. Son relaciones y actuaciones que se
localizan en función del domicilio o la residencia de la persona.
Se ha dicho que no es materia del Derecho civil, por que más parece concernir al
procedimiento o a los derechos políticos (Laurent, cit. de Scaevola). Pero siendo elemento
especialmente atinente a la individuación de la persona no puede tener otra ubicación más
adecuada que esta (Mouricault, cit. Scaevola).
El art. abandona el sistema del c.c. abrg. (art. 47) que es el del c.c. francés (art. 102),
correspondiente también al seguido por el c.c. italiano de 1865 y 1942 (arts. 16 y 43), y
adopta el sistema alemán, con formulación semejante a la del Anteproyecto del Código
civil francés (arts. 224 y 225), que introduce esa reforma en la materia, como solución
indispensable, según los Hnos. Mazeaud, para los inconvenientes del sistema del c.c.
francés vigente que separa al domicilio de la residencia, derivados de la multiplicidad
actual de una persona y que trae la dificultad, para terceros, de determinar cual sea la
principal actividad o el principal establecimiento o para el caso de personas que no tengan
ninguna actividad (v. gr. los rentistas). En el hecho, sólo se a invertido la formulación
precedente y la solución invocada, aceptable para algunos casos que no constituyen la
generalidad, no parece introducir un mejor sistema que el abandonado. En los centros
urbanos por lo regular, la residencia y la principal actividad no están localizadas en el
mismo lugar (local o edificio), aunque si en la misma ciudad o poblado, lo que no ofrece
mayores dificultades.
El art. 101 del p.c. obliga a los litigantes a constituir domicilio legal, dentro de un
limitado perímetro adyacente a los tribunales, para las incidencias procesales, así tengan
domicilio real en la misma ciudad o municipio. El art. 540 del mismo cuerpo de leyes
obliga a constituir domicilio legal o adjudicatario de una subasta pública.
Jurisprudencia
1.- "El art. 47 (24 actual) del c.c. al señalar el domicilio de las personas en el
lugar donde tienen el principal establecimiento, se refiere únicamente a los
establecidos en el país y de ninguna manera a los que se hallan en el
extranjero" (G.J. Nº 445, p. 738).
2.- "La finada tuvo el domicilio del marido según la presunción legal,
corroborada con declaraciones testificales que justifican el hecho de que ella
residía habitualmente, donde tenía casa abierta (con el marido) y relaciones
de familia, lo que constituye el establecimiento principal a que se refiere el
art. 47 (24) del c.c." (G.J. Nº 715, p. 37).
3.- "El domicilio legal concedido como privilegio para determinados actos,
queda limitado al objeto o autorización especial establecido en el privilegio
y no comprende lo que esta fuera de él" (G.J. Nº 717, p. 15).
4.- "La competencia del juez se determina por el domicilio del demandado
según el art. 47 (24) del c.c. y el 18, caso 4º de la l.o.j." (G.J. Nº 949, p. 11).
5.- "Por lo dispuesto por el art. 47 (24) del c.c. el domicilio de una persona en
cuanto al ejercicio de sus derechos civiles, está en el lugar donde tiene su
principal establecimiento, y según el 53 del mismo, el del menor no
emancipado es el de sus padres o tutores" (G.J. Nº 1054, p. 20).
6.- "Conforme al art. 118 (101 actual) del p.c. todo actor o demandado está en la
obligación de indicar la casa en la cual debe ser buscado para las actuaciones
del juicio, la que puede ser diferente o distinta al domicilio definido por el
art. 47 (24 actual) del c.c." (G.J. Nº 1277, p. 13).
8.- "El art. 5º de la ley de divorcio absoluto que dispone que el juicio de
desvinculación, se sustanciará ante el Juez de Partido del "último domicilio
del demandado", es de preferente aplicación a cualquier otra disposición
general" (Lab. Jud. 1973, p. 161).
ART. 25.- (Personas sin residencia fija). Las personas que por su género de vida no
tienen residencia en un lugar determinado, se consideran domiciliadas en el lugar donde se
encuentran.
Según el Código de familia (art. 97, deben elegir domicilio matrimonial ambos
cónyuges, o el juez para el matrimonio o para cada cónyuge separadamente, a falta de
acuerdo conyugal.
Tanto los códigos del modelo francés como los inspirados en el científico código
alemán de 1900 declaran que la mujer casada tiene el domicilio del marido, sin que ello
autorice suponer propósito deliberado de subalternizarla dentro del matrimonio.
Jurisprudencia
"Si bien según el art. 53 (26) del c.c. el domicilio de la mujer casada es el
del marido, tal disposición es aplicable dentro del régimen armónico de la
sociedad conyugal y de ninguna manera cuando se trata de romper el vínculo
matrimonial y sobreviene la separación voluntaria o por mandato judicial"
(G.J. Nº 1297, p. 65).
1.- "Mudando el domicilio con arreglo al art. 49 (28) y no habiendo tenido lugar
la elección que permite al demandante el art. 18 (10, caso 2 - del actual p.c.)
de la l.o.j. la jurisdicción (competencia) del Juez es la del domicilio actual
del demandado" (G.J. Nº 403, p. 17).
2.- "No estando señaladas por la ley esas circunstancias (las del cambio), la
apreciación de las que ocurran en cada caso particular, queda librada según
el art. 938 (1320) del c.c., al prudente arbitrio del Juez" (G.J. Nº 560, p. 5).
3.- "El art. 118 (101) del p.c. que ordena el señalamiento de domicilio por los
litigantes, para hacerles las notificaciones, implica la obligación de señalarlo
en el asiento del Juez de la causa; y si se traslada el expediente (la causa) a
otro Juez de distinto asiento (declinatoria, recusación, inhibitoria, conflicto
de competencia) se impone el deber de nueva fijación de domicilio" (G.J. Nº
599, p. 7).
4.- "No estando determinados por la ley las circunstancias que manifiestan la
intención de trasladar el domicilio, la apreciación de ellas en cada caso
particular, queda librada al criterio de los jueces de grado" (G.J. Nº 901, p.
56).
5.- "El art. 50 del c.c. al dejar la prueba de la intención de mudar el domicilio a
las circunstancias, ha tenido en cuenta que ellas sean tales que no admita
duda de la intención" (G.J. Nº 1209, p. 89).
6.- "Para el cambio de domicilio y para que el mismo tenga efecto en juicio, es
necesaria la expresa declaración hecha ante la Policía del lugar que se deja
cuanto en la del lugar al que se transfiere el domicilio" (G.J. Nº 1222, p. 77).
7.- "El cambio o mudanza de domicilio real debe acreditarse precisamente con
la prueba de la intención consistente en la declaración expresa hecha tanto a
la policía del lugar que se abandona cuanto a la del que se transfiere" (G.J.
Nº 1475, p. 20).
Sin embargo, esa práctica que no siempre ha sido reconocida judicialmente, ahora
tiene una prohibición expresa tratándose de la citación con la demanda o la reconvención
(p.c. art. 128) y la renuncia de domicilio para esos fines en las convenciones es nula.
Aunque una persona tenga su domicilio conocido, real o legal, o ambos a la vez
como sucede frecuentemente, puede elegir, además, un domicilio determinado para cumplir
alguna obligación o exigir el cumplimiento de algún derecho. Esto no afecta en modo
alguno al domicilio conocido. Es el llamado domicilio especial, siempre convencional,
constituido para determinadas relaciones jurídicas y es asiento legal de la persona sólo para
esas relaciones. Debe ser expresamente constituido y no se presume en caso de duda. Surte
efectos para todas las consecuencias accidentales o necesarias de las relaciones para las que
fue constituido.
Jurisprudencia
2.- "La renuncia del domicilio importa (solamente) renuncia de un medio legal
de defensa (y) si bien liga al que lo hizo y a sus herederos, no puede ser
alegada contra terceros que no derivan su derecho del renunciante" (G.J. Nº
550, p. 15).
Si la persona no tiene domicilio anterior o último conocido, habrá que aplicar el art.
25.
Se ha omitido sin razón conocida, lo relativo al domicilio legal que, en todas las
legislaciones, se señala para las personas que aceptan funciones públicas temporales o
perpetuas (arts. 51 y 52, Cgo. abrg.).
Jurisprudencia
3.- "No es competente el Juez parroquial (de Mínima cuantía), para certificar
sobre el domicilio de las personas" (G.J. Nº 1351, p. 9).
CAPITULO V
DE LA AUSENCIA
SECCION I
DE LA DECLARACION DE AUSENCIA
Importa una noción relacionada más con la existencia de la persona individual que
con su individuación. El interés social justifica su reglamentación: la situación del cónyuge;
el cuidado de los hijos menores; la salvaguardia del matrimonio; la protección de los
acreedores, asociados, condueños, etc., del ausente. Se impone adoptar precauciones
urgentes para proteger a la familia y los bienes del ausente (Mazeaud).
Este artículo contiene la presunción del Cgo. abrg. Da lugar a la Constitución de una
representación interina del ausente hasta que la ausencia sea declarada, que determina una
especie de imposibilidad de obrar (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "El art. 55 (31) del c.c. concordante con el 585 (695) de su Pdto. autoriza la
designación de un defensor que administre los bienes de una persona que se
presume ausente cuando ésta no ha constituido apoderado especial y hay
necesidad de proveer a esa administración" (G.J. Nº 1259, p. 28).
3.- "Cuando se trata de demandar a una persona que está ausente porque se
desconoce su paradero, corresponde nombrar un defensor para que lo
represente en el juicio" (G.J. Nº 1212, p. 68).
4.- "No quedan desamparados los bienes cuando hay una persona encargada de
la atención y cuidado de ellos, por lo que no existe la necesidad que requiere
el art. 55 (31) del c.c. para presumir la ausencia y nombrar defensor que los
administre" (G.J. Nº 1259, p. 28).
II. Para justificar la ausencia, el juez, con arreglo a las piezas y documentos
producidos, ordenará se levante una información en el lugar del domicilio de
la persona desaparecida.
Fte: Cgo. it. 49 -
Precd: c.c. abrg. 58 - 59 - 60 - 61 -
Conc: c.f. 96 - 278 - p.c. 696 - 697 -
c.c. 31 - 1083 -
"Se hace mala aplicación de los arts. 58 y 59 (32) del c.c. cuando se ordena previa
averiguación de la ausencia, para declarar ésta" (G.J. Nº 1212, p. 69).
Jurisprudencia
El art. 67 del Cgo. abrg. da a la administración de los bienes del ausente carácter de
depósito, lo que importa consagrar solamente facultades de mera administración ordinaria,
prohibiendo el ejercicio de actos dispositivos (Canedo). El epígrafe correcto del art. 35 es
límites a la disponibilidad de los bienes (art. 54 del Cgo. it.) que así le da sentido y relación
con el texto.
Cesando la causa, que es la ausencia, deben cesar sus efectos. Que es lo que debe
restituirse? No lo dice el art. Otras legislaciones establecen con prudente previsión que la
restitución se hará en el estado en que estén los bienes, sin reclamar frutos ni renta. Lo
contrario, se considera, constituiría una verdadera expoliación. El Código reconoce esta
regla en el art. 45 pero sólo para el caso de reaparición del declarado presuntamente
muerto. Lo correcto respetando ambos derechos (el del ausente y el del administrador), en
que los bienes se recobren en el estado que tengan a la fecha de la recuperación. Si en ellos
hubiera habido mejoras, las hará suyas el ausente, lo mismo que las depreciaciones o
perdidas por daños que los hubieren sufrido. Aplicando el precepto del art. 34, ha de
considerarse que el ausente recupera el tercio de los frutos, cuando los administradores no
eran herederos forzosos y de los bienes los que queden si hubo alguna enajenación
autorizada (conforme al art. 35).
Existe una reivindicatio juris respecto de las cosas que el administrador conserva en
su poder, no un jus vindicandi, que incluiría la reposición de frutos y daños (Scaevola).
ART. 38.- (Muerte del ausente). Si durante la posesión provisional se prueba la
muerte del ausente, la sucesión se abre en beneficio de quienes en este momento eran sus
herederos o legatarios.
La condición del desaparecido entra así en una segunda fase, o puede intentarse la
declaratoria de fallecimiento presunto directamente por los interesados (art. 33),
independientemente del estado de ausencia, esta es, sin hacer declarar ésta previamente.
Mejor epígrafe para el art. habría sido: declaración de muerte presunta, porque la
declaración judicial es requisito esencial.
ART. 41.- (Fecha del fallecimiento presunto). La sentencia fija fecha para el
fallecimiento presunto: en los casos 1 y 3 del artículo anterior, en la fecha correspondiente
al suceso si ella es conocida, o en la del término medio entre el principio y fin de la época
en que ocurrió o pudo ocurrir; y en el caso 2, en la fecha correspondiente a la finalización
de la guerra.
En los casos del art. 40 puede el Juez desechar la declaración de muerte presunta,
cuando por los datos del proceso ella no proceda, debiendo declarar simplemente la
ausencia (Art. 42 - II).
Respecto del art. 44 nótese que, como en el caso del art. 33, otras legislaciones
exigen el transcurso de seis meses para la ejecución de la sentencia.
Las consideraciones hechas respecto del art. 37, tienen aplicación para el art. 45 en
lo que le sean pertinentes.
El Cgo. it., modelo del vigente, en su art. 56 preceptúa que ejecutada la sentencia
que declara la muerte presunta, el cónyuge puede contraer nuevo matrimonio, pero, el art.
68 del mismo, declara nulo el matrimonio contraído a tenor de la permisión contenida en
dicho art. 65, cuando la persona cuya muerte presunta se declaró, retorna o se comprueba su
existencia, aunque dejando a salvo los efectos civiles (de matrimonio putativo: art. 92 del
c.f.) del segundo matrimonio del cónyuge bínubo. Este criterio importa que el segundo
matrimonio está resolutoriamente condicionado y deriva su invalidez de la persistencia del
primer matrimonio, según observa Messineo.
En el ordenamiento del Código, si se considera que el art. 1000 declara que se abre
la sucesión de una persona por la muerte real o presunta, debe admitirse que el matrimonio
del cónyuge del declarado presuntamente muerto, es válido y que no puede ser anulado ni
dar lugar a acusación de bigamia, cuando éste reaparece.
SECCIÓN III
Según este artículo, aquél que reclame un derecho perteneciente a una persona que
ha desaparecido de su domicilio, considerado ausente presunto o declarado ausente
propiamente dicho, según las reglas de las secciones precedentes del Capítulo, debe probar
la existencia de dicha persona cuando era necesaria (esa existencia), para adquirir el
derecho reclamado.
ART. 48.- (Sucesión a la que sería llamada la persona). Si se abre una sucesión a la
cual es llamada en todo o en parte una persona cuya existencia se ignora, la sucesión se
defiere a quienes habría correspondido en defecto de dicha persona, salvo el derecho de
representación y con inventario estimativo y fianza previos.
Esta posesión puede ser interrumpida: a) por la aparición del ausente que ejercitare
la acción de petitio hereditatis, reconocida por el artículo siguiente; b) por la presentación
de un mandatario para ejercitar las acciones que competen a aquél, y c) por los
causahabientes del ausente.
Los coherederos que acrezcan la porción del ausente, deben inventariar y afianzar,
pero en el caso del declarado fallecido presunto (art. 50), están dispensados de la fianza.
T I T U L O II
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
ART. 52.- (Enumeración general). Son personas colectivas:
1) El Estado boliviano, la iglesia católica, los municipios, las universidades y
demás entidades públicas con personalidad jurídica reconocida por la
Constitución Política y las leyes.
La enumeración del segundo párrafo, que pudo ser más prolija, distingue entre
asociaciones, corporaciones y fundaciones, cuyo estudio científico requeriría demasiado
espacio. Reducido el tema a la esfera práctica de estas anotaciones, las asociaciones o
corporaciones pueden ser de interés público: gremiales, mutualistas, asistenciales y todas
las comprendidas en el párrafo 3); de interés privado; culturales, deportivas. Las
fundaciones, son entidades en las que desaparece casi por completo los intereses
individuales y, por el contrario, lo absorbe todo el fin social: un hospital, una escuela, etc.
Queda entendido que las asociaciones corporativas a que se refiere el art. en su prf.
2), tiene el sentido corriente que le asigna el Diccionario de la lengua y no constituye un
derivado del régimen corporativo que estableció el Cgo. modelo y que criticó por eso
Messineo. De todos modos hubiera sido preferible eludir el término y, más bien, en función
de lógica concordancia con el ordenamiento constitucional propio, referirse, por ejemplo, a
las cooperativas, cuya organización y fomento es función del Estado (art. 160, Const.).
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. único del art. 86 y 4 del art. 992.
Según el art. 54 la persona colectiva tiene capacidad para ser titular de derechos y
obligaciones dentro de las regulaciones del Código.
Quiere decir que concordando dicha disposición con la de este art. los Estados
extranjeros pueden tener propiedades en el territorio nacional, lo que automáticamente pone
en funcionamiento el privilegio de la extraterritorialidad, por el cual no pueden ser
sometidos a la jurisdicción de un poder extraño sin perder en cierta medida su soberanía.
Estas consideraciones han dificultado permanentemente considerar a los Estados
extranjeros como personas colectivas de derecho privado. El Proyecto Toro y el
Anteproyecto Ossorio no lo hacen y de las legislaciones extranjeras mencionadas en estas
anotaciones, sólo incluye la argentina.
Para salvar las observaciones que suscitan las dificultades aludidas, se piensa que la
fórmula "de acuerdo a las normas de derecho internacional" es suficiente aunque, en
realidad, no lo es.
Las personas colectivas de derecho público tienen la nacionalidad del Estado de que
emanan? Las de derecho privado, tendrían en cierto sentido una nacionalidad propia,
distinta de la de sus miembros y que sería la de su asiento social bajo cuyas leyes se han
organizado y se desenvuelven (Planiol y Ripert). Esa nacionalidad no es de la misma
naturaleza, desde luego, que la de las personas individuales y las confusiones resultantes
crearon en Francia, (que reconocía la nacionalidad a las personas colectivas según el
principio arriba dado), en 1914 graves dificultades, porque sociedades compuestas por
miembros de nacionalidades enemigas, durante la primera guerra general de este siglo,
exigieron el tratamiento de privilegio que se concedía a las sociedades nacionales.
Como reacción contra tales derivaciones y, más que todo, como medio de defensa
contra los trust internacionales (hoy más elegantemente nominadas como empresas
supranacionales), desde hace algún tiempo viene afirmándose la teoría de que las personas
colectivas no tienen nacionalidad sino domicilio, pretendiéndose con ello contrarrestar en
alguna medida, la acción nociva de los grandes poderes soberanos que utilizan las
supranacionales para los fines propios de su política, aunque la pretensión siempre resulta
frustránea bajo el imperio de las diferencias pronunciadas en la relación de fuerza que es la
que, en definitiva, impone su realidad.
Resulta de lo dicho que el tema debió considerarse con más detenida reflexión para
lograr una regla mejor adecuada a la realidad o, por lo menos, limitando ese reconocimiento
a los Estados extranjeros en este orden a los fines y dentro de los límites de las relaciones
diplomáticas y, en cuanto a la Santa Sede, como lo hace la constitución, a tenor de los
concordatos y acuerdos que tiene establecidos con el Estado.
Jurisprudencia
"Según el art. 24, concordante con el 8º, inc. 1º, de la Const. las empresas y
súbditos extranjeros, están sometidos a las leyes bolivianas, preceptos cuya
observancia es de orden público, por corresponder a los atributos de la
soberanía" (G.J. Nº 1591, p. 166).
Para existir y ejercer esta capacidad, requiere el reconocimiento del Poder Público y
su capacidad se extiende sólo para lo expresamente autorizado, mientras la persona
individual existe, en su caso, aún antes de la concepción (art. 1008, caso III).
Jurisprudencia
1.- "En concepto del art. 187 de la loj., el ministerio público sólo debe
intervenir como parte principal en los procesos instaurados por o contra el
Estado (como tal) y en la especie, el Banco del Estado -como cualquier
entidad autónoma- puede ser demandante o demandado sin necesidad de
intervención fiscal" (G.J. Nº 1608, p. 90).
Jurisprudencia
1.- "El domicilio de las empresas que tienen varios centros de explotación y, por
consiguiente, varias administraciones, es el de la administración central respectiva, según la
L. de 12 de Feb. de 1927 (que en la generalidad de las compilaciones se cita como L. de 23
de Feb. de 1927)" (G.J. Nº 1276, p. 125).
2.- "Demandado el Alcalde Municipal de... por actos ejecutados en ejercicio de sus
funciones, su domicilio para la notificación correspondiente a los fines del art. 57 del c.c.,
está en la sede de la Alcaldía donde desempeña sus funciones a tenor del art. 55 del mismo
cuerpo legal" (Lab. Jud. 1979, p. 97).
3.- El domicilio de las personas colectivas es el lugar fijado en el acto constitutivo y, a falta
de éste, el lugar de su administración, según el art. 55 del c.c." (Lab. Jud. 1983, p. 82).
ART. 57.- (Responsabilidad por hechos ilícitos). Las personas colectivas son
responsables por el daño que sus representantes causen a terceros con un hecho ilícito
siempre que dichos representantes hayan actuado en tal calidad.
CAPITULO II
DE LAS ASOCIACIONES
ART. 58.- (Constitución y reconocimiento).
Conc: c.c. 58 - 68 -
La negativa a que se refiere el art. 59, supone una resolución del Poder Ejecutivo en
concepto a los arts. 127, caso 8º in fine de la constitución y 53, caso 10º, también in fine, de
la l.o.j. Y esa resolución abre la jurisdicción y el procedimiento contencioso-administrativo,
ahora convenientemente reglamentado en el p.c. (arts. 778 y s.).
Si por efecto de los recursos que prescribe la ley, puede llegar el caso al Tribunal
Supremo, no atenúa en nada la alteración observada, pues que, además, supone un
dispendio de tiempo y gastos perjudiciales al interesado -o a los interesados- que crea
lesionado o perjudicado su derecho por la negativa.
ART. 62.- (Derechos y obligaciones de los asociados). Todos los asociados tienen
derechos y obligaciones iguales. La calidad de asociado es estrictamente personal.
Conc: c.c. 60 -
IV. Los bienes y fondos que quedan después de alcanzada la finalidad o que
existan por no habérsela logrado, se asignan a la Universidad Pública del
distrito.
En general - dice Messineo- la asociación no-reconocida (de hecho, según este art.),
que puede tener por objeto promover el culto de las artes, círculos de cultura, de
diversiones, etc., no se propone fines diversos, ni es, desde el punto de vista práctico,
diversa de la asociación reconocida. Es una asociación, por lo regular reconocible, aún
cuando funcione de hecho. Por eso se la considera una especie del género asociación.
Es una realidad jurídica aún sin el reconocimiento a que se refiere en el art. 58, y el
ordenamiento jurídico no puede prescindir de esa realidad. Por eso le confiere fuerza y
aptitud para operar en las relaciones jurídicas, como sujeto autónomo respecto de sus
componentes.
Su existencia termina por las causas detalladas en este artículo y con los efectos
señalados en el art. 65 y s.
Jurisprudencia
CAPITULO III
DE LAS FUNDACIONES
ART. 67.- (Objeto). La fundación tiene por objeto afectar bienes, por la voluntad de
una o más personas, a un fin especial no lucrativo.
ART. 71.- (Aplicación). Es aplicable a las fundaciones lo dispuesto por los artículos
58 y 63 al 65.
Conc: c.c. 58 - 63 - 64 - 65 -
Las fundaciones han adquirido un desarrollo considerable. Basta citar las más
conocidas, para comprender el aserto: Rockefeller, Carnegie, Solvay; los premios Nóbel,
Goncourt, etc. En Bolivia: la Fundación Patiño. Se constituye por un acto público ad hoc.
CAPITULO IV
OTRAS DISPOSICIONES
ART. 72.- (La comunidad campesina). La comunidad campesina se rige por las
leyes que le conciernen.
Ossorio en su Anteproyecto (art. 115), fue el primero en ocuparse del tema como
regla que debe estar incluída en el Código Civil. El tít. IX de la Ley de Rf. Agr., reglamenta
pormenorizadamente la materia, en aplicación de lo preceptuado por el art. 168 de la
Constitución.
II. Es aplicable a los bienes y fondos de éstos comités lo previsto por el artículo
66-IV.
LIBRO SEGUNDO
TITULO I
DE LOS BIENES
CAPITULO UNICO
DISPOSICIONES GENERALES
SECCIÓN I
I. Son bienes las cosas materiales e inmateriales que pueden ser objeto de
derechos.
II. Todos los bienes son inmuebles o muebles.
La ley debe establecer sus preceptos por el mismo orden con que en la realidad se
producen y tal como en la vida se hace patente su necesidad. Las relaciones del Derecho
Civil descubren, primeramente, un sujeto que las realiza; luego presenta un conjunto de
medios o condiciones sobre los que aquél actúa: objetos de la naturaleza que le rodean y
satisfacen sus exigencias, y prestaciones que como ser sociable mantiene con sus
semejantes (Scaevola).
Siguiendo este orden de ideas, toda ley civil empieza regulando el derecho de la
personalidad, con todas sus modificaciones y modalidades (Libro Primero). Continúa con
el desarrollo normativo sobre las cosas o bienes, materia de este Libro Segundo.
El derecho real no consiste en la relación jurídica entre una persona y una cosa,
según la célebre definición generalmente admitida de Aubry y Rau, (cit. de Planiol y
Ripert) que Mazeaud acepta y sostiene no obstante su carácter de autor modernísimo, La
cosa es objeto de derecho y la relación que se da con el objeto es de hecho, no jurídica, y
ese hecho es la posesión.
Si todo derecho, por definición, es una relación entre personas -"verdad elemental
sobre la que esta fundada toda la ciencia del Derecho"- el derecho real, como todos los
otros derechos, tiene necesariamente un sujeto activo, un sujeto pasivo y un objeto. La
definición criticada establece relación entre el sujeto activo y el objeto de su derecho: la
cosa poseída. Aplicadas estas ideas al derecho de propiedad, por ejemplo, aparecen el
propietario como sujeto, todo el mundo -excepto el propietario- como sujeto pasivo, y la
cosa, en su lugar, como objeto de derecho (Planiol y Ripert). Si es titular activo del derecho
erga omnes.
Messineo, considera que en cuanto a los derechos reales, su objeto es una cosa. Por
objeto concibe este autor todo lo que, en general, es externo al sujeto y, por consiguiente,
no es sujeto. Dicho de otra manera, objeto es aquello sobre lo que exterioriza el diverso
poder del sujeto.
En el concepto técnico del Derecho, las cosas para ser consideradas jurídicamente
bienes, han de prestar utilidad (Partida 2ª t. XVII, proemio: de que los omes se sirven o se
ayudan, cit. de Scaevola), han de ser susceptibles de apropiación y no estar excluidas del
comercio humano. Por ejemplo el aire, el sol, que son útiles por indispensables para la vida
terrestre, no son bienes porque no pueden ser objeto de apropiación. Son bienes los campos
cultivados, las casas, maquinarias, muebles usuales, etc.
La doctrina corriente distingue, por eso, la cosa del bien, porque se dan cosas que
no son bienes como la luz, el aire, el agua del mar, no susceptibles de constituir objeto de
derechos, según la fórmula del art. 74, o se dan bienes que no son cosas, como las
actividades humanas: servicios y prestaciones. Un criterio diferencial diverso sostiene
Messineo: bien en sentido jurídico sería una cosa idónea para cumplir una determinada
función económica y social, habida cuenta que la cosa, en sí entidad extra jurídica, es en
cierto modo un bien en estado potencial, que se convierte en tal cuando una particular
calificación jurídica le da la idoneidad para cumplir la función económica y social
indicada. En rigor, es el mismo concepto de las Partidas ya citado: el bien jurídicamente
considerado es la cosa útil susceptible de apropiación privada. Entre las especificaciones
del concepto de bien, también se suele llamar bienes jurídicos, las utilidades patrimoniales
y no-patrimoniales, incluídas las que provienen de las energías humanas o naturales, como
las mencionadas en el art. 76 (Messineo).
Hay distinciones que sólo se aplican a las cosas materiales y también son tres: a)
consumibles y no consumibles; b) fungibles y no fungibles, y c) cosas que tienen dueño o
que no tienen dueño o vacantes.
Hablando propiamente, el suelo y los edificios serían los únicos inmuebles por su
naturaleza y bajo esta expresión sólo debería comprenderse las cosas que no pueden
transportarse de un lugar a otro, sin que sufran en su integridad material (Messineo), quae
movero non possunt (Braudry - Lacantinerie, citado por Machado). Se señala, sin embargo,
el desplazamiento de obras fijas importantes sin demolerlas como algo común en las
Estados Unidos y el traslado "toda entera de la Fontaine du Palmier" en París, para la
apertura de un boulevard, de lo cual se concluye que debe darse a las cosas el carácter de
inmuebles, según que lo sean de una manera durable y habitual o aquéllas cuya función es
la de ser inmuebles, aunque ocasionalmente pueden ser desplazadas por medios
extraordinarios (Planiol y Ripert). Por eso, actualmente se da carácter relativo a la noción
de cosa inmueble, que depende del estado de desarrollo de la técnica, la cual puede hacer
muebles algunas cosas consideradas ordinariamente como inmuebles (Messineo).
Su historia, la presenta entre los romanos como una distinción fundada únicamente
en la naturaleza de las cosas, que según anotan los Hnos. Mazeaud, no fue extendida a los
derechos, ni siquiera a los derechos reales como ahora (v. el art. 81). En el antiguo derecho
francés, se dio importancia en la distinción al criterio de valor y de productividad: res
moviles, res vilis, se decía, considerando muebles sólo aquellos bienes de valor ínfimo,
incluidas las construcciones de escaso o modesto valor y se consideraban inmuebles aún los
muebles de valor ponderable como las joyas, v. gr. Con el c.c. francés de 1804, que se
retorna al criterio romano extraído de la naturaleza de las cosas, por que se estimó más
lógico el criterio de fijeza o de movilidad, aunque conservando -lo que se estima un error
(Mazeaud)- las diferencias del antiguo derecho francés al extender la distinción de los
derechos (inmobiliarios y mobiliarios, v. la anot. al art. 81), a los cuales, particularmente a
los derechos personales, no se puede aplicar el criterio de fijeza, se dice, y porque además
se invirtió los términos de la clasificación en cuanto a la apreciación del valor, de manera
que los valores mobiliarios (acciones, obligaciones, títulos de renta), que con la extensión
del comercio y la industria en los siglos XIX y XX han alcanzado una importancia
prodigiosa, a pesar de lo cual por no ser cosas inmóviles quedaron al margen de las reglas
protectoras de los inmuebles.
I, por su apropiabilidad, en cosas sin propietario o dueño, como las cosas comunes,
las res nullius como aquéllas de las que nadie se ha apropiado (generalmente muebles:
caza, pesca, art. 141), las cosas abandonadas (art. 145), el tesoro (art. 146), los mostrencos
(art. 140).
II, por su alienabilidad o inalienabilidad, dejando fuera del comercio los bienes de
dominio público, los bienes gravados con inalienabilidad y que por tanto son inembargables
además (ej: patrimonio familiar, c.f. art. 30) y los sometidos a restricciones legales respecto
de su enajenabilidad (ej: D.S. 4008 de 30 de Marzo de 1955, que establece dentro de la
legislación de la reforma agraria, normas restrictivas para la venta de terrenos; v. en la anot.
al art. 85, lo pertinente).
III, por su utilización, por cuya virtud se distinguen las cosas fructíferas, que
producen frutos periódicamente y sin alteración ni disminución sensible de su sustancia
(art. 83) y las no fructíferas que no son susceptibles de producir frutos y cuya aplicación
práctica se explica, v. gr., en el usufructo. Caen dentro de esta distinción (por su utilización)
las cosas consumibles y no consumibles (art. 79), las fungibles y no fungibles (art. 78) y las
divisibles y no divisibles (art. 80).
Jurisprudencia
"La palabra cosa, que consigna el inc. 4to. del art. 11 de la L. de 19 de Dic.
de 1905, no excluye el concepto de dinero, por cuanto cosa, en acepción
máxima, es todo la existente, de manera corporal o incorporal, natural o
artificial, real o abstracta, y, en sentido jurídico, el objeto del derecho o de
los derechos y obligaciones, siendo en un ambiente estrictamente técnico-
jurídico lo material, como una casa, una finca, el dinero, etc." (G.J. Nº 1591,
p. 176).
SECCIÓN I
II. Son también inmuebles las minas, los yacimientos de hidrocarburos, los
lagos, los manantiales y las corrientes de agua.
El artículo se refiere únicamente a los inmuebles por excelencia, los que lo son
natural, gramaticalmente entendidos y a los objetos que están adheridos, formando parte o
en dependencia de ellos. Se ha omitido los bienes que se reputan inmuebles a causa de su
destino, mutilando así la concordancia necesaria que debe existir en todo el ordenamiento
jurídico y del cual, el Código civil sólo es parte.
En efecto, mientras el artículo siguiente define como muebles a todos los demás
bienes no consignados en éste, el Código de Minería (art. 8) también considera inmuebles
los bienes destinados a la operación de una concesión minera con carácter permanente,
como las maquinarias, instrumentos, equipos, animales y vehículos empleados en su
servicio. El art. 185 del mismo Código, declara inmuebles por su destino las maquinarias,
herramientas y otros implementos que el minero hubiese hipotecado conjuntamente con la
concesión.
Todas las legislaciones, aún las más avanzadas, detallan en mayor o menor medida
las cosas muebles que, sin constituir parte de la cosa principal inmueble ni estar adheridas a
ella, se reputan inmuebles accesorios, por decirlo así, en razón del uso duradero a que son
destinadas y de la relación visible con la cosa principal en que por su finalidad se
encuentran. (El Código ha adoptado para esta categoría de bienes el italianismo pertinenze,
que se examina en la notación al art. 82).
Entre las cosas reputadas inmuebles por la finalidad a que están destinadas -según
otras leyes, Código de Minería, v. gr.- se puede también enunciativamente señalar:
máquinas, herramientas, utensilios de industria, abonos, semillas (que están en la tierra en
que serán utilizadas), alambiques, lagares, calderas, cubas, molinos, diques flotantes, redes
de telecomunicaciones, material rodante de ferrocarriles y también los animales de labor en
las fincas donde trabajan, alimentos para estos, etc.
Según el Código alemán, modelo de la legislación civil del siglo XX, las cosas
reputadas inmuebles -que llama cosas accesorios (zubehor)- no pueden ser embargadas por
separado, para evitar la desorganización de la cosa principal a cuyo funcionamiento están
destinadas.
Responden a esta orientación, indudablemente, las previsiones del art. 450 del c.
com. relativo a la preservación de la unidad de la empresa comercial, que es un complejo
orgánico que constituye o una universitas facti o una universitas jure (Scaevola),
preservación que se atiende preferentemente inclusive en caso de embargo o de quiebra (c.
com. arts. 456 y 1618), y las del art. 172 del p.c. atinente a las medidas que el juez debe
arbitrar respecto de los establecimientos comerciales o industriales, cuando son objeto de
medidas precautorias, como un embargo, v. gr.
Los inmuebles por destino tienen una inmovilización meramente jurídica y ficticia,
no material ni real, por la razón práctica de asegurar la utilidad general. La separación
podría tener efectos perjudiciales varios; v. gr., en el embargo separado de los accesorios
como muebles que realmente son, se dejaría al propietario de un fundo sin poder explotar
su bien; la partición que separe los mismos en lotes diferentes daría el mismo
inconveniente, etc. Sin embargo esto es lo que permite el art. 82, como se verá luego,
fundado en la clasificación de este artículo que, sin otra razón que la de adoptar los
preceptos de su modelo italiano demasiado ajustadamente, se aparta radicalmente de la
tradición del propio ordenamiento jurídico.
Jurisprudencia
1.- "La caja de hierro asegurada dentro de una pared con ladrillos y yeso por el
propietario, se considera puesta para que se conserve perpetuamente en la
casa vendida" (G.J. Nº 849, p. 20).
2.- "Los muebles asegurados con yeso, cal o cimiento que el propietario pone en
el fundo para que se conserven perpetuamente, se reputan inmuebles" (G.J.
Nº 935, p. 19).
ART. 76.- (Bienes muebles). Son muebles todos los otros bienes. Se incluyen entre
ellos las energías naturales controladas por el hombre.
Los muebles son tales, por su naturaleza (corpóreos) o por el objeto al cual se
aplican (incorpóreos, considerados en la 2ª parte del art. 81). También se distingue los
muebles por anticipación. Son aquellos que no son vistos en su estado actual, unidos a la
tierra, sino en su estado futuro como distintos y separados: las cosechas pendientes aún,
pero en cierto estado de madurez, los cortes de madera por hacer. Las cosechas aún no
realizadas, en caso de embargo o de venta se consideran muebles (art. 83, II y III).
En realidad, la categoría muebles comprende todas las cosas materiales que no son
ni inmuebles por naturaleza ni -a pesar de la desvirtuación del Código- por destino y que
pueden transportarse de un lugar a otro, sin sufrir necesariamente daño (Messineo).
Las energías naturales controladas por el hombre que menciona el art. son el
petróleo, los gases, la corriente eléctrica. Cuando el gas es captado o fabricado, esta es
objeto de propiedad y constituye un mueble, aunque esté contenido en un gasoducto que
tenga el carácter de inmueble. Lo mismo ocurre tratándose del petróleo almacenado o en
oleoducto o de la electricidad. En cuanto a las ondas eléctricas de los aparatos emisores en
la radiotelegrafía, radiotelefonía y televisión no puede verse en ellas un objeto de propiedad
mueble (Planiol y Ripert). La reglamentación de éstos derechos escapa al régimen de la
propiedad privada y están sometidos a régimen legal especial.
El Código se ocupa de ellas en determinadas situaciones (arts. 141, 142 y 143), pero
ha omitido inexplicablemente sentar la regla propia de la clasificación, no obstante que su
procedimiento (arts. 700 y 704) lo hace expresamente.
ART. 77.- (Muebles sujetos a registro). Los bienes muebles sujetos a registro se
rigen por las disposiciones que les conciernen y, en su defecto, por las de los bienes
muebles.
Los navíos eran considerados muebles por el Código anterior (art. 280). Al respecto
no hay uniformidad de criterio en las legislaciones. Unas consideran muebles a los navíos
(Francia), otras las consideran inmuebles (Perú). Cosa similar ocurre con las aeronaves.
Las naves y las aeronaves, además, presentan el carácter particular de tener, como
las personas, una nacionalidad.
Jurisprudencia
II. Las cosas fungibles tienen entre sí el mismo valor liberatorio en el pago,
salvo voluntad diversa.
Esta cualidad sólo pertenece a las cosas que se determinan en número, en medida o
en peso y por ello el Código alemán las limita a los muebles. Es una subdistinción propia de
esta categoría de bienes (Messineo). En ella se funda la clasificación de deudas de género y
de deudas de cuerpos ciertos. En las de género las cosas debidas se determinan en su
cantidad y calidad (Mutuo, art. 895): 100 kilogramos de azúcar, arroz, etc. En las de objeto
cierto, la cosa está individualizada y es la que debe entregarse al acreedor y no otra
(Comodato, art. 880): el automóvil chasís Nº x, motor Nº x.
ART. 79.- (Cosas consumibles). Son consumibles las cosas que se destruyen o
desaparecen con el primer uso que se hace de ellas.
Noción atinente sólo a las cosas propiamente dichas, a los objetos corpóreos. Hay
cosas que no se pueden usar sin consumirse. El consumo puede ser material, que destruye
la cosa: bebidas, comestibles, combustibles, v. gr.; puede ser jurídico mediante
enajenación, caso de la moneda.
Con frecuencia las cosas consumibles por el primer uso son al mismo tiempo
fungibles: moneda, alimentos, bebidas, combustibles, lo que hace se confundan estas dos
distinciones, aunque con escasos inconvenientes en la práctica. Planiol y Ripert, encuentran
alguna diferencia entre cosas fungibles, esto es, de igual valor liberatorio, pero que no se
consumen con el primer uso; por ejemplo, los lotes de una urbanización nueva: siempre se
encontrara varios lotes equivalentes que serán fungibles entre si, pero no consumibles.
II. Se consideran también indivisibles las cosas que no pueden fraccionarse por
disposición de la ley o la voluntad humana aunque de hecho sean pasibles de
división.
En cambio, lo será una fanega de maíz, una pipa de vino (Machado); o un animal
muerto, un fundo, el dinero, pero no un animal vivo, una máquina, etc., etc. (Messineo).
Jurisprudencia
Los derechos reales que siempre son inmuebles, porque sólo pueden establecerse
sobre inmuebles, son las servidumbres (art. 275 del Cgo. abrg.) los derechos especiales de
uso y habitación y la anticresis. En el régimen anterior podía incluirse la hipoteca; pero, la
reglamentación de lo muebles sujetos a registro, con anterioridad a la vigencia del Código,
la excluye del grupo.
La segunda parte del artículo se refiere a los bienes incorpóreos. Tratándose de los
derechos, el carácter mobiliario es la regla general; el derecho considerado como inmueble
es la excepción (Planiol y Ripert).
Los objetos que por si no tienen existencia material sino en cuanto van unidos, se
refieren o hacen relación a bienes muebles naturalmente, son los que según la disposición
tienen también la consideración de muebles. Puede citarse ejemplificativamente: rentas o
pensiones, que pueden ser perpetuas o vitalicias, tener o no origen hereditario o estar
constituídas a título oneroso o gratuito y siempre que no graviten sobre un bien raíz, caso
en el cual devienen inmuebles; el derecho de monopolio temporal de explotación que
otorga la propiedad literaria, artística o industrial (para autores o inventores); el fondo de
comercio que comprende el crédito o fama de un establecimiento mercantil y que es propio
del Código de la materia; créditos de sumas exigibles, referidas a la prestación principal del
capital, por oposición a las rentas o intereses; todas las obligaciones de hacer o de no hacer,
en las cuales aunque fuesen relativas a un inmueble el objeto de ellas constituye el hecho
del hombre, más que la cosa misma; las acciones, intereses y dividendos en las sociedades.
Jurisprudencia
1.- "Siendo bienes muebles incorporales las acciones de Banco, los títulos de
ellas endosados e inscritos, constituyen el justo título que confiere la
propiedad y posesión" (G.J. Nº 741, p. 8).
PERTENENCIAS
III. Los actos respecto a la cosa principal comprenden también las pertenencias.
Sin embargo, éstas pueden constituir el objeto de actos o relaciones jurídicas
separados, salvo los derechos adquiridos por terceros.
Son titulares de otro derecho para los fines del artículo (II), el locatario, el
arrendatario, el usufructuario. El parágrafo III puede ocasionar más dificultades que
soluciones. Pues, según el, los actos que afectan a la cosa principal, afectan igualmente a
las llamadas pertenencias, por ejemplo una hipoteca, aunque, según el artículo, muebles e
inmuebles pueden ser objeto separadamente de actos jurídicos, salvo derechos adquiridos
de terceros. Si la hipoteca comprende ambas cosas, no hay posibilidad de disposición
separada. Si a pesar de ello se da paso a la disponibilidad separada, los derechos adquiridos
por terceros en la hipoteca de la hipótesis no funcionan.
Hubiera sido mejor mantener en este particular, el régimen del anterior Código, que
esta conforme a todas las legislaciones, incluso las reputadas de más avanzadas.
Jurisprudencia
1.- "No se reputan bienes inmuebles por su destino las ovejas, que no son
animales destinados a la labranza" (G.J. Nº 646, p. 18).
2.- "Los carros y bueyes, objeto de la escritura presentada, son muebles por su
naturaleza y destino, y encontrándose fuera del comercio humano los mozos
de servicio comprendidos en la misma escritura, es nula la hipoteca
constituída sobre los expresados bienes y personas, porque la convención es
ilegal" (G.J. Nº 807, p. 6).
SECCIÓN II
DE LOS FRUTOS
II. Los frutos, antes de ser separados, integran la cosa; pero puede disponerse de ellos
como de cosas muebles futuras.
III. Los frutos pertenecen al propietario de la cosa que los produce, excepto cuando su
propiedad se atribuye a otras personas, caso en el cual se los adquiere por
percepción.
Los frutos naturales comprenden los productos del suelo: cereales, forraje, madera,
etc., y los productos animales: pelo, lana, huevos, carne, leche, etc. De los bienes también
se obtienen ciertos productos y que se llaman así, productos, porque no tienen como los
frutos naturales periodicidad regular o porque al ser percibidos se agota la sustancia de la
cosa que los produce, como los cortes de árboles, las materias extraídas de los yacimientos
mineros y petrolíferos y canteras (Planiol y Ripert). Puede llamarse frutos a los productos
industriales, porque hay periodicidad regular y no hay agotamiento de la sustancia.
Habría sido mejor trascribir directamente la traducción que del art. 820 del Cgo. It.
da Sentis Melendo en el Manual de Messineo: "son frutos naturales aquellos que provienen
directamente de la cosa, concurra o no en ellos la obra del hombre, como los productos
agrícolas, la leña, los partos de los animales, los productos de las minas, canteras y
turberas".
Los párrafos II y III, han sido considerados ya al tratar de los muebles por
anticipación (anot. al art. 76).
Jurisprudencia
1.- "La cosa vendida, mueble o inmueble, se entrega según el art. 1033 en el
estado que esté al tiempo de la venta y desde entonces los frutos pertenecen
al comprador" (G.J. Nº 531, p. 11).
2.- "Las cosechas no recolectadas, siendo conforme con el art. 270 inmuebles
accesorios, no pueden reputarse segregados o desmembrados de los fundos,
sino después de la recolección, mientras no haya convención en contrario"
(G.J. Nº 531, p. 11).
3.- "La subasta que recae sobre un fundo rematado sin inclusión de los frutos
pendientes y que no pudieron ser estimados al tiempo de la subasta, no
comprende a éstos" (G.J. Nº 667, p. 20).
4.- "La adjudicación en remate de una finca, con todas sus mejoras y accesorios,
sin reserva alguna, no comprende los frutos recolectados, y separados del
inmueble antes de la fecha de la adjudicación, porque una vez cortados y
separados del inmueble de que hacían parte, son bienes muebles
independientes y no constituyen mejoras ni accesorios" (G.J. Nº 695, p. 13).
ART. 84.- (Frutos civiles). Los intereses del capital, el canon del arrendamiento y
otras rentas análogas son frutos civiles. Se adquieren día por día, proporcionalmente a la
duración del derecho.
Frutos civiles son las rentas que una cosa puede producir en virtud de un contrato,
como los alquiler de casa y fundos rústicos.
SECCIÓN III
PERTENECEN
ART. 85.- (Bienes del Estado y entidades públicas). Los bienes del Estado, de los
municipios, de las universidades y otras entidades públicas, se determinan y regulan por la
Constitución y las leyes especiales que les conciernen.
El art. 165 de la Constitución y la Ley sobre Reforma Agraria (art. 1º), declaran
igualmente la tierra como del dominio originario de la Nación. La citada Ley de Ref. Agr.
señala, además, como bienes del dominio patrimonial del Estado las tierras baldías y las
que les sean revertidas por caducidad de concesión u otros conceptos (art. 4º).
Surge aquí una importante cuestión. Deriva del silencio que ocasiona la señalada
simplificación del precepto: es la relativa a la diferenciación de bienes del dominio público
y bienes patrimoniales del Estado.
La Ley de Reforma Agraria, por ejemplo, señala que los caminos aunque hubiesen
sido abiertos por particulares, los lagos, lagunas, ríos, son de dominio público (art. 3º).
Luego dispone la reversión al dominio público de todos los árboles de goma y castaña (art.
70) y declara a éstos últimos de aprovechamiento común (art. 72).
Nótese respecto de los bienes de domino público, que el Estado tiene derecho al uso
directo, así como todo individuo tiene igual derecho público de uso, aunque limitado
únicamente por las exigencias del uso correspondiente al Estado y a los otros individuos. El
del individuo, uti civis (como ciudadano), es un verdadero y propio derecho subjetivo
público (personal) al uso de los bienes de dominio público (Messineo).
A diferencia de los bienes del domino público, están los bienes patrimoniales del
Estado (o de sus órganos dependientes). Son los bienes del domino del Estado, que pueden
ser bienes destinados a la utilidad pública y bienes privados del Estado. Solo los bienes del
dominio del Estado lo son únicamente de utilidad pública (minas nacionalizadas, industria
petrolífera, ferrocarriles, etc.). Estos tienen por objeto el fomento y desarrollo de la riqueza
nacional o la atención de algún servicio público. Sobre los bienes patrimoniales el Estado
ejerce un verdadero derecho de propiedad, diferenciado según la clase de bienes, la
actividad o el servicio público a que se afectan (Scaevola, Bielsa).
Jurisprudencia
6.- "El Estado puede hacer -con el respaldo de las disposiciones legales
pertinentes- que cese el uso a que están destinados los bienes del dominio
público y que pasen a otra categoría" (G.J. Nº 1278, p. 28).
ART. 86.- (Bienes de las personas particulares). Los bienes de las personas
particulares, sean ellas individuales o colectivas, se rigen por las disposiciones del Código
presente y otras que les son relativas.
No se considera ociosa la declaración que contiene el art., respecto de que los bienes
a que se refiere están sometidos a las regulaciones del Código, regla incluida por lo general
en casi todos los códigos. Se deduce que la finalidad del precepto tiende a comprender en el
también los bienes patrimoniales o de propiedad privada del Estado, de los departamentos,
municipios, universidades y demás órganos de la Administración, en todo aquello que,
fuera de las salvedades de la legislación especial a que están sometidas según el art.
anterior, les concierne en el derecho común y dentro del cual, como cualquier persona
colectiva son capaces de propiedad particular, según el art. 54. Las demás personas
colectivas, como las individuales, conforme a la misma disposición aquí citada, pueden
adquirir y poseer bienes de toda clase, así como contraer obligaciones y ejercitar derechos y
acciones conforme a las reglas de su constitución, dentro de las previsiones consagradas por
este art.
Jurisprudencia
T I T U L O II
DE LA POSESIÓN
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
II. Una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación
de la cosa.
Casi todos los autores ponderan como una de las materias más difíciles en el estudio
del derecho, la de la posesión. Su propia etimología, ha sido muy discutida. A tenor de la
ley 1, t. II del Lib. 41 del Digesto y ciertos textos canónicos (cits. de Scaevola), algunos
tratadistas derivan la palabra posesión de positio sedium, para singularizar la insistencia,
que es el carácter esencial de ella y elemento asimilado en la definición de las Partidas (3ª,
t. 30, ley 1, cit. ibidem): possession tanto quier dezir como ponimiento de pies. Otros fijan
la etimología en possum et sedere, visto que la partícula po, como reflexivo, particulariza
en un objeto una acción o influencia determinada. También se indica pote sedere, para
destacar la posesión como hecho, en contraposición a la propiedad derecho. Finalmente se
señala que proviene de posse: poder o facultad, etimología que es la más adecuada.
Según Brums (cit. Scaevola), la posesión del derecho germánico, que evolucionó en
el medioevo en forma propia como la gewere, presenta desde sus antiguos antecedentes el
poder de hecho que se ejerce sobre una cosa y los derechos que de este poder se derivan.
El c.c. francés de 1804, trató la materia superficialmente al incluirla dentro del título
de la prescripción y como parte integrante de ésta, no obstante que Pothier ya había
sugerido que se la asigne título particular. Actualmente casi todos los códigos legislan la
posesión, ya como derecho real, ya como instituto propio de un título independiente,
declarando algunos, como el Código en este art., su naturaleza jurídica: poder de hecho
ejercido sobre una cosa.
Para Messineo, la antigua disputa, que no tiene razón ya de ser, dice (y que Ossorio
considera pueril), de si la posesión es un hecho o un derecho, se resuelve observando que la
misma nace como relación de hecho (aprehensión o uso), pero que luego de nacida se
convierte en relación de derecho, en cuanto inmediatamente produce efectos jurídicos, por
los cuales al poseedor, como tal, se le admite continuar poseyendo.
A tenor del art. en examen, consiste en detentar una cosa de manera exclusiva como
propietario o titular de cualquier otro derecho sobre ella. Supone dos elementos
constitutivos: 1) el corpus possessionis: actos materiales de detentación, goce, uso,
transformación de la cosa. No se trata de actos jurídicos (venta, arrendamiento) que recaen
sobre la propiedad. 2) ánimus possidendi o intención de actuar por su propia cuenta, para si,
o por cuenta ajena, es decir, para otro como en el caso de los representantes de los
incapaces, mandatarios, gestores, etc.
El art. 87 en examen, ha corregido el error de su modelo (art. 1140 del Cgo. It.) que
omite referirse al animus y sólo deja inferirlo por la interpretación: Messineo, y ha hecho
expresa referencia a la intención.
Pues, el elemento intencional es imprescindible. Sin voluntad no hay relación
posesoria: el prisionero no posee sus cadenas y en ausencia de toda voluntad de poseer, sólo
hay una yuxtaposición local (Ihering, cit. por Planiol).
Messineo anota al art. 1140 del Cgo. It. (87 del Código que ha de entenderse por
posesión de cosa (poder sobre la cosa) el ejercicio de hecho, correspondiente al derecho de
propiedad, y por posesión de un derecho (otro derecho real del art. 87, I. in fine) el ejercicio
de hecho correspondiente a uno de las derechos reales de goce sobre cosa ajena, como el
usufructo, el uso, habitación, servidumbre: iuris quasi possessio.
Jurisprudencia
III. La posesión actual no hace presumir la posesión anterior; pero si hay título
que fundamenta la posesión, se presume que se ha poseído en forma
continua desde la fecha del título, salva la prueba contraria.
Hay vicios que la hacen jurídicamente inútil para lograr sus principales efectos:
ejercicio de las acciones posesorias y usucapión o prescripción adquisitiva. Se requiere,
pues, que sea exenta de violencia (pacífica), de clandestinidad (pública), (art. 1462-III),
exenta de discontinuidad (continua) y que no sea equívoca, lo que generalmente se da en
los actos de conservación en las propiedades indivisas.
Los efectos jurídicos de la posesión difieren del derecho de poseer como resultado
de la propiedad que sólo pertenece al propietario y a los que detentan por él (usufructuario,
arrendatario, etc.). Ninguna otra persona tiene derecho a poseer su cosa. Contrariamente,
todo poseedor de hecho, cualquiera que sea, puede reclamar las consecuencias jurídicas de
la posesión (Planiol y Ripert).
Las presunciones establecidas por el art. son de las previstas en el art. 1328, III):
iuris tantum. La regla del párrafo II, se ajusta al aforismo probatis extremis, media
praesumuntur (probada la posesión de los extremos, se presume la del tiempo intermedio).
La demostración del hecho contrario que destruya las afirmaciones del poseedor, rompe la
continuidad de la posesión y la invalida para surtir efectos jurídicos.
Cabe, para cerrar esta anot., una referencia, siquiera somera, de lo que en la doctrina
(y en algunas legislaciones) se distingue como especies de la posesión, para distinguir sus
diversas clases y que, según anota Sánchez Román (cit. Scaevola) muchas de ellas parecen
hijas de la sutileza de los escritores:
La posesión es natural o civil (p.c. art. 607) según trate de la tenencia material de
una cosa o del disfrute de un derecho simplemente. La natural, también, se dice, consiste
en la tenencia de una cosa con la intención de guardarla; puede ser justa, si está autorizada
por la ley, como en el caso del acreedor prendario, e injusta cuando esta reprobada por la
ley: caso del ladrón o del poseedor de mala fe.
Cabe señalar, finalmente, la distinción que se da, según terminología antigua pero
siempre actual (Messineo), entre derecho de posesión (ius possessionis) o posesión
considerada en si mismo independientemente de su título justificativo, y el derecho a la
posesión (ius possidendi) o sea la potestad de tener la posesión, que de todos modos se
funda sobre un título. El derecho de poseer -acentúa el citado autor del Manual- es, como
poder autónomo, un posterius o algo adquirido: possideo, quia possideo (derecho de seguir
poseyendo, porque se ha poseído hasta ahora). En cambio, el derecho a la posesión, como
posible manifestación de la titularidad del derecho, es, respecto de la posesión, un prius o
algo originario (se puede ejercitar el derecho, esto es tener -pretender- la posesión por
virtud de ser titular del correspondiente derecho).
Jurisprudencia
2.- "Según el art. 1536 (88) del c.c., el poseedor actual que prueba haber
poseído antiguamente, se presume haber poseído en el tiempo intermedio,
mientras no se justifique otra cosa y, en la especie, las tres transmisiones de
las terrenos documentalmente probadas, hacen presumir la posición
continuada por más de 35 años en los inmuebles litigados" (G.J. Nº 782, p.
29).
ART. 91.- (Cosas fuera del comercio). La posesión de cosas fuera del comercio no
produce ningún efecto. Se salva lo dispuesto respecto a las acciones posesorias en el libro V
del Código presente.
Jurisprudencia
II. La buena fe se presume; y quien alega que hubo mala fe, debe probarla.
III. Para los efectos de la posesión sólo se tomará en cuenta la buena fe inicial.
Jurisprudencia
1.- "La buena fe se presume siempre y el que alega que hubo mala fe, debe
probarla" (G.J. Nº 247, p. 1428).
2.- "La buena fe se presume siempre y quien alega que hubo mala fe debe
probarla, según dispone el art. 1525 (93) del c.c." (G.J. Nº 1300, p. 67).
3.- "La posesión del inmueble no puede reputarse amparada por la buena fe, en
la especie, porque desde el principio, o sea desde la compra del mismo, la
compradora tenía conocimiento de que compartía el dominio sobre el bien
con la actora, por lo que en la orden de pagar la parte correspondiente de los
frutos se ha aplicado correctamente los arts. 294 y 295 (94) del c.c." (G.J. Nº
1621, p. 104).
CAPITULO II
SECCIÓN I
ART. 94.- (Frutos). El poseedor de buena fe hace suyos los frutos naturales
percibidos y los civiles producidos hasta el día de la notificación legal con la demanda y
sólo está obligado a restituir los adquiridos con posterioridad a la notificación.
Dice el Digesto (Lib. 22, tít. 1, ley 25, cit. Scaevola): porro bonae fidei possesor
percipiendis fructibus id juris habet, quod dominis praediorum tributum est (el poseedor de
buena fe tiene el mismo derecho que el dueño en cuanto a la percepción de los frutos).
Jurisprudencia
3.- "Al entrar los recurrentes en posesión de los terrenos por autoridad
de la justicia, en calidad de herederos procedieron de buena fe y por
tanto les corresponde hacer suyos los frutos" (G.J. Nº 479, p. 1019).
8.- "La simple tenencia de los bienes, sin ningún título traslativo de
dominio, es motivo que por si excluye la presunción legal de buena
fe y da lugar a la responsabilidad de los frutos" (G.J. Nº 646, p. 19).
9.- "El hecho de haber sido amparados judicialmente en su posesión,
excluye en los demandados la mala fe que habría dado lugar a
responsabilidad respecto de los frutos percibidos" (G.J. Nº 654, p.
26).
ART. 95.- (Reembolso de gastos). El poseedor obligado a restituir los frutos tiene
derecho a que se le reembolsen, en el límite de su valor, los gastos que haya realizado para
la producción y recolección, valor que se estimará a la fecha del reembolso.
ART. 96.- (Reparaciones). El poseedor, aunque sea de mala fe, tiene derecho a que
se le reembolse el importe de las reparaciones extraordinarias estimado a la fecha del
reembolso.
Omite el artículo una regla muy generalizada: las mejoras no debidas a la voluntad o
acción del poseedor -provenientes de la naturaleza o del tiempo- tales como el aluvión, el
crecimiento de las vegetales, el aumento de valor en las propiedades de zonas populosas o
de las nuevas urbanizaciones, etc., son inindemnizables.
El párrafo tercero del art. (mejoras extrínsecas según Messineo), es inútil como las
mejoras suntuarias. Los dos párrafos primeros eran suficientes.
Jurisprudencia
"El pago de las mejoras introducidas en el lote cuya posesión se cuestiona,
no ha sido expresamente reclamada por los demandados en la reconvención
que han deducido, por la que la Corte de alzada no tenía por que
pronunciarse respecto de ellas" (A.S. Nº 27 de 6 marzo 1980).
El art. obliga al resarcimiento en todo caso, sin excepción alguna, según deja
entender su texto. La generalidad de las legislaciones, regulan este aspecto con más
cuidado. Aceptando la distinción cardinal de la buena o la mala fe, resulta:
SECCIÓN II
MUEBLES
ART. 100.- (La posesión vale por título). La posesión de buena fe de los muebles
corporales vale por título de propiedad, salva la prueba contraria.
Jurisprudencia
1.- "Siendo bienes muebles e incorporales las acciones de Banco, sólo los
títulos de ellas, endosados e inscritos, constituyen el justo título y confieren
la propiedad y posesión" (G.J. Nº 742, p. 8).
2.- "Tratándose de bienes muebles la posesión vale por título según este art."
(G.J. Nº 762, p. 15). En = sentido (G.J. Nº 708, p. 11). En = sentido (G.J. Nº
725, p. 15).
4.- "La posesión vale por título de propiedad en materia de muebles" (G.J. Nº
820, p. 50).
5.- "La disposición de este art. no excluye la prueba contraria" (G.J. Nº 826, p.
17).
6.- "La disposición del art. 1559 (100) del c.c., que declara que la posesión en
materia de muebles vale por título, no excluye la prueba contradictoria
cuando no existe derecho adquirido por un tercero apoyado en la posesión"
(G.J. Nº 1214, p. 97).
7.- "En materia de muebles la posesión vale por título" (G.J. Nº 1297, p. 17).
9.- Véase el caso único del art. 103 y el Nº 1 del art. 149.
Jurisprudencia
Véase la del art. anterior.
ART. 102.- (Excepción).
I. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la persona que ha perdido o
a quien se le ha robado una cosa mueble puede reivindicarla de un tercer
poseedor en el plazo de un año computable desde la pérdida o el robo.
Jurisprudencia
1.- "La compra de las joyas hecha a un reo prófugo por el comerciante
(demandado) no le da derecho a éste para exigir de la propietaria la
restitución del preció que pagó, porque no las compro en feria o remate
público, ni de mercader que vende cosas semejantes, siendo inaplicable al
caso la disposición del art. 1561 (102, II) del c.c." (G.J. Nº 628, p. 3).
Jurisprudencia
"La posesión de un objeto mueble vale por título, según el art. 1559 (100)
del c.c. y según el art. 732 (103) del mismo código, la persona que ha sido
puesta en posesión real de una cosa (mueble) es preferida y se hace
propietaria, aunque el título sea posterior en fecha, pero siempre que la
posesión sea de buena fe" (G.J. Nº 1192, p. 102).
ART. 104.- (Muebles sujetos a registros; títulos al portador y objetos del patrimonio
cultural de la Nación).
II. Los títulos al portador y los objetos del patrimonio histórico, artístico y
arqueológico de la Nación se rigen por las disposiciones que les conciernen.
La materia de los arts. que componen esta Sección, es una sola: la significación y
consecuencias de la posesión en materia de muebles. Puede decirse que hay tal unidad en
ella, que hace pertinente su comentario aplicando, en este caso, la correspondiente unidad
en la exposición, sin separarla para cada art. que sólo malograría la explicación.
La fórmula del art. 100, que es reproducción del art. 1559 del Cgo. abrg. tiene su
origen en la jurisprudencia del Chatelet de París (antiguo tribunal criminal de la capital
francesa: Alcalá-Zamora y Castillo), que para sortear los inconvenientes de la
reivindicación mobiliaria en el desarrollo del comercio, después de una evolución de la
primera regla que sentó: la posesión es una presunción de título, proclamó el categórico
adagio que paso al art. 2279 del Cgo. francés: en fait de meubles la possessión vaut titre
(Mazeaud). Por eso, se consigna la regla del Cgo. francés como la verdadera fuente del art.
100.
El art. 101 como su modelo italiano (art. 1153) contiene el principio: la posesión
mobiliaria del tercero de buena fe equivale a título (Messineo). Resulta así que se ha
duplicado la misma regla, sin duda alguna, innecesariamente. Esta reiteración de preceptos
es simple consecuencia de la modelación del Código con una fuente múltiple.
Pero, a pesar de la duplicación del principio (en el art. 100, formulado según el
tenor del art. 1559, segunda parte, y en el art. 101, formulado según el art. 1153 del c.c.
italiano), puede admitirse cierta diferencia entre ambas disposiciones, en cuanto a sus
alcances y efectos. Si según el art. 93, I), se reputa poseedor de buena fe al que ignora que
en su título o modo de adquirir existe un vicio que le invalida, quiere decir que, como se
infiere claramente del art. 101, I) en la posesión de las cosas muebles no se prescinde de
título, sino en cuanto por este se entiende el instrumento público en el que conste el carácter
de la transmisión, más no en el sentido de que baste el mero hecho de la tenencia sin
necesidad de ningún otro requisito, conforme observa, con buen criterio, Scaevola, al
comentar las disposiciones equivalentes del c.c. español (arts. 433 y 464). Esta
consecuencia no parece derivar del principio del art. 100 de cuya formulación puede
deducirse que basta el mero hecho de la tenencia sin necesidad de ningún otro requisito que
no sea la buena fe, o que, el título, en su más amplio concepto, estaría implícitamente
envuelto en la buena fe.
a) La posesión debe recaer sobre cosa mueble que no haya sido perdida ni
robada.
La regla del art. 103, como la de los arts. 100 y 101, está inspirada en la
conveniencia de favorecer la circulación de la riqueza (Messineo). Estos resuelven el
posible conflicto entre el propietario y el tercero adquirente poseedor de buena fe. El art.
103 resuelve el conflicto entre dos o más adquirentes del mismo causante (propietario). En
el caso de los arts. 100 y 101 se contempla los efectos de una adquisición a título originario,
en el del art. 103 los de una adquisición a título derivativo.
La no aplicación de las reglas examinadas a los mueble sujetos a registro (art. 104),
se funda en que el adquirente puede y debe consultar los correspondientes registros
públicos para guardarse de adquisiciones a non domino, del mismo modo como es posible
hacerlo en cuanto a los bienes inmuebles. Esa es la función y finalidad de los registros.
Jurisprudencia
TITULO III
DE LA PROPIEDAD
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
El Título que indica este art. se ocupa del derecho de propiedad en su domicilio
legal: el Código civil, según la feliz y exacta figura de Scaevola, la que ha de entenderse en
su verdadero significado recordando que las cuestiones referentes a este derecho, se han
discutido y se discuten -y con frecuencia- en los terrenos más diversos. Por tal razón, esta
anot. sobre el tema en examen, tiene que limitarse a las nociones y observaciones generales
o a la explicación de las normas singulares que constituyen la materia de sus regulaciones.
La índole especialmente práctica de las anotaciones, impide adentrarse en investigaciones y
comentarios históricos-filosóficos detenidos, o en la reseña crítica de las escuelas que se
han ocupado del concepto de la propiedad y de su organización actual.
Planiol y Ripert, reducen la cuestión dentro del ámbito del Derecho civil, a saber
únicamente si es una institución que merece actualmente ser conservada y piensan que la
propiedad individual justifica ampliamente su existencia, por los servicios que ha prestado
a la humanidad, y concluyen con Cauwés que la propiedad individual y libre es para las
sociedades civilizadas una necesidad económica. Mazeaud la considera la condición
esencial de la independencia y de la libertad del hombre: el que nada propio tiene, depende
por entero de los demás, del Estado si éste es el dueño de todos los bienes o de aquellos que
los poseen.
Digna de meditarse es, sin duda, la admonitoria conclusión del insigne autor: la
sociedad actual está enfrentada a la tarea de adaptar la vieja institución de la propiedad
privada a la acción de las nuevas fuerzas del industrialismo si no quiere verla, en caso de
fracasa, barrida por la revolución o hinchada monstruosamente hasta convertirse en un
peligro mortal para la salud social de la civilización. Esta adaptación -termina- exige
compensar pacíficamente la mala distribución de la propiedad privada, que el impacto del
industrialismo determina automáticamente, mediante una redistribución consciente,
racional y equitativa, por la intervención del Estado.
Las voces propiedad y dominio, se ven en la actualidad indistintamente empleadas.
Ambos conceptos son ahora equivalentes gramatical y jurídicamente y muchas
legislaciones las emplean como sinónimas (Argentina, Uruguay, Guatemala, etc. También
el Anteproyecto de Ossorio, art. 423).
Sus limitaciones son numerosas, tanto que el de propiedad es el más grande y más
complejo de todos los derechos reales. La mayor parte de estas limitaciones están
abandonadas a la administración nacional o municipal, que frecuentemente reglamentan,
hasta con arbitrariedad, el uso que los particulares hacen de sus propiedades o del ejercicio
de los derechos que de ella derivan (Planiol y Ripert).
El segundo prf. del artículo se refiere al jus vindicandi, que es la facultad más
fundamental entre todas las que conforman el derecho total de propiedad (Scaevola), que
supone la de exclusión, la de goce privativo respecto de cualquier otro persona, que intente
indebidamente participar de las derechos del propietario.
Jurisprudencia
1.- "El secuestro judicial, como una restricción del derecho de propiedad impide
al propietario el ejercicio pleno de las facultades que le confiere este
artículo" (G.J. Nº 402, p. 318).
2.- "A tenor de la ejecución librada en 1647 por mandato del Virrey del Perú, el
cacique de Machaca no obtuvo por la composición el derecho de disponer
libremente de las tierras que fueron objeto de ésta, en razón de habérsele
prohibido venderlas, trocarlas, traspasarlas y donarlas, actos en los que
consiste principalmente el derecho de dominio" (G.J. Nº 543, p. 2).
3.- "Los derechos que acuerda el art. 289 del c.c. no son absolutos, y pueden
modificarse por la ley y por los contratos que se celebren con referencia a la
propiedad" (G.J. Nº 583, p. 2).
4.- "El derecho de propiedad se acredita con títulos auténticos que (tratándose
de inmuebles) estén registrados en la Oficina de los derechos reales" (G.J.
Nº 1225, p. 70).
5.- "La preceptuación imperativa contenida en el art. 289 (105) del c.c.,
reconoce al derecho de propiedad la facultad de gozar y disponer de las
cosas de modo que no se haga un uso prohibido por las leyes" (G.J. Nº 1314,
p. 8).
6.- "Por lo dispuesto en el art. 291 (105) del c.c., la propiedad de una cosa
mueble o inmueble, da al propietario derecho sobre todo lo que produce y
sobre todo lo accesorio a ella" (G.J. Nº 1315, p. 54).
7.- "El derecho de propiedad implica la facultad de disponer de él, que el art.
289 (105) del c.c. atribuye al propietario" (G.J. Nº 1362, p. 65).
8.- "El mejor derecho de propiedad sobre un inmueble, se prueba con título
auténtico de dominio, que debe estar inscrito en el registro de derechos
reales, para ostentar la publicidad del caso y con ella surtir efectos frente a
terceros, conforme estatuyen los arts. 1º y 14 de la L. de 15 de Nov. de
1887" (G.J. Nº 1612, p. 82).
9.- Véase los casos Nos. 6 del art. 127 y 9 del art. 1538.
Para los seguidores de la tesis social "el hombre esta vinculado al cuerpo social,
debe hacer todo lo que exige el interés social" (Danton, cit. por Ossorio), y en la
emergencia de un antagonismo entre la propiedad individual y el interés social, es éste el
que debe prevalecer.
Entre los autores modernos, León Duguit (cit. de Ossorio) ha sido infatigable
sostenedor del principio: todo individuo -afirma- tiene en la sociedad la obligación de
cumplir una función determinada en razón del lugar que en ella ocupa.
La función social supone que la propiedad cumpla también una finalidad social.
Pero una cosa es ejercer también una función social y otra es que la propiedad sea
exclusivamente una función y que el propietario, al actuar, no pueda conseguir ningún
interés propio (Messineo). Como instituto de derecho privado esta limitada por la función
social en interés público solamente, ya que si fuera exclusivamente una función, devendría
instituto de derecho público y sería exclusivamente, también, un conjunto de deberes
solamente.
Jurisprudencia
2.- Véase el caso Único del art. 212, y el Nro. 17 del art. 108.
ART. 107.- (Abuso del derecho). El propietario no puede realizar actos con el único
propósito de perjudicar o de ocasionar molestias a otros, y, en general, no le está permitido
ejercer su derecho en forma contraria al fin económico o social en vista al cual se le ha
conferido el derecho.
El título del art. 833 del Cgo. italiano, de donde se ha tomado este art., habla de
actos de rivalidad (emulazione = emulación, rivalidad), que el propietario no puede realizar
sin otro objeto que dañar o causar molestias a otro.
El abuso de derecho, desde luego no ha de confundirse con los actos ilícitos, que
están especificados por el Código y tiene su tratamiento y sanción propios: actos simulados,
fraudulentos, culposos, etc.
Caso Lingard: "... no pudo disponer de su taller de sombrerería en forma tal que molestara
a sus vecinos con evaporaciones desagradables e insalubres; que a todos se permite
disponer de su propiedad como mejor le plazca, pero sin perjudicar a tercera
persona" (Corte de Metz, 10 Nov. 1808).
Caso Mercy: "Las personas sólo pueden usar de sus propiedades respetando la de su
vecino; que siendo que sus respectivos derechos iguales, el de cada uno de ellos
necesariamente debe conciliarse con el de los demás" (Corte de Metz, 16 Ago.
1820).
Caso Doerr: "La moral y la equidad se oponen totalmente a que la justicia sancione una
acción inspirada por la mala voluntad; realizada bajo el imperio de una mala pasión,
que no esta justificada por ninguna utilidad personal y que causa un grave perjuicio
a tercero" (Corte de Colmar, 2 Mayo 1855).
Caso Savart: "(Es el) único objeto perjudicar al vecino e impedirle que goce de su
propiedad, disminuyendo la luz de que goza; que semejante acto, sanamente
apreciado con la ayuda de la regla: malitiis non est indulgendum, constituye uno de
las casos de cuasi-delito" (Trib. de Sedan, 17 Dic. 1901).
Caso Bayard: " El dispositivo no presenta para la explotación del terreno de... ninguna
utilidad y (fue) edificado únicamente con el fin de dañar... (por lo que se) pudo
apreciar por parte de... existía abuso de su derecho" (Corte de Casación de Francia,
3 Ago. 1915).
Caso Briquet: "El electricista Briquet que comercia con aparatos de radiofonía se vio
imposibilitado en el curso de 1929 de recibir de manera regular las audiciones
radiofónicas y de hacer que funcionen los aparatos que tenía su tienda... (debido a)...
perturbaciones provenientes del funcionamiento de aparatos de radiotermia
instalados en una casa vecina perteneciente al Dr. Secret... daño que debe ser
reparado" (Corte de Amiéns, 21 Dic. 1932).
Jurisprudencia
1.- "El ejercicio de un derecho -siempre que no incurra en abuso del derecho-
no comporta ninguna responsabilidad para su titular y, en la especie, los
demandados que poseen el inmueble cuestionado a mérito de los acuerdos
transaccionales referidos ejercitan un derecho que no puede ser fuente de
responsabilidad" (A.S. Nº 192 de 7 de Agosto 1979).
2.- Véase los casos Nos. 17 del art. 108 y el único del art. 481.
Definido el derecho de propiedad por el art. 105 como el goce, disfrute y facultad
dispositiva dentro de los límites que la ley establece, las disposiciones que le siguen señalan
las limitaciones de la función social, la condenación de las perturbaciones de vecindad y, en
ésta, se refiere a una de las limitaciones que, al mismo tiempo, constituye en realidad una
excepción a ese derecho de gozar y disponer.
Alcanza no sólo a las cosas, sino también a los derechos intelectuales o sobre bienes
materiales, como por ej: el derecho de autor (L. 13 Nov. 1909, art. 18) o la propiedad
industrial (L. 12 Dic. 1916, art. 60). Para todos los casos el principio y fundamento jurídico
es el mismo. Inclusive para las expropiaciones regladas por el c. min. (arts. 281 y 313 a
320, además de los citados en la concordancia), una vez que la industria minera está
investida (mas que revestida) del carácter de utilidad pública, por definición (c. min. art. 7).
b) La que la estima derivación del dominio eminente del Estado, que es la más
difundida y aceptada, aunque errónea a juicio de Bielsa que, con buen
criterio, observa que con ella se comprendería a los bienes inmuebles si se
admite el principio del dominium eminens según la concepción de cuño
feudal, o se consagraría una facultad discrecional incompatible con las
limitaciones que siempre se ha reconocido a su ejercicio, como son la
declaración y la justificación de la necesidad pública, si se admite el
principio evolucionado como manifestación del jus politiae, en el que el
Estado obra en rigor simplemente como poder público.
Ihering (El fin del Derecho, cit. de Bielsa) define la expropiación como la solución
que concilia los intereses de la sociedad con los del propietario.
El autor de estas anotaciones en el informe técnico u opinión legal -base del decreto
respectivo - que emitió sobre el aspecto jurídico de la procedencia de la nacionalización de
las minas, como miembro de la comisión respectiva (1952), desarrolló con el apoyo de
modernas corrientes de la doctrina que informa la materia, la tesis siguiente:
El código italiano (modelo del presente art. 838), implanta, además de la clásica, la
expropiación por razón de prevaleciente interés público, cuando el propietario abandona la
conservación y aprovechamiento de un bien, en forma que afecta nociva y gravemente el
interés de la producción nacional. Se trata de un comportamiento de ausentismo del
propietario (abandono, no sólo negligencia), en perjuicio de las exigencias de la producción
(Messineo).
La expropiación en materia minera está reglada por los arts. 136 y s. del Cgo. del
ramo, en materia petrolera por los arts. 68 y s. de la Ley de Hidrocarburo, y en materia de
aropuertos por el art. 40 del Cgo. Aeronáutico.
Jurisprudencia
3.- "Ninguna expropiación puede llevarse adelante sin las previas formalidades
establecidas por la Ley de 30 de Dic. de 1884" (G.J. Nº 691, p. 3).
5.- "si bien la Ley de 30 de Dic. 1884, permite usar vía contencioso-
administrativa para impugnar los actos prefecturales contrarios a las
reglamentaciones de ella, ello no impide que se siga el trámite de
expropiación, mientras la nulidad de los actos impugnados no sea declarada
por la Corte Suprema" (G.J. Nº 1206, p. 5).
7.- "Adquirida una cosa mediante la venta forzosa (que supone la expropiación),
el adquirente no puede darle otro destino que aquél que fundamento la
utilidad pública" (G.J. Nº 1224, p. 41).
8.- "La enajenación de terrenos por razón de utilidad pública, es una venta
forzosa en la que no puede darse al inmueble adquirido otro destino y ejercer
otros derechos sobre él que el establecido en las leyes que preconizaron la
razón de su utilidad pública" (G.J. Nº 1224, p. 45).
9.- "Es requisito una ley del Congreso para una expropiación, sólo cuando la
realización de la obra que la motiva exija establecer contribuciones que
graven una o más circunscripciones, siendo en los demás casos materia de
decreto del Poder Ejecutivo" (G.J. Nº 1227, p. 11).
16.- "La declaración de que una obra es de utilidad pública y el permiso para
emprenderla, serán objeto de una ley o de las respectivas ordenanzas
municipales, cuando para ejecutarla haya que imponer una contribución que
grave a una o más circunscripciones, siendo para los demás casos suficiente
un decreto del Poder Ejecutivo, a tenor de la L. de 30 Dic. 1884" (G.J. Nº
1358, p. 1).
17.- "A tenor del art. 7, inc. i) de la Const., la propiedad privada debe cumplir
una función social, previsión que en el caso de autos no puede cumplirse por
tratarse de un lote enclavado (sin salida a la vía pública) cuya función social
resulta impracticable" (G.J. Nº 1607, p. 40).
19.- "El justo precio como valor real del inmueble expropiado debe determinarse
mediante tasación pericial según los arts. 16 a 21 del D.S. de 4 de abril de
1879, ley por virtud de la de 30 Dic. de 1884, ya que la tasación catastral no
refleja la valoración real porque sólo consulta el criterio unilateral de los
funcionarios estatales respectivos, que impide considerar como justa tal
apropiación" (Lab. Jud. 1979, p. 59).
20.- Véase los casos Nos. 1 del art. 106 y 3 del art. 262.
Los bienes adquieren carácter de inalienables a veces por virtud de la Ley, a veces
por la voluntad de los particulares, en ciertas situaciones excepcionales y aparte del defecto
de la incapacidad personal del propietario.
La Ley de Ref. Agr. (art. 58) declara inalienables las propiedades de las
comunidades indígenas.
Véase además las anots. a los arts. 74, punto II, y 85.
Si bien la propiedad industrial (marcas, inventos y afines reglamentada por las leyes
de 2 Dic. de 1916 y 15 de enero de 1918) es materia más propia de la legislación mercantil,
la propiedad intelectual debió considerarse en el Código Civil. Pudo haberse incluido,
actualizada, en capítulo especial, la Ley de 13 de Noviembre de 1909, que reglamenta la
propiedad de las obras científicas, artísticas y literarias, que se ejerce por los autores,
traductores, editores, autores de mapas, planos y diseños, por los compositores, pintores,
escultores, y por los herederos de éstos durante el término de 30 años, desde la muerte del
causante.
Jurisprudencia
1.- "Acreditado que los terrenos han sido adquiridos a título sucesorio,
corroborado además por su posesión pacífica desde tiempo inmemorial, la
adjudicación administrativa que alega el demandado no puede destruir el
derecho de los demandantes" (G.J. Nº 614, p. 9).
2.- "Reconocido que X poseyó los terrenos con todas las condiciones requeridas
por ley, al declarársele propietario de ellos, se ha hecho justa aplicación del
art. 438 (110) del c.c." (G.J. Nº 519, p. 19).
3.- "Según el art. 437 (110) del c.c. la sucesión es uno de los medios de adquirir
la propiedad, más ha de acreditarse no sólo la posesión sino la calidad de
heredero testamentario o abintestato" (G.J. Nº 624, p. 4).
5.- "Por lo dispuesto por los arts. 437 (110) y 668 (668) del c.c. uno de los
medios de transmitir y adquirir la propiedad de los bienes es la donación,
que aceptada transfiere al donatario el dominio de la cosa donada, aunque no
haya habido tradición de ella" (G.J. Nº 648, p. 16).
6.- "La sucesión es una de las formas de adquirir la propiedad de las cosas en
concepto del art. 437 (110) del c.c." (G.J. Nº 1359, p. 25).
7.- Véase los casos Nos. 5 del art. 134 y 6 del art. 1453.
CAPITULO II
DE LA PROPIEDAD INMUEBLE
SECCIÓN I
DISPOSICIONES GENERALES
Fte: 840 -
Precd: c.c. abrg. 297 -
Conc: c. com. 11, 3) - c. min. 2 -
c.c. 127 - 146 - 153 - 201 - 203 - 209 -
Las sustancias y objetos que se nombran en el párrafo II, son del patrimonio del
Estado y todos ellos están sometidos a regímenes especiales señalados al tratar del art. 85,
las relaciones del propietario del suelo con los titulares del derecho de explotación de esas
sustancias (así fuese el propio Estado), se regulan en esos regímenes especiales.
Jurisprudencia
"Según los arts. 296 y 297, III del c.c. la propiedad de un terreno trae consigo la
propiedad exterior e interior del mismo" (G.J. Nº 1476, p. 61).
Jurisprudencia
1.- "Es de competencia del Juez Instructor aprobar el deslinde concluido, sin
perjuicio de reservar para la vía respectiva la oposición que se hubiese
formado al restablecimiento de uno o más mojones" (G.J. Nº 422, p. 536).
2.- "La solicitud de deslinde no puede interrumpirse por la oposición de los que
no son expresamente demandados, quienes no tienen acción para hacer
contencioso un deslinde que ni aún los demandados podían interrumpir"
(G.J. Nº 510, p. 5).
3.- "Cuando la oposición se deduce contra todos los límites, debe remitirse el
asunto al conocimiento del Juez de Partido" (G.J. Nº 555, p. 24).
4.- "La oposición que se forma sobre algún límite particular no embaraza el
deslinde voluntario; pero en caso de formularse contra todos los linderos,
cesa la jurisdicción voluntaria". (G.J. Nº 578, p. 7).
5.- "Previniendo los arts. 361, 400 y 590 (682 s. del vigente) del p.c. que la
demanda de deslinde se promueva con los documentos necesarios, libra al
juicio del actor la presentación de los que estimare más adecuados a la
defensa de sus derechos, puesto que (la ley) no los señala
determinadamente" (G.J. Nº 711, p. 4).
SECCIÓN II
VECINDAD
SUBSECCION I
ART. 116.- (Edificios que amenazan ruina y árboles que constituyen peligro).
Estas medidas lo mismo deben ejecutarse cuando la obra u obras (no solamente
edificios, pueden ser paredes, columnas o cualesquiera otras construcciones), amenazan
ruina, comprometen la seguridad de la propiedad vecina, o cuando constituyen un temor
fundado contra la vida o seguridad de las personas, que transitan por los lugares en que la
obra ruinosa se halla emplazada.
El art. 560 del p.c. abrg., en su segunda parte, contemplaba el caso. Si se advierte un
riesgo verosímil corresponde prevenirlo, sin esperar que le daño se produzca. Tiende a ello
la disposición aquí anotada. Si el daño se produce, surge la responsabilidad civil establecida
en el art. 997.
SUBSECCION II
SUBSECCION III
EXCAVACIONES Y PLANTACIONES
La regla tiende como en el caso de art. anterior, a preservar los fundos vecinos de
todo daño a su solidez, salubridad y seguridad.
Los reglamentos respectivos, son los que norman las actividades que implican las
construcciones o instalaciones mencionados en el art. y que, según los casos, corresponde
establecerlos al órgano administrativo o al municipio respectivos. Tienen, por eso, relación
con la materia las disposiciones de los arts. 17, incs. 17 y 31, y 26, inc. 18 de la L. orgánica
de municipalidades de 2 de Dic. de 1942.
Se aplican las disposiciones relativas a la obra nueva perjudicial como en el caso del
art. anterior. Si se produce daño se aplica el art. 998, sobre daños ocasionados por una
actividad peligrosa, dentro del régimen de la responsabilidad civil.
Jurisprudencia
"Un horno construido contra la pared de la casa vecina y cuyo uso según
estipulación escriturada se permitió por cinco años, da lugar a una acción real de
servidumbre" (G.J. Nº 778, p. 60).
El vecino puede pedir que se arranquen los árboles que nazcan o estén
plantados a distancias menores que las indicadas.
II. Los setos vivos pueden ser plantados en el límite entre dos fundos.
El Código abrg. señala una distancia de dos varas para los árboles de tallo alto y una
vara para formar setos vivos.
El art. ha omitido especificar en las reglas que contiene, cómo se miden las
distancias mínimas que establece, cual lo hace el c.c. abrg. o la hace el vigente, por ej.,
como corresponde respecto de las distancias para las vistas directas y oblícuas (arts. 124 y
125). La disposición fuente, en su parágrafo 6º, dice:
"La distancia se mide desde la línea del lindero a la base del tronco del árbol en el
momento de la plantación, o desde dicha línea al lugar donde se hizo la siembra".
Jurisprudencia
"Corresponde al Juez hacer la calificación de los árboles sobre los que recaiga el
juicio y en esa virtud el Juez demandado (se trata de un juicio de responsabilidad)
ha calificado como árboles de tallo alto a los durazneros porque por su altura y la
extensión de sus ramas y raíces no pueden ser considerados arbustos apropiados
para formar setos vivos" (G.J. Nº 735, p. 40).
II. Los frutos de un árbol que caen en el fundo vecino pertenecen al propietario
de éste último.
SUBSECCION IV
2) La abertura o ventana debe tener una raja de hierro cuyos huecos no sean
mayores de un decímetro cuadrado y un bastidor fijo con vidriera cerrada.
II. Quien adquiere la copropiedad del muro puede cerrar las luces si es que en
él apoya su edificio.
II. Tampoco pueden tenerse vistas oblicuas sobre el fundo vecino sino a sesenta
centímetros de distancia.
Se considera en esta artículo, así como en los artículo 119 y 120, constituyen una
servidumbre negativa de distancia, consistente en la prohibición de un uso especifico de la
cosa (no construir a cierta distancia) en provecho del fundo contiguo (Scaevola). El
precepto reglamenta el derecho a tener vista, con restricciones análogas, por su
significación, a las que determina el art. 122 al regular el derecho de luces. Es el segundo
tipo de abertura hacia el fundo vecino (v. la anot. al art. 122), que se llama vista o
perspectiva, porque además de permitir, desde luego, recibir luz o aire, permite también
ver, esto es, asomarse y mirar sobre el fundo vecino, sin la ayuda de medios artificiales
como escaleras o similares.
Vistas directas o rectas son las que están emplazadas en una pared paralela a la
línea divisoria, que divide los predios y desde las cuales se mira de frente al fundo vecino,
sin necesidad de volver la cabeza. Las oblicuas son aquéllas en las que el muro en que están
emplazadas, forma ángulo con la línea divisoria desde la cual no puede mirarse de frente,
razón de las diversas distancias consignadas en el primero y segundo párrafo del artículo.
La manera de medir las distancias las determina con suficiente claridad el siguiente
artículo 125. Resta decir, aunque es obvio, que otras legislaciones (v. gr. la italiana, art. 905
in fine), declaran inaplicable la disposición a las edificios separados por una vía pública.
Jurisprudencia
1.- "Que encontrándose las ventanas cuestionadas a mayor distancia de seis pies
del fundo demandado al negar su subsistencia y ordenar su clausura se ha
violado el art. 412 (124)" (G.J. Nº 780, p. 45).
ART. 125.- (Medición de las distancias). Las distancias a que se refiere el artículo
anterior se miden en las vistas directas desde la línea exterior de la pared donde se
encuentran o de los voladizos en su caso; y en las oblicuas, desde la línea de separación
entre los dos fundos hasta el lado más próximo de la ventana o abertura.
SUBSECCION V
ART. 126.- (Caídas de aguas pluviales). El propietario debe construir sus techos de
manera que las aguas pluviales caigan sobre su fundo o sobre la vía pública. No puede
hacerlas caer sobre el fundo del vecino.
El precepto tiende a evitar toda causa que pudiese dar lugar a responsabilidad civil,
si un propietario, por acción u omisión, e interviniendo culpa o negligencia, ejecutase un
daño en la propiedad de otro (art. 984), como resultaría, indudablemente, del hecho de
dirigir las aguas pluviales de un predio sobre otro, daño que en ocasiones podría alcanzar
importante entidad. Además, importaría una invasión en el dominio ajeno, que el Derecho
vigila y garantiza contra toda posible perturbación que ofenda la pacífica coexistencia
social (Scaevola).
Por tales razones, la construcción de los techos de los edificios, debe hacerse de
modo que las aguas de lluvia caigan sobre el terreno que pertenece al propietario del fundo
y la prohibición no permite que se las haga caer sobre el fundo vecino. El empleo de
canaletas o tubos pluviales, por medio de los cuales se vierte el agua sobre el terreno del
propietario del edificio, o a las alcantarillas según las especificaciones de los reglamentos
municipales, es un medio admitido que no contradice el precepto del art.
La regla no esta estrictamente limitada a las aguas de lluvia: se la aplica a todas las
aguas que de cualquier manera caigan desde el techo de un edificio, v. gr. los sobrantes que
se escurren o derraman por defecto mecánico de los depósitos colocados en él.
Jurisprudencia
1.- "El art. 415 (126) del c.c. prescribe que el propietario debe construir sus
techos de manera que las aguas se escurran sobre su fundo o sobre la vía
pública y, en el caso, la orden de destruir la canaleta recolectora que las hace
escurrir a patio propio, conculca la citada ley" (G.J. Nº 870, p. 45).
2.- "Que las aguas pluviales discurran del techo de una casa para ser recibidas
en el fundo vecino, mediante una canaleta existente entre las dos
propiedades colindantes, no supone violación del art. 415 (126) del c.c."
(G.J. Nº 1036, p. 32).
3.- "Que la canaleta que cae sobre el techo del actor es defectuosa por los
rebalses que ocasiona y porque al descansar sobre el predicho techo
determina una limitación del ejercicio de dominio propietario para el caso de
futuras construcciones (debiendo) prolongársela directa y horizontalmente
hasta la casa del demandado" (G.J. Nº 1219, p. 51).
SECCIÓN III
SUBSECCION I
DE LA ACCESIÓN
ART. 127.- (Obras hechas sobre o bajo el suelo). Todas las construcciones,
plantaciones u obras hechas sobre o bajo suelo pertenecen al propietario de éste, salvas las
modificaciones que establecen los artículos siguientes o a menos que resulte otra cosa del
título o de una disposición de la ley.
No constituye, se dice, fundamento suficiente para ser objeto de vínculo jurídico por
si solo, como ocurre v. gr. con otros modos de adquirir: ocupación, sucesión o convención.
Habida cuenta el principio sin lo principal no puede existir lo accesario, sería apenas
consecuencia de la propiedad: el que adquiere por accesión es antes propietario de toda la
cosa y, por virtud de ella misma, de todo lo que se le agregue o incorpore: Accesio est jus
adquirendi, quod reinostrae adjungitur incrementum (Justiniano, citado por Scaevola).
Explicando la disposición fuente (c.c. it. art. 934), Messineo dice que en su
significado estricto, accesión ha de entenderse como el derecho sobre lo que, perteneciendo
o no a un determinado propietario, se incorpora o une, sea por causa natural, sea por un acto
humano, a una cosa inmueble o suelo de esa propietario, y si pertenece a otro, pasa por
virtud de la incorporación a la propiedad de éste sin poder ser reivindicada.
Este artículo es aplicación del principio de que lo accesorio sigue a lo principal, que
el Cgo. abrg. lo proclama expresamente en el art. 296. El precepto constituye una verdadera
presunción juris tantum, esto es, susceptible de ser contradicha mediante prueba contraria.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 297 (127), las construcciones hechas en el terreno de los
menores... les pertenece igualmente, por ser accesorios de lo principal" (G.J.
Nº 725, p. 9).
2.- "Todo lo que se une o incorpora a una cosa, pertenece al propietario de ella,
conforme a este artículo, sin que en ningún caso el tercero que pruebe haber
hecho mejoras o construcciones en casa ajena, adquiera por este motivo
derecho de propiedad sobre ninguna parte de ella" (G.J. Nº 741, p. 13).
3.- "La presunción establecida por el art. 297 (127) del c.c., de que las
construcciones, plantaciones y labranzas hechas en un terreno se reputan
verificadas por el propietario, no siendo jure et de jure admite la prueba
contraria" (G.J. Nº 757, p. 10).
4.- "Según el art. 296 (sin equivalente) del c.c. todo lo que se une e incorpora a
una cosa, pertenece al propietario de ella. Si se halla poseído en mancomún,
cualquiera incorporación, aunque fuese por causa del trabajo ejecutado por
uno de las condóminos forma parte de todo el inmueble" (G.J. Nº 1092, p.
7).
7.- "Según los arts. 296 y 297 (127) del c.c. la propiedad de un terreno trae
consigo... la de todo lo que se le une o incorpora" (G.J. Nº 1476, p. 61).
8.- "Por derecho de accesión todo lo que se une o incorpora a una cosa
pertenece al propietario de ella, conforme determina el art. 296 del c.c. y
tratándose de inmuebles, como el caso sub-lite, la cosa principal es el terreno
de acuerdo al art. 297 (127) del mismo c.c." (G.J. Nº 1489, p. 108).
II. El retiro de los materiales no se admite pasados seis meses de que el propietario
conoció su empleo.
Las reglas que constituyen la materia de los artículos 127 al 130 inclusive,
comprenden varias modalidades bien diferenciadas. Las edificaciones, plantaciones u obras
se llevan a cabo: a) en suelo propio con materiales ajenos (caso de este art.); b) en suelo
ajeno con materiales propios (art. 129); c) en suelo ajeno con materiales ajenos, art. 130), y
d) en suelo propio con materiales propios (art. 127 ya anotado) cuya simplicidad excusa
mayores comentarios.
Sin embargo, la regla de este artículo se aplica raramente, porque quien emplea
materiales ajenos, casi siempre esta protegido por el principio: en materia de muebles la
posesión vale por título (art. 100), porque esos materiales en el momento en que se los
utiliza son, en efecto, muebles y el poseedor de ellos tiene, además, la presunción de buena
fe en su favor (Planiol y Ripert). Para demostrar que el propietario actuó de mala fe, el
dueño de los materiales tiene que probar que aquél, en el momento de utilizarlos, sabía que
no le pertenecían.
ART. 129.- (Obras hechas por un tercero con materiales propios).
I. Cuando las construcciones, plantaciones u obras han sido hechas por un
tercero y con sus propios materiales, el propietario del fundo tiene derecho a
retenerlas u obligar al tercero a que las retire.
III. Si el propietario quiere que se las retire, se hará a costa del tercero quien
puede, además, ser condenado al resarcimiento de los daños. Sin embargo, el
propietario no puede obligar al tercero a que retire las construcciones,
plantaciones u obras hechas con su conocimiento y sin su oposición o
cuando el tercero las ha hecho de buena fe.
IV. En cualquier caso el retiro ya no puede pedirse pasados seis meses de que el
propietario tuvo conocimiento de las obras.
Aunque el art. no lo dice, debe entenderse que el pago se hace con los valores del
día de la restitución. Correspondiendo la elección al propietario del terreno, pagará siempre
el importe menor porque, también siempre, se da una diferencia entre el aumento de valor
obtenido y el costo. Si el aumento del valor es inferior al costo, el propietario paga el valor
de lo que recibe, aunque pierda el constructor que pagó más por el costo. Si el aumento del
valor es superior al costo, el propietario gana pero sin enriquecerse a costa del constructor
que recibe lo que gastó. En ambos casos, se dice, la opción concedida al propietario del
terreno se funda en el principio (art. 961) de que nadie puede enriquecerse a costa ajena
(Planiol y Ripert).
Los gastos de puro lujo o mero recreo no pueden ser abonables al dueño de los
materiales, porque siendo más resultado del capricho y nada esenciales a la producción y
utilidad del bien, debe aplicarse lo dispuesto por el art. 97, II).
Si el propietario prefiere que los materiales sean retirados, se hará acosta del tercero
intruso, con la condenación de daños. Esta condenación no opera en todos los casos. El
artículo dice que el tercero intruso puede ser condenado por ellos, sin pormenorizar cuando
o en qué circunstancias. Debe entenderse que procede cuando el tercero actuó de mala fe o
cuando la entrega del bien se demora por efectos de los trabajos de demolición y retiro. Si
el hecho se hubiera ejecutado sin oposición, a la vista, ciencia y paciencia del propietario
del suelo (en este caso la mala fe está en el propietario, caso que debería tenerse en cuenta),
no se puede exigir la demolición o retiro de las construcciones.
El tercero es de buena fe, en esta alternativa, cuando cree ser propietario del terreno
en que hace la construcción o plantación, en tanto en cuanto se apoye en un justo título,
posea o no posea el terreno.
El artículo 938 del Código italiano, contiene una disposición en alguna medida
similar a la Ley de 3 de Dic. de 1883. Dice que en la construcción de un edificio que ocupe
una porción del fundo contiguo (al propio), se atribuirá la propiedad del suelo -según las
circunstancias- al constructor, contra pago del doble de su valor o el resarcimiento del daño.
La oposición del propietario del terreno, sólo procede dentro de los tres meses de iniciada la
construcción.
III. En caso de no ser posible el retiro de las obras, el tercero que empleó los
materiales ajenos y el propietario que haya procedido de mala fe, están
solidariamente obligados a pagar el valor de los materiales al dueño de éstos
y a resarcir los daños que le hubiesen causado. Si el propietario del suelo
estuvo de buena fe, el dueño de los materiales sólo puede exigir el abono de
su valor si todavía no lo hubiese pagado al tercero que los empleó.
Los plazos de seis meses para efectuar o intentar el retiro de los materiales o la
reivindicación de los mismos (arts. 128, 129 y 130), son de prescripción extintiva (art.
1492).
Un mejor orden lógico consignaría esta disposición antes que las precedentes, ya
que, como en todos los problemas análogos, es más propio estudiar primero las formas en
que intervienen únicamente la naturaleza y después las provenientes de la industria del
hombre.
Jurisprudencia
1.- "Por el art. 301 (131) del c.c. el aluvión aprovecha al propietario de la ribera,
resultando, en consecuencia, que el terreno disputado por donde corría el
río... es de propiedad del dueño de la ribera (abandonada por el río)" (G.J. Nº
541, p. 11).
2.- "Según el art. 296, (sin equivalencia) todo lo que se incorpora a una cosa
pertenece al propietario de ella y conforme al 301, el aluvión aprovecha al
propietario de la ribera, sin que el dueño de la otra pueda reclamar el terreno
que haya perdido" (G.J. Nº 720, p. 38).
Supone la separación por la fuerza súbita de las aguas de una parte importante y
reconocible de un fundo que se agrega por acción o superposición a un terreno inferior o
situado en la ribera opuesta, en la precisa conceptuación de Capitant.
Faltó completar esta disposición con la regla pertinente a los árboles arrancados y
transportados por la corriente de las aguas que, en casos y circunstancias dados, pueden
traducirse en valores importantes. Los arts. 70 y 71 de la L. Ags., disponen que los árboles
arrancados y transportados, así como las brozas, ramas y leños que llevan las corrientes de
aguas, pertenecen al propietario en cuya ribera vinieron a parar. En el caso de los árboles se
permite reclamar su propiedad dentro del mes siguiente al hecho, previo pago de los gastos
que ocasionaren.
Jurisprudencia
ART. 133.- (Cambio de curso de las aguas y otros casos). Los problemas relativos
al cambio de curso de las aguas, formación de islas y otros semejantes, se rigen por las
leyes especiales de la materia.
Las islas formadas por la corriente de los ríos pertenecen al propietario de la ribera
aledaña, o a los propietarios de ambas riberas, divididas por una línea imaginaria trazada en
medio río, cuando resulten equidistantes entre ambas orillas, según el art. 303 del Cgo.
abrg., y el art. 66 de la L. Ags. limita esta atribución de la propiedad sólo a las islas
formadas en ríos o arroyos no navegables. Cuando el río corta y abraza parte o todo el
campo de una propiedad, convirtiéndolos en islas, éstas siguen perteneciendo al propietario
original (arts. 304 del Cgo. abrg. y 64 L. Ags.). La mutación de cauce que deriva de
variaciones naturales en la dirección de los ríos, se resuelve generalmente por las
legislaciones atribuyendo la propiedad del cauce abandonado a los propietarios ribereños
(arts. 305 del Cgo. abrg. y 58, de L. Ags.).
Las islas que se forman en los ríos navegables o flotables, pertenecen al Estado (art.
67 L. Ags.).
El álveo o fondo natural de los lagos, lagunas, charcas, es el terreno que las aguas
ocupan en su mayor altura ordinaria. Si no pertenecen al Estado o a un particular por título
especial de dominio, son de propiedad de los dueños de las fincas colindantes (arts. 54 y 55
L. Ags.).
Se supone que ellas no están comprendidas en la abrogatoria del art. 1569 y, más
bien, por el contrario, que su vigencia está confirmada expresamente por éste artículo, en
tanto, en cuanto no se sancione un nuevo régimen legal de aguas.
Las propuestas no son normas generales, sino normas particulares concretas que ya
están mejor y más minuciosamente legisladas en la Ley del Dominio y Aprovechamiento
de Aguas de 28 de Nov. de 1906, que da fuerza de ley al D.S. de 8 de Sept. de 1879, en
plena vigencia actualmente.
Es un cuerpo legal que comprende 30 capítulos con 293 artículos, que regula la
materia con sistemática científica que hace innecesarias las intrusiones impertinentes como
las de la modificación propuesta. Su capítulo IX (arts. 57 a 72) se ocupa metódica y
coherentemente de las accesiones, arratres y sedimentos de las aguas, con terminología
propia de una legislación seria.
Quiere esto decir que la modificación carece de relevancia y debe ser desestimada.
SUBSECCION II
DE LA USUCAPIÓN
Jurisprudencia
Prescriptibilidad
1.- "La prescripción de dominio de las cosas imprescriptibles no se gana en
ningún tiempo" (G.J. Nº 211, p. 1141).
2.- "La necesidad de un término para la prescripción es de interés público,
porque afecta a la seguridad de la propiedad, a su transmisibilidad y a la
tranquilidad (social)" (G.J. Nº 490, p. 3).
3.- "La prescripción (usucapión) no es un modo de adquirir la propiedad
oponiéndola al Estado, ni aún alegando la posesión treintañal
(extraordinaria), pero sí lo es oponiéndola a otro particular (tratándose de
concesiones mineras)" (G.J. Nº 1283, p. 124).
Justo título
12.- "La prescripción de dominio no se gana con título viciado en su forma, cual
es el instrumento privado de venta, cuando debió otorgarse para su validez
en instrumento público" (G.J. Nº 211, p. 1141).
13.- "La prescripción de dominio no se adquiere sin justo título" (G.J. Nº 536, p.
8).
14.- "La posesión fue dada proindiviso, careciendo, por tanto, los demandados de
justo título, puesto que no constituye la mencionada posesión y no pueden
ganar (por tanto) la prescripción de diez (ahora, cinco) años, por falta de los
requisitos exigidos por ley" (G.J. Nº 580, p. 9).
15.- "Siendo nula la donación por no haber sido aceptada, no hay causa idónea
para transferir el dominio de la cosa donada, por lo cual no existe justo título
para prescribir" (G.J. Nº 604. p. 4).
19.- "El legado hecho por el testador es título traslativo de dominio, cual lo
requiere este art. 1517 (134) del c.c., para fundar la prescripción de
dominio" (G.J. Nº 709, p. 53).
21.- "La venta hecha por quien no debía y respecto de cosa ajena está viciada de
nulidad desde su origen... y no constituye justo título, con causa idónea y no
puede apoyar la prescripción argüida" (G.J. Nº 795, p. 18).
22.- "La prescripción de dominio carece del justo título requerido por el art. 1517
(134) del c.c., cuando se invoca una sucesión en la cual se supone
comprendidos los terrenos indebidamente poseídos" (G.J. Nº 823, p. 12).
26.- "Falta justo título para alegar prescripción adquisitiva respecto de los bienes
poseídos proindiviso, por cuya razón es nula la venta hecha de los mismos
por uno sólo de los copropietarios, por ser de cosa ajena de acuerdo al art.
1528 (sin equivalente preciso) del c.c." (G.J. Nº 1320, p. 36).
28.- "Para invocar la prescripción ordinaria de 10 (5) años (se requiere) el justo
título que exigen imperativamente los arts. 1516, 1517 y 1556 (134) del c.c".
(G.J. Nº 1353, p. 33).
31.- "El art. 1518 (134) del c.c. no permite usucapir a quien posee la cosa
precariamente, sea a título de arrendatario o usufructuario" (G.J. Nº 1355, p.
57).
32.- "El título nulo por falta de forma no puede servir de base a la prescripción
ordinaria de 10 (5) años" (G.J. Nº 1455, p. 56).
34.- "Para invocar justo título, es preciso que el instrumento haya sido registrado
en las oficinas de los derechos reales, ya que la L. de 15 de Nov. de 1887,
invocada como violada, sólo da efectos entre las partes contratantes sin
perjudicar a terceros, a los contratos de mutación, transmisión o limitación
de derechos no registrados en derecho reales" (G.J. Nº 1585, p. 101).
36.- "No hay justo título -ni buena fe- para prescribir a tenor del art. 1516 (134)
del c.c. en el demandado, porque como Vocal activo de la Caja Ferroviaria
de Seguridad Social, cargo que ejercía cuando se le extendió el título de fs.,
estaba impedido para adjudicarse tal propiedad por virtud de la prohibición
del D.S. Nº 2390 de 13 de Feb. de 1951" (G.J. Nº 1591, p. 64).
37.- "Probado que la recurrente era inquilina del inmueble hasta 1964, como
detentadora precaria carecía de todo derecho para pretender la prescripción
adquisitiva en su favor" (G.J. Nº 1609, p. 140).
38.- "No existiendo justo título, no existe la causa idónea para poder prescribir
(usucapir)" (G.J. Nº 1610, p. 50).
39.- "No se opera la prescripción (usucapión) faltando justo título y buena fe"
(G.J. Nº 1612, p. 106).
40.- "El art. 134 del c.c. vigente, como el 1516 del c.c. abrg., exige para la
declaratoria de la usucapión como requisito sine qua non, el título idóneo o
justo título" (G.J. Nº 1728, p. 81).
41.- Véase los casos Nos. único del art. 92 y 16 y 17 del art. 1233.
Buena fe.
42.- "La buena fe requerida por el art. 1522 (134) del c.c. para la adquisición de
un inmueble, es diferente de la exigida por los arts. 291 y 292 (94) para la
prescripción de los frutos, siendo necesaria para aquélla un título real y
válido y bastante para ésta un título aunque sea nulo hasta el momento en
que el poseedor conoce éstos vicios" (G.J. Nº 247, p. 1427).
43.- "El comprador sabía por su conocimiento de la escritura que compraba cosa
ajena y no podía, por tanto, presumir buena fe en el vendedor, requisito
indispensable para la posesión, por lo que tampoco podía ganar la
prescripción" (G.J. Nº 524, p. 4).
44.- "El primer poseedor adquirió y retuvo las estancias con mala fe por todo el
tiempo de su posesión. El demandado, comprador de los derechos de aquél,
tuvo buena fe de su parte pero su posesión personal no ha llegado al término
requerido por el art. 1556 (134) del c.c., sin que le sea lícito completar dicho
término con la posesión de mala fe de sus antecesores" (G.J. No. 567, p. 22).
45.- "Reconocido el justo título de dominio (con que) se ha poseído los terrenos
por 23 años con la buena fe que la ley presume y no contradicha por prueba
contraria, se declara ganada la prescripción de dominio" (G.J. Nº 680, p. 5).
46.- "No se gana la prescripción adquisitiva sin título traslativo de dominio y con
mala fe, porque faltan dos de los requisitos establecidos por el art. 1516
(134) del c.c." (G.J. Nº 760,p. 32).
47.- "Según el art. 1525 (93, II) del c.c., la buena fe se presume siempre y aquél
que alegue que hubo mala fe está obligado a probarla. La demandante no
acreditó que las compras sucesivas de los terrenos hubiesen sido hechas con
conocimiento de que no eran dueños los vendedores, por lo cual debe
presumirse que esas adquisiciones se hicieron de buena fe" (G.J. Nº 782, p.
29).
48.- "La buena fe requerida por este art. para la adquisición de la propiedad de un
inmueble, difiere de la que exigen los arts. 294 y 295 (94) del c.c. para
adquirir los frutos, siendo necesaria para aquélla un título real y válido y
bastante para ésta un título aunque sea nulo, hasta el momento en que el
poseedor conoce sus vicios" (G.J. Nº 1300, p. 67).
49.- "Adquiridos los terrenos en subasta pública con todas las formalidades
legales y poseídos desde entonces con justo título y buena fe por más de 18
años, se opera la prescripción" (G.J. Nº 1360, p. 17).
50.- "Para que se opere la usucapión debe concurrir la buena fe" (Lab. Jud. 1981,
p. 147).
Posesión
51.- "Se justifica la prescripción de dominio con la concurrencia de todos los
requisitos que prescribe el art. 1516 (134) del c.c." (G.J. Nº 682, p. 26).
52.- "El poseedor actual que prueba haber poseído antiguamente se presume
haber poseído en el tiempo intermedio, mientras no se justifique otra cosa"
(G.J. Nº 782, p. 29).
53.- "A mérito de la presunción del art. 1536 (88, II) del c.c., el demandado
actual poseedor de los terrenos cuestionados, ha poseído (dichos terrenos)
durante 30 años, por cuya razón ha probado la prescripción que opone" (G.J.
Nº 822, p. 51).
58.- "No funda posesión para prescribir, según el art. 1534 (90) del c.c., el hecho
de estar en un terreno como tolerado o consentido, por ser mozo al servicio
del propietario" (G.J. Nº 1353, p. 22).
59.- "Un acto de pura facultad no funda posesión para prescribir, según el art.
1534 (90) del c.c. sin tener título alguno traslativo de dominio ni justificar
alguna causa idónea que le hubiera hecho propietario" (G.J. Nº 1353, p. 26).
62.- "La prescripción (usucapión) ha de tener, para ser alegada, el apoyo de los
requisitos previstos por los arts. 1516 y 1556 (134) del c.c." (G.J. Nº 1609,
p. 45).
63.- "Quien pretenda adquirir las cosas por prescripción, debe probar las
condiciones exigidas por el art. 1516 (134) del c.c., siendo suficiente que
falte una de ellas para que no pueda ser declarada, según reiterada
jurisprudencia" (G.J. Nº 1612, p. 106).
64.- "La usucapión se opera según los arts. 1516 (134) y 1556 (138) del c.c.
abrg., aplicable en autos por mandato del art. 1567 del c.c. vigente cuando
concurren: 1) justo título; 2) buena fe; 3) cosa sin impedimento; 4) posesión
continuada, y 5) tiempo señalado por la ley (G.J. Nº 1678, p. 199).
66.- "La posesión para usucapir se computa desde la fecha en que ella empieza y
no desde que el poseedor alcanzó la mayoría de edad" (Lab. Jud. 1980, p.
192).
67.- "Uno de los requisitos fundamentales para que proceda la usucapión es la
posesión ejercida por el poseedor en la propiedad con ánimo de dueño"
(Lab. Jud. 1984, p. 126).
68.- "Quien en virtud de título idóneo adquiere de buena fe un inmueble de
alguien que no es su dueño, cumple la usucapión a su favor poseyéndolo
durante cinco años contados desde la fecha en que el título fue inscrito"
(Lab. Jud. 1987, p. 307).
71.- Véase los casos Nos. 2 del art. 110 y 5 del art. 138.
ART. 135.- (Posesión viciosa). La posesión violenta o clandestina no funda
usucapión sino desde el día en que cesan la violencia o clandestinidad.
ART. 136.- (Aplicabilidad de las reglas sobre prescripción). Las disposiciones del
libro V sobre cómputo de causas y términos que suspenden e interrumpen la prescripción se
observan en cuanto sean aplicables a la usucapión.
Jurisprudencia
1.- "La posesión de los terrenos fue interrumpida desde el día siguiente del
juicio y continuó la interrupción por las diferentes actuaciones del proceso.
Una posesión constantemente interrumpida no causa posesión" (G.J. Nº 16,
p. 132).
2.- "Conforme al art. 1541 (1503) del c.c. para que tenga lugar la interrupción
civil, no es bastante que se expida el decreto judicial, sino que se cite a la
persona que trata de ganar la prescripción" (G.J. Nº 648, p. 30).
3.- "No hay ley que suspenda el transcurso de los término de la prescripción
contra los menores y lejos de esto el art. 242 del c.c. (339 c.f.), los sujeta al
derecho común y por consiguiente a las consecuencias del transcurso de
dichos términos" (G.J. Nº 693, p. 12).
5.- "La prescripción corre aún para los menores de edad, quienes no pueden
alegar la falta de capacidad para establecer un privilegio que no está
reconocido legalmente y que es contrario a lo dispuesto por el art. 242 del
c.c. abrg. (139 del c.f.) que hace responsables a los tutores o administradores
de sus bienes en concordancia con el art. 235 del citado código (299 del c.f.)
y, por tanto, en la especie, se ha dado correcta aplicación al art. 1556 (134)
del c.c." (G.J. Nº 1239, p. 38).
6.- "La existencia de juicios recíprocos que las partes han sustentado por años,
evidencia que la posesión pacífica y continuada del inmueble no ha sido
probada y que (por el contrario) la prescripción alegada estuvo
interrumpida" (G.J. Nº 1615, p. 38).
Jurisprudencia
Sin embargo, la posesión ha de reunir siempre algunos caracteres, como los de ser
pacífica, lo que no podría ocurrir si concurriera un apoderamiento constitutivo de delito, v.
gr., según observan con buen criterio los autores, porque en tal supuesto la posesión no
habría sido ganada en paz (v. la anot. al art. 135). Y la posesión tiene que ser
ininterrumpida. Dice Manresa (cit. Scaevola), que la prescripción extraordinaria no otorga
el dominio a un poseedor cualquiera, despojado de todo motivo de consideración, sino a
quien lleva el tiempo de su posesión en concepto de dueño, que conlleva la presunción de
dominio. Recuérdese que para la usucapión la posesión es la llamada condicio adquirendi
(Messineo).
Para cerrar el examen del instituto que regula la Subsección que termina con este
art., queda por comentar dos aspectos relativos a los efectos de la prescripción adquisitiva o
usucapión.
Jurisprudencia
1.- "En las ventas judiciales, cuando estas recaen sobre bienes que no son del
deudor o no son materia de juicio, los perjudicados tienen a salvo, en la vía
ordinaria, la acción reivindicatoria que les corresponde, dentro de las
previsiones del art. 451 (490) del p.c. y con el plazo de prescripción
prevenido por el art. 1565 (138) del c.c." (G.J. Nº 1229, p. 121).
2.- "Si bien según el art. 1565 (138 y 1507) del c.c. las acciones reales
prescriben en el término de 30 (10) años, mediante la pérdida de los
derechos por la sola omisión de su ejercicio en el transcurso de ese tiempo,
para ser considerada como título adquisitivo, precisa que sea acreditada la
posesión continuada y no interrumpida que evidencie igualmente el
abandono de quienes, por título propietario, son dueños de los inmuebles
respecto de los cuales se alega esta prescripción (usucapión) que se alcanza
sin más título que el de la posesión" (G.J. Nº 1299, p. 57).
4.- "La posesión continuada que requiere este art. ha de ser pacífica e
ininterrumpida según prevé el art. 1538 (135 y 137) del c.c." (G.J. Nº 1317,
p. 112).
5.- "La posesión judicial no constituye justo título para fundar la prescripción
adquisitiva (usucapión) ordinaria, aunque si es elemento de juicio válido
para determinar la extraordinaria regulada por el art. 1565 (138) del c.c."
(G.J. Nº 1353, p. 30).
7.- "Debidamente acreditado que han transcurrido más de los 30 (10) años que
exigen los arts. 1565 y 1566 (138) del c.c., se opera la prescripción extintiva
o liberatoria" (G.J. Nº 1358, p. 67).
8.- "Probada la posesión del inmueble, objeto de la litis, por más de 30 (10)
años, lapso que cubre toda clase de defectos así en los títulos como en la
calidad de las personas individuales o colectivas que ejercen la posesión, con
eficacia jurídica aún respecto de bienes pertenecientes a menores, a
indígenas y aún al Estado, se opera la prescripción adquisitiva de
conformidad a los arts. 438, 1512, 1565 (110, 134 y 138) del c.c." (G.J. Nº
1365, inéd. cit. de Arce y Urcullo).
9.- "La prescripción treintañal, que se alega con cita expresa del art. 1565 (138)
del c.c., no se ha operado en la especie, en razón de que la notificación
judicial efectuada la ha interrumpido" (G.J. Nº 1585, p. 101).
10.- "De acuerdo al art. 1565 (138) del c.c. no es necesario acreditar otro
requisito que el de la posesión continuada con ánimo de dueño por el tiempo
indicado para que se opere tal prescripción (usucapión)" (G.J. Nº 1587, p.
40).
11.- "Si la propiedad ha sido poseída con ocupación y dominio de hecho por más
de 30 años (ahora 10), se gana la prescripción treintañal (decenal), que no
necesita más título que la posesión continuada y no interrumpida durante ese
tiempo" (G.J. Nº 1617, p. 118).
13.- Véase los casos Nos. 3, 27 y 53 del art. 134 y 16 del art. 1233.
CAPITULO III
DE LA PROPIEDAD MUEBLE
SECCIÓN I
DISPOSICIÓN GENERAL
Disposición digna del máximo galardón a las verdades de Perogrullo, que a la mano
cerrada llamaba puño. Las normas generales de la propiedad, como las especiales relativas
a la propiedad de los bienes muebles, están contenidas en este código y no en otro, porque
los bienes muebles, como objeto de los derechos llamados patrimoniales, forman parte de
su contenido.
SECCIÓN II
SUBSECCION I
DE LA OCUPACIÓN
Cosas de nadie, son las que por naturaleza, pueden ser objeto de propiedad privada
y que aunque nada impide que tengan dueño, de hecho no le tienen. Tal el caso de las
tierras de países deshabitados y de los animales salvajes (Planiol y Ripert): res nullius cedit
primo ocupanti.
Correspondía regularlas en la sección III del Capitulo Único del Título I de este
Libro. El Código, según se ve, ha preferido seguir la opinión de dejar los nullius a las
disposiciones que se ocupan del único modo por el cual se hacen de propiedad de cada uno:
la ocupación. Dicha opinión, estima que los bienes que no pertenecen a nadie, no deben
regularse en la parte del Código en que se trata, precisamente, de las cosas según las
personas a quienes pertenecen. Argumentación equívoca, visto que el Título I se refiere
fundamentalmente a los bienes y los nullius están entre los bienes.
El art. 285 del Cgo. abrg. atribuye al dominio público (por defectuosa traducción del
art. 539 del Cgo. francés, que lo hace al Estado), "todos los bienes vacantes y sin dueño y
los de las personas que mueren sin herederos, o cuyas herencias han sido abandonadas".
La ocupación, es el modo de adquirir una cosa que no pertenece a nadie, por la toma
de posesión de ella con la intención de hacerse su propietario (Planiol y Ripert). Es la
apropiación animus ocupandi (Messineo), y sólo se aplica a los bienes sin dueño
(Mazeaud).
Ese dominio eminente, se extiende aún a los muebles, por ejemplo en las herencias
vacantes (art. 1111). Pues, la universalidad de los muebles no pueden ser objeto de
ocupación. Por aplicación del art. antes citado, pertenecen al Estado. Parece justificado, por
eso, el que se haya juzgado más lógicos a los jurisconsultos franceses que redactaron el
Código de 1804, porque prescindieron de desarrollar la ocupatio como institución jurídica
(Scaevola). Solo puede aplicarse sobre muebles aislados. La caza, la pesca, la aprehensión
de enjambres de abejas y la apropiación de las cosas muebles abandonadas (derelictae),
parecen no justificar por si solas esta Subsección, habida cuenta el principio del art. 100:
tratándose de muebles la posesión vale por título. No son nullius en realidad, porque
inclusive son susceptibles de reivindicación por parte del propietario. Bien podía habérselos
considerado como casos de usucapión o de posesión de bienes muebles.
ART. 141.- (Caza y pesca). Los animales susceptibles de caza o pesca se adquieren
por quien los cobre o capture, salvas las prohibiciones establecidas por las leyes y
reglamentos.
ART. 143.- (Migración de palomas, conejos o peces). Las palomas, conejos o peces
que pasen a otro palomar, conejar o estanque, se adquieren por el propietario de éstos si no
fueron atraídos con fraude o artificio.
II. El propietario que antes de los tres meses señalados recupere la cosa, debe
pagar el quinto de su valor a título de premio al que la encontró. Vencido el
plazo, el dueño pierde su derecho y el precio de la subasta se adjudica a la
municipalidad del lugar, deduciéndose previamente el premio que en este
caso se amplía a la cuarta parte.
Estas son las cosas derelictae que los romanos diferenciaban de las nullius.
Comprenden las cosas perdidas o voluntariamente abandonadas para que las tome el
primero que se apodera de ellas. Los reglamentos de los servicios aludidos en el art.
contienen las disposiciones pertinentes. Siempre debe tenerse en cuenta el principio de que
en las cosas muebles, la aprehensión u ocupación es el único título de propiedad, con
excepción de las cosas robadas o perdidas. Esta excepción, a su vez, tiene la del art. 149,
que permite usucapir con la mala fe en diez años.
El precepto del prf. I) es consecuencia lógica de lo dispuesto por el art. 111, que
atribuye al dueño del suelo la propiedad del subsuelo y de lo que encuentre en él, en la
parte a que alcanza su disfrute. Pues, si, en el subsuelo existe una concesión minera o de
otra especie y el tesoro es encontrado en la parte del terreno que aquélla comprende, la
disposición se aplicara al propietario de la concesión.
Para los tratadistas, en el caso del propietario hay más accesión que ocupación. Esta
sólo puede invocarse propiamente en el caso del descubridor que no es el propietario del
terreno.
Para los efectos del prf. 2), el usufructuario, el usuario y el arrendatario se reputan
como poseedores o detentadores legales de la cosa.
Que el tesoro se descubra por azar, tiene importancia en otras legislaciones que
reglamentan los trabajos o excavaciones para su hallazgo. Según la disposición de este art.
sería una condición inútil.
SUBSECCION II
DE LA ACCESIÓN
Las modalidades de este genero de accesión presenta han sido reducidas por los
tratadistas a tres: unión o adjunción, mezcla o conmixtion y especificación. Este art. trata de
las dos primeras.
Si todo esto ocurre por voluntad de los dueños, en opinión de los tratadistas no hay
accesión propiamente. Se supone que hay convención y habrá de aplicarse las reglas
pertinentes. Cuando interviene la casualidad o la acción unilateral de uno de los dueños,
funcionan las reglas de esta subsección. Además debe considerarse la buena o mala fe del
que hizo la mezcla o la unión.
Si todo esto ocurre por voluntad de los dueños, en opinión de los tratadistas no hay
accesión propiamente. Se supone que hay convención y habrá de aplicarse las reglas
pertinentes. Cuando interviene la casualidad o la acción unilateral de uno de los dueños,
funcionan las reglas de esta subsección. Además debe considerar la buena o mala fe del que
hizo la mezcla o la unión.
ART. 148.- (Especificación). Quien con materia ajena y pagando su precio hace una
cosa nueva adquiere la propiedad de ésta; pero si la materia excede en precio al trabajo, el
dueño de aquélla puede hacer suya la cosa nueva pagando la mano de obra.
SUBSECCION III
DE LA USUCAPIÓN
ART. 149.- (Poseedor de mala fe). El poseedor de mala fe adquiere por usucapión
la propiedad de los bienes muebles, mediante la posesión continuada por diez años.
Por otra parte -es inevitable insistir, dada la regla del art. 100 (en materia de
muebles la posesión vale por título)- estas disposiciones debieran limitarse al caso de que la
presunción que el citado precepto presupone, sea controvertida. La concisa norma del art.
1599 del Cgo. abrg. está sabiamente concebida: valiendo la posesión como título en materia
de muebles, éstos pueden usucapirse en tres años, en el caso, se sobreentiende, de que esa
posesión fuese contestada (v. la anot. al art. 138).
Jurisprudencia
2.- "La demandada ha justificado sus excepciones al probar que el piano le fue
regalado y que ganó (además) la prescripción" (G.J. Nº 336, p. 3175).
La formulación del parágrafo II, debió utilizarse también para la redacción del art.
149, supra.
Jurisprudencia
Si se atiende a lo preceptuado por los arts. 100 y 149, la aplicación de este art.
prácticamente parece reducido a los muebles sujetos a registro, conforme a lo explicado en
el art. anterior.
SUBSECCION IV
DE LA POSESIÓN
SECCIÓN III
DE LAS AGUAS
II. Las aguas medicinales se rigen por las disposiciones que les conciernen.
La L. Ref. Agr. en sus arts. 151 y s. regula el uso y aprovechamiento de las aguas,
para el consumo de las poblaciones, para el abastecimiento de los fundos agrícolas o
pecuarios y mantiene los sistemas existentes de mitas o turnos para regadío, hasta tanto se
dicte una reglamentación especial sobre el particular, que aún no ha sido dada.
Las aguas potables, para el consumo de las poblaciones están sujetas a régimen
especial, que se regula particularmente según los casos como, v. gr., mediante los Decretos
de 26 de Junio de 1896, 17 de Febrero de 1902, 29 de Diciembre de 1913, etc.
Las legislaciones que distinguen con propiedad minuciosa las cosas del dominio
público y las del dominio privado, regulan esta materia con la facilidad propia de tal
distinción. El Código se ha concretado a tomar alguna que otra disposición de su modelo,
apenas para dar idea de que el tema no ha sido desatendido, antes que para ofrecer un
conjunto sistemático de los principios sustantivos, propios del Derecho civil en la materia.
El art. se refiere a estas ultimas, concordando con los preceptos de los arts. 1º y 5º
de la L. Ags.
Las aguas subterráneas también pertenecen al propietario del fundo, sea que ellas
broten naturalmente o por efecto del trabajo del hombre, por aplicación del art. 111 y por
disponerlo así, expresamente los arts. 1º y 5º de la L. Ags. El propietario del terreno en el
que nace un manantial, no puede alterar su curso cuando de ese manantial se proveen del
agua necesaria los habitantes de una villa o pueblo (art. 8º L. Ags.).
3.- "El propietario del suelo, lo es también de las aguas que de él fluyen"(G.J.
Nº 1609, p. 88).
ART. 154.- (Aguas que delimitan o atraviesan un fundo). El propietario cuyo fundo
está delimitado o atravesado por aguas corrientes puede usarlas para regar sus terrenos y
ejercer una industria, pero con el cargo de restituirlas al cause ordinario sin perjuicio de los
pactos y reglamentos especiales.
El art. 9º de la L. Ags. regula la situación comprendida en esta art. 154, con más
detenimiento. El propietario por cuyo fundo atraviesa una corriente, puede servirse del agua
como le conviniere en cuanto pasa por su fundo, pero con obligación de restituirla al
acostumbrado cauce. El propietario ribereño de una corriente, puede aprovechar el agua
para regar su heredad y aún para usarlas en algunas industrias, mientras no perjudique al
otro propietario ribereño. Tratándose de abrevaderos que tengan cañadas, ríos o arroyos no
navegables, que crucen por diferentes propiedades, ninguno de los dueños podrá represar
las aguas, ni desviarlas para su propiedad sin contrato escrito con los demás copropietarios
ribereños o de los fundos inferiores hasta una distancia de cinco kilómetros (una legua, dice
la ley).
Los conflictos que surjan de este aprovechamiento, que son indudablemente a los
que se refiere el art. siguiente 155, se resuelven en la forma prevista por el mismo y por las
disposiciones de la L. Ags. que constituye el reglamento especial a que se refiere este art.
154 in fine.
Jurisprudencia
2.- "El auto recurrido al ordenar que se borre la acequia, cuyo declive desvía el
curso de dichas aguas, y debiendo los demandados hacer uso únicamente de
las escurriduras que nazcan tanto de la acequia principal como de los fundos
superiores inmediatos, no se infringió los arts. 382 y 384 (155) del c.c." (G.J.
Nº 668, p. 53).
3.- "Al disponerse la demolición de los diques, obras construidas para represar
el río..., para no privar a los demandantes del uso de las aguas, sin perjuicio
del derecho que también tienen los demandados de usarlas en la irrigación
de sus sementeras, con cargo de devolverlas a su curso ordinario, se ha
hecho debida aplicación de los arts. 383 y 384 (154 y 155) del c.c." (G.J. Nº
717, p. 25).
4.- "Que ambos fundos desde tiempo inmemorial han regado y riegan sus tierras
con las aguas de aquél río, cuyo aprovechamiento por parte del demandado,
en épocas de escasez, en servicio exclusivo de su propiedad, ha sido
indebido y atentatorio al derecho que en este orden corresponde también al
demandante, que no puede ser privado del usa de dichas aguas en virtud de
lo dispuesto por el art. 383 (154) del c.c." (G.J. Nº 1018, p. 58).
ART. 155.- (Conflicto entre propietarios de los fundos). En caso de haber conflicto
entre propietarios de fundos a quienes pueden ser útiles las aguas, la autoridad judicial debe
valorar el interés de cada propietario o grupo de ellos, las ventajas para la agricultura y la
industria por el uso de dichas aguas, y debe establecer las determinaciones que sean más
convenientes.
Jurisprudencia
"La colisión de derecho entre particulares sobre el uso de aguas, debe ser juzgada y
resuelta por la justicia ordinaria, de acuerdo con el caso 1º del art. 140 (122) de la
Const." (G.J. Nº 1208, p. 5).
En el Cgo. abrg. (art. 379), este precepto se considera regla propia de las llamadas
servidumbres naturales. Está agrupado en esta sección con más propiedad. Indudablemente
parece este su lugar, habida cuenta que la sujeción a una ley natural, cual es la de que las
aguas del predio superior caigan sobre el inferior, siguiendo el curso determinado por la
naturaleza, no puede estrictamente estimarse servidumbre (Scaevola).
El art. se refiere a las aguas que naturalmente y sin obra del hombre desciende de
los predios superiores, sean pluviales o vivas; excluye pues las aguas cuyo descenso es
producto de actos humanos. Tal exclusión está implícita en el precepto. La L. Ags. (art. 93)
la establece expresa y claramente.
La obligación no sólo consiste en recibir las aguas que fluyen naturalmente del
predio superior, sino también la tierra o piedras que aquéllas arrastran en su curso.
Si están vedadas tanto las obras que impidan la obligación, como las que la agravan,
es indudable que son lícitas las demás. Este criterio se apoya en la L. Ags. cuyos arts. 99 y
100 autorizan al propietario del fundo inferior para construir ribazos, malecones o paredes
que regularicen el curso de las aguas, sin estorbarlo, o para aprovecharlas, y al del fundo
superior para verificar iguales construcciones sin agravar la obligación, para suavizar la
corriente e impedir el arrastre de la tierra vegetal o de los desperfectos de las fincas.
Jurisprudencia
1.- "Los fundos inferiores están sujetos a recibir de los superiores o más
elevados, las aguas que fluyen naturalmente, sin que la mano del hombre
haya contribuído a ello" (G.J. Nº 712, p. 10).
2.- "El propietario del fundo inferior no puede hacer cosa alguna que tienda a
disminuir y hacer incómodo el uso de ella (se trata el caso como
servidumbre), pero esta disposición no puede favorecer al propietario del
fundo superior para reagravar el desagüe de aguas pluviales" (G.J. Nº 712, p.
10).
3.- "Los fundos inferiores están sujetos a recibir de los superiores las aguas que
fluyen naturalmente" (G.J. Nº 883, p. 23).
Estas cooperativas son las comunidades de regantes a que se refieren los arts. 274 y
s. de la L. Ags. y que reglamentan con más propiedad el caso, incluyendo la facultad de
usar aguas del dominio público para el efecto.
CAPITULO IV
DE LA COPROPIEDAD
SECCIÓN I
ART. 160.- (Uso de la cosa común). Cada propietario tiene derecho a servirse de la
cosa común, siempre que no altere su destino ni perjudique el interés de la comunidad, ni
impida a los demás participantes usarla según sus derechos. Puede asimismo ceder a otro el
goce de la cosa dentro de los límites de su cuota.
Cada condueño tiene derecho a servirse de la cosa común con estricta sujeción a
tres condiciones: a) emplearla conforme al destino de la cosa; b) no perjudicar el interés de
la comunidad, y c) no impedir a los copartícipes utilizarlas según su derecho. No supone
esto que cada uno de los dueños tenga la facultad de servirse por sí de la cosa común
(arrendarla, alquilarla, por ejemplo), con exclusión de los demás copartícipes, lo que
conduciría a la comunidad a un conflicto constante de derechos. La regla para el uso
común está en el acuerdo de la mayoría de los copropietarios (art. 164).
Jurisprudencia
El gravamen hipotecario esta sometido a las reglas del art. 1374, y recae sobre la
porción de bienes que se asigne en la división al deudor hipotecario.
III. Los copropietarios deben ser previamente informados del objeto de las
deliberaciones a que se les convoque.
Dicho esta en la nota al art. 160, que en la comunidad de bienes el derecho de cada
uno de los partícipes esta subordinado al de todos, porque así lo exige la naturaleza de la
copropiedad. Se da la existencia de varios interesados con intereses diversos, que tienen
que conciliarse en provecho de la utilidad común, a cuyo efecto se requiere establecer una
orden y una regularidad. Para ello el precepto impone como ley la resolución de la
mayoría. Esta no se determina por la aritmética o numérica, o sea, el mayor número de
individuos, sino por la económica, representada por la mayor cantidad de intereses, o el
mayor porcentaje de las cuotas individuales.
Jurisprudencia
"La falta de delimitación de una propiedad indivisa, poseída por dos o más
copropietarios, no otorga a ninguno de éstos derechos de posesión material y libre
administración sobre parte o la totalidad del bien poseído en común y cada
condómino representa un derecho complejo y absoluto sobre una parte alicuota
abstracta, por lo que toda apropiación sin el consentimiento de los condóminos es
arbitraria y atentatoria de los derechos reconocidos a cada copropietario en la
totalidad del bien de posesión común" (G.J. Nº 1362, p. 60).
A pesar de lo dispuesto por el art. 164 sobre la mayoría, para adoptar acuerdos en la
administración de la cosa común, los casos señalados por este artículo sólo pueden tener
efectividad con el consentimiento unánime de los condueños. Es una disposición destinada
a prevenir la tiranía de las mayorías concertadas, aunque, a su vez, no repare en que facilita
la de uno solo, que por capricho puede lesionar la conveniencia común frustrando la
unanimidad requerida. Sin embargo, una situación semejante se resuelve por lo dispuesto
en el siguiente artículo 167.
II. No obstante es válido el pacto para permanecer en comunidad por un tiempo no mayor
de cinco años; pero si median circunstancias graves la autoridad judicial puede ordenar la
división antes del tiempo convenido.
Fte: Cgo. it. 1111 -
Conc: c.c. 80 - 168 - 173 - 519 - 797 - 1233 - 1239 -
Este artículo y los que le siguen hasta el 171 inclusive, establecen reglas sobre la
terminación de la comunidad, porque se relacionan con las formas posibles de dar fin a la
indivisión.
Este artÝculo, por eso, contradice al anterior que exige unanimidad para los actos
de disposici¾n. Poner fin a la indivisi¾n, pidiendo la partici¾n, es ocurrir a un acto de
disposici¾n.
Jurisprudencia
1.- "Es opuesto al orden p·blico la indivisi¾n de bienes y a mÚrito de lo
dispuesto por los arts. 1094 y 1095 del (170) del c.c. se pretende el
perfeccionamiento de derecho de propiedad mediante el libre goce y libre
disposici¾n de Úl, seg·n los medios admitidos por ley" (G.J. N║ 1314, p.
87).
II. Cualquiera de los copropietarios tiene derecho a pedir que la venta se haga
en p·blica subasta, y asÝ se harß necesariamente cuando alguno de ellos sea
incapaz.
Si la cosa es divisible sin que ella pierde su uso ·til, como por ejemplo un fundo
susceptible de ser parcelado y por tanto, las parcelas, resultado de la divisi¾n, pueden ser
utilizados como aquel, no hay problema y la regla del art. 169 funciona sin mayores
complicaciones. Pero si la cosa es indivisible (art. 170), de lo anteriormente dicho se puede
deducir una regla: se entenderß indivisible una cosa, cuando resulta inservible por la
divisi¾n (como en el caso del art. 168), porque las partes resultado de la partici¾n no
pueden prestar la misma utilidad del todo u otra anßloga. Por ejemplo, un caballo, aunque
es susceptible de ser dividido materialmente, las partes del producto de la partici¾n no
pueden prestar el servicio del todo. La divisi¾n trae la destrucci¾n del todo en este caso,
como tambiÚn, v. gr., en los de una mßquina, una estatua, una obra artÝstica o una patente
de invenci¾n. Divididas resultarßn inservibles, porque sus partes no pueden ofrecer la
utilidad anßloga a la del todo.
Jurisprudencia
1.- "Es inaplicable el art. 1094 (170) del c.c. porque las acciones en la casa,
emergentes de la partici¾n legalmente practicada por el padre testador, que
no ha sido contradicha por los herederos ni anulada, no son de propiedad
com·n" (G.J. N║ 559, p. 7).
5.- "Esta ley s¾lo se refiere a los bienes inmuebles "(G.J. N║ 819, p. 37).
6.- "Para que el art. 1094 (170) del c.c. tenga aplicaci¾n es menester que la
cosa perteneciente a muchos no admita c¾moda divisi¾n, extremo que, en
la especie, no se ha justificado para fundar la necesidad y utilidad de la
venta de la finca poseÝda proindiviso por los menores" (G.J. N║ 825, p.
24).
8.- "La cosa que pertenece a muchos, se vende en p·blica subasta para distribuir
su precio entre los interesados, cuando no admite c¾moda divisi¾n" (G.J.
N║ 1284, p. 113).
11.- "La venta de bien com·n, mediante subasta, s¾lo puede demandarse
conforme al art. 1094 (170) del c.c., cuando no admite c¾moda divisi¾n"
(G.J. N║ 1355, p. 21).
12.- "El art. 1094 (170) del c.c. autoriza la venta judicial del bien que no admite
c¾moda divisi¾n entre sus cond¾minos" (G.J. N║ 1362, p. 59).
13.- "El art. 1094 (170) del c.c. previene que ha de procederse a la venta en
p·blica subasta de aquellos bienes inmuebles que no admiten c¾moda
divisi¾n para asignar a los interesados iguales porciones en especie y
cantidad" (G.J. N║ 1565, p. 147).
14.- "Al disponerse la divisi¾n del inmueble en la forma que establece la
sentencia, no se ha quebrantado el art. 1094 (170) del c.c., porque esta
disposici¾n relativa a la venta de bienes comunales, tiene aplicaci¾n
cuando una cosa perteneciente a muchos no admite c¾moda divisi¾n, mßs
no cuando la cosa resulta divisible, como ocurre en la especie" (G.J. N║
1588, p. 141).
16.- "No cabe considerar la alternativa que faculta el art. 1094 (170) del c.c.,
relativa a la venta en p·blica subasta por inc¾moda divisi¾n, cuando ella no
ha sido comprendida en la demanda" (Lab. Jud. 1979, p. 128).
18.- VÚase los casos Nos. 1 y 2 del art. 167; 7 del art. 485 y 11 del art. 1545.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
SECCIÓN II
ART. 173.- (Presunción de medianería del muro divisorio). El muro que separa
edificios se presume medianero en toda su altura o hasta la parte en que uno de los
edificios comience a ser más elevado, e igualmente el que divide patios, jardines, huertos y
aún recintos en los campos.
Si bien porque sirven de medio de separación común, los muros, fosos, árboles,
setos, se convierten en materia de propiedad común, de naturaleza coactiva, entre los
propietarios de inmuebles colindantes, esta figura se diferencia de la copropiedad en
sentido estricto y participa de la naturaleza de las relaciones de vecindad (Messineo).
1.- "La presunción legal determinada en este art. 390 (173) ha sido declarada
destruída, en el concepto de haberse producido de contrario un título
bastante y en el de existir señales opuestas a esa presunción" (G.J. Nº 448,
p. 764).
2.- "No habiéndose justificado que haya título o señales que acrediten que la
pared de que se trata es de la propiedad exclusiva de la demandante, subsiste
la presunción legal de que es medianera conforme al indicado art. 390 (173)
del c.c." (G.J. Nº 865, p. 44).
3.- "No cabe reclamar derechos de medianería cuando las pruebas aportadas
acreditan el derecho propio del actor sobre la integridad de la pared
divisoria que separa la heredad vecinal del demandado, quien hizo ya,
además, igual reconocimiento mediante declaración oficial prestada en
documento privado judicialmente autenticado" (G.J. Nº 1358, p. 23).
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.-" El art. 397 (175) del c.c. faculta a todo propietario cuyo fundo colinda con
una pared divisoria, hacerla medianera en parte o en el todo, pagando al
dueño de ella la mitad de su valor y al declararse (así) no se ha infringido la
ley cuya violación se acusa" (G.J. Nº 886, p. 86).
2.- "El art. 397 (175) del c.c. faculta para que un propietario cuya propiedad
colinda con una pared, la haga medianera con las formalidades que detalla
dicho art." (G.J. Nº 1253, p. 18).
3.- "El vecino que quiera hacer suya la medianería, debe proceder conforme
determina el art. 396 (175) del c.c." (G.J. Nº 1320, p. 28).
II. No puede hacer huecos o perforaciones ni ejecutar otras obras que comprometan la
estabilidad del muro medianero.
II. Si el muro no es apto para soportar la elevación, el que quiere hacer la obra está
obligado a reconstruirlo o reforzarlo a su costa, y el mayor espesor del muro debe asentarse
sobre su propio suelo.
Jurisprudencia
1.- "Habiendo oposición a que se eleve a mayor altura la pared que separa las
casas limítrofes y sin oponer otro derecho perjudicado con la nueva
construcción, al autorizarla la sentencia estableciendo las condiciones para
que la nueva construcción no perjudique la casa vecina, se ha hecho debida
aplicación del art. 394 (177) del c.c" (G.J. Nº 786, p. 42).
2.- "Que el actor ha hecho elevar la pared sin que se acredite que hubiera
causado perjuicio alguno; que, en este sentido, al mandarse su demolición,
debiendo haberse limitado a ordenar que se tomen las precauciones
convenientes para que no haya perjuicio, se ha transgredido dicho art. 394
(177)" (G.J. Nº 870, p. 45).
II. Todo copropietario puede eximirse de esta obligación haciendo abandono o renuncia
de su derecho, siempre que el muro no sostenga un edificio que le pertenece.
Jurisprudencia
1.- "No importa mejorar (o reparar) la pared medianera, cuando uno de los
convecinos pretende construir una pared entre su propiedad y la del
colindante que, en la especie, resulta más bien proyectada dentro de la casa
del vecino" (G.J. Nº 1251, p. 61).
II. Si uno de los propietarios se sirve del foso para el riego de sus tierras o los sedimentos
y expurgos se arrojan sólo al lado de su fundo, se presume que el foso le pertenece
exclusivamente.
ART. 181.- (Medianería de setos vivos y cercas). El seto vivo y la cerca entre dos
fundos se presumen medianeros, a no ser que cierren sólo uno de los fundos o haya otro
signo contra la presunción.
SECCIÓN III
DE LA PROPIEDAD HORIZONTAL
No es materia tan nueva como puede suponerse. Los Códigos Francés y belga (arts.
664 que se limitaron a regular, en ausencia de convenciones, la carga de las construcciones
y de las reparaciones de las diversas partes del inmueble: Mazeaud), y todos los que se
inspiraron en el primero, contienen disposiciones muy limitadas sobre la propiedad
horizontal (propiedad de las casas divididas por pisos), conceptuándola una servidumbre
negativa de indivisión forzosa, considerada recíproca porque existe, a la vez, en provecho y
a cargo de todos los propietarios, sobre las partes comunes (Planiol y Ripert).
El Código español de 1889, es uno de los primeros que legisla con algún mayor
detenimiento incluyéndola dentro de la doctrina de la comunidad o copropiedad como caso
especial de propiedad y no como limitación de esta, o forma de servidumbre. Rechaza el
concepto de servidumbre porque el dueño de un piso o de un departamento, dentro del
régimen de la propiedad horizontal, se sirve de éstos a título de propietario, no ex jure
servitutis. El propietario de un piso o departamento, utiliza el portal, la escalera, el
ascensor, los muros maestros, los tejados o las terrazas, el sótano, los pasillos, y todas las
cosas comunes, por su calidad de tal, porque son suyas en unión con los demás
copropietarios, no en concepto de servidumbre que supone cosa ajena (Scaevola).
Este derecho importa una especie de comunidad sobre cosas que pueden ser útiles a
todos las propietarios. Se diferencia esencialmente de la servidumbre, porque ésta se
establece sobre la heredad de un propietario para el uso de otra heredad. En este caso se
trata del derecho de cada uno de los propietarios, que afecta a cada parte y a la totalidad
del objeto común (Rogron, cit. por Scaevola).
Todas las partes comunes, pertenecen por indiviso a los propietarios sin que quepa
otro medio de dominio. La división del condominio supone la separación material sin
menoscabo de la cosa, como de v. gr., las diversas porciones de un terreno loteado. Un
edificio en propiedad horizontal no se puede dividir sin alterar su esencia, sin destruirlo,
como no se puede (dice Scaevola citando "al más irónico de los jurisconsultos romanos:
Trebacio"), dividir una nave sin dividirla de veras.
Según explica Messineo el art. 1117 del c.c. italiano, fuente del art. 187 de la
Sección en examen, en el condominio de las parte comunes debe tenerse en cuenta que tal
condominio sólo existe en cuanto a algunos aspectos, cual se ve en las tres diversas
relaciones de verdadera y propia copropiedad -en tanto no exista título en contrario- que
sólo ejemplificativamente señala dicho art. 187: a) las partes del edificio que son necesarias
para el uso común (inc. 1); b) los servicios en común (inc. 2), y c) las obras e instalaciones
de uso y goce común (inc. 3) y arts. 185 y 186).
ART. 186.- (Uso del piso o compartimiento). Cada propietario usará de su piso o
compartimiento conforme al destino que el reglamento respectivo asigne al edificio, y no
podrá cederlo gratuita u onerosamente para un fin distinto.
ART. 187.- (Partes comunes). Son objeto de propiedad común de los propietarios si
no resulta lo contrario del título:
3) Las obras e instalaciones que sirvan para el uso y goce común, como
ascensores, acueductos, plantas para agua, gas, calefacción, energía
eléctrica, y otras similares, hasta el punto de separación de las plantas
respecto a los espacios que correspondan exclusivamente a los propietarios
singulares.
Solum partem esse aedium (el sueldo es parte de los edificios: Digesto, Lib. VI, t.I,
ley 49; cit. Scaevola).
II. Cada copropietario puede usar las partes comunes conforme a su destino pero sin
perjudicar el derecho de los demás.
II. Ningún propietario puede realizar en su piso o compartimiento innovación alguna que
ponga en peligro la seguridad del edificio, altere su arquitectura o afecte los servicios
comunes.
ART. 190.- (Indivisión forzosa). Son de indivisión forzosa las partes comunes del
edificio.
II. Si se trata de cosas destinadas a servir en medida diversa, los gastos se reparten en
proporción al uso que cada copropietario pueda hacer ellas.
II. En caso de perecimiento de una parte menor, cada propietario debe contribuir a la
reconstrucción de las partes comunes en proporción a su derecho.
III. La indemnización pagada por el seguro en relación a las partes comunes debe
aplicarse a la reconstrucción de ellas.
III. Las normas del reglamento no pueden disminuir los derechos que los copropietarios
tengan como consecuencia de la adquisición, ni pueden derogar las disposiciones de los
artículos 188 - III, 189, 190, 192, 195, 196 - II y 197.
II. El administrador puede ser demandado en juicio por cualquier hecho concerniente a
las partes comunes del edificio.
II. Los acuerdos de la asamblea deben ser adoptados por el número de votos que
represente al menos los dos tercios del valor que tenga el edificio, y obligan a los que
disienten.
Jurisprudencia
CAPITULO V
SECCIÓN I
Este capítulo es, en realidad, una reglamentación detallada de los alcances del art.
111, relativo a la extensión del derecho del propietario en la propiedad territorial.
Quien como dueño disfruta una heredad, puede hacer de su superficie, del subsuelo
y del espacio aéreo correspondiente, en la altura susceptible de ocupación, todo lo que esta
permitido hacer de la propiedad; consiguientemente, puede efectuar las concesiones que
regula este capítulo.
Id, quod nostrum est, sine facto nostro ad allium transferri non potest (lo que es
nuestro no se puede transferir a otros sin nuestro hecho; Digesto, Lib. 50, t. 17, regla 11),
que las leyes de Partida (7ª t. 34, regla 13, citas de Scaevola) expresan así: la cosa que es
nuestra non puede passar a otri sin nuestra palabra, o nuestro fecho.
SECCIÓN II
DE LA SUPERFICIE
Nótese, por ejemplo, el prf. II del art. 206 sobre el contenido del derecho de
superficie.
Jurisprudencia
II. Las normas del derecho de superficie serán aplicadas al derecho de propiedad en todo
cuanto no se oponga a su naturaleza.
DE LA PROPIEDAD AGRARIA
Ni que decir del revuelo que la proposición produjo en su tiempo, que previó el
propia anteproyectista y cuyo comentario anticipado sobre ello merece transcribirse
literalmente:
"Descuento que este concepto, así como los artículos inmediatos, serán tenidos
como revolucionarios, olvidándose de que sus antecedentes están en doctrinas
católicas bien conocidas, y en las teorías georgistas, que de revolucionarias no
tienen nada. Muy al contrario, pienso que la honda evolución que propongo, tiene
un gran sentido conservador. Todo depende de lo que entendamos por conservador.
La gente tiene de ello una idea equivocada. Cree que lo conservador es que en cada
nación haya unas docenas de hombres riquísimos y unos millones de seres
hambrientos. En mi sentir, lo conservador es todo lo contrario: que haya unos
millones de seres satisfechos de la vida, aunque unas cuantas docenas vivan
irritadas por no poder ser tan poderosos como quisieran".
Resuelto que la tierra no podrá ser objeto de propiedad privada (según el transcrito
art. 355 del Anteproyecto), con una definición clara y libre de los embozos que
caracterizan las declaraciones de la ley de reforma agraria (examínese combinadamente los
arts. 1º, 2º y 5º de ésta, por ejemplo), el anteproyectista propone que la explotación de la
tierra sea objeto de concesiones periódicas a los particulares que quieran trabajar o hacer
trabajar la tierra (el hacer trabajar no supone el lucrarse sin trabajar dándola en
arrendamiento v. gr., sino invirtiendo capitales fruto del trabajo del inversor). La
periodicidad importa el lapso de la vida del adjudicatario y la de sus hijos y a su conclusión
se hace una nueva adjudicación a quien ofrezca mejores condiciones de productividad,
prefiriendo a los adjudicatarios o sus causahabientes que cumplen el período, concurriendo
igualdad de condiciones propuestas. No es necesario ponderar que el régimen de dominio
originario del Estado y el régimen de explotación, mediante concesiones periódicas y
condicionadas, implican una cabal función de consecuencia lógica, análogamente a lo que
ocurre con las concesiones mineras.
"Los campos y todo el suelo... deberían ser propiedad pública, es decir la propiedad
de quien representa el derecho de la comunidad, y que él los arriende con una renta
anual a los ciudadano..." (it. de W. Durant: La Edad de Luis XIV).
Desde luego, la solución arbitrada con la reforma agraria de 1953, está lejos de ser
la más indicada para resolver cuestión de tanta trascendencia. Sus efectos negativos están a
la vista particularmente en el fantasma del minifundio que se presenta como problema más
grave aún que el que determinó la reforma. Es que se olvidó al acometer la empresa, sin
otro objetivo real en mira que el aprovechamiento político del campesinado -objeto que se
mantienen vigente sin ninguna variación- que la reforma agraria no supone un simple
reparto de tierras ni un sistemático desmonte del sistema latifundista. No era suficiente un
decreto reordenador, sino una lenta preparación técnica personal, según advierte, con
innegable buen criterio, Hernández Sánchez - Barba, en un medular estudio sobre los
problemas iberoamericanos (Espasa- Calpe: Historia Universal, tomo XI).
Jurisprudencia
1.- "Si se tiene en cuenta que de conformidad a los arts. 175 y 176 de la Const.,
son los organismos de Reforma Agraria los encargados de la dotación de las
tierras a quienes solicitan y cumplen con los requisitos preestablecidos, la
ocupación por la mencionada colonia (autorizada por el Instituto de
Colonización), en los terrenos de propiedad de la demandante resulta ilegal
y restrictiva de los derechos propietarios garantizados por la Constitución y
las leyes" (G.J. Nº 1565, p. 105).
2.- "El D.S. 3464 de 2 de Agosto de 1953, con fuerza de ley por disposición de
la de 19 de Octubre e 1956, se refiere a las tierras fuera del radio urbano de
las poblaciones, que pertenecen al dominio patrimonial del Estado y que en
determinadas condiciones pueden y deben revertir y según el D.S. 3819 de
27 de Agosto de 1954, con fuerza de ley de la misma anteriormente citada y
que es referente a la reforma urbana, la ley fundamental de la reforma
agraria alcanza a las propiedades ubicadas en la parte suburbana de las
ciudades y no a las que se encuentran dentro del radio urbano" (G.J. Nº
1612, p. 75).
3.- "Según los arts. 165 y 166 de la Const., el trabajo es la fuente fundamental
para la adquisición y la conservación de la propiedad agraria y corresponde
al Estado, por ser el titular del dominio originario de las tierras, disponer su
distribución, reagrupamiento y redistribución de las mismas cuando con
ellas no se cumple una función social" (G.J. Nº 1619, p. 16).
II. Los otros modos de adquirir dicha propiedad son los previstos en este Código, en
cuanto sean compatibles con su naturaleza específica.
En ese proceso, se destacan como datos ilustrativos después de los decretos del
Libertador, suprimiendo la servidumbre a que los campesinos estaban sometidos, las leyes
de 31 de julio de 1871 que repone la propiedad de las tierras de origen y de comunidades;
la de 5 de octubre de 1874 sobre ex-vinculación de las tierras de comunidad, modificada en
parte por la de 1º de octubre de 1880 y el Decreto de 1º de Diciembre de 1880 sobre revista
de tierras.
Jurisprudencia
1.- "Se hace la dotación agraria, para que la persona beneficiaria se dedique a
las labores agrícolas, de manera que la tierra cumpla una función social y el
beneficiario participe activamente en el proceso de producción" (Lab. Jud.
1981, p. 154).
2.- Véase los casos Nº 3 del art. 210 y 1 del art. 212.
Jurisprudencia
"Probado que el recurrente, abandonó los terrenos consolidados en su favor, por
cuya razón no cumplía con éstos, como era su deber, una función social,
correspondía disponer, como se hizo, su reversión al dominio del Estado por
imperio de las leyes pertinentes" (G.J. Nº 1619, p. 16).
Jurisprudencia
1.- "Las prioridades alegadas por la actora sobre los predios cuestionados,
deben hacerse valer ante la jurisdicción agraria, de acuerdo al D.S. 3471
convertido en Ley por la de 29 de Oct. de 1956, toda vez que la justicia
ordinaria no puede intervenir en los actos de aquélla jurisdicción a tenor de
lo dispuesto por los arts. 175 y 176 de la Const." (G.J. Nº 1585, p. 79).
3.- "El art. 176 de la Const. dispone que no corresponde a la justicia ordinaria
revisar, modificar ni anular las decisiones de la justicia agraria, disposición
que ha de aplicarse con la preferencia que determina el art. 228 de la misma
Const." (G.J. Nº 1602, p. 62).
4.- "De acuerdo a los arts. 162 y 164 del D.L. 3464 de 2 de Agosto de 1953,
con fuerza de ley por disposición de la de 29 de Octubre de 1956,
corresponde a la Presidencia de la República resolver en definitiva y con
potestad propia, las cuestiones emergentes de la aplicación de los decretos y
demás disposiciones legales relativas a materia agraria" (Lab. Jud. 1979, p.
60).
CAPITULO I
DEL USUFRUCTO
SECCIÓN I
DISPOSICIONES GENERALES
II. Puede adquirirse por usucapión en las condiciones determinadas para la propiedad.
e) La temporalidad de la duración.
f) La intransmisibilidad a los herederos.
El Código no da una definición. El art. 319 del Cgo. Abrg. define el usufructo como
derecho de gozar de una cosa ajena, como el propietario mismo, pero con la obligación de
conservar la sustancia.
Mazeaud propone una definición que pone de relieve los caracteres esenciales del
usufructo: derecho real, vitalicio como máximo, que confiere a su titular el uso y el goce de
una cosa que pertenece a otro o el de un derecho cuyo titular es otra persona y es
susceptible de posesión.
La etimología de la palabra usufructus abarca dos elementos del derecho de
propiedad: usar de la cosa y percibir sus frutos. Por eso, los romanos la definían: jus alienis
rebus utendi fruendi salva rerum substantia.
El contrato, como fuente del usufructo, puede construirlo por vía de enajenación y
por vía de retención. En el primer caso, se crea directamente el usufructo en provecho de
una persona que antes no tenía el goce de la cosa. En el segundo, se trasmite la nuda
propiedad reservándose el goce de la cosa. La constitución directa puede también hacerse
mediante donación, permuta y en la partición (Planiol y Ripert).
Por usucapión se adquieren el dominio y demás derechos reales y, por tanto, está
incluido el usufructo de esta última noción.
Jurisprudencia
1.- "El usufructo establecido en (favor) del vendedor, no enerva en la especie la
lesión enorme acreditada, porque se ha probado en el proceso que no se le
otorgó el beneficio (indicado)" (G.J. Nº 1252, p. 48).
II. El usufructo constituido en favor de una persona colectiva no puede durar más de
treinta años.
"Ususfructus sine persona constitui non potest" = (El usufructo no puede ser
constituido sin la persona). Hermogeniano. Digesto, ley 61, tít. 1, Lib. 41.
"Ususfructus sine persona esse non potest" = (El usufructo no puede existir sin la
persona). Paulo. Digesto, ley 26, tít. 3, Lib. 45.
Jurisprudencia
1.- "La reserva de usufructo, para el caso de hacerse donación de todos los
bienes, no puede ser reclamada sino por el donante, a cuyo fallecimiento
caduca este derecho (usufructo)" (G.J. Nº 522, p. 16).
4.- "La escritura constituyó usufructo sobre la finca a favor de los... y de la...
que perciben los frutos simultáneamente... debiendo reasumir el nudo
propietario del dominio útil al fallecimiento del último sobreviviente" (G.J.
Nº 689, p. 26).
6.- "El derecho de usufructo vitalicio otorgado sobre una fracción del inmueble
embargado no puede impedir la venta de éste en pública subasta, porque a
cualquier dominio que pase (el inmueble) se sobreentiende que ha de ser
con la merituada limitación (usufructo)" (G.J. Nº 983, p. 26).
ART. 218.- (Objeto del usufructo). El usufructo puede ser establecido sobre toda
clase de bienes muebles e inmuebles.
Cuando se dice que recae sobre toda clase de muebles e inmuebles, no se limita su
constitución a las cosas corpóreas. Puede recaer sobre las incorporales también, porque
tanto aquellos como éstas rinden beneficios y pueden ser objeto de relaciones jurídicas.
Así, un capital, un canon, los derechos de autor, etc., pueden ser objeto de usufructo. No
hay, como en el derecho de propiedad, más limitaciones que la de estar fuera del comercio
humano, para hacer recaer sobre una cosa el derecho real de usufructo. Sin embargo
algunas legislaciones (España, art. 469), excluyen los derechos personalísimos o
intransmisibles, como las pensiones de viudedad y orfandad por causa de guerra, por
ejemplo.
Puede constituirse en todo o en parte de los frutos de una cosa, a favor de una o
varias personas individuales, simultánea o sucesivamente, desde o hasta cierta fecha,
puramente o bajo condición, por aplicación de los principios que rigen en general las
convenciones.
Jurisprudencia
Esta facultad engendra la posibilidad del embargo del usufructo, pues que
constituye un derecho importante para garantía de los acreedores, quienes inclusive pueden
pedir su remate, excepto el usufructo legado a título de pensión alimenticia declarada
inalienable por el testador (Planiol y Ripert).
ART. 220.- (Efectos). Los efectos del usufructo se rigen por el título constitutivo y,
no estando previstos en éste, por las disposiciones del capítulo presente.
Precd: 357 -
Conc: c.c. 216 - 247 - 248 -
Dicho está que el usufructo es un derecho que comprende dos elementos: el usus y
el frutus. Para recibir los frutos de la cosa hay que usarla. El respeto al "destino económico
de la cosa, está contenido en el aforismo citado supra: salva rerum substantia.
La Partida 3a. (t. 31, 1, 22), resume la noción de lo que debe entenderse como
comportamiento de un buen padre de familia, diciendo: "Guisada cosa es e derecha, que
cualquier a quien fuesse otorgado el usofruto de alguna casa, o de alguna heredad, o en
algunos ganados, que assi como quiera auer la pro en que le es otorgado este derecho, que
pune cuanto pudiere, de la aliñar e de la guardar, e de la enderecar bien e lealmente de
manera que si fuere casa que la repare, e la enderece que no caya, nin se empeore por su
culpa. E si fuere heredad, que la labre bien, e la aliñe. E si fuere viña, o huerta, que haga
esso mismo. E si se secaren algunas vides, o árboles, que planten otros en su lugar...".
El prg. III es una obligación del usufructuario, que los codificadores han colocado
entre los derechos que nacen del usufructo (derechos del usufructuario), arrancándolo del
art. italiano 1001, in fine, esto es, del art. 233 del Código.
Jurisprudencia
1.- "El usufructo dejado a ... en la casa, descansa sólo en las tres cuartas partes
de ella, puesto que en vida del testador se declaró en juicio que la otra cuarta
parte pertenecía en propiedad a... en cuyo concepto, los procedimientos
seguidos por éste para obtener su valor, no perjudican al usufructuario"(G.J.
Nº 769, p. 8).
2.- "Es inadmisible toda interpretación contraria al texto claro y explícito de los
arts. 319 y 358 (221 y 244, 3) del c.c., según los cuales el usufructo otorga
el derecho de gozar de las cosas cuya propiedad pertenece a otro con cargo
de conservar la sustancia de ellas y la venta de la cosa sujeta al usufructo no
altera el derecho del usufructuario si no ha renunciado formalmente" (G.J.
Nº 1357, p. 11).
El artículo no menciona los frutos industriales, que han sido mencionados en la nota
al art. 83. El carácter eminentemente industrial de la época, exige que se conceda
preferente importancia a éstos frutos, también llamados fabriles, que pueden estar
comprendidos en la regla del artículo sin inconveniente ninguno. Los productos fabriles
que no se hallen terminados al comenzar el usufructo pertenecerán el usufructuario, sin
obligación a abonar gasto alguno, y los que no se hallen terminados al extinguirse el
usufructo pertenecerán al propietario con la obligación señalada en el párrafo III) del
artículo.
II. Las mejoras de mero recreo o suntuarias no están sujetas a indemnización, pero el
usufructuario puede retirarlas restableciendo las cosas a su primitivo estado, a no ser que el
propietario prefiere retenerlas reembolsando el importe de los gastos.
Las mejoras que pueden introducirse en la cosa dada en usufructo, tienen que ser
útiles y, aunque no lo dice el artículo, no deben ser hechas en detrimento de la misma o
para alterar la sustancia de ella. Se comprende mejor la noción con el aforismo que dice: lo
útil es aquéllo que no se vicia o invalida por lo inútil.
El propietario también puede hacer mejoras, que no pueden ser indemnizadas por el
usufructuario, porque aquél las hace motu proprio, que el usufructo ni motiva ni hace
precisas. Están dirigidas a acrecentar la utilidad y el valor de la nuda propiedad.
Jurisprudencia
"El actor dio su casa a sus hijos, en simple usufructo y éstos a mérito de esa
posesión precaria hicieron reconstrucciones y obras nuevas en el inmueble para
gozar de ellas mientras dure el usufructo indemnizándose así del valor empleado
como lo establece el art. 336 (223), II)" (G.J. Nº 827, p. 39).
El monte o bosque tallar está compuesto de árboles de madera propia para las
construcciones. Los Códigos francés e italiano consignan reglas muy minuciosas respecto
de la especie de usufructo que encierra este artículo, sobre todo con el fin de salvaguardar
que las cortas o talas se hagan de manera que no perjudiquen a la conservación del bosque
y su periódico futuro aprovechamiento.
II. Los árboles frutales que perecen y los arrancados o tronchados por accidente
pertenecen al usufructuario.
III. En cualquier caso, el usufructuario debe reemplazar los árboles que han perecido.
Los árboles que perecen, que otras legislaciones también llaman pies muertos,
prestan al usufructuario la utilidad señalada en el párrafo II, pues puede aprovecharse de
ellos con la obligación de sustituirlos, se supone en igual cantidad y calidad.
En los usufructos que tienen por objeto un rebaño o una manada, el artículo se
refiere a los animales que perecen ordinariamente. No dice nada respecto de los
semovientes arrebatados o muertos por animales dañinos o rapaces, extremo que tiene
relación con el caso fortuito. Algunas legislaciones equiparan el caso al contemplado por al
artículo.
El usufructuario tiene que reponer los animales que mueran o que él dispone con
los que van naciendo, aprovechándose del excedente que resulte. Esta obligación, según la
regla, sólo se cumple reemplazando las cabezas desaparecidas con crías procedentes del
mismo usufructo. Ahora bien, si éstas no existen, porque el ganado es estéril (caso
contemplado en otras legislaciones) o por causas ajenas a la diligente atención del
usufructuario, éste no esta sujeto a la obligación de reposición. El artículo limita la
obligación de reponer las cabezas dispuestas o muertas con las crías del rebaño en
usufructo.
Tampoco dice nada el artículo sobre la desaparición total del ganado en que se
constituyere el usufructo, sin culpa del usufructuario y por efecto de un caso fortuito
(siniestro, epidemia, etc.).
Este artículo plantea lo que ("con propiedad de dicción algún tanto discutible", dice
Scaevola), se denomina cuasi-usufructo desde los romanos que lo instituyeron recién en
tiempos del Imperio, como remedio a los inconvenientes que resultaba del usufructo de la
universalidad de bienes en que habían cosas consumibles.
Por eso, siguiendo la definición del c.c. francés (art. 587). Capitant, da esta noción:
expresión doctrinal usada para designar el usufructo de cosas que se consumen con el
primer uso y que, por esta razón, confiere al usufructuario el derecho de consumirlas o
enajenarlas, con cargo de devolver al final del usufructo igual cantidad de ellas, de la
misma especie y valor, a su justo precio.
Corresponde destacar, en este punto, el acierto de los traductores del c.c. de 1831,
que omitieron adoptar el art. 587 del c.c. francés, relativo al usufructo de bienes
consumibles, cuya anomalía es el resultado, dice Messineo, de un compromiso entre la
exigencia de dejar a salvo el destino económico de la cosa (art. 221, I) y la exigencia de su
consumición necesaria para poder gozar de la cosa objeto del usufructo (art. 229).
II. Al final del usufructo se abona la diferencia que exista entre el valor actual y el que se
estableció por inventario.
SECCIÓN III
II. Debe levantar un inventario de los bienes sujetos al usufructo, con descripción de su
estado, previa citación del propietario, y otorgar una garantía suficiente, a menos que se
halle dispensado de darla por el título constitutivo. El vendedor y donante que se reservan
el usufructo están dispensados de otorgar la garantía; pero si uno u otro ceden su derecho,
debe darla el cesionario.
El propietario que no obtuviese las fianzas que exige la ley, puede resistir la entrega
de la cosa o negarse a dar la tenencia de la misma.
Jurisprudencia
Es obligación del usufructuario cuidar de las cosas que recibe en usufructo como un
pater familias (art. 221, III). El artículo es consecuencia lógica de ese principio. Justo es,
entonces, que esté obligado a erogar gastos necesarios para la conservación o
mantenimiento que el uso de laso exige en su propio interés. Si su negligencia o descuido
convierte las reparaciones ordinarias de conservación, en daños que requieran reparaciones
extraordinarias, éstas se harán a su cargo como indemnización del daño que ha ocasionado
su negligencia.
II. Reparaciones extraordinarias son las necesarias para asegurar la estabilidad de las
paredes principales y las bóvedas, sustituir las vigas, renovar en todo o en una parte
importante los techos, pisos, escaleras, acueductos, paredes de sostén, así como reponer
defensivos, diques y estribos.
Jurisprudencia
"Entre las obligaciones del usufructuario, conforme a los arts. 343 y 344 (235-236)
del c.c., sólo se encuentra la de atender a las reparaciones menores, más no a las
mayores que son de cargo del (nudo propietario)" (G.J. Nº 551, p. 11).
ART. 237.- (Ruina parcial). Son aplicables las disposiciones anteriores cuando por
vetustez o caso fortuito se arruina parcialmente un edificio que sea parte accesoria
necesaria del fundo sujeto al usufructo.
II. Respecto al año de comienzo y fin del usufructo, los impuestos y cargas se reparte
entre el propietario y el usufructuario proporcionalmente a la duración de sus respectivos
derechos.
Bien entendido todo que la disposición se refiere a las contribuciones y cargas que
se impongan sobre los frutos, o sobre la renta según expresión del artículo, porque los que
gravan el capital de dichos frutos o dicha renta supone son cargo de su dueño, esto es, del
propietario.
II. Si el usufructuario anticipa su pago, tiene derecho a ser reembolsado del capital al
concluir el usufructo.
Hay duda sobre a quién corresponde al gravamen que supone el servicio de una
servidumbre. Parece que lo indicado es que las cargas que pueden derivar de una
servidumbre impuesta al fundo usufructuado, mientras dure el usufructo, sean cubiertas por
el usufructuario, porque nadie más que éste durante su disfrute puede hacer la prestación de
los gastos que implique la servidumbre.
II. Sin embargo, el usufructuario puede impedir la venta adelantado la suma necesaria,
que se le debe reembolsar sin interés al terminar el usufructo.
La venta de bienes que autoriza el párrafo primero del artículo, implica una
disminución en el capital usufructuario equivalente a la suma sin redituar, que el
usufructuario debe anticipar si no quiere exponerse a que el dueño ejercite su derecho en
tal forma.
V. la anot. al art. 1404 sobre el derecho de retención, que este art. reconoce al
usufructuario y sus causahabientes, hasta que sean reintegrados por los desembolsos
señalados en él.
ART. 242.- (Denuncia). Si durante el usufructo un tercero comete algún acto que
lesiones los derechos del propietario, el usufructuario queda obligado a denunciar dicho
acto, y responde, si no lo hace, por los daños que con su omisión le ocasione.
Fte: Cgo. it. 1012 -
Precd: c.c. abrg. 351 -
Conc: c.c. 849 - 1461 - 1462 -
La obligación impuesta por este artículo al usufructuario, tiene relación sólo con las
lesiones o intentos de quebrantar los derechos de propiedad, que por no ejercitarlos
directamente tan de cerca y en su integridad el dueño, no puede saber tan bien como el
usufructuario si esos derechos son puestos en discusión o llegan a ser violados.
ART. 243.- (Gastos y costas de litigio). El usufructuario soporta los gastos y costas
de litigio que se refieren al usufructo.
El caso 2) es consecuencia lógica del precepto del art. 1492: los derechos se
extinguen cuando su titular no los ejerce durante el tiempo que la ley establece.
El caso 3) es uno de confusión (art. 376), pero que los romanos llamaban en el
usufructo consolidatio, según el principio si fructuarius propietatem rei adquisierit, quae
res consolidatio apellatur (Paulo, cit. por Planiol y Ripert). Una redacción apropiada debía
simplemente decir "por consolidación" o "por consolidación de la nuda propiedad en la
persona del usufructuario" si se quería más explicitud.
El caso 6) tiende a asegurar la vigencia del principio salva rerum substancia que
caracteriza esta institución. Permitir el uso abusivo del usufructuario hasta dejar perecer la
cosa, supondría burlar ese principio y su finalidad.
Jurisprudencia
1.- "El escrito presentado solicitando la posesión de los bienes, aleja toda
presunción de renuncia" (G.J. Nº 598, p. 5).
2.- "El usufructo concluye por cualquier de los medios establecidos en el art.
354 (244) del c.c." (G.J. Nº 665, p. 6).
3.- "El usufructo concluye por el abuso del usufructuario previo fallo de los
tribunales de Justicia" (G.J. Nº 665, p. 6).
II. Pero si el usufructo se encuentra establecido solamente sobre un edifico que llega a
destruirse, el usufructuario no tiene derecho al suelo ni a los materiales, ni al edificio que el
propietario reconstruya a su costa.
CAPITULO II
ART. 250.- (Uso). El usuario puede servirse de la cosa y percibir sus frutos en la
medida necesaria para satisfacer sus necesidades y las de su familia. Se tendrá en cuenta la
condición del usuario.
ART. 253.- (Obligaciones). Si el titular percibe todos los frutos u ocupa toda la
casa, queda obligado a las reparaciones y gastos ordinarios y al pago de los impuestos y
cargas, lo mismo que el usufructuario; en caso diverso contribuye en proporción a los
frutos que percibe o al compartimiento que ocupa.
Puede decirse que este es el único artículo, dentro del capítulo a que pertenece, que
regula las obligaciones del usuario y del que tiene a su favor un derecho de habitación y
cuya doctrina se puede condensar diciendo, que si dichas personas consumieren todos los
frutos de la cosa ajena o habitaren toda la casa o aprovechamientos bastantes para cubrir
los gastos y cargas, tendrán las mismas obligaciones que el usufructuario respecto de los
reparos ordinarios de conservación, pago de contribuciones y gastos de cultivo (Scaevola).
Esas reglas compatibles, están expresamente indicadas en el Cgo. abrg. Así, los
derechos de uso y habitación se establecen y se pierden de la misma manera que el
usufructo (art. 362), aunque debe señalarse la excepción de que el uso jamás se establece
por ministerio de la ley. Debe darse fianza previa y hacer estados e inventarios para poder
gozar de éstos derechos (art. 363). Estos deben aprovecharse con la diligencia de un buen
padre de familia (art. 364). La extensión de los derechos que supone se reglan por el título
constitutivo (art. 365) y en su defecto según el capítulo a que pertenece este artículo (art.
366).
Finalmente, corresponde destacar que el uso y la habitación son, como el usufructo,
derechos reales. Las facultades derivadas de unos y otros son parcialmente similares. Por
eso el precepto habla de las reglas del usufructo como aplicables a éstos derechos en
cuanto sean compatibles. En cuanto a lo fundamental la similitud consiste, a lo menos
respecto del uso, en la percepción de frutos, y tocante a la habitación, es también una
percepción de frutos si se considera que el que goza de ella, se evita el pago de los
alquileres correspondientes, concepto comprendido dentro de los frutos civiles.
TITULO V
DE LAS SERVIDUMBRES
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Es viejo axioma que "La servidumbre nunca puede consistir en hacer algo"
(servitus in faciendo consistere nequit), cuyo concepto deriva del primer principio general
glosado para este art., al cual se le ha dado en su formulación una versión tergiversada del
art. 1027 del c.c. italiano, que se supone en su fuente. En efecto, dicho art. del Cgo. modelo
dice:
Noción análoga expresa el c.c. francés (art. 637), modelo del c.c. abrg. cuando dice:
"es una carga impuesta sobre una heredad para el uso y provecho de otra, perteneciente a
distinto propietario", y que también es similar a la del c.c. abrg. (art. 372) que considera la
servidumbre "derecho y uso que uno tiene en los edificios o heredades ajenas, para servirse
de ellas, en utilidad de las suyas", definición tomada por el c.c. abrg. de las Partidas (3ra.,
tít. 31, ley 1), para las cuales, es servidumbre "el derecho o uso que ome ha en los edificios
o en las heredades ajenas para servirse de ellas a pro de las suyas".
Para el Código alemán: la servidumbre predial sólo puede consistir en una carga
que ofrezca una utilidad para el uso del predio dominante (art. 1019).
En la doctrina el criterio es uniformemente similar. Mazeaud da esta definición:
derecho real sobre ciertos usos de un predio (sirviente) establecido a favor de otro predio
(dominante). Messineo, por su parte, dice: no es concebible servidumbre sin destino de la
utilidad a favor del fundo dominante; el destino de la utilidad de un fundo a favor de una
persona como tal, da lugar a las figuras del usufructo inmobiliario, del uso inmobiliario y
de la habitación.
Dentro de ese criterio, el Cgo. abrg. (art. 416), permite a los propietarios establecer
servidumbres en favor de sus propiedades o contra ellas, pero con condición de que los
servicios establecidos no sean impuestos contra la persona, ni en favor de ella, sino
solamente para el fundo. Esto significa que la servidumbre esta unida indisolublemente al
derecho de propiedad sobre el predio dominante (Mazeaud).
Con la palabra peso, carga o gravamen se quiere expresar una idea de disminución,
de restricción del derecho de propiedad. El titular de éste, por virtud de la servidumbre,
debe tolerar que una persona haga de su fundo lo que en otro caso no podría hacer, o no
hacer lo que de no existir la servidumbre podría realizar (Scaevola)
Jurisprudencia
2.- "Probada la demanda con las evidencias que arroja el proceso y teniendo en
cuenta, además, la confesión que contiene la reconvención, cuya validez no
se cuestiona en el recurso, no se han infringido los arts. 372 y 427 (255 y
248) del c.c., al disponerse la restitución de las servidumbres cuyo
restablecimiento reclaman los actores" (G.J. Nº 1607, p. 28).
Precd: 377 -
Conc: c.c. 255 - 257 - 286 -
PRINCIPIO GENERAL
Según las causas de que provienen, las servidumbres, en primer lugar, se clasifican
o distinguen en: a) legales, las establecidas por la ley, b) voluntarias, las constituidas por
los actos del hombre (contrato, usucapión, destino del padre de familia).
Según su finalidad u objeto, otra división originaria del Derecho romano, las
distingue en positivas y negativas. Las primeras imponen al dueño del fundo sirviente, la
obligación de dejar hacer alguna cosa o de hacerla por sí mismo: servidumbre de paso,
acueducto, v. gr., las segundas que prohíben al dueño del predio sirviente hacer algo que
sería lícito sin la servidumbre: prohibición de construir o de cercar fundos para dejar
apacentar ganados, por ejemplo.
Jurisprudencia
2.- "El canal de desagüe objeto de este juicio, constituye una servidumbre
continua, según la clasificación establecida por el art. 374 (258) del c.c.
porque para su ejercicio no es necesario el hecho actual del hombre" (G.J.
Nº 697, p. 33).
Jurisprudencia
1.- "Las servidumbres se pueden establecer por la ley o por las convenciones"
(G.J. Nº 40, p. 363).
2.- "Las servidumbres no pueden constituirse sino por alguno de los medios
indicados por el art. 378 (259) del c.c." (G.J. Nº 449, p. 766).
3.- "Los arts. 378, 418 y 419 (259, 279, 277) señalan las fuentes de que se
derivan las servidumbres y las maneras de adquirirlas, y al haberse
establecido que no existe la servidumbre demandada por que el actor no
justificó que la adquirió por alguno de los indicados medios, no se infringió
estas leyes" (G.J. Nº 688, p. 37).
4.- "Según el art. 378 (259) del c.c. las servidumbres se derivan de las
obligaciones impuestas por la ley o de las convenciones de los particulares,
en ninguna de las cuales está comprendida la servidumbre de uso de zaguán
y puerta de calle y cuya reivindicación se demanda" (G.J. Nº 726, p. 27).
5.- "Por lo dispuesto en el art. 378 (259) del c.c. las servidumbres que no
derivan de las obligaciones dispuestas por la ley, pueden establecerse por
convenciones particulares; pero en este último caso se precisa la
concurrencia de los requisitos señalados por el art. 699 (452) del c.c." (G.J.
Nº 1188, p. 5).
CAPITULO II
Es principio de derecho que las sentencias no establecen servidumbres, sino que las
declaran, según establece la ley, 8º, tít. 5, Lib. 8 del Digesto (Scaevola): non debet per
sententiam servitus constitui, sed quae est, declarari.
El art. se refiere a las servidumbres establecidas por la ley que se impone -ya se ha
dicho- obligatoriamente sobre la voluntad de los hombres. Para el régimen abrogado (art.
379), es también forzosa la servidumbre llamada natural (Prácticamente la única
considerada tal era la de recepción de las aguas que naturalmente discurren de los fundos
superiores) y que muchos civilistas no la estiman propiamente servidumbre (Scaevola),
razón que abona que la materia haya sido ubicada en sección ajena a la de las servidumbres
(art. 156).
1.- "La ley, conforme prevé el art. 389 (260) del c.c., sujeta a los propietarios
colindantes a diversas obligaciones recíprocas independientes de toda
convención y entre ellas está el derecho de pasaje" (G.J. Nº 1298, p. 18).
DE LA SERVIDUMBRE DE PASO
II. El paso se concede por la parte más próxima a la vía pública, más corta y menos
perjudicial al fundo sirviente, pudiendo establecerse también mediante subterráneo
cuando resulte preferible en consideración al beneficio del fundo dominante y el
perjuicio del fundo sirviente. Esta misma disposición se aplica para obtener el uso
de pasos anteriormente existentes.
Aunque el artículo sólo se refiere a los fundos (fincas rústicas), en sus dos primeros
párrafos, se trata de una servidumbre común a los predios rústicos y urbanos, pues que
éstos, aunque demasiado imprecisamente, están mencionados en el párrafo III. Esta
conclusión deriva, además, de que no hay estipulación expresa en el Código, que excluya a
las construcciones y predios urbanos y por la razón de la necesidad de paso, fundamento de
esta servidumbre.
Jurisprudencia
2.- "En el terreno de la actora existe una senda por la cual se transita, no sólo
con objeto de sacar agua de los manantiales ubicados en la margen de esa
senda, sino también para entrar y salir a la calle, por no existir otras vías
utilizables, lo que no contradice la existencia de una servidumbre de pasaje"
(G.J. Nº 1256, p. 58).
3.- "Los arts. 262 y 264 del c.c., que reconocen y autorizan el derecho a obtener
paso por el fundo vecino -y con mayor razón cuando se trata de una
división- son preceptos de aplicación general por tratarse de un principio
universal inminente de derecho concordante con los principios
constitucionales relativos a la (función social de la) propiedad" (G.J. Nº
1607, p. 40).
4.- "La frase la venta comprende todos sus usos, costumbres y servidumbres,
inserta en la cláusula 3ra. de la citada escritura, no implica reconocimiento
de servidumbre de paso, la que debe acreditarse mediante título constituido
como disponen los arts. 374 y 418 (258 y 260) del c.c." (G.J. Nº 1614, p.
179).
5.- Véase los casos Nos. 17 del art. 108, 1 del art. 260, y único del art. 261.
II. Cuando en virtud del paso se deja sin cultivar una zona del fundo sirviente la
indemnización se determinará en una zona cultivada equivalente al valor del terreno
que se ocupe.
Jurisprudencia
DE LA SERVIDUMBRE DE ACUEDUCTO
I. El propietario de un fundo tiene derecho a conducir por los fundos vecinos el agua
que precise para usos agrarios o industriales.
Esta servidumbre no puede afectar las casas, patio, huertos, corrales y jardines y no
se la puede imponer sobre construcciones, jardines o huertos existentes al tiempo de
solicitarse su establecimiento (arts. 104 y 118 L. Ags.).
Jurisprudencia
1.- "Que el origen del acueducto (está) en la convención de las partes (por la
cual), además de las obligaciones que tiene por ley el señor del fundo
servido (dominante) está reatado a la indemnización de los males que pueda
causar la servidumbre en su establecimiento y en su uso" (G.J. Nº 40, p.
363).
Según el art. 105 de la L. Ags. esa conveniencia se determina por el rumbo que
permita un libre descenso de las aguas y que por la naturaleza del suelo no haga
excesivamente dispendiosa la obra. El rumbo más corto se tendrá en cuenta, también, si
resulta menos perjudicial al fundo sirviente y menos costoso al interesado.
Se aplican a este precepto en lo pertinente, las disposiciones de los arts. 109, 110 y
113 de la L. Ags.
II. Vencido el plazo, el titular de la servidumbre debe reintegrar las cosas a su estado
primitivo.
El art. 119 de L. Ags. tiene relación con este precepto y con la posibilidad de
establecer la servidumbre forzosa de acueducto dentro de otro acueducto.
II. Los solicitantes deben convenir previamente sobre los porcentajes con los que
contribuirán al pago de la indemnización y otros gastos así como sobre turnos.
El Código emplea tres artículos (259, 260, 274), para regular la constitución de las
servidumbres, cuando sobraba uno y podía utilizar el espacio de dos diversas reglas que
inexplicablemente omite.
Debe tenerse presente, además, lo dicho a propósito del art. 255: la libertad de
contratación y la libertad de disposición en este orden tienen restricciones importantes, que
están implícitas en los principios generales, aunque el Código las haya soslayado. Esos
principios que están recogidos en el Cgo. abrg. (art. 416), establecen: 1º) el respeto debido
a las reglas de orden público, que dominan todas las convenciones; 2º) la servidumbre no
puede ser impuesta a (contra) la persona ni en favor de la persona, sino solamente en el
desmembramiento de la propiedad: el propietario del fundo dominante tiene un derecho
real para utilizar en predio ajeno, como pasar por él, extrae agua, etc., y en el propietario de
la finca sirviente solamente está obligado a dejar disfrutar ese derecho, sin otra obligación
tendiente a ese fin (Planiol y Ripert). Luego no puede constituirse prestaciones personales
como servidumbres, según deja inferir el art. 255.
Es principio, admitido sin contradicción, que ningún condómino pude ser por sí
sólo imponer servidumbre sobre la cosa común: unus ex dominis communium aedium
servitutem imponere non potest (Digesto, Lib. 8, tít. 1, ley 2, cit. Scaevola).
Jurisprudencia
ART. 278.- (Destino del propietario). Cuando el propietario de dos fundos entre los
cuales aparece un signo aparente de servidumbre, enajena uno de ellos sin ninguna
disposición relativa a la servidumbre, ésta se entiende establecida activa o pasivamente en
favor o en contra del fundo enajenado.
La regla general relativa a éstos dos artículos, está dada en el art. 259, que dispone
que las servidumbres pueden tener entre otras causas un acto de voluntad de propietario. El
art. 277, expresa un excepción a esa regla general, excluyendo las servidumbres no
aparentes de esa facultad reconocida al propietario y el art. 278 supone una presunción
cuando el propietario no ha dejado constancia expresa en el título correspondiente.
Generalmente, ocurre que el propietario establece por las necesidades del uso o por
la costumbre, entre dos propiedades que le pertenecen o entre dos partes de una misma
heredad, un estado de hecho equivalente a una servidumbre en el caso de predios
perteneciente a propietarios distintos. Mientras los dos inmuebles (o las dos partes de uno),
pertenecen al mismo propietario no hay servidumbre, como se expresó en la anotación del
art. 255, al destacar uno de los elementos de la servidumbre con la regla nemini res sua
servit: coexistencia de dos propietarios distintos. Más, cuando llegan a separarse esas dos
propiedades o esas dos partes de una y a pertenecer a dos propietarios distintos, la
servidumbre nace sin título ni usucapión. La causa de su origen recibe el nombre de destino
del padre de familia o propietario.
Para que la regla del artículo tenga cumplida aplicación, debe la servidumbre
constituida así, reunir los siguientes elementos: 1º) que las dos propiedades actualmente
separadas (por enajenación o testamento), hayan pertenecido anteriormente al mismo
propietario; 2º) que ese propietario anterior, autor del estado actual de las propiedades, fue
quien creó el estado de hecho, del cual surge la servidumbre que antes no había existido;
3º) que el estado de hecho sea permanente, constitutivo de servidumbre, y 4º) que la
servidumbre así surgida sea aparente (Planiol y Ripert).
Jurisprudencia
"Que refiriéndose este art. 420 (278) del c.c. a uno de los modos de establecer la
servidumbre, por destino del padre de familia, es indistinto que se trate de dos
herederos diferentes, como dice el artículo o de una sola que llegue a fraccionarse,
y que de simple servicio pase a ser una servidumbre cuando las partes fraccionadas
resultan de dos dueños distintos" (G.J. Nº 1483, p. 12).
Cgo. abrg. (arts. 418 y 419), como casi todas las legislaciones, establece que la
usucapión ordinaria podía operarse en las servidumbres continuas y aparentes y para las
continuas no aparentes y las discontinuas aparentes o no aparentes, requiere la prescripción
extraordinaria o inmemorial.
Jurisprudencia
Cuando se dice que las servidumbre se regulan por su título constitutivo, se quiere
expresar que están sometidas a las estipulaciones contenidas en el acto jurídico (donación,
testamento, contrato, que son modos de adquirir según el art. 110).
Jurisprudencia
"Las servidumbres convencionales, que tienen por objeto, como toda servidumbre,
limitar el derecho de propiedad del dueño del fundo sirviente, deben establecer
mediante título público o privado celebrado con toda precisión y claridad, según el
art. 416 (280 del c.c." (G.J. Nº 1225, p. 61).
El artículo no indica las condiciones que debe reunir la posesión admitida aquí, en
defecto de título, como regla de extensión y ejercicio de la servidumbre (que en realidad
implica también el modo de adquirirla). Tampoco era necesario, porque para eso están las
reglas generales de la posesión (arts. 87 y s.), esto es, que el poseedor deberá acreditar
buena fe, justo título y demás requisitos para establecer servidumbre.
Esto es, según Messineo, tanto respecto de los que sea necesario para usar de la
servidumbre, como a su ejercicio, es referencia atendible la práctica del año anterior
tratándose de servidumbres ejercitadas a intervalo no mayor de un año y para los casos en
que ese intervalo es superior a un año, según la práctica del último goce.
Son múltiples los ejemplos que puede darse. Del derecho referente a la ejecución de
obras (que es accesorio a la servidumbre), se ocupa el art. siguiente. Dentro de este art.
282, puede señalarse como derechos accesorios:
- El del predio dominante, para mantener el curso natural de las aguas e impedir que
se lo estorbe o dificulte en el fundo sirviente.
- Las servidumbre del camino de sirga implica el derecho de impedir que se hagan
en él plantaciones, cercas, sanjas y otros estorbos de su uso; también el de cortar las ramas
de los árboles que dificultan el camino o la navegación (arts. 156 y 157 L.A.G.J.).
El precepto consagra una máxima del derecho natural: el que quiere el fin, quiere
los medios (Laurent, cit. por Scaevola). Sería absurdo impedir al que tiene derecho a una
servidumbre, usar de los medios necesarios para aprovecharla. Conforme a esta doctrina, el
propietario del fundo beneficiado con la servidumbre puede hacer todas las obras
necesarias para el uso y conservación de ella. Otras legislaciones, establecen los requisitos
que deben concurrir para el ejercicio del derecho concedido por este artículo: 1º) necesidad
evidente de las obras; 2º) respetar el status quo de la servidumbre (art. 284), y 3º) tiempo y
forma convenientes para causar la menor incomodidad posible en la realización de las
obras al dueño del predio sirviente.
Jurisprudencia
2.- "Los Arts. 427 y 428 (284) relativos a los derechos del propietario del fundo
a que se debe la servidumbre, suponen el preexistencia (de ésta) y no
pueden tener aplicación (cuando no se ha probado) que haya servidumbre
alguna" (G.J. Nº 688, p. 37).
Este precepto, en realidad, prohíbe alterar la servidumbre, por que tal cosa
implicaría la constitución de una nueva. No alterar la servidumbre ni hacerla más gravosa
presuponen respetar el estatus quo, mantener el estado de hecho determinado por el título
de la servidumbre, porque hacerla más o menos gravosa supone una alteración.
Si el propietario del fundo sirviente, realiza actos que tienden a disminuir o hacer
más incómodo el uso de la servidumbre, el propietario del fundo dominante tiene para la
defensa de su derecho el camino del interdicto de retener (art. 602 y s. p.c.).
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 427 (284) c.c. el propietario del fundo sirviente no puede
hacer cosa alguna que tienda a disminuir y hacer incómodo el uso de la
servidumbre" (G.J. Nº 712, p. 10).
2.- "Conforme al art. 428 (284) del c.c. el que tiene derecho de servidumbre, no
puede usar de él sino según su título y no puede hacer en el fundo sujeto a la
servidumbre cambiamientos que agraven la condición del primero" (G.J. Nº
712, p. 11).
3.- "El propietario del fundo siguiente no puede disminuir ni hacer incómodo el
uso de la servidumbre, lo cual tampoco puede favorecer al propietario del
fundo dominante para reagravar la servidumbre" (G.J. Nº 712, p. 11).
4.- "Oponer todo género de obstáculos para el goce de la servidumbre del riego
que corresponde a los fundos inferiores, desviando el curso de las aguas y
haciendo el uso total de dicho elemento hasta anegar los terrenos de su
propiedad, (muestran al) reo contraviniendo las reglas del derecho que
establece el art. 427 (284) del c.c." (G.J. Nº 1253, p. 54).
5.- "El propietario del fundo dominante no puede cosa alguna que agrave la
servidumbre del fundo sirviente y no están permitidas las modificaciones
que contravengan los dispuesto por los arts. 379, caso 3º, y 428 (284) del
c.c. y, en la especie, al ordenar los jueces de grado la restitución de la
servidumbre no han infringido los arts. 424 y 427 (283 y 284) del c.c." (G.J.
Nº 1235, p. 50).
II. Sin embargo, cuando el ejercicio en el lugar originario se hace más gravoso para
el fundo sirviente o impide la realización de obras, reparaciones o mejoras, el dueño del
fundo sirviente puede ofrecer otro lugar tan cómodo para el ejercicio de la servidumbre al
dueño del fundo dominante, quien no podrá rechazarlo. El traslado puede hacerse también
a otro fundo que tenga el dueño del fundo sirviente y aún al de un tercero que consienta en
ello.
III. El dueño del fundo dominante puede también pedir el traslado si le resulta más
ventajoso y no ocasiona daño al dueño del fundo sirviente.
El propietario del predio sirviente, usará de su derecho de propiedad sin poder hacer
nada contrario al derecho del dueño del fundo dominante por la regla del artículo anterior,
que es de la naturaleza de la servidumbre. Sin embargo, como toda regla, ésta no tiene
carácter absoluto. Siendo la servidumbre un gravamen para el fundo sirviente, se procura
que el perjuicio inherente a todo gravamen sea el menor posible, buscando siempre los
medios de disminuir la incomodidad del peso de la servidumbre.
De la concisa dada por éste artículo, puede extraerse los requisitos que son
indispensables para el traslado:
1º) Resultar incómoda la servidumbre al predio sirviente, ya por razón del lugar
asignado, ya por la forma establecida para su uso, o porque impide hacer obras, mejoras o
reparos importantes en el fundo sirviente.
2º) Ofrecer al dueño del fundo dominante otro lugar o forma igualmente cómodos
en reemplazo de los anteriores que se quiere substituir.
3º) No resultar perjuicio alguno para el dueño del fundo dominante y para quienes
tienen derecho al uso de la servidumbre.
Otras legislaciones, disponen que el costo del traslado correrá por cuenta de quien
intente el traslado. Para el caso del artículo, corresponde al dueño del fundo sirviente
alternativa del párrafo II y al del fundo dominante en la del párrafo III.
Jurisprudencia
Cuando se divide el fundo sirviente, la primera consecuencia es que cada uno de los
dueños fraccionarios sufre la servidumbre en la parte que corresponde (por lo cual, no
parece propio hablar de indivisibilidad de ella, según se anotó en la art. 256). Si sólo recae
sobre una, dos o tres partes, según sea la entidad de la división, quedan libres las partes que
resulten infectadas por efecto de la división, que es la consecuencia prevista en el párrafo
II. En el hecho, resulta inconcuso que al dividirse el predio sirviente, nacen ipso facto
tantas servidumbres cuantos sean los predios en que aquél se divide, como puede ocurrir en
las servidumbres de estribo de presa, de acueducto, de paso, etc.
Jurisprudencia
1) En este caso es indudable que la reunión en una misma persona del carácter del
propietario de ambos fundos, dominante y sirviente extingue la servidumbre por aplicación
del principio ya repetidas veces señalando: nemini res sua servit. Se dan diversas
modalidades. Puede comprender la compra del fundo sirviente sólo una parte determinable
materialmente, o una parte ideal abstracta, representada por una cuota (copropiedad). En el
primer caso, si la parte adquirida, tanto del dominante como el del sirviente, corresponde a
la servidumbre, ésta se extingue, como ocurre en las servidumbres de paso, abrevadero o
de acueducto, cuando el propietario del fundo dominante compra el lugar del fundo
sirviente, por donde pasa el camino o donde está el abrevadero o el acueducto. En el caso
inverso, en que sea el propietario del fundo sirviente el que compra el fundo dominante, la
servidumbre cesa.
Por aplicación de las reglas generales y del art. 275, cuando el fundo dominante
pertenece a muchos copropietarios (comunidad), el uso que haga uno de ellos de la
servidumbre, impide la prescripción respecto de los demás.
Jurisprudencia
3.- "Que si bien han transcurrido más de diez años, sin que los demandantes
hubieran hecho uso de su servidumbre mencionada, no se ha extinguido ésta
mediante la prescripción establecida en el art. 432 (287, 3) del c.c. porque
siendo ella común a muchos, el uso que haga uno de ellos impide la
prescripción repecto de los demás, como declara el art. 435 (287, 3) del c.c."
(G.J. Nº 874, p. 81).
4.- "Que la propiedad del actor, (con anterioridad a su demanda), formaba parte
de la perteneciente a la demandada que era la única propietaria de ambas
opciones de terreno, habiendo desaparecido (entonces) cualquier
servidumbre que antes hubiese existido de conformidad a lo prescrito por el
art. 431 (287, 1) del c.c." (G.J. Nº 937, p. 26).
El art. 430 del Cgo. abrg., como muchas otras legislaciones, prevé que las
servidumbres reviven "cuando las cosas se restablecen de manera que se pueda hacer uso
de ellas", Disposición racional, inexplicablemente omitida en el Código. Si la fuente, el
pozo, o el acueducto del ejemplo vuelven a fluir, naturalmente que la servidumbre debe
restablecer. El artículo citado exceptúa los casos en que se haya vencido el plazo de
prescripción, lo cual puede discutirse teniendo en cuenta el carácter de fuerza mayor del
hecho.
No tiene relevancia alguna esta disposición. Así se usa el 10% del derecho de
servidumbre, si es que se puede usar el ejemplo para hacer comprender gráficamente el
significado del artículo, es suficiente para mantenerlo vigente. La ley impone usar la
servidumbre para que no prescriba, pero no determina la entidad del uso.
Corresponde este precepto al de art. 434 del Cgo. abrg. que como la generalidad de
las legislaciones, dispone que la forma de usar la servidumbre puede prescribirse, como la
servidumbre misma y de la misma manera. La forma o manera de prestar una servidumbre
es estar en vida, en movimiento, es el hecho de la servidumbre. Si se quiere diferenciar el
tiempo de forma o de manera, igualmente es el hecho de la servidumbre y claro está que
puede perderse por el no uso durante el tiempo establecido por la ley, de igual modo que el
derecho de servidumbre.
LIBRO TERCERO
DE LAS OBLIGACIONES
PARTE PRIMERA
DE LAS OBLIGACIONES EN GENERAL
TITULO I
DEL EFECTO DE LAS OBLIGACIONES
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Se destaca en este Libro una considerable diferencia en la estructura del Código con
relación a su precedente. La concepción técnica, tanto legislativa como jurídica, que
prevaleció en la elaboración del modelo francés de éste, era manifiestamente defectuosa.
Las reglas generales concernientes a la teoría de las obligaciones, fueron establecidas como
accesorias de la teoría de los contratos. Siguiendo el plan que tomó Pothier de la Instituta
de Justiniano (personas, cosas y acciones), reglamentó el derecho de obligaciones apenas
como un título de las diferentes maneras de adquirir la propiedad, a que está dedicado el
Libro Tercero y que contiene prácticamente casi las dos terceras partes del artículado del
Código.
Desde la vigencia de los Códigos alemán (1900) y suizo (1912), el derecho de las
obligaciones ha tomado tal preponderancia normativa que ha promovido el debate, aún no
resuelto, sobre si el derecho de las obligaciones participa de la esencia del Derecho civil
general, o es el Derecho civil general el que participa de la esencia de las obligaciones, que
penetran a aquél en todas sus partes. Brevemente señaladas las teorías que se han dado al
respecto, son: a) la que considera totalmente absorbido el Derecho civil en el Derecho de
las obligaciones (Planiol); b ) la que considera al Derecho de las obligaciones como una
parte del Derecho civil general, pero dotado de caracteres muy propios: la inmutabilidad y
la uniformidad, (Glasson y Bélime, cit. por Bonnecase), y c) la que presenta el Derecho de
las obligaciones como susceptible de evolucionar y variar, como lo demuestra su historia
según destaco ya Laurent al señalar que los principios se desarrollan y modifican, pero no
se crean nuevos y, por eso, en cada materia se aclaran las leyes nuevas por medio de la
tradición a la que siempre están unidas (Bonnecase)
La obligación: nexum o vinculum, para los romanos, era la cadena legal que sujeta
al hombre por efecto de ciertos actos voluntarios, esto es, que tenía sólo un carácter
contractual, como resultado de un pacto. En un avance mayor del Derecho (Scaevola), la
obligación es algo más: no depende necesariamente del contrato y a veces no tiene nada de
común con él, aunque sin embargo, produce todos los efectos que los romanos asignaron a
las obligaciones.
Las corrientes modernas, consideran generalmente que las leyes no son textos de
doctrina, sino reglas y eluden toda definición, peligrosa por lo común en ellas.
Sin embargo, algunas legislaciones las dan como reglas de aplicación práctica por
ejemplo el Código alemán (art. 241): derecho o facultad jurídica de exigir una prestación
jurídica (dar, hacer) o abstención (no hacer), (Loewenwarter).
En ese sentido y precisando conceptos, cabe señalar la noción exacta que ofrece el
citado c.c. alemán (art. 241): derecho del acreedor a exigir del deudor una prestación que
puede, también, consistir en una omisión, noción sobre la cual Enneccerus & perfilan esta
definición: derecho de crédito que compete a una persona, llamada acreedor, contra otra
persona determinada, llamada deudor, para la satisfacción de un interés digno de
protección que tiene el primero. Esta noción sobre el derecho en examen presenta, a tenor
de la explicación de los autores citados, dos aspectos: el lado activo denominado crédito y
el pasivo, llamado deuda.
Quiere esto decir, que toda obligación, para que sea considerada jurídicamente tal,
ha de ser exigible. Estar obligado jurídicamente, es hallarse en condiciones de dependencia
de otra persona, verse en la necesidad de obrar de una manera determinada, estar sometido
a una exigencia que sujeta al individuo inevitablemente a cierto modo especial de
conducta. Depende unas veces de la imposición de la ley; otras del contrato celebrado por
la persona obligada; otras de ciertos actos realizados por ella o de ciertos hechos que le
afectan y de los cuales deriva la necesidad de la reparación.
Parece que hubo intención de ajustar el plan del Código a este método, pero sus
reglas arrancan directamente de los efectos de las obligaciones. Nótese, así, que la
influencia renovadora de los autores modernos citados y la de Códigos italiano, cuyas
reglas se han adoptado preponderadamente, no han servido de mucho para superar la
influencia del viejo sistema; se ha empezado por el efecto de las obligaciones abandonando
a la doctrina y la jurisprudencia (seguramente), la consideración de las obligaciones en si
mismas, y éste primer artículo del Libro ha sido destinado a la noción de la ejecución
forzosa (párrafo II del art.) que en la estructura del Cgo. modelo está normada en el Libro
relativo a la Tutela del Derecho, del que se han tomado algunas disposiciones en el Título
III del Libro 5º (Protección Jurisdiccional de los derechos, arts. 1465 y 1467 v. gr.). Los
arts. 292, 293 y 294 siguientes, de este cap. corresponden a las reglas preliminares de
carácter general con las que el Cgo. modelo empieza la normativa de las obligaciones,
resultando de ese modo que este art. 291 es ajeno a la temática del capítulo.
La base de la noción que el Código, como su modelo italiano, da en sus reglas sobre
la obligación, sin definirla, responde al concepto clásico (Messineo). Mantiene siempre el
elemento de la prestación, según puede verse en sus diferentes disposiciones (ejemplos los
arts. 291, 292).
De las nociones generales dadas hasta aquí, deriva la principal clasificación de las
obligaciones, que es la fundada en el objeto de las mismas. Ella comprende:
b) Son obligaciones positivas, las de dar y hacer, reunidas en una sola categoría,
porque se considera la primera como una obligación de hacer particular o determinada. Son
negativas las de no hacer.
c) Son obligaciones ordinarias aquéllas por las cuales el deudor responde con todo
su patrimonio (caso del art. 1335. Son reales, las que no comprometan más allá de la cosa a
la que está ligada (propter rem: casos de los arts. 1360, 1368 y 1461, por ej.). La obligación
o derecho de crédito, suele contraponerse al derecho real, con la cual, sin embargo, tiene en
común el formar parte de los derechos patrimoniales (Messineo). Siendo el carácter
fundamental de la obligación un vínculo de derecho personal (entre personas), se le opone
al derecho real, porque su eficacia está subordinada a la solvencia del deudor y carece del
derecho de persecución y del de preferencia, propio de los derechos reales.
Jurisprudencia
"Son acreedores no solamente los que tienen derecho a una suma de dinero o a una
especie determinada, sino todos los que tienen acción para exigir el cumplimiento
de una obligación cualquiera" (G.J. Nº 1298, p. 106).
La obligación supone un derecho que puede ser valuado en dinero, esto es, un
derecho patrimonial. Sin embargo, cuando el art. habla del interés del acreedor, aún cuando
tal interés no sea patrimonial, ha de tenerse en cuenta que la ley se refiere a que ciertos
derechos (que se encuentran fuera del derecho de las obligaciones, como los de la
personalidad; arts. 6 y s., los de familia; c.f. arts. 97, 175, 258; el derecho al honor: art. 17,
a la vida: art. 6, a la libertad: art. 8) cuando son violados, originan una obligación de
resarcimiento valuable en dinero.
ART. 293.- (Relaciones entre deudor y acreedor). Las relaciones del acreedor con
el deudor en cuanto al ejercicio de sus derechos así como en cuanto a las garantías de la
obligación se rigen por las disposiciones pertinentes del libro V del Código presente.
El art. alude a los institutos que el Código regula en el título II de dicho Libro V: de
la garantía patrimonial de los derechos; al título III del mismo Libro: de la protección
jurisdiccional de los derechos, y al capítulo III del Título V del registro de los derechos
reales.
ART. 294.- (Fuentes de las obligaciones). Las obligaciones derivan de los hechos y
de los actos que conforme al ordenamiento jurídico son idóneos para producirlas.
El Cgo. abrg., señala cinco fuentes: 1) los contratos y convenciones en general (t.
III, L. III) y 2) las obligaciones que se forman sin convenio (t. IV del mismo libro) y que
comprenden al cuasi-contrato, al delito, al cuasi-delito y a la ley. Esta clasificación
responde a la opinión tradicional unánime que, en realidad, ha perdido gran parte de su
utilidad. Hablando propiamente (Planiol y Ripert), las obligaciones derivan del contrato y
de la ley y aún sin advertirlo, inclusive, los autores seguidores de la clasificación
tradicional (Pothier, Laurent, cit. de Scaevola), reconocen que la ley es la que, en
definitiva, por razones de equidad y de utilidad, impone ciertas obligaciones.
SECCION I
DEL CUMPLIMIENTO EN GENERAL
SUBSECCION I
DE LOS SUJETOS DEL CUMPLIMIENTO
Jurisprudencia
1.- "El pago hecho por un tercero extingue la obligación principal conforme a
este art. cuando aquél obra en descargo del deudor. Verificado el pago a
nombre y en descargo de la fiadora, cuya obligación es subsidiaria, no es
aplicable esta disposición" (G.J. Nº 308, p. 2044).
3.- "El coobligado puede satisfacer las obligaciones de sus compartes, sin
necesidad de autorización expresa de los mismos, según el art. 827 (295) del
c.c." (G.J. Nº 1208, p. 22).
4.- "Nadie puede ser obligado al pago de una deuda ajena, salvo que de su
consentimiento o mandato para ello" (A.S. Nº 18 de 7-III-80).
El cumplimiento puede ser hecho, además de por el deudor, por un tercero, según la
regla del art. anterior, y aún contra la voluntad del acreedor.
Quien paga mal paga dos veces, dice el axioma. Resulta de ello como el determinar
con exactitud a quien debe ser hecho el pago.
Se llama acreedor en el caso del precepto, al que aparece en el tiempo del pago,
investido con el derecho del crédito, o sea, el propietario del crédito según el lenguaje
usual. Poco importa que sea o no el acreedor originario. Basta que sea el acreedor actual:
heredero, cesionario, adjudicatario de título nominativo, endosatario de título a la orden,
etc.
Es representante legítimo el mandatario, general o especial, que presupone estar
investido de mandato expreso. Los representantes legales (tutor) y judiciales (depositario)
también lo son. La persona indicada (puede decirse con mandato tácito) por el acreedor,
son los dependientes de tiendas, encargados, asociados que se presentan provistos de
recibos del acreedor.
Puede ocurrir que el pago sea hecho a persona que no reúne ninguna de las
condiciones dichas, entonces hay lugar a lo previsto en el párrafo II, en el que propiamente
se da el caso del pago mal hecho y que puede hacerse válido, cuando lo ratifica o confirma
el acreedor expresa o tácitamente, o cuando el pago a procurado provecho al acreedor.
Se dice que el receptor del pago está legitimado para recibirle, cuando demuestra
(Messineo) las siguientes condiciones: existencia del derecho de crédito (art. 1238), que
ese derecho corresponde a quien alega pretensión al cumplimiento, identidad del que
pretende el cumplimiento con aquél a quien corresponde el derecho de crédito, y capacidad
para recibir el cumplimiento (art. 299). La legitimación para pretender el cumplimiento de
la obligación, en la terminología técnica, es más propia cuando esta circunscrita a los
títulos-valores en materia comercial y legitimado es quien esta investido de la posesión de
los mismos con arreglo a las reglas de su circulación, sea o no el titular del derecho en ellos
consignado. El término ha sido tomado de la disposición fuente, que legisla materia civil y
comercial a la vez.
Jurisprudencia
1.- "Es válido el pago hecho de buena fe al que está en posesión del crédito,
aunque después la posesión sea vencida en juicio" (G.J. Nº 584, p. 8).
2.- "El pago hechas a personas extrañas, que no tienen poder del acreedor, no es
válido según este art." (G.J. Nº 594, p. 4).
3.- "El pago para ser apreciado como tal y surtir los efectos previstos por el art.
825, inc. 1º (351, 1) debe reunir las condiciones requeridas por el 930 (297)"
(G.J. Nº 623, p. 10).
6.- "Son de abono legal los pagos hechos al Administrador del Banco
nombrado conforme al reglamento de Bancos" (G.J. Nº 793, p. 9).
7.- "El pago hecho por los deudores a la... sabiendo que ya no era acreedora de
ellos, ha sido hecha contra lo prescrito por el art. 830 (297) y no puede
aceptarse como legal" (G.J. Nº 804, p. 26).
8.- "La demandada que no pudo encontrar a su acreedor e ignora quien fuese su
apoderado, depositó lo adeudado en un Banco y puso el certificado de
depósito a disposición del juez respectivo, pagando así la deuda hipotecaria
un día antes del vencimiento del plazo, lo que hizo que no se cumpliera la
condición estipulada para que el préstamo se convirtiera en la venta del
inmueble hipotecado" (G.J. Nº 811, p. 22).
ART. 298.- (Pago al acreedor aparente).
I. El pago hecho a quien aparece legitimado para recibirlo libera al deudor que ha
procedido de buena fe.
II. Quien recibió el pago puede ser obligado a restituirlo frente al verdadero
acreedor, conforme a las reglas de la repetición de lo indebido.
La buena fe, como se ha visto anteriormente, toda vez que ella es invocada en las
reglas del Código, requerida para ser convalidada jurídicamente, no ha de ser simplemente
la subjetiva, esto es, la vana credulidad resultado de la inexperiencia o de la ignorancia,
sino la que tiene por fundamento el error perdonable por efecto de la ignorancia justificada
por la apariencia (Giorgi).
Un otro caso de pago hecho al acreedor aparente que se hace válido ulteriormente,
es el del acreedor aparente que deviene causahabiente del verdadero acreedor, según señala
Giorgi con criterio lógico.
Jurisprudencia
1.- "La aplicación de este art. supone necesariamente la concurrencia de las dos
condiciones que establece: la realidad del pago y la buena fe" (G.J. Nº 453,
p. 822).
La regla general exige que el acreedor debe ser capaz de recibir el pago. La razón
(dice Giorgi), es que la aceptación del pago produce la enajenación del crédito y no puede
hacerse válidamente por quien no tenga facultad de enajenar.
La excepción a la regla es que el incapaz haya obtenido provecho del pago recibido,
caso en el cual el deudor se libera con el mal pago que hizo y, en el caso que este fuese
anulado, tiene derecho a exigir la restitución de lo pagado, si prueba que su pago aportó
ventaja al incapaz.
ART. 300.- (Pago efectuado por un incapaz). El deudor que paga lo debido no
puede impugnar luego el pago alegando su propia incapacidad.
En las legislaciones antiguas (art. 829 del Cgo. abrg. por ejemplo), salvo tratándose
de suma de dinero o de cosa consumible por el primer uso, todo pago hecho por un incapaz
era nulo, dada la regla solvere est alienare: El pago es un traspaso de propiedad, decía
Bigot de Préameneu (cit. de Giorgi), en la exposición de motivos del Código francés.
Corresponde reproducir aquí el axioma anotado en el art. 297: quien paga mal, paga
dos veces. Particularmente en el caso de que el deudor conocía el impedimento legal que se
oponía al pago, cual es la notificación del embargo o de la oposición. El elemento esencial
para la aplicación de este art. es que el deudor, tenga conocimiento del impedimento legal
para pagar, conocimiento que, en el caso, no se obtiene de otro modo que con la citación
judicial correspondiente (art. 504 del p.c.).
El art. 130 del p.c., señala los efectos de la citación, entre los que el inc. 2) indica
que causara los previstos por el c.c., uno de los cuales es el que determina este art. Las
notificaciones con una retención o embargo (art. 504, p.c.) o con oposiciones (de terceros
excluyentes o de derecho preferente: p.c. arts. 358 y 362), constituyen al deudor notificado
en depositario, con las obligaciones que señalan para este los arts. 160 y 161 del mismo
p.c.
Aun cuando el plazo del pago haya llegado, el pago no puede ser efectuado en
perjuicio de un embargo o de una oposición. Es regla concreta que no ofrece dudas. (V.
además la anot. al art. 311).
Jurisprudencia
1.- "El embargo de sumas de dinero en poder del albacea, ordenada a mérito del
art. 833 (301) del c.c., no viola esta disposición" (G.J. 586, p. 3).
2.- "La retención permitida por el art. 471 (504) del p.c., es una simple medida
preventiva que no da derecho de dominio al acreedor que la pide, mientras
no lo resuelva así el juez a cuya disposición están las sumas embargadas"
(G.J. Nº 595, p. 6).
3.- "El pago hecho por los deudores contraviniendo la prescripción del art. 833
(301) del c.c., no puede ser aceptado como legal" (G.J. Nº 804, p. 26).
SUBSECCION II
DE LA DILIGENCIA EN EL CUMPLIMIENTO
Finalmente, téngase en cuenta que, las reglas relativas al grado de diligencia que el
deudor debe observar en el cumplimiento, tienen predominante aplicación en las
obligaciones de hacer.
SUBSECCION III
DEL OBJETO DEL CUMPLIMIENTO
Este artículo se complementa con el anterior. Es más, ambos dos son partes
integrantes de un sólo precepto, porque la diligencia de pater familias que la ley impone al
deudor, está en relación principalmente con la conservación de la cosa.
Jurisprudencia
1.- "El pago como medio de extinción de las obligaciones (vale decir como
medio de cumplimiento) puede contraerse tanto en el dar como en el hacer
o no hacer y de ello resulta que si la obligación consiste en la entrega o
restitución de un bien, su cumplimiento funda la excepción de pago que
válidamente puede ser opuesta en cualquier estado de la causa, cuando se la
hace con sujeción a la ley y a la obligación a que está referido dicho pago"
(G.J. Nº 1602, p. 145).
ART. 304.- (Cosas genéricas). Si la obligación tiene por objeto cosas determinadas
únicamente en su género, el deudor se libera entregando cosas de calidad media.
En las obligaciones que recaen sobre cosas genéricas, el deudor no esta obligado a
darla de la mejor calidad, pero tampoco puede liberarse pagando con la peor. Sin embargo,
este art. que faculta al deudor entregar cosas de calidad media para liberarse de las
obligaciones genéricas, no tiene explicación en aquéllas convenciones en la que la
naturaleza misma de las obligaciones asumidas, hace inconcebible la regla (Giorgi). En
efecto, en el contrato de mutuo, si bien el mutuario está obligado a restituir genera, como
decían los romanos, esa restitución debe hacerse en la misma cantidad y calidad de la cosa
recibida (art. 895). No le es lícito al mutuario (dice Giorgi), devolver vino nuevo por añejo
ni esta obligado a devolver vino añejo por nuevo. Tampoco a utilizar para el pago la
calidad media autorizada por el artículo, puede añadirse atendida a la regla del citado art.
895.
Entre las obligaciones de género son típicas las que tienen por objeto entregar una
suma de dinero o cantidad de moneda (obligaciones pecuniarias, arts. 404 y s.). Son
frecuentísimas en las transacciones diarias, sea porque el dinero constituye o el precio de la
compraventa o del arrendamiento, o el objeto del mutuo, comodato, prenda, o de diversos
contratos bancarios (v. gr. apertura de crédito, c. com. art. 1309) y de diversas obligaciones
que nacen de títulos-valores (letra de cambio, cheque, pagaré, etc.), cuyas prestaciones se
resuelven en la dación de una suma de dinero. En éstos casos, el cumplimiento consiste en
pagar la suma, pago stricto sensu que tiene efecto liberatorio para el deudor.
Jurisprudencia
II. Cuando la deuda tiene una parte líquida y otra ilíquida, el acreedor puede exigir
y el deudor hacer el pago de la primera, sin esperar la liquidación de la segunda.
El pago debe ser completo de tal manera aunque la obligación sea divisible, debe
ser cumplida como si fuese indivisible. Inversamente, según se puede deducir de la regla,
el acreedor tampoco puede tomar parte del crédito solamente y rehusar, a despecho del
deudor, el resto cuando la deuda sea exigible. Tan dueño es el acreedor de pedir sólo una
parte, como el deudor tiene el derecho de pagarle todo.
a) En las deudas no liquidas en parte (párrafo II), v. gr., en las cuentas de una
administración sobre las que hay acuerdo respecto de unas partidas y se discute sobre otras.
En esta situación le será lícito al administrador liberarse de la deuda indiscutible, mientras
se resuelve sobre las partidas controvertidas.
Quien paga, para hacerlo válidamente, debe ser propietario de la cosa y capaz de
enajenarla. En realidad, el artículo no sienta el principio, sino algunas de sus
consecuencias, y abandona la tarea de establecer el principio y descifrar todas sus
consecuencias a la doctrina o a la jurisprudencia.
Es de lógica elemental que el pago con cosas ajenas sea nulo. La extensión de esta
regla, debe además conciliarse con el principio del art. 100: en materia de muebles la
posesión vale por título.
El acreedor tiene derecho a rechazar la cosa ajena que se le ofrece en pago. Pero, si
la recibe con conocimiento de causa, pierde su derecho a impugnar el pago, porque su
conocimiento del vicio le presenta sin buena fe. Si ha recibido de buena fe, el pago hecho
con cosas de que el deudor no tenía el poder de disposición, esto es, ignorando el vicio,
puede impugnar el pago, tanto para precaverse contra una eventual evicción, como para
reservarse el derecho al resarcimiento del daño.
El deudor para levantarse contra el pago, además de ofrecer reemplazar el pago con
cosas de su propiedad, por aplicación de los principios generales, tendrá que demostrar una
justa causa de error excusable y su interés en remediarlo, ya que si pagó a sabiendas con
cosa ajena, careció de buena fe y debe responder inclusive por el resarcimiento de daños.
De acuerdo con el art., así como está vedado al deudor que realiza una prestación que era
debida, impugnar el cumplimiento invocando su propia incapacidad (art. 300), también no
está permitido impugnar el cumplimiento, de acuerdo a este art., cuando se haya empleado
al efecto cosas ajenas, de las cuales, por consiguiente, no tenía el poder de disposición. Si
no ofrece, para convalidar el cumplimiento, cosas propias de las que se puede disponer, en
reemplazo de las ajenas, queda obligado a garantizar (Messineo) las cosas ajenas que ha
entregado.
Queda por averiguar la situación del propietario de la cosa que el deudor usó para
pagar su obligación. Por regla general, tiene derecho a la reivindicación de la cosa, aunque
no tan sencillamente como parece. Si el acreedor recibió de buena fe, en pago de su
crédito, un mueble ajeno, parece imposible la reivindicación ante el principio enunciado
por el art. 100, salvo que se alegue y demuestre el extravío o el hurto de la cosa, que ya es
cuestión diversa.
Ha de tenerse como excepción a la regla del artículo, el pago hecho con una
cantidad de dinero o de cosa que se consuma con el uso, si el acreedor ignoraba que la cosa
pertenecía a otro propietario y la consumió de buena fe.
ART. 307.- (Prestación diversa de la debida).
I. El deudor no se libera ofreciendo una prestación diversa de la debida, aunque
tenga igual o mayor valor, salvo que el acreedor consienta en ella.
III. No reviven las garantías prestadas por los terceros, salva la voluntad diversa de
ellos.
Esta regla tiene relación con el objeto del pago. El acreedor en las obligaciones de
cuerpo cierto y determinado, no está obligado a recibir cosa distinta de la debida por el
deudor. Tampoco puede pretender una diferente así fuese el valor inferior, ni el deudor
puede ofrecer para liberarse otra, aunque fuese mejor o de valor superior.
El parágrafo IV, deroga prácticamente estas reglas con la disposición del art. 309.
La disposición fuente no contiene tal salvedad, porque tampoco tiene disposición análoga a
la de dicho art. 309, que tiene fuente diversa.
Jurisprudencia
1.- "Al desestimar la oferta de pago de una cosa distinta y de diferente modo
del pactado, efectuada en contravención al art. 838 (291) del c.c. (este no ha
sido) infringido, máxime cuando no se ha producido prueba alguna que
acredite que no pudo pagarse según lo estipulado" (G.J. Nº 505, p. 7).
La cesión de que se trata este art. se produce según las reglas de los arts. 384 y s. Si
el acreedor acepta el pago de un crédito en lugar de la prestación debida por el obligado, no
hay ningún problema salvo la salvedad inserta en el artículo in fine. Cuál es esa voluntad
diversa de las partes? Si se acepta el crédito como pago y aquél ha sido hecho efectivo, el
crédito ha sido cobrado y la obligación se extingue. Si resulta una voluntad diversa de las
partes, simplemente no hay cumplimiento de la obligación, no hay pago y,
consiguientemente, no hay extinción de la obligación. Podrá haber cualesquier otros
convenios o contratos que deberán someterse a sus reglas pertinentes. La salvedad es una
simple incoherencia del Cgo. modelo, que también ha sido copiada. El artículo, ha omitido
traducir la última parte del equivalente italiano, que sí tiene importancia. Se refiere a la
responsabilidad del cedente por la insolvencia de su deudor prevista en el art. 394.
Además este art. 308 deja entender que quien cede un crédito para pagarse es el
propio acreedor. Defecto de traducción o comprensión correcta de su modelo italiano (art.
1198) que dice: cuando en lugar del cumplimiento se cede un crédito, la obligación se
extingue, etc.
Jurisprudencia
1.- "El art. 838 (309) autoriza al juez para mandar pagar de diferente modo al
que se ha pactado" (G.J. Nº 581, p. 4).
2.- "Los jueces hacen mala aplicación del art. 838 (309), que se refiere al
deudor que no puede pagar en la misma especie y modo a que se obligó (y
no) a los acreedores que son los únicos en la actual emergencia discuten"
(G.J. Nº 770, p. 7).
4.- "Los jueces con la facultad que les da este artículo, determinan que no
pudiendo el deudor hacer el pago en goma, como se pactó, lo haga en
dinero, calculándose el precio... no infringen el citado art. que deja al
criterio del juez la sustitución de la materia de pago" (G.J. Nº 818, p. 44).
6.- "La facultad que reconoce esta disposición legal al deudor, para pagar su
deuda con cosas diferentes a las estipuladas, cuando no puede hacerlo del
modo pactado, ha de entenderse referida a las obligaciones que tienen
origen contractual" (G.J. Nº 1602, p. 146).
III. En los otros casos la obligación se cumple donde tiene su domicilio el deudor
en el momento del vencimiento.
La regla sobre el lugar del pago supone dos hipótesis: a) que el lugar esté
determinado en el convenio, y b) que no se haya determinado expresamente.
Las reglas de los párrafos II y III son suficientemente claras. Sólo queda añadir que
si el convenio -caso de determinación expresa- señala un domicilio especial (art. 29, II), la
obligación deberá cumplirse en ese domicilio.
Los arts. 636 del c.c. y 850 del c. com., contienen reglas particulares de
cumplimiento en materia de compraventa.
Jurisprudencia
"No estando expresamente estipulado que el sólo vencimiento del plazo baste para
que el deudor caiga en mora, es necesario que éste sea previamente (demandado)
para que cumpla su obligación; sin esta circunstancia no puede exigírsele la pena
convenida para el caso de que no cumpla su obligación o no pague su deuda en el
término pactado" (G.J. Nº 613, p. 4).
EL tiempo del cumplimiento supone que éste debe efectuarse al llegar el término o
plazo o el momento determinado para el efecto.
A diferencia del término que señala el momento de eficacia del negocio jurídico,
está el término como momento de vencimiento o de cumplimiento de la obligación, que es
el significado de término en este art. y en los siguientes hasta el 315 inclusive. El término
como momento de eficacia da origen a la obligación; como momento de cumplimiento
supone una obligación nacida ya y por tanto eficaz que fija el tiempo en que ha de exigirse
su cumplimiento y ella debe cumplirse: es el dies solutionis (el día de pago: Valbuena).
Para todas las reglas de término para el cumplimiento, así esté vencido éste y la
obligación se haya hecho exigible, rige la regla del art. 301 cuando se presenta oposición al
pago o embargo de la cosa debida.
Jurisprudencia
ART. 313.- (Beneficiarios del término). El término se presume fijado a favor del
deudor, a no ser que de lo convenido o de las circunstancias resulte establecido a favor del
acreedor o de ambos.
Cuando el término está fijado a favor del deudor, el acreedor, no puede, por lo
regular, negar el cumplimiento que el deudor quiera hacer antes del vencimiento del
término. Esta regla está derogada en el caso del deudor cambiario que paga antes del
vencimiento y que lo hace a su propio riesgo y peligro (c. com. art. 567).
La presunción del art. en favor del deudor, cuando el término no resulta estar
establecido convencionalmente a su voluntad, se explica por que se considera que el interés
en el término es especialmente suyo, regla que tiene un ejemplo exacto en el primer
parágrafo del art. 850.
Jurisprudencia
"Usando del derecho que le confiere el art. 778 (313) del c.c. el deudor (puede)
renunciar al término que se le concedió y cancelar su crédito (obligación) antes del
vencimiento de este" (G.J. Nº 519, p. 2).
Jurisprudencia
"Los jueces al ordenar que el recurrente sustituya la fianza con otra de igual valor
en el término de tres días no infringen el art. 777 (314), por no haberse probado
oportunamente la excepción de plazo vencido" (G. J. Nº 824, p. 43).
ART. 315.- (Caducidad del término). El deudor no puede reclamar el beneficio del
término cuando se ha vuelto insolvente o ha disminuido, por un hecho propio, las garantías
que había dado o no ha proporcionado las que había prometido; en consecuencia el
acreedor puede pedir inmediatamente el cumplimiento de la obligación.
Los arts. 453, 460, 806, 890, 893 y 1337 del c. com., reglan diversas situaciones de
las que deriva la caducidad del término y los arts. 578 y 1592 del mismo cuerpo legal,
declaran vencidos los plazos por efecto de la declaratoria de quiebra. En materia de los
concursos reglados por el p.c., para deudores no comerciantes, aunque se ha omitido en él
la regla expresa pertinente, la caducidad del término es consecuencia de lo dispuesto por
este art., que ha de aplicarse concordantemente con el 563 del citado p.c., que al declarar la
universalidad del concurso, establece que él comprenderá todas las obligaciones del
deudor, lo que implícitamente importa la caducidad de los términos.
Se considera que las garantías dadas al acreedor disminuyen, cuando por ejemplo
son demolidas las construcciones dadas en garantía hipotecaria. El cumplimiento o la
negativa de construir las garantías prometidas, tiene el mismo efecto que la disminución de
ellas.
Jurisprudencia
2.- "El concurso de acreedores, a que se refieren los arts. 508 y 511 (564 y 570)
del p.c., es una consecuencia del proceso ejecutivo, aunque ello no obsta a
que sobre la base de un juicio de esta naturaleza se promueva el concurso
con acreencias que no participan de la calidad ejecutiva, en razón de que el
deudor no puede reclamar el beneficio del término, cuando ha quebrado o
ha disminuido las seguridades que había dado al acreedor según el art. 779
(315) del c.c." (G.J. Nº 1564, p. 64).
SUBSECCION V
DE LA APLICACION DE LOS PAGOS
II. En su defecto, el pago se imputará a la deuda que esté vencida; si hay varias
deudas vencidas, a las que estén menos garantizadas; si están igualmente garantizadas, a la
más onerosa para el deudor; y si son todas onerosas, a la más antigua. En caso de ser las
deudas en todo iguales o que los criterios expuestos no sirvan para revolver el caso, la
imputación se hará proporcionalmente a todas las deudas
Las reglas de la imputación del pago son aplicables tanto al caso del deudor que
tiene varias deudas respecto del mismo acreedor, como al del que sólo tiene una, o al que
está obligado a pagar parcialmente.
Cuando hay pluralidad de obligaciones rigen las reglas del artículo, que son tan
antiguas como el Derecho romano y, por regla general favorables al deudor. Este al pagar
puede declarar la deuda que quiere extinguir. Si no usa esa facultad, la elección pasa a ser
facultad del acreedor. Si tampoco lo hace éste, se aplica la regla legal que contiene el
artículo.
Las reglas sobre la imputación de pagos, se aplican igualmente a los pagos hechos
por un tercero por cuenta del deudor. Y para todas ellas debe tenerse presente la regla del
art. 1328, caso 1), respecto de la prueba escrita inexcusable, para acreditar la extinción de
una obligación, cuando esta pasa del valor de 5.000 $b.
Jurisprudencia
1.- "Este art. (847) (316), sólo es aplicable en los casos en que las deudas son
exigibles y no están sujetas a ninguna condición" (G.J. Nº 255, p. 1496).
2.- "El deudor de diferentes créditos, cuando entregó las drogas no declaro cual
de las deudas satisfacía y, por lo mismo quedó sujeto a la aplicación
establecida por el art. 847, (316, II) del c.c." (G.J. Nº 300, p. 1979).
3.- "Los artículos 844 y 847 (316, I y II) estatuyen la imputación de pagos, de
la manera que ellos determinan en el (entendido) de que una misma persona
es deudora de dos o más deudas" (G.J. Nº 302, p. 1998).
4.- "La aplicación del pago al crédito que más interesa al deudor, conforme al
art. 847 (316) sólo tiene lugar cuando hay distintas obligaciones contraídas
por el deudor en diversas fechas" (G.J. Nº 575, p. 9).
6.- "La Corte determinando el sentido y el alcance del recibo, establece que el
abono expresado en él, sin que el acreedor hubiera hecho aplicación
concreta, debe imputarse al documento de deuda, cuya solución interesa
más al deudor" (G.J. Nº 691, p. 17).
II. Pero el pago hecho al capital y a los intereses, sin observación del acreedor, se
imputa en un quinto al capital y el saldo a los intereses.
En cuanto a los pagos parciales, estando sujetos estos, por la regla general (art.
317), a la aprobación de acreedor, en realidad corresponde a este y no al deudor hacer la
aplicación, porque es el interés del acreedor y no del deudor el que la ley tiene en cuenta al
fijar la norma fundamental.
Jurisprudencia
1.- "Con arreglo a este artículo 845 (317) los pagos parciales que se hubiesen
hecho se aplican de preferencia a los intereses devengados" (G.J. Nº 533, p.
13).
2.- "Según este art. 845 (317) del c.c. el deudor de una deuda con intereses y
réditos, no puede, sin el consentimiento del acreedor, aplicar el pago que
hace al capital con preferencia a los intereses" (G.J. Nº 575, p. 9).
3.- "El pago parcial debe aplicarse de preferencia, no al capital sino a los
intereses devengados, pues que al respecto, no existe (en la especie)
convención ni resolución judicial que determine lo contrario" (G.J. Nº 625,
p. 9).
4.- "Como establece el art. 845 in fine (317, II) del c.c., los pagos parciales
deben aplicarse siempre en amortización de intereses" (G.J. Nº 1362, p. 27).
ART. 318.- (Recibo con imputación). El deudor de varias deudas que acepta un
recibo por el cual el acreedor ha imputado el pago a una de ellas, no puede reclamar una
imputación diversa, a no ser que haya habido sorpresa o dolo por parte del acreedor.
Jurisprudencia
1.- "Este art. 846 (318) no libra exclusivamente a la voluntad del acreedor la
aplicación de un pago hecho por el deudor de diferentes deudas, sino que la
hace depender del consentimiento tácito de éste al aceptar el finiquito en
que el acreedor imputa el pago de una deuda señaladamente" (G.J. Nº 818,
p. 44).
2.- "No consta aceptado el finiquito por el deudor que acredite la aplicación de
pago (en él se) pretende y, por el contrario, fundado su excepción,
oportunamente opuesto, solicita que en la liquidación a verificarse, se
descuente la cantidad pagada por su cuenta por el depositario" (G.J. Nº 818,
p. 44).
SUBSECCION VI
DE LOS GASTOS Y RECIBO DEL PAGO
ART. 319.- (Gastos del pago). Los gastos del pago corren por cuenta del deudor.
II. Si el título confiere al acreedor otros derechos, el deudor puede solamente pedir
un recibo y la anotación del pago en el título.
II. El recibo otorgado por el capital, sin reserva de los intereses, hace presumir el
pago de éstos últimos.
II. En lo que respecta a los títulos-valores se estará a las disposiciones que les
conciernen.
Las reglas de los arts. 320, 321 y 322 deben entenderse aplicables a todas aquéllas
convenciones que no requieran ciertas solemnidades, tales como su extensión en
documento público y su inscripción en registro especial, cual lo establecen por ejemplo
para la hipoteca los arts. 491 y 1390. En esta clase de convenciones, el pago y la extinción
de la obligación deben hacerse como en su constitución, mediante documentos públicos.
SUBSECCION I
DE LA SUBROGACION CONVENCIONAL
ART. 324.- (Subrogación hecha por el acreedor). El acreedor pagado por un tercero
puede subrogar a éste en sus derechos y garantías. La subrogación debe ser expresa y
hacerse al mismo tiempo que el pago.
La subrogación es una figura jurídica sui generis, ni toda cesión de crédito ni todo
pago, cuyos primeros gérmenes se encuentra en el Derecho romano y cuyas reglas fueron
formuladas en el antiguo derecho francés por Dumoulin, Pothier y otros (Giorgi).
La subrogación a parte creditoris que regla este art., supone dos requisitos
intrínsecos: consentimiento y capacidad del acreedor y pago con dinero del tercero no
obligado o ajeno a la obligación. Los requisitos extrínsecos son: constancia expresa y pago
simultaneo a la constancia. El consentimiento del acreedor puede manifestarse
personalmente o mediante su representante. El dinero para el pago debe provenir de un
tercero extraño a la obligación, no obligado a pagar: pues, si el dinero fuese del deudor la
subrogación sería inconcebible. No se requiere para nada el consentimiento del deudor.
La subrogación por recibo, como también se llama la que regla este artículo,
además de expresa, tiene que ser contemporánea del pago. La razón es clara: si fuese
posterior sería inútil, porque no podría hacer revivir los derechos y garantías extinguidos
ipso jure e irreparablemente por el pago; por breve que fuese el intervalo, la subrogación
sería nula (Giorgi, Messineo). Por eso es preciso que el recibo subrogatorio tenga fecha
cierta, para ser oponible válidamente a terceros (Mazeaud).
La extensión de la subrogación en este caso, puede ser total o parcial, todo
condicionado al acuerdo de las partes que actúan en ella.
Jurisprudencia
1.- "Para evitar que nuevos acreedores que no son privilegiados puedan ser
subrogados, en fraude y en perjuicio de otros acreedores, requiere el art. 841
(324) la doble constancia expresa del préstamo y del recibo del vendedor
hecha a un mismo tiempo" (G.J. Nº 123, p. 396).
7.- "Este art. dispone que en el pago con subrogación convencional debe
hacerse ambas cosas al mismo tiempo, porque el pago extingue el derecho
del acreedor, y mal podría ceder después lo que no tiene" (G.J. Nº 796, p.
16).
3) En el recibo debe declararse que el pago se ha hecho con la suma dada en préstamo
para ese objeto. El acreedor, a pedido del deudor, no puede excusar la declaración.
Exige esta figura jurídica para su validez, tres requisitos intrínsecos: a) préstamo
hecho por tercero al deudor, b) inversión de ese préstamo en la extinción de la deuda, y c)
manifestación del consentimiento de prestar y de recibir el dinero para extinguir la deuda a
subrogarse.
La ley habla solamente de préstamo, pero algunos civilistas consideran que puede
aplicarse eficazmente toda forma de suministro de dinero, de acuerdo al edicto francés de
1609 del que tomó su forma esta especie de subrogación (Demolombe, Mazzoni, Aubry y
Rau, cits. de Giorgi). Otros la restringen sólo al préstamo en rigor de estricta interpretación
de la regla (Dalloz, Laurent, cits. por Giorgi). La tesis extensiva parece la correcta porque
est aedem ratio.
Los requisitos extrínsecos están constituidos por las actas de préstamo y de recibo.
Es indispensable que el acta de préstamo declare que se toma el préstamo para hacer el
pago y que el recibo declare ha sido hecho con el dinero proveniente de ese préstamo.
Empréstito y recibo son documentos que deben contener distintos enunciados, sin que
puedan suplirse el uno por el otro.
Esas son las normas requeridas para la validez de esta subrogación. Si ellas son
omitidas el acto es nulo, sin que sea posible repararlas con actos posteriores. Si el préstamo
no habla del destino, si el recibo calla ha cerca de la precedencia del dinero, habrá un
préstamo y un pago puro y simple. Finalmente nótese que en rigor, es un contrato solemne.
Jurisprudencia
1.- "No consta haberse otorgado ningún contrato de subrogación con las
solemnidades prescritas por el 3er. inciso de este artículo 841 (325). Las
presunciones y raciocinios invocados en favor de la subrogación, no pueden,
por lo mismo decidirse conforme al 2º inciso del mismo" (G.J. Nº 300, p.
1979).
2.- "Para que exista la subrogación convencional del crédito, falta el finiquito
del acreedor en que conste que se le pago con el dinero prestado por el
nuevo acreedor, cual lo requiere expresamente este art." (G.J. Nº 772, p.
24).
SUBSECCION II
DE LA SUBROGACION LEGAL
2) A favor del adquirente que emplea el importe de la adquisición del bien en el pago
de los acreedores a quienes éste se hallaba hipotecado.
3) A favor del que estando obligado con otros o por otros al pago de una deuda, la
satisface.
4) A favor del heredero beneficiario que paga con dinero propio las deudas de la
herencia.
El término legal no esta aquí empleado en su sentido lato que denota conformidad
con la ley, sino restrictivamente como noción de esta especie de subrogación que, en
oposición a la convencional, se cumple ministerio legis, cuando concurren las condiciones
exigidas y sin necesidad de consentimiento explícito o sobreentendido de las partes
(Giorgi).
Sólo puede hablarse de subrogación legal en los casos en que la ley la establece
explícitamente.
La subrogación por pago del acreedor posterior (caso 1), tiene su origen en el ius
offerendi de los romanos, restringida al acreedor posterior inmediato, modificada con el
transcurso del tiempo hasta su actual forma en que cualquier acreedor posterior, inclusive
quirografario (acreedor puro y simple sin privilegio ni garantía real), sin necesidad de usar
el desaparecido ius offerendi, toma el lugar del acreedor pagado al sólo objeto -nótese
bien- de reembolsarse de la suma pagada y nunca para satisfacerse de su crédito propio que
queda en el grado de prelación que tenía. Esto hace surgir el interrogante sobre su utilidad.
Y efectivamente la tiene a pesar de la apariencia contraria: puede ser conveniente para el
acreedor posterior impedir la subasta con que amenaza el acreedor anterior, sea para
esperar momentos más propicios, sea para evitar gastos y litigios. Es una subrogación
concedida más en interés del tercero que paga, que en el del deudor y justificada porque no
trae perjuicio para nadie (Giorgi).
- La del avalista o avalante que paga por el avalado (c. com. art. 563).
- La del fiador que paga por el fiado (c. com. art. 912 y c.c. art. 934).
Está permitido a las partes restringir por pacto explícito los efectos de la
subrogación. Pero, en ningún caso, pueden las partes por medio de una subrogación
convencional obtener efectos más ventajoso que los de la subrogación legal (Giorgi).
Jurisprudencia
1.- "Por disposición del art. 842 (326) fue subrogado la... a la... como
adquirente de la casa con su dinero, habiendo oblado el crédito de la... a
cuyo favor estaba afecta la casa" (G.J. Nº 9, p. 62).
2.- "El Estado ha sido pagado por las fiadoras, subrogándose éstas no pueden
ejercer sino los mismos derechos que tenía el Estado contra el deudor" (G.J.
Nº 271, p. 1753).
3.- "No consta que los garantes hubieran pagado al Banco la suma garantizada
para quedar subrogados en los derechos de éste y tener acción en el juicio de
concurso y aceptar la concurrencia (de aquéllos) y dado lugar a su crédito en
la sentencia de grados, se viola este artículo en su caso 3º" (G.J. Nº 725, p.
22).
4.- "El fiador que paga la deuda adquiere los derechos del acreedor, (mas) la
subrogación de éstos derechos se halla subordinada a lo dispuesto por el art.
842 (326)" (G.J. Nº 746, p. 18).
5.- "Según este art. caso 3º, es legal la subrogación en favor del que, estando
obligado con otro al pago de una deuda, tiene interés en satisfacerla. Se le
da aplicación, al reconocer que se realizó esa subrogación en favor de... que
ha pagado lo que debía conjuntamente con sus dos hermanos y cuya
satisfacción le interesaba" (G.J. Nº 807, p. 27).
SUBSECCION I
DE LA MORA DEL ACREEDOR
ART. 327.- (Condiciones). El acreedor se constituye en mora cuando sin que haya
motivo legítimo rehusa recibir el pago que se le ha ofrecido o se abstiene de prestar la
colaboración que es necesaria para que el deudor pueda cumplir la obligación.
La mora del acreedor es una situación del acreedor que se presenta cuando, éste, sin
causa justificada se rehusa a recibir el pago o cumplimiento de su crédito (Capitant). Esta
situación se presenta a partir de la oferta pertinente y la consignación que efectúa el deudor
(arts. 329 a 338), hechas las cuales el deudor queda liberado y los riesgos de la cosa recaen
en el acreedor.
Jurisprudencia
2) No tiene derecho a los intereses ni a los frutos que no hayan sido percibidos por el
deudor.
Así como puede ocurrir un retardo culposo o doloso del deudor (mora del deudor,
art. 340 y s.), puede presentarse el hecho injustificado (aunque no sea culposo ni doloso:
Messineo) del acreedor, que no quiera recibir el cumplimiento, o se abstenga de hacerlo,
evitando así que el deudor pueda cumplir su obligación. Es la mora del acreedor, que se
establece con la citación de la oferta de pago generalmente, situación de derecho que sólo
puede ser obtenida por el deudor, ateniéndose al procedimiento que fija la ley.
4) El término esté vencido, si se fijó a favor del acreedor, o que la condición esté
cumplida, si la obligación fuese condicional.
II. La oferta puede estar subordinada al consentimiento del acreedor para redimir
las garantías reales u otros vínculos sobre los bienes, que limitan su libre disponibilidad.
No es esta una regla general para todas las obligaciones. Es más aplicable a las
obligaciones pecuniarias y concediendo mucho (Giorgi) a las de género. Los requisitos que
señala el art., se refieren en realidad a obligaciones pecuniarias (art. 708 p.c.). Para las
cosas de cuerpo cierto y determinado rige el art. 330, II) del c.c. y el 709 del p.c.
Para surtir plenos efectos la oferta debe ser hecha por quien puede pagar y hacerse a
quien pueda recibir, en tiempo y lugar debidos y debe ser completa, libre y real.
Los tres primeros requisitos son obvios. La notificación del acreedor con intimación
para que reciba el pago, pone en mora a aquél para los fines de los arts. 327 y 328. La
notificación es absolutamente necesaria para la convalidación de la consignación.
La oferta debe ser libre, esto es, no estar acompañada de condiciones o reservas que
aminoren el derecho del acreedor, salvo las que sean intrínsecas o connaturales de la
obligación misma.
Jurisprudencia
1.- "La oferta del capital hecha por el ejecutado y aceptada por el ejecutante, así
como la satisfacción de intereses acreditada por recibidos, constituyen un
pago y no oferta y consignación" (G.J. Nº 574, p. 18).
2.- "El depósito hecho como efecto de la nulidad del contrato anticrético para
que el acreedor reciba la expresada cantidad, no constituye oferta de pago y
consignación, porque no se demandó en ese sentido" (G.J. Nº 716, p. 27).
3.- "La oferta de pago y consignación hecha computando los intereses al 6% sin
tener en cuenta la convención modificatoria (al 9%) posteriormente
celebrada, no es completa para satisfacer el capital, intereses corridos,
gastos líquidos e ilíquidos conforme al art. 849, (329)" (G.J. Nº 790, p. 38).
4.- "Las letras de cambio con que el ejecutado hace oferta de pago (en
ejecución de sentencia) no reúne los requisitos de este artículo 849 (329)
para que sean admitidas" (G.J. Nº 806, p. 25).
5.- "Si bien en el caso de autos, las partes que intervienen son las mismas y la
obligación es la misma, en cambio la cantidad depositada en oferta de pago
no es igual con relación a la oferta anterior, diferencia que surge del tipo de
interés con relación a la oferta desestimada por el auto supremo de fs..., y
los jueces de grado al aceptar la nueva oferta de pago han dado correcta
aplicación a los arts. 848, 849 y 850 (329 y 332) del c.c., sin infringir el art.
936 (1319) del mismo código" (G.J. Nº 1591, p. 100).
7.- "Según los arts. 848 y 849 (329) del c.c., las ofertas de pago hechas por el
deudor al acreedor que rehusa recibirlo y seguido de consignación,
extinguen la obligación cuando son hechas legítimamente, lo que supone
que debe comprender toda la suma adeudada y demás condiciones que exige
el citado art. 849 (329)" (G.J. Nº 1616, p. 94).
8.- "La oferta de pago y consignación previstas por los arts. 329 y 332 del c.c. y
708 del p.c., presuponen la existencia de una relación obligatoria cierta y
admitida por acreedor y deudor y la circunstancia de que aquél se niega a
recibir el pago que éste le ofrece" (A.S. Nº 93 de 17-6-80, S.C. 1º, inéd.)
9.- "Según este art. y los casos 1) y 2) del art. 332, la oferta de pago y
consignación válida no sólo debe comprender la suma total adeudada e
intereses y gastos líquidos, sino también una suma adicional suficiente que
cubra los gastos ilíquidos" (G.J. Nº 1678, p. 161).
11.- "La oferta de pago y consignación, previstas por los arts. 329 al 338 del c.c.
y 708 del p.c., presuponen la existencia de una relación obligatoria cierta y
admitida por acreedor y deudor y la circunstancia de que aquél se niegue a
recibir el pago (Lab. Jud. 1980, p. 146).
13.- "Para que la oferta de pago sea válida, es preciso que el término esté
vencido" (Lab. Jud. 1983, p. 190).
15.- "La oferta de pago y consignación deben sujetarse a los requisitos exigidos
por los arts. 329 y 331 del c.c. y el depósito bancario debe estar girado a la
orden del Juez, como dispone el art. 708 del p.c." (G.J. Nº 1986, p. 307).
19.- "La validez de la oferta de pago supone que se haga al acreedor capaz de
recibir o a quien lo represente; que se haga por persona capaz de cumplir la
obligación válidamente; que el término esté vencido si se fijó en favor del
acreedor o que la condición esté cumplida si la obligación fuere
condicionada; que se haga en el lugar donde debe efectuarse el
cumplimiento y que se la haga por ante autoridad judicial" (Lab. Jud. 1988,
p. 416).
23.- "No se observa estrictamente el art. 329 del c.c., especialmente respecto de
su inc. 3), cuando la oferta contempla suma menor del saldo deudor y,
además, se pretende soslayar lo dispuesto por el inc. 6) del mismo precepto
en relación con los arts. 21 y 24 de la L.O.J. (relativas a la jurisdicción y su
prorrogabilidad)" (G.J. Nº 1746, p. 420).
La oferta tiene que ser real, esto es, acompañada de la exhibición efectiva de la
cosa ofertada. Tratándose de dinero, con mejor criterio el p.c., exige el certificado de
depósito bancario correspondiente a la orden del juez (art. 708), mientras el Código, en este
artículo, con criterio bastante anacrónico, exige la exhibición de las monedas o los billetes,
los que, en caso de ser aplicado el artículo deberán ser minuciosamente detallados por su
numeración. Lo que el derecho exige es que la oferta no sea verbal, aparente e ilusoria,
sino concreta y verdadera para que produzca la liberación del deudor.
Jurisprudencia
"La oferta real de pago con certificado de cantidad suficiente depositada a la vista
en la oficina del Banco, aún sin que fenezca el plazo estipulado a favor del deudor
hizo cesar los intereses desde que se dio conocimiento de la oferta a los acreedores"
(G.J. Nº 701, p. 35).
SUBSECCION III
DE LAS CONSIGNACIONES
La oferta, sola, sin que se haya efectuado la consignación ni el depósito aún, surte
los efectos de la mora del acreedor (arts. 327 y 328). El deudor no puede ser ya objeto de
ejecución, de caducidad, de resolución, de resarcimiento de daños, de cláusulas penales.
El efecto del depósito es que termina el procedimiento y libera al deudor (art. 334),
desde el día en que se hizo y los gastos que presupone todo el procedimiento se cargan al
acreedor en mora (art. 336).
Jurisprudencia
3.- "Mientras no sea aceptada la oferta de pago no basta por sí sola para
desligar al deudor de las obligaciones contraídas, siendo necesario, para
producir ese efecto, que tenga lugar la consignación mediante la orden
judicial respectiva" (G.J. Nº663, p. 20).
5.- "Se violó este art. 848 (331) al aplicarlo limitándolo sólo a las obligaciones
que nacen del contrato de préstamo y no a las que resulten de cualquier otra
fuente" (G.J. Nº 717, p. 10).
6.- "No tiene valor jurídico la oferta de pago por no haberse hecho la
consignación de la respectiva suma de dinero infringiendo el art. 848 (331),
sin que, por lo mismo, se hubiese extinguido la obligación contraída" (G.J.
Nº 751, p. 48).
7.- "La eficacia de la oferta de pago exige que se proceda en la forma y manera
determinada por el art. 848 (331 y s. del c.c., y no la simple demostración de
la intención de pagar o la existencia de ofertas de pago extrajudiciales" (G.J.
Nº 1359, p. 44).
2) El deudor haya entregado la cosa con los intereses y los frutos debidos hasta el día
de la oferta, en el lugar indicado por la ley o, en su defecto, por el juez.
Jurisprudencia
1.- "Las ofertas de pago hechas por el deudor al acreedor que rehusa recibirlo y
seguida de la consignación, extinguen la obligación cuando han sido
efectuadas legítimamente para lo cual deben comprender toda la suma
adeudada, con más intereses devengados y los gastos líquidos e ilíquidos"
(G.J. Nº 527, p. 18).
2.- V. los casos Nos. 5, 6, 7, 9 y 16 del art. 329.
Jurisprudencia
4.- "Según establece este art., la consignación declarada válida por sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada o aceptada por el acreedor, libera al
deudor, quien -en tal caso- ya no puede retirarla" (G.J. Nº 1729, p. 105).
5.- "El pago para ser válido debe haber sido aceptado por el acreedor o haberse
declarado tal por sentencia final, sin que pudiera existir la tercera
posibilidad" (Lab. Jud. 1989, p. 561).
Jurisprudencia
ART. 336.- (Gastos). Los gastos de la oferta real y la consignación válidas, corren a
cargo del acreedor.
ART. 339.- (Responsabilidad del deudor que no cumple). El deudor que no cumple
exactamente la prestación debida está obligado al resarcimiento del daño si no prueba que
el incumplimiento o retraso en el cumplimiento es atribuible a imposibilidad de ejecutar la
prestación por una causa que no le es imputable.
En algunas situaciones particulares, como la que regla el art. 968, II), quien recibe
el pago indebido procediendo de mala fe, responde aún por el caso fortuito y la fuerza
mayor.
jurisprudencia
1.- "Los arts. 729 y 730 (341) se refieren únicamente a los daños y perjuicios
que se pagan cuando hay tardanza u omisión en el cumplimiento de la
obligación o dejan de pagarse cuando la falta proviene de causa extraña, de
fuerza superior o de un acontecimiento fortuito" (G.J. Nº 211, p. 1444).
2.- "Requerido para cumplir el contrato, lejos de hacerlo dio lugar a que se lo
demande para la indemnización de daños por su negativa y al ordenarse el
resarcimiento de daños se hace justa aplicación del art. 739 (339) que
condena en daños e intereses al deudor que maliciosamente retarda o elude
el cumplimiento de su obligación" (G.J. Nº 848, p. 12).
5.- "En las obligaciones de hacer son aplicables los daños del incumplimiento
desde el día de la mora según los arts. 739 y 730 (339 y 340) del c.c." (G.J.
Nº 1211, p. 8).
7.- "Su exigibilidad requiere que el deudor sea constituido en mora y al ordenar
su pago en autos sin observar ese requisito, la Corte ad quem ha infringido
el art. 739 (339) del c.c." (G.J. Nº 1249, p. 20).
8.- "Todo incumplimiento del contrato, que es ley para las partes según el art.
725 (519) del c.c. se traduce en el resarcimiento de daños conforme al art.
739 (339) del mismo código" (G.J. Nº 1263, p. 63).
Se llama mora al retraso del deudor, cuando la ley lo toma en consideración para
apreciar su responsabilidad (Planiol). Hay presunción de culpa, solamente juris tantum en
ese retraso mientras el moroso no pruebe la existencia de una legítima excusa: qui en mora
est, culpa non vacat (Giorgi).
La mora no quita la posibilidad de cumplir más tarde la obligación, pues que si la
prestación no pudiese efectuarse ya nunca, hay incumplimiento total, no simplemente
mora. Esta puede purgarse, aquél es irreparable.
La mora consiste sólo en la tardanza, retardo o demora (en latín, mora: Valbuena)
en el cumplimiento. Concretamente se refiere en general a la mora solvendi. La mora
debendi, supone un cumplimiento inexacto.
Para hablar de mora, la obligación tiene que estar vencida y fundarse en un título
ejecutivo. Si es condicional, antes de que ésta se cumpla y si es a término antes de que éste
haya llegado, no puede hablarse de mora. Esta es la primera regla. La segunda es que la
intimación, el requerimiento del acreedor, u otro acto equivalente, debe hacerse
necesariamente. Las formalidades son obvias: debe hacerlas el acreedor o su representante
autorizado; la forma es generalmente la citación judicial, el acto equivalente (diligencia
notarial según el art. 571, v. gr.,), puede prestarse a diversas interpretaciones, pero para
hacer surtir efectos legales, la judicial, parece la única vía efectiva.
Jurisprudencia
1.- "Los intereses principian a correr desde que el deudor se hace moroso" (G.J.
Nº 594, p. 3).
2.- "Conforme a los arts. 730, 739 y 746 (339 y 340) el deudor se constituye en
mora mediante requerimiento formal del acreedor o demanda legalmente
notificada" (G.J. Nº 648, p. 28).
3.- "El obligado se hace moroso sólo cuando es requerido por el acreedor, salvo
estipulación contraria" (G.J. Nº 795, p. 470).
6.- "La Corte Suprema de Justicia tiene bien sentada la doctrina de que el
requerimiento de mora no es sino una simple diligencia previa que concluye
con la notificación del citado y cuyo objeto o finalidad no es más que el de
constituir en mora al obligado" (G.J. Nº 1611, p. 105).
7.- "Según los arts. 340 y 341 del c.c. constituye en mora el requerimiento
judicial u otro acto equivalente, que es innecesario si se ha convenido que el
deudor incurre en mora por el sólo vencimiento del término, o cuando la
obligación proviene de hecho ilícito, o el deudor declara por escrito que no
cumplirá la obligación o, finalmente cuando así lo dispone la ley en casos
específicamente determinados" (G.J. Nº 1680, p. 160).
9.- "El requerimiento de mora termina con la citación del requerido por tratarse
de un acto que entre sus consecuencias, hace al deudor responsable de los
daños que sufre el acreedor" (Lab. Jud. 1983, p. 99).
10.- V. los casos Nos. 5, 6 y 9 del art. 339; 3 del art. 341; 22 y 32 del art. 568, y
5 del art. 639.
Jurisprudencia
1.- "Las palabras del art. 730 (341) declarando la mora por ley de la
convención, no son sacramentales, no son esenciales a ella y pueden
suplirse y expresar por otras que manifiesten la idea y voluntad de los
contratantes" (G.J. Nº 98, p. 905).
2.- "El interés penal estipulado en la escritura e préstamo, sin el pacto explícito
por el art. 730 (341), no puede exigirse por sólo el transcurso del plazo, sino
previo el requerimiento del acreedor" (G.J. Nº 576, p. 16).
3.- "No habiéndose estipulado en el contrato por el sólo transcurso del plazo el
obligado quedara constituido en mora, es preciso el requerimiento previo
que señala el art. 730 (340) del c.c." (G.J. Nº 1616, p. 128).
4.- V. los casos Nos. único del art. 310, 9 del art. 339, y 7 del 340.
Entre los efectos de la mora además del que hace correr en contra del deudor los
daños y perjuicios llamados moratorios, esta el que pone a cargo del moroso los riesgos de
la cosa. Es de rigor que cuando se ocasiona un daño, quien lo produce esta obligado a
repararlo. El precepto señala además, que la falta de cumplimiento de la obligación del
deudor moroso le hará responsable de los riesgos que su morosidad ha originado.
Los principios de la equidad natural establecidos por los romanos y mantenidos por
los legisladores modernos, eximen al deudor de los riesgos de llamado caso (fortuito o de
fuerza mayor) o causas inimputables según el art. 339.
Esta regla, sin embargo, carece de eficacia, cuando el caso fortuito o fuerza superior
han sido precedidos o acompañados de culpa o dolo del deudor (que corresponde examinar
al tratar de los hechos ilícitos arts. 984 y s.). Tocante a este precepto, el deudor corre los
riesgos de la cosa, incluidos el caso fortuito y la fuerza mayor, cuando por su cumplimiento
es constituido en mora.
Si la mora esta de parte del acreedor (art. 327), la responsabilidad del deudor
disminuye o desaparece. La última parte del párrafo I del art. la disminuye en el supuesto
de que haya sido inevitable la pérdida de la cosa, aún cuando el deudor no hubiese
incurrido en incumplimiento y la cosa hubiese sido entregada al acreedor.
Jurisprudencia
1.- "En las obligaciones de este género, el deudor se constituye responsable por
el sólo hecho de la contravención" (G.J. Nº 181, p. 901).
ART. 344.- (Resarcimiento del daño). El resarcimiento del daño, en razón del
incumplimiento o del retraso, comprende la pérdida sufrida por el acreedor y la ganancia
de que ha sido privado, con arreglo a las disposiciones siguientes.
Surge una pregunta previa, sobre, el por qué el Código regula en este capítulo la
reparación del daño a causa del incumplimiento de las obligaciones, que en el fondo no es
más que una especie de reparación por hecho ilícito, que está regulado en otro título y parte
(arts. 984 y s.) Giorgi, contesta el interrogante, indicando que ha sobrevivido el concepto
romano de no considerar nunca, como obligación nueva y diversa de la primitiva, la
emergente del incumplimiento contractual imputable al deudor. Si se puede discutir la
noción de hecho ilícito que se atribuye al incumplimiento, baste recordar que esa noción
faltando a las prescripciones de los arts. 291 y 339, es incurrir en un hecho ilícito.
Los arts. 344, 345 y 346, podían haber sido formulados en uno y con mejor
concordancia, pues, en su aparente claridad, encierran una contradicción de bulto. La
debida interpretación de sus disposiciones exige examinar el concepto jurídico del daño,
para luego ver cuál es el daño resarcible y a quién corresponde el peso de la prueba.
La valoración del daño directo (art. 346) para determinar la medida del
resarcimiento, supone, entonces, la pérdida efectiva que sufre el acreedor o daño
emergente, que es el elemento positivo del instituto y que está constituido por la prestación
que falta, es decir, que no se ha hecho, por una parte. Por la otra, el elemento negativo o
falta de ganancia o lucro cesante, toda vez que pueda ser configurable como elemento de
daño directo, esto es, como acrecimiento patrimonial que el acreedor verosímilmente
hubiera obtenido si el cumplimiento se hubiera producido (por ej.: reventa, con provecho,
de la casa que debía ser entregada y no lo fue), pero que no se obtuvo justamente por razón
del incumplimiento. Así, dice Messineo, el lucro cesante es un componente del daño
directo y resarcible. La responsabilidad del resarcimiento, desde los romanos (Scaevola),
distingue dos aspectos o manifestaciones, clásicamente conocidas: el daño emergente o
damno vitando que corresponde exactamente a la pérdida sufrida y el lucrum captando que
representa la ganancia dejada de percibir por efecto directo del daño.
Los resultados son los mismos que en el régimen abrogado, cuyos arts. 742, 743 y
744 han sido repetidos en los arts. 344, 345 y 346.
La dificultad interpretativa habría sido evitada, si las disposiciones de los arts. 344
y 346 hubieran sido reunidas en sólo uno, equivalente, por ejemplo, al del art. 1223 del
Cgo. italiano, que ha servido de modelo al nuevo Código.
Jurisprudencia
2.- "En el resarcimiento del daño por la pérdida ocasionada al acreedor por el
incumplimiento que regla el art. 742 (344) del c.c. ha de tenerse en cuenta
las reglas de equidad que establecen los arts. 743 y 744 (345 y 346) del
mismo código y según las cuales el deudor sólo esta obligado a satisfacer
los daños previstos o que han podido preverse en el contrato cuando la
obligación se incumple por dolo suyo y aún en este caso (existencia de dolo)
la condenación sólo debe comprender los daños que sean consecuencia
inmediata y directa de la inejecución o de mala ejecución del contrario"
(G.J. Nº 1215, p. 22).
4.- "Los fallos de instancia al declarar que los daños no se han justificado en
forma legal, no atentan contra la cosa juzgada como se argumenta en el
recurso, una vez que se han dado sobre la base de la prueba aportada que ha
sido apreciada sin infringir ninguna regla de criterio legal" (G.J. Nº 1308, p.
43).
5.- "Conforme al art. 742 (344) del c.c. los daños e intereses debidos al
acreedor nacen, en general, de la pérdida que ha sufrido y de la ganancia de
que ha sido privado (y) para concretar la utilidad que es en lo que realmente
consiste "la ganancia de que ha sido privado" (debe averiguarse en juicio)"
(G.J. Nº 1317, p. 105).
6.- "Según los arts. 742 y 746 (344 y 347) del c.c. los daños resultantes de la
falta de cumplimiento en la obligación, o de la demora en la ejecución de un
contrato, hacen correr los intereses legales desde la fecha de la demanda"
(G.J. Nº 1362, p. 31).
Jurisprudencia
1.- "El tribunal no puede de oficio mandar la indemnización de daños e
intereses que no han sido demandados" (G.J. Nº 265, p. 1697).
3.- "Conforme a los arts. 742 y 744 (345 y 346) hacen parte de daños los
ocasionados por efecto inmediato y directo de la ejecución del contrato"
(G.J. Nº 592, p. 8).
4.- "Conforme a los arts. 743 y 744 (345 y 346) tales perjuicios no deben
comprender sino lo que han sido previstos o podido preverse desde el
contrato, y que hayan sido consecuencia inmediata y directa de la falta de
cumplimiento de la convención" (G.J. Nº 702, p. 4).
5.- V. los casos Nos. 8 del art. 339 y 3 y 4 del art. 344.
ART. 346.- (Daños inmediatos y directos). Aunque haya dolo del deudor, el
resarcimiento no debe comprender, en cuanto a la pérdida experimentada por el acreedor y
la ganancia de que ha sido privado, sino lo que sea consecuencia inmediata y directa del
incumplimiento.
Jurisprudencia
1.- "Hacen parte de los daños ocasionados por efecto inmediato y directo de la
inejecución del contrato, tanto la pérdida de los gastos efectuados para el
transporte del ganado, cuanto la ganancia que pudo reportar mediante el
abono por su conducción" (G.J. Nº 592, p. 9).
2.- "Los jueces para fijar y apreciar los daños deben referirse a las causas
inmediatas de la obligación, sin poder asentar sus resoluciones con respecto
a hechos o acontecimientos futuros e imprevisibles por su naturaleza" (G.J.
Nº 1230, p. 10).
3.- "El lucro cesante que consiste en la ganancia que se ha dejado de percibir,
como consecuencia inmediata, directa y necesaria del acto que da lugar a la
responsabilidad de indemnización... no puede extenderse a las posibilidades
de venta, ganancias, contratación de créditos usurarios, etc." (G.J. Nº 1308,
p. 46).
4.- "De acuerdo al art. 744 (346) del c.c., como una de las excepciones y
modificaciones a lo previsto por el art. 744 (344) del mismo cuerpo legal,
los daños e intereses por la pérdida experimentada por el acreedor o de la
ganancia de que ha sido privado, sólo deben comprender lo que sea una
consecuencia inmediata y directa de la falta de cumplimiento" (G.J. Nº
1602, p. 142).
5.- "La devaluación del signo monetario dispuesta por el D.L. de 27 de octubre
de 1972, no tiene ni puede tener relación alguna con el incumplimiento del
contrato que dio origen al presente litigio y menos puede constituir la
consecuencia inmediata y directa a que se refiere el art. 744 (346) del c.c.,
porque aquélla constituye un caso de fuerza mayor ajeno a la voluntad de
las partes contratantes y posteriormente contendientes, por lo que el pago
ordenado por tal concepto en las resoluciones de grado que motivan este
recurso, resulta indebido" (G.J. Nº 1602, p. 142).
En las obligaciones pecuniarias, o sea en aquéllas que tienen por objeto entregar
una suma de dinero, el retardo en el cumplimiento da lugar al pago de intereses, llamados
precisamente por eso moratorios, que la ley fija como medida de resarcimiento y que se
deben desde el día de la mora, aún cuando el acreedor no haya demostrado haber sufrido
daño alguno. La tasa de esta medida fija la ley: interés legal (art. 414) o el moratorio-
bancario para los créditos especiales sometidos a legislación especial (c. com. art. 798 y
c.c. art. 415).
Jurisprudencia
1.- "En las obligaciones que tienen por objeto el pago de una suma
determinada, los daños y perjuicios procedentes de la mora en la ejecución,
consisten en la condenación al pago de los intereses legales" (G.J. Nº 454, p.
8).
3.- "El mandatario debe, conforme al art. 1344 (820) los intereses de sumas que
ha empleado en su uso, desde el día en que las empleó, y los
correspondientes a aquéllas en que saliere alcanzado, desde el día en que se
hubiese constituido en mora" (G.J. Nº 720, p. 41).
4.- "La condenación al pago de los intereses debe satisfacerse sólo desde el día
de la demanda, excepto en que en los casos en que la ley los hace correr
antes" (G.J. Nº 720, p. 41).
5.- "No siendo abonable a enunciada cantidad ni requeridos esos pagos,
tampoco son abonables los intereses a que con mala aplicación del art. 746
(347) se condena a los demandados" (G.J. Nº 721, p. 7).
8.- "Versando la demanda sobre el pago de una suma de dinero, como por
daños resultantes de la diferencia del precio de una cantidad de cebada, la
condenación al pago de esos daños no pudo sino referirse a los intereses
legales reclamados en la demanda" (G.J. Nº 827, p. 21).
9.- "El art. 746 (347) impone al deudor la obligación de satisfacer el interés
legal desde el día de la demanda, aunque el acreedor no haya justificado
ninguna pérdida" (G.J. Nº 846, p. 31).
11.- "En las obligaciones de pago de una suma determinada, los daños consisten
en el interés legal que debe satisfacerse desde el día de la demanda" (G.J. Nº
897, p. 53).
13.- "Los intereses son debidos no sólo mediante libre estipulación, sino también
por ministerio de la ley, en compensación de los daños resultantes de la
demora en la ejecución de obligaciones consiste en sumas determinadas"
(G.J. Nº 938, p. 37).
15.- V. los casos Nos. 1 del art. 340 y 6 del art. 344.
II. No hay lugar al resarcimiento por el daño que el acreedor hubiera podido evitar
empleando la diligencia ordinaria.
ART. 349.- (Responsabilidad por hecho de los auxiliares). El deudor que para
cumplir la obligación se vale de terceros, responde de los hechos dolosos o culposos de
éstos, salva voluntad diversa de las partes.
Es una aplicación particular a la materia en examen, de la regla general del art. 992
del Código y del art. 90 del c. com.
Declarados nulos los pactos que exoneran o limitan la responsabilidad del deudor
por dolo o culpa grave, quiere decir que los pactos que admiten esa exoneración por culpa
leve, son válidos (Messineo).
Entre los casos de aplicación del inc. 2) del art., ejemplificativamente, se tiene:
CAPITULO I
DISPOSICION GENERAL
Jurisprudencia
1.- "El pago hecho por el deudor de cualquiera de los modos prescritos por el
art. 825 (351) del c.c., extingue su obligación, sin que se pueda decir que
semejante pago destruye la cosa juzgada que lo ordenó" (G.J. Nº 39, p. 5).
3.- "El auto que declara extinguida la obligación a mérito de una escritura, que
luego fue anulada como consecuencia de la nulidad de la transacción que
acredita, queda sin efecto, retrotrayéndose de este modo las cosas a su
estado anterior" (G.J. Nº 581, p. 11).
4.- "La excepción de pago opuesta por el ejecutado es procedente por estar
justificada por el documento que lo acredita, cuya admisión no viola lo
dispuesto por el art. 825 (351) del c.c." (G.J. Nº 795, p. 15).
5.- "El pago plenamente justificado conforme al inc. 1º del art. 825 (351, 1) del
c.c., tiene eficacia para excepcionar el cumplimiento de la obligación" (G.J.
Nº 1361, p. 31).
CAPITULO II
DE LA NOVACION
Según todas las legislaciones que reglamentan la novación (art. 863 del Cgo. abrg.),
hay tres maneras de novación: a) por cambio de acreedor, cuando en la nueva obligación
un nuevo acreedor sustituye al antiguo, para con el cual queda liberado el deudor; b) por
cambio de deudor, cuando un nuevo deudor sustituye al antiguo, que queda liberado por el
acreedor, y c) por cambio de objeto, cuando el deudor contrae para con su acreedor una
nueva deuda, que viene a sustituir a la anterior que queda extinguida. Planiol y Ripert
Señalan además otra manera: por cambio de causa. Las sutilezas a que da origen la teoría
de la causa (que se examina con el art. 489), sólo pueden explicarse con ejemplos: a) en el
cambio de objeto, Juan que debe a Pedro una renta vitalicia, nova esa obligación con la
entrega de un capital equivalente; b) en el cambio de causa, Juan que debe 10.000 $b. a
Pedro por alquileres devengados, nova esa obligación por otra de mutuo con interés al
plazo de dos años.
El Código estrictamente ceñido a su modelo en este punto, sólo legisla dos especies
(radicalmente diversas: Messineo) de novación: la objetiva y la subjetiva pasiva (cambio de
deudor o delegación: v. el art. 395 y s.), ignorando la activa o cambio de acreedor. De
acuerdo a las regulaciones del Código modelo, Messineo explica que la novación objetiva,
supone una relación que media entre los mismos sujetos de la obligación originaria, que se
sustituye por otra obligación, con objeto o título diverso (aliquid novi) a la precedente, de
modo que el deudor queda actualmente, obligado con base en la nueva obligación. El
nacimiento de la nueva obligación produce la exitinción de la antigua.
Esta especie de novación difiere del reconocimiento de deuda (art. 956), que tiene
sólo una función puramente declarativa, para remover, con eficacia retroactiva, la falta de
certeza sobre la existencia o la medida de la obligación. También se diferencia de la dación
en pago (art. 307, II, v. la anot. respectiva), porque con ésta únicamente se sustituye el
objeto del cumplimiento, pero no la obligación en sí. La dación en pago, aclara Messineo,
corresponde a la fase del cumplimiento con el que es simultánea, mientras la novación
corresponde a la fase constitutiva de la nueva obligación (v. el caso de jurisprudencia Nº 7,
infra).
Jurisprudencia
1.- "En la sustitución de una deuda por otra, de suerte que como consecuencia
lógica produzca el efecto de extinguir la deuda antigua y crear la nueva,
menester es que la novación se halle claramente establecida, o que la
voluntad de hacerla aparezca manifiestamente de la escritura" (G.J. Nº 356,
p. 1431).
2.- "La rebaja condicional del crédito, no importa novación, por no estar
comprendida en ninguno de los casos de este art." (G.J. Nº 404, p. 345).
3.- "El endoso no es simple, ni carece de los requisitos que legalmente debe
contener para que pueda calificársele de mera comisión de cobranza, siendo
por valor cierto recibido y sin ninguna limitación en orden a los intereses
estipulados, fue una novación perfecta" (G.J. Nº 486, p. 3).
8.- "Para que exista novación debe haber renovación de causa o de persona,
como requiere el art. 862 (352)" (G.J. Nº 713, p. 19).
9.- "Según el art. 862 (352) del c.c. para probarla no se requiere de instrumento
público porque no se trata de un contrato solemne, siendo suficiente,
valedero y legal el documento privado para acreditar la excepción perentoria
promovida en virtud de la novación alegada" (G.J. Nº 1298, p. 10).
10. "Para el art. 862 (352) del c.c., conforme con la doctrina, hay novación
cuando el nuevo contrato quita o desata la obligación primitiva, por
renovación de causa" (G.J. Nº 1360, p. 37).
El ánimus novandi esto es, la intención de extinguir una obligación y crea otra
(Mazeaud), no requiere prueba especial ni solemne; basta con que resulte clara,
inequívocamente, del acto de voluntad, entendiendo por acto el acuerdo de partes, no el
documento en que consta. Sin embargo el documento como elemento de prueba será
inexcusable, cuando la entidad del acto sobrepasa el límite fijado en el art. 1328, 1).
Resulta de lo dicho que la intención de novar puede ser expresa y tácita. La expresa
no requiere palabras sacramentales y será suficiente cualquier frase idónea que manifieste
voluntad del acreedor de liberar de la obligación precedente al deudor, aceptando en su
lugar la obligación nueva. La tácita resulta cuando el deudor es desligado absolutamente de
la obligación primitiva, o cuando la segunda obligación contiene un cambio tan sustancial
comparado con la primera, que no permita considerarla como simple modificación de la
obligación precedente. Esto es, que haya incompatibilidad entre ambas obligaciones.
Jurisprudencia
1.- "La ley prohibe la prueba testimonial cuando la obligación excede de $ 250
($b. 5.000) y la que declara sin valor alguno las presunciones en materia de
novación (art. 865 = 353); no excluye la confesión, sea espontánea o
provocada, como juramento decisorio" (G.J. Nº 182, p. 909).
Su efecto extintivo es como el del pago. La obligación novada desaparece con todos
sus accesorios: hipotecas o privilegios; los fiadores quedan igualmente liberados y los
codeudores solidarios también se liberan, cuando el acreedor consiente novar con uno de
ellos solamente. La nueva deuda nace, así, pura y simple, puramente quirografaria. todo
esto, en el supuesto de que las partes no convengan expresamente en mantener los
accesorios para el nuevo crédito (art. 354) o se haya hecho reserva sobre los bienes del
deudor solidario que hace la novación (art. 355).
Sin embargo debe tenerse en cuenta, para la aplicación de las reservas regladas por
ambos artículos, las siguientes exigencias:
Las reservas de que hablan los artículos que aquí se examinan deben ser expresas y
contemporáneas a la novación. La novación ultimada con el fiador, no libera al deudor
principal, salvo que resulte abiertamente que las partes quisieron cargar al fiador todo el
peso de la obligación, liberando al deudor principal. No se aplica en este supuesto
(novación), la regla del art. 920.
Este artículo se refiere a la delegación que se examinará con los arts. 395 y s.
Nótese en este caso, también, que el Código ha ignorado los propósitos expresados en la 7ª
de las Bases a que se sujetó su redacción, en el sentido de evitar tecnicismos que
perjudiquen la clara comprensión de los preceptos.
CAPITULO III
DE LA REMISION O CONDONACION
Esto significa que nadie puede ser constreñido a ser liberado por efecto de la
renuncia del acreedor al propio crédito (Messineo). El término razonable para la repulsa de
la remisión por parte del deudor no tiene extensión precisada en la ley. Se supone que será
determinado por la apreciación de las partes o, en su defecto, por el juez. Tratándose de un
acto de naturaleza unilateral, se indica que no es necesaria la aceptación; pero, si ella sigue
más o menos a breve tiempo del acto de remisión, dice Messineo, dejará sin efecto la
eventual ulterior declaración del deudor de no querer aprovecharse de ella.
Jurisprudencia
1.- "La deuda que menciona el documento, cuyo pago (se) demanda, se halla
extinguida a virtud de la cláusula 19º del testamento que acredita la
remisión voluntaria" (G.J. Nº 653, p. 25).
Jurisprudencia
2.- "La presunción establecida por este art. sólo tiene lugar cuando el deudor
acredita la entrega voluntaria de la copia del documento de la obligación.
No basta que el deudor se halle en posesión del testimonio recabado por el
acreedor" (G.J. Nº 684, p. 50).
5.- "La copia simple de fs...., que sirve de base a la ejecución demandada, no
enerva el documento original presentado por los deudores como prueba de
cancelación, el mismo que con todos los antecedentes procesales, autoriza la
presunción legal de pago total de la deuda, según han apreciado
correctamente los jueces de grado al tenor de lo dispuesto por el art. 875
(359) del c.c." (G.J. Nº 1611, p. 67).
La primera parte del art., es consecuencia del principio de que lo accesorio sigue la
suerte de lo principal. Puede que el acreedor conceda explícitamente remisión al fiador; en
este caso no puede presumirse que haya remisión de la deuda en favor del deudor. Mas,
cuando el acreedor restituye al fiador el documento privado original, como prueba de
remisión de su obligación accesoria, debe considerarse también liberado al deudor por
presunción legal de remisión tácita en opinión de Giorgi. Messineo anota el silencio de la
ley respecto del libramiento del deudor mediante recibo otorgado por el acreedor, no
obstante no haberse realizado el pago. Sería una declaración simulada susceptible de caer
bajo la sanción del art. 543.
DE LA COMPENSACION
La compensación puede ser legal, judicial y convencional. Las reglas del capítulo,
propiamente, están destinadas a las dos primeras. La convencional se rige por lo dispuesto
en el art. 375.
Jurisprudencia
1.- "Desde que las deudas existen juntas, la compensación se opera en fuerza de
la ley, aún sin consentimiento de los deudores" (G.J. Nº 596, p. 2).
2.- "Tiene lugar la compensación cuando dos personas son deudoras la una de
la otra. No siendo el ejecutante y el ejecutado deudor el uno del otro, no
puede el segundo compensar el crédito con el que dice reconoce a su favor
un extraño" (G.J. Nº 599, p. 4).
3.- "La compensación tuvo lugar por sólo la fuerza de la ley, en la fecha en que
existieron juntas las deudas que recíprocamente se cobraban los herederos"
(G.J. Nº 784, p. 45).
4.- "La compensación extingue una obligación por otra cuando dos personas
son recíprocamente acreedoras y deudoras (y no, cuando se) propone con
crédito ajeno y fuera del estado del juicio" (G.J. Nº 810, p. 47).
5.- "En materia laboral se da compensación cuando las dos deudas proceden de
la relación laboral" (G.J. Nº 1614, p. 264).
El Cgo. abrg. excluyó la disposición del Cgo. francés (art. 1244), sobre el término
de gracia concedido por el juez, y cuando de él se trataba se lo consideraba como
concedido graciosamente por el acreedor. Así se ve el caso Nº 1 de jurisprudencia que Siles
inserta al pie del art. 886 del Cgo. abrogado concordado por él y que dice: "Declárese no
ser dudosa la inteligencia de este art. (886) y que el término que la ley llama concedido por
gracia es el que concede un acreedor, sin ser movido por obligación alguna, sino sólo por la
mera voluntad con que quiere hacer gracia a su deudor de plazo cumplido" (Auto Supremo
difundido por Resolución Gubernativa de 11 de Nov. de 1845, Colección Oficial, p. 256,
cita de H. Siles). La jurisprudencia, sin embargo, habla de la concesión del término de
gracia (no establecido en el Cgo. abrg.) como de una facultad del juez, cual puede verse en
el caso inserto infra.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.- "Según este artículo 885 (366) para que tenga lugar la compensación legal
de dos créditos, es indispensable que ambos sean igualmente líquidos y
exigibles. No siendo ejecutivos éstos (los instrumentos) ni, por
consiguiente, exigible el crédito a que se refieren, tampoco pudo verificarse
la compensación" (G.J. Nº 397, p. 277).
2.- "Las obligaciones a plazo, no siendo exigibles, sino después que éste
transcurrió, tampoco pueden compensarse antes" (G.J. Nº 448, p. 759).
3.- "Hallándose contradicho el valor legal del instrumento y, por consiguiente,
en duda la realidad del crédito a que él se refiere, dicho crédito que por
semejante motivo no puede reputarse líquido y exigible, tampoco puede ser
compensado conforme a este art. 885 (366)" (G.J. Nº 520, p. 12).
6.- "El valor de los alquileres adeudados a... por... sirve, conforme a la
correspondiente sentencia ejecutoriada, para compensar en parte el crédito"
(G.J. Nº 625, p. 9).
7.- "Los cargos deducidos contra el ejecutante por el precio de diversas partidas
de vino que le fueron entregadas, no son compensables con la deuda, por no
ser líquidas ni exigibles" (G.J. Nº 638, p. 5).
8.- "Según este art. 885 (366), para que la compensación tenga lugar, las deudas
deben tener por objeto o una misma suma de dinero o una cantidad
determinada de cosas fungibles de la misma especie. No son las acciones
del Banco... cosas fungibles, de la misma especie de la cantidad de dinero
ejecutada, con que se pretende la compensación" (G.J. Nº 825, p. 15).
Un deudor demandado por el pago de una obligación reconviene (art. 348 p.c.), al
demandante por el pago de otro crédito que no reune todas las condiciones requeridas para
la compensación legal. Puede ser que el crédito de la demanda reconvencional no sea
líquido, o resulte de un daño que previamente debe ser evaluado para fijar la
indemnización; liquidación o valuación que puede hacerse por el mismo juez. Puede ser
que el demandado primitivo sea condenado únicamente a pagar el excedente de su propia
deuda u puede resultar que sea él quien tenga a su favor la diferencia favorable, si la
liquidación es mayor que el crédito del demandante (Planiol y Ripert).
ART. 368.- (Deudas no pagaderas en el mismo lugar). Cuando las deudas son
pagaderas en distintos lugares, se deben computar los gastos de transporte al lugar del
pago.
3) De crédito inembargable.
Entre las compensaciones prohibidas por la ley (caso 5, art. 369), deben tenerse en
cuanta las contribuciones al Estado (sean impuestos o tasas). Nada puede oponerse al
Estado en compensación de las contribuciones que le son debidas, porque siempre se le
considera solvente. Los administradores pueden reclamar sus créditos en las formas
establecidas por la ley.
ART. 370.- (Compensación opuesta por el fiador y terceros grantes). El fiador y los
terceros que han constituído prenda o hipoteca pueden oponer en compensación la deuda
que el acreedor tiene respecto al deudor principal; pero éste no puede oponer en
compensación lo que el acreedor deba al fiador o a los mencionados terceros.
Fte: 1249 -
Precd: c.c. abrg. 891 -
Conc: c.c. 316 -
El deudor embargado (dice Bigot Préameneu, cit. por Giorgi), deviene respecto de
la cantidad debida un depositario y, si éste no puede oponer al depositante la compensación
por el crédito que tenga contra él (art. 369), con mayor razón puede oponerle el crédito
contra tercero. anulado, revocado o retirado el embargo, desaparece el obstáculo y, la
compensación, puede efectuarse retroactivamente desde el tiempo de la coexistencia de las
deudas.
ART. 374.- (Garantía del crédito compensado). El que ha pagado una deuda que
era compensable no puede valerse, en perjuicio de tercero, de los privilegios y otras
garantías establecidas a favor de su crédito, a no ser que por justos motivos haya ignorado
la existencia de este último en el momento del pago.
La última parte del art. plantea la excepción a la regla, que emerge cuando haya
habido un justo motivo de ignorar el crédito que hubiera podido compensar que la causa de
la buena fe debe prevalecer sobre el interés de los terceros. La excepción hace renacer los
privilegios y garantías.
En la facultativa, uno de los acreedores en ventaja del cual obstaría la falta de una
condición esencial o algún impedimento para la compensación legal, renuncia la ventaja de
aprovecharse del beneficio o del obstáculo y pide u ofrece la compensación, constriñendo a
la otra parte a venir a ella y al juez a autorizarla (Giorgi). Por ejemplo, el deudor
condicional o a término puesto en favor, renuncia a la condición o al término: o por quien
haya sido víctima de un despojo, por el depositante, por el comodante en interés del cual
está prohibida la compensación legal, etc.
CAPITULO V
DE LA CONFUSION
ART. 376.- (Efecto extintivo). Cuando en una misma persona se reunen las
calidades de acreedor y deudor, la obligación se extingue, y se liberan los terceros que
prestaron garantías por el deudor.
Cada obligación se ha dicho (V. anot. al art. 291), presupone un sujeto activo
(acreedor), un sujeto pasivo (deudor) y un objeto. Cuando en una misma persona se reunen
las cualidades de acreedor y deudor, desaparece un requisito esencial de la obligación, de
modo que ésta deviene ineficaz, como no existente. Se produce lo que el Código llama
confusión y otras legislaciones consolidación (v. gr. en el mismo Código, el art. 244, caso
3), y la obligación se extingue ipso iure. Pues, es de sentido común que nadie puede ser
deudor de si mismo.
La confusión puede cesar, cuando la causa que la produce desaparece. Esto puede
ocurrir con carácter retroactivo, como si la confusión no se hubiese producido nunca,
cuando la causa de que precede es anulada por un vicio del consentimiento o por
incapacidad, por ejemplo. Al contrario, cuando la causa que hace cesar la confusión es un
nuevo hecho, v. gr., la cesión de derechos hereditarios por el heredero que la había
aceptado, deja definitivamente extinguida la deuda (Planiol y Ripert).
Jurisprudencia
3.- "Al declararse extinguida la obligación ejecutada, lejos de violarse este art.,
se le aplica debidamente por haberse reunido en aquél las calidades de
acreedor y deudor" (G.J. Nº 704, p. 27).
4.- "Cuando en una misma persona las calidades de acreedor y deudor, se hace
una confusión de derechos, que extingue la obligación, por ser imposible
cumplirla, en razón de que nadie puede pagarse a sí mismo" (G.J. Nº 789, p.
11).
5.- "El acreedor compró la acción del deudor en las fincas, que aplicó al pago
de la obligación ejecutada, sin que por ese hecho coexista en él la calidad de
acreedor y deudor que se le atribuye, ni haya por ello ser aplicable este art."
(G.J. Nº 801, p. 6).
8.- "La confusión de derechos habría tenido lugar, si la herencia hubiera sido
aceptada pura y simplemente; más no se ha operado porque la herencia fue
aceptada bajo beneficio de inventario" (G.J. Nº 829, p. 8).
Si se confunde en una, las cualidades del acreedor y del fiador, la fianza desaparece
y subsiste la obligación principal. Esa es la regla general. Sin embargo, respecto de la
situación de los fiadores, debe analizar este precepto que deja subsistente la fianza, si el
acreedor tiene interés en ello, cuando hay confusión de las personas (o cualidades, mejor)
del deudor y del fiador. Parece demasiado rebuscado hacer sobrevivir la obligación
fiduciaria juntamente con la principal, en una misma persona, ya que el deudor, o como tal
o como fiador, está obligado a pagar. Y si no es solvente, no pagará ni como deudor ni
como fiador. Si el fiador ha prestado garantía real, el precepto tampoco tiene utilidad
ninguna. El acreedor está asegurado por la garantía real, se confundan o no las condiciones
del deudor y fiador en una sola persona. El precepto parece sujetar a las dos obligaciones,
la principal y la accesoria, en cuanto tienden al mismo objeto, a una exigencia acumulada,
sujetando al deudor causahabiente del fiador, o viceversa, a prestar dos veces el mismo
objeto. Se ha olvidado que nadie es fiador de sí mismo (Machado).
IMPUTABLE AL DEUDOR
Dos criterios informan la observancia del aforismo ad impossibili nemo tenetur, que
resume las reglas de este capítulo: un criterio objetivo, que exige una imposibilidad
posterior y perfecta, y un criterio subjetivo, que precisa la inimputabilidad de las causas y
de las ocasiones de la imposibilidad al deudor (Giorgi).
Dentro del criterio objetivo se dan tres casos, todos relacionados con la obligación
de dar: la pérdida de la cosa debida o su exclusión del comercio humano por disposición de
autoridad legítima, que pueden componerse en el precepto de este art., y el extravío de la
cosa, de tal modo que se ignore absolutamente su existencia, reglado por el art. 381.
Constituye excepción a esta regla la obligación que tiene por objeto cosa genérica
(art. 304): genus et quantitas non perit. El dinero (cantidad) no perece. La regla relativa al
género puede ocasionalmente tener también su excepción; por ejemplo el artista obligado a
entregar uno de entre los cuadros de su galería, se verá imposibilitado de hacerlo, si
casualmente se queman todos ellos. En todo caso, las circunstancias deben ser debidamente
avaluadas por el juez.
Cuáles son las causas no imputables al deudor, el Código no las precisa y deja
librada la materia a las disquisiciones de la doctrina. Debe repetirse aquí lo dicho en el art.
339 sobre el caso fortuito y la fuerza mayor, que el Código los menciona en algunas de sus
disposiciones, aunque sin precisar su noción.
La mora del deudor (art. 342), impide que éste se libere por la imposibilidad
sobrevenida y pone a su cargo los casos fortuitos. El deudor queda obligado a resarcir
daños, aunque no haya incurrido en ninguna culpa (Planiol y Ripert, Messineo).
Jurisprudencia
1.- "El art. 896 (379 y 381) no establece de modo absoluto la extinción de las
obligaciones por la destrucción o pérdida; por el contrario, refiriéndose
expresamente a las obligaciones que tienen por objeto especies ciertas y
determinadas, deja subsistentes las disposiciones relativas al préstamo de
dinero, cuyo objeto es una cosa que se consume por el uso" (G.J. Nº 311, p.
2068).
3.- "Para que exista posibilidad de ejecutar una obligación, no debe hallarse
extinguida la prestación de ésta por causa ajena al obligado, tal como lo
previene el art. 379 del c.c." (G.J. Nº 1611, p. 87).
Pothier trató el caso de la cosa perdida en contraposición con el de la cosa que dejó
de existir, para enseñar que en el segundo caso la liberación del deudor es definitiva,
mientras que en el primer caso el deudor queda liberado de su obligación durante el tiempo
que la cosa queda perdida.
Jurisprudencia
CAPITULO I
DE LA CESION DE CRÉDITOS
ART. 384.- (Noción). El acreedor, aún sin el consentimiento del deudor, puede
transferir su crédito, a título oneroso o gratuito, siempre que la transferencia no contradiga
lo preceptuado por la ley o lo convenido por el deudor.
II. La adquisición que contraviene las disposiciones del presente artículo es nula y
da lugar al resarcimiento del daño.
ART. 387.- (Documentos probatorios del crédito). Para que tenga efecto la cesión
de crédito, el cedente debe entregar al cesionario el documento probatorio de aquél. Si se
ha cedido sólo una parte del crédito, está obligado a dar al cesionario una copia auténtica
del título.
La cesión para producir sus efectos debe ser aceptada por el deudor, o notificada a
éste. La aceptación puede ser expresa o tácita. Si no existe esta aceptación en ninguna de
sus formas, es preciso que el deudor sea notificado con la cesión. El efecto fundamental de
la cesión es que el deudor no puede hacer el pago a su primitivo acreedor sino al
cesionario. Si paga a aquél no puede oponer ese pago a éste. Para que este efecto tenga
plena realización, es inexcusable la notificación de que trata el art., en defecto de
aceptación expresa o tácita. Si el deudor no estaba notificado con la cesión, su pago al
acreedor primitivo, es plenamente válido.
II. La misma regla se aplica en el caso de que el crédito sea dado en usufructo o
constituído en prenda.
El precepto del art. 390 también se refiere a los efectos de una cesión no notificada
al deudor, en la hipótesis de dos actos sucesivos de cesión, en que incurre un cedente de
mala fe indudable. Si el segundo cesionario resulta más diligente que el primero en
notificar la suya al deudor, basta esto para que sea preferido al primero, quedando a salvo,
naturalmente, el derecho de éste de repetir contra el cedente. La prelación o preferencia ha
de determinarse, no sólo por el día de la notificación, sino inclusive de la hora, cuando en
un mismo día se notificasen al deudor dos actos de cesión. El acto de fecha cierta para la
notificación, tiene, entonces, grave importancia.
No ha de confundirse terceros con causahabientes, como deja inferir la rúbrica del
art. Los diversos adquirentes, son causahabientes. Terceros, serán aquellos que pretendan
alguna acción sobre el crédito (v. gr. una retención: art. 504, p.c.), sea contra cedente o el
cesionario, a cuyo fin y para determinar su procedencia, según el caso, es preciso el
conocimiento de la fecha cierta de la cesión.
ART. 391.- (Liberación del deudor cedido). El deudor cedido queda liberado si
paga al cedente antes de la notificación o aceptación, excepto si el cesionario pruebe que
dicho deudor estaba en conocimiento de la cesión realizada.
Las garantías pueden considerarse que son de varias especies. La primera debiera
llamarse del hecho propio (Giorgi), que obliga al cedente a mantener indemne al cesionario
de todo lo que él mismo (el cedente), pudiera hacer contra la ley del contrato. Tiene la
obligación de no hacer una segunda cesión, de no exigir el crédito y de no recibir el pago si
se lo ofrece el deudor. Estas garantías no están consignadas en el art. 392, pero derivan de
los principios y las reglas del ordenamiento jurídico contenido en el Código. El art. 392,
contiene la garantía de derecho sobreentendida por la ley en todo contrato de cesión,
cuando no está excluida por el pacto o por la naturaleza aleatoria del contrato, o, según el
art. 393, por la gratuidad de la cesión (salvo la responsabilidad del art. 677, atribuída
explícitamente al caso).
Analizado en concordancia con las disposiciones del capítulo el contenido del art.
392, se encuentra comprendido en él: a) que el crédito a tiempo de la cesión es exigible,
(exigibilidad no debe confundirse con solvencia); b) que el cedente debe acreditar su
calidad de acreedor; c) igualmente su facultad de disponer del crédito; d) la existencia de
garantías y accesorios, sea que figuren en el contrato o sean connaturales al crédito cedido,
y e) ausencia de toda reticencia dolosa del cedente, sea sobre la solvencia del deudor, si ya
la conoce, sea sobre las causas de nulidad o rescisión que afecten al crédito.
La garantía de derecho que importa el art. 392, produce sus efectos sin necesidad de
pacto. De ahí que, inclusive, las reglas de la evicción en la venta, rigen la cesión, en cuando
resulten aplicables.
DE LA DELEGACION, DE LA EXPROMISION
La delegación es la novación subjetiva que el art. 357 consigna a este capítulo. Este
instituto está tratado por el Cgo. abrg. (art. 867) dentro de la novación, siguiendo el sistema
del Cgo. francés que se guió por la idea expresada por Pothier: la delegación es una especie
de novación.
Para hablar con propiedad, sólo debería entenderse como delegación la especie de
mandato que se hace por alguno, sea para cobrar, sea para pagar un crédito o una deuda
que tenga contra o a favor de un tercero, al efecto de liberar al deudor, o a sí mismo del
vínculo precedente y sustituirlo por el nuevo (Giorgi). Dentro de la confusión que se ha
creado en el lenguaje doctrinal sobre la materia, este autor distingue la delegación mutato
creditore, novativa o perfecta, de la delegación mutato debitore, simple o imperfecta.
La primera (art. 395) ocurre cuando el primer deudor (delegante) es sustituido por
otro deudor (delegado) con respecto al acreedor (delegatorio) que lo acepta, quedando
liberado el delegante en el supuesto de que el acreedor (delegatario) así lo consiente, según
el artículo en examen. Esta situación presenta el reverso de la delegación mutato creditore.
En el ejemplo dado supra, se supone que Juan acreedor de Francisco y deudor de José,
ordenó que Francisco pagase a José; atendido el punto de vista de Francisco, se calificó esa
delegación como por parte de acreedor (delegación novativa). En la situación inversa
corresponde ver el hecho desde el punto de vista de Juan y entonces se manifiesta la
delegación del deudor.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 867 (395), la delegación por la que un deudor da al acreedor
otro deudor, produce novación, si el acreedor declara expresamente que deja
libre al deudor que hace delegación" (G.J. Nº 461, p. 883).
3.- "La simple delegación, que no deja libre al deudor principal no produce
novación" (G.J. Nº 685, p. 15).
4.- "Por lo dispuesto por el art. 867 (395), para que haya novación por
sustitución de deudor, es necesaria la concurrencia y aceptación del
acreedor" (G.J. Nº 738, p. 17).
5.- "La transferencia hecha para que, en los términos estipulados antes con él,
se entiende directamente con aquél, importa novación de contrato por
sustitución de acreedor" (G.J. Nº 804, p. 34).
6.- "Este art. al establecer previa liberación del primer deudor para que haya
novación, distingue implícitamente lo que importa la simple delegación de
la novación consumada" (G.J. Nº 813, p. 6).
II. El delegado puede tomar para sí la obligación de realizar el pago de favor del
delegatario, aún después de la muerte o incapacidad sobrevenida al delegante.
ART. 398.- (Expromisión). El tercero que, sin delegación del deudor, asume la
deuda de éste, queda obligado solidariamente con él, a menos que el acreedor libere
expresamente al deudor originario.
Como la rúbrica del art. 117: immssioni, la de este art. 398: espromissione, es otro
italianismo que trae el Código, modelado en el italiano de 1942. Desde luego expromisión
no es palabra reconocida por el Diccionario de la Lengua. Valvuena (Diccionario Latino-
Español), apoyándose en la definición de Ulpiano, da al término latino expromitto la
significación de tomar sobre sí la deuda de otro, la cual corresponde a la definición que
Giorgi da del vocablo espromissione: presentación espontánea de un tercero ante el
acreedor para liberar al antiguo deudor, poniéndose en su lugar.
Machado, comentando el art. 815 del c.c. argentino, alude a la expromisión entre
los romanos, como el arreglo de un tercero con el acreedor, acuerdo para el cual sólo se
precisa la concurrencia de éstos, prescindiendo por completo del deudor originario.
II. La adhesión del acreedor libera al deudor originario sólo cuando esto constituye
condición expresa de lo estipulado o cuando el acreedor expresamente declara la
liberación. En caso contrario, el deudor queda obligado con el tercero en forma solidaria.
III. Sin embargo, el tercero queda obligado respecto al acreedor dentro de los
límites en que ha asumido la deuda, y puede oponerle las excepciones fundadas sobre el
contrato que sirvió de base a la asunción.
Del examen comparado de los arts. 398, 400, II) con el 395, resulta que la
delegación (pasiva), la expromisión y la carga de asunción de deuda, no tiende a la
liberación del deudor, sino a la multiplicación de los sujetos deudores. Los tres preceptos
entran en el conjunto de los llamados modos de reforzamiento de la obligación: secuestro
conservativo, retención, etc. (Messineo). Nótese, además, que el art. 400, en su prf. I.
presenta otro error de traducción entre los varios de que adolece el Código. El art. 1273 de
Cgo. it., fuente de este precepto no se refiere a un convenio entre el deudor y un tercero
para que éste asuma la deuda de otro (esto es, de un extraño a ambos) sino... para que éste
(el tercero con quien conviene el deudor) asuma la deuda del otro, es decir, de este deudor
que conviene con el tercero.
II. Sin embargo, si el delegado era insolvente a tiempo de haber asumido la deuda
frente al acreedor, el deudor originario no queda liberado.
El art. entre las reglas propias de la figura jurídica que regula, norma propiamente
una liberación condicional del deudor originario, de manera que la extinción de la primera
obligación no puede ocurrir hasta que se haya comprobado la solvencia del delegado. En el
caso de que la obligación del delegado o nuevo deudor sea nula o declarada anulable (art.
403), por ejemplo, por que éste fuese incapaz de obligarse, la delegación carecería de
fundamento y la primitiva obligación, en rigor, no habría quedado extinguida por una
novación imposible.
ART. 403.- (Deuda que renace). Cuando se declara nula o es anulada la obligación
asumida por el nuevo deudor habiendo ya el acreedor liberado al deudor originario, la
deuda de éste renace, pero el acreedor no puede valerse de las garantías prestadas por
terceros.
CAPITULO I
Son obligaciones típicamente de género, las pecuniarias, cuyo objeto es una suma
de dinero y la presentación o una de ellas al menos (en los contratos bilaterales, v. gr.) se
resuelve en la dación o entrega de una cantidad de monedas, sea porque constituye el
precio de la cosa vendida o arrendada o es el objeto de un mutuo o de un depósito o de la
generalidad de los contratos bancarios o de las diversas obligaciones que resultan de
títulos-valores (letras de cambio, cheques, pagarés, etc.).
Pecuniario, deriva del latín pecus, que era la marca de la oveja o del buey con que
se acuñaban las monedas de bronce (aes), desde Servio Tulio entre los romanos.
El curso legal no compromete los intereses del acreedor, puesto que puede en
cualquier momento, gracias a la convertibilidad, cambiar sus billetes en moneda de oro u
otras divisas más estables. Por el contrario, cuando se decreta el curso forzoso, se suspende
la libre convertibilidad: el instituto emisor está autorizado para no reembolsar en metálico
los billetes que ha emitido. Es propio de épocas de crisis económica y desvalorización
monetaria.
Jurisprudencia
2.- "Por imperio de este art., las deudas pecuniarias se pagan en moneda
nacional por su valor nominal" (G.J. Nº 1620, p. 164).
3.- V. los casos únicos del art. 74; 5 del art. 346, y 8 del 1429.
La segunda regla (art. 406), según su equivalente italiano (art. 1279), en realidad,
debería decir (como lo hace su modelo), que la regla del art. anterior (405), no se aplica
cuando hay cláusula expresa de que la obligación pecuniaria ha de pagarse en moneda
extranjera en efectivo (u otra cláusula equivalente), salvo que al cumplimiento de la
obligación no sea posible procurarse (para el deudor) la moneda pactada. Así, las dos
disposiciones tienen función propia y no resultan una indudable redundancia como aparece
en las dos reglas anotadas. Las dificultades de traducción provienen, indudablemente, de
que al hacerlo no se ha reparado que el Cgo. italiano de 1942, no habla (ni podía hacerlo
dado el régimen político entonces imperante en Italia), de moneda extranjera, sino
empleando solamente el eufemismo de una moneda que no tiene curso legal en el Estado.
Cláusula de escala móvil; cuando la suma debida variará en función del índice del
costo de vida.
Jurisprudencia
La regla del art. 407 rige para la primera clase de obligaciones de las señaladas
anteriormente. A las que versan sobre moneda especial según la terminología del art. Esas
obligaciones pueden cumplirse pagando el equivalente de su valor intrínseco en moneda de
curso legal. Las segundas que estarían comprendidas en el término especies convenidas del
art., no pueden ser susceptibles de reposición en moneda de curso legal, porque en
semejantes casos el objeto de pago no son la suma ni el género, sino la especie, aquellos
cuerpos determinados que son objeto de la relación jurídica. Cada moneda (dice Giorgi), es
tomada non tanquan summan, sed tanquam corpora.
Jurisprudencia
Es convencional el interés estipulado por las partes, fijando la tasa o tipo, que no
exceder del señalado por la ley, debiendo ser automáticamente reducido al límite que fija
este art.
Jurisprudencia
ART. 410.- (Noción del interés). Se considera interés no sólo el acordado con ese
nombre sino todo recargo, porcentaje, forma de rédito, comisión o excedente sobre la
cantidad principal y, en general, todo provecho, utilidad o ganancia que se estipule a favor
del acreedor sobre dicha cantidad.
Los intereses son frutos civiles (art. 84) y consiste en una cantidad de dinero debida
a título de compensación o de contraprestación por el goce de una suma de dinero ajeno, a
la que se tiene derecho (Messineo) como prestación conmutativa de la disponibilidad
concedida a otro, que se supone produce utilidad a quien se sirve de ella, utilidad de la que
quedaría privado quien cede dicha disponibilidad, sino fuere retribuido mediante el interés.
Jurisprudencia
1.- "Se considera interés no sólo acordado con ese nombre, sino todo recargo,
porcentaje, forma de rédito o excedente sobre la cantidad principal y en
general todo provecho o ganancia que se estipule en favor del acreedor,
entre los que se encuentra la cláusula penal prevista en los arts. 532 y 533
del c.c." (A.S.Nº 120 de 24-7-80).
2.- V. los casos Nos. 1 del art. 409, y 11 del art. 532.
La regla del art., aunque parece ofrecer un carácter absoluto, tiene excepciones que
en el ámbito de éstas la derogan. Entre ellas: el art. 800 del c. com., que permite capitalizar
intereses devengados por más de un año, cuando la mora en su pago (así como del capital)
no es imputable al acreedor y que, además, se haya convenido así con posterioridad a la
celebración del contrato respectivo o que el acreedor haya demandado judicialmente su
pago. El art. 747 del c.c. abrg. y el 1283 del código modelo, tienen similares regulaciones a
la del citado art. 800 del c. com. También, el art. 1365 del mismo c. com. que autoriza
capitalizar semestralmente los intereses de las cuentas de ahorro, cuyo fin manifiesto es
fomentar el ahorro público.
ART. 414.- (Interés legal). El interés legal es del seis por ciento anual. Rige a falta
del convencional desde el día de la mora.
Jurisprudencia
1.- "La Ley de 5 de Nov. del 40 hace correr (los intereses legales) desde el día
de la demanda y al 6% anual" (G.J. Nº 410, p. 440).
2.- "En las obligaciones que tienen por objeto el pago de una suma de dinero
determinada, los daños y perjuicios procedentes de la demora en la
ejecución, consiste en la condenación al pago de los intereses legales" (G.J.
Nº 544, p. 8).
4.- "Los intereses fijados por la ley de 5 de Nov. del 40, deben satisfacerse sólo
desde el día de la demanda, excepto en los casos en que la ley los hace
correr antes, como en el caso del mandatario conforme a lo prevenido en el
art. 1344 (820)" (G.J. Nº 720, p. 41).
5.- "Si bien se convino que la deudora no pagaría interés por el préstamo, no se
renunció los efectos de la demora en el cumplimiento de la obligación,
(siendo) legal (la condenación) de intereses legales desde el día de la
demanda" (G.J. Nº 754, p. 36).
7.- "El art. 746 (414) impone al deudor la obligación de satisfacer el interés
legal, desde el día de la demanda, aunque el acreedor no haya justificado
ninguna pérdida" (G.J. Nº 846, p. 31).
9.- "En las obligaciones que tienen por objeto el pago de una suma
determinada, la demora en la ejecución (acarrea) el pago de los intereses
legales" (G.J. Nº 904, p. 44).
10.- "En las obligaciones que se limitan al pago de una suma determinada, el
interés legal debe satisfacerse desde el día de la demanda" (G.J. Nº 897, p.
53).
11.- "Los intereses son debidos no sólo mediante libre estipulación, sino también
por ministerio de la ley" (G.J. Nº 938, p. 37).
12.- Véase los casos Nos. 14 del art. 347 y 2 del art. 409.
ART. 415.- (Interés bancario). Se salvan las regulaciones que rijan la tasa del
interés bancario, o para créditos especiales, quedando sin embargo subsistente respecto a
los Bancos y otras instituciones las demás disposiciones del presente Capítulo.
Jurisprudencia
SECCION I
Cuando se debe dos o más prestaciones, de manera que el deudor sólo está obligado
a cumplir una de ellas, con lo cual se libera de su obligación, ésta se llama alternativa, en
contraposición a las conjuntas. Si alguien está obligado a entregar su caballo blanco y su
mula torda, hay una obligación conjunta (o acumulativa: Messineo). Pero si se ha
reservado el derecho de entregar la mula o el caballo, está sometido a una obligación
alternativa (llamada también disyuntiva: Messineo).
Resulta de ello que los caracteres esenciales de la obligación alternativa son dos: 1º)
pluralidad de prestaciones, y 2º) derecho del deudor de liberarse efectuando una sola
prestación.
Son casos de alternabilidad legal, por ej., los de los arts. 405 y 406 del c.c. y 795
del c. com., relativos al pago en moneda nacional al cambio del día en que el mismo se
efectúa, en las obligaciones en moneda extranjera, cuando no sea legalmente posible
hacerlo con ésta; el art. 1119 respecto del legado alternativo, o el del art. 1258 que regla el
modo de efectuar la colación de inmuebles.
Jurisprudencia
6. "No puede motivar auto de solvendo una obligación alternativa que por
precepto de los arts. 780, 781 y 782 (416 y 417) del c.c. está librada al
arbitrio del deudor, si no se ha concedido expresamente al acreedor, el
cumplirla, optando por cualquiera de los extremos solicitados en la
demanda" (G.J. Nº 1253, p. 7).
La duda sobre el verdadero alcance de las disposiciones del art. 421, es mayor,
cuando se considera que las del art. 420 legislan sobre el presupuesto de la imputabilidad,
que supone mora o culpa de la pérdida de una de las cosas al deudor o al acreedor.
Explicando la disposición fuente del art. 420, Messineo señala que el derecho al
resarcimiento que surge de los supuestos de este precepto (art. 420), se justifica, en el caso
del deudor (inc. 1) que cumple la sola prestación que no se ha hecho imposible, porque se
considera que puede sufrir un daño por el hecho de no poder cumplir la otra prestación que
se ha hecho imposible por culpa del acreedor. En el caso del acreedor (inc. 2), al tener éste
que conformase con la única prestación sobrante, puede sufrir un daño que no hubiera
sufrido si la otra no se hubiese hecho imposible de cumplir por culpa del deudor.
Si las cosas perecen o las prestaciones llegan a ser imposible por culpa del deudor,
éste deberá el precio de cualquiera de las cosas que elija, si le corresponde la elección, o de
las que elija el acreedor, si a él cupiere la elección. Es aplicación de las reglas de los arts.
342 y 984.
La mora del acreedor (art. 327) para hacer la elección o recibir la cosa ya elegida,
sólo podrá hacer responsable al deudor -en el supuesto de la pérdida de aquella- de su culpa
grave o dolo (art. 984).
SUSTITUTIVA
Una sola cosa es la debida. El vicio inherente a ésta hace nula la obligación, sin que
se pueda tener mira alguna respecto de la cosa sustitutiva, que está in facultate solutionis
(Giorgi). Para conocer el carácter de la obligación facultativa sólo se examina la cosa que
forma su objeto, sin tener en cuenta la cosa sustitutiva. El acreedor sólo puede pedir la cosa
que se le debe, sin mencionar la sustitutiva. Finalmente y lo importante en cuanto a los
efectos de la pérdida fortuita de la cosa debida, en nada favorece al acreedor la subsistencia
de la cosa sustitutiva. La obligación se extingue pura y simplemente.
La referencia asignada por el art. 426, no existe en el Código. Primero, porque la
estructura del Código no contiene subtítulos y luego el título IV en el que está incluida la
sección que compone este artículo no tiene seis capítulos, sino tres.
- En los de los arts. 405 y 406: que hacen posible liberarse al deudor de moneda
extranjera, mediante el pago con moneda nacional de curso legal al tipo de cambio del
vencimiento.
- En el del parágrafo IV del art. 581: para impedir la resolución del contrato
ofreciendo una equitativa modificación.
- En el del parágrafo I, in fine, del art. 1188: que acuerda al heredero la facultad de
liberarse de la carga de legado que se le ha encargado entregar, pagando al legatario su
justo precio.
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Para establecer una mancomunidad perfecta entre los deudores, es necesario que se
hayan obligado a la misma cosa, en el mismo tiempo y por el mismo acto. Si unos se
obligan hay por la misma cosa que los otros prometieron ayer, no habrá entre los primeros
y los segundos sino una mancomunidad imperfecta (Aubry y Rau, citados por Machado).
Escriche enseña que puede usarse (mancomunidad), para cualquier contrato en que
hay pluralidad de sujetos, tanto para aquél por el cual dos o más personas se obligan como
principales a pagar a prorrata (obligación conjunta o divisible - dice), o a cada una in
solidum (obligación solidaria), la deuda que contraen. Resulta de ese concepto que la
mancomunidad es el género y las obligaciones conjuntas o divisibles, las solidarias y las
indivisibles, las especies.
Scaevola, señala que la diferencia (entre mancomunidad y solidaridad, con
significados enteramente contrapuestos), debió parecer, en los primeros tiempos del
derecho civil, insignificante, aunque después apareció en la práctica como sumamente
difícil, cuando en realidad, su formulario es simple: unas veces la obligación consiste en
pagar tal cosa a cualquier de dos o más personas; otras ocasiones el compromiso supone
satisfacer parte a una, parte a otra de las personas mismas. En el primer caso, la obligación
es solidaria, mancomunada en el segundo.
ART. 428.- (Derechos y deberes de los sujetos). Los acreedores podrán exigir y los
deudores ejecutarán o cumplirán sólo una parte o la totalidad de la prestación comprendida
en la obligación mancomunada, según las reglas que se dan en el Capítulo presente.
Jurisprudencia
Nótese que por la estructura que presenta este art., así como por la referencia
consignada en el art. 439, II), faltaría un parágrafo II a este art. 429, que ni la edición
oficial ni los originarios del Código contienen. Tampoco la disposición fuente deja ver que
tal parágrafo existiera. Ha de considerarse que se trata de un mero error de dactilografía.
Jurisprudencia
1.- "Siendo herederos los dichos... como lo era también la... todos ellos estaban
obligados a pagar deudas de su causante, a proporcionar de las partes que
les hubiera cabido" (G.J. Nº 480, p. 1023).
2.- "La divisibilidad de una obligación en cuanto a los herederos del deudor se
halla exceptuada por el art. 812 (430), siendo por lo tanto indivisible el pago
demandado por haber sido esa la intención de los contratantes" (G.J. Nº 528,
p. 10).
3.- "La acción real puede intentarse contra cualquiera que posea la cosa. Siendo
de tal naturaleza la deducida contra los herederos, no procede la
divisibilidad de la obligación alegada" (G.J. Nº 603, p. 8).
4.- "El principio de la divisibilidad de las obligaciones entre los herederos del
deudor, tiene su excepción, entre otros casos, según el art. 812 (430) del
c.c., cuando la deuda es hipotecaria (art. 1363 c.c. vigente) y el heredero que
posee el fundo hipotecado puede ser demandado por el total" (G.J. Nº 703,
p. 6).
Es presupuesto esencial de la obligación indivisible que sea única, esto es, que
existe una prestación única a cumplirse en solución única, al mismo tiempo que una
pluralidad de sujetos activos (indivisibilidad activa) o, más frecuentemente, pasivos, es
decir, de obligados pari gradu (indivisibilidad pasiva), sin que sea extraño que se dé el caso
de pluralidad de sujetos activos y pasivos al mismo tiempo (Messineo).
Una obligación es indivisible, cuando tiene por objeto una prestación tal, que, dado
en la obligación el concurso de varios participantes, no permite a cada acreedor exigir su
parte sola como un todo, ni a cada deudor entregar la suya como un todo separado y
librarse así independientemente de los otros; no permite, en suma, a las obligaciones
seguir, en la exacción y en el pago, la regla concursu partes fiunt (Giorgi).
La indivisibilidad puede tener su causa en la naturaleza de la obligación, en la
disposición de la ley y en la voluntad del testador o de los contratantes.
La indivisibilidad impuesta por voluntad del testador o por acuerdo de las partes,
puede ser expresa, lo que no quiere explicación, o puede ser tácita. Esta tiene lugar cuando
el creador de la obligación, asigna en el título a una prestación por naturaleza divisible, un
fin incompatible con la división. Por ejemplo: la prestación de dos hectáreas de terreno
para la construcción de un jardín de infantes en la ciudad de Copacabana. Tal prestación, si
no tuviese ese fin, sería divisible, y dos deudores o dos herederos, la cumplirían
perfectamente cada un por su cuenta, entregando cada uno una hectárea de terreno, donde
más le placiese o donde a cada uno le resultase mejor. Pero, la finalidad atribuida a la
prestación, la hace indivisible y exige la reunión y continuidad de los terrenos donde debe
alzarse la construcción.
La reglas del art., no ofrecen una clara inteligencia de sus disposiciones, por
deficiencia de traducción de sus modelos italianos (arts. 1317, 1318, 1319 y 1320), que
dicen:
"art. 1318.- Indivisibilidad entre los herederos: la indivisibilidad surte efectos aún (o
igualmente o también) entre los herederos del deudor o el acreedor.
"art. 1319.- Derecho de exigir la totalidad: Cada uno de los acreedores puede exigir la
ejecución de la entera prestación indivisible. No obstante, el heredero del acreedor que se
adjudicase el pago del crédito total, debe dar fianza en garantía de los coherederos.
"art. 1320.- "Extinción parcial: Si uno de los acreedores ha hecho remisión de la deuda o ha
consentido en recibir una prestación diversa de la debida, el deudor no queda liberado
respecto de los otros acreedores. Estos no obstante no pueden demandar la prestación
indivisible si no acreditan o bien reembolsan el valor de la parte de aquél que ha hecho la
emisión o ha recibido la prestación diversa. Esta misma disposición se aplica en caso de
transacción, de novación, de compensación y de confusión".
SECCION III
La complejidad se da, entonces, del lado activo (crédito solidario), como del lado
pasivo (deuda solidaria), o, al mismo tiempo, como combinación de ambos: del lado y del
pasivo a la vez.
Solidaridad, del latín solidum, expresa la idea de totalidad. Su uso, es, puede
decirse, reciente (no más allá del siglo XVIII), en su sentido jurídico (Planiol y Ripert).
Es una modalidad especial de las obligaciones que impide, unas veces, la división
del crédito (solidaridad activa o de acreedores) y otras, la división de la deuda (solidaridad
pasiva o de deudores). Puede también establecer entre unos (acreedores) y otros (deudores)
a la vez, pero no es más que la suma de las otras dos características y las reglas de éstas se
aplican a ella.
Tres son los requisitos que la distinguen: 1º) pluralidad de acreedores; 2º) unidad de
prestación; 3º) voluntad del que asume la obligación de hacer ésta solidaria entre los
acreedores. En ningún caso se establece de pleno derecho por la ley (Giorgi y Planiol y
Ripert). Este punto se examina más detenidamente en el art. 435.
La solidaridad activa está privada casi por completo de utilidad práctica. En los
negocios de la vida civil, aparece manifiestamente importante cuando se la considera con
relación a los deudores. La solidaridad pasiva, es el vínculo entre varios deudores, por
virtud del cual se ofrecen o representan recíprocamente obligados al pago, para mayor
seguridad del crédito y para facilitar al acreedor su cobro. Para ello, cada deudor se estima
serlo del todo frente al acreedor, en tanto se considera como deudor de su parte sola en
todos los demás órdenes y, señaladamente, en relación a los codeudores. (Giorgi).
Sus requisitos distintos son: 1º) pluralidad de deudores; 2º) unidad de prestación, y
3º) voluntad del hombre o disposición de la ley directa y expresa, para constituir la
solidaridad.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 791 (433) hay solidaridad entre los deudores, cuando se
obligan a una misma cosa, de manera que cada uno pueda ser demandado
por el total" (G.J. Nº 436, p. 659).
4.- "Según lo dispuesto por los arts. 791 y s. (433 y s.) del c.c. es potestativo del
deudor de obligaciones solidarias dirigir su acción contra todos o algunos de
sus deudores, por el total o parte de los adeudados" (G.J. Nº 963, p. 67).
5.- "El ejecutable tiene derecho a circunscribir su acción a uno o más deudores"
(G.J. Nº 936, p. 67).
Entre dichas legislaciones está, precisamente, la del Código modelo, cuyo art. 1294
establece la presunción de la solidaridad. Dice:
"(Presunción de solidaridad). Cuando fueran varios los deudores se presume que éstos se
han obligado solidariamente, salvo estipulación contraria".
Aunque con expresión modificada, el art. en examen establece la misma regla que
el citado art. 793 del c.c. abrg., por lo que, en rigor de exactitud, corresponde señalar, como
se ha hecho, el art. 1202 del c.c. francés como su verdadera fuente. Además, nótese que la
excepción de la segunda parte del art. 793 del c.c. abrg., no es tal respecto de la primera
parte de la regla, una vez que, tanto cuando la estipulan las partes, como cuando la
establece o declara la ley, la solidaridad resulta que debe ser, siempre, expresamente
establecida.
Se ha dicho al examinar los arts. 433 y 434, que en ningún caso se establece de
pleno derecho por la ley la solidaridad entre acreedores, según opinión generalizada entre
los civilistas (Giorgi, Planiol y Ripert). Sin embargo, puede considerase una forma de
solidaridad entre acreedores establecida por la ley, la facultad otorgada por el art. 853, I) a
cualquiera de los varios depositantes o a cualquiera de los varios herederos del depositante,
para exigir al depositario la devolución del depósito de cosa indivisible.
Jurisprudencia
1.- "En los contratos de compañía, la obligación solidaria de los socios por las
operaciones sociales está limitada a los asuntos meramente mercantiles por
lo dispuesto por el art. 238 (173) del c. com." (G.J. Nº 384, p. 170).
4.- "Según el art. 793 (435) la solidaridad no se presume y debe ser estipulada
expresamente, salvo los casos a que la misma disposición se refiere
(solidaridad legal)" (G.J. Nº 970, p. 57).
8.- "Conforme al art. 793 (435) del c.c., la solidaridad no se presume" (G.J. Nº
1619, p. 52).
ART. 436.- (División entre herederos). La obligación se divide entre los herederos
de uno de los dos deudores o de uno de los acreedores solidarios, en proporción a sus
cuotas respectivas.
II. El deudor común puede elegir a uno u otro de los acreedores para efectuar el
cumplimiento, a no ser que haya sido previamente citado con una demanda promovida por
otro u otros de ellos.
Respecto de los acreedores, cada uno de ellos representa a todos los demás, en el
acto del pago. El derecho de cada acreedor para reclamar el pago, produce en el deudor la
obligación de pagarlo íntegro, a cualquier acreedor que para ello le requiera oponer el
beneficio de la división.
La facultad que tiene el deudor, de librarse en manos de cualquier acreedor,
eligiendo a aquél a quien ha de hacer el pago, queda suprimida si antes de que el deudor
haga esa elección y ofrezca el pago de la deuda, otro de los acreedores le inicia demanda,
con la cual debe hacer citar al deudor, para que la demanda surta el efecto que le asigna el
inc. II). La consecuencia de esto, resulta ser si el deudor al acreedor que elige, no obstante
la citación judicial de otro de los acreedores, aquél se encontrará obligado a pagar de
nuevo.
Jurisprudencia
1.- "Del documento resulta que... se constituyó codeudor solidario para el pago
del crédito de... en cuyo concepto la acreedora tiene acción para ejecutar al
deudor solidario, por lo establecido en el art. 795 (437)" (G.J. Nº 586, p. 5).
2.- "El ejecutante, al retirar del juicio a uno de los codeudores solidarios,
dirigiendo la demanda sólo contra los otros dos, hace uso de la facultad
conferida por el art. 794 (437), sin que pueda oponérsele el beneficio de
división" (G.J. Nº 808, p. 41).
3.- "Según el art. 795 (437) del c.c. el acreedor que persigue a alguno de sus
deudores (solidarios), puede proceder del mismo modo contra los demás"
(G.J. Nº 936, p. 10).
4.- "Según el art. 794 (437) del c.c. el acreedor de una obligación in solidum
puede dirigirse contra el que quiera de sus deudores, sin que el elegido
pueda oponerle el beneficio de división" (G.J. Nº 948, p. 2).
5.- "Según el art. 795 (437) del c.c. el acreedor que persigue a alguno de sus
deudores por el cumplimiento de una obligación in solidum, puede proceder
del mismo modo contra los demás" (G.J. Nº 949, p. 17)
7.- "Conforme al art. 794 (437) del c.c. es potestativo para el acreedor dirigir su
acción contra cualquiera de sus deudores solidarios, sin que el elegido pueda
oponer la excepción de división" (G.J. Nº 964, p. 139).
8.- "En las obligaciones solidarias se regula las relaciones entre codeudores,
después de pagado el acreedor principal, a quien no interesa saber (si el
crédito que otorga) es para provecho de uno sólo o de todos los que ante él
se constituyen en deudores solidarios" (G.J. Nº 1015, p. 62).
9.- "Aun cuando los deudores conforme disponen los arts. 788 y 789 (433 y
437) del c.c. pudieron pagar el total de lo adeudado a cualquiera de sus
solidarios, en este caso, se hallaban prohibidos de hacerlo, desde el
momento de la acreedora... les promovió juicio y les hizo citar con la acción
de cobranza" (G.J. Nº 1019, p. 12).
10.- "El art. 794 (437) del c.c. confiere el derecho de elección al acreedor para
dirigir su acción contra sus deudores solidarios, no en cualquier estado de la
causa, sino solamente a tiempo de interponer la ejecución" (G.J. Nº 1076, p.
42).
11.- "Si bien los arts. 794 y 795 (437) del c.c. autorizan al acreedor de una
obligación solidaria a dirigir su acción contra cualquiera de sus deudores
por el total de la deuda y proceder del mismo modo contra los demás, no
establece la simultaneidad de acciones, debiendo entenderse que una vez
instaurada la acción de pago total contra alguno de los deudores in solidum,
no puede deducirse nueva demanda contra otro u otros de los deudores, para
pedir lo mismo y por separado, pendiente la primera, por que la acción
intentada contra uno de ellos, comprende a los demás, ya que los deudores
solidarios constituyen una misma personalidad jurídica" (G.J. Nº 1110, p.
42).
12.- "El recurrente, como codeudor mancomunado, tenía perfecto derecho para
intervenir en el juicio con arreglo al sentido de los arts. 794 y 799 (437 y
438) del c.c. y 807, inc. 4º (sin equivalente preciso) de su procedimiento, de
modo que su recurso en el proceso no pudo ser legalmente desestimado"
(G.J. Nº 1357, p. 77).
14.- "El remate de la casa adquirida por ambos esposos, sólo debe comprender la
parte que en el inmueble corresponde al marido (que es el deudor),
quedando subsistente la hipoteca otorgada por la esposa, reatada al derecho
de la firma acreedora, para cubrir el pago total de la obligación de acuerdo
al art. 795 (437) del c.c., siempre que efectuada la subasta no alcanzare el
producto a satisfacer el total de la obligación, llevándose a efecto el remate
consiguiente para dicho efecto" (G.J. Nº 1619, p. 52).
16.- "El acreedor de una obligación contraída in solidum, puede dirigir la acción
contra el que quiera de sus deudores o contra los garantes solidarios" (Lab.
Jud. 1979, p. 122).
17.- Véase los casos Nos. 3, 6 y 7 del art. 433, y 2 del art. 925.
II. El deudor común no puede oponer al acreedor solidario las excepciones que son
personales de los otros acreedores.
Por la regla del art., cada deudor tiene la facultad de oponer al acreedor, tanto las
excepciones personales propias, como las comunes a los demás codeudores. Sólo le está
prohibido oponer las que sean personales a alguno de los demás codeudores.
Las excepciones comunes a todos, que puede oponer un codeudor, son por ejemplo,
falta de licitud en el objeto; lesión, en los contratos en que está admitida esta excepción.
Respecto del consentimiento, como se presta por cada deudor, no puede constituir una
excepción común, sino personal. En los vicios de la causa, habrá que examinar si la causa
de obligarse fue una sola para todos los deudores solidarios, caso en el cual el vicio será
excepción común. Si la causa resulta ser varia para cada deudor, el vicio en ella será
personal y no común. La incapacidad, es una excepción puramente personal a favor del
deudor incapaz. La condición y el plazo, estipulado en favor de una deudor solidario al
principio de la obligación, también constituyen excepciones personales. Constituye
excepción común, el vicio de nulidad de la obligación fundada en defectos de forma del
contrato, del que debería nacer la obligación misma.
Resta agregar que la regla del art. 438, por virtud de la cual cada deudor solidario
puede -y debe para no responder a los otros codeudores por no hacerlo cuando tiene
oportunidad de plantearla- oponer las excepciones comunes a todos, más no las personales
de los otros codeudores, no se aplica al fiador solidario. En este caso, deben aplicarse las
reglas de la fianza, cuyo art. 929 concede al fiador la facultad de oponer todas las
excepciones inherentes a la obligación menos las puramente personales del deudor, sin
especificar cuáles son las entidades por tales el Código. Puede inferirse que se refiere a las
motivaciones personales del deudor para contraer la obligación, pero ellas no son
excepciones el Cgo. italiano del cual ha sido tomado también el dicho art. 929, hace
excepción expresa únicamente de la incapacidad del deudor.
Jurisprudencia
1.- "El ejecutado pudo oponer la excepción de minoridad que le era personal,
pero no la falta de concurrencia de... al otorgamiento. Esta falta, para otro
que no hubiese concurrido al otorgamiento, habría tenido influencia sobre la
calidad solidaria del crédito y habría podido oponerse como excepción, más
no el que se obligó con conocimiento de la falta" (G.J. Nº 286, p. 1872).
3.- "El coobligado in solidum demandado por el acreedor, puede oponer las
excepciones resultantes de las obligaciones que contrajo y todas las que no
sean puramente personales a algunos de los coobligados" (G.J. Nº 579, p.
13).
4.- Véase los casos Nos. 12 del art. 433 y 2 del art. 925.
II. Las partes y porciones de cada uno se determinan conforme al artículo 429-II.
II. Si alguno resulta insolvente, se distribuye su parte por contribución entre los
otros codeudores, incluyendo al que ha efectuado el cumplimiento.
Estos artículos regulan los efectos posteriores al pago. Obvio es recordar que la
obligación solidaria, tiene dos caras o lados: una, que mira a los acreedores, otra a los
deudores.
Tocante a los deudores, si el acreedor exige y obtiene de uno sólo de los deudores
la integridad de la prestación, nace ipso facto el derecho del deudor que paga, a repetir
contra sus coobligados. Más, aquí impera ya la mancomunidad simple, en el sentido de que
sólo puede repetirse contra cada coobligado, por la parte correspondiente a cada uno. Es
facil comprender el fundamento jurídico de la facultad de repetir. Es el pago efectuado por
cuenta de otro, en virtud del mandato implícito del vínculo solidario; mandato que otorga
un crédito a favor de aquél que pagó, respecto al que quedó (Giorgi).
Es justo que el deudor que paga la totalidad (su parte y la de sus codeudores), se
convierta en acreedor de los coobligados, en la parte correspondiente a cada uno en sus
relaciones entre sí. Los medios para recuperar lo pagado por los otros, son los ordinarios.
En todos los casos en que tiene lugar la repetición entre los codeudores solidarios,
se reparte también entre los varios obligados, sin exclusión de aquél que pagó, la parte de
los codeudores insolventes, así el insolvente resulte ser el codeudor en cuyo exclusivo
beneficio se contrajo la obligación solidaria.
Jurisprudencia
1.- "Al reconocer (el padre y la madre) por escritura a sus hijos contrajeron la
obligación solidaria de alimentarlos (pero) no renunciaron el derecho de
solicitar, en caso de haberla cumplido sólo uno de ellos, al reembolso de la
parte correspondiente al otro, conforme a este art. 805 (440)" (G.J. Nº 476,
p. 997).
2.- "Según el art. 1369 (938) el fiador solidario obligado a pagar al acreedor, de
igual manera que el deudor principal adquiere por el hecho el derecho de
repetir contra los demás codeudores o cofiadores el cobro de sus respectivas
partes" (G.J. Nº 623, p. 5).
4.- "Habiendo pagado... al acreedor los Bs. 4.000 que debía solidariamente
con... no tiene derecho para cobrar a éste sino la mitad, como parte o
proporción que le corresponde, según lo establece el art. 805 (440) del c.c."
(G.J. Nº 863, p. 55).
3) La compensación sólo puede oponerse hasta el valor total por el deudor a quien
favorece y por los otros deudores hasta la concurrencia de la parte que corresponde
a aquél en la obligación. La misma regla se aplica en las relaciones del deudor con
los acreedores solidarios.
Sobre la condonación, para empezar, debe advertirse que ella puede ser expresa o
tácita, según la regulación de los arts. 358 y 359. Si la remisión es tácita, favorece a todos
los coobligados. Si es expresa y a favor de un sólo deudor, también libra por igual a todos
los coobligados, excepto el caso de declarar explícitamente el acreedor que se reserva sus
derechos contra los demás, caso en el cual podrá reclamar su crédito, deduciendo la parte
del deudor a quien condonó. De ello resulta que el acreedor que quiere conceder la
condonación a uno sólo de sus deudores solidarios, debe cuidar bien de reservarse sus
derechos contra los demás, en forma inequívoca, si no quiere perderlos irreversiblemente.
Lo que falta ver es si el acreedor puede celebrar una transacción parcial, es decir,
restringida a la parte que el deudor, con el que transige, tenga en la deuda frente a los
coobligados. Se estima que puede ser y, en tal caso, la transacción podrá invocarse por los
codeudores en la parte del deudor que ha transigido (Giorgi). Puede agregarse a la opinión
de Giorgi, que si se permite la remisión parcial, puede perfectamente transigirse
parcialmente, con la reserva esplícita que relativamente a la condonación establece el art.
441, caso 2º), para mantener la solidaridad de los restantes codeudores.
Mas, lo que importa señalar es que si bien el art. 1305 del Cgo. italiano tiene su
razón de ser, el art. 443 del Cgo. no la tiene. En efecto, la regla se funda en la facultad de
deferir a juramento decisorio del cual "se hace depender la decisión total o parcial de la
causa" (art. 2736 del Cgo. italiano). En cambio, el art. 1324 del Código prohibe
categóricamente el juramento decisorio, de lo cual resulta que el art. 443 establece efectos
de un instituto inexistente, prohibido por su ordenamiento (art. 1324). Pues, el juramento
de posiciones o de supletorio (arts. 1325 y 1326), no sirven a los fines del art. 443. Salvo
que se aplique al caso la confesión provocada (juramento decisorio disfrazado), reconocido
por el p.c. (art. 404).
Desde luego debe advertirse que las reglas generales de los arts. 340, 341 y 342, se
aplican conjuntamente con la del art. 445. La demanda contra uno de los deudores
solidarios, constituye en mora a todos. Si la demanda versa sobre los intereses de mora,
citada a uno de los deudores solidarios, hace correr los intereses respecto de todos. Mas, si
alguno de los codeudores lo es condicional o a plazo, los efectos de la mora para éste
tendrán lugar desde el vencimiento del plazo o desde el cumplimiento de la condición, de
acuerdo a los principios ya examinados. La interpelación judicial que determina la mora,
pone los riesgos de la cosa debida a cargo de todos los codeudores así la interpelación haya
sido dirigida a uno sólo de ellos.
En primer lugar, la rúbrica que habla de renuncia a la solidaria, por evidente errata
de la edición oficial, léase renuncia a la solidaridad.
Es relativa la renuncia (la reglada por el art.), cuando el acreedor restringe sus
efectos a un sólo deudor, quedando roto únicamente respecto de él, el vínculo de la
solidaridad y subsiste tocando a los demás. El deudor en cuyo favor se hace la renuncia
continúa obligado sólo por su cuota para con el acreedor. No es exonerado de sus
obligaciones en orden a los demás codeudores, (por ejemplo para responder
proporcionalmente por la insolvencia de alguno de los codeudores).
No puede permitirse que la renuncia del acreedor en favor de uno de ellos, haga
más grave las condiciones de los deudores no librados, en el caso de que entre ellos haya
un insolvente. Pero se transforma en deudor prorrata, en tanto los restantes continúan
solidarios entre sí.
Respecto de la tácita (pues la expresa no requiere explicación), los arts. 448 y 449,
establecen tres presunciones.
Jurisprudencia
"Según el art. 803 (449) el acreedor que recibe de uno de los deudores,
separadamente y sin reserva, su porción en los intereses de la deuda, pierde la
solidaridad de los devengados o caídos, más no la de los que deben correr, ni la del
capital, a menos que el pago dividido haya continuado por diez años (según el art.
1507 del c.c. serían ahora cinco años)" (G.J. Nº 756, p. 46).
PARTE SEGUNDA
DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES
TITULO I
DE LOS CONTRATOS EN GENERAL
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 450.- (Noción). Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo
para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica.
Esta materia, es la parte del Derecho civil que mayores transformaciones presenta
desde fines del siglo XIX, más como resultado del desenvolvimiento de la doctrina y de la
jurisprudencia, que de las reformas legislativas (Bonnecase).
Ya sostuvo Laurent (cit. de Scaevola), que "el derecho es una fase de la vida; la
vida no es jamás estacionaria; si se detiene un instante, sobreviene la muerte. Es, pues,
imposible que el derecho del siglo XIX sea aún el de las XII Tablas... El derecho es la
expresión de la vida y nuestra vida se aleja cada vez más del estado social de los romanos.
Bajo la influencia de nuevas costumbres y de nuevas necesidades, se forma una ciencia
nueva; los intérpretes del Código inspiran de los derechos acaecidos en el medio que viven
y no de los ocurridos en Roma".
Corresponde aquí ampliar esta anot. y precisar algunas nociones sobre hecho y acto
jurídico, limitadas a lo que interesa al derecho privado. Hecho jurídico, es el
acontecimiento, situación o estado, natural o engendrado por la actividad humana, que
produce una modificación de la realidad jurídica o que, dicho de otro modo, es
jurídicamente relevante porque produce un efecto jurídico (Bonnecase, Messineo). Son
innumerables los hechos jurídicos y que no pueden útilmente clasificarse (Messineo). Son
eventos naturales: el transcurso del tiempo, el nacimiento, la llegada a la mayor edad, la
muerte, el perecimiento de las cosas. Es jurídicamente relevante cuando da lugar a un
efecto jurídico, que el ordenamiento toma en consideración y lo regula, sea dándole valor
frente a todos (efecto real: erga omnes) como los casos de los arts. 4 y 1492, o personal,
frente a sujeto determinados, como el clásico caso del art. 519.
Los hechos o eventos humanos, se llaman actos. Sin embargo, fuera de los hechos
que implican un acontecimiento puramente material, como el nacimiento o la filiación, v.
gr., se consideran también hechos las acciones humanas más o menos voluntarias, que por
imperio de una regla de derecho, generan situaciones o efectos jurídicos, aún en supuestos
en los cuales el sujeto de esas acciones no haya tenido, ni podido tener, la intención de
colocarse bajo el imperio del derecho. Así, el hecho jurídico en sentido especial
(Bonnecase) consiste en, lo que en el régimen legal abrogado se legisla, dentro de la
rúbrica general de obligaciones que se contraen sin convenio, como cuasicontratos, delitos
o cuasidelitos, en oposición al contrato, que representa el tipo más caracterizado del acto
jurídico y que en el régimen vigente, eludiendo definiciones y nominaciones discutidas aún
en la doctrina, se ha agrupado en los Títulos III a VII inclusive de la Parte Segunda del
Libro Tercero, como figura ajenas al acto jurídico contrato, que regula nominadamente en
el Título II de la misma Parte y Libro bajo la rúbrica de los contratos en particular.
Además, entre los hechos humanos (en realidad, generalmente actos) se mencionan
los positivos y los negativos (v. gr. art. 453: consentimientos expreso y tácito, o art. 460:
significación del silencio). Son simples o complejos, entre éstos últimos, por ej., la
prescripción, en la que concurren el transcurso del tiempo y la inacción del titular del
derecho.
Lato sensu, se entiende por acto jurídico (término muchas veces empleando
textualmente en la preceptuación del Código, v. gr. en los arts. 82, III, 451, II y 804), el
acto humano consciente y voluntariamente realizado por un sujeto, o la manifestación
exterior de la voluntad (Bonnecase, Messineo), cuya realización procura un resultado que
el derecho toma en consideración.
Prescindiendo de los actos jurídicos propios del ámbito del derecho público
(incluídos el penal y el procesal), dentro de la limitación señalada supra al derecho privado,
el acto jurídico como manifestación de voluntad se expresa en una declaración de voluntad
cuyo objeto directo es engendrar, fundado en una regla o institución jurídica, en favor o en
contra de uno o más sujetos, una situación jurídica permanente y general o un efecto
jurídico limitado a la formación, modificación o extinción de una relación jurídica.
Son actos humanos no-jurídicos, aquellos que por su naturaleza no son ni pueden
ser materia de relaciones jurídicas o que no tienen un substrato merecedor de la protección
jurídica (art. 454, II). Además de los ejemplos que se dan más adelante, a propósito del
convenio, puede darse otros innumerables: una invitación para cenar, una cita para asistir a
un espectáculo, hacer una visita, etc.
También se habla de negocio jurídico, que algunos autores (Messineo, por ej.),
prefieren llamar así a lo que la ley llama acto y del que es una figura especial, por lo que,
en sustancia, viene a ser, aquél, lo mismo que éste: una declaración de voluntad dirigida a
la producción de determinados efectos jurídicos. Como cualquier otro acto, jurídico, el
negocio, dice el propio Messineo, produce sus efectos, no por sí, sino en cuanto el
ordenamiento jurídico le reconoce y le presta la propia fuerza.
A mérito de los expuesto y en el sentido ordinario de los términos, ha de concluirse
que entre hechos y acto jurídico se da la misma diferencia que distingue lo general de lo
particular o el género de la especie. Lo mismo acontece con la convención en relación con
el acto jurídico, del cual aquélla es sólo una variedad y que los autores, generalmente, la
definen como el acto bilateral o acuerdo de voluntades que tiene por objeto crear,
modificar, transmitir o extinguir un derecho. El contrato, supone una noción aún más
particular, como variedad de convenio, caracterizado por ser creador de obligaciones.
Planiol y Ripert, estiman que el intento de aislar el acto jurídico y formar una
teoría, considerándolo independiente de cuantos caracteres hagan relación a las fuentes o al
objeto de la relación jurídica, es difícil de realizar y que, su posible utilidad para la
enseñanza jurídica no tiene, en modo alguno, interés práctico, porque el carácter abstracto
que ofrece a la discusión y a los razonamientos de pura lógica, es contrario a la finalidad
social de la legislación.
Dos jóvenes que se citan para una excursión, hacen un convenio; dos o más
potencias que se ponen de acuerdo podrá celebrar un tratado, hacen un convenio; los
físicos que se ponen de acuerdo para dividir la escala del termómetro en 100 o la
circunferencia del círculo en 360 grados, hacen un convenio. Pero ninguno de éstos
convenios presenta la figura jurídica del contrato (Giorgi).
Kelsen (cit. por Pérez Vives), crítica la distinción tradicional entre convención y
contrato y considera que el error de ella está en desconocer que la convención tiene la
virtud de crear el derecho.
Idea coincidente a la de Aubry y Rau (cit. por Mazeaud), que definen la convención
como el acuerdo de dos o más voluntades sobre un objeto de interés jurídico.
El contrato tiene entre los actos jurídicos, una categoría importante como figura
jurídica encaminada a crear una obligación. Consiguientemente no ha de confundirse acto
y contrato, como no debe confundirse contrato y convenio. En cuanto a la palabra pacto,
que también se la emplea frecuentemente como equivalente de contrato, se considera una
impropiedad menos grave (Giorgi), porque más bien significa una cláusula particular, antes
que el conjunto de la convención contractual.
La definición que en la noción que del contrato da el art. 450 (que es la del art.
1321 del Cgo. italiano de 1942, similar al art. 1098 del igual de 1865, conformado al
modelo francés), responde en líneas generales a los conceptos generales expuestos. Puede
decirse que como la definición del art. 692 del c.c. abrg., que reproduce la del art. 1101 del
c.c. francés la actual del art. en examen y de su fuente italiana, comprende a la vez las
nociones de convenio, contrato y obligación.
A título oneroso y a título gratuito o de beneficencia, según que se intente por cada
una de las partes obtener una ventaja pecuniaria para sí o para un tercero, o exista en una
sola de las partes un espíritu de liberalidad. Todos los contratos bilaterales, además del
préstamo con interés, la transacción y la sociedad, son ejemplos de contratos a título
oneroso. La donación, el mandato no remunerado, el deposito, el comodato, la fianza, el
préstamo sin interés, son ejemplos de contratos a título gratuito.
Jurisprudencia
1.- "En los contratos en que, según este art. los contratantes se obligan
recíprocamente, los unos hacia los otros, las obligaciones recíprocas deben estar
acreditadas con las firmas de todas las personas obligadas o las de sus
representantes" (G.J. Nº 277, p. 1799).
2.- "El documento contiene simple constancia de haber intervenido el signatario N.
en la consignación de algunos cestos de coca al cargo de X para su venta, sin que
dicha constancia importe contrato celebrado que dé origen a una obligación" (G.J.
Nº 671, p. 10).
3.- "Los contratos son bilaterales cuando se obligan recíprocamente los unos hacia
los otros, conforme define en su primera parte el art. 693 del c. c. (sin equivalente
en el c. c. vigente)" (G.J. Nº 1300, p. 19).
4.- "Las normas contenidas en los arts. 450 a 453 del c. c., son aplicables a los
contratos nominados e innominados, así como a los actos unilaterales de contenido
patrimonial, que están sometidos a los requisitos de formación en ellos
establecidos, incluída la forma expresa o tácita del consentimiento" (A.S. Nº 136 de
26-8-80).
Art. 451.- (Normas generales de los contratos. Aplicación a otros actos). I. Las
normas contenidas en este Título son aplicables a todos los contratos, tengan o no
denominación especial, sin perjuicio de las que se establezcan para algunos de ellos en
particular y existan en otros códigos o leyes propias.
II. Son aplicables también, en cuanto sean compatibles y siempre que no existan
disposiciones legales contrarias, a los actos unilaterales de contenido patrimonial que se
celebran entre vivos así como a los actos jurídicos en general.
Jurisprudencia
El contrato como acuerdo entre dos o más personas, para constituir una relación
jurídica, presupone para su formación la concurrencia de elementos necesarios que la ley
llama requisitos, esto es, condiciones indispensables para fijar su existencia y perfección.
En rigor, tres son esos elementos: 1º) dos o más personas capaces de contratar; 2º)
su consentimiento, y 3º) un objeto, materia de su acuerdo. Así, el art. que ahora se
examina, es una especificación de la doctrina general contenida en el art. 450, que al
señalar la noción del contrato, comprende virtualmente los elementos del mismo. En
efecto, éste dice que hay contrato desde que dos o más personas (elemento comprensivo de
la capacidad), se ponen de acuerdo (consentimiento) para construir, modificar o extinguir
entre sí una relación jurídica (objeto). Messineo -no sin razón- aconseja emplear el vocablo
convenio antes que acuerdo para denotar el consentimiento, porque, generalmente, acuerdo
se identifica con el concepto mismo de contrato.
Nótese además que el Código ha introducido el motivo (art. 490), como otro
elemento que determina la validez (esto es, la existencia) del contrato y que quizá pueda
salvar la teoría de la causa, entendida ésta como el móvil psicológico del contrato
(Ossorio).
Jurisprudencia
1.- "En general, bastan los cuatro requisitos señalados por este artículo (capacidad,
consentimiento, objeto, causa) para que una convención sea perfecta y formada
legalmente" (Caso no publicado en la G.J., inserto por H. Siles, caso 5, p. 255).
2.- "Si las convenciones se sujetan a una forma cualquiera de las que señala la ley
no es para que sean válidas, sino para revestirlas de autenticidad, la del instrumento
público es esencial o indispensable sólo en los convenios que expresa
especialmente la ley, como son las hipotecas, donaciones, etc." (Extracto del mismo
caso señalado en el transcrito anteriormente).
3.- V. los casos Nos. 4 del art. 450; 11 y 14 del art. 453; 7 del art. 485; 4 del art.
520, y 7 del art. 811.
SECCIÓN I
DEL CONSENTIMIENTO
Art. 453.- (Consentimiento expreso o tácito). El consentimiento puede ser expreso
o tácito. Es expreso si me manifiesta verbalmente o por escrito o por signos inequívocos;
tácito, si resulta presumible de ciertos hechos o actos.
Jurisprudencia
2.- "La venta verificada, como en la especie, sin la interpretación del autor, a quien
incumbe, como representante del menor, prestar el debido consentimiento, carece
de este requisito esencial para su validez, cual lo determina el art. 699, (452) del c.
c." (G.J. Nº 640, p. 12).
3.- "La minuta de venta y transacción no llegó a escritura pública por la retractación
de uno de los contratantes antes que dichos contratos alcancen la forma legal (y) la
sentencia que obliga a firmar la escritura (al retractado) olvida que el
consentimiento es de sustancia esencial en las convenciones y viola el art. 699, 1º
(452, 1º) del c. c." (G.J. Nº 676, p. 13).
5.- "El endoso verificado en blanco, carece del consentimiento cual lo exige el caso
1º de este art. para la validez de las convenciones (y) por lo expuesto, no hubo
documento privado cuyo contexto hubiese sido objeto de acuerdo de ambos
litigantes" (G.J. Nº 777, p. 51).
6.- "El documento de fs... no llegó a perfeccionar el contrato proyectado en él,
porque no habiendo aceptado el demandado quedó sin perfeccionarse por falta de
mutuo consentimiento" (G.J. Nº 835, p. 63).
7.- "Consta que el recurrente principió a cumplir con la obligación resolutiva del
contrato, al pagar parte del precio de los terrenos que compró, sin que, por tal
motivo, sea cierta la transgresión del 1er. inciso del art. 699 (452) del c. c." (G.J.
Nº 860, p. 23).
9.- "No consta que los litigantes hubieran (aceptado) pagar lo que el perito pidió por
su trabajo, limitándose a guardar silencio, (por lo que) faltando el requisito esencial
del consentimiento, que ha debido se expreso por la parte que se obliga, no existe
convención legalmente formada" (G.J. Nº 896, p. 8).
10.- "El art. 699 (452) del c. c. señala entre los requisitos esenciales para la validez
de las convenciones el consentimiento de la parte que se obliga... consentimiento,
(que) como se ha dicho, tiene que estar caracterizado por la plena conciencia y
convicción de lo que se hace" (G.J. Nº 1220, p. 80).
13.- "Si el documento que se dice estar firmado y reconocida su firma por la actora,
no aparece estar suscrito por ella ni las actas de reconocimiento incluyen su
nombre, es incorrecta y violatoria de la ley la afirmación de que está demostrada la
prestación de su consentimiento" (G.J. Nº 1602, p. 1221).
14.- "Probado que el que aparece como vendedor en el documento de fs...., no pudo
otorgarlo, por hallarse en un lugar diferente y muy distante del que figura como
lugar de la celebración del contrato que acredita dicho documento, éste ha sido
declarado nulo por los jueces de grado sin violar ley ninguna y aplicando, más bien,
correctamente el art. 699 (452) del c. c." (G.J. Nº 1609, p. 50).
15.- "El consentimiento es esencial para la validez del contrato, a tenor del art. 699,
1º (452, 1º) del c. c." (G.J. Nº 1609, p. 50).
SUBSECCION I
Se resume esta doctrina en los postulados básicos siguientes: 1º) Los individuos son
libres de contratar y discutir, en pie de igualdad, las condiciones; determinar el contenido
de su objeto; combinar tipos de contratos previstos por la ley o inventar otros
completamente nuevos; 2º) pueden elegir la legislación más conveniente a su relación
jurídica o descartar la aplicación de toda la ley de carácter supletorio; 3º) se desconocen las
formas rituales y las formas solemnes son excepcionales; 4º) los efectos del contrato son
los que las partes han querido darle y las reglas de la interpretación no asignan al juzgador
facultad de hacer prevalecer su criterio, sino la intención de las partes (Planiol y Ripert y
Pérez Vives).
Por aplicación de los demás postulados, las partes pueden inclusive normar sus
futuros comportamientos, regulándolos según el modo preestablecido por ellas mismas. Tal
el caso, v. gr. del contrato de cuenta corriente mercantil, que es normativo o de
reglamentación. Sin embargo, téngase en cuenta que cuando la convención o el contrato
atiende principalmente a una actividad creadora de normas con carácter general (punto 2º
de los postulados básicos mencionados, supra) con función derogatoria de la norma estatal
(que no tenga carácter imperativo o que no afecte el orden público), más que contrato
deviene acuerdo, porque el contrato tiene por materia relaciones jurídicas, no normas
(Messineo).
La autonomía de la voluntad, que para el criterio clásico hace a las partes soberanas
para crear consecuencias de derecho, con el sólo límite del respeto al orden público y a las
buenas costumbres, ha sido combatida por L. Duguit (cit. de Rojina Villegas), para quien,
el consentimiento que crea la obligación apenas sería una causa concurrente, que en unión
de la ley origina la trasmisión, modificación y extensión de un derecho, resultando así que
la autonomía de las partes es una de carácter relativo, esto es, que es operante en tanto en
cuanto lo estatuído por la ley. La autonomía de la voluntad o libertad contractual, recibe
reconocimiento del ordenamiento jurídico, cuando el contenido del contrato responde a los
requisitos de este artículo 454: legalidad, licitud, (Messineo).
Nótese que no hay avance alguno respecto del régimen abrogado, cuyo art. (725)
como su modelo francés (art. 1134), reconoce efectos sólo a las convenciones legalmente
formadas (legalidad) y su artículo 5º (6º del Código francés), subordina su eficacia a las
reglas que interesan al orden público (licitud) y a las buenas costumbres, (Mazeaud).
Jurisprudencia
Todas las reglas de esta subsección (arts. 455 a 462), tomadas en parte del código y
en parte inspiradas, al parecer, en la doctrina expuesta por Planiol y Ripert, no requieren un
análisis detenido, por su fácil comprensión, salvo simples indicaciones complementarias.
Tocante a los contratos entre presentes y no presentes, los arts. 461 y 462
determinan el lugar que se considerará lugar de contrato y el momento de su formación. En
los contratos entre personas no presentes, la cuestión importante es la relativa al momento
en que se considera celebrado el contrato. La doctrina y las legislaciones consideran cuatro
momentos posibles: a) el de la declaración, estima formado el contrato cuando el aceptante
declara su conformidad con la oferta, aún cuando la información de ello al oferente sea
posterior; b) el de la expedición que atiende al momento en que se remite o expide la
comunicación que contiene la aceptación; c) el de la recepción, que es el momento en que
el oferente recibe la comunicación que contiene la aceptación; d) el de la información, que
precisa que las partes conozcan plenamente la oferta y la aceptación, para que el
consentimiento se forme y exista el contrato, porque como se ha dicho en la anotación del
art. 453, jurídicamente el consentimiento no existe sólo en la declaración de voluntades,
sino en el conocimiento recíproco de esas voluntades.
Las reglas de los arts. anteriores (455 y 456), imponen el principio. Las de este art.
y los siguientes, aportan derogaciones o atenuaciones que la realidad de las relaciones
exige.
Esta regla, en realidad, comprende los contratos que se celebran entre personas
distantes. La toma de conocimiento de la aceptación señala el momento de la conclusión
del contrato (v. la anot. i.f., al art. 455). Si hasta ese momento no se revocó la oferta, la
revocación ya no puede más ser hecha.
Art. 461.- (Lugar del contrato entre presentes). Entre presentes, el lugar del
contrato es aquél donde los contratantes se encuentran.
Art. 462.- (Lugar del contrato entre no presentes). I. Entre no presentes el lugar del
contrato es aquél donde ha sido propuesto, salvo pacto contrario u otra disposición de la
ley.
II. Se estará a la regla del parágrafo anterior en el caso del contrato celebrado por
teléfono, telégrafo, télex, radio u otro medio similar.
Para determinar el lugar en el supuesto de este art., ha de tenerse en cuenta que los
lugares en que actúan oferente y destinatario se encuentren en el ámbito de diversas
ciudades o municipios, o como observa Messineo, fuera del ámbito de una misma
competencia judicial, para que el problema ofrezca un interés práctico.
Para Messineo, en principio, la minuta no tiene carácter vinculativo para las partes
y aunque esté firmada, no es fuente de obligación o de adquisición de derechos reales. La
práctica nacional, a tenor de la interpretación jurisprudencial, admite la minuta como
documento vinculante cuando las partes declaran en ella, expresamente, que le dan valor de
documento privado hasta tanto se extienda y suscriba el instrumento público pertinente. Sin
embargo, admitido, que la minuta cumpla, en tal carácter, una función de contrato
preliminar, para establecer obligaciones o transmisiones de derechos reales que suponen
contratos solemnes; rigurosamente sometidos a las exigencias de determinada forma (v. gr.
art. 491), su validez exige el requisito de la correspondiente inscripción en el registro de los
derechos reales. Sin ella, esa minuta no surte efectos frente a terceros a tenor del art. 1545
del Código y de los arts. 14 y 15 de la ley respectiva. Por eso, la práctica ha utilizado la
anotación preventiva de la minuta debidamente reconocida, encuadrándose a la permisión
de los arts. 1552, inc. 5º del Código y 26, inc. 5º de la L. de 15 de Nov. de 1887.
Art. 464.- (Contrato de opción). I. Por el contrato de opción una de las partes
reconoce a la otra con carácter exclusivo e irrevocable, la facultad de aceptar una
prestación a su favor o en la de un tercero, en las condiciones convenidas y en el plazo
acordado.
II. El plazo no podrá ser superior a dos años.
Es una limitación del derecho real de disponer, en cuya virtud puede ser inscrita en
los registros públicos de la propiedad inmueble, la intelectual o la industrial, según el
objeto de la opción.
Como contrato definitivo está íntegramente sometido a los requisitos que señala el
art. 452.
Jurisprudencia
3.- "La opción de venta (no) se refiere en propiedad a la promesa de venta, que
conforme al art., 1010 (sin equivalente) del c. c., no consiste solamente en la
libertad de elegir o la elección misma por parte del comprador como ocurre en la
opción, sino que constituye una verdadera venta cuya bilateralidad está expuesta en
la convención misma" (G.J. Nº 1355, p. 31).
Los tratos preliminares no son vinculantes ni obligan. Pues, dice Messineo, suponen
un esquema meramente hipotético que se convertirá en contrato cuando sobre él y cada una
de sus cláusulas singulares se dé el consentimiento de las partes. Sin embargo, la parte
perjudicada porque la otra ha incurrido en los supuestos del art. tiene derecho al
resarcimiento de los daños que con ellos se le ocasiona, sin justo o atendible motivo, esto
es, sin buena fe. La parte culpable incurre en la llamada culpa in contrahendo o
responsabilidad precontractual (Messineo), cuando no ha observado buena fe en los tratos
contractuales previos. Se habla de responsabilidad precontractual, porque la causa de ella
no se encuentra en el contrato, que todavía no está formado, sino en la transgresión de
deberes anteriores al contrato.
La buena fe que el art. obliga observar en los tratos de formación del contrato, es la
que se considera en sentido objetivo, que supone una valorización de orden ético y
significa lealtad de conducta en las relaciones con los otros sujetos (Promissio boni est
obligatio: Messineo) y de la que son ejemplos además de este, los arts. 520 y 573, II). Por
contraposición, la mala fe en sentido objetivo, es la deslealtad en la conducta del
contratante, noción próxima a la del dolo (o figura del llamado dolo incidental no legislado
en el Código). Son ejemplos, los casos de los arts. 629, II (exclusión de la responsabilidad
por los vicios de la cosa vendida), 698 (ibidem, en la cosa arrendada), 742 (en el contrato
de obra), y en el c. com. el art. 851 (ocultación dolosa de los riesgos de la venta contra
entrega de documentos).
Para completar estas nociones, cabe dar idea de la buena fe en el sentido subjetivo.
Es aquélla en que se concreta un especial estado psíquico del sujeto (Messineo) y que
consiste en el estado de ignorancia, conocimiento erróneo, creencia errónea u opinión
equívoca, acerca de una determinada situación jurídica, de manera que el error es elemento
de la buena fe (art. 473). A contrario, la mala fe, significa ciencia: conocimiento de esa
situación.
Son ejemplos de la mala fe objetiva, los casos de los arts., en el c.f. 351, II (actos
del interdicto); en el c. c. 149 (usucapión de muebles); 487, I (determinación por tercero
del objeto del contrato); 677 y 678 (responsabilidad por la evicción y vicios de la cosa
donada); 983 (pago indebido objetivo); 971 (pago indebido a un incapaz).
La responsabilidad que establece este art. obliga tanto más al contratante desleal,
cuanto más aparezca éste guiado por un propósito doloso (dolus in contrahendo) en
perjudicar a la contraparte.
Jurisprudencia
DE LA REPRESENTACIÓN
Por efecto de la representación, todo sucede, con respecto a la persona que contrata
con el representante, como si tratara con el representado (Mazeaud).
Art. 472.- (Contrato por persona a nombrar). I. Al concluir el contrato puede una de
las partes declarar que lo celebra en favor de otra persona, expresando a la vez que se
reserva la facultad de revelar posteriormente el nombre de ésta.
II. Dentro del término de tres días desde la celebración del contrato, debe
comunicarse a la otra parte el nombre de la persona a favor de quien se ha celebrado,
acompañando el documento de su aceptación y el poder otorgado para representarla.
III. Si vencido el plazo, no se ha comunicado el nombre de la persona, el contrato
producirá sus efectos sólo entre los contratantes originarios.
Fte: Cgo. it. 1401 - 1402 - 1405 -
Conc: c. c. 526 y s. -
El plazo que señala el art. para la revelación del nombre de la persona para quien se
contrata, en la disposición fuente (art. 1402), es supletorio, que rige para el supuesto de que
los contratantes no estipulen término diferente, caso en el cual rige el de la disposición
legal. La omisión señalada, aparte no tener justificación atendible, hace inútil el instituto
por la extrema brevedad del plazo.
Jurisprudencia
Como es un hecho jurídico, por eso, como todos los hechos jurídicos se prueba por
todos los medios y la carga de la prueba recae sobre el contratante que ha sufrido el error
(Mazeaud).
Jurisprudencia
1.- "Al desestimarse las pruebas de las que resulta que la demandante, al aprobar la
inversión expresada en la citada escritura obró bajo el error de existir el saldo que
se le debía de un depósito hecho por su cuenta y riesgo, como falsamente se
aseguraba en la misma escritura, y absolverse, en consecuencia, al demandado, se
infringe el art. 700 (473) del c. c." (G.J. Nº 812, p. 3).
Art. 474.- (Error esencial). El error es esencial cuando recae sobre la naturaleza o
sobre el objeto del contrato.
El error es propio, cuando no afecta a los demás requisitos del contrato, sino
solamente influye sobre el consentimiento y produce de un modo directo la invalidez del
contrato.
Planiol y Ripert, consideran que el error de derecho es una causa de nulidad, salvo
las reglamentaciones de orden público. Giorgi, cree que hay fundamento racional aplicable,
igualmente, a toda especie de error (inclusive el de derecho). El Cgo. mexicano (art. 21),
toma en cuenta el error de derecho, que implica el desconocimiento de una regla legal para
declarar nulidad del contrato, teniendo en cuenta "el notorio atraso intelectual de algunos
individuos, su apartamiento de las vías de comunicación a su miserable situación
económica", dejando al prudente criterio del juez la evaluación de esos dos extremos. El
Anteproyecto de Ossorio (art. 3) propuso una regla similar, habida cuenta la importante
mayoría campesina boliviana susceptible de ese tratamiento de excepción.
El error de hecho, que es la materia reglamentada por esa sección, presenta tres
grados: a) esencial (art. 474); b) sustancial (art. 475), y c) de cálculo o de aritmética (art.
476).
Jurisprudencia
2.- "El contrato se halla afectado de un vicio de error, que consiste en la falta de
consentimiento de las actoras para que figure como préstamo anticrético el contrato
de simple arrendamiento de las tiendas de su casa que pretendieron estipular con el
demandado; error sobre la sustancia misma de la cosa, causa de nulidad de la
convención" (G.J. Nº 1028, p. 77).
3.- "De acuerdo al art. 409 del Cgo. Bustamante, ratificado por L. de 20 de enero de
1932, la aplicación del derecho (extranjero) para la parte que ignora o disienta de su
texto, se justifica éste, su vigencia y sentido, mediante certificación de dos
abogados en ejercicio en el país de cuya legislación se trata, presentada
debidamente legalizada" (G.J. Nº 1609, p. 102).
Ocurre este error, cuando las partes asignan al objeto características sustanciales o
cualidades diferentes. Por ejemplo, alguien, sin dolo, aunque sin manifestarlo al comprador
porque supone que éste lo advertirá, ofrece en venta un objeto de cobre o de plata y el
comprador, por error, piensa que el objeto es de oro o de platino. El error influye en la
voluntad y, de haber sido conocido, hubiera impedido indudablemente la celebración del
contrato.
Baudry Lacantinerie, así por R. Villegas, examina en este sólo los aspectos objetivo
y subjetivo. El dato objetivo, da como resultado una conclusión que no depende de la
creencia de cada quién. El elemento subjetivo, determinante de la voluntad que no se
manifiesta en el contrato, se infiere de las circunstancias del mismo: atendiendo el precio
pagado hace pensar que se quiso comprar una cosa de oro o de platino y no de cobre o de
plata.
Bonnecase juzga que el error sustancial se aprecia desde el punto de vista subjetivo,
más que desde el objetivo: si bien las cualidades sustanciales se aprecian objetivamente, el
error se presenta cuando la creencia, que depende de ánimo, idea o pensamiento que tenga
el contratante, actúa independientemente de la realidad misma del objeto.
El error sobre la persona, otra forma del error sustancial, tiene interés en ciertos
contratos que se celebran intuitus personae, esto es, en consideración a las cualidades de
una persona, sea por su capacidad, sea por sus aptitudes, sus conocimientos, su experiencia,
etc. En algunos contratos a título oneroso, generalmente, la persona es elemento
indiferente, v. gr., la compra-venta en la que es lo mismo venderle a Pedro que a Juan.
1.- "El juez reconoce que el vendedor no había cumplido con la obligación de
entregar la cosa vendida (porque) el comprador había padecido error, conceptuando
que aquél era propietario legítimo del inmueble vendido" (G.J. Nº 605, p. 5).
2.- "La nulidad de los contratos por error sólo tiene lugar cuando recae sobre la
sustancia misma de la cosa. La nulidad fundada en el exceso del precio pagado por
la finca, no recayendo sobre la sustancia misma de la cosa, no es casual que pueda
anular el contrato" (G.J. Nº 640, p. 10).
3.- "Al otorgar el documento cuya nulidad se arguye, (la demandante) tuvo
conocimiento de las condiciones personales de la menor, relativas particularmente a
la filiación de ésta; en cuyo concepto no pudo existir el error en la persona, en el
sentido de este art." (G.J. Nº 641, p. 5).
6.- "Se incurre en notorio error de hecho definido por el art. 702 (475) del c. c.,
cuando éste recae en la persona o personas con quien o quienes se acordó dividir
bienes sucesibles" (G.J. Nº 1356, p. 14).
Puede ser muy cierto que el contrato celebrado por una persona forzada es siempre
voluntario, porque le quedaba la posibilidad de elegir el mal amenazado; pero, su
determinación no fue libre ni espontánea. Un impulso poderoso le impuso esa
determinación, acompañada de la secreta intención de no cumplirla, como Ariosto hace
decir a Orlando furioso: Promesso gli ho, non gia per osservargli, che fatto per timore nullo
é il contratto (Giorgi). Los autores (Messineo, Mazeaud), distinguen dos clases de
violencia: la coacción física, vis absoluta, cuando materialmente por el empleo de la fuerza,
se obliga al contratante a celebrar determinado acto jurídico, y la presión psicológica vis
compulsiva, (fuerza moral), que supone el conjunto de amenazas que implican para el
contratante violentado, el peligro de perder la vida, la honra, la libertad o una parte
considerable de sus bienes.
La naturaleza jurídica del acto es indiferente. Todos los actos, todos los contratos
(bilaterales, unilaterales, onerosos, de liberalidad, manifestaciones unilaterales de voluntad,
como el testamento o la aceptación o renuncia de una herencia, etc., etc.), son susceptibles
de ser viciados por la violencia, sin distinción alguna.
Al igual que el error y por las mismas razones, la violencia puede probarse por los
medios de prueba.
Jurisprudencia
1.- "El secuestro y coacción ejercido en un hombre de avanzada edad, que estaba en
malas condiciones de salud y con el ánimo postrado, es suficiente para establecer
que hubo violencia y, falta de libre consentimiento en la celebración del contrato"
(G.J. Nº 1094, p. 10).
2.- "Es nula la obligación cuando ha existido violencia sobre quien la contrajo,
según el art. 703 (477) del c. c., porque vicia el consentimiento" (G.J. Nº 1264, p.
65).
3.- "Conducido a la policía sindicado por robo quedó privado de libertad de donde
fue llevado (en esas condiciones) a una notaría para elaborar y reconocer
documentos de préstamo; que suscritos los documentos se presentó desistimiento a
la policía que dio por concluido en procedimiento policiario. El instrumento fue
suscrito en circunstancias que determinan la nulidad de la obligación, por existir
violencia sobre quien la contrajo, como establece el art. 703 (477) del c. c." (G.J.
Nº 1264, p. 77).
Art. 478.- (Caracteres de la violencia). La violencia debe ser de tal naturaleza que
pueda impresionar a una persona razonable y le haga temer exponerse o exponer sus bienes
a un mal considerable y presente. Se tendrá en cuenta la edad y la condición de las
personas.
Fte: Cgo. it. 1435 -
Precd: c.c. abrg. 704 -
Conc: c. c. 477 -
1º) Debe presentar cierta intensidad, cierta gravedad (debe ser de tal naturaleza,
dice el art. que impresione a una persona razonable, (no ya como en el Derecho romano,
que exigía que fuera tan grave -atroz- capaz de quebrantar al hombre más esforzado). Este
es el carácter objetivo del precepto: establece para todos una dosificación uniforme. Su
carácter subjetivo, resulta de su disposición in fine: se atenderá la edad y la condición de
las personas intimidadas por la violencia. El precepto ha omitido la consideración del sexo,
sin razón explicable. La graduación de la violencia será diferente para el nombre y la
mujer, para el adolescente, para el nombre en la plenitud de la vida o de la vejez. Los
autores dan preeminencia al carácter subjetivo sobre el objetivo, al considerar la medida en
que la violencia ha obstruido la voluntad del sujeto, cuya coacción debe ser determinante.
La mayor parte de los civilistas, sostienen que para considerarla vicio del consentimiento,
la violencia debe ser determinante (Aubry et Rau. Collin y Capitant, Demogue, cits. por
Josserand, Planiol y Mazeaud). Ripert se aparta de esta conclusión y estima preponderante,
no la presión ejercita sobre la víctima, sino más bien el carácter injusto de aquella, (en su
obra "La moral en las obligaciones civiles", cit. por Josserand).
Jurisprudencia
1.- "Los arts. 700, 704 y 705 (473, 478, 479 y 480) del c. c. al disponer que la
violencia es causa de nulidad de los contratos y establecer las circunstancias que se
deben tener en consideración, sin determinar los hechos que las constituyen deja
librada su apreciación a los jueces de grado" (G.J. Nº 826, p. 16).
2.- "Dado el carácter violento, arbitrario y agresivo del demandado, que infunde
terror en la tímida gente de aquélla provincia y los actos de violencia ejercidos y
amenazas de muerte y el carácter tímido del actor, inherente a su raza (indígena),
como resulta de la abundante prueba producida, es suficiente causa que anula el
contrato, en sentido de los arts. 700, 703 (473 y 477) del c. c." (G.J. Nº 913, p. 70).
3.- "La actora fue inducida por persona de su afecto y parentesco a suscribir las
escrituras bajo el temor de que se esposo dispusiera de los bienes, hecho que unido
a la circunstancia de su sexo, ancianidad y analfabetismo, (hace) de aplicación el
art. 704 (478) del c. c." (G.J. Nº 1197, p. 24).
4.- "Para invocar la violencia como vicio del consentimiento es necesario probar la
impresión fuerte que causen las amenazas en una persona racional, por el justo
temor a un mal grave presente, ya sea contra la existencia o fortuna en general, o la
de los miembros de la familia, como exige el art. 704 (478) del c. c., no siendo
suficiente alegar una simple "impresión o influencia moral" que no anula las
convenciones" (G.J. Nº 1477, p. 74).
5.- "Este art. señala los caracteres que debe tener la violencia para viciar el
consentimiento, los mismos que, en la especie, no han sido demostrados por los
actores que en su mérito demandan la nulidad del contrato de fs." (A.S. Nº 48 de
28-IV-80).
Es necesario que el temor que vicia el consentimiento sea provocado por una
amenaza, esto es, que provenga de una persona (Messineo). Pues si el temor es provocado
por una fuerza natural o, en general, que no provenga de un acto humano, se trata de un
caso de estado de necesidad o de estado de peligro (art. 560). La amenaza ha de
comprometer la seguridad de las personas o los bienes mencionados en el art.
Art. 480.- (Temor reverencial). El sólo temor reverencial, sin que haya usado la
violencia, no invalida el consentimiento.
Jurisprudencia
"No es causa de nulidad del contrato el mero temor reverencial a los ascendientes si
no se ha usado violencia por parte de éstos" (G.J. Nº 1296, p. 26).
Art. 481.- (Amenaza de hacer valer una vía de derecho). El uso o la amenaza de
hacer valer una vía de derecho sólo invalida el consentimiento cuando está dirigida a
conseguir ventajas injustas.
El digesto (Lib. 50, Tít. 17, regla 55; cit. Scaevola), dice: Nullus videtur dolo
facere, qui suo iure utitur (no obra con dolo el que usa de su derecho).
La presión de una vía de derecho (art. 481), v. gr., la amenaza de una acción civil,
de una denuncia penal, de un embargo, etc., ha de considerarse no buscado la delimitación
de lo que es lícito y lo que es prohibido, sino atendido en los procedimientos empleados
para obtener el consentimiento, el fin perseguido por el que ejercita la amenaza. Si se
quiere, por ejemplo, obtener únicamente el pago de una obligación, la presión que se ejerza
por esa vía es legítima y el pago o la obligación así obtenidos son irreprochables. Pero, la
situación deviene diversa si con el procedimiento se pretende obtener ventajas, (que deben
ser exorbitantes, según Messineo), a las que no se tiene derecho. Se práctica un verdadero
chantaje y la violencia ejercitada es injusta, por cuya virtud el consentimiento dado está
viciado de nulidad.
Jurisprudencia
Art. 482.- (Dolo). El dolo invalida el consentimiento cuando los engaños usados
por uno de los contratantes, son tales que sin ellos el otro no habría contratado.
Fte: Cgo. it. 1439 -
Precd: c. c. abrg. 707 -
Conc: c.f. 71 - c. com. 69 - 138 - 786 - 999 - 1089 - 1537 - c.p. 14 -
c. c. 318 - 473 - 554, 4) - 677 - 678 - 953 - 1020 - 1275 - 1320 -
Los antiguos y modernos tratadistas, han dicho todo cuanto podía decirse sobre esta
proteiforme figura jurídica (Giorgi). Compendiar algunas de sus diversas definiciones, con
un fin ilustrativo que contribuya al mejor conocimiento de la idea, puede ser útil.
Labeon (cit. por Scaevola, Josserand, Pérez Vives), en el Digesto (Lib. IV, Tít. III,
ley 1º Nº 2), dice: "Dolo malo es toda astucia, mentira o maquinación empleada para
sorprender, engañar o defraudar a otro".
Las partidas (7º, Tít. 16, ley 1º), dicen que "dolus en latín tanto quiere dezir en
romance como engaño... que fazen algunos omes los unos a los otros por palabras
mentirosas, o encubiertas... con intención de los engañar... E a este engaño dizen en latín
dolus malus".
Pothier, define el dolo como "toda especie de artificio de que se vale una persona
para engañar a otra".
El Cgo. abrg. (art. 707), como su modelo francés (art. 1116), no lo definen y sólo
expresan sus efectos. Los Cgo. alemán y suizo también sólo señalan sus efectos: para el
primero "quien haya sido determinado por engaño doloso... a emitir una declaración de
voluntad, puede impugnarla de nulidad (art. 123)" y, para el segundo, "la parte inducida a
contratar por el dolo de la otra, no está obligada aún cuando su error no sea esencial (art.
28). El Cgo. italiano, de cuyo art. 1429 se ha tomado resumidamente este art. 482, también
sólo señala sus efectos y contiene disposiciones sobre el dolo perpetrado por un tercero y
sobre el dolo incidental (art. 1440).
El Código español (art. 1269), si bien no usa la forma de definición, la comprende
realmente cuando da del dolo este concepto: "el empleo de la palabras o maquinaciones
insidiosas de uno de los contratantes, inductivas para el otro de la celebración del contrato
de que, sin ellas, no hubiera hecho".
El Cgo. argentino (art. 931), considerado dolo "toda aserción de lo que es falso o
disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación".
En el fondo de todos los conceptos anotados, late la misma idea: engaño de una de
las partes por artificios o medios falaces, que impulsan a la otra a celebrar un contrato. Y
todas las legislaciones convergen hacia un mismo punto central: el principio cardinal de
que el dolo no implica sanciones decisivas, sino cuando actúa como palanca sobre la
voluntad del engañado.
Un ejemplo aclara la distinción: Una persona tiene una finca rústica en un lugar
donde nunca había estado. No conoce su valor y no tiene intención de venderla. Pero, otra
persona le mueve engañosamente a venderla. Esta venta no vale (dolo causante). La misma
persona, tiene ánimo de venderla, pero el comprador le engaña, ocultándole alguna
particularidad que mejore el precio, o diciendole que está poseída por otro y es de difícil
restitución, o que da pérdidas, etc. La venta vale porque el vendedor tenía voluntad de
venderla, pero el comprador queda obligado a reparar el daño que hizo con su engaño (dolo
incidental).
La contraposición entre las dos especies de dolo es clara, según subraya Messineo,
en el sentido de que el dolo causam dans (causante o principal) es concebido como factor
que determina -por su gravedad- el querer el negocio y su conclusión, que supone el nexo
de causalidad entre dolo y evento, mientras que el dolus incidens (incidental o accidental)
opera solamente en la determinación de las modalidades del negocio, que sin los engaños
habrían sido diversas.
El código sólo resulta el dolo causante o principal (art. 482, art. 1439 del Cgo. it.).
Ha omitido la adopción del art. 1440 del Cgo. it., que se refiere al dolo incidental.
Una otra distinción, señala en oposición al dolo malo, el dolo bueno (dolus bonus
de los romanos). Es el que emplean, generalmente, los comerciantes para ponderar las
cualidades o excelencias verdaderas o falaces de la mercadería que ofrecen, para provocar
un interés excesivo en el cliente, exagerando muchas veces el reclamo. Se considera una
actitud lícita: puede inducir a contratar, pero sin la dañada intención de provocar un error
determinante de la voluntad. Sin embargo, nótese que el c. com. (art. 69, inc. 5º) le
considera acto de competencia desleal.
Para que el dolo presente el sentido de maquinación y engaño determinante del
consentimiento, debe reunir estas condiciones: a) intención de perjudicar, mediante la
manifestación de una voluntad directa para ocasionar el perjuicio; b) gravedad en los
engaños o artificios fraudulentos, suficiente para sorprender la buena fe del otro
contratante; c) relación lógica de causa a efecto entre el dolo y el contrato, cuya ausencia
no haría anulable el contrato y correspondería al dolus incidens, susceptible de un simple
resarcimiento de daños, y d) los engaños dolosos deben ser obra del otro contratante.
Finalmente, téngase presente que es causal de anulabilidad a tenor del art. 554, caso
4º, y para su demostración puede utilizarse todos los medios probatorios admitidos por la
ley.
Jurisprudencia
1.- "El dolo es causa de nulidad únicamente cuando ha sido empleado por la parte
misma, sin que ni el art. 707 (482) ni ningún otro atribuya tal efecto al que procede
de terceros extraños" (G.J. Nº 481, p. 6).
2.- "No habiendo probado el dolo, como exige el final del art. 707, no puede
invocar la falta de consentimiento ni la nulidad del contrato" (G.J. Nº 493, p. 3).
3.- "El dolo objetado contra una partición de bienes debe ser averiguado en juicio
ordinario, únicamente cuando los artificios en que ellos consisten como causa de
engaño, son atribuidos a uno de los interesados" (G.J. Nº 528, p. 9).
5.- "Estando impugnada la mencionada escritura por causa de dolo, son admisibles
la prueba testimonial y la de indicios y presunciones" (G.J. Nº 640, p. 13).
6.- "Si relativamente al dolo, no tiene cabida la presunción legal o de derecho, esto
no obsta para que pueda ser acreditado por los medios ordinarios de prueba" (G.J.
Nº 668, p. 15).
7.- "La demandante que impugna el contrato por dolo no justifica las dos
circunstancias que según este art. lo constituyen, pues el deseo que se supone en
alguno de los administradores del Banco, de adquirir la casa, aún cuando así fuere,
no constituye artificio que haya podido determinar el consentimiento" (G.J. Nº
784, p. 17).
8.- "El que contrató con la vendedora, no ocultó la boya en la mina vendida ni
(hizo) las sugestiones (a la vendedora) para la venta, sino (a otro) que no fue
cuando en el contrato (por lo que) no hay nulidad por causa de dolo" (G.J. Nº 812,
p. 18).
9.- "Para anular una convención por dolo, es necesario que se acredite que los
artificios practicados por una de las partes fueron tales, sino ello no habría
contratado la obra" (G.J. Nº 889, p. 14).
13.- "El dolo causa nulidad cuando los artificios empleados por una de las partes
son tales, que sin ellos no habría contratado la otra" (G.J. Nº 958, p. 119).
14.- "La convención hecha por dolo no es nula de pleno derecho. Ella da lugar a la
acción de nulidad o rescisoria" (G.J. Nº 1036, p. 71).
15.- "Para que exista dolo... debe justificarse que una de las partes empleó
maquinaciones para encubrir algún defecto de la cosa que fue objeto del contrato y
que, sin ellas, no habría contratado la obra" (G.J. Nº 1109, p. 65).
17.- "El dolo no se presume y debe ser probado y la actora no ha aportado ninguna
prueba para acreditar la existencia de los artificios (que dice utilizó la compradora)"
(G.J. Nº 1252, p. 28).
19.- "El dolo es causa de nulidad precisamente cuando los artificios practicados por
una de las partes son tales que sin ellas no habría contratado la otra" (G.J. Nº
1269, p. 89).
20.- "Que consistiendo generalmente el dolo en hechos, puede probárselo con todos
los medios establecidos por la ley" (G.J. Nº 1297, p. 57).
22.- "El dolo constituye vicio del consentimiento y determina la nulidad de las
convenciones y obligaciones asumidas bajo su influjo, según prescriben los arts.
700 y 707 (473 y 482) del c. c." (G.J. Nº 1301, p. 68).
23.- "El dolo no solamente consiste en artificios practicados por una de las partes,
sino en afirmaciones mentirosas, en maniobras para falsear o disimular la verdad y
aún en el silencio mismo" (G.J. Nº 1340, p. 24).
24.- "De acuerdo al art. 707 in fine (omitido en su equivalente, 482) del c. c., el
dolo como causa de nulidad de los contratos no se presume: debe ser probado"
(G.J. Nº 1585, p. 9).
25.- "El dolo como causa de nulidad de los contratos no se presume y debe ser
probado" (G.J. Nº 1601, p. 20).
26.- "El dolo no se presume y debe ser probado según el art. 707 (482) del c. c."
(G.J. Nº 1609, p. 102).
27.- "Según la doctrina del Supremo Tribunal expresada en constante
jurisprudencia relativa al art. 707 (482) del c. c., la parte que invoca el dolo, para
cumplir la carga de la prueba que le corresponde puede usar todos los medios
probatorios franqueados por la ley, incluso las presunciones e indicios,
precisamente porque se trata de probar un hecho, como es el dolo" (G.J. Nº 1614,
p. 126).
28.- "El dolo como causa de nulidad de los contratos no se presume y debe ser
probado" (G.J. Nº 1621, p. 116).
La capacidad es cuestión que tiene relación con la validez del contrato. Para que el
contrato no sea anulable, el contrato debe provenir de un sujeto dotado de capacidad de
obrar (art. 4, II) y, en algunos casos, de capacidad de entender y de querer (art. 484, II).
Jurisprudencia
1.- "Los locos y los imbéciles no tienen aptitud para contratar aunque no estén
declarados jurídicamente interdictos, siendo nulos los contratos que celebran por
falta de capacidad y consentimiento" (G.J. Nº 1220, p. 78).
2.- "La capacidad es uno de los requisitos fundamentales para la validez de los
contratos con arreglo al art. 699 (483) del c. c." (G.J. Nº 1588, p. 75).
3.- "La falta del requisito de la capacidad en un contrato, hace anulable el acto y
aunque el vicio es subsanable por el mismo sujeto al llegar éste a su mayoridad, el
padre o tutor pueden intentar la anulabilidad, sobre todo cuando los intereses del
menor corren riesgo inminente como ocurre en la especie, con el transcurso del
tiempo" (G.J. Nº 1588, p. 75).
Art. 484.- (Incapaces). I. Son incapaces de contratar los menores de edad, los
interdictos y en general aquellos a quienes la ley prohíbe celebrar ciertos contratos.
II. El contrato realizado por persona no sujeta a interdicción, pero incapaz de querer
o entender en el momento de la celebración, se considera hecho por persona incapaz si de
dicho contrato resulta grave perjuicio para el autor y hay mala fe del otro contratante.
Las anotaciones al capítulo II del Libro Primero (V. arts. 3, 4 y 5), contienen las
informaciones doctrinales y la jurisprudencia aplicable al nuevo Cgo., que sirve también
para la mejor explicación de este art. y el anterior. A ellas corresponden agregar,
simplemente, las observaciones complementarias que resultan de las disposiciones
posteriores que se viene examinando.
Además de los menores, y los interdictos, están prohibidos de contratar, todas las
personas mencionadas nominatim en el art. 386, respecto de la cesión de bienes y los
nombrados en el art. 592, respecto de ciertos bienes. Los tutores, para contratar la compra
para sí de los bienes de los incapaces que administran (art. 268 y 317 del c.f.). Los
albaceas, respecto de la compra para si de los bienes de la sucesión (art. 1232). La
prohibición de contratar entre esposos sobre la comunidad de gananciales (art. 102, c.f.),
también debe considerarse entre estas incapacidades. Igualmente la señalada supra para
ejercer el comercio, según el art. 19 del c. com. Todos éstos casos mencionados
anteriormente, suponen incapacidad legal de realizar negocios jurídicos en situaciones
particulares de la incapacidad de obrar.
Jurisprudencia
V. los casos Nos. 2 y 6 del art. 4; 1 al 7 del art. 5; 1 del art. 454, y 2 del art. 554.
SECCIÓN III
DEL OBJETO DEL CONTRATO
Art. 485.- (Requisitos). Todo contrato debe tener un objeto posible, lícito y
determinado o determinable.
Se considera verdad eterna la de que todo contrato ha de tener por objeto, una cosa
que uno de los estipulantes se obliga a dar, a hacer o no hacer (Favard, cit. por Scaevola).
Por eso se dice que el objeto están consubstancial al contrato, como el hidrógeno al agua.
Según el art. el objeto del contrato debe ser posible, lícito y determinado o
determinable. Además, por aplicación del art. 292, debe ser apreciable en dinero y ser útil
para el acreedor.
La licitud del objeto es tema de análisis arduo, que requiere algún detenimiento en
su consideración.
Entre las prestaciones que no constituyen delito, pero que son objeto de particulares
prohibiciones civiles, pueden anotarse:
a) Prestaciones contrarias al ejercicio de los derechos innatos de la persona, como la vida,
la salud y la integridad personal (arts. 6 y 7). Sería ilícito el objeto contractual de dejarse
matar, mutilar, o aprisionar, v. gr.
c) Pacto de permanecer en comunidad por más de cinco años (art. 167, II).
d) Pactos por intereses usuarios o que admiten anatocismo (arts. 412 y 413).
f) Pacto por término superior al fijado por ley para el rescate en la venta (art. 642).
g) Donaciones hechas por los tutores o a los tutores y renuncias anteladas a la revocación
por ingratitud (arts. 662, 665 y 680).
j) Los pactos sobre sucesiones futuras que son los que tienen por objeto disponer o
renunciar a la herencia de una persona viva, o en los que la persona viva dispone de su
propia sucesión (art. 1004), y también los pactos de institución de herencia fideicomisaria
(art. 1170).
k) Los llamados pactos comisorio y de vía expedita expresamente prohibidos por el art.
1340, que consisten en el convenio usurero y leonino por el cual, el acreedor, se hace
dueño de la cosa hipotecada o prendada simplíciter et abrupte, esto es, sin ninguna otra
intervención (judicial ni extrajudicial), por sólo el importe dado en préstamo al deudor, si
éste no paga en el plazo fijado, o en el convenio que autoriza al acreedor vender
directamente la cosa.
m) Los pactos de dolus praestetur, que cohonestan el dolo, la culpa o el fraude, por
aplicación del ordenamiento jurídico general. Son aquéllos que se celebran con ánimo de
fraude que, aún cuando se pacten, son ineficaces cuando llegan a descubrirse. (Ejemplo el
art. 543, sobre efectos de la simulación).
n) El pacto de quota lite entre el abogado y el cliente, habida cuenta el peligro de coacción
dolosa, que el Estatuto de la Abogacía (arts. 37 Ley de 8, Dic. 1941 y 21 de la Ley de
Abogacía de 19, Julio 1979), tomó del art. 302 (casos 1º y 2º) de la l.o.j. de 31 de
Diciembre de 1857, abrogada hoy.
El tercer requisito que la ley (art. 485) exige en el objeto del contrato, es que éste
no quede enteramente al arbitrio del deudor, esto es, que sea determinado o, por lo menos,
determinable. El fundamento de esta exigencia es innegable, tanto porque la imponen los
preceptos del derecho positivo cuanto los principios evidentes de la razón: obligarse a nada
o bien obligarse a un quid tan indeterminado que el deudor pueda liberarse con una
presentación ilusoria, son dos cosas idénticas. Así, por ejemplo, si un agricultor para
procurarse dos bueyes de labor, estipula un par de bestias, sin añadir otra cosa, puede verse
burlado por el deudor que le entregue una jaula con un par de canarios (Giorgi). Puede
estipularse grano sin decir cuánto o contratarse la construcción de una casa sin decir cómo
ni dónde. En todos éstos casos, falta un criterio fijo de determinación que es lo que no
permite la regla del art. 485.
Nótese bien que la falta de los requisitos señalados para el objeto por el art. 485,
posibilidad, licitud y determinabilidad: produce la nulidad, no la anulabilidad solamente,
del contrato (art. 549, caso 2).
Este punto debe cerrarse con una crítica de Messineo sobre la carencia de precisión
en el Cgo. italiano a cuyos conceptos les faltaría certeza, (crítica que desde luego alcanza al
Código, que ha adoptado los conceptos del Cgo. italiano con sus virtudes y sus faltas) y
que se manifiesta en el empleo, por ejemplo, indistinto de objeto y de prestación. Según el
art. 1346 del Cgo. it. (485 del Código) -dice- se exige para el objeto los conocidos
caracteres de la posibilidad, licitud, determinación o determinabilidad que, como es fácil
observar, son caracteres que no se pueden atribuir al objeto, si por tal ha de entenderse
cosa, la misma que no puede tener dichos caracteres, puesto que la cosa por si es neutra.
Esos caracteres pueden exigirse propiamente en el objeto, en cuanto se identifique a éste
con la prestación.
Mazeaud, observa que los autores pasan por alto (como simple distinción teórica) la
distinción entre objeto del contrato y objeto de la obligación: aquél implica la creación de
la obligación, éste supone la prestación debida. Si se ha de entender -añade Mazeaud- por
objeto del contrato la operación jurídica que las partes pretenden realizar (criterio conforme
con la definición del art. 450, v. gr. una compraventa), esa operación se distingue de las
prestaciones prometidas que constituyen el objeto de las obligaciones.
1.- "Una convención para ser legalmente formada, debe tener objeto cierto que
forme la materia de la obligación" (G.J. Nº 99, p. 908).
2.- "El guardar la cosa depositada y restituirla en especie queda comprendido en los
términos del 717 (485), en cuanto implica una obligación de hacer" (G.J. Nº 540, p.
27).
3.- "Según el inc. 3º del art. 699 (452, 2) es un requisito esencial para la validez de
un contrato, la existencia de un objeto cierto que forme la materia de la
convención" (G.J. Nº 647, p. 4).
4.- "En este contrato falta la condición esencial de toda convención; es decir el
objeto cierto que forma la materia de la obligación, previsto por el caso 3º de este
art. (452, 2º), sin cuyo requisito es nula la convención" (G.J. Nº 743, p. 23).
5.- "El objeto de la obligación (consta en) las instrucciones y formularios para
fabricar licores que... trasmitió a..." (G.J. Nº 751, p. 3).
6.- "El hecho de que (el lote de terreno) no reuna condiciones para la construcción
de un edificio, de acuerdo a las reglamentaciones municipales, no es una
circunstancia que violente o disminuya la existencia (evidente) de objeto cierto en
la obligación" (G.J. Nº 1602, p. 115).
7.- "El inc. 3º del art. 699 (2º, 452) del c. c., señala entre los requisitos para la
validez de los contratos un objeto cierto (determinado en la terminología de la
nueva legislación), extremo que no se da tratándose de bienes indivisos poseídos en
común por varios propietarios, cuya venta está sometida a la reglas de los arts. 1094
y 1095 (170) del mismo código" (G.J. Nº 1614, p. 137).
Art. 486.- (Determinación por las partes). Cuando el objeto del contrato se refiere a
cosas, las partes deben determinarlas, por los menos en cuanto a su especie.
El art. habla de que las partes deben determinar el objeto del contrato, al menos en
cuanto a la especie, repitiendo, con ligera diferencia de forma, el concepto de su precedente
(tal cual lo hace éste respecto de su fuente, el art. 1129 del c. c. francés, razón por la cual
ésta deviene en verdadera fuente del art. en examen, ya que el art. 1346 del c. c. italiano, se
concreta a preceptuar lo que está dicho en el art. 485 del código). Parecería que la
referencia corresponde, o debe corresponder, al género. Pues, la especie en las obligaciones
consiste en una cosa o en varias cosas ciertas y determinadas, porque están
individualizadas, en contraposición a las de género, en las cuales el objeto constituye una
cantidad de cosas que se toman en consideración o se designan con referencia a su
pertenencia a un genus, caso en el cual parece indicado el empleo del adverbio
comparativo al menos o por lo menos, que hace posible la determinabilidad, esto es, que
hace individualizable el objeto, cuando falta una determinación precisa de la especie.
Jurisprudencia
"Conforme al art. 720 (486) del c. c. aún cuando no se fijo en el contrato la cantidad
de la obligación, se estableció en el mismo la manera de determinarla, que era el
costo de la construcción" (G.J. Nº 784, p. 17).
Según la regla del art., la intervención del tercero queda reducida a determinar
únicamente cuestiones relacionadas con la cantidad, lo que ha de entenderse referido,
también, sólo a obligaciones de género y no de especie cierta (v. la anot. al art. anterior).
Art. 488.- (Cosas futuras). Las cosa futuras pueden ser objeto de los contratos,
excepto en los casos prohibidos por ley.
Las cosas futuras pueden ser objeto del contrato, si no están prohibidas por la ley
(prohibiciones que se examinan infra) y son posibles. Los contratos sobre cosa futura,
pueden ser condicionales o a término: comprar la próxima cosecha de maíz, por ejemplo, o
la venta marítima (mercaderías a bordo de una nave con destino determinado, sujetas a la
condición salvo arribo). Pueden haber, entre éstos, contratos de cosa esperada que no son
necesariamente condicionales o a término, y cuyo objeto es cosa cierta, como determinada
producción industrial que se espera producir. Puede ser contrato sobre simple esperanza
(loterías), etc.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 721, (488) un derecho litigioso puede ser objeto de permuta"
(G.J. Nº 393, p. 237).
2.- "Es válido el contrato objeto de la litis, porque los derechos litigiosos pueden ser
objeto de las obligaciones, según el art. 721, (488) del c. c." (G.J. Nº 1000, p. 4).
3.- "Este convenio es perfectamente legal, puesto que los derechos litigiosos pueden
ser transferidos conforme al art. 721 (488) del c. c. como cosa futura que puede ser
objeto de una obligación" (G.J. Nº 1194, p. 73).
4.- "De conformidad al art. 721 (488) del c. c. un derecho litigioso puede ser objeto
de venta" (G.J. Nº 1314, p. 28).
SECCIÓN IV
DE LA CAUSA DE LOS CONTRATOS
Art. 489.- (Causa ilícita). La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o
a la buenas costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una
norma imperativa.
Toca examinar ahora, una de las materias más discutidas y al par más inseguras del
derecho (Scaevola), desde que el Cgo. francés incluyó entre sus reglas dos relativas a la
causa, inspiradas en las enseñanzas de Domat y Pothier; el art. 1108, que la considera
requisito esencial del contrato y el 1131, que declara sin valor legal alguno la obligación
sin causa, o con una causa falsa o con una causa ilícita. La exposición de motivos de Bigot
Preameneu (cit. de Scaevola), sobre contratos y obligaciones, dice: "No hay obligación sin
causa, ella está en el interés recíproco de las partes, o en la liberalidad de una de ellas". De
esta declaración derivó la confusión que diversificó el elemento causal, asignando a los
contratos diferentes causas genéricas según la naturaleza distinta de aquéllos.
Carecen de importancia especial las reglas relativas a la causa, por que su desarrollo
sólo responde a un serie de referencias a las demás partes de la teoría contractual: el
defecto de causa es el mismo que presenta el contrato sobre objeto futuro que no se
verifique o que llegue a faltar. La causa falsa es un vicio del consentimiento como
cualquier otro error. La causa ilícita es el contrato que tiene por objeto una prestación
ilícita. Consiguientemente, suprimidos los preceptos relativos a la causa, la teoría de los
contratos no padecerá nada (Giorgi).
Entre los código modernos, el alemán omite mencionar la palabra causa. El suizo
no considera necesario mencionarla en el contrato. El Cgo. peruano inspirado en el alemán,
no incluye la causa entre los elementos de validez del acto jurídico, al sancionar la nulidad
de éste por falta de aquéllos. Entre los código de siglo pasado, el argentino no se ocupa de
la causa como elemento constitutivo de los contratos, sino como fuente de las obligaciones
(arts. 499 y s.). Su autor Vélez Sarsfield, apoyado en la autoridad de Ortolan, considera la
causa más como un hecho productor de obligaciones en el hecho ilícito o el
enriquecimiento ilegítimo, por ejemplo. No hay obligación sin causa generadora que la
haya producido, dice Machado. El Cgo. mexicano de 1884 (substituído por el vigente de
1928), tampoco mencionaba la causa.
Los arts. 452, 489 y 490 del código, han sido tomados de los arts. 1325, 1343, 1344
y 1345 del Cgo. italiano de 1942. La cabal comprensión de éstos preceptos se alcanza con
el conocimiento de su fundamentación, expresada en la exposición de motivos que
presentó el Ministro de Justicia italiano Solmi (Relazione generale del Guardasigilli, cit. de
P. Vives):
1.- "La falta de no haberse expresado la causa de una obligación no la invalida (art.
723 Cgo. abrg.), pero opuesto el defecto de causa debe probar el acreedor"
(G.J. Nº 124, p. 407).
2.- "El art. 722 (489) que estima la causa requisito de una convención, no es en
manera alguna aplicable al caso, en que sólo se trata de dar cumplimiento a una
confesión hecha en testamento, que por toda legislación tiene valor y fuerza contra
el que la hace" (G.J. Nº 124, p. 408).
3.- "Anulada la obligación extinguida por la novación, este contrato no existe por
no tener ya causa" (G.J. Nº 190, p. 978).
4.- "El art. 722 (489) para anular las obligaciones en el caso que decide, no tiene en
mira el motivo del contrato, cualquiera que haya sido, sino la causa de la
obligación" (G.J. Nº 518, p. 12).
5.- "La satisfacción del precio y la entrega de la cosa, constituyen la causa lícita del
contrato en el sentido de los arts. 699, inc. 4º, 722 y 723 (452, 3) y 489), sin que en
él haya influído la circunstancia de la amistad ilícita mantenida entre las partes
contratantes" (G.J. Nº 533, p. 8).
7.- "El pago indebidamente efectuado bajo el erróneo concepto de una deuda
implica el cumplimiento de una obligación sin causa, cuyo acto esencialmente
vicioso, aunque se haya verificado judicialmente no puede surtir efecto alguno"
(G.J. Nº 647, p. 25).
9.- "La causa de la obligación contraída por... dejando sin efecto la desheredación
dispuesta por su padre contra una hermana de ella, sea como reparación de una
injusticia o como impulso generoso de fraternidad, o como deseo de evitar litigios y
desacuerdos posteriores, es correctamente moral y lícita, siendo inaplicables los
arts. 722 y 724 (489) del c. c." (G.J. Nº 673, p. 27).
10.- "La compraventa de fs.... tiene por causa lícita el precio que debe pagar el
comprador, inmediatamente que obtenga los títulos de propiedad de las
pertenencias mineras compradas, que se encuentran en litigio" (G.J. Nº 804, p. 50).
11.- "La causa lícita de esta transferencia, según lo expresa el mismo contrato,
resulta de la obligación que tiene el comprador de entregar el precio de la venta"
(G.J. Nº 805, p. 56).
12.- "Siendo causa de las obligaciones de esa donación la misma liberalidad
constitutiva de ella, que es distinta de los móviles atribuídos a su otorgamiento,
tampoco existe, en la forma argüida a este respecto, ningún motivo anulatorio de
aquél acto" (G.J. Nº 823, p. 7).
13.- "La venta declarada nula por sentencia ejecutoriada (impide) proseguir los
trámites de este juicio por haber desaparecido la causa de la obligación que se
contrajo" (G.J. Nº 849, p. 30 ).
20.- "La obligación sobre causa ilícita no tiene efecto ninguno, siendo la causa
ilícita la que se halla prohibida por la ley o es contraria a las costumbres y al orden
público" (G.J. Nº 1256, p. 38).
21.- "La causa del contrato es ilícita cuando está prohibida por la ley o es contraria
a las costumbres o al orden público" (G.J. Nº 1269, p. 27).
22.- "Falta validez al contrato (objetado) en el juicio, por ser su causa contraria a la
ley, a las buenas costumbres, como también al orden público y económico de la
sociedad, conforme lo dice el art. 724 (489) que señala su nulidad (porque) la
autorización del Poder Ejecutivo para establecer juegos de azar carece de causa
lícita por estar prohibidos por las leyes con carácter general y concreto" (G.J. Nº
287, p. 15).
25.- "El instrumento que ha servido de base para la ejecución, proviene de una
deuda contraída en juego de azar, sin que hayan concurrido los requisitos esenciales
para la validez de toda convención, siendo, por lo mismo, una obligación con causa
ilícita" (G.J. Nº 1308, p. 66).
26.- "De los contratos a título oneroso puede decirse que la causa es el fin jurídico
que una parte quiere conseguir al obligarse, así en la venta el vendedor se obliga a
transferir la propiedad de la cosa en consideración al precio que debe pagarle el
comprador, y éste se obliga por su parte a pagar el precio porque quiere convertirse
en propietario de la cosa, de suerte que la obligación del vendedor tiene por causa el
pago de precio y la del comprador la transmisión de la cosa convenida" (G.J. Nº
1362, p. 65).
27.- "No son exigibles las cláusulas de un contrato contrario a la ley" (G.J. Nº
1613, p. 138).
28.- "La obligación sin causa o con causa ilícita no tiene efecto alguno a tenor del
art. 722 (489) del c. c." (G.J. Nº 1616, p. 201).
Art. 490.- (Motivo ilícito). El contrato es ilícito cuando el motivo que determina la
voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las buenas costumbres.
De estas nociones, se extrae que si bien los móviles pueden revelar la intención,
ésta no basta para revelar aquéllos. Por ej., si se sabe que el culpable quería suprimir un
testigo comprometedor, se sabe por qué quería matarlo; pero el hecho de que el culpable
haya querido cometer un homicidio no autoriza concluir que haya tenido éste o aquél
móvil.
Art. 491.- (Contratos y actos que deben hacerse por documento público). Deben
celebrarse por documento público:
La forma del negocio (acto, contrato) es el medio, o el modo, con el que se pone en
ser la declaración expresada de la voluntad (expresa a diferencia de la tácita: arts. 453, 460
y 710, v. gr.), es decir, el aspecto exterior que ésta asume (Messineo). Resulta un elemento
indispensable, porque sin ella la declaración de voluntad no puede emitirse, lo que, en
cierto sentido, hace que la forma se identifique con la declaración de voluntad.
En el ordenamiento general, se dan dos especies de formas: la verbal u oral (v. gr. arts. 787
c. com., 621 p.c.) incluida la que se resuelve en signos o señas (art. 453), y la escrita que
supone el documento o la escritura, que permite su reiterado conocimiento a diferencia de
la verbal, de la que generalmente sólo queda el recuerdo de quien emite la declaración de
voluntad o de quien la escuchó.
La ley exige para ciertos contratos el documento público, porque les atribuye
especial importancia y requiere, en consecuencia, la solemnidad más perfecta y la
justificación más sería que sea dable asegurar, al efecto de resguardar la prueba de la
voluntad de las partes, dado que de la forma solemne se infiere la plenitud del
consentimiento. El documento público difiere del privado, en la mayor solemnidad
conducente a garantizar la autenticidad del consentimiento, a impedir la pérdida del
documento y hacer casi imposible la falsificación.
Documento privado en su sentido más amplio, es toda declaración escrita que esté
firmada de mano del acreedor, del deudor o de su representantes: documentos privados de
la práctica forense; cartas misivas y de contestación; registros, libros privados o
comerciales, minutas de escrituras, de telegramas; facturas y notas de cuentas; recibos,
finiquitos; vales, pagarés, etc., etc. En un sentido restringido, que es el empleado por el art.
492, se entiende por documento privado, solamente el documento obligatorio o extintivo
que difiere del público por no estar otorgado y autorizado por funcionario público, pero
que tiene la misma unidad de contexto y el mismo objeto del documento público. Cuando
la ley habla en singular y dice documento privado, tiende al fin de establecer no una
prueba, sino una solemnidad, porque exige, como en el caso del documento público, que el
contrato revista una forma determinada para su validez (art. 493).
Jurisprudencia
5.- "Sólo puede constituirse hipoteca mediante escritura pública que reúna los
requisitos legales necesarios para su validez, conforme dispone el art. 1474 (491)
del c. c." (G.J. Nº 1204, p. 60).
6.- "Los contratos en materia minera, de cualquier clase que sean, para surtir
efectos legales han de otorgarse por ante Notario de minas, conforme dispone el art.
67 (171) del c. min." (G.J. Nº 1264, p. 32).
7.- "Exigiendo el art. 130 (192) del c. min. escritura pública para la constitución de
sociedades mineras, en la especie, aunque protocolizado en la Notaría de minas, el
documento presentado al efecto no tiene valor porque no fue otorgado por escritura
pública" (G.J. Nº 1276, p. 32).
9.- "Los contratos en materia minera deben efectuarse ante Notario de minas o
protocolizarse en los registros de éste cuando se otorgan ante otro notario, pena de
no tener ningún valor, conforme disponen los arts. 64 y 67 (171) del c. min." (G.J.
Nº 1341, p. 66).
Art. 492.- (Contratos y actos que deben hacerse por escrito). Deben celebrarse por
documento público o privado los contratos de sociedad, de transacción, de constitución de
los derechos de superficie y a construir, y los demás actos y contratos señalados por la ley.
Jurisprudencia
1.- "El contrato de transacción debe redactarse por escrito" (G.J. Nº 277, p. 1799).
2.- "Las sociedades civiles se constituyen por escrito" (G.J. Nº 413, p. 465).
3.- "Según este art. (1202 c. c. abrg. = 754 c. c. vigente) todas las sociedades
(civiles) deben constituirse por escrito" (G.J. Nº 646, p. 31).
Art. 493.- (Formas determinadas). I. Si la ley exige que el contrato revista una
forma determinada, no asume validez sino mediante dicha forma, salva otra disposición de
la ley.
II. Fuera del caso previsto en el parágrafo anterior si las partes han convenido en
adoptar una forma determinada para la conclusión de un contrato, esa forma es la exigible
para la validez.
Jurisprudencia
2.- "El contrato de trabajo según la Ley que rige la materia, puede celebrarse
verbalmente o por escrito y su existencia acreditarse por todos los medios legales
de prueba" (G.J. Nº 1259, p. 131).
3.- "Conforme al art. 170 del c. min. los contratos de transferencia relativos a
minería se rige por la ley civil y pueden ser otorgados o protocolizados por ante
Notario de fe pública, teniendo en cuenta las previsiones del art. 171 del mismo
código cuando se trata, técnicamente, de contratos propiamente mineros o de
operaciones mineras como son las enumerados en el art. 11 del citado código
especial, que requiere su otorgamiento o protocolización por ante el Notario
especial de minas" (G.J. Nº 1616, p. 128).
SECCIÓN I
DE LA CONDICIÓN
El acontecimiento debe ser futuro. El art. corrige la expresión errónea que el Cgo.
abrg. (art. 722), copió de su modelo francés: "un hecho ya existente pero ignorado de las
partes". Pues, un acontecimiento pasado aunque incierto para las partes, como un hecho
futuro que indudablemente ha de llegar (ejemplo de la cosecha futura, dado supra), no es
una condición, porque en el primer caso existe la obligación con el carácter de pura y
simple y, en el segundo, la obligación es sólo a término. Los hechos existentes, aún siendo
ignorados por los contratantes, no pueden constituir una condición, por ser de la esencia de
ésta, que los acontecimientos sean futuros e inciertos (Canedo). Pothier, confirma esta tesis
con sus conocidos ejemplos: si hecho el sorteo de la lotería y antes de conocer el extracto,
alguien promete a otro darle una parte si obtiene el primer premio; o si alguien promete a
otro cierta suma de dinero en caso de que X.X. viva en la actualidad, no hay obligaciones
condicionales. Ellas nacen de una vez, sin ningún accidente modificatorio, como simples y
puras, ya sea que se obtenga el premio o que X.X. viva, o bien, por el contrario, no habrán
nacido nunca como obligaciones si sucede que el premio no favoreció al promitente o que
X.X. haya muerto.
Jurisprudencia
1.- "La reserva del derecho de anular el contrato, siempre que las reses ofrecidas no
tengan la edad y más calidades pactadas en la escritura, no puede calificarse como
condición suspensiva" (G.J. Nº 304, p. 2014).
2.- "La obligación impuesta (al usufructuario) de contribuir a los gastos enunciados
en la cláusula... no es condición indispensable para el cumplimiento de la
transacción, porque puede hacerse valer aún por fuerza de la justicia (lo que) no se
verifica, en las obligaciones condicionales" (G.J. Nº 304, p. 2016).
4.- "La cancelación del precio como la devolución de los intereses, quedaron
respectivamente sujetas a las condiciones suspensivas de producción de las labores
o de la esterilidad de éstas, y, por consiguiente, dichas obligaciones, siendo
condicionales, se hallan comprendidas en este art. (494) del c. c." (G.J. Nº 556, p.
10).
6.- "El contrato no depende de ningún acontecimiento futuro e incierto, sino que
produjo obligaciones relativas entre los contratantes desde el momento en que se
perfeccionó, aún cuando la ganancia o pérdida de las partes haya sido contingente
de acontecimientos inciertos" (G.J. Nº 712, p. 26).
8.- "La obligación del fiador de pagar bajo la condición de que no lo realizase el
fiado en el término de seis meses, es condicional en el sentido de este art." (G.J. Nº
759, p. 4).
9.- "Los derechos litigiosos pueden ser transferidos como cosa futura que puede ser
objeto de una obligación que encierra una condición suspensiva" (G.J. Nº 1194, p.
73).
10.- "Toda condición debe cumplirse de la manera que las partes han querido que se
entienda, según dispone el art. 766 (494) del c. c." (G.J. Nº 1267, p. 44).
11.- "Si la obligación está sujeta a una condición (art. 762 c. c. abrg. = 494 c. c.
vigente), no puede demandarse el cumplimiento de aquélla en proceso ejecutivo, si
no se realizó o cumplió previamente la condición" (G.J. Nº 1277, p. 3).
13.- V. los casos Nos. 2 del art. 416 y 11 del art. 491.
1.- "Es inadmisible la acción ejecutiva apoyada en instrumento que carece de fuerza
legal para la exigibilidad del crédito, mientras no se defina si ha sido llenada la
condición (suspensiva de la que depende el contrato)" (G.J. Nº 668, p. 42).
Jurisprudencia
1.- "La condición de buen éxito de un pleito establecida por las partes, sólo
suspendió la ejecución del contrato y, una vez cumplida como lo fue, dio a la venta
toda su fuerza y vigor desde su origen" (G.J. Nº 485, p. 10).
2.- "La obligación contraída depende de la condición suspensiva, de pagar con las
primeras cantidades que las deudoras debían recibir de la depositaria del valor de la
finca, condición cuyo cumplimiento no se justificó" (G.J. Nº 626, p. 11).
3.- "No está probada la utilidad que se hubiera obtenido en la enajenación de la
mina, faltando así la condición estipulada en la carta-contrato que sirve de base a
este juicio, para que el demandante tuviera derecho a la indemnización del 10% que
reclama" (G.J. Nº 773, p. 13).
5.- "Una vez cumplida la condición... es claro que la obligación se ha hecho pura y
simple, y exigible ejecutivamente conforme a lo dispuesto por el art. 772 (497) del
c. c." (G.J. Nº 1267, p. 44).
7.- "En la obligación contraída bajo condición suspensiva el contrato surge a la vida
jurídica sólo después de cumplida la condición" (G.J. Nº 1495, p. 50).
Entre las diferencias esenciales (v. la anot. al art. 504), se distingue las condiciones
en suspensivas y resolutorias. Puede hacerse depender la obligación de la realización de un
acontecimiento incierto, de dos modos: a) puede hacerse depender de él, el
perfeccionamiento y el principio de la obligación; entonces la condición se llama
suspensiva; b) puede hacerse depender de él, el fin o resolución del vínculo contractual;
entonces se llama la condición resolutoria. Esta nomenclatura no corresponde a la
empleada por los romanos.
Ahora bien, tocante a los efectos de la condición suspensiva, se tiene que considerar
tres fases distintas: la pendencia, la verificación o existencia de la condición y la
deficiencia o no realización de la condición. La materia, por la estrecha correlación de sus
fases ha de tratarse con unidad de exposición.
Las reglas anteriores, muy similares a las que aparecen enunciadas en el Curso de
Derecho Civil Práctico de Planiol y Ripert, (pues no han sido todas ellas tomadas del Cgo.
italiano), omiten, sin embargo, las principales reglas sobre los efectos de la condición
suspensiva pendiente, que son: a) no se puede pedir el cumplimiento del contrato, salvo
pacto de ejecución provisional; una demanda para lograrlo sería negada por plus petitio b)
la prescripción extintiva no corre nunca pendente conditione (art. 1502, 2); c) constituye un
derecho adquirido y las leyes nuevas dictadas pendente conditione no puede alterar ni
modificar los requisitos o los efectos del contrato celebrado; d) si la cosa vendida parece
fortuitamente mientras está pendiente la condición, el vendedor no está obligado a entregar
la cosa ni el comprador a pagar el precio; si hubiera ya pagado tiene derecho a repetir el
pago, como pago indebido, cualquiera sea el resultado de la condición.
Los casos 3) y 4) del art. 496, ofrecen una inteligencia problemática. Corresponde,
en realidad, a condiciones fallidas. Pero, ubicadas donde están, dejan inferir que sus reglas
también surten los efectos prevenidos en el art. 497, lo que sería aberración. Ha de
entenderse, por eso, los casos 1) y 2) de dicho art. 496, referidos a los fines del art. 497, y
los casos 3) y 4) del mismo, referidos a los fines del art. 499.
En segundo lugar, de las fuentes posibles del art. 496, se ve que éste corresponde,
en alguna medida (inc. 2) a la formulación del art. 1359 del Cgo. italiano, que se concreta a
señalar que la condición se tendrá por cumplida cuando no se realizare por causa imputable
a la parte que tenía interés contrario a su cumplimiento (que bien puede ser el acreedor o el
deudor). El inc. 1) es superfluo, pues que ya está prevista su regla en la general que
contiene el art. 497.
El inc. 3), no tiene sentido, porque así el acreedor haga todo lo posible para que el
evento se realice, si la condición es causal v. gr. (art. 504), la disposición no pasa de una
enorme incongruencia, porque, no se sabe cuáles pueden ser esos actos del acreedor para
que, por su influjo, la casualidad se realice.
El inc. 4), ha sido mal tomado (cual resulta de su versión en los originales del
Código), de su precedente el art. 768 del c. c. abrg., por cuya razón, por otra parte, su
fuente está en la de éste: el art. 1177 del Cgo. francés. De acuerdo con esos antecedentes,
lo que el inc. observado quiere estatuir, es lo que establece el citado art. 768 del c. c. abrg.:
Jurisprudencia
4.- "Se convino que si por causa del incumplimiento de esta obligación, el Banco
acreedor llegara a deducir acción ejecutiva contra el inmueble hipotecado, se
operaría ipso facto la resolución del contrato, volviendo la casa al domonio de los
vendedores" (G.J. Nº 1009, p. 85).
Conc: c. c. 494 -
Los efectos que de pleno derecho produce la condición resolutoria, importa que la
renuncia a la condición ya verificada equivale prácticamente a un nuevo contrato.
Cabe también señalar aquí, que el art. 502 no establece excepciones, sino, y en
rigor, limitaciones a la regla de la retroactividad o, si se prefiere, a los alcances de ésta. En
cuanto al art. 503, propiamente no hay efectos de condición resolutoria fallida, porque
siguen rigiendo los efectos del contrato como si la condición estuviera pendiente: el
contrato rige irrevocable.
Entre las muchas clasificaciones, conocidas desde los juristas romanos, están las
que distinguen las condiciones en afirmativas o negativas; expresas o tácitas; alternativas o
conjuntivas, que no necesitan explicación, porque ésta carecería de utilidad práctica.
Son casuales (art. 504), las que versan sobre un acontecimiento no dependiente de
la voluntad de ninguna de las partes, sino de las leyes naturales o del hecho de un tercero;
del acaso. Comprar una casa si se gana el pleito que sobre ella pende de casación, o fundar
una pensión de estudios si nace un hijo varón, v. gr. Dependen de un evento fortuito (caso)
que no está en el poder del sujeto el hacer que se verifique (Messineo).
Art. 505.- (Condición meramente potestativa). Son nulos los actos de enajenar un
derecho o asumir una obligación subordinándolos a una condición suspensiva librada a la
mera voluntad del enajenante o del deudor, respectivamente.
Las potestativas, han sido y son motivo de controversia doctrinal. Depende de los
casos. El contrato ultimado bajo condición potestativa a parte debitoris, cuando ella está
sometida al mero arbitrio del obligado, a una condición puramente potestativa, es nulo.
Pero, existen contratos que dependen de la potestad de la parte obligada, no en el sentido
de la facultad plena de desligarse porque así le plazca, sino porque concurren ciertas
circunstancias que respaldan o autorizan al obligado valerse de utilizar esa facultad
potestativa: por ejemplo, los contratos ad comprobationem como las ventas de prueba (art.
587) o las hechas con indicación de medida (arts. 601, 603), o las hechas ad gustum (art.
588). En las condiciones llamadas mixtas (art. 506), la potestad del obligado no está
referida a la simple y pura voluntad de éste; concurre el hecho de un tercero.
Jurisprudencia
2.- "El art. 764 (505) establece la nulidad del contrato que subordina la condición a
la sola voluntad de la parte que se obliga, por cuanto no existe el vínculo que haga
exigible la obligación" (G.J. Nº 603, p. 6).
4.- "El hecho de hacer depender el cumplimiento de una obligación del resultado de
un pleito, no importa una condición potestativa" (G.J. Nº 781, p. 25).
Art. 506.- (Condición mixta). Será válido el contrato cuya eficacia o resolución
esté subordinada a una condición que dependa conjuntamente de la voluntad de una de las
partes y de la de una tercera persona determinada.
II. El término inicial o suspensivo y el término final o extintivo surten sus efectos
sólo a partir de su llegada.
La idea jurídica del término extintivo, hace manifiesto sus efectos por su sola
enunciación. No suspende la ejecución de la obligación. Hace que a su vencimiento
desaparezca ésta, quedando intacta las consecuencias ya realizadas. Tiene el específico
significado de vencimiento o de cumplimiento, es decir, el momento en que madura para el
acreedor el derecho a la prestación y para el deudor el deber de cumplirla (Messineo).
Jurisprudencia
Véase los casos insertos en los arts. 311 al 315 inclusive, y el Nº 6 del art. 339.
Art. 509.- (Disposiciones aplicables). El término de cumplimiento para las
obligaciones se rige por lo dispuesto en los arts. 311 al 315.
El art. 510, preceptúa que debe averiguarse la intención de las partes, apreciando el
comportamiento de éstas y las circunstancias del contrato. Indudablemente se ve que ha
preferido la corriente de la teoría subjetiva. Pues, investigar la intención es realmente una
operación inductiva. De esta regla, resulta que el estudio de un contrato debe ser apreciado,
para su interpretación, en su existencia, en su verdad, en su naturaleza, en su intención y en
su forma.
Por la regla del art. 518, la oscuridad perjudica al causante de la duda esto es, al
contratante que ha dispuesto la cláusula o ha impuesto el contrato-formulario, dentro del
cual el otro simplemente actúa en un contrato de adhesión. Hay caso de duda, cuando falta
el supuesto de la oscuridad o la ambigüedad, conforme distingue la ley 2ª tít. 33 de la
Partida 7ª: cuando son dudosas las palabras de un contrato, deben ser interpretadas contra
quien dijo la palabra (cit. Scaevola).
En los contratos-formulario, que generalmente son impresos, pueden hacerse
añadidos, aclaraciones o modificaciones manuscritas o escritas a máquina. Cuando una
cláusula añadida a un contrato impreso, no guarde perfecta concordancia con alguna de las
cláusulas de éste, esta última deberá considerarse como desvirtuada o modificada por las
partes (Planiol y Ripert). El c. com. (art. 817) concreta en norma positiva esta regla de
interpretación.
Por lo demás, las reglas de los arts. 510 a 518, conforme se considera actualmente
en la doctrina, de manera indiscutible (Messineo), son verdaderas y propias normas
jurídicas de observancia obligatoria y no meras indicaciones o criterios confiados al
arbitrio del intérprete o juez.
Finalmente, cabe una breve indicación, siguiendo las pautas trazadas por Messineo,
respecto de la función de las diversas reglas contenidas en el capítulo, que el citado autor
las agrupa así:
Las de los arts. 511, 512, 513 y 518, fijan criterios objetivos, para eliminar
ambigüedades o dudas, que responden al denominado principio de conservación del
negocio o acto.
Las de los arts. 514, 515, 516, supone una investigación subjetiva o histórica de la
voluntad en concreto, prescindiendo de la hipótesis de la ambigüedad. La del art. 517,
impone un criterio de equidad, entendida ésta como el equilibrio de los intereses y la
igualdad de trato que debe informar las relaciones de las partes.
El Digesto (Lib. 32, tít. 1, ley 25) dice: qum in verbis nulla, est non debet admitii
voluntatis quaestio (cuando no hay ambigüedad en las palabras, no debe haber cuestión
alguna acerca de la intención; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "Las reglas establecidas por los arts. 748 y s. (510 y s.) para la interpretación de
los contratos oscuros, dudosos o ambiguos, no tienen aplicación cuando las
cláusulas del contrato, siendo por su contexto literal, claras, expresas, e
inequívocas, no ofrecen duda alguna para su cumplida inteligencia" (G.J. Nº 421,
p. 527).
2.- "El uso de las reglas de interpretación consignadas en los arts. 748 y s. (510 y s.)
no está sujeto a la censura del Tribunal Supremo" (G.J. Nº 450, p. 779).
3.- "El art. 748 (510) establece una regla de interpretación que los jueces de grado
observan solamente cuando a su juicio, la común intención de las partes no resulta
con claridad de los términos del contrato en su sentido literal" (G.J. Nº 530, p. 27).
4.- "Los contratos se entienden en su sentido literal, toda vez que la voluntad o
intención de las partes está claramente demostrada y, por lo mismo, sólo proceden
las interpretaciones cuando la oscuridad y la duda las hacen necesarias" (G.J. Nº
652, p. 8).
7.- "La oscuridad en los alcances del tipo de cambio fijado en el contrato (se ha
interpretado con) la facultad que otorga este art. (510), incensurable en casación (en
sentido) de que este tipo fue acordado por las partes para el pago en su caso" (G.J.
Nº 777, p. 11).
9.- "Según el art. 865 (353) la novación no se presume. La previsión de esta ley,
conforme a la doctrina, autoriza su interpretación (del contrato), mediante los
medios ordinarios de prueba que tiendan a demostrar la común intención de las
partes, en armonía con el art. 748 (510) del c. c." (G.J. Nº 813, p. 6).
10.- "Las reglas de interpretación contenidas en los arts. 748, 750 y 752 (510, 512 y
514), se observan cuando el contrato o acto jurídico, sometidos a examen, ofrecen
dudas por ser oscuros o ambiguos. No siendo susceptible de interpretación la
cláusula clara y categórica" (G.J. Nº 847, p. 13).
11.- "La interpretación de las convenciones está librada al criterio de los jueces de
instancia, cuando éstos no desnaturalizan el contrato mediante una falsa
interpretación" (G.J. Nº 946, p. 38).
13.- "La interpretación de las obligaciones está librada al criterio de los jueces de
grado, sin que sus decisiones, en este orden, puedan ser censuradas en casación"
(G.J. Nº 987, p. 9).
14.- "En las convenciones debe averiguarse cuál es la común intención de las
partes, antes que sujetarse al sentido literal de los términos" (G.J. Nº 1267, p. 44).
14 (a).- "En la interpretación de las convenciones, deben los jueces antes que
atenerse al sentido literal de los términos, averiguar cuál ha sido la común intención
de las partes, dando a las cláusulas imprecisas o contradictorias la mente que resulte
de la escritura toda a tenor de las reglas contenidas en los arts. 748 y 752 (510 y
514) del c. c." (G.J. Nº 1356, p. 22).
16.- "Interpretado el contrato según las reglas de los arts. 748 y 750 (510 y 514) del
c. c. y averiguada así la común intención de las partes además de dar a las cláusulas
del contrato un sentido relacionado con la escritura toda resulta que los demandados
han caucionado al deudor, reservándose expresamente el derecho de repetir el pago
contra la principal obligada" (G.J. Nº 1585, p. 26).
17.- "Es regla primera de interpretación que debe averiguarse la intención de las
partes que ha generado el contrato, para que del análisis armónico de su estructura
surja la caracterización principal de la convención que, a su vez, ha de dar lugar al
cumplimiento de la obligación contraída, conforme a las reglas de los arts. 748 y
726 (510 y 520) del c. c." (G.J. Nº 1588, p. 104).
18.- "Averiguada que la común intención de las partes (según las reglas de la
interpretación de los contratos) ha sido concluir un contrato de compraventa, en las
condiciones fijadas en el convenio, la única disposición aplicable al caso sublite es
la del art. 725 (519) del c. c." (G.J. Nº 1619, p. 36).
20.- "Para determinar la voluntad común de las partes, las actitudes simultaneas y
posteriores a la concertación del negocio jurídico, constituyen un valioso elemento
de interpretación" (A.S. Nº 216, de 12-9-79).
En el Digesto (Lib. 50, tít. 17, regla 67) se lee: Quoties idem sermo duas sententias
exprimit, ea potissimum excipiatur, quas rei gerendae aptior est (siempre que una misma
palabra tiene dos sentidos, se ha de entender aquello que es más conforme a lo que se trata;
cit. Scaevola).
Jurisprudencia
2.- "El art. 748 (510) del c. c. es aplicable para investigar la verdad, cuando las
convenciones no son claras en su redacción y son susceptible de entenderse en uno
u otro sentido; más no cuando la voluntad de las partes es concluyente y patente"
(G.J. Nº 1167, p. 8).
3.- "A las claúsulas susceptibles de dos sentidos, debe dárseles el que produzca
algún efecto y nunca el que ninguno, a tenor de la regla de interpretación contenida
en el art. 749 (511) del c. c." (G.J. Nº 1588, p. 104).
Art. 512.- (Términos con diferentes acepciones). Los términos susceptibles de dos
o más sentidos o acepciones, deben tomarse en el que más convenga a la materia y
naturaleza del contrato.
Aforismo: magis ut valeat quam ut pereat dispositio (Vale más afirmar la validez
que la inexistencia de los actos; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
Jurisprudencia
"Aunque la escritura señala el principio o el día desde el cual corren las tres
armadas o plazos para la entrega del precio de la venta, se omitió fijar el día
del vencimiento de cada plazo. La Corte al señalar un año para cada uno de
ellos se sujeta al uso y a la equidad, conformándose con este art. 751 (513)"
(G.J. Nº 344, p. 297).
Art. 514.- (Interpretación por la totalidad de las cláusulas). Las cláusulas del
contrato se interpretan las unas por medio de las otras, atribuyendo a cada una el sentido
que resulta del conjunto del acto.
Jurisprudencia
1.- "Al reconocerse que la cláusula... de la escritura no contiene precio de venta que
traiga aparejada obligación de entrega, se le da su genuina interpretación, sin violar
los arts. 748 y 752 (510 y 514)... por otra parte incensurable en casación cuando
con ella no se desnaturaliza una convención" (G.J. Nº 740, p. 40).
2.- "Los jueces al averiguar la común intención de las partes, explicando las
cláusulas del contrato, las unas por las otras, y dando cada una el sentido que
resulta de la escritura toda, sin limitar sus alcances, han reconocido con criterio
propio, incensurable en casación, que el contrato se celebró con el objeto de
transigir" (G.J. Nº 787, p. 20).
5.- "No es admisible el criterio de ejecutar una cláusula penal con abstracción y
prescindencia del resto de las cláusulas del contrato, que deben interpretarse de
acuerdo al voto del art. 752 (514) del c. c., ya que no se puede estar solamente a lo
favorable en un contrato sin atentar contra la ley" (G.J. Nº 1597, p. 49).
6.- V. los casos Nos. 14(a), 15 y 16 del art. 510.
Art. 515.- (Expresiones generales). Por generales que sean los términos usados en
un contrato, éste no puede comprender más que las cosas sobre las que parezca que las
partes se han propuesto contratar.
Dice un viejo aforismo, aplicable a la previsión del art.: debe rechazarse toda
interpretación que conduzca al absurdo (Cit. Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "La escritura celebrada sobre la venta de acciones mineras, contiene conceptos
generales y dudosos que (deben) ser interpretados, facultad incensurable y privativa
de los jueces de grado" (G.J. Nº 637, p. 6).
Art. 517.- (Sentido menos gravoso; sentido que importa mayor reciprocidad). En
caso de duda, el contrato a título gratuito debe ser interpretado en el sentido menos gravoso
para el obligado y el contrato a título oneroso en el sentido que importe la armonización
equitativa de las prestaciones o la mayor reciprocidad de intereses.
Fte: Cgo. it. 1371 -
Conc: c. c. 424 - 520 -
V. la anot. al art. 510.
Aequitas in dubie praevalet (en lo dudoso debe prevalecer la equidad; Digesto, Lib.
50, tít. 17, regla 56; citas de Scaevola).
Dice la regla del Digesto (Lib. 50, tít. 17, regla 96): in ambiguis orationibus
maxime sententia spectanda est eius, qui eas protulisset (en las oraciones dudosas se ha de
atender particularmente a la intención del que las pronunció; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "La escritura carece de claridad y precisión cuando concede dos días de mita de
aguas para riego (sin precisar) si el período de la mita era semanal (como afirma el
comprador) o anual (como pretende el vendedor) en cuyo caso la interpretación de
la cláusula (respectiva), en el sentido de ser semanal se conforma al art. 1021 (518)
del c.c." (G.J. Nº 667, p. 25).
2.- "Se debe interpretar la convención en favor del que ha contraído la obligación
con arreglo al art. 753 (518) del c. c." (G.J. Nº 1226, p. 38).
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 519.- (Eficacia del contrato). El contrato tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las causas
autorizadas por la ley.
Los contratos formalizados legalmente tienen fuerza de ley para aquéllos que los
han celebrado. El contrato es para las partes contratantes una ley, con la misma fuerza y
autoridad que cualquiera norma, aunque su alcance sea limitado y único: obliga
exclusivamente a los contratantes (art. 523), porque el negocio jurídico da nacimiento a
normas jurídicas solamente individuales, no generales (Kelsen, cit. por R. Villegas). El
sentido verdadero del precepto, intenta significar que todo contrato ha de cumplirse como
se cumple la misma ley, dando énfasis al paralelo. Pues, en rigor, la ley es la ley y el
contrato es el contrato. Este no puede demandarse de inconstitucionalidad como aquél, ni
puede fundarse un recurso de nulidad en la mala interpretación del contrato. Su
equiparación a la ley, en cuanto a su eficacia respecto de las partes, observa Messineo,
expresa un concepto si bien más modesto, pero más significativo del que el tenor de la
regla deja inferir prima facie: se concreta a destacar que las partes no pueden sustraerse al
deber de observar el contrato, según las estipulaciones del mismo. Un viejo aforismo,
define el concepto con claridad: ab initio voluntatis ex post facto necessitatis (lo que en un
principio es voluntario, es después obligatorio; cit. Scaevola). O como dice el Codex (Lib.
2, tít. 4, ley 20): si quidem nihil ita fidei congruit hamanae, quam ea quae placuerant
custodiri (cada uno debe cumplir con aquello a que se ha obligado por su propio
consentimiento; cit. ibidem).
La segunda regla del art., precisa que la voluntad de los contratantes puede disolver
la relación jurídica, que sólo por su voluntad tuvo vida y eficacia. Cual lo dice el Digesto
(Lib. 50, tít. 17, regla 35): nihil tam naturale est, quam eo genere quid que disolvere quo
colligatum est (no hay cosa tan natural como que cada especie de contrato se disuelve del
mismo modo que se contrajo; cit; Scaevola). La regla en examen, deriva de la contenida en
la primera fase del art. y sanciona la intangibilidad (Messineo) del contrato por voluntad
unilateral, a menos que resulte modificar por la misma excepción que ella expresa (2a. fase
del art.), que permite disolver el contrato por la sola voluntad de una de las partes: 1º)
cuando así se ha pactado en el contrato (art. 525), y 2º) cuando una disposición de la ley
concede a una o ambas partes esa facultad (Aubry y Rau, cit. Giorgi).
Entre los ejemplos de los casos autorizados por la ley, de disolución de los
contratos por la sola voluntad de una de las partes, pueden citarse los siguientes: a) el
depósito, que conforme a su finalidad puede terminar por voluntad del depositante (art.
850); b) en el arrendamiento por tiempo indefinido o indeterminado (arts. 709 y 720); c) en
el contrato de obra en el que el comitente puede rescindir el contrato unilateralmente (art.
746); d) en las sociedades por tiempo indefinido (art. 795); e) en el mandato, considerado
revocable por voluntad de cualesquiera de las partes (arts. 828 y 832). En la legislación
comercial, particularmente en materia de seguros, según cláusula que debe estar inserida en
la póliza (c. com. art. 1023).
Jurisprudencia
1.- "El art. 725 (519) da fuerza de ley a las convenciones legalmente formadas, y no
a otras".
(G.J. Nº 99, p. 908).
4.- "Las estipulaciones legalmente formadas tienen fuerza de ley entre las partes
contratantes".
(G.J. Nº 284, p. 1860).
5.- "Según el art. 725 (519) del c. c. debe cumplirse como ley del contrato lo
acordado en la cláusula en que las partes dan por verificada la tradición de la cosa".
(G.J. Nº 301, p. 1987).
9.- "La convención preliminar (de pasar pensión alimenticia) hasta la terminación
del juicio, es un contrato legalmente formado (y) no siendo opuesto al orden
público ni a las buenas costumbres, tiene fuerza de ley para los contratantes".
(G.J. Nº 521, p. 17).
10.- "Toda convención legalmente formada tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes. (Tal) el pacto explícito de (someter) cualquier desacuerdo a la
resolución de jueces árbitros en orden a las sociedades comerciales que tienen
celebradas (los litigantes)".
(G.J. Nº 522, p. 11).
11.- "Según este art. las condiciones no tienen fuerza de ley, sino cuando han sido
celebradas legalmente, esto es, con todos los requisitos que en derecho son
indispensables para que surtan su efecto".
(G.J. Nº 543, p. 17).
13.- "La supradicha resolución de Agosto del 75, aceptada que fue por el
concesionario, constituye la ley del contrato, a cuyo cumplimiento se hallan sujetos
los contratantes (Estado y concesionario) conforme al art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 599, p. 11).
14.- "Según el art. 1351 (828) el mandante puede revocar su poder, cuando le
parezca bien, obligando al mandatario a la devolución del documento que lo
contenga, sin faltar a la ley del contrato que consagra el 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 611, p. 7).
15.- "Al revocarse la resolución del Arbitro, se apartan los jueces del tenor de la
escritura, desconociendo la jurisdicción de aquél, con infracción del art. 725 (519)
del c. c.".
(G.J. Nº 659, p. 11).
16.- "Sólo las leyes que interesan al orden público y a las buenas costumbres no se
pueden renunciar por convenios particulares, y todo derecho, sea eventual o
establecido, perteneciente al orden privado puede ser renunciable, sin que haya ley
que lo prohiba".
(G.J. Nº 668, p. 45).
17.- "La escritura faculta a los árbitros para determinar la división de los bienes.
Con arreglo a la ley del contrato corresponde a los árbitros finalizar la partición y el
auto que decide lo contrario, infringe este art.".
(G.J. Nº 672, p. 31).
18.- "Los Estatutos de las compañías, como toda convención legalmente formada,
obligan únicamente a los que han suscritos como contratantes, cual lo prescribe este
art.".
(G.J. Nº 673, p. 15).
19.- "Por lo dispuesto por este art. toda convención legalmente formada tiene fuerza
de ley respecto de las partes contratantes".
(G.J. Nº 684, p. 19).
21.- "El deudor se obligó a pagar la deuda en el plazo de un año, con garantía
hipotecaria y al disponerse el cumplimiento de la obligación, libremente contraída
por el demandado, se cumplió con este art.".
(G.J. Nº 722, p. 12).
22.- "Al aprobar los jueces la liquidación del dirimidor que carga al acreedor el
interés del 2% mensual sobre abonos parciales que le fueron hechos, los que, siendo
suyos desde ese momento, no pudieron producir interés en favor de su deudor, se
faltó a la ley del contrato, infringiendo este art.".
(G.J. Nº 723, p. 6).
23.- "Quedó el remate sin efecto legal por consentimiento de las partes, previsto en
el art. 725 (519), el cual, por lo mismo, no se viola, al rechazar el retiro
extemporáneo de la rescisión del remate".
(G.J. Nº 726, p. 28).
26.- "La segunda parte de este art. faculta a los contratantes para revocar la
convención por su consentimiento mutuo y al darse por válida la partición entre las
dos únicas propietarias, dejando sin efecto la escritura relativa a la manera de
partirse, no se infringe este art.".
(G.J. Nº 753, p. 42).
27.- "Habiendo dado los jueces preferente aplicación a la ley del contrato sobre
preceptos reglamentarios, renunciables por la parte contratante, a quien pudieron
favorecer, han observado lo dispuesto por el art. 725, (519) del c. c.".
(G.J. Nº 801, p. 27).
28.- "La recurrente defirió a juramento decisorio a... que aceptó por escrito la
prestación del mismo, concluyéndose con ese acto un verdadero contrato que no
puede ser revocado sino por mutuo consentimiento".
(G.J. Nº 811, p. 33).
30.- "En la minuta, base de la ejecución, los contratantes convinieron en que para la
validez del contrato se otorgue la respectiva escritura pública, convención que tiene
fuerza de ley para aquéllos según este art.".
(G.J. Nº 824, p. 15).
32.- "Al haberse reconocido que la escritura pública acredita que la demandante
vendió los derechos hereditarios que demanda, no se viola este art.".
(G.J. Nº 829, p. 33).
33.- "El arrendero se obligó a pagar la multa fijada en indemnización al
propietario de los perjuicios resultantes de la rescisión. Lo así estipulado constituye
la ley del contrato para las partes".
(G.J. Nº 829, p. 46).
34.- "Al establecer el carácter absoluto de ese préstamo a intereses y mandarse que
se satisfaga la deuda con los productos de la expresada mina y, en su defecto, con
los otros bienes del deudor se ha aplicado debidamente el art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 835, p. 5).
37.- "Que convenida en la escritura social resolver las diferencias mediante árbitros
nombrados por las partes, el auto recurrido al declarar que corresponde a la justicia
ordinaria el reconocimiento del litigio... ha quebrantado el art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 858, p. 32).
38.- "Rescindido el contrato no puede surtir el efecto que el art. 725 (519) da a la
convención legalmente formada que no ha sido revocada por mutuo
consentimiento".
(G.J. Nº 863, p. 25).
39.- "Al declararse conforme a dicha tasa de liquidación el interés penal, desde que
se hizo moroso el ejecutado, con el vencimiento del término señalado para el pago
en el auto de solvendo, se ha aplicado debidamente el art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 864, p. 48).
40.- "Los jueces al reconocer que la primera armada no se pagó al plazo cumplido y
declarar, en consecuencia, que la compradora está obligada al pago de los intereses
convenidos, han hecho correcta aplicación del art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 865, p. 13).
41.- "Al declarar que se cumpla la estipulación que contiene dicha escritura, se ha
aplicado debidamente el art. 725 (519) del c. c.". (G.J. Nº 877, p. 24).
42.- "La escritura pública teniendo fuerza de ley entre las partes contratantes, como
lo preceptúa el art. 725 (519) del c. c., no puede ser desvirtuada por la declaración
de testigo".
(G.J. Nº 933, p. 7).
43.- "El contrato de sociedad celebrado entre (3 partes) no puede ser modificado
por una nueva convención estipulada solamente entre dos de ellos sin la
intervención del tercero, porque conforme al art. 725 (519) del c. c. toda
convención legalmente formada tiene fuerza de ley entre partes contratantes y no
puede ser revocada sino por su mutuo consentimiento o por las causas que la ley
autoriza".
(G.J. Nº 949, p. 22).
44.- "Lo dispuesto en el art. 725 (519) del c. c. no es una prescripción absoluta en
sus términos literales ante las reglas establecidas por los arts. 748 (510) y 726 (520)
del c. c. relativos a la facultad que tienen los jueces de (interpretar los contratos)".
(G.J. Nº 1008, p. 88).
45.- "Según el art. 725 (519) del c. c. toda convención legalmente formada tiene
fuerza de ley entre las partes contratantes, no pudiendo ser revocada sino por
consentimiento mutuo o por las causas que la ley autoriza".
(G.J. Nº 1207, p. 78).
46.- "La convención formada en las condiciones prevenidas por el art. 725 (519) del
c. c., sólo pueden revocarse por mutuo consentimiento de las partes o por las
causales que la ley señala".
(G.J. Nº 1220, p. 8).
47.- "Los contratos deben cumplirse en la forma prevista por el art. 725 (519) c. c.,
mientras no sean invalidados en juicio contradictorio por las causales que la ley
señala".
(G.J. Nº 1349, p. 48).
48.- "El contrato es ley establecida por las partes para ellas, conforme al art. 725
(519) del c. c.".
(G.J. Nº 1355, p. 31).
49.- "El cumplimiento del contrato se impone como ley de las partes por imperio
del principio contenido en el art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 1358, p. 53).
50.- "El contrato tiene fuerza de ley entre los contratantes y debe cumplirse por
éstos de buena fe".
(G.J. Nº 1362, p. 20).
51.- "Toda convención legalmente formada tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes según el art. 725 (519) del c. c.".
(G.J. Nº 1565, p. 142).
53.- "Todo contrato legalmente formado tiene fuerza de ley para las partes
contratantes".
(G.J. Nº 1615, p. 77).
54.- "Los arts. 725 del c. c. abrg. y 519 del c. c. en actual vigencia, establecen el
valor de los contratos, que es ley entre las partes signatarias".
(A.S. Nº 146 de 4-6-1979).
55.- "Probado por los obligados que han estado efectuando sus pagos, en
cumplimiento de lo convenido en el documento de fs., que es ley entre las partes, se
ha justificado la excepción de pago documentado previsto por el caso 7º del art. 507
del p.c.".
(A.S. Nº 209 de 6-9-1979).
57.- "El contrato que contiene la escritura presentada en autos, tiene fuerza de ley
entre las partes contratantes y sólo puede ser disuelto por consentimiento mutuo de
las mismas, o por las causas autorizadas por ley, conforme dispone el art. 519 del c.
c.".
(A.S. Nº 32 de 13-3-1980).
58.- "El contrato es ley entre las partes y debe ser cumplido de buena fe".
(A.S. Nº 161 de 10-X-80).
59.- Véase los casos Nos. 8 del art. 339; 2 del art. 351; 1 del art. 409; 15 y 18 del
art. 510; 23 del art. 523; 2 del art. 524; 6 del art. 612.
Art. 520.- (Ejecución de buena fe e integración del contrato). El contrato debe ser
ejecutado de buena fe y obliga no sólo a lo que se ha expresado en él, sino también a todos
los efectos que deriven conforme a su naturaleza, según la ley, o a falta de ésta según los
usos y la equidad.
Como regla equivalente a la de la frase inicial del art., en el Codex (Lib. 4, tít. 10
ley 4) se lee: bonam fidem in contractibus considerari aequum (es conforme a la equidad el
tener en cuenta la buena fe en los contratos; cit. Scaevola).
Además y principalmente, nótese la relación que guarda el art. con las disposiciones
de los arts. 466 y 513. El primero de éstos, establece la automática inserción de las
cláusulas impuestas por la ley, como agregado a las estipuladas en el contrato por las
partes, en sustitución, inclusive, de las que resultaren eventualmente diversas. Son
ejemplos: los arts. 409 (automática reducción del interés convencional que exceda la tasa
permitida), 524 (presunción de los alcances del contrato), 642 y 644 (término y caducidad
en la venta con rescate), 920 (límites de la fianza), o los arts. del c. com. 458 (limitación de
competencia luego de transferida una empresa) y 809 (obligación de contratar en las
empresas de servicio público).
1.- "Cuando otorgó el arrendamiento quedó reatado según el art. 726 (520) no sólo
a abandonar los $... que debían reservarse del canon estipulado, sino también a
reembolsar todos aquellos gastos indispensables y urgentes (sin los cuales) habría
sido imposible la explotación de la finca".
(G.J. Nº 296, p. 1953).
2.- "En los regalos, conforme con el art. 726 (520), debe atenderse a lo que el uso y
las costumbres han establecido respecto de esta clase de convenciones conocidas
antiguamente con el nombre de donaciones manuales".
(G.J. Nº 336, p. 3175).
3.- "Este art. no extiende los efectos de los contratos, sino a aquello que la ley, el
uso o la equidad conceden a las obligaciones conforme a su naturaleza; es decir, a
aquellas cosas que, siendo indispensables para la ejecución a consecuencia del
contrato, se sobreentienden en él sin necesidad de estipulación expresa".
(G.J. Nº 395, p. 262).
4.- "Según el art. 725 (520) del c. c., los contratos, de la naturaleza que fuesen,
deben cumplirse de buena fe, siempre que concurran los requisitos esenciales
indicados en el art. 699 (452) del mismo código".
(G.J. Nº 1355, p. 32).
5.- "Conforme al art. 725 (520) del c. c., las estipulaciones contractuales deben ser
cumplidas de buena fe".
(G.J. Nº 1585, p. 72).
6.- Véase los casos Nos. 18 del art. 489; 17 del art. 510; 44, 50 y 58 del art. 519; 4
del art. 780 y 2 del art. 950.
Art. 521.- (Contratos con efectos reales). En los contratos que tienen por objeto la
transferencia de la propiedad de una cosa determinada o de cualquier derecho real, o la
constitución de un derecho real, la transferencia o la constitución tiene lugar por efecto del
consentimiento, salvo el requisito de forma en los casos exigibles.
Debe advertirse que la salvedad referida por el art. in fine, a los casos exigibles, ha
de entenderse como si debiera decir "salvo el requisito de forma en los casos exigidos (o
determinados o señalados o impuestos, en fin) por la ley", como corresponde a un manejo
más correcto del idioma.
Otra vez en el objeto específico de estas anotaciones, se tiene que, el art. se refiere a
los efectos relativos a la transmisión de la propiedad. Para las legislaciones antiguas y
particularmente la romana, el contrato sólo (titulus adquirendi) no era suficiente para
transmitir la propiedad. Requería además un acto material (modus adquirendi), rodeado de
formalidades rigurosas en la mancipatio, la in iure cessio o más frecuentemente en la
traditio.
Giorgi observa, que la innovación que supone esta regla respecto del sistema de la
legislación antigua, no pasa de ser una apariencia engañosa en el progreso de la ciencia
jurídica. Pues, la importancia del principio se disuelve en una apariencia engañosa, con la
institución del instrumento público y su inscripción en el registro de los derechos reales,
hoy requisito de validez para la formación de los contratos según el art. 452, o con el
principio de que la posesión en materia de muebles vale por título, que esterilizan el
principio y lo convierten, en realidad, en un canon especulativo y nada más.
Ahora bien, habida cuenta que el contrato, en cuanto produce efectos, es, entre otras
cosas, un modo de adquirir derechos, según el art. 450, cuando es traslativo, constitutivo o
modificativo de los mismos, casos en los cuales (particularmente el 1º y el 2º) se dice que
el contrato tiene efectos reales: la transferencia del derecho de propiedad de una cosa
determinada o la constitución o transferencia de un derecho real (v. gr. servidumbre, art.
274; o cesión de crédito, art. 384). En estos casos, el derecho es constituído o transferido,
por el sólo consentimiento de las partes legítimamente manifestado. Distíngase
debidamente el contrato con efectos reales de que se ocupa el art., del contrato real, que es
aquel para cuya constitución es elemento necesario e indispensable la entrega o tradición
simultánea. En el primero, la cuestión es quod effectum y en el segundo quod
constitutionem (Messineo).
Jurisprudencia
5.- "Los riesgos de la cosa corren por cuenta del comprador porque la compraventa
es un contrato consensual (art. 1004 c. c. abrg. = al 584 del vigente) que se
perfecciona con el solo consentimiento de las partes".
(G.J. Nº 1280, p. 41).
Art. 522.- (Contratos sobre cosas determinadas en su género). En los contratos que
tienen por objeto la transferencia de cosas determinadas sólo en su género, la transferencia
tiene lugar mediante la individualización de dichas cosas.
Este art. es una excepción a la regla del anterior. La propiedad se transmiten por
efecto del consentimiento, cuando el objeto del contrato es un cuerpo cierto y determinado.
Esa es la regla del art. 521. La excepción del art. 522, suspende la transferencia, en tanto se
individualice la cosa o el objeto del contrato, cuando versa sobre cosas genéricas. Igual
aplicación tiene esta excepción, suspender la transferencia ínterin, cuando el contrato tiene
por objeto la prestación alternativa de varios objetos, hasta que la elección reúna el
consentimiento de las partes sobre la cosa. También en las ventas por número, peso o
medida, debe esperarse a que se efectúe la numeración, pesa o medida y en las ventas de
cosas o derechos futuros, hasta que la cosa o el derecho exista (arts. 594 o 604). Puede
añadirse que, si las partes en el contrato condicionan la trasmisión de la propiedad a la
traditio real, ha de entenderse como otra excepción a la regla del art. 521, por aplicación
del 519, que no es ciertamente de orden público, porque sólo refleja el interés de los
contratantes.
Art. 523.- (Eficacia respecto a terceros). Los contratos no tienen efecto sino entre
las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a un tercero, sino en los casos previstos
por la ley.
Jurisprudencia
1.- "Los contratos sólo tienen efecto entre las partes contratantes y no dañan ni
aprovechan a los terceros y, en la especie, los pagos no autorizados, observados
además por carecer de formalidades legales, no tienen por qué perjudicar al
ejecutante".
(G.J. Nº 1564, p. 61).
2.- "Conforme al art. 756 (523) del c. c. los contratos surten efectos sólo entre las
partes contratantes, sin dañar ni aprovechar a terceros".
(G.J. Nº 1591, p. 129).
4.- "Según el art. 756 (523) del c. c., de antigua vigencia, los contratos no dañan ni
aprovechan a un tercero".
(G.J. Nº 1609, p. 106).
5.- Véase los casos Nos. 1 del art. 526 y 4 del art. 531.
Art. 524.- (Presunción). Se presume que quien contrata lo hace para sí y para sus
herederos y causahabientes, a menos que lo contrario sea expresado o resulte de la
naturaleza del contrato.
La regla 143, tít. 17, Lib. 50 del Digesto, expresa: quod ipsis, qui contraxerunt
obstat et, succesoribus eorum ostabit (lo que perjudica a los que contrajeron, perjudicará
también a sus sucesores; cit. Scaevola).
El art. contiene la excepción a la regla res inter alios acta del art. 523, en forma de
presunción, que admite prueba contraria. Causa-habiente en su sentido amplio, evoca la
idea del heredero a título universal, a título particular y del acreedor quirografario. El
acreedor quirografario, tiene en el patrimonio del deudor la garantía general de su crédito
(arts. 1335 y 1337); consiguientemente, un contrato celebrado por su deudor, puede dañarle
o aprovecharle. Entre los causahabientes a título universal o a título particular, están los
herederos, los donatarios, legatarios, que naturalmente pueden resultar dañados o
beneficiados por los actos de una persona. La naturaleza del contrato se relaciona
directamente con los llamados intuitus personae, que no dañan ni aprovechan a los causa-
habientes, porque son de orden personal como los contratos de trabajo, los de venta en
renta vitalicia, los que versan sobre pensiones o jubilaciones que cesan a la muerte del
causante. Igualmente es inaplicable la excepción del art. 524 en los contratos de sociedad,
cuando no se ha estipulado lo contrario, que se disuelven por muerte del causante (art. 791,
4); en el mandato, salvo la obligación de realizar actos de conservación y dar aviso al
mandante (art. 833, II).
Jurisprudencia
2.- "El contrato tiene fuerza de ley entre los contratantes y sus herederos conforme
preceptúan los arts. 519 y 524 del c. c.".
(A.S. Nº 179 de 17-X-80).
Art. 525.- (Rescisión unilateral del contrato). Si una de las partes está autorizada
por el contrato para rescindirlo, sólo puede hacerlo si éste no ha tenido principio de
ejecución, pero podrá ejercerse esa facultad posteriormente en los contratos de ejecución
continuada; sin embargo, no alcanzará a las prestaciones ya ejecutadas o en curso de
ejecución. Queda a salvo todo pacto contrario.
Conc: c. c. 519 -
Conforme al principio general (art. 519), la rescisión del contrato no puede resultar
sino de la voluntad de ambos contratantes. Excepcionalmente (Mazeaud), en algunos
contratos de derecho privado el derecho de rescisión unilateral está reservado a una de las
partes. En el Derecho administrativo, es una facultad potestativa que la Administración
ordinariamente la impone.
SECCIËN II
Hay estipulaci¾n en favor de tercero, cuando alguien contrata con otro para que
Úste se obligue en favor de aquÚl, sin ser mandatario de dicho tercero ni ser su
representante por ning·n otro tÝtulo. El Cgo. abrg. contemplaba el caso en su art. 712. El
desarrollo de esta figura jurÝdica, cobr¾ importancia desde que el seguro de vida le
insufl¾ una existencia muy activa (Planiol y Ripert). Josserand (cit. de Mazeaud), la define
como una operaci¾n triangular en sus efectos, aunque bilateral en su formaci¾n.
Requisito esencial de una estipulaci¾n vßlida a favor de tercero (art. 526) es que,
ademßs de existir un interÚs del tercero-beneficiario, el estipulante tenga un propio
interÚs, aunque sea de orden no material (Messineo).
Messineo, se±ala la diversa funci¾n prßctica del contrato a favor de tercero: puede
ser que el estipulante se sirva del prometiente, para cumplir por medio de Úste, un propio y
preexistente deber patrimonial frente al tercero (causa solvendi), o por mera liberalidad
(causa donandi).
Jurisprudencia
1.- "El principio de que los contratos no da±an ni aprovechan a un tercero, estß
sujeto a la excepci¾n establecida por el art. 712 (526), especialmente cuando el
provecho otorgado a favor de un tercero es condici¾n del contrato".
(G.J. N║ 39, p. 911).
2.- "Si bien X contrat¾ por la sociedad Z, sin estar expresamente facultado para
ello, pudo hacerlo por permitÝrselo el art. 712 (526), en raz¾n de que va en
provecho de la sociedad y por haberse obligado por sÝ mismo".
(G.J. N║ 871, p. 57).
3.- "La declaraci¾n hecha en provecho ajeno, es permitida por el art. 712 (526), el
que ha sido infringido al desconocerse la obligaci¾n contraÝda".
(G.J. N║ 937, p. 45).
4.- "Por disposici¾n del art. 712 (526) se puede obligar y estipular en provecho
ajeno y la responsabilidad es siempre para el que hace el convenio".
(G.J. N║ 1027, p. 51).
La declaraci¾n del tercero para aprovecharse del contrato del que es beneficiario,
hace irrevocable e inmodificable la estipulaci¾n, en lo que a Úl concierne. Dicha
declaraci¾n, es un acto unilateral, que no concurre a la formaci¾n del contrato del que es
independiente. El tercero adquiere un derecho aut¾nomo respecto del derecho del
estipulante, autonomÝa de la cual deriva para el tercero la facultad de accionar, tambiÚn
aut¾noma y directamente, en su caso, contra el promitente sin pedir la intervenci¾n del
estipulante.
La revocabilidad en los supuestos previstos (en este art. y en el 529, infra), es una
facultad propia del estipulante, si no se ha pactado diversamente.
Jurisprudencia
1.- "Los actos unilaterales o declaraciones que indican las personas para quienes se
hace alguna adquisici¾n no crean vÝnculos entre el autor de la declaraci¾n o acto
unilateral y aquellas y pueden ser revocadas sin necesidad de intervenci¾n
judicial".
(G.J. N║ 1220, p. 92).
2.- "La declaraci¾n unilateral hecha por el padre de que compra el bien para la
menor, sin la concurrencia de Ústa ni la de su representante legal, no ha creado un
vÝnculo jurÝdico alguno entre el padre y la menor ni tuvo carßcter de donaci¾n
por ausencia del requisito establecido por el art. 666 (668) del c. c., y atendida la
afirmaci¾n (inserida en la declaraci¾n unilateral) de que procedÝa con derecho
propio, importa que el padre tenÝa pleno dominio sobre el inmueble y, por
consiguiente el derecho a su libre disponibilidad, no siendo aplicable el art. 1018
del c. c. (abrg., relativo a la nulidad de venta de cosa ajena) incongruentemente
acusado, entre otros, en el presente recurso".
(G.J. N║ 1272, p. 11).
El promitente s¾lo puede oponer las excepciones fundadas sobre el contrato del
cual el tercero deriva su derecho, v. gr., incumplimiento (non. adimpleti contractus) del
estipulante, de la contraprestaci¾n debida al promitente por raz¾n del contrato a favor de
tercero. Pero, no puede oponer las excepciones derivadas de sus relaciones con el
estipulante que sean extra±as al contrato a favor de tercero, por ej. una compensaci¾n de
un crÚdito contra el estipulante, que tenga causa diversa.
SECCIËN III
La promesa de la obligaci¾n, o sea, del hecho ajeno (del tercero) que se hace por
un contratante, contrato llamado tambiÚn a cargo de tercero, debe suponer un interÚs para
el promisario por aplicaci¾n de la regla del art. 292 (Messineo).
Esta regla es, en definitiva, una de mera aplicaci¾n de los principios generales. Los
tÚrminos prometiente usado en el C¾digo y promitente (usado en las anotaciones), estßn
correctamente empleados.
Jurisprudencia
1.- "Si bien el art. 711 (531) del c. c. autoriza a contratar por un tercero
prometiendo su consentimiento, en el caso de la especie, no se ha cumplido esta
condici¾n".
(G.J. N║ 949, p. 22).
2.- "Si bien uno puede obligarse y estipular a nombre de un tercero, es a condici¾n
de que Úste llegue a ratificar en debida forma, conforme al art. 711 (531) del c. c.;
que si no se cumple esa condici¾n, el contrato es radicalmente nulo por falta de
consentimiento".
(G.J. N║ 1142, p. 56).
3.- "Seg·n el art. 711 (531) del c. c. cualquiera persona legalmente hßbil para
contratar puede hacerlo por un tercero, prometiendo el consentimiento de Úste,
salvo la indemnizaci¾n contra el promitente que ofreci¾ la ratificaci¾n del
contrato si el tercero rehusa llevarlo a efecto".
(G.J. N║ 1223, p. 98).
4.- "X se obliga y estipula en nombre propio, por sÝ mismo y tambiÚn por sus
hermanas, prometiendo el consentimiento y ratificaci¾n de Ústas, cosas que pudo
hacerlas por estar de acuerdo con los arts. 710, y 711 (523 y 531) del c. c.".
(G.J. N║ 1269, p. 26).
SECCIËN IV
El interÚs, fruto civil, a tenor del art. 84, es y representa, se ha dicho, la unidad que
deja de producir para su due±o el capital prÚstamo, fruto o utilidad que Úste obtendrÝa si
destinara ese capital a cualesquiera otras actividades de producci¾n o renta. Es la
compensaci¾n o contraprestaci¾n que paga el que utiliza capital prestado, por la utilidad
que con su uso y disposici¾n obtiene. En otros tÚrminos, es el precio que se paga por la
satisfacci¾n de necesidades que se atienden con la prestaci¾n de dinero que se recibe por
tiempo determinado.
La diversificada noci¾n que del interÚs da el art. 410, no altera la precisi¾n del
concepto dado: recargo, porcentaje, comisi¾n excedente o forma de rÚdito, no representa
otra cosa que la renta o la utilidad o beneficio, renovable, que rinde y debe rendir un
capital.
Con igual sentido, trata el caso la G.J. N║ 612, p. 5 (citas de H. Siles). El c. c. abrg.
(art. 1272), consagra tambiÚn la distinci¾n:
1.- "Los arts. 817 y s. (532 y s.) del c. c. permiten estipular penas convencionales de
compensaci¾n y, por lo mismo, las partes pueden fijar los intereses de las sumas
debidas asÝ como pueden acordar clßusulas penales para la que falte a su
compromiso".
(G.J. N║ 486, p. 4).
3.- "La multa convencional (estipulada) para el caso de que alguno de los
contratantes falte al cumplimiento de su obligaci¾n y que ninguno de ellos podrÝa
deducir acci¾n alguna sin el pago previo de la expresada multa, importa una
condici¾n sin cuyo cumplimiento no se puede ingresar a ning·n litigio".
(G.J. N║ 667, p. 8).
4.- "La pena estipulada s¾lo debe correr despuÚs de haberse constituÝdo los
deudores en mora mediante el requerimiento del decreto de solvendo".
(G.J. N║ 680, p. 20).
5.- "El dep¾sito de 50.000 francos se estipul¾ como clßusula penal para el caso de
que el contrato no se lleve a tÚrmino por cualquier motivo, en cuya virtud el
concesionario depositante pierde su derecho a favor del Estado, conforme a este art.
(532)".
(G.J. N║ 708, p. 10).
6.- "El documento que apareja ejecuci¾n manifiesta ser convencional el interÚs
fijado en el caso de no pagarse el capital en el plazo de tres meses, y no una
clßusula penal para la seguridad de la obligaci¾n principal, siendo, en este caso,
innecesario el previo requerimiento judicial para que el deudor pueda ser
ejecutado".
(G.J. N║ 829, p. 11).
7.- "La clßusula penal surte sus efectos, habiÚndose estipulado que sin la necesidad
de acto alguno y por s¾lo el transcurso del tÚrmino sea constituÝdo (el deudor) en
mora".
(G.J. N║ 854, p. 3).
9.- "En las obligaciones con clßusula penal, el pago de la multa no es exigible sino
cuando aquÚl a cuyo favor, fue estipulada, cumpli¾ de su parte las que le
correspondÝan".
(G.J. N║ 985, p. 31).
10.- "El tribunal ad quem al revocar la sentencia en cuanto al pago de otra suma
mßs por concepto de da±os y perjuicios, ha aplicado (bien) los arts. 817 y 820 (532
y 533) del c. c. pues habiÚndose obligado los compradores al pago de una suma en
caso de faltar a su compromiso, esta suma entra±a la compensaci¾n de los da±os y
perjuicios que pudo sufrir la otra parte por no haberse cumplido la obligaci¾n".
(G.J. N║ 1271, p. 29).
11.- "La clßusula penal que establece una multa de 500 $b. por cada dÝa de retraso
en el pago de la obligaci¾n, importa un interÚs convencional ilegal, porque de
acuerdo a los arts. 409 y 410 del c. c. Úste no puede exceder del 3% y toda vez que
se estipula cantidad superior debe reducirse a la tasa legal, lo que debe hacerse
tambiÚn con la clßusula penal mencionada".
(A.S. N║ 120 de 24-7-1980).
12.- VÚase los casos Nos. ·nico del art. 310; 1 del art. 410, y 18 del art. 489.
Art. 533.- (Prohibici¾n de exigencia conjunta. La pena, independiente del
perjuicio). I. No puede el acreedor exigir al mismo tiempo el cumplimiento de la
obligaci¾n principal y la pena, a no ser que Ústa hubiera sido estipulada por el simple
retraso.
II. Para exigir la pena convencional no es necesario acreditar que exista perjuicio
alguno.
Los efectos de la clßusula penal, hacen que el acreedor tenga la elecci¾n entre
pedir el pago de la indemnizaci¾n convencional o la ejecuci¾n in natura, esto es, la
clßusula penal o el cumplimiento del contrato. No puede pedir ambas cosas a la vez (art.
533). La regla tiene su excepci¾n en el mismo art., cuando la clßusula penal ha sido
estipulada para responder por los da±os que ocasione el simple retardo.
Cuando, por el contrario, la pena se estipula sea por el incumplimiento, sea por la
irregularidad de la ejecuci¾n o por otra contravenci¾n independiente del retardo (danni
compensatorii), entonces, la regla, originaria del Derecho romano e incluÝda en la primera
parte del pßrrafo I, del art. 533, sanciona todo lo contrario, esto es, que el acreedor no
puede acumular la cosa principal y la pena. Para comprender la disposici¾n de la regla en
estudio, en cuanto a la inviabilidad de la doble pretensi¾n de la deuda y de la pena, ha de
tenerse en cuenta que, en concepto de la ley, se parte del supuesto de que la pena equivale a
la indemnizaci¾n de da±os y perjuicios por la falta de pago de la deuda; luego, como es
natural, es incompatible el cumplimiento de la obligaci¾n con la indemnizaci¾n derivada
del incumplimiento (Scaevola). VÚase, ademßs, en la anot. al art. anterior, lo pertinente a
la equÝvoca equiparaci¾n de intereses y clßusula penal.
Jurisprudencia
1.- "La clßusula penal es una compensaci¾n de los da±os e intereses y ha de
sujetarse su exigencia mediante intervenci¾n judicial a lo previsto por el art. 820
(533, I) del c. c.".
(G.J. N║ 291, p. 49).
4.- "La ejecutada no estß obligada al pago de esa multa al mismo tiempo que al del
saldo de la deuda principal, que en su mayor parte ha sido satisfecha (y por tanto)
no se ha quebrantado el mencionado art. 820 (533)".
(G.J. N║ 842, p. 13).
5.- "Al declararse en la especie que no puede imponerse la pena convencional por
una simple demora, siendo asÝ que antes de la sentencia de pag¾ el capital e
interÚs, se ha hecho debida aplicaci¾n del art. 820 (533) del c. c.".
(G.J. N║ 913, p. 91).
7.- VÚase los casos Nos. 1 del art. 410, y 11 del art. 532.
Jurisprudencia
1.- "Al declarar rescindido el contrato, ordenando haber lugar al pago de la multa
estipulada, con la modificaci¾n que determina por haberse cumplido en parte la
obligaci¾n principal, mediante la entrega (parcial) no se viola el art. 822 (535) del
c. c.".
(G.J. N║ 795, p. 47).
Jurisprudencia
II. Si una de las partes no cumple, la otra puede rescindir el contrato, reteniendo las
arras el que las recibi¾ o exigiendo la devoluci¾n en el doble quien las dio; a menos que
prefiera exigir el cumplimiento o la resoluci¾n del contrato, con el resarcimiento del da±o.
Mientras la clßusula penal consiste en una promesa de dar (art. 532), la se±a y arras
consiste en una daci¾n actual (art. 537), o sea, en forma simultßnea o preventiva al
nacimiento del contrato: Arra confirmatoria (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "La demanda al manifestar su voluntad de retractarse de la venta, eligiendo
devolver el duplo de las arras, el cumplimiento de uno de los extremos de su
obligaci¾n, se conforma con el expreso tenor de los instrumentos (y de la ley)".
(G.J. N║ 100, p. 920.
2.- "El duplo de las arras y la pena convencional tiene por objeto principal el
resarcimiento de da±os; las partes son libres para estipularlas con tal que no sean
opuestas a las leyes y a las buenas costumbres y, por lo mismo, se deben ejecutar en
caso de (incumplimiento)".
(G.J. N║ 172, p. 833).
4.- "El dinero prestado en anticresis y el pagado en parte del precio de la casa
vendida, no tienen el carßcter de arras, sino el que le dan los contratos escritos, en
que consta tal estipulaci¾n... no hay lugar a la restituci¾n doble".
(G.J. N║ 681, p. 29).
5.- "X haciendo uso de la facultad para desistirse, otorgado por el citado art. 1011
(538), celebr¾ un contrato perfecto de venta de su casa a una tercera persona".
(G.J. N║ 723, p. 15).
7.- "La promesa de venta hecha con arras no es una venta ni hace venta, porque estß
sujeta a la condici¾n esencial para su perfeccionamiento de que ninguna de las
partes se arrepienta, caso en el cual se aplica lo dispuesto por el art. 1011 (537-538)
del c. c.".
(G.J. N║ 1228, p. 105).
8.- "La venta hecha con arras queda sin efecto y perdido al anticipo par a el
comprador, si Úste no paga el resto del valor figurado por un perito en el tÚrmino
de tres dÝas al fin de que la escritura de perfeccionamiento del contrato sea
otorgada".
(G.J. N║ 1251, p. 8).
9.- "Acreditados el voluntario desistimiento del vendedor, asÝ como los gastos
ocasionados al comprador, aquÚl estß en la obligaci¾n de restituir el doble de las
arras recibidas, a tenor del art. 1011 (537-538) del c. c., asÝ como los gastos y
pagos efectuados por el comprador".
(G.J. N║ 1353, p. 19).
11.- "A tenor del art. 1011 (537-538) del c. c., cualquiera de los contratantes puede
rescindir el contrato, el comprador perdiendo las arras y el vendedor pagado el
doble de ellas".
(G.J. N║ 1620, p. 49).
12.- "Si bien el art. 1011 (537-538) del c. c. permite retractarse de perfeccionar la
venta, tal facultad subsiste hasta el momento en que se inicia el cumplimiento del
contrato con los pagos a cuenta del precio hechos por la compradora y recibidos por
el vendedor, ejecuci¾n voluntaria del contrato que ya no permite retractarse del
mismo".
(A.S. N║ 217 de 12-9-1979).
13.- "Seg·n el art. 1011 (537-538) del c. c. el contrato de venta con arras es bilateral
y faculta a las partes a arrepentirse en las condiciones en Úl establecidas".
(A.S. N║ 235 de 2-10-1979).
14.- "Si bien el art. 1011 (537-538) del c. c. faculta a los contratos retractarse de
perfeccionar el compromiso de venta con arras, tal facultad no es absoluta y no
puede subsistir cuando los vendedores reciben el precio total del bien
comprometido que supone la ejecuci¾n voluntaria del contrato".
(A. S. N║ 272 de 17-12-1979).
CAPITULO VI
Art. 539.- (Noci¾n). Cada uno de los contratantes puede sustituirse mediante un
tercero en un contrato de prestaciones recÝprocas, si Ústas no hubiesen sido a·n ejecutadas
y siempre que consienta el otro contratante.
No es necesaria una extensa explicaci¾n sobre el tema de estos artÝculos, una vez
que a ellos son aplicables en buena parte, los conceptos expuestos sobre la cesi¾n de
crÚditos (arts. 384 y s.).
Se considera que el instituto sirve para hacer posible la circulaci¾n del contrato en
su totalidad y que la utilidad prßctica del mecanismo que regula el capÝtulo, reposa en que
se reduce el dispendio y la multiplicaci¾n de actos que de otra manera serÝan necesarios.
DE LA SIMULACIËN
El capÝtulo que inicia este art. en examen, se concreta a se±alar los efectos de la
simulaci¾n en los contratos y a normar su prueba. Sus reglas se circunscriben a la
simulaci¾n negocial, porque, generalmente (Mazeaud), se reserva el nombre de
simulaci¾n para la creaci¾n de una apariencia en el ßmbito de las obligaciones. No
comprende, por lo tanto, otras ßreas simulatorias, de igual raigambre jurÝdica seg·n
observa Mu±oz SabatÚ. Por ej., la simulaci¾n de matrimonio que este autor considera
posible a pesar del criterio generalizado en contrario (Ferrara, Demogue, Planiol y Ripert;
Loewenwarter, al comentar el c. c. alemßn se±ala que admitir la excepci¾n de simulaci¾n
como causa de nulidad para disolver el matrimonio, conducirÝa prßcticamente al divorcio
libre). Sin embargo, la infracci¾n deliberada e intencional de lo dispuesto por el inc. 1║)
del art. 78 del c.f. para sorprender a terceros, o alguna de las violaciones mencionadas en el
art. 93 del mismo, justifican la sanci¾n prevista por el art. 243 del c.p. (simulaci¾n de
matrimonio) cuando alguien se atribuye autoridad para celebrar el acto o lo realiza
mediante enga±o. La simulaci¾n de la adopci¾n, en la esfera del derecho de familia v. gr.,
es una simulaci¾n negocial y cae dentro de las previsiones del capÝtulo en examen, (el art.
138 del c. c. alemßn, lo establece asÝ, por considerarle contrario a las buenas costumbres:
Loewenwarter).
La palabra simulaci¾n, evoca siempre la idea de fraude. Sin embargo, puede ser tan
inocente que tienda s¾lo al beneficio de los contratantes sin fraude de la ley ni da±o de
terceros. El contrato es simulado, cuando hay contradicci¾n deliberada entre el acto
interno del querer y su manifestaci¾n exterior. El elemento interno y el externo del
consentimiento, no responden a la verdad (Giorgi).
Con los vicios del consentimiento (error, violencia), no hay confusi¾n posible: la
simulaci¾n supone una alteraci¾n artificiosa y voluntaria (deliberada) del consentimiento,
en tanto que en el error y en la violencia, el consentimiento deviene real y forzado. En el
dolo, la mentira o maquinaci¾n supone el enga±o y el evento damni con el que uno de los
contratantes perjudica al otro contratante y no hay consilium fraudis para enga±ar y
perjudicar a terceros, de lo que resulta una diferencia netamente evidente. Messineo,
observa -y bien- que el negocio simulado exige, para existir, la concurrencia de dos sujetos:
dos declaraciones de voluntad en connivencia que, combinßndose entre sÝ, constituyen el
acuerdo simulatorio. Aun en el ejemplo del mandatario, que obrando en el lÝmite formal
de sus poderes, para favorecer a su concubina vende a Ústa a bajo precio la finca del
mandante, no hay simulaci¾n, sino simple y llanamente dolo: prop¾sito delictuoso
(Revista de jurisprudencia argentina La Ley, N║ 22, p. 83; cit. M. SabatÚ).
1) No existe la voluntad declarada, ni los contratantes tienen ninguna otra; por ej.:
se declara vender, pero en realidad no se quiere vender y la cosa ficticiamente vendida
seg·n el acuerdo simulatorio, permanece en el patrimonio del fingido enajenante, mientras
en el patrimonio del fingido adquirente queda el precio de la cosa. Esta simulaci¾n es la
llamada absoluta. Es la venta ficta de la jerga curialesca.
El parßgrafo II, reconoce efectos entre las partes a la simulaci¾n relativa, cuando el
verdadero contrato (esto es, el contra-documento), que esta oculto bajo el contrato
aparente, sea eficaz entre los contratantes. Esta eficacia, estß condicionada por el precepto
en examen, a que el acto oculto (el contra-documento) no infrinja la ley (caso en el cual la
simulaci¾n serÝa absoluta), no intente perjudicar a terceros (lo que, aunque asÝ fuera, no
puede perjudicar a terceros porque no surte efectos contra ellos), y sobre todo que el acto
secreto (contra-documento), reuna los requisitos de sustancia y forma. En primer lugar, la
redacci¾n del art. no es todo lo afortunada que cabÝa desear. Por la sustancia, se±alada
indudablemente como requisito de validez del contrato, en el sentido del art. 452, ha de
entenderse que el contra-documento debe contener todos los requisitos de fondo, que este
artÝculo exige para la formaci¾n de todo contrato: consentimiento, capacidad, objeto,
causa y tambiÚn forma. En cuanto a la forma, que ademßs del art. 452 este artÝculo la
exige (543), como requisito necesario, aparece transformada en regla la confusi¾n
indudable de la doctrina de Planiol y Ripert y de la jurisprudencia francesa, en la que Ústos
basan sus observaciones y conclusiones. Dicen estos autores, que en cuanto a las
condiciones de forma (para el contradocumento), es necesario y bastante que se re·nan las
propias del acto aparente, que sirve de cubierta al otro. SerÝa conveniente -agregan- que
no se permita eludir las formalidades protectoras de las partes o de los terceros. Con lo
cual, prßcticamente, no hay posibilidad alguna de simulaci¾n y todo podrÝa reducirse a un
artÝculo que, al negar efectos a la simulaci¾n entre partes y contra terceros, termine con
esta figura jurÝdica, soluci¾n que, por lo demßs, serÝa tan inoperante como todo aquello
que pretende contradecir las realidades de la vida.
Para entender la observaci¾n, en el sentido que deriva del prf. II del art. 543 en
examen, es preciso valerse de ejemplos simples. El art. 491, caso 1, por ejemplo, exige en
concordancia con el 452, que la donaci¾n para ser vßlida ha de celebrarse por documento
p·blico y ha de inscribirse en el Registro de Derechos Reales (art. 1540, 1). Seg·n las
exigencias del art. 543, II), el acto aparente de la donaci¾n, indudablemente tendrÝa que
reunir todos estos requisitos, y tambiÚn el acto oculto o contradocumento, que puede
versar sobre una venta v. gr. En tal caso, puede hablarse de cualquier cosa y no de
simulaci¾n, cuyo carßcter oculto, bajo cubierta de un acto aparente, desaparece con la
publicidad que supone los requisitos exigidos por el art. 543. La observaci¾n cobra mayor
inobjetabilidad, si se invierte el ejemplo y se piensa en un contrato aparente de venta, por
ejemplo, para esconder uno de donaci¾n, cual serÝa lo propio. Esta incoherencia, ha sido
copiada del Cgo. modelo (art. 1414, 2║ apartado) que, al parecer, ha pasado desapercibida
para Messineo, quien no emite juicio sobre el particular en su Manual. En realidad, s¾lo
puede regir para la simulaci¾n ad pompam.
Jurisprudencia
1.- "La actora carece de acci¾n para solicitar la nulidad de la escritura p·blica que
acredita aquel contrato, invocando su propia simulaci¾n".
(G.J. N║ 827, p. 52).
2.- "No puede acusarse la simulaci¾n del instrumento que la contiene sino por
Ústas (las partes) u otra directamente lesionada".
(G.J. N║ 835, p. 37).
3.- "No es lÝcito que la misma otorgante invoque su propia simulaci¾n, como lo
hace al demandar la nulidad de la citada venta que en la fecha de su otorgamiento
no perjudicaba derechos de terceros".
(G.J. N║ 861, p. 20).
4.- "El actor carece de acci¾n para demandar la nulidad del contrato de que se trata,
con apoyo de su propia simulaci¾n".
(G.J. N║ 873, p. 81).
5.- "La simulaci¾n es un acto que por su propia naturaleza implica fraude, enga±o
o falsedad intelectual, porque el acto aparente no guarda conformidad con el
verdadero".
(G.J. N║ 1055, p. 40).
6.- "En los contratos simulados las partes concurren a celebrarlos con pleno
conocimiento de causa y sin que su libre consentimiento estÚ afectado de vicio
alguno, por cuya circunstancia deben precaverse, en resguardo de sus intereses, con
el correspondiente contradocumento".
(G.J. N║ 1131, p. 36).
7.- "La acci¾n de simulaci¾n de un acto jurÝdico no puede ser ejercida sino
cuando son hechos que se realizan violando la ley o en fraude de terceros
perjudicados".
(G.J. N║ 1135, p. 38).
8.- "En los contratos simulados, cuyo objeto es fingir una convenci¾n dßndole una
apariencia de verdadera, regularmente en perjuicio de terceros, los contratantes
obran con el consentimiento libre y dßndose cabal cuenta de lo que hacen; (por lo
que) el simulador para destruir en juicio su propia simulaci¾n, debe acreditar su
demanda con el respectivo contradocumento".
(G.J. N║ 1221, p. 45).
9.- "El simulador no tiene acci¾n para perseguir en juicio la anulaci¾n de
su propio acto".
(G.J. N║ 1256, p. 38).
12.- "En los contratos simulados las partes prestan su consentimiento s¾lo para dar
forma al pacto, mßs no para el efecto jurÝdico que la ley atribuye a esa forma".
(G.J. N║ 1314, p. 28).
16.- "La simulaci¾n es relativa cuando el contrato oculto bajo otro aparente, que es
eficaz entre los contratantes, re·ne los requisitos de sustancia y forma sin infringir
la ley ni perjudicar a terceros".
(Lab. Jud. 1985, p. 172).
Art. 544.- (Efectos con relaci¾n a terceros). I. La simulaci¾n no puede ser opuesta
contra terceros por los contratantes.
Merecen esta protecci¾n s¾lo los terceros de buena fe. A los que hubieran tenido
conocimiento de la simulaci¾n, a tiempo de contratar con alguno de los simuladores,
puede oponerse el contradocumento.
Del hecho de que el acto secreto no puede ser opuesto a terceros, no se infiere
necesariamente que estos no puedan alegar su existencia. El tercero en general, que sufra
da±o (perjuicio a sus derechos) por el contrato simulado, puede hacer valer, respecto de las
partes, la simulaci¾n, o sea, el poder de descubrir la simulaci¾n tambiÚn respecto de sÝ
mismo, con la consecuencia de que si se trata de simulaci¾n relativa, el contrato simulado
(contradocumento), surte todos sus efectos, de los cuales el tercero puede beneficiarse
(Messineo). Pueden perseguir su anulaci¾n, los que tengan interÚs en ello, como los
acreedores del deudor que hace una venta ficticia a un testaferro o prestanombre, o que
hace figurar un precio inferior en la venta; o los herederos forzosos perjudicados por una
donaci¾n excesiva, disfrazada de venta encubierta. Pueden tambiÚn alegar el acto secreto
en su favor, los beneficiarios de una donaci¾n hecha con interp¾sita persona. Sin
embargo, ha de tenerse en cuenta que en los posibles conflictos entre terceros, en los que
algunos de ellos pueden tener interÚs en invocar el acto simulado (contradocumento), debe
prevalecer el derecho del tercero que invoque el acto ostensible, sobre el de aquÚl que
alegue el contradocumento (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "Al declararse ficta y simulada la venta porque aparece otorgada en fraude de
los derechos hereditarios de la actora, no se desconoce el derecho de propiedad del
padre com·n".
(G.J. N║ 840, p. 13).
2.- "La simulaci¾n s¾lo puede acusarse por las personas en cuyo perjuicio se
hubiese celebrado, pero no por los mismos otorgantes".
(G.J. N║ 884, p. 55).
3.- "S¾lo pueden demandar por simulaci¾n las partes (terceros) en cuyo perjuicio
se hubiere celebrado".
(G.J. N║ 1133, p. 31).
4.- "La acci¾n de nulidad de escrituras por simulaci¾n otorgadas por los que tienen
la libre disposici¾n de bienes, s¾lo pueden ejercitarla los terceros perjudicados".
(G.J. N║ 1158, p. 37).
5.- "La simulaci¾n que importa acuerdo fingido, celebrado en perjuicio de terceros,
s¾lo da derecho a demandar su nulidad al tercero perjudicado, pero no al mismo
simulador contra la confesi¾n escriturada".
(G.J. N║ 1170, p. 33).
6.- "Tienen acci¾n para demandar la nulidad de los actos simulados, todos
aquÚllos a quienes causan perjuicio los contratos que entra±an y aun los mismos
herederos de quienes los han otorgado, por el fraude o dolo que contengan en
detrimento de sus derechos".
(G.J. N║ 1264, p. 42).
PRINCIPIO GENERAL
"Plus valet quod agitur quam quod simulatur" = (Debe darse mßs valor a lo que se
hace que a lo que se simula). Scaevola.
Aunque la regla del art. no requiere mayores explicaciones, corresponde insistir, a
prop¾sito del parßgrafo II del art., en lo relacionado con lo dicho respecto del parßgrafo II
del art. 543 (v. la anot. respectiva). Con el precepto que aquÝ se examina, el C¾digo
parece retomar el camino l¾gico, al exigir como prueba de la simulaci¾n entre las partes el
contradocumento u otra prueba escrita, que ha de entenderse como documento privado, sin
las solemnidades de la escritura p·blica y la inscripci¾n que es el presupuesto de la forma
exigida por los arts. 452 y 453, II).
Acerca del parßgrafo I y tocante a todos los medios de prueba, permitidos a los
terceros que impugnan la simulaci¾n, se destaca la importante funci¾n que en la tÚcnica
probatoria cumplen para ello los indicios, seg·n postula M. SabatÚ en su tesis doctoral La
prueba de la simulaci¾n y en la que sostiene el valor que tiene para un futuro derecho
probatorio dar a la prueba judicial categorÝa de disciplina aut¾noma y cientÝfica,
sirviÚndose de la integraci¾n de la prueba y de la heurÝstica (del griego euriskein: hallar,
encontrar, descubrir, discurrir, mostrar, revelar), para establecer la heurÝstica judicial,
como la disciplina o mÚtodo dirigido a la averiguaci¾n preprocesal de los hechos en vista
a su ulterior afirmaci¾n en autos y consiguiente fijaci¾n a travÚs de la prueba.
Causa simulandi m¾vil para simular, que explica el motivo de la falsedad del
negocio aparente.
Necessitas falta de necesidad de enajenar o gravar, que explica la
veracidad del negocio.
Omnia bona venta de todo el patrimonio o de lo mejor del mismo.
Affectio relaciones entre los simuladores: parentesco,
amistad, dependencia.
Habitus antecedentes de conducta.
Interpositio testaferro, simulaciones en cadena.
Subfortuna falta de medios econ¾micos del adquirente.
Pretium vilis precio bajo de la operaci¾n.
Pretium confessus precio no entregado de presente.
Retentio Possesionispersistencia del enajenante en la posesi¾n.
Tempus tiempo sospechoso del negocio.
Locus lugar sospechoso del negocio.
Silentio ocultaci¾n del negocio.
Preconstitutio documentaci¾n sospechosa.
Disparitesis inequivalencia entre las prestaciones y las
contraprestaciones.
Jurisprudencia
3.- "Se puede demostrar la simulaci¾n con todo gÚnero de pruebas, aun la
indicial".
(G.J. N║ 1120, p. 21).
4.- "La falsedad sustancial de un instrumento admite toda clase de pruebas (y) en el
caso de autos ella se halla acreditada por el contradocumento declarado vßlido por
la prueba pericial y por los indicios".
(G.J. N║ 1200, p. 4).
7.- "Para probar la simulaci¾n en los contratos, es admitida toda clase de pruebas,
inclusive la de indicios y presunciones, interpretaci¾n constante que la
jurisprudencia ha establecido en conformidad con la doctrina del art. 938 (1320) del
c. c.".
(G.J. N║ 1250, p. 37).
8.- "La simulaci¾n puede ser demandada directamente por los contratantes cuando
su acci¾n estß fundada en un contradocumento que la justifique".
(G.J. N║ 1272, p. 53).
9.- "Si bien se considera que ofende a la Útica jurÝdica la invocaci¾n de la propia
simulaci¾n, la jurisprudencia admite que estß permitido hacerlo, cuando existe un
contradocumento que la justifique".
(G.J. N║ 1338, p. 21).
10.- "La prueba testifical no esta comprendida en la prohibici¾n del art. 928 (1328,
1) del c. c., cuando los terceros perjudicados se valen de ella para acreditar la
simulaci¾n de un contrato y pueden aprovecharse de todo gÚnero de pruebas
incluso los indicios y presunciones para destruir el contrato simulado".
(G.J. N║ 1354, p. 61).
12.- "La simulaci¾n demandada por terceros puede probarse por todos los medios
admitidos por ley, incluida la testifical que debe ser recibida, para surtir eficacia,
dentro del tÚrmino probatorio".
(A.S. N║ 110 de 9-VII-80, S.C. 1¬, inÚd.).
13.- "Entre partes, la simulaci¾n se prueba s¾lo mediante contradocumento,
conforme dispone el parßgrafo II de este art.".
(Lab. Jud. 1982, p. 242).
14.- "El parßgrafo II de este art. concordante con el 1292, establece que los
contradocumentos p·blicos o privados, no pueden surtir efectos sino entre los
otorgantes y sus herederos de no estar contra la ley".
(G.J. N║ 1734, p. 137).
15.- "La Corte ad quem ha cometido un error judicial al no haber tenido en cuenta
el parßgrafo II del art. 544 del c. c., que expresamente determina que entre las
partes -como ocurre en la especie- la prueba de la simulaci¾n puede hacerse
mediante documento o contradocumento que desmienta la existencia del contrato
simulado".
(G.J. N║ 1744, p. 202).
16.- "La simulaci¾n, conforme a este art., entre las partes, s¾lo puede probarse
mediante contradocumento u otra prueba escrita, mientras que la que se demande
por terceros, admite todos los medios de prueba, incluida la testifical".
(G.J. N║ 1745, p. 51).
17.- VÚase los casos 6, 8 y 14 del art. 543; 3 del 544 y 17 del 1328.
CAPITULO VIII
DE LA NULIDAD Y LA ANULABILIDAD DEL CONTRATO
SECCIËN I
DISPOSICIONES GENERALES
PRINCIPIOS GENERALES
"Quae contra ius fiunt, debent utique pro infectis habere" = (Las cosas que se hacen
contra derecho deben ciertamente tenerse por no hechas). M. Puigarnau.
"Pacta, quae contra leges constitutiones- que vel contra bonos mores fiunt, nullam
vin habere, indubitate iuris est" = (Es incuestionable jurÝdicamente que los pactos que se
hacen contra las leyes y las constituciones o contra las buenas costumbres no tienen fuerza
ninguna). Codex. ley 6. tÝt. 3, Lib. 2.
"Contra iuris civilis regulas pacta conventa, rata non habentur" = (Los pactos
convenidos contra las reglas del derecho civil son nulos). Gayo (cit. Scaevola y M.
Puigarnau).
De ello se infiere que los actos jurÝdicos pueden ser existentes o no existentes,
vßlidos o nulos. Esta diferenciaci¾n dio origen a la clasificaci¾n clßsica, que distingue en
la materia la inexistencia, la nulidad absoluta y la nulidad relativa o anulabilidad (Aubry y
Rau, cit. de Planiol y Ripert), y que Bonnecase reduce s¾lo a una diferenciaci¾n bipartita:
inexistencia y nulidades.
Los autores que sostienen la inexistencia, se±alan como sus signos caracterÝsticos
los siguientes: a) no existe, independientemente de toda declaraci¾n judicial; b) puede
alegarla cualquiera persona; c) jamßs produce efectos de derecho; d) su confirmaci¾n es
imposible, y e) la prescripci¾n no la subsana, porque no se puede subsanar lo que no
existe. Ejemplo: una compraventa de una cosa que no existe, es un contrato inexistente
porque no hay materia para la misma: falta de objeto, la cosa, que es elemento esencial del
contrato.
Mas, como quiera que el C¾digo en esta materia, como en varias otras, ha
concretado sus reglas a una funci¾n esencialmente prßctica, por fuerza ha de prescindirse
de las formulaciones doctrinales o las comparaciones sobre puntos que elude el C¾digo.
Con esta mira y seg·n las reglas dadas por el capÝtulo en examen, puede resumirse
brevemente las causas y caracterÝsticas de la nulidad absoluta, seg·n la escuela clßsica o
simplemente nulidad seg·n el C¾digo, y de la nulidad relativa seg·n la escuela clßsica o
anulabilidad seg·n el C¾digo.
Quiere esto decir, en concepto de Messineo, que la anulabilidad del contrato es,
respecto de la nulidad, un grado menos grave de invalidez. Por eso el c. c. italiano tambiÚn
llama a la anulabilidad: impugnabilidad (arts. 1395 y 1426, respecto de la anulabilidad del
contrato consigo mismo en el supuesto de conflicto de intereses, o de la anulabilidad por
incapacidad del contratante).
La nulidad afecta el interÚs general. Es de orden p·blico; por eso puede ser
declarada a·n de oficio, es imprescriptible e inconfirmable. La anulabilidad, toca al interÚs
privado; no puede ser declarada de oficio, es prescriptible (excepto como excepci¾n) y
confirmable.
El art. determina que la nulidad y la anulabilidad deben ser declaradas (mejor que
pronunciadas) judicialmente, esto es, no producen efectos ipso iure, de pleno derecho. La
distinci¾n romana de que los actos nulos lo eran de pleno derecho, sin necesidad de
declaraci¾n judicial, mientras los anulables, estaban sometidos a la necesidad de una
declaraci¾n judicial para quedar sin efecto, ya no es considerada con el mismo criterio por
el Derecho moderno, criterio que es el adoptado por el C¾digo, en la regla de este art.
La ineficacia, que el comentado art. 821 del c. com. sanciona, puede decirse que, en
sus efectos, es una nulidad de mßxima jerarquÝa, porque funciona de pleno derecho, sin
que sea necesario reclamarla ni por vÝa de acci¾n ni por vÝa de excepci¾n, ya que no es
necesaria la existencia de una declaraci¾n judicial y sucede lo que acontece con la
inexistencia de la doctrina clßsica: el juez puede reconocerla en cualquier momento sin
necesidad de fallo.
Jurisprudencia
1.- "Los tÚrminos de nulidad y rescisi¾n no son sin¾nimos, puesto que en puridad
jurÝdica, la nulidad y la anulabilidad tienen lugar cuando se ha violado un mandato
o prohibici¾n legal, o cuando existe un vicio o defecto legal del acto jurÝdico que
puede dar lugar a la anulabilidad; en cambio, la rescisi¾n es sobreviniente de una
lesi¾n o perjuicio manifiesto para la parte afectada".
(G.J. N║ 1587, p. 22).
2.- "La acci¾n de nulidad se funda en alg·n vicio o defecto de los elementos
esenciales del contrato. La rescisi¾n es la existencia de un perjuicio econ¾mico".
(Lab. Jud. 1986, p. 378).
4.- "Declarado nulo judicialmente el acto, conforme al art. 546 del c. c., aquÚl
queda ineficaz con efectos retroactivos con arreglo al art. 547 del mismo Cgo., en
observancia de cuyo art. 1558, numeral 3) corresponde ordenar la cancelaci¾n de la
partida inscrita sobre el mismo en el Registro de Derechos Reales".
(G.J. N║ 1746, p. 41).
Hay efectos generales antes de llegar al destino de las cosas o del precio, que no
deben pasarse por alto.
Por efecto de la nulidad, el negocio no crea derechos para quien podrÝa obtener
ventaja del mismo, ni, inversamente, importa vÝnculos o deberes, para quien, en el
supuesto de su validez, resultarÝa reatado a ellos: el negocio nulo estß destituÝdo de todo
efecto jurÝdico (Messineo). O como recuerda Scaevola: quod nullum est, nullum producit
effectum (lo que es nulo no produce efecto alguno).
Jurisprudencia
2.- "La nulidad declarada judicialmente surte efectos retroactivos, sin mßs
obligaci¾n para las partes que restituir mutuamente lo que hubieran recibido,
norma ajustada al principio de que un contrato nulo es jurÝdicamente considerado
inexistente, desprovisto, por lo tanto, de todo efecto jurÝdico".
(G.J. N║ 1679, p. 110).
3.- "La nulidad y la anulabilidad declaradas judicialmente surten sus efectos con
carßcter retroactivo a tenor del art. 547 del c. c.".
(Lab. Jud. 1988, p. 413).
4.- VÚase el caso 4 del art. 546.
PRINCIPIOS GENERALES
"Quod nullum est, nullum producit effectum" = (Lo que es nulo no produce ning·n
efecto). M. Puigarnau, Scaevola.
"Quod nullum est in uno, nullum est in omnibus" = (Lo que es nulo en un caso lo es
en todos). M. Puigarnau.
"Quod non rite factum est, pro infecto habetur" = (Lo que no se hace ritualmente
(requisito de forma), se tiene por no hecho). M. Puigarnau.
El inc. 5) se refiere a la nulidad textualmente dispuesta por la ley; ej.: art. 667
(requisito de forma en la donaci¾n). A diferencia de ella, tambiÚn se habla de la nulidad
virtualmente establecida por la ley, por la que, cuando no resulta de una sanci¾n expresa,
se deduce de la funci¾n de la norma que ha quedado inobservada, por raz¾n de su carßcter
imperativo. Entre otros casos, se cita como ej. de nulidad virtual, en antÝtesis a la textual,
la inobservancia del uso obligatorio del acto p·blico en la constituci¾n de las sociedades
an¾nimas (c. com. art. 222) o de las sociedades civiles seg·n la naturaleza de los bienes
aportados (art. 754, c. c.). ConsidÚrese, tambiÚn ejemplos de nulidad virtual los casos de
falta de especialidad en la hipoteca constituida (art. 1363, I) o la ausencia de documento
p·blico para constituir la anticresis (art. 1430).
La enmienda para este art. como la propuesta para el art. 554 en cuyo inc. 3) se
incluye la anulabilidad del error, como vicio que es del consentimiento al igual que la
violencia y el dolo, introduce en este capÝtulo (nulidad y anulabilidad), las enmiendas
pertinentes que corresponden a las enmiendas consignadas para los arts. 474, 475 y 476, de
manera de asegurar la coherencia adecuada en la normativa del ordenamiento legal de los
vicios del consentimiento relativos al error y los efectos que derivan de ellos dentro de las
nulidades y anulabilidades del contrato.
El inc. 1) de la enmienda, corrige la defectuosa adopci¾n del art. 549, reponiendo
la correcta regulaci¾n de su modelo (art. 1418 del c. c. it.) que comprende como causa de
nulidad, en primer tÚrmino, la falta de alguno de los requisitos de la formaci¾n del
contrato enumerado por el art. 452 (1325 c. c. it.) y luego los indicados por los incs. 2 y 3,
relativos a las reglas de los arts. 485, que menciona (no enumera como inexactamente dice
la enmienda) los requisitos exigidos para el objeto del contrato, y 489 y 490 concernientes
a la ilicitud de la causa y del motivo. Se omite, asÝ, el error, indebidamente incluido en
este art. y se lo transfiere a la norma que se ocupa de la anulabilidad donde corresponde,
seg·n explica, con buen criterio, la fundamentaci¾n de la enmienda propuesta.
Jurisprudencia
2.- "No probada la causal de error esencial sobre la naturaleza o sobre el objeto del
contrato (causal 4║, art. 549, c. c.), queda firme la validez de la referida
transacci¾n".
(Lab. Jud. 1980, p. 185).
3.- "Todo contrato hecho por colusi¾n es nulo y existiendo, en la especie, claros
indicios de colusi¾n entre los ejecutantes y el adjudicatario para sustraer el bien
hipotecado mediante el juicio ejecutivo en perjuicio del acreedor hipotecario, se
declara asÝ".
(Lab. Jud. 1984, p. 182).
4.- "Si un contrato no contiene los requisitos esenciales exigidos por ley, es un acto
an¾malo que no genera derecho alguno y debe reputßrsele inexistente".
(Lab. Jud. 1985, p. 170).
5.- "El contrato serß nulo, cual determina el art. 549 del c. c., cuando falta en Úl el
objeto o la forma prevista por la ley como requisito de validez".
(G.J. N║ 1732, p. 164).
6.- "Entre los casos de nulidad establecidos por el numeral 3) de este art. no esta
comprendida la de la escritura de transferencia que un propietario otorga sobre su
alicuota que estß concretamente definida".
(G.J. N║ 1737, p. 27).
7.- "La falta de forma prevista como requisito de validez por la ley, hace nulo el
contrato a tenor del art. 549, numeral 1), por lo que carece de fuerza ejecutiva".
(G.J. N║ 1741, p. 54).
8.- "El contrato privado con el que se constituye anticresis, es nulo por disposici¾n
del art. 549, numeral 2) del c. c. porque le falta el requisito de forma exigido por los
arts. 491, inc. 3) y 1430 del mismo Cgo.".
(G.J. N║ 1744, p. 238 y Lab. Jud. 1989, p. 548).
En el mismo sentido.
(G.J. N║ 1745, p. 112).
9.- "El contrato nulo no surte efecto legal ninguno. Es Ýrrito e inconfirmable. No es
rescindible. En cambio, el contrato vßlido es rescindible o anulable por las causas
que autoriza la ley".
(Lab. Jud. 1987, p. 314).
10.- "El art. 549, 3) del c. c. no establece nulidad por "ilicitud del contrato".
(Lab. Jud. 1988. p. 400).
Art. 550.- (Nulidad parcial del contrato). La nulidad parcial del contrato o de una o
mßs de sus clßusulas no acarrea la nulidad del contrato, a menos que esas clßusulas
expresen el motivo determinante del convenio.
Art. 551.- (Personas que pueden demandar la nulidad). La acci¾n la nulidad puede
ser interpuesta por cualquier persona que tenga un interÚs legÝtimo.
La nulidad puede ser invocada por todo aquÚl que tenga interÚs jurÝdico (art.
551), la anulabilidad s¾lo por el perjudicado (art. 555); la nulidad es imprescriptible (art.
552); la anulabilidad es prescriptible (art. 556); la nulidad no puede subsanarse con la
ulterior confirmaci¾n (art. 553); la anulabilidad puede subsanarse convalidßndola
mediante ratificaci¾n posterior, expresa o tßcitamente (art. 558).
La nulidad tiene carßcter de orden p·blico, de ahÝ que el propio juez puede
se±alarla de oficio (v. lo pertinente en la anot. al art. 546), cuando la advierta en las
situaciones en que interviene y aun cuando no concurra petici¾n del interesado al respecto.
Por el mismo carßcter, puede ser opuesta en cualquier grado de la causa.
La facultad dada al juez para declarar la nulidad de oficio, que es cierto estß
consignada en la disposici¾n fuente (art. 1421 c. c. it.) en el ordenamiento nacional tiene
su lugar propio, Ej.: arts. 15 c. c.; 252, p.c.; 308, p.p.; 822, c. com.; 78, c.f:; etc:
Jurisprudencia
1.- "Las convenciones entre tutriz y pupilo pueden anularse a demanda del menor
llegado a su mayoridad o de sus herederos. En este ·ltimo caso no es necesario
inscribir la declaratoria de herederos en el Registro de Derechos Reales, seg·n los
arts. 551 y 555 del c. c. y 335 del c.f., que no lo disponen de esa manera".
(Lab. Jud. 1986, p. 313).
2.- "Si bien cualquier persona con un interÚs legÝtimo puede demandar la nulidad
de un acto conforme al art. 551 del c. c. s¾lo es en cuanto concierne a esa persona,
que no puede arrogarse la representaci¾n de otros".
(G.J. N║ 1736, p. 112).
2.- "Las empresas estatales pueden efectuar actos de comercio como cualquier
comerciante con los particulares, quedando sujetos a las regulaciones del c. com.,
por lo que, la Corte ad quem al aplicar en el A.V. impugnado, normas legales de la
esfera civil, ha violado las normas legales ya citadas asÝ como los arts. 493, 549, 1)
y 553 del c. c., por mala aplicaci¾n".
(G.J. N║ 1743, p. 162)
SECCIËN III
DE LA ANULABILIDAD DEL CONTRATO
1) Por incapacidad legal de contratar de una de las partes. En este caso la persona
capaz no podrß reclamar la incapacidad del prohibido con quien ha contratado.
2) Por incapacidad natural para entender o querer que adolezca una de las partes en
el momento de celebrarse el contrato, aunque no haya sido declarada en interdicci¾n,
siempre que resulte haber mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio que se le
ocasione a la primera, atenta la naturaleza del contrato y otras circunstancias particulares
del caso.
3) Por estar viciado el consentimiento por causa de error esencial, violencia o dolo.
Como se ve de la enumeraci¾n del art., la anulabilidad del acto o del contrato recae
sobre aquellos que adolecen de vicios del consentimiento (error, dolo, violencia) o que han
sido celebrados por incapaces.
Seg·n el art. 455, el contrato se forma, esto es, existe, en cuanto han concurrido,
como expresi¾n del consentimiento, la oferta y la aceptaci¾n para constituir el acuerdo.
En otras palabras, si falta el consentimiento de una de las partes, porque el policitado no da
su aceptaci¾n o porque el oferente retira la oferta, el contrato no se forma, esto es, no
cobra existencia, al tenor de dicho art. 455. Ergo, no puede ser anulado un acto inexistente,
que no se ha formado.
Esta regla no ha sido tomada del Cgo. italiano, como es fßcil verificar. Este, al
tratar de la nulidad del contrato en su art. 1418, cuidando de la concordancia l¾gica de sus
disposiciones, dice:
Art. 1325 del Cgo. italiano que ha sido tomado por el C¾digo en el art. 452, que
contiene la enunciaci¾n de requisitos para la formaci¾n del contrato, o sea, las
condiciones de viabilidad del contrato en la plßstica definici¾n de Scaevola, enunciaci¾n
en la cual estß comprendido en primer tÚrmino el consentimiento. Semejante error
proviene, seguramente, de que dicho art. 1418, ha sido copiado -y mal- en parte y sin una
detenida consideraci¾n de sus alcances y finalidad.
Los arts. siguientes, dan reglas que configuran los caracteres y las consecuencias de
la anulabilidad perfilßndose casi todos como antÝtesis de los atinentes al negocio nulo.
Ademßs, la acci¾n de nulidad es una de declaraci¾n de certeza, mientras la de anulaci¾n
es constitutiva (Messineo).
La enmienda guarda coherencia con las modificaciones introducidas a los arts. 474,
475 y 476 y ajusta las causales de anulabilidad a los marcos de las regulaciones corregidas
sobre el punto. Suprime la falta de consentimiento como parte de este art., porque ella es
causa de nulidad incluida para el art. 549, soluci¾n que, es indudable, ha sido provocada
por la observaci¾n formulada en la anot. (supra) anterior para las ediciones precedentes. Se
ha puesto el error, unificado bajo la caracterÝstica de la esencialidad ·nicamente, entre los
vicios del consentimiento, como causa de anulabilidad solamente, retirßndolo de las
causales de nulidad. En suma, la enmienda satisface la exigencia de una correcci¾n
inexcusable. Su r·brica debe reducirse a decir: Casos de anulabilidad. La referencia al
contrato estß en la r·brica del capÝtulo y eso basta.
Jurisprudencia
2.- "La nulidad de un contrato por incapacidad de los menores que concurrieron a
su celebraci¾n, no puede ser arg³ida por los capaces de obligarse y s¾lo compete
hacerlo a los incapaces o sus representantes".
(G.J. N║ 1269, p. 64).
4.- "De acuerdo al art. 554 del c. c. la persona capaz no puede reclamar la
incapacidad del prohibido con quien ha contratado".
(Lab. Jud. 1980, p. 164).
5.- V. los casos Nos. 1, 2, 6, 8, 10 y 14 del art. 453; ·nico del art. 480; 14 y 25 del
art. 482; 3 del art. 483, y 4 del art. 485.
II. Se except·an los casos de incapacidad en los cuales corre a partir del dÝa en que
se levanta la interdicci¾n o el menor cumple la mayoridad, y los casos de vicios del
consentimiento en los cuales corre desde que cesa la violencia o se descubre el error o el
dolo.
Jurisprudencia
"La acci¾n de anulaci¾n, seg·n este art. prescribe en el plazo de 5 a±os, contados
desde el dÝa en que se concluy¾ el contrato".
(Lab. Jud. 1985, p. 212).
Art. 558.- (Confirmaci¾n del contrato anulable: efectos). I. La parte a quien la ley
le confiere la facultad de demandar la anulaci¾n, puede confirmar el contrato.
II. El contrato anulable celebrado por un incapaz tambiÚn puede ser confirmado,
mientras la incapacidad, si el representante legal de aquÚl tiene potestad legal para ese
efecto.
PRINCIPIO GENERAL
"Actus ab initio nullus non potest validare: validus autem, qui potest annullari,
poterit etiam confirmari" = (El acto nulo en un principio no puede convalidarse; en cambio,
el vßlido que puede ser anulado podrß tambiÚn ser confirmado). Decio, cit. de M.
Puigarnau.
Jurisprudencia
1.- "Seg·n este art. 925 (558) del c. c. la confirmaci¾n o la ejecuci¾n voluntaria de
los instrumentos que por ley admiten la acci¾n de anulaci¾n, no pueden perjudicar
a terceros interesados".
(G.J. N║ 427, p. 587).
2.- "La ejecuci¾n voluntaria importa la renuncia a los medios y excepciones que
contra (un acto anulable) se pueda oponer".
(G.J. N║ 598, p. 12).
3.- "La ejecuci¾n voluntaria del nuevo convenio (verbal en materia de locaci¾n)
restrictivo del celebrado por escrito importa su ratificaci¾n (entiÚndase
confirmaci¾n) y la renuncia de los medios y excepciones que podÝa oponerse
conforme a los arts. 924 y 925 (558) del c. c.".
(G.J. N║ 729, p. 9).
4.- "Conforme a lo previsto por el art. 706 (558) del c. c. un contrato no puede ser
reclamado de violencia si, cesando Ústa, se aprob¾ expresa o tßcitamente, o sea,
dejando pasar el tiempo de la restituci¾n fijado por la ley".
(G.J. N║ 1483, p. 114).
6.- "Los recibos otorgados por pagos diferidos de las cuotas parciales de la
compraventa, por el vendedor al comprador, constituyen actos confirmatorios y
ratificatorios y de ejecuci¾n voluntaria de los contratos cuestionados, conforme al
art. 925 (558) del c. c.".
(G.J. N║ 1565, p. 67).
SECCION I
DEL ESTADO DE PELIGRO
PRINCIPIOS GENERALES
"Quod metus causa gestum erit. nullo tempore Praetor ratum habebit" = (Lo que por
causa de miedo se haya hecho, en ningún tiempo lo tendrá por válido el juez). Paulo.
Digesto, ley 21, tit. 2, Lib. 4.
"Nihil consensui tam contrarium est, quam vis atque metus" = (Nada hay tan
contrario al consentimiento como la violencia y el miedo). Ulpiano. Digesto, ley 116, tít.
17, Lib. 50.
"Metus accipiendus (est) non quilibet timor, sed maioris malitatis" = (Por miedo se
ha de entender no un temor cualquiera, sino de un mal mayor). Ulpiano. Digesto, ley 5, tít.
2, Lib. 4.
"Vani timoris iusta excusatio non est" = (No hay justa excusa de un vano temor).
Celso. Digesto, ley 184, tít. 17, Lib. 50.
También procede esta forma de disolución del contrato por las causas que la ley
señala (fase 2ª i.f. del art. 519). Entre esas causas autorizadas por la ley están las que regla
este capítulo en sus dos secciones: contratos concluidos en estado de peligro y por efecto
de lesión.
En el examen de los arts. 478 y 479 (v. las anots. respectivas), se ha considerado
este caso, como uno que no requiere ciertamente una regla particular, por su característica
propia que configura violencia. Sin embargo, ha de admitirse que la ley quiere tratar el
caso más como uno propio de rescisión por determinación de la ley que de anulabilidad por
vicio del consentimiento.
Jurisprudencia
DE LA LESIËN
II. La acci¾n rescisoria solo serß admisible si la lesi¾n excede a la mitad del valor
de la prestaci¾n ejecutada o prometida.
PRINCIPIO GENERAL
"Venditor, deceptus ultra dimidiam iusti pretti, agere potest, ut res sibi, redenti
pretium, restituatur, vel iustum pretium suppleatur; et in hoc electio est emtoris" = (El
vendedor defraudado en mßs de la mitad del justo precio puede ejercitar acci¾n para que le
restituya la cosa, devolviendo Úl el precio recibido, o se le supla el justo precio,
correspondiendo la elecci¾n al comprador). Codex, ley 6, tÝt. 17, Lib. 3.
Puede considerarse que su fundamento radica en que la funci¾n del Derecho, a este
respecto, como en otros muchos, es oponerse a la fuerza para realizar, de manera mßs o
menos afortunada, la justicia en la libertad y, por lo tanto, no puede permitir que los
apetitos se desencadenen libremente: el mßs dÚbil tiene necesidad de ser protegido contra
el mßs fuerte, los mßs honestos y confiados contra los mßs voraces y astutos. Sin embargo,
se ha cuidado siempre de que sus efectos no perturben el comercio en la vida jurÝdica,
desvirtuando el fair play en la iniciativa de los contratantes, con total detrimento de la
seguridad de las transacciones.
El desarrollo legislativo de esa teorÝa se debe a los c¾digos alemßn y suizo, de los
cuales en LatinoamÚrica ha tomado sus reglas, antes que el C¾digo, el mexicano de 1928.
En el Cgo. alemßn el contrato viciado de lesi¾n es nulo, porque como todo acto que ataca
a las buenas costumbres (art. 138), es ilÝcito cuando explota la necesidad, ligereza o
inexperiencia, para obtener ventajas patrimoniales en desproporci¾n chocante. El Cgo.
alemßn, como anota DemontÚs (cit. de R. Villegas), introduce la lesi¾n no s¾lo para
referirla a los contratos sino, en general, a todos los actos jurÝdicos, habida cuenta que los
contratos leoninos deben prohibirse en general y deben considerarse causa de nulidad
absoluta, no s¾lo de rescisi¾n.
El art. 561 del C¾digo, reglamenta la materia con el criterio de esta teorÝa,
combinando el elemento subjetivo (necesidades apremiantes, ligereza o ignorancia de la
parte perjudicada), con el elemento objetivo (desproporci¾n superior a la mitad de la
prestaci¾n). Extiende sus efectos a todos los contratos y cualquiera de las partes
contratantes que resulte perjudicada (comprador o vendedor en el caso de la compraventa
v. gr.), puede intentar la acci¾n rescisoria. De materia mßs frecuentemente limitada al
contrato de enajenaci¾n a tÝtulo oneroso, en especial inmobiliario, actualmente, seg·n las
corrientes legislativas avanzadas, la rescisi¾n por causa de lesi¾n, es un remedio de
carßcter general. (Messineo).
Por lo demßs, si tal identidad fuese admisible, carecerÝa de explicaci¾n que la ley
regule separadamente ambos institutos. Pero no hay tal identidad: la resoluci¾n es la
sanci¾n al incumplimiento del contratante omiso o renuente, seg·n se±alan Pothier y
Josserand, entre otros, a lo que cabe agregar para definir la distinci¾n, que la rescisi¾n es
la sanci¾n a la inequidad en las prestaciones recÝprocas.
Jurisprudencia
1.- "La acci¾n rescisoria por causa de lesi¾n se determina ·nicamente por la
diferencia entre el valor de (la cosa) enajenada y el precio pagado,
independientemente del dolo, fraude o error que constituyen causales distintas de
nulidad".
(G.J. N║ 604, p. 6).
2.- "Seg·n el art. 1086 (561) para que por causa de lesi¾n, pueda rescindirse la
venta, es necesario que (el contratante perjudicado) haya sufrido lesi¾n en la mitad
del precio, lo cual puede averiguarse apreciando el valor que tenÝa (la cosa) al
tiempo de la venta".
(G.J. N║ 663, p. 4).
3.- "Hay lesi¾n cuando la parte perjudicada ha sufrido un perjuicio de la mitad del
precio en el momento de la celebraci¾n del contrato".
(G.J. N║ 1222, p. 61).
En el mismo sentido.
(G.J. N║ 1284, p. 75).
7.- "La determinaci¾n de la lesi¾n exige que la voluntad plena del transferente
perjudicado, haya estado sometido en el momento del contrato a situaciones
morales extra±as".
(G.J. N║ 1341, p. 10).
8.- "La acci¾n rescisoria por lesi¾n s¾lo compete al vendedor perjudicado seg·n el
art. 1086 (561) del c. c. y no pueden demandarla, como ocurre en la especie,
quienes no son propietarios ni vendedores de la cosa".
(G.J. N║ 1344, p. 2).
9.- "No hay lesi¾n y por consiguiente la venta es vßlida, cuando no se ha probado
que el comprador abuso de la situaci¾n de inferioridad del vendedor".
(G.J. N║ 1350, p. 85).
10.- "Para saber si hay lesi¾n, es menester apreciar el estado que tenÝa la cosa a
tiempo de la venta y tener en cuenta que los hechos articulados sean probables y
bastante graves para determinarla".
(G.J. N║ 1588, p. 19).
11.- "Cuando el valor en que se hizo la venta no representa el justo precio del
inmueble, la ley autoriza la rescisi¾n de los contratos por lesi¾n enorme".
(G.J. N║ 1598, p. 78).
11 (a).- "De acuerdo al art. 1086 (561) del c. c., hay lesi¾n enorme cuando el
precio pagado por el inmueble es equivalente a la mitad de su valor real en el
momento de la compraventa".
(G.J. N║ 1598, p. 129).
12.- "Para que proceda la acci¾n rescisoria por lesi¾n, el vendedor ha debido sufrir
un da±o en el precio, de la mitad o mßs del valor real a tiempo de la venta".
(G.J. N║ 1599, p. 60).
15.- "Establecido seg·n la informaci¾n pericial que el inmueble objeto del presente
juicio, tenÝa en la Úpoca de su transferencia el valor total de $b. 167.555.-, tanto
por sus construcciones como por el sitio, y tomando en cuenta el precio real pagado
por los compradores de $b. 120.000.-, los jueces de grado han hecho correcta
aplicaci¾n de los arts. 1086 y 1087 (561 y 563) del c. c. al desestimar la demanda
de lesi¾n".
(A.S. N║ 95 de 19-6-80; S.C. 1¬, inÚd.).
16.- "El art. 561 del c. c., cuando exige tenerse en cuenta la explotaci¾n de las
necesidades apremiantes, la ligereza o la ignorancia de quien resulte perjudicado
por la lesi¾n, establece una previsi¾n protectora contra la desventaja en que
eventualmente se encuentra la persona asÝ perjudicada".
(A.S. N║ 15 de 22-I-81; S.C. 1¬, inÚd.).
17.- "Se hace una sutil diferenciaci¾n entre rescisi¾n de contrato y resoluci¾n, sin
comprender que ambas persiguen el mismo objeto, o sea, en tÚrminos claros, dejar
sin efecto una convenci¾n por causa que determina la ley o la voluntad de las
partes seg·n define -dice el A.S.- el Diccionario EnciclopÚdico de Derecho Usual
de Cabanellas, tomo V: "Rescisi¾n: anulaci¾n, invalidaci¾n; privar de su eficacia
ulterior, incluso con efectos retroactivos" y a continuaci¾n define el tÚrmino
resoluci¾n de contrato: "acto jurÝdico que deja sin efecto el contrato validamente
concertado".
(A.S. N║ 20 de 29-I-81; S.C. 1¬, inÚd.).
21.- "Para probar la lesi¾n no basta demostrar un pago menor a la mitad del precio
real del inmueble, sino tambiÚn los aspectos subjetivos de los que abus¾ el
comprador para explotar la necesidad apremiante, ligereza o ignorancia de la parte
perjudicada".
(Lab. Jud. 1982, p. 246).
22.- "El actor debe demostrar para probar la lesi¾n las circunstancias objetivas y
subjetivas en que se funda su acci¾n, porque faltando uno de estos elementos no
hay lesi¾n".
(Lab. Jud. 1984, p. 127).
En el mismo sentido: Lab. Jud. 1987, p. 275; Lab. Jud. 1988, p. 388.
23.- "La prueba de la lesi¾n debe demostrar la manifiesta desproporci¾n entre las
prestaciones de las partes y que se ha explotado la necesidad apremiante, la ligereza
o la ignorancia de la parte perjudicada".
(Lab. Jud. 1984, p. 177).
24.- "La rescisi¾n por lesi¾n procede cuando se paga como ocurre en la especie,
mucho menos de la dÚcima parte del valor real del bien comprado por la necesidad
apremiante de los vendedores".
(Lab. Jud. 1985, 158).
25.- "Para que prospere la rescisi¾n por lesi¾n debe probarse que el comprador se
haya aprovechado de la necesidad apremiante, ligereza o ignorancia del vendedor".
(Lab. Jud. 1985, p. 183).
26.- "La lesi¾n se determina por la diferencia entre el valor de la cosa enajenada y
el precio pagado, cuando ella alcanza a la mitad o mßs del precio, debiendo
establecerse el precio que la cosa tenÝa a tiempo de ser vendida".
(G.J. N║ 1732, p. 138).
28.- "Cuando se efect·a una venta reservßndose el usufructo vitalicio (art. 217 c.
c.), que supone la posesi¾n del inmueble, no puede haber lesi¾n, seg·n tesis
reiterada de la jurisprudencia nacional, ej.: G.J. N║ 1399, A.A. N║ 7".
(Lab. Jud. 1988, p. 452).
29.- VÚase los casos 2 del art. 546; 2 del 563; 31 del 568.
Art. 562.- (Contratos excluidos del rÚgimen de la lesi¾n). Quedan excluidos del
rÚgimen de la lesi¾n:
1) Los contratos a tÝtulo gratuito.
2) Los contratos aleatorios.
3) La transacci¾n.
4) Las ventas judiciales, tanto forzosas como voluntarias.
5) Los demßs casos expresamente se±alados por la ley.
El art. se refiere a los contratos en los cuales no puede alegarse lesi¾n. Desde
luego, Ústa s¾lo puede presentarse en los contratos bilaterales, en los cuales se trasmite
recÝprocamente prestaciones. Respecto de los contratos aleatorios, la excepci¾n, se
justifica porque es de la naturaleza de Ústos que no haya equivalencia en las prestaciones,
sino, por el contrario, que se rompa esa equivalencia, porque en funci¾n del riesgo se
adquiere una cosa sobre la cual no hay certeza y, por eso, se paga por ella un precio inferior
a su valor comercial.
Jurisprudencia
1.- "La lesi¾n es excusable en las ventas que se hacen por autoridad judicial, por lo
dispuesto por el art. 1092 (562, 4) del c. c.".
(G.J. N║ 585, p. 7).
2.- "La acci¾n rescisoria de lesi¾n esta prohibida en las ventas en p·blica subasta".
(G.J. N║ 672, p. 34).
3.- "Se declaro rescindida la venta porque se evidenci¾ la lesi¾n sufrida por el
vendedor, quien al obligarse por la evicci¾n y saneamiento no celebr¾ un contrato
aleatorio".
(G.J. N║ 713, p. 15).
6.- "Es inadmisible la causal de lesi¾n invocada para anular un remate, a mÚrito de
lo dispuesto por el art. 1092 (562) del c. c.".
(G.J. N║ 1377, inÚdita; cit. de Arce y Urcullo).
7.- "Es evidente la infracci¾n del art. 174 del c. min., en el auto de vista recurrido,
en cuanto se refiere a una supuesta lesi¾n enormÝsima en el contrato de fs., sobre
transferencia de acciones mineras, que no corresponden a tenor de la citada
disposici¾n legal especial".
(G.J. N║ 1616, p. 138).
8.- "No cabe rescisi¾n por lesi¾n en las ventas realizadas mediante autoridad
judicial, seg·n el art. 1092 (562, 4) del c. c. abrg., aplicable al caso sublite".
(Lab. Jud. 1981, p. 144).
Jurisprudencia
1.- "Se abri¾ el tÚrmino de prueba precisamente en ejecuci¾n de este art. con el
fin de (conocer) el estado del fundo y el valor que tenÝa a tiempo de la venta".
(G.J. N║ 454, p. 826).
2.- "La prueba pericial recay¾ sobre el precio de la finca en su estado actual, en
lugar de haber sido sobre el que tenÝa en la Úpoca de la de su venta, cual era
preciso para venir en conocimiento de la lesi¾n enorme, seg·n los arts. 1086 y 1087
(561 y 563) del c. c.".
(G.J. N║ 651, p. 26).
3.- "La demostraci¾n de la lesi¾n exige prueba que permita apreciar el estado y
valor de la cosa en la Úpoca del contrato; apreciaci¾n que debe resultar de la
informaci¾n pericial pertinente".
(G.J. N║ 1218, p. 39).
4.- "La acci¾n rescisoria del contrato de compraventa por lesi¾n, es procedente
cuando el perjuicio que Úste supone se hubiese realizado en la Úpoca o momento
de la venta".
(G.J. N║ 1341, p. 27).
6.- "No se demuestra la lesi¾n mediante una apreciaci¾n del valor de la cosa que
no se refiera a la fecha en que se extendi¾ la escritura de venta, tal como requiere
el art. 1087 (563) del c. c.".
(G.J. N║ 1590, p. 14).
7.- "La lesi¾n enorme se aprecia seg·n el estado y el valor del inmueble en el
momento de la compraventa y tratßndose de cuesti¾n tÚcnica y de hecho, se basa
en la prueba de peritos como especial y necesaria".
(A.S. N║ 41 de 14-III-79; S.C. 2¬, inÚd.).
10.- "La prueba pericial evidencia que el valor de la cosa el dÝa de la compraventa
era de $b. 41.000.- de que el comprador pag¾ s¾lo la suma de $b. 5.000.-, lo que
prueba la lesi¾n con una desproporci¾n inferior de ocho veces respecto del precio
real".
(G.J. N║ 1631, p. 201).
DISPOSICIONES COMUNES
La acción rescisoria ha de establecerse dentro del plazo señalado por el art. (dos
años), que ha mantenido, en este aspecto, el criterio del Cgo. abrg.
Jurisprudencia
1.- "Si bien por este art. (564) no es admisible la demanda de rescisión por lesión,
pasados dos años desde la venta, no es extemporánea la deducida cuando no se
realizó todavía y existe sólo el ofrecimiento de verificarla con la preferencia
mencionada en el contrato".
(G.J. Nº 642, p. 9).
4.- "El término para demandar la rescisión por lesión, no se suspende por razón de
una estipulación de retroventa (pacto de rescate en el Cgo. nuevo)".
(G.J. Nº 1229, p. 44).
5.- "Es inadmisible una demanda de rescisión por lesión, pasados los dos años
desde que rige el contrato, conforme al art. 1088 (564, I) del c. c.".
(G.J. Nº 1243, p. 28).
En el mismo sentido: (GG.JJ. Nº. 1260, p. 22; 1262, p. 20; 1295, p. 24).
6.- "La acción de rescisión de la venta por causa de lesión se ha entablado a los 9
años de celebrado el contrato (esto es) fuera del término señalado por el art. 1088
(564) del c. c. por lo que los jueces (al negarla) han dado estricta aplicación a dicha
ley".
(G.J. Nº 1251, p. 29).
9.- "Es inadmisible la demanda por lesión después de pasados dos años, contados
desde el día de la venta".
(Lab. Jud. 1980, p. 171).
III. Se salvan los derechos de terceros de buena fe, excepto la inscripción anterior
de la demanda rescisoria en el registro.
Jurisprudencia
1.- "El derecho alternativo otorgado por el art. 1090 (565) del c. c. ha sido ejercido
por el comprador que en su contestación ofreció reintegrar el valor de las
asignaciones compradas, si se justifica la lesión".
(G.J. Nº 614, p. 2).
2.- "Ejercitada por el comprador la facultad establecida por los arts. 1090 y 1091
(565, II) del c. c., que autorizan o devolver la cosa recuperando el valor pagado o
conservarla satisfaciendo su verdadero valor, se viola las leyes citadas al declarar
nula la escritura de venta que queda subsistente por la oferta del pago total ofrecida
a mérito de la segunda alternativa indicada".
(G.J. Nº 1212, p. 63).
3.- "Declarada la rescisión del contrato por lesión, el demandado puede ejercitar la
facultad alternativa que le acuerdan los arts. 1090 y 1091 (565, II) del c. c.".
(G.J. Nº 1272, p. 23).
4.- "Pasada la sentencia en autoridad de cosa juzgada, el demandado tiene la opción
de elección que determina el art. 565, II) del c. c.".
(G.J. Nº 1732, p. 138).
La regla del art. tiende a facilitar una corrección convencional que no suponga,
necesariamente, la rescisión y a evitar que sus disposiciones sean burladas, por renuncias a
la acción rescisoria o por declaraciones ulteriores destinadas a convalidar la lesión.
Jurisprudencia
1.- "La renuncia convencional de la lesión enorme, carece de eficacia alguna, frente
a la disposición del art. 1086 (566) del c. c.".
(G.J. Nº 1252, p. 48).
2.- "La lesión da derecho a pedir la rescisión del contrato, aun cuando se haya
renunciado expresamente esta facultad y declarado que se cede el exceso del
precio".
(Lab. Jud. 1980, p. 131).
SECCIËN I
DE LA RESOLUCIËN POR INCUMPLIMIENTO VOLUNTARIO
La resoluci¾n del contrato de cuya regulaci¾n se ocupa el capÝtulo que este art.
inicia, es la forma de disolver un contrato por inejecuci¾n de las condiciones o cargos
estipulados en Úl, con destrucci¾n retroactiva de sus efectos (Capitant).
Tiene lugar en tres casos que el capÝtulo legisla en sus tres secciones:
Se consigna entre los precedentes hist¾ricos del instituto, la lex commisoria o pacto
comisorio, que acompa±aba a ciertas compraventas en Roma (que en la legislaci¾n
contemporßnea tienen su fiel trasunto, v. gr., en los arts. 1375 del c. c. argentino y 1124 del
c. c. espa±ol; en la legislaci¾n nacional -y a la inversa- en los arts. 1029 del c. c. abrg. y
622 del vigente), por cuya virtud, si el comprador no pagaba el precio la compraventa
podÝa ser invalidada, quedando el vendedor dispensado de entregar la cosa o autorizado a
recobrarla sin tener que sufrir el concurso de los otros acreedores del comprador. En su
evoluci¾n, los canonistas aplicaron la soluci¾n que se examina a todos los contratos
sinalagmßticos como una sanci¾n destinada a asegurar el respeto de la palabra empe±ada y
a quien incumplÝa la promesa dada se le consideraba que falt¾ a la fe jurada: frangenti
fidem, fides non est servanda (a quien quebranta su palabra, no hay que guardarle la dada;
cit. Mazeaud). O, en otras palabras, nada se debe a quien no cumple su propia obligaci¾n.
Cuando dos contratantes se obligan el uno respecto del otro y lo que uno de ellos da
o se obliga a dar tiene como contrapartida lo que el otro da o se obliga a dar, entre ambas
obligaciones surge una relaci¾n de interdependencia (Josserand), o relaci¾n de causa
seg·n Domat o de equivalencia seg·n Maury, (cits. P. Vives).
En materia comercial (art. 805, c. com.) la resoluci¾n se opera de pleno derecho sin
necesidad de demanda ni pronunciamiento judicial.
Jurisprudencia
1.- "La nulidad (no es tal, corrÝjase esta falla terminol¾gica leyendo resoluci¾n)
designada por el art. 775 (568) del c. c., no tiene lugar de pleno derecho".
(G.J. N║ 304, p. 2014).
4.- "Seg·n el art. 775 (568) la (clßusula resolutoria) implÝcita en todo contrato
bilateral no lo anula de pleno derecho, sino mediante declaratoria judicial".
(G.J. N║ 580, p. 2).
6.- "Seg·n el art. 775 (568), cuando uno de los contratantes falta a su compromiso,
la otra puede a su elecci¾n pedir la ejecuci¾n del convenio o su (resoluci¾n) con
da±os e intereses, en cuyo ·ltimo caso, volviendo las cosas al estado anterior, cual
si el contrato no hubiera existido, la restituci¾n de beneficios indebidamente
reportados es consecuencia necesaria".
(G.J. N║ 668, p. 16).
7.- "El art. 775 (568) lejos de obligar al acreedor o no usar sino por el orden en que
estßn expresadas las acciones que le concede contra el obligado, libra a su elecci¾n
el ejercicio de la que mßs le convenga".
(G.J. N║ 712, p. 5).
9.- "Seg·n el art. 775 (568) la (resoluci¾n) de un contrato bilateral por falta de
cumplimiento de las obligaciones contraÝdas no se opera en todo rigor de derecho,
debiendo ser declarada en juicio".
(G.J. N║ 848, p. 50).
10.- "(En el) uso del derecho alternativo de pedir el (cumplimiento) del contrato o
su (resoluci¾n) no procede de primera de estas acciones en la vÝa ejecutiva si el
que la deduce no acredita haber cumplido por su parte la obligaci¾n que se
impuso".
(G.J. N║ 1032, p. 65).
12.- "Para que proceda la acci¾n... es menester que el demandante haya cumplido
de su parte con la obligaci¾n que contrajo y que el demandado haya faltado a las
que le corresponden, siendo en tales casos resoluble el contrato, seg·n el art. 775
(568) del c. c.".
(G.J. N║ 1236, p. 38).
13.- "La condici¾n resolutiva en caso de faltar una de las partes a su compromiso,
conforme al art. 775 (568) del c. c. no anula en todo rigor de derecho el contrato,
sino que la parte que lo ha cumplido puede precisar a la otra a la ejecuci¾n de lo
que le corresponde o pedir la nulidad en juicio".
(G.J. N║ 1256, p. 18).
15.- "En caso de faltar una de las partes a su compromiso no se resuelve en todo
rigor de derecho el contrato, sino que la que lo ha cumplido puede precisar a la otra
a que ejecute lo que le corresponde, cuando es posible, o pedir la (resoluci¾n) con
da±os e intereses".
(G.J. N║ 1264, p. 100).
18.- "Seg·n el art. 775 (568) del c. c. s¾lo en los contratos bilaterales se considera
implÝcita la clßusula resolutiva y en ninguno otro puede presumirse si no ha sido
estipulada expresamente por las partes".
(G.J. N║ 1315, p. 29).
19.- "Pactada una venta con condici¾n resolutiva, consistente en la reversi¾n por
falta de pago, queda expedita la acci¾n para ejecutar al comprador por cualquiera
de los dos extremos; la reversi¾n o el pago del precio, conforme al art. 775 (568)
del c. c.".
(G.J. N║ 1315, p. 39).
20.- "En los contratos bilaterales, la parte que ha cumplido el convenio puede
precisar a la otra a la ejecuci¾n del mismo, de acuerdo con el art. 775 (568) del c.
c., mediante el imprescindible requerimiento judicial".
(G.J. N║ 1342, p. 2).
21.- "En los contratos bilaterales y conmutativos, como los de venta o transferencia
de bienes inmuebles, la condici¾n resolutiva es siempre implÝcita, cuando falta
una de las partes a su compromiso, produciendo la resoluci¾n del acto contractual
cuando no es posible su ejecuci¾n o el resarcimiento de los da±os, concediÚndose
en este ultim¾ caso un plazo seg·n las circunstancias, de conformidad al art. 775
(568) del c. c.".
(G.J. N║ 1355, p. 31).
22.- "La parte que ha cumplido el contrato puede precisar a la otra a la ejecuci¾n
del convenio, de acuerdo con lo previsto por el art. 775 (568) del c. c., previo el
requerimiento de mora correspondiente se±alado por el art. 730 (340) del mismo
c¾digo".
(G.J. N║ 1563, p. 20).
23.- "Todo contrato bilateral, lleva implÝcita la condici¾n resolutoria, seg·n el art.
775 (568) del c. c., que permite a la parte que ha cumplido con su obligaci¾n exigir
a la otra la ejecuci¾n del convenio".
(G.J. N║ 1587, p. 10).
24.- "La resoluci¾n que legisla este art. no se opera en rigor de derecho, sino que
debe ser declarada judicialmente, previos los requisitos que determina, pudiendo el
obligado gozar de un plazo que puede otorgarle el juzgador seg·n las
circunstancias".
(G.J. N║ 1587, p. 22).
26.- "La parte que ha cumplido puede exigir a la otra el cumplimiento del convenio
o pedir en juicio su resoluci¾n".
(G.J. N║ 1609, p. 62).
28.- "La parte que ha cumplido el contrato puede precisar a la otra a la ejecuci¾n
del convenio, de acuerdo a lo previsto por el art. 775 (568) del c. c.".
(G.J. N║ 1615, p. 77).
29.- "No habiÚndose estipulado en el contrato que por el solo transcurso del plazo
o tÚrmino la parte obligada quedarß constituida en mora, no es procedente que se
declare judicialmente la rescisi¾n (resoluci¾n) de dicho contrato, sin que se
atienda previamente las circunstancias (del caso) conforme a las reglas del ya citado
art. 775 (568) del c. c.".
(G.J. N║ 1616, p. 128).
30.- "Los arts. 568, 569 y 572 del vigente c. c. de 1976, son normas de naturaleza
mixta porque participan al mismo tiempo de la calidad de sustantivas e
instrumentales y que consagran una nueva figura o modalidad jurÝdica de la
terminaci¾n anormal de los contratos, no contemplada antes en el abrg. c. c. de
1831".
(G.J. N║ 1621, p. 154).
31.- "Se viola este art., cuando en discordancia con lo demandado por la actora que
pide la resoluci¾n del contrato, se declara la rescisi¾n del mismo, que constituye
una figura jurÝdica distinta de aquÚlla".
(G.J. N║ 1621, p. 155).
34.- "El actor que no cumpli¾ lo pactado, estaba impedido de pedir la resoluci¾n
del contrato al tenor de este art.".
(Lab. Jud. 1982, p. 153).
35.- "El vendedor que no ha cumplido con su obligaci¾n, no puede exigir el pago
del saldo debido ni la resoluci¾n del contrato, habida cuenta que el comprador
cumpli¾ de su parte para acogerse al derecho que le otorga el parßgrafo I de este
art.".
(Lab Jud. 1984, p. 161).
36.- "La resoluci¾n del contrato no puede verificarse s¾lo por la voluntad de una
parte, sino por las causas que la ley se±ala".
(Lab. Jud. 1985, p. 197).
En el mismo sentido.
(G.J. N║ 1732, p. 45).
41.- VÚase los casos 61 del art. 519; 2 y 3 del 537; 17 del 561; 5 y 6 del 639.
Art. 569.- (Clßusula resolutoria). Las partes pueden convenir expresamente en que
el contrato quedarß resuelto si una determinada obligaci¾n no se cumple en la forma y de
la manera establecidas. En este caso el contrato se resuelve de pleno derecho sin necesidad
de intervenci¾n judicial.
El art. reglamenta la clßusula resolutiva expresa, llamada tambiÚn por los autores
"ordinaria" (P. Vives), que se produce ipso iure y su acaecimiento es definitivo: destruye
las obligaciones o la transferencia de los derechos de pleno derecho, sin necesidad de
intervenci¾n o declaraci¾n judicial. Las reglas de los arts. 570 y 571, son variantes de la
regla de este art.
Jurisprudencia
VÚase los casos 19 y 30 del art. 568 y ·nico del art. 570.
Jurisprudencia
"La resoluci¾n no se opera de pleno derecho seg·n el art. 570 del c. c., que exige al
acreedor notificar a su deudor, mediante carta diligenciada notarialmente,
requiriÚndole pago o saldo del precio, con tÚrmino de 15 dÝas por lo menos y
s¾lo cuando no se ha cumplido, ya procede la resoluci¾n del contrato con el pago
de da±os, a diferencia de los efectos de cuando se conviene expresamente que el
contrato quedarß resuelto sin necesidad de requerimiento previo, como prevÚ el art.
569 del mismo Cgo.".
(G.J. N║ 1731, p. 163).
II. Sin embargo, y salvo pacto o uso contrario, si el acreedor beneficiario del plazo
considerado esencial para Úl quiere exigir al deudor el cumplimiento de su obligaci¾n aun
vencido el tÚrmino deberß notificarle por nota escrita notarialmente diligenciada u otro
acto equivalente dentro del plazo de tres dÝas, vencidos los cuales su derecho caduca.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
3.- "A tenor de este art. en los contratos con prestaciones recÝprocas, cualquiera de
las partes podrß negarse a cumplir su obligaci¾n si la otra no cumple o no ofrece
cumplir al mismo tiempo, o s¾lo ha cumplido parcialmente".
(Lab. Jud. 1989, p. 366).
Respecto del art. como se tiene anotado a prop¾sito del art. 548, el precepto debe
considerarse, en su aplicaci¾n, al tenor de las reglas de los contratos con pluralidad de
personas, seg·n sean simplemente mancomunadas o solidarias.
Art. 576.- (Suspensi¾n del cumplimiento del contrato). Cada una de las partes
puede suspender el cumplimiento de su prestaci¾n si las condiciones patrimoniales de la
otra parte llegan a ser tales que ponen en peligro de no cumplir la contraprestaci¾n debida,
a menos que preste una garantÝa suficiente.
El art. se explica dentro de las seguridades que la ley otorga al acreedor (art. 315,
por ejemplo) y que, en este caso, la ley extiende a los contratos, como una forma de
resoluci¾n preventiva.
Jurisprudencia
"Este art. faculta suspender el cumplimiento del contrato, cuando existe el peligro
de que la contraprestaci¾n no serß cumplida, como ocurre en la especie, en la que
el vehÝculo vendido aparece gravado a favor de terceros".
(Lab. Jud. 1989, p. 366).
SECCION II
Las reglas contenidas en los arts. 577 al 580, constituyen, en realidad, aplicaciones
especiales de las reglas generales dadas por los arts. 379 y s. relativas a la imposibilidad
sobrevenida en el cumplimiento de las obligaciones. Hay concordancia completa entre las
reglas de los arts. 379 y 577, 382 y 578. Las demás reglas de la sección, están vinculadas a
la naturaleza del contrato y a los riesgos de la cosa objeto de la obligación y a las
modalidades estipuladas en el contrato. Su aplicación está condicionada a los supuestos en
ellas mencionados.
Art. 581.- (Resolución judicial por excesiva onerosidad de los contratos con
prestaciones recíprocas). I. En los contratos de ejecución continuada, periódica o diferida,
la parte cuya prestación se ha tornado excesivamente onerosa por circunstancias o
acontecimientos extraordinarios e imprevisibles podrá demandar la resolución del contrato
con los efectos establecidos para la resolución por incumplimiento voluntario.
PRINCIPIOS GENERALES
"Placuit, in omnibus rebus praecipuam esse iustitae equitatisque, quam stricti iuris
rationem" = (Pareció bien que en todas las cosas fuese más atendible la razón de justicia y
equidad que la de derecho estricto). Codex, de iudiciis, ley 8, tít. 1, Lib. 3.
"Bono et aequo non convenit aut lucrari aliguem cum damno alterius, aut damnum
sentire per alterius lucrum" = (No conviene a la equidad que alguien se lucre en perjuicio
de otro, o que por lucro ajeno experimente daño). Pomponio. Digesto, de iure dotium, ley
6, tít. 3, Lib. 23.
Jurisprudencia
"El recurrido demandó, con arreglo al art. 581, I ), del c. c., la modificación judicial
del contrato por excesiva onerosidad y los tribunales de instancia ponderando los
hechos, las pruebas y las circunstancias que volvieron excesivamente oneroso el
contrato por la hiperinflación, hecho no previsto y alejado de la voluntad de aquél,
ha dado curso a lo demandado, por lo que se declara infundado el recurso".
(Lab. Jud. 1986, p. 308).
CAPITULO I
DE LA VENTA
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
PRINCIPIOS GENERALES
.....1)- "Emtio consensu peragitur" - 2)- "Conventio perficit... emtionem" = (1- La compra
se perfecciona por el consentimiento -
2)- La convención perfecciona la compra) 1: Paulo. Digesto, ley 1, tít. 1, Lib. 18.- 2:
Ulpiano. Digesto, ley 2, tit. 1, Lib. 18.
"Suae rei emtio non valet" = (No es válida la compra de una cosa propia).
Pomponio. Digesto, ley 16, tít. 1, Lib. 18.
"Si pecuniam dem ut rem accipiant emptio et venditio est" = (Si se da dinero para
recibir una cosa, compra y venta es). Digesto, ley 5, tít. 5, Lib. 19; cit. Aguilera y Velasco.
"La venta es un contrato por el que se obliga uno a entregar una cosa y otro a
pagarla. Puede celebrarse por escritura pública o privada"
La ley 1ª del tít. 5º de la Partida 5ª, dice: vendida es una manera de pleyto que usan
los omes entre sí, é fazesse con consentimiento de las partes, por precio cierto en que se
auienen el comprador é el vendedor (cit. Aguilera y Velasco).
Portalis, en la exposición de motivos a la ley sobre este contrato presentada al
Cuerpo legislativo de su país, luego de examinar su naturaleza, lo define como el contrato
por el cual una persona se obliga a entregar una cosa y otra a pagarla.
Dicho art. 521 del c. c. vigente, sanciona la consensualidad de los contratos con
efectos reales como la venta (transferencia de propiedad) entre otros, salvo el requisito de
forma (art. 491) en los casos exigibles, lo que, aparentemente, resuelve la duda en este
caso. Sin embargo, así no exista una exigencia expresa y directa para que la compraventa
se realice mediante acto solemne, sometido al registro de forma, tal solemnidad existe en el
hecho, impuesta desde la sanción de la ley de 15 de Nov. de 1887, que instituye el registro
de los derechos reales (art. 7, caso 2), ya durante la vigencia del c. c. abrg. y a pesar de las
citadas disposiciones de sus arts. 1003 y 1004.
El carácter consensual de la venta (art. 1004 del Cgo. abrg.), que hace adquirir al
comprador de pleno derecho la propiedad, con respecto al vendedor, desde el instante en
que se conviene sobre la cosa y el precio, aunque la cosa no haya sido entregada ni pagado
el precio, excluye las solemnidades para asegurar la rapidez de las transacciones, porque la
compraventa es el contrato de todos los instantes (Mazeaud). Las ventas corrientes se
harían imposibles, si se precisara redactar un documento para cada una de ellas, más aún si
en el comercio (al por mayor) una misma mercadería es vendida y revendida sin ser
entregada a ninguno de los compradores, sea que se encuentre almacenada o en transporte.
Esas ventajas (propias de la relación comercial por lo demás) tienen sin embargo
inconvenientes (Mazeaud): a) suscita dificultades en la interpretación de los contratos, para
lo cual la regla del art. 518, no reemplaza exacta y propiamente la del art. 1021 del Cgo.
abrg.: todo pacto oscuro o ambiguo se interpreta contra el vendedor (regla omitida en el
Código), porque por lo regular se supone que el vendedor es quien dicta la ley del contrato;
b) la falta de prueba que implicaría la ausencia de documento, si no fuera la disposición del
art. 1328, I) y c) la inoponibilidad a terceros, mientras no se llene el requisito de la
publicidad (registro).
Códigos de depurada elaboración, sin otra influencia que la preocupación por lograr
la precisión de la técnica jurídica, declaran válidas las compraventas (particularmente de
inmuebles), únicamente cuando han sido hechas por documento auténtico (Suiza, art. 216)
o han sido celebradas por escritura pública (Portugal), art. 875 de su c. c. de 1967).
El Código alemán, que sólo considera el contrato como causa del cambio de la
propiedad, a diferencia del sistema francés, sin producir el cambio en sí, sigue
prácticamente el sistema de la traditio, que es el momento decisivo (art. 446) para
determinar los riesgos (Loewenwarter). El Cgo. argentino (art. 577) no hace adquirir sobre
la cosa ningún derecho hasta que no se produzca la tradición. Sistema igual siguen el Cgo.
peruano (art. 1383), el brasileño (art. 1122).
En algunos casos, sin embargo, dentro de este sistema, la venta se perfecciona sin
trasmitir inmediatamente la propiedad.
Jurisprudencia
1.- "La venta queda perfeccionada desde que el comprador y vendedor convienen
en la cosa y el precio (según el art. 1004 del Cgo. abrg.)... pero no se reputa
perfeccionado o consumado el contrato, si no se ha extendido instrumento público o
privado".
(G.J. Nº 141, p. 605).
2.- "Por este art. (1003 Cgo. abrg.) el contrato de compraventa puede celebrarse por
escritura pública o privada... y las minutas pasadas por los contratantes para que se
extienda la respectiva escritura (son) el contrato mismo de compraventa".
(G.J. Nº 587, p. 13).
3.- "Los herederos de... tienen acción bastante para demandar la devolución de la
cantidad (recibida) por la propietaria de la finca a cuenta del precio de una parte de
ella (por la venta) que no llegó a realizarse, por haberla vendido a otra persona con
todas las formalidades de la ley".
(G.J. Nº 686, p. 21).
Art. 585.- (Venta con reserva de propiedad). I. En la venta a cuotas, con reserva de
propiedad, el comprador adquiere la propiedad de la cosa pagando la última cuota, pero
asume los riesgos a partir de la entrega.
La venta a cuotas, de que se ocupa el art. es una variedad de la venta a crédito, cuyo
precio se estipula pagadero en un número determinado de cuotas de igual importe y en
intervalos de tiempo regulares, durante un lapso más o menos largo.
Si con este art. se quiere asignar carácter se seguridad para el vendedor, no existe
reciprocidad equitativa con la situación del comprador, que no adquiere el dominio pero sí
carga con los riesgos, inequidad que borra de una plumada principios clásicos, propios de
toda legislación formulada con ecuanimidad, como los de res perit domino o res perit
creditore (la cosa perece para su dueño o la cosa perece para el acreedor). El comprador no
puede inscribir en el registro correspondiente su adquisición, porque no se ha transmitido la
propiedad. El Cgo. suizo (que con el italiano además -ahora- del boliviano son los únicos
que contienen esta regla), prohíbe la inscripción expresamente (art. 217).
La utilidad práctica de esta regla tiene relación con la normativa del derecho de
comercio. Es propia de él. Ha sido tomada en Bolivia para el derecho común de los arts.
1523, 1524, 1525 (sin tomar en cuenta el 1526) del c. c. it., que como se sabe legisla el
derecho común (civil) y el de comercio en forma tan abreviada que ha omitido diversas
manifestaciones en su constitución y efectos porque ellas en el Cgo. italiano están referidas
a la venta mercantil que tiene sus características propias.
Jurisprudencia
2.- "Quien compra un bien con reserva de propiedad no detenta la nuda propiedad y
si quiere y tiene la posibilidad de suprimir tal condición, legítima desde luego a
tenor del art. 585 del c. c., puede hacerlo anticipando el pago de la obligación
total".
(G.J. Nº 1749, p. 63).
II. La anterior disposición no se aplica al caso en que la venta tenga por objeto una
determinada masa de cosas, aunque para ciertos efectos ellas deban ser numeradas, pesadas
o medidas.
Las reglas de los arts. 586 al 588 se refieren a esos casos de ventas con objeto que
debe ser previamente individualizado o aprobado. Por ejemplo, las cosas genéricas (art.
586); las cosas en vías de confección o de producción, que pueden considerarse
comprendidas en la regla del art. 594, sobre venta de cosas y derechos futuros; las cosas
vendidas a prueba (art. 587); las cosas vendidas con previa gustación (art. 588); las que son
objeto de ventas alternativas (art. 416).
Art. 587.- (Venta a prueba). La venta a prueba se presume hecha con la condición
suspensiva de que la cosa sea apta para los servicios en que se le va a emplear o que tenga
las cualidades pactadas.
Las ventas a prueba o sometidas a ensayo, como sucede en las máquinas, aparatos
de radar, televisores, etc., presuponen la idea de que la cosa que ha de ser ensayada, reúna
las condiciones que en ella se busca por el comprador y, principalmente, la de que sirva
para el uso a que está destinada. Puede consistir la prueba en un experimento único o en
una serie, confiada al comprador o a un tercero, pudiendo reclamarse inclusive un peritaje
para probar que la cosa reúne o no las cualidades requeridas. Hecha la prueba, el
comprador queda obligado.
Art. 588.- (Venta con reserva de satisfacción). La venta de cosas que por costumbre
se gustan antes de recibirlas, sólo se perfecciona en el momento en que el comprador
comunica al vendedor que las cosas le satisfacen .
En las ventas ad gustum, media la costumbre de gustar la cosa que se compra para
su aceptación y perfeccionamiento.
Existe la venta por muestra, que está comprendida entre las reglas que se examinan,
pero que el Código no la ha consignado por entenderla seguramente más propia del
dominio de aplicación de la legislación mercantil, lo cual, dada la inclusión de los casos
anteriores, no es razón aceptable para la omisión. La venta mediante muestra, es aquélla en
la que el comprador presta su consentimiento en vista de una muestra destinada a darle a
conocer y a apreciar la calidad de la mercadería. Puede ser objeto de comprobación
pericial.
Art. 590.- (Principio). Todas las personas a quienes la ley no prohibe, pueden
comprar o vender.
PRINCIPIO GENERAL
El principio general de la regla del art., es que pueden comprar y vender todos los
que pueden obligarse o, a la inversa, los que carecen de capacidad para obligarse tampoco
pueden contraer obligaciones, por razón del contrato de compraventa. Siendo este contrato
el prototipo de las convenciones, el modelo de los contratos trasmisivos de la propiedad, la
expresión tipo de las fuentes de las obligaciones según queda anotado en el examen del art.
450, es de consecuencia lógica, que siga la regla general relativa a la capacidad para
obligarse y como esa regla general equivale a la capacidad para prestar el consentimiento
(art. 483), no podrán comprar ni vender, según el art. 590 en concordancia con los arts. 5 y
483, los menores y los interdictos declarados.
Sin embargo, hay quienes, no obstante su capacidad para obligarse, sufren una
interdicción especial, una limitación a esa capacidad por razón del contrato en examen,
habida cuenta su presunto encontrado interés en la cosa de cuya compraventa se trata. Estas
limitaciones constituyen la excepción de la regla general, sentada supra y están reguladas
por los arts. 591 y 592.
Jurisprudencia
1.- "No estando comprendido en la prohibición del art. 604 (1232) del c. c. (como
albacea sustituto que no llegó a ejercer la función) para comprar bienes de la
testamentaría no se ha infringido dicho art. ni el 1014 (590) del c. c.".
(G.J. Nº 709, p. 52).
PRINCIPIO GENERAL
"Ne mutuo amore, vir et uxor invicem spoliarentur" = (Amores de esposo y esposa,
recíprocos despojos). Cit. Messineo.
Mazeaud -y al parecer no sin razón- considera que la prohibición del art. 591, no
debe subsistir: el objeto de proteger a terceros interesados (acreedores por lo regular),
contra donaciones simuladas o ventas lesivas para éstos, hechas entre cónyuges, puede
cautelarse suficientemente con las reglas relativas a los actos simulados o fraudulentos.
Fte: Cgo. it. 1471, (para incs. 1, 2, 5 y 6) - Cgo. francés 1597 (para
incs. 3 y 4) -
Precd: c. c. abrg. 1015 - 1016 -
Conc: c.f. 268 - 317 - c. com. 1277 - 1559 -
c. c. 386 - 468 - 483 - 484 - 485 - 549 - 554 - 837 - 1232 -
PRINCIPIOS GENERALES
"Quod fit lege prohibente, nullam vim habere indubitate iuris est" = (Lo que se hace
estando prohibido por la ley no tiene fuerza alguna de derecho). M. Puigarnau.
"Contra legem facit, qui id facit, quod lex prohibit; in fraudem vero, qui salvis
verbis legis, sententiam eius circumvenit" = (Obra contra la ley el que hace lo que la ley
prohibe; y en fraude de la ley, el que salvadas sus palabras, elude su sentido). Paulo.
Digesto, ley 29 tít. 3, Lib. 1.
"Non licet ex officio quod administrat quis, emere quid vel per se, vel per aliam
personam" = (A nadie es lícito comprar, por virtud del cargo que desempeña, ni por sí ni
por medio de otra persona). M. Puigarnau.
Las personas que el art. enumera, no pueden comprar los bienes o intereses que, por
la naturaleza de la función o representación que ostentan, administran o sobre los cuales
conocen o han de resolver. No pueden hacerlo bajo ningún concepto ni en forma ninguna,
esto es, según la norma del art. ni en subasta pública judicial ni por alguna interpósita
persona.
En el caso 5) del art., entre otros, se cuentan los padres y los tutores respecto de los
bienes e intereses de los hijos o los menores a quienes representan y cuyos bienes
administran (art. 268 y 317 c.f.); los que administran bienes del declarado ausente (art. 31 y
s.); los albaceas o ejecutores testamentarios (art. 1232); los síndicos en los concursos y
quiebras.
En la prohibición a los abogados está comprendida la llamada cuota litis, que la loj
abrg. (arts. 1, 2 y 5 de su ley reformatoria de 19 de Dic. de 1905) regulaba con mayor
claridad y precisión. La Loj vigente no contempla ya esos supuestos, que han sido
reducidos a la regla del art. 36 del "Código de Etica Profesional para el ejercicio de la
Abogacía" (D.L. 11788 de Sept. 9, 1974), que le prohíbe adquirir intereses de los litigios
que patrocinaron ni los bienes de sus clientes en los remates que sobrevengan en los juicios
en que defienden a éstos.
La citada ley de 1905 prohibía al abogado en los arts. arriba señalados: recibir del
litigante parte de la cosa litigada; estipular con el alguna cantidad o cosa por razón de la
victoria y hacer pacto de seguir el pleito a su costa por cierta suma. Los otros 2 arts. de
dicha ley, se referían a la violación del secreto profesional en perjuicio del cliente (art. 302
c.p.) y al patrocinio infiel (art. 176 c.p.). La disposición citada del Código de Etica
Profesional, pretende, inclusive, reducir los alcances de la prohibición que se comenta.
Mas, ella queda sin eficacia por la sanción posterior del Código, que deroga en lo que
corresponde esa norma, cuya especialidad tampoco tiene eficacia porque el inc. 4) de este
art., tiene también carácter especial. Estas limitaciones a las responsabilidades
profesionales del abogado, aparecidas en las "reformas" legislativas acometidas por
gobiernos de facto, comprometen el prestigio profesional de los juristas, porque se supone
-y con razón- que algunos de ellos intervienen en esas reformas demasiado sugestivas para
la opinión general.
Jurisprudencia
1.- "Le vendió terrenos que fueron del Estado cuando era Prefecto del
Departamento y como tal prohibido de hacer semejante adquisición, siendo nula
dicha compra por disposición del art. 1015 (592) del c. c.".
(G.J. Nº 411, p. 452).
4.- "Según el art. 604 (1232) los albaceas no pueden comprar ninguno de los bienes
de la testamentaría... disposición general sin excepciones de ninguna clase (y el
albacea) al haber comprado de la coherencia sus derechos y acciones (ha incurrido
en) la nulidad del contrato".
(G.J. Nº 654, p. 14).
5.- "Si bien los arts. 1016 (592) del c. c. y 302 de la l.o.j. prohiben que el abogado
sea cesionario de cosas litigiosas, en las fechas de la compra no había pendiente
ningún litigio que le impidiera (al abogado) contratar libremente".
(G.J. Nº 690, p. 17).
6.- "La aplicación del art. 241 (317 c.f.) referente a las compras verificadas por los
tutores (requiere) justificar el hecho de haberse discernido al demandado la tutela y
curatela del actor".
(G.J. Nº 772, p. 33).
7.- "Este abogado que no intervino en la anterior venta hecha del terreno que
compró, no se halla comprendido en la sanción del art. 1016 (592) del c. c.".
(G.J. Nº 817, p. 41).
9.- "Es nula de pleno derecho la venta (hecha) en contravención de leyes que
afectan al orden público, como son las que protegen la propiedad de los menores de
edad".
(G.J. Nº 1283, p. 41).
10.- "No pueden adquirir los abogados de sus clientes, por ningún título, los bienes
materia de los litigios en que intervinieron, hasta después de un año de fenecido el
pleito en todas sus instancias y lo pactado en contrario es nulo, conforme al art. 37
del Estatuto de la Abogacía (L. 8 Dic. 1941)".
(G.J. Nº 1608, p. 88).
SUBSECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 593.- (Principio). Pueden venderse todas las cosas o derechos, la enajenación
de los cuales no esté prohibida por la ley.
Todas las cosas corporales e incorporales que están en el comercio humano, esto es,
todas aquéllas que son susceptibles de apropiación, pueden ser objeto del contrato de
compraventa, a condición de que su enajenación por unos o su adquisición por otros, no
esté prohibida por la ley.
También están fuera del comercio y no pueden, por lo tanto, ser alienables o
trasmisibles los grupos mineros nacionalizados y los yacimientos de hidrocarburos que
pertenecen al dominio originario de la Nación (arts. 138 y 139 de la Constitución). El art.
25 de la Constitución, prohíbe trasmitir o enajenar, directa ni indirectamente, suelo o
subsuelo a los extranjeros, dentro de los 50 kilómetros de las fronteras nacionales. Ha de
tenerse en cuenta, además, las prohibiciones de leyes especiales, pues que la anterior
indicación es simplemente enunciativa.
¿Puede el objeto de la venta ser determinado por un tercero? Si el art. 487, como su
modelo - fuente el art. 1349 del c. c. it., admite la posibilidad de deferir a un tercero la
determinación de la prestación (objeto) establecida en el contrato, se deduce (Scaevola)
que también la determinación de la cosa vendida puede ser deferida a un tercero y, aun, al
mero arbitrio de éste, figura que, a pesar de la autoridad de su tradición romanística,
Luzzatto (cit. Scaevola) considera bastante discutible, porque una decisión (del merum
arbitrium del tercero) que no esté fundada sobre una apreciación equitativa de los hechos,
no encuentra justificación plausible y puede considerarse contraria a los fines perseguidos
por el derecho.
Jurisprudencia
II. A menos que el comprador haya asumido el riesgo y las partes hayan concluido
un contrato aleatorio, la venta es nula si la cosa o el derecho no llega a existir.
Una cosa futura, como objeto de la venta, puede ser, por ej., un inmueble (casa,
departamento) que está por construirse o está en construcción, o una mercadería no
producida todavía como es el caso de las ventas sobre muestra (v. la anot. al art. 588), o
una obra todavía por escribir o en preparación prevista en un contrato de edición y que el
autor compromete sin que esté concluida aún a tiempo de celebrar el contrato (c. com. art.
1232).
Según el principio del art. 488 que es general y aplicable a todo contrato y de
acuerdo a la particular norma de este art., las cosas futuras y los derechos futuros pueden
ser objeto del contrato de compraventa, del mismo modo que pueden serlo de cualquier
otra convención. La sucesión no abierta, o sea de persona viva no puede ser objeto de
compraventa ni de ningún otro contrato (art. 1004), lo cual constituye una excepción a la
regla del art., si se quiere tomar la sucesión no abierta como cosa futura o como derecho
futuro. Las formas tradicionales de la venta de cosas y derechos futuros son: a) la que
sujeta la venta a la condición de que la cosa o el derecho existan cierto día, desapareciendo
o no alcanzando existencia el contrato en caso contrario: b) la que en realidad es una
simple convención aleatoria, que obliga al comprador a pagar el precio en todo caso.
Del carácter no actual de la cosa, en este tipo de venta, deben tener conocimiento
las dos partes.
La asunción del riesgo y peligro por parte del comprador o la estipulación aleatoria
(v. gr. la mencionada venta de esperanza) determinan la exoneración ex lege al vendedor
de las consecuencias de la evicción (art. 630, II).
Art. 595.- (Venta de cosa ajena). I. Cuando se vende una cosa ajena, el vendedor
queda obligado a procurar la adquisición de dicha cosa en favor del comprador.
II. El comprador pasa a ser propietario en el momento en que el vendedor adquiere
la cosa del titular.
PRINCIPIOS GENERALES
"Id quod nostrum est, sine facto nostro ad alium ferri non potest" = (Lo que es
nuestro no puede ser transferido a otro sin un hecho nuestro). Pomponio. Digesto, ley 11,
tít. 17, Lib. 50.
"Transferre non potest quis quod nec actu habet nec potentia" = (Uno no puede
transferir lo que no tiene ni puede tener). Decio, cit. M. Puigarnau.
"Nemo rem alienam invito domino vendere potest" = (Nadie puede vender una cosa
ajena contra la voluntad de su dueño). M. Puigarnau.
"Rem alienam distrahere quem posse, nula dubitatio est, nam emtio-est et venditio;
sed res emtori auferri potest" = (No hay duda que cualquiera puede vender una cosa ajena,
pues existe compraventa, pero puede quitarse la cosa al comprador). Ulpiano. Digesto, ley
28, tít. 1, Lib. 18.
"Qui rem alienam vendit, dicitur esse in culpa" = (Se considera que incurre en culpa
el que vende una cosa ajena). M. Puigarnau.
Las reglas de los arts. 595 a 598 inclusive, reglamentan de modo tan minucioso la
venta de cosa ajena, que la Subsección en que están incluidas podía más bien titularse con
alguna alusión más adecuada a los fines de estas reglas.
Un tercer grupo de códigos (Francia y Bélgica, art. 1599; Guatemala, art. 1794;
México, arts. 2269 y 2270; Argentina, art. 1329; Portugal, art. 892), declaran nula la venta
de cosa ajena y el Código portugués (el vigente de 1967), añade que ésta puede quedar
sujeta al régimen de venta de bienes futuros, si las partes los considerasen en esa calidad.
Dentro del propio ordenamiento del Código, las reglas sobre venta de cosa ajena
resultan inoperantes. El propio Código en su art. 452 señala los requisitos para la
formación de todo contrato, esto es, para que haya contrato: consentimiento, objeto, causa
y forma (o solemnidad, cuando lo exige la ley). El objeto ha de ser cierto (determinado) y
posible (art. 485) para poder ser trasmitido por el vendedor al comprador (art. 584), esto es,
ha de existir en el patrimonio del vendedor, lo que no ocurre en la venta de cosa ajena por
el principio nemo dat quod non habet: no se puede dar (o trasmitir) lo que no se tiene. Por
otra parte, el consentimiento aparece viciado, porque hay error esencial sobre el objeto (art.
474) y sustancial sobre la cualidad (de propietario) del contratante, o sobre la cualidad
(transmisibilidad es una cualidad) de la cosa (art. 475). El cuarto requisito del art. 452:
forma en los casos exigidos por la ley, hace prácticamente inoperantes las reglas sobre
venta de cosa ajena respecto de bienes inmuebles, porque para que la venta de éstos sea
válida, esto es, para que exista jurídicamente requiere escritura pública e inscripción en el
registro de la propiedad, coma se ha observado en la anotación al art. 584, y tendría que
invertirse la lógica, y el mero sentido común si se admitiera la posibilidad de que los
registros y los funcionarios responsables de los mismos, inscriban escrituras de venta de
inmuebles otorgadas por alguien que no aparece ser propietario según los propios registros.
No sólo habría inversión lógica. Habría delito penado por la ley.
Resulta de lo dicho que las reglas de los arts. 595 al 598 inclusive, pueden ser
catalogadas como contrarias al orden público y a las buenas costumbres y,
consiguientemente, no pueden tener vigencia ni aplicación ninguna, porque las leyes
concernientes al orden público, como imperativas, son de observancia inexcusable para
todos y ha de hacerse, pues, lo que ellas mandan y como ellas mandan.
Por otra parte, siendo la venta de cosa ajena una modalidad concebible entre las
reglas del comercio (particularmente al por mayor, según se ha anotado en el art. 584), las
reglas del ordenamiento jurídico italiano, han de entenderse más aplicables a la actividad
comercial, porque su Código Civil lo es también Comercial. Tanto es así, que el Manual de
Messineo que lo explica, es de Derecho Civil y Comercial.
Jurisprudencia
1.- "La venta efectuada por el mandatario de los terrenos de su mandante al año del
deceso de éste y cuando dichos terrenos ya entraron al dominio de sus herederos
forzosos por ministerio de la ley, es nula por importar venta de cosa ajena al tenor
del art. 1018 del c. c. (abrg.)".
(G.J. Nº 1229, p. 5).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1230, p. 40).
3.- "De acuerdo al art. 1018 del c. c. (abrg.) es nula la venta de cosa ajena".
(G.J. Nº 1601, p. 52).
4.- "Es nula la venta de un vehículo hecha por una persona que al momento de
transferir carece del derecho de propiedad".
(G.J. Nº 1607, p. 120).
Art. 596.- (Resolución de la venta de cosa ajena). I. Si el comprador a tiempo de la
venta ignoraba que la cosa era ajena, puede pedir la resolución del contrato, a menos que el
vendedor antes de la demanda le hubiese hecho adquirir la propiedad.
III. El vendedor debe reembolsar además los gastos útiles y necesarios hechos en la
cosa, y si era de mala fe aun los gastos hechos en mejoras suntuarias.
Jurisprudencia
1.- "Para la aplicación del art. 1051 (596, III) del c. c. que condena al vendedor (de
cosa ajena) de mala fe a devolver, inclusive, los gastos de mero capricho o recreo
(mejoras suntuarias) que haya hecho el comprador, es importante establecer si hubo
o no mala fe en el vendedor".
(G.J. Nº 1602, p. 137).
Art. 597.- (Venta de cosa parcialmente ajena). Cuando la cosa es sólo parcialmente
ajena, el comprador puede pedir la resolución del contrato o el resarcimiento del daño,
conforme al artículo anterior, si, de acuerdo a las circunstancias, el comprador no hubiera
adquirido la cosa sin la parte de la cual no ha llegado a ser propietario. En caso contrario
puede pedir la reducción en el precio además del resarcimiento.
Art. 598.- (Conocimiento del carácter ajeno de la cosa). Si el comprador sabía que
la cosa era ajena, sólo puede pedir la restitución del precio cuando no se ha convenido en
que la venta es a su riesgo y peligro.
Art. 599.- (Cosa gravada con cargas o por derechos). Si la cosa vendida está
gravada con cargas o con derechos reales o personales no aparentes y no declarados en el
contrato, el comprador que no haya tenido conocimiento de ellos puede pedir la resolución
del contrato o la disminución del precio conforme al artículo 597.
Conc: c. c. 597 -
El artículo -que debió estar incluido entre las reglas relativas a la evicción- supone
el descubrimiento de una carga o gravamen, por el comprador, después de producida la
venta. Puede consistir en una servidumbre pasiva que grave el inmueble, usufructo,
arrendamiento o la prórroga de éste, etc. Si el adquirente conocía la carga o gravamen, cabe
suponer que ha aceptado la cosa con las limitaciones que suponen la carga o gravamen. Si
se trata de carga o gravamen no declarados en el contrato e ignorados por el comprador al
día de la adquisición, opera la regla del artículo a elección del comprador.
PRINCIPIOS GENERALES
"Deperditum intelligitur, quod in rerum natura esse dessit" = (Se tiene por perdido
lo que dejó de existir). Gayo. Digesto, ley 21, tít. 3, Lib. 5.
"Res perit domino" = (La cosa perece para su dueño). cit. Puigarnau.
La cosa debe existir para ser objeto de la venta. Sin existencia de la cosa no hay
contrato. Por consecuencia de este principio, si la cosa llega a perecer antes de la
celebración del contrato o en el momento en que se efectuaba tal celebración, no hay venta,
el contrato no ha alcanzado existencia. Tratándose de mercaderías o productos, se equipara
a la pérdida total el deterioro de éstos que, en la fecha de la venta, se encuentran totalmente
inservibles (Planiol y Ripert).
Siendo parcial la pérdida, se aplica la alternativa del párrafo II del art., a elección
del comprador.
SUBSECCION II
Art. 601.- (Venta con indicación de medida). I. Cuando se vende un inmueble con
indicación de su medida y por un precio establecido en razón de tanto por cada unidad, si
resulta que la medida efectiva es inferior a la indicada en el contrato el comprador tiene
derecho a pedir una reducción proporcional del precio.
Las ventas por peso y medida son aquellas en las cuales la mercadería o la cosa que
se vende se individualiza (Capitant) por su peso, su cantidad o su medida. Ej.: tantos
quintales de trigo, tantas hectáreas o tantos metros cuadrados.
Jurisprudencia
2.- "La adjudicación (se hizo) dentro de los limites señalados por los peritos
tasadores y la mensura y tasación practicados dentro del juicio relativo al contrato
de compraventa en que se expresa la mensura y, por razón de ella, se fija el precio".
(G.J. Nº 688, p. 41) .
3.- "El actor carece de acción para obligar a los demandados a recibir los terrenos
vendidos pura y simplemente, con límites determinados y extensión fijada, por no
exigir ellos la entrega mediante mensura, en uso del derecho que les confiere el art.
1036 (601) del c. c.".
(G.J. Nº 769, p. 16).
4.- "Si no se especificó en las cláusulas del contrato el precio por metro cuadrado,
mal puede pretenderse la devolución de los metros que faltan, según el art. 1036
(601) del c. c., particularmente si como resulta de la prueba producida el precio fue
estipulado en razón de la extensión y teniendo en cuenta también las
construcciones".
(G.J. Nº 1371, inédita, cit. Arce y Urcullo).
5.- "Hay venta perfecta cuando se señala claramente la superficie del lote que se
transfiere, su ubicación, valor por metro cuadrado y el total del precio convenido
por el lote".
(G.J. Nº 1588, p. 51).
Art. 602.- (Venta con simple mención de la medida). I. La venta en la cual el precio
se establece en consideración a un inmueble determinado y no a su medida, aunque ella se
haya indicado, no da lugar a disminución o suplemento del precio, a menos que la medida
real sea superior o inferior en una vigésima parte con respecto a la medida señalada en el
contrato.
II. En este último caso, el comprador tiene la elección de abonar el suplemento o
desistir.
La regla del art. se refiere en realidad a la venta de cuerpo cierto, que aunque se
mencione incidentalmente la cabida, se vende sólo por el ámbito por la línea perimétrica,
determinada por los linderos identificados en los títulos que por lo regular también
contienen la medida superficial. Es una venta a precio alzado y como tal debe ejecutarse
sin tener en cuenta la cabida, salvo que la diferencia entre la realidad y la medida
mencionada en el contrato sea de la magnitud señalada en el art., caso en el cual se procede
como indica esta regla.
Jurisprudencia
"La rectificación de la superficie del terreno (142 m2, en vez de 132,8 m2) hecha en
el auto de vista, no autoriza ninguna modificación del texto de la escritura de
compra-venta, ya que tal error de guarismo, atribuible únicamente al juez de la
causa en la sentencia pronunciada, que declara improbada la demanda, no hace
variar la superficie real que figura en la mencionada escritura de transferencia y
menos sirve de acicate a los actores para pretender agregar a su propiedad
colindante con esa diferencia imaginaria en perjuicio de los demandados
victoriosos".
(G.J. Nº 1597, p. 57).
Art. 603.- (Venta conjunta de dos o más inmuebles). I. Cuando por un solo contrato
y por un solo precio se han vendido dos o más inmuebles, designándose la medida de cada
uno, y resulta que la medida es menor en el uno y mayor en el otro, se establece la
compensación hasta el límite respectivo.
La regla del art., es un caso mixto. Se vende dos o más inmuebles por un solo
precio: hay una sola venta, un solo contrato, un solo acto trasmisivo del dominio de una
pluralidad de bienes raíces; pero, en la escritura, además de expresarse los límites de los
fondos objeto de la venta, se manifiesta la extensión superficial de cada uno de ellos. De
ahí resulta el carácter mixto de la regla: de un lado del precio único, de otro la idea de la
mensura, imponiéndose como el reflejo de la voluntad del comprador, que no fue la de
adquirir por el contorno, sino por la medida. Si a pesar de las compensaciones dispuestas
por el artículo, hay lugar a disminución o suplemento de precio, se sigue la regla que fija el
párrafo II del artículo.
Art. 605.- (Prescripción). El derecho del comprador señalado en los artículos 601,
602 y 603, a la disminución en el precio o al desistimiento, y el del vendedor al suplemento
del precio, prescriben al año contado desde la suscripción del contrato.
Jurisprudencia
"Según el sentido y el texto del art. 1039 (605) del c. c. la prescripción de la acción
de que trata se produce en el término de un año; plazo aplicable, sin embargo, sólo
cuando se demanda el aumento o disminución de precio a que concretamente se
refiere dicha disposición, pero no al caso de la especie, en la que se demanda la
nulidad de la venta".
(G.J. Nº 1255, p. 3).
SUBSECCION III
DE LA VENTA DE HERENCIA
Art. 606.- (Garantía). Quien vende una herencia abierta, sin especificar las cosas de
que se compone, sólo está obligado a garantizar su calidad de heredero.
Por este contrato, un heredero dispone, mediante precio, a favor de otra persona
(coheredero o extraño), como complejo unitario, del contenido económico entero de una
herencia, abierta y deferida, o de una cuota de ella. Su finalidad es facilitar al heredero la
posibilidad de convertir la masa de la herencia en un valor líquido, adquiriendo sin más
trámite a cambio de ella, una suma global (Scaevola).
d) Además de encontrarse abierta la sucesión (art. 1000), ella debe estar deferida
(art. 1002), esto es, que el enajenante haya sido llamado a suceder por ley o por testamento.
l) El derecho de acrecer (art. 1078 y s.), que pueda recaer en beneficio del heredero
vendedor, recaerá también, sin ninguna duda, en utilidad del comprador (Scaevola).
La venta de herencia produce todos los efectos de una venta. No engendra meras
relaciones obligatorias, sino que transfiere el derecho a la cuota correspondiente y el
adquirente, en su caso, puede pedir por su propia autoridad, la partición hereditaria. Las
reglas de la subsección, completan las consecuencias obvias de la figura jurídica hasta aquí
examinada y no requieren mayores explicaciones.
Art. 607.- (Requisito de forma). La venta de herencia debe hacerse por documento
público o privado, bajo sanción de nulidad.
Art. 610.- (Deudas hereditarias). Salvo pacto contrario, el comprador está obligado
solidariamente con el vendedor a pagar las deudas hereditarias.
Art. 611.- (Principio). El precio de la venta se determina y designa por las partes,
excepto cuando leyes especiales lo limitan o regulan en casos determinados.
PRINCIPIOS GENERALES
"Sine pretio, nulla venditio est, non autem pretii numeratio, sed conventio perficit
sine scriptis habitam tionem" = (No hay venta alguna sin precio, mas no la entrega del
precio, sino la convención perfecciona la compra hecha sin escritura). Ulpiano, ley 2, tít. 1,
Lib. 18.
El Derecho romano (Instituta, Lib. 3, tít. 23, regla 1ª) y las Partidas, exigían cuatro
requisitos al precio: verdadero, cierto, justo y que consista en dinero (Scaevola). Si se
conviene, por ejemplo, que el precio no será pagado o que el vendedor dispensa al
comprador de su pago, no hay venta, porque el precio es ficticio. Si el ánimo del vendedor
conlleva una liberalidad, habrá donación. El precio debe fijarse, pues, con la intención seria
y real de exigir el pago.
Puede ser fijado por el acuerdo de las partes, así sea en sus elementos con los cuales
se pueda establecerlo ulteriormente, por simples operaciones aritméticas; por ejemplo,
cuando se determina el precio por la cotización tal de este o aquel día o al precio de costo o
tanto la unidad (peso, medida). El contrato queda así formado. Por el contrario, no alcanza
existencia (el contrato), si se emplean expresiones ambiguas, indeterminables, como las de
por su valor o por su justo precio.
Cuando la ley establece que el precio se determina y designa por las partes, supone
una prohibición implícita de dejar su señalamiento al arbitrio del comprador o del
vendedor. Algunas legislaciones (v. gr. c. c. español art. 1449 o c. c. brasileño art. 1125),
establecen la prohibición explícitamente. Permitirlo, equivaldría a dejar la validez y el
cumplimiento del contrato al arbitrio de uno de los contratantes, contra lo que previene el
art. 505, ya que la efectividad de la compra venta, en tal supuesto, queda a merced, o mera
voluntad, o pura potestad de una de las partes (Dalloz, Laurent, cit. Scaevola).
Precio irrisorio, es aquél que se fija en una suma ridículamente baja (Planiol y
Ripert), que no guarda absolutamente relación ninguna con el valor normal de la cosa. Ha
de entenderse que hay ánimus donandi, como en la venta en que la intención del vendedor
sea no exigir el pago del precio. Si se vende un automóvil que vale 100.000 $b. en 10 Sb.,
no se concierta una compraventa por falta de precio (Mazeaud).
Jurisprudencia
1.- "La perfección del contrato de venta depende esencialmente de que el precio de
la cosa sea fijo y determinado".
(G.J. Nº 250, p. 1458).
2.- "En la escritura no se determinó el precio sino que se remitió al que se diese a
las dos medias acciones en la tasación general de la hacienda; por cuya razón no
puede estimarse dicha escritura como venta actual y perfecta, sino como mero
compromiso de venta".
(G.J. Nº 250, p. 1458).
3.- "No consta la designación del precio de la casa, por manera que se hecha de
menos uno de los elementos más esenciales del contrato".
(G.J. Nº 356, p. 1431).
Art. 612.- (Determinación del precio por un tercero). I. También las partes pueden
confiar la determinación del precio aun tercero designado en el contrato o a designarse
posteriormente.
II. Si el tercero no quiere o no puede determinar el precio, no hay venta.
"Empti fides ac venditi sine quantitate nulla est" = (La compraventa sin precio es
nula). Codex, ley 9, tít. 38, Lib. 4.
El principio general aquí glosado, que reitera el postulado por Ulpiano (V. el
segundo principio del art. 611), tiene relación con e] parágrafo II del art.
Jurisprudencia
1.- "Omitiendo la designación del precio y el nombramiento de un tercero
encargado para darle efecto, vendedor y comprador se remitieron al que debía
resultar de la tasación".
(G.J. Nº 250 p. 1458).
3.- "El contrato de compraventa queda perfeccionado desde que las partes
convienen en la cosa y en el precio, pudiendo ellas dejar al arbitrio de un tercero la
determinación de éste".
(G.J. Nº 585, p. 5).
5.- "Al declarar que no está perfeccionada la venta, por no haberse fijado el precio
por los peritos designados, que murieron antes de concluir la tasación de la finca,
objeto de la venta, se hace correcta aplicación del art. 1012 (611 y 612) del c. c.".
(G.J. Nº 652, p. 8).
II. Cuando la venta tiene por objeto cosas con precios de bolsa o mercado, rigen los
del lugar en que debe realizarse la entrega.
"In emptis enim et in venditis potius id, quod actum, quam id quod dictum sit,
sequendum est" = (En la compra-venta se ha de estar más a lo que se quiso que a lo que se
dijo). Digesto, ley 6. tít. 1. Lib. 18. cit. Scaevola.
La regla del art., funciona cuando no habiéndose fijado precio, éste es determinable
por las circunstancias que el precepto señala.
SECCION V
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR
SUBSECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
La enunciación genérica de la regla del art. 614, es consecuencia del concepto que
de la venta da el art. 584. El vendedor, como contraprestación de su derecho a percibir,
previa, simultánea o posteriormente el precio, según lo estipulado en el contrato y la
naturaleza de la clase de venta que se ha pactado, debe entregar la cosa y debe responder al
comprador de que su posesión pacífica no será interrumpida por un tercero con título
mejor.
Jurisprudencia
1.- "Siendo una de las primeras obligaciones del vendedor la entrega de la cosa
vendida y de sus accesorios, la falta de cumplimiento de ella produce la nulidad del
contrato, si así lo solicita la parte que lo cumplió".
(G.J. Nº 128, p. 436).
3.- "El art. 1022 (614) del c. c. establece como esencial obligación del vendedor, la
de entregar al comprador la cosa vendida, haciendo todas las diligencias necesarias
para el efecto".
(G.J. Nº 564, p. 27).
5.- "El demandante está en su derecho para solicitar la entrega de la cosa vendida,
en mérito de haberse perfeccionado la venta".
(G.J. Nº 641, p. 11).
7.- "La obligación que tiene el vendedor de entregar la cosa que vende reglada por
el art. 1022 (614), 1) del c. c., cuando ha sido efectuada en remate corresponde
hacerla al juez que hubo subastado el inmueble".
(G.J. Nº 1233, p. 106).
8.- "La entrega real reclamada por el comprador, de la parte del inmueble ocupada
por el vendedor, no ha de entenderse al tenor del art. 1024 (617) del c. c., sino de
acuerdo a lo dispuesto por el art. 1023 (614, 1) y 1028, segunda parte (621, II) del
mismo código, disposiciones estas últimas, que han sido conculcadas, en la especie,
por los jueces de grado, que se ha concretado a disponer la entrega en los términos
del citado art. 1024 (617), que no es lo que se ha reclamado".
(G.J. Nº 1609, p. 25).
9.- "Esta norma sustantiva del ordenamiento jurídico, obliga al vendedor a entregar
al comprador la cosa vendida y garantizarle su derecho pleno sobre el bien
transferido".
(Lab. Jud. 1988, p. 371).
10.- "No hay infracción del art. 614 del c. c., en la causa sub lite que versa sobre el
interdicto regulado por el art. 596 del p.c., cuyos presupuestos son distintos a los de
la disposición legal acusada como infringida".
(G.J. Nº 1752, p. 36).
PRINCIPIO GENERAL
"In primis ipsam rem praestare venditorem oported, id est tradere" = (Ante todo,
debe el vendedor entregar la cosa vendida; esto es, hacer tradición de ella). Digesto, ley 2,
tít. 1, Lib. 19, Cit. M. Puigarnau.
Puede definirsela como el acto por el que se deja la cosa vendida a disposición del
comprador, para que éste la reciba (Mazeaud).
Debe tenerse en cuenta para los sistemas consensuales, que la función de la entrega
(en la venta de cosa determinada, o sea, ya especificada), no atañe a la formación de la
venta, sino a la ejecución de ella (Messineo).
En efecto, cabe señalar, según observa el autor anteriormente citado, que el efecto
traslativo, al cual tiende, como a su resultado fundamental y definitivo, la venta, de acuerdo
al concepto que de ella da el art. 584, se produce cuando se logra entre las partes el
convenio (consentimiento) sobre la identidad de la cosa y sobre el precio, a menos que la
transferencia de la propiedad sea convencionalmente diferida y subordinada al evento de
entregar la cosa por el vendedor y de pagar el precio por el comprador.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 1033 (616) la cosa vendida, mueble o inmueble, se entrega en el
estado que esté al tiempo de la venta y desde entonces los frutos pertenecen al
comprador".
(G.J. Nº 531, p. 11).
2.- "El informe pericial revela que el estado de dicha casa no manifiesta que hubiera
sido distinto del que tuvo al tiempo de su venta ni en el de su entrega y... por lo
mismo, no están sujetas (las demandas) a la responsabilidad exigida en tal
concepto".
(G.J. Nº 578, p. 14).
Jurisprudencia
1.- "Al determinarse que aún debe entregar otros títulos anteriores, cuando los
referidos documentos llenan el objeto y alcance razonable de la ley, se infringe el
art. 1042 (624) por estar entregada la finca vendida y no constar que el comprador
se encuentre inquietado en la posesión de ella".
(G.J. Nº 740, p. 26).
3.- "La obligación de entregar el inmueble se llena con la entrega que se hace de las
llaves según el art. 1024 (617) del c. c.".
(G.J. Nº 1208, p. 32).
Art. 618.- (Entrega por simple consentimiento de las partes). La entrega se cumple
por el solo consentimiento de las partes si en el momento de la venta el comprador tiene ya
la cosa a otro título, o el vendedor continúa detentándola a otro título.
Jurisprudencia
Art. 619.- (Gastos de la entrega). Salvo acuerdo contrario los gastos de la entrega
están a cargo del vendedor y los del traslado a cargo del comprador.
Art. 620.- (Lugar de la entrega). La entrega debe ser cumplida en el lugar donde se
encontraba la cosa en el momento de la venta, salvo acuerdo contrario
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.- "El comprador en uso del derecho alternativo que le franquean los arts. 775 y
1029 (568 y 622) pide la ejecución del contrato, sin que su negativa a la entrega de
fracciones pueda considerarse contra lo dispuesto en ellos".
(G.J. Nº 304, p. 2014).
3.- "Este art. (622) en su sentido propio, no determina procedimiento alguno para el
caso en que el comprador opte por el segundo extremo de disyuntiva que establece,
quedando, por lo mismo, expedita la vía ejecutiva...".
(G.J. Nº 661, p. 18).
5.- "El vendedor y, en su caso, sus herederos, quedan obligados al pago de los
danos si para el adquirente resulta algún daño de la falta de entrega y, en la especie,
al resolverse así, se ha dado correcta aplicación a los arts. 1022 y 1030 (614 y 622)
del c. c.".
(G.J. Nº 1232, p. 143).
6.- "Habiendo faltado los vendedores al compromiso de entregar la casa a los dos
meses de la fecha de la transferencia, deben resarcir los daños, perjuicios y frutos".
(G.J. Nº 1598, p. 52).
La regla del art. 623, común en todas las legislaciones, prevé dos situaciones. La
venta puede haberse efectuado con precio de presente (al contado) o con precio aplazado.
En el primer supuesto, el vendedor está facultado a retener la cosa y negar la entrega si el
comprador no le satisface el precio. En la segunda hipótesis, si antes de la entrega de la
cosa el comprador deviene insolvente, puede justificadamente el vendedor negarse a la
entrega, a menos que sea suficientemente afianzado por el comprador sobre el pago en el
plazo convenido. En las ventas de muebles a plazos, éstas se perfeccionan cuando el
comprador satisface, en el momento de la entrega o puesta a su disposición del objeto
vendido, el desembolso inicial. Estas ventas se hacen con lo que el Código llama reserva de
dominio, examinada con el art. 585 y que, en realidad, ha de entenderse como una
trasmisión de la propiedad hecha bajo condición suspensiva del pago total del precio de la
venta y que el vendedor tiene derecho a rescindir el contrato si el comprador se constituye
en mora, según el exacto sistema del Cgo. alemán (art. 455).
Jurisprudencia
1.- "La facultad concedida por los arts. 1031 y 1032 (623) al vendedor para
suspender la entrega de la cosa vendida, si el comprador no satisface el precio, o
inspira desconfianza, de manera que haya riesgo inminente de perderlo, no puede
ser invocada (en la especie) puesto que el oro vendido fue ya entregado y, además
convino en recibir las alhajas dadas en garantía".
(G.J. Nº 566, p. 29).
2.- "Al no hallarse cancelado el valor del inmueble, cuya entrega se solicita por la
vía ejecutiva, se declara que aún no procede la acción intentada, cumpliendo con la
prescripción de este art. (623)".
(G.J. Nº 673, p. 45).
3.- "La falta de pago no motiva de pleno derecho la rescisión del contrato
(compraventa), sino que es necesario que preceda requerimiento judicial y se
incurra en mora".
(G.J. Nº 1267, p. 16).
4.- "Como no se perfeccionó la venta por falta de pago de la totalidad del precio,
por lo que no se llegó a extender el Carnet de propiedad del vehículo en favor del
comprador, no se ha infringido el art. 134 del Cgo. de Tránsito, el cual sólo dispone
que el registro es la inscripción oficial y obligatoria de los datos acerca de las
personas y de los vehículos para fines de identificación, responsabilidad y
estadística, que no implica un derecho de propiedad perfecto".
(A.S. Nº 8 de 13-I-81; S.C. 1º, inéd.).
5.- "Si bien ambas partes (vendedor y comprador) resultan acreedores y deudores,
los compradores convirtieron la obligación bilateral en pura y simple al pagar el
saldo del precio".
(Lab. Jud. 1986. p. 391).
6.- "Habiendo faltado los vendedores al compromiso de entregar la casa a los dos
meses de la fecha de la transferencia, deben resarcir los daños, perjuicios y frutos".
(G.J. Nº 1598, p. 52).
SUBSECCION III
II. Las partes pueden, sin embargo, aumentar, disminuir o suprimir esta
responsabilidad conforme a disposiciones contenidas en la subsecci¾n presente.
En la partici¾n de herencia (art. 1272), se declara que, por regla general, los
coherederos estßn recÝprocamente obligados al saneamiento de la evicci¾n que alguno de
ellos sufra, proporcionalmente al respectivo haber hereditario de cada uno,
proporcionalidad que, ademßs, se aplicara para la distribuci¾n de la parte del que resultare
insolvente.
En la trasmisi¾n de crÚditos (art. 392), la garantÝa de que el cedente es el
propietario del crÚdito, es una de saneamiento.
En la permuta (art. 652), el permutante que pierde por evicci¾n la cosa recibida,
podrß optar entre recuperar la que di¾ en cambio o reclamar el valor y la correspondiente
indemnizaci¾n.
En el arrendamiento, el art. 695 da las reglas para sanear la evicci¾n en favor del
arrendatario.
Tratßndose del contrato de fianza (art. 941), la evicci¾n de la cosa que acepta
voluntariamente el acreedor, en pago de su crÚdito, no modifica la liberaci¾n del fiador,
respecto de la obligaci¾n del deudor.
Confirma esto, ademßs de la relaci¾n hecha supra de los contratos en los que las
reglas de la evicci¾n se aplican, la afirmaci¾n de que no es una instituci¾n exclusiva de la
compraventa y que su ubicaci¾n propia, estaba entre las reglas de la teorÝa general de los
contratos comprendidas en el TÝtulo I, Parte Segunda de este Libro Tercero.
El art. 628 (II), formula de modo indirecto, la regla de que el vendedor estß
obligado a abstenerse de todo acto que pueda producir una perturbaci¾n material o
jurÝdica al derecho de propiedad que ha trasmitido al comprador. Si se hubiera pactado la
dispensa de sanear la evicci¾n en favor del vendedor, como autoriza el pßrrafo I del
artÝculo (repetici¾n innecesaria del parf. II del art. 624, por lo demßs), ella no podrß
incluir, bajo pena de nulidad, la de los hechos propios del vendedor. No hay definici¾n
alguna de estos actos. Es una cuesti¾n de hecho que deberß ser apreciada por el juez
(Planiol y Ripert); por ejemplo: cuando el vendedor vende por segunda vez la cosa, o
cuando pretende reivindicar la cosa vendida alegando alg·n derecho subsidiario, adquirido
sobre la cosa despuÚs de la venta (Mazeaud).
Para concluir esta parte de la subsecci¾n en examen, resta decir que habrÝa estado
mucho mejor copiar, con las correcciones debidas, el capÝtulo pertinente del C¾digo
abrogado, antes que el italiano, para alcanzar un tratamiento legislativo propio en la
materia.
Jurisprudencia
1.- "El haber conocido que las tierras fueron antes de comunidad no implica
conocimiento de que compraba cosa ajena, ni que la compraba a su cuenta y riesgo,
para poder deducir la renuncia al (saneamiento), por cuanto esas tierras como las
demßs que salieron de las comunidades enajenadas en p·blica subasta tenÝan libre
circulaci¾n".
(G.J. N║ 437, p. 668).
2.- "El vendedor no fue relevado del saneamiento conforme al art. 1044 (624, II) y
por lo mismo qued¾ sujeto a la responsabilidad que le impone el art. 1043 (624, I y
625)".
(G.J. N║ 440, p. 691).
4.- "La obligaci¾n inherente al contrato de venta prevista por este art. no tiene otro
objeto que el de (asegurar) al comprador la posesi¾n de la cosa adquirida contra
toda acci¾n que desconoce el tÝtulo en que se funda la venta".
(G.J. N║ 526, p. 13).
6.- "El comprador puede exigir esta garantÝa ante la amenaza o el temor de ser
perturbado en la posesi¾n pacÝfica, aun cuando dicha perturbaci¾n no se halle
consumada".
(G.J. N║ 1225, p. 8).
7.- "El vendedor que se ha reservado el usufructo de la cosa vendida, por cuya
raz¾n no ha entregado Ústa, debe ejercitar voluntariamente y sin necesidad de ser
requerido al efecto por el comprador las acciones que estime convenientes y que
sean necesarias para la conservaci¾n integra y pacÝfica del bien vendido y, en la
especie, al disponerlo asÝ el inferior ha dado correcta aplicaci¾n al art. 1042 (624)
del c. c.".
(G.J. N║ 1239, p. 30).
8.- "La obligaci¾n de garantizar la pacifica posesi¾n del derecho por parte del
comprador, que establecen para el vendedor los arts. 1042 y 1043 (624) del c. c., no
se extiende sino a los casos en que aquÚl reclama el saneamiento de la evicci¾n en
la gesti¾n previa exigida por el art. 149 (75) del p.c., por lo cual la tercerÝa de
dominio excluyente intentada por la vendedora, en la especie, es improcedente
porque carece de personerÝa legal ya que en momento alguno fue citada ni
requerida por el comprador".
(G.J. N║ 1289, p. 34).
En el mismo sentido.
(G.J. N║ 1290, p. 30).
9.- "Si el comprador no cumple con la obligaci¾n de pagar el total del precio, el
vendedor no estß obligado a sanear evicci¾n alguna, una vez que conserva
privilegio sobre la parte del valor de la cosa vendida, por mßs que Ústa pase a
tercera mano".
(G.J. N║ 1338, p. 9).
10.- "Seg·n los arts. 1043 y 1045 (624 y 628) del c. c., aunque en el contrato no se
estipule explÝcitamente, todo vendedor estß obligado por derecho a sanear la
evicci¾n en todo o en parte del objeto vendido, siendo ademßs, y en cualquier caso,
responsable de todo lo que resulte de un hecho que le sea personal".
(G.J. N║ 1588, p. 124).
11.- "El art. 1050 del c. c. (abrg. y con equivalente en el inc. III del art. 596 del
vigente), al regular las obligaciones del vendedor (en caso de evicci¾n) obliga a
Úste a abonar al comprador, o hacerle abonar con quien le vence (en la evicci¾n)
por todos los adelantos o mejoras ·tiles que hubiere hecho en la cosa y, si hubiera
actuado de mala fe, por todos los gastos que hubiere realizado el comprador seg·n
dispone el art. 1051 del mismo C¾digo (abrg., con igual equivalente que el
se±alado para el art. 1050)".
(G.J. N║ 1588, p. 125).
La evicci¾n puede ser total (art. 625) o parcial (art. 626). Es total, cuando la
evicci¾n supone la privaci¾n de la cosa en su integridad, como en los casos de una
reivindicaci¾n de dominio, por alguien que tiene mejor derecho sobre la cosa o la
ejecuci¾n de un acreedor hipotecario. Es parcial, cuando solamente afecta a una parte de la
cosa, como la porci¾n de una cosa indivisa, vendida totalmente por un tercero a la que no
tenÝa derecho, pÚrdida de una servidumbre activa cuya existencia estaba afirmada en el
contrato, etc. La acci¾n de saneamiento procederß, cuando la porci¾n haya sido
determinante del consentimiento del comprador (art. 597).
De acuerdo a las reglas del Cgo. abrg. y a las ense±anzas de los tratadistas (Planiol
y Ripert), conforman la evicci¾n tres condiciones: a) perturbaci¾n resultante de un
derecho alegado judicialmente por un tercero; b) el derecho judicialmente alegado que
causa la perturbaci¾n, debe ser anterior a la venta. Estas condiciones son comunes a las
tres formas de evicci¾n se±aladas supra (total, parcial y cargas ocultas). La tercera; c) se
refiere a la tercera categorÝa; ha de tratarse de cargas desconocidas por el comprador, al
tiempo de la celebraci¾n del contrato.
Jurisprudencia
2.- "Aunque estÚn retenidas las tierras por personas extra±as al comprador, no se
ha reclamado judicialmente la restituci¾n ni consta haberse promovido pleito sobre
los derechos del adquirente para dar mÚrito (al saneamiento)".
(G.J. N║ 783, p. 60).
4.- VÚase los casos Nos. 1 del art. 596; 2 y 13 del art. 624; 10 del art. 627.
La regla del art., por la cual el comprador, estß obligado a llamar al vendedor al
juicio para que oponga la defensa conveniente a la evicci¾n judicialmente entablada, tiene
una antigua tradici¾n. A la notificaci¾n del vendedor para este fin, se llamaba en el
Derecho romano litem denuntiare, auctorem laudare: juicio citado, vendedor llamado. Si el
comprador, falta a esta exigencia de la ley, para salvaguardar sus derechos, ha de suponerse
que quiere cargar con las consecuencias del pleito sin importarle la cooperaci¾n del
vendedor, quien podrß liberarse de la obligaci¾n del saneamiento, si demuestra la falta de
citaci¾n al juicio y que tenÝa razones suficientes para enervar la evicci¾n.
Jurisprudencia
2.- "Del contexto de este art. y del 149 (336, 5) del p.c. se deduce que el derecho
del comprador se limita a hacer citar de evicci¾n a su vendedor sin perjuicio de que
Úste pueda, a su vez, llamar al suyo".
(G.J. N║ 668, p. 29).
3.- "No habiendo intervenido las garantes de evicci¾n en el juicio se hallan (las
obligadas al saneamiento) fuera de las responsabilidades que emanan de dicho
juicio".
(G.J. N║ 675, p. 32)
5.- "Al rechazar (la citaci¾n de evicci¾n) se viola la ley, prejuzgando sobre lo
principal y privando al demandado del derecho que tiene de hacer citar (al
vendedor)".
(G.J. N║ 731, p. 17).
6.- "X estaba libre de la obligaci¾n de (sanear la evicci¾n) por no haber sido
llamado para ello en el juicio con Z".
(G.J. N║ 743 p. 23).
8.- "La ley obliga al vendedor a garantizar la posesi¾n natural e indemnizar los
vicios ocultos de la cosa transferida; mas, esto procede en el entendido de que haya
requerimiento expreso del comprador al efecto, promovido en la forma y en los
plazos que se±ala la misma ley".
(G.J. N║ 1349, p. 20).
11.- "Seg·n el art. 1056 (627) del c. c. la obligaci¾n del vendedor de amparar al
comprador en la posesi¾n de la cosa vendida, s¾lo procede en las acciones en que
Úste es demandado y no, como ocurre en el caso de autos, en que el derecho no ha
sido de conocido, no siendo suficiente el simple temor ante la existencia de actos de
hecho ejercidos por un tercero".
(G.J. N║ 1608, p. 59).
12.- "Para que proceda (el llamamiento del vendedor) es menester que haya
entablada una demanda judicial mediante la cual el tercero ejerza alguna acci¾n
real contra la cosa".
(G.J. N║ 1608, p. 59).
Jurisprudencia
Este art. y los arts. 631 y s. hasta el 635 inclusive, regulan la materia relativa al
saneamiento de los vicios ocultos, que tambiÚn se dicen redhibitorios, porque redhibir es
hacer que el vendedor tenga de nuevo lo que hubiere tenido (Ulpiano, cit. de Scaevola).
Algunos autores, encuentran semejanza a esta figura jurÝdica con la del error en la
sustancia (art. 745, 1). Otros la diferencian precisamente para evitar confusiones: el error
en la sustancia, se refiere a las cualidades constitutivas de la cosa, de modo que el
comprador no compra la cosa que cree comprar. Contrariamente, en el caso de los vicios
ocultos, el comprador compra exactamente la cosa que quiere adquirir, pero Ústa se halla
viciada por defectos no visibles que la hacen impropia para los usos a los que Úl destinaba
y que le habrÝan impedido comprarla si los hubiese conocido, (art. 629).
Se considera no ser ocultos los vicios o defectos que el comprador pudo o debi¾
advertir al tiempo de la compraventa, o por estar a la simple vista de cualquiera, o a la mßs
avisada de un especialista (art. 631). El comprador que conozca su impericia, debe acudir a
las personas competentes, para no perder el derecho al saneamiento por su negligencia, por
ejemplo, en la adquisici¾n de un inmueble en la que el comprador no nota un vicio que el
arquitecto podrÝa descubrir inmediatamente. Resulta ademßs indispensable, para que
proceda el saneamiento que, sobre tratarse de defectos ocultos, no manifestados a los ojos
del competente o del incompetente, sea de tal naturaleza que deba inducir a la no
celebraci¾n del contrato.
Cualquiera clßusula del contrato que exima al vendedor del saneamiento de los
vicios de la cosa vendida, es vßlida y surte efectos entre las partes, en tanto en cuanto no
haya mala fe del vendedor. Si se pacta la exoneraci¾n, aun para caso de mala fe del
vendedor, la clßusula es nula (art. 629, II). En algunas legislaciones, la mala fe del
vendedor profesional, se presume en todo caso (Planiol y Ripert).
Jurisprudencia
1.- "No es aplicable el 2║ inc. del art. 1063 (omitido en el C¾digo) que supone que
las ventas judiciales han recaÝdo sobre objetos ciertos y determinados, prohibiendo
toda reclamaci¾n relativa a vicios ocultos de que pudieran hallarse afectados".
(G.J. N║ 647, p 4).
2.- "Las obligaciones hipotecarias no constituyen vicios o defectos de la casa, que
la hagan impropia para la habitaci¾n a que estß destinada, para que pueda ser
aplicable el art. 1057 (629)".
(G.J. N║ 775, p. 4).
3.- "Dos son las condiciones para que exista responsabilidad por parte del
vendedor: que los vicios existan en el momento de producirse la venta y que sean
ocultos".
(G.J. N║ 1252, p. 38).
Jurisprudencia
1.- "El rematador no estß en la obligaci¾n de conocer los vicios ocultos de la cosa
que remata, en cuyo concepto su derecho para reclamar los vicios de la cosa es
perfecto".
(G.J. N║ 415, p. 479).
2.- "El vendedor estß obligado a resarcir los vicios ocultos de la cosa vendida, que
la hacen impropia para el uso a que se la destina, pero no es responsable de los
vicios manifiestos ni de los que el comprador pudo haberse convencido Úl mismo".
(G.J. N║ 1252, p. 42).
Art. 632.- (Opci¾n del comprador). I. En los que se±ala el primer parßgrafo del
artÝculo 629, el comprador puede demandar la resoluci¾n de la venta o la disminuci¾n
del precio.
II. La elecci¾n es irrevocable cuando se la hace con la demanda judicial.
Jurisprudencia
2.- "Tratßndose de acciones estimatorias por vicios redhibitorios, los arts. 1057 y
1059 (629) del c. c. establecen que el vendedor estß obligado a resarcir los defectos
de la cosa que la hacen impropia para el uso a que se la destina, pero no es
responsable de los vicios manifiestos ni de los que el comprador pudo haberse
convencido Úl mismo".
(G.J. N║ 1253, p. 38).
La pÚrdida de la cosa por efecto de los vicios ocultos (art. 633), en realidad, debe
considerarse en cuatro supuestos:
a) PÚrdida de la cosa por efecto de los vicios que eran desconocidos por el
vendedor: Úste debe restituir el precio y los gastos de la venta; la cosa se pierde para el
vendedor, ya que perecida ella, el comprador no puede restituirla.
b) PÚrdida de la cosa por efecto de los vicios que eran conocidos por el vendedor,
Úste debe restituir el precio y los gastos de la venta mßs la reparaci¾n del da±o causado
por su mala fe.
c) PÚrdida de la cosa por causas ajenas a sus defectos (caso fortuito o culpa del
comprador), Úste s¾lo podrß reclamar la rebaja del precio, si el vendedor no conocÝa los
vicios, esto es, actu¾ de buena fe.
d) PÚrdida de la cosa por causas ajenas a sus defectos, que eran conocidos por el
vendedor, esto es, que actu¾ de mala fe, el vendedor estß obligado a mßs de la restituci¾n
de la parte del precio que corresponda, el abono de los da±os ocasionados por su mala fe.
Jurisprudencia
Art. 636.- (Pago del precio). I. El comprador está obligado a pagar el precio en el
término y lugar señalados por el contrato.
II. A falta de pacto el pago debe hacerse en el lugar y en el momento en que se haga
la entrega de la cosa vendida.
2) La de pagar los gastos del contrato, salvo pacto contrario (art. 589).
Varias reglas -ya vistas- suponen la entrega de la cosa, sin el previo pago del
precio, ya porque la entrega se anticipó por otro título (art. 618), ya porque el comprador
teme fundadamente ser perturbado en el dominio de la cosa (art. 638). Por el contrario, el
vendedor tiene derecho a retener la cosa, si no se le paga el precio o se le afianza el pago
en el caso del art. 623.
No obstante estas preocupaciones doctrinales, según la regla del art. 636, el pago
del precio ha de hacerse en el tiempo y lugar indicados en el contrato y, en su defecto, en el
momento y lugar en que se hace la entrega de la cosa vendida.
Jurisprudencia
1.- "El comprador debe llenar la obligación que le impone el art. 1064 (636) del c.
c., porque es una obligación legalmente contraída".
(G.J. Nº 457, p. 854).
2.- "Acreditado que la transferencia del vehículo esta sujeta a la condición del pago
total del precio, la firma vendedora mantiene su derecho de propiedad sobre el
vehículo mientras el comprador cumpla con la obligación que le impone el art.
1064 (636) del c. c.".
(G.J. Nº 1601, p. 45).
Art. 637.- (Intereses sobre el precio). El comprador debe pagar intereses sobre el
precio pendiente en los casos que siguen:
1) Si así se ha convenido en el contrato.
2) Si la cosa vendida origina frutos u otros productos y ha sido entregada al
comprador.
3) Si el comprador ha sido constituído en mora.
Se consigna como fuente del art., el 1501 del c. c. español, porque el tenor de su
formulación enumerada ofrece más semejanzas con este que con el 1499 del Cgo. italiano
o el 1652 del Cgo. francés, que norman la misma figura.
Jurisprudencia
1.- "Según este art. el comprador debe los intereses del precio de la venta hasta el
pago del capital en los casos que especifica. Los establece de pleno derecho si la
cosa produce frutos u otras rentas".
(G.J. Nº 555, p. 25).
2.- "La condenación al pago de intereses legales desde la venta del inmueble no fue
pronunciada como pena convencional ni por causa de mora, sino en razón de frutos
de la cosa entregada que los produce".
(G.J. Nº 684, p. 23).
Art. 638.- (Suspensión del pago). I. El comprador puede suspender el pago del
precio:
1) Cuando tema fundadamente que la cosa vendida o parte de ella pueda ser
reivindicada por un tercero, a menos que el vendedor preste garantía idónea.
2) Cuando la cosa vendida se encuentra gravada con garantías reales o sujetas a
vínculos de embargo o secuestro, caso en el cual, además, si el vendedor no libera
la cosa en el término que debe fijar el juez, el comprador puede demandar la
resolución del contrato y el resarcimiento del daño conforme al artículo 596.
II. El pago no puede ser suspendido si el peligro de reivindicación o los gravámenes
o vínculos fueron conocidos por el comprador en el momento de la venta.
El art., autoriza la retención del pago. Para que proceda la retención, ha de existir o
una perturbación real del dominio o de la posesión, o un fundado temor de que se
produzca, y en todo caso, ha de tratarse del ejercicio, realizado o posible, de una acción
reivindicatoria o hipotecaria.
Finalmente el prf. II del art., determina que el pago no puede ser suspendido, si los
peligros a que se refieren los casos 1) y 2) del parágrafo precedente, eran conocidos por el
comprador en el momento de la venta. Generalmente, este conocimiento se evidencia
porque el comprador ha estipulado en el contrato que pagará el precio a pesar de las
perturbaciones posibles.
Jurisprudencia
1.- "En lugar de probarse que la hacienda se hallaba gravada con algunas hipotecas,
se justificó que las que reconocía están canceladas, no apareciendo, por tanto, la
violación de este art. (638)".
(G.J. Nº 292, p. 1915).
2.- "En uso de la facultad que otorga el art. 1066 (638) suspendió el pago de las
armadas del precio, alegando no sólo justo motivo de temor o inquietud
relativamente a la posesión de la finca, sino al haber sido privado de los frutos que
producía por efecto del secuestro de la misma".
(G.J. Nº 373, p. 74).
3.- "El demandado tiene con arreglo al art. 1066 (638) el derecho de retener las
armadas que motivan la ejecución".
(G.J. Nº 425, p. 572).
4.- "El recurrente en uso del derecho que este art. franquea a los compradores para
retener el precio, rehusó el pago mientras los vendedores otorguen fianza para las
resultas del juicio de propiedad de la finca".
(G.J. Nº 445, p. 740).
5.- "Los jueces reconocen que el (demandado) se halla inquietado en la posesión de
la cosa vendida, sin estar suficientemente asegurado en el goce de ella, por cuyo
motivo puede suspender el pago del precio hasta que se le garantice cumplidamente
conforme a este art.".
(G.J. Nº 711, p. 19).
6.- "Aplicando debidamente este art. se declaró suspensa la acción del ejecutante
para cobrar el saldo del precio del inmueble vendido, mientras se cancelan los
gravámenes que aparecían pesando sobre éste, o se dé fianza suficiente".
(G.J. Nº 739, p. 14).
8.- "Se convino en que los juicios que se promovieren en lo sucesivo correrían de
cuenta y riesgo de los compradores. Se evidenció de que las perturbaciones de que
se quejan los ejecutados han sido posteriores a la compraventa. Por consiguiente al
desestimarse el temor que alegan aquéllos se da debida aplicación a este art. (638)".
(G.J. Nº 775, p. 6).
9.- "La facultad otorgada al comprador por el art. 1066 (638) del c. c. de suspender
el pago del precio, supone que aquél sea inquietado en la posesión o existe temor
fundado de que lo sea y el vendedor no se aviene a asegurar la quieta posesión
mediante garantía suficiente, pero no tiene aplicación en el caso, como el presente,
en el que el vendedor no ha cumplido aun su obligación de entregar la cosa vendida
(cuestión diversa reglada por el art. 1029 del c. c. abrg. = al 622 del vigente)".
(G.J. Nº 1230, p. 65).
Art. 639.- (Resolución de la venta por falta de pago del precio). Si el comprador no
paga el precio el vendedor puede pedir la resolución de la venta y el resarcimiento del
daño.
Jurisprudencia
3.- "La falta de pago del precio dentro del plazo convenido es causa legal para
demandar la rescisión previo requerimiento de mora".
(G.J. Nº 1230, p. 31).
4.- "Es obligación del comprador pagar el precio y (si no lo hace) el vendedor
puede pedir la nulidad de la venta de acuerdo con lo dispuesto por los arts. 1064 y
1067 (636 y 639) del c. c.".
(G.J. Nº 1283, p. 54).
6.- "Si bien conforme al art. 1067 (639) del c. c., la ley autoriza al vendedor para
pedir la nulidad (resolución) de la venta, esta facultad está condicionada al
requerimiento previo que constituya en mora al comprador, como preceptúa el art.
1069 (sin equivalente propio en el nuevo Cgo. pero asimilable a lo dispuesto por el
art. 568 de éste) del mismo código".
(G.J. Nº 1599, p. 60).
7.- "El simple atraso en el pago total del precio no constituye causa de nulidad y
rescisión".
(Lab. Jud. 1980, p. 173).
9.- "Según el art. 639 del c. c., si el comprador no pagare el precio, el vendedor
puede pedir la resolución de la venta y el resarcimiento del daño y, en la especie, el
vendedor reconviniente ha probado su mutua petición".
(G.J. Nº 1734, p. 215).
10.- V. los casos Nos. 32 del art. 568 y 9 del art. 624.
Art. 640.- (Resolución de pleno derecho del contrato de venta de ciertos muebles).
En la venta de productos alimenticios y objetos muebles que pueden depreciarse, la
resolución del contrato tiene lugar de derecho, sin previa intimación, en favor del
vendedor, si el comprador al vencimiento del término convenido no los retira o no paga el
precio.
Fte: Cgo. francés 1657 -
Precd: c. c. abrg. 1070 -
Conc: c. com. 802 -
c. c. 586 - 587 - 588 -
Comprendido en la anot. al art. anterior.
Jurisprudencia
1.- "La (resolución) de la venta de esta clase de bienes (acciones reputadas muebles
susceptibles de depreciación), tiene lugar, en rigor de derecho, sin necesidad de
requerimiento, después que pasa el término en que debió hacerse el pago".
(G.J. N. 87, p. 819).
2.- "El actor no acredita debidamente que en el contrato de venta cuya (resolución)
solicita se hubiera señalado término para el pago del precio de las mercaderías (por
lo que) el auto impugnado absolviendo al demandado se sujeta a este art. (640)".
(G.J. Nº 669, p. 35).
3.- "El contrato se halla resuelto conforme al art. 1070 (640) del c. c., por no
haberse cumplido la obligación de entregar el maíz en el término estipulado y se ha
declarado probada la demanda conforme a ley".
(G.J. Nº 1358, p. 20).
SECCION VII
PRINCIPIO GENERAL
Es la venta con pacto de retroventa (a réméré del Cgo. francés y del Cgo. abrg. (art.
1072 y s.) o el pactum retrovendendo de los romanos.
En el idioma castellano, rescate significa recobrar por dinero o por fuerza lo que el
enemigo ha tomado y, por extensión, cualquiera cosa que pasa a ajena mano. Retracto,
palabra típica del tecnicismo forense, importa el derecho pactado en la venta a favor del
vendedor para recuperar la cosa vendida. Y retroventa, es la acción de retrovender. De esta
somera comparación de acepciones gramaticales, resulta que el término propio es el de
retracto y, si se prefiere, el de retroventa pero no el de rescate, noción que evoca los usos
de las guerras entre moros y cristianos. Ha de tenerse presente además, que la frase italiana
riscatto convenzionale, es locución forense que ha de traducirse por retracto convencional,
que es la locución forense castellana equivalente de aquélla, como ha hecho Sentis
Melendo en la traducción mencionada supra.
Las palabras convencional y retracto, encierran la idea cabal del concepto legal que
ambas unidades expresan. La primera, evoca la idea del pacto que supone el
consentimiento de los contratantes. La segunda señala gráficamente la acción de retraer, de
volver a traer, de revertir que, aplicada a la compraventa, implica que el comprador vuelva
a su precio y el vendedor a la cosa que trasmitió (Scaevola).
Según Pothier (cit. de Scaevola), no hay nueva venta, sino una simple cláusula
resolutoria, bajo la cual fue pactada la venta y por la cual se conviene que queda a merced
del vendedor, resolver el contrato. Coinciden en dar ese carácter de condición potestativa
resolutoria, al retracto convencional, sometida a la voluntad del vendedor para producir la
resolución de la venta, varios tratadistas italianos (citados por Scaevola), comentaristas de
los Códigos italianos de 1865 y 1942: Cuturi, Coviello, De Ruggiero, Degni, De Gregorio.
Esta tesis, puede encontrarse desarrollada, en realidad, en la regla del art. 569, que permite
a las partes pactar cláusulas resolutorias convencionales. En la doctrina francesa, si el
vendedor usa la facultad de retroventa, la venta se considera resuelta: no es que haya una
venta seguida en sentido inverso de una retroventa, sino que se concluye una sola venta,
que se encontrará extinguida retroactivamente, como si se tratara por tanto, de una venta
bajo condición resolutoria (facultad de readquisición). Así resulta de los comentarios de
Planiol y Ripert, en contraposición a la tesis de dominio bajo condición suspensiva por
virtud de la cual, el vendedor, es un propietario eventual bajo la condición de que llegue a
ejercitar el réméré (Aubry y Rau, Colin y Capitant, cits. por Planiol y Ripert). En el
Derecho alemán, se sigue precisamente este criterio que considera la reserva de retracto
como una retroventa bajo condición suspensiva (Enneccerus; cit. Scaevola). La noción de
cláusula bajo condición resolutoria de la retroventa la consigna explícitamente el Cgo.
portugués de 1967 (art. 927) al establecer que se dice que la venta se hace a retro, cuando
se reconoce al vendedor la facultad de resolver el contrato. En el derecho nacional
obsérvese que la jurisprudencia (casos 1 y 2 infra) también considera la figura como de
condición resolutoria.
La reserva de derecho de que habla el art., ha de entenderse como la facultad
resolutiva atribuida al que vende y retiene la reserva que constituye la perpetuidad de la
trasmisión del dominio, con la precariedad del ejercicio de la facultad reservada.
Jurisprudencia
1.- "Se pactó la retroventa del coche y el par de caballos vendidos, fijando para el
efecto el término de seis meses. Dentro del término se propuso el rescate al
comprador quien evadió dar inmediata contestación. Tal gestión extrajudicial
oportuna reiterada al día siguiente con oferta real del precio integro de la venta,
importa haberse cumplido la condición resolutoria al respecto".
(G.J. Nº 729, p. 6).
2.- "La venta con pacto de rescate importa una venta bajo una condición
resolutoria, que está sometida al cumplimiento de los requisitos señalados por ley".
(Lab. Jud. 1984, p. 124).
Las partes pueden establecer el plazo que deseen para el ejercicio del retracto,
siempre que no exceda a los máximos fijados por el art. para muebles e inmuebles: uno y
dos años respectivamente. Es decir, pueden establecer un plazo menor al señalado por la
ley y si estipulan uno mayor, éste se reduce al determinado por la regla en examen. El
plazo, empieza a correr desde el momento en que el contrato queda perfeccionado. Es un
plazo no susceptible de interrupción ni de suspensión como el plazo de la prescripción.
Sólo el ejercicio del retracto, puede interrumpir este término y corre indefectiblemente
contra todos, incapaces inclusive. Por eso, el art. 643, complementa la regla del 642, al
declarar el término establecido por la ley improrrogable y perentorio.
Jurisprudencia
1.- "Dentro del término fijado en la escritura de venta se entabló la demanda con el
objeto de rescatar la heredad vendida (con pacto de) retroventa".
(G.J. Nº 334, p. 3160).
2.- "En virtud de que el vendedor dejó de ejercer su acción de rescate en el término
señalado, el comprador se hizo irrevocablemente propietario de la cosa vendida".
(G.J. Nº 718, p. 10).
4.- "Por lo que dispone el art. 1073 (642), relacionado con el 1074 (643) del c.c., la
facultad de rescatar la cosa vendida bajo el pacto de retroventa, no puede exceder
(del plazo señalado por la ley), pudiendo las partes fijar uno menor, si así conviene
a sus intereses, una vez que la restricción de la ley sólo se refiere a un término
mayor".
(G.J. Nº 1602, p. 55).
Jurisprudencia
1.- "La acción de exigir la restitución, dentro del término estipulado, en las ventas
con pacto de retroventa, corresponde al vendedor".
(G.J. Nº 1602, p. 55).
3.- "Constando de los datos del proceso que el vendedor no ha ejercitado la facultad
de rescate, a mérito del pacto de retroventa, al vencimiento del año prefijado en el
contrato, y al haber los jueces de instancia declarado probada la demanda e
improbadas las excepciones del comprador, han violado las normas legales que
regulan la materia".
(G.J. Nº 1602, p. 55).
El vendedor, para ejercitar su derecho, debe cumplir los requisitos señalados por los
arts. 644 y 645. Ellos, reponiendo en lo posible el orden de las disposiciones italianas
equivalentes son: a) notificar o comunicar oportunamente al comprador, que ejercerá su
derecho con protesta de efectuar los reembolsos determinados en el contrato o en la ley
(art. 644, I in fine. b) Luego, dentro del término contractual o legal, según los casos, debe
restituir al comprador el precio en el monto percibido a tiempo del contrato; pues, todo
pacto de restituir mayor precio que el percibido, es nulo (art. 641, II); el reembolso
comprenderá además los gastos del contrato de venta, y los que hayan ocasionado las
reparaciones y los incrementos (mejoras) de valor (art. 645, I).
Jurisprudencia
1.- "La acción caducó por ministerio de la ley (arts. 1074 y 1075 del Cgo. abrg.
iguales a los 643 y 644 del vigente) por haberla deducido fuera del término
señalado en el contrato".
(G.J. Nº 344, p. 3160).
Respecto de los efectos del ejercicio del retracto, el Código en éste art. se aparta de
los principios clásicos propios que informan la materia, sin otra razón al parecer que seguir
indeliberadamente a su modelo italiano. En efecto, limita -indudablemente- los efectos del
retracto respecto de terceros, a que él sea oponible al subadquiriente, sin explicar qué debe
entenderse por tal cosa. Y el párrafo II del artículo autoriza al vendedor a ejercitar su
derecho contra un tercero adquirente, cuando la enajenación hecha por el comprador con
pacto de retracto le ha sido notificada.
La oponibilidad enunciada y no explicada por el art. 646, parece derivar del criterio
de algunos autores (Gómez de Laserna, cit. por Scaevola), que estiman que el retracto
puede ser demandado contra un tercer adquirente, sólo en el caso de haberse prohibido al
comprador la enajenación de la cosa por el contrato, criterio extraño para todas las
legislaciones que permiten que la cosa vendida con pacto de retro, puede ser libremente
enajenada, sujeta naturalmente a los efectos del principio de que nadie puede trasmitir más
derecho del que tiene garantizado por la inscripción en el registro. Corresponde al tercero
adquirente, como en cualquier compraventa normal, informarse acerca del contenido y los
alcances de los derechos de su vendedor. Lo mismo puede decirse de todos los
subadquirentes si éstos resultan ser varios.
Con este criterio, el Anteproyecto de Ossorio (art. 1096) aseguraba la eficacia del
retracto contra terceros mediante su registro en Derechos Reales. Es la garantía obligada
que la publicidad del Registro ampara -dice. Inscrito el contrato de venta a retro, se da a
conocer la facultad de retraer, de manera que todos los que después compran la cosa, están
suficientemente advertidos de que la adquieren con esa limitación y que corren la
eventualidad de que el retracto sea ejercitado.
El Proyecto Toro, que trata la materia como pacto accesorio al contrato de venta y
sólo para cosas inmuebles, con facultad, además, de convenir el aumento o disminución del
precio para el caso de ejercitarse la retroventa (arts. 3695 y s.), obliga a los terceros
adquirentes a cumplir, lo mismo que su causante, la retroventa, aunque en el contrato con
ellos no se expresara esa circunstancia (art. 3704).
Art. 648.- (Venta conjunta de cosa indivisa). I. Si varias personas han vendido, por
un solo contrato, una cosa indivisa, cada una puede ejercer el rescate sobre la cuota que le
correspondía.
III. El adquiriente puede exigir que todos los vendedores o todos los herederos
ejerzan conjuntamente el rescate; si ellos no se ponen de acuerdo, el rescate sólo puede
ejercerse por quien o quienes ofrezcan rescatar toda la cosa.
Inversamente al supuesto del art. anterior, si la venta de la cosa ha tenido lugar por
cuotas separadas y mediante actos distintos, cada vendedor puede ejercitar el retracto de su
parte, sin que el comprador pueda pretender que se lo haga respecto de toda la cosa
indivisa.
Art. 650.- (Rescate contra herederos del comprador). I. Si el comprador ha dejado
varios herederos el rescate puede pedirse contra cada uno de ellos por la parte que les
corresponda aun cuando la cosa vendida esté indivisa.
II. Cuando la cosa vendida sea asignada íntegramente a uno de los herederos, el
rescate puede ejercerse totalmente contra dicho heredero.
DE LA PERMUTA
Art. 651.- (Noción). La permuta es un contrato por el cual las partes se transfieren
recíprocamente la propiedad de cosas o intercambian otros derechos.
PRINCIPIOS GENERALES
"In permutationibus unaquaeque res, pretium est alterius" = (En la permuta cada
cosa es precio de la otra). M. Puigarnau.
"In permutatione discerni non potest, uter emptro, uter venditor, sit" = (En la
permuta no puede discernirse cuál sea el comprador y cuál el vendedor). Paulo. Digesto,
ley 1, tít. 1, Lib. 18.
Hay permuta en los casos determinados por la regla del art. 651 y también en los
contratos en los cuales según la manifiesta intención de las partes, el precio consiste parte
en dinero y parte en otra cosa o derecho, cuyo valor exceda al del dinero o su equivalente
(Scaevola). También hay permuta cuando en lugar de dinero se entrega valores mobiliarios
contra una cosa, ya que, por fácil que sea la realización de éstos y su transformación en
numerario, no pueden equipararse a una suma de dinero, para que haya realmente venta
(Planiol y Ripert).
Jurisprudencia
A la regla del art. 652 sobre evicción, ha de añadirse la aplicabilidad de las reglas
relativas al saneamiento por vicios o defectos de la cosa vendida. Si sólo se busca la acción
cuanti minoris, la rebaja deberá computarse valuando el demérito de la cosa permutada con
relación a su valor al tiempo del contrato.
Art. 653.- (Gastos de la permuta). Salvo pacto diverso, los gastos de la permuta son
a cargo de los contratantes por partes iguales.
Art. 654.- (Aplicación de las reglas sobre la venta). En cuanto sean compatibles, se
aplican a la permuta las normas sobre la venta.
La nulidad de permuta entre esposos tiene aplicación por efecto de las reglas de los
arts. 591 y este 654.
Puede hacerse una permuta con pacto de rescate o retracto, aunque no frecuente y
ordinariamente; pues que el vendedor que retrae la cosa, es porque se halla en condiciones
de devolver el dinero precio de la venta, que a tiempo del contrato le fue urgentemente
preciso y en garantía del cual cedió temporalmente la expresada cosa, modalidad que no se
aplica estrictamente a la permuta (Scaevola).
Jurisprudencia
"Las permutas se rescinden por las mismas causas que las ventas".
(G.J. Nº 1265, p. 13).
CAPITULO III
DE LA DONACION
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 655.- (Noción). La donación es el contrato por el cual una persona, por espíritu
de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un derecho
propio o asumiendo frente a ella una obligación.
PRINCIPIOS GENERALES
"Cuius est donandi, eidem et vendendi, et concedendi ius est" = (El que tiene
facultad para donar, también la tiene para vender y conceder). Ulpiano. Digesto, ley 163,
tít. 17, Lib. 50.
"Donari videtur, quod nullo iure cogente conceditur" = (Se considera que se dona lo
que se da sin estar obligado por algún derecho). Papiniano. Digesto, ley 29, tít. 5, Lib. 39.
"Donatio est liberalitas nullo iure cogente facta" = (La donación es una liberalidad
ejercida espontáneamente). M. Puigarnau.
La donación es un contrato solemne (arts. 491 y 667) por el que una persona,
llamada donante, se desapropia de un bien sin contraprestación y por liberalidad en favor
de otra persona, llamada, donatario, que la acepta. (Capitant).
Es uno de tantos medios con que el hombre satisface necesidades de orden moral o
de conciencia, proporcionándose el delicado placer de hacer el bien, sea por el simple
placer que ello le proporciona, sea para enmendar situaciones particulares, sea, en fin, para
premiar servicios que no tienen precio en el comercio de los hombres (Machado).
Basta aquí señalar que sin la aceptación del donatario (art. 668), aquélla no alcanza
existencia. Esa aceptación, supone que se forma por el consentimiento de las partes que
unido al objeto y la causa (la liberalidad), completan los requisitos exigidos para la
formación de un contrato. Sin la aceptación del donatario, no se perfecciona la donación,
vale decir, el contrato. Se aplican aquí dos principios muy citados por los tratadistas: no
puede adquirir donación el que no la quiere y ninguno adquiere beneficio contra su
voluntad (Ulpiano y Paulo, respectivamente, cits. por Scaevola).
Jurisprudencia
2.- "La aludida cesión (que ha) sido hecha en remuneración de servicios prestados
se halla regida por las leyes relativas a la trasmisión de bienes a título oneroso y no
por las comprendidas en los arts. 662 y s. (655 y s.) aunque impropiamente se
hubiese hecho uso junto con el término cesión, del de donación... porque la
naturaleza de los contratos se determina por las estipulaciones que contienen".
(G.J. Nº 1014, p. 5).
3.- "La noción que de la donación da este art. presenta un acto de liberalidad por el
cual la parte donante beneficia a la parte donataria, disponiendo en favor de esta un
derecho propio o asumiendo frente a ella una obligación"
(Lab. Jud. 1985, p. 183).
PRINCIPIOS GENERALES
"Donatio remuneratoria, non est proprie donatio, sed poius permutatio seu
compensatio" = (La donación remuneratoria no es propiamente donación, sino permuta o
compensación). Du Moulin, cit. M. Puigarnau.
"Difficile est omnino sustineri donationes remuneratorias" = (Es del todo difícil
sostener la existencia de donaciones remuneratorias). Tiraquellus, cit. M. Puigarnau.
Jurisprudencia
1.- "La obligación de dar (la suma de)... no es un acto de liberalidad o donación,
sino, al contrario un compromiso por causa remuneratoria de sus servicios".
(G.J. Nº 577, p. 3).
4.- "Por todo el texto de la escritura se ve que se trata de una donación de carácter
remunerativo (siendo) ineficaz y nula por no haberse realizado mediante documento
público indispensable (según) el art. 663 (667) del c. c.".
(G.J. Nº 1198, p. 73).
Art. 657.- (Donación de todos los bienes). La donación puede comprender todos
los bienes del donante si éste se reserva el usufructo de ellos. Se salvan los derechos de los
herederos forzosos y de los acreedores.
La donación podrá comprender todos los bienes presentes del donante, con tal que
éste se reserve el usufructo de ellos, o lo necesario para vivir en una situación
correspondiente a sus circunstancias. Se dice bienes presentes, porque el art. 658 limita la
facultad libérrima de disponer gratuitamente a lo que actualmente tenga el donante,
prohibiendo la donación de bienes de los cuales el donante no puede disponer a tiempo de
la donación.
La regla del art., salva los derechos de herederos y acreedores, cuando era más
práctico establecer la regla teniendo en cuenta las normas que el propio código da sobre la
porción de libre disponibilidad en la Sección I, del Cap. VI, del Tít. I del Libro IV.
Concordando las disposiciones de esa sección con las del artículo en examen, se puede
donar la universalidad de los bienes cuando no se tiene herederos forzosos (art. 1065); se
puede disponer libremente de un quinto, cuando se tiene hijos (art. 1059) y de un tercio,
cuando se tiene ascendientes o cónyuge (art. 1061). La situación de los acreedores, también
está resguardada por las disposiciones pertinentes, según que tengan algún privilegio,
alguna garantía real o simplemente sean quirografarios.
Jurisprudencia
"La reserva de usufructo, dispuesta para el caso de hacerse donación de todos los
bienes y establecida únicamente en interés del donante, ocasionado a quedar por un
acto de prodigalidad sin medios de subsistencia, durante sus días, no puede ser
reclamada sino por éste, derecho personal (que) caduca al fallecimiento del que lo
tenía".
(G.J. Nº 522, p. 16).
PRINCIPIO GENERAL
"Liberalis ex alieno non debet esse" = (Nadie debe ser liberal con lo ajeno). M.
Puigarnau.
Jurisprudencia
"La donación de cosa ajena es nula por no ajustarse al concepto de que el donante
sea propietario de los bienes donados".
(G.J. Nº 1182, p. 129).
Art. 660.- (Capacidad de donar). Pueden donar todos los que tienen capacidad de
disponer de sus bienes.
PRINCIPIOS GENERALES
"Mente captus donare non potest" = (El mentecato no puede hacer donación).
Modestino. Digesto, ley 23, tít. 5, Lib. 39.
Por la regla del art., pueden donar todos los que tengan capacidad para enajenar. Es
una proposición jurídica que se aclara, para comprenderla, por la proposición contraria,
determinando quienes no pueden disponer de sus bienes.
Por aplicación del mismo art. 5, caso 2) del párrafo I), están incapacitados de donar
los interdictos declarados. Si ocurriera el caso de un interdicto declarado que haga una
donación, inclusive con documento notariado, cosa probable porque nadie está obligado a
conocer la situación exacta de las personas con que trata ni existe ni puede existir un
registro de interdictos, los interesados (tutores, acreedores causahabientes, etc.), pueden
obtener la anulación de la donación, con sólo demostrar que el donante era interdicto
declarado a tiempo de hacer la donación. Esta eventualidad tiene, por el hecho de existir
una interdicción judicialmente declarada, tanta o más posibilidad de ser anulada, que la del
art. 661 que franquea la acción anulatoria, cuando personas que no están declaradas
interdictas disponen una donación en circunstancia -así fuese transitoria- de incapacidad de
querer y entender. Este caso, es análogo al de la prohibición de testar a quienes no se hallen
en su sano juicio (art. 1119), caso 3), por cualquier causa.
No pueden hacer donación, los incapaces que han alcanzado o han recuperado su
capacidad a quienes ejercieron su tutela, antes de cumplidas las condiciones señaladas por
el art. 665, ni los cónyuges entre sí (art. 666), aunque sin incluir en la regla los regalos
acostumbrados generalmente en ocasiones de regocijo familiar.
Los padres y tutores no pueden hacer donaciones por sus tutelados. La prohibición
es absoluta (art. 662, 1).
Jurisprudencia
La enmienda ha sido tomada del art. 775, in fine del Cgo. it., sin verificar el por qué
de la diferencia de términos de prescripción en el Cgo. modelo y en el c. c. vigente, como
si tales plazos se fijaran al sabor del ponente y nada más. Dichos plazos se establecen en
función del sistema que sobre ellos se elige para determinada normativa. La italiana fija
para la prescripción ordinaria o común 10 años, la nacional cinco años. Luego para las
prescripciones breves se acortan de ese punto de partida. Por eso el Cgo. it. fija para el caso
cinco años. El Código fija tres años en atención a que para la prescripción ordinaria o
común señala, como regla general, cinco años en el art. 1507, siguiendo con las breves,
entre las que ha de contarse la del art. en examen. Luego, la enmienda deviene inconsulta e
impertinente.
Examinada la capacidad jurídica para otorgar donación, queda por ver lo relativo a
la capacidad para percibir donaciones.
Los padres y los tutores no pueden aceptarla para sus tutelados, cuando con llevan
cargas y condiciones contrarias al interés de éstos, a menos que se declare su conveniencia
por el juez en autorización expresa especial (arts. 662, 1) del c. c. y 266, inc. 2) y 316 c.f.).
Art. 665.- (Donación a favor del tutor). La donación en favor de quien ha sido tutor
del donante es nula si se hace antes de estar las cuentas rendidas y aprobadas y pagado el
saldo que pudiera resultar contra el tutor.
Jurisprudencia
1.- "Los bienes de patrimonio de cada uno de los cónyuges se presumen comunes
mientras no se pruebe lo contrario (mediante) prueba preconstituida, por lo mismo
que durante (el matrimonio) los esposos no pueden hacerse donaciones recíprocas
bajo ninguna forma".
(G.J. Nº 759, p. 11).
2.- "(Si bien) la ley declara nulas las donaciones que el esposo hace a su esposa y
viceversa, la nulidad habría tenido rigurosa vigencia legal dentro del matrimonio o
de los trámites de su disolución por el divorcio, no después de declarado disuelto".
(G.J. Nº 1218, p. 62).
3.- "La nulidad declarada por el art. 674 (666) del c. c. de las donaciones que el
esposo hace a la esposa o viceversa, de muebles e inmuebles, no comprende los
regalos de joyas".
(G.J. Nº 1218, p. 62).
SECCION III
PRINCIPIO GENERAL
Jurisprudencia
1.- "Dádiva, don, presente o regalo, son nombres sinónimos que todos importan una
donación, la que, para ser legal, debe ser hecha según este art. (667) por escritura
pública".
(G.J. Nº 336, p. 3175).
2.- "Está arreglada a las disposiciones de los arts. 663 y 666 (667 y 668) la
donación remuneratoria, aceptada por la donataria en el mismo instrumento".
(G.J. Nº 529, p. 19).
3.- "Este art. (667) requiere instrumento público para las donaciones, más no
respecto de los obsequios o regalos conocidos por el derecho con el nombre de
donaciones manuales".
(G.J. Nº 662, p. 36).
4.- "Debiendo verificarse las donaciones por escritura pública conforme al art. 663
(667) del c. c. al declararse sin valor la efectuada mediante documento privado... se
ha aplicado debidamente aquel art.".
(G.J. Nº 887, p. 5).
5.-"No hubo donación por haber faltado el requisito indispensable que manifieste la
voluntad del donante, por acto público notariado con arreglo al art. 663 (667) del c.
c.".
(G.J. Nº 906, p 28).
6.- "La donación está considerada por la ley entre los contratos calificados de
solemnes, en los que, la forma de su otorgamiento es un requisito sustancial a su
validez misma".
(G.J. Nº 1121, p. 52).
7.-"La donación, según el art. 663 (667) del c. c., requiere instrumento público para
su validez, requisito que no es indispensable para los objetos o regalos que se dan y
que el derecho conoce con el nombre de donaciones manuales, según uniforme
jurisprudencia como la que registran, por ejemplo, las GG. JJ. Nº 336, p. 3175; 672,
p. 36; 824, p. 36 ó 1054, p. 4."
(G.J. Nº 1356, p. 53).
8.- "La donación, para tener valor legal, conforme a los arts. 663 y 666 (667 y 668)
del c. c., debe hacerse por instrumento público, careciendo de todo valor para el
efecto la minuta acompañada, en la especie, y el reconocimiento de las firmas y
rúbricas que contiene". (A.S. Nº 100 de 24-VI-80; S.C. 1ª, inéd.).
9.- V. los casos Nos. 4 del art. 656 y 5 del art. 669.
Art. 668.- (Aceptación). I. El donatario puede aceptar la donación por el mismo
documento público en que ha sido hecha o en otro posterior que debe ser notificado al
donante, pero el contrato quedará concluido con la aceptación.
II. El donante puede revocar su declaración antes de que la donación sea aceptada.
PRINCIPIOS GENERALES
"Nec emere, nec donatum assequi, nec damnosam quisque hereditatem adire
compellitur" = (Nadie es compelido a comprar, ni a aceptar una donación, ni a adir una
herencia onerosa). Codex, ley 16, tít. 30, Lib. 6.
"Non potest liberalitas nolenti acquiri" = (No puede adquirir donación el que no la
quiere). Ulpiano. Digesto, ley 19, tít. 5, Lib. 39.
Jurisprudencia
1.- "Por la escritura pública de donación que hace plena fe, la donante se halló
presente en el acto de la (aceptación) de la donataria, en cuyo caso no hay
necesidad de ninguna otra diligencia para que produzca efectos".
(G.J. Nº 581, p. 9).
2.- "La ley declara sin efecto una donación no aceptada ni comunicada su
aceptación al donante".
(G.J. Nº 754, p. 11).
3.- "La donación para su validez, ha debido ser aceptada por la donataria, con las
formalidades prescritas por el art. 666 (668) del c. c.".
(G.J. Nº 1121, p. 52).
4.- "La donación aceptada por el donatario surte efecto desde la aceptación a tenor
del art. 668 (668) del c. c.".
(G.J. Nº 1229, p. 29)
5.- "La liberalidad en favor de un menor debe ser aceptada por su representante
legal".
(G.J. Nº 1280, p. 53).
6.- "La aceptación de la donación, conforme establece la ley (art. 667 c. c.
abrg. sin equivalente en el vigente) tendrá lugar 6 meses o un año después de
suscrita la escritura respectiva, según que el donatario esté en la República o fuera
de ella; vencidos los cuales términos prescribe en favor del donante o sus
herederos".
(G.J. Nº 1298, p. 86).
7.- V. los casos Nos. 5 del art. 110; 2 del art. 529; 2 y 8 del art. 667.
Art. 669.- (Donación manual). I. La donación que tiene por objeto bienes muebles
de valor módico es válida siempre que haya habido tradición aun cuando falte el
documento público.
II. La modicidad debe apreciarse en relación a las condiciones económicas del
donante.
PRINCIPIO GENERAL
"Dona... sunt, quae nulla necessitate iuris, officii, sed sponte praestantur" = (Son
donativos los que se dan sin ninguna necesidad de derecho ni de oficio, sino
espontáneamente). Marciano. Digesto, ley 214, tít. 16, Lib. 50.
Jurisprudencia
1.- "Debe atenderse a lo que el uso y las costumbres han establecido respecto de
esta clase de convenciones que antiguamente han sido conocidas por el derecho con
el nombre de donaciones manuales".
(G.J. Nº 336, p. 3175).
4.- "La entrega de letras hipotecarias y algunas joyas (hecha por el de cujus) a la
recurrente, antes de su fallecimiento, no puede considerarse como una donación
sino como un obsequio espontáneo permitido por la ley".
(G.J. Nº 923, p. 17).
5.- "En las donaciones manuales cuyo efecto es transferir la propiedad de una cosa
sin más requisito que la tradición, no puede exigirse la aplicación del art. 663
(667)".
(G.J. Nº 1054, p. 5).
6.- "Las donaciones manuales no están sujetas a las solemnidades exigidas por los
arts. 663 y 666 (667 y 668)".
(G.J. Nº 1088, p. 69).
Para la debida comprensión de la regla del art., téngase presente que por efecto de
la aceptación, notificada o simultánea (art. 668), de la donación, ésta se perfecciona y crea
una relación vinculante de la que deriva para el donatario un verdadero y propio derecho de
crédito o un inmediato derecho real (Messineo) cuyo cumplimiento puede ejecutar a tenor
del art. 339, de lo que resulta paralelamente la responsabilidad, aunque limitada al caso de
dolo o de culpa grave, que incumbe al donante en los supuestos de retardo o de
incumplimiento.
Caben, pues, entonces, en las donaciones, las modalidades que la ley admite para
las convenciones, entre ellas, particularmente la del art., o la cláusula si premoriar (si el
donante premuere al donatario), lo que supone una condición suspensiva o la cláusula cum
premoriar (cuando o después que muera el donante) que supone un término inicial para la
donación.
En el caso del art., según observa Messineo, aunque su rúbrica habla de condición
de reversibilidad sin embargo, no es una condición en sentido técnico, sino una cláusula
autónoma o pacto agregado, genérico y específico, de regulación que la ley autoriza al
donante agregar en el contrato y cuya razón de ser se encuentra en el intuitus personae del
donatario, que cuando llega a faltar por la muerte de éste, falta para el donante la razón de
la donación hecha.
Además, la norma del art. es concreta. La liberalidad, expresión, por lo regular, del
intuitus personae del donatario, queda en el supuesto del artículo limitada a la vida del
donatario, volviendo al donante si aquél muere antes que éste. Es una cláusula condicional
autónoma. Los descendientes no tienen ni derecho espectaticio para ese caso. Otra solución
es si el donante muere antes que el donatario. La reversibilidad fenece, porque como sólo
puede volver la cosa donada al donante, muerto éste antes que el donatario, resulta una
condición fallida. La donación se consolida en el patrimonio del donatario y, a su tiempo,
pasa a sus descendientes, no por razón de la donación, sino por el derecho de sucesión.
Art. 672.- (Resolución por superveniencia de hijos). La donación hecha por quien
no tenía hijos a tiempo de celebrar el contrato, no queda resuelta por sobrevenir los hijos, si
expresamente no estuviese establecida esta condición.
Es posible que considerada la donación como negocio bilateral que es, se haya
preferido para el supuesto del art., la solución que para los contratos condicionales señalan
los arts. 494, 500 y 501, a cuyo fin la condición resolutoria debe estar expresamente
contenida en el contrato, solución que parece tener más pertinencia con el carácter bilateral
del contrato de donación (art. 668).
La enmienda sólo supone un aditamento con la adopción del art. 792 del Cgo.
modelo, transfiriendo la norma original del art. relativa a la resolución del contrato de
donación al art. 679 como parágrafo II del mismo, cambiando el tratamiento del caso que
con la modificación deja de ser de reversibilidad para convertirse en otro de revocatoria,
cuyos efectos son diversos, (art. 682).
El tratamiento original del asunto sobre este punto es indudablemente más propio
que el propuesto en la modificación.
La modificación propuesta para este art., incorpora al Código, el art. 790 del Cgo.
it. que regula el supuesto en él contenido y que en la formulación original no fue tenido en
cuenta, indudablemente con buen criterio habida cuenta la evocación del principio no vale
dar y retener, citado en la anot. al art. 655 y la observación a la facultad concedida al
donante por el parágrafo II del art. 668 (véase su anot.) sobre la inaceptabilidad de
arrepentimientos voluntariosos del donante.
Art. 674.- (Donación con carga). I. Cuando la donación está gravada por una carga
el donatario queda obligado a cumplir con ella sólo en los límites correspondientes al valor
de la cosa donada.
II. El cumplimiento de la carga puede ser pedido por el donante u otro interesado.
PRINCIPIO GENERAL
"Perfecta donatio conditiones postea non capit" = (La donación perfecta no admite
después condiciones). Codex, ley 4, tít. 55, Lib. 8.
La carga puede consistir, también, en que el donatario pague las deudas del
donante, obligación que debe pactarse explícitamente, haciendo constar si se refieren sólo a
las existentes al tiempo de la donación o a las futuras y hasta qué límite.
Jurisprudencia
"El donante sujetándose a la ley del contrato pudo imponer gravámenes a los bienes
que transfirió, por cuanto la donataria se comprometió a cumplir y respetar, en
cualquier tiempo, todas las disposiciones de aquél".
(G.J. Nº 823, p. 8).
Este es un caso de resolución en el sentido técnico, previsto por el art. 568, a causa
del incumplimiento de la carga (donación modal, en rigor), especialmente cuando la carga
consiste en un facere o en un non facere (en un hacer o en un no-hacer) que hace no posible
obtener su cumplimiento específico.
Jurisprudencia
1.- "El donatario al imponerse la obligación de transigir con el Fisco y... no
habiendo caído en mora, no debe ser privado de la liberalidad por supuesta falta de
cumplimiento de la (carga)".
(G.J. Nº 481, p. 12).
PRINCIPIO GENERAL
La sanción de inoperancia o de nulidad, según los casos previstos, para carga ilícita,
se ajusta a las reglas generales de los arts. 485, 489 y 490.
La regla del art. debió incluir en primer término, la disposición de que el donatario,
antes que todo, se subroga en todos los derechos del donante, de manera que el derecho de
saneamiento de la evicción o de los vicios ocultos (art. 678), que pudieran corresponder al
donante, pueda justificadamente ejercitarlos el donatario. Lo demás, en ambos artículos
está claro y no requiere mayor explicación.
Art. 678.- (Responsabilidad por los vicios de la cosa). El donante no responde por
los vicios de la cosa, a menos que expresamente haya asumido esa responsabilidad o haya
incurrido en dolo.
Art. 679.- (Revocación por ingratitud). I. La donación puede ser revocada por
ingratitud cuando el donatario a cometido contra el donante uno de los hechos previstos en
los casos 1 y 3 del artículo 1009.
Para el caso 1) del art. 1009, aplicable a la revocación por ingratitud, ésta se
manifiesta de la misma suerte, cometiendo el delito personalmente que cooperando a su
ejecución o dando refugio o proporcionando la fuga del culpable. La complicidad a que se
refiere el precepto, ha de entenderse en todas sus manifestaciones, según las reglas que
sobre la participación criminal (arts. 20 y s.) da el código penal. La imputabilidad penal
podrá ser graduada distintamente, la ingratitud no; es indudablemente la misma. Por eso el
hecho criminal consumado o la simple tentativa acarrean la misma consecuencia.
También es indudable, que para este caso rigen las reglas sobre las causas de
justificación eximentes de responsabilidad penal (arts. 11 y s. del c.p.) y las relativas a la
inimputabilidad: enajenación mental, embriaguez, etc., (arts. 17 y s. del c.p.).
Las proposiciones modificatorias de este art., como de los anteriores 672 y 673, se
fundamentan en consideraciones relativas a que se incorporan versiones más pertinentes
con los temas objeto de ellas, incluyendo, para la revocación, otras causas que no fueron
consideradas.
Véase las anots. ampliadas para las modificaciones que se propone introducir para
los arts. 672 y 673. De ellas resulta que las mismas como las de este art. alteran una
sistematización más coherente y adecuada a las exigencias de la normativa nacional.
Jurisprudencia
La enmienda trata de concordar con la del art. 679. Estese a lo comentado sobre las
modificaciones propuestas, para los arts. 672, 673 y 679.
II. Esta demanda no puede proponerse contra los herederos del donatario ni por los
herederos del donante a menos, en este último caso, que el donante hubiera muerto dentro
del año del hecho.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
"Si bien el instrumento privado reconocido no indica los motivos que indujera a
verificar la donación manual, ésta es resultado de que se propuso remunerar
servicios de orden privado... una obligación natural en reparo de los perjuicios
ocasionados, no siendo por tanto reclamable ni revocable dicha donación manual".
(G.J. Nº 1088, p. 69).
El proyecto de modificación 48 (art. 682), suprime del texto de este art. las palabras
por ingratitud.
Comprendido en la anot. al art. anterior.
Art. 684.- (Donación remuneratoria o con carga). Cuando se revoca por ingratitud
una donación con carga o remuneratoria, el donante debe reembolsar al donatario el valor
de las cargas satisfechas o el de los servicios prestados.
El proyecto de modificación 48 (art. 682), suprime del texto de este artículo las
palabras por ingratitud.
SECCIËN I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 685.- (Noci¾n). El arrendamiento es el contrato por el cual una de las partes
concede a la otra el uso o el goce temporal de una cosa mueble o inmueble a cambio de un
canon.
PRINCIPIOS GENERALES
"Qui ex conducto possidet, quamvis corpolariter teneat, non tamen sibi, sed domino
rei creditur possidere" = (El que posee a tÝtulo de arrendamiento, a pesar de la tenencia
corporal de la cosa, se considera, sin embargo, que posee no para sÝ, sino para el due±o de
aquella). M. Puigarnau.
"Locatio sine mercede certa contrahi non potest" = (No puede contratarse un
arrendamiento sin precio cierto). Papiniano. Digesto, ley 52, tÝt. 1, Lib. 24.
Locaci¾n, es el contrato por el cual una de las partes se obliga a procurar a la otra
el goce de una cosa, durante un plazo determinado (locaci¾n de cosa), o a hacer algo para
la otra (locaci¾n de obra, antes; hoy contrato de obra: art. 733 y s.) mediante un precio
convenido (Capitant).
Locador, es quien da una cosa en arriendo o alquiler. Locatario, el que recibe una
cosa en virtud de un contrato de locaci¾n, particularmente del que toma en alquiler una
casa o vivienda, por oposici¾n al que tomaba (antes no ahora) en arrendamiento un bien
rural. Se dice locador principal, al que a su vez da en alquiler a un tercero todo o parte de la
cosa que tiene locada. Frente al locador el locatario principal es quien queda siempre
obligado frente al locador inicial o propietario con arreglo a las estipulaciones
contractuales. Sublocatario, es quien recibe una cosa del locatario principal. Si el contrato
inicial o principal no la autoriza, no se da la posibilidad de sublocaci¾n. (arts. 707, 719).
Los autores consideran la compraventa y el arrendamiento como las formas
generales de una misma facultad: el ius disponendi, con rasgos de tanta semejanza que
muchas veces nace del arrendamiento la plena propiedad, como la de los frutos del fundo
r·stico arrendado, v. gr. Pero de esa misma facultad del ius disponendi, deriva la sustancial
diferencia entre ambas formas. La una trasmite el dominio que pasa de un patrimonio a
otro, definitivamente. La otra trasmite el uso o fruici¾n de la cosa sin pÚrdida del
dominio, que el propietario retiene durante la temporalidad del arrendamiento,
temporalidad que es su condici¾n consustancial (Scaevola).
En efecto, seg·n el art. 713, II, esta destinada a regular s¾lo el arrendamiento de las
mansiones y otras residencias similares.
La vivienda que no merece esa distinci¾n, esta sometida a las reglas de la secci¾n
siguiente. La distinci¾n de mansiones y residencias similares, a tenor del art. 713 se
determina por la autoridad administrativa. CorrespondÝa atribuir esa facultad a las
municipalidades, cuya facultad privativa es dictar las reglamentaciones pertinentes a las
construcciones de mansiones, casas, viviendas, etc., dentro de su funci¾n general de
atender y vigilar el desarrollo urbanÝstico de sus jurisdicciones.
Jurisprudencia
1.- "Es regla general de que (los contratos) deben constar por escrito, sea en
instrumento p·blico o documento privado, cuando la suma es mayor (de la se±alada
por el art. 1328, I), desechßndose la prueba testimonial".
(G.J. N║ 142, p. 613).
2.- "El arrendamiento de bienes nacionales esta sujeto a las leyes y disposiciones
especiales".
(G.J. N║ 574, p. 25).
Art. 686.- (Actos que exceden a la administraci¾n ordinaria). Son actos que
exceden a la administraci¾n ordinaria:
1) Los arrendamientos que tienen por objeto fundos urbanos destinados a vivienda.
2) Los arrendamientos que, teniendo cualquier otro objeto, se celebran por un tÚrmino
mayor de tres a±os.
3) La percepci¾n de alquileres por mßs de un a±o.
La regla del art. como estß elaborada, resulta difÝcilmente inteligible. Presenta una
deficiente traducci¾n de su equivalente italiano (1572); es inadecuada a la tradici¾n
jurÝdica nacional en la materia y carece en realidad de utilidad prßctica, ya que por
determinaci¾n de los arts. 687, II), 713 y 720, el arrendamiento puede ser eterno, por
tiempo indefinido, con lo cual, ademßs, se desvirt·a el elemento sustancial de este contrato:
su temporalidad, reconocida como elemento constitutivo en la definici¾n del art. 685.
El Cgo. modelo, en la r·brica de su art. 1572, fuente del que se examina aquÝ,
habla en realidad de: arrendamientos y anticipos que exceden de la administraci¾n
ordinaria y, su texto, determina que arrendar por un tiempo superior a nueve a±os o
percibir el alquiler correspondiente a un tiempo superior a un a±o, son actos que
sobrepasan la simple facultad de administrar. Contin·a una tradici¾n legislativa propia (art.
1572, tambiÚn del Cgo. de 1865). El tÝtulo del art. al emplear la palabra actos en lugar de
la de arrendamientos, trasciende la noci¾n concreta del contrato que la secci¾n regula y
parece legislar sobre todos los actos jurÝdicos en general (art. 451, II).
El precepto incorporado al Cgo. en el art. tiene, por eso, relaci¾n con la facultad de
disponer (arrendamiento acto-disposici¾n del antiguo Derecho francÚs, aludido supra),
que s¾lo permite a los titulares del dominio y no a los simples administradores, (tutores,
mandatarios con poder general de simple administraci¾n, v. gr.). Ni el c. c. abrg. ni su
modelo francÚs de 1804, contienen esta regla.
II. Se salvan las disposiciones de los artÝculos 713-I, 720 y 725 sobre el lapso que
duran los arrendamientos de fundos urbanos destinados a vivienda, y los de cosas
productivas.
Jurisprudencia
"La extinci¾n del arrendamiento de local comercial cuando no existe tÚrmino debe
sujetarse a lo prevenido por los arts. 687, parßgrafo I, numeral 1) y 709 del c. c., y
el desalojo de las disposiciones contenidas en el Cap. II, TÝt. III, Lib. IV del p.c.".
(Lab. Jud. 1984, p. 99).
Art. 688.- (Duraci¾n mßxima). Salvo lo dispuesto por los artÝculos 713-I y 720, el
arrendamiento no puede celebrarse por mßs de diez a±os, quedando reducido a Úste si se
establece un plazo mayor.
Los arts. 689 al 700, regulan las obligaciones del arrendador, no precisamente con
perfecto ordenamiento sistemßtico.
Aparte las obligaciones que por virtud del principio de la libertad contractual (art.
454), puede contener el contrato, el arrendador o locador, aunque el pacto no lo mencione,
estß obligado a: 1║) entregar al arrendatario la cosa arrendada; 20) mantener esa cosa en
estado de servir al uso para el cual se arrend¾; 3║) asegurar el disfrute pacifico de la cosa
arrendada durante la vigencia del contrato. Esta tercera obligaci¾n: asegurar el disfrute
pacÝfico, constituye la principal obligaci¾n de la cual derivan todas las demßs.
Jurisprudencia
PRINCIPIO GENERAL
Este art. y el siguiente (691), tienen relaci¾n directa con la segunda obligaci¾n del
arrendador, mencionada en la anot. al art. anterior: mantener la cosa arrendada en estado de
servir al uso para el cual ha sido arrendada. Sus reglas no requieren mayor explicaci¾n.
Falta, sÝ, determinar quÚ sucede si el arrendador no hace las reparaciones a pesar de haber
recibido el aviso del arrendatario (prg. I). Ha de aplicarse los Principios generales: el
arrendador puede ser obligado a ello judicialmente o puede el arrendatario, mediante
autorizaci¾n judicial, ejecutar las reparaciones por cuenta del arrendador.
Jurisprudencia
Este art. y los siguientes hasta el 699 inclusive, regulan las diversas manifestaciones
de la tercera obligaci¾n indicada con carßcter general en la anot. del art. 689: hacer que el
arrendatario disfrute pacÝficamente de la cosa arrendada por toda la duraci¾n del
arrendamiento.
La garantÝa que establece este art., en primer tÚrmino, supone la obligaci¾n del
arrendador de abstenerse de todo acto o hecho personal propio, que pueda perturbar el
disfrute del arrendamiento. No ha de considerarse perturbaciones de hecho, el derecho del
arrendador a ingresar en la cosa arrendada para verificar necesidades de reparaci¾n o para
verificar el cumplimiento, por parte del arrendatario, de las obligaciones, pactadas o
legales, respecto del uso y conservaci¾n de la cosa (arts. 702 y 703). Tampoco son
perturbaciones de hecho del arrendador, el que haga ingresar a la cosa arrendada, personal
de trabajo encargado de efectuar precisamente reparaciones. La obligaci¾n del arrendador
de abstenerse de hechos propios perturbadores del pacifico goce del arrendamiento,
emerge, ademßs, del principio contenido en el art. 628, II) anotado en su lugar y que es
aplicable al caso que aquÝ se examina.
El art. 700, tambiÚn se relaciona con los hechos propios del arrendador, quien, por
dicho precepto, no puede mientras dure el arrendamiento variar la forma de la cosa
arrendada, modificar su disposici¾n y condiciones interiores, suprimir o disminuir algunos
de sus accesorios o ventajas, o demoler una parte, reconstruir otra, etc., indudablemente
siempre que no haya acuerdo con el arrendatario dentro o fuera del contrato.
Jurisprudencia
1.- "No consta que el locatario hubiera sido inquietado en la posesi¾n de la finca ni
en el uso a que estaba destinada, y mßs bien se halla acreditado que la entreg¾
voluntariamente".
(G.J. N║ 747, p. 28).
PRINCIPIO GENERAL
"Prospicere debet conductor, ne in aliquo vel ius rei, vel corpus deteriusfaciat, vel
fieri patiatur" = (Debe procurar el arrendatario no perjudicar en algo el derecho de la cosa o
la cosa misma, ni permitir que se perjudique). Ulpiano. Digesto, ley 11, tÝt. 2, Lib. 19.
Los arts. 694, 695 y 696, se refieren a los supuestos de perturbaciones de terceros.
Estas pueden ser de hecho o de derecho. En las primeras (art. 696), corresponde al
arrendatario defenderse lÝcitamente como mejor le convenga. La irresponsabilidad del
arrendador, prescrita por la ley, en Ústos casos, se justifica porque la perturbaci¾n no
afecta el derecho del arrendador sobre la cosa arrendada y, consiguientemente, la
legitimidad del contrato de arrendamiento. TambiÚn cuando el arrendador no tiene
participaci¾n alguna en la vÝa de hecho de que el arrendatario pueda quejarse.
Jurisprudencia
"El contrato de arrendamiento del fundo no ha sido resuelto por mutuo disenso ni
anulado por decisi¾n judicial, debe (por tanto) surtir sus efectos y ser cumplido con
fuerza de ley, conforme al 725 (519) del c. c.". (G.J. N║ 584, p. 6).
Este y los dos siguientes arts. (698 y 699), comprenden otra de las manifestaciones
de la tercera obligaci¾n del arrendador consignada en la anot. al art. 689, relativa a que la
cosa arrendada debe ser entregada al arrendatario en estado de servir al uso para el que ha
sido arrendada y se ocupan, en consecuencia, de la responsabilidad del arrendador por los
vicios ocultos.
Seg·n Pothier (cit. de Planiol y Ripert), el arrendador debe responder de los vicios
que impiden enteramente el uso de la cosa, pero no esta obligado por aquÚllos que hagan
su uso menos c¾modo. El movimiento legislativo moderno, admite esa responsabilidad
para los vicios que anulan o disminuyen el uso de la cosa.
El art. como su modelo italiano (art. 1578), habla de los vicios que anulan o
disminuyen la idoneidad para el uso de la cosa. Idoneidad en el idioma espa±ol, parece
mßs atinente a la buena disposici¾n o suficiencia que las personas tienen para una cosa y
no las cosas para otra cosa. Mejor sentido supone la palabra utilidad, que evoca una idea
mßs adecuada a la noci¾n de uso y fruici¾n: disfrute de la cosa, que es el elemento
distintivo del arrendamiento.
Conforme con los principios generales que informan las reglas relativas a los vicios
ocultos, el arrendatario para responsabilizar por ellos al arrendador, debe desconocerlos al
tiempo del contrato. La obligaci¾n de sanear Ústos vicios comprende inclusive los
llamados vicios nuevos, esto es, los que sobrevienen a la entrega de la cosa (art. 699),
porque apenas es una manifestaci¾n mßs de la obligaci¾n principal del arrendador, de
asegurar al arrendatario un disfrute ·til de la cosa, obligaci¾n principal que tiene carßcter
sucesivo que se prolonga durante toda la vigencia del contrato.
El arrendador responde de los da±os si tuvo conocimiento de los vicios a tiempo del
contrato, quedando, seg·n el parßgrafo II, a su cargo el peso de la prueba. La ignorancia,
sin culpa, implica buena fe y Ústa, seg·n el art. 93, II), se presume en el poseedor (el
arrendador lo es de la cosa arrendada hasta el momento de darla en arrendamiento). Luego
la disposici¾n anotada aquÝ ha de entenderse como derogatoria, para el caso, de esa regla
general.
Las partes pueden acordar una exenci¾n de esta responsabilidad para el arrendador
en clßusula expresa del contrato, pacto que es nulo cuando el arrendador ha silenciado u
ocultado de mala fe los vicios al arrendatario, lo que importa una conducta dolosa o
culposa grave, por lo que la clßusula exonerativa de responsabilidad cae bajo las sanciones
del art. 350, 1) (v. la anot. respectiva) y de este art. En este caso, de acuerdo a la regla
general, la carga de la prueba corresponde a quien imputa o alega la mala fe.
Jurisprudencia
1.- "La inundaci¾n, que sin culpa de la propietaria sobrevino el segundo a±o del
arrendamiento, (no supone) en el inmueble la existencia de defecto alguno oculto
que la propietaria tenga que garantizar al arrendatario, fuera del derecho que Úste
puede hacer valer en tiempo oportuno para que se le regule una rebaja proporcional
del canon (de alquiler)".
(G.J. N║ 680, p. 14).
2.- "La demanda de nulidad del contrato de arrendamiento de la finca estß fundada
en las causales de no ser ·til ni apropiada para el cultivo de la ca±a dulce por falta
de agua y en que las construcciones hechas en la finca contigua superior, privan al
fundo arrendado del agua de que se servÝa".
(G.J. N║ 747, p. 28).
Entre las formas de las innovaciones, aparte de las que puedan versar sobre la
conformaci¾n material de la cosa, tampoco se permite innovar el destino de la cosa. Por
ejemplo el arrendador no podrß instalar en otra porci¾n del inmueble arrendado, alguna
explotaci¾n peligrosa, insalubre, ruidosa o inmoral.
Art. 701.- (Pago del canon de arrendamiento). El arrendatario debe pagar el canon
de arrendamiento en los plazos convenidos o en los que establecen los usos.
PRINCIPIOS GENERALES
Este art. y los s. hasta el 707 inclusive, se ocupan de las obligaciones del
arrendatario, entre las cuales, la primera es pagar el canon del alquiler estipulado, que
puede consistir en dinero, en signo equivalente a moneda y a·n en especies corp¾reas,
cuya propiedad se trasmite al arrendador. La satisfacci¾n del alquiler o renta (como
tambiÚn se usa calificar al precio del arrendamiento en otras legislaciones), es ineludible y
su falta apareja la sanci¾n general de la resoluci¾n del contrato en todas las legislaciones.
AsÝ era en el Cgo. abrg. (art. 1146), aunque diversas leyes de excepci¾n, que se hicieron
normales decretaron prßcticamente su desuso, desnaturalizando este contrato y el Derecho
mismo, al proteger el incumplimiento del arrendatario en su principal obligaci¾n, cual es
la de pagar el alquiler por la cosa que usa y disfruta. El C¾digo prßcticamente elude toda
referencia a las consecuencias de la falta de pago del canon de arrendamiento, tanto en la
secci¾n I en examen, cuanto en la II relativa al arrendamiento de viviendas, refiriendo la
soluci¾n del problema al C¾digo de Procedimiento Civil (art. 721). El art. 623, caso 1) de
este cuerpo de leyes determina que el desalojo judicial podrß intentarse entre otros casos,
por falta de pago de alquileres durante tres meses vencidos.
Jurisprudencia
"El inquilino no esta obligado a pagar a los propietarios los alquileres que ya pag¾
a la (administradora)".
(G.J. N║ 810, p. 49).
El citado art. 623, caso 9) del Procedimiento Civil, se±ala como causal de desalojo,
el diverso destino que el arrendatario da al objeto para el cual fue alquilada la cosa.
Este art. del C¾digo que se ocupa del asunto, simplemente f¾rmula una
recomendaci¾n de buena conducta para el arrendatario, sin sanci¾n alguna para el caso de
su incumplimiento. Todas las legislaciones sancionan este incumplimiento con la
resoluci¾n del contrato, forma de resoluci¾n de los contratos de trato sucesivo, (anot. al
art. 574).
Las reglas de los artÝculos 703 y 704, son una derivaci¾n de la regla del art. 705.
Se refieren a la responsabilidad del arrendatario por la destrucci¾n o deterioro de la cosa y
a la consecuencia de la cosa perdida en incendio, con textos que no condicen con los
epÝgrafes que se les ha asignado, por estar mal copiados de su modelo italiano. En Úste, el
art. 1588 (703), en su epÝgrafe, conformado a su texto, se refiere a la pÚrdida y deterioro
de la cosa arrendada y el 1589 (704), a las consecuencias del incendio de la cosa asegurada
contra incendios.
Las pÚrdidas o deterioros ocasionados (mejor que producidos), por estas personas
son tambiÚn de responsabilidad del arrendatario (art. 703, II).
Otras legislaciones consideran tambiÚn los deterioros que ocasiona el tiempo, cosa
diversa del deterioro o consumo resultante del uso a que se refiere el art. 705, anotado
infra. Sobreentendido que la cosa arrendada se usa de la misma manera que cuando estß en
poder de su due±o, el deterioro ocasionado por el uso y goce legÝtimo, que otros C¾digos
y autores llaman vejez o vetustez, no es de responsabilidad del arrendatario, porque tales
circunstancias lo mismo pueden presentarse siendo el propietario el que realiza el disfrute.
Jurisprudencia
2.- "Aunque hay testigos que aseveran que la arrendataria hizo pastar sus animales
en la huerta, no hay justificativos de que este hecho haya tenido influencia
inmediata y directa en el deterioro encontrado por los peritos al practicar
reconocimiento mucho tiempo despuÚs y cuando el propietario se hallaba ya en
posesi¾n de la finca".
(G.J. N║ 728, p. 20).
Respecto de las mejoras y ampliaciones de que se ocupa el art. 706, son aplicables
las consideraciones anotadas a los arts. 97 y 223.
Jurisprudencia
PRINCIPIO GENERAL
"Nemo prohibetur rem, quam conduxit fruendam, alii locare, si nihil aliud
convenit" = (A nadie se prohÝbe alquilar a otro la cosa que Úl tom¾ en arriendo para
disfrutarla, si no se convino de otro modo). Codex, ley 6, tÝt. 65, Lib. 4.
En principio, el arrendatario puede ceder su contrato (arts. 707 conc. con el 539) y
puede tambiÚn sub-arrendar. Al hacerlo asÝ, darß a la cosa un uso lÝcito y normal,
siempre que el nuevo arrendatario se avenga a observar las obligaciones que el contrato
impone al arrendatario primitivo y que, ademßs, Úste quede obligado ante el arrendador al
cumplimiento de las obligaciones que tienen contraÝdas (Planiol y Ripert). Contrariamente
a la doctrina clßsica, los autores modernos consideran la cesi¾n del arrendamiento y el
subarrendamiento como dos instituciones de naturaleza jurÝdica diversa. La primera es
una enajenaci¾n, venta o donaci¾n del derecho del arrendatario al arrendamiento.
Art. 708.- (Expiraci¾n del tÚrmino). El arrendamiento cesa de pleno derecho y sin
necesidad de aviso por la expiraci¾n del tÚrmino.
La sabia aplicaci¾n de la ley, supone que ella sea impuesta y observada sin
promover privilegios y obligando a todos a cumplir sus obligaciones: a los propietarios,
impidiÚndoles el abuso de la extorsi¾n mediante alquileres que exceden, en mucho el
porcentaje legal de renta en relaci¾n al valor catastral de su propiedad, sobre cuya base
tributan al Estado, y a los inquilinos obligßndolas a pagar el alquiler y restituir la cosa al
vencimiento del contrato, conforme se ha pactado. Aun una legislaci¾n de excepci¾n, no
puede ignorar esos elementos bßsicos, para que subsista el arrendamiento como contrato, y
sea susceptible de regulaci¾n legal como tal.
Jurisprudencia
Este precepto, como los arts. 687, I) y 713, II), da reglas imprecisas que excluyen a
las mansiones y otras residencias similares, sin explicar quÚ se ha de entender por ellas o
c¾mo se las ha de reconocer, para excluirlas de la norma de la inextinguibilidad del
contrato de arrendamiento, consagrada en el art. 713 con olvido de la condici¾n sustancial
del contrato de arrendamiento: su temporalidad, aspecto sobre el que, a pesar de lo que ya
se ha dicho en los comentarios anteriores, ha de insistirse toda vez que deba sostenerse los
fueros del derecho y de la l¾gica.
Jurisprudencia
PRINCIPIOS GENERALES
"Intelligitur doiminus quum patitur colonum in fundo esse, ex integro locare" = (Se
entiende que reconduce el due±o que consiente que el arrendatario permanezca en el
fundo). M. Puigarnau.
2.- "No es aplicable el art. 1149 (710) del c. c. cuando se ha notificado la cesaci¾n
del contrato al arrendatario y, por lo tanto, no es procedente la tßcita reconducci¾n
(renovaci¾n tßcita) conforme se ha resuelto en correcta aplicaci¾n del art. 1150
(710, II) del mismo c¾digo".
(G.J. N║ 1358, p. 63).
Las reglas de los arts. 711 y 712, se limitan a extender a todos los arrendamientos,
la clßusula que generalmente impone el vendedor al adquirente para el mantenimiento del
arrendamiento hasta la conclusi¾n de su tÚrmino, clßusula que tampoco tiene utilidad
prßctica alguna por lo que se ha observado repetidamente, respecto de la condici¾n a que
ha reducido este contrato la apuntada legislaci¾n de excepci¾n. Dada esta evidencia
innegable, en la prßctica el vendedor advertido evita comprometerse, por ejemplo, a
entregar desocupada la casa que vende, cuando en ella tiene inquilinos, porque sabe que se
comprometerÝa a cumplir una obligaci¾n imposible. Y seguramente continuarß
ejercitßndose esa prßctica, mientras no se reponga la vigencia simple y total de la ley
com·n, sin las limitaciones de las leyes de excepci¾n, por virtud de las cuales ning·n
derecho es oponible al arrendatario.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
Poco hay que agregar a lo anotado a la sección precedente. El art. 713, I, importa
una excepción a la regla del art. 708. Su párrafo II, determina el ámbito de aplicación de la
sección I. El art. 714, es relativo a las reglas de los arts. 711 y 712, con el agregado de que
es inútil su previsión respecto de que la enajenación del bien arrendado no extingue el
contrato, ya que éste -se ha dicho- es prácticamente inextinguible, así se cumpla el término
del contrato.
Art. 714.- (Cambio de titular). La adquisición del fundo arrendado por un nuevo
titular no extingue el contrato.
Jurisprudencia
Art. 715.- (Reajuste del canon de arrendamiento). I. En caso de reajuste del valor
catastral del fundo, se reajusta proporcionalmente el canon de arrendamiento.
II. Sin embargo el arrendador, en ningún caso, puede obtener por todo el fundo un
canon anual de arrendamiento superior al 10% del nuevo valor catastral.
Jurisprudencia
"El alquiler (canon de arrendamiento) no puede ser superior al 10º del valor
catastral del inmueble".
(Lab. Jud. 1981, p. 174).
Jurisprudencia
II. Cuando el arrendador no cumpla con las obras sanitarias que se señalen por la
autoridad administrativa competente, debe resarcir los daños al arrendatario.
Conc: c. c. 689 -
El art. contiene una regla particular de aplicación del principio general del art. 689,
que obliga al arrendador a entregar la cosa en condiciones de servir para el uso a que el
contrato la destina.
Jurisprudencia
"El art. 10, inc. a) de la Ley del Inquilinato de 19 de Enero de 1960, prohibe al
locador o propietario de casa o aposento, privar, reducir o limitar a los inquilinos,
los servicios de agua potable, luz eléctrica e higiénicos, el uso de patios, el libre
tránsito y todo aquello que se relaciona con lo usos comunes".
(Lab. Jud. 1986, p. 367).
Jurisprudencia
es una regla reiterativa de la prohibición contenida en el art. 707, cuya anot. debe
consultarse.
Los arts. 720 y 721 ya han sido enjuiciados en las anotaciones a la sección anterior.
Aquí es de utilidad práctica examinarlos al tenor de las disposiciones de los arts. 621 y s.
del Procedimiento Civil, que trata de la cuestión con más precisión que el Código. Empieza
el art. 621 del p.c. definiendo, (lo que no hace el Código), la vivienda como la casa,
departamento o habitación que el locatario utiliza, en virtud de contrato verbal, como su
morada y la de su familia. En el contrato verbal, sirve de prueba el recibo de alquiler. El
art. 623 del p.c. señala diez causales de desalojo: 1) falta de pago de alquiler durante tres
meses vencidos; 2) cuando el propietario necesite el inmueble para morar él; 3) para
edificar en el sitio una nueva construcción; 4) cuando haya necesidad de una
reconstrucción del inmueble; 5) por demolición del inmueble por su estado ruinoso; 6)
cuando el inquilino tuviere casa propia; 7) cuando el inquilino subalquile todo o parte del
inmueble (si no está autorizado por el contrato se sobreentiende); 8) cuando el inquilino
cede su contrato; 9) cuando el inquilino da a la cosa uso diverso del objeto para el cual la
alquiló, y 10) cuando el inmueble es expropiado.
Jurisprudencia
V. el caso Nº 3 del art. 685.
Nótese la aberrante contradicción de este art. con lo dispuesto por los incs. 1) y 2)
del art. anterior.
Jurisprudencia
2.- "Dentro de los juicios de desocupación (desalojo de vivienda), quien alegue ser
inquilino no tiene otro modo de probar tal calidad sino es exhibiendo el
correspondiente contrato de locación o los respectivos recibos de alquiler, lo que no
ocurre en la especie, en la que se alega título diferente y cuyo valor ha de definirse
en otro proceso dentro de la vía correspondiente".
(G.J. Nº 1565, p. 95).
3.- "La recuperación de viviendas, dentro del régimen que rige las actividades de
Conavi, institución de carácter público creada por D.S. de 3 de Julio de 1964 para
solucionar los problemas de vivienda de los trabajadores afiliados a ella, se rige por
las normas especiales que la reglan, que son de aplicación preferente a tenor del art.
4º de la loj.".
(G.J. Nº 1615, p. 51).
Conc: c. c. 719, 1) -
SECCION III
Art. 723.- (Gestión y goce). I. Cuando el arrendamiento tiene por objeto una cosa
productiva, el arrendatario debe cuidar de su gestión en conformidad al destino económico
de la cosa y al interés de la producción.
Por lo demás, las reglas de la sección no requieren un examen detenido, una vez
que todas ellas están en mayor o menor medida vinculadas a las generales ya examinadas
en las anteriores secciones.
Jurisprudencia
V. la anot. al art. 723. La disposición fuente, en lugar de decir a menos que éste dé
al arrendador garantía, dice con más propiedad: salvo que al arrendador se le haya prestado
garantía idónea para el exacto cumplimiento, etc. Si no se dio esa garantía antes de caer en
interdicción, declarada ésta el arrendatario ya no la puede dar después.
Art. 730.- (Muerte del arrendatario). Dentro de los treinta días de la muerte del
arrendatario sus herederos pueden separarse unilateralmente del contrato notificando al
arrendador con tres meses de anticipación.
II. El objeto de este contrato puede ser la reparaci¾n o transformaci¾n de una cosa,
cualquier otro resultado de trabajo o la prestaci¾n de servicios.
PRINCIPIOS GENERALES
"Qui operas suas locavit, totius temporis mercedem accipere debet, si per eum non
stetit, quominus operas praestet" = (El que dio en arrendamiento sus servicios debe persivir
la retribuci¾n por todo el tiempo, si de Úl no dependi¾ que no prestasen aquÚllos). Paulo
Digesto, ley 38, tÝt. 2, lib. 19.
"Quoties faciendum aliquid datur, locatio est" = (Hay arrendamiento siempre que se
da a hacer alguna cosa). Paulo. Digesto, ley 22, tÝt. 2, Lib. 19.
Contrato de obra, es aquel por el cual una persona se obliga a efectuar una obra
determinada para otra, quien le paga un precio por ella (Capitant).
Corresponde a los c¾digos alemßn y suizo, seguidos despuÚs por otros, inspirados
o no en ellos, como el italiano de 1942, el portuguÚs de 1967, v. gr., el abandono del
criterio clßsico de tratar este contrato como una de las figuras del contrato de
arrendamiento y reglamentarlo distintamente.
Jurisprudencia.
1.- "Por falta de (este) contrato el jefe del laboratorio (era pagado por) todos sus
servicios (con un sueldo, por lo que) el actor (no pudo) probar (que hubo) alquiler
de obras con precio estipulado por cada una de ellas".
(G.J. N║ 835, p. 41).
2.- "Es de obra el contrato de entrenador de f·tbol: sin horario de trabajo estipulado,
sin que, en estos casos, las retribuciones puedan vßlidamente convertir en laboral la
relaci¾n jurÝdica, cual resulta concreta y tßcitamente de lo dispuesto por el art.
732, con arreglo a las reglas de interpretaci¾n fijadas en los arts. 510 y 514, todos
del c. c." (Lab. Jud. 1981, p. 241).
3.- "El contrato de obra se encuadra a las prescripciones del art. 732 del c. c. y no a
las disposiciones de carßcter laboral".
(Lab. Jud. 1986, p. 471).
Art. 733.- (Subcontrato). El contratista no puede dar en subcontrato la realizaci¾n
de la obra si no ha sido autorizado por el comitente.
Art. 734.- (Determinaci¾n del monto de retribuci¾n). Cuando las partes no han
convenido en el monto de la retribuci¾n que debe pagarse al contratista ni en el modo de
determinarlo se los establece sobre la base:
1) De las tarifas vigentes o de los usos cuando se trata de servicios prestados por
personas que ejercen una profesi¾n u oficios.
2) De los informes parciales cuando se trata de otras obras.
El precio se dice que es a destajo, generalmente fijado por adelantado, cuando las
partes la determinan globalmente. No puede ser excedido y asÝ el due±o de la obra estß a
cubierto de sorpresas, corriendo el contratista los riesgos de los errores de evaluaci¾n.
Pueden tambiÚn determinarse el precio por presupuesto, cuando las partes en lugar
de fijar un precio global por adelantado, se limitan a se±alar simples previsiones basadas
en el costo de los diversos detalles. El precio total depende de conjunto total de trabajos
ejecutados y materiales empleados y se determina a la conclusi¾n de la obra.
II. Sin embargo, cuando para el ejercicio de una actividad la ley quiere estar
habilitado por un tÝtulo profesional, quien preste servicios sin llenar ese requisito no puede
exigir retribuci¾n alguna.
En caso de no contar con los materiales, el contratista, tiene relaci¾n mßs adecuada
que el comitente con las fuentes de suministro de la materia prima y, por eso,
generalmente, la contrata comprende el suministro de materia prima por el contratista.
II. Cuando comprueba que no se la ejecuta conforme al convenio o a las reglas del
arte puede fijar un tÚrmino para que el contratista se ajuste a tales condiciones y si no lo
hace puede pedir la resoluci¾n del contrato, quedando a salvo el derecho del comitente al
resarcimiento del da±o.
Conc: c. c. 738 -
Comprendido en la anot. al art. anterior.
Jurisprudencia
"La responsabilidad por los vicios de la obra es de cuenta del ejecutor o contratista,
quien debe resarcir los da±os ocasionados".
(Lab. Jud. 1981, p. 128).
Art. 742.- (Recepci¾n de obra afectada de vicios). I. Si, siendo los vicios
conocidos o reconocibles, el comitente recibe la obra, el contratista no es responsable por
ellos.
Relativamente a los riesgos de la obra en el primer caso (pßrrafo I), la ley los
atribuye al empresario cuando Úste suministra los materiales, porque siendo el operario o
destajista el verdadero propietario, res perit domino suo; esto es, cuando la cosa cuyo
constructor suministra los materiales perece por cualquier causa, como la condici¾n bajo la
cual fue adquirida no se ha cumplido y la cosa estaba en su poder y pertenencia, s¾lo a Úl
puede afectar el riesgo (Dalloz, MarcadÚ, cits. por Scaevola).
En el supuesto de que el comitente suministra los materiales (prg. II), la ley hace
compartir el riesgo. El due±o de la obra que aport¾ los materiales los pierde y el
contratista sus estipendios, porque uno y otro son, respectivamente, propietarios de la cosa
y de su trabajo (Morricault, cit. por Scaevola), esto es, por simple aplicaci¾n del aforismo
se±alado supra: res domino suo perit.
Las reglas en examen, presuponen desde luego que la pÚrdida de la cosa se haya
producido antes de su entrega, y en el caso del pßrrafo I del art., es condici¾n que el
comitente no estÚ constituido en mora accipiendi, caso en el cual el riesgo de la cosa le es
atribuido a Úl (art. 328, 1). Inversamente, en el caso del contratista relativamente al pßrrafo
II del art., rige la regla mientras no estÚ constituido en mora solvendi, caso en el cual el
riesgo de los materiales suministrados por el comitente pasa a Úl (art. 342).
Jurisprudencia
Art. 747.- (Muerte del contratista). I. El contrato se resuelve por la muerte del
contratista, a menos que la consideraci¾n de su persona no hubiese sido motivo
determinante del contrato.
II. En caso de resoluci¾n los herederos del contratista tienen derecho al reembolso
de los gastos y a la retribuci¾n en las condiciones se±aladas en el segundo parßgrafo del
artÝculo anterior.
La muerte del comitente es indiferente al contrato, que no termina por esa causa.
Sus obligaciones pueden ser cumplidas por sus herederos, aun cuando el trabajo encargado
no sea del agrado de Ústos (Planiol y Ripert). Cosa diversa ocurre cuando muere el
contratista. La regla general es que la muerte de Úste no pone fin al contrato, a menos que
la consideraci¾n de su persona haya sido la raz¾n determinante del contrato. Cuando la
obra encargada presupone una capacidad o aptitud especial, cientÝfica, artÝstica o
simplemente prßctica, esto es, cuando se contrata en consideraci¾n a la persona (intuitus
personae), Ústa y no otra es la que ha de ejecutar la obra. Inversamente, cuando la obra
puede ser ejecutada indistintamente por cualquier operario, sin que aquÚlla exija una
aptitud particularÝsima, s¾lo poseÝda por determinada persona, puede el contratista hacer
realizar el trabajo por sus operarios, aunque corra bajo su responsabilidad, naturalmente, la
calidad y ejecuci¾n de la obra encargada.
Resuelto el contrato por muerte del contratista, es natural que los herederos de Úste,
sean reembolsados en el valor de la parte ejecutada y de los materiales preparados (no
incorporados aun) y demßs gastos.
La regla del art. es otra excepci¾n a las reglas del derecho com·n y se funda en una
raz¾n de equidad, ya que no serÝa lÝcito que el due±o de la obra o el empresario o
contratista, o ambos en fraudulenta confabulaci¾n, se enriquezcan da±adamente con el
esfuerzo o la aportaci¾n impagada de operarios y suministradores de la materia prima. Es
notorio y encomiable, ademßs, que el prop¾sito de la ley en esta materia sea amparar la
mano de obra, el trabajo del obrero, concediÚndole una acci¾n especial, privilegiada, para
cobrar su salario de la cantidad que en el momento de la reclamaci¾n debiere el comitente
al contratista. Es acci¾n privilegiada por determinarlo asÝ el art. 1345, caso 2) del mismo
C¾digo.
Por lo demßs, s¾lo con carßcter enunciativo, debe recordarse que aparte las reglas
propias del contrato, se aplican a este todas las reglas generales de los contratos, tales la
excepci¾n de incumplimiento para cualesquiera de las partes contra la otra (art. 573), el
derecho de retenci¾n, del precio o de la cosa, seg·n de que parte provenga la causa de la
retenci¾n, etc.
DE LAS SOCIEDADES
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 750.- (Noción). Por el contrato de sociedad dos o más personas convienen en
poner en común la propiedad, el uso o el disfrute de cosas a su propia industria o trabajo
para ejercer una actividad económica, con el objeto de distribuirse los resultados.
PRINCIPIOS GENERALES
"Societas vice personae fungitur" = (La sociedad hace las veces de la persona
física). Digesto, ley 22, tít. 1, Lib. 46. Cit. Puigarnau.
"Semper enim non id, quod privatim interest unius ex sociis, servari solet, sed quod
societati expedit" = (Siempre se suele observar, no lo que particularmente importa a uno de
los socios, sino lo que importa a la sociedad). Digesto, ley 65, tít. 2, Lib. 17. Cit. Scaevola.
"Rerum inhonestarum nulla est societas" = (Es nula la sociedad para cosas
deshonestas). Ulpiano. Digesto, ley 57, tít. 2, Lib. 17.
"Nulla societas maleficiorum (est)" = (No hay sociedad alguna para delitos).
Ulpiano. Digesto, ley 1, tít. 3, Lib. 27.
"Societas... flagitiosae rei nullas vires habet" = (La sociedad para cosa criminosa no
tiene fuerza alguna). Gayo. Digesto, ley 35, tít. 1, Lib. 18.
La noción que da el art. es exactamente similar a la definición del Cgo. abrg. (art.
1200), que corresponde a la que da el Cgo. francés (art. 1832), su modelo y a la de la
doctrina francesa: contrato por el cual, dos o más personas convienen en formar un fondo
común mediante aportaciones que ha de hacer cada una de ellas, a fin de repartirse los
beneficios resultantes (Aubry y Rau, Planiol y Ripert, Capitant). De esa definición deducen
los autores, sobre todo latinos, que es un contrato consensual, sinalagmático, a título
oneroso y conmutativo. Se discute, sin embargo, su correcta ubicación entre los contratos.
Algunos (Sánchez Román, cit. por Scaevola), lo incluyen entre los llamados contratos
preparatorios, como el de promesa y el de mandato, que sirven de preliminar a otros
contratos, cuya celebración eficaz preparan; otros lo colocan entre los contratos comunes
de objeto vario (Giorgi); quienes, lo consideran atendiendo su objeto entre los contratos
sobre cosas o entre los relativos al trabajo (Planiol), y todavía otros que lo incluyen en el
grupo de los contratos de confianza como el mandato (Chironi, cit. por Scaevola). Todo
esto, no obstante, olvida las diferencias profundas que separa al contrato de sociedad de los
demás contratos y no aportan una determinación exacta de sus características.
Los etimologistas, señalan como origen del vocablo sociedad, la voz latina societas
que como sociare deriva de socius que, a su vez, procede de sequor: seguir, acompañar.
Jurisprudencia
Aplicando los conceptos de esta definición a las sociedades civiles en el sentido que
de ellas da el parágrafo II de este art. puede considerarse una definición más apropiada la
que da Scaevola: por el contrato de sociedad varias personas se obligan a constituir,
mediante aportaciones de todas ellas, un fondo destinado a realizar operaciones de carácter
civil, para obtener una ganancia común repartible entre aquéllas.
Por esta definición, el de sociedad, a diferencia de otros contratos menos
complejos, presenta tres fines u objetos escalonados (Scaevola):
a) Objeto inmediato: constitución de un fondo social, con las aportaciones de los socios;
b) Objeto mediato: operaciones sociales, para obtener ganancias a cuyo efecto está
destinado el fondo social;
c) Fin último; obtención de lucro común partible, que supone, a su vez tres condiciones: 1)
intención en los contratantes de obtener ganancias; 2) que la ganancia sea común a todos
los socios; y 3) que la ganancia o la pérdida se reparta entre ellos.
Jurisprudencia
"Según el art. 192 del Cgo. de min. las sociedades mineras se rigen por las
prescripciones del Cgo. Mtil. Por consiguiente toda sociedad minera, a excepción
de la accidental, debe celebrarse por escritura pública, que contenga entre otros
requisitos, quienes han de administrarla y usar de la firma social".
(G.J. Nº 755, p. 37).
Art. 752.- (Excepción al régimen general de las sociedades civiles). Las sociedades
civiles pueden adoptar las formas de sociedades mercantiles, caso en el cual se rigen por el
Código de Comercio.
Jurisprudencia
Tocante a las cooperativas, tanto la ley minera (art. 195), como la de Reforma
Agraria (art. 138 y s.), remiten su regulación a leyes especiales, como lo hace el art.
Jurisprudencia
SUBSECCION I
DE SU CONSTITUCION
No es, en rigor, un contrato consensual, una vez que el art. por aplicación de la
regla general del 492, exige la formalidad del documento, el cual ha de ser público e
inscrito en el registro de la propiedad, si entre los aportes existen bienes que no se pueden
transmitir de otro modo (art. 1540, 6). El documento, privado o público, según los casos,
da existencia a la sociedad, por cuyo efecto, asume automáticamente la personalidad, que
supone la capacidad jurídica determinada por el art. 54.
Jurisprudencia
1.- "El art. 1202 (754) requiere instrumento público o privado para la (constitución)
de las (sociedades) y excluye la prueba testimonial cuando el valor de estos
contratos pasa de $b...".
(G.J. Nº 248, p. 1435).
2.- "Las sociedades civiles celebradas por escrito, con sujeción a este art. impone a
los socios todas las obligaciones y restricciones consignadas en los (arts. 760 y s.)".
(G.J. Nº 413, p. 465).
3.- "Según este art. todas las sociedades deben constituirse por escrito".
(G.J. Nº 646, p. 31) .
5.- "Por circular, la viuda y los herederos hicieron saber a los comerciantes con
quienes mantenían relaciones, que habían resuelto seguir los negocios comerciales,
como hasta ese día bajo la razón social de ... "sucesión" (en cuya virtud y
fundadamente) los acreedores promovieron demanda por el pago del saldo que se
les adeudaba".
(G.J. Nº 775, p. 24).
6.- "No consta en el proceso documento alguno relativo a dicha sociedad (se refiere
a su constitución), y es inadmisible la prueba de testigos de conformidad al art.
1202 (754) del c. c. que ha sido correctamente aplicado en la sentencia y en el auto
de vista recurrido".
(G.J. Nº 1358, p. 77).
II. A falta de alguno o algunos de los requisitos enunciados, regirán las reglas del
Capítulo presente o las que resulten aplicables según su carácter.
Conc: c. c. 55 - 754 - 757 - 758 - 759 - 760 - 765 - 767 - 770 - 772 -773 - 775 - 776
- 777 - 778 - 779 - 790 - 791 - 794 - 796 - 797 - 799 - 802 -
Los elementos típicos que debe incluir necesariamente un contrato de sociedad,
están señalados en el art., de los cuales merecen algún examen los que suponen rasgos
indispensables que caracterizan este contrato.
La razón social (inc. 1), es el nombre propio (art. 55), de ordinario establecido para
algunas sociedades comerciales, bajo el cual realizan todas sus operaciones. A falta de
razón social se puede usar una denominación o ambas a la vez. La sede, constituye el
domicilio de la sociedad (art. 56). El objeto, implica la actividad social que la sociedad se
propone cumplir y que define los límites de su capacidad (art. 54). La duración, está
reglada en el art. 757 (v. la anot. respectiva). El monto del capital social, de los aportes,
proporción de los mismos, caracteres, forma de aportación, determinación de la
distribución de las ganancias y pérdidas, causas de disolución y modos de liquidación, etc.,
son materias que deben estipularse en el contrato de constitución social, cuya omisión se
suple por las determinaciones de este capítulo. El parágrafo II, agrega que, en su defecto,
regirán las reglas que resulten aplicables según su carácter, disposición que carece de
sentido y de función práctica, una vez que para las sociedades civiles no resultan aplicables
otras normas que las del contrato social y las de este capítulo. Las otras que resulten
aplicables podría considerarse que son las de las sociedades comerciales, caso en el cual ha
de estarse a lo que dispone el c. com., a mérito de lo que manda su art. 1º, interpretado en
concordancia con lo que establece el art. 752 del Código.
La constitución del fondo común o capital social, según el caso 3) del art., con los
aportes de los socios, es un elemento esencial conforme al antiguo aforismo non est
societas sine communione y exige que cada socio aporte o se obligue a aportar algo a la
sociedad y que lo aportado se haga común a todos los socios en el fondo o capital social. Si
cada socio retiene para sí su aporte o éste no se hace objeto de disfrute o disponibilidad
común, no hay contrato de sociedad.
d) Las tontinas, en las que sin idea de lucro ni civil ni mercantil, se acumulan bienes
o dinero cuyas rentas acrecen las de los que van sobreviviendo (Laurent, cit. de Scaevola,
aludiendo a la clase de operaciones creadas por el banquero italiano del siglo XVII,
Lorenzo Tonti) y que es posible contratar a tenor del art. 454 del Código.
Constituye una excepción el caso del socio de industria (art. 768). Se considera al
respecto que por el hecho de no haber beneficios, en cierto modo soporta ya, dicho socio,
las pérdidas, porque queda privado de la renumeración que normalmente habría obtenido
por su trabajo y pierde lo que aportó que fue su industria.
II. También salvo pacto diverso se considera celebrada la sociedad por toda la vida
de los socios; pero si se trata de un negocio determinado, sólo por el tiempo que debe durar
dicho negocio.
PRINCIPIOS GENERALES
"Nulla societatis in aeternum coitio est" = (Es nula la constitución de sociedad para
siempre). Paulo. Digesto, ley 70, tít. 2, Lib. 17.
"Si alicuius rei societas sit, et finis negotio impositus, finitur societas" = (Si hay una
sociedad para alguna cosa, y se ha puesto fin al negocio, termina la sociedad). Paulo.
Digesto, ley 65, tít. 2, Lib. 17.
"Societas unius negotiationis non porrigitur ad aliam" = (La sociedad para un solo
negocio no se extiende a otros). M. Puigarnau.
Jurisprudencia
Tiene aplicación para el supuesto del art., el mismo principio del Digesto
consignado respecto de la segunda regla del art. 519 (v. la anot. respectiva: nada hay tan
natural como que cada contrato se disuelva (o se modifique) del mismo modo que se
contrajo.
Art. 759.- (Exclusión de socios). No puede ser excluido un socio sino por acuerdo
unánime de los demás socios y sólo por motivo grave establecido en el contrato social o
por disposición de la ley.
Fte: Cgo. it. 2287, 1) - 2286 -
Conc: c. c. 756 - 796 -
LA SOCIEDAD
Art. 760.- (Aportes). I. Cada socio debe cumplir todo lo que se ha obligado a
aportar a la sociedad.
II. Si el valor de los aportes no ha sido determinado, se presume que se los debe
hacer a partes iguales, según la naturaleza e importancia de la sociedad.
Jurisprudencia
1.- "Según el recibo (la suma) que se cobra ejecutivamente no fue dada en
préstamo, sino en pago del aporte a la sociedad de la que era deudor (el
demandante) conforme a este art. (760)".
(G.J. Nº 454, p. 828).
2.- "Sólo se introdujo ocho hectáreas de terrenos de las diez que debió darse como
aporte social, según explícito compromiso... (y) la repetida nulidad del contrato trae
como consecuencia necesaria la disolución de la sociedad".
(G.J. Nº 668, p. 16).
Art. 761.- (Intereses y daños). I. El socio es deudor por los intereses sobre las
sumas de los aportes no entregados, desde el día en que debió hacerlo, sin necesidad de
requerimiento; igualmente, por los intereses de las sumas que haya retirado para su
provecho particular, a partir del día en que las tomó, todo sin perjuicio del resarcimiento
del daño, si ha lugar.
II. Si el aporte del socio moroso es un bien que no sea dinero, debe a la sociedad
sus frutos.
Si el aporte consiste en una suma de dinero, como en todas las obligaciones, en las
derivadas del contrato de sociedad, el contratante incumplido debe responder por la
demora, sin que sea menester requerimiento o intimación alguna. Este es un caso de
excepción a la regla común, establecida por el art. 341, que constituye en mora al deudor
cuando el contrato o la ley (en este caso la ley), lo declara así expresamente. Los intereses
debidos serán los que se hayan pactado o, en su defecto, los legales y sin perjuicio de los
daños a que hubiere lugar. Los autores, consideran la aplicación de la compensatio mora,
cuando todos los socios dilatan sus aportaciones, que suspende la responsabilidad
moratoria hasta que alguno realice su aporte (Scaevola). Si no se ha determinado plazo
para el pago de los aportes, ha de entenderse que debe ser hecho de inmediato o desde que
la caja social se ha constituido, (art. 757, I).
Si el aporte no consiste en dinero, puede serlo de cosa cierta y determinada, sea con
la transferencia del dominio de la cosa, sea simplemente con la atribución del uso y disfrute
de ella reservándose la propiedad el socio que hace el aporte. En tal caso, la demora hace
deudor al socio obligado de los frutos de la cosa (prg. II). Para que la propiedad, cuando
hay trasmisión de ella, pase a la sociedad con todos sus efectos respecto de terceros, será
necesaria la inscripción en el caso de todos los bienes sujetos a registro. Si se aporta un
crédito, habrá que observar las formas de la cesión y notificarla al deudor cedido (art. 389).
Tampoco dice nada el Código respecto de los riesgos de la cosa cierta aportada en
propiedad. Si el aporte ha sido efectuado, la cosa se pierde para su dueño: la sociedad. En
cambio si la cosa no ha sido todavía trasmitida al dominio de la sociedad, los riesgos
corren a cargo del socio, que si no repone la aportación puede ser excluído de acuerdo con
lo dispuesto por el art. 796, porque al faltar el elemento esencial del contrato: su aporte, no
puede justificadamente continuar como socio.
El art. se refiere sólo a los riesgos de las cosas ciertas y determinadas aportadas
únicamente para su uso y disfrute (usufructo), en el supuesto de que la cosa ya ha sido
aportada. Pues si ocurriera el riesgo antes de la aportación, la consecuencia sería la misma
que en el caso de cosa cierta y determinada prometida en propiedad y perecida antes de su
transferencia.
Art. 765.- (Nuevos aportes). Ningún socio puede ser obligado a efectuar nuevos
aportes, salvo lo convenido en el contrato social y los que están destinados a la
conservación de los bienes de la sociedad.
Es una disposición superflua. Ningún socio puede ser obligado a dar más ni a
recibir menos de lo que el contrato social le asigna. Pues es cuestión que tiene relación con
el elemento esencial característico de la sociedad: determinar los aportes, su cuantía y su
forma de pago; estipular la partición de las ganancias y la proporción de las pérdidas.
Faltando ese elemento esencial no hay contrato de sociedad y estando el estipulado en el
contrato, que es la ley para las partes por preceptuarlo así el art. 519, el art. no tiene razón
de ser.
Art. 766.- (Responsabilidad por daños). Todo socio debe resarcir el daño causado a
la sociedad por su culpa; y no los podrá compensar con las ganancias que su industria haya
reportado a la sociedad en otros negocios de ésta.
Puede considerarse la norma de este art. con una de aplicación casuística de la regla
general del art. 984.
Art. 767.- (Utilidades, ganancias o pérdidas). I. Todo socio tiene derecho a percibir
su parte de utilidades.
II. Cuando el contrato de constitución no determine otra cosa, la parte de cada socio
en las ganancias o pérdidas será proporcional a los aportes.
III. Si sólo fija la parte de cada socio en las ganancias, se presume que en la misma
proporción corresponden las pérdidas.
II. La parte del socio industrial en las ganancias será igual a la del otro u otros
socios, si son iguales los capitales de éstos; si son desiguales, su parte será equivalente al
valor promediado de los demás aportes, salvo pacto diverso.
Cuando los socios aportan sólo industria, modalidad que se presenta con más
frecuencia según las exigencias del tiempo actual (agrupaciones de especialistas en
abogacía, medicina, ingeniería, etc.), y los pactos sociales respectivos no establecen
normas para el caso, habrá que recurrir a los principios generales, una vez que el Código ha
omitido una regla supletoria para la eventualidad.
Jurisprudencia
"El art. 1219 (768) establece que en casos en que concurren capital e industria de
una sociedad, ordena la división por igual y faculta al juez para resolver lo
conveniente, con conocimiento de causa, facultad cuyo ejercicio no esta sujeta a
censura en casación".
(G.J. Nº 555, p. 11).
II. Sólo puede reclamarse dentro de los tres meses desde que el reclamante tuvo
conocimiento de la regulación; pero es inadmisible si ha habido de su parte principio de
cumplimiento.
Por la regla del art., puede encargarse a un tercero la facultad de atribuir las
ganancias y las pérdidas. Esto supone desde luego una estipulación contractual expresa.
Según algunas legislaciones la regulación no puede ser encomendada a uno de los socios.
El Cgo abrg. lo permitía (art. 1220). El término tercero, susceptible de equívocos algunas
veces, en la cuestión en examen, ha de entenderse por cualquiera persona con exclusión de
los socios, como consecuencia de que la ley en esta materia siempre contrapone socios y
terceros.
La única causa válida para la impugnación, es que el tercero haya actuado con
manifiesta iniquitas según Paulo (cit. de Scaevola); falta de equidad que resulta ser un
concepto demasiado vago, porque reposa sobre criterios meramente subjetivos. La
inequidad ha de consistir en una arbitrariedad: valoración desigual de servicios y méritos
cuando son de la misma entidad y no hay motivo de diferenciación, por ejemplo. No
impide, desde luego el precepto en examen, una impugnación por una manifestación de
voluntad viciada por error, intimidación o violencia o dolo.
Art. 771.- (Deuda del socio industrial). El socio industrial adeuda a la sociedad las
ganancias que durante ella haya obtenido con la industria que pone en la sociedad.
Jurisprudencia
Art. 772.- (Nuevos socios). I. Sin consentimiento unánime los socios no puede
ceder sus derechos, ni tampoco admitir nuevos socios, salvo el pacto social contrario.
II. Un socio puede asociar, sin embargo, a un tercero, en relación sólo con la parte
que tenga en la sociedad, pero el asociado no es parte de la sociedad.
Fte: Cgo. francés 1861 -
Precd: c.c. abrg. 1224 -
Conc: c.c. 756, II) -
La sociedad sólo puede existir entre las personas que la han constituído
conjuntamente. Ninguno de los socios, formada la sociedad, puede introducir un nuevo
miembro a ella, ni ceder sus derechos sin el consentimiento de los demás socios, cuando no
haya estipulación pertinente en el contrato social, caso en el cual se estará a lo estipulado.
Sin embargo, el art., permite que cualquiera de los socios puede asociarse con un
tercero o extraño a la sociedad, sólo para compartir con él los beneficios y los riesgos de su
porción. El asociado no es parte de la sociedad, sino de la pequeña sociedad subalterna
formada entre el socio y un tercero, a quien la doctrina francesa denomina croupier (Planiol
y Ripert). Se emplea este calificativo porque entienden los autores que en la primitiva
sociedad el socio lleva al tercero como a la grupa, cabalgando juntos.
Jurisprudencia
1.- "El art. 1224 (772) del c.c. prohibiendo a los socios vender su acción,
incorporando así un nuevo individuo a la sociedad, sin consentimiento previo de
ésta, hace depender de esa condición la validez de la venta".
(G.J. Nº 578, p. 10).
2.- "La compañía formada entre X y Z para la explotación minera constituye una
personalidad distinta e independiente de la sociedad accidental del predicho Z y Y,
cuyos actos no pueden, por lo mismo, ser obligatorios para aquélla".
(G.J. Nº 645, p. 5).
Art. 773.- (Uso de los bienes de la sociedad). El socio puede usar personalmente,
con el consentimiento de los demás o del administrador, los bienes del patrimonio social,
en el destino fijado por su uso.
La regla del art. es una consecuencia natural del estado de comunidad latente en la
sociedad, por lo cual sólo es la reproducción del principio general contenido en el art. 160,
a cuya anotación debe acudir el lector. Aquí, corresponde señalar que el precepto en
examen es objeto de crítica porque deja inferir que, por regla general, los socios se sirven
individualmente de las cosas sociales, cuando, en realidad, la utilización individual de los
bienes sociales se reputa casi siempre contraria a su destino y prohibida como tal a los
socios, lo cual ha inducido a algunos civilistas a considerar conveniente la supresión de
está disposición por arcaica (Planiol y Ripert).
SUBSECCION III
Se considera en cierto modo superfluo este artículo, una vez que se llegaría a
idéntica solución por la simple aplicación de los principios generales. El Cgo. alemán, por
ejemplo, prescinde de disposiciones concretas sobre los supuestos legales contenidos en el
artículo. Y en el Cgo. italiano de 1942, que ha servido de modelo al Código, tampoco se
encuentra una disposición similar.
Habida cuenta que el precedente legislativo del art. está en el 1217 del c.c. abrg., ha
de admitirse como fuente de éste el art. 1852 del c.c. francés de 1804.
El socio que obra sin atribución administrativa, es nada más que un gestor oficioso.
Si sus actos son ratificados, o la sociedad se aprovecha de ellos, sus gastos deben ser
reembolsados y cumplidas por la sociedad, las obligaciones que ha contraído de buena fe.
Esto supone que la obligación contraída beneficia a la sociedad, aunque el negocio no haya
tenido luego éxito por circunstancias ajenas.
Tocante a los riesgos y perjuicios, pueden señalarse los ejemplos clásicos: robo que
sufre el socio que viaja por asuntos de sociedad, accidentes sufridos, enfermedades
contraídas por consecuencia de la actividad realizada para la sociedad, etc. Los perjuicios
tienen que ser, por tanto, experimentados con ocasión inmediata y directa de los negocios
sociales y cuando no haya culpa del socio.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
II. Deberá tener en todo caso autorización expresa para efectuar actos de
disposición de los bienes sociales, para gravarlos o para tomar dinero en préstamo.
Jurisprudencia
"Por lo dispuesto por este art. (777) todo socio encargado de la administración por
cláusula especial del contrato de compañía puede hacer todos los actos propios de
su cargo".
(.G.J. Nº 738, p. 22).
Art. 780.- (Información a los socios; rendición de cuentas). I. Todo socio, aunque
no participe en la administración, tiene derecho a informarse por los administradores sobre
el desarrollo de los negocios sociales y el estado financiero, consultar los libros y
documentos y obtener, al final de la gestión o anualmente, una rendición de cuentas.
Jurisprudencia
1.- "La obligación que este art. (780) impone a los socios de darse mutuamente las
cuentas de la administración, resulta de un hecho personal, cual es el desempeño
del mandato de administración y debe cumplirse por el mismo obligado, no
pudiendo pasar a extraños sino por pacto expreso o sobreentendido".
(G.J. Nº 496, p. 9).
3.- "El derecho de exigir cuentas y la obligación de rendirlas, según el art. 1236
(780) del c.c. (se) impone a los socios para darse cuenta de la administración".
(G.J. Nº 815, p. 17).
4.- "Reuniendo la convención de fs., los requisitos esenciales exigidos por el art.
699 (452) del c.c., las partes están obligadas a cumplirla de buena fe, conforme
manda el art. 725 (520) del mismo código, y el demandado a rendir las cuentas que
se le ha pedido, en cumplimiento de las previsiones de los arts. 1210, 1214 y 1236
(757, 771 y 780) del citado c.c.".
(G. Nº 1600, p. 131).
Previamente, nótese que el art. es una aplicación particular de la regla del art. 166,
cuya fuente es el art. 1108 del Cgo. italiano.
Jurisprudencia
"Las sociedades civiles imponen a los socios todas las obligaciones y restricciones
consignadas en los arts. 1210 y s. (757 y s.), siendo una de ellas la que prohibe al
socio que no es administrador enajenar y empeñar las cosas dependientes de la
sociedad".
(G.J. Nº 413, p. 465).
II. Si el patrimonio social no llegare a cubrir las deudas, responden los socios por el
saldo, proporcionalmente a su participación en las pérdidas sociales, salva cláusula de
responsabilidad solidaria.
III. La parte del socio insolvente se reparte entre los demás socios, a proporción.
La esencia de la regla del art., está en que las deudas de la sociedad civil,
repercuten sobre el patrimonio particular de los socios en defecto del haber social. Los
socios responden mancomunadamente conforme a la regla general del art. 428 y la
solidaridad no se presume: debe estar expresamente estipulada en el contrato. El Código
mantiene, para el caso, el principio de la proporcionalidad, a diferencia de otros códigos
que reparten esa obligación entre los socios por partes iguales o viriles, conformándose así,
más con un criterio de justicia y equidad y con la tradición jurídica de la legislación
nacional representada, en el caso, por su precedente el art. 1226 del Cgo. abrg. El párrafo
III del art., al distribuir entre los coasociados la parte del socio insolvente, rompe en éste
aspecto el principio general de la mancomunidad que sigue, estableciendo una
consecuencia propia de las reglas de la solidaridad análoga a la establecida por el art. 448.
Jurisprudencia
1.- "La solidaridad (de los socios) no se presume y debe ser pactada expresamente".
(G.J. Nº 384, p. 170).
2.- "En los contratos de compañía... las leyes que deben aplicarse son las del fuero
común, entre las cuales se encuentra el art. 1225 (783, II) del c.c. que exime de
responsabilidad solidaria a los socios por las deudas sociales".
(G.J. Nº 384, p. 170).
3.- "Conforme al art. 1226 (783) las obligaciones que contraen los socios a
nombre de la compañía reatan a los demás, siempre que estos le hubiesen dado
poder".
(G.J. Nº 497, p. 3).
4.- "El socio... plenamente autorizado por la escritura social, contrajo para la
sociedad los créditos constantes en pagarés. Por consiguiente la dejó obligada".
(G.J. Nº 497, p. 3).
Art. 784.- (Exclusión del patrimonio social). El socio demandado por el pago de
obligaciones puede exigir la previa exclusión del patrimonio social.
Art. 785.- (Actos del socio en su propio nombre). Cuando un socio contrae
obligaciones en su propio nombre o sin poder de la sociedad, no obliga a ésta, a menos que
el acto haya producido beneficio en favor de la sociedad.
El art., se refiere al caso del socio que contrata en su nombre personal y sin tener la
representación de la sociedad. Los terceros en esta eventualidad, no tienen ninguna acción
directa contra la sociedad, a menos que ésta haya obtenido con ello un beneficio. La misma
regla se aplica a las obligaciones contraídas por cuenta de la sociedad, por quien está
legítimamente autorizado para hacerlo, cuando se excede de los límites de las facultades
que le confiere el poder o mandato (Planiol y Ripert). La sociedad resulta obligada al socio
en estos casos, no por razón del contrato social, sino por aplicación de la doctrina del
enriquecimiento ilegítimo (arts. 961 y s.), que establece la acción en proporción al
provecho recibido (Planiol y Ripert y Cunha Concalvez, cit. por Scaevola).
El art. prevé el supuesto de que una persona que debe determinada antidad a la
sociedad y otra suma al socio administrador, paga a éste un importe inferior al total de
ambas obligaciones. En situación semejante, a falta de imputación determinada por el
deudor, conforme a la facultad que le otorga la regla general de aplicación de pagos (art.
316, I), la ley impone que la imputación se haga ambas deudas proporcionalmente a su
importancia. Se señala como excepción a esta regla, la posibilidad de que la imputación
exclusiva a una u otra obligación, sea legal (Planiol y Ripert).
Art. 789.- (Acreedor particular del socio). El acreedor particular del socio puede
hacer valer sus derechos sobre las utilidades que correspondan a éste en la sociedad según
los balances o, a falta de ellos, en la parte que le tocare según la liquidación, sin que por
eso pueda embarazar las operaciones de la sociedad.
Fte: Cgo. it. 1270 -
Conc: c. com. 162 -
c.c. 767, II) -
De las reglas examinadas, se establece cuándo la sociedad queda obligada y cuándo
los socios. Se infiere claramente el deslinde entre acreedores de la sociedad y acreedores de
los socios. El art. da las reglas sobre como pueden actuar los acreedores del socio, respecto
de la porción que éste tiene en la sociedad, aunque apartándose de la precisión de su
modelo el art. 2270 del Cgo. italiano, que autoriza al acreedor particular del socio, mientras
existe la sociedad, a hacer valer sus derechos sobre los beneficios correspondientes al
deudor y efectuar los actos conservatorios oportunos, sobre la cuota correspondiente a este
último en la liquidación. Si los demás bienes del deudor -añade dicho art. 2270 del Cgo.
italiano- resultan insuficientes para cubrir sus créditos, el acreedor particular del socio
podrá solicitar, además, en cualquier tiempo la liquidación de la cuota de su deudor,
liquidación que habrá de hacerse dentro de los tres meses siguientes a la demanda, a menos
que se haya acordado la disolución de la sociedad.
Art. 790.- (Conocimiento de los terceros). No son oponibles a los terceros de buena
fe las limitaciones del pacto social, de las cuales no han podido tener conocimiento, a
menos que se hubiesen publicado suficientemente.
El art. no es más que una repetición del art. 755: el mismo actor con otro atuendo,
pero que no alcanza a definir la cuestión debidamente. La disposición fuente habla de que
el pacto social y, particularmente, sus limitaciones, deben llevarse a conocimiento de los
terceros por medios idóneos, cuando no se le ha dado publicidad suficiente. Es medio
idóneo, por ej., hacer conocer el contrato social al tercero y que éste declare en el acto
correspondiente que se le ha dado debido conocimiento del mismo. En tal supuesto el
tercero no puede pretender acogerse al beneficio de la oponibilidad.
SUBSECCION VI
DE LA DISOLUCION DE LA SOCIEDAD
Y CESACION DE LA RELACION SOCIAL
Los socios pueden poner término a la sociedad, cuando su voluntad unánime así lo
acuerde, con la misma libertad contractual con la que constituyeron la sociedad. El caso 1)
del art., es una simple aplicación de la regla general del art. 454.
Dos son las hipótesis que la ley contempla sobre la duración de la sociedad, según
que haya sido o no objeto de determinación en el pacto (art. 757). Luego, el caso 2) del art.,
al señalar la expiración del término como causa de disolución de la sociedad, se refiera a la
sociedad cuya duración se ha pactado expresamente en el acto constitutivo.
La incapacidad a que se refiere el caso 4), supone que un socio se inhabilite para los
negocios sociales. Implica un sentido muy amplio y no sólo se refiere a la inhabilitación
jurídica o incapacidad para realizar actos jurídicos. Puede comprender los que afecte a la
aptitud necesaria para el buen desenvolvimiento de los negocios sociales, por ejemplo, un
caso de enfermedad, o un accidente de trabajo, que produzca incapacidad permanente, etc.
En el Derecho romano y en el antiguo francés, la sociedad siempre tenía un carácter
intuitus personae: la muerte de uno de los socios disolvía la sociedad. Se razonaba así: una
persona se asocia con otra a quien conoce y no con sus herederos, a quienes no conoce
(Planiol y Ripert). Sin embargo, esta regla no es obligatoria y se puede, en los términos
estipulados en el acto constitutivo, pactar que la sociedad continuará a pesar de la muerte
de uno de los socios, sea con los herederos del fallecido, sea únicamente con los socios
sobrevivientes (arts. 791, caso 4 y 794).
El principio de que los contratos obligan a los contratantes y a sus herederos (art.
524), tiene en este caso una de las excepciones que el mismo precepto prevé: menos
cuando son intrasmisibles por su naturaleza, por pacto o por disposición de la ley. Para este
caso la transmisibilidad ha de pactarse, porque, dejando de lado las sociedades llamadas de
capitales, que además corresponden al dominio de aplicación del Derecho comercial, la
consideración de la persona de los socios es esencial en esta forma contractual, que se basa
en la confianza recíproca y en las cualidades técnicas y morales de los contratantes que,
posiblemente, no pueden darse en los herederos, ya porque sean incapaces legalmente o
porque no sean aptos para el negocio o para los negocios. Consecuentemente, si el pacto
establece la continuidad, se procede mediante una de las dos alternativas que señala el art.
794.
Por lo que se entiende, las disposiciones en examen hablan de la muerte natural del
socio. Queda en duda la situación de la sociedad en caso de ausencia o declaración de
muerte presunta de uno de los socios. La desaparición del socio, teniendo en cuenta el
intuitus personae, viene a producir una situación semejante a la de la muerte. Pero
semejanza no es identidad y a lo sumo existiría un justo motivo para que cualquiera de los
socios pida la disolución (Scaevola).
En las sociedades civiles, en las que más que el capital cuenta la comunidad de
esfuerzos, de aptitudes y de riesgos que se establece entre los socios, la disolución no
lesiona ningún interés apreciable del socio único, que puede actuar como dueño de
empresa. Con todo, la solución dada por el Código italiano (que es la del caso en examen),
coincidentemente con los Cgos. suizo y portugués, parece la más adecuada al permitir una
subsistencia temporal de la sociedad, hasta que en el plazo marcado se restablezca la
pluralidad.
El caso 7) del art., es en cierto modo consecuencia de las reglas del Capítulo VI, de
que forma parte esta subsección. Los tribunales pueden disolver las sociedades por causas
legítimas y a demanda de parte interesada, por ejemplo en el caso en que un socio falta a
sus obligaciones y da lugar a la acción de que trata el art. 763; pueden también causar la
disolución por resolución judicial, la negligencia y la mala fe y las malversaciones en el
manejo de los negocios sociales (arts. 795, II).
Finalmente, las partes pueden señalar diversas causas de extinción, además de las
señaladas por la ley (caso 8), por aplicación del principio de la libertad contractual (art.
454).
Jurisprudencia
La aplicabilidad del art., no ofrece mayores dificultades, una vez que se conforma
en su finalidad, a lo preceptuado por las reglas generales (art. 523).
Como simple dato ilustrativo, cabe advertir que la prórroga en las sociedades
comerciales nunca es tácita y debe acordarse siempre expresamente (art. 379, c. com.).
Jurisprudencia
La previa notificación, sirve para que los socios adopten sus previsiones y no
comprometan a la sociedad en operaciones aun no convenidas. Ha de considerarse que no
hay buena fe en el renunciante cuando, por ejemplo, el que hace la renuncia se propone con
ella apropiarse para sí solo del negocio que debía ser común, o tiene el deseo de perjudicar
a sus consocios de modo claro o pretende favorecer el lucro de un tercero, con perjuicio de
la sociedad. Se trata de una cuestión de hecho que, en su caso, debe dejarse librada al
criterio del juzgador que, además de este art. (795), tiene para formar juicio el principio
amplio y fundamental para todos los contratos (art. 520), que consagra la buena fe de modo
general y en el cual es preciso apoyarse para lograr que el Derecho no se distancie de la
Etica (Scaevola).
DE LA LIQUIDACION
La materia mercantil, el art. 384 del c. com., señala que durante la liquidación de la
sociedad, se mantiene su personalidad jurídica para este fin, es decir, para el solo objeto de
efectuar la liquidación.
Art. 800.- (Restitución de los bienes aportados en goce). I. Los bienes aportados
sólo en goce deberán restituirse en el estado que tengan, a los socios propietarios.
II. La sociedad debe responder por pérdidas o deterioros imputables a los
administradores, sin perjuicio de la responsabilidad de éstos ante los socios.
Art. 802.- (Distribución del activo). Sólo una vez extinguidas las deudas sociales se
puede distribuir el activo existente, mediante el reembolso de los aportes y la asignación a
los socios de los eventuales excedentes, en proporción estos últimos a la parte de cada uno
en las ganancias.
Lo preceptuado por el art., se ha visto ya en las anots. a los arts. anteriores de esta
subsección (797 y 798).
SECCION III
Sociedades entre esposos. Es frecuente que los esposos sean miembros de una
sociedad. No existiendo prohibición expresa, se supone que está permitido. Lo que falta
definir es si los esposos pueden, sólo entre ellos, constituir una sociedad. La jurisprudencia
francesa la considera nula (Planiol y Ripert), porque, entre otras razones, se considera que
este contrato podría encubrir otros que están expresamente prohibidos entre ellos, como la
venta (art. 591) o la donación (art. 666).
DEL MANDATO
SECCION I
Art. 804.- (Noción). El mandato es el contrato por el cual una persona se obliga a
realizar uno o más actos jurídicos por cuenta del mandante.
Quien tiene un pleito y da poder a otra persona para que actúe en su nombre,
constituye un mandatario que le representa. Cuando alguien envía a su dependiente a
cobrar una cuenta, el que la paga, paga bien porque ese dependiente aunque no tenga poder
de su empleador, por el hecho de llevar el recibo actúa representándole y tácitamente es su
mandatario. Si alguien se casa en nombre de una persona ausente, es mandatario de ésta
porque actúa representándola. Con los ejemplos dados, concluye Ossorio, que donde hay
representación hay mandato y no lo hay si la representación no existe, para proponer esta
definición: el mandato es un contrato por virtud del cual una persona representa a otra en la
realización de un acto jurídico.
A la definición que contiene la noción de mandato dada por el art. 804, le falta
señalar el carácter distintivo del mandato: la representación. Se debe ello a que esa noción,
igual a la del art. 1703 del Cgo. italiano, comprende al mandato con representación y al
mandato sin representación (Messineo). Más, el Cgo. italiano, seguidamente, da la noción
de lo que ha de entenderse por uno y otro mandato -lo que no hace el Código- con lo cual
todo queda debidamente establecido.
Esa es la doctrina que sigue, en realidad, el Código, cuando en el art. 467, que
establece la regla general de la representación, determina que el contrato realizado por el
representante, en nombre del representado, en los límites de las facultades conferidas por
éste, obliga al representado. En general, esta doctrina responde al aforismo potest quis per
alium, cuot potest fasere per se ipsum (se puede hacer por otro lo que se puede hacer por sí;
(cit. Scaevola).
Cosa diversa es la regla del art. 826, que habla de mandato sin representación para
el supuesto de que el mandatario actúe en el ejercicio del mandato por cuenta propia y para
sí, regla incompleta y tergiversadamente tomada del art. 1705 del Cgo. italiano en el cual
tiene función explicable por su relación con otras reglas omitidas en la copia (arts. 1704 y
1706), que se examina al tratar dicho art. 826. Basta señalar en este punto, que el art. 1704
del Cgo. italiano -omitido por el Código- habla del mandato con representación, que
supone la actuación con poder y de acuerdo a las reglas de la representación (arts. 1387 y s.
del Cgo. italiano y 467 y s. del Código).
Como origen etimológico de la palabra mandato, se señala las voces latinas manu
datum: darse la mano, como símbolo de amistad y de fidelidad, por lo que en su origen se
lo considero gratuito esencialmente (Machado). Esta nota de gratuidad conserva el Cgo.
alemán, siguiendo la tradición del Derecho romano. El Cgo. abrg. (art. 1335), presumía la
gratuidad del mandato, salvo convención contraria. El movimiento legislativo
contemporáneo, ha invertido la presunción; el mandato se presume oneroso, salvo prueba
contraria y, en el caso de quienes ejercen mandato por razón de su profesión o por
disposición de la ley, siempre se considera oneroso el mandato (art. 808). La gratuidad, no
es ya de esencia del mandato (Mazeaud).
El objeto del mandato ha de ser lícito, por aplicación de los principios generales. Si
se confiere mandato para un acto ilícito, el mandato a su vez seria ilícito, porque el acto
prohibido al mandante no puede ser cumplido mediante un mandatario. La consecuencia es
que suprime en principio, toda acción que seria propia de un mandato válido (Planiol y
Ripert). A propósito dice el digesto (Lib. 17, tít. 1, ley 6a.): reiturpis nullum mandatum est
(el mandato de cosa torpe o inmoral es nulo; cit. Scaevola.
Jurisprudencia
3.- "Es mandato el encargo conferido por una persona a otra para que por cuenta
suya y a su nombre realice uno o varios negocios jurídicos, cuyos efectos se
enlazan a su persona como si ella misma los hubiera realizado y su otorgamiento,
revocación y confirmación corresponden al mandante, conforme a los arts. 1332
(804) del c.c. y 49 de la L. de 27 de Dic. de 1882".
(G.J. Nº 1559, p. 84).
4.- V. los casos Nos. 8 del art. 592; 2 del art. 805; 3 del art. 842; 2 del art. 851.
Art. 805.- (Clases, formas y prueba del mandato). I. El mandato puede ser expreso
o tácito.
II. El mandato expreso puede hacerse por documento público o privado, por carta o
darse verbalmente, según el carácter del acto a celebrar en virtud del mandato.
a) El mandato doméstico, dado por el marido a la mujer, por los hijos a la madre viuda, los
hijos respecto de los padres, etc.
b) El conferido por los amos a sus dependientes, especialmente para compra de productos
alimenticios, inclusive al crédito, según los hábitos de relación entre el amo y sus
proveedores.
c) El de los patronos a sus empleados, en la atención de los negocios normales del giro
comercial.
d) El copropietario indiviso que administra los bienes comunes, puede ser considerado
mandatario tácito de los demás copropietarios, etc.
El mandato expreso, puede ser escrito o verbal, lo cual depende -como se anticipo
supra- del carácter del acto a celebrarse en virtud del mandato. Siempre que la autenticidad
de un acto sea prescrita por la ley, autenticidad que supone la solemnidad de la escritura
pública, bien sea para asegurar su legitimidad en interés del orden público, sea para
proteger a las partes mediante la intervención de funcionario autorizado, el mandato
necesariamente ha de extenderse por instrumento público. Las mismas razones que se
oponen al contrato por documento privado, en estos casos, se oponen también al poder por
documento privado. Ejemplificativamente, se requiere mandato expreso auténtico, para:
Además ha de tenerse en cuenta la disposición del art. 810 II) que exige mandato
expreso -por instrumento público- para enajenar (art. 590), transigir (art. 492) y todo otro
acto de disposición, donación (art. 491), por ejemplo.
En los casos en que las leyes no exigen para los actos jurídicos la solemnidad del
instrumento público, puede conferirse mandato por documento privado, por carta, o
verbalmente. Respecto del mandato verbal, ha de tenerse en cuenta la regla del art. 1328,
1), relativamente a la necesidad de la prueba porque, así se reconozca que la forma del
mandato es libre, su prueba tiene que conformarse a las reglas del derecho común.
1.- "El mandato general e ilimitado, firmado en blanco, no está prohibido por las
leyes. El art. 652 (336) del c.p. condenando el abuso que un mandatario o un
tercero puede hacer de la firma en blanco, confiada a aquél, supone legítimo el uso
de la firma en blanco".
(G.J. Nº 19, p. 163).
3.- "El art. 1333 (805) permitiendo constituir el mandato aún verbalmente, lejos de
prohibir la prueba de su constitución, cuando las partes están discordes, la permite
expresamente como en las demás convenciones".
(G.J. Nº 453, p. 820).
4.- "Al recoger del albacea testamentario cien cabezas de ganado y pasándolas a la
abuela de los menores, cumplió y ejecutó un verdadero mandato, el cual puede
constituirse aun verbalmente".
(G.J. Nº 522, p. 13).
5.- "Según el art. 1333 (805) el mandato puede hacerse por acto público o mediante
carta perfeccionándose con la aceptación del mandatario o la ejecución del
mandato".
(G.J. Nº 610, p. 7).
7.- "El mandato verbal tiene validez al tenor del art. 1333 (805) del c.c. y se admite
la prueba testimonial para acreditar su falsedad substancial".
(G.J. Nº 1286, p. 20).
Jurisprudencia
1.- "La procuración trasmite al procurador la representación del mandante, una vez
perfeccionado con aceptación expresa o tácita del mandatario y tiene toda la fuerza
que se atribuye a las convenciones legalmente formadas".
(G.J. Nº 463, p. 899).
2.- "La aceptación del poder conferido por carta, dejó perfeccionado el contrato con
arreglo al art. 1332 (806) del c.c., quedando en consecuencia constituido
mandatario especial y sujeto a las obligaciones y restricciones inherentes al
mandato".
(G.J. Nº 541, p. 7).
3.- "Se considera aceptado el mandato cuando, conforme a lo dispuesto por el art.
1334 (806) del c.c., el mandatario da ejecución al mandato, cual se ha acreditado en
la especie mediante prueba escrita".
(G.J. Nº 1563, p. 107).
Art. 807.- (Aceptación tácita del mandato entre ausentes). Se presume aceptado el
mandato entre ausentes si el negocio para el cual fue conferido se refiere a la profesión del
mandatario o si sus servicios fueron ofrecidos mediante publicidad y no se excuso de
inmediato, en éste último caso, debe adoptar las medidas urgentes de conservación que
requiera el negocio.
Art. 809.- (Mandato general y especial). El mandato es especial para uno o muchos
negocios determinados o general para todos los negocios del mandante.
Art. 810.- (Mandato general). I. El mandato general no comprende sino los actos de
administración.
II. Si se trata de transigir, enajenar o hipotecar o de cualquier otro acto de
disposición, el mandatario debe ser expreso. La facultad de transigir no se extiende a
comprometer.
Fte: Cgo. it. 1708, 2) (para inc. I) - Cgo. francés 1988--1989-(para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1337 - 1338 i.f. -
Conc: c.f. 266 - 300 - 316 - c. com. 506 - 1238 -
c.c. 686 - 809 - 835 -
Jurisprudencia
1.- "La venta de piñas de plata, consignación de metales y habilitación facultada por
el contrato de mera administración no se encuentra fuera de la restricción
establecida en el final del art. 1337 (810), que prohibe la enajenación de la
propiedad misma, pero no la de los productos".
(G.J. Nº 554, p. 8).
2.- "El poder expreso requerido por este art. (810) no es para los casos de
adquisición de propiedad, sino para los de enajenación o limitación de ella".
(G.J. Nº 703, p. 32).
4.- "La insuficiencia del mandato en que se funda el recurso, acusando supuesta
infracción del art. 1337 (810) del c.c., es una alegación extraña y contradictoria con
los términos de la demanda que está fundada en la suplantación de personas y
falsedad de concurrencia de la demandante al acto del otorgamiento del poder ante
Notario, que no ha sido probada".
(G.J. Nº 1602, p. 28).
5.- "Del examen del poder de fs., se establece que la facultad de transigir ha sido
otorgada para los casos en que el apoderado deba actuar atendiendo pleitos, pero no
para transferir a título transaccional concretamente el inmueble objeto del juicio".
(A.S. Nº 15 de 22-I-81).
Art. 811.- (Extensión). I. El mandato no sólo comprende los actos para los cuales a
sido conferido sino también aquellos que son necesarios para su cumplimiento.
II. El mandatario no puede hacer nada más allá de lo que se le ha prescrito en el
mandato.
Fte: Cgo. it. 1708, 1) (para inc. I) - 1711, 1) (para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1338 -
Conc: c. com. 75 -
c.c. 469 -
b) Facultativas, que dejan al mandatario una latitud más o menos amplia para su
actuación, según su apreciación y como mejor aconseje la atención de los intereses del
mandante.
Es aplicable a la regla del parágrafo II, la del Digesto (Lib. 17, tít. 1, ley 5), que
dice: diligentis igitur fines mandati custodiendi sunt; nam qui excessit, aluid quid facere
videtur (se ha de observar exactamente lo que se expresó en el mandato; porque el que se
excede, parece que hace otra cosa distinta; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "Con poder para sacar dinero a interés, sin expresa determinación de las
condiciones de pago, al tomar a interés compuesto la cantidad, cuyo pago persigue
la ejecutante, no se extralimitó de sus facultades el mandatario".
(G.J. Nº 619, p. 9).
2.- "No conteniendo los poderes conferidos cláusula expresa para hipotecar, se
contraviene a este art. (811) al otorgar obligación hipotecaria".
(G.J. Nº 634, p. 4).
3.- "El poder general contiene facultades de hacer cobranzas y pagos, acusar
recibos y finiquitos. Al transferir el mandatario el crédito que a favor del mandante
reconocía X a Z en pago de una obligación que, a su vez, reconocía a favor de éste
el mandante, procedió el mandatario dentro del límite prescrito en el mandato".
(G.J. Nº 721, p. 9).
4.- "El poder conferido al mandatario para que éste represente al mandante en el
juicio, no le faculta para deducir recurso de nulidad, por lo que y por lo dispuesto
en este art. (811) careció de personería para promoverlo a nombre del mandante".
(G.J. Nº 777, p. 21).
8.- "El mandatario, al tenor del art. 1338 (811) del c.c. no puede hacer cosa alguna
más allá de lo que se le autoriza en el mandato y, si lo hace, los efectos de sus actos
no alcanzan al mandante porque hay ausencia de consentimiento, requisito sin el
cual las convenciones no tienen validez según el art. 699 (452) del mismo código".
(G.J. Nº 1599, p. 84).
9.- "El poder especial y concreto fue conferido para que el mandatario venda al
mejor postor los terrenos que los mandantes poseen a título de propietarios, sin
extender tal facultad para la venta de la casa y el mandatario, al hacerlo,
contraviene lo dispuesto por el art. 1338 (811) del c.c., que prohíbe a los
mandatarios hacer cosa alguna más allá de lo que se les ha encargado".
(G.J. Nº 1624, p. 163).
10.- Véase los casos Nos. 4 del art. 833 y único del art. 844.
Y para que el consentimiento sea válido, es necesario que éste sea prestado por
personas capaces. Esa es la regla, que no presenta duda alguna respecto del que confiere el
mandato (art. 812, I), aunque respecto del mandatario la regla general señalada, sufre una
excepción importante (art. 812, III).
La recomendación o consejo (art. 813), no crea una relación jurídica entre el que la
da y el que la oye. Es una simple opinión que puede aceptar o rechazar el aconsejado,
siguiendo su propio criterio. El que sigue un consejo o atiende una recomendación, no
espera que se le responda de los acontecimientos. Como dice el propio art. no se produce
obligación alguna. Otra cosa es si el supuesto ocurre dentro de una relación contractual,
caso en el cual propiamente no ha de estimarse que se trata de un simple consejo o
recomendación, sino de la observancia de alguna obligación resultante de la referida
relación contractual. Habiendo esta relación, si hay dolo en el que recomienda o aconseja o
provoca con su consejo una pérdida que puede imputársele, responderá de ella (Domat, cit.
de Machado). No parece, sin embargo, que haya justificación atendible para que este art.
haya sido incluido en el código. Si hay dolo, la responsabilidad emerge por tal vicio del
consentimiento, no por el hecho de la recomendación.
SECCION II
El mandato continúa a pesar de la muerte del mandante, que es una de las causas de
su extinción (art. 827, 4), en el caso en que exista peligro evidente para los intereses del
mandante, en interrumpir la ejecución empezada y urgencia en realizar actos necesarios
imposibles de prevenir de inmediato a los herederos. El mandatario debe tomar las medidas
de conservación, prevenir las causas de pérdida, esto es, reemplazar prácticamente a los
herederos, para todo lo que es urgente. Los límites de la urgencia y de la necesidad
respecto de las gestiones empezadas, encierran la razón de la prórroga de mandato y el
mandatario no puede ocuparse de actos que pueden ser diferidos, ya que la muerte del
mandante pone fin a su función.
Jurisprudencia
1.- "La demanda no tuvo por objeto compeler al mandatario a la ejecución del
mandato (resultando por tanto) prematura la indemnización de daños, puesto que
quedo por averiguarse si la inejecución fue o no por culpa del mandatario".
(G.J. Nº 580, p. 16).
2.- "El mandatario responde no solamente del dolo, sino también de las faltas
graves que comete en su administración".
(G.J. 1267, p. 59).
4.- "Según el 1339 (814) del c.c., es obligación del mandatario cumplir con el
mandato mientras está encargado de él, siendo responsable de los daños que
pudieran resultar de su inejecución.
(G.J. Nº 1563 , p. 107).
5.- "El art. 1339 (814) del c.c. obliga al mandatario a cumplir con el mandato y está
igualmente obligado a acabar la gestión comenzada, después de la muerte del
mandante si hay peligro en la demora".
(G.J. Nº 1616, p. 221).
6.- Véase el caso Nº 1 del art. 872.
El concepto del bonus pater familias, es una concepción de tanta elasticidad que
muy bien se adapta a cualesquiera de las condiciones de las partes, en lo tocante a la
prestación implícita en la relación jurídica (Scaevola) y en este caso sugiere la fórmula de
bueno y prudente administrador.
El mandatario retribuído, al igual que el no retribuído, está obligado por la falta que
no cometiera un buen padre de familia, pero el mandatario gratuito se beneficia de una
indulgencia mayor, desde el punto de vista ya de los hechos que entrañan su
responsabilidad, ya del importe de los daños y perjuicios (Baudry-Lacantinerie, cit. por
Scaevola). Planiol y Ripert, sostienen que no debe exagerarse el alcance de la regla, porque
la responsabilidad del mandatario retribuído, no puede exagerarse el alcance de la regla,
porque la responsabilidad de mandatario retribuido, no puede exceder la norma común de
la responsabilidad contractual, no siendo responsable más que por la culpa que no habría
cometido un buen padre de familia y, a la inversa, el mandato gratuito no implica en modo
alguno la irresponsabilidad del mandatario. Sin duda la culpa será apreciada con menos
severidad, pero no tiene que ser grave forzosamente para generar responsabilidad.
Jurisprudencia
II. Está obligado a si mismo a rendir cuentas al mandante y abonarle todo cuanto
haya recibido a causa del mandato, aun cuando lo que haya recibido no se debiera al
mandante.
Fte. Cgo. it. 1710, 2) (para inc. I) - 1713, 1) (para inc. II) -
Cgo. francés 1993 -
Precd: c.c. abrg. 1341 -
Conc: c. com. 83 - 1240 - 1272 -
c.c. 976 -
Jurisprudencia
1.- "Constando haber recibido varias cantidades de dinero, está obligado como todo
mandatario a dar cuenta de su gestión y de todo lo que hubiese recibido para el
desempeño de su cometido".
(G.J. Nº 229, p. 1287).
2.- "El mandatario está obligado a dar cuenta de todo lo que hubiera recibido en
virtud de su encargo y a pagar los intereses de las sumas que hubiere empleado en
su uso".
(G.J. Nº 387, p. 193).
5.- "Del recibo consta que el mandatario entregó al actor todos los bienes...
cumpliendo con el mandato que le fue conferido (por lo que) procedía la
revocatoria solicitada de la providencia que ordenó la rendición de cuentas
demandada". (G.J. Nº 816, p. 42).
6.- "El derecho de exigir y la obligación de rendir cuentas, de acuerdo al art. 1341
(817) del c.c. es inherente al contrato de mandato y en su virtud el mandatario está
obligado a dar cuenta y razón al o a los mandantes de todo lo que ha recibido en
virtud de su encargo".
(G.J. Nº 1563, p. 107).
Jurisprudencia
1.- "En la especie no se ha producido ninguno de los casos contemplados por el art.
1342 (818) del c.c., para responsabilizar al mandatario, ya que éste estaba facultado
de sustituir, sustitución que se encargó a persona capaz y solvente, quien como
mandatario sustituto está obligado a rendir las cuentas".
(G.J. Nº 1251, p. 50)
2.- Véase los casos Nos. 3 del art. anterior y 6 del art. 821.
II. Los comandatarios que actúen conjuntamente están obligados en forma solidaria
ante el mandante.
Art. 820.- (Intereses por las sumas cobradas). Corren contra el mandatario los
intereses legales de las sumas cobradas por cuenta del mandante, desde el día en que debió
hacerle la entrega o emplearlas en el destino señalado por él.
1º) Por regla general, el mandatario no debe interés alguno al mandante por las
cantidades que tiene en sus manos, por razón o para la ejecución del mandato (Scaevola).
Esta solución, resulta aplicable a contrario sensu de los casos en que el art. en examen hace
del demandatario deudor de intereses: de las sumas cobrados por cuenta del demandante,
desde el día en que debía entregársela o desde el día en que debía emplearlas en el
cometido instruído por él. Fuera de estos dos casos, el mandatario, legalmente, solo tiene la
obligación de guardar las cantidades y restituirlas al mandante.
2º) El mandatario debe también intereses de las cantidades que aplicó a sus usos
propios y de las que resulte debiendo después de fenecido el mandato.
Jurisprudencia
c) El mandatario, no puede entablar tercería contra una sentencia (caso del art. 360
del p.c.), en que el mandante haya sido parte, así como el mandante no puede hacerlo
respecto de la sentencia, en que el mandatario haya sido parte, en el ejercicio de su
mandato.
En lo que extralimita (art. 821, II), el mandatario está sin poder por lo cual no
obliga al mandante, cuyo consentimiento falta para todo lo que el mandatario ejecuta
excediéndose de los límites del mandato. Tales actos se consideran no sucedidos respecto
del mandante: ni le favorecen ni le perjudican. Los terceros, no pueden oponer al mandante
un acto realizado fuera de los términos del mandato y el mandante ni siquiera tiene
necesidad de intentar una acción de nulidad de dichos actos, porque, en realidad, no está
vinculado por las obligaciones contraídas contrariamente a las instrucciones del mandato o
de las que el mandatario pacta sin estar autorizado. Si ha mediado ratificación, expresa o
tácita (ejecución de lo pactado extralimitadamente) o simple silencio guardado por el
mandante, lo hecho por el mandatario fuera de los límites del mandato, obliga al mandante
como si hubiese estado contenido en las instrucciones del mandato, automática y
retroactivamente. De sus diversas aplicaciones, la palabra ratificación, aquí, significa el
consentimiento prestado por el mandante al negocio para él y en su nombre realizado por
un mandatario, que se ha extralimitado de sus poderes, o por un mandatario que actúa en
virtud de un mandato nulo (caso del mandatario aparente).
La ratificación no puede ser parcial porque, por naturaleza, es indivisible, no
quedando al mandante otra opción que ratificar o rechazar en su integridad el negocio
concluído extralimitadamente.
Jurisprudencia
4.- "El art. 1345 (821) del c.c. requiere la comprobación del respectivo poder para
que el cajero y mandatario comprometan a su principal o mandante".
(G.J. Nº 751, p. 9).
5.- "Habiendo sido notificado el mandatario (con poder suficiente al efecto) para
que prosiga el juicio bajo pena de deserción, (no era necesaria) la citación personal
del mandante, por cuanto los gestores comprometen a su principal conforme al art.
1345 (821), siempre que exista poder expreso".
(G.J. Nº 783, p. 20).
6.- "El poder conferido contiene cláusula especial restrictiva de que cuando
sustituya el mandato, no se incluyan en la sustitución las facultades de pedir dinero
prestado, de negociar giros o letras de cambio, de adquirir o disponer de bienes
raíces, limitándolo a la administración únicamente... Al no obrar así (el sustituto)
procedió fuera de las facultades expresadas en el poder que le fue sustituído, sin
que, por ello, (haya podido establecerse) obligación alguna contra el principal".
(G.J. Nº 820, p. 20).
7.- "El mandante está obligado a cumplir los compromisos contraídos por el
mandatario con arreglo al mandato que se le ha dado, pero no queda reatado a lo
que se haya hecho con exceso de las facultades conferidas si no ha sido ratificado
expresa o tácitamente, según dispone el art. 1345 (821) del c.c.".
(G.J. Nº 1219, p. 40).
Jurisprudencia
El Cgo. abrg. como su modelo del Cgo. francés, guardan silencio sobre el derecho
de retener. El Cgo. italiano de 1942, modelo del actual Código, establece privilegio en
favor del mandatario sobre las cosas del mandante (art. 2761, 2º) y, con carácter general,
dispone el derecho de retención en favor de todo acreedor (art. 2756, 3º), disposiciones que
el Código ha resumido para el caso en el art.
Para que el derecho de retener tenga aplicación, se requiere que los efectos
retenibles se encuentren en poder del titular de la facultad, cuya desposesión está bajo el
resguardo de este art.
Art. 825.- (Mandato colectivo). El mandato conferido por dos o más personas por
un acto único y para un negocio común, obliga solidariamente a cada una de ellas con el
mandatario para todos los efectos del mandato; sólo puede ser revocado por todas ellas, a
menos que exista justo motivo.
La solidaridad entre los co-mandantes, fue recogida por el antiguo Derecho francés
del Derecho romano y pasó a las legislaciones modernas. Los redactores del Cgo. francés,
fundamentaron la solidaridad de los co-mandantes en el hecho de que recibiendo el
servicio en común, cada uno de ellos está obligado solidariamente a indemnizar al
mandatario. El origen de la solidaridad en el caso de pluralidad de mandantes, parece estar
en el carácter esencialmente gratuito que tenía el mandato en el antiguo Derecho, pues se
razonaba que era justo que quienes desempeñaban un servicio gratuito, tuvieran una acción
solidaria contra los que obtenían de éste un provecho común (Castán, cit. por Scaevola).
Es esencial que el mandato sea dado en un acto único. Si los mandantes actúan por
acto diferente, no son solidarios, aunque hubiere comunidad de intereses, pues los
mandantes son extraños los unos de los otros (Baudry - Lacantinerie, cit. de Scaevola). Si,
por ejemplo, un mandatario recibe de diversos mandantes, mandato de igual contenido
como sería el caso de coherederos que por actos separados encomiendan al mandatario
realizar la partición de la herencia, el mandatario, no obstante tratarse indudablemente de
un negocio común, no podrá dirigirse solidariamente contra los coherederos, para exigirles
el cumplimiento de sus obligaciones. No hay obligación única nacida de un solo contrato, a
la que solidariamente están obligados los mandantes. Hay dos o más contratos (según el
número de coherederos que se quiera asignar al ejemplo), netamente distintos entre sí, que
aun teniendo un objeto común o versando sobre un negocio común, originan obligaciones
diversas e independientes entre sí.
La segunda condición, es la unidad del objeto que el art. en examen llama negocio
común. Este, el negocio común, es la base de la solidaridad, porque si el mandatario recibe
un mandato de varios mandantes, aun en un acto único, para negocios no comunes, no se
podrá aplicar la solidaridad legal. El negocio común exige (Scaevola), que los mandantes
no tengan intereses contrarios ni distintos. No es fácil determinar qué se entiende por
negocio común. Una partición de herencia, por ejemplo es un negocio común a los
herederos, legatarios y a los acreedores de la sucesión, pero esa comunidad no puede
estimarse productora de obligación solidaria en el caso que se trata aquí. Negocio común
supone que los intereses sean conformes y armónicos, como el de los acreedores en una
quiebra o en un concurso en su primer período, o el caso de un mandato para defensa en
juicio, bajo la dirección unipersonal de un letrado determinado y con la representación de
un solo apoderado, v. gr. (Manresa, Laurent, cits. por Scaevola).
Los efectos de la solidaridad, son los del derecho común: permite al mandatario
reclamar directamente y por el total a cualquiera de los mandantes, aun después de haber
dejado caer a los demás en la insolvencia, siempre que la acción no haya prescrito.
Disposición siguiente del Cgo. italiano (art. 1706) que no ha sido tomada por el
Código y que se refiere a las consecuencias del precepto, en los casos de adquisición de
muebles, o de inmuebles sujetos a registro y de los derechos adquiridos por el poseedor de
buena fe.
El mandato por testaferro, se gobierna por las reglas generales de los actos
simulados (Baudry-Lacantinerie, cit. por Planiol y Ripert). Es un caso de simulación por
interposición de persona (Mazeaud) -no es en sí mismo ilícito porque nada obliga al
mandante y mandatario a hacer públicas sus relaciones. Los terceros, no pueden reclamar
contra la simulación si no tienen un interés legítimo lesionado. Las relaciones de mandante
y mandatario, resultan más complicadas habida cuenta que es el mandatario testaferro y no
el mandante que se hace deudor o acreedor de los terceros con quienes trata. Resulta de
ello, que el testaferro queda obligado, además, a trasmitir al mandante los resultados
obtenidos de sus tratos con los terceros, efectuados en su propio nombre, trasmisión que
por las reglas de la representación inherentes al mandato ordinario es innecesaria. De ahí la
razón de la regla del párrafo II del art. (Planiol y Ripert).
Los autores distinguen entre las causas de extinción del mandato, causas objetivas y
causas subjetivas. Las primeras se relacionan con el contenido del mandato y las segundas
se refieren a la persona del mandante, o a la del mandatario o a ambas personas (Scaevola).
Las causas subjetivas, son: a) voluntad del mandante (revocación), o voluntad del
mandatario (renuncia), de poner fin a la relación (casos 2, y 3 del art.); b) cambio en el
estado jurídico de una de las partes (interdicción -caso 4 del art.- quiebra o insolvencia); c)
extinción de la personalidad jurídica de una de las partes, causada por la muerte (caso 4 del
art.).
Es claro que si el mandato tiene por base, como frecuentemente ocurre, una
relación jurídica entre el mandante y el mandatario, se ha de suponer que el mandato se
limita a la duración de esta relación, o sea que se extingue al terminarse ésta. Si se
establece en el poder, plazo de duración del mandato, cumplido el plazo aquél se extingue.
Si no se establece disposición alguna sobre la duración del poder, tiene que suponerse que
sólo ha sido dado por el tiempo que dure la realización del negocio.
Jurisprudencia
1.- "De acuerdo al inc. 3º del art. 1350 (4º, 827) del c.c. el mandato acaba por
muerte del mandante, quedando sin ningún valor lo actuado por su apoderado".
(G.J. Nº 1601, p. 52).
2.- "El fallecimiento del mandante pone fin al mandato, conforme dispone el art.
1350 (827, 4º) del c.c.".
(G.J. Nº 1616, p. 101).
3.- "Según el art. 1350, caso 3º (827, 4º) del c.c., el mandato se acaba por la muerte
del mandante".
(G.J. Nº 1616, p. 221).
Art. 828.- (Revocabilidad del mandato). I. El mandante puede revocar el mandato
en cualquier momento y obligar al mandatario a la devolución de los documentos que
conciernen al encargo.
Cuando alguien confía sus intereses a otro, se sobreentiende que éste quedará
encargado mientras continúe la confianza que le ha sido acordada y el mandato cesa
cuando el mandante notifica al mandatario su cambio de voluntad. La revocabilidad del
mandato, tiene su razón de ser en la consideración de que el negocio confiado al
mandatario, es en vía normal un negocio del mandante, quien por ello permanece siempre
dominus negotti y tiene la facultad de detener la ejecución del mandato, si ya no lo
considera conforme a sus intereses o si, por cualquier causa, ya no tiene confianza en la
actuación del mandatario (Andreotti y Dominedó, cits. por Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "El mandante puede revocar su poder, cuando le parezca bien, exigiendo la
devolución del documento que lo contiene y al retirar el mandato en uso de esa
facultad legal no falta a la ley del contrato".
(G.J. Nº 611, p. 7).
2.- "En ejercicio de la facultad conferida por este art. (828), ha sido notificado
judicialmente el mandatario, quedando así acabado el mandato".
(G.J. Nº 796, p. 36).
II. Puede revocarse en ambos casos mediando justo motivo o por acuerdo entre
partes, salvando lo que se haya establecido en el convenio.
La regla examinada en el art. anterior tiene sus excepciones en los casos que señala
este art.
Por excepción (Baudry Lacantinerie, cit. por Scaevola), el mandato dado en interés
común del mandante y del mandatario, no puede ser revocado por el mandante sólo, pues
el acto llega a ser sinalagmático y rige la regla general del art. 519; por ejemplo, en el
mandato confiado a un copropietario, para administrar los bienes indivisos, o a un acreedor
por el deudor para vender títulos y afectar el precio al pago del crédito, o a un asegurador
por el asegurado para seguir en su nombre la acción contra terceros, etc.
Jurisprudencia
2.- "La revocación del mandato hecha con posterioridad (a un acto realizado) no
puede retrotraer sus efectos a los actos en que es responsable de la ejecución de su
mandato".
(G.J. Nº 701, p. 7).
Art. 831.- (Revocación tácita). La constitución de un nuevo mandatario para el
mismo negocio o el cumplimiento de éste por parte del mandante, importa la revocación
del mandato anterior, contada desde el día en que se le notificó a quien lo había recibido.
Los dos mandatos deben excluirse necesariamente, para que proceda la revocación
tácita del primero; por ejemplo, Juan otorga mandato especial de vender su casa a Luis;
después encarga esta venta a Pedro mediante otro poder. La revocación tácita, como la
intención de hacerla es flagrante, resulta de la identidad del negocio. Por el contrario, si un
comerciante de La Paz, comisiona a alguien para que le adquiera en Cochabamba 500
toneladas de maíz y algunos días después encarga a otro en la misma ciudad, análoga
comisión, las dos órdenes pueden muy bien concurrir la una con la otra y la segunda no
excluye la primera, mientras no resulte con claridad inequívoca de las circunstancias y de
las órdenes para que se pueda considerar a éstas como incompatibles. En consecuencia, no
hay en este caso revocación tácita.
Para que la revocación extinga el mandato, es necesario que el acto relativo a ella, o
los hechos que la hacen presumir hayan llegado o pueden presumirse llegados a
conocimiento del mandatario; pues de otro modo, la revocación no tiene efecto (Pothier,
cit. de Scaevola). El texto legal en examen requiere, para que la revocación produzca sus
efectos, que sea notificada al mandatario, desde cuya fecha tiene eficacia jurídica.
Jurisprudencia
1.- "Aunque admitida la personería del mandatario B., la providencia respectiva no
fue notificada al mandatario A, en cuyo concepto el mandato de este último no
pudo interrumpirse legalmente en el sentido de este art.".
(G.J. Nº 650, p. 3).
El derecho de renunciar del mandatario, rige aun cuando el mandato sea retribuido,
porque la ley no hace distinción alguna al respecto, se argumenta, frente a la tesis de que
debería excluirse el ejercicio de esta facultad al mandatario oneroso (Baudry Lacantinerie y
Laurent, respectivamente, cits. por Scaevola).
Como ejemplo del impedimento grave o de los justos motivos que dispensan al
mandatario, de continuar el mandato hasta su reemplazo e inclusive de la indemnización de
los perjuicios causados al mandante por la renuncia, puede señalarse la obligación
sobrevenida en que se encontraría el mandatario, de partir intempestivamente para un viaje
lejano, cuya demora le ocasionaría un perjuicio considerable. También la pérdida de un
familiar, el matrimonio, la enfermedad, el desorden de los negocios del mandante que no
provee al mandatario los anticipos ni los gastos, la enemistad capital sobrevenida entre
mandante y mandatario, etc. Todos estos casos, son los que las leyes romanas llaman justae
causae que el art. 832, los abraza en la generalidad de sus expresiones impedimento grave
o justo motivo.
Para el Derecho romano y el antiguo Derecho francés, los actos realizados por el
mandatario, ignorando el fin del mandato, eran válidos, porque se consideraba que el
mandato no debía volverse en perjuicio del mandatario. En el Derecho italiano, se formula
esta norma general: cualquiera que sea la causa por la cual se extingue el mandato, la causa
misma no produce efecto respecto a la parte o las partes que de buena fe la ignoraban.
Razones de equidad, imponen una excepción al rigor de los principios generales, según los
cuales, lo que hace el mandatario después de la extinción del mandato, debería no existir
para el mandante y sus herederos (Olivieri y Andreotti, cits. por Scaevola). En el Derecho
alemán, aunque el mandato se extingue, se considera subsistente a favor del mandatario,
hasta que éste sepa o tenga que saber la extinción.
Acerca del fundamento y naturaleza de los actos que deben ejercer los herederos o
el representante del mandatario muerto o incapacitado, parece la opinión mejor fundada, la
que estima que en presunciones de esta índole, el hecho jurídico es un mandato tácito
según Laurent, o un mandato legal según Manresa (cits. de Scaevola), interpretación que se
deduce de los términos absolutos con que el art. 833, II), prescribe tal obligación, que al no
ser observada puede generar acción de resarcimiento de daños.
Jurisprudencia
1.- "Son válidos los contratos celebrados por el mandatario que ignoraba la muerte
del mandante".
(G.J. Nº 190, p. 796).
2.- "Para que se tenga por extinguido el mandato con la muerte del (mandatario) es
indispensable la notificación prescrita por el art. 1356 (833) que no consta que se
hubiera practicado por el albacea".
(G.J. Nº 584, p. 8).
4.- "Caducando el poder por la muerte (del mandante) no podía (el mandatario)
otorgar obligación hipotecaria (cuando además) el mandato no contenía cláusula
expresa para hipotecar".
(G.J. Nº 634, p. 4).
5.- "Si bien termina el mandato por la muerte del mandatario, debiendo en tal caso
dar aviso los herederos al mandante, conforme a este art. (833) ello no extingue la
responsabilidad de aquéllos por los actos consumados del mandatario, anteriores a
su muerte".
(G.J. Nº 640, p. 6).
6.- "Si bien el mandato se acaba, entre otros casos, por la muerte del mandatario, no
por eso se extingue sus obligaciones y responsabilidades concernientes al mandato
que desempeñó, las que pasan a sus herederos".
(G.J. Nº 804, p. 44).
SECCION V
II. A falta de otras disposiciones, son aplicables las del mandato en general, en
cuanto lo permita la índole del mandato judicial.
Ocurre que algunas veces, ciertas personas son encargadas legal o judicialmente de
realizar ciertos actos por cuenta ajena, sin consentimiento del interesado. Las reglas de la
representación, funcionan en estos casos como en el mandato y lo mismo ocurre, salvo
disposición contraria, en cuanto a las responsabilidades del mandatario (Planiol y Ripert).
Estos autores, reputan abuso de lenguaje atribuir a la representación de los incapacitados,
carácter de mandato legal. Ejemplo de este tipo de mandato sería el dado en la anotación
del art. 833, II, respecto de la obligación de los herederos del mandatario muerto.
Jurisprudencia
II. El poder conferido puede ser revocado en cualquier momento con la única
salvedad de tener que constituir en el juicio otro mandatario, de no comparecer
personalmente el interesado.
Jurisprudencia
"Si bien el demandado confirió poder para ser representado en juicio ejecutivo, al
ordinarizarse éste no ha cesado ese mandato".
(G.J. Nº 827, p. 47).
SECCION I
DEL DEPÓSITO EN GENERAL Y DE SUS DIVERSAS ESPECIES
De la noción que da de este contrato el texto legal (art. 838), resultan como rasgos
característicos: a) la tradición de un bien; b) la obligación principal de guardarla y
custodiarla; c) la obligación de restituir la cosa.
Art. 839.- (Cosas susceptibles de depósito). Pueden ser objeto de depósito las cosas
muebles o inmuebles.
El Proyecto Toro (art. 4097) y el Anteproyecto de Ossorio (art. 1310), incluyen los
inmuebles como objeto del depósito. No se comprende -dice Ossorio- por qué se les
excluye del depósito, cuando la custodia de una finca y aun la propia administración
judicial, constituyen fundamentalmente una norma de depósito y el encargado de ellas
tiene, ante todo, las obligaciones del depositario.
Jurisprudencia
1.- "Por definición del art. 1277 (840) del c.c. este es un contrato gratuito por su
naturaleza y la ley no reconoce pago de intereses, excepto en los casos previstos por
el art. 344 del c. mtl. (870, c. com.) cuando el depositario mercantil hubiere hecho
uso de los dineros o efectos depositados".
(G.J. Nº 1215, p. 77).
2.- "El depósito en materia civil es siempre gratuito, salvo convenio contrario según
el art. 1277 (840) del c.c.".
(G.J. Nº 1222, p. 23).
Jurisprudencia
"El hecho del depósito está probado con el recibo debidamente reconocido que
cursa en obrados, comprobante que reune las condiciones de prueba escrita exigida
por el art. 1283 (sin equivalente) del c.c., para probar el depósito voluntario". (G.J.
N 1358, p. 46).
SECCION II
SUBSECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Jurisprudencia
1.- "No puede admitirse la prueba testimonial para justificar el depósito voluntario".
(G.J. Nº 598, p. 9).
4.- "El recibo acredita un depósito voluntario, propiamente dicho, verificado por
persona extraña al juicio, en poder del depositario que lo suscribe, constituyendo un
contrato esencialmente gratuito".
(G.J. Nº 805, p. 37).
5.- "El depósito voluntario debe probarse por escrito, porque la prueba testimonial
no es admisible cuando su cuantía excede el límite fijado por el art. 928 (1328, I)
del c.c.".
(G.J. Nº 1236 p. 91).
III. El depósito hecho en una persona incapaz, sólo da acción para reivindicar la
cosa depositada existente en poder del depositario o el reembolso del valor que ha
redundado en provecho de éste, sin perjuicio de lo que corresponda en caso de dolo.
Fte: Cgo. it. 1769 (para inc. III) - Cgo. francés 1925 (para incs. 1 y II) -
Precd: c.c. abrg. 1281 - 1285 - 1286 -
Conc: c.c. 299 - 483 - 962 - 971 - 984 - 1453 -
Este art. (I), conformándose a la regla general del art. 483, preceptúa que esta clase
de depósito, se concierta entre personas capaces de contratar, aunque seguidamente admite
la posibilidad de las excepciones señaladas en sus párrafos II) y III), según que el
depositante o el depositario sean incapaces.
En el segundo supuesto, debe considerarse dos aspectos: 1º) con relación a las
obligaciones de guarda y conservación de la cosa, el contrato es nulo y el depositario
incapaz se encuentra a cubierto, por los daños y perjuicios por aplicación de las reglas del
derecho común; 2º) respecto de la restitución, sólo tiene el depositante acción para
perseguir la reivindicación, mientras la cosa exista en poder del incapaz, que según
Zachariae (Git. de Machado), es de restitución simplemente, porque la reivindicación sólo
tiene lugar contra terceros; o en su defecto el reembolso de aquello en que se ha
aprovechado o beneficiado el incapaz. Lo contrario sería favorecer el robo. En caso de
dolo, han de aplicarse las reglas de los arts. 984 y s. teniendo en cuenta las circunstancias
relativas a la imputabilidad e inimputabilidad del incapaz, según los casos particulares.
SUBSECCION II
De este art. (tomado del 1927 del Cgo. francés, a través del 1287 del c.c. abrg.) y
del art. siguiente 845 (tomado en su párrafo inicial del 1768 del Cgo. italiano), ha de
inferirse que el Código diferencia el cuidado del buen padre de familia, del cuidado que
una persona pone en la guarda de las cosas propias. Lo cual no supone precisamente una
diferenciación demasiado casuista. Tiene influencia en el grado de responsabilidad, lo que
resuelve el Cgo. italiano, como el francés, disponiendo menor rigor en la evaluación de
aquélla cuando el depósito es gratuito.
Los dos arts. en examen (844 y 845), mantienen los principios de la culpa levis in
concreto y de la culpa levis in abstracto de los arts. 1927 y 1928 del Cgo. francés (Planiol y
Ripert, Mazeaud).
En el caso del primer art., no se espera del depositario para la cosa depositada, mas
cuidados que los que acostumbra dispensar a las suyas propias. Si el depositante, a pesar de
ello, le entrega su confianza, tiene que conformarse con la diligencia habitual de su
depositario. En el caso del segundo art. y sus supuestos, el depositario debe conducirse con
la prudencia normal que la ley atribuye a todo buen padre de familia y su responsabilidad,
consiguientemente, se graduará con mayor rigor que en el supuesto del art. 844.
Jurisprudencia
"El depositario bajo cuya guarda estuvo la finca, pudo darla en arrendamiento
lucrativo a beneficio del propietario, ejerciendo así, conforme a los arts. 1287 y
1338 (844 y 811) del c.c. un simple acto de administración legítima; lo que no
importa haberse servido de la finca y haber contravenido a la prohibición del art.
1290 (847)".
(G.J. Nº 630, p. 3).
La regla del art., se refiere al depósito de cosas que el depositante quiere mantener
en reserva y de cualquier modo que conste la voluntad de éste: cajas cerradas o paquetes
lacrados u otro modo cual quiera destinado al fin de la reserva, el depositario, debe respetar
esa voluntad del deponente y abstenerse de fisgonear. Si abriese la caja cerrada o el
paquete lacrado, cometerá, en rigor, un acto doloso e ilícito, de cuyas consecuencias sería
responsable. Puede calificarse el hecho inclusive como delito (art. 346 del p.c.), porque el
caso presentaría un manifiesto abuso de confianza. Sin embargo, los autores consideran
que el depositario podría hacerlo en circunstancias extraordinarias, en el propio interés del
depositante, comunicando el hecho y su contenido a terceros (Machado). Si está autorizado
por el depositante, no hay problema: si el depositante entrega la llave del cofre cerrado al
depositario, v. gr., a falta de autorización expresa, habrá de suponerse que tiene
autorización tácita para efectuar la apertura. El caso de urgencia de que trata el párrafo II
del art. 847, se aplica también en este caso, por las razones dichas.
Jurisprudencia
Art. 848.- (Devolución del depósito; frutos, intereses, daños). El depositario está
obligado a devolver la misma cosa recibida, en el estado en que se halla en el momento de
la restitución, con más las accesiones y frutos que hubiesen percibido; asimismo a pagar
los intereses por el dinero depositado, desde que incurrió en mora para su restitución, todo
independientemente del resarcimiento del daño, si ha lugar.
Jurisprudencia
2.- "El art. 520 del p.c. referente al 789 del mismo, ha abrogado el inc. 7º del art. 11
de la L. de 19 de Dic. de 1905, que priva al depositante demandar el apremio del
depositario, así se tratara de obligaciones anteriores a la nueva legislación (art.
1567, c.c. vigente), puesto que frente a la ley procesal que abroga un instituto
jurídico, como era el apremio, aun las expectativas nacidas con anterioridad se
frustran al cesar la posibilidad de realizarse, por lo que el auto recurrido al dar
correcta aplicación al citado art. 520 del p.c. no ha incurrido en las infracciones
acusadas".
(A. S. Nº 166 de 28-VI-79).
Art. 849.- (Deterioros, pérdida, aviso). I. No corren a cargo del depositario los
deterioros o pérdida de la cosa que hayan sobrevenido sin culpa.
Fte: Cgo. it. 1780 (para incs. II y III) - Cgo. francés 1929 (para inc. I) -
Precd: c.c. abrg. 1289 -
Conc: c. com. 872 -
c.c. 242 - 379 - 383 - 694 - 861 -
No responde el depositario por los deterioros de la cosa que se han producido sin
culpa, extremo que debe demostrar para exonerarse de responsabilidad. Si la cosa perece
sin culpa, sólo está obligado a devolver los accesorios que quedaren, por ejemplo la piel,
herraduras, etc., si la cosa depositada que era un caballo que hubiese muerto durante el
depósito. Siendo la pérdida consecuencia de un caso de fuerza mayor, como una
expropiación o requisición, por ejemplo, el depositario restituirá el precio percibido, si no
ha sido consignado directamente a nombre del propietario, caso en el cual el depositario no
tiene responsabilidad y el depositante debe ocurrir donde corresponda para su cobro,
demostrando su carácter de propietario. La obligación de dar aviso al depositante, en los
casos previstos por el art., es elemental. Si no lo hace, carga con la responsabilidad de
resarcir los perjuicios que su negligencia haya ocasionado al depositante.
Esta forma de restitución por equivalente, se presenta también en el caso del art.
855, cuando el heredero del depositario que ignoraba el depósito, enajena o consume, de
buena fe, la cosa depositaria. Debe restituir el precio recibido o subrogar el crédito, en caso
de enajenación y en caso de haberla consumido, el precio de la cosa.
Jurisprudencia
"Quienes deben restituir o entregar las cosas que se les ha confiado, no están
obligados a hacerlo cuando ellas se han perdido por causa fortuita o de fuerza
mayor, esto es, sin culpa".
(G.J. Nº 1229, p. 9).
II. El depositario puede pedir en cualquier tiempo que el depositante retire la cosa
depositada, a menos que se hubiese convenido un término en interés del depositante; pero
aun en este caso, el juez puede conceder a éste un plazo prudencial para recibir la cosa.
Fte: Cgo. it. 1771 - Cgo. francés 1944 - Partida 5a, tít. 3, ley 6 -
Precd: c.c. abrg. 1302 - 1304 -
Conc: c. com. 872 - 873 - 877 - p.c. 355 y s. -
c.c. 301 - 311 - 313 - 314 - 330 - 344 - 369, 2) -
Respecto de las fuentes consignadas para el art., téngase en cuenta las advertencias
formuladas en la llamada a la anot. al art. 774 y al comienzo de la anot. al art. 804.
Por la regla del art., el depositante puede poner fin al depósito cuando lo desee, aun
cuando se haya fijado un término en el contrato. El precepto se funda, en la misma
naturaleza del contrato de depósito que reposa, fundamentalmente, en la confianza.
No se aviene a la naturaleza del contrato, la excepción relativa a que el término
haya sido establecido en favor del depositario, salvo en el supuesto del depósito oneroso,
que implica una ganancia para el depositario de la cual no debe ser privado
intempestivamente, cuando el término se estableció en su favor.
La oposición a la entrega puede no ser judicial, en el caso II) del artículo siguiente
(851). El depositario, puede descubrir que la cosa dada en depósito fue sustraída y una de
las formas de alcanzar ese descubrimiento es que el propietario notifique sus pretensiones
al depositario, prohibiéndole su restitución al depositante, mientras se aclare la cuestión,
caso en el cual el depositario no puede restituir la cosa sin incurrir en responsabilidad, si no
espera la aclaración del caso.
La última parte del párrafo I) del art., autoriza también al depositario a no devolver
la cosa depositada, cuando prudentemente juzgue que el depositante ha de usarla en la
comisión de un delito. Puede tratarse de arma blanca o de fuego y el precepto está fundado
en el interés social de prevenir la comisión de todo delito, prevención atribuída a todos. El
depositario, que en conocimiento de la posibilidad de que el depositante emplee el arma
que reclama en la comisión de un delito, al hacer la devolución, sin usar de la facultad que
le da la ley, poder ser considerado partícipe del delito, por autoría, al haber prestado
conscientemente una cooperación, sin la cual tal delito no habría podido cometerse (art. 20
c.p.).
Según el párrafo II del artículo, el depositario que tenga justos motivos para no
conservar el depósito, puede restituirlo aún antes del término designado o consignado
mediante intervención Judicial. Si no se ha señalado término, es indudable que la
obligación del depositario no puede ser indefinida y si se ha señalado término, así sea en
favor del depositante, es evidente que el carácter de confianza que fundamentalmente
informa las relaciones derivadas del depósito, hace que el depositario no deba ser gravado
innecesariamente cuando, por razones de diversa índole que pueden presentarse, la
persistencia en el depósito puede ocasionar perjuicios para el depositario.
Jurisprudencia
2.- "Los mandatos emanados de la ley o del juez, siendo obligatorios constituyen
fuerza mayor... la entrega del depósito fue efectuada mucho antes de ser requerido
en virtud de orden del juez (lo que) constituye fuerza mayor".
(G.J. Nº 542, p. 9).
3.- "Es necesaria la prueba literal, e insuficiente por sí sola la testimonial (art. 928
del Cgo. abrg. = al 1328) para demandar que el depositario devuelva especies
recibidas por él en depósito voluntario".
(G.J. Nº 774, p. 4).
4.- "El depósito voluntario, que implica un acto de confianza, debe ser devuelto a
petición del depositante, sin necesidad de término ni de incurrir en mora, según el
art. 1302 (850) del c.c., no siendo aplicable al caso el art. 1258 (899) del mismo,
que regula el contrato de mutuo que es inconfundible con el de depósito".
(G.J. Nº 1243, p. 53).
II. Sin embargo, si descubre que la cosa dada en depósito ha sido sustraída y sabe
quién es el dueño, debe denunciar el depósito a éste, pero queda liberado si restituye la
cosa al depositante transcurridos quince días de dicha denuncia sin que se le haya
notificado oposición.
Fte: Cgo. it. 1777, I) (para inc. I) - 1778 (para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1295 - 1296 -
Conc: c.c. 297 - 852 - 853 -
Adviértase, desde luego, que el art. presenta un notorio error de la edición oficial al
decir que el depositario debe restituir el depósito al propio depositario, en lugar de decir al
propio depositante, cual aparece en el original oficial del Código y como resulta, además,
del simple sentido común.
Jurisprudencia
1.- "Según este art. el depósito no debe restituirse sino al mismo que lo confió o a
aquél a cuyo nombre se hizo, o al que haya sido indicado para recibirlo. El depósito
se hizo por el juzgado... y a su orden y no por (el demandante) ni a nombre suyo ni
fue designado para recogerlo (por lo que carece, de personería para reclamar la
cosa)".
(G.J. Nº 478, p. 1008).
2.- "(El depositario) recibió (dinero) en calidad de depósito, cantidad que no era
perteneciente (al depositante) quien la entregó por encargo y cuenta de su hermano
(según consta en el documento) mandato que efectivamente cumplió".
(G.J. Nº 624, p. 9).
El art. es simple aplicación de las reglas generales del Código, sobre los supuestos
que contiene y no implica ninguna norma específica que altere o modifique las normas
respecto de la capacidad y, particularmente, en este caso las del art. 843.
Jurisprudencia
"La finada fue la que depositó dichos bienes muebles y su devolución debe hacerse
al legítimo representante de la persona que hizo el depósito en observancia del art.
1297 (852) del c.c.".
(G.J. Nº 820, p. 50).
II. Si son varios los depositarios el depositante podrá pedir la devolución a quien
detenta la cosa, y éste dará aviso a los otros depositarios.
Cabe observar que el art. 1776 del Cgo. modelo, dice con más propiedad que el
heredero haya vendido la cosa ignorando que ella estaba en depósito, condición necesaria
para apreciar la buena fe.
SUBSECCION III
Jurisprudencia
"El art. 1305 (856) del c.c., obliga al depositante a reembolsar al depositario los
gastos que éste haya hecho para la conservación de la cosa depositada y a
indemnizar todas las pérdidas que pueda haberle ocasionado el depósito".
(G.J. Nº 1622, p. 29).
II. Sin embargo, el depositante podrá pedir por la vía judicial la devolución
mediante garantía idónea para el pago respectivo, si no estuviesen del todo justificados los
adeudos por ese concepto.
Jurisprudencia
"El depositario puede retener el depósito hasta que se le pague íntegramente lo que
se le debe por razón de él".
(G.J. Nº 1622, p. 29).
SECCION III
"Carece de todos los requisitos que al definir el depósito necesario exige el 1307
(858), la entrega de las onzas de oro y del dinero hecho por el albacea... que no
puede disponer absoluta y arbitrariamente de los bienes de una testamentaria y sin
ninguna responsabilidad".
(G.J. Nº 214, p. 1168).
Art. 859.- (Régimen y prueba del depósito necesario). I. En el caso 1 del artículo
precedente, el depósito se rige por las reglas de la ley respectiva y, en su defecto, por las
del depósito voluntario.
II. En el caso 2 se aplican igualmente las del depósito voluntario, admitiéndose todo
medio de prueba.
El depósito necesario, difiere del voluntario en que para su prueba se admite todos
los medios permitidos por la ley y por razón de motivar el primero una agravación de la
responsabilidad criminal, a que haya lugar en los casos de apropiación indebida o no
restitución del depósito, conforme a lo dispuesto por los arts. 345, 346 y 349 del c.p.
Todos los casos señalados por este artículo, han sido considerados en mayor o
menor medida en la anotación de las reglas de las secciones anteriores, excepto el 3) y el
4). Respecto del primero, ha de entenderse que la enajenación pone fin al depósito, si la
cosa ha sido restituída a tiempo de la enajenación, sea al enajenante, sea al adquirente con
orden de aquél para retirar la cosa. Tocante al punto 4), excepto un supuesto de confusión,
propiamente no hay ni hubo depósito. Porque es nulo, al menos como tal depósito, el
contrato en que la cosa depositada sea propia del depositario, ya que el art. 838, que da la
noción de este contrato, exige para la formación del concepto de depósito, que el
depositario reciba cosa ajena. Sin embargo, entre las novedades que el derecho moderno
ofrece a la consideración de los juristas, está por ejemplo la llamada prenda sin
desplazamiento (examinada en la anot. a los arts. 1417 y s.), que es el depósito del deudor,
convertido en depositario de cosa propia (Scaevola).
Cuando el deudor retiene en su poder los bienes gravados, no puede mantener sobre
ellos incólume todo el conjunto de las facultades de dominio. Está constreñido en provecho
del acreedor, por los deberes de custodia y defensa que aseguren la garantía debida a este
último. Dejando para su lugar ahondar el tema de la llamada prenda sin desplazamiento
(cuya verdadera naturaleza es el desplazamiento de la posesión), parece claro que en este
caso se trata de depósito de cosa propia, que deroga la doctrina general del depósito
contenida en el Código (art. 838).
Jurisprudencia
SUBSECCION I
DEL DEPÓSITO IRREGULAR
II. Se presume en el caso presente la facultad del depositario para usar del depósito,
si no consta lo contrario.
III. El depósito irregular se rige por las reglas del mutuo en cuanto sean aplicables.
Las normas que le son aplicables son las del mutuo o préstamo, por mandato
explícito de la regla (párrafo III). Si se tratara de encontrar alguna diferencia entre ambas
figuras, serían secundarias: tales la prohibición de usar de la cosa en el depósito irregular
(párrafo II del art.) y la restitución que puede ser anticipadamente solicitada por el
depositante, aunque se haya fijado término, por aplicación de las reglas del art. 850, I), lo
que no sucede con el mutuo (art. 899).
SUBSECCION II
Art. 863.- (Responsabilidad por las cosas entregadas). Los hoteleros y posaderos
son responsables como depositarios por las cosas, efectos u otros valores que se les
entregan, o a sus dependientes autorizados o encargados de recibirlos, por los huéspedes en
sus establecimientos.
Las reglas de esta subsección, están tratadas entre las del depósito necesario por el
Cgo. abrg. y por otras legislaciones. Los preceptos en examen, por su particular severidad,
suponen un régimen especial que deroga en tres sentidos, según Planiol y Ripert, las reglas
comunes del depósito: 1º) porque se le atribuye un sentido más amplio que cualquier otra
forma de depósito: se entienden depositados todos los objetos que el viajero aporta
consigo, los haya entregado al hotelero o posadero o no, reteniéndolos solamente en su
habitación (art. 864). La regla común exige que la cosa depositada haya sido entregada al
depositario (art. 841), con la aceptación de éste. 2º) es más grave la responsabilidad de
hoteleros y posaderos que en el depósito regular, pues responde del robo y daños causados,
así éstos hayan sido perpetrados por extraños (art. 864), e ilimitadamente cuando hubo
negativa para recibir en custodia la cosa perdida o dañada, con la sola excepción de que el
hecho se deba a los acompañantes del huésped, a culpa grave de éste, o a fuerza mayor (art.
865). 3º) Esta variedad de depósito, se considera en todo caso como necesario, aun cuando
su causa determinante no sea un suceso imprevisto, lo cual tiene su efecto principal en que
se admite todo género de prueba.
Art. 867.- (Aplicación por extensión). Las disposiciones precedentes serán también
aplicables a los casos de establecimientos o locales de clientela en que se reciben efectos
de los huéspedes y se los pone bajo el cuidado de los dependientes.
DEL SECUESTRO
Sobre el carácter del secuestro según las reglas del Código que se examinan ahora y
las del Procedimiento Civil (art. 162), corresponde advertir que no es una figura típica de
proceso autónomo caracterizada por su función cautelar, como ocurre en el Derecho
italiano que regula el secuestro como proceso típico y como tal lo regula al ocuparse de los
procedimientos cautelares (Sec. 1º, cap. III, Libro IV del Codice di Procedura civile). Las
reglas del ordenamiento legal boliviano, citadas supra, lo reputan medida precautoria y
como tal la reglamentan entre las medidas precautorias (Cap. IX, Título III, del Libro
Primero del Procedimiento Civil).
1.- "El secuestro judicial de cosas muebles cuya propiedad o posesión se litiga,
teniendo por objeto consultar la seguridad de éstas, separando a los interesados de
su manejo y administración, debe confiarse a un tercero en quien las partes han
convenido, o que el juez designa de oficio".
(G.J. Nº 298, p. 1966).
2.- "La retención judicial, legalizada en toda forma, produce los efectos del
secuestro convencional y constituye un verdadero depósito, con las obligaciones
impuestas al depositario".
(G.J. Nº 606, p. 9).
4.- "Contradicha por ambos litigantes la propiedad como la posesión del bien
mueble, cuyo secuestro se solicita... los jueces (debieron) ordenar el secuestro que,
además, recae sobre una especie expuesta a empeorar durante el pleito".
(G.J. Nº 756 p. 6).
5.- "La posesión (derivada) de la aludida partición (de herencia) constituye título de
propiedad y hacen improcedente el secuestro (porque no hay litigio sobre el
derecho de propiedad)".
(G.J. Nº 1153, p. 22).
7.- "Tratándose de bienes litigiosas (es) procedente el secuestro de acuerdo con los
arts. 1320, inc. 2º (869) y 105 (162) de su procedimiento".
(G.J. Nº 1253, p. 3).
10.- "No procede ordenar el secuestro cuando, como ocurre en la especie, existe
disputa sobre la posesión o propiedad de un camión dado en prenda, cuya tenencia
(por el acreedor) está garantizada por el contrato y por la ley, según el art. 1425
(1404) del c.c.".
(G.J. Nº 1243, p. 32).
Fte: Cgo. it. 1802 (para inc. I) - c.c. abrg. 1319 (para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1315 - 1316 -
Conc: c.c. 840 - 1350 -
V. la anot. al art. anterior.
Jurisprudencia
"Por mandato del art. 1319 (870) del c.c. el depositario tiene derecho a la
remuneración convenida por las partes en el acto del secuestro y no habiendo dicho
acuerdo, el 4% anual de la producción del inmueble rústico objeto del secuestro".
(G.J. Nº 1232, p. 36)
Fte: Cgo. francés 1958 - 1960 (para inc. I) - Cgo. it. 1800, 2) (para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1318 -
Conc: p.c. 161 - 171 -
c.c. 842 - 845 - 847 -
V. la anot. al art. 869.
Jurisprudencia
"El depositario judicial debe rendir cuentas ante el mismo juez de la causa, como
una emergencia del proceso principal, sin necesidad de ocurrir a otra vía, porque
sus funciones son emergentes de dicho proceso dentro del cual debe tramitarse la
indicada cuenta y por tal razón, el juez ad quem al revocar el auto del juez a quo en
ese sentido, no ha violado el art. 405 (687) del p.c. aplicado en la especie
correctamente".
(G.J. Nº 1229, p. 54).
Art. 872.- (Régimen del secuestro judicial). I. La autoridad judicial, puede ordenar
el secuestro de bienes en litigio, pero sólo en los casos previstos en el Código de
Procedimiento Civil.
II. El depositario es designado por el juez, excepto si los interesados convienen en
una persona, mas en ambos casos sujeta ésta a las reglas del secuestro convencional.
2.- "Según el art. 1437 (1335), los bienes del deudor sirven de prenda al acreedor,
en cuya virtud, el secuestro de los inmuebles, autorizado por el art. 1320 (872)
puede tener lugar".
(G.J. Nº 660, p. 25).
3.- "El demandado tiene título de propiedad en el coche y el par de caballos cuyo
secuestro solicita el demandante. El auto impugnado que ordenó el secuestro no
obstante haberse manifestado el título de propiedad infringe este art. 1320 (872 c.c.
y 163 p.c.)".
(G.J. Nº 707, p. 7).
4.- "En todos los casos de secuestro judicial, aquél a quien se confió la cosa,
consista en dinero o en alhajas o en cualquier otra clase de bienes muebles, está
sujeto a todas las obligaciones del secuestro convencional según el art. 1321 (872,
II)".
(G.J. Nº 736, p. 25).
6.- "Según el art. 1320 (872) del c.c. la facultad de deferir o negar el secuestro está
limitada a la prudencia de los jueces, facultad que no está sujeta a censura en
casación".
(G.J. Nº 1564, p. 184).
Art. 873.- (Remoción del depositario). El depositario puede ser removido por el
juez, de oficio o a petición de parte, siempre que falte a alguno de los deberes que, como
tal, está obligado a cumplir.
Jurisprudencia
1.- "Si bien todo depositario puede ser removido por el juez oficio o a petición de
parte, cuando falta a sus deberes, esta facultad no es discrecional y está sujeta a la
prueba de los cargos que contra él se formularen, por aplicación de la regla del art.
160 (375) del p.c.".
(G.J. Nº 1275, p 80).
2.- "El depositario judicial, como todo depositario, está reatado a obligaciones de
las que debe responder, teniendo en cuenta, sobre todo, que su nombramiento fue
judicialmente discernido".
(G.J. Nº 1297, p. 23).
CAPITULO IX
Las disposiciones de este capítulo, se aplican, dentro del ámbito del c.c., a las
relaciones que derivan del alojamiento en las comunmente llamadas pensiones,
residenciales, etc., que generalmente tiene carácter familiar y no llenan todas las
condiciones requeridas reglamentariamente para los hoteles como actividad comercial (art.
6, caso 13 del c. com.), porque de ordinario están atendidas personalmente por su
propietario, que realiza esa actividad como un medio de subsistencia (c. com. art. 8, caso
4).
Se advierte falla en la redacción del art. que seguramente debe decir... y otras
similares inscritas en el registro, etc. La errata corresponde a los originales del Código.
CAPITULO X
DEL PRESTAMO
SECCION I
DISPOSICION GENERAL
Fte: Cgo. español 1740 (para inc. I) - Cgo. francés 1874 (para inc. II) -
Precd: c.c. abrg. 1238 -
Conc: c. com. 1331 -
c.c. 78 - 79 - 880 - 895 - 896 -
El préstamo es el contrato por virtud del cual, una de las partes (prestatario), recibe
de la otra (prestamista) una cosa que se obliga a restituir en especie o en otra equivalente,
después de haberla utilizado por cierto tiempo. Se prefiere decir que la cosa es utilizada,
que evoca la idea de aprovechamiento, porque es un término comprensivo del uso y del
consumo, con lo cual se abarca los conceptos de comodato mutuo. La noción dada en el
art. 879, adolece de una redacción impropia, cuando atribuye al prestatario la facultad de
usar y consumir, al emplear la conjunción copulativa y que asimila nociones diferentes
como son el comodato y el mutuo, para destacar la cual diferencia debió emplear la
conjunción disyuntiva o alternativa o.
Era conocido por los romanos un tercer contrato de préstamo particular, que
calificaban de precarium, que se distinguía del comodato, sólo en que la cosa prestada sin
fijación de término, podía ser reclamada a voluntad del prestamista y del cual el Derecho
moderno se ocupa muy poco, aunque sólo equiparado al comodato sin fijación de tiempo,
(Scaevola). El Código le ha asignado una subsección particular (art. 894), a diferencia de
su modelo (art. 1810 Cgo. italiano), que lo trata entre las normas relativas al comodato.
La naturaleza jurídica de estos contratos, desde las distinciones que con tanto
sentido de realidad formulaban los romanos, corresponden a la de los contratos reales, para
cuya perfección se requiere la entrega de la cosa.
SECCION II
DEL COMODATO
SUBSECCION I
DE SU NATURALEZA
Por el comodato, una persona entrega a otra gratuitamente una cosa no fungible
para que la use por cierto tiempo y la devuelva, cumplido el tiempo o el uso para que la
recibió. Se identifica todavía con el denominado préstamo de uso, locución que describe
bien su función económica (Messineo).
Por sus caracteres distintivos los autores (Planiol y Ripert), lo diferencian de otros
contratos fundamentales: a) del mutuo, porque no transfiere el dominio; b) del depósito,
por el derecho de uso que tiene el prestatario; c) del arrendamiento, por el carácter oneroso
este contrato; d) del usufructo, del uso y de la habitación, porque no se constituye en favor
del comodatario un derecho real sobre la cosa.
Pueden ser objeto de este contrato todas las cosas no fungibles, muebles o
inmuebles. Si bien la entrega de la cosa da existencia al contrato, la forma, respecto de si se
trata de un comodato o no, está sujeta a las reglas generales sobre la prueba de los contratos
(art. 1328, I). La capacidad del comodante supone la de disponer el bien o los bienes que
da en comodato. A este respecto el art. 882, empezando por su epígrafe, que da idea de que
el comodatario podría disponer (en el sentido de enajenar indudablemente) de la cosa,
presenta una redacción deficiente.
Jurisprudencia
"Según los arts. 1239 y 1240 (880) del c.c. el comodato es un contrato por el cual
una de las partes entrega a la otra una cosa para que se sirva de ella, con cargo de
devolverla, permaneciendo el comodante propietario de la cosa que presta". (G.J.
Nº 1362, p. 42).
La fórmula del art. que consagra el principio de que el comodatario no adquiere por
el comodato la propiedad de la cosa prestada, está expresada en esta regla del Digesto: rei
comodatae et posesionem et propieatatem retinemus... nemo enim commodando, rem facet
ejus cui commodat (Lib. 3, tít. 6, leyes 8a. y 9a.; cit. Aguilera y Velasco).
Art. 882.- (Facultad de disponer). Pueden celebrar este contrato los que tienen
facultad de disposición de los bienes que dan en comodato.
II. No puede usar la cosa sino según su naturaleza o el contrato, bajo sanción de
resarcir el daño, si ha lugar.
III. tampoco puede conceder a un tercero el uso de la cosa, sin consentimiento del
comodante, bajo igual sanción.
a) Velar por la guarda y conservación de la cosa, con la prudencia normal que la ley
atribuye al buen padre de familia y en caso de riesgo está obligado a salvarla aún a
expensas de sus propios bienes (art. 886, II), aunque puede intentar un reembolso por ello
como, gasto extraordinario (art. 892).
Art. 885.- (Gastos ordinarios). Está obligado a soportar los gastos ordinarios que
exija el uso de la cosa, por los que no tiene derecho a reembolso.
II. El comodatario es igualmente responsable si la cosa perece por caso fortuito, del
cual hubiera podido salvarla; o si en la necesidad de salvar una cosa suya o la prestada, ha
preferido la suya.
Tal la razón por la que el comodatario debe soportar aun los casos fortuitos en los
supuestos del art., cuyo parágrafo II, tomado del I del art. 1805 del Cgo. modelo, ha sido
defectuosamente adoptado. Más claridad en la formulación presenta su fuente, que dice:
"el comodatario es responsable si la cosa perece por un caso fortuito al que podía
sustraerla sustituyéndola por la cosa propia o sí, pudiendo salvar una de las dos
cosas, ha preferido la suya".
Art. 887.- (Deterioro por efecto del uso). Si la cosa se deteriora por sólo el efecto
del uso para el que ha sido prestada y sin culpa del comodatario, éste no es responsable del
detrimento.
Fte: Cgo. it. 1809 (para inc. I) - Cgo. español 1747 (para inc. III) -
Precd: c.c. abrg. 1248 -
Conc: c.c. 98 - 344 - 369, 2) - 705, II) - 885 - 888 - 890 - 894 - 1318 -
II. Sin embargo, si antes le sobreviene una urgente e imprevista necesidad de ella,
el comodante puede exigir su inmediata restitución; igualmente, si el comodatario da a la
cosa un uso distinto al previsto o si ha cedido su goce a un tercero sin consentimiento del
mandante.
Fte: Cgo. francés 1888 (para inc. I) - Cgo. it. 1809 (para inc. II) - Precd: c.c. abrg.
1250 - 1251 -
Conc: c.c. 311 - 314 - 508 -
La regla del art. se justifica en que el servicio que se pretende hacer con el
comodato, al comodatario, no puede hacerse degenerar -ese servicio- en una causa de daño.
Quien presta a sabiendas una cosa, que no puede ser empleada sin comprometer la vida,
salud o fortuna del que la ha de usar, no tendría suficiente castigo en la simple reparación
del daño (Scaevola).
La rúbrica del art. fuente, en el Cgo. modelo, tiene una formulación más propia y
comprensible, dice: Daños al comodatario por vicios de la cosa. Error de adopción que no
se repite en el art. 901, que lleva rúbrica adecuada a su texto.
SUBSECCION IV
EL COMODATO PRECARIO
Le nom ne fait rien a la chose (Manresa, cit de Scaevola); pues, la situación del
precarista, es la del comodatario que tiene la utilización de la cosa a merced y voluntad del
comodante.
SUBSECCION I
DE SU NATURALEZA
La palabra mutuo, deriva de las voces latinas meum y tuum en cuanto que por
virtud de este contrato lo que es mío se hace tuyo, según la Instituta (Lib. 3, tít. 14,
proemio; cita de Scaevola): mutuum apellatum est, quia ita a me tibi datur, ut ex meo tuum
fiat.
Pueden ser objeto de este contrato, el dinero y las demás cosas fungibles, esto es,
todo lo que se presta en concepto de cantidad y solamente en consideración a la clase y
especie a que la cosa pertenece. Su forma está sometida a las reglas del derecho común y,
por lo tanto, ha de tenerse en cuenta lo preceptuado por el art. 1328, I).
Este contrato (como varios otros, v. gr.: depósito, fianza, prenda), está regulado por
partida doble en el ordenamiento privado: en el c.c. y en el c. com.; en éste tiene, además
reglamentación duplicada: como contrato de préstamo de dinero u otros bienes fungibles
(arts. 972 y s.) y como préstamo de dinero entre las operaciones bancarias (arts. 1330 y s.),
lo que evidencia un dispendio legislativo reiterado. Corresponde, con todo, consultar
dichas reglamentaciones especiales, para un mejor y completo conocimiento del instituto.
Jurisprudencia
2.- "Si la sentencia hizo falsa aplicación del contenido de la escritura, contraria a la
definición del art. 1254 (895) del c.c. y a la naturaleza del contrato de mutuo, no ha
lugar a su nulidad porque la parte dispositiva de ella se apoya en los fundamentos
legales expuestos en la misma".
(G.J. Nº 801, p. 32).
Art. 896.- (Transferencia de la propiedad y efectos). Las cosas dadas en mutuo
pasan a propiedad del mutuario.
Jurisprudencia
"Se trasmitió la propiedad del dinero, según el art. 1255 (896), que era el objeto del
contrato y la restitución, debe, por tanto, verificarse en sólo la suma numérica".
(G.J. Nº 557, p. 13).
Art. 897.- (Clases). El mutuo puede ser gratuito u oneroso; no habiendo
convención expresa sobre intereses, presúmese gratuito.
Puede ser gratuito, caso en el cual se trata de mutuo o simple préstamo, o bien con
pacto de pagar interés, por lo que recibe el nombre de mutuo o préstamo a interés. Es real,
porque para su formación es requisito la entrega de la cosa. Es unilateral, aunque algunos
autores disputan su bilateralidad, porque el mutuante, entregada la cosa mutuario, no
contrae con relación a éste, ninguna obligación. Es el mutuario quien se obliga a devolver
al mutuante, otro tanto de la misma especie y calidad. Esa es la noción que da el texto legal
(art. 895) este contrato, aunque el préstamo sea oneroso.
Art. 898.- (Capacidad de disposición). Para celebrar este contrato el mutuante debe
tener capacidad para disponer de sus bienes.
Con mejor expresión que respecto del comodato, la rúbrica y el texto del art. se
refieren a la capacidad del mutuante, conformada a la regla general (arts. 5 y 483).
SUBSECCION II
DE LAS OBLIGACIONES DEL MUTUANTE
Art. 899.- (Término). El mutuante no puede pedir la cosa prestada antes del
término convenido. Si no se ha fijado término para la devolución, se entenderá el de treinta
días; o hasta la próxima cosecha si se trata de productos agrícolas.
Jurisprudencia
2.- "Importando dicho instrumento el reconocimiento del saldo que en esa fecha
arrojaba la cuenta corriente, establecida entre los actores y la demandada, no es
aplicable este art. (899), diferente al contrato de mutuo".
(G.J. Nº 758, p. 25).
3.- "El plazo que fija el art. 1258 (899) del c.c. no es aplicable sino al mutuo o
préstamo, por cuanto se refiere clara y concretamente a ese contrato únicamente".
(G.J. Nº 1355, p. 23).
4.- "EL término estatuido por el art. 1258 (899) del c.c. se refiere clara y
concretamente al mutuo o préstamo".
(G.J. Nº 1355, p. 31).
Concurren a justificar la regla que contienen el art., las mismas razones dadas para
explicar la que establece el art. 311.
Jurisprudencia
1.- "La Corte, al ordenar la devolución dentro de 40 (hoy, 30) días, hace falsa
aplicación del art. 1259 (900) del c.c., que (trata) de un caso especial distinto del
que regula el art. 221 del c. mtl. (794 del c. com. vigente), que es el que
corresponde aplicar en la especie".
(G.J. Nº 525, p. 416).
2.- "Al fijarse dicho término según este art. (1259 c.c. abrg. = 900 c.c. vigente),
apreciando las circunstancias, con la facultad librada a los jueces, no se infringe
ninguna ley"
(G.J. Nº 694, p. 27).
Art. 901.- (Vicios de la cosa). Es extensiva al mutuo gratuito la regla contenida en
el artículo 893 para el comodato. Si el mutuo es oneroso, el mutuante es responsable del
daño causado al mutuario por los vicios ocultos de la cosa, si no prueba haberlos ignorado
sin culpa suya.
Respecto del art., concurren a justificar la regla que contiene, las mismas razones
dadas para explicar la regla del art. 311. Responde por los vicios que conoce. Su obligación
en tal caso es advertir al mutuario. La carga de la prueba le es atribuída, tiene que probar
no haber conocido la existencia de los vicios. Ha de recordarse que los vicios deben ser
ocultos, porque si no lo fueren, el mutuario no podrá reclamar nada, más aun si por razón
de su profesión u oficio debía conocerlos.
SUBSECCION III
DE LAS OBLIGACIONES DEL MUTUARIO
Art. 902.- (Devolución del mutuo). El mutuario está obligado a devolver las cosas
prestadas en el término convenido y en la misma cantidad y calidad que las recibidas; se
hará en el lugar donde se hizo el préstamo, salvo convenio u otra disposición de la ley.
El mutuario está obligado a devolver -como lo preceptúa el art.- una cantidad igual
de cosas de la misma especie y calidad y no las cosas prestadas, concepto que implica
hacer devolver las mismas cosas recibidas. La cantidad debe ser la misma para que el
prestamista reciba el equivalente de los prestado. La devolución se hará en el tiempo y
lugar estipulado en el contrato y, a falta de pacto, en el lugar donde se efectuó el préstamo.
El valor a devolverse y que determina la calidad, se toma con relación a las cosas
mismas y no a otras semejantes. Así, quién presta mil kilogramos de maíz de primera
calidad, para devolverlos dentro de un año, debe entregar la misma cantidad de la misma
calidad, valgan menos o más.
II. Si el tiempo y lugar no han sido determinados, el valor del pago se determinará
en relación al tiempo en que se haga efectivo y al lugar donde se hizo el préstamo.
La imposibilidad de restitución, puede ser absoluta, como cuando la ley excluye del
comercio las cosas que se deben entregar, o relativa, derivada de la rareza o dificultad para
encontrarlas en el lugar y época señalados para la devolución. El precepto es aplicable a
ambas situaciones, porque no hace diferenciación ninguna.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 1 del art. 409; 19 del art. 1297.
SECCION UNICA
DEL JUEGO Y DE LA APUESTA
Art. 909.- (Prohibición de juegos de azar). Se prohibe todo juego de envite, suerte o
azar y se permiten los que comunmente se denominan juegos de carteo y los que por su
naturaleza contribuyen a la destreza y ejercicio del cuerpo o de la mente.
EL Cgo. abrogado (art. 1323), como su modelo francés (art. 1964), da esta
definición: convención recíproca, cuyos efectos, en cuanto a las ventajas y a las pérdidas,
sea para todas las partes, sea para una o más de ellas, dependen de un suceso incierto.
La doctrina, define el contrato aleatorio como aquél por el cual las partes acuerdan
someter sus mutuas prestaciones, absolutas o condicionadas, en torno al resultado de algún
hecho incierto en su realización, desenvolvimiento o fecha (Scaevola).
Pothier, en concisa frase da esta noción: "En los contratos aleatorios las ganancias
son el precio del riesgo aventurado".
Algunos autores, dividen los contratos aleatorios en sencillos y dobles, según que
sólo una de las partes se exponga al riesgo (seguro) o que las dos corran el riesgo de la
ganancia o pérdida (juego y apuesta), clasificación que otros consideran anómala, porque
en contrato no puede ser aleatorio respecto a una sola de las partes, pues las posibilidades
de ganancia o pérdida para una de ellas, supone para la otra probabilidades correlativas e
inversas (Colin y Capitant, Planiol y Ripert).
La prohibición de los juegos de azar y las apuestas, tiene una antigua historia. Ya
en el Código de Manú (sin que esto quiera decir que se le considere el primero en legislar
la cuestión) se encuentran varias reglas relativas a ellos; por ej: el juego y las apuestas
deben proscribirse (regla 221); son hurtos manifiestos... (regla 222); el que se da al juego y
las apuestas y el que facilita los medios teniendo garito, debe ser castigado corporalmente
(regla 224), etc.
En Roma, según un senado - consulto, que con cita de Paulo incluye el Digesto
(Lib. 11, tít. 5, ley 2ª) estaba prohibido arriesgar dinero en cualquier juego, menos los del
ejercicio de las armas o desarrollo, agilidad y fuerza del cuerpo, y Justiniano, redoblando
las prohibiciones, declara en el Codex (Lib. 3, tít. 43, ley 1; cits. de Scaevola) ilícito jugar
y presenciar juegos en edificios o lugares públicos o privados.
En el antiguo derecho español, la Partida 7ª, tít. 14, ley 6ª (cit. Scaevola), se ocupa
de los tafures o truanes que permiten juegos prohibidos en sus casas y se da un
ordenamiento especial de las tafurerias o casas públicas de juego de suerte y azar. Tras
largo proceso legislativo, se llega a la ley 15, tít. 23 del Lib. 12 de la Novísima
Recopilación, que se señala como fuente del art. en examen, porque no le tiene en los
códigos italiano o francés.
Para Enneccerus (cit. Scaevola), hay contrato de juego cuando, con fines de
distracción o de ganancia, las dos partes se prometen recíprocamente una prestación bajo
condiciones opuestas, y hay contratos de apuesta cuando, con el fin de robustecer una
afirmación, las partes se prometen recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o
no verdad aquella afirmación.
Es envite -añade Scaevola- el lance que en algunos juegos de naipes se hace más o
menos accidental o pasajeramente para alcanzar la jugada prevista o cuando a cartas
tapadas se quiere ver si las superan en valor los naipes que los otros jugadores tienen en la
mano o buscándolas en la baceta (banca). Como es exclusivamente azar por su naturaleza,
hace ilícito el juego.
La regla del art., empieza distinguiendo los juegos ilícitos o prohibidos: juego de
suerte, envite o azar, dando por supuesto que medie dinero u otro interés, de los lícitos o no
prohibidos, de los cuales sólo da una noción general como los que se caracterizan por
contribuir a la destreza y ejercicio físico o mental.
Art. 910.- (Falta de acción; prescripción). I. La ley no concede acción para el pago
de una deuda que resulta de juego prohibido.
II. Los jueces pueden rechazar en los juegos permitidos la demanda de suma que les
parezca excesiva. La acción prescribe en treinta años.
Se hace notar tocante a los juegos ilícitos, que la ley admite y respeta los hechos
consumados, cuando de un lado, niega respecto de ellos acción para reclamar el pago de
deudas resultantes de juegos prohibidos (art. 910, 1), de otro lado, no autoriza al que las
pagó voluntariamente repetir lo pagado (art. 911), salvo que el ganador hubiera incurrido
en dolo o que el perdedor sea un incapaz. Que esta segunda disposición citada, se refiere a
todos los juegos (prohibidos y no prohibidos), resulta de su propio texto y de la regla
general de la interpretación: "ubi lex non distinguit, nec nos distinguire debemus".
La regla del párrafo II del art., tiene notoria importancia, al atribuir a los jueces la
facultad de rechazar las demandas por pago de ganancias, en los juegos permitidos, cuando
las cantidades cruzadas en ellos sean excesivas. Ha de entenderse que el criterio del juez,
deberá considerar qué elemento parece predominar en el caso: el del entretenimiento o el
del lucro, de manera que si por la cuantía aparece el lucro predominando notoriamente
sobre el pasatiempo, la regla debe ser aplicada.
1.- "Los jueces no deben admitir juramento en los casos en que se opone la
excepción de juego prohibido, conforme al art. 1325 (910) del c.c.".
(G.J. Nº 182, p. 911).
Art. 911.- (Prohibición de repetir). El que ha perdido, en ningún caso puede repetir
lo que ha pagado voluntariamente, a menos que haya habido dolo por parte de quien ganó,
o sí el que perdió es incapaz.
Art. 912.- (Apuestas prohibidas). Son prohibidas las apuestas que tienen analogía
con los juegos no permitidos y se los aplicará lo dispuesto en los tres artículos precedentes.
El art. implica que en las apuestas, como en los juegos prohibidos, no hay acción
para reclamar lo no pagado, o para repetir lo pagado, salvo el caso de dolo o de incapaces.
Se funda el precepto en la semejanza que la ley atribuye a las puestas con los juegos
ilícitos, aunque en la realidad no es tan exacta.
Sobre el parágrafo II del art., cabe señalar la justificada observación que propone
Laurent (cit. Scaevola), para quien, si el que presta el dinero al jugador es un extraño al
juego, aquél puede reclamar su pago porque la acción nace de un contrato ordinario de
préstamo, sin que el empleo que del dinero haga quien lo recibió pueda ser opuesto al actor
o demandante, a menos que haya prestado el dinero para el juego. Pero, en el caso de que
el prestador del dinero sea uno de los jugadores interesados en el juego, adelantándoselo
para que pueda continuar jugando, el préstamo tiene entonces la misma causa que el juego,
esto es, una causa ilícita.
Art. 914.- (Sorteo para dirimir). El sorteo para dirimir cuestiones o dividir cosas
comunes o para casos semejantes, pero no en juego ni apuesta, se considera como
transacción o como división según lo que corresponda.
El sorteo para dirimir, a que se refiere el art., es lo que los autores llaman decisión
por suerte, que muchos autorizados tratadistas la incluyen entre los contratos aleatorios.
Llámase así -dice Castán (cit. por Scaevola)- al contrato por el que dos o más personas,
convienen en que se resuelva por la suerte un asunto en que están interesados: por ejemplo,
cuando en la división de bienes comunes o sucesorios, sortean los lotes de bienes, que
hayan de corresponderles por no haber logrado completo acuerdo.
Otros autores, niegan a este contrato carácter aleatorio, porque falta el factor de
indeterminación de ganancias o pérdidas y falta del riesgo característico de los contratos
aleatorios; pues, en la decisión por suerte, lo predominante es lo conmutativo, la
equivalencia (Scaevola).
La decisión por suerte, sólo es una forma supletoria del acuerdo, sin constituir per
se, una figura perfecta de contrato aleatorio.
Art. 915.- (Loterías, rifas y sorteos). I. Las loterías son permitidas sólo cuando
están autorizadas por la ley.
Las loterías y rifas, destinadas como están a fines de beneficencia, que suponen una
utilidad pública, están autorizadas por las leyes especiales de 8 de Octubre de 1913 y 23 de
Abril de 1928, que las rigen y, a las cuales, en su caso, ha de sujetarse la interpretación de
sus reglas.
CAPÍTULO XII
DE LA FIANZA
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Se usa algunas veces la frase fianza real, para referirse a la hipoteca o a la prenda,
en una significación muy amplia de la palabra fianza y al margen del rigor científico,
porque la fianza, en el texto de la regla legal (art. 916), tiene una noción estrictamente
personal. Es un contrato de obligación: se obliga (compromete dice el Código, que es igual,
para eludir el pleonasmo de se obliga por las obligaciones), el fiador y la relación jurídica
liga la persona del fiador con la del acreedor, aun en al caso de que el deudor principal lo
ignorara. Como la fianza implica la posibilidad de pagar, es indudable que se exija al fiador
la capacidad legal para contratar y disponer (art. 917), conforme a la regla general del art.
483.
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 1358 (916) y s., la fianza tiene por objeto garantir el cumplimiento
de las obligaciones contraídas por un tercero, porque sería un contrasentido estimar
como legal la fianza personal que el mismo obligado otorga para garantir su
obligación".
(G.J. Nº 289, p. 1985).
2.- "La definición de fiador dada por este art. (916) está explicada en cuanto
a los alcances de la fianza simple, por el art. 1369 (925) del c.c.".
(G.J. Nº 757, p. 12).
Art. 917.- (Capacidad para ser fiador). Sólo pueden ser fiadores las personas que
tengan capacidad para disponer de sus bienes.
El precepto del inc. I), responde al carácter esencial del contrato de fianza, el de ser
accesorio, por cuya virtud debe seguir, como la sombra al cuerpo, a la obligación principal
en todas las modalidades con que ésta puede ser constituída.
Interesa descifrar la regla del párrafo II de este art. No se sabe si el precepto incluye
a todos los incapaces: menores e interdictos. Responder afirmativamente no parece lo
indicado. Ha de presumirse que se pensó en favorecer a algunos incapaces, (supóngase
menores emancipados), para facilitarles la posibilidad de algunas contrataciones. Lo
contrario, sería crear una situación írrita para el fiador, lo que resulta claramente del
examen de las consecuencias, que producirá para el fiador la obligación constituída por el
incapaz, cuando llegara a serle reclamada al fiador mismo. La primera y general es que el
fiador tenga que pagar la obligación; la segunda, es que podrá repetir el pago del incapaz,
en tanto pruebe que éste se ha beneficiado de ello, según lo previsto por el art. 299, sobre la
validez del pago hecho a un incapaz. Resulta así, confirmada la idea de que éste, es un
contrato de las menores simpatías por el peligro y las precipitaciones que entraña, ya que se
hace realidad lo que con algún fundamento suele decirse: afianza y pagarás. No debe dejar
de observarse además, que el fiador, no podrá oponer la incapacidad de su afianzado al
acreedor, porque esa es una excepción personal del principal obligado (art. 929). El Cgo.
abrg. (art. 1359), como su modelo francés (art. 2012), limitaba esta regla expresamente
sólo en relación a los menores. La única consecuencia clara de la regla del inc. II), es que
el fiador que paga al acreedor, carece de toda acción contra el incapaz.
Jurisprudencia
1.- "El documento no trae aparejada ejecución, por no estar reconocido por el
deudor principal. La fianza de... aunque autenticada en juicio contradictorio, es
obligación accesoria dependiente de la principal. Si ésta no puede exigirse por no
estar legalizada, tampoco puede exigirse aquélla".
(G.J. Nº 422, p. 539).
2.- "Sólo es válida cuando la obligación es legítima y válida y no puede
exceder de lo que el deudor y menos estipularse en condiciones más onerosas que
las de la obligación principal, según las reglas de los arts. 1359 y 1360 (918 y 920)
del c.c.".
(G.J. Nº 1317, p. 67).
Art. 919.- (Clases de fianza). I. La fianza puede ser convencional, legal o judicial.
II. La fianza también puede ser gratuita u onerosa.
El art. no tiene equivalente en el Cgo. modelo, pero sí, le tiene en el art. 1823, I) del
Cgo. español, razón que abona consignarle como fuente de aquél.
Corresponde completar estas anotaciones, con una somera referencia a otra clase de
fianza, además de las señaladas en el art. 919, que aparecen en los textos (particularmente
en el Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia de Escriche), aunque algunas
clases han desaparecido u otras se han transformado, ya que no hay otro lugar más
apropiado que éste para tal referencia. Nótese, además, que estas formas de fianza, pueden
ser objeto de contrato, así estuvieran en desuso, por aplicación de la regla del art. 454 que,
autoriza a los contratantes celebrar contratos diferentes de los comprendidos en el Código,
dentro de los límites impuestos por la ley, en ejercicio del principio de la libertad
contractual que proclama. Esas formas no incluídas en el art. 919, son:
Fianza de indemnidad, que obliga a pagar la deuda de otro, sólo después que el
acreedor procede directamente contra los bienes del deudor y en cuanto resulten
insuficientes para cubrir su crédito. Es el fidejussor indemnitatis de los romanos.
Fianza de la Haz, por la cual el fiador se obliga a uno de esto compromisos: estar a
derecho; estar a las resultas de un juicio, y estar a cárcel segura.
Jurisprudencia
1.- "Constituído A, fiador del haz de B por el término de diez días, (está) obligado
después de transcurridos ellos, a presentar a su fiado a disposición del juez para la
ejecución del mandamiento de apremio".
(G.J. Nº 665, p. 17).
2.- "La fianza de resultas impuestas al ejecutante por el art. 449 (550) del p.c. es
personal. Por consiguiente al exigirse garantía real, rechazándose, por tal motivo, la
presentada por la persona de..., se infringen los mencionados arts.".
(G.J. Nº 749, p. 3).
Fte: Cgo. it. 1941 (para I y II) - Cgo. francés 2013, 3º (para III) -
Precd: c.c. abrg. 1360 - 1361 -
Conc: c. com. 907 -
c.c. 534 - 922 -
Las bases de la regla se contiene el art. están perfectamente expresadas en las
Institutas de Justiniano, cuyo párrafo 5º, del tít. 21, Lib. 3 (cit. Scaevola), dice: los
fideyusores no pueden obligarse de manera que deban más que aquel por quien se obligan,
pues su obligación es accesoria de la acción principal y lo accesorio no puede contener más
que lo principal. Por el contrario puede obligarse de manera que deba menos..., v. gr. si el
deudor principal debe 1.000.- $b., el fiador puede obligarse por 500.- $b. De igual modo, si
el deudor asumió su obligación sin condición, el fiador puede asumir la suya bajo
condición, pero no al revés. No sólo en la cantidad, sino también en el tiempo, se considera
lo más o lo menos: dar una cosa en el acto es más, darla después de cierto tiempo es
menos.
Jurisprudencia
1.- "Siendo la fianza indefinida, han debido ser condenados los fiadores al pago de
costas y multa en cumplimiento de este art. 1364 (en cierto modo = al 920)".
(G.J. Nº 246, p. 1421).
2.- "El fiador al aceptar para sí las obligaciones impuestas al deudor principal, no
obstante haber fijado una suma determinada sobre la cual prestaba la garantía, se
reató al pago de los intereses desde el momento que consintió someterse a todas las
estipulaciones que incumbían al deudor principal".
(G.J. Nº 1585, p. 72).
Art. 921.- (Fiador del fiador). Se puede afianzar no solamente al deudor principal
sino también a su fiador.
Puede darse fianza por un fiador en lugar de darla por el deudor principal. Es la
fianza de segundo grado (Messineo). Cabe, según la regla del art., no sólo el fiador del
fiador, o sea un subfiador, sino que éste, a su vez, puede tener otro fiador y así
sucesivamente.
Fte: Cgo. it. 1937 (para III) - Cgo. argentino 1991 - 1992 (para I y II) -
Precd: c.c. abrg. 1363, 1º) -
Conc: c. com. 902 - 908 - c.c. 920 - 1328, I) -
Puede considerarse, en realidad, que las reglas de estos dos parágrafos duplican las
del art. 920 ya examinado, en parte y, en otra, las de las disposiciones relativas al
cumplimiento y a las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones. La
duplicación obedece, sin duda, al hecho de que la consulta de diversas legislaciones
-plausible por lo demás para una buena información básica previa a la formulación de las
soluciones que se adoptan al legislar- se ha empleado, en algunos casos como éste, para
introducir soluciones repetidas y reiterativas. En efecto, mientras las reglas del art. 920,
están conformadas a las del Cgo. italiano, modelo general del Código, y a las del Cgo.
francés a través del c.c. abrg., varias de cuyas disposiciones se conservan con formulación
semejante en las del c.c. vigente, las de los parágrafos I y II del art. en examen, están
tomadas de los arts. 1991 y 1992 del c.c. argentino, con la advertencia de que éste no
contiene otras reglas sobre el particular como las del art. 920, ni los Cgos. italiano y
francés contienen reglas como las del Cgo. argentino, porque, en rigor, ambas formas de
solución, con diferencia de forma en la formulación, tienen la misma finalidad y se ocupan
de la misma cuestión.
La norma del párrafo III, exige que la fianza se constituya expresamente, esto es,
que sea resultado del consentimiento expreso del que se obliga a afianzar. No se trata de
que la fianza tácita sea desechada -dice Laurent (cit. de Scaevola)- en virtud del principio
más o menos general, de que las obligaciones no se presumen, sino que se desecha
inclusive toda fianza que no aparezca cumplidamente declarada, que es donde radica la
verdadera excepción con referencia a otras obligaciones o contratos. Esto no supone el uso
sacramental de la palabra fianza en el contrato. Puede resultar claramente del contexto, sin
dejar por eso de ser expresa; por ejemplo, si el contrato dice que Pedro pagará a Luis, la
deuda de Juan si éste no paga.
Por este art. (III) y su interpretación combinada con la del art. 1328, I), el carácter
expreso de la fianza importa que ha de probarse por escrito, única forma posible para
señalar esa calidad.
Jurisprudencia
1.- "Para calificar la repetida obligación de fianza prestada, ella debía ser expresa y
no presumirse, como lo prescribe el art. 1363 (922, III)".
(G.J. Nº 768, p. 24).
2.- "La carta en la cual se funda la ejecución no está dirigida a la ejecutante, sino a
otro individuo particular y jurídicamente distinto de aquélla, ni constituye más que
promesa de fianza, independientemente de la aceptación de aquélla, sin que conste
dicha aceptación en la forma determinada por este art. 1363 (922, III)".
(G.J. Nº 791, p. 42).
Art. 923.- (Requisitos para ser fiador). I. El deudor obligado a dar una fianza debe
presentar como fiador a una persona que tenga capacidad de disposición, su domicilio en la
jurisdicción del juzgado donde debe darse y bienes suficientes para responder a la
obligación.
II. La solvencia del fiador de costas se estimará sólo según sus condiciones
rentísticas y el monto a que prudencialmente puedan ascender las costas.
Fte: Cgo. it. 1943, I) (para I) - Cgo. francés 2018 - 2019 (para II) -
Precd: c.c. abrg. 1366 - 1367 -
Conc: c.p. 85 - c. com. 918 - p.c. 10, 2) - 173 -
c.c. 917 - 927 - 943 - 1335 -
El art. determina los requisitos que debe reunir el fiador: capacidad de disponer,
condición indispensable para que pueda manifestar válidamente su consentimiento.
Téngase en cuenta que el fiador ha de responder con su patrimonio presente y futuro,
cuando llegue el momento -si llegare- de proceder contra la fianza, esto es, contra el fiador.
Serán sus bienes los que respondan por la deuda del deudor. Ello implica libertad de
disposición y esa libertad presupone la capacidad legal para hacerlo. El domicilio del
fiador, debe corresponder al de la jurisdicción del tribunal competente para conocer de la
obligación principal en caso de ejecución forzosa, (no en la jurisdicción del juzgado donde
deba darse, como expresa tan ambigua y defectuosamente el inc. I). Como obligación
accesoria, debe cumplirse donde deba ser cumplida la obligación principal, que será el
fijado en el contrato principal y en defecto de señalamiento, el domicilio del deudor, según
dispone el caso 2) del art. 10 del p.c.
Los bienes suficientes de que trata el precepto en examen, como otro requisito que
debe calificar al fiador, pueden ser muebles o inmuebles, ya que, a diferencia de algunas
legislaciones que mantienen un criterio predominante de que fuesen inmuebles, dicho
precepto no hace diferencia ni especificación alguna. Se considera suficiente la solvencia
general del fiador y su honorabilidad, más que tal o cual clase de fortuna.
1.- "La solvencia de un fiador se acredita por la constancia de las rentas que tiene, a
cuyo fin cabe demostrar que es propietario de bienes suficientes para garantizar,
aproximadamente, las costas que pueden emerger de las resultas del proceso".
(G.J. Nº 1587, p. 4).
Art. 924.- (Fiador que cae en insolvencia). I. Si el fiador, aceptado por el acreedor
voluntaria o judicialmente, ha caído después en insolvencia, el deudor debe dar otro en su
lugar.
II. Se exceptúa el caso en que el fiador caído en insolvencia fue elegido a propuesta
del acreedor.
III. En la fianza judicial el subfiador no puede pedir la excusión de los bienes del
deudor ni del fiador.
Fte: Cgo. francés 2021 (para I) - Cgo. español 1831 (para II, casos 1, 2, 3 y 7) -
Cgo. argentino 2013 (para II, casos 4, y y 6) -
Precd: c.c. abrg. 1369 -
Conc: c. com. 683 - 906 - p.c. 508 -
c.c. 433 - 519 - 784 - 921 - 926 - 927 - 943 - 964 - 1438 -
La sección ha sido titulada como relativa a los efectos de la fianza entre el acreedor
y el deudor (conforme aparece, también, en la versión original del Código). El lapsus es de
la comisión codificadora. Es título correcto, por la materia que contiene la sección, como
porque así parece en su modelo el Cgo. italiano (arts. 1944 y s.). Dei repporti tra creditore e
fideiussore: de las relaciones entre el acreedor y el fiador.
Las excepciones a la excepción de excusión (art. 925), esto es, los casos en que no
puede prosperar la excusión, son claramente justificadas.
La insolvencia (concurso o quiebra del deudor), pregona por sí misma una situación
de insuficiencia de bienes tal en el deudor, que el fiador no podría señalar los bienes del
deudor (art. 927) para hacer prosperar su excepción.
Por lo preceptuado en el caso 4) del art. quien afianza tales obligaciones, carece de
derecho para oponer la excusión.
Jurisprudencia
1.- "El deudor sólo paga en defecto del deudor previa excusión de los bienes de
éste, a menos que haya renunciado dicho beneficio o se haya obligado
solidariamente con el deudor, en cuyo caso es lícito perseguirle de plano e
inmediatamente" (G.J. Nº 460, p. 876.).
2.- "La sentencia dictada en proceso entre acreedor y deudor principal sobre el
crédito, no tiene autoridad de cosa juzgada contra el fiador y, en la especie al
embargárseles la propiedad a los fiadores sin seguírseles el respectivo proceso de
ejecución, se ha infringido los arts. 795 y 799 (437 y 438) del c.c."
(G.J. Nº 1316, p. 62).
3.- "En conformidad a los arts. 1369 y 1373 (925 y 930) del c.c., corresponde a los
demandados la responsabilidad de pagar en su calidad de fiadores, toda la
obligación afianzada, quedando salvados sus derechos respecto de la deudora
principal, con arreglo al art. 1375 (933) del mismo código".
(G.J. Nº 1585, p. 26).
Jurisprudencia
1.- "(No pueden) los tribunales (oponer) de oficio a los acreedores el beneficio de
orden, que es un derecho privativo y personal de los fiadores".
(G.J. Nº 172, p. 835).
2.- "El beneficio de excusión de los bienes del deudor, que la ley concede al fiador,
sólo puede promoverse por el fiador ejecutado, y no por el deudor".
(G.J. Nº 199, p. 1045).
Art. 927.- (Bienes que se deben indicar para la excusión). I. El fiador que se acoja
al beneficio de excusión debe señalar concretamente al acreedor los bienes del deudor
principal.
II. No deben señalarse bienes situados fuera del distrito judicial en que ha de
hacerse el pago, ni los litigiosos o hipotecados por la deuda o que no estén en posesión del
deudor.
Art. 928.- (Deudor que cae en insolvencia por culpa del acreedor). Cesa la
responsabilidad del fiador si no obstante haber cumplido todas las condiciones previstas en
el artículo precedente, el acreedor actúa con negligencia en la excusión de los bienes
señalados, cayendo entretanto el deudor en insolvencia.
Fte: Cgo. argentino 2018 -
Precd: c.c. abrg. 1372 -
Conc: c.c. 384 - 327 -
El art. complementa la regla del 927, limitándose a dejar sentado, que cuando el
acreedor ante quien el fiador cumplió las condiciones requeridas para oponer su derecho,
procede con negligencia en la excusión de los bienes designados, habrá de soportar las
naturales consecuencias de su propia incuria, cesando la responsabilidad del fiador.
Art. 929.- (Excepciones que el fiador puede oponer al acreedor). El fiador puede
oponer al acreedor todas las excepciones que correspondan al deudor principal y que sean
inherentes a la deuda, pero no las puramente personales del deudor.
El fiador demandado por el acreedor para el pago, puede oponer a éste todas las
excepciones del deudor principal en tanto en cuanto sean inherentes a la deuda, esto es,
todas las que hagan relación a la obligación garantizada por la fianza. A este fin, los
autores distinguen las excepciones reales de las personales. Las primeras, se fundan en la
cosa misma y nacen de ella sin relación a la persona del deudor, como las de dolo,
violencia, cosa juzgada, etc. Las segundas, se apoyan en alguna razón relativa
particularmente al deudor y se limitan, en realidad, solamente a la anulabilidad fundada en
la incapacidad. Por tanto, el fiador, está facultado para utilizar todas aquéllas que puedan
contribuir a enervar o destruir el vínculo jurídico existente entre el acreedor y el deudor
principal, como las excepciones derivadas del dolo y de la violencia que anulan el
consentimiento, la sine actione agis, fundada en el pago ya hecho, la de cosa juzgada, la
prescripción, aunque esta última, creen algunos autores, que no puede ser opuesta por el
fiador (Scaevola).
Art. 930.- (Fianza prestada por varias personas). Cuando se han constituído varios
fiadores de un mismo deudor por una misma deuda, están obligados, cada uno, a toda la
deuda, a menos que hayan pactado el beneficio de división.
El art. establece una franca presunción de solidaridad legal entre los cofiadores,
conformándose a la regla general del art. 435. Otros Códigos, establecen la presunción de
divisibilidad, a menos que se haya pactado expresamente la solidaridad, en concordancia
más lógica con los principios generales, relativos a que la solidaridad no se presume y
siempre debe resultar de estipulación explícita (Argentina, Uruguay, Colombia, España, v.
gr.).
La discordancia, proviene de que se sigue en la regla del art., la solución del Cgo.
modelo que admite la presunción de solidaridad como regla, contra lo prevenido en el art.
435 que, de acuerdo a su fuente francesa y su precedente del Cgo. abrg., establece que la
solidaridad no se presume, sino que debe ser expresamente establecida por la ley o en el
convenio (V. la anot. al art. 435).
Jurisprudencia
V. el caso Nº 3 del art. 925.
Art. 932.- (Acreedor que ha dividido por sí mismo su acción). El acreedor que
voluntariamente y por sí mismo ha dividido su acción, ya no puede retractarse, por mucho
que hubiesen, aun antes de dividirla, fiadores insolventes.
Art. 933.- (Derecho de repetición del fiador contra el deudor principal). I. El fiador
que ha pagado puede repetir contra el deudor principal, se haya dado la fianza con noticia
del deudor o sin ella.
II. La repetición comprende el capital, los intereses y los gastos pagados por cuenta
del deudor, así como los intereses sobre tales desembolsos a partir del día del pago. Sin
embargo, el fiador sólo puede repetir por los gastos judiciales a partir del aviso que de la
demanda dió al deudor.
III. También el fiador puede repetir por el resarcimiento del daño, si ha lugar.
A cuatro derechos reduce el art., los que tiene el fiador que ha pagado, de grado o
por fuerza, por el deudor. Por el primero, lógico e inmediato, puede reclamar la cantidad
total de la deuda pagada, cuya justificación es obvio ponderar. Sólo ha de tenerse en cuenta
que el pago haya sido hecho debidamente, esto es, cuando la deuda era exigible. Se funda
este derecho, en que el deudor ha cambiado de acreedor, que es la consecuencia real de
pago hecho por el fiador.
El cuarto derecho (párrafo III) del art.), faculta al fiador a reclamar el resarcimiento
de los daños. Puede ocurrir que el fiador por el hecho de haber pagado la deuda del deudor,
haya sufrido una merma considerable de su patrimonio, con graves daños para el
desenvolvimiento de su actividad económica. Laurent (cit. de Scaevola), pone como
ejemplo de daños, en el sentido que aquí se examina, el de haberse visto precisado el fiador
por ejemplo, para pagar la deuda del deudor, a pedir dinero o préstamo con interés superior
al legal.
Jurisprudencia
1.- "Lo pagado por el fiador, puede repetirse contra el deudor principal".
(G.J. Nº 642, p. 4).
Art. 934.- (Cuándo se subroga el fiador en los derechos del acreedor). El fiador que
ha pagado la deuda se subroga en todos los derechos del acreedor contra el deudor.
Jurisprudencia
1.- "Si bien, conforme al art. 1376 (934), el fiador que paga la deuda adquiere los
derechos del acreedor, la subrogación de estos derechos se halla subordinada a lo
dispuesto por el art. 842 (326)".
(G.J. Nº 764, p. 18).
2.- V. los casos Nos. 3 del art. 925 y 3 del art. anterior.
Art. 935.- (Fiador de varios deudores principales). Si son varios los deudores
principales solidarios de una misma deuda, el fiador de todos tiene derecho a demandar a
cada uno de ellos por el total que ha pagado.
II. El fiador que pagó sin ser demandado y sin aviso al deudor, no puede repetir si
éste en el momento del pago tenía medios para pedir se declare extinguida la deuda y los
conocía el fiador.
III. En ambos casos queda a salvo el derecho de repetición del fiador contra el
acreedor.
El fiador que paga sin dar aviso previamente al deudor, u omite la información al
mismo inmediatamente después del pago, llegando por ignorancia de ese hecho a pagar el
deudor, el fiador pierde su acción de repetir lo pagado contra el deudor. Es consecuencia
lógica de su descuido, ligereza o negligencia. Si el fiador paga sin ser demandado o
prescindiendo de participar al deudor la novedad de la demanda, ha de sufrir también las
consecuencias de su prisa o de su omisión, cuya principal manifestación es la de correr el
peligro de pagar indebidamente ya que el deudor puede tener excepciones válidas que
oponer y que, el fiador, por desconocerlas o por ser personalísimas del deudor, no las alega
u opone. Ha de advertirse que esas excepciones, deben ser susceptibles de utilizarse
válidamente al tiempo o fecha en que el fiador hizo el pago sin notificarlo al deudor.
En todo caso, queda librado el derecho del fiador de dirigir su acción contra el
acreedor.
Art. 937.- (Casos en los cuales el fiador puede proceder contra el deudor principal
aun antes de haber pagado). El fiador, aun antes de pagar, puede proceder contra el deudor
principal para que éste le garantice las resultas de la fianza, lo releve de ésta o consigne
medios de pago, cuando:
Fte: Cgo. it. 1953 - Cgo. argentino 2026, 4º) (para caso 6º) -
Precd: c.c. abrg. 1379 -
Conc: c.c. 314 - 315 - 938 -
Son indudablemente justificados los supuestos del art., por los cuales se prevé la
defensa de la situación del fiador, que corre el peligro notorio de verse forzado a pagar la
deuda, y no requieren mayor explicación. Lo que interesa determinar, es cómo puede el
fiador ponerse a cubierto de los riesgos enumerados en el art. Este, en su primera parte, da
una idea de los modos que puede emplear el fiador para el efecto: que el deudor consiga
del acreedor dejar libre de su obligación al fiador, dándole otra garantía análoga o una real,
v. gr., prenda, hipoteca; que ofrezca el deudor al mismo fiador, pero continuando éste
como tal, una garantía que le ponga a cubierto de los procedimientos del acreedor y del
peligro de insolvencia del deudor.
El modelo del inc. 6º del art. (caso 4º del art. 2026 del Cgo. argentino), no habla de
fuga del deudor, sino de que éste quisiere ausentarse fuera de la República, sin dejar los
bienes indicados. Se ha corregido en el texto legal, la evidente errata de la edición oficial
que en lugar de fugue, dice fuge.
SECCION IV
DEL EFECTO DE LA FIANZA ENTRE LOS COFIADORES
Art. 938.- (Acción de repetición contra los demás fiadores). I. Cuando varias
personas han afianzado a un mismo deudor por una misma deuda, el fiador que la ha
pagado tiene acción para repetir contra los demás fiadores en la parte proporcional a cada
uno.
II. Pero esta repetición no tiene lugar sino cuando el fiador ha pagado en uno de los
casos enunciados en el artículo precedente.
III. Si alguno de los fiadores resultare insolvente, su obligación recaerá sobre todos
en la misma proporción.
Fte: Cgo. it. 1954 (para I y III) - Cgo. francés 2033, 2º (para II) -
Precd: c.c. abrg. 1380 -
Conc: c.c. 440 - 937 -
En primer término, para que proceda la acción prevista en este artículo, el pago
hecho por el cofiador ha debido tener como justificativo cualquiera de los supuestos del art.
937, esto es, a consecuencia de una precedente demanda judicial, dirigida por el acreedor
contra el fiador que paga, o hallándose el deudor en estado de insolvencia, etc. A contrario
sensu, si paga espontáneamente, sin que concurra alguno de los casos previstos en el art.
937, el pagador no puede accionar a sus cofiadores. Naturalmente, que siempre le queda el
recurso contra el deudor.
La regla del art. tiene estrecha concordancia con la del art. 440, en cuanto éste,
refiriéndose a los deudores solidarios dispone, que quien de ellos pague la obligación, sólo
tiene derecho a repetir contra cada uno de los codeudores la parte proporcional,
distribuyéndose proporcionalmente, también, las bajas que hubiere por insolvencia de
alguno o algunos de los demás. En el caso del art. 440, todos son deudores principales,
siendo justo y correcto el prorrateo. En el caso del art. en examen, el prorrateo sólo procede
cuando ha concurrido alguno de los justificativos del art. 937, porque si el cofiador ha
pagado voluntariamente, sin la concurrencia de ninguno de esos supuestos, sólo tiene, se ha
dicho ya, acción contra el deudor.
SECCION V
DE LA EXTINCION DE LA FIANZA
Art. 939.- (Causas). La obligación que resulta de la fianza se extingue por las
mismas causas que las demás obligaciones.
La fianza se extingue también, ella sola, por causas exclusivas de la misma fianza,
aun quedando subsistente la obligación principal. Por ejemplo, la renuncia del acreedor a la
caución que, aunque no muy frecuentemente, puede ocurrir; las causas de nulidad comunes
a todos los contratos, pueden extinguir la fianza exclusivamente, cuando esas causas de
nulidad sólo existen para el contrato de fianza, independientemente de la obligación
principal. Los arts. 940, 941 y 942, se refieren también a causas de extinción propias de la
fianza.
Jurisprudencia
"Según este art. la fianza se extingue por las mismas causas que las otras
obligaciones, no hallándose entre éstas (art. 825, Cgo. abrg. = al 315) la simple
retractación del fiador".
(G.J. Nº 313, p. 2088).
Art. 940.- (Liberación por hecho del acreedor). El fiador queda libre de la fianza
cuando el acreedor, por un hecho propio, ha determinado que no pueda tener efecto de
subrogación del fiador en los derechos, la prenda, las hipotecas, la anticresis o los
privilegios del acreedor.
El art. implica una derivación lógica del art. 934, por virtud del cual los fiadores se
subrogan por el pago que efectúan, en todos los derechos que el acreedor tenía contra el
deudor. Ahora bien, si el acreedor estorba o dificulta las posibilidades de reembolso del
fiador, sea cancelando voluntariamente una hipoteca que estuviera constituída a su favor,
sea renunciando libremente a algún beneficio que la ley le otorga, sea, en fin, ejecutando
algún hecho que haga más difícil el cobro del crédito, cambiando las condiciones del
mismo, etc., la consecuencia lógica y justamente fundada es privarle de la fianza, a la cual
opuso con sus hechos directa o indirectamente obstáculos.
Jurisprudencia
2.- "En conformidad a lo dispuesto por el art. 1383 (941) las fianzas no pueden
extenderse más allá de los límites a que están circunscritas".
(G.J. Nº 284, p. 1860).
Art. 942.- (Prórroga al deudor principal sin consentimiento del fiador). Toda
prórroga concedida por el acreedor al deudor principal, sin el expreso consentimiento del
fiador, extingue la fianza.
Fte: Cgo. español 1851 - Fuero Real, ley 10, tít. 18, Lib. 3 -
Precd: c.c. abrg. 1385 -
Conc: c. com. 910 -
c.c. 940 -
El art. prevé la liberación del fiador, por el hecho de una prórroga concedida por el
acreedor sin el expreso consentimiento de aquél. Es una derivación de la regla del art. 920,
que no permite que se reate al fiador con obligaciones de mayor onerosidad, que para el
deudor principal. Puede el acreedor hacer favores al deudor, pero no a costa del fiador. Es
lógico suponer, que cuando se modifica una obligación en forma que redunde realmente en
bien del fiador, no se extinga la fianza; pero no es menos natural, que cuando se modifica
en perjuicio suyo, queda extinguida.
Se señala que el mero hecho de dejar transcurrir tiempo sin que el acreedor
demande el pago al deudor, no debe presumirse equivalente a la prórroga de que trata este
art., la cual implica autolimitación unilateral y ad libitum, en cuanto al momento de poder
reclamar el cumplimiento de la obligación (Scaevola). El que el acreedor deje pasar el
tiempo, vencido el término para el pago de la obligación, evidentemente no puede
considerarse prórroga que, aunque no lo dice el art. 942, (pero lo dice el art. 1384 del c.c.
abrg., como su fuente el art. 2039 del c.c. francés), ha de estimarse debe ser expresa.
Indudablemente, en tal caso la fianza no se extingue, porque el fiador, para protegerse de
los riesgos que esa conducta del acreedor puede ocasionarle, tiene a mano la facultad que le
concede el art. 937, caso 5.
SECCION VI
Art. 943.- (Cualidades del fiador legal y judicial). El fiador que debe darse por
disposición de la ley o por orden judicial, ha de tener las cualidades señaladas por el
artículo 923.
Los dos arts. de esta sección, tampoco tienen equivalente en el Cgo. italiano, pero sí
en las disposiciones francesas, fuentes de sus precedentes, aunque con redacción más
coincidente con la de los arts. 1854 y 1855 del Cgo. español.
Por lo dispuesto en el art. 919, se sabe que la fianza puede ser voluntaria, legal o
judicial, aunque esta última, en realidad, no es más que una modalidad de la legal. El
precepto del art. 943, responde al concepto de la fianza que es el de garantía personal.
Quien ofrezca esta garantía, está obligado a hacerlo teniendo en cuenta las condiciones
exigidas por el art. 923: capacidad para obligarse y bienes suficientes para responder de la
obligación principal. Ejemplos de fianza legal, como también de la judicial, se ha dado en
la anotación del art. 919, que es innecesario repetir.
Jurisprudencia
"Los tribunales están autorizados para ordenar la fianza llamada judicial en todos
los casos, como el presente, en que la ejecución provisional de una sentencia puede
ser alzada por un juicio posterior, ordenada por ella misma, en atención a que,
revocada o modificada la sentencia anterior por la posterior, puede llegar a ser
insolvente el acreedor en cuyo favor se ejecutó la primera sentencia".
(G.J. Nº 94, p. 871).
DE LAS TRANSACCIONES
La transacción es, entre todos los medios de poner fin a las controversias, el más
venturoso (le plus heureux), según cabal criterio de Bigot-Preameneu (cit. por Scaevola),
porque cada uno -dice- sacrifica una parte de las ventajas posibles, ante el riesgo de perder
más en un litigio quizá pródigo de inquietudes y sinsabores. Si a la conciliación suele
considerarse como la paz intentada, la transacción es un instrumento de paz alcanzada.
a) Litis existente entre las partes, o posibilidades de que surja una litis entre ellas.
b) Falta de certeza (res dubia) o bien una res litigiosa (derechos litigiosos o
dudosos).
El art. 492, impone que la transacción debe constar por escrito, mediante
documento público o privado.
Los autores, consideran que la transacción puede ser judicial o extrajudicial, según
se haya celebrado durante el pleito o antes de ser planteado éste, lo cual parece una simple
sutileza casuista.
La enmienda traslada el parágrafo I del art. siguiente (946), para darle en éste a su
parágrafo actual II, una formulación más explícita, lo que no parece susceptible de
observación.
Jurisprudencia
4.- "Las transacciones se circunscriben a sus objetos y no reglan sino las diferencias
que están comprendidas en ellas, como disponen los arts. 1395 y 1396 (945, II)".
(G.J. Nº 774, p. 8).
5.- "El contrato en virtud del cual, reconociéndose recíprocamente los derechos y
acciones que representan en el haber testamentario de... se fijan bases y condiciones
para la división y partición, es una verdadera transacción, tal como lo define el art.
1390 (945) y con el valor legal que le da el 1398 (949)".
(G.J. Nº 790, p. 11).
6.- "Definido un proceso mediante transacción no hay obligación ninguna para que
el recurrente provea a la remisión de obrados para ante el tribunal de casación,
porque encontrándose concluido el litigio por su virtud, lo está asimismo todo
recurso".
(G.J. Nº 1280, p. 50).
7.- "A tenor de los arts. 1390 y 1398 (945, 949 y 950) del c.c., las transacciones
tienen fuerza y autoridad de cosa juzgada y aparejan por lo tanto, la fuerza ejecutiva
prevista en los arts. 432 y 435 (487) del p.c.".
(G.J. Nº 1298, p. 36).
8.- "La transacción ha de estar configurada con las características de fondo y forma,
lo que requiere imprescindiblemente la constancia legal de un instrumento que
contenga la materia transigida y el objeto y condiciones propios de ella para dejar
en suspenso definitivamente el proceso, según preceptúa el art. 1390 (945) del c.c.".
(G.J. Nº 1354, p. 31).
9.- "La transacción como acto declarativo no confiere a las partes nuevos derechos.
Se reduce a reconocer la existencia de derechos preexistentes y no es traslativo de
derechos. Según el art. 1390 del c.c. abrg., (492 del vigente) y el art. 1 de la L. de
Sept. 23 de 1909 debe otorgarse por escrito, lo que no le hace contrato solemne,
pudiendo constar en escritura pública o en documento privado, resultando de ello
que el A.V. impugnado no ha infringido el art. 171 del c. min."
(G.J. Nº 1631, p. 142).
10.- "Es inatendible la confusión que el recurso establece entre este contrato y el
desistimiento, para con su apoyo argüir violación de normas no conculcadas por el
A.V. recurrido".
(G.J. Nº 1631 p. 143).
12.- "Suscrita la transacción con todos sus efectos determinados por los arts. 945 y
949 del c.c., quedó anulada la minuta de compraventa que la recurrida pretendió
hacer protocolizar con evidente mala fe".
(Lab. Jud. 1986, p. 311).
13.- "Un documento de transacción no suscrito por las partes intervigentes en él, no
cuenta con la expresión de voluntad para tener validez, a tenor de lo dispuesto por
el art. 945 del c.c.".
(G.J. Nº 1748, p. 26).
15.- Véase los casos 5 del art. 810; 8 del 949 y 27 del 1297.
Art. 947.- (Interés civil que resulta de delito). Se puede transigir sobre el interés
civil que resulta de un delito.
Como está redactado el art., resulta que se puede transigir libremente, aún en el
tiempo en que la acción penal está pendiente, en tramitación. Sin embargo, los autores,
estiman que tal cosa no puede ser, sobre todo, cuando no está permitido el ejercicio
separado de la acción civil. El p.p. (art. 16), determina que la acción civil se sustanciará
conjuntamente con la penal, en el mismo proceso; excepto en caso de fallecimiento del
imputado, caso en el cual, se podrá seguir por cuerda separada y naturalmente a sus
herederos (art. 14 p.p.). La transacción en el caso del art. 947, resultaría meramente
condicional. La razón determinante radica, en que podría darse lugar a dos decisiones
contradictorias (la transacción se equipara a la sentencia ejecutoriada, art. 949): por
ejemplo, en la acción penal los Tribunales declaran inexistente el hecho delictuoso o dictan
sobreseimiento definitivo; mientras, en la transacción se obligaría al imputado a pagar
cierta indemnización pecuniaria por el supuesto hecho o la supuesta responsabilidad.
Art. 948.- (Cláusula penal). Se puede agregar a la transacción una cláusula penal
contra el que falte a su cumplimiento.
El precepto del art. es una derivación lógica y normal de la regla general del art.
532.
Art. 949.- (Efectos de una cosa juzgada). Las transacciones, siempre que sean
válidas, tienen entre las partes y sus sucesores los efectos de la cosa juzgada.
La regla del art. está formulada en el Codex, así: non minorem auctoritatem
transactionum quam rerum iudicatorum (la transacción tiene la misma autoridad que la
cosa juzgada; Lib. 2, tít 4, ley 20; cit Scaevola).
Planiol y Ripert, criticando el art. 2052 del Cgo. francés (art. 1398 del Cgo. abrg.),
consideran inexacta esta equiparación que frecuentemente es producida en la
jurisprudencia, como principio inconcuso. Sin embargo, añaden, no tiene los efectos de una
sentencia, particularmente respecto de su fuerza ejecutiva. Está sujeta a las reglas de la
interpretación de los contratos y no a las de las sentencias; su violación no causa, como en
la cosa juzgada, el recurso de casación. Ni la homologación judicial de la transacción
(como en materia de quiebra, v. gr.), cambia, en realidad, sus condiciones de validez ni su
naturaleza, que siguen siendo las de un simple convenio.
La transacción, equiparada a la sentencia, surte efectos sólo entre las partes (art.
949). Las sentencias, en algunos casos, alcanzan con su eficacia a terceros, aunque no
hubiesen participado en la litis, como ocurre en las cuestiones relativas al estado civil de
las personas, materia en la cual, la cosa juzgada puede ser invocada aun contra terceros que
no han litigado en la causa que produjo la sentencia, por aplicación de los principios
generales que tienen, en algunas legislaciones, v. gr. la española (art. 1252, c. c.), norma
positiva expresa y que, indudablemente, ha inspirado el art. 1452 del Código, que sienta
igual norma.
Jurisprudencia
2.- "El contrato cuya nulidad se demanda por razón de lesión, constituye verdadera
transacción, no siendo en ese concepto, anulable, por lo dispuesto en el art. 1398
(949)".
(G.J. Nº 714, p. 21).
3.- "Según el art. 433 (487) del p.c. y el 1398 (949) del c.c., la transacción tiene
fuerza ejecutiva y la autoridad de cosa juzgada entre las partes transigentes".
(G.J. Nº 721, p. 33).
4.- "Las transacciones tienen entre las partes transigentes, la fuerza y autoridad de
cosa juzgada".
(G.J. Nº 740, p. 32).
5.- "El art. 1398 (949) del c.c. da a las transacciones la misma autoridad que la cosa
juzgada".
(G.J. Nº 750, p. 31).
6.- "La transacción en la que se convino partir por igual los bienes de la herencia,
definió con la autoridad de cosa juzgada la institución (de heredero) hecha en el
testamento y los derechos de las partes contratantes en la mencionada sucesión".
(G.J. Nº 811, p. 30).
Art. 950.- (Error de hecho y derecho). Es anulable la transacción por error de hecho
o de derecho, si el error, en uno u otro caso, no es relativo a las cuestiones que han sido ya
objeto de controversia entre las partes.
Giorgi y Escriche, entre otros, consideran que semejante error no debe admitirse
como causa de anulabilidad de las transacciones, atendido su objeto y característica de
impedir o terminar un litigio y habida cuenta principalmente la eficacia de cosa juzgada,
que la ley le atribuye. Planiol y Ripert, justifican el art. 2052 del Cgo. francés (1398 del
Cgo. abrg.), que excluye el error de derecho en la anulabilidad de las transacciones, porque
los que transigen llegan a un acuerdo, sin amoldarse al derecho estricto, en la forma que
pueden entenderlo los Tribunales.
2.- "Como todo contrato el de transacción puede ser anulado o rescindido, como
señala el art. 1399 (950) del c.c., cuando hay mérito para ello y mientras éste no se
acredite, debe ejecutársele de buena fe según el art. 725 (520) del c.c."
(G.J. Nº 1240, p. 17).
3.- "Es anulable según el art. 1399 (950) del c.c., toda transacción en la que hay
error en la persona o personas con quien o quienes se acordó dividir bienes
sucesibles".
(G.J. Nº 1356, p. 14).
Fte: Cgo. it. 1974 (para I) - Cgo. francés 2056 (para II) -
Precd: c.c. abrg. 1402 -
Conc: p.c. 515 -
c.c. 945 - 1319 -
2º) Sólo conocía los documentos una de las partes, que omitió de buena fe
mencionarlos: subsiste la transacción.
3º) La parte que conocía la existencia de los documentos procede de mala fe,
cuando los retiene u oculta, para aprovecharse de la ignorancia del otro contratante. La
transacción quedara ineficaz a instancia del perjudicado inocente, mientras no haya
prescrito la acción se entiende.
4º) Todas las partes desconocen la existencia de tales documentos que, al ser
descubiertos, se advierte que una de ellas no hubiera otorgado la transacción de conocer su
contenido o dicho de otro modo, que la otra parte no tenía ningún derecho para el litigio,
menos para la transacción. El contrato puede ser declarado ineficaz a instancia de la parte
interesada.
El art. responde a las reglas generales de la materia. Se refiere a las cosas dadas por
una parte a la otra, que no eran objeto del litigio ni de la transacción, y consiguientemente,
rigen las reglas de los arts. 624 y s. y 629 y s.
TITULO III
Art. 955.- (Carácter expreso). La promesa unilateral de una prestación sólo produce
efectos obligatorios en los casos expresamente previstos por la ley.
La promesa unilateral, es un acto jurídico que crea una obligación con cargo a una
persona y por la voluntad de ésta (Mazeaud).
Está entre el conjunto de figuras que, en antítesis con el contrato, son fuentes de
obligación, por lo que son denominadas obligaciones no contractuales. Es, en realidad, una
categoría promiscua, que cuando asume alcance afirmativo, pierde el carácter unitario y se
escinde en las de la obligación de promesa unilateral y de la obligación ex lege (Messineo).
Siegel (cit. por Mazeaud), la planteó como nueva fuente de obligaciones, con la
ventaja teórica de que la obligación nace antes de toda aceptación. Los Códigos recientes,
la han fundado en la teoría de la oferta y de la promesa de recompensa, principalmente, y
sólo como excepción (según los Códigos suizo, polaco e italiano de 1942, modelo del Cgo.,
en opinión de Mazeaud). Messineo, confirma el criterio de Mazeaud, al expresar que el
artículo 1987 del Cgo. it. (955), de manera excepcional, esto es, en casos taxativos, que
constituyen numerus clausus (expresamente indicados), atribuye a la promesa unilateral
eficacia obligatoria.
El Cgo. abrg. como su modelo el francés, normó la promesa bilateral, que equivalía
al contrato mismo, en el art. 1010: la promesa de vender es una venta. Los juristas
franceses, no elaboraron en realidad una teoría de la "promesa de contrato", como los
españoles que encontraron en las Siete Partidas y en la Novísima Recopilación,
antecedentes para considerar la promesa como acto esencialmente consensual (P. Vives).
La razón de esta diferencia radica en que el Cgo. francés, tomo la promesa de contrato,
como contrato concluido habida cuenta que la venta, según sus reglas, se perfecciona por el
simple consentimiento, que tiene la virtud de transferir el dominio (art. 1004, del Cog.
abrg.).
Las reglas del Título en examen, parecen limitadas a la promesa de pago y
reconocimiento de deuda y a la promesa de gratificación o recompensa. Sus alcances
trascienden esos límites: un anunciante por ejemplo, puede ofrecer vender determinado
objeto en cierto precio cuando alguien se presente a comprársela, debe vendérsela. El
antecedente mejor desarrollado de ésta figura jurídica, el Cgo. alemán, en su art. 130, dice:
"Toda declaración de voluntad hecha respecto de otra persona, producirá efecto desde que
le sea conocida... La eficacia de la declaración de voluntad es independiente del hecho
posterior del fallecimiento o incapacidad del que la hubo prestado".
El Anteproyecto de Ossorio (arts. 965 y s.), legisló la materia dentro del marco de
la doctrina moderna. El Proyecto de Toro (art. 3101), se aproxima a ella en el concepto del
art. 956 del Código, cuando dice que, "el reconocimiento de la obligación es el acto en
virtud del que, una persona confiesa estar ligada hacia otra u otras, a dar, hacer o no hacer
alguna cosa".
Art. 958.- (Acto realizado por una o varias personas). I. Quien ejecuta el acto puede
exigir la prestación prometida.
Art. 961.- (Acción). Quien, sin justo motivo, se enriquece en detrimento de otro
está obligado, en proporción a su enriquecimiento, a indemnizar a éste por la
correspondiente disminución patrimonial.
La acción por enriquecimiento sin causa, se llamó en Roma condictio sine causa
(cuyos varios aspectos se encuentran en la condictio ob causam finitam, causa data non
secuta, indebiti, ob turpem causam). En el digesto (Lib. 50, tít. 17, ley 20; cit. Mazeaud) se
consigna el principio general afirmado por Pomponio: iure naturae aequum est nemimem
cum alterius detrimento et injuria fieri locupletiorem (es equitativo, según el derecho
natural, que nadie se enriquezca a expensas de otro). De este principio deriva en el antiguo
derecho español, la regla contenida en las Partidas (7ª, tít. 34, ley 15, II): ninguno no debe
enriquecer tortizeramente con daño de otro.
Muchas legislaciones, incluyen el tema entre las reglas del pago de lo indebido
Otras han separado y reducido a lo necesario la reglamentación del caso, como aconsejaba
Ossorio (Anteproyecto, art. 786).
c) Daño de tercero. La noción de daño en este punto no tiene nada de común con la
relativa al daño, que sirve a su vez de fundamento a la indemnización de perjuicios. El
concepto del daño de que aquí se trata, se reduce al hecho de que lo que poseía el tercero
perjudicado, haya ido a incrementar el patrimonio del enriquecido sin causa. Sólo entra en
el concepto del daño, el criterio de la trasmisión efectiva contenido de un patrimonio al
otro, que debe ser restituído.
Exceptuando el punto 5), los requisitos son los mismos que los señalados por
Giorgi.
La expresión de in rem verso, para nominar de antiguo la acción que el art. llama
como su modelo acción de enriquecimiento, es, según explica Mori (L'actio de in rem
verso nel diritto romano ed italiano; cit. Scaevola), una locución que se inserta en la
redacción de la formula para indicar la circunstancia que motivaba el ejercicio de la acción
y los límites de la misma, que el juez no puede exceder. Importa el medio jurídico para
repetir el enriquecimiento logrado por uno en daño de otro.
La acción indemnizatoria que preceptúa el art. no ha de entenderse, como intento de
fusionar el enriquecimiento con los daños como pretendió Planiol, sin otro resultado que el
rechazo de la tesis que sólo sirvió -y bien- para subrayar las diferencias entre una y otra
cuestión. La pretensión por daños, exige fijar la relación de causa a efecto entre el agente
provocador y el daño. La de enriquecimiento, fija esa correlación entre el patrimonio del
enriquecido y el del empobrecido (punto c, supra). En la primera, la indemnización se
extiende al daño total, salvo algunas excepciones legales; en la segunda, la restitución está
limitada a la cuantía del enriquecimiento, como lo establece expresamente el art. 961 in
fine.
El Codex (Lib. 4, tít. 5, regla 1), empieza a tratar de la condictioni indebiti (de la
condición de lo no debido), con esta solución que el Emperador Antonio, Augusto, da a
Muciano: no es dudoso que por derecho de condición hay la repetición del dinero no
debido, pagado por error, no por causa de cosa juzgada; si, pues, pudieras probar que tu
padre, de quien quedaste heredero, pagó algo más de lo debido a un acreedor suyo, puedes
repetirlo...
Concretando, entonces, el examen del título a las soluciones que éste da sobre el
instituto, se tiene que el pago de lo indebido, es un hecho que genera una relación jurídica,
por virtud de la cual el que recibe una cosa o cantidad sin razón derecha, queda obligado a
restituirla a quien por error hizo la entrega o pago, el cual adquiere por ello la cualidad de
acreedor, con el derecho consiguiente de reclamar la restitución, más o menos amplia, en
cuanto a sus efectos o derivaciones, según la buena o mala fe del que aceptara el pago
indebido (arts. 967, 968 y 969).
Messineo, distingue el indebito objetivo (ex re) del indebito subjetivo (ex personae
debitoris). En el primer caso, se paga una deuda que no existía en absoluto; en el segundo,
se paga una deuda existente pero de otro: el que paga no era deudor, es -por decirlo así- un
falsus débitor, en cuanto la deuda era de otro.
La importancia de la distinción, radica en la diversidad de requisitos exigidos para
la repetibilidad en una o en otra de dichas situaciones y en el contenido vario de la carga de
la prueba por parte del actor.
En el indebido objetivo, basta que el pago no sea debido (art. 963). En este caso la
deuda pagada no existe, ni a cargo del pagador ni a cargo de otro. Es, sin más, repetible y
no depende del error. La prueba se reduce a demostrar el hecho del pago y de haberlo
hecho sin que exista deuda.
Jurisprudencia
2.- "Anulada la venta, la compradora tiene por este art. 826 (960) acción para
repetir por el reembolso del precio que indebidamente pagó".
(G.J. Nº 560, p. 3).
3.- "La repetición de pago indebido, franqueada por este art. (960) constituye
acción susceptible de ejercitarse libremente, salvo el caso de prescripción".
(G.J. Nº 647, p. 24).
4.- "Puede repetirse por lo pagado indebidamente, pues que todo pago supone la
existencia de una deuda".
(G.J. Nº 676, p. 4).
5.- "No habiendo verificado el trabajo por el que se le pagó, no tenía derecho para
hacer suyo el dinero que se le dio para ese trabajo y era justo que el actor lo
reclamase".
(G.J. Nº 774, p. 50).
8.- "La acción de repetición señalada por el art. 826 (963) del c.c. procede cuando
se ha pagado indebidamente, esto es, cuando no había causa o cuando se lo ha
hecho por error, pero no cuando, como en el caso de autos, se ha pagado
reconociendo una causa como es la indemnización por daños y perjuicios". (G.J. Nº
1563, p. 139).
9.- "Acreditado que el recurrido pagó al recurrente una cantidad de dinero sin ser
deudor de éste ni apoderado del ejecutado, sino en calidad de rematador de un
camión subastado que luego reivindicado por su verdadero propietario que acreditó
su mejor derecho, quiere decir que pagó indebidamente y, por consiguiente, tiene
derecho perfecto para repetir contra los que se beneficiaron con el producto del
remate".
(G.J. Nº 1599, p. 22).
10.- "El plazo para la repetición de pagos indebidos (en materia tributaria) es el del
art. 298 del c. tb., de tres años, y no el del art. 7º del D.S. de 7 de Oct. de 1941, que
está derogado".
(G. J. Nº 1607, p. 171).
El art., evoca el tercer párrafo del art. 826 del Cgo. abrg. "no hay lugar a repetición
en las obligaciones naturales que se han ejecutado voluntariamente". Y esta evocación trae
consigo la de las obligaciones naturales, que siempre han constituido un verdadero
problema en las clasificaciones de los civilistas.
Los romanos distinguían las obligaciones naturales de las civiles. Estas, merecían la
protección de la actio en caso de incumplimiento y tenían, por lo tanto, un carácter
coactivo. Entre las obligaciones jurídicas y morales, consideraron las naturales, con
carácter jurídico indiscutible pero que no estaban protegidas por la actio. De ahí que,
cuando el deudor pagaba voluntariamente, no se permitía la restitución porque no se
consideraba que hubo pago indebido.
Bonnecase argumenta, aún, que puede considerarse (la natural), una obligación
condicional, cuya existencia depende de un acontecimiento futuro e incierto, consistente en
el pago-voluntario, o mas bien, que se trata de una obligación moral, que en un momento
dado se convierte por virtud de la realización de un supuesto jurídico, en una obligación
civil.
Sin embargo, debe anotarse que diversas consecuencias estrictamente jurídicas, que
las obligaciones llamadas naturales producen, no serían posibles si se considerara a estas
simplemente como deberes morales o sociales. Esas consecuencias son: a) originar la
excepción establecida por el art., si se intenta la devolución de lo pagado; b) permitir la
compensación con un crédito perfecto, por lo menos dentro del ámbito de la compensación
voluntaria dispuesta por el art. 375; c) posibilidad de perfeccionamiento mediante la
novación y la ratificación expresa o tácita; d) posibilidad de que la obligación natural sirva
de base a una nueva relación jurídica perfecta, como el reconocimiento de crédito por
ejemplo a mérito del art. 956.
Mazeaud, fundado en el art. 1325, II), del Cgo. francés (826, 3ra. parte del Cgo.
abrg.), observa que la validez del pago de una obligación natural -que veda la posibilidad
de repetir- depende de un requisito que el pago haya sido hecho voluntariamente, término
que el Código (art. 964), siguiendo a su modelo italiano, ha sustituido por el de
espontáneamente, que para el caso tiene igual sentido, (Diccionario de la Lengua:
espontaneo = voluntario). Se concluye de ello, que el deudor de una obligación natural que,
creyéndose sujeto a una obligación civil, realiza un pago, conserva la acción de repetición.
Jurisprudencia
1.- "El art. 826 (964) no niega la repetición de obligaciones civiles voluntariamente
ejecutadas, sino la de las obligaciones naturales esto es, de aquéllas cuya eficacia
jurídica ha sido desconocida por el legislador".
(G.J. Nº 476, p. 966).
2.- "Si bien en todo cumplimiento contractual surge la presunción juris tantum,
proclamada por la primera fase del art. 826 del c.c. (sin equivalente preciso en el
vigente), de que todo pago supone una deuda, el pago indebido o la solutio indebiti
genera la acción de repetición legislada en los arts. 826, 2ª fase (963) y 961 (966)
del citado código".
(G.J. Nº 1563, p. 70).
El art. contiene la regla nemo auditur propiam turpitudinem allegans, esto es, que
no se puede permitir la acción de restitución, en los supuestos en que el demandante es
cómplice en la inmoralidad. Lo contrario, sería autorizarle fundar su pretensión en su
propia vileza o deshonestidad. Aubert (cit. por Scaevola), al justificar el precepto estima
que la dignidad de la justicia no puede permitir una discusión en sus estrados sobre
cuestiones tan contrarías a la moral. En realidad, la justicia no se empaña por la revelación
de hechos inmorales o escandalosos, ni puede espantarse por la revelación de los móviles
de los litigantes. Lo que sucede es que, normalmente, los hechos vergonzosos son llevados
ante la justicia para penar a sus autores y no para darles protección (Scaevola).
Aparte de que el precepto esta en función de concordancia con las disposiciones de
los arts. 485, 489 y 490, sobre la licitud del objeto, de la causa y del motivo de los
contratos, noción de licitud comprensiva de las buenas costumbres, sería más ilícito y más
contrario a las buenas costumbres admitir al individuo inescrupuloso, prevalerse de sus
actuaciones deshonestas, que muestran su menosprecio de la ley, y de las buenas
costumbres, para fundar su acción de repetición.
Jurisprudencia
"Es regla de jurisprudencia universal que nadie puede adquirir derecho ni mejorar
de condición a mérito de su propia culpa".
(G.J. Nº 20, p. 176).
Art. 966.- (Indebido subjetivo). I. Quien creyéndose deudor, por error excusable,
paga una deuda ajena puede repetir lo que pagó siempre que el acreedor no se haya
privado, de buena fe, del título o de las garantías del crédito.
II. Cuando la repetición no es admitida, quien ha pagado se sustituye en los
derechos del acreedor.
Jurisprudencia
1.- "El ejecutante, creyéndose deudor, sin serlo realmente, pagó por error a los
acreedores del ejecutado, que es el único deudor verdadero, en cuya virtud al
ordenarse que éste devuelva a aquél lo que pagó por error, se aplica debidamente el
art. 961 (966) del c.c.".
(G.J. Nº 807, p. 28).
Art. 967.- (Frutos e intereses). Quien recibió lo indebido debe también los
respectivos frutos e intereses:
1) Desde el día de pago si procedió de mala fe.
2) Desde el día de la demanda si procedió de buena fe.
Como el principio general, que informa las reglas del título es, impedir los lucros
torticeros, deben restituirse los frutos y todo lo que el enriquecido por el indebido haya
obtenido teniendo por base la cosa o el pago atribuido sin causa, y teniendo en cuenta la
buena o mala fe del enriquecido.
Las reglas de los arts. 967, 968 y 969, han de entenderse conforme; al principio
formulado por Demogue (cit. de Scaevola): el accipiens (acreedor) de buena fe, debe
restituir todo lo que ha recibido, pero sólo en la cuantía en que haya acrecido su
patrimonio. Tratándose de cosa determinada, debe restituirla en natura. No se trata de
imponer una sanción al enriquecido, sino de eliminarle la adquisición sin causa. No se trata
de una reivindicación.
Jurisprudencia
II. Quien la recibió procediendo de mala fe, debe reembolsar el valor de la cosa si
ella perece o si se deteriora aun por caso fortuito o fuerza mayor, excepto si, en el caso de
deterioro, quien dio la cosa solicita se le restituya y además se le indemnice por la
disminución del valor.
Jurisprudencia
1.- "Por lo dispuesto en el art. 963 (968) el que recibe una cosa indebidamente esta
obligado a devolverla si existe, o su valor, si ha perecido".
(G.J. Nº 619, p. 9).
2.- "El pago judicial a la ejecutante fue indebido por hallarse la deuda satisfecha de
antemano, en cuya virtud debe hacerse la restitución según dispone el art. 962
(968)".
(G.J. Nº 647, p. 25).
3.- "Si la cosa pagada es inmueble, el que la ha recibido está obligado a restituirla,
como dice el art. 963 (968) del c.c.".
(G.J. Nº 647, p. 25).
Jurisprudencia
La regla del art. presupone que el tercero adquirente actúa de buena fe. La del art.
971, concuerda, como no puede ser de otra manera con la regla general del art. 299, y la del
972, está ajustada a los principios de equidad contenidos en las normas de los arts. 95 y 97
que invoca.
Jurisprudencia
Art. 973.- (Gestión asumida de un negocio ajeno). Quien sin estar obligado a ello
asume voluntariamente la gestión de un negocio ajeno, tenga o no el propietario
conocimiento de ella, contrae la obligación tácita de continuarla y acabarla hasta que el
propietario pueda hacerlo por sí mismo. Debe encargarse igualmente de todas las
dependencias del mismo negocio.
La gestión en su sentido más amplio, supone una relación funcional específica entre
la actuación del gestor y la esfera jurídica ajena. La actuación está especialmente
coordinada por una relación jurídica de derecho familiar (cónyuge, padre, tutor, etc.); de
derecho de obligaciones (mandato, sociedad, poder, etc.); de derecho sucesorio (albacea,
administrador de la herencia a beneficio de inventario, etc.); de derechos reales: usufructo,
acreedor pignoraticio o hipotecario, depósito (posesión interina), etc. Únicamente, cuando
falta toda otra coordinación con la esfera jurídica del dominus, la actuación del gestor,
quedará coordinada por las reglas de este título relativo a la llamada gestión de negocios
(Scaevola).
Los sujetos de la institución son el gestor, (sujeto activo), que asume por sí la
gestión del negocio ajeno y el dominus (sujeto pasivo), al que el Código llama propietario
y otras legislaciones llaman dueño del negocio.
La doctrina clásica, exige los siguientes requisitos: a) uno o más negocios ajenos; b)
susceptibles de ser tratados sin mandato y no ilícitos; c) intención de actuar en interés de
otro, pero con ánimo de obligarlo; d) ausencia de mandato o de obligación legal
preexistente; e) ausencia de prohibición del dominus (Giorgi).
Algunos civilistas españoles, estiman que la palabra negocio, ha sido impuesta por
el uso y que, por la traducción correcta de la palabra francesa affaires y de la italiana affari,
habría que decir asuntos. Ha de entenderse que la frase gestión de negocios, se ha traducido
directamente del latín negotiorum gestio. La gestión puede consistir en actividades de toda
índole; no supone necesariamente el significado, de negocio jurídico o negocio mercantil.
Cuantitativamente, puede alcanzar todos los asuntos del dominus, o particularmente a
algunos o a uno singular. Cualitativamente, puede ser civil, mercantil, administrativo,
judicial, etc. con riesgo o sin él, en circunstancias normales o en ocasión de siniestros.
Jurisprudencia
3.- "El art. 957 (973) del c.c. se refiere a la administración oficiosa de bienes y
negocios ajenos, más no al amparo y alimentación de las personas".
(G.J. Nº 688, p. 15).
Art. 974.- (Capacidad del gestor). El gestor debe tener capacidad de contratar.
Art. 975.- (Otras obligaciones del gestor). I. El gestor se somete a todas las
obligaciones que resultarían de un mandato, en cuanto sean aplicables.
II. Debe continuar la gestión aun después de la muerte del propietario, hasta que el
heredero pueda dirigirla.
Jurisprudencia
1.- "(Tras) administrar voluntariamente el fundo rural manifiesta su voluntad de
hacer cesar (la gestión), la cual manifestación se notificó judicialmente a la
propietaria, cesando desde entonces su obligación de rendir cuentas".
(G.J. Nº 551, p. 5).
3.- "La renta percibida en calidad de gestor oficioso (debe ser) liquidada
parcialmente a fin de determinar el saldo aplicable al pago que se reclama".
(G.J. Nº 766, p. 21).
El gestor que no practique el aviso que ordena el art. incumple una obligación
concreta que le impone la ley, a partir de ese momento, se agrava su responsabilidad por
los riesgos de la gestión, lo que podrá ser tenido en cuenta por el juez, en su caso, en la
aplicación del parágrafo II del art. siguiente (977).
II. Sin embargo, los motivos que le han conducido a encargarse del asunto, pueden
autorizar al juez a moderar el resarcimiento resultante.
Fte: Cgo. francés 1374 y Cgo. español 1889 (para I) - Cgo. it. 2030, 2) (para II) -
Cgo. español 1893 i.f. (para III) -
Precd: c.c. abrg. 958 -
Conc: c.c. 302 - 815 - 978 - 980 -
El gestor está obligado a emplear la diligencia de un buen padre de familia. Si el
gestor asume injerencia motu propio en los negocios del dominus, asume por ello el tácito
compromiso de no hacer nada dañoso y no omitir nada útil. Habrá daño, cuando los actos
realizados por el gestor son inconvenientes al dominus o a la naturaleza del negocio. Hay
omisión de lo útil, cuando el gestor deja de hacer lo que el dominus hubiera hecho por sí
para la buena administración y conservación del negocio. El juez puede moderar la
valoración de los daños, según las circunstancias que indujeron al gestor a asumir el
negocio.
Jurisprudencia
EL gestor debe resarcir todos los daños de cualquier género, que haya ocasionado al
patrimonio administrado, en la medida y según las circunstancias detalladas en las reglas
dadas por el título en examen. La responsabilidad del gestor para el resarcimiento de daños,
es mayor cuando ha mediado prohibición del dominus, para que el gestor asuma la gestión,
o cuando no ha procedido con la diligencia preceptuada por el art. 977, o ha actuado más
en interés propio.
Este art. contempla los casos de gestión desviada, en las que el gestor responde
inclusive por el caso fortuito y la fuerza mayor; 1) por operaciones arriesgadas; 2)
postergación de los intereses del dominus, que es un caso de verdadero dolo. También ha
de considerarse dolosa una injerencia no solamente no querida sino prohibida por el
interesado o dominus.
Las operaciones arriesgadas, constituyen el supuesto que los tratadistas llaman nova
et insólita negotia, que contrataría los canones de una administración de un buen padre de
familia y que impide emprender nuevos negocios cuando la actividad propia del gestor es
meramente conservadora y, por ello, debe limitarse al negocio de que se encargó y sus
incidencias, (Vide, cit. Scaevola).
Art. 979.- (Obligaciones del propietario). I. El propietario cuyos negocios han sido
útilmente administrados, debe cumplir con todas las obligaciones que el gestor ha
contraído en su nombre, indemnizarle por las personales que han tomado así como por los
perjuicios sufridos y reembolsarle todos los gastos útiles o necesarios con los intereses
desde el día en que los gastos se han hecho.
II. Esta norma se aplica aun a los actos de gestión realizados contra lo que haya
prohibido el propietario, siempre que la prohibición no sea ilícita.
Los efectos de la gestión, respecto del dominus, que este art. establece son
independientes de la ratificación a que se refiere el art. 982. Ellos determinan las
obligaciones del dominus con respecto al gestor que, cuando la gestión estuvo bien
administrada, pueden reducirse a dos:
b) Reembolsar al gestor los gastos necesarios y útiles con los intereses, desde el día
en que fueron hechos, cuya necesidad y utilidad ha de apreciarse según las circunstancias,
en que se realizo la gestión y no según los resultados obtenidos. Aquí se destaca una
diferencia con el mandato. En este, poco importa que los gastos excedan de que el
mandante habría probablemente hecho por si mismo: el mandatario no puede quedar con
pérdida y debe ser enteramente reembolso (art. 822). El gestor, sólo tiene derecho al
reembolso de los gastos necesarios y útiles, de manera que si no uso toda la economía
deseable en la gestión, el dominus tendrá derecho a reducir el reembolso, en la medida de
la sola necesidad y utilidad manifiesta.
El parágrafo II del art., presenta otro caso notorio de tergiversación, que hace poco
inteligible su disposición y que corresponde esclarecer.
Su modelo (art. 2031, II del Cgo. it.), dice "esta disposición no se aplica a los actos
de gestión realizados contra la prohibición del interesado, salvo que tal prohibición sea
contraria a la ley, etc.".
La administración útil, en general, para decirlo con el criterio que informa las reglas
del art. anterior, según la disposición que ahora se examina no requiere necesariamente que
la gestión exista como útil o se manifieste tal al terminar el negocio. Es suficiente que la
utilidad exista en el momento de iniciar la gestión, que es lo que el art., quiere significar,
conforme con el sentido de su fuente (fase inicial del art. 2031, c.c. it.).
Basta el utiliter coeptum o inicial, sin que haga falta necesariamente el utiliter
gestum o final (Messineo). El utiliter coeptum, según el autor del Manual evoca toda
actividad que el propio dominus habría ejercitado, actuando como un buen pater familias,
si hubiera debido proveer por sí mismo a la gestión del negocio. De ahí que se considera al
gestor de buena fe, un buen administrador, cuando inicia la gestión utiliter coeptum y la
continua utiliter gestum (Scaevola).
Art. 981.- (Gestores solidarios). Si los gestores son dos o más su responsabilidad es
solidaria.
Art. 982.- (Ratificación del propietario). Si el dueño del negocio ratifica la gestión,
este acto produce todos los efectos del mandato, aun cuando la gestión se haya cumplido
por persona que creía gestionar un negocio propio, extendiéndose en tal caso los efectos
retroactivamente al día en que la gestión comenzó, salvo el derecho de terceros.
La ratificación a que se refiere este art. que no tiene influjo en las determinaciones
del art. 979 cual se ha observado en su lugar (v. la anot. respectiva), establece soluciones
particulares para dos hipótesis.
a) La ratificación vincula al dominus como el mandato, con todos sus efectos, así
haya faltado el utiliter coeptum, o el carácter ajeno del negocio, o la absentia domini
(figura esta que no ha de entenderse en el sentido legislado por los arts. 31 y s. sino como
simple no-presencia temporal o provisora del propietario), o el animus aliena negotia
gerendi (v. del anot. al art. 973), u otro requisito legal cualquiera de la gestión.
b) La ratificación también surte plenos efectos, así el gestor haya tenido injerencia
en el negocio del dominus, creyendo erróneamente actuar en un negocio propio.
Art. 983.- (Reembolso por asistencia familiar y gastos funerarios). Cuando sin
conocimiento del obligado a prestar asistencia familiar o a correr con los gastos funerarios,
los ha satisfecho un extraño, tiene derecho a reclamarlos de aquél, a no ser que consta
haberlo hecho como acto de libertad o filantropía y sin intención de reclamarlos.
V. la anot. al art. 979, de cuyas reglas las de este art. son una aplicación particular.
Jurisprudencia
1.- "El crédito contraído con anuencia del demandado para atender con su producto,
como efectivamente se hizo, a los gastos funerarios de su esposa, debe ser
reembolsado en observancia del art. 957 y s. (973 y s.) del c.c.".
(G.J. Nº 815, p. 23).
Art. 984.- (Resarcimiento por hecho ilícito). Quien con un hecho doloso o culposo,
ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento.
Hasta mediados del siglo XIX, imperó sin mayor discusión la regla clásica de la
responsabilidad por culpa. El impacto del industrialismo y el desarrollo de los medios de
transporte, crean nuevas circunstancias, y hacen surgir la corriente doctrinal que funda la
responsabilidad en la teoría del riesgo, en la equidad y en el principio quibus est
commudum ejus est periculum, que podría gráficamente (Scaevola) traducirse así: el que
está a las maduras, debe estar a las duras.
1) Regla general: no hay responsabilidad por el hecho personal sin dolo o culpa,
noción que excluye el caso fortuito y la fuerza mayor.
4) Por los hechos de animales y cosas inanimadas, se calcan los textos romanos y se
interpretan como excepciones no susceptibles de ampliación.
La obligación que deriva del acto ilícito, es un caso de obligación legal, que nace,
no porque lo quiere el obligado, sino porque así lo dispone la ley, en vista de la naturaleza
de ese acto y de los efectos que de el nacen para los terceros (Messineo).
Este art. (984) sigue el sistema clásico, aunque con una redacción demasiado
desafortunado. Habla de daño injusto, siguiendo a su modelo italiano (art. 2043), como si
hubiera posibilidad de reconocer, así sea a contrario sensu, un daño justo que estuviera
permitido o quizá premiado. Es, sin duda, inaudito un daño justo ocasionado con dolo o
culpa. Tal adjetivación, innecesaria e impertinente, sólo aparece en el Cgo. italiano de
1942, y en el que ahora rige en Bolivia que ha sido modelado en aquél. Aparte estas dos
excepciones, ninguno de los códigos consultados contiene la adjetivación observada. De
América: Argentina (art. 1067: no habrá acto ilícito... sin que a sus agentes, se les pueda
imputar del dolo, culpa o negligencia); Uruguay (art. 1239); Colombia (art. 2341);
Venezuela (art. 1185: el que con intención, o por negligencia, o por imprudencia ha
causado un daño a otro, está obligado a repararlo); Guatemala (art. 2276); México (art.
1910); Perú (art. 1136); Brasil (art. 160). De otros Continentes: España (art. 1902); Francia
y Bélgica (art. 1382); Austria (art. 1293); Alemania (art. 823); Suiza (art. 41); U.R.S.S.
(arts. 403 a 415 del Cgo. de 1923); China (art. 184, Cgo. de 1929, vigente hoy sólo en
Formosa); Filipinas (arts. 2195 y s.); Etiopía (art. 2027); Portugal (art. 483) y cuya
legislación sobre el particular merece una mención especial más detallada. Nótese en las
transcripciones siguientes, su precisa formulación y la evolución de ella Dice el art. 2361
del Cgo. de 1867, hoy abrg.:
"Todo aquel que viola u ofende los derechos de otro, constituye la obligación de
indemnizar al lesionado por todos los perjuicios que le causa".
"Aquel que, mediando dolo o mera culpa, violare ilícitamente el derecho de otro o
cualquier disposición legal destinada a proteger intereses ajenos, está obligado a
indemnizar al lesionado por los daños resultantes de la violación".
El Código de 1831, tan criticado como obra empírica, mal traducida del francés, en
este punto ofrece una redacción cabal, precisa y concisa, más prolijamente concebida y
redactada que su propio modelo francés (art. 1382) y que puede competir en elegancia
expresiva con códigos de tanto rigorismo científico y prolijidad como los códigos alemán y
suizo: todo hombre que causa a otro algún daño, está obligado a repararlo.
La regla del art., supone varios elementos objetivos: el hecho -acción u omisión- la
ilicitud y el daño, y el elemento subjetivo: la culpabilidad del agente.
Para Messineo, acto ilícito (en el orden civil), es un acto unilateral, que origina
daño a otro y genera a cargo de su actor una responsabilidad consistente en la obligación de
resarcir o reparar el daño.
La ilicitud del acto o factum contra ius se manifiesta y configura como una
antijuridicidad o injusticia (en la terminología romana: iniuria = injusticia o hecho contra
derecho), por lo que el daño, además de antijurídico es injusto.
Es ilícito el hecho, cabe agregar, sólo cuando éste es generado por la actividad
humana, pero no cuando se alude a eventos naturales o que no provienen de la actividad
humana. En este último caso, los hechos no son lícitos ni ilícitos: simplemente existen (v.
las anots. a los arts. 450 y 546, en lo pertinente). La ilicitud entonces, cuando se refiere a
los hechos, Sólo puede relacionarse a la omisión del agente responsable, que en realidad
presupone un acto, cuya responsabilidad emerge de la actitud ilícita, negligente o culposa.
Los eventos o hechos naturales no resultantes de la actividad humana, pueden ser
considerados riesgos, que abren responsabilidad por la imprevisión negligente o culposa
del responsable.
Sobre lo anotado en el examen de dicho art. 107, puede agregarse, antes que una
extensa exposición doctrinal, ejemplos prácticos de la legislación comparada. Suiza: "... el
abuso manifiesto de un derecho no está protegido por la ley" (art. 2). Alemania: "El
ejercicio de un derecho no está permitido, cuando no pueda tener otro fin que el de causar
perjuicio a otro" (art. 226). China: "El ejercicio de un derecho no puede tener por fin
principal perjudicar a otro" (art. 148). Perú: "La ley no ampara el abuso del derecho" (II,
Título preliminar). México: "Cuando al ejercitar un derecho se causa daño a otro, hay
obligación de indemnizarlo si se muestra que el derecho sólo se ejercitó a fin de causar el
daño, sin utilidad para titular del derecho" (art. 1912). Venezuela: "Debe igualmente
reparación quien haya causado un daño a otro, excediendo en el ejercicio de su derecho, los
límites fijados por la buena fe o por el objeto en vista del cual ha sido conferido ese
derecho" (art. 1185).
En el ámbito doctrinal, la generalidad de los civilistas, se ocupan del tema dentro de
la responsabilidad civil o extracontractual o de los hechos ilícitos. Por ejemplo: Giorgi
(aunque en el sentido restringido del problema). Planiol y Ripert, Josserand, Bonnecase,
Mazeaud, Scaevola, Rojina Villegas, Pérez Vives, etc.
La Instituta, señala como norma de conducta: alterum non laedere (no hacer daño a
otro), y el digesto da del daño está definición: damnum et damnatio ab ademtione et quasi
demirlutione patrimonii dicta sunt (denominase daño el hecho de quitar y disminuir el
patrimonio; Libs. 1 y 39, tít. 1 y 2, leyes 3 y 3, respectivamente; cit. Scaevola).
2) El que consagra las presunciones de responsabilidad: arts. 992, 995, 996 y 997;
Los arts. 988, 991 y 993, se refieren a las obligaciones que surgen de una actuación
dañosa, realizada por aquellas personas que están bajo la dependencia y vigilancia de otras
y tienen su fundamento en las llamadas culpa in vigilando y culpa in eligendo.
Jurisprudencia
1.- "Por la muerte del padre, causada por X, ha sido privada la menor de la
asistencia (familiar), por lo cual se halla dicho X en la precisa obligación de reparar
el daño, por determinarlo así el art. 966 (984) del c.c.".
(G.J. Nº 43, p. 993).
2.- "No puede excusarse persona alguna de la responsabilidad que impone el art.
966 (984) del c.c. por el daño que hubiese causado a otro, cual, en este caso, fue la
privación de los alimentos de los menores, por el delito de...".
(G.J. Nº 125, p. 115).
3.- "Habiéndose ordenado la destrucción del jardín y de los árboles plantados a una
distancia prohibida por la ley, de la expresada pared, existía la misma razón, y la
prescripción del art. 966 (984) del c.c. para una reparación completa de los males
causados por la reagravación de la servidumbre".
(G.J. Nº 258, p. 1520).
4.- "Al anular el despojo, ordenando la restitución con costas, daños y perjuicios, en
vista de hallarse acreditados con pruebas legales los extremos de posesión y
eyección, se dio cumplimiento al art. 966 (984) del c.c.".
(G.J. Nº 305, p. 2019).
5.- "La querella se limitó a referir el darlo que se le había causado (incendio de un
pilón de cebada) sin designar como autores a los encausados, por lo cual no
habiendo el actor sido denunciante de los procesados (absueltos) tampoco debió
condenársele en daños y perjuicios".
(G.J. Nº 440, p. 689).
6.- "La sustracción de dicha suma (de dinero) tuvo lugar por descuido y negligencia
reprensibles del (dependiente) y por lo mismo queda subsistente su responsabilidad
por el daño causado a su principal, según el art. 966 (984) del c.c.".
(G.J. Nº 542, p. 7).
7.- "El art. 966 (984) del c.c. (al) consignar el principio de que todo hombre que
causa a otro algún daño está obligado a repararlo supone que haya sido inferido
mediante hechos criminales o abusivos (dolo o culpa)".
(G.J. Nº 699, p. 50).
11.- "Si bien este art. (984) prescribe que todo hombre que causa a otro algún daño
esta obligarlo a repararlo, es manifiesto que la acción correspondiente sólo compete
al damnificado y no a otro".
(G.J. Nº 733, p. 29).
12.- "El ejercicio de una acción civil lícita, como la de denuncia de obra nueva,
autorizada por el art. 560 (615) del p.c. y sentenciada contra el demandante, no da
mérito a la demanda de indemnización de daños con apoyo del art. 966 (984) del
c.c. aplicable solamente a las responsabilidades provenientes del (hecho ilícito)".
(G.J. Nº 734, p. 19).
13.- "Si la obligación constituye la ley del contrato, según el art. 725 (519), la falta
de su cumplimiento motiva la de pagar daños y perjuicios emergentes, conforme al
966 (984)".
(G.J. Nº 791, p. 29).
14.- "La responsabilidad civil surge contra sus responsables, sean directos o
indirectos autores, tanto por el daño causado por el hecho cuanto por el que
ocasiona su negligencia, descuido o imprudencia".
(G.J. Nº 1223, p. 22).
16.- "El cumplimiento de una orden judicial de embargo, así haya sido
posteriormente revocada, no autoriza pretender indemnización de daños, como se
reclama en la especie con impertinente invocación de los arts. 966 y 967 (984) del
c.c., inaplicables al caso".
(G.J. Nº 1264, p. 53).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1265, p. 41).
17.- "La ruptura de las relaciones concubinarias por arbitrio del demandado, con
desconocimiento de la cooperación que le prestó la actora para diversas
adquisiciones, ha producido a ésta un daño cierto y positivo que debe ser
indemnizado por aquél, en virtud de lo dispuesto por el art. 966 (984) del c.c.".
(G.J. Nº 1283, p. 29).
18.- "Mientras la culpa contractual consiste en el incumplimiento de la obligación a
que se está sujeto por el contrato, la extracontractual consiste en causar un perjuicio
a otro ya por maldad e intención de dañar, ya por simple falta de las precauciones
que la prudencia debe inspirar a un hombre diligente".
(G.J. Nº 1353, p. 96).
19.- "No hay causas fortuitas ni casos de fuerza mayor ni mera infracción de los
reglamentos de transportes, cuando las pérdidas de valores y bienes transportados
son debidas al descuido y negligencia del transportador o sus dependientes"
(G.J. Nº 1353, p. 96).
20.- "Es principio universal de derecho que toda persona que causa a otra algún
daño, está obligada a repararle".
(G.J. Nº 1355, p. 66).
21.- "Según las previsiones de los arts. 966 y 967 (984) del c.c., el pago de los
daños se aplica cuando el demandado los causa por negligencia, imprudencia o
impericia y, en la especie, la institución demandada aparece haber cumplido con las
obligaciones que le impone el art. 107 del c. mtl. (1260, c. com.) con referencia a
los arts. 413 al 419 (569 al 571) del mismo código, y sólo es responsabilidad del
Notario llevar a cabo el protesto (de una letra de cambio) con los requisitos y
formalidades legales del caso".
(G.J. Nº 1585, p. 56).
23.- "La regla del art. 966 (984) del c.c. de que todo hombre que causa un daño a
otro está obligado a repararlo, se refiere al daño causado por el hecho del
responsable, y según el art. 967 (984) del mismo código, al causado por negligencia
o imprudencia".
(G.J. Nº 1614, p. 90).
24.- "Los gastos efectuados en juicio, que son materia de las costas que debieron
ser reclamadas oportunamente ente el juez competente y por la vía correspondiente,
no son ni pueden ser objeto de resarcimiento en la vía de la responsabilidad civil de
daños y perjuicios reglada por los arts. 966 y 967 (984) del c.c.".
(G.J. Nº 1621, p. 49).
25.- "El acto ilícito civil da origen a una obligación cuya prestación consiste en la
reparación del daño ocasionado".
(A. S. Nº 192 de 7-VIII-79).
27.- "El art. 966 (984) del c.c. al señalar que quien causa a otro algún daño está
obligado a repararlo, significa que ese daño tiene que ser (resultado de) actos
dolosos o culposos, lo que no sucede en la especie por lo cual no existe violación de
la disposición citada en el auto de vista recurrido".
(A. S. Nº 50 de 10-III-81).
28.- V. los casos Nos. 1 del art. 107 y 4 del art. 992.
Conc: c.p. 11 - 19 -
c.c. 560 - 986 -
El art. introduce una variante respecto de su modelo (art. 2046), el cual y según
observa Messineo, no exige a los efectos de la responsabilidad la capacidad legal, por lo
que, el incapaz legal por razón de la edad, siempre que no sea incapaz de entender y de
querer (incapaz natural), responde del acto ilícito (sin embargo, a pesar del juicio de
Messineo, téngase en cuenta que el art. 98 del Cgo. penal italiano declara inimputable al
menor de 14 años). El art. en examen, exime de responsabilidad al incapaz legal menor de
10 años, además del incapaz natural, que no es responsable civilmente como no es
imputable penalmente (art. 17 del c.p.) cuando comete el acto dañoso en el momento en
que se encuentran en tal estado psíquico. No se trata de ausencia de dolo o de culpa, sino
de ausencia de imputabilidad por estado psíquico.
La fase final del art., hace cesar la inimputabilidad, cuando el sujeto haya caído en
dicho estado psíquico por propia culpa, lo que importa que la haya determinado
dolosamente, esto es, preordenado (o prefabricado) como v. gr., una embriaguez o empleo
de estupefacientes o de sustancias tóxicas, deliberadamente utilizadas.
Obligado a la vigilancia del incapaz natural (de ordinario enfermo mental; arts. 5,
c.c. y 343 c.f.), está quien sea su custodio, que debe vigilar a una persona enferma mental,
así no haya sido todavía declarada en interdicción con el consiguiente nombramiento de
tutor, lo que lleva la cuestión a un diverso ámbito de solución. Esta obligado a la
vigilancia, el progenitor del mayor de edad incapaz de entender y de querer, si es su tutor
(c.f. 346).
Jurisprudencia
"La última parte del art. 968 (990, I, i.f.) del c.c. relativa a la falta de presencia o
imposibilidad (del padre) para evitar el hecho (dañoso), no excusa la obligación de
vigilar y demás deberes de un padre de familia para con su hijo menor de 10 años".
(G.J. Nº 1286, p. 59).
Art. 990.- (Responsabilidad del padre y la madre o del tutor). El padre y la madre o
el tutor deben resarcir el daño causado por sus hijos menores no emancipados o por los
menores sujetos a tutela que vivan con ellos, excepto si prueban que no pudieron impedir el
hecho.
Se considera que la responsabilidad del padre es directa, derivada del hecho del
progenitor mismo, concebido el hecho como de responsabilidad objetiva (Messineo),
porque, tanto para el padre como para el tutor, esta responsabilidad no depende de la
representación legal del hijo o del pupilo. Para los progenitores, la responsabilidad, tanto
del padre como de la madre, es conjunta, por el hecho de que ambos están investidos de la
patria potestad como officium conferido por la ley (c.f. art. 251), independientemente del
hecho de que el ejercicio de esa potestad sea del padre o de la madre, aunque ha de tenerse
en cuenta que el hijo o pupilo debe habitar con quien es declarado responsable por la ley.
La mencionada cohabitación no ha de entenderse en sentido literalmente riguroso de
convivencia bajo el mismo techo, y es suficiente a los efectos de la regla del art. que el
padre (o el tutor) tenga de posibilidad de vigilar la conducta del hijo, aun mediante el
concurso de otra persona.
Jurisprudencia
1.- "Conforme a este art. (990) los padres son responsables de los daños causados
por los hijos menores, sin más excepción que el caso de ser imposible evitarlo".
(G.J. Nº 730, p. 16).
3.- "La ley civil al dejar subsistente la responsabilidad de los padres por el daño
causado por sus hijos menores, no tiene en cuenta de si éstos obraron o no con
discernimiento o tuvieron la intención de producirlo, bastando que él se realice para
que pueda ser demandada su reparación".
(G.J. Nº 1286, p. 59).
Art. 991.- (Responsabilidad de los maestros y de los que enseñan un oficio). Los
profesores o maestros y los que enseñan un oficio deben resarcir el daño causado por sus
discípulos y aprendices menores de edad no emancipados estando bajo su vigilancia,
excepto si prueban que no pudieron impedir el hecho.
Los discípulos y aprendices menores, están más cerca de la condición del hijo im
potestate y del pupilo que de la del empleado y del doméstico, ligados con sus empleadores
en relación de servicios. Si el profesor o maestro prueba que a pesar de su vigilancia no
pudo evitar el hecho, no hay responsabilidad para éstos.
Discípulos y aprendices, son términos que comprenden todos los casos en que se
ejercita sobre el autor del daño, una acción educativa, aun cuando el discípulo o el aprendiz
sea mayor de edad, según la disposición fuente y correspondiente comentario de Messineo.
Pero, el art., en su adopción, ha sido limitado a los discípulos y aprendices menores, sin
que se sepa la razón de la limitación. También los términos profesores y maestros, suponen
funciones igualmente educativas que obligan, por razón del oficio, a la vigilancia.
Nótese bien que el límite de la responsabilidad del patrón o del comitente, está
circunscrito a que el acto ilícito del dependiente se realice en el ejercicio de la incumbencia
a que está destinado, porque en caso contrario (inclusive en los casos en que no está de
servicio), falta el nexo de causalidad entre la incumbencia del supuesto y el evento dañoso.
Por eso, es opinión predominante que, el acto doloso, no meramente culposo, del
dependiente, rompe la responsabilidad del patrón o comitente que recae directamente sobre
el autor del hecho dañoso.
Faltan en el Título las reglas necesarias para determinar la responsabilidad civil del
Estado y de sus funcionarios, extremo que muchas legislaciones incluyen entre sus reglas,
(Cgo. español, art. 1903; Cgo. argentino, art. 1112; Cgo. mexicano, art. 1928; Cgo. chino,
art. 186; Cgo. etíope art. 2126). Es comprensible que el Cgo. italiano, dada la influencia
ideológica bajo la cual ha sido elaborado, haya omitido el tema. Pero en Bolivia, existe el
antecedente del Anteproyecto de Ossorio que la incluye en el art. 928 con esta
fundamentación: "El Estado, por los extravíos de sus agentes, origina agravio en la salud,
en la vida, en la tranquilidad, en la honra, en los intereses de todos sus súbditos. Negar su
responsabilidad, es erigir un régimen de gobierno absoluto. En un Estado de Derecho, no
se concibe".
"El Estado y demás personas colectivas de derecho público, cuando existan daños
causados a terceros por sus órganos, agentes o representantes que no ejercieran actividades
de gestión privada, responden civilmente por esos daños en los términos en que los
comitentes responden por los daños causados por sus comisarios".
Jurisprudencia
1.- "El comitente es responsable del daño causado por el hecho del comisionado en
las funciones en que se le emplea".
(G.J. Nº 610, p. 9).
3.- "Si bien la ley de 18 de Nov. de 1893, de acuerdo con los arts. 966 y 967 (984)
del c.c. responsabiliza a las compañías de ferrocarriles, por las pérdidas, deterioros,
daños que causaren a las personas o cosas, no se probó que la muerte del hijo de la
actora haya sido causada por culpa, negligencia o imprudencia de alguno de los
empleados de la empresa ferrocarrilera demandada".
(G.J. Nº 827, p. 49).
4.- "La responsabilidad civil establecida por el art. 966 (984) del c.c., es meramente
personal, razón por la cual tratándose de funcionarios públicos que en el ejercicio
de sus cargos y por causas que no son punibles causan daño a un particular, debe
ser intentada contra la persona del funcionario causante del daño y no en forma
genérica contra la entidad o persona jurídica legal en cuyo nombre actúa".
(G.J. Nº 1235, p. 6).
6.- "Si bien es cierto que el Estado y sus organismos son personas de derecho
público, que se distinguen de los particulares en cuanto actúan en función de poder,
no es menos evidente que cuando intervienen en la esfera del derecho privado,
tienen similar tratamiento, conforme preceptúa el art. 122, inc. 1º, de la Const.
razón por la cual, en la especie, resulta inaceptable la observación (contraria) hecha
al respecto".
(G.J. Nº 1591, p. 162).
Aunque parece que no puede haber lugar a la repetición de que trata este art. para
las personas comprendidas en el art. 990. Messineo estima que ella puede consentirse,
dentro de ciertos límites, los cuales, según el autor del Manual, estarían determinados por
la capacidad natural (capacidad de entender y de querer) del menor y la capacidad penal
(que el c.p. en Bolivia fija en 16 años; art. 5). Agrega el citado autor, que no aparecen en
las crónicas judiciales casos de esta naturaleza, ni aun en supuestos de que el hijo menor
esté provisto de patrimonio propio (v. los arts. 258, caso 4º, y 267 del c.f.), todo lo que
puede comprenderse por razones de mero hecho.
En todos los casos de repetición legislado por el art., desde luego, ella está
condicionada a que el materialmente responsable esté en situación de resarcir,
circunstancia de hecho que, cual lo ve el propio Messineo, hace dudar del fundamento del
principio.
II. El daño moral debe ser resarcido sólo en los casos previstos por la ley.
No son todos los casos de responsabilidad, los que han sido examinados en estas
anotaciones. Existen casos especiales (Planiol y Ripert).
La disposición fuente (art. 2058 c.c. it.), habla en realidad de reintegración en forma
específica y no de resarcimiento, lo que tiene particular significación diferenciadora,
conforme advierte Messineo. Resarcimiento, por definición consiste en el pago del
equivalente de la lesión; reintegración, precisamente porque se efectúa en forma específica,
importa la reconstitución en especie de una situación destruida o perturbada por el acto
dañoso, o sea, la restitutio in integrum.
Si el bien protegido que debe ser reconstituído tenía cualidades para considerarle
una species, no a de admitirse una reconstitución con la cualidad media del genus v. gr.,
supuestos de los arts. 303, 304 y 407).
Interesa destacar, que el daño no tiene que ser esencialmente patrimonial. Se admite
la indemnización del daño moral, es cierto con un carácter compensatorio más que
reparatorio, que hace muy difícil no atribuir a la acción en el caso del daño moral, un
carácter penal. El párrafo II del art., alude incidentalmente este tema, abandonando la de su
resarcimiento, a las leyes que reglan el caso. El Anteproyecto de Ossorio, fue más
categórico (art. 925). Inclusive el Proyecto Toro, regló en tres arts. (3126 y s.), los daños
resultantes de la privación de libertad, de ofensas al pudor, al honor, etc. Principalmente,
en este respecto, ha de tenerse en cuenta las disposiciones del Código penal, relativas a los
ultrajes al pudor público, a las buenas costumbres, a la inviolabilidad del secreto, al honor,
etc.
El daño moral, por lo regular, es resarcible sólo en los casos en que es consecuencia
de un delito, que implique también responsabilidad civil (c.p. art. 87). En el ordenamiento
civil puede considerarse sometido a la regla del parágrafo II, la disposición del art. 57 del
p.c. concordante al efecto con las de los arts. 4, inc. 7), 184 y 192, inc. 6) del mismo
ordenamiento procesal.
Venezuela; c.c. art. 1196: "La obligación de reparación se extiende a todo daño
material o moral causado por el acto ilícito...".
Filipinas; c.c. art. 2217: "En los daños morales van incluídos el sufrimiento
físico, el dolor mental, el temor, la ansiedad en alto grado, la
reputación mancillada, los sentimientos heridos, el shock moral, la
humillación social y otros daños similares...".
El art. 2219, enumera diez casos de daños morales que pueden ser
recompensados.
El parágrafo III (del art. en examen), faculta al juez a moderar la entidad del
resarcimiento, para que, según la situación particular del responsable, no resulte
excesivamente onerosa y que sobrepasa los límites de lo normal.
Art. 995.- (Daño ocasionado por cosa en custodia). Quien tenga una cosa
inanimada en custodia, es responsable del daño ocasionado por dicha cosa, excepto si
prueba el caso fortuito o fuerza mayor o la culpa de la víctima.
Los arts. 995, 996 y 997, se relacionan con la responsabilidad por el daño de las
cosas y de los animales que una persona tiene en su poder como propietario, poseedor, etc.
Del primero (995), surge la hipótesis de que se refiere a cosas o sustancias destinadas a
algún tipo de explotación industrial cuyo manejo guarda y exige extrema diligencia,
poniendo especial cuidado en su utilización; también se refiere a cosas que pueden ser
dirigidas por el hombre (vehículos motorizados) o a cosas que pueden ser movidas por
tracción animal o por otros medios técnico-mecánicos de tracción. No se excluyen de esta
regla, las armas de fuego cargadas que se disparan por descuido o por accidente durante su
manipuleo, etc. Ha de atenerse en estos casos, en las cosas inanimadas hayan ocasionado el
daño sin intervención de la dirección del hombre o de la tracción animal o de otra fuente de
energía, o con la intervención de esos agentes, para determinar la responsabilidad. En el
primer caso, puede tratarse de simple caso fortuito o de fuerza mayor o de culpa de la
víctima. En el segundo caso, habrá que considerar el carácter determinante de la
intervención de la persona.
Jurisprudencia
1.- "(Hay) cuasi-delito proveniente del descuido de los demandados en reparar el
dique y en no haber cerrado bien el canal de desagüe de la laguna, cuyas aguas
inundaron las propiedades de los actores".
(G.J. Nº 624, p. 16).
El caso del art. es, según observa Messineo, uno de responsabilidad objetiva,
porque cae completamente dentro del ámbito del principio ubi- commoda ibi et
incommoda, que constituye su base, aunque no deja de admitir apariencias contrarias
relacionadas con la idea de la culpa in vigilando. Funda su opinión el autor citado en que
en el supuesto que se examina, no es necesaria una culpabilidad en el acto, esto es, que a
los efectos de la imputabilidad no es necesario que el sujeto del acto dañoso incurra en
culpa, porque él responde aunque no sea culpable, lo que no condice exactamente con la
facultad de prueba contraria alegando caso fortuito, fuerza mayor o culpa de la víctima.
Jurisprudencia
1.- "Este art. (996) establece la responsabilidad del propietario, solamente para los
casos en que está obligado a cuidar de la seguridad del animal que ha causado el
daño, pero no para aquéllos en que se hayan relevado de semejante obligación por
precepto de la ley o por convenio. El cañaveral que se dice dañado se plantó en un
terreno de pastoreo común, en que los ganaderos no guardan ni aseguran su ganado,
sino durante la cementera de maíz".
G.J. Nº 485, p. 4).
2.- "No se (ha probado) que los animales de X hayan sido precisamente los que
ocasionaron el daño... por ser el lugar de pastoreo, aun de ganado ajeno".
(G.J. Nº 717, p. 32).
Jurisprudencia
"La pared cuestionada fue construída con buenos materiales y con albañiles
expertos; permaneció firme durante dos años y su desplome fue simultáneo con la
del vecino, deduciéndose de aquí no estar probado el hecho denunciado".
(G.J. Nº 830, p. 23).
El art., relativo a los daños que ocasiona una determinada actividad peligrosa, ha
merecido por parte del Código un tratamiento consecuente con la teoría de la presunción de
la responsabilidad, que ha seguido en los arts. 995 y 997, apartándose así del cuarto de
conversión de su modelo italiano (art. 2050), muy criticado por los autores en este punto;
pues, este art. 2050 del Cgo. italiano, sobre la actividad peligrosa, atenúa el rigor de la
presunción y admite una prueba en contrario, para demostrar que el responsable había
adoptado todas las medidas idóneas para evitar el daño (con el cuidado de un hombre
particularmente diligente: Messineo). Frente al movimiento codificador moderno, "el
Código italiano -dice Pérez Vives- lejos de implicar un avance, supone un retroceso y una
manifiesta injusticia, sólo explicable por la influencia reaccionaria del capital industrial
dentro del régimen fascista que expidió el Código", particularmente cuando la máxima
diligencia, superior a la normal del bonus pater familiae, debe exigirse a quien ejercite una
actividad peligrosa.
Jurisprudencia
Art. 999.- (Responsabilidad solidaria). I. Si son varios los responsables, todos están
obligados solidariamente a resarcir o a indemnizar el daño.
II. Quien ha resarcido o indemnizado todo el daño, tiene derecho a repetir contra
cada uno de los otros en la medida de su responsabilidad. Cuando no sea posible
determinar el grado de responsabilidad de cada uno, el monto del resarcimiento o de la
indemnización se divide entre todos por partes iguales.
TITULO I
CAPITULO I
SECCION I
DE LA APERTURA DE LA SUCESION
Seg·n el art. 2, la muerte pone fin a la personalidad civil, ·nico medio, hoy, de
extinci¾n de dicha personalidad, borrada que ha sido de las legislaciones modernas la
llamada muerte civil del derecho antiguo y cuya ficci¾n jurÝdica fue llevada hasta
extremos incompatibles con los esenciales atributos de la personalidad.
La palabra sucesiones, se usa como la de mßs amplio significado y mßs propia para
denotar el hecho general de la transmisi¾n de derechos y obligaciones que implica la
muerte de una persona. Se infiere de ello que la r·brica del Libro: De las sucesiones por
causa de muerte, encierra una demasÝa propia de la redundancia pleonßstica. En efecto, las
legislaciones modernas evitan la viciosa construcci¾n del C¾digo, que tiene pocos
similares como v. gr., el Cgo. colombiano cuyo Libro III lleva igual r·brica. El c.c. alemßn
titula su Libro V: Derecho de Sucesi¾n; el peruano (Libro II) emplea igual tÝtulo; los
Cgos. francÚs y belga, en el TÝtulo I del Libro III, utilizan la r·brica De las sucesiones,
simplemente, como el Cgo. italiano de 1942 (Libro II) o los Cgos. suizo y turco (Libro III),
de MÚxico (Libro III), de la Argentina (TÝtulo I, Libro IV), etc. El c.c. abrg. en el TÝtulo
1║ de su Libro III, como su modelo francÚs de 1804, usa la r·brica Sucesiones. El
Proyecto Toro en el TÝtulo 10║ de su Libro III trata de la sucesi¾n hereditaria y Ossorio
en su anteproyecto (Libro V) titula el instituto De la Sucesi¾n.
ConsidÚrese la disposici¾n del Cgo. italiano citada como fuente del art., como tal
en raz¾n de la funci¾n de modelo general que aquÚl tiene respecto del C¾digo, mientras
la del Cgo. espa±ol presenta una formulaci¾n mßs semejante a la del art. en examen.
Seg·n Escriche, cuyo criterio sigue tambiÚn Canedo, la palabra sucesi¾n tiene dos
sentidos. En un sentido implica la trasmisi¾n de los derechos activos y pasivos de una
persona muerta, en favor de la otra llamado heredero. En el otro, se refiere al conjunto o
universalidad de bienes activos o pasivos que deja el difunto y que pasan al heredero. En
este segundo sentido, la palabra sucesi¾n es sin¾nima de la palabra herencia. Sin
embargo, si bien es frecuente en la prßctica, el empleo equivalente de las palabras
sucesi¾n y herencia, Ústas no tienen, el rigor, un mismo significado, seg·n observa
Messineo, porque la segunda es, en realidad, una subespecie de la primera: se puede
suceder como heredero y tambiÚn como simple legatario y, en tal sentido, subraya el
citada autor, herencia es el tÚrmino abstracto que corresponde al tÚrmino concreto de
heredero. N¾tese acerca de esta observaci¾n que el art. 1113, precisa el significado de
heredero o sucesor a tÝtulo universal y de legatario o sucesor a tÝtulo particular, de lo cual
deriva que el sistema del C¾digo, reconoce dos posibles especies de destinatarios de los
bienes de la sucesi¾n: el heredero y el legatario. Para el citado art. 1113, es heredero quien
entra indistintamente en la universalidad de los bienes hereditarios o patrimonio
hereditario, como ·nico heredero o en concurso con otras personas llamadas tambiÚn a la
sucesi¾n al mismo tÝtulo, pluralidad que da lugar a la comunidad de la cualidad de
heredero, que hace aparecer la figura del coheredero; principio este que la ley 24 del tÝt.
16 del Lib. 50 del Digesto (cit. Scaevola), resume asÝ: hereditas nihil aliud est quam
successio in universum iuris, quos defenctus habuerit (la herencia no es otra cosa que la
sucesi¾n a todos los derechos que el difunto tenÝa).
En principio del art., prefija el hecho y momento en que procede la sucesi¾n, por lo
que respecta al causante, testado o intestado. Debi¾ haber sido completado como el
principio que se refiere al o a los herederos: los derechos a la sucesi¾n de una persona, se
trasmiten desde el momento de su muerte (art. 1007, I). Pues, ambos principios se±alan un
punto de partida, o sea el del fallecimiento de una persona, momento al que se retrotrae los
efectos de la aceptaci¾n de herencia, de los cual da un ejemplo el art. 1042. Solamente un
ejemplo. No se ha formulado la regla debidamente.
Planiol y Ripert, teniendo en cuenta que la trasmisi¾n del patrimonio por causa de
la muerte, es una noci¾n Ýntimamente ligada a la de la propiedad privada, aparecida desde
los tiempos hist¾ricos, la consideran en la organizaci¾n contemporßnea, como el mßs
normal de los modos de los modos de asegurar la continuaci¾n de la apropiaci¾n
individual, y siguiendo los conceptos de Ihering estiman que la trasmisi¾n de persona a
persona, es un corolario indispensable de la propiedad individual.
En Roma, en sus tiempos primitivos, s¾lo se conocÝa la sucesi¾n legal: los hijos
que no habÝan salido de la inmediata patria potestad (heredes sui) y en su defecto los
colaterales (adgnati) y a falta de Ústos, los gentiles representados por los comitia curiata.
Desde las Doce Tablas, se encuentran reglas sobre las obligaciones de los testadores para
instituir herederos o desheredar expresamente entre los heredes suoi. El fideicomiso, medio
de favorecer o beneficiar a ciertas personas, que seg·n el antiguo derecho no podÝan ser
instituÝdas herederas, apareci¾ en Roma.
El C¾digo francÚs de 1804 (modelo del Cgo. abrg.), estableci¾ una sucesi¾n
irregular (la de los hijos naturales) al lado de la regular (seg·n el lenguaje de los autores),
con la exigencia de pruebas rigurosÝsimas para acreditar la filiaci¾n natural. Pisanelli (cit.
de D'Aguanno), justificando estas disposiciones en el Cgo. italiano de 1865, tomadas del
Cgo. francÚs de 1804 y mantenidas en el de 1942, modelo del C¾digo en examen,
sostenÝa que equiparar el hijo natural al legÝtimo, era ultrajar a la familia legÝtima, base
y fundamento de la sociedad, aunque -a±adÝa- negar absolutamente derecho sucesorio al
hijo natural, era ultrajar los vÝnculos de la sangre, consagrados por la ley mediante el
reconocimiento voluntario o forzoso.
El Cgo. abrg. en esta materia, excepci¾n hecho de una que otra disposici¾n,
abandon¾ su modelo francÚs y adopt¾ las de las leyes espa±olas de las Partidas y de la
NovÝsima Recopilaci¾n. El C¾digo ha tomado un porcentaje preponderante de sus
disposiciones del Cgo. italiano de 1942 y lo demßs al Cgo. abrg. y a otras legislaciones que
se procura identificar en el curso de las anotaciones.
Ademßs de lo dicho para precisar el sentido de las palabras herencia y legado, es de
utilidad prßctica fijar aquÝ la significaci¾n de la terminologÝa que mßs frecuentemente se
emplea en las regulaciones o en las explicaciones del instituto en examen:
De cuius (arts. 1002 o 1006, v. gr.), es tÚrmino que alude al sujeto cuya
premorencia hace que le suceda otro sujeto; esto es, a aquÚl de cuya sucesi¾n se trata se
suele llamar de cujus (is de cuius hereditatis agitur) para designar al cual se emplean
tambiÚn los tÚrminos difunto, o causante, o autor. Quiere esto decir que la sucesi¾n
presupone que en cada caso debe existir un sucesor posible, porque la muerte del de cuius
no basta sola para explicar el evento de la sucesi¾n; por eso, el ordenamiento jurÝdico,
vincula necesariamente a la muerte de un sujeto la sucesi¾n de otro (delaci¾n: art. 1002),
exigencia que se aplica por la circunstancia de ser socialmente ·til que exista un sucesor
que recoja los bienes del difunto, a fin de que no existan patrimonios sin titular y de que
haya siempre alguien que provea al pago de los pasivos hereditarios, evitando los da±os
que derivarÝan de no ser asÝ para los derechohabientes (Messineo). Estas razones
explican por quÚ, en ·ltima hip¾tesis, el Estado deviene heredero necesario (art. 1111).
Jurisprudencia
1.- "Para el pago de los impuestos sucesorios rigen las leyes vigentes antes de
la apertura de la sucesi¾n, una vez que Ústa se abre con la muerte del de
cujus".
(G.J. Nro. 1291, p. 11).
Este art. formula una disposici¾n instrumental o adjetiva; determina el lugar en que
se abre la sucesi¾n: el ·ltimo domicilio del de cujus y se±ala la jurisdicci¾n y competencia
de los Tribunales encargados de conocer y decidir las acciones sucesorias. Ellas, estßn
fijadas por los arts. 122, caso 3) y 134, caso 3) de la l.o.j. y cuando se sustancia por el
procedimiento voluntario, se ajustan a las disposiciones de los arts. 639 y s. del p.c. y seg·n
las reglas de los arts. 642 y s. del mismo cuerpo de leyes, para la declaratoria de herederos;
648 y s. para la renuncia de herencia y aceptaci¾n de la misma con beneficio de inventario;
663 y s. para la formaci¾n de inventarios (sucesorios); 671 y s. para la divisi¾n de
herencia, y 694 y s. para la declaratoria de presunci¾n de muerte.
Jurisprudencia
2.- "La autoridad que debe intervenir en la organizaci¾n del trßmite administrativo
para la determinaci¾n del impuesto sucesorio, es la de Impuestos Internos
(Administraci¾n de la Renta) del Distrito en que la sucesi¾n ha sido abierta".
(G.J. Nro. 1315, p. 15).
Fte: Cgo. it. 457 - Cgo. esp. 658 - P. 6¬ tÝt. 13, ley 21 -
Precd: c. c. abrg. 504 -
Conc: c. c. 1083 - 1112 -
La impropia redacci¾n del pßrrafo II del art., a los herederos forzosos (arts. 1059 y
s.), solamente carßcter de legales (intestados, arts. 1083 y s.) cuando el carßcter forzoso de
heredero es invariable, sea que concurra a la sucesi¾n instituÝdo en el testamento, o
llamado ab- inestato por la ley. La existencia del heredero forzoso, en realidad, quita al
testamento carßcter de exclusiva manifestaci¾n de la voluntad del de cujus. Hace que en el
testamento participen la expresi¾n volitiva del testador y las imposiciones de la ley. La
impropiedad observada, resulta de estar las reglas relativas a los herederos forzosos
contenidas en el Cap. VI de este TÝtulo, que se ocupa de las disposiciones comunes a las
sucesiones testadas e intestadas, y no el tÝtulo II relativo, s¾lo a las sucesiones legales.
Ademßs -lo que es importante- seg·n el art. 1065, el que no tuviese herederos forzosos,
puede disponer por testamento libremente, de todos sus bienes, del cual precepto resulta a
contrario sensu (por omisi¾n de la regla expresa correspondiente), que el que tuviese
herederos forzosos s¾lo podrß disponer de sus bienes en la forma y con las limitaciones
que se establecen en las reglas relativas a la legÝtima, que el C¾digo no define y que ha de
entenderse como la porci¾n de bienes de los cuales el testador no puede disponer, por
haberla reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.
He ahÝ, la raz¾n por la cual en el testamento participan, en realidad, la voluntad del de
cujus y la disposici¾n de la ley.
Jurisprudencia
1.- "La calidad de heredero sea testamentario o abintestato, debe acreditarse por
los medios respectivos, sin que sean suficientes las afirmaciones de los
interesados (aplicaci¾n del principio del art. 901 del c. c. abrg. = al 1283
del vigente)".
(G.J. Nro. 1254, p. 81).
3.- "Se puede acreditar el parentesco (para una sucesi¾n abintestato), mediante
prueba supletoria de testigos y otros medios, s¾lo en el caso de que los
registros no existan por pÚrdida o destrucci¾n, circunstancias que en la
especie no concurren porque la existencia de los registros, llevados en
perfecto orden, estß acreditada".
(G.J. Nro. 1308, p. 103).
El art., que no tiene equivalencia en el Cgo. italiano y sÝ mas bien, con una total
coincidencia, en el art. 659 del Cgo. espa±ol, se±ala los lÝmites o extensi¾n de la
herencia, dando asÝ, de Ústa, una verdadera definici¾n. Comprende, pues, la generalidad
del patrimonio hereditario, sin distinguir ni el activo ni el pasivo del causante. La herencia,
por sÝ sola, puede inclusive llegar a constituir una entidad jurÝdica con personalidad para
representar derechos y obligaciones (Scaevola), como sucede en el caso de la llamada
herencia yacente, que es la que aun no ha sido adida o aceptada. Mientras conserva esta
cualidad, subsiste la personalidad del de cujus para los efectos legales, v. gr., la venta de
bienes hereditarios para sufragar gastos, que se hace a nombre del causante, por un curador
nombrado al efecto, cual lo consigna el art. 528 del Cgo. italiano, en funci¾n de l¾gica
consecuencia con el plazo de 10 a±os que se±ala para aceptar o repudiar la herencia en su
art. 480 (arts. 1029 y 1053 del C¾digo).
Entre los precedentes hist¾ricos de la regla contenida en el art., cabe se±alar los
siguientes:
Heredem iusdem potestatis, iurisque esse, cuius fuit defenctus, constant (el
heredero tiene la misma potestad y derecho que el difunto; Digesto, Lib. 50, tÝt. 17, regla
59).
Nemo plus commodi heredi suo relinquit, quam ipse habit (nadie deja a sus
herederos mßs bienes que los que Úl tuvo (Digesto, Lib. 50, tÝt 17, regla 120).
Con relaci¾n a los privilegios (arts. 1337 y 1341), el principio contenido en el art.
tiene en el Digesto (Lib. 50, tÝt 17, regla 196; citas de Scaevola), esta reglamentaci¾n:
privilegia quaedam causae sunt, quaedam personae; et ideo quaedam ad heredem
transmittuntur, quae causae sunt; quae personae sunt, ad heredem non transeunt (unos
privilegios se refieren a la causa, y otros a la persona; los que son de la causa se transmiten
al heredero; los personales no pasan a Úste).
Jurisprudencia
ART. 1004.- (Contratos sobre sucesi¾n futura). Es nulo todo contrato por el cual
una persona dispone de su propia sucesi¾n. Es igualmente nulo todo contrato por el cual
una persona dispone de los derechos que puede esperar de una sucesi¾n no abierta, o
renuncia a ellos, salvo lo dispuesto en los dos artÝculos que siguen.
Es vßlida la convenci¾n relativa a una sucesi¾n abierta (art. 606 y s.), por virtud de
la cual el heredero puede ceder sus derechos en la sucesi¾n. En cambio, estß prohibido
todo contrato que tenga por objeto una sucesi¾n todavÝa no abierta, esto es, una sucesi¾n
futura, sea que se trate de la sucesi¾n propia (con intervenci¾n del de cujus en el
contrato), sea que se trate de la sucesi¾n ajena (cuando un heredero contrata sobre sus
derechos sucesorios eventuales).
Jurisprudencia
El art. no tiene fuente precisa en el Cgo. modelo y se le ha asignado como tal (para
el parßgrafo II) las de su precedente el art. 485 del c. c.
Jurisprudencia
3.- "Los herederos forzosos entran a ocupar el lugar del difunto en sus derechos y
obligaciones por ministerio de la ley".
(G.J. N║ 1136, p. 18).
5.- "De acuerdo al art. 485 (1007, II) del c. c. el heredero ocupa el lugar de su
causante en los bienes, acciones y derechos que Úste dej¾, lo que importa que tiene
derecho a proseguir las acciones iniciadas por el de cuius, sin que sea necesario
proveer una nueva acci¾n como se pretende por los demandados".
(G.J. N║ 1608, p. 37).
6.- "Los herederos entran a suceder al de cuius, no s¾lo en sus bienes sino en sus
acciones y derechos, de acuerdo al art. 485 (1007, II) del c. c.".
(G.J. N║ 1614, p. 107).
7.- "Cuando se entabla acci¾n contra persona fallecida, la demanda se dirige contra
sus herederos, porque seg·n el art. 485 (1007, II) del c. c., concordante con el 155
(132) del Procedimiento de la materia, los herederos ocupan el lugar dejado por el
difunto, entrando en todos sus bienes, acciones y derechos".
(G.J. N║ 1618, p. 126).
8.- "Seg·n precept·a el art. 1007, II) del c. c., de cualquier clase que sean, los
herederos contin·an la posesi¾n de sus causantes desde que se abre la sucesi¾n".
(G.J. N║ 1749, p. 116).
9.- VÚase los casos 4 del art. 1002; ·nico del 1016; 3 del 1083; 2 del 1102; 6 del
1176; 9 del 1220 y 25 del 1289.
CAPITULO II
DE LA CAPACIDAD DE SUCEDER
Jurisprudencia
2.- "La demanda de caducidad de la herencia que pudieran alegar la mujer y el hijo
(el demandante) a los bienes propios de Úste, cuando muera, resulta extemporßnea
e improcedente, porque no se puede pedir la extinci¾n de una herencia que
todavÝa no existe, ni ha podido ser reclamada por los demandados en vida de la
persona de cuya sucesi¾n se trata".
(G.J. N║ 1012, p. 49).
3.- "Los certificados de fs. y fs... acreditan que el esposo falleci¾ el 24 de mayo de
1940 y la esposa el 13 de noviembre de 1941, raz¾n por la que aquÚl no pudo
heredar a su esposa ning·n bien propio de la misma".
(G.J. N║ 1254, p. 18).
CAPITULO III
DE LA INDIGNIDAD
5) Quien con dolo, fraude o violencia ha logrado que el de cujus otorgue, revoque o
cambie el testamento, o ha impedido otorgarlo.
Para suceder no basta ser capaz, esto es, con tener la personalidad o existir al
momento de la apertura de la sucesi¾n. Es necesario, ademßs no ser indigno de recibir la
herencia.
Una persona capaz de herederar puede verse en ciertas circunstancias, impedida por
la ley de recibir la herencia de determinado causante por haber incurrido en indignidad
contra Úste. El asesino -dice Kipp- no puede heredar a quien ha asesinado.
Hay indignidad de herederar, cuando la ley priva con efectos retroactivos (art.
1012) a determinadas personas de un derecho sucesorio que le habÝa sido deferido en
virtud de la ley sea por causa de muerte o de una disposici¾n testamentaria con respecto a
un determinado causante por haber cometido ciertos delitos graves se±alados
taxativamente por la ley (Enneccerus).
Sobre la base de estas consideraciones previas, se puede formular con Capitant una
noci¾n de la indignidad en materia sucesoria, diciendo que es la causa de exclusi¾n de un
heredero capaz de suceder, que la ley establece ciertos casos, como sanci¾n de una falta
grave cometida contra el difunto. Como causa de penalidad civil tiene carßcter personal y
no alcanza a los descendientes del heredero excluido. Y no puede comunicarse o afectar a
los descendientes del indigno (art. 1014 y 1088), porque es una incompatibilidad o una
especie de pena que s¾lo afecta personalmente a quien incurre en ella.
La indignidad, es una situaci¾n jurÝdica definida por la ley y entra±a una pena,
que priva al heredero de recibir una sucesi¾n determinada (Mazeaud). Mientras la
incapacidad responde a razones generales, independientes de los actos del heredero, la
indignidad se sanciona por la ley por causa de culpa grave hacia el difunto y su memoria;
s¾lo le da por lo tanto en los herederos capaces y en raz¾n de motivos personales relativos
a cada uno de ellos (Planiol y Ripert). Se puede equiparar el indigno al incapaz s¾lo por
razones de iure condendo (Messineo), entendidas tales razones como las que respalda la
conveniencia de la aplicaci¾n extensiva de un principio. En efecto, para Messineo, anßloga
a la incapacidad, en los efectos, aunque diversa en su raz¾n de ser y en su naturaleza es la
indignidad para suceder, o sea, para recibir por sucesi¾n.
Para Scaevola, la indignidad, como hecho que motiva la prohibici¾n de suceder, en
el fondo, es una verdadera forma de incapacidad, igual a la que se halla establecida, por
causas de otro gÚnero, respecto del confesor, el tutor o el notario, v. gr. (art. 1122).
El citado autor del manual la define como una especie de incompatibilidad moral,
en que se encuentra el sucesor posible, por un hecho suyo propio respecto del de cuius y
por cuya virtud puede ser excluido de la sucesi¾n. Tal consecuencia resulta del examen de
las formas de indignidad que enumera el art. como v. gr., las que hacen indigno de suceder
a quien resulta culpable de delito contra la persona del de cuius o contra las personas a Úl
Ýntimamente vinculadas; o las que importan actos atentatorios contra la libertad de testar
del de cuius; o que haya incurrido en actos infamantes.
Seg·n los casos que enumera el art., la ley establece que quien incurre en uno de los
supuestos en ellos contenidos no es merecedor de obtener el beneficio patrimonial que
supone la sucesi¾n. Esto no importa que el indigno no se convierta en sucesor porque no
es incapaz de suceder y puede inclusive suceder: pero, por efecto de la indignidad no puede
continuar siendo sucesor, sÝ alg·n interesado hace valer en juicio, frente a Úl, la causa de
indignidad que le afecta, a tenor del aforismo pertinente: potest capere, sed non potest
retinere (Messineo).
Otra cuesti¾n, que ocup¾ a los autores fue la distinci¾n entre las causas de
indignidad y las de desheredaci¾n. Pothier, fue quien primeramente las consider¾
idÚnticas y su teorÝa ha sido seguida por la mayorÝa de los tratadistas y en la prßctica por
la mayor parte de los c¾digos. El francÚs de 1804, suprimi¾ la desheredaci¾n del
Derecho Romano s¾lo mantuvo la indignidad. El Cgo. abrg. (arts. 523 a 530), regul¾ la
exheredaci¾n (desheredaci¾n) sobre la base de la mayor parte de las causales de
indignidad, de la cual no se ocupa. El Cgo. alemßn o el cgo. italiano de 1942, modelo del
c¾digo siguiendo en la materia de orientaci¾n de su precedente de 1865, no se ocupan de
la desheredaci¾n y han reducido todas las antiguas causales de Ústa a las precisas de la
indignidad de suceder.
Los casos 1 y 3 del art. 1009, han sido examinados en la anotaci¾n al art. 679
(revocaci¾n de las donaciones por ingratitud). A lo dicho en ella, respecto del caso 1), ha
de agregarse que la indignidad, s¾lo existe cuando el heredero ha sido condenado. Se
requiere una condena definitiva pues si el culpable fallece antes de la condena o si la
acci¾n penal prescribe, no habrß indignidad. Por el contrario, el indulto posterior a la
condena deja subsistente la indignidad. En el caso 3), tambiÚn ha de existir sentencia
condenatoria contra el delator calumnioso o responsable de falso testimonio, para que
proceda la indignidad.
El caso 1) del art. 1009, como su modelo del Cgo. italiano, requiere un modo
expreso para la declaraci¾n de indignidad: que el atentado se cometa voluntariamente. Es
claro que si falta la voluntad cuando el sujeto no es due±o de sÝ, por lo tanto, no es
responsable porque falta la base absolutamente imprescindible para la sanci¾n penal,
conforme a la noci¾n que de ella dan los arts. 8 y 13 del c.p. Cuando el autor obra bajo el
influjo de causas eximentes o es inimputable, no hay propiamente voluntad de delinquir
conforme ya se anot¾ en el art. 679.
La indignidad, con que se tacha al que desvÝa y tuerce la voluntad del testador (art.
1009, caso 5║), para aprovecharse de ella, se justifica plenamente, porque en la
manifestaci¾n de voluntad del testador producida por fraude o actos violentos, falta la
verdadera voluntad y las disposiciones adoptadas estßn viciadas por una ofensa irremisible.
Ha de tenerse en cuenta que el fraude, dolo o actos violentos, deben ser tales que
produzcan la consecuencia de obligar al testador, en grado tal que Úste, trastornada su
voluntad, no pueda resistirla. En cuanto se refiere a los actos dirigidos a impedir la
otorgaci¾n del testamento, primero o posterior, se debe considerar de que se haga pesar la
influencia ilÝcita, no s¾lo en la voluntad del testador sino tambiÚn sobre el Notario y los
testigos que deben concurrir al acto.
Conc: c. c. 1011 -
La situaci¾n de los hijos del indigno ha variado. Las legislaciones seguidoras del
sistema francÚs, particularmente, negaban la sucesi¾n, por derecho de representaci¾n, a
los hijos del indigno. El C¾digo, en esta materia ha dado un avance destacable, siguiendo
al Cgo. italiano (art. 468) y las orientaciones de la doctrina moderna tambiÚn recogidas en
el Anteproyecto de reforma del C¾digo Civil francÚs. El art. 1089, reconoce el derecho de
representaci¾n, entre otros casos, a los hijos del indigno de suceder, lo que reduce la
indignidad a su verdadera esfera de carßcter rigurosamente personal, por aplicaci¾n del
principio de la personalidad de las penas (Mazeaud), y la indignidad no se comunica a los
descendientes del indigno (Messineo).
Para los terceros, que contratan con el indigno sobre bienes de la sucesi¾n, Úste
debe considerarse como heredero, ya que para ellos tiene apariencia de tal. Los terceros
que act·an asÝ, vÝctimas de un error com·n e invencible, no deben ser obligados a restituir
como en todos los casos en que la restituci¾n en especie sea imposible, correspondiendo a
los interesados reclamar del indigno el valor de los bienes que no se pueda recuperar
(Planiol y Ripert, Mazeaud).
ART. 1014.- (Indignidad del progenitor). El excluido por indignidad no tiene sobre
los bienes de la sucesi¾n deferidos a sus hijos, los derechos de usufructo o administraci¾n
que la ley concede a los progenitores.
No todas las causas de indignidad son perdonables. Seg·n el art. no lo son las
causas se±aladas en el caso 1) del art. 1009. Tampoco la de no denunciar la muerte violenta
del de cujus, que no pudo conocer por ser posterior al fallecimiento. Este segundo caso, ha
dado lugar a diversas dudas y discusiones sobre la posibilidad de un anticipado perd¾n, lo
cual carece de base seria, sobre todo por la cantidad de abusos a que se prestarÝa.
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Fte: para I: Cgo. fr. 775 - para II: Cgo. it. 321 - 374 - 394 -
Precd: c. c. abrg. 542 - 547 -
Conc: c.f. 266 - 270 - 300 - 316 - p.c. 648 - 651 -
c. c. 1025 - 1029 - 1445 - 1446 -
La opci¾n que el art. concede al heredero, abierta una sucesi¾n, consiste en que
Úste tiene la elecci¾n entre tres supuestos: renunciar (art. 1052), aceptar pura y
simplemente o aceptar con beneficio de inventario (art. 1024). El optante debe tener la
capacidad de obligarse, conforme a la regla general que norma la materia. En el caso de los
menores e interdictos, la opci¾n se ejerce por el representante: padre o tutor, en las
condiciones y con los requisitos determinados por los arts. 266, 270, 300, 318 y 470 del c.f.
Este art. es una simple aplicaci¾n de las reglas de la representaci¾n (art. 1089).
Rige para el caso, el principio de Digesto (Lib. 50, tÝt. 16, ley 65, cit. Scaevola): heredis
apellatio non solum ad proximum heredem, set et ad ulteriores refertur; nam et heredis
heres, et deinceps, heredis apellatione continetur (se concept·a heredero, no s¾lo al
inmediato, sino tambiÚn los demßs; porque el heredero del heredero y los demßs que se
siguen se comprenden bajo el nombre de herederos).
El art. es una aplicaci¾n de la regla que prohibe los pactos de sucesi¾n futura (arts.
1004 y 1070, I) -
Qui totam hereditatem acquirere potest, is pro parte eam scindenadire non potest (el
que puede adquirir toda la herencia, no pude adquirir una parte, y dejar sin adquirir la otra)
dice el Digesto, (Lib. 29, tÝt. 2, ley 1; cit. Scaevola).
II. El tÚrmino para demandar la anulaci¾n es de treinta dÝas contados desde que ces¾ la
violencia o desde que se descubri¾ el error o el dolo.
Se aplican a la opci¾n las reglas de los vicios del consentimiento (art. 1020), con
algunas reservas derivadas de la particularidad de la opci¾n: la violencia, vicia la opci¾n
en las mismas condiciones que en los contratos; el dolo es causa de anulaci¾n, sea quien
sea el autor, porque siendo la opci¾n un acto unilateral, no puede provenir del otro
contratante (Mazeaud). Si el error recae sobre la identidad de la sucesi¾n, prßcticamente
no se ha ejercido la opci¾n que se mantiene pendiente. En cuanto a la lesi¾n, no es causa
de nulidad de la aceptaci¾n o de la renuncia (Mazeaud). La prescripci¾n de la acci¾n de
anulabilidad, que se±ala el inciso II, es de treinta dÝas, sin que se sepa la raz¾n que haya
inducido a se±alar un plazo tan asombrosamente breve, cuando el modelo italiano en el art.
482, se±ala un plazo de cinco a±os, desde que ha cesado la violencia o se ha descubierto el
dolo.
Fte: Cgo. esp. 997 (para I) - Cgo. it. 524 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 550 -
Conc: c. c. 1445 - 1446 -
Los acreedores del heredero, ademßs, por aplicaci¾n de la misma regla del art.
1021, II y del art. 1446, pueden valerse de la acci¾n pauliana, cuando aquÚl mßs que en
negligencia, incurra en fraude. El caso se presenta, cuando el heredero ejerce su opci¾n,
adoptando una decisi¾n con pleno conocimiento de causa, en detrimento de sus
acreedores, sea porque con ella se vuelve insolvente o aumenta su insolvencia, al aceptar
una sucesi¾n deficitaria, sea porque renuncia a una sucesi¾n con activo superior al pasivo
y cuya aceptaci¾n le habrÝa permitido suprimir o aminorar su propia insolvencia.
Messineo, considera que la franqueada por el art. 1021 (524 del C¾digo italiano),
es un acci¾n por sÝ misma, aunque con un parentesco conceptual con la acci¾n
subrogatoria (oblicua) y con la acci¾n revocatoria (pauliana). Se diferencia -dice- de la
pauliana, porque no se exige demostraci¾n de fraude alguno y basta el extremo objetivo
del da±o. De la oblicua, porque la omissio adquirendi, no se debe a un descuido
(negligencia del deudor), sino a un acto explÝcito: la renuncia, y porque su efecto no hace
adquirir elementos patrimoniales al patrimonio del renunciante, conclusi¾n esta ·ltima que
no es exacta, una vez que esa adquisici¾n se produce, por efecto de la liberaci¾n de la
obligaci¾n del renunciante respecto del acreedor.
No obstante haber vislumbrado una diferencia efectiva entre las acciones oblicua y
pauliana, con la que implica el precepto del art. 1021 -cuya autonomÝa reconoce- porque
la impugnaci¾n de la renuncia no se puede reconducir al ßmbito de la una o de la otra
acci¾n, Messineo, vuelve a la conclusi¾n hist¾rica al creer encontrar en la facultad
concedida por el art., efectos anßlogos a los de la acci¾n pauliana, porque la ley autoriza al
acreedor a aceptar en nombre y lugar del renunciante, al s¾lo objeto de satisfacerse de los
bienes hereditarios, hasta la concurrencia de sus crÚditos, tal cual ocurrirÝa con la acci¾n
pauliana.
Jurisprudencia
Fte: Cgo. fr. 777 - Cgo. esp. 989 (para primera fase) - Cgo. it. 521 (para
segunda fase) -
Conc: c. c. 1007 - 1030 - 1042 -
ART. 1023.- (Plazo para pedir judicialmente al heredero que acepte o renuncie la
herencia).
I. Cualquier persona interesada puede pedir al juez, transcurridos nueve dÝas del
fallecimiento del de cujus, que fije un plazo razonable, el cual no podrß exceder a un mes,
para que en ese tÚrmino el heredero declare si acepta o renuncia la herencia.
II. En ese plazo debe el heredero declarar que acepta la herencia en forma pura y simple,
o que renuncia a ella, o que se acoge a los plazos y procedimientos para la aceptaci¾n con
beneficio de inventario optando por una de las alternativas se±aladas en el artÝculo 1033,
siempre y cuando al momento de optar no hubiera prescrito su derecho conforme al
artÝculo 1032.
III. Vencido el plazo de un mes sin que el heredero haga la declaraci¾n se tendrß por
aceptada la herencia en forma pura y simple.
Los arts. 1029 y 1053, se±alan diez a±os de plazo para aceptar pura y simplemente
la sucesi¾n o renunciar a ella. Los acreedores u otros interesados, que pueden ser
herederos subsiguientes (v. gr., de segundo rango o sustitutos legatarios, etc.), y que
tambiÚn tienen derecho a la opci¾n, no estßn obligados a esperar pacientemente la
expiraci¾n de esos plazos y pueden forzar al heredero negligente a manifestar su opci¾n
en el plazo que se le haga se±alar por el juez.
Jurisprudencia
La regla en examen, tiene su excepci¾n en el art. 1028, relacionado con los actos
necesarios y urgentes, que no deben interpretarse como implicatorios de una voluntad
inequÝvoca de aceptar por parte del heredero. La indicaci¾n contenida en el artÝculo, es
enunciativa y no limitativa. Puede agregarse a la enunciaci¾n, la recolecci¾n de cosechas,
la venta de objetos susceptibles de perecimiento y todos aquellos actos que por su propia
finalidad responden a la conservaci¾n y mera administraci¾n de los bienes de la sucesi¾n.
Tocante al parßgrafo III, tÚngase presente este principio del Digesto (Lib. 42, tÝt.
4, ley 4): sed et is, qui miscuit se, contrahere videtur (el que hace gestiones de heredero
parece que contrae).
Jurisprudencia
1.- "Se acept¾ tßcitamente la herencia (al) haber realizado la venta de varios
objetos de la testamentaria... enajenaciones que lejos de constituir procedimientos
conservatorios de inspecci¾n o administraci¾n provisoria, importan actos
dispositivos de pleno dominio".
(G.J. N║ 781, p. 22).
2.- "Se reconoce que aceptaron tßcitamente la herencia por el hecho probado de
haber concurrido, como herederos, a un juicio sobre cobro de una deuda y en el que
opusieron excepci¾n de citaci¾n previa de los coherederos y la divisibilidad del
crÚdito".
(G.J. N║ 830, p. 31).
Jurisprudencia
II. El plazo se cuenta desde que se abre la sucesi¾n, o desde que se cumple la condici¾n
cuando la instituci¾n de heredero es condicional.
Jurisprudencia
Con muy buen criterio Mazeaud, se±ala que no es con la aceptaci¾n pura y simple
que se adquiere los derechos y obligaciones del difunto (art. 1030). La adquisici¾n de los
derechos y obligaciones del de cujus, por provenir de la sucesi¾n y no de la aceptaci¾n, se
produce desde el dÝa de la muerte de aquÚl (doctrina del art. 1007). Eso es lo que se
quiere expresar -a±ade- cuando se dice que la aceptaci¾n obra retroactivamente (art.
1022), al dÝa de la apertura de la sucesi¾n. Lo que en realidad hay, en los efectos de la
aceptaci¾n pura y simple, es que el heredero al aceptar pura y simplemente, renuncia a la
facultad de renunciar o a la aceptar con beneficio de inventario: consolida un derecho
adquirido anteriormente con todas sus consecuencias, que son las se±aladas en el art., con
carßcter irrevocable (art. 1021), porque la aceptaci¾n pura y simple torna definitiva la
situaci¾n del heredero, quien no puede volver sobre ella. Por eso, la ley de Partida
se±alada entre las fuentes del art., dice: ... deue pagar las mandas o las debdas
cumplidamente el heredero, si non fizo inventario al plazo que le fue puesto...
SECCION III
Scaevola, critica el C¾digo espa±ol, cuyos arts. 1010 y 1019 contienen reglas
similares a las de los arts. 1033 y 1035 del C¾digo, porque considera que con ellas se ha
dado un paso atrßs en al avance legislativo, al reponer el derecho de deliberar como
instituci¾n, aspecto sobre el cual se trata con dichos arts. 1033 y 1035.
Jurisprudencia
4.- "Deben ser citados con la petici¾n de inventarios los acreedores conforme
al art. 558 (1034)".
(G.J. Nro. 861, p. 38).
7.- "El inventario conforme a los arts. 558 (1034) del c. c. y 599 (649) del p.c.,
de una sucesi¾n para ser valedero jurÝdicamente debe efectuarse previa
citaci¾n de todos los legatarios, acreedores e interesados, pudiendo
tambiÚn designarse peritos tasadores".
(G.J. Nro. 1160, p. 19).
De acuerdo a la regla del art., el plazo para aceptar una sucesi¾n con beneficio de
inventario, es de seis meses a partir del dÝa de la apertura de la sucesi¾n. Presentada la
declaraci¾n expresa sobre la aceptaci¾n con beneficio de inventario (arts. 1031 del Cgo. y
648 del p.c.), los acreedores, pueden intervenir en el procedimiento voluntario
correspondiente, para mejor defensa de sus derechos e intereses (art. 651 del p.c.).
Jurisprudencia
2.- "La prescripci¾n establecida por este art. (1032), se refiere ·nicamente al
derecho de aceptar la herencia bajo beneficio de inventario".
(G.J. Nro. 553, p. 11).
3.- "Los recurrentes aceptaron la herencia del primitivo deudor bajo beneficio
de inventario, cuando ya estaba prescrita esa facultad como establece este
art. (1032) y al condenßrseles, por tal motivo, al pago de la cantidad
ejecutada, proporcionalmente a la parte que les corresponda en dicha
sucesi¾n como a simples herederos, se aplic¾ debidamente el citado art.".
(G.J. Nro. 830, p. 11).
Los arts. 1033 y 1035, implantan (no reimplantan, porque el Cgo. abrg. con buen
criterio ignor¾ la materia), el derecho de deliberar que, como se ha dicho, supone un paso
atrßs hasta una instituci¾n que ya Justiniano habÝa repudiado y que no trae ninguna
utilidad prßctica y sÝ, mßs bien, motivo de innecesarias confusiones. Hay marcada
diferencia entre ambas instituciones. En el beneficio de inventario, el heredero acepta
previamente la herencia, con el privilegio de recibir todas las ventajas y quedar libre de
todas las responsabilidades. En el derecho de deliberar, en cambio, la aceptaci¾n es
posterior, fruto del conocimiento de los diversos aspectos de la sucesi¾n que se adquiere
mediante el inventario. La falta de una exposici¾n de motivos, impide conocer las
justificaciones que determinaron la inclusi¾n de una instituci¾n que, seg·n los
jurisconsultos, habÝa caÝdo en desuso ya en la Edad Media y ha de convenirse con
Scaevola, en que no pueden haber razones s¾lidas para justificar el desacreditado y de
muchos siglos desacostumbrado derecho de deliberar. En el derecho antiguo, tenÝa
explicaci¾n en la consideraci¾n de respeto para examinar reservadamente las cuentas
privadas del difunto, que acaso no se consiga con el beneficio de inventario. Pero, el plazo
que se concede por el art. 1023, I) -cuya fuente estß en los arts. 1004 y 1005 del Cgo.
espa±ol, antes en el 481 del modelo italiano citado como tal en la primera edici¾n de esta
obra- a instancia de interesados, puede satisfacer suficientemente los requisitos de una
deliberaci¾n reservada (Scaevola).
Vencidos los tÚrminos para la facci¾n del inventario y para deliberar, sin que el
heredero manifieste su opci¾n, Úste serß considerado renunciante (art. 1035, II). Esta es la
diferencia de las consecuencias del vencimiento del tÚrmino en la aceptaci¾n con
beneficio de inventario sin derecho de deliberar, en la cual la no facci¾n del inventario en
el plazo se±alado, constituye el heredero en aceptante puro y simple (art. 1034).
II. Si ha transcurrido el plazo sin que el inventario haya terminado, se tendrß al heredero
como aceptante puro y simple.
Fte: Cgo. fr. 795 (para I) - Cgo. it. 485, 2) y P. 6¬ tÝt. 6, ley 5 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 559 -
Conc: p. c. 649 - 663 -
c. c. 1025 - 1035 -
II. Terminado el inventario, el heredero tiene un plazo de veinte dÝas, desde la fecha en
que termin¾ el inventario, para deliberar si acepta o no la herencia. Vencido el tÚrmino sin
que hubiera deliberado se tendrß al heredero por renunciante.
N¾tese la diversa consecuencia en los supuestos del art. 1034 y de este art. En el
primer caso, al transcurso del tiempo sin que se haya faccionado el inventario en el plazo
se±alado, el heredero es considerado aceptante puro y simple. En el segundo caso,
transcurridos los plazos para la facci¾n del inventario o para la deliberaci¾n, el heredero
es reputado renunciante.
Este art. tiene su fuente en el art. 1025 del Cgo. espa±ol y, con mßs exactitud, en el
853 del Proyecto espa±ol de 1851, tomado en el art. 3367 del Cgo. argentino, del que a su
vez se adopt¾ el texto del art. 562 del c.c. abrg. (seg·n la reforma propuesta en 1909,
citada por H. Siles) que dio lugar a la ley de reformas de 20 de Septiembre de 1912.
Jurisprudencia
1.- "Siendo solidaria la obligaci¾n contraÝda por la deudora y su marido, la
ejecuci¾n individual del acreedor en uso de la opci¾n conferida por el
contrato, no justifica a los herederos invocar la suspensi¾n del pago
ocasionada por la facci¾n de inventarios de los bienes del codeudor
difunto".
(G.J. Nro. 554, p. 5).
4.- "El art. 562 (1036) establece que durante la facci¾n del inventario, no se
halla obligado el heredero a pagar deudas ni mandas; y por tanto el albacea
tampoco estß obligado a satisfacer los legados, mientras no termine el
inventario de la herencia".
(G.J. Nro. 830, p. 19).
Fte: Cgo. fr. 830, 1║) (para I) - Cgo. it. 460 - 482 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 564, 1║) -
Conc: c.f. 266 - 316 - p.c. 164 -
c. c. 1040 - 1044 - 1050 -
Los lÝmites de la facultad administrativa, estßn sometidos a la regla del art. 266 del
C¾digo de familia (inc. II), que requiere autorizaci¾n especial del juez para los actos de
disposici¾n y, en general, obliga al administrador a no sobrepasar los lÝmites de la
administraci¾n ordinaria (art. 686).
Fte: Cgo. it. 492 (para I) - Cgo. fr. 807, 2║) (para II) -
Conc: c. c. 943 -
La fianza, dispuesta por el art., complementando la previsi¾n del art. 1037, busca
indudablemente evitar el peligro de que el heredero que carece de bienes propios, irrogue
con una administraci¾n despreocupada, fingida o ciertamente, da±os a los acreedores y
legatarios. Si tuviera bienes suficientes, el inconveniente y la desconfianza
desaparecerÝan, puesto que queda a dichos interesados el remedio de la indemnizaci¾n
contra el patrimonio propio del heredero.
Jurisprudencia
1.- "Vender los bienes muebles e inmuebles del acervo de la testamentaria, sin
previo inventario y tasaci¾n y sin mandato judicial, no es obrar con
sujeci¾n a la ley, conforme prescribe el art. 566 (1040) del c. c.".
(G.J. Nro. 826, p. 7).
2.- "El art. 566 (1040) del c. c. (dispone que para) vender los bienes, sean
muebles o inmuebles, cuando hay acreedores, se debe ocurrir al juez quien
los mandarß sacar a subasta p·blica, previa tasaci¾n".
(G.J. Nro. 920, p. 46).
3.- "El art. 566 (1040) del c. c. rige el beneficio de inventario, sus efectos y las
obligaciones del heredero beneficiario y faculta al heredero a ocurrir al juez
para que mande la subasta p·blica de los bienes y no regla nada relativo a la
venta de los bienes comunes que el objeto del presente pleito".
(G.J. Nro. 1258, p. 76).
4.- "Se debe recabar la correspondiente autorizaci¾n judicial para las ventas
que deben verificarse en p·blica subasta y previa tasaci¾n conforme al art.
566 (1040) del c. c.".
(G.J. Nro. 1277, p. 48).
Por consecuencia del efecto 2║), que es el distintivo de esta figura jurÝdica, el
heredero s¾lo queda obligado a pagar las deudas y demßs cargas de la herencia, hasta
donde alcancen los bienes de la misma. Por consecuencia del mismo efecto 2║), el
heredero conserva todos los derechos y acciones que tenÝa contra el finado. Puede por lo
tanto reivindicar sus bienes, demandar la rescisi¾n de los contratos celebrados con el de
cujus (caso para el cual se nombra judicialmente un curador), y cobrar sus crÚditos con la
preferencia que le otorguen los tÝtulos correspondientes. Entre otras consecuencias de la
separaci¾n de patrimonios, puede tambiÚn se±alarse, la de que los acreedores del difunto,
si son a su vez deudores del heredero, no pueden oponer a Úste la compensaci¾n cuando
les reclame el pago de su acreencia. De ahÝ que, por efecto de la separaci¾n de
patrimonios, efecto primerÝsimo del beneficio de inventario, resulta ociosa la disposici¾n
del caso 3║) del art.; pues, el beneficio supone antes que todo el pago de las obligaciones
de la sucesi¾n para beneficiar luego, con su saldo, si resulta alguno, al heredero, caso en el
cual, reciÚn puede considerarse, ese saldo, parte de su patrimonio y sobre el cual podrÝan
dirigir sus pretensiones los acreedores propios del heredero.
Jurisprudencia
2.- "El beneficiario goza conforme a este art. 563 (1041) del beneficio de no
estar obligado al pago de las deudas del difunto sino hasta la concurrencia
de los bienes de Úste y de no confundir los suyos con los de la
testamentarÝa, conservando contra Úste el derecho de reclamar el pago de
sus deudas".
(G.J. Nro. 575, p. 10).
4.- "Las ventajas establecidas a favor del heredero beneficiario por este art.
(1041) impide la confusi¾n de los derechos y obligaciones del heredero con
los de la herencia".
(G.J. Nro. 736, p. 22).
5.- "Las herederas bajo beneficio de inventario no estßn obligadas a pagar con
sus bienes propios las deudas del difunto".
(G.J. Nro. 861, p. 38).
6.- "Al haberse formulado aceptaci¾n por los herederos, bajo beneficio de
inventario, Ústos con tal aceptaci¾n, se descargaron de las deudas" (de la
sucesi¾n).
(G.J. Nro. 1270, p. 27).
ART. 1042.- (Renuncia al beneficio de inventario). El heredero puede renunciar al
beneficio de inventario en cualquier momento. La renuncia obra retroactivamente y se
considera al renunciante como heredero puro y simple desde que se abri¾ la sucesi¾n.
ART. 1043.- (PÚrdida del beneficio de inventario por ocultaci¾n de bienes o por
omisiones de mala fe). El heredero culpable de ocultaci¾n, o que de mala fe haya omitido
en el inventario bienes pertenecientes a la herencia o haya incluÝdo en Úl deudas no
existentes, pierde el beneficio de inventario quedando como aceptante puro y simple sin
participaci¾n en los bienes ocultados u omitidos; siendo persona extra±a, serß tenida por
reo de hurto.
Este art. y el siguiente, establecen las causas de pÚrdida o caducidad del beneficio
de inventario. La primera disposici¾n, concordante con el art. 669 del p.c., hace perder las
ventajas del beneficio convirtiendo al heredero en puro y simple, cuando Úste, a sabiendas
o con maniobras fraudulentas, omite incluir en el inventario, alguno de los bienes de la
sucesi¾n o incluye supuestas deudas del difunto. En segundo lugar, le priva de
participaci¾n en los bienes ocultados y es considerado responsable de robo. La pÚrdida
del beneficio es una penalidad acertada, porque el hecho que sanciona es una infracci¾n
contraria a la naturaleza misma del beneficio e implica una conducta dolosa. Esta
disposici¾n, concuerda con el art. 1054, que niega el derecho de renunciar a la herencia a
los herederos que han sustraÝdo u ocultado algunos efectos o bienes de la sucesi¾n. En
ambos casos, se trata de una apropiaci¾n indebida (art. 345 del c.p.) de bienes de la
sucesi¾n, para eludir el pago de deudas y cargas que la ley castiga, atribuyendo la
responsabilidad de las mismas al patrimonio del heredero, al convertirlo en puro y simple.
Pierde tambiÚn el beneficio, el heredero que antes de completar el
pago de las deudas y legados, enajena bienes de la herencia sin la debida autorizaci¾n
judicial, o los dispone mediante gravßmenes o malversa el precio de lo vendido, en
aplicaciones extra±as a las determinadas en la autorizaci¾n judicial (art. 1044).
Las reglas de este art. y del que le sigue, que debÝan haberse formulado en orden
inverso, disponen que cuando hay juicio pendiente entre los acreedores (cuando hay
oposici¾n), sobre la preferencia de sus crÚditos, serßn pagados por el orden y seg·n el
grado que se±ale la sentencia firme de graduaci¾n. Ha de tenerse en cuenta que las
acreencias deben pagarse preferentemente a los legados. No habiendo juicio pendiente
entre los acreedores (cuando no hay oposici¾n), serßn pagados los que primero se
presenten. Si constare que alguno de los crÚditos conocidos es preferente, el pago se harß
previa cauci¾n a favor del acreedor de mejor derecho, seg·n determina el art. 567 del Cgo.
abrg., concordante con todas las legislaciones, que el C¾digo ha omitido
injustificadamente. Agotado el caudal de la sucesi¾n, si aparecen otros acreedores, Ústos
s¾lo podrßn repetir contra los legatarios, dentro de los tres a±os, desde el ·ltimo paga, para
salvar su derecho de la caducidad.
Jurisprudencia
2.- "Es obligaci¾n del heredero beneficiario administrar y rendir cuentas a los
acreedores y legatarios".
(G.J. Nro. 584, p. 3).
ART. 1049.- (Gastos del inventario y de las cuentas). Los gastos que ocasione el
inventario y la rendici¾n de cuentas, asÝ como los de cualquier acto que dependa de la
aceptaci¾n con beneficio de inventario, se pagarßn con la masa de bienes sucesorios con
preferencia a toda otra deuda.
Fte: Cgo. it. 511 -
Precd: c. c. abrg. 569 -
Conc: c. c. 1047 - 1231 -
Los autores justifican la regla del art., indicando que el beneficio de inventario, es
un favor legal que no puede ser atenuado; pues, si se obligase al heredero beneficiario a
satisfacer por su cuenta, cualquiera clase de gastos que ocasione la aceptaci¾n con el
beneficio, serÝa contradecir la naturaleza de Úste y el propio espÝritu de las leyes que lo
establecen y regulan (Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "Los (gastos) incluyÚndose entre ellos (los honorarios de abogado) los de
inventarios, misi¾n en posesi¾n, rendici¾n de cuentas y otros que no han
podido menos que verificarse, se considera (realizados) legÝtimamente con
estricta sujeci¾n a este art. (1049)".
(G.J. Nro. 671, p. 10).
2.- "Los gastos a que se refiere el art. 569 (1049) del c. c. son los de formaci¾n
de inventario y rendici¾n de cuentas a que se hallan sujetos los herederos
beneficiarios".
(G.J. Nro. 697, p. 12).
II. Hechos los pagos por el administrador judicial en el orden y manera se±alados por el
juez, el remanente, si hubiere, serß entregado al heredero beneficiario.
Seg·n la explicaci¾n del art. y el texto mismo de Úste, en realidad mßs que de
abandono de la sucesi¾n, se trata de abandono de la administraci¾n y liquidaci¾n de una
sucesi¾n aceptada a beneficio de inventario. Pero el abandono debe ser total, esto es,
abarcar todos los bienes de la sucesi¾n.
II. Este derecho caduca a los tres a±os contados desde el dÝa en que el juez aprob¾ las
cuentas del administrador judicial y el heredero recibi¾ el remanente.
La regla del art., es una consecuencia l¾gica del art. anterior y de la subsistencia
del beneficio, bajo sanci¾n de caducidad de la acci¾n.
DE LA RENUNCIA A LA HERENCIA
Son atinentes al precepto las reglas del derecho romano siguientes: is potest
repudiare, qui et adquirere potest (puede repudiar aquel que puede adquirir; Digesto, Lib.
29, tít. 2, ley 18). Ommes licentiam habere his quae pro se introducta sunt, renuntiare... (los
derechos son renunciables; Codex, Lib. 2, tít. 3, ley 29; citas de Scaevola).
Queda por examinar en esta sección solamente el art. 1052, relativo a la forma de la
renuncia, que es diversa de la forma de aceptación (art. 1029). Si no se observa la forma
expresa, la renuncia no es válida ni eficaz (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "Por regla general consignada en este art. 548 (1052) no hay renuncia tácita
de herencia, debiendo hacérsela precisamente ante el juez (competente)".
(G.J. Nro. 485, p. 14).
3.- "La demandada, hija del deudor, que no renuncio a la herencia de éste, ni
tampoco la aceptó con beneficio de inventario, resulta obligada a pagar sus
deudas en calidad de heredera pura y simple".
(G.J. Nro. 598, p. 5).
4.- "Se observa fielmente los arts. 547 y 548 (1016, II y 1052) al desestimar la
renuncia de herencia hecha por el curador ad litem de los menores, que no
tenía más facultad que la de representarlos en el juicio especial que le fue
encargado, porque esa renuncia debe hacerse por los tutores de los
menores".
(G.J. Nro. 709, p. 27).
5.- "Los acreedores del que renuncia una herencia sólo tienen acción para
ocurrir al juez pidiendo autorización para aceptar la herencia ocupando, en
su caso, el lugar del renunciante".
(G.J. Nro. 843, p. 25).
6.- "La renuncia hecho de la herencia de su esposo finado fue aceptada por auto
ejecutoriado, (luego) la sentencia pronunciada contra (aquél) no tiene efecto
contra (la renunciante) por no haber sido su heredera".
(G.J. Nro. 853, p. 39).
7.- "La renuncia de una herencia es un derecho que la ley permite al heredero,
siempre que ella se ejercite en el plazo señalado (al efecto) y que el
renunciante no haya robado alguno o muchos bienes de la sucesión".
(G.J. Nro. 901, p. 60).
Jurisprudencia
1.- "La renuncia de una herencia es un derecho que la ley permite al heredero;
debe ser hecha dentro del plazo que señala el art. 551 (1053 y 1023) del c.
c.".
(G.J. Nro. 1203, p. 1).
2.- V. el caso Nº 7 del art. anterior.
ART. 1054.- (Pérdida del derecho a renunciar). El heredero que sustrae u oculta
bienes de la herencia con la intención de apropiárselos impidiendo así que los coherederos
reciban su parte en los bienes, pierde el derecho a renunciar y es tenido como heredero
puro y simple sin parte en las cosas ocultadas o sustraídas.
El supuesto del art. importa la pérdida del poder de renuncia, como igualmente
implica la pérdida del derecho a aceptar con beneficio de inventario (art. 1043). En ambos
casos la herencia se entiende aceptada pura y simplemente.
Jurisprudencia
Tiene sus orígenes en la separatio bonorum de los romanos, que, como su mismo
nombre lo indica, producía una separación absoluta del patrimonio sucesorio y del propio
del heredero. Los acreedores del de cujus, cobraban del patrimonio sucesorio, sin derecho
alguno sobre el del heredero. Desde Justiniano, el privilegio se extendió a los legatarios
(Mazeaud).
El Código francés de 1804, siguiendo las orientaciones del antiguo derecho francés,
lo redujo a un simple derecho de preferencia, (art. 2111), a cuyo efecto los acreedores
podían, en todo caso y contra cualquier acreedor, para asegurar su privilegio de
preferencia, pedir la separación de patrimonios (art. 878), ninguna de las cuales
disposiciones fue recogida por el Cgo. abrg., razón por la cual, en rigor, esta institución era
desconocida en el régimen anterior. El Cgo. italiano de 1865, inspirado en el francés de
1804, la reglamentó como institución independiente (arts. 2054 y s.), de donde ha sido
adaptada por el Cgo. de 1942, modelo del Código. El proyecto Toro (arts. 1654 y s.) y el
Anteproyecto Ossorio (art. 1620 y s.), la incluyeron.
Rige para toda sucesión, sea testamentaria, sea ab-intestato. Los acreedores del
heredero, sólo tienen derecho al saldo del activo sucesorio, que resulta después del pago
íntegro a los acreedores del de cujus.
II. Respecto a los muebles, el derecho de separación se ejerce incoando una demanda
contra los acreedores del heredero, sean conocidos o no, lo cual se les hará saber mediante
una sola publicación de prensa. El juez ordenará se levante inventario, si no ha sido
levantado ya, y dispondrá las medidas de seguridad y conservación respecto a los muebles.
Si algunos o todos fueron enajenados por el heredero, la separación comprenderá los bienes
que quedan y el precio no pagado todavía.
III. En cuanto a los inmuebles y muebles que pueden ser hipotecados, el derecho de
separación se ejerce mediante la inscripción del crédito o del legado sobre cada uno de esos
bienes en los registros respectivos haciéndose constar en ellos los nombres del de cujus y
del heredero, y que se inscriben a título de separación de bienes, aplicándose a este caso las
normas sobre las hipotecas.
Debe ser intentado en el plazo de seis meses, desde que fue abierta la sucesión,
vencido el cual el caduca el derecho a la acción.
SECCION I
Fte: Cgo. it. 537 - Nov. Recop., Lib 10 - tít 20, ley 1 -
Precd: c. c. abrg. 505- 518 - 519 - 570 -
Conc: c.f. 173 - 174, 3º) - 231 -
c. c. 1007 - 1062 - 1065 - 1066 - 1089 - 1251 -
Según las regulaciones de este Capítulo, el Código sigue el sistema que acepta el
principio de la legítima, que hace prevalecer el criterio restrictivo de la libre disposición de
los bienes para después de la muerte en casos determinados, frente al de la liberalidad de
testar que propugna la facultad absoluta de distribuir sin limitación ninguna el patrimonio
propio en consideración al hecho del fallecimiento.
Su desarrollo legislativo enseña disposiciones como las de Fuero Juzgo (Lib. 4, tít.
5, ley 1, cit. Scaevola), que dicen: ...e mandamos que... ni los padres ni los avuelos non
puedan fazer de sus cosas lo que quisieren, ni los fiios ni los nietos no sean deseredados de
la buena de los padres y de los avuelos... La Partida 6ª, tít. 1, ley 17 (cit. ibidem) establece
que... si este atal ouiesse fijos o otros herederos que descendiessen del... que dé a cada uno
de ellos su legítima parte... parte legítima (que) dizen en latin parte debita iure naturae...
De dichos conceptos, deriva que la legítima es un derecho mortis causa sobre los
bienes del causante (Scaevola), por cuya consecuencia su valor ha de fijarse atendiendo al
que los bienes que el de cuius deja tienen en la época de su muerte y deducidas que hayan
sido las deudas, conforme declara el Digesto (Lib. 4, tít. 16, ley 165, cit. Scaevola): venisse
ad heredem nihil intelligitur, nisi deducto aere alieno.
Tampoco enumera los herederos forzosos, como otras legislaciones. Ella consta en
las regulaciones singulares del Capítulo: descendientes, ascendientes y cónyuge. Entre los
primeros y segundos se comprende a los hijos adoptivos y a los adoptantes y entre los
terceros al conviviente en las uniones paramatrimoniales llamadas libres (c.f. art. 158).
Jurisprudencia
1.- "Es inoficiosa y nula la institución del heredero extraño con preterición de
la hija, heredera forzosa, que no puede ser privada de la herencia sino por
causa de exheredación".
(G.J. Nro. 454, p. 831).
5.- "Siendo los hijos herederos forzosos de sus padres, entran a ocupar el lugar,
acciones y derechos de ellos, a su muerte, por ministerio de la ley y, a este
título, pueden concurrir por derecho de representación, a la sucesión de sus
abuelos".
(G.J. Nro. 1102, p. 3).
6.- "Entre los herederos legales, los únicos que tienen calidad de forzosos,
llamados por ministerio de la ley, y a quienes la misma les asegura su
legítima, en la masa hereditaria, son los descendientes y ascendientes y el
cónyuge supérstite".
(G.J. Nro. 1119, p. 25).
7.- "El derecho de disponer de los bienes a título gratuito, sea por acto entre
vivos o por testamento, para los que tienen herederos forzosos, está
limitado".
(G.J. Nro. 1175, p. 19).
9.- "Todos los hijos -sin distinción de origen- son herederos forzosos, de
acuerdo al art. 132 (195) de la Constitución Política, que acuerda a todos
ellos iguales derechos".
(G.J. Nro. 1225, p. 80).
10.- "Los hijos naturales reconocido son herederos forzosos de sus padres".
(G.J. Nro. 1234, p. 34).
11.- "Los herederos forzosos tienen la legítima hereditaria que les asigna la ley,
no pudiendo el de cujus privarles de ella sino mediante exheredación
motivada y declarada en sentencia ejecutoriada".
(G.J. Nro. 1237, p. 52).
12.- "La hija natural del de cujus tiene preferente derecho a la sucesión de su
padre frente al derecho de representación de la hija legítima del tío, por
aplicación del art. 132 (195) de la Constitución Política".
(G.J. Nro. 1276, p. 16).
13.- "La institución de heredero a favor de persona extraña queda sin efecto por
el reconocimiento de hijo natural efectuado en el testamento, como ocurre
en la especie, por imperio del art. 505 (1059) del c. c., que le da al hijo
derecho a la sucesión forzosa, circunstancia que debe ser reconocida aun de
oficio por interesar al orden público".
(G.J. Nro. 1290, p. 8).
14.- "La sucesión forzosa tiene lugar por ministerio de la ley, hágase o no
testamento".
(G.J. Nro. 1290, p. 67).
15.- "Los hijos descendientes, según el art. 505 (1059) del c. c., son herederos
forzosos de sus padres y ascendientes, así como éstos lo son de sus hijos
cuando no dejan posteridad".
(G.J. Nro. 1300, p. 112).
16.- "Según el art. 505 (1059 y s.) son herederos forzosos los hijos, los
descendientes y ascendientes por su orden y grado, y los esposos
sobrevivientes, de sus padres, ascendientes y esposos finados, en todos los
bienes de cualquier clase que fuesen".
(G.J. Nro. 1495, p. 76).
17.- Véase los casos Nos. 2 y 3 del art. 1083; 7 del art. 1109.
Jurisprudencia
ART. 1062.- (Concurrencia del cónyuge con hijos). Si el difunto ha dejado uno o
más hijos y cónyuge, la legítima de todos ellos y la porción disponible es la misma
señalada en el artículo 1059.
Fte: Cgo. it. 549 - Cgo. esp. 816 - 817 - Cgo. arg. 3598 - 3599 -
Conc: c. c. 1004 - 1059 y s. - 1068 -
Jurisprudencia
1.- "Los herederos voluntarios (instituídos por voluntad del testador, quiere
decir) son excluídos por el heredero forzoso".
(G.J. Nro. 1266, p. 71).
2.- Véase los casos Nos. 13 del art. 1059, y 20 y 22 del art. 1107.
SECCION II
La ley protege al legitimario, sólo contra las liberalidades que merman la cuantía de
su legítima, reduciendo aquéllas al límite de libre disposición del de cujus, quien dentro de
ese límite tiene asegurada su libertad, para hacer lo que le plazca con la parte de libre
disposición. Por su parte el legitimario, es libre de respetar la liberalidad como ha sido
hecha: no está obligado a exigir la reducción. La liberalidad no es reducida, es reducible
(Mazeaud). La reducción, implica una sucesión ya abierta; antes de ese momento, los
presuntos legitimarios (herederos forzosos), no pueden accionar (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "La transferencia (hecha por la madre al hijo por retribución de servicios)
no puede conceptuarse como remunerativa (por se) una obligación natural
de todo hijo servir y atender a sus padres, mucho más si está en perjuicio de
los derechos de otros herederos forzosos (por lo que) esa transferencia debe
considerarse con carácter de anticipo de legítima".
(G.J. Nro. 1014, p. 55).
2.- "Comprobado que el de cujus, en compensación a los trabajos de su hijo, en
varios años, retribuyó cediendo en su favor la mitad de la casa... no puede
considerarse esa retribución como anticipo de legítima".
(G.J. Nro. 1040, p. 73).
Jurisprudencia
1.- "Deben descontarse en la partición los valores que por cualquier título
hayan recibido los hijos o nietos, a no ser con claúsula expresa de mejora".
(G.J. Nro. 612, p. 7).
3.- "La disposición de la testadora que deja una tienda en su casa a su nieta, no
importa anticipo de legítima ni mejora de herencia, sino legado
remuneratorio, porque se hizo en compensación de los servicios y
atenciones prestadas por la beneficiada a su anciana abuela cuando ésta se
hallaba completamente abandonada por sus hijos... (disposición que se hizo
además) en la proporción permitida por la ley".
(G.J. Nro. 1003, p. 12).
a) Avalúo del activo existente: todo el conjunto de bienes del difunto, existentes en
el momento de su muerte, forman la masa de cálculo. Los bienes que son objeto de las
disposiciones testamentarias del de cujus, se comprenden en el activo existente, porque
ellas sólo surten efectos después del fallecimiento.
Los derechos vitalicios, personales del de cujus, que se extinguen con la muerte:
renta vitalicia, pensiones, derechos de usufructo, uso y habitación, se excluyen de la masa
de cálculo.
c) Estimación de las donaciones inter vivos: luego que se ha avaluado los bienes
existentes a la apertura de la sucesión y que de su importe se han pagado las deudas, en el
orden de las operaciones anotadas en los puntos a) y b), se reunen o agregan a la masa de
cálculo los bienes donado en vida por el de cujus. Adviértase bien: sólo los bienes donados,
porque el difunto podía disponer sin limitación a título oneroso.
Respecto del error de traducción en el art., adviértase que toda la literatura jurídica
como toda legislación positiva, en este punto, habla de agregar a la masa de cálculo las
donaciones. El art. habla de reducirlas, tal cual las deudas. Probablemente, se entendió por
reducir la palabra italiana riuniscono, que significa reunir, juntar, agregar, del art. 556 del
Cgo. italiano fuente del art. 1069 del Código. Dicho art. del Cgo. italiano, (como su
precedente 821 del Cgo. de 1865), en la parte pertinente dice: se reunirá (o juntará) aunque
ficticiamente los bienes de que haya dispuesto (el de cujus) a título de donación, etc. Es
evidente que la palabra reducir, está gramaticalmente bien empleada, pero no es menos
cierto que en una de sus varias acepciones, implica la idea de disminuir, deducir y las
reglas de derecho precisan, en lo posible, vocablos de significación indubitada y fija.
Nótese que el propio Código (art. 1071, II), emplea la palabra reduce por deducir.
Reconstituído el conjunto de los bienes tal y como existían antes de los actos de
disposición, esto es, agregados a los bienes existentes al momento de la muerte (saldo del
activo, deducidas las deudas) aquéllos que fueron dispuestos a título gratuito, se forma el
caudal o masa de cálculo que servirá para determinar la porción disponible.
Jurisprudencia
V. el caso Nº 5 del art. 1254.
Los donatarios y los legatarios no pueden pedirla, pero no se les niega el derecho de
vigilar las operaciones de la reducción, lo cual pueden hacerlo interviniendo en el litigio,
cuando no está dirigida la acción contra ellos mismos y para invocar excepciones por falta
de reducción de otras liberalidades, cuando la acción está dirigida contra ellos. Los
acreedores del de cujus, tampoco tienen acción, puesto que esta acción protege únicamente
la legítima de la familia. Si el legitimario acepta la herencia pura y simplemente, se
convierten en acreedores del heredero por la confusión de patrimonios y, por esa razón,
como acreedores ya del heredero podrían demandar la reducción por la vía oblicua
(Mazeaud).
Respecto del párrafo II del art., tratándose del cumplimiento de última voluntad, se
infiere naturalmente que, si es posible, debe acatarse dicha voluntad. Si el testador designa
preferencia para una de sus obligaciones, ella sólo sufrirá defectivamente la reducción, es
decir, cuando, aplicados los demás al pago de la legítima, no alcance a cubrir el importe de
ella. Si no hay disposición expresa del testador sobre el particular, la ley, en nombre de la
igualdad, impone la reducción de todas las disposiciones y legados a prorrata.
ART. 1072.- (Modo de reducir las donaciones). Después de las disposiciones
testamentarias se reducen las donaciones comenzando por la última y así sucesivamente
remontándose a las anteriores.
La ley concede preferencia a las donaciones, que deben ser respetadas mientras
pueda cubrirse la legítima, reduciendo antes, o anulando si fuere necesario, las
disposiciones testamentarias. La razón de esta diferencia de tratamiento, reposa en que en
las donaciones la reducción supone pérdida de cosas adquiridas, de las que está disfrutando
el donatario y en las mandas o legados sólo se trata de una cosa por adquirir y es más duro
-dice Scaevola- privar de un derecho adquirido, que de una esperanza de derecho. Por eso
mismo, no se impone una reducción proporcional a las donaciones, sino por razón de
antigüedad, remontándose desde las últimas a las más antiguas. Sólo en el caso de que las
donaciones figuren en un mismo documento o sean de las misma fecha, puede aplicárseles
la proporcionalidad (Mazeaud). El orden de fechas establecido para este caso es una regla
de orden público, que no puede alterar el testador en sus disposiciones.
III. El legatario o el donatario que es heredero, puede retener todo el inmueble siempre
que su valor no supere el importe de la porción disponible y de la porción que le
corresponde como heredero legitimario.
El art. regula el caso del inmueble donado o legado que no admite cómoda división
para el supuesto de la reducción. Atiende primero el interés de los legitimarios,
adjudicando la cosa objeto de la donación a ellos, cuando el excedente reducible supera la
cuarta parte de la porción disponible del de cujus, sin perjuicio del derecho del beneficiario
de la liberalidad, a ser reembolsado en el valor del saldo, que le corresponda hecha la
reducción. No siendo así, el inmueble quedará para el donatario o legatario, es decir,
cuando el excedente reducible no excede la cuarta parte de la porción disponible, con la
obligación de compensar en dinero a los legitimarios. En síntesis, se reconoce preferencia
al que tiene mayor interés cuantitativo en la cosa, con reciprocidad del abono en dinero del
haber correspondiente, al que no se quede en el inmueble. El párrafo III del art., no necesita
mayor explicación.
Por virtud del parágrafo III, que obliga restituir los frutos sólo desde el día de la
notificación con la demanda, no cabe que ellos sean reclamados desde el día de la
donación, o de la institución de heredero o del legado.
II. Esta acción debe ejercerse siguiendo en su orden las fechas de las enajenaciones,
comenzando por la última. Contra los terceros adquirentes se puede pedir también que
restituyan los bienes muebles, objeto de la donación, salvos los efectos de la posesión de
buena fe.
El art. 1076, es una derivación de la regla del 1072. Se persigue el inmueble por
orden de antigüedad de las enajenaciones, haciendo excusión de los bienes propios del
donatario. El tercer adquirente, contado a partir del último, es decir, el antepenúltimo de los
adquirentes, puede liberarse de hacer la restitución en especie, pagando su importe en
dinero.
Entre las cosas no sujetas a colación y por tanto no sujetas a imputación, para el
efecto de las reducciones (art. 1077, V), que el art. 1257 las indica incompletamente, ha de
tenerse en cuenta aquéllas que por su modicidad o porque responden a los deberes morales
y sociales de los padres (crianza y educación de los hijos, art. 96 del c.f.), no entran en la
cuenta para formar la masa de cálculo. Son las sumas que se gastan en el sostenimiento y
educación de los hijos, los regalos de costumbre y las donaciones módicas, como el
beneficio de un seguro de vida, v. gr.
Messineo, considera que es una acción personal de declaración de certeza, que mira
al pronunciamiento de que existe lesión de la legítima, de la cual se sigue que la
disposición testamentaria, o la donación es en parte o en todo ineficaz y que se manifiesta
en dos consecuencias que suponen dos acciones distintas aunque conexas entre sí: acción
de reducción seguida de la acción de restitución (reintegro).
La acción de reducción, prescribe dentro del término ordinario de cinco años (art.
1507), el cual se computa desde la muerte del de cuius.
CAPITULO VII
ART. 1078.- (Acrecimiento entre herederos legales). I. La parte del heredero legal
que renuncia acrece en favor de los coherederos llamados juntamente con él a la herencia.
Si el renunciante es heredero único, la herencia se defiere a los sucesores del grado
siguiente.
II. La misma regla se aplica cuando el heredero legal haya muerto antes de abierta
la sucesión o no pueda recibir la herencia por cualquier causa determinada por la ley.
Fte: Cgo. fr. 786 (para I) - Partida 3ª tít. 9, ley 33 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 490 - 549 -
Conc: c. c. 1052 - 1089 - 1216 -
De ahí que en la regla del art. que se refiere a la sucesión ab-intestato, que es una
originalidad innecesaria del Cgo. español según Scaevola, falta en el derecho de acrecer la
naturaleza especial de la disposición conjunta, que da vida al acrecimiento en las
disposiciones testamentarias como su elemento necesario. La generalidad de las
legislaciones, instituyen este derecho como uno que no tiene lugar sino en las disposiciones
testamentarias (v. gr. art. 3810 del Cgo. argentino). La ley interpreta la voluntad presunta
del testador, cuando los herederos o legatarios son llamados conjuntamente a la misma
cosa en el todo de ella (Machado). El propio Cgo. italiano, modelo del Código, no se ocupa
para nada de la sucesión ab-intestato en la sección correspondiente al derecho de
acrecimiento (arts. 674 y s.). Resulta así, la del art. una regla de todo punto innecesaria si,
además, se tiene en cuenta que en la sucesión legal (ab-intestato), según el propio Código,
la herencia corresponde a los parientes más próximos en grado por partes iguales y que los
más próximos excluyen a los más remotos, salvo el derecho de representación (arts. 1086 y
1087).
El Cgo. abgr., como su modelo francés (arts. 549 y 786, respectivamente), se ocupó
incidentalmente del acrecimiento, como un efecto de la renuncia y nada más.
La disposición del parágrafo II, que está repetida en el parágrafo IV del art.
siguiente (1079) relativo al acrecimiento entre herederos testamentarios, no opera en la
forma tan simplemente establecida por ella, por virtud de las reglas relativas al derecho de
representación (art. 1089) que predomina sobre el acrecimiento. Por eso, el Cgo. modelo,
en el apartado cuarto de su art. 674, omitido en la adopción de los codificadores, dice:
La regla del parágrafo II en examen, como la del IV del art. siguiente, que luego se
examinará, sin la salvedad oportuna del Cgo. modelo, supone una contradicción con las
reglas de los arts. 1089 y s. (v. la anot. al art. siguiente, al respecto).
Fte: Cgo. it. 674 (para I y II) - Cgo. fr. 786 (para III) - P. 3, tít. 9, ley 33 (para IV) -
Conc: c. c. 1089 - 1168 -
El art. fija las condiciones necesarias para que en la sucesión testamentaria tenga
lugar el derecho de acrecer. Estas condiciones pueden reducirse a dos: 1º) que dos o más
personas sean llamadas a una misma herencia o legado o a una misma porción de ellos, sin
especial designación de partes (conjunción). 2º) que uno de los llamados muera antes que
el testador, o renuncie a la herencia o legado o sea incapaz de recibirlos (porción vacante),
salvo el derecho de representación, conforme se ha observado en la anot. al art. anterior in
fine, y se reitera más adelante.
Según las reglas del art. en examen, entonces, el acrecimiento supone una porción
vacante, vacancia que se produce por la premuerte del heredero o legatario, por la renuncia
y por la incapacidad de recibir la herencia o el legado por alguna de las causas que la ley
señala. Entre estas causas que señala la ley, ha de tenerse en cuenta: a) las de indignidad
(art. 1009 y s.); b) las de desheredación (arts. 1173 y s.); c) los casos de incumplimiento, de
la condición impuesta en la institución condicional (art. 1161), del término inicial (art.
1162) o de la carga (art. 1167); d) el caso de la persona cuya existencia se ignora, según las
normas fijadas por el art. 48; e) en el caso de nulidad de la disposición testamentaria (art.
1207), v. gr. si ella se otorga con error de nombre, apellido o cualidades del heredero
conjunto. La porción de éste queda vacante y debe pasar a los coherederos unidos
conjuntamente (Scaevola), pero siempre salvo el derecho de representación, en los casos
pertinentes.
Fte: Cgo. it. Cgo. it. 678 (para I) - Cgo. arg. 3818 (para II) -
Cgo. it. 678, i. f. (para III) -
Conc: c. c. 216 - 1187 -
El parágrafo II del art. ha sido tomado del Cgo. arg. (art. 3818), que señala la
consecuencia indicada en él a menos que el testador haya dispuesto o permitido
expresamente el acrecimiento. El parágrafo III, tomado del art. 678 in fine del Código
modelo, establece la consecuencia que señala en el supuesto de que no opere el derecho de
representación, tal cual en el caso del legatario (prg. II art. anterior). Esto muestra
duplicación de reglas con soluciones contradictorias, tomadas de diferentes fuentes sin la
debida evaluación de sus alcances y su verdadero significado.
El acrecimiento opera de derecho (prg. I). No precisa que el interesado deba tomar
ninguna iniciativa para promoverlo. Este efecto ipso iure del acrecimiento no puede ser
precluído por la renuncia revocada, v. gr. en los supuestos del art. 1020, según explica
Messineo, una vez que por consecuencia de la renuncia, el acrecimiento se ha producido de
derecho.
En cuanto al párrafo II del art., ha de recordarse que es regla del derecho sucesorio,
que el que recibe una herencia por defecto de otro, sufre el peso de las obligaciones todas
impuestas por el testador; el sustituto queda sujeto a las cargas y condiciones impuestas a
quienes sustituye (art. 1172), excepto claro está, los de carácter puramente personal. La
razón de la regla, está en que si el derecho de acrecer se impone por la voluntad presunta
del testador, con mucha más razón ha de imponerse el cumplimiento de todas aquellas
obligaciones, que consten por la manifestación expresa de la misma voluntad (Scaevola).
La razón del prg. III, es la misma que la señalada para el prg. II, en la fase inicial
del acápite anterior.
T I T U L O II
DE LA SUCESION LEGAL
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Hay sucesión legal o sucesión ab-intestato, cuando la ley regula la trasmisión de los
bienes del de cujus, en ausencia de la voluntad de éste manifestada válidamente en un
testamento (art. 1112), o de una institución contractual (art. 1005). Los autores, la
fundamentan en el cariño o afecto del difunto, a la vez que en su voluntad presunta, o,
también (Messineo), una especie de deber de carácter ético, referido al difunto para
proveer, aun después de la muerte, a las necesidades económicas de sus familiares,
fundamento que se asigna, igualmente y como ya se ha visto (anot. al art. 1059) a la
sucesión forzosa o necesaria.
Sucesión intestada, significa sucesión en virtud (esto es, por voluntad) de la ley y
no por efecto de voluntad privada, expresada en el acto jurídico testamento (Messineo).
Intestati proprie apellantur, qui, quun possent testamentum facere, testato non sunt
(propiamente se dice que murieron sin testamento los que, pudiendo hacerlo, no lo
hicieron; Lib. 38, tít. 17, ley 1).
Intestatus est, non tantum qui testamentum non fecit, set etiam cuius extestamentuo
hereditas adita non est (muere intestado, no sólo el que no hizo testamento, como aquel
cuya herencia testamentaria no fue adida (Lib. 50, tít. 16, ley 64).
La ley 1, tít. 13, de la Partida 6ª, con detallada precisión, dice: Abintestato es
palabra de latin que quier tanto dezir en romance, como ome que muere sin testamento...
que... puede ser en cuatro maneras... quando ome muere, e non faze testamento.... quando
faze testamento non cumplido, no guardando la forma que deuia ser guardada... quando
fizo testamento... y ... algund fijo nasció después... del qual no fizo miente en el
testamento... o quando faze testamento acabado e establece el heredero en él, e aquel
heredero non quiere la herencia desechandola (citas de Scaevola).
Las reglas de esta trasmisión son las mismas, cualesquiera que sea el origen de los
bienes del de cujus, de acuerdo al llamado principio de la unidad de sucesión. Sólo se
admite excepción para los bienes donados al de cujus y que se encuentran en su sucesión,
los cuales, en ciertos casos, están sometidos a una trasmisión sucesoria especial, que los
autores llaman anómala (anormal), diferente de la trasmisión de la sucesión ordinaria,
porque en lugar de ir a poder de los sucesores ordinarios, los bienes se trasmiten al
donante: reversibilidad de las donaciones, dispuesta por el art. 671 (Mazeaud).
Jurisprudencia
1.- "Siendo nulo y sin valor el testamento, hay lugar a considerar la sucesión
intestada".
(G.J. Nro. 1014, p. 50).
2.- "Según lo dispuesto por el art. 504 (equivalente en parte al 1083) del c. c., la
ley reconoce dos especies de herederos: los legales y los voluntarios; entre
los legales unos son forzosos, llamados por ministerio de la ley, hágase o no
testamento, y otros ab-intestato solamente".
(G.J. Nro. 1563, p. 176).
ART. 1085.- (Situación de los arrogados y sus descendientes). Para los efectos
sucesorios reglados en el Código presente, el arrogado y sus descendientes forman parte de
la familia de sus arrogadores estableciéndose entre ellos una relación parental equiparada a
la de la consanguinidad.
ART. 1086.- (Exclusión). En cada una de las líneas el pariente más próximo en
grado excluye en la herencia al más lejano, salvo el derecho de representación.
Este art. (1086), sienta más que un precepto, un axioma de derecho, cardinal y
fundamental dentro de la institución de la sucesión intestada, tomada de las Partidas (6ª, tít.
13, ley 3, cit. Scaevola) a través de su fuente española: el que es más propinco de aquel que
fino sin testamento, deue auer los bienes del.
Igualmente el art. 568 del Cgo. italiano, fuente del 1097 del Código, distribuye la
herencia a los padres en iguales proporciones, que recién el Código en el art. 1099 lo
establece expresamente para los otros ascendientes.
Parentesco, es la relación o conexión que hay entre personas unidas por los vínculos
de la sangre, con las que descienden una de otra o que, sin descender una de otra, proceden
de una misma raíz o tronco. Los que descienden uno de otro, son los ascendientes y
descendientes; los que descienden de una misma raíz son los hermanos, tíos, sobrinos,
primos, etc., que se llaman colaterales. Los ascendientes, descendientes y colaterales, están
más o menos lejanos unos de otros y se hace preciso conocer sus distancias, así para los
matrimonios como para las sucesiones. A tal fin, se ponen los ascendientes y descendientes
en una serie o línea, que se llama recta o directa y los colaterales en otra llamada
transversal, colateral u oblicua. Las distancias se llaman grados y cada generación o cada
persona engendrada, forma un grado (Escriche).
El capítulo II del Título Preliminar del Código de familia (arts. 7 a 13), da las reglas
sobre parentesco y su cómputo. Además del parentesco por consanguinidad, se tiene el
civil o adoptivo y el de afinidad.
Jurisprudencia
1.- "El parentesco de una persona con respecto de otras se determina según la
filiación de aquélla".
(G.J. Nro. 1226, p. 65).
2.- "Para establecer la calidad de heredero, ha de justificarse la relación jurídica
del parentesco invocado, mediante los correspondientes certificados".
(G.J. Nro. 1314, p. 119).
CAPITULO II
DE LA REPRESENTACION
Se dice por eso que el instituto en estudio constituye una excepción a la regla
fundamental de la sucesión intestada consagrada en al art. 1086, según la cual, en las
herencias el pariente más próximo en grado excluye al más remoto, salvo el derecho de
representación -añade- en los casos en que deba tener lugar ésta, indudablemente.
Esta institución, aparece colocada dentro del Título relativo a la sucesión intestada,
para indicar que, según el criterio científico, es privativa de la sucesión sin testamento y
ajena a la testamentaría (Scaevola). En efecto, en ésta la ley habla de la legítima, que
respecto de los descendientes llamados a la sucesión en lugar de los hijos, es la misma que
ellos habrían recibido en caso de vivir (art. 1059, II). En la porción propiamente
testamentaria, la de la libre disposición, separada ya la porción legítima o forzosa, no hay
derecho de representación posible si el causante deja esa porción en testamento a los hijos
vivos, a todos o sólo a alguno de ellos o exclusivamente a los descendientes del hijo
muerto. En cualesquiera de estos casos, hay institución voluntaria del causante y no opera
para nada el derecho de representación.
En el régimen abrg. (art. 613), era requisito que el representado esté muerto al
abrirse la sucesión; no se podía representar a una persona viviente, v. gr. al renunciante.
Jurisprudencia
3.- "Siendo los hijos herederos forzosos de sus padres, a ese título, pueden
concurrir por derecho de representación a la sucesión de sus abuelos".
(G.J. Nro. 1102, p. 3).
4.- "La representación en materia de sucesiones tiene por objeto colocar a los
representantes en el lugar, en el grado y en los derechos del representado,
para poder heredar al de cujus".
(G.J. Nro. 1229, p. 63).
5.- "El derecho de representación es una ficción de la ley por la que entran los
descendientes más remotos a ocupar el lugar, grado y derechos de sus
padres difuntos".
(G.J. Nro. 1315, p. 58).
Fte: Cgo. it. 468, 1) (para I) - Cgo. fr. 741 - Cgo. esp. 925, 1º
i.f. - Cgo. arg. 3559 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 610 - 611 -
Conc: c.f. 8 -
c. c. 1089 - 1093 -
Jurisprudencia
Jurisprudencia
Nótese ante todo, dos defectos en la formulación del art. Su rúbrica habla de
llamamiento directo, que desde luego no es la que corresponde a la disposición fuente del
Cgo. modelo y que supone una contradicción absoluta con el texto de la norma singular.
Pues, si hay tal (llamamiento directo), no puede haber representación. Lo opuesto a la
sucesión por representación es la sucesión por derecho propio o vacación directa
(llamamiento directo), dice Messineo. Quien sucede iure proprio (por llamamiento directo)
ha de ser capaz de suceder en el momento de la apertura de la sucesión y, en cambio, quien
sucede por derecho de representación basta que sea capaz de suceder en el momento en que
subintra la representación, cual explica claramente la disposición fuente el citado autor del
Manual.
El segundo defecto, por errata de la edición oficial, habla de representante en lugar
de representado.
Suceder por estirpe, supone por eso que los que sustituyen por derecho de
representación a la persona difunta, aunque sean muchos, sólo llevan todos juntos la parte y
porción que hubiera correspondido a la persona sustituída o representada si viviese (prg.
II). Lo contrario, ocurre cuando se sucede por cabeza, o sea, por su propio derecho. Cuando
uno lleva igual porción que los demás (art. 1094, II).
Laurent (cit. Scaevola), subraya que la partición por estirpes, en el caso del
precepto, mantiene la igualdad, en oposición a la división por cabezas, que lesionaría a los
descendientes menos numerosos. De ahí la razón de por qué el prg. II precisa la extensión
de la porción de los representantes, inequívocamente, que no puede ser ni más, ni menos de
la que hubiera correspondido al representado, de haber concurrido a la sucesión.
Fte: Cgo. it. 566 (para I) - P. 6ª, tít. 13, ley 3 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 616 -
Conc: c.s.s. 53 -
c. c. 1083 - 1089 -
Se pudo reunir los capítulos III, IV, V y VI en uno solo, suprimiendo muchos
artículos superfluos y henchidos de repeticiones casuistas innecesarias como los arts. 1095,
1096, 1100, 1101, por ejemplo, que podían formularse en uno solo. Ni debe exagerarse el
casuismo -dice Scaevola- prodigándolo fuera de aquellos lugares en que los requieren la
dificultad del asunto o la especial naturaleza de la disposición, ni ha de llenarse un Código
civil con vagas fórmulas en una licencia ilimitada del absurdo. El casuismo proporcionado
y prudente facilita en mucho el conocimiento y la interpretación de la ley (ejemplo: el
notabilísimo Código alemán). Su abuso lo hace inoportuno y estorbo evidentes.
Por la regla del art., los descendientes excluyen a todos los parientes de cualquier
otro orden. Tienen la prioridad número uno. Se explica sencillamente esta prioridad,
porque en el orden de la naturaleza, el amor primero baja: los padres quieren ante todo a
sus hijos. Con razón un adagio popular que recuerda Scaevola, dice: más fácil es que un
padre sostenga a veinte hijos, que veinte hijos a un padre. Este adagio, según Browne
Lewis (Wisdom of Israel; cit. sobre la literatura yiddish de W. Durant: La Edad de Luis
XIV), reza exactamente así: un padre mantiene diez hijos, pero diez hijos no pueden
mantener a un padre.
Los hijos y descendientes, excluyen a todos los otros herederos, sin perjuicio de la
salvedad puesta en el prg. I, vivendo, desde luego, todos los primeros, pues si no pueden o
no quieren aceptar la herencia, procederá como ya se tiene explicado, o el derecho de
acrecer o el de representación, o, en última instancia, heredarán por derecho propio los
siguientes parientes en grado.
El prg. II, suficientemente comprensible y normal, al señalar que los hijos heredan
por cabeza, dispone que la herencia se entenderá dividida para los efectos de su
adjudicación, en tantas porciones cuantos sean los hijos herederos, quienes siempre
heredarán in capita, por cabezas: tantas cabezas de herederos, tantas porciones hereditarias
iguales.
Jurisprudencia
2.- "El derecho sucesorio entre padres e hijos, requiere para tener lugar que la
filiación de éstos esté demostrada en la forma que previene la ley".
(G.J. Nro. 1228, p. 78).
3.- "Los de primer orden, hijos y descendientes, y los del segundo, padres y
ascendientes, así como el cónyuge supérstite respecto de los bienes propios
del de cujus y de los gananciales en ciertos casos, son herederos forzosos y
suceden por ministerio de la ley, haya o no testamento, quiera o no el
testador".
(G.J. Nro. 1476, p. 39).
4.- Véase los casos Nos. 9 y 12 del art. 1059.
ART. 1095.- (Sucesión de los hijos adoptivos). El hijo adoptivo y sus
descendientes heredan al adoptante en igualdad de condiciones con los hijos que después
de la adopción pudo llegar a tener este último, pero son extraños a la sucesión de los
parientes de dicho adoptante.
Fte: Cgo. it. 576 -
Precd: c. c. abrg. 519 - 520 - 617 -
Conc: c.f. 225 - 231 -
c. c. 1100 -
Jurisprudencia
1.- "La testadora, con perfecto derecho, ha dispuesto de sus bienes en favor de
su hijo adoptivo, que es su heredero forzoso a falta de otros herederos de
igual o mejor calidad".
(G.J. Nro. 1284, p. 74).
2.- "De acuerdo al art. 519 (1095) del c. c., el hijo adoptivo tiene en la sucesión
de sus padres, los mismos derechos que el hijo nacido de matrimonio, por lo
que al adoptado le corresponde al fallecimiento del adoptante el derecho que
le asigna esta norma".
(G.J. Nro. 1624, p. 80).
ART. 1096.- (Exclusión del adoptado). Sin embargo, el adoptado queda excluído
de la sucesión si, existiendo juicio para revocar la adopción por un hecho imputable a él, la
sentencia revocatoria se pronuncia una vez muerto el adoptante.
ART. 1097.- (Sucesión de los padres). Al que muere sin dejar hijos ni
descendientes suceden el padre y la madre o el que de ellos sobrevive, salvos los derechos
del cónyuge o conviviente.
Jurisprudencia
ART. 1098.- (Exclusión del padre o de la madre). Sin embargo, el padre o la madre
no heredan al hijo reconocido después que murió, excepto si él había gozado de la posesión
de estado en vida.
El art., en concordancia con el precepto del art. 203 del c.f. también es lógico. Si los
padres ignoraron el cumplimiento de sus deberes para con el hijo fallecido, negándole la
certidumbre de su filiación en vida, al reconocerlo post morten para el solo fin de
beneficiarse con su sucesión, merecen la condigna sanción de la ley que niega efectos
civiles al reconocimiento, fallecido el hijo. La posesión de estado, supone que el hecho
existe y equivale al reconocimiento; supone que los padres a su manera no han eludido el
cumplimiento de sus deberes naturales para con el hijo. Luego la exclusión no procede en
tal caso.
Jurisprudencia
1.- "La ley no fija la época en que deba reconocerse a los hijos (pero ha de
serlo) cuando los derechos y obligaciones (pueda ligarlos recíprocamente).
La... al reconocer a sus hijas 4 años después de la muerte de (éstas) faltaba a
esa reciprocidad y acreditaba una mira interesada".
(G.J. Nro. 372, p. 66).
ART. 1100.- (Sucesión del adoptante). El adoptante sucede al hijo adoptivo que
muere sin dejar descendientes, ascendientes ni parientes colaterales hasta el segundo grado.
ART. 1101.- (Exclusión del adoptante). Sin embargo, el adoptante queda excluído
de la sucesión si, existiendo juicio para revocar la adopción por un hecho imputable a él, la
sentencia revocatoria se pronuncia una vez muerto el adoptado.
ART. 1102.- (Sucesión del cónyuge). Al que muere sin dejar hijos o descendientes
ni padres o ascendientes, sucede el cónyuge.
El Código italiano de 1942, como en las legislaciones del siglo XIX (italiana de
1865, española, etc.), subsiste la preocupación de que los patrimonios no pasen de una
familia a otra por la vía sucesoria y, sin duda alguna por ello, no se da al cónyuge otra cosa
que una cuota usufructuaria, cuando concurre con los hijos legítimos. Además, mantiene la
diferenciación en el tratamiento de los parientes según el carácter matrimonial o
extramatrimonial de su origen. Todo ello, indudablemente, no hace de ese Código el
modelo más adecuado en la materia.
Los arts. 1103 y 1104, de cuerdo a las salvedades anunciadas en los arts. 1094,
1097 y 1099, II), establecen el derecho hereditario del cónyuge en concurrencia con los
descendientes y con los ascendientes, respectivamente y no ofrecen, en su inteligencia,
mayores problemas, una vez que se haya determinado bien el sentido y los alcances de
aplicación del art. 1105.
Dicho artículo establece, que las proporciones asignadas al cónyuge por los dos
artículos anteriores, se aplican tanto a los bienes propios del cónyuge fallecido, cuanto a la
parte que a éste correspondía en los bienes comunes. La completa y cabal comprensión de
esta disposición está referida, en consecuencia, a las disposiciones del Código de familia
sobre el régimen patrimonial del matrimonio. Este régimen supone una comunidad de
gananciales, que se constituye entre los cónyuges desde el momento de la celebración del
matrimonio, aunque uno de ellos tenga más bienes que el otro o sólo tenga bienes uno de
ellos y el otro no, siendo nulo todo convenio que pretenda modificarlo o imponga una
renuncia a la comunidad (arts. 101 y 102 c.f.).
Esa comunidad, está constituída por los bienes propios de cada uno de los
cónyuges y por bienes comunes. Los primeros, están detallados y regulados por los arts.
103 y s. del c.f. (bienes propios por modo directo), 106 (bienes propios por subrogación),
107, (bienes propios personales) y 108 (bienes propios por acrecimiento). Sobre todos estos
bienes, cada cónyuge tiene libre derecho de administración y disposición. En estos bienes,
el cónyuge supérstite tiene derecho, en caso de sucesión intestada, a las cuotas señaladas en
los arts. 1103 y 1104, según concurra con descendientes o ascendientes.
Los bienes comunes, que pueden ser por modo directo (art. 111 c.f.) o por
subrogación (art. 112 c.f.) pertenecen a ambos cónyuges por partes iguales. La ley presume
la comunidad. Esta presunción es juris tantum, porque la prueba en contrario, esto es, del
carácter propio de los bienes está permitida (art. 113 c.f.), cuando no se ha hecho una
expresa declaración de bienes a tiempo del matrimonio (art. 70 c.f.). Estos bienes comunes,
son partibles por igual ente los cónyuges (art. 101 c.f.), cuando se disuelve el matrimonio,
entre otras causas, por la muerte de uno de los cónyuges (art. 123 caso 1º, c.f.). En estos
bienes, según el art. 1105, separada la mitad que corresponde al cónyuge supérstite (que no
puede entrar en el caudal sucesorio del de cujus), aquél concurre con los descendientes o
ascendientes, según los casos, en la proporción señalada en los arts. 1103 y 1104, sobre la
mitad que pertenecía al difunto.
1.- "Si según el art. 512 (1102) del c. c. los cónyuges se heredan
recíprocamente a falta de descendientes, la nulidad declarada por el tribunal
ad quem del testamento que ha omitido en la institución al cónyuge
supérstite, da cumplida aplicación a la ley".
(G.J. Nro. 1220, p. 43).
2.- "El esposo como heredero forzoso entra en la sucesión de su cónyuge, por
ministerio de la ley, en todos los bienes, en caso de no existir descendientes
ni ascendientes".
(G.J. Nro. 1315, p. 28).
ART. 1103.- (Concurrencia del cónyuge con hijos). Cuando el cónyuge concurre
con hijos o descendientes, el cónyuge tiene derecho a una cuota igual de herencia que cada
uno de los hijos.
Jurisprudencia
1.- "Al haberse ordenado la partición de los bienes así como el pago de las
deudas en partes iguales, se ha procedido en la especia legalmente, a tenor
del art. 513 (1103) del c. c., que dispone que si han quedado viudo o viuda e
hijos, aquél o aquélla tendrán en la sucesión la misma parte que cada uno de
éstas".
(G.J. Nro. 1356, p. 64).
2.- "Concurriendo la esposa supérstite y la única hija, se aplica el art. 1103 del
c. c., que reconoce una cuota de herencia igual a la de cada hijo en la mitad
ganancial del esposo premuerto y, en la especia, el derecho de la recurrente
en todos los bienes es del 75% de los mismos: 50% por derecho propio y el
25% por cuota igual a la de la única hija".
(A.S. Nº 160, de 10-X-80).
ART. 1105.- (Sucesión del cónyuge sobreviviente en los bienes propios y en los
comunes del causante). El derecho sucesorio del cónyuge sobreviviente se hace efectivo,
en las proporciones señaladas por este Código, tanto en los bienes propios del causante
cuanto en la parte que a éste correspondían en los bienes comunes.
Jurisprudencia
Si el reconocimiento del hijo (arts. 195 y s. c.f.), está reglamentado para procurar a
éste, la certidumbre de su filiación, no hay razón para que él no pueda ser hecho en el
matrimonio de los padres (caso omitido en el art. 195 del c.f.) y aun in articulo mortis. Es
un homenaje de afecto de los padres para con sus hijos, que la ley debe respetar y proteger.
La separación de los cónyuges (art. 155 c.f.), hace cesar la vida en común de éstos y
disuelve la comunidad de gananciales, pero deja subsistente el vínculo matrimonial. Sus
causas están detalladas en el art. 152 del c.f. La culpa del sobreviviente, ha de determinarse
entre estas causas que autorizan la separación. La del caso 3) del artículo, es una nueva
causa no prevista en el Código de familia, pero que ha de considerarse complementaria
para los fines que persigue la disposición.
Jurisprudencia
3.- "Este art. 516 (1107, 3º) excluye de la sucesión deferida por el 512 (1102)
en caso de separación voluntaria".
(G.J. Nro. 680, p. 27).
7.- "Según este art. 515 (1107, I), no tiene lugar la sucesión deferida a los
cónyuges cuando el matrimonio se ha contraído in extremis y muere el
enfermo dentro de los 60 (30) días siguientes".
(G.J. Nro. 819, p. 13).
8.- "El reo no ha estado separado de su esposa voluntariamente, sino por las
persecuciones judiciales de que ha sido objeto, separación que no duró un
año (por lo que) aquél no está excluído de la sucesión de la que fue su
cónyuge".
(G.J. Nro. 837, p. 31).
9.- "No hereda el cónyuge sobreviviente cuando el matrimonio (dejando tres
hijos legitimados y hallándose enfermo el contrayente), se ha celebrado el
mismo día del fallecimiento".
(G.J. Nro. 856, p. 11).
13.- "La sucesión entre cónyuges no tiene lugar cuando el matrimonio se hubiese
celebrado por necesidad, hallándose enfermo uno de ellos y muriese éste, de
esa enfermedad, dentro de los 60 (30) días".
(G.J. Nro. 947, p. 9).
14.- "La sucesión (del cónyuge) no tiene lugar cuando el matrimonio se celebra
por necesidad, hallándose enfermo uno de los cónyuges y muriese éste de
esa enfermedad dentro de los 60 día siguientes".
(G.J. Nro. 1011, p. 71).
17.- "La separación voluntaria de los esposos por más de un año hace perder el
derecho a la sucesión entre éstos, sobre los bienes patrimoniales (propios)
según el último inc. del art. 516 (3º, 1107) del c. c.".
(G.J. Nro. 1230, p. 88).
18.- "La actora no abandonó el hogar conyugal hasta la muerte del esposo, quien
haciendo vida irregular abandonó el hogar aunque hasta pocos días antes de
su fallecimiento visitaba continuamente a su esposa, lo que demuestra que
no hubo separación permanente y definitiva ni menos que haya sido la
demandante la que voluntariamente determinó dicha separación (por lo que)
tiene derecho para entrar en la sucesión de su esposo".
(G.J. Nro. 1233, p. 101).
19.- "No hay lugar a la sucesión entre los cónyuges separados voluntariamente
más de un año".
(G.J. Nro. 1269, p. 93).
20.- "Si bien según el art. 512 (1102) del c.c. los cónyuges se heredan
recíprocamente, la segunda parte del art. 516 (1107, 3) del mismo Cgo.
establece como excepción la pérdida de este derecho cuando hubo
separación voluntaria de los cónyuges por un año, circunstancia que
debidamente probada en la especie, justifica la validez de la exclusión
testamentaria de la esposa sobreviviente de la sucesión del de cuius".
(G.J. Nro. 1269, p. 89).
ART. 1108.- (Sucesión del conviviente en las uniones conyugales libres). Las
uniones conyugales libres o de hecho reconocidas por la Constitución Política del Estado y
el Código de Familia, producen, respeto a los convivientes, efectos sucesorios similares a
los del matrimonio.
Con referencia a este art., téngase en cuenta el art. 159 del c.f. que da a las uniones
conyugales libres o de hecho, efectos similares al matrimonio.
Entre los efectos de la muerte de uno de los convivientes, el art. 168 del c.f., señala
que en los bienes propios del fallecido, el sobreviviente tiene una parte igual a la de cada
uno de los hijos (regla del art. 1103). Respecto de los bienes comunes, dicho art. 168 del
c.f., considera dos supuestos: en el primero, en que el conviviente supérstite concurre
conjuntamente con los hijos, lleva la mitad para sí y de la mitad correspondiente al
fallecido se distribuyen los hijos; en el segundo, cuando no hay hijos, dice el art. 168 del
c.f., que se estará a las reglas del Código civil en materia sucesoria, esto es, se estará a las
reglas de los arts. 1102 y 1104, según las circunstancias.
Jurisprudencia
"De acuerdo al art. 194 de la Const., relativo a los efectos que producen las uniones
libres o de hecho, el concubino sobreviviente, tiene derecho sucesorio a los bienes,
acciones y derechos de su concubina muerta".
(G.J. Nro. 1622, p. 48).
CAPITULO VI
Cuando el afecto familiar no puede extenderse hacia abajo o hacia arriba, por falta
de descendientes y ascendientes, los romanos observaron que se extendía hacía los lados
(Scaevola). En esta virtud, la línea colateral vino a tomar el tercer grado de la sucesión
intestada. Nótese que la del cónyuge, no se ha clasificado como grado, porque no lo es en
sí y porque concurre tanto con los de primer grado como con los del segundo y, en
ausencia de herederos de los dos primeros grados, sucede solo, excluyendo a los del tercer
grado: los colaterales.
Los hermanos de doble vínculo, llamados también hermanos germanos, son los que
comunmente se les dice hermanos de padre y madre. Los hermanos unilaterales o medios
hermanos, son consanguíneos, cuando tienen un padre común o uterinos, cuando tienen
madre común. El tratamiento legal que reciben en la materia en estudio, es muy diversa.
El sistema francés, siguiendo el del Fuero Juzgo, destruye el principio general que
sienta desde el primer momento, de que la sucesión no atiende al origen de los bienes y
divide la herencia en dos líneas; los germanos toman en ambas la parte correspondiente,
pero los unilaterales sólo concurren en su línea (Aubry y Rau, cit. por Scaevola).
En el Cgo. italiano de 1942, -que ha mantenido las reglas del de 1865- y del cual se
han tomado las reglas contenidas en los párrafos II de los arts. 1109 y 1110, los unilaterales
llevan la mitad de la cuota de los germanos, que según sea la cuota viril o de hecho (que se
ha discutido en la doctrina), puede ser un poco más o un poco menos en la viril que en la
de hecho, efectiva, en la cual los germanos llevan el doble de lo que llevan los unilaterales.
La legislación española dispone, para cortar las discusiones del sistema italiano, que los
germanos recibirán el doble que los medio hermanos, de manera que hace inaplicable el
sistema de la cuota viril (Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "Este art. 620 (1109) dispone que a falta de herederos forzosos, entrarán a la
sucesión los parientes colaterales por su orden y grado".
(G.J. Nro. 775, p. 31).
2.- "El art. 620 (1109) como en el mismo se expresa, solamente tiene lugar a
falta de herederos forzosos".
(G.J. Nro. 836, p. 19).
3.- "A la muerte de X que heredó a su padre, quedó su hermano menor, nacido
de la madre común, (teniendo) el expresado menor derecho preferente a la
sucesión de su hermana uterina, cualquiera que sea su procedencia paterna,
por encontrarse en grado más próximo que los tíos de la misma".
(G.J. Nro. 895, p. 16).
4.- "A falta de herederos forzosos entran en la sucesión intestada los parientes
colaterales del difunto, por su orden y grado".
(G.J. Nro. 982, p. 43).
5.- "Los parientes colaterales son llamados por ley a la sucesión sólo cuando el
de cujus muere ab-intestato. Pero si éste instituye heredero por testamento y
lo hace en favor de personas extrañas (por no tener herederos forzosos) los
colaterales no tienen derecho para impugnar (la institución), porque la ley
no le asigna legítima alguna".
(G.J. Nro. 1119, p. 25).
9.- "El art. 620 (1109) del c. c., confiere el derecho de suceder a los parientes
colaterales, en el caso de no existir hijos, esposa, padres o abuelos del
difunto y, en la especie, al probar los demandantes su calidad de hermanos
de la de cuius, han acreditado su derecho a la sucesión".
(G.J. Nro. 1624, p. 23).
Z\ \
| \ \
A \X \Y
/| \
/ C \
B | D
E |
| H
F
|
G
Supóngase como en el ejemplo anterior, que muere B después que su padre A, sus
hermanos C y D, sus sobrinos E y H y su sobrino nieto F, quien deja a su hijo G, sobrino
bisnieto (5º grado) de B. Que quedan vivos al tiempo de la muerte de B, sólo los hermanos
de su padre A, sus tíos X y Y, que son sus otros parientes colaterales (no de la línea
colateral descendente) en 3º grado. Por la regla del art. 1110, éstos heredan excluyendo a G
(pariente en 5º grado). Si viviera F, pariente en 4º grado de la línea colateral descendente,
excluiría a X y Y. Los cómputos para estos ejemplos, conforme a lo dispuesto por el art.
1088, responden a las reglas del art. 11 del c.f.
Respecto del parágrafo II, v. la anot. pertinente al prg. II del art. anterior.
Jurisprudencia
"El auto que declara heredero a X.X., en la vía indirecta, se apoya en el art. 620
(1110) del c. c., que está en completa contradicción con el D. S. 4175 de 16 de
Sept. de 1955, convertido en ley por la de 29 de Oct. de 1956, que establece que no
habiendo herederos forzosos la sucesión abintestato en la línea colateral sólo tendrá
lugar en favor de los hermanos y de los hijos de éstos en representación suya y que
a falta de éstos parientes sucederá el Estado ".
(G.J. Nro. 1608, p. 55).
CAPITULO VII
El precepto se ajusta al aforismo Fiscus post omnes (el fisco después de todos; cit.
Scaevola).
La doctrina, considera que vacantes unos bienes, por no existir herederos del linaje
del causante o por no haberlos querido aceptar los parientes con derecho a ello, de las dos
soluciones que se ofrecen: dejarlos a merced del primer ocupante en beneficio del interés
privado, o adjudicárselos al Estado en beneficio del provecho general, el de la utilidad
social, ha de prevalecer el interés general sobre el particular (Scaevola).
Es de interés general que exista en todos los casos un titular del patrimonio
hereditario, a fin de evitar que los bienes se conviertan en vacantes y se rompa la
continuidad de las relaciones patrimoniales. Así sea sólo para proveer a la administración
de los bienes y al pago de las deudas, el Estado queda investido de la cualidad de sucesor,
sentido en el cual la sucesión del Estado coincide con el fenómeno de la vacancia de la
herencia (Messineo).
Al tratar de los derechos sucesorios del Estado, no debe olvidarse el punto de vista
Fiscal (Planiol y Ripert): las imposiciones que se aplican a las sucesiones, debido a su
constante aumento, convierten en la práctica al Estado, en una especie de copartícipe -de
coheredero irregular- en todas las sucesiones.
2.- "Para que esta sucesión tenga lugar, es menester que los bienes se hallen
vacantes, por no haberse presentado el interesado que los reclame en los
términos señalados por ley: el año asignado para aceptar o renunciar la
herencia y el otro asignado a la convocatoria por edictos".
(G.J. Nro. 1308, p. 47).
4.- "En las herencias deferidas al Estado a falta de titular legítimo de una
sucesión, según establece el art. 1111 del c. c., los bienes que las componen
se reputan vacantes, debiendo observarse, en tal caso, los trámites especiales
previstos por el art. 698 del p.c.".
(G.J. Nro. 1624, p. 195).
T I T U L O III
DE LA SUCESION TESTAMENTARIA
CAPITULO I
ART. 1112.- (Noción). I. Por un acto revocable de última voluntad una persona
capaz puede declarar obligaciones o disponer de sus bienes y derechos en todo o en parte,
dentro de lo permitido por la ley, para que ese acto tenga efecto después de su muerte. La
parte no dispuesta se sujeta a las reglas de la sucesión legal, si ha lugar.
II. Los testamentos también pueden contener disposiciones de carácter no patrimonial.
"Testatio mentis son dos palabras de latín, que quiere tanto decir, en romance,
como testimonio de la voluntad del ome. De estas palabras fue tomado el nome de
testamento", dicen las Partidas (6ta., tít. I, ley 1). El proemio de dicha partida sexta, dice
además: "Testamento es una de las cosas del mundo en que mas deuen los omes auer
cordura quando lo facen, e esto es por dos razones: la una porque en ellos muestran, qual es
la su postrimera voluntad, e la otra, porque después que lo han fecho, si se muriesen, no
pueden tornar otra vez a enderecarlos, ni a facerlos de cabo" (Cit. de Scaevola).
Todos estos caracteres, derogatorios del derecho común, hacen del testamento un
acto jurídico excepcional (Mazeaud).
Jurisprudencia
1.- "Los testamentos son actos de última voluntad, cuyas disposiciones sólo
pueden tener efecto después del fallecimiento del testador y las acciones y
derechos de los herederos nacen en el momento en que se abre la sucesión
por muerte de aquél".
(G.J. Nro. 673, p. 5).
2.- "Siendo el testamento el acto de última voluntad, por el que una persona
dispone de sus bienes, acciones y derechos para después de su muerte,
celebrado con las formalidades que requiere la ley, debe comprobarse el
cumplimiento de éstas al mismo tiempo que la intención manifiesta de
otorgarlo".
(G.J. Nro. 802, p. 35).
3.- "El testamento o acto de última voluntad, en que una persona dispone de sus
bienes, acciones y derechos después de su muerte, debe ser otorgado para su
validez, con las formalidades que determina la ley".
(G.J. Nro. 817, p. 29).
6.- "El testamento como acto de última voluntad, que tenga efecto después de la
muerte, debe otorgarse con las formalidades exigidas por la ley".
(G.J. Nro. 965, p. 3).
7.- "El testamento como acto de última voluntad para su validez debe otorgarse
con los formalidades exigidas por la ley".
(G.J. Nro. 1097, p. 27).
ART. 1113.- (Herencia y legado). I. El testador puede disponer de sus bienes sea en
calidad de herencia o sea en calidad de legado.
Fte: Cgo. esp. 668 (para I) - Cgo. it. 588 (para II) -
Conc: c.tb. 26 -
c. c. 89 - 92 - 606 - 1007 - 1154 - 1181 - 1182 - 1186 -
Según el Digesto, qui in universum ius succedunt, heredes loco habentur (los que
suceden al difunto en todos sus derechos, se tienen por herederos; Lib. 50, tít. 17, ley 128;
cit. Scaevola).
Del art., que parece una combinación de la primera parte del art. 668 del Cgo.
español y el 588 del italiano, se desprende que todos las diversas modalidades y formas de
la última voluntad de una persona tienen sólo que ser, forzosamente, o a título universal o a
título particular, sin que haya posibilidad de salirse de estos dos ineludibles términos: o el
testador deja toda su herencia o parte determinada de ella al sucesor, o solamente le
trasmite una cierta porción de bienes o algún objeto individual. Aubry y Rau (cit. por
Scaevola) enseñan que ha de estarse, conforme a la razón, a los preceptos de la ley, sin
consideración a la calificación que el testador puede haber atribuído a su disposición, en el
caso de que tal calificación no estuviese en armonía con la naturaleza de la disposición de
la ley.
El art. no tiene equivalente italiano y sí, más bien español (art. 670 de su c. c.).
Prohibe el llamado testamento por comisario o mandatario, cuyo origen, según Caravantes
(cit. Scaevola) estaría en una decretal del Papa Inocencio III, que declaró caduco el derecho
de los obispos (ius spolii) de disponer de los bienes de los clérigos que morían intestados,
cuando un clérigo encargaba a otro, al morir, que dispusiera de sus bienes. El precedente
histórico más remoto en el antiguo derecho español, aparece, según Scaevola, en el Fuero
Real (Lib. 3, tít. 5, ley 6), que sufrió una restricción de importancia en la legislación de
Partida y se prohibe esta forma de testamento en el Proyecto de c. c. de 1851, prohibición
que recoge el c. c. vigente en el art. 670, fuente del que aquí se anota.
Ninguna razón justifica, dice Morales y Gómez (cit. Scaevola) que la ley prescinda
de dar el carácter personal a tan solemne y trascendental acto y siempre ha de ser menos
molesto aun para el que se halle con grave padecimiento físico otorgar su testamento que
circunstanciar las facultades del tercero mandatario (comisario).
El Digesto (Lib. 50, tít. 17, regla 12, cit. Scaevola) establece como regla general de
interpretación de los testamentos este principio: in testamentis plenius voluntates
testantium interpretatur (en los testamentos se ha de interpretar latamente la voluntad de los
testadores). Y el Codex (Lib. 6, tít. 28, ley 3, cit. ibidem) contiene el principio del art. en
examen: cum enim manifestissimus est sensus testatoris, verborum interpretatio nusquam
tantum valeat ut melior sensu existat (cuando es manifiesta la voluntad del testador, la
interpretación de las palabras del testamento sólo vale en cuanto no contraría dicha
voluntad).
Esto se ha dicho siempre por todas las legislaciones, lo mismo antiguas que
modernas. Representa un principio de derecho, tan comprensible y al alcance universal que
algunos Códigos omiten declararlo.
La jurisprudencia (véase caso 1 del arts. 1154), acoge como regla de interpretación,
el axioma in contractibus plena in testamentis plenior.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 1, 2, 3 y 4 del art. 1154; 1 del art. 1158.
POR TESTAMENTO
SECCION I
De las disposiciones de esta sección, se puede inferir que una sola cualidad esencial
parece exigirse en el que trate de hacer testamento: la de que goce de capacidad intelectual.
Aunque las legislaciones varían respecto a la edad en que se suponen capaces para tal acto
de disposición todas coinciden, en que el otorgamiento del testamento supone
exclusivamente la plenitud de la razón, capacidad de la mente, dejando ya de tener cabida
en el Derecho moderno las incapacidades propias de costumbres inhumanas superadas,
como las relativas a la esclavitud y a la muerte civil.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 3 del art. 1119; 2 del art. 1120.
Este art. sólo enumera, en general, las incapacidades para testar respecto de toda
clase de testamentos. Queda para las respectivas secciones del Capítulo III, las de quienes
no pueden otorgar testamentos especiales o testamento cerrado o abierto.
Jurisprudencia
1.- "No se ha acreditado que la testadora haya sido loca o fatua declarada por
sentencia ejecutoriada, única manera de probar tal estado de incapacidad
para estar comprendida en la excepción del art. 458 (1119) del c. c.".
(G.J. Nro. 787, p. 15).
4.- "Probado que la testadora no podía expresar su voluntad, como exige el art.
443 (1112) del c. c., por la inconsciencia en que se encontraba el día en que
el testamento aparece otorgado, debido a una embolia cerebral, que le
ocasionó hemiplejia del miembro superior derecho y paralización de sus
facultades mentales y físicas, según prueba abundante que incluye los
informes médico-forenses, resulta evidente que la firma estampada en dicho
testamento no corresponde a la testadora".
(G.J. Nro. 1589, p. 59).
5.- "Según el marco señalado por la ley es indispensable que la voluntad del
testador no esté viciada y que sea expresada claramente, dando la
certidumbre de que cuanto contiene el testamento es la expresión fiel de un
estado de conciencia del testador respecto de sus últimas disposiciones".
(G.J. Nro. 1589, p. 59).
El principio del art. es tan obvio, que apenas si admite comentario alguno. Pero ha
de tenerse presente, en su virtud, que los motivos de incapacidad posteriores al
otorgamiento del testamento, en nada afectan a la integridad y validez de éste. Es al
momento en que el testador exterioriza su última voluntad, al que se refieren los requisitos
generales de la capacidad exigidos.
Jurisprudencia
1.- "Que argüída la inhabilidad mental del testador por su avanzada edad en la
época en que otorgó su testamento, lejos de haberla acreditado las actoras
han justificado con las pruebas producidas que se encontraba en pleno uso
de su razón, sin que, por otra parte, exista la previa declaratoria judicial de
incapacidad".
(G.J. Nro. 928, p. 15).
2.- "Probada que el otorgante dio sus disposiciones en el pleno uso de sus
facultades intelectuales, aun respondiendo con serenidad a las observaciones
del notario, no se ha infringido el art. 443 (1112) del c. c.".
(G.J. Nro. 929, p. 3).
El art. establece la regla general de que todos son capaces para recibir por
testamento. Señala luego las excepciones: los indignos (art. 1009 y s.), los desheredados
(art. 1173 y s.) y los considerados incapaces para el efecto, que son los señalados en los
arts. 1122 y s.
Aplícase al caso del art. este precepto del Digesto: si nemo subiit hereditatem,
omnis vis testamenti solvitur (si nadie recibe la herencia, queda sin efecto todo lo dispuesto
en el testamento; Lib. 50, tít. 17, ley 181; cit. Scaevola).
ART. 1122.- (Incapaces para recibir por testamento). Son incapaces para recibir por
testamento:
1) Los que estén concebidos al morir el testador y los concebidos que no nacen con
vida. Se exceptúa el caso previsto en el parágrafo III del artículo 1008.
2) Los indignos o desheredados por declaración judicial.
3) Cualesquiera entidades o instituciones no permitidas por las leyes o que no sean
personas jurídicas, excepto cuando el testamento disponga que se organice una
nueva corporación o fundación, sujeta al correspondiente trámite legal.
4) El notario y los testigos del testamento; la persona que a ruego lo escribe y el
intérprete; el cónyuge, los descendientes, ascendientes y hermanos de los mismos.
5) El médico o profesional y el ministro del culto que asistieron al testador durante
su última enfermedad, si entonces hizo su testamento, y en iguales circunstancias la
iglesia o comunidad a la que dicho ministro pertenezca, y los que vivan en su
compañía; el abogado que lo asistió en su otorgamiento, y los parientes indicados
en el artículo anterior, excepto si son herederos legales.
6) Los tutores o curadores y albaceas y sus parientes en los grados arriba previstos,
a no ser que hubieran sido instituídos antes de la designación para el cargo o
después de aprobadas las cuentas de su administración, excepto si son herederos
legales.
Fte: Cgo. it. 462 - 463 - 600 - 597 - 596 (para incs. 1, 2, 3, 4, 6, respectivamente)
- Cgo. arg. 3739 - 3740 (para inc. 5) -
Conc: c. c. 664 - 1008 - 1011 - 1123 - 1124 - 1146 -
Estas incapacidades, están determinadas por razones de incompatibilidad entre la
cualidad de heredero instituído y la función cumplida o participación tenida en el
otorgamiento del testamento, que pueden dar lugar a ejercer influencias en el ánimo del
testador o a abusar de la confianza de éste (Messineo). Son las personas mencionadas en
los casos 4, 5 y 6 del art., quienes no pueden recibir por testamento en los dichos casos ni a
través de interpósita persona, concepto que, con la presunción iuris et de iure (Messineo),
abarca a los ascendientes, descendientes, cónyuge y hermanos de la persona sujeta a la
prohibición legal, (art. 1123). La excepción declarada en el párrafo I de este art., se refiere
a los casos en que las personas comprendidas en las prohibiciones por las
incompatibilidades señaladas, sean herederos legales del testador. La incompatibilidad de
las personas interpuestas, tiene que existir a tiempo de la facción del testamento. No habrá
incompatibilidad, cuando ésta es resultado de un hecho sobreviviente, posterior a la facción
del testamento, por ejemplo el caso de la esposa del tutor o del notario, por matrimonio
celebrado con posterioridad al otorgamiento del testamento en que aquélla aparece
instituída heredera.
Fte: Cgo. it. 599 y Cgo. arg. 3741 (para I) - Cgo. arg. 3742 (para II) -
Conc: c. c. 1122 -
Comprendido en la anot. al art. anterior.
Donde el art. se refiere al incapaz a secas, ha de entenderse que se refiere al incapaz
de recibir por testamento y nada más.
El art., agrega algunos casos de incapacidad de recibir por testamento. Aquéllos que
sin causa justificada han eludido cumplir funciones de tutores, curadores o albaceas. La
disposición ha de considerarse en concordancia con el art. 291 del c.f. y se refiere a los
ascendientes o parientes colaterales o afines que no aceptan ejercer la tutela, sin tener
algunas de las causas de dispensa consignadas en el art. 297 o porque están comprendidos
en alguno de los casos de incapacidad para ejercer la tutela, señalados por el art. 296 del
mismo código. Quienes han sido removidos del cargo por las causas de remoción indicadas
en el art. 327 del c.f., también están comprendidos en el art. 1123. Para el caso de los
albaceas el art. 1222, señala las causas de incapacidad para ejercer el cargo, las misma que
debe considerarse causas para dispensarse justificadamente de ejercerlo, sin caer en la
sanción del art.
Las consecuencias de la negativa son las mismas para los tutores que hayan sido
designados en testamento (art. c.f.), que pueden ser extraños, o para los ascendientes o
colaterales llamados por la ley a ejercer el cargo (art. 291 c.f.), a los que se refiere el
párrafo II del art., cuando habla de tutela legítima, terminología que la nueva legislación
familiar elude emplear.
SECCION I
Fte: Partida 6, tít. 1, ley 1 (para I) - Cgo. abrg. 445 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 444 - 445 -
Conc: c. c. 1127 - 1131 - 1134 y s. - 1136 - 1142 - 1207 -
Sería inútil reseñar siquiera las formas de testar o las diversas clases de testamentos,
según las diferentes legislaciones europeas y americanas. Hay criterio para todos los gustos
y acomodamiento para las más diversas opiniones (Scaevola). En esta materia, según
muestra el Código, parece que se ha hecho un esfuerzo en sentido de formular reglas
propias, en una combinación de las experiencias nacionales y la inspiración de algunas de
las disposiciones del Cgo. modelo. Sin embargo no se ha alcanzado la claridad y unidad en
los conceptos, como hubiera sido de desear, tal cual se verá en las secciones siguientes.
SUBSECCION I
Fte: Cgo. it. 604, 1º) - Nov. Recop. Lib. 10 - tít. 18, ley 2 -
Precd: c. c. abrg. 446 -
Conc: c. c. 1126 - 1128 - 1129 - 1144 -
La Partida 6ª, tít. 1, ley 2ª, define la forma secreta de testar como, la que el ome
faze de manera que los testigos no sepan lo que yace en él.
De todo lo que suceda, desde la presentación del pliego por el testador, ha de dar fe
el Notario, narrándolo sucintamente en la cubierta o sobre que, necesariamente, debe
ofrecer un espacio suficiente para el efecto, de todo lo cual se hará constar también en el
acta que deberá quedar en el registro notarial, cuidando de que, en ambas actuaciones
(actas en la cubierta y en el registro), la designación de lugar, día, hora, mes y año del
otorgamiento, sean hechas con absoluta claridad y de manera que lo escrito no llegue a ser
adulterado.
Jurisprudencia
2.- "La entera fe que según el art. 905 (1287) merece el instrumento público,
extendido en la cubierta del pliego, respecto a cuanto en él se asegura, no
puede ser destruída por la declaración posterior y singular de uno de los
testigos instrumentales, que contrariando sus primeras aseveraciones
solemnes, autorizadas con su firma, trata de hacer dudosa la verdad de ese
acto público".
(G.J. Nro. 616, p. 7).
3.- "Ninguna ley prescribe, que además de la firma del testador o de uno de los
testigos a su ruego, en el otorgamiento notariado, sea también suscrito
precisamente el testamento antes de cerrado, por ser bastantes los requisitos
enunciados (para) el pliego cerrado".
(G.J. Nro. 687, p. 47).
A las reglas de capacidad contenidas en los arts. 1118 y s., ha de agregarse una
específica para los testamentos cerrados (inc. II), subordinada al hecho de que el testador
sepa y pueda, al menos, leer (Messineo). Consiguientemente, quien no sepa leer (el
analfabeto) y quien, aun sabiendo, no pueda leer en el momento de testar como sería el
caso de los ciegos, no pueden hacer testamento cerrado. El art. 460 del Cgo. abrg. era más
preciso, porque disponía que el ciego sólo podía hacer testamento abierto, ante notario y
cinco testigos. Un ciego que lee en el alfabeto para ciegos (Braille), podría considerarse no
incluído en la disposición del prg. II del art.
De todos modos, aunque falte disposición expresa o específica para el caso del prg.
II, el ciego o los que no saben leer, no están despojados de testar. Si no pueden hacerlo
mediante testamento cerrado o secreto, pueden hacerlo mediante uno abierto o público, en
cualesquiera de las formas previstas por la Subsección siguiente.
Jurisprudencia
2.- "El testamento otorgado con las formalidades prevenidas por el Capítulo II
del Tít. 1º del libro III (Subsección I, Sección II, Capítulo III, Tít. III, Lib.
IV) del c. c., es válido, sin que la ley exija que además de esa forma de
otorgamiento notariado deba dictarse y escribirse el texto mismo del
testamento en presencia de testigos".
(G.J. Nro. 1315, p. 46).
No obsta que el testador no sepa escribir, una vez que está permitido el uso de
medios mecánicos y aun utilizar la cooperación de un plumario o de un dactilógrafo. El art.
contiene una excepción a la regla antedicha. El mudo y el sordomudo, para hacer
testamento cerrado, deben saber, además de leer, escribir y elaborar su testamento, todo
escrito y firmado de su propia mano, llenando por escrito las demás formalidades de
presentación ante el Notario y testigos.
El sordomudo y el que no puede hablar, aun sordo y aun mudo, cuenta con el
inapreciable sentido de la vista y cuenta, sobre todo sabiendo escribir, con medios para
proceder en la vida de relación y en el manejo de sus intereses de manera segura
relativamente y no tan expuestas a las sugestiones de la codicia ajena. Por eso, las Institutas
de Justiniano (regla 3, tít. 12, Lib. 2, cit. Scaevola), dice que el sordo y el mudo no pueden
siempre hacer testamento.
Fte: P. 6, tít. 1, ley 2 (para I) - Cgo. it. 605 (para II) - Cgo.
esp. 711 (para III) -
Precd: c. c. abrg. 449 - 450 -
Conc: p.c. 654 -
c. c. 1147 -
El testamento, para adquirir validez como testamento cerrado, debe ser entregado,
por el testador personalmente, en presencia de los testigos (tres: art. 1127, I), a un notario,
debiendo efectuarse el sellado y lacrado del pliego o del sobre, en el acto de la entrega a los
fines de la diligencia previstas en el prg. II del art. 1127, que haga constar la declaración de
que el pliego o el sobre contiene el testamento del otorgante.
El prg. III, establece tres medios a elección del testador para la conservación del
testamento cerrado: conservarlo en su poder, encomendar su guarda a persona en quien
tenga confianza o depositarlo en la Notaría del notario autorizante para que lo guarde entre
los documentos y registros a su cargo. La conservación del testamento en poder del
testador, no supone necesariamente que lo tenga consigo; puede utilizar una caja de
seguridad en un Banco de su confianza (c. com. arts. 1428 y s.).
Fte: P. 6, tít. 1, ley 1 - Nov. Recop. Lib. 10, tít. 18, ley 1 -
Precd: c. c. abrg. 451 - 452 -
Conc: c. c. 1126 - 1144 -
De acuerdo a las reglas de la sección en examen, puede hacerse por ante notario,
entonces se trata de un instrumento público; o solamente ante testigos, caso en el cual
corresponde considerar el documento probatorio, como instrumento privado. Difieren
únicamente en el número de testigos que deben concurrir en una y otra eventualidad,
siendo las formalidades las mismas.
El art., dispone que el testamento público puede hacerse por escrito o de palabra.
Esto supone que puede usarse minutas o instrucciones previas, dadas al notario. Laurent y
otros autores (cit. de Scaevola), juzgan conveniente el uso de minutas, instrucciones o
borradores previos, para que hechas las correcciones que estime necesarias el testador, la
lectura se haga con menos riesgo de malinterpretaciones del instrumento, ya puesto en
limpio.
Jurisprudencia
1.- "Que el testamento de... ha sido otorgado sin la concurrencia de los tres
testigos que requiere el art. 453 (1132) del c. c. puesto que el plumario X no
fue hábil para serlo, (por lo que no es válido)".
(G.J. Nro. 755, p. 34).
3.- "La nota "no se autoriza este testamento, por no haber pagado los derechos
el otorgante" puesta después del signo, lejos de acreditar la falta de notario
al acto, manifiesta y comprueba, con la firma de éste, su concurrencia a él,
sin que ninguna ley le faculte para desautorizar un documento solemne al
que había concurrido, aduciendo un motivo extraño... por consiguiente el
indicado testamento es válido".
(G.J. Nro. 856, p. 45).
4.- "En los testamentos abiertos hechos ante Notario es indispensable que
concurran tres testigos vecinos del lugar".
(G.J. Nro. 1111, p. 47).
5.- "El testamento abierto puede ser otorgado ante escribano y testigos o ante
testigos solamente, no siendo indispensable la previa comprobación de la no
existencia de notario para otorgar un testamento ante testigos solamente".
(G.J. Nro. 1493, p. 89).
6.- "El testamento como acto solemne, para su validez, requiere, si es abierto y
otorgado ante Notario, de la concurrencia de tres testigos y si no concurre
Notario deben concurrir cinco testigos y resultando, en la especie, que el
otorgamiento del documento que en copia aparece a fs. no ha concurrido
ningún testigo y aparecen sólo en su protocolización dos testigos,
concurrencia ésta diferente a la del acto de última voluntad, la existencia de
éste es nula".
(G.J. Nro. 1624, p. 23).
Jurisprudencia
3.- "Se declara nulo y sin ningún valor el testamento sujeto a este juicio por no
haber concurrido sino tres testigos forasteros con infracción del art. 454
(1133, 1)".
(G.J. Nro. 1109, p. 11).
4.- "Habiendo concurrido los tres testigos que exige el art. 454 (1133, 1) del c.
c., a cuyo mérito se ha declarado comprobado el testamento por auto de fs.,
éste surte efectos legales conforme a ley".
(G.J. Nro. 1619, p. 24).
5.- V. los casos Nos. 5 y 6 del art. anterior; 1 del art. 1207.
SECCION III
ART. 1134.- (Testamento en caso de riesgo grave). En caso de riesgo grave que
amenaza al testador por causa de epidemia, calamidad pública, accidente o enfermedad
imprevista, en lugar o circunstancia que impide acudir a las formas ordinarias el testador
puede disponer su última voluntad sea de palabra o por escrito, bajo los requisitos
siguientes:
1) Que se otorgue en presencia de cinco testigos o por lo menos tres si no pueden ser
habidos los cinco.
2) Que siendo en forma escrita, firmen el testador y todos los testigos, aplicándose lo
previsto en el artículo anterior.
3) Que siendo en forma verbal solamente, firmen los testigos un acta del otorgamiento
con la misma previsión del inciso precedente.
4) Si tampoco se puede levantar y firmar el acta, valdrá como testamento verbal.
Fte: Cgo. it. 609 - Recop. de Indias Lib. 1, tít. 13, ley 9 (para inc. 4) -
Conc: p.c. 660, I) -
c. c. 1126 - 1135 - 1151 - 1215 -
Seis son los casos que incluye la sección entre los testamentos especiales, que son
además de carácter público, siquiera tendencialmente según Messineo:
Este art. y el siguiente (1135) regulan los testamentos otorgados en caso de riesgo
grave y su eficacia. Son tales, los que en imposibilidad de utilizar las formas ordinarias,
son hechos en un lugar donde domina una epidemia (enfermedades contagiosas), o porque
ocurre una calamidad pública (inundaciones, incendios, terremotos, etc.) o un accidente. El
original italiano dispone, que puede ser autorizado el testamento por cualquier funcionario
público que se halle en el lugar.
Fte: Cgo. it. 610 (para I y II) - Recop. de Indias, Lib. 1, tít. 13, ley 9 (para III) -
Conc: c. c. 1134 -
Comprendido en la anot. al art. anterior.
ART. 1136.- (Testamento a bordo de nave o aeronave y su eficacia).
I. Los viajeros a bordo de nave marítima, fluvial, lacustre o aérea pueden testar durante el
viaje ante el capitán o comandante de ella o, a falta de éste, ante quien le sigue en rango
inmediato, en presencia de por lo menos tres testigos, observándose en lo demás y en
cuanto sea aplicable según el caso, lo prescrito sobre los testamentos cerrados, abiertos o
verbales, debiendo anotarse el otorgamiento en el diario de a bordo.
II. La eficacia de esta clase de testamento surte efecto únicamente si el testador muere
durante el viaje; en caso contrario caducará pasados treinta días del desembarco en un lugar
donde el testador pueda acudir a las formas ordinarias de testar.
La fuente italiana habla de que el testamento, en estos casos, será autorizado por el
capitán de la nave y cuando éste es quien hace testamento, el mismo será autorizado por su
lugarteniente, lo que parece más lógico que lo preceptuado en este art., y, además, en la
disposición modelo no se exige la concurrencia de testigos.
Las reglas del Código, es cierto, han tratado de adecuar sus disposiciones a la
realidad para la cual legisla. Sin embargo, se ha repetido, innecesariamente, disposiciones
que podían concretarse a permitir un testamento escrito ante testigos y autorizado por quien
corresponda según las situaciones.
La eficacia de todos estos testamentos (en caso de riesgo grave, a bordo de nave o
aeronave y los militares), tienen un plazo limitado de vigencia, según los casos, después de
restablecidas las circunstancias normales, si el testador no fallece en la coyuntura en que se
vio obligado a otorgar testamento especial.
Jurisprudencia
Fte: Cgo. it. 602 - 618, 2º) - Partida 6ª, tít. 1, ley 4 - Nov. Recop. Lib. 10,
tít. 18, ley 8 -
Precd: c. c. abrg. 456 - 457 -
Conc: c. c. 1137 -
Habría sido preferible, aun en la intención de darle a esta forma de testamento sólo
carácter especial, determinar que las personas comprendidas en las ocupaciones señaladas
en el art. 1141, están autorizadas a hacer testamento ológrafo, para individualizar el cual,
habría sido, también, mucho mejor copiar simplemente el art. 602 del modelo italiano, que
dice:
"602.- Testamento ológrafo.- El testamento ológrafo debe ser escrito por entero,
fechado y firmado de puño y letra del testador. "La firma debe ponerse al final de
las disposiciones. Aun cuando no indique nombre y apellido es, sin embargo, válido
cuando designa con certeza la persona del testador".
"La fecha debe contener la indicación del día, mes y año. La prueba de la falta de
verdad de la fecha se admite solamente cuando se trate de juzgar de la capacidad
del testador, de la prioridad de fecha entre varios testamentos o de otra cuestión a
decidirse a base del momento del testamento"
Tanto el Anteproyecto Ossorio (arts. 1549 y s.), como el Proyecto Toro (arts. 1526
y s.), dieron al testamento ológrafo, el tratamiento que le dan todas las legislaciones que lo
reglamentan, como una forma más entre los testamentos ordinarios.
El art. antes que procurar una pronta adaptación del campesino a las formas de
convivencia, para las cuales legisla el Código, aleja esa posibilidad con un criterio menos
evolucionado que el que informa el art. 455 del Cgo. abrg. Ossorio, en su Anteproyecto
(art. 1557), parece dar un mejor tratamiento al problema, al disponer que las autoridades
deben resolver periódicamente sobre los lugares del país, en los que debe continuar
aplicándose dicho art. 455 del Cgo abrg., equivalente al 1142 del Cgo. vigente. El Proyecto
Toro, no contiene disposición alguna análoga a ésta.
Jurisprudencia
El Cgo. italiano, modelo del vigente, no contiene regla especial sobre la materia de
esta sección. Pero ella está reglamentada en la Ley Notarial italiana (arts. 54 y 55) y, según
Messineo, quien no conoce la lengua italiana, podrá hacer testamento público (abierto), con
la presencia de un intérprete, redactado en los dos idiomas -en columnas paralelas- el
italiano y el de la nacionalidad del testador. En caso de divergencia entre ambos textos, se
ha de dar preferencia a la lengua conocida del testador, esto es, la extranjera.
Según el art. 684 del Cgo. español, que parece haber inspirado el precepto del art.
1144, se requieren como en éste dos intérpretes. El sistema italiano exige que el testamento
sea redactado en las dos lenguas, lo que está más conforme con la importancia social del
acto según se ha destacado en la nota al art. 1126. El prf. II del art. 1143, similar al párrafo
1º del art. 732 del Cgo. español, plantea algunas cuestiones: puede el boliviano hacer
testamento ológrafo, en los países en que está permitida esta forma de testamento, que
como se ha visto ya, difiere de la regulada por el art. 1141? De acuerdo al párrafo II del art.
1143, la respuesta es afirmativa. Segunda cuestión: Podrá el boliviano en el extranjero, usar
el testamento por comisario o apoderado, si la legislación respectiva lo permite, no
obstante prohibirlo en el art. 1115? Podrá igualmente, hacer el boliviano en el extranjero un
testamento mancomunado o conjunto, prohibido por el art. 1114, si la legislación del país
extranjero donde se encuentra, lo permite?
Jurisprudencia
ART. 1145.- (Condiciones para ser testigo testamentario). Para ser testigo
testamentario se requiere ser mayor de edad de uno u otro sexo, hallarse en el goce de los
derechos civiles y conocer al testador.
Si se considera que se reconoce a los 16 años capacidad para testar (art. 1119), bien
podía reconocerse esa misma edad para ser testigo testamentario, más aun para los casos de
los testamentos especiales en tiempos de epidemia u otros riesgos graves (art. 1134).
Nótese que el Procedimiento Civil (art. 444), reconoce capacidad para testificar a los
menores que hayan cumplido 14 años.
Si se admite que la persona, cumplidos los 16 años, tiene capacidad para disponer
de su fortuna por testamento, no existir razón valedera para exigir mayor suma de
conocimientos, mayores alcances intelectuales o disposiciones morales al que únicamente
va a autorizar con su presencia y con su firma, actos de otra persona (Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "El testamento se otorgó en La Paz con la asistencia de sólo 3 testigos, que
aparecen firmando en él. La concurrencia de otras personas más al lugar en
que se hizo ese testamento, que no tuvieron carácter de testigos, no subsana
la falta de una formalidad esencial para el otorgamiento".
(G.J. Nro. 779, p. 39).
2.- "En testamentos otorgados ante testigos solamente es esencial que éstos
sean mayores de edad, vecinos del lugar y hallarse en el goce de los
derechos civiles y la omisión de cualquiera de estas formalidades los
invalida de pleno derecho, por oponerse a las determinaciones de la ley en
su fin de garantizar la fiel expresión de la última voluntad del testador".
(G.J. Nro. 1135, p. 37).
De las inhabilidades detalladas en el art., poco hay que decir del caso 1) por razones
obvias. Es fácil comprender en este punto que desde las legislaciones más primitivas, el
sentido común forzosamente excluye en los negocios de los otros, el testimonio de quienes
no pueden regir sus personas ni sus bienes. El caso 2) es por demás comprensible y lógico;
las formalidades que suponen los testamentos solemnes, particularmente, no pueden ser
atestiguadas por un ciego, por un sordo o por un mudo (igualmente por los sordomudos).
El testigo ha de conocer al testador y para eso tiene que verle, ha de ver el cierre del
testamento en sobre, o el registro en que deba firmar; ha de oir las declaraciones o las
disposiciones del testador o lectura de éstas o del acta sentada en la cubierta, según una u
otra forma del testamento solemne, y, cuando corresponda, ha de tener que prestar
testimonio oral, etc.
Las inhabilidades 3), 4) y 6), conocidas desde los romanos, se justifican porque es
preciso rodear el acto del testamento de toda la seriedad, imparcialidad y confianza
posibles, de manera que, en todo lo posible, no quede a merced de testimonios cuya
veracidad pueda ponerse en duda, aun por el más escrupuloso.
Jurisprudencia
2.- "Al encargar la testadora que se venda su casa a X, según tenía convenido,
no la ha instituído heredera, para que el testigo Z, de quien se asegura ser
hermano de aquélla, se haya encontrado en la prohibición de este art.".
(G.J. Nro. 787, p. 15).
3.- "Entre los motivos que pueden excluir a los testigos que concurren (al
otorgamiento) de testamento, se halla comprendido el de parentesco que
tuvieran entre sí".
(G.J. Nro. 839, p. 15).
4.- "La ley no prohibe a los albaceas de una testamentaría, ser testigos del
testamento en que se les nombra".
(G.J. Nro. 850, p. 20).
5.- "El que no es instituído heredero sino albacea testamentario, puede en tal
concepto, concurrir como testigo a la entrega del testamento cerrado".
(G.J. Nro. 871, p. 28).
6.- "El amanuense o plumario del Notario público no pude ser testigo
instrumental contra lo previsto en el art. 9 de la L. del Notariado de 5 de
Marzo de 1858 (c. c. vigente art. 1146, caso 5º, i.f.) y la Corte ad quem al
declarar que tal extremo no está expresamente penada de nulidad ha violado
las disposiciones legales citadas".
(G.J. Nro. 1290, p. 37).
Jurisprudencia
1.- "El Notario que otorgó el testamento certifica en el mismo que la testadora
dictó todas las cláusulas contenidas en él a presencia de los testigos que
suscriben, quienes en sus declaraciones dicen haber visto y oído a aquélla,
estando todos reunidos como requiere este art. 468 (1147)".
(G.J. Nro. 787, p. 15).
2.- "El testamento no fue otorgado con las formalidades requeridas, porque los
testigos no estuvieron ni permanecieron en un mismo lugar, continuando un
mismo acto, desde el principio hasta el fin de la celebración, viendo, oyendo
y entendiendo bien cuanto dijo el testador".
(G.J. Nro. 841, p. 32).
4.- "Es nulo el testamento que fue otorgado en una habitación distinta de
la que ocupaba la testadora, sin que ésta hubiera dictado sus cláusulas (ante
los testigos) como requiere la ley".
(G.J. Nro. 965, p. 3).
5.- "Es falso y suplantado el testamento en que aparece como uno de los
testigos que además firma a ruego por la testadora, una persona que hacía
mucho tiempo se hallaba fuera del lugar en que aparece otorgado dicho
testamento".
(G.J. Nro. 1009, p. 97).
7.- "En los testamentos abiertos los testigos que concurren al acto, deben
hallarse reunidos, permaneciendo en el mismo lugar y continuando un
mismo acto desde el principio hasta el fin de la celebración del testamento,
debiendo ver y oir al testador y entender bien cuanto diga".
(G.J. Nro. 1191, p. 90).
CAPITULO V
DE LOS TESTAMENTOS
ART. 1148.- (De la apertura del testamento cerrado). Muerto quien hizo testamento
cerrado y acreditada la muerte, si alguien que se cree con interés pide su apertura, el juez
mandará, si el testamento no se ha presentado aún, lo entregue el depositario, se reunan los
testigos y reconozcan sus firmas en el pliego, así como los cierres y sellos, y se presente el
acta notarial del otorgamiento. Se abrirá ante los testigos y el notario, y, leído, ordenará el
juez se publique, se reduzca a escritura y se protocolice.
Todas las reglas contenidas en este Capítulo (arts. 1148 a 1153), por su carácter
esencialmente instrumental son más propios de las normas del procedimiento que del Cgo.
sustantivo. Corresponde, por lo tanto, apreciar su inteligencia y debida aplicación en
concordancia con las disposiciones del Capítulo IV, Título IV del Libro IV del Código de
procedimiento civil (arts. 652 y s.).
Jurisprudencia
"La apertura del testamento (cerrado) en presencia de sólo cinco de los siete
testigos que firmaron el otorgamiento y del notario, que reconocieron sus firmas y
abonaron las de los otros dos que faltaron a ese acto, uno por ausencia y otro por
haber desobedecido el emplazamiento y (encontradas) conforme las cerraduras,
(hace dicho testamento) válido".
(G.J. Nro. 1035, p. 52).
Fte: L. Not. 24 -
Precd: c. c. abrg. 480 - 481 -
Conc: p.c. 658 -
c. c. 1152 -
El párrafo II del art. concordante con el 658 del p.c., corrige expresamente la
costumbre viciosa de protocolizar lo protocolizado (testamento abierto), que impuso la
observancia del art. 480 del Cgo. abrg., el cual ya mereció del Dr. Melchor Terrazas
(Código Civil Explicado y Concordado) este comentario: Es superfluo este artículo,
supuesto que el testamento abierto otorgado ante escribano (notario), queda protocolizado
desde su celebración.
Jurisprudencia
1.- "No consta que el testamento se hubiera declarado tal, ni protocolizado con
arreglo a los arts. 481 y 482 (1149, I) única manera de probarse su
existencia legal para que sus disposiciones puedan ser aceptadas en juicio".
(G.J. Nro. 574, p. 15).
2.- "El testamento otorgado ante testigos, declarado por tal, mediante la
autorización del juez y protocolizado en los registros del Notario, constituye
un instrumento público".
(G.J. Nro. 705, p. 22).
3.- "El testamento abierto otorgado ante testigos solamente debe ser presentado
al juez para que examine dichos testigos a fin de que lo declare por tal y
mande su protocolización. No llenando estas formalidades no existe dicho
testamento ni surte los efectos consiguientes para la sucesión reclamada".
(G.J. Nro. 752, p. 16).
Jurisprudencia
"Para el testamento de palabra es preciso que los testigos declaren sobre los puntos
sustanciales de la disposición, con uniformidad, según lo previsto por este art. 482
(1150) (es decir) que hay necesidad de que especifiquen sobre la institución de
heredero, legados, deudas y bienes que deja (el testador), que son puntos
principales en que la ley quiere que estén conformes los testigos".
(G.J. Nro. 25, p. 225).
DE LA INSTITUCION DE HEREDERO
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Fte: Cgo. arg. 3710 (para I) - Partida 6, tít. 3, leyes 6 y 10 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 487 -
Conc: c. c. 1007 - 1015 - 1113 - 1159 - 1176 - 1182 -
Fundamento e rayz de todos los testamentos, de qual natura quier que sean, es
establecer herederos en ellos, dice el proemio del tít. 3º de la P. 6ª, una de cuyas
disposiciones subsiste como fuente del art., a través de su precedente, del que ha sido
tomada su formulación.
La designación de una o más personas (instituídos), que según las disposiciones del
testador son las destinatarias de los bienes del de cujus a título universal, constituye la
institución de heredero, que es, del normal contenido de un testamento (Messineo). La
disposición que eventualmente contienen los testamentos, por la cual el testador destina la
propiedad o el usufructo de alguno de sus bienes o una cuota de ellos, a título particular,
importa la institución de legatario.
Debe hacerse -en lo posible- en forma cierta o en términos claros, como dice el prf.
II del art., que parece inspirado en el contradictorio art. 772 del Cgo. español, cuando
ordena en primer término que designe a la persona por su nombre y apellido, para
manifestar seguidamente que es innecesaria la designación en esa forma. La doctrina sólo
exige que la designación permita, en cualquiera forma, determinar la voluntad del testador.
Según las Institutas de Justiniano (cit. de Scaevola), el nombre importa poco con tal que la
persona sea real y efectiva. Basta que la designación permita la identificación del
instituído, por una circunstancia cualquiera: parentesco, profesión, cargo y otras señales
para que la institución se considere válida, con tal que la duda no sea posible. Según la
interpretación de la ley de Partida, señalada como fuente del art., entre las circunstancias
que permitan conocer al instituído, sin que se diga su nombre están claramente
especificadas, cuando, por ej. el testador instituye herederos a sus hermanos, designación
que no ofrece duda, o al Rector de determinada Universidad o cuando simplemente se dice
"que mi heredero sea el pobre que pide limosna por las tardes junto a la puerta de mi casa".
Jurisprudencia
Fte: P. 3, tít. 9, ley 33 (para I) - Cgo. esp. 763, 2º) (para II) -
Precd: c. c. abrg. 490, 1º) -
Conc: c. c. 1065 - 1121 - 1168 - 1187 - 1251 -
Era más importante señalar, en esta disposición, la concurrencia de los límites del
poder de disposición del testador, en cuanto al alcance de éste. Las disposiciones que
sobrepasan el poder de disposición del testador, son ineficaces (Messineo).
Jurisprudencia
1.- "Al instituir heredera, declarando no tener herederos forzosos, con (sólo) la
designación de sobrina usó del derecho que le concede el art. 490 (1155) y
(no hay) el error que se supone".
(G.J. Nro. 557, p. 17).
2.- "El testador puede instituir cuantos herederos guste y a quienes quiera según
el art. 450 (1155); en la especie no teniendo la testadora herederos forzosos,
pues los hermanos no lo son, ha podido disponer como ha dispuesto de sus
bienes a su arbitrio".
(G.J. Nro. 909, p. 61).
3.- "El testador puede instituir cuantos herederos guste y como quiera si no
tiene herederos forzosos... X careciendo de sucesión al instituir por sus
herederos a los menores que educó llamándolos sus nietos, no ha incurrido
en error, pues que indicó aun el nombre de la madre de ellos... es legal esa
institución".
(G.J. Nro. 929, p. 3).
5.- "El art. 490 (1155) del c. c. autoriza instituir cuantos herederos y a quienes
se quiera, sin más limitación que la establecida por el propio art.".
(G.J. Nro. 1230, p. 113).
7.- "Si no tiene herederos forzosos, el testador puede instituir cuantos herederos
guste y en favor de cualquier persona, pues el parentesco no es causa de esta
institución".
(G.J. Nro. 1293, p. 35).
8.- Véase los casos Nos. 2 del art. 216; 1 del art. 1102.
Jurisprudencia
2.- "Siendo manifiesta la voluntad del testador de instituir por sus herederos a
los XX, claramente designados por sus nombres y apellidos, no hay error en
la institución, sin embargo de no tener el parentesco con que se les califica".
(G.J. Nro. 680, p. 13).
3.- "La institución de heredera como sobrina e hija de los testadores siendo así
que la instituída solamente era hijastra de una de ellas, no obedece a error
sino a la voluntad que tuvieron de dejarle sus bienes a falta de herederos
forzosos".
(G.J. Nro. 933, p. 59).
Fte: Cgo. it. 628 - 629 - 630 - Cgo. esp. 747 (para II, i.f.) -
Conc: c. c. 1154 -
Cuando el instituto no resulta ser la persona que el testador quiso designar como
heredero, hay error sustancial (art. 1158); pero cuando hay falta de certidumbre sobre la
identidad del instituído, es cosa diversa del error sustancial; la causa del error del testador
es distinta, no hay error en la identidad, hay error en la existencia misma de la persona (inc.
I). La consecuencia es la misma: la nulidad de la institución. Igual cosa ocurre, cuando el
objeto destinado en la disposición no es individualizable, es incierto. En ambos casos la
disposición no se anula, si por las circunstancias o señales puedan ser determinables o
identificables la persona o la cosa.
Con relación al art. 747 del c. c. español, fuente de la última fase del parágrafo II,
cabe trascribir, de entre muchos, este caso de la jurisprudencia del Tribunal Supremo de
España.
Es lícita y legal la institución de heredero hecha en favor del alma del testador, pues
lejos de haber ley o doctrina que lo prohiba lo autoriza el derecho canónico, la Real Cédula
de 30 de mayo de 1830 y la jurisprudencia del Tribunal Supremo (cit. Scaevola).
ART. 1160.- (Herederos sin determinación de partes). Los herederos instituídos sin
determinación de la parte que a cada uno corresponde, heredan por partes iguales.
Fte: Cgo. esp. 765 - Cgo. arg. 3721 -
Conc: c. c. 1087 -
Aunque el precepto del art. -posiblemente tomado del 765 del Cgo. español- parece
suficientemente claro y sencillo, supone múltiples cuestiones que desde muy antiguo han
merecido la preocupación de los autores, según: a) si no se designa parte a ningún
heredero; b) si se designa a todos, y c) si se designa a unos y a otros no.
1º) Cuando un heredero ha sido instituído sólo en una parte, el resto de la herencia
pasa a la sucesión ab-intestato.
2º) Siendo varios los herederos y ninguno tiene porción especial señalada, todos
heredan por partes iguales (caso concreto de la regla del art.).
3º) Si todos tienen parte señalada pero sin completar el caudal hereditario, lo
restante pasa a la sucesión ab-intestato.
4º) Si teniendo todos los herederos partes señaladas, el total de éstas es mayor que
el caudal hereditario, se disminuirá a prorrata hasta suprimir el exceso.
5º) Cuando unos herederos tienen parte señalada y otros no, se adjudicará a éstos lo
restante, después de satisfecha la participación de los primeros.
6º) Cuando los que tienen partes señaladas cubren la totalidad de la herencia, no
heredarán porción alguna los instituídos sin señalamiento especial.
SECCION II
Fte: Cgo. it. 633 (para I) - P. 6, tít. 4, leyes 2 y 6 - Nov. Recop. Lib. 10, tít. 18, ley 1
(para II) -
Precd: c. c. abrg. 492 -
Conc: c. c. 494 - 1053 - 1176 - 1191 - 1219 -
Como todo acto jurídico, la disposición testamentaria puede estar sujeta a condición
suspensiva o resolutoria. Una u otra puede ser negativa o afirmativa, potestativa o casual o
mixta (Messineo). Resumiendo lo anotado en el art. 494, puede darse como definición
práctica de la condición la de los romanistas, diciendo: adición por la que se suspende hasta
un nuevo suceso futuro lo que queremos dar o hacer (Scaevola). La doctrina y las reglas
generales de la condición en los contratos, se aplican a los testamentos, con algunas
excepciones que implican las reglas propias de la institución.
Si se diera el caso, por ej., de subordinar el nombre del heredero, objeto principal
de la disposición testamentaria, al cumplimiento improbable de una condición accesoria,
indudablemente quedaría afectada la validez misma de la institución y, por consiguiente,
del testamento.
Jurisprudencia
1.- "Los arts. 492 y 595 (1161 y 1191) permiten instituir legados condicionales
y no siendo imposible ni contraria a las buenas costumbres la condición
impuesta a la legataria de guardar buena armonía con la heredera de la casa
(la condición es legal)".
(G.J. Nro. 483, p. 19).
2.- "No es exigible el legado demandado por no haber continuado aún el trabajo
de la Catedral según el art. 492 (1161)".
(G.J. Nro. 521, p. 8).
4.- "El testador al legar a sus sobrinas el precio de la casa, disponiendo que se
quede con ella una de las sobrinas y se reparta entre todas su precio, previa
la deducción que se indica (para la que se queda con la casa, seguramente)
no importa un contrato de venta ni condición de la que se haga depender la
propiedad de la casa, sino una carga u obligación".
(G.J. Nro. 757, p. 46).
Los romanos dividían el término como noción que implica la idea de hecho; en
cierto y en incierto (Scaevola): hechos ciertos -según esa división- son lo que se sabe
cuándo sucederán o, por lo menos, han de suceder. Inciertos son, por el contrario, aquéllos
en que uno de estos extremos es dudoso. Los autores explican estos casos en las
combinaciones siguientes:
1º) Hechos ciertos del sí (que con seguridad han de suceder) y ciertos del cuándo
(que se sabe la época en que ocurrirán); el día que se produzca (a partir de la disposición)
el primer eclipse del sol visible en Sud América; que los conocimientos científicos
permiten saber que es un hecho que sucederá y cuándo sucederá.
2º) Ciertos del sí e inciertos del cuándo (se sabe que ocurrirán aunque no se sabe
cuándo); ejemplo: al fallecimiento de fulano, que se sabe ocurrirá, pero no cuándo.
3º) Ciertos del cuándo e inciertos del sí (se ignora si ocurrirán, pero se conoce, en
caso afirmativo, la época); ejemplo: al cumplimiento de la mayor edad, que no se sabe si
llegará a ella el que aun no la tiene, pero se sabe el día en que podrá llegar.
4º) Inciertos del sí e inciertos del cuándo (que no se sabe, si se realizarán, ni en qué
fecha); ejemplo: la revisión del Código Civil, que no puede averiguarse si se realizará ni en
que época.
El art. no está tomado del Cgo. italiano. El modelo del Código vigente, en su art.
637 considera, no puesto a una disposición a título universal el término a partir del cual el
efecto de ella debe comenzar o cesar (terminus a quo o terminus ad quem). El término ad
quem vulnera el principio según el cual, quien es heredero una vez, no puede ya dejar de
serlo (nótese que el art. habla de heredero, calidad que supone la de sucesor universal,
según el art. 1113, II). Y el término a quo crearía una solución de continuidad en la
titularidad de las relaciones jurídicas entre causante y heredero; continuidad que la
retroactividad de la aceptación (art. 1022) quiere, en cambio, asegurar en todo caso
(Messineo).
Fte: Cgo. it. 640 - Cgo. esp. 800 (para fase final) -
Conc: c. c. 495 - 1189 - 1236 -
La fianza dispuesta por el art., tiende a salvaguardar los derechos de los interesados
en uno y otro caso. Esto es, la de los instituídos bajo condición en el caso de las
condiciones potestativas y negativas.
ART. 1166.- (Retroactividad de la condición). El cumplimiento de la condición
tiene efecto retroactivo; pero en el caso de la condición resolutoria, no está obligado el
heredero a restituir los frutos sino desde el día en que ella se ha verificado. La acción de
restitución de los frutos prescribe a los dos años.
ART. 1167.- (La carga como condición resolutoria). La carga no cumplida puede
funcionar como condición resolutoria si el testamento así lo ha dispuesto expresamente, o
si el cumplimiento de la carga ha sido el único motivo determinante de la disposición
testamentaria.
El art. ha copiado -y mal- una de las consecuencias que el art. 648, 2) del Cgo.
italiano señala para el incumplimiento de la carga, omitiendo la regla principal del art. 647
del mismo, sobre la facultad de imponer carga. Figuras de la carga deben considerarse,
entre otras, las disposiciones relativas a los pobres y para el alma (art. 1159, II), impuestas
sobre el heredero o el legatario (Messineo).
Jurisprudencia
V. el caso Nº 4 del art. 1161.
CAPITULO VII
DE LA SUSTITUCION DE HEREDERO
Fte: P. 6, tít. 5, ley 1 (para I y primera fase del II) - Cgo. it. 688 (para II, segunda
fase) - P. 6, tít. 5, ley 2 (para III) -
Precd: c. c. abrg. 500 - 501 -
Conc: c. c. 1079 - 1155 - 1216 -
El instituído heredero por testamento, puede ser reemplazado por otro instituído en
caso de invalidez de la primera institución (muerte del instituído, v. gr.), de ineficacia de la
misma (imposibilidad de aceptar la herencia, v. gr.) o de cesación de la eficacia (renuncia o
incumplimiento de condiciones o cargas, v. gr.). Se trata de la sustitución; se llama
sustituído al instituído en primer término y sustituto al que lo reemplaza en su defecto.
Nótese, además, que la segunda fase del parágrafo II del art., establece, para el
caso, la regla de interpretación objetiva (v. la anot. al art. 510 en combinación con la del
art. 1116).
Jurisprudencia
"La sustitución al heredero instituído, que autorizan los arts. 500 y s. (1168 y s.) del
c. c. en favor de uno sólo de los herederos forzosos, no puede excluir a los demás,
"porque importaría una desheredación sin causa".
(G.J. Nro. 776, p. 23).
Respecto de la fuente del art., en las compilaciones del c. c. abrg. (v. gr. Siles,
Sandoval, etc.) se consigna como tal las leyes 55 y 11 del tít. 5 de la Partida 6ª, cuando en
realidad corresponde a las leyes cinco y once (5 y 11).
Prácticamente se trata de la llamada sustitución pupilar entre los romanos, por cuya
virtud, según explican Aguilera y Velasco y Scaevola, a tenor de las reglas del Lib. 2º, tít.
16 de la Instituta, el padre de familia después de haber instituído un heredero para sí
mismo, instituía también en su propio testamento un heredero para su hijo impúbero y
sometido a la patria potestad, en la previsión del caso de que el hijo muriese pupillus, antes
de alcanzar la edad necesaria que le dé la capacidad de testar. La finalidad de la sustitución,
según tales antecedentes históricos, en consecuencia, era atender al ciudadano de los
intereses de las personas no capacitadas para disponer por testamento.
Nótese que el instituto regulado por el art. no está contemplado en el Cgo. modelo,
ni en su precedente el c. c. italiano de 1865. Tampoco en el Cgo. francés. Entre los códigos
modernos sólo aparece regulado en la forma prevista por el art., en el 775, complementado
por el 777, del c. c. español.
Por eso que la noción fundada en los antecedentes romanos que difunden los
autores, enseñan que la institución fideicomisaria, consistía en una disposición en cuya
virtud, después de haber hecho una donación a una persona, el donante le rogaba que
restituyese a otra los bienes que habían sido su objeto (Aguilar y Velasco).
Jurisprudencia
1.- "(La confesión) de que era deudor según la cláusula testamentaria (de una
suma de dinero), no constituye en el sentido de la ley un verdadero
fideicomiso, porque no confiesa que fue encargado de pasar toda la herencia
o parte de ella a otra persona y al haber empleado en su declaración, por
error de derecho, la palabra fideicomiso no desnaturaliza la esencia de la
confesión judicial".
(G.J. Nro. 522, p. 12).
2.- "Si bien en la cláusula 3ª del codicilo, con referencia a la 6ª del testamento,
se establece fideicomiso, prohibido por el art. 503 (1170), la parte de la
finca de que era dueña la testadora corresponde a la heredera universal,
según el testamento que no ha sido declarado nulo".
(G.J. Nro. 697, p. 21).
3.- "La cláusula del testamento que deja al arbitrio del albacea la aplicación del
remanente de los bienes de la testamentaria a alguna obra de beneficencia,
con facultad de disponer como mejor vea conveniente, sin responsabilidad,
importa, en el fondo, una institución fideicomisaria en contravención del art.
503 (1170)".
(G.J. Nro. 871, p. 28).
Nótese que la fuente española del art. (c. c. art. 776) habla de nombrar sustituto, no
de hacer testamento, como el art., que de una plumada restituye la doctrina del precedente
histórico de la citada ley de Partida, como gracia de testar a nombre del hijo enajenado, que
ni su propio precedente legislativo (art. 502 del c. c. abrg., segunda parte) admitió como
facultad de testar, sino sólo de designar sustituto y que, desde luego, deroga para el caso el
principio general del art. 1115: carácter personalísimo del derecho de disponer mediante
testamento.
ART. 1172.- (Cumplimiento de cargas). Los sustitutos deben cumplir las cargas y
condiciones impuestas a quienes sustituyen, a no ser que sean esencialmente personales del
sustituído, salvándose la voluntad expresa del testador al respecto.
DE LA DESHEREDACION
Después de algunas vicisitudes más -de las cuales apenas se ha dado una somera
referencia en las líneas anteriores- el instituto, así desarrollado, se vierte de sus fuentes
romanas en las leyes de Partida, que son trasunto fiel y completo del derecho justinianeo en
la materia (Scaevola), de donde ha pasado al c. c. abrg. (arts. 523 a 530) y del cual,
particularmente los casos 1º, 2º y 10º del art. 523, el caso 6o. del art. 524 y los arts. 527,
528, 529 y 530 están reproducidos casi literalmente, en los arts. 1173 a 1177 del Código.
Aunque sin dejar de considerar respetables las opiniones de los juristas franco-
italianos, relativas a que la desheredación es innecesaria existiendo la exclusión por
indignidad, se estima que la desheredación es necesaria para mantener el buen orden y la
disciplina en la familia, porque la desheredación, subraya Scaevola, tiene un carácter y
sentido distintos de la indignidad para suceder: ésta supone una falta social, aquélla una
falta familiar.
Se cita, por eso, entre los códigos del siglo pasado, el de Portugal de 1867 (abrg.),
el de México del 1884 (abrg.), el de Guatemala de 1877, entre otros, como aquellos en los
que conservando el sentido latino del derecho testamentario, mantienen la desheredación al
lado de la exclusión por indignidad, tal cual lo hace el propio código español, que regula la
indignidad en los arts. 756 y s. y la desheredación en los arts. 848 y s.
Igual observación cabe hacer respecto de los códigos de este siglo. Entre ellos, por
ej., el alemán de 1900, que trata de la desheredación (causas de privación de la reserva o
legítima) en sus arts. 2333 y s. y de la indignidad en los arts. 2339 y s.; el peruano de 1936,
que regula la exclusión por indignidad como incapacidad para suceder (arts. 665 a 667) y la
desheredación (arts. 713 a 718).
Este art. y los dos siguientes (1174 y 1175) agregan como causas de desheredación,
a las 4 primeras causas de indignidad establecidas por el art. 1009, estas otras: negar sin
motivo legítimo asistencia familiar en todos los casos; injuriar o infamar al padre o a la
madre, ultrajarlos de obra o tener acceso carnal con la madrastra o el padrastro, para los
hijos e hijas, o tener acceso carnal con la nuera o yerno para los padres. Las causas de
indignidad, señaladas en los arts. en examen, están anotadas en los arts. 679 (revocación de
los donaciones por indignidad) y 1009 (motivos de indignidad); las añadidas en este
capítulo, por obvias no necesitan mayores explicaciones.
Jurisprudencia
1.- "Siendo la herencia una trasmisión de bienes, tiene efecto sólo con motivo
de la muerte de una persona, de lo que se deduce que la (desheredación)
queda reducida a las sucesiones testamentarias y no puede tener lugar en
vida del testador".
(G.J. Nro. 1251, p. 60).
2.- "No se puede excluir (desheredar) de la herencia a nadie durante la vida del
testador, como se pretende, ya que mientras no ocurra su fallecimiento, no
se tiene sino una esperanza de sucederle, porque pude disponer de su
patrimonio sin dejar bien alguno".
(G.J. Nro. 1251, p. 60).
3.- "La exheredación no puede hacerse sino por testamento otorgado conforme
al art. 443 (1112) del c. c., por alguna de las causas previstas en los arts.
523, 528, 529, 530 (1173, 1176 y 1177) del mismo, extremo no dispuesto en
el testamento de fs.".
(G.J. Nro. 1616, p. 186).
ART. 1174.- (Otros motivos para desheredar a los descendientes). Los motivos
justos por los cuales se puede desheredar a los descendientes son, además:
1) Injuriar o infamar al padre o a la madre, gravemente, o haberles puesto manos
violentas.
2) Tener acceso carnal con la madrastra o con el padrastro.
Jurisprudencia
1.- "No existiendo prueba alguna de que la... hubiese injuriado a su madre,
resulta inaplicable el precitado art. 524 (1174) del c. c.".
(G.J. Nro. 575, p. 21).
2.- "Acreditado que ofendió e injurió gravemente a su madre y aun puso manos
violentas a ella, al declarar probada la desheredación de... y excluirla de la
herencia de su repetida madre, se ha procedido (conforme a ley)".
(G.J. Nro. 874, p. 47).
3.- "La injuria proferida por el hijo contra el padre o la madre, debe tener la
calidad de grave para que pueda dar margen a la desheredación".
(G.J. Nro. 1230, p. 107).
4.- "La injuria proferida por el hijo contra el padre o la madre, ha de tener la
característica que señalan los arts. 583 y 584 (287 y 285) del código penal,
para que dé margen a la exheredación".
(G.J. Nro. 1230, p. 105).
ART. 1175.- (Otros motivos para desheredar a los ascendientes y al cónyuge). Los
motivos justos por los que se puede desheredar a los ascendientes o al cónyuge son,
además:
1) Tener acceso carnal con la nuera o con el yerno.
2) El señalado para la exclusión por indignidad en el caso 4 del artículo 1009.
Jurisprudencia
1.- "La desheredación del cónyuge, cumplido el requisito que señala el art. 529
(1177) del c. c., tiene lugar, mas sin afectar los bienes gananciales, por
aplicación de los arts. 971 y 972 del c. c. (101 y 111 del c.f.) ".
(G.J. Nro. 1240, p. 60).
La condición tercera, tiene relación inmediata con el art., cuya fuente, como está
dicho, se encuentra en la ley 8ª tít. 7º de la Partida 6ª a través de los arts. 529 y 530 del
Cgo. abrg. Según el art., una vez que el testador haya manifestado su decisión de
desheredar a éste o aquél heredero forzoso, (la desheredación, también se ha dicho, sólo, se
usa respecto de los herederos forzosos, porque es una privación de legítima), debe expresar
la causa de la determinación que toma contra él, suministrando la pormenorización de
datos que legalmente justifiquen la decisión. La causa, además, debe estar expresada en el
testamento, para que tenga efecto la desheredación. No se considera cumplida esta
condición, si el testador refiere la causa de desheredación a lo manifestado en otro
documento o en otra forma cualquiera, por ejemplo, si deshereda el testador a su hijo, por
las causas que ha relacionado en su libro de Memorias, o en su Diario.
Aún cumplidas estas condiciones, la desheredación requiere, para surtir efectos, que
la declaración explícita y motivada del testador sea objeto de una sentencia declarativa que
la confirme, mediante la acción correspondiente encargada, obligatoriamente, a los
herederos o al albacea, sin cuyo requisito la disposición queda sin ningún valor (art. 1177).
Jurisprudencia
2.- "Es necesario para que surta sus efectos (la desheredación), no sólo exponer
el motivo justo, con todos los datos que lo apoyen, sino el fallo de los
tribunales de justicia, sin cuyo requisito queda de ningún valor".
(G.J. Nro. 792, p. 53).
Con muy buen criterio, Ossorio en su Anteproyecto (art. 1657), sólo admite litigio,
cuando el desheredado le promueve impugnando la desheredación, contrariamente al
criterio del art. en examen, que implica forzar a las partes al pleito y al escándalo. Puede
ocurrir que el desheredado no se queje, caso en el cual lo más recomendable es el silencio.
El art. 850 del Cgo. español, está concebido en términos similares a la dicha
recomendación de Ossorio, siguiendo la que, a su vez, da el Fuero Real (ley 1º, tít. 9, L. 3º,
cit. de Scaevola): "... e si le dixeron denuesto devedado, pruébelo por verdadera él, o su
heredero, si el fijo lo negare". La proposición del Anteproyecto citado, era indudablemente,
una solución atinada en materia de por sí odiosa como lo es la desheredación.
Jurisprudencia
1.- "La ley requiere fallo judicial para que tenga lugar la desheredación e
impone a los albaceas la obligación de seguir la demanda hasta la última
sentencia, para que se ejecute la voluntad del testador; pero, cuando como
en la especie se acepta y cumple por el desheredado, es innecesario tal
juicio, ni hay materia para él habiendo desaparecido la contienda".
(G.J. Nro. 789, p. 41).
3.- "Las causas de desheredación no pueden ser ampliadas por los coherederos
y albaceas, quienes deben circunscribirse a sostener las propuestas por el
testador, conforme al art. 530 (1177) del c. c.".
(G.J. Nro. 928, p. 7).
5.- "Carece de acción y derecho la persona que quiere hacer uso de la acción de
desheredación en vida del testador, porque para ejercitarla se requiere ser
heredero y para ser tal es preciso que el causante haya fallecido según el art.
485 (1007, II) del c. c.".
(G.J. Nro. 1028, p. 17).
6.- "Para que tenga lugar la desheredación, es preciso probar el motivo en que
se apoye y el fallo de los tribunales de justicia".
(G.J. Nro. 1069, p. 52).
7.- "Sólo es viable esta acción después de la muerte del testador, que debe
haber expuesto la causal con los datos que la apoyan y debe intentarse por
los herederos o albaceas, condiciones sin las cuales no puede intentársela".
(G.J. Nro. 1221, p. 43).
9.- "La desheredación sólo opera y es viable a mérito del fallo judicial
ejecutoriado".
(G.J. Nro. 1222, p. 14).
10.- "Conforme a los arts. 523 y 529 (1173 y 1177) del c. c. la exheredación de
un heredero forzoso tiene efecto mediante el fallo de la justicia, sin el cual
no tiene eficacia".
(G.J. Nro. 1240, p. 8).
14.- V. los casos Nos. 9 del art. 489; 22 del art. 1107; 3 del art. 1173; 1-2-7- y 8
del art. 1176; 11 del art. 1059.
Conc: c. c. 1009 -
CAPITULO IX
DE LOS LEGADOS
Fte: P. 6, tít. 9, ley 1 (para I) - Cgo. arg. 3751 - 3752 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 587 - 588, 1º) -
Conc: c. c. 655 - 1113 - 1188 -
La palabra legado, que según Escriche tiene igual significado que la palabra manda,
designaba antiguamente todas las especies de disposiciones testamentarias. Decían los
jurisconsultos romanos que teniendo la declaración de última voluntad hecha por una
persona sui iuris el carácter de una verdadera ley, el testamento venía a ser un Codex, y por
tanto leges las distintas claúsulas del mismo, en que su autor exteriorizaba su última
voluntad, concepto del cual deriva el texto famoso tan repetido pater familias uti legassit
(cit. Scaevola y que equivale decir: como el padre de familia ha legislado). Legare, así, era
ordenar un testamento, y legato lo que en éste se contenía, de cualquier naturaleza que
fuera.
De ahí por que, el c. c. francés de 1804, influído en el punto tanto por su antiguo
derecho consuetudinario como por el derecho romano, deja la más amplia latitud al empleo
de los términos, aunque sometiendo a idénticas reglas las instituciones de heredero y los
legados y dejando ver en ello una evidente confusión entre herederos y legatarios (Aguilera
y Velasco), lo que se explica si se advierte que el referido sistema del c. c. francés guarda
manifiesta analogía con el sostenido por los jurisconsultos romanos. Por otra parte, también
es evidente que son apenas perceptibles las diferencias que separan a una y otra institución
jurídica: institución de heredero y legado, ya que el mismo Código, como todas las
legislaciones admiten, acepta que ambas participan de la naturaleza de las disposiciones
testamentarias (art. 1113, II y art. 1182, II).
Desde la antigüedad fue una especie de donación dejada siempre en una disposición
testamentaria, como decían las Partidas (6ª, tít. 9, ley 1º, cit. de Scaevola): donación que
dexa el testador en su testamento a alguno, por amor de Dios, o de su ánima, o por fazer
algo aquel a quien dexa... Esta es la noción que del legado da el Cgo. abrg. en su art. 587.
Legatum est donatio testamento relicta (el legado es una donación hecha en el
testamento) dice el Digesto (Lib. 31, tít. 1, ley 36; cit. Scaevola).
Legado supone tres significados diversos: a) implica un acto jurídico, o sea, una
declaración de voluntad que, ordinariamente, atribuye alguno o algunos bienes. Es así un
acto de disposición. b) considerado como modo de adquirir, supone un título de
adquisición. c) como forma de sucesión mortis causa, implica una sucesión a título
particular (sobre determinados bienes) y un acto de liberalidad (Messineo).
La regla del art. no deja duda de que la capacidad para ser legatario, supone la
capacidad para recibir por testamento, según la regla general del art. 1121 y que las causas
de incapacidad que señala el art. 1122, son aplicables tanto a la institución de heredero
como a los legados. Por aplicación de la regla del art., el derecho de acrecer tiene efecto
entre los legatarios, del propio modo que entre los coherederos (art. 1080). Igualmente el
legado puede ser reducido para el reintegro de la legítima, según las reglas del art. 1068 y
en el caso particular de un inmueble no cómodamente divisible según las del 1073,
anotados ambos en su lugar.
Para los legatarios que no tienen la libre administración de sus bienes (art. 1184), la
renuncia compete a sus representantes legales (padres o tutores), en la forma y con los
requisitos previstos por los arts. 266 y 317 del c.f.
Para la debida inteligencia de este art., ha de tenerse en cuenta que puede tratarse de
una disposición que ordena legados o partes de legados, de los cuales el uno o la una fueren
gratuitos y el otro o la otra onerosos. En este caso el legatario no puede aceptar los
primeros y renunciar a los segundos.
Del prf. II del art. en examen, que corresponde al igual del art. 651 del Cgo.
modelo, se ha suprimido el adverbio de modo aun: (si la cosa legada, aun perteneciendo,
etc.), para hacerlo ininteligible. Tampoco implica este precepto legado de cosa ajena,
porque quiere decir que después de sus disposiciones el testador la adquirió. De otro modo
no podría encontrarse en su propiedad, al tiempo de su muerte.
La regla del art. 1196, que debió formularse a continuación de la del art., por su
consecuencia lógica -como lo hace el Cgo. modelo (arts. 651 fuente del 1188 y 652 del
1196)- confirma lo dicho, sobre el mal llamado legado de cosa ajena: éste sólo es válido en
la parte de la cosa o del derecho que es su objeto, perteneciente en propiedad al testador.
Jurisprudencia
"Es nula la cláusula del testamento que se refiere al legado de un terreno que ya era
de propiedad de (los legatarios)".
(G.J. Nro. 1083, p. 3).
ART. 1189.- (Legado puro y simple de cosa determinada). Todo legado puro y
simple de cosa determinada da al legatario derecho a la cosa legada, desde el día en que
murió el testador, transmisible a sus herederos; pero no puede entrar el legatario por
autoridad propia en posesión del legado.
Fte: Cgo. francés 1014 - Cgo. esp. 885 (para la última fase) - Cgo. it. 649, 2) -
Precd: c. c. abrg. 589 -
Conc: p.c. 596 -
c. c. 1055 - 1165 - 1194 - 1456 -
El art. parece resultado de una combinación de las disposiciones del art. 1014 del c.
c. francés y de los arts. 881 y 885 del Cgo. español, con alguna remota influencia del art.
649 del Cgo. modelo. Implica una norma sencilla y comprensible conformada a la regla
general del art. 1000, según la cual la sucesión se abre -y consiguientemente los derechos
que comprende se trasmiten- a raíz de la muerte del causante. De la regla, se infiere que no
por negarse el encargado de cumplir el legado a entregarlo, o por no haber llegado la
ocasión de hacerlo, deja el legatario de ser dueño perfecto de la manda, con facultad de
enajenarla, de trasmitirla mortis causa, de gravarla, de hacer en fin todo lo que un
propietario puede hacer libremente en sus cosas (Scaevola). Lo que sí no se reconoce al
legatario es que, no estando en posesión de la cosa (puede darse el caso de que el legatario
a tiempo del fallecimiento del de cujus, esté ya en posesión de la cosa legada), adquiera esa
posesión por propia autoridad, porque en ningún caso puede adquirirse violentamente la
posesión. Puede el legatario emplear la acción petitoria (art. 1456), por aplicación del art.
1182, II). Puede intentar las acciones posesorias (art. 596 del p.c.). También puede
accionar el beneficio de separación de los bienes hereditarios (art. 1055) y pedir u ofrecer
garantía en los casos de que trata el art. 1165 (disposiciones testamentarias condicionales).
El beneficio de inventario favorece y facilita la tutela de sus derechos al legatario.
Jurisprudencia
1.- "Este art. (1189) disponiendo que el legado puro y simple da derecho a la
cosa legada, desde el día de la muerte del testador, supone que (el legatario)
puede demandar la entrega desde luego y sin otro precedente que la cláusula
de la institución".
(G.J. Nro. 521, p. 4).
2.- "Ninguna ley confiere al heredero derecho a las cosas legadas, sino en casos
de reversión a la masa hereditaria".
(G.J. Nro. 530, p. 15).
3.- "Al tenor del art. 589 (1189) todo legado puro y simple da derecho a la cosa
legada desde el día de la muerte del testador, en cuya virtud las legatarias
pueden demandar con acción legítima, en la vía ejecutiva, directamente al
heredero la entrega de los legados".
(G.J. Nro. 981, p. 46).
4.- "La beneficiaria tenía el derecho de pedir la entrega de la cosa legada, desde
el día en que murió el testador y el albacea estuvo en la obligación de dar
cumplimiento a la cláusula testamentaria, dentro del término máximo de dos
años desde el fallecimiento del de cujus".
(G.J. Nro. 1003, p. 19).
5.- "La testadora asignó en calidad de legado a... la suma de 10.000.- $, por la
que ésta tiene derecho a ese dinero desde el día de la muerte de la
testadora".
(G.J. Nro. 1100, p. 32).
ART. 1190.- (Frutos de la cosa legada). Los frutos que produzca la cosa legada
benefician al legatario desde la muerte del testador. Pero si la cosa es determinada sólo en
su género o cantidad, los frutos corren desde la demanda de entrega o desde que esta
entrega haya sido prometida. Se salva, en ambos casos, otra voluntad dispuesta por el
legante.
Los frutos naturales y los civiles (intereses), son debidos al legatario desde la
muerte del testada. Este art. en lo demás, se ha apartado de su modelo (art. 669 del Cgo.
it.), que dispone que los frutos corren desde la demanda de entrega o desde que ésta ha sido
prometida, cuando el bien legado pertenece al gravado con la manda o a un tercero (en el
supuesto del art. 1188). La variante relativa al género o cantidad parece haber sido tomada
del art. 884 del Cgo. español. En el legado genérico, por no hallarse la cosa determinada, es
preciso determinarla y mientras tal cosa se haga, no se puede realmente atribuir al
legatario, con certeza, la propiedad que permita determinar los frutos. En cuanto al legado
de cantidad, ha de suponerse que la ley, conforme a las reglas generales que establece (art.
414), hace correr los intereses desde que el deudor incurriere en mora en las obligaciones
pecuniarias, no habiendo estipulación en contrario. En el caso de los legados si hay
estipulación expresa en el testamento, esos frutos o intereses se pagarán desde la fecha que
determine al disposición.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.- "Es permitido instituir legados condicionales, con tal que las condiciones
sean posibles y honestas".
(G.J. Nro. 483, p. 19).
El legatario puede ser gravado con una carga, como cuando se le obliga a cumplir a
su vez un legado, cual ocurre en el caso del sublegado (Messineo). No se trata de obligar al
legatario a pagar la deuda del de cujus ni de la herencia, sobre la cual rige la regla del art.
1269. La carga puede consistir también en obligar al legatario de una nuda propiedad
(dominio de un bien), a conceder derecho de usufructo, uso o habitación a un sublegatario.
En todo caso, el legatario no está obligado sino hasta el límite del valor de la cosa
que recibe en legado. El cumplimiento de la carga puede ser objeto de fianza, exigida por
el interesado (heredero gravado con el legado), si no hay disposición del testador en
contrario.
El art., es una reiteración, para el caso, de las reglas generales relativas a las
consecuencias de la ilicitud, en los casos jurídicos en general (arts. 485, 489, 490, 1117, v.
gr.).
ART. 1194.- (Entrega de la cosa legada). La cosa legada se entregará íntegra, con
todos sus accesorios propios indispensables y en el estado que tenga a la muerte del
testador.
"667...
Si se ha legado un fundo, se comprende en el legado también las
construcciones hechas en el fundo, tanto si existían como si no existían en el
momento de la confección del testamento, salvo en todo caso la aplicabilidad del
segundo apartado del art. 686...".
"686...
Lo mismo ocurre (se revoca el legado) si el testador ha transformado la cosa legada
en otra, de manera que aquélla haya perdido la anterior forma y la primitiva
denominación...".
Fte: Cgo. fr. 1020 - Cgo. esp. 867, 3º) i.f. (para fase final) -
Precd: c. c. abrg. 593 -
Conc: c. c. 1194 - 1269 -
Comprendido, en parte, en la anot. del art. 1192.
Este art., presenta una indudable contradicción con la regla del art. 1269. Mientras
éste excluye al legatario del pago de las deudas hereditarias, aquél prácticamente le obliga
concurrir a ese pago cuando se le deja legada una cosa gravada. El enredo, parece ser
resultado de la adopción de diversas fuentes, cuyas distintas soluciones no aparecen
cuidadosamente conciliadas -como debería ser- para salvar la necesaria concordancia que
debe darse entre las normas singulares de cada instituto jurídico.
En el derecho romano (Instituta, Lib. 2, tít. 20, regla 5) como en el derecho español
(Partida 6ta., tít. 9, ley 11, y c. c. vigente art. 867), como en el mexicano (c. c. art. 1443) o
en el uruguayo (c. c. art. 909), se atribuye al heredero la obligación de redimir la cosa
empeñada o hipotecada para entregarla libre de gravamen al legatario, salvo disposición
contraria del testador, solución que guarda concordancia con la regla de que el legatario no
está obligado al pago de las deudas hereditarias (art. 1269, similar en sus consecuencias al
del citado art. 874 del Cgo. fr.), sin que tenga importancia, en ninguno de los sistemas de
solución que se comenta, que la cosa legada esté gravada por consecuencia de una deuda
del testador o de un tercero.
Además, el art. regula junto al legado de cosa empeñada o hipotecada, los legados
gravados con usufructo u otra carga, no obstante estar legislados los casos en artículos
distintos (v. el art. 1192 y su anot.), lo que importa no sólo un contrasentido, sino una
duplicación innecesaria e inconsulta de regulaciones y soluciones.
Jurisprudencia
"No consta que la testadora haya exonerado a los legatarios de las obligaciones de
satisfacer la deuda, que después de otorgado el testamento contrajo, restando a su
pago la finca legada a aquéllos, (quienes) deben recibirlo con el expresado
gravamen, conforme a este art. 593 (1197) del c. c.".
(G.J. Nro. 280, p. 1828).
Fte: Cgo. it. 653 (para I) - Cgo. esp. 876 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 594 -
Conc: c. c. 304 - 1200 -
El art. está indudablemente mal formulado. Desde luego, confunde el sentido de las
palabras género y especie. Aquélla derivada de genus, supone un conjunto de cosas que
tienen uno o varios caracteres comunes. La segunda palabra, derivada de species, supone
cada uno de los componentes en que se dividen los géneros. Por eso, lo genérico es común
a varias especies. El c. c. abrg. (art. 598), con más propiedad dispone que cuando la cosa
legada fuere genérica, no se juzga perdida. El Cgo. modelo, en su art. 653, habla de la
validez del legado de cosa determinada sólo en el género, sin caer en las confusiones del
art. en examen. Igualmente, el art. 875 del Cgo. esp. trata de la cosa mueble genérica en su
primer apartado y en el segundo dispone que el legado de cosa inmueble no determinada
sólo será válido si la hubiere de su género en la herencia (v. gr. un huerto de frutales). La
misma precisión y correcto empleo de la terminología, puede encontrarse en otras
legislaciones.
Tanto en las demandas de género, como en las alternativas, la elección, por regla
general (art. 417), pertenece al obligado al pago del legado, a no ser que la obligación o el
testamento dispongan otra cosa. Queda, desde luego, entendido por aplicación de las reglas
generales, que la elección no puede recaer sobre cosas o prestaciones imposibles, ilícitas o
que no podían ser objeto de la trasmisión de derechos inter vivos o mortis causa
(Scaevola).
La idea que encierra el art., está mejor expresada y en forma que pueda ser
fácilmente entendida por el art. 655 del Cgo. modelo, que no habla de cosas fungibles,
expresión que se ha agregado a la regla en examen, tomada posiblemente del art. 3760 del
c. c. arg. Dice el Cgo. modelo:
"655.- Legado a tomarse en cierto lugar.- El legado de cosa a tomarse en cierto
lugar tiene efecto solamente si las cosas se encuentran allí y en cuanto a la
parte que se encuentra; tiene efecto, sin embargo, en cuanto a la totalidad
cuando, a la muerte del testador, las cosas no se encuentran en dicho lugar,
en todo o en parte porque habían sido trasladadas temporalmente del lugar
en que de ordinario eran custodiadas".
Nótese que la misma regla está, en realidad, formulada reiteradamente en los arts.
1198 y el que aquí se anota, lo que indudablemente se debe a que se ha seguido varias
fuentes sin seleccionarlas y asimilarlas debidamente.
Estos, con otros de análoga naturaleza, son legados que versan sobre cosas no
corporales, puesto que lo que se transmite por el testador son derechos que ome ha contra
sus debdores, en el lenguaje de las Partidas (Scaevola).
Fte: Cgo. it. 660 (para I) - Cgo. esp. 879, 4º) (para. II) -
Precd: c. c. abrg. 590 i.f. -
Conc: c.f. 14 - 24 - 29 -
Adviértase que las servidumbres no se constituyen mediante legado. (V. los arts.
255 y 259 y sus anotaciones).
En el caso de los legados de género y cantidad, el Cgo. abrg. (art. 598), con muy
buen criterio y conforme a las reglas generales, determina que el perecimiento no puede
alegarse como causa de extinción.
Fte: Cgo. it. 700 - Cgo. esp. 894 - Cgo. arg. 3870 -
Precd: c. c. abrg. 599 - 601 - 603 -
Conc: c. c. 427 - 433 - 1112 - 1221 - 1223 - 1224 - 1125 - 1229 -
El Título III, termina con este capítulo dedicado a los albaceas o ejecutores
testamentarios que, como su nombre lo indica, sólo pueden darse en la sucesión
testamentaria. Se hace derivar la palabra albacea, de uso relativamente moderno, del árabe
aluaci (Scaevola). Es común entre los autores llamarlos simplemente testamentarios
(sustantivando la palabra). Además de albacea, peculiar de los derechos hispanoamericanos
y del de ejecutor testamentario (mas literal para los derechos francés e italiano), este cargo
de confianza póstuma, también es conocido con los nombres de cabezaleros, mansesores y
fideicomisarios (este último peligrosamente equívoco, según anota Alcala-Zamora,
traductor de Mazeaud).
Jurisprudencia
2.- "Tolerar que los albaceas dispongan de los bienes de una sucesión, sin
(disposición) expresa del testador, sería autorizarlos para disponer
arbitrariamente de los bienes de una testamentaría sin ninguna
responsabilidad".
(G.J. Nro. 214, p. 1168).
3.- "Al haber designado tres albaceas, numéricamente, sin disponer que uno de
ellos desempeñe al albaceazgo quedando los otros como suplentes para los
casos de vacancia, no modificó (el testador) la generalidad de elección que
recayó en los tres".
(G.J. Nro. 501, p. 3).
6.- "El albacea, por renuncia del primer albacea, tenía las mismas atribuciones
que éste, porque según el testamento ambos estaban obligados a ejercer las
funciones de albacea y partidores".
(G.J. Nro. 640, p. 5).
7.- "Si bien los albaceas son los encargados de llevar a efecto lo ordenado en el
testamento, cuando se pone en tela de juicio la nulidad o validez de éste, la
demanda no puede dirigirse contra ellos, meros ejecutores de las
disposiciones testamentarias, sino contra los herederos, que son los
interesados principales".
(G.J. Nro. 828, p. 25).
9.- "Siendo las funciones del albacea, tal como lo define el art. 599 (1220) del
c. c., las de simple ejecutor de la última voluntad del de cuius, ellas no
pueden comprender, como se pretende en la especie, las de representación
para responder sobre la legitimidad o ilegitimidad del testamento,
incumbencia reservada sólo a los herederos en concepto del art. 485 (1007,
II) del mismo cuerpo legal, que son los que entran en lugar del causante en
todos sus bienes, acciones y derechos".
(G.J. Nro. 1615, p. 123).
10.- V. los casos Nos. 2 del art. 804; único del art. 858.
Fte: P. 6, tít. 10, ley 7 - Nov. Recop. Lib. 10, tít. 20, ley 16 -
Precd: c. c. abrg. 600 -
Conc: c. c. 1220 -
Jurisprudencia
1.- "No habiendo albacea que represente la testamentaría, por la anulación del
testamento, el cargo corresponde al heredero abintestato a quien incumbe
ejercer los derechos, así como cumplir las obligaciones de aquélla (como)
heredero y albacea legal".
(G.J. Nro. 443, p. 724).
2.- "Cuando el testador no elige albacea, los herederos lo son por ley. Si bien el
heredero ha transferido sus derechos pecuniarios en la sucesión, no ha
transferido sus derechos exclusivamente personales como es el de heredero.
Consiguientemente declarar que el cargo de albaceas corresponde al
adquiriente de esos derechos pecuniarios es quebrantar la ley".
(G.J. Nro. 919, p. 49).
3.- "El albacea no puede ser nombrado sino por el testador, y sólo en los casos
determinados por el art. 600 (1221) del c. c. por el juez".
(G.J. Nº 960, p. 57).
4.- "La designación de albacea que más convenga (en el caso del art. 1221) a
los intereses de la testamentaría, está sujeta al criterio de los jueces de
grado".
(G.J. Nro. 1029, p. 71).
5.- "De los datos del proceso consta que... se halla sub judice sujeto a
mandamiento de prisión y, por consiguiente, incapacitado para el ejercicio
del cargo de albacea (cuya designación pidió el juez en virtud del art. 600,
hoy 1221".
(G.J. Nro. 1029, p. 71).
6.- "Es aplicable el art. 600 (1221), sólo cuando el testador hubiese omitido
designar albacea, pero en ningún caso cuando se abre una sucesión ab-
intestato".
(G.J. Nro. 1170, p. 12).
9.- "Según el art. 600 (1221), (la designación de albacea legal o judicial)
supone siempre que haya testamento y en ningún caso (procede) cuando se
trata de una sucesión ab intestato".
(G.J. Nro. 1229, p. 78).
La capacidad para ser albacea, supone la capacidad para obligarse, que se determina
a tenor de las reglas de los arts. 4, 5, 483 y 484 y la exigida en el caso del art., es mayor
que la que comunmente se señala para los mandatarios ordinarios, por razones obvias. En
éstos la relación sólo interesa al mandante que además tiene siempre la facultad de
revocación cuando lo juzgue conveniente y sólo a él perjudican los actos del mandatario.
Tratándose del cumplimiento de las últimas voluntades, la cuestión varía completamente.
La mala gestión del albacea afecta a herederos y legatarios, quienes no tienen la facultad de
revocación, que se manifiesta más inmediatamente que la de demandar la remoción.
La aceptación puede ser expresa o tácita, resultando ésta, cuando concurren actos
de intervención en la testamentaria según la correcta expresión del art. 602 del Cgo. abrg.
La renuncia, puede hacerse antes o después de aceptar. En el segundo caso deben mediar
razones aceptables.
Como nadie está obligado a aceptar el albaceazgo, ni aun siendo heredero de quien
le ha designado para tal función, el propuesto o nombrado está en libertad de admitir o no
el cargo, perdiendo si lo rehusa sólo lo que exceda de la legítima debida, tratándose de
quien es heredero forzoso del causante. Si se trata de un legatario, simplemente, pedir el
legado. Y si se trata de un extraño sin disposición de manda a su favor en el testamento y
sin que el testador le haya fijado remuneración, pierde la que le señala la ley (art. 1229), en
el supuesto de una renuncia son razones atendibles después de haber iniciado su gestión.
Esto es lo que ha de entenderse que ha querido decirse en el art.
(Cgo. esp.) Art. 898: "El cargo de albacea es voluntario y se entenderá aceptado por
el nombrado para desempeñarlo si no se excusa dentro de los 6 meses siguientes a
aquel en que tenga noticia de su nombramiento o, si este le era ya conocido, dentro
de los 6 días siguientes al en que supo la muerte del testador".
Art. 899: "El albacea que acepta este cargo se constituye en la obligación de
desempeñarlo; pero lo podrá renunciar alegando causa justa, al prudente arbitrio del
juez".
Art. 900: "El albacea que no acepta el cargo, o lo renuncia sin justa causa, perderá
lo que le hubiese dejado el testador, salvo siempre el derecho que tuviera a la
legítima".
Jurisprudencia
"La renuncia del albaceazgo, hecha sin haber aceptado antes expresa ni tácitamente,
no pudo ser rechazada por cuanto el art. 602 (1223) prohibe obligar a ser albacea".
(G.J. Nro. 500, p. 5).
El art. 3855 del Cgo. arg. -que sin duda es fuente del que se examina- tras sentar la
regla de que la función de albacea es indelegable, agrega que éste no esta obligado a obrar
personalmente y que puede cumplir su cometido mediante mandatarios que obren bajo sus
órdenes, respondiendo por los actos de éstos.
Fte: Cgo. esp. 902 - Cgo. it. 708 (para fase final del art.) -
Precd: c. c. abrg. 604, 1º) -
Conc: p. c. 652 - 663 - 671 -
c. c. 1220 - 1231 -
Declaración previa y elemental en materia de atribuciones, era establecer que
corresponde a los albaceas todas las obligaciones o deberes, que expresamente les haya
conferido el testador, en tanto en cuanto no sean contrarias a la ley. Esta declaración previa
está contenida generalmente en todas las legislaciones (v. gr. art. 703, 1) del Cgo. modelo;
901 del Cgo. español; 3851 del Cgo. argentino; 2216 del Cgo. alemán, etc.).
Jurisprudencia
2.- "Es obligación del heredero beneficiario administrar los bienes y rendir las
cuentas a los acreedores y herederos, obligación que el art. 604 (1225)
también impone a los albaceas".
(G.J. Nro. 584, p. 3).
3.- "Es ineficaz el mandato conferido por la testadora a su albacea para que
(transija) en el litigio pendiente con... porque no expresa en la disposición
testamentaria la materia del litigio, las bases de la transacción ni la suma
determinada que debiera pagar el albacea".
(G.J. Nro. 590, p. 3).
5.- "Así como el heredero beneficiario no está obligado durante la facción del
inventario a pagar deudas y mandas, el albacea tampoco está obligado a
satisfacer los legados mientras no termine el inventario de la herencia".
(G.J. Nro. 830, p. 19).
6.- "Según los arts. 566 y 604 (1040 y 1225) está prohibido al albacea vender
los bienes, sean muebles o inmuebles (sin) ocurrir al juez quien los mandará
sacar a subasta pública previa tasación".
(G.J. Nro. 920, p. 46).
7.- "Según el art. 565 (1038) que es uno a los que se refiere el 604 (1225), el
albacea no está obligado sino por culpa grave en su administración".
(G.J. Nro. 950, p. 94).
8.- "Al iniciar (el albacea) las gestiones para (cobrar el crédito) contenido en el
expresado documento, ha cobrado en ejercicio de sus funciones de albacea y
en cumplimiento de lo ordenado expresamente por el testador".
(G.J. Nro. 992, p. 43).
9.- "Los albaceas careciendo de facultad para disponer de los bienes (de la
testamentaría) en objetos ajenos a su (cometido) no pueden ser demandados
para el pago de obligaciones no reconocidas en el testamento".
(G.J. Nro. 1143, p. 52).
10.- "No constando en el testamento que el albacea haya sido autorizado para
hacer pagos de deudas, no (corresponde) demandarlo, siendo los herederos
los únicos llamados a responder de las obligaciones del extinto".
(G.J. Nro. 1172, p. 54).
11.- Véase los casos Nos. 9 del art. 1220; 4 del art. 1229.
ART. 1226.- (Plazo del albaceazgo). El término señalado por la ley a los albaceas
para cumplir su encargo es un año desde la muerte del testador o desde que aceptaron las
funciones, siempre que no las hubiesen concluído antes.
El plazo, incluída la prórroga, no puede exceder del año y medio, haya acabado o
no de cumplir su cometido el albacea. Aunque el Cgo. modelo, señala que la prórroga no
podrá superar otro año (el plazo inicial también es de un año, art. 703, 3), Messineo,
interpretando el primer apartado de dicho art. 703, ("el albacea debe cuidar de que sean
cumplidas exactamente las disposiciones de última voluntad del difunto"), estima que la
duración es indeterminada y que el ejecutor debe durar en su cargo hasta que las últimas
voluntades del testador cuya ejecución se le confía, hayan sido íntegra y exactamente
realizadas.
Jurisprudencia
3.- "Según el art. 605 (1226) el cargo de albacea cesa el día en que terminan (el
plazo y su prórroga), haya o no acabado de cumplir el testamento, debiendo
limitarse a entregar la testamentaría a su vencimiento y rendir cuenta".
(G.J. Nro. 796, p. 9).
4.- "El término de un año (señalado) al albacea para que cumpla su encargo, no
le exime de la obligación de pagar las deudas de la testamentaría".
(G.J. Nro. 806, p. 28).
5.- "Fenecido el término del cargo de albacea y aun el de (la prórroga) puede la
legataria pedirle la rendición de cuentas".
(G.J. Nro. 806, p. 49).
6.- "El albacea nombrado por el juez no puede ejercer el cargo a los tres años
de su nombramiento, tanto por haber caducado su encargo cuanto por haber
sido ya sustituído".
(G.J. Nro. 990, p. 17).
8.- "El albacea vencido el término (que señala la ley) entregará la testamentaria,
rindiendo cuentas, haya terminado o no de cumplir las disposiciones
testamentarias".
(G.J. Nro. 1017, p. 43).
9.- "El albacea cesa sus funciones, por ministerio de la ley, cuando transcurre el
plazo que señala el art. 605 (1226) del c. c., que, en la especie, no ha sido
prorrogado y los jueces de grado al ordenar la devolución de las sumas que
retiene indebidamente, han dado estricto cumplimiento a lo dispuesto por la
ley".
(G.J. Nro. 1236, p. 40).
10.- "Al fenecimiento del término (señalado por ley), todo albacea se halla
obligado a entregar los negocios de la testamentaría rindiendo la cuenta
respectiva, haya acabado o no de cumplir el testamento".
(G.J. Nro. 1236, p. 43).
11.- "El albaceazgo dura un año contando desde la muerte del testador y sólo
puede ser prorrogado por el testador o por disposición legal y nunca puede
durar más (del tiempo señalado por la ley) cumplido el cual caduca la
función, así se trate de albacea legal o judicial".
(G.J. Nro. 1319, p. 100).
Jurisprudencia
1.- "Al declararse fenecido el cargo de albacea pasado el año desde la muerte
de... y (ordenar) la entrega de la parte de los bienes que corresponde a las
actoras, previa rendición de cuentas se aplica debidamente el art. 605
(1227)".
(G.J. Nro. 872, p. 11).
3.- Véase los casos Nos. 7 del art. 1220; 2, 5, 7 y 11, del art. 1226; 3 del art.
1230.
ART. 1229.- (Retribución). Llevará el albacea por su trabajo, siempre que no sea
heredero o legatario, el cuatro por ciento del valor total de los bienes bajo su
administración. Si son varios los albaceas y actúan conjuntamente, el porcentaje será
dividido entre ellos.
La escala de restitución fijada en el art. 606 del Cgo. abrg., ha sido reducida a un
solo porcentaje por el art. Se reconoce la retribución sólo al albacea extraño a la sucesión,
esto es, que no sea heredero ni legatario. La retribución se justifica, porque nadie está
obligado a trabajar gratuitamente, así haya sido la causa de la designación la confianza y la
amistad. La exclusión de herederos y legatarios carece de justificación y puede
interpretarse como violatoria del art. 7, inc. j) de la Const., que proclama para todos el
derecho a una remuneración justa por su trabajo. El proyecto Toro, (art. 1902), con muy
buen criterio, dispone que la remuneración tendrá lugar en favor del albacea, aun cuando
sea también heredero o legatario. Otra cosa es, si el albacea, renuncia a su retribución. Es
problema suyo.
Jurisprudencia
1.- "El art. 606 (1229) concede a los albaceas premio por sus gestiones, sólo en
el caso de que ellos administren la testamentaría y fenezca su gestión,
rindiendo cuenta de ella".
(G.J. Nro. 188, p. 955).
2.- "El art. 606 (1229) concede (remuneración) a los albaceas no sobre la renta,
sino sobre el capital".
(G.J. Nro. 214, p. 1169).
3.- "El albacea tiene derecho a percibir la cuota fijada por el art. 606 (1229),
sobre los bienes administrados y al negarse este abono, se infringe la citada
ley".
(G.J. Nro. 872, p. 14).
Los autores y las legislaciones, señalan en primer lugar, la muerte del albacea como
el modo más natural de terminación del albaceazgo. Siendo por esencia indelegable, no es
trasmisible a los herederos (Scaevola, Planiol y Ripert). Si es uno solo y el testador no ha
previsto sustituto, puede procederse en la forma prevista en el art. 1221. Si son varios, los
que sobreviviesen continuarán en la función.
La expiración del plazo para el cumplimiento del cometido del albacea, supone el
término fijado por el testador, por la ley, por los herederos o por el juez, incluída la
prórroga si ella es concedida en sus respectivos y ya diferenciados casos.
Jurisprudencia
2.- "La remoción consagrada por el art. 608 (1230) en bien de los intereses de
la testamentaría, debe sustanciarse sumaria y rápidamente, con noticia del
albacea, ya que nadie puede ser sentenciado sin ser oído".
(G.J. Nro. 1158, p. 68).
ART. 1231.- (Gastos). Los gastos hechos por el albacea para el inventario,
rendición de cuentas, partición y los demás indispensables y justificados en el ejercicio de
sus funciones son a cargo de la testamentaría.
Los cargos cuyo reembolso corresponden al albacea, son los indicados en el art.
Según la doctrina y la generalidad de las legislaciones, estos gastos deben ser pagados por
la testamentaría. Según el art. 1265, infra, las deudas y cargas (entre éstas se computan los
gastos), deben pagar proporcionalmente todos los herederos. Algunos autores se inclinan a
atribuir estos gastos, a la cuota de libre disposición, porque consideran que la legítima de
los herederos forzosos, debe mantenerse intacta, pues -se dice- no son deudas de la
sucesión (Baudry-Lacantinerie, cit. de Planiol y Ripert). Este criterio, está contemplado en
el art. 1066 que prohibe imponer a la legítima cargas (los gastos tienen ese carácter) o
condiciones, de lo cual se infiere una manifiesta contradicción de este art. con el 1066.
Jurisprudencia
1.- "Los gastos verificados por el albacea en los viajes emprendidos en servicio
de la testamentaría, deben computarse en una suma prudente calculada,
mediante además autorización de la legataria".
(G.J. Nro. 671, p. 10).
2.- "Los gastos funerales deben ser reembolsados por los herederos (pero no)
los otros hechos en fechas posteriores y en objetos extraños a la inhumación
de la finada".
(G.J. Nro. 836, p. 23).
3.- "El cumplimiento del plazo para el desempeño del albaceazgo, incluída la
prórroga, hace caducar ipso iure dicha función y procede la rendición de
cuentas inmediata".
(G.J. Nro. 1319, p. 121).
ART. 1232.- (Prohibición de comprar). Los albaceas no pueden comprar ningún
bien de la testamentaría hasta dos años después de la aprobación de sus cuentas. Es
anulable la compra hecha en contravención de esta regla.
Jurisprudencia
4.- "Es nula la compra verificada por el albacea (de bienes de la testamentaría a
su cargo)".
(G.J. Nro. 1277, p. 48).
TITULO IV
DE LA DIVISION DE LA HERENCIA
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Fte: Cgo. fr. 815 (para I) - Cgo. it. 713, 2º) y 3º) (para II) -
Precd: c. c. abrg. 644 - 645 - 1528 -
Conc: p.c. 671 -
c. c. 167 - 171 - 436 - 648, II) -
El Título que se inicia con este art., legisla la última de las diversas operaciones que
supone el mecanismo jurídico sucesorio; es la operación material llamada partición:
mientras no se hace la partición, los bienes de la herencia se hallan en estado de indivisión.
La división, puede pedirla todo interesado legítimo que no sólo es todo heredero,
como expresa el art. Desde luego, puede hacerlo el albacea (art. 671 del p.c.). Pueden
también hacerlo los acreedores para preservar sus derechos, ejerciendo los derechos que
figuran en el patrimonio de su deudor negligente (art. 1445).
El art., cuando prescribe que todo coheredero puede pedir siempre la división de la
herencia, consagra la imprescriptibilidad de la acción de partición de la herencia o de los
bienes comunes (art. 171). Es cierto que el precepto es ambiguo y no tiene la inequívoca
claridad del Código abrg.: la acción de partir se puede entablar en cualquier tiempo (art.
645) o la herencia indivisa y los bienes puestos en sociedad, no puede prescribirse por los
coherederos ni por los socios (art. 1528). Pero, a pesar de su ambigüedad, éstos son los
principios que contiene su disposición. De esta interpretación participa Messineo, que al
comentar la disposición fuente del art. y el alcance del vocablo siempre, usado en él,
declara que la acción de partición es imprescriptible. Otra característica de esta acción,
señala también por el autor del Manual, es que es indivisible y unitaria, en el sentido de
que debe ser promovida contra todos los coherederos interesados (art. 679 del p.c.).
Jurisprudencia
1.- "Verificada la partición por el testador en uso de la facultad concedida por el art.
654 (1251), ya no era lícito solicitar otra nueva, con apoyo del 645 (1233) que
supone la conservación de la herencia indivisa".
(G.J. 559, p. 7).
2.- "El art. 645 (1233) determina que a nadie se puede obligar conservar la herencia
indivisa, pudiendo la acción de partir entablarse en cualquier tiempo".
(G.J. No. 563, p. 25).
3.- "La división por la que los herederos dividen la masa hereditaria para tomar
cada uno lo que le corresponde en iguales valores apreciados o en especie, sirve a
fijar y determinar la propiedad de cada heredero sobre los bienes comprendidos en
el lote respectivo".
(G.J. Nº 611, p. 12)
5.- "La acción de partir es absoluta y, por lo mismo, (no está) prohibido ejercer
dicha acción concretándola a la división parcial de una parte de la herencia, sólo
con uno o más de los acreedores poseedores de la fracción de bienes divisibles".
(G.J. Nº 824, p. 30).
6.- "La división debe (hacerse entre todos) los copartícipes, sin que proceda una
división parcial que es contraria al común derecho de los herederos".
(G.J. Nº 852, p. 22).
7.- "La partición no produce efectos (contra el coheredero que no participó en ella)
por no haber sido oído oportunamente y debe procederse a nueva partición".
(G.J. Nº 894, p. 10).
8.- "Perteneciendo los bienes indivisos de una sucesión a todos los herederos,
ninguno en particular es propietario exclusivo de algunos de ellos mientras no se
los haya asignado concretamente en la partición que deben practicar".
(G.J. Nº 1148, p. 4).
9.- "El carácter jurídico de las particiones, no responde a un acto traslativo sino a
uno declarativo en el que todos y cada uno de los bienes sucesibles pasan al
dominio de los herederos desde el momento en que se abre la sucesión"..
(G.J. Nº 1176, p. 10).
10.- "A nadie se le puede obligar a conservar la herencia indivisa conforme al art.
645 (1233) del c. c.".
(G.J. Nº 1251, p. 48).
13.- "No habiéndose hecho partición del inmueble no es posible realizar deslinde
(porque) los deslindes o amojonamientos son mas bien emergencia de la partición".
(G.J. Nº 1277, p. 37).
14.- "El heredero puede demandar el pago de la parte alícuota de los rendimientos
de la herencia, aun sin recurrir previamente al proceso de división y partición".
(G.J. Nº 1315, p. 54).
17.- "La herencia indivisa no prescribe, conforme dispone el art. 1528 del c. c.".
(G.J. Nº 1589, p. 79).
18.- "La partición de herencia debe realizarse con sujeción (a las normas legales),
de modo que cada heredero reciba su respectiva alícuota, debiendo cuidar los
tribunales de grado de que se proceda en la división y participación correspondiente
con la mayor equidad".
(G.J. Nº 1602, p. 100).
19.- "Conforme dispone el art. 645 (1233) del c. c. a nadie se puede obligar a
mantener la herencia indivisa, pudiendo los interesados entablar la acción de
división en cualquier tiempo, aunque hayan convenciones en contrario".
(G.J. Nº 1615, p. 58).
23.- "Toda división y partición ordenada por el juez, debe ser hecha con noticia de
todos los coherederos".
(A.S. Nº 188, de 30-VII-79), c.s. 1ª, inéd.).
25.- Véase los casos Nos. 17 del art. 170; 1 del art. 1068; 12 del art. 1453.
ART. 1234.- (Goce separado de bienes hereditarios). Puede pedirse la división aun
cuando uno de los coherederos haya gozado separadamente de algunos bienes hereditarios,
salvo que hubiera adquirido la propiedad por usucapión como efecto de la posesión
exclusiva.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 8 y 13 del art. anterior.
II. Sin embargo, si median circunstancias que hagan conveniente la división antes de
cumplirse estos hechos, el juez puede autorizarla fijando las cautelas necesarias.
Jurisprudencia
Las excepciones de los prgs. II y III del art., no parecen haber sido meditadamente
incluídas, una vez que la finalidad del patrimonio familiar, dado su limitado objeto y
extensión a las necesidades familiares, generalmente de vivienda, debe considerarse
prioritaria a la utilidad de los hijos mayores. Si se ha atendido a la situación del cónyuge
supérstite, con buen criterio, en los casos del art. 1238, debió haber inspirado el mismo
celo la disposición del 1237, una vez que, en definitiva, el patrimonio familiar y el
mobiliario a que se refiere al caso 3) del art. 1238.
Por lo demás, respecto de este artículo, cual se ha destacado en la anot. al art. 1006,
debe encomiarse su bien inspirada finalidad.
ART. 1238.- (Indivisión del equipo profesional, del negocio comercial y del
inmueble ocupado como vivienda).
I. El cónyuge sobreviviente puede pedir al juez, y éste concederle, que se le asigne:
1) El pequeño negocio comercial propio del premuerto.
2) El equipo profesional y sus instalaciones donde ambos cónyuges trabajan al morir el de
cujus.
3) El inmueble, y su mobiliario, usados exclusivamente como vivienda por los esposos al
morir el de cujus.
II. En tales casos esos bienes quedarán comprendidos en la porción hereditaria del
sobreviviente, compensándose la diferencia conforme a lo dispuesto por el artículo 1246.
III. El coheredero forzoso, distinto del cónyuge, que trabajaba con el de cujus cuando
éste murió, puede también acogerse al artículo presente en sus casos 1 y 2.
ART. 1240.- (División en especie). Todo heredero puede pedir su parte en especie
en los bienes muebles e inmuebles de la herencia, salvo lo dispuesto por los artículos
siguientes.
La regla del art. aplicable en tanto en cuanto haya posibilidad de cómoda división
en especie (art. 169), particularmente tratándose de inmuebles. La solución prevista en el
artículo está sujeta, además, a la entidad de la masa hereditaria y al número de herederos.
Todo depende de las circunstancias propias de cada caso concreto.
El art., conformándose a la regla general del art. 168, prevé la posibilidad de bienes
cuya división puede perjudicar el interés económico de la familia o de la comunidad, para
preservar el cual interés, el bien debe ser consolidado en favor de uno de los coherederos
que tenga la cuota mayor, mediando compensaciones en su caso, o en su defecto, mediante
remate del bien para distribuir su precio. Estas situaciones pueden presentarse en el caso de
establecimientos agrícola-industriales, por ejemplo, en los cuales indudablemente debe
prevalecer el interés de la comunidad, ya que la división de ellos, importaría prácticamente
su destrucción, con perjuicio para la producción. Quizá la ley, debiera prever en tales
situaciones una división por acciones, las cuales pueden ser realizadas por coherederos que
no desean mantenerse en la sociedad. En efecto, se presentaría el caso de transformación de
la indivisión en sociedad (Planiol y Ripert), incluyendo los bienes hereditarios indivisibles
en el activo de una sociedad civil, destinada a administrar los mismos y mantener -y aún
incrementar- su valor, par bien particular de los herederos y general de la comunidad.
La solución del art., se aplica también al caso previsto en el 1242 por las razones
enunciada en él, que prácticamente son simplemente comprensibles, como ya se anotó en
el art. 170, I).
Jurisprudencia
ART. 1243.- (Venta de bienes para el pago de deudas y cargas hereditarias). Los
coherederos que tienen más de la mitad del caudal hereditario pueden acordar, para el pago
de las deudas y cargas hereditarias, la venta en pública subasta de bienes muebles o
inmuebles, optando por la enajenación que cause menor perjuicio a los herederos.
Las disposiciones de este art. están repetidas en las de los arts. 1255, 1259 y 1260,
que están consignados en el capítulo en el que les corresponde estar ubicados, conforme se
reconoce en el propio precepto, parágrafo I. consiguientemente, estas disposiciones están
examinadas con dicho arts. (v. las anots. respectivas).
Jurisprudencia
PRINCIPIOS GENERALES
"Venisse ad heredem nihil intelligitur, nisi deducto aere alieno" = (No adquiere el
heredero sino lo que queda después de satisfechas las deudas del difunto). Digesto, ley 165,
tít. 16, Lib. 50. Cit. Scaevola.
"Hereditas non intelligitur, nisi deducto aere alieno" = (Se entiende por herencia lo
que queda después de cubiertas las deudas). M. Puigarnau.
1.- "Según el art. 646 (1245) la división entre los herederos debe comprender la
porción de la masa hereditaria, compuesta de los bienes que el difunto ha dejado al
tiempo de su fallecimiento y de los que, conforme al art. 635 (1255) y s. deben
traerse a colación para descontarse".
(G.J. Nº 300, p. 1985).
Fte: Cgo. it. 726, 2º) - 727 - 730 - Cgo. fr. 834 (para III) -
Conc: p.c. 672 -
c. c. 1241 - 1242 - 1248 -
Las cuotas han de formarse según las determinaciones del art., en concordancia con
lo preceptuado por los arts. 671, II y 672, II del p.c.; sea por un experto, designado por
acuerdo de los coherederos, o por el juez en su defecto, sea por uno de los coherederos si
acepta y convienen todos los demás, siendo todos los coherederos mayores. Si concurren
menores, ha de tenerse en cuenta la obligatoria observancia de las limitaciones impuestas a
los representantes de los mismos, por el art. 266 del c.f. y la obligatoria concurrencia del
Ministerio público, mediante el fiscal del menor componente, que debe intervenir en todas
las acciones civiles, de familia, etc., en que los menores tengan interés directo (art. 201 c.
men.).
El art. ha sido simplemente copiado del art. italiano 729 (inc. 1º), sin advertir su
inaplicabilidad en el Derecho boliviano. Determina que la asignación de las porciones
iguales se hace por sorteo y las desiguales por atribución, sin explicar además, qué se ha de
entender por tal atribución. La disposición, tal cual está redactada en el Cgo. italiano, se
explica porque prevé la concurrencia de hijos legítimos y naturales, por ejemplo, según la
diferenciación clásica que aún subsiste en el Derecho italiano, caso en el que se pueden dar
porciones desiguales, por la desigual atribución que les reconoce la ley. En el Derecho
boliviano, que no admite ninguna desigualdad entre descendientes por razón del origen de
la relación familiar, las porciones sólo pueden ser iguales, sea que concurran sólo
descendientes, sea que concurran éstos con el cónyuge supérstite, sea que el cónyuge
concurra con ascendientes, sea que concurran ascendientes solos, (arts. 1094, y s.). Si ha de
objetarse que el art. puede referirse a legatarios v. gr., la objeción es falsa, porque el legado
es una atribución directamente dispuesta por el testador, dentro de su porción de libre
disponibilidad, que se paga como carga, antes de la estimación partible. Tampoco cabe
considerar casos de atribución los de los arts. 1109, II) y 1110, II).
Jurisprudencia
2.- "La falta de firma del mandatario en las diligencias de inventarios y partición,
no hace necesaria la ratificación posterior del mandante, porque éste ha dado
ejecución voluntaria a ellas, recibiendo por sí y por medio de su apoderado la
mayor parte de los bienes que constituyen su hijuela".
(G.J. Nº 579, p. 11).
3.- "La división del acervo hereditario por igual entre los herederos, sin tener en
cuenta la condición de hijos naturales y legítimos, no infringe el art. 509 (sin
equivalente) del c. c., ya que esta disposición está derogada por el art. 134 (195) de
la Constitución Política, que proclama la igualdad de los hijos ante la ley".
(G.J. Nº 1317, p. 122).
Jurisprudencia
1.- "El art. 649 (1250) permite a los herederos partir como mejor les convenga y
aún transigir".
(G.J. Nº 577, p. 8).
2.- "La facultad concedida por el art. 649 (1250) del c. c. para que los herederos
puedan partir como mejor les convenga los bienes hereditarios no se halla
forzosamente sujeta a las condiciones y formalidades que exige el art. 646 (1245)".
(G.J. Nº 599, p. 3).
3.- "En la partición extrajudicial de bienes, con sujeción al art. 649 (1250) del c. c.
en que no han figurado menores, ausentes o de otro modo inhábiles (pueden los
contratantes) ocurrir directamente al notario a hacer protocolizar la convención de
partición".
(G.J. Nº 959, p. 95).
4.- "La división voluntaria se hace por los herederos como mejor les convenga y sin
necesidad de sujetarse a las formalidades establecidas por las leyes; surte sus
efectos jurídicos mientras no se la ataque de nulidad por lesión, dolo o fraude".
(G.J. Nº 1217, p. 28).
5.- "La división y partición voluntaria debe comprender a todos los herederos
forzosos, pena de nulidad".
(G.J. Nº 1225, p. 48).
6.- "El acuerdo de partes he de ser aprobada y en caso de que se reclame la reforma
de la partición, el juez está obligado a ordenarla, declarando el modo y el término
en que ha de hacerse ella".
(G.J. Nº 1297, p. 11).
7.- "El art. 649 (1250) del c. c. autoriza a los herederos partirse la herencia como
mejor les convenga y aun transigir, siempre que no se perjudique los derechos de
menores y ausentes".
(G.J. Nº 1305, p. 12).
8.- "La naturaleza de la acción de partir los bienes de la masa común hereditaria,
cuando concurren menores de edad, está condicionada a formalidades intrínsecas de
remate público en caso de indivisión, acreditado por los medios de prueba que la
ley correspondiente dispone en su amparo".
(G.J. Nº 1354, p. 31).
9.- "A tenor de los arts. 648 y 649 (1250) del c. c. pueden los herederos verificar la
división y partición entre ellos, como mejor les convenga, no pudiendo proceder a
una nueva operación, sin que previamente se haya anulado la anterior mediante la
correspondiente sentencia".
(G.J. Nº 1362, p. 27).
ART. 1251.- (División hecha por el testador). I. El testador puede dividir sus bienes
entre sus herederos.
II. Los bienes no comprendidos en el testamento se atribuyen conforme a la ley.
La división puede ser hecha por el causante de la herencia, tanto por acto entre
vivos como por acto mortis causa. El art. 654 del Cgo. abrg. lo establecía así expresamente.
El art., sólo doce que el testador podrá dividir sus bienes entre sus herederos, lo cual no
implica necesariamente una prohibición de la partición por acto entre vivos. Messineo,
comentando las disposiciones equivalentes del Cgo. italiano (arts. 733 y 734), considera
que la partición por acto entre vivos ha sido eliminada, sobre todo por razones técnico-
jurídicas, aunque sin explicar cuáles son ellas.
Si en la partición que se formaliza por acto entre vivos, se observan los preceptos
que imponen solemnidades ineludibles para cada forma de testamento, no hay razón para
considerar eliminada esta forma de partición. Hecha en escritura pública v. gr., simultánea
al testamento abierto, que es también escritura pública, (con particulares solemnidades y
nada más), parece perfectamente procedente.
En todo esto ha de considerarse que el testador, puede dividir su herencia entre sus
herederos y extraños y el juez debe respetar su voluntad (mientras no perjudique a los
forzosos en su legítima). Aunque parezca, según el artículo, que la partición deba hacerse
después de la muerte, no hay que prohiba hacerla en vida. La omisión de algunos bienes en
que puede incurrir el testador, se resuelve con la atribución de los mismos conforme
dispone la ley, esto es, según las reglas de la sucesión legal (arts. 1083 y s.).
Jurisprudencia
1.- "La autorización que concede el art. 654 (1251) a los padres y ascendientes para
hacer la partición de los bienes debe entenderse guardando en ella la igualdad
legal".
(G.J. Nº 33, p. 288).
3.- "Al declararse con sólo el apoyo de las disposiciones de los testigos la existencia
de la partición alegada (hecha por el ascendiente), se ha quebrantado la ley (art.
1251 c. c.) por indebida aplicación".
(G.J. Nº 863, p. 56).
4.- "Los padres pueden efectuar partición de bienes entre sus hijos y descendientes;
mas, habiendo hijos y cónyuge la partición que hagan sólo debe comprender a los
hijos reservando lo que corresponde conforme a ley (gananciales sobre todo) para el
cónyuge supérstite".
(G.J. Nº 1259, p. 13).
5.- V. los casos Nos. 1 del art. 170; 1 del art. 1233; 7 del art. 1254.
Jurisprudencia
1.- "Reconocido que las asignaciones testamentarias hachas a favor de los actores
exceden en su valor, del doble de las hechas a cada uno de los demás herederos
forzosos y comprobada (así) la lesión, era consiguiente la nulidad del testamento
que contiene esa partición".
(G.J. Nº 854, p. 17).
2.- "Lo dispuesto por el art. 1088 (564) del c. c. al fijar el taxativo plazo de dos
años para el vendedor de un inmueble pueda pedir rescisión, no es aplicable a los
casos en que se alega lesión en una disposición testamentaria".
(G.J. Nº 1174, p. 33).
3.- V. los casos Nos. 3 del art. anterior; 6 del art. 1254.
El concepto título, que el art. emplea reiteradamente en sus tres párrafos, implica la
idea del instrumento en el cual consta la prueba de un derecho o de una obligación que
comunmente se designa también con el término documento. De ahí que la repetida
referencia a los títulos y documentos, que el precepto hace es una reiteración pleonástica
innecesaria. El art. 736 del Cgo. modelo, fuente del art. en examen, se refiere simple y
llanamente a documento.
El art. 658 del c. c. abrg. contiene la solución más propia y adecuada para el efecto,
al disponer que la partición se protocolizará en la Notaría respectiva, la cual dará a cada
interesado el testimonio de su hijuela, procedimiento mantenido en la disposición del art.
675 del p.c.
Jurisprudencia
DE LA COLACION
La colocación trae a cuenta, todas las disposiciones a título gratuito, que el causante
de la herencia hizo de personas que han llegado a ser sus herederos. Sirve para una
operación de liquidación del activo y el pasivo de estas personas con relación a su pariente
fallecido, para determinar lo que de éste han recibido y lo que les queda por recibir. Los
llamados a la sucesión se ven de este modo colocados en un plano de igualdad,
alcanzándose el objetivo final de la institución (Planiol y Ripert).
Realizar la igualdad de trato entre los coherederos, es una finalidad que se asigna a
la colación, o, dicho en forma negativa, evitar disparidad de trato entre ellos que, hablando
con más propiedad, consiste en realizar la proporcionalidad entre coherederos y en realidad
es la ley -no el testador- la que quiere e impone esta igualdad (Messineo).
El Capítulo en examen, empieza por declarar (art. 1254), que se considera anticipo
de legítima, toda donación que el causante de la herencia hizo en vida a sus herederos
forzosos, a menos que haya dispensa expresa del testador, caso en el cual no se computa la
liberalidad sino en lo que exceda a la porción disponible.
1.- "Por lo dispuesto por el art. 636 (1254) deben traerse a colación y descontarse
en la partición los valores que no cualquier título hayan recibido los hijos o nietos".
(G.J. Nº 612, p. 7).
2.- "Al disponer que no se traigan a colación las cantidades que no recibió la hija en
su beneficio exclusivo, no se viola el art. 636 (1254)".
(G.J. Nº 736, p. 13).
3.- "La retribución por los trabajos del hijo no pueden considerarse como anticipo
de legítima que obligue a hacer la colación".
(G.J. Nº 1040, p. 73).
5.- "Debe traerse a colación los bienes recibidos y poseídos por los distintos
coherederos, conforme al art. 647 (1069) del c. c.".
(G.J. Nº 1284, p. 58).
6.- "Supone anticipo de legítima toda donación, toda dádiva de los padres a los
hijos, hecha por contrato o por testamento y ella es irrevisable, salvo las causales
previstas por el art. 652 (1252) del c. c.".
(G.J. Nº 1308, p. 16).
9.- "No procede colacionar los bienes que los hijos han adquirido de sus padres
mediante compraventa a título oneroso, así la compraventa se haya efectuado tres
meses antes del fallecimiento".
(G.J. Nº 1386, inéd. cit. de Arce y Urcullo).
10.- "Los muebles obsequiados a los otros hijos de la viuda supérstite, no encaja en
la previsión del art. 576 (1254) del c. c. y no existe como sostiene la recurrente un
anticipo de legítima, que para ser tal debe subordinarse a las exigencias de dicha
disposición legal".
(G.J. Nº 1614, p. 199).
Las personas obligadas a colacionar son los herederos forzosos (art. 1255). Se
consideran tales los descendientes, los ascendientes, el cónyuge en los matrimonios y el
conviviente en las uniones conyugales de hecho, a quienes se refieren los arts. 1059 y s.
Los herederos que no son forzosos, como los parientes colaterales y los extraños
por razón de parentesco al causante de la herencia, quedan excluídos de la colación. A
éstos el testador puede acumularles cuantas mercedes quiera, en vida o por causa de
muerte, sin más límite que el prescrito sobre el margen de libre disponibilidad. De ello se
infiere también, que la colación está instituída en favor de los herederos forzosos, como un
medio de regulación de la legítima (Scaevola).
Las personas a quienes se debe la colación, por eso, son los otros herederos
forzosos. Los bienes colacionables son todos aquéllos que el heredero forzoso ha recibido
en vida, directa o indirectamente. El testador, puede hacer que no se tenga en cuenta, esto
es, que no se colacione alguna o algunas liberalidades. Esta voluntad ha de respetarse, en
tanto en cuanto el límite que fija el prf. II del art. 1255 no sea excedido. Indudablemente
que esta voluntad del testador, ha de manifestarse en forma expresa. Su silencio respecto
del particular, ha de interpretarse en sentido de que la intención del testador no es dispensar
de la colación a los favorecidos.
Jurisprudencia
La razón de la regla del art., se encuentra en el hecho de que el suceder por derecho
de representación, implica tomar en la sucesión el lugar del denominado representado, lo
que trae sobre el representante todas las cargas y las obligaciones que el representado
habría tenido en calidad de heredero o de coheredero (art. 1089), si hubiese venido a la
sucesión (Messineo).
ART. 1257.- (Donaciones hechas a descendientes o cónyuge del heredero).
I. El heredero no está obligado a colacionar las donaciones hechas a sus
descendientes o cónyuge o conviviente por mucho que los bienes donados o parte de ellos
los haya recibido por herencia.
II. En las donaciones hechas conjuntamente a cónyuge o convivientes uno de los
cuales resulta heredero del donante, la porción donada queda sujeta a colación.
La regla del art. está mejor expresada en su modelo, art. 739 y con la inserción de
éste resultará más inteligible el precepto.
"El heredero no está obligado a aportar las donaciones hechas a sus descendientes o
al cónyuge, aun cuando al suceder a éstos haya obtenido beneficio de ellos. Si las
donaciones han sido hechas conjuntamente a cónyuges de los cuales uno de ellos es
descendiente del donante, solamente la porción donada a éste está sujeta a
colación".
Texto éste, como se ve, que guarda más conformidad con la lógica, con la equidad,
y con la disposición básica en materia de colaciones (art. 1255). En efecto, el consorte
donatario que no es heredero forzoso del ascendiente donante, no tiene vínculo jurídico
alguno de representación o sustitución con el cónyuge heredero forzoso. Ahora bien, si el
art. 1255 dispone que, el donatario obligado a colacionar sea heredero forzoso del donante
o causante de la herencia, ha de suponerse que éste donó a su nuera o a su yerno con
dispensa de colación, ya que no son sus herederos forzosos (Rogron, cit. por Scaevola).
Téngase además en cuenta, que en orden a los bienes propios de los esposos, el Código de
familia dispone que pertenecen por la mitad a cada uno de éstos, salvo proporción diversa
dispuesta por el donante, las donaciones que reciben conjuntamente (art. 105 c.f.); precepto
que refuerza la observación formulada supra al prf. II del art. 1257 que, aparte descuidar la
necesaria concordancia con el ordenamiento jurídico general, contradice la regla básica del
art. 1255.
Fte: Cgo. it. 746 - Cgo. fr. 861 - 862 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 642 -
Conc: c. c. 96 - 97 - 1073 - 1076 - 1260 -
La regla equivalente al art., contenida en el art. 746 del Cgo. modelo, es más simple
y más práctica. Da al aportante la opción de colacionar el bien en especie o imputando su
valor a su propia legítima, y cuando el bien ha sido enajenado o hipotecado, la colación se
hace sólo por imputación. Las reglas del art. 1073, invocadas en el art., se refieren a
donaciones hechas a extraños (legados) sometidas, en su caso, a reducción.
Los dineros que recibe el heredero forzoso del causante de la herencia, en vida de
éste, sea para pagar sus deudas, sea para afrontar algún negocio, o para otros fines propios
del heredero, convierte a éste en un verdadero deudor hereditario y sus deudas no pagadas
en crédito activo a favor de la testamentaría, que se considera capital relicto, por cuanto
dicho heredero recibirá de menos en su porción legítima, tanto como sumen las sumas
anticipadas por el de cujus. A fin de saldar cuentas con la testamentaría, el heredero
forzoso, deudor de sumas de dinero en ese concepto, debe hacer la imputación dispuesta
por el art. Si a su vez el heredero es acreedor del de cujus, hechas las compensaciones del
caso, imputará la deferencia, si alguna resulta. Ha de tenerse presente que las deudas de
que trata el art. en examen, son aquéllas cuyo pago se podía exigir por el causante de la
herencia al heredero obligado a colacionarlas. También ha de tenerse en cuenta que para la
exigibilidad de estas deudas, no es suficiente que el testador declare en su testamento que
entregó determinada suma de dinero a determinado heredero forzoso. Cuando no se trata de
disposiciones de liberalidad contenidas en el propio testamento, la declaración supradicha
tendrá valor en cuanto esté respaldado por el necesario justificativo (documento de
prueba), fuera del testamento mismo.
Este art. ha de considerarse propiamente como una reglamentación del precepto
contenido en el art. 1244, II).
ART. 1260.- (Colación por imputación). La colación por imputación se hace por el
valor que los bienes tenían a tiempo de dividirse.
El art. es consecuencia lógica del principio general de que los frutos de la cosa, son
debidos desde que nace la obligación de entregarla. Se infiere de él que la colación se debe
y, consiguientemente, los valores que en sustitución de los bienes colacionables señala el
art. 1260, desde que el heredero que tenga que colacionar concurra con otros que también
lo sean, a una sucesión. Luego, no debiéndose lo principal, o sean los valores colacionables
hasta el expresado instante, que es el momento de la apertura de la sucesión, no se deberá
tampoco hasta entonces lo accesorio, es decir, los frutos e intereses (Scaevola).
Jurisprudencia
"Siendo varios los herederos y poseyendo los bienes sólo de ellos, éstos están
obligados a partir a los otros la cuota que les corresponde en los frutos percibidos".
(G.J. Nº 1044, p. 38).
No se conocen precedente alguno que contradiga la doctrina del art., que incluye,
en general, las erogaciones hechas en vida por el testador en el cumplimiento de deberes
naturales y jurídicos familiares. Esas erogaciones, no implican donaciones ni liberalidades
directas ni indirectas. Ha de agregarse a la enunciación de dicho artículo, los regalos
acostumbrados (bautizos, aniversarios, etc.).
Jurisprudencia
"Según el art. 640 (1263) del c. c. no son imputables a la masa hereditaria los gastos
hechos por los padres en alimento y educación de los hijos".
(G.J. Nº 649, p. 6).
ART. 1265.- (División de deudas). Todos los herederos contribuyen al pago de las
deudas y cargas hereditarias, en proporción a sus respectivas cuotas.
Las deudas, en sentido estricto, del difunto, pasan al heredero, cualquiera que sea su
origen: contrato, acto jurídico unilateral, ley. Al heredero corresponde cumplir las
obligaciones del cuius y de la sucesión. Los acreedores tienen precedencia respecto de los
derechos correspondientes al heredero, sobre el patrimonio hereditario, a un tratándose del
heredero legal, incluído el Estado (art. 1111, II).
Ahora bien, cuando el heredero sea uno solo, sucede él solo en las deudas que
estaban a cargo del difunto, frente a terceros. Si los herederos son más de uno, la deuda se
divide ipso iure (Messineo) entre ellos, en proporción a la respectiva cuota hereditaria.
ART. 1267.- (Repetición por pago de deuda común). El coheredero que por efecto
de la hipoteca u otro motivo haya pagado el todo o la mayor parte de la deuda común que a
él le incumbe, sólo puede repetir a los otros coherederos la parte que ellos deben contribuir
conforme al artículo 1265.
Fte: Cgo. it. 754 - Cgo. fr. 875 -
Conc: c. c. 436 - 440 - 1265 - 1268 -
Comprendido en la anot. al art. 1265.
ART. 1268.- (Caso del coheredero insolvente). La cuota del coheredero insolvente
en una deuda hipotecaria, indivisible o anticrética se reparte proporcionalmente entre los
otros coherederos.
El precepto del art., ha sido examinado en la anotación del art. 1197, de cuya
disposición se desprende, que si el legante ha gravado el bien legado, sin dispensa expresa
en favor del legatario, éste deberá aceptar el legado con la carga del gravamen y pagarlo,
sin derecho a subrogarse en los derechos del acreedor frente a los herederos.
ART. 1270.- (Derecho del heredero sobre los bienes de su lote). Se considera que
todo coheredero es único e inmediatamente sucesor de todos los bienes que componen su
lote y que nunca ha tenido propiedad en los otros bienes hereditarios.
Este capítulo, en sus cuatro artículos deja entender que las particiones no producen
más que dos efectos: el que expresa el 1270, o sea, que las particiones, hechas legalmente,
confieren a cada heredero la propiedad exclusiva de los bienes que le hayan sido
adjudicados, y el que regulan los arts. 1271, 1272 y 1273 relativos al saneamiento de la
evicción de los bienes adjudicados, obligación a que quedan recíprocamente sujetos los
coherederos una vez hecha la partición.
ART. 1272.- (Evicción). I. Cada uno de los coherederos está obligado a indemnizar
al coheredero que haya sufrido la evicción, calculándose el valor del bien con referencia al
momento de la evicción y proporcionalmente el valor que los bienes atribuídos a cada uno
tenían entonces.
II. Si uno de los coherederos es insolvente, la parte por la cual está obligado debe
ser repartida entre los coherederos solventes y el heredero que ha sufrido la evicción.
El art. es una norma de aplicación especial de las reglas generales de los arts. 392 y
394, relativas a la cesión de créditos, por virtud de las cuales el cedente responde de la
existencia y legitimidad del crédito a tiempo de la cesión (de la división en este caso), pero
no de la insolvencia del deudor, a menos que ésta fuera anterior y pública. Y aun cuando se
haya pactado responsabilidad por la insolvencia del deudor, si ella sobreviene al acto (en
este caso a la división), por negligencia del cesionario, la responsabilidad cesa.
CAPITULO V
La nulidad por omisión de un heredero forzoso o por haber sido comprendido como
tal en ella un no-derecho habiente, puede fundarse en causa de error (Messineo), por
aplicación de la regla del art. 548, sobre nulidad de los contratos (incluye la acción de acto
jurídico) plurilaterales.
DE LOS DERECHOS
TITULO PRELIMINAR
CAPITULO UNICO
DISPOSICIONES GENERALES
Conc: Const. 7 -
c. c. 1280 - 1447 -
Las disposiciones preceptivas de este capítulo único, habrían estado muy bien
ubicadas con otros principios generales que faltan, en un título preliminar con el que
generalmente comienzan los Códigos civiles, incluído el modelo italiano, y no únicamente
uno de los libros, que lo componen, como éste.
Puede considerarse las de estos arts. (1279 a 1282), como reglas de interpretación y
de aplicación concreta del ordenamiento jurídico, sea para el caso normal de las situaciones
que ordinariamente se preven, sea para el supuesto de que no exista una norma específica y
adecuada para la solución de un caso dado, porque él no está previsto. Se destaca así que la
norma jurídica, desde que existe, ha de ser cumplida u obedecida, por razón y efecto de la
llamada obligatoriedad que es una de sus características (Bielsa), y cuando se da el
supuesto de la inexistencia de una norma específica y adecuada para la solución del caso
no previsto, conformándose a las reglas de los arts. 1281 del c. c. y 1, II) del p.c., porque,
en caso alguno (a reserva de las excepciones especificadas también por el ordenamiento
jurídico, v. gr., legítima defensa o estado de necesidad según los arts. 11 del c.p. y 985 y
986 del c. c.) está permitida la autotutela o autodefensa directa de los derechos (art. 1282,
c. c.).
Son pautas de conducta hechas normas jurídicas para que aquéllas tengan, como
dice Coutere, efectividad y vigencia positiva en la vida de relación jurídicamente normada,
conformadas a la distinción entre conducta y derecho que ya subrayó kant: honeste vivere,
alterum nom laedere, suum cuique tribuire, preceptos que señalan acción en reglas de
conducta: ser virtuoso, no dañar y retribuir, que en un derecho de traducen en prevenciones
normativas: honeste vive, alterum nom laede, suum cuique tribue: sé virtuoso, no dañes,
retribuye.
Conc: c. c. 1279 -
ART. 1281.- (Conflicto de derechos). Los conflictos entre derechos son resueltos
por los órganos jurisdiccionales en la forma determinada por las leyes de la República.
Puede considerarse este art. como expresión variante del principio contenido en el
art. 1449.
ART. 1282.- (Prohibición de la justicia directa).
I. Nadie puede hacerse justicia por sí mismo sin incurrir en las sucesiones que la ley
establece.
II. Esta prohibición no impide, sin embargo, los actos de legítima defensa
permitidos y calificados por la ley, ni los que conduzcan inmediatamente a la intervención
de los órganos jurisdiccionales.
Conc: c. c. 1281. -
TITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Probar vale tanto como procurar la demostración de que un hecho dado ha existido,
y ha existido de un determinado modo, y no de otro, (Ricci).
Las Partidas (3ª tít. 14 ley 12, cit. de Scaevola), dan esta noción: prueba es
aueriguamiento que se faze en juyzio en razón de alguna cosa que es dubdosa.
Nótese la similitud de esta definición de las leyes de Partida, con las dadas por el C.
de Proced. de 1832 (art. 257) y la Comp. de leyes procesales de 1878 (art. 158), que
consideran prueba la averiguación jurídica de la verdad o falsedad de la demanda.
La palabra prueba -probanza en las leyes antiguas- se hace derivar del verbo latino
probare, que significa probar, patentizar, demostrar la existencia de una cosa. Trae su
etimología, según unos autores, del adverbio latino probe, que significa honradamente y se
considera que obra con honradez quien pruebe lo que pretende; según otros, de la palabra
probandum, que significa recomendar, aprobar, experimentar, patentizar, hacer fe, al tenor
de varias leyes romanas. Por eso, se señala como juicio importante el que se refiere a la
prueba, cuando se dice probar es vencer (López-Moreno) o cuando se destaca el efecto de
su ausencia con el aforismo latino nom apparere et non esse paria sunt (son iguales el no
ser y el no aparecer; cit. Scaevola). En el derecho angloamericano, las leyes sobre pruebas
son llamadas law of evidence y la prueba evidence (evidencia), palabra más exacta, dice
López-Moreno, porque en realidad se demuestra bien sólo lo que se ve. La evidence
supone una certeza clara y donde no hay evidencia no hay verdadera certeza, lo que vale
decir que donde no hay certeza no hay prueba. La certeza -se dice- es el conocimiento
exacto de la verdad sin ninguna suerte de dudas, y tal certeza no se adquiere sino por la
evidencia. Parece algo redundante, pero tiene una notoria exactitud.
El derecho puede ser objeto de prueba sólo cuando se trata de la existencia de una
ley extranjera (Chiovenda), lógicamente desconocida en el país por consecuencia elemental
de los límites jurisdiccionales de la soberanía. Aunque los medios de comunicación
actualmente hacen más y más raras las dificultades sobre la existencia de leyes extranjeras
(Planiol y Ripert), ellas fueran del territorio donde rigen constituyen una res facti (Giorgi).
La cuestión ha sido omitida en el Código y su Procedimiento, no obstante que éste (art.
555, caso 5) exige para la ejecución de sentencias extranjeras demostrar (vale decir,
probar), que ellas están ejecutoriadas conforme a las leyes del país donde hubieran sido
pronunciadas. El tratado de Montevideo sobre Derecho procesal (art. 6º), también exige
para la ejecución de sentencias entre los Estados signatarios -como requisito necesario-
copia auténtica de las leyes en que se funda la sentencia.
El Derecho propio, esto es, el nacional no es ni puede ser objeto de prueba, por
razón del principio de que no se puede alegar ignorancia de la ley, que se hace obligatoria
desde su publicación (art. 81 Const.). Por eso, recuerda Planiol, antiguamente era corriente
oir en los Tribunales la admonición: Abogado probad el hecho que la Corte conoce el
Derecho.
A los fines del Título, cuyo examen se inicia con el de este art., se plantea varias
cuestiones relativas a la actividad probatoria. Consisten ellas en determinar qué es prueba;
qué se prueba; quién prueba; cómo se prueba, y qué valor tiene la prueba producida. La
primera cuestión atañe al concepto de la prueba; la segunda a su objeto; la tercera a la
carga de la prueba; la cuarta al procedimiento probatorio y la quinta a su valoración o
apreciación.
El objeto de la prueba: qué se prueba, se reduce a una fórmula: sólo los hechos
contradictorios son objeto de la prueba: siempre que hubieren hechos por probar, pero sin
conformidad entre las partes... declara el art. 370 del p.c. Los juicios de puro derecho (p.c.
art. 354) no son objeto de prueba. Entre los hechos, no se prueban:
a) Los que son admitidos, que quedan fuera del contradictorio: frustra probatur
quod probatum non relevat (en vano se prueba lo que probado no aprovecha) dice el
derecho justinianeo.
b) Los que presume la ley, salvo expresa admisión de prueba contraria, caso en el
que se da la inversión de la carga de la prueba.
c) Los que son evidentes, como que la visión de las cosas se favorece con la luz
diurna y se dificulta con la oscuridad, v. gr.
d) Los que se reputan normales; por ej., la defectuosa visibilidad nocturna, la
solidez de una construcción nueva, la lucratividad del acto de comercio, la capacidad
generandi del presunto padre, el valor obligatorio del consentimiento, etc., que no pueden
ser objeto de prueba por normales y constantes, a menos que se alegue lo contrario,
extremo contradictorio que, de presentarse, es el que ha de probarse.
e) Los que son notorios (con las debidas restricciones), entre los que se consideran
aquellos que entran naturalmente en el conocimiento, en la cultura o en la información
normal de los individuos, en un conglomerado social y en un momento determinados (no
supone generalidad en caso alguno), por ej., obligarse a hacer o no hacer una cosa o a pagar
cierta cantidad el día en que cambie el actual gobierno; supone un hecho indudablemente
notorio con relación al medio en que juez y partes actúan.
f) Las pruebas pertinentes y admisibles, con relación a los hechos controvertidos,
también entran en la consideración del objeto de la prueba; las primeras porque versan
sobre las proposiciones y hechos que son objeto de la controversia. En cuanto a las
segundas, más en relación con los medios de prueba.
La prueba no sería una carga (onus = peso, carga) si el no verificarla no fuera fatal
a la parte que está obligada a probar y es conforme a la razón, como a la utilidad práctica
de siempre, dice Bonnier, imponer el peso de la prueba a quien afirma más bien que al que
niega, porque para la ley, colocada en el terreno de la lógica, establecer la prueba de un
hecho negativo es casi imposible en la práctica, mientras la de una proposición afirmativa
es muy fácil. Ejemplifican estos conceptos, los antecedentes históricos de la legislación de
la prueba, siguientes:
Per rerum naturam factum negantis probatio nulla sit (por la naturaleza de las cosas,
el que niega un hecho no necesita probar su negación; Codex, Lib. 4, tít. 19, ley 23).
Ei incumbit probatio, qui dicit, non qui negat (compete la prueba a quien afirma, no
a quien niega; Digesto, Lib. 22, tít. 3, ley 2).
Creditor, qui pecunian petit, numeratam implere cogitur; debitor, qui solutam
afirmat, eius rei probationem praestare debet (el acreedor que reclama una cantidad debe
acreditar que la entregó; el deudor que afirma haberla pagado debe probarlo; Codex, Lib. 4,
tít. 19, ley 1).
Regla cierta de derecho es que la parte que niega alguna cosa en juyzio no es
tenudo de la prouar (P. 3, tít. 14, ley 2).
Aquel que dize que dio, o pago algo a otri... es tenudo de lo prouar... (P. 3, tít. 14,
ley 6; todas las citas, de Scaevola).
El precepto del art., sobre la carga de la prueba, esto es, sobre a quien corresponde
proporcionarla, reproduce el antiguo axioma: onus probandi incumbit actori, reus in
exipiendo fit actor. Esto es, el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente a otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al demandante
(ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat). Mas, si el demandado alega hechos diversos
de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean incompatibles con
éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr. pago), impeditivo (v.
gr. vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. excesiva onerosidad sobrevenida), está
obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte del axioma citado supra.
Esta regla general, se modifica cuando concurre una presunción legal (iuris
tantum). El actor que tiene en apoyo de su demanda una presunción, está dispensado del
peso de la prueba. Igualmente, el demandado cuya excepción se funda en una presunción
(art. 1318, IV). Habida cuenta que la presunción da la cosa presunta como probada, la parte
a la cual se la opone no puede limitarse a negarla: tiene que probar su impugnación
contraria a la presunción (Ricci). Se produce una inversión del peso de la prueba, por
ministerio de la ley, en todos los casos de presunción en que expresamente admite prueba
en contrario. Ejemplos: el deudor que tiene el documento de crédito en su poder y opone
excepción de pago, no está obligado a probar su excepción (art. 359, II), cuyo peso se
desplaza al acreedor que debe probar que no entregó voluntariamente ese poseedor que
ejerce actualmente la posesión (art. 88), que demanda a quien afirme tener derechos sobre
las cosa poseída para que se declare la inexistencia de tales derechos (art. 1455), desplaza
el peso de la prueba al demandado por efecto de la presunción del art. 88 que le favorece.
1.- "El principio jurídico de que nadie debe ser creído en juicio sobre su simple
palabra, se conforma con (lo dispuesto por) el art. 901 (1283)".
(G.J. Nº 393, p. 239).
2.- "El vendedor que invocó en su defensa la excepción del art. 1046 (630), estaba
en el deber de probar en observancia del art. 901 (1283) que el comprador conocía
el peligro al tiempo de la venta y al no hacerlo da lugar a la repulsa de la excepción
por falta de prueba".
(G.J. Nº 440, p. 691).
4.- "El auto se funda en no haberse probado (la) acción por causa del demandante,
como le cumplió hacerlo en observancia de los arts. 901 (1283) del c. c. y 166 (375)
del p.c.".
(G.J. Nº 691, p. 10).
5.- "El que asegura (haber pagado) debe también justificar por su parte el pago o el
hecho que produjo la extinción de la obligación según este art. (1283)".
(G.J. Nº 719, p. 24).
7.- "Sin embargo de la falta de prueba que justifique que dichos semovientes son
de la testamentaría de... y de que en materia de muebles la posesión vale título, se
ha resuelto que esos muebles se incluyan en la partición, infringiendo los arts. 901
(1283) y 1559 (100) del c. c.".
(G.J. Nº 810, p. 12).
9.- "La prueba de lo demandado corresponde al actor que está obligado a producirla
en cumplimiento de lo mandado por el art. 160 (375) del p.c.".
(G.J. Nº 1359, p. 38).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1360, p. 17).
10.- "Es obligación del actor producir las pruebas que le corresponde, como lo es la
del demandado producir las de sus excepciones".
(G.J. Nº 1599, p. 100).
11.- "De conformidad con el art. 160 (375) del p.c., es obligación del actor producir
las pruebas de su demanda y del demandado las de sus excepciones".
(G.J. Nº 1601, p. 89).
12.- "Se ha declarado correctamente probada la demanda, porque la actora ha
cumplido con el precepto del art. 160 (375) del p.c.".
(G.J. Nº 1615, p. 58).
13.- Véase los casos Nos. 2 del art. 721, 1 del art. 873, 2 del art. 1002, 19 del art.
1318.
ART. 1285.- (Medios de prueba). Son medios de prueba los que se establecen en el
título presente así como los señalados en el Código de Procedimiento Civil.
Los autores antiguos señalan los medios de prueba con estos dos versos latinos
(Scaevola).
Aspectum, sculptum, testis, notoria, scriptum,
jurans, confesus, praesumptio, fama, probativus.
De todos los medios de prueba, según distinguen los autores, unos son llamados
directos, porque producen la convicción del juzgador por impresión directa o personal del
hecho discutido, como los documentos en general o la inspección; otros se designan
indirectos, cuando transmiten al juez la certeza adquirida por otras personas, como ocurre
en la testificación o cuando se deducen por raciocinio con arreglo a la lógica según
acontece con las presunciones. Considerado el tiempo se distinguen dos especies de medios
de prueba (Ricci): una que comprende la prueba constituída antes del juicio, llamada
preconstituída en el estilo forense, como, v. gr. el documento público que define el art.
1287 (probationes probatae); la otra comprende la prueba que debe producirse en el curso
del juicio mismo, como la testificación o la información pericial, v. gr., (probationes
probandae).
Este art. sienta el principio general sobre el valor que ha de darse a la prueba
producida.
Consideran los autores categoría intermedia, entre la prueba legal y la prueba libre,
el método de la sana crítica -más aplicable sólo a la española de 1855 a 1881. No ofrece -se
dice- ni la excesiva rigidez de la prueba legal ni la excesiva incertidumbre de la libre
convicción. Su práctica combina las reglas de la lógica, algunos de cuyos principios
rectores no puede desatender ningún juez, con las reglas de la experiencia. Se conceptúa
que satisface plenamente las exigencias del proceso civil moderno, por lo que, Couture,
estima que cabe aplicarle a todos los medios de prueba.
El art., y también su norma instrumental correspondiente (p.c. art. 397, I), no sigue
sistema definido ni exclusivo. Plantea una solución ambivalente, la vigencia de la prueba
legal y la de la prueba libre: a falta de determinación legal expresa, faculta al juez valorar
la prueba según su prudente criterio. El p.c., agrega un tercer método de valoración al
repetir casi textualmente la norma sustantiva en examen, añadiéndole la admisión del
método de la sana crítica, como equivalente del prudente criterio del juez que comporta, en
realidad, una manifestación de la llamada prueba libre (v. en la anot. al art. 1330, algunas
reglas de la sana crítica).
Jurisprudencia
2.- "Es atribución de los jueces de grado valorar y calificar la prueba producida en
juicio, salvo que se acredite haberse fallado contra las reglas de criterio legal, lo que
no ocurre en la especie".
(G.J. Nº 1624, p. 72).
3.- "La facultad de compulsar las pruebas, es privativa de los jueces de instancia e
incensurable en casación, siempre que no se hubiera quebrantado una regla de
criterio legal".
(A.S. Nº 182 de 17-VIII-79).
5.- "Las reglas de sana crítica son reglas de lógica que operan en el criterio de los
juzgadores de instancia y a las que sólo cabe considerar como infringidas cuando la
ponderación de los elementos probatorios resulta manifiestamente injusta".
(A.S. Nº 256 de 18-X-79).
SECCION I
SUBSECCION I
Fte: Cgo. it. 2699 (para I) - Cgo. fr. 1317 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 903 -
Conc: c. com. 128 - p.c. 399 -
c. c. 68 - 491 - 492 - 667 - 805 - 1285 - 1309 - 1542 -
La prueba literal o documental, está representada por la prueba escrita en sus varias
formas. Su importancia varía: a) según haya sido preconstituída al establecerse una
relación jurídica (contrato) o haya sido destinada a reproducir ocasionalmente el
pensamiento o la actividad de las partes (cartas y papeles domésticos, v. gr.); b) según
provenga de las partes en juicio (confesión) o de un tercero (caso del art. 638, v. gr.); y c)
según provenga de particulares (libros comerciales) o de funcionarios públicos (despachos
y certificados).
El documento público no sólo cumple función de medio de prueba que, como tal, se
le considera de trascendente importancia, porque es de los que produce prueba plena, esto
es, que revela por sí sólo, sin dejar duda, la verdad del hecho averiguado, a diferencia de la
semi-plena, que requiere el concurso confirmatorio de otros medios de prueba (v. gr. el
principio de prueba escrita). Cumple también la función de requisito esencial para la
formación, esto es, la validez de los contratos (arts. 452 y 491). En los actos en los que la
ley exige el documento público por vía de solemnidad, su falta no puede suplirse por otro
medio de prueba y se los tendrá por inexistentes aun cuando en el escrito se prometa
reducirlos a instrumento público dentro de plazo determinado. De ahí que la conversión a
que se refiere el art. 1288, no se opera en los casos en que el requisito de forma, la
solemnidad, es esencial para la validez del acto, por aplicación inexcusable del art. 493).
Jurisprudencia
2.- "Aunque la minuta fue suscrita por los interesados, no acredita legalmente la
demanda (porque) aquéllos que la constancia de la convención ha de resultar de
escritura pública".
(G.J. Nº 681, p. 46).
3.- "Conforme a este art. (1287) es instrumento público el que ha sido otorgado por
un funcionario público con las formalidades establecidas por las leyes".
(G.J. Nº 762, p. 17).
5.- "Es nula la escritura pública de venta cuando no está firmada por uno de los
contratantes y los testigos según el art. 25 de la L. del Notariado".
(G.J. Nº 1210, p. 48).
6.- "El poder de fs...., constituye instrumento público que lleva la fe probatoria del
notario ante quien se otorgó, acerca de la edad del otorgante (cuya alegada
minoridad no se ha probado)".
(G.J. Nº 1251, p. 13).
8.- "La minuta no constituye título de propiedad, sino un simple proyecto (de
escritura pública) dirigido a un Notario de Fe Pública para la extensión de ésta y
que para tener eficacia de documento privado, entretanto, debe contener manifiesta
y expresa convención de las partes al efecto".
(G.J. Nº 1563, p. 119).
8b.- "El título público de propiedad acompañado hace plena fe según los arts. 903 y
905 (1287 y 1289) del c. c. y surte efecto legal al hacer adquirido publicidad
mediante su inscripción en el registro de los derechos reales, con la prelación que le
aseguran los arts. 1º, 4º y 15º de la L. de 15 de Nov. de 1887 (c. c. art. 1545)".
(G.J. Nº 1563, p. 120).
9.- "El art. 903 (1287) del c. c., establece que una escritura pública, para que sea
considerada tal, debe hacerse con todas las solemnidades necesarias, que son las
indicadas en la L. del Notariado y en el mismo Código".
(G.J. Nº 1589, p. 108).
11.- "Toda actuación procesal cumplida por un funcionario auxiliar del ramo
judicial, dentro de los límites de su competencia y cumpliendo los requisitos
formales correspondientes, es un acto auténtico según prevé el parágrafo I del art.
1287 del c. c. y tiene la fuerza probatoria que le asigna el parágrafo I del art. 1289
del mismo" (A.S. Nº 129 de 4-VIII-80).
12.- "El acto jurídico de la v. gr. y el instrumento que le acredita, merecen plena fe
y surten sus efectos legales, mientras no se demande y pruebe su nulidad por
cualquier defecto de forma o de fondo explícitamente señalados por la ley".
(A.S. Nº 4 de 6-I-81).
Jurisprudencia
1.- "El documento es nulo como instrumento público por no haber intervenido
presencialmente al otorgante (que lo ha firmado fuera del acto de celebración), pero
no lo es (nulo) como instrumento privado".
(G.J. Nº 19, p. 163).
2.- "La escritura pública que contiene un defecto sustancial sólo vale como escritura
privada".
(G.J. Nº 515, p. 5).
3.- "La escritura que no es pública por la incompetencia del funcionario que
la autorizó, vale como escritura privada si está firmada por las partes".
(G.J. Nº 562, p. 8).
4.- "La escritura pública extendida sin la concurrencia de los testigos requeridos por
la L. del Notariado, no es nula porque ninguna ley expresa determina esa nulidad y
porque el tenor del art. 904 (1288) del c. c., sólo varía, como consecuencia, la
calidad del instrumento sin afectar a la existencia y realidad de las obligaciones que
contiene".
(G.J. Nº 1227, p. 25).
Fte: Cgo. fr. 1319 (para I y II) - Cgo. esp. 1218, 1º) (para III) -
Precd: c. c. abrg. 905 -
Conc: p.c. 399, I) - 400 - c.p. 198 - 199 - p.p. 157 - 159 -
c. c. 523 - 524 -
La fuerza probatoria del documento público, es absoluta para las partes contratantes
y sus causahabientes por aplicación de las reglas generales de los arts. 519 y 524, tanto
respecto a las declaraciones o convenciones contenidas en él, cuanto a los hechos y
ocurrencias de que deja constancia en el mismo, el funcionario público por ante quien se le
otorga. Esa eficacia alcanza aún a lo meramente enunciativo, cuando las enunciaciones
contenidas en el documento, tengan relación directa con la parte dispositiva, esto es, con el
objeto y el fin del acto celebrado (art. 1291). Las enunciaciones extrañas a ese objeto y fin
servirán, en y para su caso, como simple principio de prueba.
En cuanto a terceros, esa eficacia es relativa, porque sólo hace fe respecto de haber
sido otorgado y de su fecha: rem ipsam (Pothier) es decir, el hecho mismo, la realidad del
acto jurídico, lo que se podría llamar la parte material del acto, v. gr., que hubo una venta
el día indicado en el instrumento celebrado entre los comparecientes. Esta regla, es también
aplicación de la general contenida en el art. 523.
Ricci, observa que la eficacia probatoria del documento público, no alcanza a dar fe
de la verdad de las declaraciones hechas por las partes, acerca de su edad o capacidad
jurídica (y de su estado civil puede agregarse), como tampoco se extiende a la aserción del
notario relativa al estado y capacidad de los contratantes. En general, ha de partirse de la
base de que el documento público hace fe de los contratos y de los hechos realizados en
presencia del funcionario que lo ha autorizado. Ello no implica garantizar la verdad de las
declaraciones que contiene; por ejemplo, si un contratante declara que recibe del otro una
suma de dinero en pago de crédito, el notario consigna la declaración hecha ante él, de lo
que da fe. Esa fe se limita sin embargo al hecho material de la declaración emitida en su
presencia y no puede extenderse a la verdad de la declaración. Considérese la razón de ser
del contradocumento. Se infiere de esto, que sin atacar la fe debida al documento público,
se puede probar la falsedad (ideológica), de las declaraciones de las partes ante el
funcionario autorizante del documento.
El que la ley atribuya al documento público fe plena, no impide la posibilidad de
impugnarlo de falsedad material o ideológica por la vía penal, (arts. 1289, II y s. c.c. y 198
y s. c.p.). Si la acción penal, ha alcanzado auto de procesamiento, (auto de acusación en el
régimen abrogado), ejecutoriado al agotarse las diligencias previstas en el art. 222 del p.p.,
se suspende la ejecución del documento, porque dicho auto implica la existencia de
indicios y presunciones de culpabilidad en el querellado por la falsedad.
La excepción de falsedad, está admitida en la enumeración del art. 507 del p.c.,
dentro del proceso de ejecución, con el criterio señalado en la clasificación anterior y se
resuelve en sentencia. No parece comprendida en la enumeración del art. 336 del mismo
p.c., que señala las excepciones oponibles en el proceso de conocimiento u ordinario. Sin
embargo, la omisión no implica que ella no puede ser opuesta, como no impide igual falta
de mención, que se pueda oponer la excepción de pago o extinción de la obligación.
Jurisprudencia
1.- "El art. 905 (1289) atribuye fuerza probatoria plena a la escritura pública
(cuando no está) contradicha su autenticidad y validez en juicio".
(G.J. Nº 322, p. 3270).
2.- "No surte ningún efecto la escritura otorgada mediante un poder nulo por falta
de firma".
(G.J. Nº 540, p. 15).
4.- "Los vicios intrínsecos de nulidad que se arguyen contra la (escritura) no pueden
ser apreciados en el procedimiento sumario (y debe) ser materia de una sentencia
que la declare nula e ilegal".
(G.J. Nº 556, p. 26).
5.- "La simple circunstancia de haberse iniciado juicio sobre falsedad civil de la
mencionada escritura, no da mérito a suspender el curso de la causa. Tal suspensión
sólo puede tener lugar en el caso de haberse acusado la falsedad directamente por la
vía criminal".
(G.J. Nº 597, p. 8).
6.- "Los instrumentos conservan el valor que les atribuye el art. 905 (1289) entre
tanto que no sean declarados nulos".
(G.J. Nº 661, p. 23).
7.- "La minuta aunque firmada por las partes que no recibe la forma de escritura
pública, por la retractación de uno de los contratantes, manifestada antes de que el
contrato alcance forma legal, no tiene valor".
(G.J. Nº 676, p. 13).
8.- "La escritura pública y los testimonios sacados de ellas por autoridad del juez,
hace plena prueba".
(G.J. Nº 702, p. 10).
11.- "No hace fe una escritura de transacción sobre intereses de menores, cuando en
ella no se ha cumplido las formalidades tocantes a estos".
(G.J. Nº 744, p. 17).
12.- "La ejecución de una escritura debe suspenderse sólo por el decreto de
(procesamiento) cuando se halle directamente acusada de falsa en la vía criminal".
(G.J. Nº 747, p. 14).
13.- "La nulidad de una escritura pública sólo puede ser considerada por los jueces
en virtud de sentencia ejecutoriada".
(G.J. Nº 780, p. 12).
14.- "Si bien la escritura no tiene valor hipotecario, surte sus efectos en cuanto al
reconocimiento de los tres instrumentos privados que en ella se encuentran
insertados".
(G.J. Nº 791, p. 12).
15.- "Los jueces al ejercer la potestad de examen de los (documentos) que emanan
de funcionarios de otro Poder, no proceden como superiores en grado, para
enmendarlos o revocarlos, sino únicamente, como encargados de cumplir la ley
para apreciarlos con relación a los juicios de que conocen".
(G.J. Nº 817, p. 32).
16.- "Carece de acción (quien) invoca su propia simulación, para solicitar la nulidad
de la escritura pública cuya falsedad no está reclamada por terceros perjudicados".
(G.J. Nº 827, p. 42).
18.- "La falsedad intelectual de una escritura puede justificarse por todos los
medios probatorios, aun por conjeturas y presunciones".
(G.J. Nº 1282, p. 44).
19.- "Toda escritura hace fe con respecto a la convención que contiene mientras no
haya sido acusada su falsedad y probada en el respectivo juicio".
(G.J. Nº 1285, p. 100).
22.- "La falsedad intelectual o substancial del documento puede probarse por todos
los medios legales, aun mediante indicios y presunciones".
(G.J. Nº 1354, p. 60).
26.- "Los títulos presentados por los reconvencionistas que cursan en autos y
aparecen estar debidamente inscritos en derechos reales hace más de 60 años,
merecen la fe probatoria que les asignan los arts. 905 (1289) del c. c. y 177 (399) de
su procedimiento".
(G.J. Nº 1611, p. 79).
27.- "La escritura pública que en testimonio cursa a fs.... tiene fuerza probatoria que
hace plena fe entre las partes otorgantes, conforme dispone el art. 1289, I) del c. c.,
mientras no sobrevenga alguno de los casos previstos en el parágrafo II) de la
misma disposición".
(A.S. Nº 32 de 13-III-80).
28.- V. los casos Nos. 14 del art. 453; 7, 11, y 12 del art. 1287; 18 del art. 1328; 9
del art. 1453.
El art. que no tiene equivalente en el Cgo. modelo resume en una, las reglas de los
arts. 906 y 907 del Cgo. abrg. Ejemplo clásico de la aplicabilidad de estas reglas, es lo que
se llama reconocimiento tácito de hijo (art. 196 c.f.), cuando en el documento público (inter
vivos o mortis causa), se menciona al hijo extramatrimonial por su nombre en ese carácter
(de hijo), o simplemente se lo alude incidentalmente, de modo que puede dar lugar a
reclamar la declaración de filiación, mediante la posesión de estado (art. 205 c.f.). Puede
añadirse, como ejemplo, el caso de reconocimiento de deuda o promesa de pago contenidas
en cualquiera declaración, emitida en las formas previstas en este art.
Jurisprudencia
2.- "La declaración testamentaria de... en la cual confiesa adeudar a... tiene por sí
sola el valor legal que le atribuye el art. 907 (1290) del c. c.".
(G.J. Nº 633, p. 10).
3.- "La causa versa únicamente respecto de la nulidad del testamento y no sobre la
filiación de los herederos instituídos en él".
(G.J. Nº 687, p. 47).
6.- "La escritura hace fe contra el que la suscribe en las obligaciones, confesiones o
declaraciones que contiene en favor de otro".
(G.J. Nº 715, p. 27).
Fte: Cgo. fr. 1322 (para I) - Cgo. it. 1414, 2º) (para II) -
Conc: c. c. 543 - 545 -
El Cgo. abrg. omitió la traducción del art. 1321 del Cgo. francés, (1292 del
Código). El Cgo. italiano de 1942, tampoco contiene disposición equivalente no obstante
que se precedente, el Cgo. de 1865 (art. 1319), incluía el precepto.
Es válida y eficaz entre las partes y sus sucesores a título universal, aunque sea
hecha en documento no público y destinada a permanecer secreta. Es ineficaz contra
terceros, cuando consta en documento privado. La eficiencia contra terceros, que le
reconoce el prf. II del art. en examen, sólo en el caso de que sea público el
contradocumento y anotado en la matriz y en la copia utilizada por el tercero,
prácticamente es, la de un acto o contrato corriente, sin ningún carácter de
contraestipulación, por el cual las partes han rescindido o han substituído el primer contrato
público, por otro también público, lisa y llanamente. La referencia eufemística a la matriz,
alude al registro de escrituras y la relativa a la anotación, ha de suponerse que es la prevista
por el art. 1552 (anotación preventiva en el Registro de Derechos Reales). Con las
características no puede hablarse, en rigor, de contradocumento.
Jurisprudencia
La regla del prg. I), se conforma al principio que informa el estatuto formal: locus
regit actum. La legalización es requisito indispensable para demostrar la autenticidad del
documento procedente del extranjero. Los consulados, (no las misiones diplomáticas),
tienen para el efecto (prg. II), atribuciones de funcionarios de fe pública y, por lo tanto, los
documentos públicos que se otorgan mediante sus registros, hacen plena fe en la
República, luego de su protocolización en un registro notarial.
Jurisprudencia
3.- "Los bolivianos, así como los extranjeros, que celebran contratos en el exterior
sobre bienes situados en la República, deben otorgar dichos contratos con las
formalidades exigidas en el país en que lo hacen, con cuya condición merecen fe en
Bolivia, conforme disponen los arts. 36 y 1475 (1294 y 1376) del c. c.".
(G.J. Nº 1228, p. 88).
Jurisprudencia
2.- "Este art. (178 p.c. derg. = al 1296) se limita a reconocer la fuerza de prueba
plena en los certificados sacados de los registros, pero ni dicho art. ni ninguna otra
disposición prohiben el empleo de los demás medios establecidos para probar la
edad de las personas".
(G.J. Nº 502, p. 2).
3.- "El (certificado) del acta de matrimonio contraído según las leyes francesas
expedidas por el canciller del consulado francés y legalizado por el agente
diplomático de Francia en Bolivia y por el Ministerio de Relaciones Exteriores,
merece la fe que le atribuye el art. 36 (1294) del c. c.".
(G.J. Nº 640, p. 2).
4.- "Según este artículo (1296) los certificados que se sacan de los (registros) hacen
fe para acreditar el nacimiento, la edad, el matrimonio o la muerte".
(G.J. Nº 656, p. 12).
6.- "Los certificados expedidos por la Notaría de Hacienda, tienen la validez legal y
la eficacia jurídica determinada por el art. 178 del p.c. (1296 del c. c.)".
(G.J. Nº 1361, p. 72).
7.- "El despacho titulado informe, propuesto como prueba en la especie, es nulo,
por provenir de una persona que dejó de ser funcionario público y porque no reune
las condiciones exigidas por el art. 178 del p.c. (abrg., equivalente al 1296 del c. c.
vigente)".
(G.J. Nº 1585, p. 26).
8.- "El art. 178 del Compilado (p.c. abrg., citado como precedente del art. 1296 del
c. c. vigente), se refiere a los despachos y títulos expedidos por el Gobierno y sus
Agentes autorizados, facultad no extensiva a funcionarios extranjeros como es el
Cónsul de...".
(G.J. Nº 1609, p. 102).
9.- "Una simple copia legalizada del acta de una garantía otorgada ante una
seccional policiaria, expedida no por autoridad competente sino por un funcionario
subalterno de la Dirección de Investigación Nacional, no tiene fuerza probatoria al
tenor del art. 178 del p.c. (de 1878 = al 1296 del c. c. vigente)".
(G.J. Nº 1615, p. 44).
10.- "El certificado cuestionado, otorgado por el Agente Provincial del Banco
Agrícola, sin ajustarse al precepto del art. 89 de la L. gral. de Bancos de 11 de julio
de 1928, a la que dicho Banco y sus funcionarios están sometidos a tenor de lo
dispuesto por el D.S. de 11 de Feb. de 1942, L. de 10 de Dic. de 1943 y L. de 29 de
Feb. de 1940, ha sido correctamente desestimado en el auto de vista recurrido, sin
que se haya violado las normas mencionadas".
(A.S. Nº 142, de 30-V-79).
El número de las firmas depende de las partes que concurren, según sea unilateral o
bilateral o plurilateral el acto o convención contenidos en el documento.
La firma en blanco, consiste en que ésta es dada con anterioridad a la facción del
documento y el papel firmado queda en blanco, hasta que es llenado con lo que debe
contener mediante la redacción que, comunmente, la hace una persona distinta del
firmante. Es una muestra de confianza y, con frecuencia, una imprudencia mayúscula
(Planiol y Ripert). Quien suscribe un documento en blanco no hace ninguna declaración;
solamente construye una prueba (Carnelutti). Su validez ha sido discutida. Mientras no se
descubra el fraude -si hubo- su fuerza obligatoria es inobjetable. Descubierto el fraude, en
su caso, pasa quitarle eficacia sólo cabe la vía penal (art. 336 del c.p.). Aquí no hay acción
por falsedad de documento, porque no hay hipótesis de contraste entre el contenido del
documento y la verdad, sino entre el contenido mismo y la voluntad del suscriptor
(Carnelutti).
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 910 (1297) del c. c., el instrumento privado legalmente
reconocido o habido por tal, sólo tiene fuerza de prueba plena respecto a la
convención que comprende".
(G.J. Nº 460, p. 877).
2.- "El instrumento privado sólo hace fe cuando ha sido legalmente reconocido".
(G.J. Nº 494, p. 14).
7.- "Al desestimarse la carta que no se halla suscrita, no se viola (la ley) porque el
acto de darse por reconocida no la reviste del carácter que la ley no le atribuye".
(G.J. Nº 701, p. 12).
9.- "Al darse a la referida minuta, el valor probatorio que la ley atribuye al
instrumento privado, reconociéndose que se halla consumado el expresado contrato
de partición, no se viola este art. (1297)".
(G.J. Nº 753, p. 41).
11.- "Para que un instrumento haga la misma fe que uno público contra los que lo
han suscrito, o sus herederos, es necesario que sea reconocido por aquéllos o por
éstos, o que se dé por reconocido, con intervención de ellos".
(G.J. Nº 794, p. 41).
12.- "Al dar al instrumento privado la misma fe que al público, supone que aquél se
encuentra legalmente reconocido".
(G.J. Nº 803, p. 27).
13.- "Todo documento privado, cualquiera que sea su naturaleza, debe ser
legalmente reconocido para tener valor de plena prueba".
(G.J. Nº 804, p. 18).
14.- "Son legales y válidos los instrumentos privados firmados por el otorgante y
reconocidos ante autoridad competente, requisitos sin los cuales no pueden ser
calificados como tales a tenor de los arts. 905 y 912 (1289 y 1300) del c. c.,
particularmente a los efectos del art. 434 (487) del p.c.".
(G.J. Nº 1219, p. 65).
15.- "No reuniendo las condiciones especificadas por los arts. 903 y 910 (1287 y
1297) del c. c., las minutas no pertenecen a la categoría de documentos públicos ni
privados y su reconocimiento no mejora su calidad original de simples proyectos".
(G.J. Nº 1232, p. 90).
16.- "La minuta firmada con la declaración de quedar perfeccionada la venta, debe
considerarse como documento privado".
(G.J. 1239, p. 16).
19.- "Si las partes no declaran expresamente que dan carácter de documento
privado a la minuta extendida para el otorgamiento de una escritura pública,
mientras ésta sea suscrita, dicha minuta sólo tiene el alcance de un mero proyecto
entre las partes, sin que la justicia pueda darle otra validez sin incurrir en exceso de
poder y falsa aplicación de los arts. 910 (1297) del c. c. y 180 (399, II) del p.c.".
(G.J. Nº 1349, p. 14).
20.- "El tribunal ad quem, procedió correctamente al dar valor probatorio a la letra
de cambio impugnada para confirmar la sentencia apelada, a mérito del art. 392 del
c. mtl. (550, c. com.), ya que, al quedar perjudicada únicamente, el reconocimiento
de firma y rúbrica por el aceptante y demandado, le da el valor que le reconoce los
arts. 910 (1297) del c. c. y 180 (399, II) del p.c.".
(G.J. Nº 1563, p. 201).
23.- "Según los arts. 1297 del c. c. vigente y 319 del p.c., los documentos privados
para tener eficiencia jurídica, necesitan de un previo reconocimiento de la firma y
rúbrica de quien los suscriba y contra el cual deben oponerse o ejecutarse".
(G.J. Nº 1623, p. 143).
25.- "El documento de fs... carece de la eficacia señalada por el art. 1297 del c. c.,
porque no aparece en obrados el acta de reconocimiento del mismo, menos el auto
que en rebeldía del emplazado le diera por legalmente reconocido de conformidad a
los arts. 1298 del mismo código sustantivo y 399 de su Procesamiento".
(A.S. Nº 32, de 13-III-80).
26.- "El art. 1297 del c. c. atribuye al documento privado reconocido entera fe
respecto de la verdad de las declaraciones que contiene".
(A.S. Nº 64, de 2-V-80).
28.- Véase los casos Nos. 2 del art. 595, 8 y 10 del art. 1287, 21 del art. 1289, 4 del
art. 1306.
Jurisprudencia
1.- "La ley que determina que se dé por reconocido el instrumento privado, cuando
aquél a quien se opone rehusa reconocerlo o comparecer ante el juez, establece una
regla general que no hace distinción entre el autor y los herederos".
(G.J. Nº 421, p. 526).
2.- "El juicio contradictorio para declarar válido un instrumento privado, tiene
lugar cuando lo niega la parte a quien se opone; más cuando la firma no se
contradice, sino que se pone en duda, tiene lugar la comprobación prevista por el
art. 912 (1300) del c. c.".
(G.J. Nº 748, p. 70).
Jurisprudencia
6.- "Si nadie ha suscrito a ruego el documento en que interviene una persona
analfabeta, importa que no se ha observado las formalidades previstas por el art. 2º
de la L. de 20 de Nov. de 1950".
(G.J. Nº 1602, p. 121).
8.- "Los documentos otorgados por analfabetos deben llenar los requisitos exigidos
por ley para surtir efecto".
(G.J. Nº 1611, p. 59).
9.- "El documento privado para surtir efectos de documento público requiere del
reconocimiento de las firmas de sus otorgantes, según la L. de 20 de Nov. de 1950
tratándose de analfabetos".
(G.J. Nº 1616, p. 99).
10.- "No tiene fuerza ejecutiva el documento base de la ejecución, que no ha sido
conforme al art. 2º de la L. de 20 de Nov. de 1950 (art. 1299 c. c.), que además de
los testigos presenciales exige que sea suscrito por otra persona a ruego de la
analfabeta que se obliga".
(G.J. Nº 1620, p. 46).
11.- "No surte efecto legal alguno, conforme establece el auto de vista recurrido, el
documento en el que interviniendo una persona analfabeta, no reúne las condiciones
que exige la L. de 20 de Nov. de 1950".
(G.J. Nº 158, de 25-VI-79).
12.- "La L. de 20 de Nov. de 1950, para garantizar los actos y contratos de los
analfabetos, víctimas frecuentes de engaño, establece requisitos sin los cuales los
documentos en que éstos intervienen son nulos, como ocurre en la especie, en la
que la inobservancia de los mismos no puede ser suplida con la firma estampada
por el marido de la actora".
(A.S. Nº 17, de 12-II-80).
Jurisprudencia
1.- "La única formalidad del documento privado es la firma de los contratantes para
probar el consentimiento".
(G.J. Nº 182, p. 910).
6.- "El reconocimiento reducido a la afirmación de ser suya la letra o firma que en
el documento se encuentra, tiene el valor de confesión judicial".
(G.J. Nº 529, p. 6).
8.- "Los documentos privados que no se firmaron por aquél a quien se les opone, no
hacen fe".
(G.J. Nº 664, p. 16).
9.- "En los documentos privados la falta de reconocimiento del signatario o sus
herederos se suple con la prueba legal producida en el juicio de comprobación".
(G.J. Nº 671, p. 12).
11.- "El cotejo de firmas, verificado por los notarios que se llamaron, no importa
reconocimiento en el sentido indicado, aparte de que se hizo constar en esa acta que
no hay uniformidad en las rúbricas cotejadas".
(G.J. Nº 776, p. 18).
12.- "Los instrumentos privados que hacen fe por medio de su reconocimiento, son
aquéllos en que se encuentra la letra o firma original de aquél a quien se opone. Las
copias de prensa no contienen dicha letra o firma".
(G.J. Nº 794, p. 39).
13.- "En el caso de fallecimiento del que hubo suscrito un documento privado, su
reconocimiento será hecho por sus herederos y si éstos declaran no conocer la letra
y firma, se ordena la comprobación a tenor de lo dispuesto por el art. 912, 2ª parte
(1300, I) del c. c.".
(G.J. Nº 1225, p. 35).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1290, p. 31)
Jurisprudencia
1.- "En los instrumentos (privados) se cuenta su fecha para terceros desde el
fallecimiento de cualquiera de los que lo suscribieron, o desde su presentación en
juicio, o desde su inscripción en el registro público".
(G.J. Nº 128, p. 436).
Las reglas de este art. y del siguiente (1303) tienen justificación de antiguo. Si en
una escritura pública o privada en que se declara un derecho o se reconoce una obligación
de determinada amplitud, aquél a cuyo favor se halla otorgada consigna algo que lo limita
y que hace más favorable la situación del deudor, debe tenerse por cierto. A nadie se le
ocurre, obrando cuerdamente, extender en un documento de semejante naturaleza notas que
no respondan de una manera exacta a la verdad o a lo que se estima como verdad
(Scaevola).
ART. 1303.- (Exoneración del deudor).
I. Los escrito por el acreedor en seguida, al margen o al dorso de un documento que ha
estado siempre en su poder, aunque él no haya firmado ni fechado, hace fe cuando tiende a
establecer la exoneración del deudor.
II. Lo mismo se entiende con lo escrito por el acreedor al dorso, al margen o en seguida
de la copia de un documento o recibo, siempre que la copia esté en poder del deudor.
Jurisprudencia
3.- "Queda legalmente establecido el pago que figura al margen del documento
reconocido, al tenor del art. 1303 del c. c.".
(A.S. Nº 159, de 9-X-80).
SECCION III
Se discutió por los autores (Rosellini, Fuchs, Mittermaier, cits. de Giorgi), tras el
establecimiento del telégrafo, entre los graves problemas que de ello se derivaba para la
ciencia jurídica, la índole del telegrama como instrumento del contrato, su fe probatoria en
juicio, las relaciones y las obligaciones que hacen renacer entre remitente y destinatario,
entre aquéllos y el empleado de telégrafos. El Código de Comercio italiano precedente en
esa materia del Cgo. Civil (que también es Comercial, Messineo) de 1942, introdujo en sus
disposiciones las que ahora rigen en éste. Sus reglas, originalmente, sólo tenían
aplicaciones en materia mercantil. Y como no hay razones para seguir reglas distintas en
materia civil, porque la razón de ellas no derivan de las particulares necesidades del tráfico
mercantil, sino que nacen de la naturaleza de las operaciones telegráficas y de las
facultades que conciernen a los empleados de las oficinas telegráficas, es indudable que
dichas reglas correspondían también al campo de aplicación del Código Civil.
ART. 1305.- (Cartas misivas). I. Las cartas misivas podrán ser admitidas como
prueba o principio de prueba escrita, según las circunstancias, cuando sean presentadas por
el destinatario o con su consentimiento, para acreditar un interés legítimo en el litigio con
el autor de las cartas.
II. las cartas confidenciales no producen efecto probatorio alguno, salvo lo dispuesto en
el artículo 20-I.
Conc: c. c. 20, I) - 805, II) - 1297 - 1329 -
Las cartas misivas, tienen tanta antigüedad como la necesidad en que los hombres
se encontraron siempre de comunicarse, estando ausentes, sus pensamientos y su voluntad.
El Digesto (cit. de Giorgi), presenta numerosos fragmentos en los que muestra la epístola
como medio de concluir contratos inter absentes (art. 462). La historia de la letra de
cambio, la muestra, en sus principios, como una simple orden de pago escrita por carta, en
forma lacónica y de estilo especial, que usaban los comerciantes.
Como medios de prueba, las cartas hacen fe contra quien las ha escrito y a favor de
quien las ha recibido, por estar a él dirigidas, cuando son reconocidas. A favor de quien la
ha escrito, la carta -primera o de contestación- no puede hacer fe, sin otro hecho o
documento con el que pueda comprobarse o recibir confirmación. A esas circunstancias se
refiere el art. 1305, para reconocerlas como medio de prueba o como principio de prueba
escrita solamente. La certeza de la fecha, puede determinarse con el sello postal si se
encuentra estampado sobre la hoja misma en que va la carta, como sucede en las postales, o
en los papeles que cerrados de forma determinada, constituyen su propia cubierta.
Para admitir entre los medios de prueba la carta, ha de ser presentada en juicio.
Puede ser presentada espontánea u obligadamente, por aplicación de las reglas generales de
la actio ad axhibendum a que se refieren, en parte, los casos 4, 5 y 6 del art. 319 y con las
limitaciones señaladas en el art. 320, ambos de p.c.
Las cartas dirigidas a una persona son propiedad de está, no pueden ser presentadas
sin el consentimiento del destinatario y presentadas no pueden tener efecto en daño o
beneficio del tercero, más que como simple indicio, salvo que la carta haya estado
destinada a ser comunicada al tercero, caso en el cual éste puede considerarla suya y hacer
uso de ella.
Siendo la carta confidencial (arts. 20, I y 1305, II), no puede ser presentada, aun
con el consentimiento de la persona a la que va dirigida, si no da también su
consentimiento el remitente o, en su defecto, sus herederos forzosos, a menos que sea el
destinatario quien tenga interés en presentarla por un interés personal grave y legítimo.
Presentada sin el consentimiento del remitente, el juez no puede tenerla en cuenta, aunque
previamente puede decidir si la carta tiene o no carácter confidencial, cuestión librada a su
arbitrio.
SECCION IV
SUBSECCION I
Jurisprudencia
1.- "La excepción de pago opuesta y apoyada en las partidas de egreso de los libros
de la sociedad, que no hacen fe en favor de ella, conforme al art. 914 (1306) del c.
c. ha quedado improbada".
(G.J. Nº 328, p. 3113).
2.- "Los cargos recíprocos procedentes de partidas de licores internados por cuenta
de cada socio, constan de la cuenta llevada por el dependiente que, sin oposición
alguna, sirvió de base a los peritos liquidadores".
(G.J. 550, p. 20).
3.- "La sentencia sólo se halla apoyada en los referidos libros, cuentas,
comprobantes y acuerdos (del Banco), los que según el art. 914 (1306) del c. c. no
forman prueba contra el demandado".
(G.J. Nº 561, p. 25).
Jurisprudencia
La regla del parágrafo I ya proclamada por los romanos (nemo potest esse auctor in
rem suam = nadie puede aseverar en su propio interés) y por el Cgo. francés de 1804 (art.
1331) sienta con buen sentido el principio de que nadie puede otorgarse un título
probatorio, sea para constituir, sea para extinguir obligaciones. Más que el sentido material
ha de atenderse al sentido moral de la frase a favor de quien los ha escrito, ya que la regla
se aplicará igualmente a los registros o manuscritos mandados hacer con el secretario,
dependiente o cualquier otra persona de confianza o de la familia de aquél a quien
pertenecen los registros y papeles domésticos.
Por la segunda regla del art. (prf. II), los registros y papeles privados hacen fe
contra quien los ha escrito, cuando expresen formalmente la entrega de un pago, aunque no
estén fechados ni firmados. Esta segunda parte no lo dice el art., pero lo dicen los
principios generales en que se funda el precepto. La inscripción puede estar hecha por el
mismo acreedor, por sus dependientes o personas de confianza, e inclusive por el propio
deudor, si se demuestra que éste fue encargado por el acreedor para el efecto.
Fte: Cgo. it. 2714 (para I) - Cgo. fr. 1335, 1º) (para II) -
Precd: c. c. abrg. 917 - 918 -
Conc: p.c. 400 -
c. c. 1285 - 1287 - 1311 - 1542 -
Tal cual el documento original, de ambas especies, hacen fe los testimonios (copias
en el lenguaje legal francés), que son franqueados por funcionario autorizado que tenga el
documento original bajo su guarda y custodia por ministerio de la ley, de todo documento
privado reconocido u otro que acredite auténtico, provenga de los particulares o de los
diferentes órganos del Estado.
Jurisprudencia
2.- "La ejecución del año 1647 es de autenticidad dudosa y no merece entera fe a
causa de no ser sino el testimonio sacado por orden de juez extraño al del juicio y
sin citación fiscal, de otro testimonio y sin los requisitos establecidos en el art. 918
(1309, II)".
(G.J. Nº 543, p. 2).
3.- "Según el art. 918 (1309, II) del c. c. habiendo parte interesada en un asunto, el
testimonio de todo instrumento archivado que se le oponga, debe ser sacado con
citación suya".
(G.J. Nº 553, p. 10).
4.- "Un proceso fenecido no puede acumularse a otro en tramitación, debiendo
secarse de aquél los testimonios respectivos".
(G.J. Nº 754, p. 37).
5.- "Los testimonios sacados por autoridad de juez competente por las personas
encargadas de la custodia de los originales y con la oportuna citación de las partes
tienen el valor probatorio que le atribuye el art. 918 (1309, II)".
(G.J. Nº 810, p. 22).
6.- "Al denegar la exhibición del protocolo original para confrontar con él los
testimonios presentados, en razón de no existir duda sobre el punto reclamado,
emplea el juez la facultad que le confiere la ley".
(G.J. Nº 825, p. 45).
7.- "Los testimonios franqueados por los Oficiales del Registro civil para merecer
fe tienen que estar franqueados de acuerdo al art. 918 (1309) del c. c.".
(G.J. Nº 1617, p. 63).
En el supuesto anterior, debe actuarse conforme dispone el prf. II del art. 1309;
demandar orden judicial, previa citación de partes, para que se extienda el testimonio que
se interesa. Se supone que citadas las partes involucradas, si tienen fundamentado, pueden
oponerse al otorgamiento y proceder por las vías legales correspondientes si hubiera
sospecha de falsedad. Si no hay observación, el testimonio así obtenido, tiene el mismo
efecto que los sacados de los originales en las condiciones especificadas por el prf. I del
art. 1309.
Jurisprudencia
1.- "El A.S. de 29 de Oct. de 1970, declara sin valor probatorio a la fotocopia que
no está debidamente legalizada".
(G.J. Nº 1588, p. 156).
3.- "No se puede admitir en juicio, como sustitutivas, las copias fotostáticas de
documentos básicos declarativos de derechos o extintivos de obligaciones, a menos
que se hallen autenticados por autoridad competente y formen parte de otras
pruebas, más aun, como ocurre en la especie, cuando quien pretende utilizarlas en
su favor estaba en posesión de los originales en la fecha de la presentación de las
fotocopias".
(G.J. Nº 1590, p. 26).
4.- "Las copias fotográficas, no reconocidas por nuestras leyes vigentes (nótese que
este A.S. es anterior a la vigencia de los nuevos c.c. y p.c.), no pueden ser
legalizadas por los Notarios de fe pública, quienes sólo pueden autorizar los actos y
contratos que indican los arts. 1º y s. de la L. del Notariado de 5 de marzo de 1858".
(G.J. Nº 1597, p. 48).
5.- "Los Notarios de fe pública no tiene facultad legal para otorgar legalizaciones
de documentos sobre derechos de propiedad que no constan en sus archivos y, en la
especie, la copia fotostática legalizada de un carnet de propiedad de un vehículo
motorizado, infringe las disposiciones de los arts. 32 y 34 de la L. del Notariado".
(G.J. Nº 1621, p. 53).
Téngase en cuenta que el art. 553 no permite la confirmación de los actos nulos.
Jurisprudencia
1.- "La ratificación que se invoca, cualquiera que sea su mérito para los
contratantes, no puede dañar los derechos de... que no intervino en el contrato
primitivo ni en la ratificación que se alega".
(G.J. Nº 427, p. 587).
2.- "La escritura hace mención expresa del contrato de compraventa, ratificándolo y
aunque no se reproducen detalladamente las condiciones del contrato, tiene toda la
fuerza de instrumento confirmatorio de la compraventa".
(G.J. Nº 465, p. 919).
3.- "El instrumento no es confirmatorio cuando no repara ningún vicio que pudieran
contener los títulos en cuestión".
(G.J. Nº 535, p. 24).
4.- "Para ser confirmatorios o de ratificación los documentos, tienen que reunir los
requisitos indispensables que imponen los arts. 922, 923 y 925 del c. c. (abrg.) los
mismos que están consignados en los arts. 1313 a 1316 del c. c. vigente".
(G.J. Nº 1614, p. 21).
ART. 1314.- (Excepción). Los documentos confirmatorios de un acto contra el cual
la ley admite acción de anulabilidad, sólo son válidos cuando se encuentra en ellos la
substancia del acto, las causas de anulabilidad y la intención de reparar el vicio. Se salva el
caso en que el documento confirmatorio tenga suficiente antigüedad, a juicio del juez.
Jurisprudencia
1.- "Se exige los requisitos prescritos por el art. 923 (1314) en los instrumentos
confirmatorios para cortar la equivocación que pudiera sufrir quien tiene derecho de
acusar un contrato de nulidad y rescisión, (de modo) que la confirmación se
entienda hecha con conciencia de los motivos de nulidad".
(G.J. Nº 210, p. 1139).
Jurisprudencia
1.- "El desempeño del cargo (supone) aceptación y ejecución que importa la
ratificación del contrato y subsana el defecto de la firma, como lo determina el art.
924 (1315)".
(G.J. Nº 577, p. 3).
2.- "Al pagar variado canon de arrendamiento durante (varios) años, ejecutando así
voluntariamente las modificaciones verbales pactadas por su esposa, arrendataria
mancomunada, importa (para el demandado) la ejecución voluntaria del nuevo
convenio restrictivo del celebrado por escrito conforme al art. 924 (1315) c. c.".
(G.J. Nº 729, p. 9).
3.- Véase el caso Nº 4 del art. 1313. También los casos Nos. 2, 3 y 6 del art. 558.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 1 del art. 558, 4 del art. 1313.
CAPITULO III
DE LAS PRESUNCIONES
Pothier: es el juicio que la ley o el hombre forman sobre la verdad de una cosa, por
ilación con otra diferente.
Carnelutti, encuentra que la definición corriente (dada por la ley), peca por exceso.
Para explicarse, empieza por señalar que presunción lo mismo que prueba, se usa en dos
significados: para indicar el objeto que se utiliza para la deducción, o la deducción misma
que de él se deriva, (segundo sentido este contenido en la definición legal). Por ello puede
entenderse la definición en el primer significado, así: consecuencias deducidas de un hecho
conocido no destinado a hacer funciones de prueba, para llegar a un hecho desconocido. Y,
en el segundo significado, presunciones son hechos de cualquier género, que no tienen una
finalidad probatoria específica, en cuanto sirven para obtener de ellos consecuencias para
llegar a un hecho desconocido.
Las presunciones legales (art. 1318) están dispensadas de toda prueba; quien las
invoca no está obligado a otra cosa que demostrar el hecho, del cual deduce la ley una
consecuencia, que la ley la tiene por cierta, por cuya razón la parte a quien aprovecha no
está en la necesidad de demostrar su exactitud, lo que no supone, en tesis general, un
obstáculo para admitir la prueba contraria (v. el art. siguiente y su anot.).
SECCION I
ART. 1318.- (Presunción legal). I. Presunción legal es la que una ley atribuye a
ciertos actos o a ciertos hechos.
II. Unas no admiten prueba contraria, tales como:
1) Los actos que la ley declara nulos por presumirse hechos en fraude de sus disposiciones.
2) Los actos en que la ley declara la propiedad o la exoneración resultantes de ciertas
circunstancias determinadas.
3) La autoridad de la cosa juzgada.
III. Otras admiten prueba contraria en los casos expresamente señalados por la ley.
IV. La presunción legal dispensa de toda prueba a la parte a quien aprovecha.
Son de iuris et de iure, aquellas sobre cuyo fundamento la ley anula ciertos actos o
aquellas en las cuales no se puede fundar una acción (casos 1 y 3 del prg. II). Es constante
y admitido principio también que al poseedor de un inmueble ha de reputársele propietario
del mismo, aunque así no resulte normado expresamente, solución que tiene sus
antecedentes en la máxima feudal: ninguna tierra hay sin señor, abolida por la Revolución
francesa (ley de agosto de 1792, cit. Bonnier), cuya versión actual al tenor del
ordenamiento jurídico nacional (arts. 166 de la Const., 211 y 212 del c. c. y 5º y 7º de la L.
de R.F. Agr.) puede formularse así: la tierra es de quien la trabaja.
Por regla general, no se admite prueba alguna contra las presunciones legales,
excepto en los casos previstos en la ley. Deriva de ello la distinción enunciada en el art.
1317 y reglada en este que ahora se anota, distinción que en la doctrina del Cgo. modelo,
también se denomina presunción absoluta a la de iuris et de iure y relativa a la iuris tantum.
Se discute en la doctrina, sobre si la presunción constituye un medio de prueba.
Según Pothier, aquélla difiere de la prueba propiamente dicha: ésta hace fe directamente y
por sí misma de una cosa o de un hecho; la presunción da de ello fe por una consecuencia
deducida de otra cosa o de otro hecho (por lo que, también, se la denomina prueba
conjetural: Messineo); ejemplos: el recibo de pago es una prueba de la extinción de la
obligación; la declaración testifical sobre hechos presenciados por los testigos, dan fe de
ellos, y en ambos casos, la prueba literal y la prueba oral dan fe por sí mismas,
directamente del pago o de los hechos averiguados. Mas, la fe que se atribuye al recibo
dado por los intereses u otras prestaciones periódicas, sin reserva alguna, sobre el pago de
aquéllos y el de éstas por los períodos anteriores (art. 321, I), es una presunción, por cuanto
no es por él mismo y directamente que el recibo da fe del pago respectivo de los períodos o
plazos anteriores, sino por una consecuencia que la ley deduce de que, ordinariamente, se
pagan las anteriores prestaciones antes que las actuales.
Las presunciones legales son dos: las absolutas que no admiten, como la ley,
contestación, esto es, como se dice comunmente por los autores, aunque impropiamente,
que no admite prueba en contrario. Es praesumptio juris et de jure, es decir, llamada
presunción de derecho por cuanto la ley la establece, y por derecho, por cuanto toda
presunción deducida de Derecho es tenida por la ley como firme verdad (Menoch, cit. por
Pothier).
Que no es, propiamente, medio de prueba sino una disposición legal, se infiere del
hecho simple de que aun la prueba literal, como la oral (testifical o confesión, v. gr.),
pueden ser destruídas: falsedad de escrituras, falsa testificación, confesión contraria a
prueba literal fehaciente (art. 409, caso 3º p.c.), etc. En la presunción iuris et de iure, no
puede concebirse siquiera una posibilidad análoga: sería como pretender contestar y
contradecir la ley.
Las presunciones relativas o iuris tantum, son también legales porque las establece
la ley. Se diferencian de las de derecho y por derecho, porque contrariamente a éstas,
admiten prueba en contrario. Su primer efecto es desplazar el peso de carga, como ya si ha
visto (prg. IV). Los ejemplos son numerosos. Se han señalado y se señalarán en el curso de
las anotaciones, en el examen de los preceptos que las contienen. Para recordar, se señala,
siempre ejemplificativamente, los siguientes: art. 1, III) nacimiento con vida; la muerte
simultánea múltiple (art. 2, II); art. 39 y s. presunción de muerte; art. 173, presunción de
medianería; art. 282, servidumbres accesorios; art. 956, promesa de pago, y el ya citado art.
321, I) del Código; art. 186 negación de hijo; art. 113, comunidad de bienes en el c.f.; 399
sobre responsabilidad anterior de los socios, 788 sobre responsabilidad en las obligaciones
mercantiles, 1027 respecto de la prueba del siniestro, en el c. com.
Jurisprudencia
1.- "El hecho de conservarse el instrumento de obligación en poder del acreedor del
cual se deduce la insolución del crédito es presunción cuya comprobación
corresponde a los tribunales".
(G.J. Nº 462, p. 882).
3.- "La cosa juzgada constituye presunción legal que exime de toda prueba a la
parte a quien aprovecha".
(G.J. Nº 578, p. 11).
7.- "Siendo principio general de derecho estatuído en el art. 1559 (100) que la
posesión de los muebles vale por título, constituye tal tenencia de la cosa
presunción legal".
(G.J. Nº 708, p. 11).
8.- "La sentencia ejecutoriada constituye una presunción legal que pone término al
juicio, cuyos procedimientos no es lícito impugnar alegando extemporáneamente
faltas que no se reclamaron (oportunamente)".
(G.J. Nº 712, p. 27).
9.- "La copia de una escritura de compraventa, opuesta al demandante, puede ser
una presunción corroborativa de prueba directas".
(G.J. Nº 716, p. 9).
10.- "La presunción legal a que se refiere el art. 937 (1318) del c. c. establece regla
de criterio legal para la aplicación de la ley sobre actos y hechos ciertos".
(G.J. Nº 780, p. 41).
11.- "La presunción legal de la (filiación) de un hijo establecida por el art. 160 (178
c.f.) sólo puede ser reclamada por el marido y cuando éste ha muerto, según los
arts. 163 y 164 (188 c.f.) por sus herederos estando dentro del término útil y
establecerse que esa acción puede hacerse valer por distintas personas en cualquier
tiempo, oponiéndose como excepción, se viola el art. 937 (1318)".
(G.J. Nº 832, p. 36).
12.- "La presunción legal exime de toda prueba a la parte a quien aprovecha".
(G.J. Nº 1222, p. 20).
13.- "La presunción juris et de jure no admite prueba en contrario y libera a quien la
ejercita ofrecerla, en observancia del art. 935 (1318) del c. c.".
(G.J. Nº 1283, p. 72).
14.- "La presunción legal estatuída por los casos 2º y 3º del art. 935 (2º y 3º, 1318,
II) del c. c., no admite prueba en contrario en conformidad con lo dispuesto por el
art. 937 (1318, II) del mismo código".
(G.J. Nº 1358, p. 23).
15.- "La autoridad de la cosa juzgada es irrevisable por ningún tribunal por cuanto
importa una presunción de la ley en concepto del art. 934 (1318, I) del c. c., que no
admite prueba en contrario según el art. 937 (1318, II, 3) del mismo código".
(G.J. Nº 1358, p. 82).
17.- "Reciben la autoridad de cosa juzgada, según el art. 307 (515) del p.c. y el art.
935, caso 3º (1318, 3) del c. c., las sentencias para las cuales la ley no permite en el
proceso otra instancia ni recurso".
(G.J. Nº 1598, p. 76).
18.- "Una resolución dictada por un juez sin competencia, no causa ejecutoria ni
alcanza la autoridad de cosa juzgada, porque es violatoria de las normas
jurisdiccionales; pues, si el objeto de la jurisdicción es la cosa juzgada, ésta no
puede existir sin aquélla y sin riesgo de herir profundamente un interés de orden
público".
(G. J. Nº 1598, p. 105).
19.- "De acuerdo al art. 937 (1318, IV) del c. c., la presunción de cosa juzgada
exime de toda prueba a quien la opone, y acarrea la denegación de la acción en
proceso, probadas que sean las condiciones que exige el art. 936 (1319) del mismo
código".
(G.J. Nº 1602, p. 31).
21.- "Las presunciones de la ley, como la del art. 973 del c. c. (abrg. = al 113 del
c.f. vigente), no pueden ser destruídas mediante prueba testifical contraria".
(G.J. Nº 1614, p. 60).
22.- V. los casos Nos. 5 del art. 359, 6 y 18 del art. 482, 33 del art. 1319.
ART. 1319.- (Cosa juzgada). La cosa juzgada no tiene autoridad sino con respecto
a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa demandada sea la misma,
que la demanda se funde en la misma causa, que las partes sean las mismas y que se
entable por ellas y contra ellas.
El principio de la cosa juzgada, se funda en una doble razón (Ricci): una de derecho
común, por virtud de la cual el causi contrato de litis obliga a respetar la sentencia que
defina el litigio; la otra, de carácter singular, reposa en el interés social que evita la
perpetuidad de los litigios, que implicaría la inseguridad de los derechos. Se infiere de lo
dicho, que sólo se produce por la vía contenciosa y no en la vía voluntaria que se ejercita
sin contradicción.
La única decisión judicial que reviste autoridad de cosa juzgada, es la que tenga
carácter definitivo: la sentencia (Savigny, cit. por Ricci). Tocante a los autos
interlocutorios, -problema arduo e incierto tanto en la doctrina como en la jurisprudencia
según Laurent (cit. por Ricci)- éste, apoyado en la jurisprudencia del tribunal Supremo de
Turín, considera que se da autoridad de cosa juzgada, cuando contenga la decisión de un
punto controvertido que sea la premisa lógica necesaria de cuanto en el fallo se contiene.
Hay cosa juzgada, cuando se han agotado todos los recursos ordinarios o
extraordinarios concedidos por la ley, para impugnar la decisión judicial o cuando han
transcurrido los términos para hacerlo. Esto es, como se dice en el estilo forense, cuando la
decisión está ejecutoriada (art. 515 p.c.).
Se distingue entre causa próxima y causa remota y se dice que basta que exista la
identidad de la primera, aun cuando la segunda sea distinta para que pueda oponerse la
cosa juzgada. Ejemplo: nulidad de testamento por vicio de forma, derivada de la falta del
número de testigos exigidos por ley; rechazada la demanda, se plantea nueva demanda de
nulidad del mismo testamento, también por vicio de forma, pero que esta vez consiste en
que el notario no leyó las disposiciones testamentarias en presencia de testigos. Ricci,
contra la opinión de otros autores, sostiene que no se puede alegar la cosa juzgada, porque
la doctrina contraria no tiene asidero ni en el texto ni en los fines de la ley. Se confunde el
fin del juicio con los medios empleados para lograrlo. En ambos juicios la finalidad es la
misma: nulidad del testamento por vicio de forma; mas, en cada uno de los juicios se parte
de diversos puntos, diversidad que se la que debe tenerse presente para decidir si una
demanda está o no fundada en la misma causa.
La causa petendi no debe confundirse con los documentos o argumentos que
apoyan una tesis dada. La causa de pedir será la misma, aunque los documentos en que se
apoye sean nuevos o las razones nuevas, De ello también se infiere que si la causa de pedir
es diversa, no se puede oponer caso juzgada, porque se apoye esa nueva demanda en los
documentos que se presentaron a la anterior demanda.
c) Ubi si eadem conditio personarum: la demanda debe ser propuesta entre las
mismas personas, por una en contra de la otra en la misma cualidad. Ejemplo: Un
testamento es impugnado por uno de los herederos forzosos contra un heredero instituído
(testamentario en la porción de libre disposición) y la acción es rechazada; posteriormente,
otro heredero forzoso de la misma testamentaria impugna a su vez el mismo testamento
contra el mismo heredero instituído. La cosa juzgada no es oponible al nuevo demandante,
porque éste no intervino en el anterior juicio.
Obsérvese que el art. en examen, omite sin razón la condición explícita contenida
en las disposiciones señaladas como su fuente y su precedente, respecto de la misma
cualidad en que deben intervenir las partes para los efectos de la regla que legisla.
Las sentencias sobre el estado civil de las personas, pueden oponerse a terceros que
no han intervenido en el juicio porque faciunt jus erga omnes, según doctrina y
jurisprudencia generalizada (que Ricci no acepta), recogida hoy en la regla del art. 1452.
Se consideran partes del juicio y la cosa juzgada es oponible a ellas, los sucesores a
título universal, porque continuando la persona misma del de cujus, éste los representó en
el juicio en que intervino como parte. Igualmente el vendedor y el cedente representan en
juicio al comprador y al cesionario y, por esto, la cosa juzgada respecto de los primeros
aprovecha o perjudica a los segundos. Lo mismo puede decirse de los acreedores
quirografarios, a quienes sólo les corresponde una acción personal contra el deudor.
Diversa consecuencia resultaría para los acreedores hipotecarios o con garantía real.
La cosa juzgada oponible al deudor no lo sería igualmente a ellos, según doctrina
generalizada que Ricci rechaza. La relaciones entre acreedor y deudor, quirografario o
hipotecario, -dice el deudor citado- son las mismas que median entre el autor y el
causahabiente y la hipoteca es un derecho que el acreedor deriva de su deudor. Si los
intereses que están en juego en el juicio son los mismos, (v. gr. reivindicación de dominio
planteada por un tercero), el juicio que pierda el deudor, afectará al acreedor hipotecario.
Sin embargo, depende de los intereses que el deudor defienda. Si pierde un juicio de
nulidad de primera hipoteca contra el acreedor hipotecario, si éste le demanda por la
nulidad de la primera inscripción para asignarse el primer lugar. Hay dos intereses
diversos, los que derivan de las relaciones entre el deudor y el primer acreedor hipotecario
y los que refieren entre un acreedor y otro acreedor.
La cualidad, que debe ser la misma para oponer la cosa juzgada, se refiere a la
personalidad jurídica de la parte, no a la cualidad de actor o de demandado con que actuó
en el juicio. Si Juan que ganó el juicio de reivindicación que le dedujo Pedro, tiempo
después demanda a éste porque se introdujo en el mismo fundo, objeto del primer pleito de
reivindicación, la cosa juzgada que obtuvo Juan contra Pedro puede ser invocada, aunque
los papeles de actor y demandado se hayan invertido.
Jurisprudencia
1.- "Este art. (1319) no es aplicable a los autos interlocutorios que pueden ser
casados, revocados de oficio o a solicitud de parte".
(G.J. Nº 95, p. 179).
2.- "A pesar de haber recibido la sanción de la cosa juzgada la aprobación del
remate, se declaró rescindido por el indicado defecto de falta de pago".
(G.J. Nº 194, p. 1007).
4.- "El auto acusado da, con exceso de poder, por nulo de pleno derecho el auto
que, aunque entraña violación manifiesta de la ley, está sellado con la autoridad de
la cosa juzgada".
(G.J. Nº 309, p. 310).
5.- "Las sentencias de que se trata, son la verdad misma, en virtud de la presunción
legal res judicta pro veritate habetur".
(G.J. Nº 457, p. 854).
7.- "No pudiendo ser discutida esa propiedad en un segundo juicio entre las mismas
partes obrando en la misma calidad y por la misma causa que antes, según los arts.
935, 936 y 937 (1318 y 1319) resumidos con precisión en la regla del Derecho Non
bis in idem, la tercería ha sido legalmente rechazada".
(G.J. Nº 506, p. 13).
9.- "No hay cosa juzgada respecto de personas que no concurrieron al juicio
fenecido".
(G.J. Nº 655, p. 19)
10.- "La cosa juzgada sólo comprende a las partes litigantes y a sus causahabientes.
El tercero a quien perjudica una sentencia, dictada sin su concurso al juicio, tiene
acción para pedir que a su respecto se la declare sin valor ni efecto".
(G.J. Nº 658, p. 25).
11.- "La cosa juzgada tiene autoridad en lo que ha sido objeto del juicio cuando la
cosa demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las
partes sean las mismas, que se entable por ellas y contra ellas en la misma calidad".
(G.J. Nº 684, p. 18).
12.- "Una sentencia o auto que no se apeló, recibe autoridad de cosa juzgada".
(G.J. Nº 704, p. 7).
13.- "Para los efectos civiles el auto de sobreseimiento ejecutoriado por no ser
justificable la falta de que se trató, tiene la fuerza probatoria a que se refiere el art.
935, caso 3º (1319) del c. c.".
(G.J. Nº 716, p. 22).
14.- "Sólo hay cosa juzgada con los requisitos exigidos por el art. 936 (1319) del c.
c.".
(G.J. Nº 724, p. 32).
17.- "La sentencia ejecutiva no tiene carácter de cosa juzgada, en cuanto al hecho
resuelto en ella, puesto que en la vía ordinaria (si la deduce en el plazo señalado por
el art. 490 del p.c. vigente) puede ser modificada".
(G.J. Nº 772, p. 12).
19.- "La presunción legal de la cosa juzgada sólo aprovecha o perjudica a las partes
que litigan o derivan sus derechos de ellas, que han sido comprendidas en las
sentencias".
(G.J. Nº 830, p. 54).
20.- "La excepción de cosa juzgada propuesta con todos los requisitos
contemplados en el art. 936 (1319) del c. c. no admite prueba en contrario".
(G.J. Nº 1282, p. 72).
22.- "No hay cosa juzgada cuando no existen las condiciones de identidad de
personas, causa y objeto en ambos litigios, conforme dispone el art. 936 (1319) del
c. c.".
(G.J. Nº 1285, p. 102).
23.- "La cosa juzgada para causa efecto exige identidad de causa y de objeto de
acuerdo a lo que previene el art. 936 (1319) del c. c.".
(G.J. Nº 1279, p. 33).
24.- "Para que exista cosa juzgada han de ocurrir los requisitos que señala el art.
936 (1319) del c. c.".
(G.J. Nº 1298, p. 45).
25.- "Como verdad jurídica inalterable, la cosa juzgada es irrevisable así se trate de
intereses del Estado".
(G.J. Nº 1299, p. 53).
26.- "Las resoluciones dictadas con falta de jurisdicción, que afecta al orden
público, no causa ejecutoria y por consiguiente no corresponde invocar ni admitir la
cosa juzgada".
(G.J. Nº 1299, p. 118).
29.- "Para la doctrina, según Manresa, cosa juzgada es toda cuestión resuelta en
juicio contradictorio por sentencia firme y según Cabanellas surge como excepción
cuando se pretende revivir un asunto ya fallado en forma definitiva y se presume
que el fallo se basa en situaciones verdaderas ya no controvertibles, cuando
concurren los requisitos de identidad de personas, identidad de cosas e identidad de
acciones".
(G.J. Nº 1591, p. 173).
30.- "No hay cosa juzgada dentro de un proceso sumario como es el ejecutivo, en el
cual sin entrar en la cuestión de fondo de las relaciones jurídicas, se trata
únicamente de hacer efectivo lo que consta en un título al cual la ley da la misma
fuerza que a una ejecutoria, mientras que en el proceso ordinario, acción distinta a
la ejecutiva, se controvierte con los trámites y solemnidades del caso, como ocurre
en la especie, la nulidad de una venta judicial o remate, por haber recaído sobre
cosa ajena razón por la cual no puede rechazarse alegando cosa juzgada la acción
ordinaria intentada por el tercerista cuya tercería no se consideró procedente en el
juicio ejecutivo".
(G.J. Nº 1591, p. 173).
31.- "La anulación dispuesta por el tribunal de segunda instancia, atenta contra la
cosa juzgada, porque el señalar sus alcances involucra varios autos supremos que
han resuelto cuestiones que ya no pueden ser revisadas, debiendo circunscribir su
pronunciamiento a los extremos apelados en la aprobación de inventarios y
partición, conforme dispone el art. 723 (236) del p.c.".
(G.J. Nº 1597, p. 67).
32.- "Si según el art. 300 (194) del p.c. las sentencias comprenden sólo a las partes
que litigan o a las que traen o derivan su derecho de ellas, los efectos de la cosa
juzgada que emergen de tales sentencias, a tenor de los arts. 936 (1319) del c. c. y
307 (515) de su Procedimiento, no pueden comprender sino, también solamente, a
las mismas partes, esto es al actor y al demandado, siendo ilegal su extensión a
terceros ajenos a la litis".
(G.J. Nº 1600, p. 132).
33.- "Probada la excepción perentoria a tenor de lo establecido por los arts. 935 y
936 (1318 y 1319) del c. c. concordantes con los arts. 266 y 307 (477 y 515) del
Procedimiento del ramo, la Corte ad quem ha aplicado correctamente estas leyes,
porque como tribunal de alzada y conforme a derecho, no puede revisar, revocar ni
enmendar las resoluciones pasadas en autoridad de cosa juzgada".
(G.J. Nº 1607, p. 22).
34.- "Para que la cosa juzgada tenga autoridad es preciso que el objeto de los
procesos sea el mismo y que se funden ambos en la misma causa y, en la especie,
aunque las personas que intervienen son las mismas y la suma a que alcanzan las
obligaciones es igual, el objeto, causa y término son diferentes".
(G.J. Nº 1609, p. 77).
35.- "No hay cosa juzgada si no están llenadas las condiciones exigidas por el art.
936 (1319) del c. c. y la excepción opuesta en su mérito es admisible".
(G.J. Nº 1610, p. 74).
36.- "Hay cosa juzgada cuando la sentencia está ejecutoriada, así no haya sido
revisada por la Corte Suprema, argumento alejado de todo concepto legal".
(G.J. Nº 1612, p. 96).
37.- "No es procedente demanda alguna contra resoluciones judiciales que llevan el
sello de la cosa juzgada, considerada verdad jurídica inmutable e irrevisable, ni a
título de inconstitucionalidad deducida, como ocurre en la especie, contra el Juez
demandado".
(G.J. Nº 1615, p. 17).
3.- "La cosa juzgada consiste en una situación jurídica que se tiene
incontrovertiblemente por verdadera, cualquiera sea la justicia intrínseca de una
sentencia".
(A.S. Nº 205, de 31-VIII-79).
39.- "La ley establece la autoridad de la cosa juzgada, cuando se dan entre dos
litigantes identidad de personas, de objeto y de causa".
(A.S. Nº 98, de 23-VI-80).
40.- "La cosa juzgada apareja una presunción legal de verdad iuris et de iure que no
admite prueba en contrario, estando el fallo ejecutoriado y existiendo identidad en
las personas objeto y causas, como establecen los arts. 307 (515) del p.c. y 936
(1319) del c. c.".
(A.S. Nº 112, de 14-VII-80).
41.- "Los fallos causan estado con todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabiente, cuando conforme al art. 1319 del c. c. existe identidad de sujetos,
objeto y causa".
(A.S. Nº 117, de 23-VII-80)
42.- "No hay identidad de causa para alegar cosa juzgada a tenor del art. 1319 del c.
c., entre un procedimiento de deslinde y el de autos que versa sobre reivindicación,
aparte ser diferentes los hechos que originan una y otra acción, aunque estén
sustentadas entre las mismas partes".
(A.S. Nº 155, de 9-X-80).
43.- "La resolución de la Corte ad quem al declarar que no existe identidad de causa
entre lo decidido en la sentencia invocada y lo que se reclama mediante la nueva
demanda, se ajusta a lo dispuesto por el art. 1319 del c. c., que no ha sido violado".
(A.S. Nº 112, de 2-VI-81).
44.- Véase los casos Nos. 13 del art. 129, 5 del art. 329, 4 del art. 344, 4 del art.
925, 19 y 20 del art. 1318.
SECCION II
Fte: Cgo. it. 2729 - Cgo. fr. 1353 (para fase final) -
Precd: c. c. abrg. 938 -
Conc: p.c. 476 -
c. c. 482 - 1327 -
Las presunciones simples o praesumptiones hominis, que son las que llama
judiciales el Código, son las deducidas por el juzgador, con criterio propio incensurable en
casación, en los caos concretos sometidos a su conocimiento y decisión. Estas presunciones
en materia civil, corresponden a la prueba indiciaria en materia penal, que no son
exactamente la misma cosa (López-Moreno), aunque no se encuentran entre una y otra
materia otra diferencia que el nombre o la frecuencia del uso (Giorgi). La prueba indiciaria,
es de uso cotidiano en los juicios penales; las presunciones simples son de uso raro en los
civiles. En el orden lógico, evidentemente, presunción (de prae sumo, idea de efecto) e
indicio (de indeduco, idea de causa), significan el procedimiento racional, que permite
inferir un hecho ignorado de otro conocido y cierto, por natural y probable concatenación
de causa a efecto.
Un histórico ejemplo de este procedimiento racional, proclama la Partida 3ª, tít. 14,
ley 8ª (cit. Scaevola), cuando dice:
E aun ay otra natura de prouar, a que llaman presumpción, que quiere tanto dezir,
como grand sospecha que vale tanto en algunas cosas como aueriguamiento de prueua. E
como quier que el Rey Salomon diesse su juyzio por sospecha tan solamente sobre la
contienda que era entre la muger libre, e la que era sierua en razón del fijo...
Esta presunción está librada al prudente arbitrio del juez y sólo está admitida en los
casos en que está permitida la prueba testifical. El art. que sienta la regla, ha sido, en
realidad, tomado del 938 del Cgo. abrg. que reproduce el 1353 del Cgo. francés de 1804,
criticado por Giorgi, como disposición oscura en la parte (in fine), que preceptúa la
admisibilidad de las presunciones en caso de fraude o dolo. El legislador italiano (ya en el
Cgo. de 1865 inspirado en el francés de 1804), eliminó esta disposición como peligrosa e
inútil, criterio que ha mantenido en el Cgo. de 1942 (art. 2729).
Jurisprudencia
1.- "La apreciación de presunciones (simples) está abandonada a las luces del juez y
ella no cae bajo la censura en casación".
(G.J. Nº 171, p. 824).
2.- "Las presunciones que no son legales quedan libradas a la prudencia de los
jueces, no estando sujetas a censura en casación, sino en cuanto se opongan a las
leyes".
(G.J. Nº 393, p. 238).
5.- "Las presunciones que no están establecidas por la ley, se hallan libradas al
juicio de los jueces de grado, que no puede censurarse en casación, sino en el caso
de haberse quebrantado alguna regla de criterio legal".
(G.J. Nº 542, p. 15).
6.- "La mala fe como cuestión de conciencia, está librada únicamente al recto
criterio y apreciación de los tribunales de instancia".
(G.J. Nº 688, p. 10).
7.- "Las presunciones (simples), según el art. 938 (1320) del c. c. están libradas a
los jueces, quienes, son incensurables en casación".
(G.J. Nº 699, p. 38).
8.- "Las presunciones (simples) están libradas a las luces y prudencia del juez, que
con ellas puede establecer que los herederos de un deudor responden de la deuda".
(G.J. Nº 714, p. 7).
11.- "Las presunciones que no están establecidas por la ley, son de privativa
atribución de los jueces de instancia y son incensurables en casación".
(G.J. Nº 1243, p. 24).
13.- "Estas presunciones quedan libradas a las luces y prudencia del juzgador,
cuando son precisas, graves y concordantes y no están sujetas a ninguna regla de
criterio legal en cuanto a su apreciación, la misma que compete a la libre
convicción de los juzgadores de grado y es por ello incensurable en casación".
(G.J. Nº 1611, p. 67).
14.- V. el caso Nº 7 del art. 545.
CAPITULO IV
DE LA CONFESION
ART. 1321.- (Confesión judicial). La confesión que presta en juicio una persona
capaz de disponer del derecho al que los hechos confesados se refieren, sobre un hecho
personal del confesante o cumplido por su apoderado con poder especial, hace plena fe
contra quien la ha prestado, a menos que sea relativa a hechos diferentes o contraria a las
leyes.
Del principio de que nadie puede crearse en su propio favor una prueba: nemo
potest esse auctor in rem suam (nadie puede aseverar en su propio interés), se infiere
claramente que la declaración confesoria ha de prevenir de la parte obligada, no de la que
se conceptúa con derecho para que tal declaración alcance valor de confesión, esto es, de
prueba (Ricci). Considera en su sentido jurídico, la confesión no es ni puede ser otra cosa
que la prueba de una obligación preexistente. Por eso dice, con perfecto buen criterio,
Toullier (cit. Aguilera y Velasco) que la confesión no es más que el testimonio prestado
por el deudor a la verdad de una obligación o de un hecho que con ella se relaciona, acto de
su consentimiento -agrega- en virtud del cual declara reconocer como cierto aquello que se
pone en duda u otro hecho que puede servir o conducir a la prueba del primero; es, en una
palabra -concluye- el sí del deudor que reconoce como verdad el hecho o la pretensión
contraria de que se trata.
El Código no precisa una noción del instituto. El Cgo. modelo, en su art. 2730 (no
adoptado) da la siguiente: declaración que una parte hace de la verdad de hechos
desfavorables a ella y favorables a la otra parte.
La confesión no tiene por objeto más que las cuestiones de hecho y no es admisible
en las de derecho y, con tal carácter, como medio de prueba es admisible en toda clase de
asuntos (Aguilera y Velasco), aun en aquellos en que no produce la prueba testimonial y
cuando se la presta en las condiciones fijadas por la ley, puede hacer ineficaces incluso
toda clase de documento, sean públicos o privados.
Según Scaevola, los autores antiguos, ateniéndose a la ley 4ª tít. 13 de la Partida 3ª,
señalan diez circunstancias para la confesión judicial, expresadas en los versos siguientes:
Maior, sponte, sciens, contra se, ubi ius fit, et hostis, certum, lis que, favor ius, nec
natura repugnet;
Se trata de una declaración cualificada por el sujeto y por el objeto (Carnelutti). Por
el sujeto, porque debe necesariamente provenir de la parte o de su mandatario con poder
especial (arts. 1321 c. c. y 405 p.c.); en realidad la confesión siempre es personal, ya que la
hecha mediante un mandatario, en definitiva, está ya manifestada en el poder. Por el objeto,
porque no cualquier declaración de la parte es confesión sino la que manifiesta un quid
contrario al interés de la misma parte (art. 408, 2, p.c.). Debe hacer prueba contra aquél que
la hace (art. 1321).
La que se presta en juicio por uno de los demandados, sólo hace prueba contra su
autor y no perjudica a los demás ni resulta suficiente por sí sola para declarar probados los
hechos en litigio (art. 407 p.c.).
Se dice que la confesión es simple, cuando afirma lisa y llanamente la verdad del
hecho litigado o interrogado. Se dice que es calificada, cuando, reconociendo la verdad del
hecho, se añade circunstancias, modificaciones o interpretaciones que restringen o
destruyen el efecto legal de la afirmación básica.
Su efecto es constituir prueba (plena, según el Cgo., art. 1321 y solamente prueba
sin adjetivación alguna, según el p.c. art. 409). El efecto real de la confesión, hecha con las
debidas formalidades, termina el litigio. Pues, reconocer la certeza de las alegaciones
contrarias, equivale a manifestar que no tiene valor ninguno la oposición a ellas de la cual
se desiste. Por eso, Ulpiano (cit. López-Moreno) decía que el confeso se considera juzgado,
que, en cierto modo, aparece condenado por su propia sentencia. Este principio, según el
Codex (Lib. 7, tít. 59, ley 1; cit. Scaevola), reza: confessos in iure pro iudicatis haberi
placet (a los confesos en juicio se les tiene por juzgados), y en el Digesto (Lib. 42, tít. 2,
ley 1; cit. ibidem): confessus pro iudicato est, quodammodo sua sententia damnatum (el
confeso se tiene por juzgado, porque en cierto modo le perjudica su dicho).
Jurisprudencia
2.- "El art. 928 (1328) del c. c. no excluye la confesión espontánea o provocada".
(G.J. Nº 182, p. 909).
3.- "La confesión hecha en juicio civil, no tiene efecto en el criminal que después se
intenta".
(G.J. Nº 272, p. 1761).
4.- "La confesión forma plena prueba según el art. 941 (1321) del c. c. y no puede
ser dividida contra su autor".
(G.J. Nº 308, p. 2044).
5.- "La exposición verbal verificada en términos enunciativos ante (el juez) no
puede llamarse confesión judicial por carecer de los requisitos prescritos por el art.
941 (1321) del c. c.".
(G.J. Nº 341, p. 3114).
9.- "La confesión como medio probatorio, no puede recaer sino sobre hechos
personales de la parte que la hace, concernientes a la materia en cuestión".
(G.J. Nº 553, p. 10).
10.- "La confesión hecha por el (mandatario) sin poder especial no produce efecto
legal".
(G.J. Nº 571, p. 21).
11.- "La confesión hecha en distinto juicio aunque esté apoyada por testigo, no hace
fe".
(G.J. Nº 686, p. 4).
12.- "Es confesión la hecha en los criterios del proceso, declarando expresamente
un derecho en favor de otro".
(G.J. Nº 722, p. 10).
13.- "No constituye confesión la enunciación inductiva que no afirma cosa cierta ni
la niega de modo concluyente".
(G.J. Nº 751, p. 13).
15.- "La confesión (para) producir consecuencias jurídicas para el que la hace
(debe) ser absoluta y explícita al reconocer los hechos alegados contra él por su
adversario".
(G.J. Nº 792, p. 37).
16.- "(Hay) confesión cuando se hace en contestación a la demanda para que pueda
determinarse por ella la causa principal sin necesidad de otra prueba, siendo clara y
positiva".
(G.J. Nº 829, p. 17).
17.- "La confesión judicial hecha en proceso y en forma clara y terminante, funda
válidamente una ejecución por la obligación emergente de aquélla".
(G.J. Nº 1239, p. 36).
19.- "El menor emancipado por haber contraído matrimonio no es capaz para
prestar confesión, porque carece de libertad para el libre ejercicio de los derechos
civiles cuando se trata de disponer de sus bienes y derechos, sobre los cuales sólo
tiene el poder de administración conforme dispone el art. 252 del c. c. (365 del
c.f.)".
(G.J. Nº 1223, p. 12).
20.- "La confesión hace plena prueba y no puede ser dividida".
(G.J. Nº 1274, p. 65).
21.- "La confesión hace plena prueba al tenor de los arts. 941 (1321) del c. c. y 258
(409) de su procedimiento".
(G.J. Nº 1282, p. 59).
22.- "Para hacer plena prueba, la confesión debe recaer sobre cosa cierta y ser
explícita, sin que pueda ser dividida contra quien la hace".
(G.J. Nº 1296, p. 168).
23.- "La confesión, de cualquiera categoría que fuese, hecha en materia penal, no
reune, como elemento probatorio en acciones civiles, las características esenciales
de una confesión clara y terminante hecha en proceso contradictorio en el que se
debate la subsistencia de una obligación (civil), conforme exigen los arts. 941
(1321) del c. c. y 258 (404) del p.c., además de que ha de tenerse en cuenta que es
contraria al precepto constitucional que la prohibe".
(G.J. Nº 1355, p. 23).
24.- "Aunque los actores no han exhibido ningún documento de sociedad para
determinar la rendición de cuentas, esa falta está plenamente suplida por la
confesión libelaria del demandado que admite que licitaron conjuntamente algunos
impuestos de la gestión 1945 y que anteriormente ya entregó a sus socios (los
actores) parte de lo que les correspondía y los jueces al ordenar la rendición de
cuentas sobre la base de dicha confesión no han infringido el art. 405 (687) del
p.c.".
(G.J. Nº 1358, p. 26).
25.- "Las copias testimoniadas de los memoriales presentados por los recurrentes y
acompañadas por ellos mismos en calidad de prueba y en los que reiteradamente
declaran ser garantes de la deudora principal en la obligación de está en favor del
actor, son confesiones que merecen la fe que les atribuye, el caso 4º del art. 935
(1318) del c. c.".
(G.J. Nº 1585, p. 26).
26.- "La declaración hecha por el recurrido respecto de las construcciones, cuya
valorización se ha pedido a la Administración Distrital de la Renta, en sentido de
que es propietario no sólo de ellas sino, también del terreno en que ellas se
levantan, inscritas aquéllas en el registro de derechos reales a su nombre y éste de
sus hijos menores, constituye una confesión libelaria que merece entera fe".
(G.J. Nº 1585, p. 50).
28.- "Según los arts. 941 (1321) del c. c. y 258 (404) del p.c., para hacer plena
prueba la confesión, debe ser judicial y prestarse ante autoridad competente, no
pudiendo admitirse como tal una simple certificación que, además, está viciada de
nulidad por mandato del art. 31 de la Const.".
(G.J. Nº 1588, p. 56).
29.- "La confesión que contiene el escrito de fs. presentado por el demandado, es
una confesión libelaria, que acredita la existencia del contrato con el actor y cuyo
documento probatorio se negó exhibir aquél en diligencia preparatoria de
demanda".
(G.J. Nº 1591, p. 29).
31.- "La confesión hecha a tenor del art. 154 (347) del p.c. determina la definición
de la causa principal, sin necesidad de otra prueba o trámite, pero requiere siempre
el pronunciamiento de la sentencia, razón por la cual, en la especie, el auto de vista
que la confirma no infringe las disposiciones señaladas por los recurrentes".
(G.J. Nº 1591, p. 124).
32.- "La confesión por recaer sobre hechos personales, merece fe contra el
confesante".
(G.J. Nº 1610, p. 169).
34.- "La confesión para constituir prueba (cuando no es espontánea) tiene que se
provocada por una parte contra la otra".
(Lab. Jud. 1979, p. 125).
35.- "La confesión hace plena fe, por prescripción tanto de la antigua como de la
nueva legislación".
(Lab. Jud. 1979, p. 188).
36.- "No hay confesión de parte en la simple referencia que uno de los litigantes
hace sobre aspectos del proceso discutidos en un proceso distinto".
(A.S. Nº 13, de 8-II-80).
37.- "La confesión provocada he de ser valorada, sin incurrir en error de derecho y
apreciándola en conformidad con lo dispuesto por los arts. 1321 del c. c. y 404 de
su Procedimiento".
(A.S. Nº 102, de 27-VI-80).
38.- "Es confesión judicial prestada en juicio que hace plena fe, conforme prescribe
el art. 1321 del c. c., coadyuvado por el art. 347 del p.c., cuando dice que si el
demandado (o demandada) confiesa la demanda, el juez pronunciará sentencia sin
necesidad de otra prueba".
(A.S. Nº 36, de 2-IV-80).
Jurisprudencia
1.- "Según el art. 940 (1322) del c. c. es inútil la alegación de una confesión
extrajudicial, cuando se trata de casos en que no se admite prueba testimonial,
como ocurre en la especie, en la que de acuerdo al art. 928 (1328, 1) del mismo
código, no es posible acreditar la obligación perseguida con prueba de testigos".
(G.J. Nº 1588, p. 56).
Es irrevocable una vez prestada, a menos que hayan vicios de error de hecho,
violencia o dolo. Es indivisible y no puede ser dividida contra el que la presta y debe ser
aceptada o rechazada por entero, pues que es una y su unidad jurídica no puede ser dividida
(Ricci). Sin embargo, la doctrina admite la divisibilidad tratándose de confesiones
complejas, que comprenden hechos diversos enteramente, desligados entre sí, que no
tienen unidad jurídica y nada se opone a su admisión o rechazo parciales, sin faltar a la
regla de la indivisibilidad. Este criterio ha sido adoptado, con buen sentido, en el p.c. (art.
410).
Prestada la confesión sin vicio alguno que le quite su eficacia, ya se ha dicho, se
tiene por axioma que cuando la verdad consta por confesión sobra todo otro género de
prueba (Jaubert, cit. Scaevola). Pero, si esa confesión está viciada de error de hecho,
violencia o dolo, no puede sostenerse que ha sido válidamente prestada y no puede tener
eficacia legal ninguna. Es doctrina antigua que el error de hecho a nadie aprovecha,
doctrina que se aplica a toda la materia del derecho. Probado el error de hecho, cabe la
retractación. Igualmente y con mayor razón si se prueba violencia o dolo.
Jurisprudencia
2.- "La confesión judicial que forma plena prueba contra el que la hace, no puede
ser dividida cuando recae sobre un hecho único y sin la menor tendencia a restringir
la intención del adversario".
(G.J. Nº 362, p. 1478).
4.- "La indivisibilidad que establece este art. (1323) no impide que la parte a quien
dañan las modificaciones introducidas en una confesión cualificada, las impugna
con el apoyo de otros comprobantes".
(G.J. Nº 517, p. 15).
6.- "El principio de este art. (1323) es general y absoluto cuando las distintas partes
de una confesión son conexas y se hallan tan íntimamente ligadas que no pueden
separarse o dividirse sin alterar o destruir la unidad del conjunto o
desnaturalizarlo".
(G.J. Nº 587, p. 15).
7.- "El art. 941 (1323) del c. c. estatuye la indivisibilidad de la confesión, como
sanción característica de estricto derecho de justicia, así contenga, como ocurre en
la especie, circunstancias especificadas aclarativas que modifican el hecho
confesado, una vez que conforma un sólo acto que manifiesta la intención de quien
confiesa y sería contraria a esa intención si se aceptara aisladamente el aspecto
principal de la confesión con prescindencia de esas circunstancias aclarativas con
que ha sido prestada".
(G.J. Nº 1331, p. 13).
8.- Véase los casos Nos. 20 y 22 del art. 1321, 5 del art. 1325.
CAPITULO V
DEL JURAMENTO
En la anot. al art. 443, relativo a los efectos del juramento en las obligaciones
solidarias, se observó esa falta de concordancia inclusive entre las propias disposiciones
del Código (véase la anot. dicha).
Lo evidente es que la prohibición, parece apenas una apariencia. La confesión
provocada, que debe prestarse bajo juramento (art. 416, II, p.c.) puede resultar tan
juramento decisorio, si por sus efectos (como confesión) lleva a decidir la causa en su
virtud, a pesar del art. 1324. La verdadera diferencia entre confesión y juramento, radica en
que aquélla se presta espontáneamente, sin juramento, y éste es provocado por la parte que
libra la decisión de la causa a la conciencia de la otra, no a la resolución del juez. La misma
diferencia que entre confesión espontánea y confesión provocada puede darse.
En Anteproyecto de Ossorio, suprime el juramento decisorio, porque considera
gravísimo entregar a las partes contendientes a lo que una de ellas diga; pues, en un pleito -
añade- pesan muchos accidentes, muchos pareceres, muchos episodios y someterlo todo a
la afirmación de uno de los litigantes, es reducir el complejo litigioso a un estado personal
que puede apartarse de la verdad y de la justicia. Nótese, empero, que consecuente con su
posición, Ossorio, tampoco acepta la confesión, bajo juramento decisorio (la provocada del
p.c.).
ART. 1325.- (Juramento de posiciones). Pueden las partes en todo asunto, durante
el término de prueba, pedirse recíprocamente juramento sobre hechos personales relativos
al litigio; pero con cargo de estar sólo a lo que les sea favorable, según apreciación que
hará el juez.
Este juramento, como está establecido, responde a la práctica del derecho nacional
(arts. 354 del C. Proced. y 260 del p.c. abrg.), sin otra variante que la de la nueva
denominación que le da el p.c. vigente: confesión provocada (en una de sus varias formas).
Es una disposición meramente instrumental y su examen es totalmente propio del
comentario de la legislación procesal.
Jurisprudencia
2.- "Si se contradicen los juramentos (de posiciones) de ambas partes, no se aprecia
esta prueba".
(G.J. Nº 705, p. 17).
3.- "No hace fe en juicio el juramento (de posiciones) prestado en otro juicio".
(G.J. Nº 743, p. 32).
El supletorio, que es el único que puede deferir de oficio el juez, puede servir para
hacer depender del mismo la decisión del pleito, o solamente para determinar en la
sentencia la cantidad cuestionada, (en este caso el juramento se dice que es estimatorio).
Cuando es supletorio, para hacer depender la decisión de la causa de él, sólo suple, las
deficiencias o faltas de otros medios de prueba. Esto es, deben existir otras pruebas, que
aunque no den una plena evidencia, son pruebas al fin y el juramento supletorio, al
completarlas, no es más que un medio de prueba, carácter que lo diferencia del decisorio
que es prácticamente una especie de transacción. Es facultativo del juez deferir al
juramento supletorio y debe hacerlo en las condiciones que exige el art. En suma, procede
este juramento cuando la demanda o las excepciones no son plenamente probadas, pero no
están absolutamente desprovistas de prueba.
El juramento que puede exigir el juez según la facultad que le confiere el caso 4)
del art. 4 del p.c., reiterada para la materia en el art. 378 del mismo, es el que este art. del c.
c. establece y no otro.
Jurisprudencia
3.- "La facultad otorgada a los jueces por el art. (1326), se halla limitada, a la
necesidad de complementar la prueba".
(G.J. Nº 541, p. 12).
5.- "La facultad de deferir, sin distinción alguna, a juramento supletorio para
asegurar la convicción (del juez), librada a su conciencia, no es censurable en
casación".
(G.J. Nº 689, p. 15).
6.- "La facultad del juez para deferir a juramento (supletorio) a fin de hacer
depender de él la decisión de la causa, se halla subordinada a las condiciones
determinadas por el art. 952 (1326) c. c.".
(G.J. Nº 700, p. 11).
7.- "La prueba del precio demandado se halla completada con el juramento
supletorio del actor, deferido según la facultad que concede este art. (1326)".
(G.J. Nº 734, p. 10).
8.- "Está librado el arbitrio del juez pedir el juramento supletorio y fijar los puntos
de interrogación".
(G.J. Nº 746, p. 23).
12.- "Si la prueba ofrecida por las partes es insuficiente para apreciar el monto de la
producción del terreno, que permita establecer el de la devolución de frutos, se hace
bien para determinarlos al deferir a juramento a los demandados".
(G.J. Nº 1619, p. 33).
CAPITULO VI
DE LA PRUEBA TESTIFICAL
Testigo, es la persona que se encontraba presente, por azar o por llamado de las
partes, en la realización del hecho o del acto litigado y que puede, consiguientemente,
certificar ante el juez su existencia, formas y resultado (Planiol y Ripert). Su declaración,
recae entonces sobre hechos que ha conocido personalmente. Esta característica la
diferencia de la fama pública, aludida en los versos latinos insertos en la anot. al art. 1285
(medios de prueba) y por virtud de la cual los testigos dan fe de hechos que sólo conocen
porque los han oído o les han contado. En el régimen abrogado (art. 209 p.c.), la fama
pública (testigo de oídas) no estaba permitida. En los casos aplicables (injurias, v. gr.), el
testigo era presencial, no de fama pública. El régimen vigente (tanto el Código como su
procedimiento), no dan una categórica regulación sobre el particular.
El testigo más seguro, el que inspira más confianza -dice Aguilera y Velasco- es el
denominado vulgarmente testigo de vista, esto es, el que ha presenciado el hecho de cuya
prueba se trata. Aparte esta clase, los autores y las leyes, mencionan los testigos
auriculares, diferenciados en tres clases: 1º) los que han oído por sí mismo, testes exauditu
propio; 2º) los que han oído aquello que afirman a uno de los interesados, testes exauditu
partis, y 3º) los que han oído a una tercera persona lo que declaran, testes exauditu alieno.
Esta forma de prueba, no puede ser decretada de oficio por el juez. Tal se infiere del
art. 451 del p.c. según el cual los testigos deben ser propuestos por las partes (art. 380, 3)
p.c.).
Finalmente, aunque obvia, cabe recordar la regla de que nadie puede ser testigo en
causa propia. La jurisprudencia comparada enseña que la relación de un litigante, así fuese
jurada, no constituye un medio legal de prueba. El Codex (Lib. 4, tít. 20, ley 10), por su
parte, dice: Omnibus in re propria dicendi testimonia facultatem iura submoverunt (nadie
puede ser testigo en cosa propia), y el Digesto (Lib. 22, tít. 5, ley 10), señala: nullus
idoneus testis in re sua intelligitur (ninguno es testigo idóneo en causa propia). Conceptos
repetidos en las Partidas (3ª, tít. 16, ley 18): en su mismo pleyto non puede ser ningund
testigo (cits. de Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "No esta prohibida la prueba testifical para justificar la falta de título de la cosa
vendida".
(G.J. Nº 581, p. 4).
2.- "Es admisible la prueba de testigos para probar el hecho de haber existido
gestión de negocios".
(G.J. Nº 699, p. 23).
5.- "Tratándose del hecho de la posesión natural del inmueble, está permitida la
prueba testifical".
(G.J. Nº 810, p. 50).
Debe tenerse en cuenta, en este punto, que la prueba testifical es inadmisible, así la
cuantía de la obligación contractual sea inferior al límite legal, en todos los casos en que el
documento escrito es requerido por la ley como forma sustancial (arts. 491 y 492).
Jurisprudencia
1.- "Habiendo duda sobre la ubicación de los mojones, cuyo hecho no podía
esclarecerse con el documento, el juez recibió la prueba testifical, sin infringir el
art. 928 (1328) del c. c.".
(G.J. Nº 456, p. 844).
2.- "La prueba testifical es inadmisible cuando con ella se trata de contradecir o
modificar el contenido de un instrumento".
(G.J. Nº 486, p. 4).
4.- "La prueba testifical no se produjo para acreditar la existencia del contrato de
préstamo por $b. (10.000.-), sino para justificar que se trató de celebrar un arreglo
respecto de los intereses y al admitirla no se quebranta el art. 928 (1328)".
(G.J. Nº 676, p. 28).
8.- "La prohibición de este art. (1328) no obsta la prueba testifical referida
exclusivamente a la comprobación del hecho material del mojón divisorio entre las
propiedades del actor y el reo y no a derechos y obligaciones provenientes de
contrato".
(G.J. Nº 798, p. 21).
9.- "Es admisible la prueba testifical producida porque no pretende justificar una
obligación por suma mayor (al límite legal), sino para demostrar el hecho de la
entrega de todo el producto de la mina a los demandantes".
(G.J. Nº 806, p. 35).
10.- "Este art. (1328) excluye la prueba testifical para probar obligaciones que
pasan de suma mayor al (límite legal), mas no para hechos de que no puede hacerse
instrumento, como el uso de las aguas".
(G.J. Nº 821, p. 3).
11.- "Aunque el canon de alquiler exceda el límite que fija el art. 928 (1328, I) del
c. c., este contrato se puede celebrar verbalmente".
(G.J. Nº 1210, p. 69).
12.- "No se admite prueba de testigos contra y fuera de lo contenido en los
instrumentos".
(G.J. Nº 1222, p. 42).
13.- "El deposito voluntario debe probarse por escrito, porque la prueba testifical no
es admisible cuando su cuantía excede el límite que fija el art. 928 (1328) del c. c.".
(G.J. Nº 1236, p. 91).
14.- "La prueba testifical no es aceptable en los casos prohibidos por el art. 928
(1328, I) del c. c.".
(G.J. Nº 1282, p. 21).
17.- "La inadmisibilidad de la prueba testimonial dispuesta por el art. 928 (1328)
del c. c., sólo alcanza a las partes contratantes y no comprende a terceros, quienes
pueden atacar el contrato cuando afectan a sus intereses probando su acción por
todos los medios permitidos por ley".
(G.J. Nº 1354, p. 60).
21.- Véase los casos Nos. 5 del art. 353, 10 del art. 545, 1 del art. 1322, 7, 8 y 10
del art. 1329.
Las excepciones contenidas en este art., concordantes con las reglas del art. 1320,
se comprenden fácilmente.
La imposibilidad de prestar prueba escrita (que había), es la del caso 3) del art. La
prueba testifical deberá demostrar: que existía un documento y que éste se ha extraviado o
se ha destruído o por otra causa se ha hecho imposible su presentación, sin culpa del que
pide la prueba, y que del documento resultaba el nacimiento o extinción de la obligación
controvertible.
Jurisprudencia
1.- "Es admisible la prueba testifical por cantidad que pasa (del límite legal), si
existe principio de prueba por escrito".
(G.J. Nº 99, p. 210).
7.- "Existiendo principio de prueba por escrito, como es la minuta de venta con
relación al pago del precio, la prueba testifical con que se corrobora este punto no
es opuesta al art. 928 (1328)".
(G.J. Nº 562, p. 19).
8.- "La prueba testifical producida para acreditar la existencia de bienes gananciales
no está comprendida en la prohibición de este art. (1328) porque se dirige
únicamente a probar el hecho de la existencia de dichos bienes".
(G.J. Nº 574, p. 2).
9.- "Es admisible la prueba testifical para probar que una escritura es dolosa y
otorgada con abuso de confianza".
(G.J. Nº 662, p. 7).
10.- "Si la prueba testifical está prohibida en las obligaciones de cuantía mayor al
(límite legal), ella y todos los demás medios probatorios son admisibles para
acreditar la simulación de la compraventa".
(G.J. Nº 688, p. 21).
11.- "Es admisible la prueba testimonial en los casos de excepción al art. 928
(1328), que señala el art. 933 (1329) del c. c.".
(G.J. Nº 1289, p. 27).
12.- "La acusación de falsedad de un instrumento puede acreditarse con todo género
de pruebas y aun mediante presunciones".
(G.J. Nº 1264, p. 50).
13.- "No son válidas las declaraciones testificadas vagas y sin apoyo de un
principio de prueba".
(G.J. Nº 1301, p. 68).
14.- "Las excepciones preceptuadas por el art. 933 (1329) del c. c., a la regla
general del art. 928 (1328) del mismo, hacen procedente la prueba testimonial en
las obligaciones contraídas en caso de accidentes imprevistos, en los que resulta
evidentemente imposible extender un instrumento por escrito".
(G.J. Nº 1338, p. 19).
2.- Plus in veritate quam in opinione: Si varios testigos contestes declaran un hecho
que contradice las leyes naturales, o sea el curso natural y ordinario de los acontecimientos
de la naturaleza, no puede prestárseles ascenso, porque ha de estarse antes a la verdad real
que a la opinión de los hombres.
3.- Ha de estarse más a la calidad que al número: si dos o tres testigos de buena
fama y encomiables costumbres, con reputación de prudentes, afirman un hecho, contra
diez o veinte que no reunen las mismas condiciones y que, aún teniendo algunas de ellas
como la buena fama, carecen de las otras, dar mayor importancia al testimonio de los
últimos sería infringir las reglas de la sana crítica.
4.- Siendo igual la calidad de los testigos e igual la naturaleza de los testimonios,
debe preferirse lo atestiguado por el mayor número.
- Debe darse crédito a las declaraciones de los testigos de una de las partes, cuando
la prueba practicada por la contraria no desvirtúa las afirmaciones de aquéllos.
- El dicho de los testigos sin tacha alguna es válido.
- Carece de validez el testimonio del testigo que se contradice.
- No debe reputarse probado un hecho justificado sólo por testigos con tacha legal.
- La declaración testifical referente a hechos particulares debe prevalecer sobre lo
concerniente a un hecho general.
Jurisprudencia
1.- "La facultad de apreciar el mérito de las declaraciones (de testigos) no está
sujeta a censura en casación".
(G.J. Nº 572, p. 4).
2.- "Los jueces de grado, con criterio propio, determinan el sentido y alcances de
las declaraciones de testigos".
(G.J. Nº 698, p. 24).
4.- "No es válida la declaración de los testigos que la prestan por simple
referencia".
(G.J. Nº 743, p. 32).
5.- "No es válida la declaración del testigo que no da razón concluyente de ella".
(G.J. Nº 779, p. 41).
6.- "El modo de valorar y apreciar las pruebas testimoniales, es facultad privada e
incensurable en casación de los jueces de instancia".
(G.J. Nº 1285, p. 116).
8.- "Toca a los jueces de instancia compulsar la prueba testifical, con facultad
privativa incensurable en casación".
(A.S. Nº 106, de 21-V-81).
CAPITULO VII
ART. 1331.- (Prueba de expertos). Cuando se trata de apreciar hechos que exijan
preparación y experiencia especializadas, se puede recurrir a la información de expertos, en
la forma que dispone el código del Procedimiento Civil.
Nótese, en primer lugar, que la prueba pericial procede sólo cuando se trate de
apreciar hechos y, en segundo lugar, que esos hechos requieran el conocimiento científico,
artístico o práctico.
El campo de la prueba pericial es muy grande, en cuanto abraza todos los asuntos
de ciencias, artes y trabajo manual, todos aquéllos que suponen una cultura especializada y
las experiencias de la práctica. Sería inútil pretender señalar todos los asuntos objetos, la
comprobación auditoría, etc., de cuentas, la clasificación de las sustancias, determinados
puntos de arquitectura y construcción, los de la industria, los de la agricultura, la
reconstrucción de determinados hechos, la traducción y lectura de letras o escrituras
antiguas, la mensura de campos, etc.
Muchos autores, han equiparado los peritos a los testigos, doctrina que ha llevado a
algunos códigos a no considerar el dictamen pericial como prueba distinta y a tomar a los
peritos como testigos especiales, con ilustración especializada sobre determinadas
disciplinas del conocimiento. La única coincidencia entre testigos y perito, es que ambos,
aportan elementos de juicio para el pronunciamiento del fallo. Pero, tienen diferencias que
sobrepasan la coincidencia. El testigo, da cuenta de lo que sabe por haberlo visto o por
haberlo oído (injurias, v. gr.); el perito relata lo que conoce por haberlo aprendido en la
enseñanza de una ciencia, de un arte o de un oficio: la desemejanza es evidente (Scaevola).
Según otro enfoque de la diferencia, la testificación es la reconstrucción del pasado, de un
acto o de un hecho que se ha efectuado anteriormente, los testigos narran sus recuerdos. El
peritaje, por el contrario, recae sobre hechos presentes: cuando el juez encarga al perito
verificar el estado de un cadáver, de una herida, o de un objeto cualquiera, lo único que
examina el perito, es el estado actual: no da recursos, sino una opinión fundada en bases
técnicas. La diferencia es esencial (Planiol y Ripert).
Jurisprudencia
1.- "No hay necesidad de peritos cuando la operación aritmética es sencilla; puede
hacerla el juez".
(G.J. Nº 155, p. 701).
4.- "En los procesos, como el de la especie, motivados en hechos que requieren de
conocimientos técnicos para una mejor evaluación de los daños reclamados, los
informes periciales cobran particular importancia, correspondiendo a los tribunales
de grado su apreciación, que es incensurable en casación en tanto no se falte a
reglas de criterio legal".
(G.J. Nº 1599, p. 129).
5.- V. los casos Nos. 18 y 19 del art. 108; 1 del art. 804; 15 del art. 561.
Jurisprudencia
1.- "No es necesario oir al tercer perito (dirimidor) ni causa nulidad si el juez
encuentra datos bastantes en uno de los peritos de las partes".
(G.J. Nº 701, p. 46).
3.- "La facultad del juez para nombrar perito dirimidor no está subordinado al
término de prueba".
(G.J. Nº 813, p. 24).
ART. 1333.- (Eficacia). El juez no está obligado a seguir las conclusiones de los
peritos, pero debe fundar las propias.
El juez no a tenido la facultad discrecional que le da el art. 257 del Pdto. Cvl. abrg.,
para apreciar estas pruebas. Su valoración está, en alguna medida, reglada por el art. 441
del nuevo procedimiento. El principio del art. se funda en que no basta que el perito esté
cerciorado, sino que se precisa que lo esté el juez, fundamentalmente.
De otra manera -dice Scaevola-, no sería éste, sino aquél quien resolviese las
cuestiones y la autoridad judicial no se encontraría, como está y debe estarlo, vinculada a la
función de un poder propio e independiente.
Jurisprudencia
1.- "El juez puede separarse del parecer pericial".
(G.J. Nº 716, p. 9).
2.- "Los jueces no están obligados a seguir el parecer de los peritos, aun en el caso
de que sea uniforme el parecer de éstos".
(G.J. Nº 742, p. 26).
3.- "La facultad acordada a los jueces por los arts. 256 y 257 del p.c. (abrg.;
equivalente más al 1333 del c. c. que del 441 del p.c. vigentes), para aceptar o
separarse del parecer de los peritos, cuando es opuesto a su convicción, no es
soberana ni incensurable, porque fluye y se entiende del espíritu de la ley y lo
aconseja la razón y el sentido común, que entre dos pareceres periciales opuestos,
debe aceptarse indudablemente el que aporta mejores elementos de convicción".
(G.J. Nº 1358, p. 18).
4.- "Se acusa a los tribunales de grado de haber aceptado el informe pericial, siendo
así que según el art. 257 del p.c. (abrg. = al 1333 del c. c. vigente) no están
obligados a seguir ese parecer, lo que a contrario sensu equivaldría a sostener que
están obligados a rechazar siempre la opinión de los peritos, siendo así que el citado
art. de la Comp. concordante con el 256 (440, IV) del mismo p.c. faculta con
amplitud al juzgador para compulsar la prueba pericial al autorizarle a apartarse del
parecer pericial si es opuesto a sus convicciones".
(G.J. Nº 1588, p. 142).
5.- "Considera la prueba pericial por los jueces de instancia, con la facultad que la
ley les autoriza, no se ha violado el art. 257 (441) del p.c.".
(G.J. Nº 1602, p. 115).
DE LA INSPECCION OCULAR
ART. 1334.- (Inspección ocular). La inspección ocular del juez puede realizarse de
oficio o a solicitud de parte cuando los hechos y circunstancias del caso admiten examen
material, o las exterioridades, estado y condición de las cosas o lugares, faciliten una
apreciación objetiva.
Este medio de prueba, se practica con asistencia de las partes, sus defensores y,
además, pueden concurrir al acto peritos y testigos, cuando unos y otros hubiesen de
intervenir en la inspección.
DERECHOS
DISPOSICIONES GENERALES
ART. 1335.- (Derechos de garantía personal general de los acreedores). Todos los
bienes muebles e inmuebles presentes y futuros del deudor que se ha obligado
personalmente constituyen la garantía común de sus acreedores. Se exceptúan los bienes
inembargables.
Cuando una persona en el obrar jurídico resulta obligada a dar, hacer o no hacer
algo con respecto a otras, no se resuelven sus preocupaciones en un puro deber jurídico,
sino que, en general, la ley sanciona el incumplimiento, autorizando a sus acreedores
perseguir la satisfacción de sus créditos con los bienes del deudor, específicamente si es
posible y si no, pecuniariamente, mediante la ejecución correspondiente (Scaevola).
El precepto del art., establece un principio general de garantía genérica, por virtud
de la cual los diferentes acreedores concurren, para satisfacción de sus créditos, sobre el
conjunto de bienes del deudor. El principio de garantía genérica, no tiene lugar cuando
existen causas de prelación, esto es, garantías específicas como los privilegios, hipotecas,
prenda, anticresis. En estos casos ocurre que no todos los créditos son -como dice
Scaevola- de una misma "casta", sino que existen jerarquías, que dan lugar a preferencias
establecidas por el ordenamiento jurídico, tomando en cuenta criterios dignos de
consideración.
Jurisprudencia
1.- "El que se obliga personalmente está obligado a cumplir su obligación con sus
bienes muebles e inmuebles, habidos y por haber, que constituyen la prenda común
de sus acreedores".
(G.J. Nº 253, p. 1480).
2.- "El deudor de una obligación está reatado a llenarla con todos sus bienes
habidos y por haber, extendiéndose, por lo mismo, la garantía de su deuda tanto a
los que adquiera posteriormente, los cuales tienen bajo este concepto la calidad
genérica de prenda".
(G.J. Nº 535, p. 29).
3.- "Los bienes del deudor son la prenda común de sus acreedores (quienes) tienen
el derecho de perseguir los que actualmente posee el primero y, por tanto, habiendo
tenido lugar la enajenación antes de que el deudor haya sido citado de embargo son
inconducentes los arts. 1436 y 1437 (1335) del c. c.".
(G.J. Nº 554, p. 12).
4.-"La prohibición del art. 252 (365 del c.f.) está limitada a la enajenación directa
de inmuebles (vedada al emancipado) y no extiende sus efectos hasta el punto de
poner dichos bienes a cubierto de la responsabilidad a que están reatados los de
todo deudor según el art. 1437 (1335) del c. c.".
(G.J. Nº 595, p. 9).
6.- "Siendo los bienes del deudor prenda del acreedor, la ejecución puede tener
lugar, caso de hallarse indivisos, sobre la parte perteneciente al deudor, sin que los
condominos, a título de tales, puedan en perjuicio del acreedor tener derecho a
oponerse".
(G.J. Nº 660, p. 25).
7.- "Toda vez que los bienes del deudor son la prenda común de los acreedores
según el art. 1437 (1335) del c. c. los deudores demandados no deben disponer de
tales bienes, sino mediante autoridad judicial".
(G.J. Nº 1254, p. 54).
8.- "Los bienes de los deudores constituyen la prenda de los acreedores, quienes
tienen derecho para ejercitar actos de conservación".
(G.J. Nº 1298, p. 106).
9.- "Las personas jurídicas (colectivas) al igual que las naturales (individuales),
están sometidas a los cánones prescritos por los arts. 1436, 1437 (1335) y 1438
(1337, II) del c. c.".
(G.J. Nº 1564, p. 37).
10.- "Siendo los bienes del deudor la prenda común de sus acreedores, al tenor del
art. 1437 (1335) del c. c., la parte ganancial de dicho deudor no comprometida en el
patrimonio familiar a que se refiere el art. 30 del c.f. mediante resolución expresa,
está reatada a la obligación que debe responder".
(G.J. Nº 1602, p. 134).
Jurisprudencia
"Según el art. 1438 (1337, II), entre las causas legítimas de preferencia están los
privilegios y las hipotecas".
(G.J. Nº 1617, p. 32).
ART. 1338.- (Subrogación de las indemnizaciones por pérdida o deterioro de las
cosas aseguradas).
I. Si las cosas sujetas a privilegios, hipoteca o pignoración perecen o se deterioran, las
sumas que deben los aseguradores como indemnizaciones por pérdida o deterioro, quedan
vinculadas al pago de los créditos privilegiados, hipotecarios o pignoraticios, según su
grado, excepto si ellas deban emplearse para preparar tal pérdida o deterioro. La autoridad
judicial puede, a instancia de los interesados, disponer las medidas oportunas para asegurar
el empleo de las sumas en la reintegración o reparación de la cosa.
II. Los asegurados quedan libres de responsabilidad cuando paguen pasados treinta días a
contar de la pérdida o deterioro, sin haber hecho oposición. Pero cuando los bienes son
inmuebles con gravámenes inscritos en el registro de la oportunidad, o muebles sujetos a
registro, los asegurados no quedan libres sino transcurridos sin oposición treinta días de
notificación, a los acreedores con créditos inscritos, el hecho que dio lugar a la pérdida o al
deterioro.
El art., es aplicación particular de la regla general del art. 315, cuya anot. sirve para
la comprensión de este precepto.
ART. 1340.- (Nulidad del pacto comisorio y del pacto de vía expedita).
I. Cualquier sea la época de su celebración es nulo el pacto por el cual se conviene en que
la propiedad de la cosa hipotecado o pignorada pase el acreedor cuando el deudor no pague
su deuda dentro del término fijado.
II. Es igualmente nulo el caso por el cual el constituyente autoriza al acreedor a vender
directamente la cosa pignorada o hipotecada. Si se prueba que ese fue el motivo
determinado del contrato, éste es nulo.
Fte: Cgo. it. 2744, 1) (para I) - Cgo. fr. 2078 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 1421 - 1432 -
Conc: c. com. 880 -
c. c. 489 - 507 - 1360 - 1490 - 1433 -
Jurisprudencia
1.- "Son nulas las cláusulas de los pagarés por las que el deudor... autorizó a su
acreedor... para vender sin figura de juicio las prendas de plata labrada que le
entregó en seguridad de su crédito... por ministerio del art. 1421 (1340) del c. c.".
(G.J. Nº 177, p. 874).
2.- "No habiendo poseído con ánimo de dominio, sino como acreedora prendaria y
a nombre del deudor, no pudo prescribir el dominio de las prendas de que es
tenedora sin que la cláusula (comisoria) contenida en el contrato de préstamo pueda
surtir efecto por lo dispuesto en el art. 1421 (1340) del c. c.".
(G.J. Nº 725, p. 15).
4.- "El art. 1421 (1340) del c. c. prohibe la apropiación de la prenda por parte del
acreedor y toda convención que así lo permita es nula".
(G.J. Nº 1355, p. 32).
DE LOS PRIVILEGIOS
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
El privilegio presupone una pluralidad, actual o virtual, de créditos que pesan sobre
los bienes de un deudor. Consiste en la prelación o preferencia, que la ley otorga en favor
del derecho de crédito (Messineo).
Sólo la ley puede establecer los privilegios, conforme lo expresa la idea que implica
la palabra privilegio: ley establecida en interés privado (Planiol y Ripert).
De acuerdo con las ideas expuestas, en general, el art. establece que la constitución
del privilegio se acuerda por la ley, en consideración a la naturaleza y calidad de
determinados créditos (su fundamento) reconociéndoles una especial preferencia, como en
la reseña doctrinal someramente hecha en líneas anteriores: a) declarando directamente la
creación de un crédito privilegiado (v. gr. los enumerados en el art. 1345); b) concediendo
a los acreedores una hipoteca legal (v. gr. los enumerados en el art. 1368). Respecto de la
constitución del privilegio, que supone preferencia, por acuerdo de partes, está determinada
expresamente en el art. 1337, supra.
Cabe observar en este punto, el caso del art. 1394, que establece un verdadero
derecho de excepción entre los créditos singularmente privilegiados, derogando, para el
supuesto que la regula, las reglas generales de los arts. 1393 y 1538. Se comprenderá la
observación, recordando que según la distinción del derecho en común, especial y
excepcional, se dice que corresponden al primero las reglas aplicables a las personas en sus
actividades patrimoniales y familiares; al segundo, las normas que abarcan un
desenvolvimiento particular sobre las bases dadas por el derecho común, y al tercero, las
disposiciones opuestas y contrarias al derecho general.
El art. añade que, sin embargo, se puede subordenar por la ley a lo que las partes
convengan. La disposición tomada del art. 2745 del Cgo. modelo, referida prácticamente al
precepto que regula los créditos de institutos agrarios, cuyos privilegios se norman en leyes
especiales (art. 2766, Cgo. it., que no ha sido adoptado). queda flotando en cierto modo en
el vacío. No obstante, puede estimarse que, frente al principio básico del primer período
del art.: el privilegio se acuerda por la ley, el precepto complementario de que el privilegio
se subordina por la ley a lo acordado por las partes, es una referencia al modo de
garantizarse un crédito mediante un derecho real que le dota de preferencia, en el rango que
la diligencia especiale del acreedor alcance (art. 1393, v. gr.). Dicho de otro modo y más
brevemente: puede considerarse la frase comentada referida a la facultad de las partes a
constituir la garantía de un derecho real para la seguridad de un crédito.
Jurisprudencia
1.- "El privilegio como lo reconoce el art. 1439 (1341), es un derecho que la calidad
del crédito da a un acreedor para ser preferido a los otros, dependiendo su
existencia de la naturaleza de la deuda y no simplemente del acuerdo de los
interesados".
(G.J. Nº 758, p. 15).
2.- "El vendedor tiene privilegio sobre el inmueble vendido únicamente cuando no
se le ha pagado el precio en todo o en parte y cuando esa acreencia se halla
debidamente inscrita en los derechos reales, a los fines del art. 1451 (1545) del c. c.
y del art. 7º de la L. del registro de los derechos reales".
(G.J. Nº 1241, p. 65).
Parece evidente, que esta confusa manera de tratar la cuestión se debe a que sobre
ella se ha seguido, indiferenciadamente, al Cgo. modelo, del cual se ha tomado los arts.
1342 y 1347 y al Cgo. abrg. cuyos arts. 1456 y 1457 (privilegios sobre muebles e
inmuebles), pueden ser considerados como fuente de inspiración del art. 1344.
MUEBLES E INMUEBLES
ART. 1344.- (Objeto). Los privilegios generales sobre los bienes muebles e
inmuebles recaen sobre el conjunto del patrimonio perteneciente al deudor y se ejercen
primero con respecto a los bienes muebles y, no siendo ellos suficientes, a los inmuebles.
Establecida en las disposiciones generales del Título (arts. 1335 y s.) el ámbito de la
responsabilidad patrimonial del deudor y dadas las reglas, también generales, sobre el
fundamento y las clases de los privilegios en la sección precedente, esta y las siguientes
secciones señalan las distintas soluciones para los diversos problemas, que plantea el hecho
de que sean varios los acreedores que pretendan satisfacerse con el patrimonio del deudor.
Esto supone, en realidad, que la reglamentación en examen evoca la idea del concurso de
acreedores. Pues, no es para otro supuesto que la ley regla la clasificación de los créditos y
su consiguiente orden de prelación, en las normas que inicia este art., que aparte su
indudable aspecto material, tienen, como bien observa Scaevola, un marcado valor
instrumental, particularidad que tratándose de concursos y quiebras, muestra que lo
sustantivo y lo adjetivo marchan casi fundidos (Iribarren, cit. Scaevola, método
generalizado, puede decirse, entre los códigos latinos, mientras que en los de cuño
germánico, estos preceptos, más que en los códigos civiles, aparecen en las leyes que
regulan la ejecución concursal.
1) Los gastos de justicia anticipados en interés común de los acreedores, tanto para
liquidar como para conservar los bienes del deudor.
2) Los salarios correspondientes a la gente se servicio por el año vencido y lo
devengado por el año en curso, así como a los trabajadores, cualquiera sea su
denominación, vinculados al patrono por una relación de trabajo, por el año vencido
y lo devengado por el año en curso; y los beneficios sociales y las retribuciones en
los contratos de obra por el año vencido y lo devengado por el año en curso.
3) Los derechos de autor debidos a los escritores, compositores y artistas por los
últimos doce meses.
II. Estos privilegios no necesitan ser inscritos en el registro de los Derechos Reales ni en
ningún otro.
Fte: Cgo. it. 2755 - 2756 - 2751, 4) y 5) -
Precd: c. c. abrg. 1444, 1) y 4) -
Conc: c. com. 777 - 1493 - p.c. 574 - 579 -
c. c. 748 - 1344 - 1355 -
La enumeración que hace el art. está formulada a título jerarquíco: los privilegios
que establece se ejercen en el orden que determina, según expresa claramente.
Jurisprudencia
1.- "Los gastos procesales no son los únicos gastos de justicia, pues también lo son
los de depósito, como causados por mandato del juez para la guarda y
administración, en beneficios de los acreedores, de los bienes (embargados)".
(G.J. Nº 485, p. 17).
2.- "Los gastos de justicia son los que redundan en beneficio común de la masa de
acreedores".
(G.J. Nº 511, p. 11).
3.- "Los servicios profesionales tuvieron lugar en juicio distinto del de concurso
(por lo que) no hacen parte de los gastos de justicia y no merecen la preferencia de
crédito a que se refiere el art. 1444 (1345) del c. c.".
(G.J. Nº 670, p. 19).
4.- "Las costas del proceso de concurso tienen lugar preferente en la sentencia, por
ser de interés común".
(G.J. Nº 808, p. 49).
SECCION III
Fte: Cgo. it. 2751, 1), 2), 3) y 4) (para 1, 2, 3, y 4) - 2752 (para 5) - 2768 (para 6) -
Precd: c. c. abrg. 1444, 2) y 5) -
Conc: c. tb. 61 - c. com. 1493 - c.p. 87 y s. - p.p. 60 - 61 - 71 - c. c. 1342 - 1356
-
La enumeración de este art., como la del 1345, también supone un orden jerárquico.
Sobre el privilegio acordado al Estado (caso 5), muchos autores, observan que
gozando la Administración de procedimientos expeditivos, de ordinario no acude a los
tribunales y el privilegio que se acuerda al fisco, se hace más irritante frente a lo que hacen
y deshacen sus agentes.
El caso 6) tiene relación con las previsiones de los arts. 90 y 94 del c.p. y 336 del
p.p., principalmente.
Jurisprudencia
Los arts. 1348 y s., se relacionan con los privilegios especiales mobiliarios, que
tienen un carácter excepcional y que comprenden dos categorías: a) los privilegios basados
sobre la idea de la prenda tácita, y b) los privilegios basados sobre el ingreso de un valor en
el patrimonio del deudor (Mazeaud).
Este art. y el siguiente, regulan los privilegios basados sobre el ingreso de un valor
en el patrimonio del deudor. Al efectuar gastos para la conservación de la cosa propia del
deudor, el acreedor ha protegido el patrimonio de aquél y, por eso mismo, el interés común
de los demás acreedores. Se justifica pues el privilegio que le otorga la ley, porque, sin su
intervención, la cosa habría perecido o se habría deteriorado con perjuicio de todos. Es
justo que la ley premie -si cabe el término- su diligencia.
ART. 1352.- (Subrogación). Si los efectos muebles no pagados se han vendido por
el comprador a un tercero, el privilegio que tenía el primer vendedor se traslada al crédito
del precio no pagado por el subadquirente
Conc: c. c. 326, 5) -
En caso de haber sido enajenado el bien, el privilegio del vendedor se traslada al
crédito -si hay lugar, naturalmente- del precio debido por el subadquirente (art. 1352).
DEL ORDEN DE LOS PRIVILEGIOS
ART. 1355.- (Privilegios generales sobre los bienes muebles e inmuebles). Estos
privilegios se ejercen en el orden que señala el artículo 1345 y se pagan con preferencia a
cualquier otro crédito.
ART. 1356.- (Privilegios generales sobre los bienes muebles). Los acreedores con
privilegios generales sobre los bienes muebles son pagados en el orden que señala el
artículo 1346.
1) Los acreedores que señala al artículo 1349 son preferidos a los indicados en los
artículos 1350 y 1351; la preferencia se concede si el acreedor es de buena fe.
2) Los acreedores que señala el artículo 1350 son preferidos a los indicados en el
artículo 1351.
ART. 1358.- (Privilegios del mismo rango sobre ciertos bienes muebles). Cuando
concurren acreedores con privilegios del mismo rango sobre ciertos bienes muebles, se
tendrá en cuenta preferentemente al acreedor que pueda invocar la posesión de la cosa,
luego al conservador que haya sido el último en efectuar los gastos de conservación, y
entre vendedores sucesivos de una misma cosa se preferirá al primer vendedor sobre el
segundo, al segundo sobre el tercero, y así sucesivamente.
Conc: c. c. 1353 -
DE LAS HIPOTECAS
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
La hipoteca, no supone necesariamente que los bienes gravados sean propios del
deudor. La puede constituir en lugar del deudor y para garantizar la obligación de éste, un
tercero no-deudor (art. 1360). No debe confundirse con la fianza llamada real (Messineo),
porque el fiador al igual que el deudor principal, crea garantía genérica, no específica:
responde con todo su patrimonio porque también él es deudor.
Jurisprudencia
1.- "La hipoteca da derecho al acreedor para ser pagado de los bienes hipotecados,
(pero) no le transfiere el dominio de ellos".
(G.J. Nº 222, p. 1228).
2.- "El deudor tiene la obligación de pagar no sólo la cantidad prestada, sino
también las costas, para cuya (total) satisfacción se hallan reatados los bienes raíces
constituídos en hipoteca".
(G.J. Nº 612, p. 5).
3.- "El principio de la divisibilidad de la obligación entre los herederos del deudor
consignado en el art. 811 (430) tiene su excepción, entre otros casos, cuando la
deuda es hipotecaria y, siéndolo, el heredero que posee el fundo hipotecado puede
ser demandado por el total".
(G.J. Nº 703, p. 7).
4.- "La hipoteca que pesa sobre las fincas reata al pago del crédito que garantiza,
pudiendo el acreedor seguir la respectiva ejecución desde el estado en que se
encuentra, sin que ese derecho impida la trasmisión de la propiedad".
(G.J. Nº 823, p. 59).
Fte: Cgo. it. 2808, 3) (para I) - Cgo. fr. 2117 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 1461 - 1462 -
Conc: c. c. 1368 - 1369 - 1372 -
Las hipotecas atendiendo a su origen, son clasificadas por los códigos y por los
autores, en legales, judiciales y voluntarias.
Las hipotecas (voluntarias) también pueden ser, según los autores, de tráfico o de
seguridad. Las primeras son aquellas que pueden ser negociadas tanto por la enajenación
del crédito como por la venta del inmueble asegurado (ejs.: las que garantizan los derechos
de los tenedores de títulos valores o las que se constituyen para emitir cédulas hipotecarias,
y bonos bancarios; arts. 901, 1440, 1437 del c. com.). Las segundas son las que están
pendientes, para ser hipotecadas normales, de la cristalización del crédito, es decir, de que
se produzca o concrete el crédito, como en el caso de la hipoteca constituída para asegurar
la gestión del tutor (c.f. art. 307) o de la que pudiera constituirse (pues nada lo impide) en
garantía de una corriente de crédito.
Jurisprudencia
Fte: Cgo. it. 2810 (para I) - L. hipotecaria esp. 108 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 1464 -
Conc: c. com. 898 - 900 - 1440 -
c. c. 77 - 82 - 201 - 203 - 216 - 219 - 256 -
Los muebles sujetos a registro, son desde luego enajenables, esto es, están en el
comercio y su hipotecabilidad se funda tanto en esta razón como en la facilidad de su
identificación, respecto de otros muebles, de modo que se facilita su registro y su
persecución (v. la anot. al art. 1395).
El parágrafo II, como su fuente, deja inferir que puede hipotecarse la servidumbre
conjuntamente con el predio. Scaevola, con muy buen criterio, observa esta consecuencia
en sentido de que la servidumbre no se hipoteca con el predio dominante, ya que es sólo
éste el que se hipoteca y la servidumbre, como condición del predio y por su
inseparabilidad (v. las anots. a los arts. 256 y 257), sigue la suerte del mismo, porque, dice
el autor citado, no puede fijarse un valor al predio y otro a la servidumbre, a los fines de la
tasación del bien, que jurídicamente es una sola cosa dada la inseparabilidad mencionada,
tiene su repercusión en el precio, que es uno solo. Luego, la copia de la disposición
española, deviene innecesaria y sin asidero en la consideración científica del caso. La
servidumbre no se hipoteca porque es una qualitas fundi (Messineo).
El parágrafo III. no tiene realmente nada que ver con el objeto de la hipoteca y ni
siquiera con la prelación del ejercicio de los derechos, una vez que, cual se ha visto en la
anot. al art. 1360, punto a), la hipoteca no impide la posibilidad de imponer sobre el bien
hipotecado otros gravámenes. En realidad, lo que el parágrafo ha querido establecer es que
los derechos que menciona si son inscritos en el registro de derecho reales posteriormente a
la hipoteca, no son oponibles al acreedor hipotecario y el lugar de la regla puede estar
mejor en la disposición del art. 1364.
Fte: Cgo. it. 2809 (para I y II) - Cgo. fr. 2114 i.f. y 2167 i.f. (para III) -
Precd: c. c. abrg. 1459, 2) y 3) - 1463 - 1479 - 1485 -
Conc: c. c. 431 - 1365 - 1378 - 1556 -
Esto, no supone que no se pueda hipotecar varios inmuebles. En tal caso, la partida
de cada inmueble en el Registro de Derechos Reales, debe contener la inscripción de la
hipoteca con especificación de la suma total del crédito y la referencia a los otros
inmuebles comprendidos en la hipoteca. En caso de ejecución, el orden de su realización se
conformará a los dispuesto por el art. 1366, aunque debe observarse, que ello depende de la
relación entre el importe del crédito y el valor de los bienes, así como la voluntad de las
partes expresada en el contrato, pues que, ordinariamente, no se da en garantía dos
inmuebles cuando el valor de uno de ellos puede cubrir satisfactoriamente el crédito.
La indivisibilidad, hace que cada un de los adquirentes de una parte del único bien
hipotecado, en la eventualidad de una división de éste, están sometidos a soportar, sobre la
parte respectiva, la satisfacción de la deuda entera. Si son varios los bienes hipotecados en
garantía de un solo crédito, el acreedor puede accionar por el total de su crédito sobre cada
uno de los bienes gravados, a su elección y no está obligado a dividir su acción y hacerla
valer proporcionalmente a cada uno de dichos bienes. Además de esta indivisibilidad,
referida al o a los bienes gravados, la indivisibilidad también se entiende (Messineo)
referida al crédito, punto de vista respecto del cual, se tiene: a) el bien hipotecado queda
gravado en su totalidad, hasta la satisfacción de todo el crédito, y b) el gravamen no se
restringe a una parte del bien, aunque el crédito haya sido parcialmente extinguido.
Aplicaciones de este principio, se encuentran en el art. 1267, (repetición por pago de deuda
común) y 1374 (hipoteca sobre bienes indivisos) v. gr.
Jurisprudencia
2.- "Según el art. 1459 (1363), la hipoteca sigue a los inmuebles a cualesquiera
manos que pasen".
(G.J. Nº 315, p. 3000).
3.- "La hipoteca es por naturaleza indivisible y sigue a los inmuebles a cualesquiera
manos que pasen".
(G.J. Nº 703, p. 6)
5.- "La hipoteca es indivisible y subsiste sobre los bienes afectados y sobre cada
uno de ellos".
(G.J. Nº 799, p. 28).
6.- "La hipoteca constituida por los dos cónyuges, surte los efectos que señala la
ley, sin que la circunstancia de haberse divorciado ellos posteriormente tenga
ningún efecto modificatorio de esas consecuencias legales de la hipoteca".
(G.J. Nº 1265, p. 24).
7.- "Tal garantía (hipotecaria), por su carácter real, subsiste a través de las manos
por las que pase el inmueble".
(G.J. Nº 1265, p. 26).
9.- "Los arts. 1459 y 1479 (1363) del c. c. sólo rigen para el caso de transferencias
directas y no para las adquisiciones judiciales en las que el juez otorga la escritura
pública entregando los bienes del comprador judicial libres de todo gravamen,
porque si no fuera así, el rematador de buena fe, además de doblar el valor del
inmueble el valor del inmueble subastado tendría que pagar también a los
acreedores hipotecarios con otras sumas acaso mayores que lo abonado por el valor
del remate, lo que jurídicamente es inadmisible y para prevenir lo cual ha de
observarse lo dispuesto por el art. 494 (531) del p.c.".
(G.J. Nº 1587, p. 49).
12.- V. los casos Nos. 5 y 8 del art. 491; 2 del art. 1378; 3 del art. 1360; 14 del art.
1545; 9 del art. 1552.
ART. 1364.- (Efectos respecto a terceros). La hipoteca sólo surte efecto respecto a
terceros desde el día de su inscripción en el registro respectivo.
Como razón de estas exigencias, Scaevola indica que en los derechos reales de no-
contacto, o que no manifiestan o exteriorizan su existencia por actos externos y que, por
tanto carecen de publicidad natural o plasticidad, como es el caso de la hipoteca, se
pretende, haciendo de la inscripción su requisito constitutivo, dar a este derecho real la
publicidad que por sus características le faltan. Además se tiene en cuenta la necesidad de
garantizar debidamente el crédito territorial, que sin garantías adecuadas no acudiría al
préstamo sobre la tierra o sobre los muebles sujetos a registro, sin el desplazamiento de la
posesión.
Como el art. 491, 2) habla de documento público, para las hipotecas legales o
judiciales, ha de entenderse esa exigencia en el sentido que asigna a la expresión
documento público, el art. 1287, prg. I. Son los casos de excepción que llama Roca Sastre
(cit. Scaevola), en que las hipotecas se constituyen en un documento público que no fuere
escritura. Ejemplificativamente, téngase en cuenta al efecto, los casos siguientes: a) la
hipoteca sobre los bienes del deudor de pensiones de asistencia (c.f. art. 149); b) las
disposiciones del juez de la quiebra que debe contener el auto declarativo para su anotación
en los registros respectivos (c. com. art. 1551, 2); c) el contemplado en el Código de
procedimiento penal (arts. 213, 215, 217) en cuanto a la hipoteca que se constituya por
diligencia apud acta a los efectos de afianzar la libertad provisional. En general todos los
casos del mandato judicial, en aplicación de las disposiciones legales pertinentes (art. 1540,
incs. 13 y 14 y art. 1552, sobre anotaciones preventivas).
No puede adquirirse un derecho hipotecario por usucapión (Messineo), porque para
constituirlo es inexcusable la inscripción y, por ello, no se concibe una posesión de
inmueble a título de hipoteca. No es un derecho susceptible de ejercicio por parte del que
no es titular de él.
Jurisprudencia
2.- "El crédito hipotecario anotado en el Registro surte contra terceros los efectos
que tiene la hipoteca legalmente constituida y anotada".
(G.J. Nº 487, p. 14).
3.- V. los casos único del art. 1361 y todos los del art. 1368.
Esta extensión que dispone la ley a las accesiones naturales y a las mejoras,
incluidas en éstas las construcciones, se refieren a las posteriores a la hipoteca, esto es, a
las que sobrevengan después de la constitución de ésta, porque las anteriormente
realizadas, se consideran hipotecas per se en su carácter de cualidades del fundo o del bien
hipotecado a tiempo de constituirse la hipoteca (Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "La venta que debe efectuarse de los terrenos hipotecados no excluye las casas
posteriormente construidas por el deudor en uno de ellos, por ser mejoras previstas
y comprendidas en el art. 1478 (1365)".
(G.J. Nº 743, p. 15).
ART. 1366.- (Hipoteca sobre varios inmuebles; orden en que deben ser vendidos).
El acreedor cuya hipoteca comprende varios inmuebles podrá a su elección perseguir a
todos ellos simultáneamente o sólo a uno, aun cuando hubieran pertenecido o pasado a
propiedad de diferentes personas o existieran otras hipotecas. Sin embargo, el juez podrá,
por causa fundada, fijar un orden para la venta de los bienes afectados.
"Hipoteca solidaria.- Si el crédito está garantizado por una hipoteca sobre varias
fincas, cada una de las fincas estará afectada a la totalidad del crédito. El acreedor
podrá demandar el pago, a su voluntad, en el total o en parte sobre cada una de las
fincas...".
Se permite así gravar varias propiedades en garantía del mismo crédito,
respondiendo cada una de las propiedades del total del crédito, aunque sin
permitírsele al acreedor reclamar más de una vez la cantidad de su acreencia. Su
finalidad está dirigida a impedir que se inscriba varias hipotecas independientes
sobre diversas fincas en aseguramiento del mismo crédito (lo que prohibe
estrictamente el derecho alemán: (Loewenwarter)).
Jurisprudencia
ART. 1367.- (Otros tipos de hipotecas). Las hipotecas de otra naturaleza se regirán
por las leyes que les conciernen.
El art. atribuye a las leyes concernientes las hipotecas de otra naturaleza, sin otra
indicación que facilite la comprensión de tal ambigüedad. Ocurre, empero, que mientras
esta regla reenvía el caso a las leyes especiales, éstas, a su vez, lo hacen al c. c. (arts. 178
del c. min. y 899 del c. com.). Sólo el c. aér regula con el debido detalle la hipoteca de
aeronaves, propia de su legislación.
Considérese que el precepto, puede referirse también, sin duda, dentro de las
modernas concepciones hipotecarias, a las que admiten constituir hipoteca en letras, títulos
a la orden o pagarés simples, inscritos en el Registro y suscritos por el Registrador;
trasmisibles por endoso y vilidad, flexibilidad y circulación, que antes no tenía (Ossorio).
Tómese como ejemplos las hipotecas que garantizan los derechos de los tenedores de
títulos - valores, entre los cuales ha de entenderse incluidos los títulos de renta del Estado
(Bonos del Estado), los bonos bancarios (arts. 901 y 1437 del c. com.), o las hipotecas
sobre naves, la hipoteca automovilística, etc. Son tipos de la hipoteca mobiliaria.
SECCION II
DE LA HIPOTECA LEGAL
Fte: Cgo. it. 2817, 1) y 2) (para 3 y 5) - Cgo. fr. 2103 (para 4, 6 y 7) - 2121 (para 1)
-
Precd: c. c. abrg. 1466 - 1451 a 1455 -
Conc: c.f. 149 - c.p. 90 - c. com. 1551, 2) - 1563, 5) -
c. c. 325 - 1246 - 1347 - 1361 -
Planiol y Ripert, la definen como aquélla que el acreedor posee de pleno derecho,
sin necesitar obtener su constitución mediante una convención expresa. Mas, esto no
supone que la hipoteca legal actúa ope legis, como luego se verá.
c) Que no actúa ope legis o de manera automática, por el sólo hecho de presentarse
la situación de hecho objeto de protección legal. Como se ha visto anteriormente es
indispensable su inscripción publicitaria. La ley hipotecaria española (cit. Scaevola) define
el punto con cabal precisión: las personas a cuyo favor concede la ley hipoteca legal no
tienen otro derecho que el de exigir la constitución de una hipoteca, y añade que para que
las hipotecas legales queden válidamente constituidas, se necesita la inscripción del título
en cuya virtud se constituyen (arts. 158 y 159).
d) La hipoteca legal no tiene una naturaleza jurídica unitaria. Aunque los caracteres
sean en todas ellas los mismos, cada hipoteca responde a una necesidad específica, que
hace distinta su naturaleza e impide hablar de la naturaleza genérica de la hipoteca legal.
Basta una somera comparación de los casos enumerados en el art. -que no son los únicos
de hipoteca legal- para comprender esta observación.
e) No es de tráfico la hipoteca legal (v. la anot. al art. 1361), concepto que supone
la movilidad de la hipoteca: posibilidad de que sea cedida y por su carácter accesorio y
porque nace y está al servicio de un crédito, hace que con el crédito pueda ser traspasada la
hipoteca. Pero esto sólo puede comprender las hipotecas voluntarias; tratándose de las
legales, los créditos asegurados con dicha garantía no pueden cederse (Scaevola), ya
porque impide la cesión la inexistencia del crédito, ya por su absoluta indeterminación, o
ya porque la propia naturaleza del hecho protegido impide la negociación del crédito, por
lo menos hasta el momento en que la hipoteca legal se escinde del supuesto de hecho para
cifrar vida independiente y objetivarse, momento en el cual ya no responde a una finalidad
de garantía, porque la finalidad se ha consumado y sólo responde a una razón de
reintegración que puede hacerla tanto el favorecido por la hipoteca legal como otra
persona.
La hipoteca legal, sólo tiene lugar en los casos y según las formas autorizadas por la
ley, según el precepto del art. 1360, III, que es, en realidad, la regla general aplicable a las
hipotecas legales, las cuales son, entre otras que pueden encontrarse en el ordenamiento
jurídico general, las que señala este artículo.
Jurisprudencia
1.- "La hipoteca legal para surtir sus efectos contra terceros, debe estar registrada
con arreglo a la ley de 15 de Nov. del 87".
(G.J. Nº 603, p. 3).
2.- "Conforme a los arts. 14, 20 y 22 de la Ley de 15 de Nov. de 1887, las hipotecas
tácitas (legales) para surtir efectos contra terceros, deben ser inscritas".
(G.J. Nº 720, p. 22).
3.- "La hipoteca (legal) con que estuvieron gravados los bienes del tutor en favor
del menor no fue inscrita, mientras que la otorgada en beneficio del acreedor sobre
la finca (lo fue)... en consecuencia a este último crédito (debe) ser pagado con
preferencia al primero".
(G.J. Nº 720, p. 22).
4.- "La subrogación de la hipoteca sin la concurrencia del acreedor, no surte efecto
contra éste".
(G.J. Nº 732, p. 19).
5.- "No debe confundirse la hipoteca legal de los bienes de los delincuentes y
culpables, establecida por la última parte del art. 18 (90) del c.p., con el secuestro
(propiamente es retención tanto en la vieja como en la nueva legislación) que recae
sobre los bienes o sumas de dinero pertenecientes al deudor, conforme a la regla del
art. 471 (504) del p. c.".
(G.J. Nº 1210, p. 104).
SECCION III
DE LA HIPOTECA JUDICIAL
Tiene utilidad práctica, por el hecho de que el acreedor que tiene un crédito ya
líquido y exigible, por efecto de la sentencia, puede proceder a la ejecución inmediata
sobre los inmuebles del deudor.
Jurisprudencia
1.- "El simple reconocimiento del pagaré, sin previo juicio ni audiencia de la parte
obligada, no importa sentencia de las que según el art. 1468 (1369) del c. c. dan
origen a la hipoteca judicial".
(G.J. Nº 533, p. 24).
3.- "La ley permite la anotación preventiva del mandamiento de embargo ejecutado
en bienes del deudor, anotación que se convierte en inscripción cuando se
pronuncia dentro del año la sentencia ejecutoriada de remate, surtiendo esta
inscripción todos los efectos de tal, desde la fecha de la expresada anotación".
(G.J. Nº 791, p. 33).
4.- "Siendo evidente que el instrumento en que se apoya su oposición, es de fecha
posterior a la de la hipoteca judicial constituida en favor de ejecutante, se rechaza
(la pretensión) del tercerista... ".
(G.J. Nº 806, p. 27).
6.- "La hipoteca judicial, establecida por el art. 1468 (1369) del c. c., está sujeta a la
inscripción en el registro de derechos reales, conforme al art. 7º de la L. de 15 de
Nov. de 1887, sin cuyo requisito no puede perjudicar a terceros ni seguir a
cualesquiera manos que pase la cosa hipotecada".
(G.J. Nº 1623, p. 197).
ART. 1370.- (Sentencias arbitrales). Las decisiones de los jueces árbitros sólo
producen hipoteca en cuanto las reviste el mandato judicial de ejecución.
ART. 1371.- (Sentencias extranjeras). Se puede inscribir una hipoteca sobre la base
de sentencias pronunciadas por autoridades judiciales extranjeras, en cuanto el tribunal
boliviano llamado por ley, haya mandado cumplir, salvo que las convenciones
internacionales dispongan otra cosa.
DE LA HIPOTECA VOLUNTARIA
Por disposición expresa del art. 491, caso 2), la hipoteca voluntaria, debe otorgarse
inexcusablemente mediante escritura pública, requisito de forma ad solemnitatem esencial
para su existencia y validez (art. 452). Y para surtir efectos contra terceros debe ser,
inexcusablemente también, inscrita en el registro de la propiedad (arts. 1538 y 1540, caso
4).
El constituyente, no puede crear una hipoteca sino sobre un derecho real del que sea
titular (propiedad, usufructo). Esto es, que la hipoteca constituida, de buena o de mala fe,
sobre un bien o un derecho ajeno, es nula de nulidad absoluta (Planiol y Ripert, Mazeaud).
El art. 1372, es concreto al respecto: sólo puede constituir hipoteca el propietario. Por lo
demás, dados los requisitos exigidos para su validez (escritura pública e inscripción),
evidentemente, es imposible concebir la constitución de una hipoteca sobre bienes ajenos.
No debe confundirse esta consecuencia, con la hipoteca constituida por tercero en garantía
de un crédito ajeno. Esta posibilidad no varía en modo alguno la regla: el constituyente es
el propietario.
Para hipotecar, es necesario tener capacidad para enajenar los bienes de derechos
que con ella se grava, según la segunda condición explícita dispuesta por el art.
Jurisprudencia
1.- "La hipoteca constituida por el propietario, en ejercicio de esa facultad legítima,
surte los efectos que producen las hipotecas establecidas en regla".
(G.J. Nº 497, p. 10).
3.- "Según el art. 1474 (491, 2) del c. c. la hipoteca convencional sólo se constituye
por instrumento público".
(G.J. Nº 566, p. 12).
4.- "Si en su calidad de ganancialista sólo le era permitido disponer de la mitad que
le correspondiese, no pudo hipotecar legalmente más que esa porción disponible en
garantía de la deuda".
(G.J. Nº 576, p. 20).
5.- "No habiendo sido el propietario de la finca, no pudo hipotecarla como lo hizo
de manera estelionaria en la escritura, la que, por lo mismo, carece de valor según
el art. 1472 (1372), en cuanto a la constitución de la hipoteca".
(G.J. Nº 634, p. 3).
8.- "La inscripción del instrumento privado no puede dar carácter hipotecario al
crédito, porque la hipoteca convencional no puede constituirse sino por medio de
instrumento público".
(G.J. Nº 806, p. 46).
9.- "Como contrato formal no se establece sino por escritura pública, según lo
dispone el art. 1474 (491, 2) del c. c.".
(G.J. Nº 1283, p. 64).
11.- "La deudora pudo constituir hipoteca sobre un bien suyo y propio, la cual, por
eso es válida y perfectamente legal".
(G.J. Nº 1283, p. 78).
Fte: Cgo. arg. 3116 (para 1ª parte) - Cgo. fr. 2126 (para 2ª parte) - Precd: c. c. abrg.
1473 -
Conc: c.f. 470 -
c. c. 647 -
Jurisprudencia
2.- "Los gravámenes hipotecarios sobre bienes de menores, hechos sin llenar las
exigencias legales que interesan al orden social no tienen valor jurídico".
(G.J. Nº 1021, p. 50).
3.- "No tiene valor jurídico los gravámenes reales sobre bienes de menores,
efectuados sin llenar los recaudos exigidos por el art. 238 del c. c. (abrg. = al 266
del c.f.)".
(G.J. Nº 1012, p. 50).
4.- "La venta o hipoteca de bienes raíces de menores, están sujetos a las respectivas
diligencias de necesidad y utilidad y consiguiente aprobación judicial".
(G.J. Nº 1103, p. 4).
5.- "La hipoteca sobre el inmueble que también pertenece al menor, en proporción
igual a la de los otorgantes, no puede comprender la parte de aquél, porque no se
obtuvo la autorización prescrita por los arts. 238 y 239 del c. c. (abrg. = a los arts.
266 y 470 del c.f.)".
(G.J. Nº 1271, p. 11).
6.- "La hipoteca de los bienes de la menor, otorgada contrariando lo previsto por el
art. 238 del c. c. (abrg. = al 266 del c.f.) es nula y los jueces de grado al darle vigor
jurídico, han violado la ley".
(G.J. Nº 1271, p. 12).
La hipoteca sobre bienes indivisos, se regula según los supuestos que el precepto
enuncia. En el caso del prf. I), la división de la comunidad no afecta a la hipoteca que por
ser indivisible, surte sus efectos sobre el todo hipotecado. El prf. II, se refiere
prácticamente, al derecho que cada copropietario tiene en su cuota propia. Ejemplo, el
copropietario de la propiedad horizontal, tiene propiedad principal privativa sobre su piso,
compartimiento o departamento, con el accesorio de la cuota parte de copropiedad de las
partes comunes, que para los efectos dispositivos del derecho de propiedad, se considera un
inmueble individual distinto (art. 185). La propiedad constituida sobre esta cuota propia,
que comprende la de las partes comunes, se rige por esta disposición, como la constituida
sobre toda porción separada en una comunidad de bienes.
El prf. III del artículo en examen, supone una subrogación real y surte efectos
siempre que la hipoteca sea inscrita de nuevo, con la fecha de la inscripción y el valor que
tenía antes de la subrogación. Esta nueva inscripción, debe gestionarla el acreedor
hipotecario afectado por la subrogación real (Messineo). El Cgo. modelo (art. 2825), señala
un plazo de noventa días para la reinscripción, desde que la división de la cual deriva la
subrogación real, se produjo; plazo que la disposición en examen ha omitido señalar.
El prf. IV, supone una compensación posible entre los acreedores hipotecarios y
cesionarios del copropietario, que recibe bienes diversos o cedidos, cuando aquéllos son
deudores de éste. Y en caso de que el copropietario, en lugar de bienes en especie, reciba
dinero efectivo (sin posibilidad de que se opere la subrogación real de la hipoteca), los
acreedores y cesionarios tienen prelación sobre esa suma de dinero para cobrar sus
créditos, en el límite del valor de los bienes hipotecados o cedidos y con la preferencia que
derive de la inscripción de los respectivos títulos.
Jurisprudencia
"Según el art. 116 del c.f. ningún bien común puede ser hipotecado sin la
concurrencia de ambos cónyuges y la violación de esta regla permite que el esposo
o la esposa que no intervino en tal acto dispositivo, puede demandar la nulidad del
mismo o reclamar su derecho en el 50% lo que puede hacerse a través de una
tercería de dominio excluyente".
(A.S. Nº 102, de 15-V-81).
Este art. ha sido tomado del art. 2126 del Cgo. francés, a través de su precedente el
art. 1473 del c. c. abrg., repetidamente, en este art. y en la segunda fase del art. 1373, lo
que enseña una evidente falta de coordinación en la elaboración de las reglas que contiene
el Código.
El Cgo. abrg. (art. 1463, tomado de la ley 5ª tít. 13, P. 5ª), admite la hipoteca
general, sobre los bienes actuales y futuros. Se ha hecho bien en destacar esta disposición
en el nuevo régimen legal.
Jurisprudencia
1.- "La hipoteca sólo alcanza a la propiedad que el deudor tenía en el momento de
la obligación y no a las fracciones anteriormente vendidas, reglándose la
preferencia de la trasmisión, por la fecha de la inscripción en derechos reales".
(G.J. Nº 754, p. 5).
2.- "El crédito no es hipotecario, pues aunque se expresa que queda garantizada la
deuda con todos los bienes de la deudora en general, no están designados los
inmuebles que se gravan, su situación y las circunstancias que sirvan para hacerlos
conocer clara y distintamente, requisitos (inexcusables) para la constitución de la
hipoteca".
(G.J. Nº 829, p. 9).
3.- "No puede ser de carácter general sino específicamente señalada sobre bienes
que deben individualizarse, con señalamiento de su situación, límites u otras
circunstancias que los hagan conocer precisa y distintamente".
(G.J. Nº 1283, p. 64).
Conc: c. c. 519 -
El precepto del art., es una simple aplicación de la libertad contractual (art. 454),
que hace innecesario dicho precepto.
SECCION V
SUBSECCION I
DISPOSICION GENERAL
Conc: c. c. 1538 y s. -
Jurisprudencia
En los dos casos que señala el art., puede pedirse judicialmente la reducción. La
extinción parcial del crédito, supone pago parcial del mismo, entendido el término pago
como cualquier medio de extinción de la obligación del deudor hipotecario, como
novación, remisión, compensación, etc. El pago parcial, desde luego, será posible siempre
y cuando esté permitido por el contrato o, no estándolo, lo haya consentido expresamente
el acreedor. Mediando negativa del acreedor a la reducción, a pesar de haber recibido el
pago parcial, el deudor puede obtenerla al amparo de esta disposición.
II. Se consideran excesivas las inscripciones que pesan sobre inmuebles cuando el
valor de uno o algunos de ellos excede al doble de la suma que importan los
créditos en cuanto al capital e intereses devengados por un año.
Fte: Cgo. it. 2874 (para I) - Cgo. fr. 2162 (para II) -
Conc: c. c. 1386 -
De las causas de extinción incluidas en su modelo (art. 2878 Cgo. it.), el artículo ha
omitido: la cancelación; la verificación de la condición resolutoria en lps casos previstos
por el art. 1373; la falta de renovación de la inscripción, que en el Cgo. italiano tiene plazo
de 20 años. De estos tres casos omitidos, los dos primeros debieron haber sido incluidos en
el art. 1388; el último, no, porque la inscripción en el Código no esta sometida a término.
La extinción del crédito tiene que ser total. Si éste no ha sido pagado totalmente, la
hipoteca subsiste en su totalidad (a menos que haya sido reducida), en razón de su carácter
indivisible (Mazeaud).
La extinción por vía accesoria, se produce cualquiera que sea el modo de extinción
del crédito garantizado: la compensación extingue la hipoteca, salvo la excepción del art.
374 (pago de deuda compensable); la novación también la extingue, si no se ha convenido
expresamente lo contrario (art. 354 y art. 402). Este efecto, no se produce cuando se
trasmite tan solo el crédito, que sobrevive con sus accesorios como ocurre con la cesión del
crédito (art. 388) y con el pago con subrogación (arts. 324 y 326). Dejan subsistente el
crédito y sus garantías a favor del cesionario o del solvens (Mazeaud).
La anulación del acto que implica la extinción del crédito garantizado, que hace
revivir la obligación, hace revivir también las garantías, retroactivamente como el crédito,
tal si éste no se hubiera extinguido jamas (Mazeaud).
Para Mazeaud, es un caso de usucapio libertatis, por lo cual el plazo requerido para
esta prescripción, sería la extraordinaria de 10 años (art. 138).
La renuncia del acreedor a la hipoteca, extingue a ésta por la vía principal. El
acreedor puede renunciar a su hipoteca, aunque conserve su crédito: se convierte en simple
acreedor quirografario. Tiene que constar en documento público de igual validez que el de
la constitución, para que pueda proceder la cancelación de la hipoteca extinguida por
renuncia. Supone capacidad de disposición. Según Mazeaud, surte efectos desde la
renuncia hecha por el acreedor aun cuando no se haya efectuado la cancelación, lo que no
parece acorde con la razón y finalidad de la inscripción, por lo que ha de considerarse
indispensable la cancelación, para que la renuncia surta efectos válidos. En general las
causas de extinción no operan, si no se produce también la cancelación (Messineo). En
efecto, no se obtiene automáticamente con la extinción, la eliminación de la hipoteca. Es
necesario realizar la cancelación, porque, de lo contrario, puede ocurrir que la inscripción
quede firme y que, por consiguiente, la hipoteca continúe subsistiendo formalmente, no
obstante haberse producido la extinción de ella, por descuido del deudor que es el
interesado directo en obtener la cancelación.
Jurisprudencia
"La hipoteca sólo se extingue de alguno de los modos establecidos por el art. 1501
(1388) del c. c".
(G.J Nº 746, p. 19)
SUBSECCION V
Si la misma hipoteca, una vez cancelada fuese reinscrita, desde luego, por efecto de
la cancelación, cuando menos ha perdido el grado de preferencia que tenía antes de la
cancelación.
Jurisprudencia
La regla está ya dada en el art. 1337, con suficiente claridad. Las normas
instrumentales sobre la inscripción, sus requisitos, especificaciones que debe contener, sus
efectos y demás disposiciones pertinentes, están contenidas en el articulado del Capítulo III
del Título V de este Libro. Luego, resultan superfluas y ociosas las de este art. y el
siguiente, particularmente, porque antes que estar dedicadas a determinar las reglas de
fondo sobre el orden de las hipotecas, como hace su modelo el Cgo. italiano (arts. 2852 y
s.), se ha dado vueltas con ellas sobre un mismo tema, repitiéndolo excesivamente. Se ve
por eso, en términos generales, que la reglamentación sobre las hipotecas, no satisface las
exigencias de una buena y clara legislación. Por ejemplo: los arts. 1364, 1383 y 1538, se
repiten sobre el objeto de la inscripción: publicidad, y sus efectos; el 1375, repite lo que ya
está legislado en la segunda fase del art. 1373. Este art. y el siguiente, no solo se repiten en
alguna medida entre ellos, sino que aparecen repetidos en los arts. 1431 y 1432; además, en
la subsección que trata del orden de preferencia de las hipotecas se establecen reglas sobre
el orden de preferencia de la antícresis, cuyas reglas tienen lugar propio (arts. 1429 y s.).
Pero no se dice qué ha de entenderse por el orden de las hipotecas.
La regla del antiguo derecho francés, que determinaba el rango de las hipotecas por
la fecha del contrato en que fueron constituidas, ha sido desechada por la institución de la
publicidad (Mazeaud). Por no ser oponible el derecho sino cuando está publicado, no es la
preferible la hipoteca primera en fecha, sino aquella que se ha inscrito primero.
El grado hipotecario resulta del día y la hora en que se practica la inscripción (art.
1393, i.f. y art. 1548, 1). En el Cgo. modelo se le llama número de orden (art. 2853).
El art. 1507 del c. c. abrg., como su fuente francesa (art. 2147), dispone que todos
los acreedores inscritos en un mismo día, ejercen sus derechos en concurrencia, por igual y
sin distinción, entre las inscripciones hechas por la mañana o por la tarde. El mismo Cgo.
modelo, mantiene en cierta medida esa solución, cuando dispone (art. 2853) que si varios
interesados solicitan simultáneamente la inscripción sobre los mismos bienes, las
inscripciones se practican bajo el mismo número y se hacen mención de ellas en cada uno
de los certificados expedidos para cada interesado por el registrador.
Jurisprudencia
1.- "Por el art. 1505 (1393), la preferencia entre acreedores para el pago de sus
créditos, en caso de concurso, se determina por la prioridad de su (inscripción) en el
Registro de Derechos Reales)".
(G.J. Nº 676, p. 32).
2.- "Al declarar que deben ser pagados de sus créditos hipotecarios por el orden de
las fechas de inscripción de ellos, se ha sujetado a las disposiciones citadas y al art.
1505 (1393) del c. c.".
(G.J. Nº 829, p. 8).
3.- "El auto que asigna grado preferente al crédito hipotecario hace correcta
aplicación del art. 1505 (1393) del c. c.".
(G.J. Nº 644, p. 3).
4.- "Según el art. 16 de la L. de 15 de Nov. de 1887 (c. c. 1545) relativo a los arts. 1
y 14 de la misma L. (c. c. 1538), en perfecta armonía con el art. 1505 (1393) del c.
c., la preferencia entre acreedores hipotecarios y entre éstos y los demás
adquirentes, se regula por la prioridad de la inscripción en el registro de los
derechos reales".
(G.J. Nº 1298, p. 54).
ART. 1394.- (Hipoteca del vendedor, del copartícipe y del arquitecto o contratista).
La hipoteca del arquitecto o contratista es preferida a la del vendedor o copartícipe, aunque
la hipoteca de éstos se hubiese inscrito antes.
Conc: c. c. 1341 -
Véase lo pertinente en la anot. al art. 1341.
Jurisprudencia
SUJETOS A REGISTRO
ART. 1395.- (Bienes muebles que pueden ser objeto de hipoteca). I. Pueden ser
objeto de hipoteca legal, judicial y voluntaria los siguientes muebles sujetos a registro:
Jurisprudencia
ART. 1396.- (Otros muebles que pueden sujetarse a gravamen). I. Por las mismas
reglas prescritas en el artículo anterior se regirán los gravámenes:
1) En favor del vendedor o de quien preste los fondos necesarios para adquirir
instrumental o equipos destinados a una explotación.
2) En favor de quienes financien o presten dinero para la producción de películas.
Conc: c. c. 1395 -
Véase la anot. al art. anterior.
ART. 1397.- (Disposiciones aplicables). Las hipotecas sobre bienes sujetos a
registro se rigen por las disposiciones especiales que les conciernen y por las del Capítulo
presente en cuanto no se opongan a aquéllas.
Aunque la versión del art. dada por la edición oficial coincide con la de los
originales del Código, es evidente que se ha deslizado una omisión en su redacción.
Ocupándose la sección de la hipoteca sobre bienes muebles sujetos a registro, parece
indudable que el texto debe decir: las hipotecas sobre bienes muebles sujetos a registro, etc.
CAPITULO IV
DE LA PIGNORACION
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
Salvo los casos de la prenda constituida en virtud de la ley, la llamada prenda legal,
(dice Messineo, refiriéndose a los privilegios mobiliarios generales y especiales, arts. 1346
y 1349), el derecho real de prenda que tiene por objeto solamente bienes muebles
(no-registrados), surge, de ordinario, de un contrato, llamado igualmente de prenda,
celebrado entre el acreedor pignoraticio y el deudor dador de la prenda.
La pignoración mobiliaria o prenda propiamente dicha, recae sobre muebles no
registrados ni registrables. La pignoración inmobiliaria o anticrética recae sobre inmuebles.
El Código mantiene el tratamiento unitario de la prenda y de la anticresis, que le da el Cgo.
abrg. siguiendo el sistema francés. Los Cgos. español y argentino, no tratan estas figuras
con ese carácter unitario y el Cgo. modelo regula la anticresis entre los contratos
nominados (art. 1960).
La prenda es imprescriptible: pignori rem aceptam usu non capimus, quia pro
alieno possidemus (no se puede adquirir por prescripción los recibido en prenda, porque lo
poseemos como ajeno; Digesto, Lib. 41, tít. 3, ley 13; cit. Scaevola).
Fte: Cgo. arg. 3213 (para I) -Cgo. it. 1153 (para II) -
Conc: c. c. 101, II) - 590 - 1419 -
Las partes deben ser capaces de obligarse. El deudor pignoraticio, debe ser capaz de
enajenar y debe ser propietario de la cosa. El prf. II del art., que exige la necesidad de que
el deudor sea el propietario de la cosa, establece la excepción favorable al acreedor
prendario contenida en el art. 101, caso II, por virtud de la cual la buena fe asegura el
derecho a la prenda, cuando el deudor la constituye sobre cosa que no es de su propiedad.
Es regla de derecho que no se puede tener en prenda la cosa propia: non intelligitur
quis suae rei pignus contrahere (Digesto, Lib. 41, tít. 3, ley 33; cit. Scaevola).
II. La desposesión del constituyente así como la toma de posesión por el acreedor o
por el tercero debe ser efectivas y notorias.
Fte: Cgo. it. 2786 (para I) - Cgo. fr. 2076 (para II) -
Conc: c. com. 882 -
c.c. 1403 - 1417 -
DE LA PRENDA
SUBSECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
ART. 1401.- (Bienes que pueden darse en prenda). Pueden darse en prenda los
bienes muebles, las universalidades de muebles, los créditos y otros derechos que tengan
por objeto bienes muebles.
Este art. corresponde a la segunda parte del art. 2784 del Cgo. modelo, cuya
primera parte es fuente del art. 1398. Si bien el art. admite la prenda de universalidades de
muebles (pinacotecas, bibliotecas, colecciones de arte, etc.), no dice nada sobre el modo de
constituirla, observación que también hace Messineo respecto de la disposición fuente y
entiende que deban aplicarse los principios relativos a la constitución de la prenda sobre
muebles singulares.
Sobre el contenido del derecho de prenda, el principio del Digesto (Lib. 50, tít. 16,
ley 238), dice: pignus propie rei mobilis constituit (la prenda sólo se constituye en cosa
mueble; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
ART. 1402.- (Remisión a leyes especiales). Las disposiciones del Capítulo presente
no derogan las del Código de Comercio y leyes especiales concernientes a casos y formas
particulares de constituir la prenda, ni las referentes a las instituciones autorizadas para
hacer préstamos sobre prendas.
Jurisprudencia
1.- "No habiendo poseído con ánimo de dominio, sino como acreedora prendaria y
a nombre del deudor, no pudo prescribir el dominio de las prendas de que es
tenedora".
(G.J. Nº 725, p. 15).
3.- "En la prenda, para los efectos legales consiguientes, la entrega así como la
toma de posesión por el acreedor o por un tercero en quien hubieran convenido los
contratantes, tienen que ser efectivas y notorias, salvo el caso de prendas sin
desplazamiento como las agrícolas, hoteleras e industriales, regidas por
disposiciones especiales".
(G.J. Nº 1600, p. 109).
El segundo período del art. en examen, es consecuencia obvia del contrato mismo:
para exigir la restitución, el deudor tiene que haber cubierto su obligación previamente, que
es la de pagarla, momento desde el cual recién nace su derecho de exigir la restitución.
Jurisprudencia
Ningún privilegio especial sobre bienes muebles puede ser ejercitado en perjuicio
del acreedor prendario, que tiene preferencia indiscutible sobre la prenda (art. 1348).
La preferencia del acreedor prendario, está legislada en el Codex, así: eos qui
personalibus actionibus competunt, praeferri constitit (los que recibieron prenda, como
tienen acción real, son preferidos a los que tienen acción personal; Lib. 8, tít. 17, ley 9, cit.
Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "Con sujeción al art. 1419 (1405) se da la preferencia respectiva al crédito de...
sobre los muebles que le fueron dados en prenda".
(G.J. Nº 612, p. 4).
II. Si hay abuso de la cosa prendada, tanto el deudor como el constituyente, si son
distintos, pueden pedir que ella sea puesta en manos de un tercero.
ART. 1408.- (Prenda de cosas que producen frutos). Si se da en prenda una cosa
fructífera, el acreedor, salvo pacto contrario o disposición especial de la ley, tiene la
facultad de hacer suyos los frutos imputándolos primero a los gastos e intereses y después
al capital.
Si se ha convenido que el acreedor puede hacer suyos los frutos de la cosa dada en
prenda, cuando ésta los produce, su importe debe imputarse a la obligación del deudor, en
la forma prevista por el art.
Jurisprudencia
1.- "Las cláusulas que autorizan al acreedor para vender, sin figura de juicio, las
prendas de plata labrada que se le entregó en seguridad de su crédito... son nulas...
por ministerio del art. 1421 (1409) del c.c.".
(G.J. Nº 177, p. 874).
ART. 1410.- (Venta anticipada). Cuando la cosa dada en prenda se deteriora hasta
temerse que será insuficiente para garantizar la deuda, el acreedor, con aviso previo al
constituyente, puede pedir autorización judicial para vender la cosa, a menos que el deudor
o el constituyente ofrezca otra garantía real que el juez considere satisfactoria.
II. Quien ha constituido la prenda está obligado al reembolso de los gastos que el
acreedor haya realizado para la conservación de ella.
Fte: Cgo. it. 2790 (para I y II) - P. 5, tít. 13, leyes 20 y 36 (en parte para I) -
Precd: c. c. abrg. 1422 - 1423 - 1424 -
Conc: c. com. 813 - 884 -
c.c. 302 - 847 - 1434 -
Jurisprudencia
1.- "La Corte al declarar que el acreedor (tenía derecho) a retener las mulas y exigir
el abono de los gastos necesarios (los de alimentación) no infringe el art. 1424
(1411)".
(G.J. Nº 497, p. 15).
2.- "Si bien el acreedor prendario debe custodiar la prenda del mismo modo que la
cosa propia, siendo responsable de su pérdida y extravío, tal deber de custodia
material no importa el de cumplir las obligaciones a que pudiera estar reatada la
prenda, aun cuando de ello dependa su conservación, y por lo mismo es inaplicable
el art. 1424 (1411, II), porque el servicio de anualidades de la póliza no constituye
gasto de conservación material a que deba atender el acreedor prendario en el
sentido de este art. (1411)".
(G.J. Nº 694, p. 38).
3.- "Se reconoce que el deudor hizo entrega real de la harina dada en prenda y (el
acreedor) debía cumplir con lo que dispone el art. 1422 (1411, I), a fin de conservar
esa prenda" (G.J. Nº 801, p. 21).
Jurisprudencia
La prenda del crédito, se constituye mediante acuerdo, aun verbal según Messineo,
lo que tampoco parece viable en atención a la regla del art. 1328, I (cuantía mínima que
exige prueba escrita). Además, la prelación (art. 1405), sólo puede ejercitarse en estos
casos, cuando hay acto escrito notificado al deudor, según reconoce el propio autor citado.
ART. 1415.- (Cobro del crédito y de los intereses). El acreedor pignoraticio está
obligado a cobrar el crédito recibido en prenda, y si el crédito tiene por objeto dinero o
cosas fungibles debe depositarlos donde pida el constituyente; también el acreedor debe
cobrar los intereses y otras prestaciones periódicas del crédito dado en prenda imputando
su monto en primer lugar a los gastos del cobro e intereses, y después al capital.
Los deberes que este art. impone al acreedor tiende a evitar que el constituyente o
dador de la prenda sufra los daños consiguientes a la falta de cobro de intereses o
prestaciones periódicas o del crédito - capital dado en prenda.
ART. 1416.- (Prenda de derechos diversos de los créditos). La prenda de derechos
diversos de los créditos se constituye en la forma respectivamente exigida para la
transferencia de esos derechos, quedando a salvo las disposiciones de leyes especiales.
La prenda de derechos diversos de los créditos, siempre teniendo por objeto bienes
muebles o mobiliarios, se constituye en la forma requerida para la transferencia de ellos,
salvo, naturalmente, la carga del uso de acto escrito a los fines del art. 1328 y salvo,
también, las regulaciones particulares de las leyes especiales que los rigen.
Ejemplificativamente, entre esos derechos pueden considerarse los títulos de crédito, los
derechos de autor, derecho de usufructo mobiliario, etc.
SUBSECCION IV
La formulación del instituto en examen, está entre aquellas cuya mejor y precisa
comprensión, aconseja la unidad de exposición en su comentario, salvo ciertas
observaciones de índole muy particular respecto de alguna de sus normas singulares que
las requiera.
Como evidencia manifiesta de aquel apotegma nada nuevo hay bajo el sol, ha de
concluirse esta somera indicación comparativa en materia de legislación, sobre la prenda
sin desplazamiento, señalando que tiene sus antecedentes en las Partidas (5ª, tít. 13, 1. 1ª
cit. de Scaevola) que dice: peño es propiamente aquella cosa que un ome empeña a otri
apoderandole della e mayormente cuando es mueble... Segúnd el largo entendimiento de la
ley toda cosa, quier sea mueble o rayz, que sea empeñada a otri, puede ser dicho peño,
maguer non fuese entregada della aquel a quien la empeñasen.
La naturaleza mas o menos identificable de los muebles que pueden ser objeto de
hipoteca mobiliaria o de prenda sin desplazamiento, taxativamente señalada en los arts.
1395 y 1396 por una parte y, por la otra, en los arts. 1417 y 1418, diferencian ambas
instituciones sin lugar a duda alguna y sin ningún riesgo de confusión.
El objeto de este tipo de prenda, está limitado a los tres casos que señala el art.
1418, y el constituyente, esto es, el deudor prendario debe ser propietario de los objetos
dados en prenda y además estar dedicado a las actividades agrícolas, ganaderas, hoteleras o
industriales, como ocupación habitual, según se infiere de la regla del art. 1419. De ello
deriva, también que en esta clase de prenda, se presenta una excepción a la regla general
del art. 1398: el constituyente no puede ser un tercero, esto es, la prenda tiene que ser dada
necesariamente por el deudor prendario, sobre los objetos que se presupone están
dedicados a la explotación de la actividad, para cuyo desarrollo o incremento se adquiere el
préstamo (art. 1420). Puede aplicarse la regla general a la hipoteca mobiliaria, en la cual la
hipoteca puede ser constituida por un tercero, en garantía de la obligación del deudor, pero
en la prenda retenida no. Esta es otra diferencia que distingue a ambas instituciones.
La capacidad del deudor prendario, entonces, supone que éste tiene la libre
disposición de sus bienes. La forma está sometida a la regla general del art. 491, caso 5) y
es requisito para la existencia de este contrato (art. 452, 4), porque la prenda sin
desplazamiento es, como la hipoteca mobiliaria, un derecho de constitución formal y
publicitaria. Además su inscripción es forzosa para que surta efectos contra terceros (art.
1424). Si falta el requisito de forma, el contrato no ha nacido al campo jurídico; si falta la
inscripción, no produce ningún efecto. Es lógico pensar, que se trata de dos requisitos
constituyentes (ad solemnitatem), que mientras no han tenido lugar, no se considera
constituido el derecho de prenda retenida (Scaevola).
Los efectos del contrato y su inscripción, traen consigo para el deudor prendario: a)
la obligación de admitir inspecciones técnicas y administrativas por parte del acreedor y a
los fines de supervigilar el cumplimiento estricto de las condiciones estipuladas en el
contrato, obligación que aunque no se mencione en el contrato, debe ser observada por
ministerio de la ley (art. 1422); b) la obligación de guarda y conservación de las cosas
objeto del contrato de prenda, que inhibe al deudor a trasladar, enajenar o desmejorar las
cosas prendadas, bajo sanción de responsabilidad de daños, sin perjuicio de la penal que
correspondiere (art. 1423). Desde luego, ha de advertirse que la prohibición de traslado o
enajenación, puede ser modificada por acuerdo de las partes, sea que esté permitida
expresamente en el contrato, sea mediante un contrato complementario otorgado con las
mismas formalidades que el original si éste no previó nada sobre el particular. Esta
posibilidad, no puede estar descartada por aplicación de las reglas generales. Es necesario,
ha de tenerse muy en cuenta, sin embargo, que el consenso del acreedor sea expreso.
El efecto del art. 1427, se conforma con el principio general que regula la materia
(art. 1409) y el del art. 1428 con los principios contenidos en los arts. 1405 y 1357, caso 2).
Jurisprudencia
Fte: (posible) L. esp. 1954, art. 52, casos 1), 2), 3), 4) -
Conc: c. com. 886 -
c.c. 1417 -
ART. 1420.- (Destino del préstamo). La prenda sin desplazamiento sólo puede
constituirse en garantía de préstamos de dinero destinados a la explotación agrícola,
ganadera, hotelera o industrial.
Jurisprudencia
Este art. y el siguiente (1426), como se ve, no tienen equivalentes en la ley española
que se considera posible fuente del instituto en examen, y no pueden tenerla porque
suponen una manifiesta contradicción con las regulaciones de todo el instituto. Si la
publicidad mediante registro es requisito indispensable para este contrato de prenda no
desplazada, la aplicación del principio del art. 100 resulta del todo incompatible con lo que
dispone el precedente art. 1424 y con el principio general de los efectos de la publicidad
registral y apenas ha de considerarse la inclusión de estos preceptos en la subsección, como
un desliz que ocasiona la fascinación de la autocontradicción.
Conc: c. c. 1404 -
V. anots. a los arts. 1417 y 1425.
DE LA ANTICRESIS
II. Es válido el pacto por el cual las partes convienen en que los frutos se
compensen con los intereses en todo o en parte.
La formulación de las normas del instituto que legisla esta sección, enseña evidente
inseguridad en la técnica legislativa, que se manifiesta tanto en la ausencia de un elemental
orden sistemático, como en la reiteración de algunas reglas, lo que obliga condensar su
explicación mediante la unidad de exposición, como en algunos otros casos anteriores, para
facilitar el mejor aprovechamiento del comentario que sus normas merecen.
Es, como la prenda un contrato de origen griego (Planiol y Ripert). Guarda cierta
afinidad con la hipoteca normal inmobiliaria y con la prenda tradicional. Como la primera,
recae sobre inmuebles pero con la diferencia de que en la antícresis el inmueble pasa a
manos del acreedor y en la hipoteca no. Con la prenda, la semejanza estriba en el
desplazamiento posesorio, pero en la prenda la cosa pignorada es mueble y en la anticresis
es inmueble.
El Cgo. italiano, la regula no entre las garantías patrimoniales de los derechos, sino
simplemente entre los contratos y como tal es considerada (con criterio en verdad no
común entre los autores), además de medio para reforzar la obligación, como modo de
pago (Messineo), por el hecho de que el acreedor debe imputar los frutos que percibe a los
intereses, si se deben, y después al capital (art. 1960 del c. c. italiano).
Como la hipoteca y la prenda, puede ser constituída por un tercero en garantía del
deudor, no es indispensable que éste sea el propietario de la cosa. La capacidad de quien
otorga la anticresis, debe ser la del que tiene la libre disponibilidad de sus bienes.
Un concepto adecuado a la realidad de la institución, muestra que es un derecho
real establecido sobre bienes inmuebles, fructíferos o susceptibles de serlo, que pasa a
poder del acreedor, en garantía de una obligación, que faculta a éste hacer suyos los frutos
que produzca la cosa, en compensación de los intereses del crédito, y a poder instar y
obtener la venta del inmueble, cuando la obligación sea vencida y no satisfecha (Scaevola).
Jurisprudencia
1.- "La prenda pretoria comprende, por su propia naturaleza y por lo dispuesto por
el art. 1429 (1429) del c. c. la obligación en que está el que la tiene de rendir las
correspondientes cuentas".
(G.J. Nº 375, p. 91).
2.- "Este contrato anticrético celebrado sobre propiedades que ya eran ajenas (por
haber sido vendidas anteriormente), como acaba de indicarse, no pudo enervar ni
afectar los derechos del legítimo dueño (actual) de ellas".
(G.J. Nº 743, p. 7).
3.- "El deudor (anticrético) no puede reclamar la restitución sino después de haber
pagado enteramente".
(G.J. Nº 743, p. 8).
4.- "La anticresis, por su naturaleza, establece compensación de los alquileres por la
prestación de dinero sin intereses".
(G.J. Nº 1212, p. 90).
6.- "Procede requerir por la vía ejecutiva la restitución de la casa materia del
contrato (anticrético) ya fenecido, (más aun) si está plenamente justificada la
obligación correlativa de la demandante, mediante certificado de depósito".
(G.J. Nº 1286, p. 10).
7.- "El contrato de anticresis es de carácter bilateral y como tal esta regido por los
arts. 725 (519) y 775 (568) del c.c.".
(G.J. Nº 1361, p. 24).
8.- "Es indebido el pago ordenado en las resoluciones de grado en cuanto se refiere
a la devaluación sufrida por el capital dado en virtud del contrato de anticresis,
como consecuencia del D. L. de 27 de Oct. de 1972 (devaluación monetaria)".
(G.J. Nº 1602, p. 142).
9.- "El contrato anticrético es bilateral porque los contratantes se obligan
recíprocamente y a su conclusión debe devolver el uno el capital anticrético y el
otro el inmueble, sin pagar intereses el primero ni alquileres el segundo durante la
vigencia del contrato".
(A.S. Nº 46, de 31-III-80).
Jurisprudencia
1.- "Los contratos anticréticos inscritos en derechos reales, gravan el inmueble que
responde hasta el monto recibido por el propietario".
(A.S. Nº 50, de 10-III-81).
Jurisprudencia
"Tiene derecho a retener la casa hasta que se le pague los dineros dados en
anticresis a la vendedora".
(G.J. Nº 709, p. 16).
Conc: c. c. 1337 -
Véase las anots. al art. 1429 y 1431.
ART. 1433.- (Venta del inmueble). El acreedor no pagado puede con intervención
judicial y en la forma y con los requisitos previstos por el Código de Procedimiento Civil,
sacar a pública subasta el inmueble dado en anticresis.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.- "La disposición del art. 1431 (1434, III) del c. c. permite al acreedor prendario
exonerarse de las obligaciones de tal, compeliendo al deudor a que vuelva a tomar
posesión de la finca".
(G.J. Nº 581, p. 3).
2.- "Conforme al art. 1431 (1435, III y 1434), la posesión de la cosa inmueble
constituída en prenda termina, o por el entero pago de la deuda, o por la dimisión
del (acreedor) pudiendo aun obligarle (al deudor) a tomar su posesión".
(G.J. Nº 687, p. 17).
3.- "Las cargas y obligaciones que nacen de los contratos anticréticos no perjudican
los derechos que terceras personas puedan tener sobre la finca dada en prenda".
(G.J. Nº 743, p. 8).
4.- "La casa entregada en prenda pretoria se deterioró y arruinó por falta de
reparaciones oportunas y por abandono del tenedor (que debe pagar el valor de la
depreciación resultante)".
(G.J. Nº 760, p. 29).
5.- "El reconocimiento y pago de las mejoras alegadas por los demandados
acreedores anticresistas, ha sido desechado justificadamente por los jueces de
grado, teniendo en cuenta que ellos se hallaban expresamente prohibidos de
efectuarlas por el contrato".
(G.J. Nº 1617, p. 28).
Fte: Cgo. arg. 3245 (para I y III) - Cgo. it. 1962 (para II) -
Conc: c. c. 98 - 1404 - 1412 - 1479 -
V. la anot. al art. 1429.
Jurisprudencia
1.- "Se casan los autos que restringen la resolución del contrato anticrético a una
parte de la propiedad, y se declara que debe procederse a la disolución del contrato
mediante recíproca devolución del (predio) y del dinero dado en préstamo".
(G.J. Nº 581, p. 3).
2.- "El auto recurrido se sujeta al art. 1431 (1435, III) al declarar que la acreedora
tiene derecho para retener la casa rematada hasta que se le pague los (dineros)
dados en antícresis a la vendedora".
(G.J. Nº 709, p. 16).
4.- "El contrato anticrético cesa en sus efectos jurídicos al vencimiento del plazo
estipulado".
(G.J. Nº 1589, p. 84).
5.- "Vencido el plazo pactado, el contrato fenece y es exigible la devolución
del inmueble o del dinero, por cualquiera de los contratantes".
(G.J. Nº 1589, p. 89).
6.- "Se hace correcta aplicación de la ley cuando se ordena la entrega dentro de
tercero día del departamento dado en contrato anticrético por haber vencido el
término contractual convenido de un año forzoso y un año voluntario".
(G.J. Nº 1621, p. 142).
CAPITULO V
Este art. rebosa superfluidad. El principio ya está dado en el art. 1337; está
reglamentado en cuanto a los privilegios en el 1353 y s.; en cuanto a las hipotecas en el
1392 y s.; en cuanto a la prenda en el 1405 y s. En todo caso, si se quería formularla como
norma general, su lugar estaba en el Capítulo I del Título.
CAPITULO VI
DE LA CESION DE BIENES
No parece tener ninguna justificación que la cesión de bienes, haya sido incluída
entre las garantías patrimoniales de los derechos, a los que se ha dedicado el título II del
Libro V. Carece en absoluto de función para la finalidad atribuída a las reglas de dicho
título.
La generalidad de los autores, por eso, la estudian entre los medios de extinción de
las obligaciones, contra pocos que le dan carácter de cesión de la facultad de disponer que
se aproxima, en realidad, a la fase inicial de su función solutoria, y contra la tesis
(predominante hoy, según Messineo), del mandato para enajenar o liquidar, que se diluye
en una indeterminación incolora (Messineo).
Jurisprudencia
Fte: Cgo. fr. 1266 - 1268 (para I y III) - Cgo. it. 1977 (para II) -
Precd: c. c. abrg. 856 - 857 - 858 -
Conc: p. c. 584 y s. -
c.c. 925, 3) - 1437 - 1442 -
Cuando es voluntaria debe hacerse mediante contrato (art. 1438), sometido desde
luego a las reglas que rigen los contratos, celebrado entre el deudor y alguno o algunos (y
si consienten todos, con todos) de sus acreedores. Sus reglas y efectos se estipulan en la
convención. Esta obliga a los acreedores que han concurrido a ella. En esta forma la cesión
se asemeja a la dación de pago (Mazeaud), que el Código no regula expresamente, pero
que puede considerarse comprendida en las disposiciones de los arts. 307 y 309.
Cuando es judicial, se aplican las reglas de los arts. 1438, III y s. y se procede
conforme al procedimiento establecido por los arts. 584 y s. del p.c.: demanda del deudor
desafortunado, con dos listas juradas, una que contenga la nómina de sus acreedores y la
cantidad que adeuda a cada uno de ellos, y la otra con los bienes que ofrece en cesión y su
valor estimado.
Jurisprudencia
2.- "El concurso voluntario no tiene lugar en los juicios coactivos, aunque la cesión
judicial que produce el concurso voluntario universal es un beneficio que la ley
concede al deudor desgraciado y de buena fe, permitiéndole para que su persona no
sea molestada, hacer a sus acreedores el traspaso de sus bienes, no puede acogerse...
a tal beneficio por estar pendiente contra el dicho juicio coactivo".
(G.J. Nº 633, p. 15).
4.- "Si bien el deudor cedente debe presentar la lista de acreedores para su
consideración en sentencia, esto debe hacerse con el juramento que prescribe el art.
521 (584) del p.c., juramento que en la especie, no ha prestado el concursado según
consta de los datos del proceso".
(G.J. Nº 1609, p. 30).
5.- Véase el caso único del art. 1437.
Conc: p. c. 179 -
c.c. 1336 -
Los acreedores no pueden negarse a la cesión judicial, salvo que prueben que la
insolvencia del deudor, proviene de una causa que le es imputable o que ha ejercitado actos
fraudulentos (arts. 1440 y 1443).
Fte: Cgo. fr. 1269 - 1270 (para I y IV) - Cgo. it. 1980 - 1982 - (para II y III) -
Precd: c. c. abrg. 859 - 860 -
Conc: c. com. 1503 - p. c. 585 - 590 -
c.c. 1337 -
ART. 1442.- (Retractación). Mientras los bienes no hayan sido subastados, puede
el deudor retractarse de la cesión y recobrarlos pagando a sus acreedores.
El pago de los acreedores hecho por el deudor, antes del remate de los bienes
cedidos, faculta a éste, retractarse de la cesión según el art. En realidad, más que causa de
retractación, el pago hecho en esa oportunidad, quita toda razón de ser a la cesión, que
queda de hecho suspendida, una vez que continuar su procedimiento sería duplicar un
pago, colocando a los acreedores en la obligación prevista por los arts. 963 y s.: restitución
del pago de lo indebido.
Jurisprudencia
DE LA GARANTIA PATRIMONIAL
ART. 1444.- (Medidas precautorias). Todo acreedor, incluso el que tenga su crédito
a condición o a término, puede ejercer, conforme a las previsiones señaladas en el Código
de Procedimiento Civil, las medidas precautorias que sean conducentes a conservar el
patrimonio de su deudor, tales como:
1) Inscribir su hipoteca o su anticresis.
2) Interrumpir la prescripción.
3) Inventariar los bienes y papeles de su deudor difunto o insolvente y sellarlos.
4) Intervenir en la partición a que fuere llamado su deudor, y oponerse a que ella se
realice sin su presencia.
5) Demandar el reconocimiento de un documento privado.
6) Intervenir en el juicio promovido por el deudor o contra él.
La ley garantiza los derechos del acreedor con los bienes, muebles o inmuebles,
habidos y por haber, del deudor, o sea, que quien se obliga personalmente, obliga también
sus bienes en calidad de garantía común de sus acreedores (art. 1335).
A ese fin se ha dado la regla del art. 1444, cuyas diversas precauciones, sólo tienen
un carácter meramente conservatorio del crédito mismo y por ese objeto difiere de la
conservación del patrimonio del deudor, que constituye objeto de un derecho distinto,
auxiliar del crédito, y del cual se ocupan los arts. 1445 y s. (Planiol y Ripert). Las medidas
de protección que conceden estos arts. al acreedor, no están limitadas, como las del art.
1444, a la simple vigilancia de los actos del deudor o a verificar el estado de sus bienes. Le
facultan a actuar por sí mismo, desempeñando un papel activo en procura de un resultado
que sólo puede proporcionarle su iniciativa.
Jurisprudencia
ART. 1445.- (Acción oblicua). I. El acreedor, para preservar sus derechos, puede
ejercer en general, por la vía de acción judicial, los derechos que figuren en el patrimonio
de su deudor negligente, excepto los que, por su naturaleza o por disposición de la ley, sólo
puede ejercer el titular.
II. El acreedor, cuando accione judicialmente, debe citar al deudor cuyo derecho
ejerce contra un tercero.
III. La acción oblicua favorece a todos los acreedores.
Las condiciones requeridas por la ley, para el ejercicio de la acción oblicua son:
a) Que el acreedor tenga interés. La notoria solvencia del deudor, v. gr., no justifica la
intervención del acreedor que, en tal supuesto, resultaría inútil y vejatoria.
b) El acreedor debe tener un crédito exigible, porque la acción oblicua es algo más que
un mero acto conservatorio. Los acreedores sujetos a término o condición, v. gr., no
tienen un crédito exigible que les autorice utilizar la vía oblicua.
c) Debe concurrir la inacción del deudor. La negligencia de éste, esto es, que no ejerza
un derecho que pueda ejercer, es el presupuesto de la acción. Si el deudor procede
por sí mismo, el acreedor no puede pretender usar de la vía oblicua y a lo sumo
puede intervenir en el procedimiento iniciado por el deudor para preservar sus
intereses (art. 1444, caso 6).
d) El acreedor, cuando acciona por la vía oblicua, debe hacer emplazar al juicio al
deudor negligente (prg. II). Tiende este requisito de forma, a evitar toda ulterior
discusión relativa a la no oponibilidad de la sentencia que, justificadamente, puede
alegar el deudor por no haber intervenido en el juicio (Mazeaud).
Otro efecto, es que la acción favorece o beneficia a todos los acreedores, (prg. III),
esto es, inclusive a aquellos que no han intentado o no han intervenido en la vía oblicua. Es
consecuencia del primer efecto, establecido en el acápite anterior: si el acreedor que recurre
a la vía oblicua procede por cuenta de su deudor, todo sucede como si hubiera demandado
el propio deudor.
Esta acción, como reconocen los propios autores, apenas presenta alguna utilidad
práctica, sobre todo frente a las posibilidades más concretas que proporcionan el embargo y
la ejecución forzosa, que puede desembocar en el concurso necesario, en su caso.
Indudablemente, las acciones directas, en las que el acreedor puede demandar por sí mismo
al deudor de su deudor, y no oblicuamente por su deudor, le reporta al acreedor mayor
seguridad y provecho en su acción. Ejemplos de acción directa, presentan: el art. 748 que
confiere a los dependientes del contratista acción directa contra el comitente y el art. 818,
III), que confiere al mandante acción directa contra el sustituto del mandatario.
Jurisprudencia
1.- "Siendo los bienes del deudor la prenda de los acreedores y pudiendo ejercer
éstos los derechos de aquél, si vencido el plazo no satisface el deudor o rehusa
ejercer por sí mismo el derecho o acción que le corresponde en provecho de su
acreedor... cumplida como está la triple condición... ha tenido derecho perfecto,
representando a su deudor... para oponer la tercería excluyente que (éste) no quiso
oponer".
(G.J. Nº 197, p. 1030).
2.- "El ejercicio de la facultad que concede a los acreedores este art. 757 (1445) está
sujeto al cumplimiento de estas condiciones: crédito del acreedor vencido, no haber
sido él pagado y rehusar el deudor ejercer por sí en favor de su acreedor los
derechos que le competen".
(G.J. Nº 231, p. 1301).
3.- "Los acreedores pueden ejercer todos los derechos y acciones de su deudor, a
excepción de los que son exclusivamente personales".
(G.J. Nº 231, p. 1301).
4.- "Los bienes de los deudores constituyen la prenda de los acreedores, teniendo
éstos, derecho para cuidar de su conservación".
(G.J. Nº 763, p. 36).
5.- "Las facultades concedidas por los arts. 757 y 758 (1445 y 1446) del c. c. a los
acreedores, para ejercer todos los derechos y acciones de su deudor, salvo los que
sean exclusivamente personales, y la de contrariar en su nombre todos los actos
hechos por el deudor en fraude de ellos, no es absoluta y procede únicamente
cuando el deudor omite ejercitarlos, en el primer caso, o cuando éste ha actuado
fraudulentamente en perjuicio de su acreedor poniéndose en estado de insolvencia".
(G.J. Nº 1210, p. 19).
6.- "La acción subrogatoria acordada por el art. 757 (1445) del c. c. faculta a los
acreedores a ejercitar y oponer todos los derechos y acciones de sus deudores,
cuando ellos son descuidados por negligencia manifiesta".
(G.J. Nº 1358, p. 52).
Mientras la acción oblicua está destinada a proteger al acreedor contra la incuria del
deudor, la acción pauliana o revocatoria, está destinada a invalidar las operaciones
fraudulentas que éste puede realizar en perjuicio de sus acreedores.
Pasó a través del antiguo Derecho francés al moderno, en el Cgo. francés de 1804 y
de éste al Cgo. abrg. (art. 758), como una simple enunciación, sin una reglamentación
adecuada a su importancia y a su carácter eminentemente práctico, que le ha dado un sello
notable de conservación en las instituciones jurídicas en el decurso de los siglos.
1) Insolvencia del deudor y perjuicio del acreedor.- Los actos del deudor que
justifican la revocación, son aquéllos que ocasionan su insolvencia, con manifiesto
perjuicio del acreedor que, en tales circunstancias, verá comprometido el cumplimiento y
realización de su crédito. Mientras el patrimonio del deudor, permanezca en condiciones de
responder satisfactoriamente las obligaciones de éste, no hay interés alguno en que el
acreedor ejercite el arbitrio revocatorio que le atribuye la ley, conforme a la regla donde no
hay interés no hay acción (Mazeaud).
4) Anterioridad del crédito.- Por regla general, el crédito del acreedor debe ser
anterior al acto de disposición, cuya revocación se persigue con la acción pauliana. Si antes
de la disposición, el acreedor no era tal, el deudor, se supone, no podía proponerse
perjudicarlo o tener conciencia de ello. Por otra parte, el acreedor no puede tener interés en
la revocatoria de un acto sobre bienes que no formaban ya parte del patrimonio del deudor,
al tiempo del nacimiento de su crédito. No puede prosperar por ello la acción pauliana, a
menos que en el acto de disposición, aunque anterior a la constitución del crédito, se haya
preordenado dolosamente el fraude para perjudicar al acreedor, caso en el cual la acción
procede. Por igual razón, la revocatoria puede alcanzar a los actos de disposición que nacen
simultáneamente con el crédito.
5) Caducidad de término.- El caso 5) del art., preceptúa prácticamente la caducidad
del término, como aplicación específica de la regla general contenida en el art. 315, aunque
su defectuosa redacción -por la impertinente inclusión del adverbio de negación no-
desfigura su sentido (como en el caso del art. 747). El art. 2901 del Cgo. modelo, autoriza
al acreedor bajo condición o término, accionar en revocatoria cuando se presenta el eventus
damni, aunque no sea actual y sí sólo virtual (Messineo), esto es, que permita prever que
por el empobrecimiento del patrimonio del deudor, el acreedor no encontrará en el
momento del vencimiento de la obligación, en los bienes que resten, materia suficiente
para satisfacer los propios derechos.
"5) Que el crédito sea líquido y exigible. Sin embargo, se tendrá el término por
vencido si el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías
con que contaba el acreedor".
La acción pauliana, posee naturaleza y caracteres que le son propios. Es una acción
personal, porque su finalidad consiste en la revocación de obligaciones nacidas de un acto
jurídico, aunque participa del carácter mixto: personal y real, cuando su resultado es el
reintegro del bien enajenado en el patrimonio del deudor (Mazeaud).
No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida, dice el prf. II del art. Habrá
de tenerse en cuenta por lo menos algunos de los requisitos del prg. I, como por ejemplo, la
anterioridad de la deuda vencida al crédito del acreedor perjudicado.
Jurisprudencia
1.- "Los acreedores pueden contrariar en su nombre, todos los actos hechos por su
deudor, en fraude de ellos".
(G.J. Nº 231, p. 1301).
2.- "Este art. confiere el derecho de contrariar los actos fraudulentos del deudor,
solamente al acreedor reconocido y cuyo título no se halla contestado, sin
permitirlo indistintamente a cualquiera persona que se denomine acreedora".
(G.J. Nº 298, p. 1962).
3.- "Por los arts. 757 y 758 (1445 y 1446) son acreedores no solamente los que
tienen derecho a una suma de dinero o a una especie determinada, sino todos los
que tienen acción para exigir el cumplimiento de una obligación cualquiera".
(G.J. Nº 420, p. 523).
4.- "Las escrituras han sido impugnadas de un modo absoluto, porque ellas fueron
otorgadas después de la quiebra de los que la suscribieron y en fraude de algunos de
los acreedores".
(G.J. Nº 509, p. 21).
5.- "El hecho de haber seguido juicio ejecutivo en resguardo de sus derechos tres
acreedores, importando el ejercicio de un acto judicial permitido por la ley, no
puede apreciarse como proceder fraudulento contra los demás acreedores, quienes
pudieron usar de ese mismo medio de seguridad en tiempo oportuno".
(G.J. Nº 800, p. 19).
6.- "Este art. enumera las condiciones necesarias para el ejercicio legítimo de la
acción que autoriza".
(G.J. Nº 1211, p. 57).
9.- Véase los casos Nos. 2 del art. 543, 17 del art. 1328, 8 del art. 1335, 5 del art.
1445.
ART. 1447.- (Llamamiento en causa del deudor). La acción pauliana debe dirigirse
contra el tercero adquirente; sin embargo el deudor puede ser citado para los efectos de la
cosa juzgada.
La acción, produce sus efectos en favor del acreedor que la ejercita y obtiene la
revocación del acto fraudulento, beneficiándole en la medida de su interés. No produce
efecto alguno, respecto del deudor, en realidad, porque éste continúa obligado frente al
tercero con el que celebró el acto revocado. El tercero, tiene a salvo su derecho de repetir
contra él.
No tiene efecto la acción, respecto del primer adquirente a título oneroso, pero de
buena fe, esto es, que no haya conocido el perjuicio que se provocaba al acreedor, en el
momento en que realizaba la adquisición, en tanto en cuanto, dice el original italiano (art.
2901 in fine), se haya inscrito en el registro de la propiedad con anterioridad a la
inscripción de la demanda de revocatoria, aditamento que no parece indispensable en el
precepto del prf. III, del art., por aplicación de la regla general del art. 1538.
Y DE LA POSESION
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
El precepto es una repetición del art. 1281, que con diferencia de forma, contiene el
mismo principio. Por lo demás, las disposiciones de este Capítulo constituyen una especie
de demitítre preliminar.
A pesar de la exclusión del Ministerio Público del ámbito del Derecho civil, su
intervención en todo ese ámbito es obligatoria cuando está comprometido el interés de
algún menor.
El art. 188, in fine, de la l.o.j., atribuye a los jueces la facultad de actuar ex oficio,
bajo responsabilidad funcionaria, en todas las gestiones y recursos que interesan al orden
público, la sociedad, los ausentes, indígenas, instituciones de beneficencia y otros. Es decir,
reemplazan al Ministerio Público en esas atribuciones que antes correspondían a los
fiscales.
ART. 1450.- (Sentencias constitutivas). Sólo en los casos previstos por la ley la
autoridad judicial puede constituir, modificar o extinguir relaciones jurídicas con efecto
entre las partes, sus herederos o causahabientes.
El art. 2908 del Cgo. modelo, del cual se ha tomado el art., habla con más
propiedad de los efectos constitutivos de las sentencias, que pueden ser (según Chiovenda)
condenatorias (en la ejecución forzosa, v. gr.), constitutivas (reparación de danos, v. gr.) o
declarativas (mantenimiento de la posesión, v. gr.).
ART. 1451.- (Cosa juzgada). Lo dispuesto por la sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada causa estado a todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabientes.
Es otro precepto propio del ordenamiento procesal, que pudo ser ubicado después
del art. 515 del p. c. o, si se consideró necesaria su inclusión en el c.c., después del art.
1319.
Sobre la cosa juzgada y sus efectos, está dicho todo lo que corresponde para estas
anotaciones, en el examen del art. 1319, tanto respecto de las partes y sus causahabientes
(art. 1451), cuanto en lo tocante a las sentencias de estado (art. 1452), sobre las cuales rige
el principio faciunt jus erga omnes, (v. la anot. respectiva).
Parece que el lugar más propio para esta disposición está en la sección V, capítulo
II, título V de este Libro.
Y LAS SERVIDUMBRES
SECCION I
La importancia del instituto, autoriza reproducir las siguiente reglas del Digesto:
Is qui actionem habet ad rem recuperandam, ipsam rem habere videtur (el que tiene
acción para recuperar la cosa, parece que tiene la cosa misma; Lib. 50, tít. 17, regla 15).
Quum in rem agatur, si de corpore conveniat, error autem sit in vocabuli, recte
actum esse videtur (cuando se pide alguna cosa, si no se duda de su identidad, aunque se
yerre en el nombre, parece que se pide bien; Lib. 6, tít. 1, ley 5).
Si in rem aliquis agat, debet designare rem, et utrum totam, an partem, et quotam
petat; apellatio enim rei non genus, sed speciem significat (el que pide por acción real, ha
de expresar la cosa que pide, y si la pide toda o parte, y la parte del todo que pide, porque
el nombre cosa no es específico, sino genérico; Lib. 6, tít. 1, ley 6).
Meum est, quod ex re mea superest, cujus vindicandi ius habeo (lo que queda de
una cosa pertenece al dueño de ella y tiene derecho a reivindicarlo; Lib. 6, tít. 1, ley 49;
citas de Scaevola).
El primitivo poseedor que cesa de poseer la cosa por su voluntad, después de ser
citado con la demanda del propietario, queda obligado a recuperar la cosa a su costa, (se
supone que de un tercer detentador que ha ocupado su lugar arbitrariamente), para
entregársela al propietario, o pagarle su valor además de resarcirse el daño. Si el
propietario actúa por su cuenta, contra el actual detentador y recupera la cosa, queda
obligado a restituir al primitivo detentador lo recibido de éste.
Son aplicables a esta acción, las reglas que dan los arts. 596 y s. del p. c.
Jurisprudencia
2.- "La acción de restitución debe ejercitarse ante el mismo juez de la causa
principal, si los bienes han sido vendidos por escritura que ha sido declarada nula".
(G.J. Nº 1219, p. 32).
3.- "Acción reivindicatoria es la que tiene por objeto recuperar un inmueble poseído
por otro usurpativamente".
(G.J. Nº 1220, p. 11).
4.- "Acción real es la que nace del derecho que se tiene sobre una cosa, y personal
la que nace de la obligación en que otro se ha constituído, de dar o hacer algo".
(G.J. Nº 1251, p. 35).
5.- "Esta acción está otorgada al dueño de una cosa y cabe dirigirla contra el que la
detenta y es su objeto la declaración del derecho propietario y su correspondiente
restitución".
(G.J. Nº 1277, p. 34).
6.- "Contra uno de los comuneros no cabe acción reivindicatoria ninguna, mientras
no haya partición del inmueble que dotará a cada propietario de su título de
propiedad sobre una zona determinada de la cosa poseída en común".
(G.J. Nº 1277, p. 34).
11.- "La reivindicatoria es una acción real dirigida a recuperar un bien sobre el que
se tiene derecho de propiedad y que por cualquier motivo está siendo poseído por
terceros sin el con sentimiento del dueño".
(G.J. Nº 1563, p. 147).
12.- "Mantenida la herencia indivisa contra lo prevenido en el art. 644 (1233) del
c.c., por cuya virtud el actor y el demandado, en el caso en autos, son dueños en lo
proindiviso de los bienes reclamados en la demanda, de lo cual resulta que la acción
reivindicatoria de propiedad intentada, carece de base legal por que ninguna de las
partes contendientes posee título de dominio que le haga dueño de una extensión
delimitada de los terrenos discutidos".
(G.J. Nº 1585, p. 87).
13.- "Las acciones reales como las de autos (art. 70 del p. c. abrg. sin equivalente
preciso en la nueva legislación) deben iniciarse contra el que posee la cosa a título
de dueño y no contra el que la ocupa como inquilino o cuidador, conforme
uniforme jurisprudencia".
(G.J. Nº 1609, p. 88).
19.- "El art. 1453 del c. c. autoriza al propietario que ha perdido la posesión de una
cosa, reivindicarla de quien la posee o detenta".
(A.S. Nº 140, de 28-VIII-80).
22.- V. los casos Nos. 5 del art. 85; 8 del art. 105; 7 del art. 614; 6 del art. 1429;
único del art. 1454.
Jurisprudencia
"La reivindicación prevista por el art. 1453 del c.c., se refiere al caso del propietario
que ha perdido la posesión de una cosa y pretende reivindicarla de quien la detenta,
lo que no cabe habiéndose producido la prescripción determinada por el art. 1556
(134) del c.c., según los plazos establecidos por los arts. 168 y 169 del c. min.,
aplicable a la especie por tratarse de una concesión minera".
(G.J. Nº 1624, p. 116).
Pueden ser objeto de esta acción, por virtud del prf. II del art., los abusos a que se
refiere el art. 107, las molestias de que tratan los arts. 115 y 117, entre otras perturbaciones.
SECCION II
DE LA PETICION DE HERENCIA
Se define la petición de herencia, como una acción real que compete al heredero
contra quienes, pretendiendo tener un derecho a la sucesión, retienen, de hecho, una parte
de ella o el todo (Planiol y Ripert).
El Cgo. abrg. (art. 79), como su modelo el Cgo. francés (art. 137), no reglamenta la
petición de herencia como acción atribuida al heredero. Simplemente la menciona de
manera incidental, como acción, que entre otros derechos, corresponde al ausente, o a sus
representantes, como lo hace ahora el art. 49 del Código, aunque éste alcanza aplicación
práctica a través de las reglas contenidas en esta sección. En el p. c. abrg., el art. 538,
puede considerarse en alguna medida, precedente de la regla en examen. Dispone que en la
misión en posesión hereditaria que se pida por algún heredero ab-intestato, éste debe
comprobar previamente su calidad de tal, con citación del que posea los bienes o del
ministerio fiscal. La versión actual de dicho instituto está reglada por el art. 598 como
interdicto de adquirir y por el art. 642, ambos del p. c. vigente, como procedimiento
voluntario de declaratoria de herederos, sin perjuicio de la vía ordinaria para los casos de
oposición o contestación denegadas en ambos supuestos.
El art., como su modelo italiano (art. 533), autoriza dirigir la acción contra
quienquiera posea los bienes hereditarios, a título de heredero o sin título alguno. En el
Derecho alemán (art. 2018), la petición de herencia se dirige sólo en contra del poseedor
que pretenda un título de heredero o de coheredero, en lo cual radica su diferencia con la
acción reivindicatoria (Loewenwarter), que sirve para recuperar el dominio de una cosa
singular de cualquier poseedor, que se pretenda dueño de ella y sea cual fuere el título que
invoque. Esta diferencia, es también anotada por Planiol y Ripert, que señalan que ella
radica en el título del demandado: en un caso es poseedor a título de heredero, en el otro a
título de adquirente particular.
Puede ejercitarse por el acreedor del heredero, mediante la acción oblicua (art.
1445). También puede ser objeto de cesión o venta (art. 606).
Según la disposición fuente (Cgo. it. art. 533, 2º parágrafo), esta acción es
imprescriptible. Y se comprende la razón. Como por lo general supone casos de conflicto
de intereses entre herederos, la imprescriptibilidad es de la esencia de la indivisión
hereditaria (art. 1233, I; v. la anot. respectiva), principio reiterado en el art. 642 del p. c.
vigente: la declaratoria de herederos podrá pedirse en cualquier tiempo por los herederos
presuntos. Si la petición de herencia supone una declaratoria de heredero, sea por la vía del
procedimiento voluntario o por la vía del interdicto de adquirir, supone también una
consiguiente división de herencia, dentro de la cual situación el derecho a pedir la división
es imprescriptible (art. 1233), por lo que ha de entenderse que la prescriptibilidad dispuesta
por este art. se refiere al derecho de intentar la petición sea por vía interdicto de adquirir,
sea mediante el procedimiento voluntario de declaratoria únicamente.
Jurisprudencia
Ese registro oportuno, quiere decir que aparezca haber sido hecho antes que la
inscripción del derecho de heredero verdadero o de su demanda de petición de herencia. Es
así como se comprende la disposición del art. 534 del Cgo. italiano, que ha sido
lamentablemente enrevesado en la versión que se le ha dado en el prf. II del art. Dicho en
otros términos, para mayor claridad aun: si el heredero aparente inscribió su supuesto
derecho antes que el peticionario de herencia, el tercero adquirente de buena fe está
protegido en su derecho. Inversamente, si el heredero aparente no inscribió su derecho o lo
hizo después de que el sucesor verdadero inscribió su derecho o su demanda, la salvedad
del precepto en examen no funciona en favor del tercero adquirente.
Para respaldo de esta interpretación, lo indicado es traducir dicho art. 534 del Cgo.
italiano, que dice:
Las Disposiciones del inciso precedente no se aplican a los bienes inmuebles y a los
bienes muebles inscritos en los registros públicos, si la adquisición a título de
heredero y la adquisición por el heredero aparente no han sido registrados con
anterioridad al registro de la adquisición por parte del heredero o del legatario
verdadero, o al registro de la demanda judicial contra el heredero aparente".
El art. es aplicación de las reglas generales relativas a las materias que regula,
contenidas en los arts. 94, 95 y 97.
El error que no afecta la buena fe del heredero aparente (prg. II), es el llamado
excusable, o sea, la creencia razonable (Messineo), de tener para sí un título idóneo de
heredero, por ejemplo quien tenía para sí un testamento, que resultó después revocado o
incompatible con otro posterior, o quien se creía heredero legal por relación de parentesco
con el de cujus, al que demanda con la petición otro pariente mas próximo y,
consiguientemente, con mejor derecho.
La culpa grave, que hace inocua la buena fe, es la que se aproxima al dolo, casi un
estado intermedio entre la buena y la mala fe (que los autores no admiten, según
Messineo), y consiste en no utilizar la diligencia mínima necesaria, para salir del estado de
ignorancia; ignorancia que se hace inexcusable, equivalente a la mala fe, por no haberse
apercibido, cuando podía o debía, de los indicios de la delación del derecho ajena.
Ejemplo, caso del que se cree heredero legal, aunque sabe de otro pariente mas próximo,
pero de cuya existencia duda. Este es un caso de duda grave (Messineo), que debe ser
aclarada y quien no la aclara no puede decir que adquiere la posesión ignorando que
lesiona el derecho ajeno.
SECCION III
ART. 1459.- (Acción de deslinde). I. Cuando el límite entre dos fundos es incierto,
el propietario que tenga interés puede pedir el deslinde.
II. Se admite toda clase de prueba, y a falta de ellas el juez se atiene a los límites
señalados por el catastro.
Jurisprudencia
1.- "La solicitud de deslinde voluntario y parcial, no puede interrumpirse por la
oposición de los que no son expresamente demandados".
(G.J. Nº 510, p. 5).
2.- "El hecho de revivir linderos no priva a las partes del derecho de acudir al juicio
ordinario de propiedad".
(G.J. Nº 735, p. 10).
3.- "No es admisible el juicio de deslinde sino entre heredades contiguas y no de las
que están separadas por heredades intermedias".
(G.J. Nº 753, p. 10).
4.- "Es objeto del juicio de deslinde el esclarecimiento de límites entre heredades
contiguas, cuando, como en el presente caso, se alega avances, usurpaciones y
desaparición de hitos".
(G.J. Nº 1284, p. 132).
5.- "Para toda operación de deslinde, sea voluntario o necesario, es preciso que los
colindantes concurran al acto con sus respectivos títulos, a fin de que la justicia
pueda fundamentar su criterio".
(G.J. Nº 1284, p. 132).
6.- "No se puede anular una operación de amojonamiento, sobre la base de supuesta
falsedad de notificación si quien la alega estuvo presente en la operación de
amojonamiento discutiendo y observando, (inclusive) la ubicación de ciertos hitos".
(G.J. Nº 1285, p. 52).
7.- Véase los casos Nos. 13 del art. 1233, 1 del 1328.
ART. 1460.- (Acción confesoria). El títular de una servidumbre puede pedir a la
autoridad judicial se reconozca la existencia de su derecho contra quien la niegue, o se
hagan cesar impedimentos provenientes del propietario del fundo sirviente o de un tercero.
Puede asimismo pedir se destruya lo que se ha hecho contra la servidumbre y obtener el
resarcimiento del daño.
Es una acción real que, como la reivindicatoria, puede manifestarse como acción
declarativa de certeza, para determinar la existencia de la servidumbre, cuando el
propietario del fundo sirviente la niega, aunque sin obstruir su ejercicio, o puede intentarse
como acción petitoria en sentido estricto, cuando está dirigida a hacer cesar los eventuales
impedimentos por las eventuales perturbaciones (caso previsto en el art. 284, in fine),
provenientes del propietario del fundo sirviente generalmente (Messineo).
Para este caso, además de la negatoria, las acciones posesorias, también sirven al
fin de defender el derecho del titular de una servidumbre. Todas las servidumbres, están
protegidas por la acción de reintegración de la posesión, contra el despojo sufrido por su
titular, en virtud de los preceptos de los arts. 87 y 1461. Esta acción, puede ser ejercitada
no sólo por el titular de la servidumbre, sino por quien la posee, contra las perturbaciones
del titular o del poseedor del fundo sirviente.
Jurisprudencia
Este art. y el 1462, emplean el lenguaje más amplio y más general posible. Se
refieren a todo poseedor declaración que alcanza al poseedor natural y al que lo es en
concepto de dueño, o en el de tenedor de la cosa o derecho para conservarlos o disfrutarlos,
perteneciendo el dominio a otra persona (arrendatario, prendario, usufructuario, usuario), y
lo mismo al de buena que al de mala fe.
Se duda si las acciones posesorias tienen carácter personal o real porque parecen no
ser susceptibles de ser incluidos en ninguna de esas categorías, y deben ser consideradas
bajo el aspecto procesal antes que el sustantivo, aunque, también, dentro del perfil
procesal, no es fácil la clasificación (Messineo). Pothier, las clasifica entre las acciones
personales y Planiol y Ripert consideran que tienen carácter real.
3.- "En el interdicto de despojo sólo están en discusión dos extremos: la posesión y
la eyección y probada la demanda se ordena la restitución de lo despojado".
(G.J. Nº 1587, p. 93).
La razón para que se exija la ultra-anualidad de la posesión en esta acción (prg. II),
está en que la ley quiere evitar que pueda demandar el mantenimiento, quien no sea
merecedor (por razón del origen de su posesión, ha de entenderse), ya que pasado el año (y
un día), la posesión se hace intachable (si ceso la violencia o la clandestinidad) y el
poseedor puede usar de la acción legítimamente (Messineo).
La posesión durante ese lapso debe ser continua, esto es, que no haya sido
interrumpida por obra de terceros.
El prf. III del art. en examen, reitera estos conceptos, para evitar todo equívoco, al
declarar que aun cuando la posesión haya sido adquirida de un modo violento o
clandestino, se concede igualmente la acción de mantenimiento, siempre que no haya
transcurrido un año desde la cesación de la violencia o de la clandestinidad.
Jurisprudencia
1.- "Cuando dos o más personas piden la posesión de alguna cosa, con documentos
que justifican su derecho, el juez la dará interinamente al que manifieste mejor
título".
(G.J. Nº 678, p. 34).
El interdicto de obra nueva, presupone que surja una obra nueva, una construcción
nueva y siempre que se haya iniciado no más de un año antes de la demanda y no esté
concluida ya la nueva construcción u obra.
Jurisprudencia
1.- "La reconstrucción de la obra nueva que antes existía, dispuesta en sentencia
ejecutoriada, no requiere nueva concurrencia de peritos".
(G.J. Nº 301, p. 1374).
ART. 1464.- (Denuncia de daño temido). I. El poseedor, cuando tiene razón para
temer daño por un edificio que amenaza ruina, o un árbol u otra cosa que origine peligro,
puede denunciar el hecho al juez y pedir se haga demoler o reparar el edificio, se quite el
árbol o se provean otras medidas a fin de evitar el peligro.
II. La autoridad judicial puede disponer se den garantías idóneas por los daños
eventuales.
Fte: Cgo. it. 1172 -
Conc: p. c. 615 y s. - 620 -
c.c. 116 - 120 - 121 - 997 -
El interdicto de daño temido, implica que, de una cosa (edificio, columna, árbol) ya
existente de un vecino, derive, por cualquier causa (aun natural), peligro de daño grave y
próximo para alguna persona o alguna cosa.
Los interdictos de obra nueva y daño temido, aun cuando correspondan también a
todo poseedor, no son acciones posesorias, porque tienen una naturaleza cautelar de que
carecen éstas, ya que, en el caso del despojo, el interdicto posesorio sirve para obtener la
restitución en la posesión, y en el caso del mantenimiento, tiende a hacer cesar
definitivamente las perturbaciones (Messineo).
CAPITULO IV
DE LA EJECUCION FORZOSA
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
ART. 1465.- (Principio). El acreedor puede ocurrir ante la autoridad judicial para
que disponga la ejecución forzosa de la obligación por el deudor, ya mediante el
cumplimiento de la prestación misma o ya por equivalente con el embargo y venta forzosa
de los bienes.
Jurisprudencia
1.- "La ejecución procede tanto para pedir el pago a un deudor moroso, cuanto para
pedir el cumplimiento de un acto con el apoyo de un instrumento con suficiente
eficacia para el efecto".
(G.J. Nº 1287, p. 49).
A lo anterior (dicho para la primera edición de esta obra) corresponde agregar otras
consideraciones, para definir los alcances de esta disposición. Ha de considerarse que está
limitada a los fines de la ejecución forzosa de las obligaciones reguladas por el c.c., según
reza explícitamente el art. Su alcance no afecta las disposiciones de otras regulaciones que
no sean las del c. c. y que, expresamente también, establecen el apremio para constreñir al
cumplimiento o de ciertas obligaciones o de ciertos mandatos y obligaciones procesales.
Por ej.: el apremio en el ordenamiento del derecho de familia para el tutor renuente a rendir
cuentas (c f. art. 331) o para el cobro de las pensiones de asistencia del cónyuge y de los
hijos, subsiste y tiene que subsistir, porque, en última instancia, es el único modo efectivo
de evitar que sean burladas por medios maliciosos (c. f. art. 149). En el supuesto del art. 61
del c. com., para superar la renuencia de exhibir, ordenada legalmente (esto es,
judicialmente), libros, correspondencia y documentos, para impedir su examen, también se
justifica plenamente el apremio. En el p. c. se encuentra varios casos de apercibimiento o
conminatoria de apremio que, en un extremo necesario, tiene que realizarse
inevitablemente. V. gr.: para obligar la devolución de expedientes (art. 108); para el pago
de la confección de testimonios en una apelación en el efecto devolutivo (art. 242); para
hacer efectivo el cobro de timbres y certificados de depósito en los recursos de casación
(art. 258, 4); o para cumplir con la obligación de rendir cuentas en el plazo señalado por
ley, mediante la orden judicial pertinente (art. 688), e inclusive para conducir ante el juez al
testigo desobediente, mediante la fuerza pública, esto es, apremiado.
Si la ley no autorizara este procedimiento coactivo, las obligaciones familiares y
procesales mencionadas y las obligaciones de obedecer un mandato judicial, quedarían
burladas y sin efectividad precisa. Es un medio el apremio, para ciertas situaciones, que no
puede ser completamente desestimado. Queda, por ej. un vacío, respecto del pago de las
costas, que el p. c. ha eludido definir claramente. No parece haber otra alternativa que la
del apremio para que el interesado las pueda hacer efectivas.
Jurisprudencia
1.- "Por disposición de la L. de 19 de Dic. de 1905 (art. 11), está abolida la prisión
por deudas y no procede por deudas a instituciones bancarias así sean entidades del
Estado y ellas no pueden ser consideradas como deudas al fisco".
(G.J. Nº 1297, p. 10).
2.- "El apremio corporal está suprimido por este art. para la ejecución forzosa de las
obligaciones reguladas por este ordenamiento jurídico, entre las cuales está incluido
el depósito en general, lo que hace inaplicable aquel medio compulsivo para
efectivizar deudas de este tipo".
(A.S. Nº 99, de 13-V-81).
Jurisprudencia
1.- "Cuando se solicita una obligación de dar, ésta debe ser concreta y
determinada".
(G.J. Nº 827, p. 8).
II. En las obligaciones de hacer, que por su naturaleza sólo pueden ser ejecutadas
por el deudor, su inejecución se resuelve en el resarcimiento del daño causado.
Jurisprudencia
Estas reglas son, en realidad, propias de los efectos del incumplimiento de las
obligaciones, que debieron consignarse en el lugar correspondiente (después del art. 291,
II) y nada tienen que hacer como supuestas normas de tutela jurisdiccional de los derechos,
una vez que esa tutela está debidamente normada en las reglas del procedimiento (arts. 520,
521 y 522).
Jurisprudencia
1.- "En las obligaciones de este género, el deudor se constituye responsable por el
sólo hecho de la contravención".
(G.J. Nº 181, p. 901).
II. También puede obtenerse el embargo y la venta forzosa contra los bienes de un
tercero cuando están vinculados al crédito como garantía.
Luego, ha de recordarse que el mismo art. (291, II), autoriza al acreedor, en caso de
incumplimiento del deudor, a exigir el cumplimiento por los medios establecidos por la
ley.
Nótese, que a pesar de su defectuosa redacción el art. 1335, que parece referirse
únicamente a las obligaciones contractualmente contraídas por el deudor, cuando habla del
que se ha obligado personalmente, debe ser interpretado como regla válida igualmente para
todas las obligaciones personales, cualesquiera sea su fuente y no únicamente lo
convencionalmente consentido por el deudor. Debía decir (como anotan Planiol y Ripert,
criticando igual defecto del art. 2092 del Cgo. francés), el obligado, o como dice el art.
2740 del Cgo. it., modelo del art. 1335 del Código: el deudor responde del cumplimiento,
etc., noción comprensiva de todas las obligaciones, no solamente contractuales, sino de las
derivadas de otras fuentes (v. gr. hechos ilícitos, pago de lo indebido, arts. 985 y 963,
respectivamente, etc).
La minuciosa reglamentación de la Sección está toda ella tomada del Cgo. modelo.
El procedimiento aplicable, es el que corresponde, indudablemente, a los procesos de
ejecución (arts. 486 y s. del p.c.), cuyo examen pormenorizado no corresponde aquí. Los
principios de derecho sustancial que informan la reglamentación de esta Sección, se
resumen en los siguientes principios: el embargo es un medio legal de garantizar el
cumplimiento de ciertas obligaciones, y no causa daño a otro quien en uso de su derecho
embarga bienes a su deudor (Scaevola).
Sentado así el fundamento del embargo y la venta forzosa de los bienes del deudor,
para explicar el objeto que le asigna el art. en examen, ha de reconocerse que las demás
reglas de la sección se explican prácticamente solas. Las someras ilustraciones que quepan
en su lugar, respecto de cada norma singular, sólo sirven a fijar el alcance de las mismas.
Jurisprudencia
1.- "Las providencias de embargo en juicios ejecutivos por su carácter de sentencias
provisionales, sólo perjudican a terceros cuando han sido anotadas en el registro
correspondiente".
(G.J. Nº 483, p. 18).
2.- "La tercería excluyente sobre bienes embargados debe fundarse en instrumento
público o privado reconocido, inscrito en el registro de los derechos reales,
conforme preceptúa el art. único de la L. de 12 de Dic. de 1919".
(G.J. Nº 1286, p. 22).
ART. 1471.- (Bienes gravados). El acreedor que tiene prenda, hipoteca, anticresis o
privilegio sobre bienes determinados del deudor no puede embargar otros si no somete
previamente a venta judicial los primeros.
El acreedor con garantías reales o privilegio, debe someter al embargo, con carácter
previo, los bienes sobre los cuales tiene derechos reales inscritos o someterlos a embargo
conjuntamente con los no gravados, si el importe de su crédito supera el valor de los bienes
gravados.
Jurisprudencia
Jurisprudencia
1.- "Se aplica correctamente el art. 1473 del c.c., cuando se dispone la inscripción
en el registro de los derechos reales, del embargo tratándose de bienes inmuebles
sujetos a tal requisito a los efectos de su oponibilidad frente a terceros.
(A.S. 58, de 8-V-80).
El art. adolece del mal uso del término embargante (participio activo de embargar,
en el sentido de embarazar o impedir), tomado de la traducción del Manual de Messineo,
en lugar de la correcta locución de ejecutante que es la que corresponde con propiedad a la
frase dei creditori che intervengono nell'esecuzione (del acreedor que interviene en la
ejecución) de la disposición fuente, dejando de lado la palabra alternativa pignorante (una
de cuyas acepciones en italiano también es embargante), que usa dicha disposición para
mayor claridad solamente respecto del medio para el que legisla.
Jurisprudencia
II. Cuando el objeto de la venta es una cosa mueble, quien tenía la propiedad u otro
derecho real sobre la cosa y no hizo valer su derecho en la ejecución ya no puede
hacerlo frente al adjudicatario de buena fe ni puede repetir de los acreedores la
suma distribuida.
II. En caso de evicción parcial, el adjudicatario tiene derecho a repetir una parte
proporcional del precio aun cuando, para evitar la evicción, haya pagado una suma de
dinero.
Las reglas relativas a la evicción, en el caso de venta forzosa (arts. 1480 y 1483),
derogan los principios generales sobre evicción (Messineo), porque la venta forzosa
(aunque está definido su efecto traslativo de dominio según la regla ya vista del art. 1478),
no es venta en el sentido exacto del término, y la asignación tampoco es venta. Se
comprende la observación de Messineo, teniendo en cuenta que la venta forzosa, para el
adjudicatario, es una transferencia a título derivativo del derecho que sobre la cosa
correspondía al que ha sido ejecutado, (deudor o tercero que hipotecó alguno de sus bienes
para respaldar al deudor, v. gr.). De esta consecuencia, deriva igualmente, que las reglas de
la lesión y de los vicios de la cosa no tienen aplicación en la venta forzosa.
Jurisprudencia
1.- "Las ventas verificadas en público remate, no dan lugar a la acción rescisoria
por lesión enorme".
(G.J. Nº 672, p. 34).
2.- Véase los casos Nos. 1 y 2 del art. 562, 1 del art. 629, 1 del art. 631, 1 del art.
632.
ART. 1482.- (Asignación de los bienes embargados en favor del acreedor). Las
normas de la venta forzosa se aplican al caso en que, según lo previsto por el Código de
Procedimiento Civil, se asignan al acreedor los bienes embargados, salvo lo dispuesto en
los artículos siguientes.
Jurisprudencia
1.- "Para que el bien embargado pueda ser adjudicado al ejecutante, es necesario
que preceda la formalidad de la subasta y resulte no haber postor".
(G.J. Nº 514, p. 10).
II. El acreedor conserva sus derechos frente al deudor, pero no las garantías
prestadas por terceros.
CAPITULO I
Cuestión esta última, no obstante parecer prácticamente que quedaría todo dicho en
relación con el objeto de la prescripción, que es motivo de arduas discusiones en la
doctrina sobre si es la acción o es el derecho lo que, efectivamente, deviene inexigible por
la prescripción (Scaevola).
Un breve síntesis de ello, enseña (Ruggiero, Enneccerus, cit. Scaevola) que si bien
en el sistema legal romano la prescripción afectaba a la acción, quedando vivo el derecho,
en el sistema legal actual se considera que también éste queda afectado, como señala
Enneccerus, a tenor de las disposiciones del c. c. alemán que comenta, cuando indica que la
prescripción no es sólo de las acciones sino también de las pretensiones. Entre los
procesalistas, Chiovenda, sostiene una sustancial autonomía de la acción en relación con la
pretensión o derecho subjetivo, mientras Prieto Castro (cit. Scaevola) sostiene la tesis
contraria (Ruggiero y Enneccerus). Según Castán (cit. Scaevola), si bien de ordinario
coinciden la acción en el sentido del derecho civil o pretensión y la acción procesal, existen
excepciones, en las que puede exigirse la protección judicial a pesar de no existir en
absoluto una pretensión, o a pesar de no existir todavía ésta o de ser incierta, como sucede,
v. gr., en las acciones declarativas o de constatación, especialmente en las de constatación
negativa, como las que se refieren, por ej., a la declaración en juicio de la inexistencia de
una relación; o también como las acciones de modificación de derechos o la de embargo
preventivo. Para la mejor comprensión de este punto, cabe señalar un ej. más concreto:
Cuando el hijo ilegítimo (en las legislaciones que hacen esa distinción, no permitida ya en
Bolivia de acuerdo al art. 176 del c.f. en aplicación del art. 195 de la Const.), que no tiene
por consiguiente ninguno de los derechos subjetivos inherentes a los hijos legítimos,
ejercita la acción que le reconoce la ley para obtener esa legitimidad, sin tener la titularidad
del derecho subjetivo que de la legitimidad dimana, tiene una titularidad de la acción para
adquirir ésta y aquéllos. Si deja caducar la acción, pierde la facultad de accionar, pero no
ha perdido con ello ningún derecho subjetivo preexistente, porque no llegó a adquirirlo,
pese a lo cual, sin embargo, tenía acción. Preexistentemente sólo tenía un interés en la
adquisición de esa titularidad, lo que no es igual, se dice, a tenor de lo que enseña
Carnelutti: pretender es hacer valer un derecho, o, mejor, un interés como si fuera un
derecho. Otro ejemplo, indudablemente claro, es la prescripción de la acción para reclamar
las pensiones atrasadas de la deuda alimenticia (que ha de considerarse incluida en el caso
3) del art. 1509), pero que no prescribe con ella el derecho -pretensión- a percibir
alimentos, porque nace y se extingue por circunstancias meramente personales e, inclusive,
puede renacer si subsiste la necesidad de aquéllos (Sarasola, cit. Scaevola). Igual cosa
puede decirse de la acción y del derecho de los maestros y otros comprendidos en la regla
1) del art. 1511.
Una otra cuestión deriva de lo expuesto y es la relativa a que si sólo prescriben las
acciones o también las excepciones, distinción que se apoya en el principio quae
temporalia ad agendum, perpetua ad excipiendum (Ruggiero, cit. Scaevola). Si las
excepciones no son sino defensas o contradicciones de la acción, sólo se usan cuando ésta
se promueve y resulta que protege el derecho a ejercerla en todo tiempo, aunque no sea
más que oponiéndola cuando la acción se haya extinguido por prescripción. Para
Enneccerus (cit. Scaevola), las prescripciones que reglamentan los códigos lo son de
pretensiones y las excepciones en sí no están sujetas a prescripciones.
Las reglas del capítulo, norman la forma de computar el tiempo, habida cuenta que
el transcurso de éste es el elemento básico para que desaparezca la acción por prescripción.
Principio básico, también es que la prescripción se computa por días y no por horas (art.
1494). El dies a quo, esto es, el día en que comienza el plazo no se cuenta. El último día del
plazo o dies ad quem, debe transcurrir enteramente para que se repute expirado el plazo,
conforme explica el ejemplo contenido en el art. 1487. Si el día último resulta ser festivo o
inhábil, oficialmente declarado, para cumplir actuaciones en él, se considerará vencido el
plazo al día siguiente útil (art. 1490).
Jurisprudencia
"El computo de días, meses y años, en lo civil, se rige por el Calendario gregoriano,
mandado cumplir por la ley 14, tít. 1º, Lib. 1º de la Nov. Recop. de Castilla y
aceptado por el art. 1555 del c. c. (abrg. = al 1488 del vigente), por la
jurisprudencia y por las costumbres".
(G.J. Nº 152, p. 681).
ART. 1487.- (Computación de los meses y los años). I. El mes o los meses y el año
o los años se computan desde el día siguiente de su iniciación hasta el día de la fecha igual
a la del mes o de los meses y a la del año o de los años que respectivamente sean
necesarios para completarlos. Así, el lapso comenzado el día 15 de un mes concluirá el día
15 del mes correspondiente para completarlo, cualquiera sea el número de días del mes o
de los meses y del año o de los años.
II. Si el lapso debe cumplirse en un día que no tenga el mes se entenderá cumplido
el último día de ese mes.
ART. 1488.- (Computación por día). I. Los lapsos de días se cuentan desde el día
siguientes al del comienzo, cumpliéndose en el día que corresponda.
II. Los días se entienden de veinticuatro horas completas que corren de una
medianoche a otra.
El tiempo, desde las antiguas legislaciones se cuenta, para los efectos del título en
estudio, por días y no por horas. Scaevola cita el ejemplo del Digesto (Lib. 41, tít. 3º, leyes
6 y 7): in usucapionibus non a momento ad momentum, sed totum postremum diem
computamus. La razón estriba en la dificultad probatoria respecto de la hora en que el
hecho se haya iniciado y porque generalmente los actos que se instrumentan o exteriorizan
documentalmente sólo dejan constancia del día, mes y año, referencia con la que
necesariamente ha de hacerse concordar esa realidad, a los efectos de la prueba.
Jurisprudencia
ART. 1490.- (Vencimiento en día festivo o inhábil). Los lapsos cuya conclusión
cayere en día festivo o inhábil oficialmente reconocido, se consideran vencidos al día
siguiente útil.
ART. 1491.- (Reserva de otras disposiciones). Las reglas anteriores son aplicables
a reserva de las leyes y negocios jurídicos que dispongan otra forma de computación del
tiempo en casos particulares.
DE LA PRESCRIPCION
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
En cuanto a sus antecedentes históricos, los más remotos, según Scaevola, datan de
una Constitución del año 424 de Teodosio II, en la que aparece ya señalado el plazo de
treinta años para todas las acciones que no lo tuvieren fijado por tiempo más breve. La ley
22, tít. 19, de la Partida 3ª, contiene la principal norma de prescripción liberatoria del
sistema histórico español, al que está emparentado el sistema legislativo patrio. Dice:
perezoso sseyendo algun ome treynta años continuamente que non demandasse en juyzio
sus debdas a aqllos que gelas deuiessen pudiendolo fazer, y dende adelante gelas quisiesse
demandar poder sseyen amparar contra el por ese tyepo, y non sserien tenudos de gela
pagar ssi non quisiessen. En la ley 63 de Toro, se disgrega el plazo según la prescripción de
que se trate: el derecho de ejecutar por acción personal se prescribe por diez años y la
acción personal y la ejecutoria dada sobre ella se prescribe por veinte años, y no menos;
pero donde en hay hipoteca, o donde la obligación es mista personal y real, la deuda se
prescribe por treinta años, y no menos. Nótese que la prescripción de 10 y 20 años,
establecida en los plazos acortados por la citada Ley de Toro, ha regido hasta hace poco en
el derecho nacional con el art. 1562 del c. c. abrg., cuya fuente está en la ley 5, tít. 8 del
Lib. 11 de la Nov. Recop.
El fundamento o razón de ser de este instituto, reposa en las exigencias del orden y
la paz sociales. En interés de la certeza de las relaciones jurídicas, importa liquidar lo
atrasado y evitar litigios sobre contratos o hechos cuyos títulos se han perdido o cuya
memoria se ha borrado (Planiol y Ripert, Messineo). Una incertidumbre permanente y
universal, tendría como consecuencia una perturbación general e incesante (Laurent, cit.
por Scaevola).
Mas, lo importante respecto de este punto es señalar los requisitos que establece el
art. en examen para que se opere la prescripción.
No es suficiente el mero lapso fijado por la ley, porque sin más, su transcurso antes
que término prescriptivo, sería propiamente de caducidad o decadencia. Por eso la ley
señala dos elementos para integrar la prescripción liberatoria: el tiempo en conjunción con
la inactividad del titular de la acción. El primero es un elemento objetivo, el segundo es
subjetivo. Su resultado final, cumplida la prescripción, es que el deudor queda liberado.
Respecto del elemento subjetivo, Scaevola, pluraliza y habla de la inactividad de las partes,
esto es, tanto del titular de la acción como del obligado. Y señala, no sin razón, quo no sólo
se trata de la pasividad del titular de la acción o acreedor, durante cierto tiempo, lo que
acarrea la prescripción. Supóngase, por ej., que cualquiera de las prescripciones que señala
el art. 1509 (dos años), están a punto de cumplirse, sin que el titular haya ejercitado la
acción y que, el sujeto obligado o deudor, voluntariamente, efectúa un pago parcial y pide
al acreedor un plazo para pagar el saldo, plazo que sobrepasa el lapso para la prescripción.
O admítase la posibilidad de que el obligado no oponga la prescripción frente a una
reclamación venida extemporáneamente, lo que importa una inactividad del deudor en
oponerla, que no puede ser suplida de oficio (art. 1498).
Pero, estas actitudes pasivas del obligado no son consideradas por parte de los
autores ni por la ley. Se concreta así los requisitos a los dos señalados por el art. 1º)
existencia del derecho o, en general, de la relación jurídica, y 2º) transcurso del tiempo.
Jurisprudencia
1.- "La prescripción de la acción ejecutiva es la destrucción (de ésta), cuando pasó
el tiempo señalado por la ley para prescribir".
(G.J. Nº 27, p. 237).
2.- "La prescripción del derecho procede como castigo de la inacción o negligencia
del acreedor, teniendo, al efecto, en cuenta sólo el lapso de tiempo fijado por ley".
(G.J. Nº 326, p. 3090).
3.- "La ley (para imponer la prescripción) no distingue las acciones procedentes de
instrumentos públicos de las que lo son de instrumentos privados".
(G.J. Nº 389, p. 205).
6.- "Si bien los actores tuvieron derecho para demandar la restitución del precio de
la finca que... vendió como tutor de su hijo, no lo ejercitaron desde el día en que
éste llegó a su mayoridad; por tal motivo, en el transcurso de 33 años se ha
extinguido ese derecho".
(G.J. Nº 837, p. 95).
7.- "No existe prescripción extintiva contra los derechos del fisco".
(G.J. Nº 1225, p. 103).
9.- "Según el art. 1562 (1492) del c.c., que se refiere a las acciones en general, la
prescripción viene a ser lo mismo que destrucción, en cuyo sentido el derecho de
ejecutar por obligación personal prescribe cumplido el plazo que señala la ley".
(G.J. Nº 1358, p. 81).
12.- V. los casos Nos. 5 del art. 136; 17 del art. 1233.
El punto de arranque para computar la prescripción, es el día a partir del cual puede
ser ejercitada la acción por el acreedor, esto es, desde el día en que el acreedor puede
demandar a su deudor (Pothier). No corre contra el acreedor bajo condición suspensiva o
contra el acreedor a término. El cómputo arranca en estos casos desde el día del
cumplimiento del término o de la condición. Como ya se dijo (Anot. al art. 1488), el
tiempo de la prescripción se cuenta por días enteros y no por horas (art. 1494). Siendo el
término de la prescripción, siempre un período de tiempo, solamente puede considerárselo
cumplido cuando ha transcurrido el último día del término, esto es, como dicen el art. 1494
y Messineo, cuando expira el último instante del día final.
Jurisprudencia
1.- "El tiempo para la prescripción de las acciones ejecutivas se cuenta desde aquel
(día) en que se puede usar del medio extraordinario y pronto que (la ley) concede
para interponerla".
(G.J. Nº 27, p. 138).
2.- "El principio de la prescripción de las acciones (se fija) en el momento en que el
acreedor puede cobrar lo que se le debe".
(G.J. Nº 27, p. 238).
Jurisprudencia
2.- "En el cómputo de la prescripción, para saber cuál es el último día en que ella se
gana, forzosamente ha de conocerse cuál es el primero de su iniciación".
(G.J. Nº 1285, p. 23).
El c. com. (art. 1043), entre sus disposiciones generales para la materia de seguros,
declara nulo el pacto que extienda o reduzca el plazo de la prescripción así como toda
estipulación que fije términos para interponer acciones judiciales.
Jurisprudencia
La condición in fine del art.: si está probada, ha de entenderse en el sentido del art.
336, caso 9) del p.c., cuando sea susceptible de considerarse como de puro derecho, esto es
con prueba preconstituida al sólo efecto de aplicar la ley a la vista de la misma y del cotejo
de fechas, para determinar simplemente si el tiempo señalado por la ley ha transcurrido
plenamente.
Así se funde en el interés del orden público, la prescripción, como modo extintivo
de derechos en el dominio de aplicación del Derecho civil, es un medio defensivo que
incumbe al interesado alegarlo, sin que, por esa razón, pueda el juez declararlo de oficio.
Por otra parte, es un medio de defensa cuya demostración corresponde a la parte interesada
(carga de la prueba), a quien no puede suplir de oficio el juez.
Ni el juez, ni la ley misma dice Scaevola, ante una concreta pretensión del titular de
los derechos y de la posibilidad de su ejercicio, pueden conocer de antemano si en tal caso
ha concurrido el hecho fundamental integrativo de la prescripción, que más que en la
circunstancia objetiva del mero transcurso del tiempo, está en la subjetiva no exteriorizada
en la inacción del titular. Pues, si bien se puede saber siempre, judicial y legalmente, que
desde el nacimiento de la acción hasta la del planteamiento de ésta, ha transcurrido un
determinado plazo para prescribir, no se puede conocer ex oficio si hubo efectivo abandono
o dejación del ejercicio de la acción, hasta que el interesado en la operancia de la
prescripción, la oponga y la pruebe.
Jurisprudencia
1.- "La prescripción opuesta por la demandada, limitándola con apoyo del art. 1556
(134) del c. c. a la de dominio y no a la de la acción, que es la que correspondía, no
autoriza a los tribunales a suplirla de oficio, por prohibirlo el art. 1515 (1498) del
mismo código".
(G.J. Nº 337, p. 3180).
3.- "La prohibición contenida en este art. de no poder suplir de oficio el medio de la
prescripción, se refiere únicamente a la que como excepción perentoria, se puede
proponer para destruir el derecho, mas no a la que, por su carácter dilatorio afecta
sólo a la vía ejecutiva, casos en los cuales los jueces deben, según el art. 438 (491)
del p. c. examinar la fuerza del instrumento con que se intenta la ejecución".
(G.J. Nº 662, p. 3).
4.- "Este art. se refiere a las prescripciones de adquirir el dominio de las cosas o de
liberar de las obligaciones que constituyen excepciones y pueden ser renunciados
expresa o tácitamente; mas, no prohibe a los jueces reconocer la extinción de una
vía extraordinaria, como la ejecutiva, porque las formas de proceder en los juicios,
a que están obligados a sujetarse, en observancia del art. 991 (1) del p. c. no se
hallan libradas a la voluntad de las partes litigantes".
(G.J. Nº 765, p. 29).
Una aplicación del art., se ha visto en el examen de los arts. 1445 (acción oblicua) y
1446 (acción pauliana). Otros interesados, son los causahabientes en general, que pueden
hacer valer las excepciones que favorecen a su causante.
El período prescripcional no corre sin más, ni una vez iniciado su curso éste
prosigue inevitablemente. Puede detenerse sea antes de empezar su curso, sea comenzado
éste. Es la suspensión. Esta es un simple compás de espera en el transcurso del plazo.
Desaparecida la causa de suspensión, la prescripción inicia o reanuda su curso, teniendo en
cuenta en este segundo supuesto el plazo transcurrido antes de la suspensión (Mazeaud).
Fte: P. 3, tít. 29, ley 28 (para 1) - Cgo. fr. 2256 - 2257 - 2258 - 2259 (para 2, 3 y 5)
- Cgo. it. 2941, 1) (para 4) -
Precd: c.c. abrg. 1551 - 1552 - 1553 - 1554 -
Conc: c.c. 136 - 311 - 314 - 495 - 508 - 556, II) - 1029, II) -
Los casos en que se suspende la prescripción son los enumerados en el art. Los
ejemplos consignados en la anot. al art. anterior han de considerarse comprendidos en la
fórmula general del inc. 6: los demás casos establecidos por la ley, a los que debe agregarse
la prescripción de las acciones emergentes de la gestión de la tutela, cuyo plazo se computa
desde el cumplimiento de la mayoría de edad o de la muerte del tutelado (c. f., art. 341).
Jurisprudencia
No hay disposición expresa que regule lo que deba entenderse por acto equivalente
a la intimación judicial. Pero, puede encontrarse idea de lo que quiere decir la ley en los
arts. 570, I) y 571, II, preceptos en los cuales se establece que el acreedor puede notificar al
deudor mediante nota escrita, notarialmente diligenciada. Si se considera que las citaciones
y notificaciones judiciales, se hacen por funcionarios que tienen para el efecto potestad de
dar fe de la diligencia, y el notario es funcionario de fe pública, lo hecho por este mediante
acta notarial, indudablemente puede considerarse acto equivalente a una citación judicial,
para los fines del art. 1503. Téngase en cuenta como acto equivalente, también, los pagos
parciales abonados en el documento (por el obligado), según el caso Nº 3 de la
jurisprudencia inferida infra, así como el pago de intereses debidamente acreditado que los
casos 7 y 8 de la jurisprudencia del art. 1505 consideran que importa reconocimiento
reiterado de la obligación, interpretación que es correcta. Mas, no debe estimarse acto
equivalente, las anotaciones puestas por el acreedor al dorso del documento como prueba
de interrupción de la prescripción, según el caso de jurisprudencia Nº 4 de este art., infra.
Jurisprudencia
2.- "Conforme a este art. (1503) para que tenga lugar la interrupción civil, no es
bastante que se expida el decreto judicial, sino que se cite a la persona que trata de
ganar la prescripción".
(G.J. Nº 648, p. 30).
3.- "El tiempo corrido desde que fue exigible la obligación se interrumpió
sucesivamente por el pago parcial abonado en el documento, por la citación del
deudor para su reconocimiento y consiguiente demanda para su pago y por la
prosecución del juicio, sin que entre ninguno de los expresados actos de
interrupción, haya habido omisión de parte del acreedor".
(G.J. Nº 698, p. 32).
4.- "No puede invocarse las anotaciones puestas por el acreedor al dorso del
documento como prueba de interrupción de la prescripción".
(G.J. Nº 742, p. 21).
5.- "No se ha probado la citación judicial, mandamiento o embargo notificados a la
demandada en la forma prevenida por este art. (1503) (sin que) las declaraciones de
testigos, referentes a la existencia de diversos juicios, sean suficientes para
demostrar el hecho de haberse interrumpido la prescripción".
(G.J. Nº 793, p. 33).
6.- "La citación basta para la interrupción requerida por el art. 1541 (1503) y para
impedir que los demandados ganen la extinción de la servidumbre".
(G.J. Nº 805, p. 11).
8.- "Resulta evidente que la prescripción se ha operado por el transcurso del tiempo
fijado por ley, máxime si no se ha demostrado en forma precisa y eficaz que ella
hubiera sido interrumpida en alguna de las formas requeridas al efecto".
(G.J. Nº 1359, p. 18).
9.- "La prescripción se interrumpe en la manera señalada por el art. 1541 (1503) del
c.c., pues la citación judicial, en términos generales, es causal suficiente para ello".
(G.J. Nº 1585, p. 101 ) .
11.- V. los casos Nos. 6 del art. 136; 3 del art. 642.
Lo que importa, es que la diligencia citatoria no sea falsa ni sea nula por falta de las
formas legales establecidas en el procedimiento. Lo contrario supone la no interrupción de
la prescripción, esto es, la citación se considera no hecha y la prescripción sigue su curso
como si no hubiera obstáculo ninguno.
Jurisprudencia
"La instancia promovida había quedado extinguida por haber transcurrido más de
los dos años que exige el art. 327 (seis meses, ahora, art. 309) del p. c. Debe tenerse
por no practicada la citación del deudor y, en su virtud, por no interrumpida (la
prescripción) con arreglo al art. 1543 (1504) del c.c.".
(G.J. Nº 682, p. 28).
Jurisprudencia
1.- "Reconocido en acto judicial el derecho de la... al objeto del reclamo, quedó
interrumpido el término de la prescripción con arreglo a este art. (1505)".
(G.J. Nº 362, p. 1478).
2.- "El reconocimiento que el deudor hace del derecho del acreedor interrumpe la
prescripción (y como la ley no establece) una forma especial para verificar el
mencionado reconocimiento, cuando se trata de acreditarlo en juicio, debe estarse a
las reglas del derecho común, concernientes a la prueba de las obligaciones".
(G.J. Nº 437, p. 662).
3.- "Habiéndose reconocido el derecho de la... tanto por la cláusula adicional del
codicilo (testamento), cuanto por carta reconocida, dichos actos interrumpieron la
prescripción conforme a este art. (1505)".
(G.J. Nº 494, p. 10).
7.- "Se ha acreditado que el deudor continuó pagando los intereses, lo que importa
reconocimiento de la obligación".
(G.J. Nº 752, p. 3).
8.- "El pago a cuenta de intereses, hecho por cualquiera de los poseedores por
indiviso de la finca gravada, antes de la expresada venta y división, interrumpió la
prescripción sobre todo el inmueble, y, por consiguiente, respecto de los demás
coposeedores, conforme al art. 1544 (1505) del c.c.".
(G.J. Nº 757, p. 50).
SUBSECCION I
PRESCRIPCION COMUN
Entre los casos para los cuales la ley asigna otro plazo de prescripción que el
común o general establecido en la primera fase del art., con carácter ejemplificativo puede
mencionarse:
Los de los arts. 138, 149, 150. Los dos primeros son casos de prescripción
extraordinaria, para adquirir el dominio sin otro requisito que el de la posesión continuada,
(sin necesidad de justo título ni buena fe). El tercero se refiere a la usucapión de muebles
sujetos a registro.
Jurisprudencia
1.- "En vista de haber transcurrido superabundantemente el plazo que el art. 1562
(1507) del c. c. señala para la extinción de la acción (no ha lugar a) la ejecución".
(G.J. Nº 522, p. 20).
2.- "De acuerdo a lo dispuesto por el art. 1562 (1507) del c.c., las acciones por
obligaciones personales prescriben en 10 y 20 (ahora 5) años".
(G.J. Nº 1294, p. 87).
PRESCRIPCIONES BREVES
ART. 1508.- (Prescripción trienal). I. Prescribe a los tres años del derecho al
resarcimiento del daño que causa un hecho ilícito o generador de responsabilidad, contados
desde que el hecho se verificó.
II. Si el hecho esta tipificado como delito penal, el derecho a la reparación prescribe
al mismo tiempo que la acción penal o que la pena.
Si el hecho ilícito del que deriva responsabilidad de resarcir el daño causado, está
tipificado como delito penal y es susceptible de acción penal, (prg. II), la acción prescribe a
los ocho, cinco y tres años, cuando la pena señalada sea, respectivamente, de seis años o
más, dos años o más y menos de dos años. Tratándose de las penas, la prescripción es de
10, 7 y 5 años, respectivamente, cuando la pena privativa de libertad es mayor de 6 años, es
menor de seis años y mayor de dos, y para las demás menores de dos años (arts. 101 y 105
c. p.).
Jurisprudencia
1.- "Este art. 1568 (1510) es aplicable solamente a la acción que los abogados
tienen para cobrar sus honorarios al cliente a quien prestaban sus servicios. Las
costas en el juicio constituyen un crédito distinto, cuyo reembolso sólo puede exigir
directamente el litigante a cuyo favor se ha decretado".
(G.J. Nº 551, p. 4).
2.- "El derecho a los sueldos devengados en calidad de dependiente de una casa
comercial, se halla fuera del alcance de este art. (1510)".
(G.J. Nº 626, p. 5).
3.- "Las acciones por cobro de impuestos (y otras obligaciones impositivas:
exportaciones, importaciones, etc.), prescriben en el término de cinco años, según la
L. Ads., (53, c. tb.)".
(G.J. Nº 1254, p. 63).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1274, p. 153).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1290, p. 52).
6.- "La prescripción de la acción de abogados por sus honorarios, conforme ilustra
la legislación comparada, corre desde la decisión de la litis, desde la conciliación de
las partes o desde que aquellos dejaron de prestar sus servicios.
(G.J. Nº 1589, p. 136).
ART. 1512.- (Cómputo de ciertas prescripciones breves). I. En los casos de los dos
últimos artículos el plazo de la prescripción corre desde el vencimiento de cada pago
periódico o desde que se han cumplido las prestaciones a que se refieren. La prescripción
corre aunque se hayan reanudado los suministros o prestaciones.
II. Para las retribuciones y gastos debidos a los abogados o apoderados, el término
corre desde que concluye el proceso, desde la conciliación o avenimiento de las partes o
desde que se revocan los poderes concedidos. En los procesos no terminados, la
prescripción se cuenta desde la última prestación.
"Efectos del fallo sobre las prescripciones breves.- Los derechos para los cuales la
ley establece una prescripción más breve de diez años (es la que corresponde a los
cinco años del Código), cuando respecto de ellos se ha pronunciado sentencia de
condena pasada en autoridad de cosa juzgada, prescriben por el transcurso de diez
años"; se ve claramente que el aditamento, por una sola vez, está no sólo fuera de
lugar, sino que tergiversa totalmente el principio que informa la prescripción.
CAPITULO III
DE LA CADUCIDAD
ART. 1514.- (Caducidad de los derechos). Los derechos se pierden por caducidad
cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria observancia fijado para el efecto.
Una síntesis del resumen que de tales diferencias hace Castán (cit. Scaevola),
enseña:
Por eso, dice Castro (cit. Scaevola), en tales casos (los de caducidad) de lo que
propiamente ha de hablarse, más que de derechos subjetivos, es de poderes jurídicos, tesis
que corrobora Albaladejo (cit. ibidem) cuando señala atinadamente que la caducidad se
aplica generalmente, no a los derechos, propiamente hablando, sino a esas facultades o
poderes jurídicos cuyo fin es promover un cambio de situación jurídica (por ej: impugnar el
matrimonio por impotencia para engendrar: art. 88 c. f., o un estado de filiación: art. 188 c.
f., o reembolsar precio y gastos en el término fijado para que opere el pacto de rescate en la
compraventa: art. 644 c.c.).
Estas ideas explicativas del plazo preclusivo en la caducidad, también las expone
Ruggiero (cit. ibidem), para quien en la caducidad no se trata de un derecho que se
extingue por el transcurso del tiempo, sino que se impide la adquisición del derecho por el
transcurrido inútil del término o, dicho de otra manera, mejor aún, la pretensión a cuyo
ejercicio se prefija un término, nace originariamente con esta limitación de tiempo, de
modo que no puede ser hecha valer cuando haya transcurrido.
En materia minera los arts. 144 a 160 del Cgo. de la materia, establecen los casos
de caducidad, diferenciados entre los que se producen ipso facto y los que operan ipso iure,
cuyo detalle en este lugar no es indispensable. Basta señalar que se reputa caducidad ipso
facto, la que no requiere declaración judicial (v. gr. abandono de trámites, omisión de
ciertos requisitos en dichos trámites, etc., art. 146). Se considera caducidad ipso iure, la que
a instancia de tercero se declara judicialmente (ejemplo falta de pago de patentes, falta de
trabajo en la concesión minera, etc., arts. 155, 157).
Esta segunda especie tiene un carácter absolutamente propio, porque nada tiene que
ver respecto de término alguno, sino con la inobservancia de determinado comportamiento,
imperativamente impuesta por la ley. Algunos casos, como ejemplo, pueden señalarse en
las disposiciones de los arts: 327 del c. f. (caducidad de la tutela por omisión de ciertos
deberes); 256 y 277 del c. f. (caducidad de la patria potestad, por violación u omisión de
observancia de deberes a ella inherentes); 1043 y 1044 del c. c. (caducidad del beneficio de
inventario por omisión o comisión de ciertos actos), 1054 (caducidad del derecho a
renunciar la herencia, por haber sustraído bienes hereditarios); 315 (caducidad de plazo por
insolvencia o por falta de garantías); 936 (caducidad del derecho de repetir del fiador por
omisión de la denuncia de pago hecho); y en el c. com. (art. 932: rehabilitación de la póliza
de seguro caducada por causas imputables al transportador).
Jurisprudencia
1.- "Vencidos los plazos prorrogados, para la mensura, alinderamiento y posesión
de las adjudicaciones mineras se produce la caducidad de la adjudicación".
(G.J. Nº 1055, p. 56).
2.- "Vencido el término a que se refiere este art. (234 del c. min. abrg. = al 149 del
vigente), sin que se hubiese realizado las operaciones de mensura, etc., la concesión
caduca ipso iure".
(G.J. Nº 1110, p. 130).
3.- "La omisión de gestiones en los plazos previstos en materia minera da lugar a la
caducidad sin necesidad de auto de declaratoria".
(G.J. Nº 1209, p. 146).
4.- "En materia minera la falta de gestiones provoca la caducidad según dispone el
art. 310 (146) del c. min., de constante aplicación en defensa de los intereses del
Estado, que no puede estar a merced de la negligencia de las partes".
(G.J. Nº 1340, p. 131).
5.- "La anotación preventiva es temporal por mandato del art. 1553 del c. c. y
caduca de pleno derecho si en el término de dos años no se la convierte en
inscripción definitiva, o se pierde oportuna y válidamente su prórroga y, en la
especie, al no haber realizado el ejecutante ninguna de estas alternativas se ha
operado la preclusión de su derecho conforme al art. 1514 del mismo c.c.".
(A.S. Nº 89, de 5-V-81).
Jurisprudencia administrativa
6.- "Estando practicadas las diligencias demarcatorias dentro del término legal..., no
ha lugar a declararse la caducidad de una concesión".
(R. S. de 23 de Nov. de 1911).
En el mismo sentido.
(R. S. de 20 Ene. y 18 Ago. 1916 y 13 Marzo de 1917).
En el mismo sentido.
(R. S. de 16 Feb. de 1919).
Fte: 2964, 2) -
Conc: c. c. 1501 - 1503 -
Como instituto excepcional, no puede ser invocada sino en los casos admitidos por
la ley, salvo la excepción anotada en el examen de los arts. 1516 y 1519. No puede ser
declarada de oficio, sino en los casos en los cuales el juez deba señalar las causas de
improponibilidad de la acción. El juez no tiene facultad para rechazar una demanda, sino a
los fines de que se subsanen los efectos respecto de las reglas establecidas para su admisión
(art. 333 del p. c.). Después, sustanciado el proceso, declarará probada o improbada la
demanda en la sentencia, en la cual podrá, según los casos, aplicar de oficio la caducidad
conforme al art.
TITULO V
DE LOS REGISTROS PUBLICOS
CAPITULO I
DE LA ORGANIZACION DE LOS REGISTROS PUBLICOS
ART. 1521.- (Dirección General de los Registros Públicos). Los registros públicos
para el estado civil de las personas y para los derechos reales están centralizados en la
Dirección General de Registros que depende de la Corte Suprema de Justicia.
Los registros a que se refiere el título, están organizados por las leyes de 26 de
Noviembre de 1898 para el estado civil de las personas y de 15 de Noviembre de 1887 para
los derechos reales, las mismas que han de considerarse continúan en vigencia, en todo lo
que no se oponga a las disposiciones del presente Código. Constituyen las indicadas leyes,
en realidad, las disposiciones reglamentarias correspondientes, mencionadas en el art.
1524.
Los Registros llenan una función de publicidad, cuya noción, en general, supone el
hecho de hacer conocido o, cuando menos, cognoscible, por la generalidad de los terceros
un cierto hecho jurídico, en tutela de sus intereses (Messineo).
En cuanto a los negocios y actos jurídicos, hace posible a los terceros conocer -si
tienen interés en ello- el contenido de estos negocios o actos y, por consiguiente, el derecho
que derivan.
Téngase en cuenta que, en general, las disposiciones de este título, tienen carácter
instrumental y no precisan mayores explicaciones aparte las muy necesarias cuando algún
caso lo exija.
Conc: c. c. 1521 -
ART. 1524.- (Normas aplicables). Los registros públicos se rigen por las reglas del
Código presente así como por las disposiciones reglamentarias correspondientes.
SECCION I
ART. 1525.- (Libros del registro). El registro del estado civil comprende tres libros
principales: de nacimientos, de matrimonios y de defunciones.
Conc: L. Rg. Civil 6 -
c.c. 1521 -
Se ha dado la noción correspondiente a las actas del estado civil de las personas, en
la anot. al art. 23. Sólo debe agregarse que las actas del estado civil, son instrumentos
públicos y sus asientos hacen fe en juicio y fuera de él, mientras no sean acusados de
falsos. Tienen, sin embargo, una característica especial: cuando resultan nulos por
inobservancia de las formas establecidas, se permite restablecer la verdad de los hechos
tales como han pasado, lo que no sucede con los demás instrumentos públicos (arts. 75 y
76 c. f. y 1535 c. c. v. gr.), y se permite su rectificación o adición, según las circunstancias,
previa autorización judicial (art. 21, L. B. g. Civil).
Los hechos más importantes relacionados con la determinación del estado civil de
las personas (individuales), son el nacimiento, el matrimonio y la muerte. Es obvio
ponderar la necesidad de hacer constar estos hechos de manera fehaciente, dada la
importancia trascendental de la publicidad que supone el registro para individualizar el
sujeto al cual se refiere.
Téngase en cuenta que la publicidad del estado civil de las personas no tiene una
función constitutiva, en el sentido de que la adquisición del estado singular o el efecto de
las modificaciones del mismo, no se hace depender de las normas que imponen la
publicidad (Messineo). Su función eficacísima es de carácter probatorio. El funcionario
encargado de llevar los registros, forma actos, con la asistencia de testigos instrumentales,
que hacen prueba absoluta, mientras no se demande su falsedad (art. 1289), de cuanto el
funcionario dicho hace constar de lo ocurrido por ante el o de lo que ha sido actuado por él.
ART. 1526.- (Asiento de las partidas). Las partidas serán asentadas y autorizadas
por el oficial del registro en el libro respectivo, firmándolas él mismo y dos testigos
mayores de edad y el compareciente, y si éste no sabe firmar debe imprimir sus huellas
digitales.
II. El apellido paterno y materno serán incluidos cuando se trate de hijo de padre y
madre casados entre sí o que haya sido reconocido por uno y otra. En caso diverso se
anotará el apellido de la madre, pero si el padre o su apoderado reconoce al hijo a tiempo
de la inscripción o lo haya reconocido antes del nacimiento, se anotará también el del
padre.
III. Cuando ni el padre ni la madre sean conocidos, se consignara el apellido que
indique el compareciente o la persona o institución que tenga a su cargo al inscrito.
Hasta la vigencia de la L. del Rg. Cvl. y el establecimiento del registro, regía el art.
179 del p. c. abrg. según el cual los certificados expedidos sobre la base de los registros de
las parroquias por los curas párrocos sólo servían para probar la edad, el bautismo, el
matrimonio y la muerte. No servían para probar la filiación (v. la jurisprudencia infra). La
L. del Rg. Cvl. no avanzó mucho en la materia, porque su art. 25, a pesar de declarar que
queda modificado el citado art. 179 del p. c. abrg., se concreta a repetir su disposición. Son
los arts. 40 y 41 de la misma L. del Rg. Cvl., que pueden servir para probar la filiación de
los hijos matrimoniales o de los extramatrimoniales reconocidos. Recién en el c. f. (art.
181) se hace una declaración expresa de que la filiación de los hijos de padre y madre
casados entre sí, se prueba con las partidas de nacimiento y de matrimonio de los padres
constantes en el registro (civil, naturalmente). Por eso, la jurisprudencia inferida infra, ha
de tomársela con carácter ilustrativo.
Jurisprudencia
1.- "Los certificados que se sacan de los libros parroquiales, sólo hacen fe para
acreditar el nacimiento, la edad, el matrimonio o la muerte".
(G.J. Nº 656, p. 12).
Conc: c. f. 239 -
SECCION III
ART. 1532.- (Asiento). I. Las partidas se defunción serán asentadas en vista del
certificado médico que acredite el deceso y antes de sepultado el cadáver.
II. En los lugares donde no haya médico, el oficial del estado civil se cerciorará del
hecho antes de asentar la partida.
DEL REGISTRO
ART. 1534.- (Fuerza probatoria). I. Las partidas asentadas en los registros del
estado civil así como las copias otorgadas por la Dirección General de Registros Públicos
hacen fe sobre actos que constan en ellas.
Las actas del estado civil no son prueba incontrovertible en todo y por todo
(Messineo) y sus consecuencias pueden no ser inexcepcionables, esto es, no contradichas.
El principio es que hacen fe, mientras no se alegue su falsedad o no haya prueba en
contrario. Prueba que el funcionario encargado del registro ha dejado constancia registral
de una declaración del compareciente en orden al estado civil de determinado sujeto y, por
eso, las indicaciones extrañas a esa finalidad o al acto, carecen de todo valor.
Jurisprudencia
No se olvide que los registros se llevan en libros duplicados, de los cuales uno
queda en la Oficialía del registro civil correspondiente y el otro se remite a la Dirección
General del ramo, en cuyo archivo cumple funciones de libro matriz, según la
reglamentación del art. 9 de la L. Rg. Cvl., de modo que una destrucción total es poco
probable, extremo en el cual, de producirse, se procede a la comprobación judicial de que
trata el art.
Jurisprudencia
1.- "Es permitido acreditar el parentesco con prueba supletoria de testigos y otros
medios, cuando los registros no existen por pérdida o destrucción, pero no cuando
existen, como ocurre en la especie, libros llevados en perfecto orden".
(G.J. Nº 1308, p. 65).
III. Esta última regla rige para la reposición de una partida extraviada o destruida.
JURISPRUDENCIA
"El estado civil de las personas se regla por la ley vigente el tiempo en que se trata
de establecerlo".
(G.J. Nº 1265, p. 11).
CAPÍTULO III
SECCION I
DISPOSICIONES GENERALES
ART. 1538.- (Publicidad de los derechos reales; regla general). I. Ningún derecho
real sobre inmuebles surte efectos contra terceros sino desde el momento en que se hace
público según la forma prevista por este Código.
III. Los actos por los que se constituyen, trasmiten, modifican o limitan los
derechos reales sobre bienes inmuebles y en los cuales no se hubiesen llenado las
formalidades de inscripción, surten sus efectos sólo entre las partes contratantes con
arreglo a las leyes, sin perjudicar a terceros interesados.
Originalmente el registro de los derechos reales y tal como todavía está organizado,
es una institución administrativa, sea por el carácter de su organización y sus funciones, sea
por el carácter de los funcionarios que lo atienden, que son siempre administrativos, y
también por la forma de llevar a cabo sus operaciones.
Las funciones del Registro de los derechos reales, tiene una doble finalidad
(Bielsa):
a) Son jurídicas, porque sus operaciones implican siempre, por parte de los
particulares, el cumplimiento de requisitos esenciales para la existencia y validez de
ciertos actos jurídicos.
b) Son procesales por su origen, porque las decisiones judiciales relativas a la
protección y seguridad de créditos o derechos en litigio, se hacen constar en ellos,
lo cual casi siempre constituye un acto procesal o, si se quiere, judicial.
Atendiendo a las formas de cumplir los requisitos del registro, esto es, a las
soluciones dadas al régimen de adquisición y trasmisión de cosas y derechos reales, se
señalan tres sistemas según los cuales pueden considerarse integrados los actos de tal
naturaleza (García Quijarro, cit. por Bielsa).
2º) Sistema en el que, por el contrario, el título es absorbido por el modo de adquirir
(régimen del registro y de la publicidad).
1.- "La propiedad pertenece al adquirente que haya inscrito antes su título (y) al
resolverse que la propiedad litigada corresponde al actor que hizo inscribir su título
en el Registro con preferencia (al demandado) cuyo título no se encuentra inscrito,
se aplica debidamente la ley".
(G.J. Nº 810, p. 29).
2.- "El registro no cohonesta derechos aparentes ni modifica la génesis del título".
(G.J. Nº 1157, p. 69).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1612, p. 71).
3.- "La inscripción por sí, no crea, modifica ni destruye derechos u obligaciones,
limitándose a darles publicidad".
(G.J. Nº 1172, p. 24).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1612, p. 71).
4.- "Todo derecho real sobre inmuebles es válido y se hace público mediante la
inscripción del título de que procede en el registro correspondiente".
(G.J. Nº 1212, p. 74).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1298, p. 86).
5.- "Los contratos obtienen publicidad y surten efectos frente a terceros mediante su
inscripción en el registro de derechos reales, según establecen los arts. 1 y 14 de la
L. de 15 de Nov. de 1887 (c.c. 1538)".
(G.J. Nº 1217, p. 38).
6.- "Probado el registro del contrato, mediante el correspondiente certificado de
fs.... la inscripción surte todos los efectos que le asigna la L. de 15 de Nov. de 1887,
mientras no se declare su nulidad conforme al caso 3º del art. 37 de la misma".
(G.J. Nº 1217, p. 38).
7.- "Ningún derecho real surte efecto sino se hace público mediante su inscripción
reglada por la L. de 15 de Nov. de 1887 (art. 1538, c.c.)".
(G.J. Nº 1236, p. 45).
8.- "El registro tiene por objeto la publicidad de las limitaciones o mutaciones en el
derecho de propiedad, para determinar la preferencia de éste con respecto a
terceros, pero no está destinado a definir derechos, menos a cubrir y subsanar los
vicios de nulidad o de otra índole de que adolezcan los instrumentos inscritos".
(G.J. Nº 1354, p. 18).
11.- "El registro de derechos reales, tiene por objeto mostrar el verdadero estado de
la propiedad inmueble, revelando de un modo público y solemne la historia de sus
transmisiones y modificaciones".
(G.J. Nº 1610, p. 86).
14.- "Resultando que ninguna de las partes litigantes ha inscrito definitivamente sus
escrituras de propiedad en los derechos reales, a los fines de la L. de 15 de Nov. de
1887, para establecer la prelación de derechos ha de estarse a que el título más
antiguo hace fe".
(G.J. Nº 1622, p. 101).
17.- Véase los casos Nos. 8 del art. 105; 5 del art. 584; 14 del art. 1545.
1) Los actos a título gratuito u oneroso por los cuales se trasmite la propiedad de
bienes inmuebles.
2) Los actos que constituyen, transfieren, modifican o extinguen el derecho de
usufructo sobre inmuebles, y los derechos a construir y de superficie.
3) Los actos que constituyen, modifican o extinguen las servidumbres y los derechos
de uso y habitación.
4) Los actos por los cuales se constituyen, reducen, extinguen o cancelan hipotecas
inmuebles.
5) Los contratos de anticresis.
6) Los contratos de sociedad y el acto por el que se constituye una asociación que
comprendan el goce de bienes inmuebles o de otros derechos reales inmobiliarios.
7) La constitución del patrimonio familiar o sus modificaciones.
8) Los contratos por los cuales se constituye, reduce o extingue la prenda sin
desplazamiento.
9) Los contratos por los cuales se arriendan inmuebles por más de tres años o
anticipan alquileres por más de un año, o sus modificaciones.
10) Las disposiciones testamentarias que recaen sobre derechos reales inmobiliarios, así
como las resoluciones que confieran misión en posesión hereditaria.
11) La división de bienes inmuebles y derechos inmobiliarios.
12) Las concesiones y adjudicaciones mineras, petroleras, de tierras, aguas y otras
semejantes otorgadas por el Estado, así como los actos que perfeccionan, trasladan
o modifican derechos al respecto.
13) Las sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada que reconocen la constitución,
transferencia, modificación o extinción de los derechos señalados en los casos
anteriores.
14) Los impedimentos y prohibiciones que restringen el derecho de propiedad,
interrumpen la posesión o limitan la libre disposición de los bienes inmuebles o la
restablecen, tales como las resoluciones judiciales ejecutoriadas por las cuales se
admite la cesión de bienes, los actos que interrumpen la usucapión, la declaratoria
de incapacidad o de ausencia, la separación judicial de bienes matrimoniales y
otras.
15) La cancelación de todo título registrado, dispuesta por autoridad judicial mediante
acto o instrumento legal idóneo.
16) Todo cuanto, además, disponga la ley.
Jurisprudencia
1.- "Un título de propiedad inexistente no puede estar inscrito en el registro de los
derechos reales".
(G.J. Nº 1356, p. 44).
ART. 1541.- (Otras inscripciones). Pueden en general inscribirse todos los actos y
contratos cuya seguridad y publicidad convenga a los interesados.
1) Los títulos que consten en documentos públicos por acto entre vivos o por causa de
muerte.
ART. 1544.- (Actos o contratos nulos). La inscripción no otorga validez a los actos
o contratos nulos o anulables.
Jurisprudencia
Véase los casos Nos. 8 del art. 1538; 6 del art. 1545.
Se aplica el principio del Digesto: qui prior est tempore potior est iure (el primero
en el tiempo es el mejor en el derecho; Lib. 20, tít. 4, ley 3; cit. Scaevola).
Jurisprudencia
En el mismo sentido.
5.- "Según el art. 15 de la L. de registro de los derechos reales (art. 1545, c.c.),
cuando por actos distintos se ha trasmitido por el propietario unos mismos bienes a
diversas personas, la propiedad pertenece al adquirente que primero haya inscrito su
título en el registro de la propiedad".
(G.J. Nº 1232, p. 135).
7.- "De dos ventas de un inmueble sucesivamente hechas por la misma vendedora,
surte efecto y tiene valor preferente la que primero haya sido inscrita en el registro
de los derechos reales, según el art. 15 de la L. de 15 de Nov. de 1887 (c.c. 1545)".
(G.J. Nº 1251, p. 12).
8.- "Si por actos distintos el propietario trasmite unos mismos bienes raíces a
diferentes personas, la propiedad pertenece al adquirente que haya inscrito antes su
título".
(G.J. Nº 1270, p. 53).
12.- "La sentencia que se basa sobre la prioridad de la inscripción del título
presentado por los demandados, da cabal aplicación a los arts. 15 y 16 de la L. de
15 de Nov. de 1887 (c.c. 1545)".
(G.J. Nº 1623, p. 56).
13.- "Es de rigor reconocer según la uniforme solución consagrada por el Supremo
Tribunal en casos semejantes el preferente derecho de quien acredita la prioridad de
la inscripción de su título de propiedad en el registro de los derechos reales, de
acuerdo a los arts. 1, 7 y 15 de la L. de 15 de Nov. de 1887".
(G.J. Nº 1624, p. 32).
17.- Véase los casos Nos. 8, b) del art. 1287; 2 del art. 1341; 4 del art. 1393; 17 del
art. 1453; 1, 10, 13 y 14 del art. 1538; 4 del art. 1553.
SECCION IV
Y MODO DE HACERLA
ART. 1546.- (Interés legítimo). La inscripción puede ser solicitada por quien tenga
interés legítimo en asegurar el derecho que se debe inscribir, o el notario que hubiese
autorizado el acto, o el juez que hubiese expedido la ejecutoria.
ART. 1547.- (Presentación del título y sus requisitos). I. La persona interesada que
solicita la inscripción presentará al registro el título constante de documento público, para
que en vista de él se haga la inscripción correspondiente, la cual se anotará, además, al
margen de él.
II. Esta sub-inscripción sólo podrá hacerse con anuencia de las partes interesadas o
por orden judicial. Si el error fue cometido por el registrador, éste hará la rectificación bajo
su responsabilidad y con intervención fiscal.
MARGINALES
II. En los casos previstos por el artículo presente y cuando se trate de bienes
muebles sujetos a registro, la anotación se practicará en los registros correspondientes.
Precd: L. Rg. dr. rls. 26 - 28 -
Conc: p.p. 190 -
c.c. 559 - 565, III) - 1369 - 1456 - 1473 - 1553 - 1554 -
Jurisprudencia
2.- "La anotación preventiva, es una diligencia de seguridad legal respecto de los
bienes inscritos".
(G.J. Nº 1204, p. 27).
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1210, p. 43).
3.- "Caducada la anotación preventiva por el transcurso (de su plazo legal), puede
solicitarse otra nueva ante cualquiera de los jueces de instancia, la cual como la
primera surte efectos contra terceros, sólo desde la fecha en que fue hecha, según el
Reglamento del registro de derechos reales de 5 de Dic. de 1888".
(G.J. Nº 1255, p. 87).
6.- "La anotación preventiva sólo corresponde hacerla en virtud de orden judicial y
de actuaciones que sólo tengan por objeto de simple seguridad o publicidad y
tratándose de sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada la inscripción
debe hacerse en forma definitiva; lo contrario importa infracción del art. 24 de la L.
de 15 de Nov. de 1887".
(G.J. Nº 1287, p. 66).
8.- "La anotación preventiva se convierte en definitiva según las reglas de los arts.
26 y 28 de la L. de 15 de Nov. de 1887, y surte efectos desde la fecha del registro".
(G.J. Nº 1344, p. 19).
9.- "Según el inc. 3) del art. 1552 del c. c. puede pedir anotación preventiva quien,
en cualquier juicio, obtiene sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, por la
que se condena al demandado a cumplir una obligación, debiendo efectuarse dicha
anotación con la especificación precisa dispuesta por el art. 1363 de mismo c.c.".
(A.S. Nº 77, de 20-V-80).
10.- V. los casos Nos. 3 y 5 del art. 1369; 2 del art. 1470; 1 del art. 1538.
Jurisprudencia
2.- "La prórroga de ella debe pedirse antes del año (ahora, 2) fijado para su
caducidad y expresando el motivo por el que la anotación no pudo convertirse en
inscripción dentro del año respectivo".
(G.J. Nº 1263, p. 43).
3.- "La anotación preventiva caduca al año (ahora a los dos años) a tenor del art. 27
de la L. de 15 de Nov. de 1887 (art. 1553 c.c.)".
(G.J. Nº 1344, p. 19).
6.- V. los casos Nos. 5 del art. 1514; 3, 4 y 7 del art. 1552.
ART. 1554.- (Nota marginal). Cuando en las demandas ejecutivas se señalen bienes
inmuebles, se notificará al registrador para que en las partidas de inscripción respectivas
ponga una nota marginal que valdrá como anotación preventiva de embargo por treinta
días, pasados los cuales quedará de hecho sin efecto, a menos de formalizarse la anotación
preventiva.
DE LA DENEGACION DE LA INSCRIPCION
Jurisprudencia
En el mismo sentido.
(G.J. Nº 1340, p. 26).
3.- "El Juez Registrador, según el art. 1555 del c.c., debe denegar una inscripción o
anotación preventiva ordenadas judicialmente, cuando, entre otras causas, no se
determina adecuadamente el bien sujeto a la inscripción o anotación a tenor de lo
dispuesto por el inc. 3) del art. 1556 del mismo c.c.".
(A.S. Nº 77, de 20-V-80).
ART. 1556.- (Faltas insubsanables). Son faltas insubsanables en el título:
Jurisprudencia
DE LA EXTINCION Y CANCELACION
DE LAS INSCRIPCIONES
Jurisprudencia
Jurisprudencia
II. Las anotaciones hechas por orden judicial se cancelarán sólo a mérito de otra
que emane del mismo juez salvo el caso de caducidad prevista por los arts. 1554 y 1555.
Jurisprudencia
DE LOS REGISTROS
ART. 1561.- (Oficinas del Registro de los Derechos Reales). I. En cada distrito
judicial funcionará a cargo de un juez registrador, una oficina del Registro de los Derechos
Reales, para cumplir todas las funciones que le están encargadas por este Código y por
leyes especiales.
II. Los registradores expedirán los certificados, testimonios y extractos que se les
soliciten.
Jurisprudencia
1.- "Sólo pueden expedir certificados los funcionarios públicos autorizados para
que tengan la debida autenticidad, no teniendo ningún valor los expedidos por
personas particulares que no invisten, función oficial".
(G.J. Nº 1272, p. 69).
II. Cuando un bien se halle en dos o más distritos, la inscripción se hará en cada
uno de ellos.
ART. 1564.- (Libros de los registros). I. Cada oficina llevará anualmente libros
especiales para los efectos establecidos en el título presente: de registro de la propiedad
inmobiliaria, de hipotecas y gravámenes y de anotaciones preventivas; asimismo de prenda
sujeta a registro, con las respectivas especificaciones.
II. Son aplicables a los muebles sujetos a registro, las disposiciones del Capítulo
presente en todo cuanto no se oponga a las leyes especiales pertinentes.
TITULO VI
DISPOSICIONES FINALES
CAPITULO UNICO
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Jurisprudencia
1.- "La ley procesal tiene particularidades marcadísimas en comparación con la ley
sustantiva, derivadas de la autonomía del derecho de acción y la relación procesal
respecto de la segunda: la acción y la relación procesal se regulan por la ley
procesal del tiempo en el que se instruye el proceso y no cabe extrañar que en un
mismo proceso pueda aplicarse leyes de tiempos diferentes: la sustantiva, respecto
de la relación sustantiva normada por ella (c.c. art. 1567), y la procesal respecto de
la acción y la relación procesal (p.c. art. 790)".
(A.S. Nº 166, de 28-VI-79).
ART. 1570.- (Vigencia). Este Código regirá desde el día 2 de abril de 1976.