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Ateneu Barcelonès
BIBLIOTECA

N.° 316063

Arm . 6

Prest. Vil 31
Ateneu Barcelonès
BIBLIOTECA

316063
N.º

Arm . 6

Prest . Vi 37
1
Las Dos Doncellas.
"
}
LAS DOS

DONGELLAS ,
NOVELA EJEMPLAR

COMPUESTA

POR MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

Con licencia.
U
NE
TE

Barcelona ,
IMPRENTA DE A. BERGNES Y COMP.
CALLE DE ESCUDELLERS , N.º 13.
NOVIEMBRE DE
1831 .
r 316063
Prólogo al Lector

QUISIERA yo, si fuera posible , lec-


tor amantísimo , escusarme de escribir
este prólogo , porque no me fué tan
bien con el que puse en mi D. Quijo-
te , que quedase con gana de segun-
dar con este. De esto tiene la culpa
algun amigo de los muchos que en el
discurso de mi vida he grangeado , an-
tes con mi condicion , que con mi in-
genio ; el cual amigo bien pudiera ,
como es uso y costumbre , grabarme
6 PRÓLOGO.

y esculpirme en la primera hoja de


este libro , pues le diera mi retrato el
famoso D. Juan de Jáuregui ; y con
esto quedára mi ambicion satisfecha ,
y el deseo de algunos que querrian
saber que rostro y talle tiene quien
se atreve á salir con tantas invencio-
nes en la plaza del mundo , á los ojos
de las gentes , poniendo debajo del re-
trato : este que veis aqui de rostro
aguileño , de cabello castaño , frente
lisa y desembarazada , de alegres ojos,
y de nariz corva , aunque bien pro-
porcionada , las barbas de plata , que
no ha veinte años que fueron de oro ,
los bigotes grandes , la boca pequeña ,
los dientes no crecidos , porque no
tiene sino seis , y esos mal acondicio-
nados y peor puestos , porque no tie-
PRÓLOGO:
nen correspondencia los unos . con los
otros , el cuerpo entre dos estremos ,
ni grande ni pequeño , la color viva ,
antes blanca que morena , algo car-
gado de espaldas , y no muy ligero de
pies ; este digo que es el rostro del
autor de la Galatea y D. Quijote de la
Mancha , y del que hizo el Viage del
Parnaso , á imitacion del de César ,
Caporal Perusino , y otras obras que
andan por ahí descarriadas , y quizá
sin el nombre de su dueño : llámase
comunmente Miguel de Cervantes Saa-
vedra : fue soldado muchos años , y
cinco y medio cautivo , donde apren-
dió á tener paciencia en las adversi-
dades : perdió en la batalla naval de
Lepanto la mano izquierda de un ar-
cabuzazo : herida que , aunque parece
8 PRÓLOGO.
fea, él la tiene por hermosa , por ha-
berla cobrado en la mas memorable y
alta ocasion que vieron los pasados
siglos , ni esperan ver los venideros ,
militando debajo de las vencedoras
banderas del hijo del rayo de la guer-
ra, Cárlos V, de felice memoria. Y
cuando á la de este amigo , de quien
me quejo, no ocurrieran otras cosas
de las dichas que decir de mí , yo me
levantára á mí mismo dos docenas de
testimonios , y se los dijera en secre-
to, con que estendiera mi nombre y
acreditára mi ingenio ; porque pensar
que dicen puntualmente la verdad los
tales elogios , es disparate , por no te-
ner punto preciso ni determinado las
alabanzas ni los vituperios. En fin ,
pues ya esta ocasion se pasó , y yo he
PRÓLOGO.

quedado en blanco y sin figura , será


forzoso valerme por mi pico , que aun-
que tartamudo , no lo será para decir
verdades , que dichas por señas suelen
ser entendidas.
Y así te digo otra vez , lector ama-
ble, que de estas Novelas que te ofrez-
co en ningun modo podrás hacer pe-
pitoria , porque no tienen pies , ni ca-
beza , ni entrañas , ni cosa que les
parezca , quiero decir , que los requie-
bros amorosos , que en algunas halla-
rás , son tan honestos y tan medidos
con la razon y discurso cristiano , que
no podrán mover á mal pensamiento
al descuidado ó cuidadoso que las le-
yere. Hélas dado nombre de ejempla→
res , y si bien lo miras , no hay nin-
guna de quien no se pueda sacar al-
10 PRÓLOGO.
gun ejemplo provechoso : y si no fuera
por no alargar este sugeto , quizá te
mostrára el sabroso y honesto fruto
que se podria sacar , asi de todas jun-
tas , como de cada una de por sí. Mi
intento ha sido poner en la plaza de
nuestra república una mesa de trucos
donde cada uno pueda llegar á entre-
tenerse sin daño de barras : digo sin
daño del alma ni del cuerpo ; porque
los ejercicios honestos y agradables
antes aprovechan que dañan. Sí , que
no siempre se está en los templos , no
siempre se ocupan los oratorios , no
siempre se asiste á los negocios , por
calificados que sean : horas hay de re-
creacion donde el afligido espíritu
descanse : para este efecto se plantan
las alamedas , se buscan las fuentes ,
PRÓLOGO. 11
se allanan las cuestas , y se cultivan
con curiosidad los jardines. Una cosa
me atreveré á decirte : que si por al-
gun modo alcanzára que la leccion de
estas Novelas pudiera inducir á quien
las leyera á algun mal deseo ó pensa-
miento , antes me cortára la mano con
que las escribí , que sacarlas en pú-
blico : mi edad no está ya para bur-
larse con la otra vida , que al cin-
cuenta y cinco de los años gano por
nueve mas , y por la mano. A esto se
aplicó mi ingenio , por aqui me lleva
mi inclinacion; y mas que me doy á
entender , y es así, que yo soy el pri-
mero que he novelado en lengna cas-
tellana; que las muchas novelas , que
en ella andan impresas , todas son tra-
ducidas de lenguas estrangeras ; y es-
12 PRÓLOGO.

tas son mias propias ; no imitadas , ni


hurtadas: mi ingenio las engendró, y
las parió mi pluma , y van creciendo
en los brazos de la estampa. Tras
ellas , si la vida no me deja , te ofrezco
los Trabajos de Persiles , libro que se
atreve á competir con Heliodoro , si
ya por atrevido no sale con las ma-
nos en la cabeza ; y primero verás , y
con brevedad , dilatadas las hazañas
de D. Quijote , y donaires de Sancho
Panza, y luego las Semanas deljardin.
Mucho prometo con fuerzas tan pocas
como las mias ; pero ¿ quién pondrá
rienda á los deseos ? Solo esto quiero
que consideres , que pues yo he te-
nido osadía de dirigir estas Novelas
al gran Conde de Lemos , algun mis-
terio tienen escondido que las levan-
PRÓLOGO. 13
ta. No mas , sino que Dios te guarde ,
y á mí me dé paciencia para llevar
bien el mal que han de decir de mí
mas de cuatro sotiles y almidonados.
Vale.

遠遠
Al Conde de Lemos.

EN dos errores casi de ordinario


caen los que dedican sus obras á al-
gun príncipe. El primero es que en la
carta , que llaman dedicatoria , que ha
de ser breve y sucinta , muy de pro-
pósito y espacio , ya llevados de la
verdad , ó de la lisonja , se dilatan en
ella en traerle á la memoria , no solo
las hazañas de sus padres y abuelos ,
sino las de todos sus parientes , ami-
gos y bienhechores. Es el segundo
decirles que las ponen debajo de su
proteccion y amparo , porque las len-
guas maldicientes y murmuradoras no
16 AL CONDE DE LEMOS.
se atreven á morderlas y lacerarlas.
Yo pues , huyendo de estos dos incon-
venientes , paso en silencio aqui las
grandezas y títulos de la antigua y
real casa de vuestra escelencia , con
sus infinitas virtudes , asi naturales co-
mo adquiridas , dejándolas á que los
nuevos Fidias y Lisipos busquen már-
moles y bronces adonde grabarlas y
esculpirlas , para que sean émulas á
la duracion de los tiempos. Tampoco
suplico á vuestra escelencia reciba en
su tutela este libro ; porque sé que si
él no es bueno , aunque le ponga de-
bajo de las alas del hipógrifo de As-
tolfo , y á la sombra de la clava de
Hércules , no dejarán los Zoilos , los
Cínicos , los Aretinos y los Bernias de
darse un filo en su vituperio , sin
AL CONDE DE LEMOS 17
guardar respeto á nadie. Solo suplico
que advierta vuestra escelencia que le
envio , como quien no dice nada , do-
ce cuentos , que á no haberse labrado
en la oficina de mi entendimiento ,
presumieran ponerse al lado de los
mas pintados. Tales cuales son allá
van ; y yo quedo aqui contentísimo ,
por parecerme que voy mostrando en
algo el deseo que tengo de servir á
vuestra escelencia , como á mi verda-
dero señor y bienhechor mio . Guarde
nuestro Señor etc. De Madrid á 13.
de julio de 1613.

Criado de vuestra escelencia

Miguel de Cervantes
Saavedra.

2
Las dos Doncellas.

CINCO leguas de la ciudad de Sevilla


está un lugar que se llama Castilblanco,
y en uno de muchos mesones que tiene ,
á la hora que anochecia entró un cami-
nante sobre un hermoso cuartago (1) es-
trangero : no traía criado alguno , y sin
esperar que le tuviesen el estribo , se ar-
rojó de la silla con gran ligereza. Acu-
dió luego el huésped , que era hombre
diligente y de recado (2) ; mas no fué tan
presto que no estuviese ya el caminante
sentado en un poyo que en el portal ha-

(1 ) Es el rocin de mediano cuerpo.


(2) Prevenido .
20 LAS DOS DONCELLAS.
bia , desabrochándo se muy apriesa los
botones del pecho , y luego dejó caer los
brazos á una y otra parte , dando mani-
fiesto indicio de desmayarse. La hués-
peda , que era caritativa , se llegó á él ,
y rociándole con agua el rostro , le hizo
volver en su acuerdo ; y él , dando mues-
tras que le habia pesado de que asi le hu-
biesen visto se volvió á abrochar , pi-
diendo que le diesen luego un aposento
donde se recogiese , y que si fuese posi-
ble fuese solo. Díjole la huéspeda que
no habia mas de uno en toda la casa , y
que tenia dos camas , y que era forzoso ,
si algun huésped acudiese , acomodarle
en la una. A lo cual respondió el cami-
nante , que él pagaria los dos lechos , vi-
niese ó no huésped alguno ; y sacando un
escudo de oro , se le dió á la huéspeda ,
con condicion que á nadie diese el lecho
vacío. No se descontentó la huéspeda de
la paga , antes se ofreció de hacer lo que
LAS DOS DONCELLAS. 24
le pedia , aunque el mismo dean de Se-
villa llegase aquella noche á su casa. Pre-
guntóle si queria cenar , y respondió que
no ; mas que solo queria que se tuviese
gran cuidado con su cuartago : pidió la
llave del aposento , y llevando consigo
unas bolsas grandes de cuero , se entró
en él , y cerró tras si la puerta con llave,
y aun á lo que despues pareció , arrimó
á ella dos sillas. Apenas se hubo encer-
rado , cuando se juntaron á concejo (1)
el huésped y el mozo que daba la cebada,
y otros dos vecinos que acaso allí se ha-
llaron , y todos trataron de la grande her-
mosura y gallarda disposicion del nuevo
huésped, concluyendo que jamás tal be-
lleza habian visto : tanteáronle la edad, y
se resolvieron que tendria de diez y seis
á diez y siete años : fueron y vinieron , y
dieron y tomaron , como suele decirse ,

(1) consulta,
22 LAS DOS DONCELLAS.
sobre qué podía haber sido la causa del
desmayo que le dió ; pero como no la al-
canzaron , quedáronse con la admiracion
de su gentileza. Fuéronse los vecinos á
sus casas , y el huésped á pensar (1) el
cuartago , y la huéspeda á aderezar algo
de cenar, por si otros huéspedes viniesen.
Y no tardó mucho , cuando entró otro
de poca mas edad que el primero , y no
de menos gallardía ; y apenas le hubo
oido la huéspeda , cuando dijo : válame
Dios , ¿y qué es esto ? ¿ Vienen por ven-
tura esta noche á posar ángeles á mi ca-
sa ? ¿ Por qué dice esto la señora huéspe-
da ? dijo el caballero. No lo digo por
nada , señor , respondió la mesonera , so-
lo digo que vuesa merced no se apée ,
porque no tengo cama que darle , que
dos que tenia las ha tomado un caballero
que está en aquel aposento , y me las ha

(1) A dar el pienso , ó de comer.


LAS DOS DONCELLAS. 23
pagado entrambas , aunque no habia me-
nester mas de la una sola , porque nadie
le entre en el aposento , y es que debe
de gustar de la soledad ; y en Dios y en
mi ánima que no sé yo por quẻ , que no
tiene él cara ni disposicion para escon-
derse , sino para que todo el mundo le
vea y le bendiga. ¿ Tan lindo es , señora
huéspeda? replicó el caballero. ¿Y cómo
si es lindo ? dijo ella , y aun mas que re-
lindo. Tén aqui , mozo , dijo á esta razon
el caballero , que aunque duerma en el
suelo tengo de ver hombre tan alabado ;
y dando el estribo á un mozo de mulas
que con él venia , se apeó , y hizo que le
diese luego de cenar , y asi fué hecho. Y
estando cenando , entró un alguacil del
pueblo , como de ordinario en los luga-
res pequeños se usa , y sentóse á conver-
sacion con el caballero en tanto que ce-
naba , y no dejó entre razon y razon de
echar abajo tres cubiletes de vino , Ꭹ de
24 LAS DOS DONCELLAS.
roer una pechuga y una cadera de per-
diz que le dió el caballero , y todo se lo
pagó el alguacil con preguntarle nuevas
de la corte , y de las guerras de Flandes
y bajada del Turco , no olvidándose de
los sucesos del Transilvano , que nuestro
señor guarde. El caballero cenaba y ca-
llaba , porque no venia de parte que le
pudiese satisfacer á sus preguntas. Ya en
esto habia acabado el mesonero de dar
recado al cuartago , y sentóse à hacer
tercio en la conversacion , y á probar de
su mismo vino no menos tragos que el
alguacil, y á cada trago que envasaba vol-
via y derribaba la cabeza sobre el hom-
bro izquierdo , y alababa el vino , que le
ponia en las nubes , aunque no se atrevia
á dejarle mucho en ellas , porque no se
aguase. De lance en lance volvieron á las
alabanzas del huésped encerrado , y con-
taron de su desmayo y encerramiento ,
y de que no habia querido cenar cosa al-
LAS DOS DONCELLAS. 25
guna : ponderaron el aparato de las bol-
+ sas , y la bondad del cuartago , y del ves-
tido vistoso que de camino traía ; todo
lo cual requeria no venir sin mozo que
le sirviese. Todas estas ecsageraciones pu-
sieron nuevo desco de verle , y rogó al
mesonero hiciese de modo como él en-
trase á dormir en la otra cama', y le da-
ria un escudo de oro; y puesto que la
codicia del dinero acabó con la voluntad
del mesonero dé dársela , halló ser im-
posible á causa que eestaba cerrado por
de dentro , y no se atrevía á despertar al
que dentro dormia , y que tambien te-
nia pagados los dos lechos. Todo lo cual
facilitó el alguacil diciendo : lo que se
podrá hacer es que yo llamaré á la puer-
ta , diciendo que soy la justicia , que por
mandado del señor alcalde traigo á apo-
sentar á este caballero á este meson , y
que no habiendo otra cama, se le manda
dar aquella ; á lo cual ha de replicar el
26 LAS DOS DONCELLAS .
huésped que se le hace agravio , porqué
ya está alquilada , y no es razon quitarla
al que la tiene con esto quedará el me-
sonero disculpado, y vuesa merced con-
seguirá su intento. A todos les pareció
bien la traza del alguacil , y por ella le
dió el deseoso cuatro reales. Púsose lue-
go por obra ; y en resolucion , mostran→
do gran sentimiento el primer huésped,
abrió á la justicia y el segundo , pidién,
dole perdon del agravio que al parecer
se le habia hecho , se fué à acostar en el
lecho desocupado ; pero ni el otro le res-
pondió palabra , ni menos se dejó ver
el rostro , porque apenas hubo abierto ,
cuando se fué à su cama ; y vuelta la
cara á la pared , por no responder, hizo
que dormia. El otro se acostó, esperando
cumplir por la mañana su deseo cuando
se levantasen. Era la noche de las pere-
zosas y largas de diciembre , y el frio y
el cansancio del camino forzaba á pro-
LAS DOS DONCELLAS. 27
curar pasarla con reposo ; pero como
no le tenia el huésped primero , á poco
mas de la media noche comenzó á sus-
pirar tan amargamente , que con cada
suspiro parecia despedírsele el alma , y
fué de tal manera , que aunque el se-
gundo dormia, hubo de despertar al lasti-
mero son del que se quejaba ; y admirado
de los sollozos con que acompañaba los
suspiros , atentamente se puso á escuchar
lo que al parecer entre sí murmuraba.
Estaba la sala escura , y las camas bien
desviadas ; pero no por esto dejó de oir,
entre otras razones , estas que con vOZ
debilitada y flaca el lastimado huésped
primero decia : ¡ Ay sin ventura ! ៩¿ adon-
de me lleva la fuerza incontrastable de
mis hados ? ¿ Qué camino es el mio , ó
qué salida espero tener del intrincado
laberinto donde me hallo ? ¡ Ay pocos y
mal esperimentados años , incapaces de
toda buena consideracion , y consejo !
28 LAS DOS DONCELLAS..
¿ Qué fin ha de tener esta no sabida pe-
regrinacion mia ? ¡ Ay honra menospre-
ciada ! ¡ Ay amor mal agradecido ! ¡ Ay
respetos de honrados padres y parientes
atropellados ! ¡ y ay de mí una y mil ve-
ces , que tan á rienda suelta me dejé
llevar de mis deseos ! ¡ O palabras fingi-
das , que tan de veras me obligastes á
que con obras os respondiese ! ¿ Pero de
quien me quejo cuitada ? ¿ Yo no soy la
que quise engañarme ? ¿ No soy yo , la
que tomé el cuchillo de sus mismas ma-
nos , con que corté y eché por tierra mi
crédito , con el que de mi valor tenian
mis ancianos padres ? ¡ O fementido Mar-
co Antonio ! ¿ como es posible que en
las dulces palabras que me decias vinie-
se mezclada la hiel de tus descortesías y
desdenes? ¿Adonde estás, ingrato ? ¿Adon-
de te fuiste, desconocido ? Respóndeme ,
que te hablo espérame , que te sigo :
susténtame , que descaezco : págame lo
LAS DOS DONCELLAS. 29
2
que me debes ; socórreme, pues por tan-
tas vias te tengo obligado. Calló en di-
ciendo esto , dando muestra en los ayes
y suspiros que no dejaban los ojos de
derramar tiernas lágrimas. Todo lo cual
con sosegado silencio estuvo escuchando
el segundo huésped , coligiendo por las
razones que habia oido que sin duda
alguna era muger la que se quejaba :
cosa que le avivó mas el deseo de cono-
cella, y estuvo muchas veces determi-
nado de irse á la cama de la que creia
ser muger , y hubiéralo hecho , si en
aquella sazon no le sintiera levantar ; y
abriendo la puerta de la sala , dió voces
al huésped de casa que le ensillase el
cuartago , porque queria partirse. A lo
cual , al cabo de un buen rato que el
mesonero se dejó llamar , le respondió
que se sosegase , porque aun no era pa-
sada la media noche , y que la escuridad
era tanta que seria temeridad ponerse en
30 LAS DOS DONCELLAS.
camino. Quietóse con esto , y volviendo
á cerrar la puerta , se arrojó en la cama
de golpe , dando un recio suspiro. Pare-
cióle al que escuchaba que seria bien
hablarle , y ofrecerle para su remedio
lo que de su parte podia , por obligarle
con esto á que se descubriese , y su las-
timera historia le contase , y asi le dijo :
por cierto, señor gentilhombre , que si
los suspiros que habeis dado y las pala-
bras que habeis dicho no me hubieran
movido á condolerme del mal de que
os quejais , entendiera que carecia de
natural sentimiento , ó que mi alma era
de piedra , y mi pecho de bronce duro :
y si esta compasion que os tengo , y el
presupuesto que en mi ha nacido de po-
ner mi vida por vuestro remedio , si es
que vuestro mal le tiene , merece alguna
cortesía , en recompensa ruégoos que la
useis conmigo, declarándome sin encu-
brirme cosa , la causa de vuestro dolor.
LAS DOS DONCELLAS . 31
Si él no me hubiera sacado de sentido ,
respondió el que se quejaba , bien de-
biera yo de acordarme que no estaba so-
lo en este aposento , y asi hubiera puesto
· mas freno á mi lengua y mas tregua á
mis suspiros ; pero en pago de haberme
faltado la memoria en parte donde tan-
to me importaba tenerla , quiero hacer
lo que me pedís , porque renovando la
amarga historia de mis desgracias , po-
dria ser que el nuevo sentimiento me
acabase ; mas si quereis que haga lo que
me pedis , habéisme de prometer , por
la fé que me habeis mostrado en el ofre-
cimiento que me habeis hecho , y por
quien vos sois , que á lo que en vues-
tras palabras mostrais prometeis mucho ,
que por cosas que de mí oyais en lo que
os dijere , no os habeis de mover de
vuestro lecho ni venir al mio , ni pre-
guntarme mas de aquello que yo quisiere
deciros , porque si al contrario desto
32 LAS DOS , DONCELLAS.
hiciéredes , en el punto que os sienta
mover, con una espada , que á la cabe-
cera tengo , me pasaré el pecho. Esotro,
que mil imposibles prometiera por saber
lo que tanto deseaba , le respondió que ·
no saldria un punto de lo que le habia
pedido, afirmándoselo con mil juramen-
tos. Con ese seguro pues , dijo el pri-
mero , yo. haré lo que hasta agora no he
hecho , que es dar cuenta de mi vida , y
asi escuchad..
Habeis de saber, señor, que yo que en
esta posada entré , como sin duda os ha-
brán dicho, en trage de varon , soy una
desdichada doncella, á lo menos una que
lo fué no ha ocho dias , y lo dejó de ser
por inadvertida y loca , y por creerse de
palabras compuestas y afeitadas de fe-
mentidos hombres . Mi nombre es Teo-.
dosia : mi patria un principal lugar desta
Andalucía , cuyo nombre callo , porque
no os importa á vos tanto el saberlo,
LAS DOS DONCELLAS. 33
como á mí el encubrirlo : mis padres
son nobles y mas que medianamente ri-
cos , los cuales tuvieron un hijo y una
hija , él para descanso y honra suya , y
ella para todo lo contrario : á él envia-
ron á estudiar á Salamanca ; á mí me te-
njan en su casa, adonde me criaban con
el recogimiento y recato que su virtud y
nobleza pedian ; y yo sin pesadumbre al-
guna siempre les fuí obediente , ajustan-
do mi voluntad á la suya, sin discrepar
un solo punto, hasta que mi suerte men-
guada, ó mi mucha demasía, me ofreció
á los ojos un hijo de un vecino nuestro ,
mas rico que mis padres , y tan noble
como ellos. La primera vez que le miré
no sentí otra cosa que fuese mas de una
complacencia de haberle visto , y no fuc
mucho , porque su gala , gentileza , ros-
tro y costumbres eran de los alabados
estimados del pueblo , con su rara dis-
crecion y cortesía. ¿ Pero de qué me sir-
3
34 LAS DOS DONCELLAS.
ve alabar á mi enemigo , ni ir alargando
con razones el esceso tan desgraciado
mio , ó por mejor decir el principio de
mi locura? Digo en fin que él me vió una
y muchas veces desde una ventana , que ·
frontero de otra mia estaba : desde alli ,
á lo que me pareció , me envió el alma
por los ojos ; y los mios , con otra ma-
nera de contento que él , primero gus-
taron de miralle , y aun me forzaron á
que creyese que eran puras verdades
cuanto en sus ademanes y en su rostro
leía. Fue la vista la intercesora y media-
nera de la habla , la habla de declarar su
deseo , su desco de encender el mio y de
dar fé al suyo. Llegáronse á todo esto las
promesas , los juramentos , las lágrimas ,
los suspiros y todo aquello que á mi pa-
recer puede hacer un firme amador para
dar á entender la entereza de su volun-
tad y la firmeza de su pecho ; y en mí ,
desdichada , que jamás en semejantes
LAS DOS DONCELLAS. 35
ocasiones y trances me habia visto , cada
palabra era un tiro de artillería que der-
ribaba parte de la fortaleza de mi honra :
cada lágrima era un fuego en que se
abrasaba mi honestidad : cada suspiro un
furioso viento que el incendio aumen-
taba , de tal suerte , que acabó de con-
sumir la virtud que hasta entonces aun
no habia sido tocada ; y finalmente , con
la promesa de ser mi esposo , á pesar de
sus padres , que para otra le guardaban,
di con todo mi recogimiento en tierra,
y sin saber como , me entregué en su
poder, á hurto de mis padres , sin tener
otro testigo de mi desatino que un page
de Marco Antonio , que este es el nom-
bre del inquietador de mi sosiego ; y
apenas hubo tomado de mí la posesion
que quiso , cuando de alli á dos dias
desapareció del pueblo , sin que sus pa-
dres ni otra persona alguna supiesen de-
cir ni imaginar dónde habia ido. Cual
36 LAS DOS DONCELLAS.
yo quedé , digalo quien tuviere poder
para decirlo , que yo no sé ni supe mas
de sentillo : castigué mis cabellos, como
si ellos tuvieran la culpa de mi yerro :
martiricé mi rostro , por parecerme que
él habia dado toda la ocasion á mi des-
ventura : maldije mi suerte : acusé mi
presta determinacion : derramé muchas
é infinitas lágrimas : víme casi ahogada
entre ellas y entre los suspiros que de
mi lastimado pecho salian : quejéme en
silencio al cielo : discurrí con la imagi-
nacion por ver si descubria algun ca-
mino ó senda á mi remedio , y la que
hallé fue vestirme en hábito de hombre,
y ausentarme de la casa de mis padres,
y irme á buscar á este segundo engaña-
dor Enéas , á este cruel y fementido Vi-
reno , á este defraudador de mis buenos
pensamientos y legítimas y bien fun-
dadas esperanzas ; y así , sin ahondar
mucho en mis discursos , ofreciéndome
LAS DOS DONCELLAS. 37
la ocasion un vestido de camino de mi
hermano , y un cuartago de mi padre,
que yo ensillé , una noche escurísima salí
de casa , con intencion de ir á Salaman-
ca , donde segun despues se dijo creian
que Marco Antonio podia haber venido ;
porque tambien es estudiante y cama-
rada del hermano mio que os he dicho .
No dejé asimismo de sacar cantidad de
dineros en oro para todo aquello que
en mi impensado viage pueda suceder-
me. Lo que mas me fatiga es que mis
padres me han de seguir y hallar por
las señas del vestido y del cuartago que
traigo ; y cuando esto no tema , temo á
mi hermano , que está en Salamanca ,
del cual si soy conocida , ya se puede en-
tender el peligro en que está puesta mi
vida ; porque aunque él escuche mis dis-
culpas , el menor punto de su honor pa-
sa á cuantas yo pudiere darle . Con todo
esto mi principal determinacio es , aun-
n
38 LAS DOS DONCELLAS.
que pierda la vida , buscar al desalmado
de mi esposo , que no puede negar el
serlo , sin que le desmientan las prendas
que dejó en mi poder , que son una sor-
tija de diamantes con unas cifras que di-
cen es Marco Antonio esposo de Teo-
dosia. Si le hallo sabré dél que halló en
mí que tan presto le movió á dejarme ;
y en resolucion haré que me cumpla la
palabra y fé prometida , ó le quitaré la
vida , mostrándome tan presta á la ven-
ganza , como fuí fácil á dejar agraviarme :
porque la nobleza de la sangre que mis
padres me han dado va despertando en
mi brios que me prometen ó ya reme-
dio, ó ya venganza de mi agravio. Esta
es , señor caballero , la verdadera y des-
dichada historia que deseábades saber,
la cual será bastante disculpa de los suspi-
ros ypalabras que os despertaron. Lo que
os ruego y suplico es , que ya que no po-
dais darme remedio , á lo menos me deis
LAS DOS DONCELLAS. 39
consejo con que pueda huir los peligros
que me contrastan , y templar el temor
que tengo de ser hallada , y facilitar los
modos que he de usar para conseguir lo
que tanto desco y he menester.
Un gran espacio de tiempo estuvo sin
responder palabra el que habia estado
escuchando la historia de la enamorada
Teodosia , y tanto , que ella pensó que es-
taba dormido , y que ninguna cosa le ha-
bia oido. Para certificarse de lo que sos-
pechaba , le dijo : ¿ dormís , señor? y no
seria malo que durmiésedes , porque el
apasionado que cuenta sus desdichas á
quien no las siente , bien es que causen
en quien las escucha mas sueño que lás-
tima. No duermo , respondió el caballe-
ro , antes estoy tan despierto , y siento
tanto vuestra desventura , que no sé si
diga que en el mismo grado me aprieta
y duele que à vos misma ; y por esta cau-
sa el consejo que me pedís no solo ha de
40 LAS DOS DONCELLAS.
parar en aconsejaros , sino en ayudaros
con todo aquello que mis fuerzas alcan-
zaren que puesto que en el modo que
habeis tenido en contarme vuestro suce-
so se ha mostrado el raro entendimiento
de que sois dotada , y que conforme á esto
os debió de engañar mas vuestra voluntad
rendida , que las persuasiones de Marco
Antonio , todavía quiero tomar por dis-
culpa de vuestro yerro vuestros pocos
años , en los cuales no cabe tener espe-
riencia de los muchos engaños de los
hombres. Sosegad , señora , y dormid ,
si podeis , lo poco que debe de quedar
de la noche , que en viniendo el dia nos
aconsejarémos los dos y verémos qué sa-
lida se podrá dar á vuestro remedio. Agra-
decióselo Teodosia lo mejor que supo , y
procuró reposar un rato para dar lugar
á que el caballero durmiese ; el cual no
le fue posible sosegar un punto , antes
comenzó á volcarse por la cama y á sus-
LAS DOS DONCELLAS. 41
pirar de manera , que fue forzoso à Teo-
dosia preguntarle qué era lo que sentia,
que si era alguna pasion á quien ella pu-
diese remediar , lo haria con la voluntad
misma que él á ella se le habia ofrecido .
A esto respondió el caballero : puesto que
sois vos , señora, la que causa el desasosie-
go que en mí habeis sentido , no sois vos
la que podeis remedialle , que á serlo , no
tuviera yo pena alguna. No pudo enten-
der Teodosia adónde se encaminaban
aquellas confusas razones ; pero todavía
sospechó que alguná pasion amorosa le
fatigaba , y aun pensó ser ella la causa ,
y era de sospechar y de pensar , pues la
comodidad del aposento , la soledad y la
escuridad , y el saber que era muger , no
fuera mucho haber despertado en él al-
gun mal pensamiento ;; y temerosa desto
se vistió con grande priesa y con mucho
silencio , y se ciñó su espada y daga , y
de aquella manera sentada sobre la ca-
42 LAS DOS DONCELLAS.
ma estuvo esperando el dia , que de allí
á poco espacio dió señal de su venida
con la luz que entraba por los muchos
lugares y entradas que tienen los aposen-
tos de los mesones y ventas , y lo mismo
que Teodosia habia hecho el caballero ,
y apenas vió estrellado el aposento con
la luz del dia , cuando se levantó de la
cama diciendo : levantaos , señora Teo-
dosia , que yo quiero acompañaros en
esta jornada , y no dejaros de mi lado
hasta que como legítimo esposo tengais
en el vuestro á Marco Antonio , ó que él
ó yo perdamos las vidas : y aqui veréis
la obligacion y voluntad en que me ha
puesto vuestra desgracia ; y diciendo es-
to , abrió las ventanas y puertas del apo-
sento. Estaba Teodosia deseando ver la
claridad , para ver con la luz qué talle y
parecer tenia aquel con quien habia es-
tado hablando toda la noche , mas cuan-
do le miro y le conoció quisiera que ją,
LAS DOS DONCELLAS. 43
más hubiera amanecido , sino que alli
en perpétua noche se le hubieran cerra-
do los ojos : porque apenas hubo vuelto
el caballero los ojos á mirarla , que tam-
bien deseaba verla , cuando ella conoció
que era su hermano , de quien tanto se
temia , á cuya vista casi perdió la de sus
ojos , quedó suspensa y muda y sin co-
lor en el rostro ; pero sacando del temor
esfuerzo, y del peligro discrecion , echan-
do mano á la daga , la tomó por la pun-
ta , y se fue á hincar de rodillas delante
de su hermano, diciendo con voz turbada
y temerosa : toma , señor y querido her-
mano mio , y haz con este hierro el cas-
tigo del que he cometido , satisfaciendo
tu enojo , que para tan grande culpa
como la mia no es bien que ninguna mi-
sericordia me valga. Yo confieso mi pe-
cado , y no quiero que me sirva de dis-
culpa mi arrepentimiento : solo te su-
plico que la pena sea de suerte que se
44 LAS DOS DONCELLAS.
estienda á quitarme la vida , y no la hon-
ra , que puesto que yo la he puesto en
manifiesto peligro , ausentándome de ca-
sa de mis padres , todavía quedará en
opinion si el castigo que me dieres fuere
secreto. Mirábala su hermano , y aunque
la soltura de su atrevimiento le incitaba
á la venganza , las palabras tan tiernas y
tan eficaces con que manifestaba su cul-
pa le ablandaron de tal suerte las entra-
ñas , que con rostro agradable y sem-
blante pacífico la levantó del suelo , y la
consoló lo mejor que pudo y supo , di-
ciéndole entre otras razones : que por no
hallar castigo igual á su locura le suspen-
dia por entonces ; y así por esto , como
por parecerle que aun no habia cerrado
la fortuna de todo en todo las puertas á
su remedio , queria antes procurársele
por todas las vias posibles , que no tomar
venganza del agravio que de su mucha
liviandad en él redundaba . Con estas ra-
LAS DOS DONCELLAS. 45
zones volvió Teodosia á cobrar los per-
didos espíritus , tornó la color á sú ros-
tro , y revivieron sus casi muertas espe-
ranzas. No quiso mas D. Rafael , que así
se llamaba su hermano , tratarle de su
suceso ; solo le dijo que mudase el nom-
bre de Teodosia en Teodoro ; que die-
sen luego la vuelta á Salamanca los dos
juntos á buscar á Marco Antonio , puesto
que él imaginaba que no estaba en ella ,
porque siendo su camarada le hubiera
hablado ; aunque podia ser que el agra-
vio que le habia hecho le enmudeciese ,
y le quitase la gana de verle. Remitióse
el nuevo Teodoro á lo que su hermano
quiso : entró en esto el huésped , al cual
ordenaron que les diese algo de almor-
zar , porque querian partirse luego.
Entretanto que el mozo de mulas ensi-
llaba , y el almuerzo venia , entró en el
meson un hidalgo que venia de camino ,
que de don Rafael fue conocido luego.
46 LAS DOS DONCELLAS.
Conociale tambien Teodoro , y no osó
salir del aposento por no ser visto. Abra-
záronse los dos , y preguntó don Rafael
al recien venido ¿ qué nuevas habia en su
lugar ? A lo cual respondió ; que él venia
del puerto de Santa María , adonde de-
jaba cuatro galeras de partida para Ná-
poles , y que en ellas habia visto embar-
cado á Marco Antonio Adorno , el hijo
de don Leonardo Adorno : con las cuales
nuevas se holgó don Rafael , pareciéndo-
le que pues tan sin pensar habia sabido
nuevas de lo que tanto le importaba , era
señal que tendria buen fin su suceso. Ro-
góle á su amigo que trocase con el cuar-
tago de su padre , que él muy bien cono-
cia , la mula que él traia ; no diciéndole
que venia , sino que iba á Salamanca , y
que no queria llevar tan buen cuartago
en tan largo camino . El otro , que era co-
medido y amigo suyo , se contentó del
trueco , y se encargó de dar el cuartago
LAS DOS DONCELLAS. 47
á su padre. Almorzaron juntos , y Teo-
doro solo ; y llegado el punto de partirse
el amigo , tomó el camino de Cazalla ,
donde tenia una rica heredad. No partió
D. Rafael con él , que por hurtarle el
cuerpo , le dijo que le convenia volver
aquel dia á Sevilla ; y asi como le vió
ido , estando en órden las cabalgaduras ,
hecha la cuenta y pagado el huésped , di-
ciendo á dios , se salieron de la posada ,
dejando admirados á cuantos en ella que-
daban de su hermosura y gentil disposi-
cion que no tenia para hombre menor
gracia , brio y compostura D. Rafael, que
su hermana belleza y donaire. Luego en
saliendo contó D. Rafael á su hermana
las nuevas que de Marco Antonio le ha-
bian dado , y que le parecia que con la
diligencia posible caminasen la vuelta de
Barcelona , donde de ordinario suelen
de parar algun dia las galeras que pasan á
Italia , ó vienen á España , y que si no
09
*48 LAS DOS DONCELLAS .
hubiesen llegado podian esperarlas , y
alli sin duda hallarian á Marco Antonio .
Su hermana le dijo que hiciese todo aque-
llo que mejor le pareciese , porque ella
no tenia mas voluntad que la suya. Dijo
D. Rafael al mozo de mulas que consigo
llevaba que tuviese paciencia , porque le
convenia pasar á Barcelona , asegurándo-
le la paga á todo su contento del tiempo
que con él anduviesc. El mozo , que era
de los alegres del oficio , y que conocia
que D. Rafael era liberal , respondió que
hasta el cabo del mundo le acompañaria
y serviria. Preguntó D. Rafael á su her-
mana ¿ qué dineros llevaba ? Respondió
que no los tenia contados , y que no sa-
bia mas de que en el escritorio de su pa-
dre habia metido la mano siete ú ocho
veces y sacádola llena de escudos de oro;
y segun aquello imaginó D. Rafael que
podia llevar hasta quinientos escudos ,
que con otros doscientos que él tenia , y
LAS DOS DONCELLAS. 49
una cadena de oro que llevaba , le pare-
ció no ir muy desacomodado ; y mas per
suadiéndose que habia de hallar en Bar-
celona á Marco Antonio. Con esto se die-
ron priesa á caminar sin perder jornada;
y sin acaecerles desman ó impedimento
alguno, llegaron á dos leguas de un lugar
que está nueve de Barcelona , que se lla-
ma Igualada. Habían sabido en el camino
como un caballero , que pasaba por em-
bajador á Roma , estaba en Barcelona
esperando las galeras que aun no habian
llegado nueva que les dió mucho con-
tento. Con este gusto caminaron hasta
entrar en un bosquecillo , que en el ca-
mino estaba , del cual vieron salir un
hombre corriendo y mirando atras como
espantado. Púsosele D. Rafael delante ,
diciéndole : ¿ por qué huís , buen hom-
bre , ó que cosa os ha acontecido , que
con muestras de tanto miedo os hace pa-
recer tan ligero ? ¿ No quereis que corra
4
50 LAS DOS DONCELLAS.
apriesa y con miedo , respondió el hom-
bre , si por milagro me he escapado de
una compañía de bandoleros que queda
en ese bosque ? Malo , dijo el mozo de
mulas , malo , vive Dios : bandoleritos á
estas horas? para mi santiguada que ellos
nos pongan como nuevos. No os congo-
geis , hermano , replicó el del bosque ,
que ya los bandoleros se han ido , y han
dejado atados á los árboles deste bosque By
mas de treinta pasageros , dejándolos en
camisa : á solo un hombre dejaron libre
para que desatase á los demas , despues
que ellos hubiesen traspuesto una mon-
tañuela que le dieron por señal. Si eso es ,
dijo Calvete , que asi se llamaba el mozo
de mulas , seguros podemos pasar , á cau-
sa que al lugar donde los bandoleros ha-
cen el salto no vuelven por algunos dias ;
y puedo asegurar esto como aquel que ha
dado dos veces en sus manos , y sabe de
molde su usanza y costumbres. Asi es ,
LAS DOS DORCELLAS. 51
dijo el hombre : lo cual oido por D. Ra-
fael , determinó pasar adelante ; y no an-
duvieron mucho cuando dieron en los
atados , que pasaban de cuarenta , que
los estaba desatando él que dejaron suel-
to. Era estraño espectáculo el verlos :
unos desnudos del todo : otros vestidos
con los vestidos astrosos de los bandole-
ros unos llorando de verse robados :
otros riendo de ver los estraños trages de
los otros ; este contaba por menudo lo que
le llevaban aquel decia que le pesaba
mas de una caja de agnus que de Roma
traia , que de otras infinitas cosas que lle-
vaba. En fin todo cuanto alli pasaba eran
llantos y gemidos de los miserables des-
pojados. Todo lo cual miraban , no sin
mucho dolor los dos hermanos , dando
gracias al cielo que de tan grande y de
tan cercano peligro los habia librado. Pe-
ro lo que mas compasion les puso , espe-
cialmente á Teodoro , fue ver al tronco
52 LAS DOS DONCELLAS.
de una encina atado un muchacho , de
edad al parecer de diez y seis años , con
sola la camisa y unos calzones de lienzo ;
pero tan hermoso de rostro , que forzaba
y movia á todos que le mirasen. Apeóse
Teodoro á desatarle , y él le agradeció
con muy corteses razones el beneficio ; y
por hacérsele mayor , pidió á Calvete el
mozo de mulas le prestase su capa hasta
que en el primer lugar comprasen otra
para aquel gentil mancebo. Dióla Calvete,
y Teodoro cubrió con ella al mozo , pre-
guntándole de dónde era , de dónde ve-
nia y adónde caminaba. A todo estaba
presente D. Rafael ;; y el mozo respondió
que era de Andalucía , y de un lugar que
en nombrándole vieron que no distaba
del suyo sino dos leguas. Dijo que venia
de Sevilla , y su designio era pasar á Ita-
lia á probar ventura en el ejercicio de las
armas , como otros muchos españoles
acostumbraban ; pero que la suerte suya
LAS DOS DONCELLAS. 53
habia salido azár ( 1 ) con el mal encuen-
tro de los bandoleros , que le llevaban
una buena cantidad de dineros , y tales
vestidos , que no se compráran tan bue-
nos con trescientos escudos ; pero que
con todo eso pensaba proseguir su cami-
no , porque no venia de casta que se le
habia de helar al primer mal suceso el
calor de su fervoroso deseo. Las buenas
razones del mozo , junto con haber oido
que era tan cerca de su lugar , y mas con
la carta de recomendacion que en su her-
mosura traia , pusieron voluntad en los
dos hermanos de favorecerle en cuanto
pudiesen ; y repartiendo entre los que
mas necesidad á su parecer tenian algu-
nos dineros , especialmente entre frailes
y clérigos , que habia mas de ocho , hi-
cieron que subiese el mancebo en la mu-
la de Calvete , y sin detenerse mas , en

(1) Esto es , adversa.


54 LAS DOS DONCELLAS.
poco espacio se pusieron en Igualada ,
donde supieron que las galeras el dia an-
tes habian llegado á Barcelona , y que de
alli á dos dias se partirian , si antes no
les forzaba la poca seguridad de la playa.
Estas nuevas hicieron que la mañana si-
guiente madrugasen antes que el sol,
puesto que aquella noche no la durmie-
ron toda , sino con mas sobresalto de los
dos hermanos que ellos se pensaron , cau-
sado de que estando á la mesa , y con
ellos el mancebo que habian desatado ,
Teodoro puso ahincadamente los ojos en
su rostro , y mirándole algo curiosamen-
te , le pareció que tenia las orejas hora-
dadas ; y en esto y en un mirar vergon-
zoso que tenia , sospechó que debia de
ser muger , y deseaba acabar de cenar
para certificarse á solas de su sospecha ;
y entre la cena le preguntó D. Rafael
que cuyo hijo era , porque él conocia to-
da la gente principal de su lugar , si era
LAS DOS DONCELLAS. 55
aquel que habia dicho. A lo cual respon-
dió el mancebo que era hijo de D. Enri-
que de Cárdenas ; caballero bien conoci-
do. A esto dijo D. Rafael que él conocia
bien á D. Enrique de Cárdenas ; pero
que sabia y tenia por cierto que no tenia
hijo alguno ; mas que si lo habia dicho
por no descubrir sus padres , que no im-
portaba , y que nunca mas se lo pregun-
taria. Verdad es , replicó el mozo , que
D. Enrique no tiene hijos ; pero tiénelos
un hermano suyo , que se llama D. San-
cho. Ese tampoco , respondió D. Rafael ,
tiene hijos , sino una hija sola ; y aun di- ·
cen que es de las mas hermosas doncellas
que hay en la Andalucia , y esto no lo sé
mas de por fama que aunque muchas
veces he estado en su lugar jamas la he
visto. Todo lo que señor , decís , es ver-
dad , respondió el mancebo , que D. San-
cho no tiene mas de una hija , pero no
tan hermosa como su fama dice ; y si yo
56 LAS DOS DONCELLAS.
dije que era hijo de D. Enrique , fuepor
que me tuviésedes , señores , en algo , 1
pues no lo soy , sino de un mayordomo
de D. Sancho , que há muchos años que
le sirve ; y yo nací en su casa , y por cier-
to enojo que dí á mi padre , habiéndole
tomado buena cantidad de dineros , qui-
sc venirme á Italia , como os he dicho , y
seguir el camino de la guerra , por quien
vienen , segun he visto , á hacerse ilustres
aun los de escuro linage. Todas estas ra-
zones y el modo con que las decia notaba
atentamente Teodoro , y siempre se iba
confirmando en su sospecha. Acabóse la
cena , alzáronse los manteles , en tanto
que D. Rafael se desnudaba , habiéndole
dicho lo que del mancebo sospechaba,
con su parecer y licencia se apartó con
el mancebo á un balcon de una ancha
ventana que á la calle salia , y en él pues-
tos los dos de pechos , Teodoro así co-
menzó á hablar con el mozo.
LAS DOS DONCELLAS. 57
Quisiera , Sr. Francisco , que asi habia
dicho él que se llamaba , haberos hecho
tantas buenas obras , que os obligara á
no negarme cualquiera cosa que pudiera
ó quisiera pediros ; pero el poco tiempo
que ha que os conozco no ha dado lugará
ello ; podria ser que en el que está por
venir conociésedes lo que merece mi de-
seo ; y si al que ahora tengo no gustára-
des de satisfacer , no por eso dejaré de ser
vuestro servidor , como lo soy tambien
antes que os le descubra. Sepais que aun-
que tengo tan pocos años como los vues-
tros, tengo mas esperiencia de las cosas
de mundo que ellos prometen , pues con
ella he venido á sospechar que vos no sois
varon , como vuestro trage lo muestra ,
sino muger , y tan bien nacida como
vuestra hermosura publica , y quizá tan
desdichada como lo da á entender la mu-
danza del trage ; pues jamas tales mudan-
zas son por bien de quien las hace : si es
58 LAS DOS DONCELLAS .
verdad lo que sospecho decídmelo , que
os juro por la fé de caballero que profe-
so , de ayudaros y serviros en todo aque-
llo que pudiere. De que no seais muger
no me lo podeis negar , pues por las ven-
tanas de vuestras orejas se vé esta verdad
bien clara ; y habeis andado descuidada
en no cerrar y disimular esos agujeros
con alguna cera encarnada , que pudiera
ser que otro tan curioso como yo , y no
tan honrado , sacára á luz lo que vos tan
mal habeis sabido encubrir. Digo que no
dudeis de decirme quién sois , con presu-
puesto que os ofrezco mi ayuda , y os ase-
guro el secreto que quisiéredes que ten-
ga. Con grande atencion estaba el man-
cebo escuchando lo que Teodoro le de-
cia ; y viendo que ya callaba , antes que
le respondiese palabra le tomó las manos,
y llegándoselas á la boca , se las besó por
fuerza , y aun se las bañó con gran can-
tidad de lágrimas que de sus hermosos
LAS DOS DONCELLAS. 59
ojos derramaba , cuyo estraño sentimien-
to le causó en Teodoro de manera , que
no pudo dejar de acompañarle en ellas :
propia y natural condicion de mugeres
principales enternecerse de los sentimien-
tos y trabajos agenos ; pero despues que
con dificultad retiró sus manos de la bo-
ca del mancebo , estuvo atenta á ver lo
que le respondia ; el cual dando un pro-
fundo gemido , acompañado de muchos
suspiros , dijo : no quiero ni puedo nega-
ros , señor , que vuestra sospecha no ha-
ya sido verdadera : muger soy , y la mas
desdichada que echaron al mundo las
mugeres ; y pues las obras que me habeis
hecho , y los ofrecimientos que me haceis
me obligan á obedeceros en cuanto me
mandáredes , escuchad , que yo os diré
quién soy , si ya no os cansa oir agenas
desventuras. En ellas viva yo siempre ,
replicó Teodoro , si no llegue el gusto de
saberlas á la pena que me darán el ser
60 LAS DOS DONCELLAS.
vuestras , que ya las voy sintiendo como
propias mias ; y tornándole á abrazar , y á
hacer nuevos y verdaderos ofrecimientos ,
el mancebo , algo mas sosegado , comen-
zó á decir estas razones :
En lo que toca á mi patria , la verdad
he dicho ; en lo que toca á mis padres ,
no la dije ; porque D. Enrique no lo es;
sino mi tio , y su hermano D. Sancho
mi padre que yo soy la hija desventu-
rada , que vuestro hermano dice que D.
Sancho tiene , tan celebrada de hermosa ,
cuyo engaño y desengaño se echa de ver
en la ninguna hermosura que tengo. Mi
nombre es Leocadia : la ocasion de la
mudanza de mi trage oiréis ahora. Dos
leguas de mi lugar está otro , de los mas
ricos y nobles de la Andalucía , en el
cual vive un principal caballero , que
trae su origen de los nobles y antiguos
Adornos de Génova : este tiene un hijo ,
que si no es que la fama se adelanta en
LAS DOS DONCELLAS. 61
sus alabanzas , como en las mias , es de
los gentiles hombres que desearse puede.
Este pues , asi por la vecindad de los lu-
gares , como por ser aficionado al ejer-
cicio de la caza como mi padre , algu-
nas veces venia á mi casa , y en ella se
estaba cinco ó seis dias , que todos y aun
parte de las noches él y mi padre las pa-
saban en el campo . Desta ocasion tomó
la fortuna , ó él amor , ó mi poca adver-
tencia , la que fue bastante para derri-
barme de la alteza de mis buenos pensa-
mientos á la bajcza del estado en que me
veo ; pues habiendo mirado mas de aque-
llo que fuera lícito á una recatada don-
cella la gentileza y discrecion de Marco
Antonio , y considerando la calidad de
su linage y la mucha cantidad de los bie-
nes , que llaman de fortuna , que su pa-
dre tenia , me pareció que si le alcanzaba
por esposo , era toda la felicidad que po-
dia caber en mi deseo . Con este pensa-
62 LAS DOS DONCELLAS.
miento le comencé à mirar con mas cui-
dado , y debió de ser sin duda con mas
descuido ,, pues él vino á caer en que yo
le miraba ; y no quiso ni le fue menes-
ter al traidor otra entrada para entrarse
en el secreto de mi pecho , y robarme
las mejores prendas de mi alma. Mas no
sé para qué me pongo á contaros , señor ,
punto por punto las menudencias de mis
amores , pues hacen tan poco al caso ,
sino deciros de una vez lo que él con
muchas de solicitud grangeó conmigo ,
que fue que habiéndome dado su fé y pa-
labra debajo de grandes , á mi parecer ,
firmes y cristianos juramentos de ser mi
esposo , me ofrecí á que hiciese de mi
todo lo que quisiese ; pero aun no bien
satisfecha de sus juramentos y palabras ,
porque no se las llevase el viento , hice
que las escribiese en una cédula , que él
me dió firmada de su nombre, con tantas
circunstancias Ꭹ fuerzas escrita , que me
LAS DOS DONCELLAS. 63
satisfizo . Recibida la cédula , dí traza co-
mo una noche viniese de su lugar al mio,
y entrase por las paredes de un jardin á
mi aposento , donde sin sobresalto al-
guno podia coger el fruto que para él
solo estaba destinado . Llegóse en fin la
noche por mí tan deseada... Hasta este
punto habia estado callando Teodoro ,
teniendo pendiente el alma de las pala-
bras de Leocadia , que con cada una de
ellas le traspasaba el alma , especialmente
cuando oyó el nombre de Marco Anto-
nio , y vió la peregrina hermosura de
Leocadia , y consideró la1 grandeza de su
valor , con la de su rara discrecion , que
bien lo mostraba en el modo de contar
su historia. Mas cuando llegó á decir ,
llegó la noche por mí tan deseada , es-
tuvo por perder la paciencia , y sin po-
der hacer otra cosa , le salteó la razon (1)

(1 ) Le atajó la palabra , se le anticipó.


6.4 LAS DOS DONCELLAS."
diciendo : ¿ y bien ? así como llegó esa
felicísima noche , qué hizo ? Entró por
dicha? Gozástele ? Confirmó de nuevo
la cédula ? Quedó contento en haber al-
canzado de vos lo que decis que era su-
yo ? Súpolo vuestro padre ? ó en qué pa-
raron tan honestos y sabios principios ?
Pararon , dijo Leocadia , en ponerme de
la manera que veis ; porque no le gocé ,
ni me gozó , ni vino al concierto se-
ñalado. Respiró con estas razones Teo-
dosia , detuvo los espíritus que poco á
poco la iban dejando , estimulados y
apretados de la rabiosa pestilencia de
los zelos , que á mas andar se le iban
entrando por los huesos y médulas , para
tomar entera posesion de su paciencia ;
mas no la dejó tan libre , que no volviese
á escuchar con sobresalto lo que Leoca-
dia prosiguió diciendo ; no solamente no
vino , pero de alli á ocho dias supe por
nueva cierta que se habia ausentado de
LAS DOS DONCELLAS. 65
su pueblo y llevado de casa de sus pa-
dres á una doncella de su lugar , hija de
un principal caballero , llamada Teodo-
sia , doncella de estremada hermosura y
de rara discrecion ; y por ser de tan no-
bles padres , se supo en mi pueblo el ro-
bo , y luego llegó á mis oidos , y con él
la fria y temida lanza de los zelos , que
me pasó el corazon y me abrasó el alma
en fuego tal , que en él se hizo ceniza mi
honra , y se consumió mi crédito , se
secó mi paciencia , y se acabó mi cor-
dura. ¡ Ay de mí, desdichada ! que luego
se me figuró en la imaginacion Teodosia
mas hermosa que el sol , y mas discreta
que la discrecion misma , y sobre todo
mas venturosa que yo sin ventura. Lei
luego las razones de la cédula , vílas fir-
mes y valederas , y que no podian faltar
en la fé que publicaban : y aunque á
ellas como á cosa sagrada se acogiera mi
esperanza , en cayendo en la cuenta de la
66 LAS DOS DONCELLAS.
sospechosa compañia que Marco Antonio
llevaba consigo , daba con todas ellas en
el suelo. Maltraté mi rostro , arranqué
mis cabellos , maldije mi suerte ; y lo que
mas sentia era no poder hacer estos sa-
crificios a todas horas , por la forzosa
presencia de mi padre : en fin , por aca-
bar de quejarme sin impedimiento ó por
acabar la vida , que es lo mas cierto , de-
terminé dejar la casa de mi padre , y co-
mo para poner por obra un mal pensa-
miento parece que la ocasion facilita y
allana todos los inconvenientes , sin te
mor alguno hurté à un page de mi padre
sus vestidos , y á mi padre mucha canti-
dad de dineros , y una noche , cubierta
con su negra capa , salí de casa , y á pie
caminé algunas leguas , y llegué á un lu-
gar que se llama Osuna , y acomodando-
me en un carro , de alli á dos dias entré
en Sevilla , que fue haber entrado en la
seguridad posible para no ser hallada
LAS DOS DONCELLAS. 67
aunque me buscasen. Alli compré otros
vestidos y una mula , y con unos caba-
lleros que venian á Barcelona con priesa,
por no perder la comodidad de unas ga-
leras que pasaban á Italia , caminé hasta
ayer , que me sucedió lo que ya habreis
sabido de los bandoleros que me quita-
ron cuanto traia , y entre otras cosas la
joya que sustentaba mi salud y aliviaba la
carga de mis trabajos , que fue la cédula
de Marco Antonio , que pensaba con ella
pasar á Italia , y hallando á Marco Anto-
nio presentárscla por testigo de su poca
fé, y á mí por abono de mi mucha fir-
meza , y hacer de suerte que me cum-
pliese la promesa ; pero juntamente con
esto he considerado que con facilidad
negará las palabras que en un papel es-
tan escritas , el que niega las obligacio-
nes que debian estar grabadas en el al-
ma , que claro está que si él tiene en su
compañía á la sin par Teodosia , no ha
68 LAS DOS DONCELLAS.
de querer mirar á la desdichada Leoca-
dia , aunque con todo esto pienso morir,
ó ponerme en la presencia de los dos ,
para que mi vista les turbe su sosiego :
no piense aquella enemiga de mi descan-
so gozar tan á poca costa lo que es mio ;
yo la buscaré , yo la hallaré , yo la quita-
ré la vida si puedo. ¿ Pues qué culpa tie-
ne Teodosia , dijo Teodoro , si ella qui-
zá tambien fue engañada de Marco Anto-
nio como vos , Sra. Leocadia , lo habeis
sido ? Puede ser eso asi , dijo Leocadia ,
si se la llevó consigo , y estando juntos
los que bien se quieren ¿ qué engaño
puede haber? Ninguno por cierto : ellos
están contentos , pues están juntos , ora
esten , como suele decirse , en los remo-
tos y abrasados desiertos de Libia , ó en
los solos y apartados de la helada Escitia:
ella le goza sin duda , sea donde fuere ,
y ella sola ha de pagar lo que he sentido
hasta que le halle. Podia ser que os en-
LAS DOS DONCELLAS. 69
gañásedes , replicó Teodosia , que yo co-
nozco muy bien á esa enemiga vuestra
que decís , y sé de su condicion y reco-
gimiento que nunca ella se aventuraria á
dejar la casa de sus padres , ni acudir á
la voluntad de Marco Antonio ; y cuando
lo hubiese hecho no conociéndoos , ni
sabiendo cosa alguna de lo que con él
teníades , no os agravió en nada , y don-
de no hay agravio , no viene bien la ven-
ganza. Del recogimiento , dijo Leocadia,
no hay que tratarme , que tan recogida y
tan honesta era yo como cuantas donce-
llas hallarse pudieran , y con todo eso
hice lo que habeis oido : de que él la lle-
vase , no hay duda ; y de que ella no me
haya agraviado , mirándolo sin pasion ,
yo lo confieso : mas el dolor que siento
de los zelos me la representa en la memo-
ria , bien asi como espada que atravesada
tengo por mitad de las entrañas y no es
mucho que como á instrumento que tan-
70 LAS DOS DONCELLAS.
to me lastima le procure arrancar dellas
y hacerle pedazos : cuanto mas que pru-
dencia es apartar de nosotros las cosas
que nos dañan , y es natural cosa abor-
recer las que nos hacen mal , y aquellas
que nos estorban el bien. Sea como vos
decís , Sra. Leocadia , respondió Teodo-
sia , que asi como veo que la pasion que
sentís no os deja hacer mas acertados dis-
cursos , veo que no estais en tiempo de
admitir consejos saludables. De mí os sé
decir lo que ya os he dicho , que os he
de ayudar y favorecer en todo aquello
que fuere justo y yo pudiere ; y lo mismo
os prometo de mi hermano , que su na-
tural , condicion y nobleza no le dejarán
hacer otra cosa. Nuestro camino es á Ita-
lia ; si gustáredes venir con nosotros , ya
poco mas o menos sabeis el trato de nues-
tra compañía ; lo que os ruego es me deis
licencia que diga á mi hermano lo que
sé de vuestra hacienda , para que os trate
LAS DOS DONCELLAS. 71
con el comedimiento y respeto que se os
debe , y para que se obligue á mirar por
vos como es razon. Junto con esto me
parece no ser bien que mudeis de trage ;
y si en este pueblo hay comodidad de
vestidos , por la mañana os compraré los
vestidos mejores que hubiere , y que mas
os convengan ; y en lo demas de vuestras
pretensiones , dejad el cuidado al tiem-
po , que es gran maestro de dar y hallar
remedio á los casos mas desesperados.
Agradeció Leocadia á Teodosia , que ella
pensaba ser Teodoro , sus muchos ofre-
cimientos , y dióle licencia de decir á su
hermano todo lo que quisiese ; suplicán-
dole que no la desamparase , pues veia á
cuantos peligros estaba puesta , si por
mager fuese conocida.
Con esto se despidieron , y se fueron á
acostar ; Teodosia al aposento de su her-
mano , y Leocadia á otro que junto déł
estaba. No se habia aun dormido D.Ra-
72 LAS DOS DONCELLAS.
fael , esperando á su hermana , por saber
lo que habia pasado con el que pensaba
ser muger , y entrando antes que se acos-
tase , se lo preguntó : la cual punto por
punto le contó todo cuanto Leocadia le
habia dicho , cuya hija era , sus amores ,
la cédula de Marco Antonio , y la inten-
cion que llevaba. Admiróse D. Rafael y
dijo á su hermana : si ella es la que dice ,
séos decir , hermana , que es de las mas
principales de su lugar , y una de las mas
nobles señores de toda la Andalucía : su
padre es bien conocido del nuestro ; y la
fama que ella tenia de hermosa corres-
ponde muy bien á lo que ahora vemos en
su rostro : y lo que desto me parece es
que debemos andar con recato , de ma-
nera que ella no hable primero con Mar-
+
co Antonio que nosotros , que me dá al-
gun cuidado la cédula que dice que le
hizo , puesto que la haya perdido ; pero
sosegaos , y acostaos , hermana , que para
todo se buscará remedio.
LAS DOS DONCELLAS. 73
Hizo Teodosia lo que su hermano la
mandaba , en cuanto al acostarse , mas en
lo de sosegarse no fue en su mano , que
ya tenia tomada posesion de su alma la
rabiosa enfermedad de los zelos. ¡ O
cuanto mas de lo que ella era se le re-
presentaba en la imaginacion la hermo-
sura de Leocadia , y la deslealtad de Mar-
co Antonio ! O cuántas veces leia ó fingia
leer la cédula que la habia dado ! Qué de
palabras y razones la añadia , que la ha-
cian cierta y de mucho efecto ! Cuantas
veces no creyó que se le habia perdido ! y
cuántas imaginó que sin ella Marco An-
tonio no dejára de cumplir su promesa ,
sin acordarse de lo que á ella estaba obli-
gado ! Pasósele en esto la mayor parte de
la noche sin dormir sueño ; y no la pasó
con mas descanso D. Rafael su hermano;
porque asi como oyó decir quien era Leo-
cadia , asi se le abrasó el corazon en sus
amores , como si de mucho antes para el
74 LAS DOS DONCELLAS.
mismo efecto la hubiera comunicado :
que esta fuerza tiene la hermosura , que
en un punto , en un momento lleva tras
sí el deseo de quien la mira y la conoce :
y cuando descubre ó promete alguna via
de alcanzarse y gozarse , enciende con
poderosa vehemencia el alma de quien la
contempla : bien asi del modo y facilidad
con que se enciende la seca y dispuesta
pólvora con cualquiera centella que la
toca. No la imaginaba atada al árbol , ni
vestida en el roto trage de varon , sino en
el suyo de muger , y en casa de sus pa-
dres ricos , y de tan principal y rico lina-
ge como ellos eran ; no detenia ni queria
detener el pensamiento en la causa que la
habia traido á que la conociese : deseaba
que el dia Hegase para proseguir su jor-
nada y buscar á Marco Antonio , no lan-
to para hacerle su cuñado , como para
estorbar que fuese marido de Leocadia ;
y ya le tenian el amor y el zelo de mane-
LAS DOS DONCELLAS. 75
ra , que tomára por buen partido ver á
su hermana sin el remedio que le pro-
curaba , y á Marco Antonio sin vida , á
trueco de no verse sin esperanza de al-
canzar á Leocadia : la cual esperanza ya
le iba prometiendo felice suceso en su de-
seo , ó ya por el camino de la fuerza, ό
por el de los regalos y buenas obras , pues
para todo le daba lugar el tiempo y la
ocasion. Con esto , que él á sí mismo se
prometia , se sosegó algun tanto ; y de
alli á poco se dejó venir el dia , y ellos
dejaron las camas ; y llamando D. Rafael
al huésped , le preguntó ¿ si babia como-
didad en aquel pueblo para vestir á un
page á quien los bandoleros habian des-
nudado ? El huésped dijo que él tenia un
vestido razonable que vender : trújole , y
vínole bien á Leocadia. Pagóle D. Rafael,
y ella se le vistió , y se ciñó una espada y
una daga con tanto donaire y brio , que
en aquel mismo trage suspendió los sen-
76 LAS DOS DONCELLAS .
tidos de D. Rafael , y dobló los zelos en
Teodosia. Ensilló Calvete , y á las ocho
del dia partieron para Barcelona , sin
querer subir por entonces al famoso mo-
nasterio de Monserrate , dejándolo para
cuando Dios fuese servido de volverlos
con mas sosiego á su patria.
No se podrá contar buenamente los
pensamientos que los dos hermanos lle-
vaban , ni con cuán diferentes ánimos
los dos iban mirando á Leocadia , de-
seándola Teodosia la muerte , D. Rafael
la vida , entrambos zelosos y apasiona-
dos : Teodosia buscando tachas que po-
nerla, por no desmayar en su esperanza :
D. Rafael hallándole perfecciones , que
de punto en punto le obligaban mas á
amarla. Con todo esto no se descuida-
ron de darse priesa , de modo que llega-
ron á Barcelona poco antes que el sol
se pusiese. Admiróles el hermoso sitio
de la ciudad , y la estimaron por flor de
LAS DOS DONCELLAS. 77
las bellas ciudades del mundo, honra de
España , temor y espanto de los circun-
vecinos y apartados enemigos , regalo y
delicia de sus moradores , amparo de los
estrangeros , escuela de la caballería ,
ejemplo de lealtad , y satisfaccion de to-
do aquello que de una grande , famosa,
rica y bien fundada ciudad, puede pedir
un discreto y curioso deseo. En entran-
do en ella oyeron grandísimo ruido y
vieron correr gran tropel de gente , con
grande alboroto, y preguntando la causa
de aquel ruido y movimiento , les res-
pondieron que la gente de las galeras
que estaba en la playa se habia revuelto
y trabado con la de la ciudad. Oyendo
lo cual D. Rafael quiso ir á ver lo que
pasaba , aunque Calvete le dijo que no
lo hiciese , por no ser cordura irse á
meter en un manifiesto peligro : que él
sabia bien cuán mal libraban los que
en tales pendencias se metian , que
78 LAS DOS DONCELLAS.
eran ordinarias en aquella ciudad cuan-
do á ella llegaban galeras. No fue bas-
tante el buen consejo de Calvete pa-
ra estorbar á D. Rafael la ida , y asi le
siguieron todos ; y en llegando á la ma-
rina , vieron muchas espadas fuera de
las vainas , y mucha gente acuchillán-
dose sin piedad alguna : con todo esto,
sin apearse llegaron tan cerca , que dis-
tintamente veían los rostros de los que
peleaban , porque aun no era puesto el
sol. Era infinita la gente que de la ciu-
dad acudia , y mucha la que de las ga-
leras se desembarcaba , puesto que el que
las traía á cargo , que era un caballero
Valenciano , llamado D. Pedro Vique ,
desde la popa de la galera capitana ame-
nazaba á los que se habian embarcado
en los esquifes para ir á socorrer á los
suyos ; mas viendo que no aprovecha-
ban sus voces ni sus amenazas , hizo vol-
ver las proas de las galeras à la ciudad,
LAS DOS DONCELLAS. 79
y disparar una pieza sin bala , señal de
que si no se apartasen , otra no iria sin
ella. En esto estaba D. Rafael atenta-
mente mirando la cruel y bien trabada
iña , y vió y notó que de parte de los
que mas se señalaban de las galeras , lo
hacia gallardamente un mancebo , de
hasta veintidos ó pocos mas años , ves-
tido de verde , con un sombrero de la
misma color, adornado con un rico tren-
cillo , al parecer de diamantes : la des-
treza con que el mozo se combatia , y la
bizarría del vestido hacia que volviesen
á mirarle todos cuantos la pendencia
miraban ; y de tal manera le miraron
los ojos de Teodosia y de Leocadia , que
ambas á un mismo punto y tiempo di-
jeron : ¡ válame Dios ! ó yo no tengo
ojos , ó aquel de lo verde es Marco An
tonio ; y en diciendo esto , con gran li-
gereza saltaron de las mulas , y poniendo
mano á sus dagas y espadas , sin temor
80 LAS DOS DONCELLAS.
alguno se entraron por mitad de la tur-
ba y se pusieron la una á un lado, y la
otra al otro de Marco Antonio , que él
era el mancebo de lo verde que se ha
dicho. No temais , dijo asi como llegó
Leocadia , señor Marco Antonio , que á
vuestro lado teneis quien os hará es-
cudo con su propia vida por defender
la vuestra. ¿ Quién lo duda , replicó Teo-
dosia , estando yo aqui ? D. Rafael que
vió y oyó lo que pasaba , las siguió asi-
mismo , y se puso de su parte. Marco
Antonio , ocupado en ofender y defen-
derse , no advirtió en las razones que las
dos le dijeron ; antes cebado en la pe-
lea , hacia cosas al parecer increibles.
Pero como la gente de la ciudad por
momentos crecía , fuéles forzoso á los de
las galeras retirarse hasta meterse en el
agua. Retirábase Marco Antonio de mala
ga , y á su mismo compás se iban re-
tirando á sus lados las dos valientes y
LAS DOS DONCELLAS. 81
nuevas Bradamante y Marfisa, ó Hipólita
y Pentesilea. En esto vino un caballero
catalán , de la famosa familia de los Car-
donas , sobre un poderoso caballo, y po-
niéndose en medio de las dos partes ,
hacia retirar los de la ciudad , los cua-
les le tuvieron respeto en conociéndole.
Pero algunos desde lejos tiraban piedras
á los que ya se iban acogiendo al agua ;
y quiso la mala suerte que una acertase
en la sien á Marco Antonio , con tanta
furia , que dió con él en el agua , que ya
le daba á la rodilla 8 y apenas Leocadia
le vió caido , cuando se abrazó con él y
le sostuvo en sus brazos , y lo mismo
hizo Teodosia. Estaba D. Rafael un poco
desviado, defendiéndose de las infinitas
piedras que sobre él llovian , y querien-
do acudir al remedio de su alma , y al
de su hermana y cuñado , el caballero
catalán se le puso delante , diciéndole :
sesegaos , señor , por lo que debeis á
6
82 LAS DOS DONCELLAS;
buen soldado , y hacedine merced de
poneros á mi lado , que yo os libraré
de la insolencia y demasía de este des-
mandado vulgo. ¡ Ah señor ! respondió
D. Rafael , dejadme pasar , que veo en
gran peligro puestas las cosas que en
esta vida mas quiero. Dejóle pasar el
caballero, mas no llegó tan á tiempo
que ya no hubiesen recogido en el es-
quife de la galera capitana á Marco An-
tonio y á Leocadia, que jamas le dejó
de los brazos ; y queriéndose embarcar
con ellos Teodosia , ό ya fuese por estar
cansada , ó por la pena de haber visto
herido á Marco Antonio , ó por ver que
se iba con él su mayor enemiga , no tu-
vo fuerza para subir en el esquife , y sin
duda cayera desmayada en el agua , si
su hermano no llegara á tiempo de so-
correrla ; el cual no sintió menor pena
de ver que con Marco Antonio se iba
Leocadia , que su hermana habia sen-
ĻAS DOS DONCELLAS. 83
tido que ya tambien él habia conocido
á Marco Antonio. El caballero catalán ,
aficionado de la gentil presencia de don
Rafael y de su hermana , que por hom-
bre tenia , los llamó desde la orilla, y les
rogó que con él se viniesen ; y ellos ,
forzados de la necesidad , y temerosos
de que la gente , que aun no estaba pa-
cífica , les hiciese algun agravio , hubie-
ron de aceptar la oferta que se les hacia.
El caballero se apeó , y tomándolos á su
lado , con la espada desnuda pasó por
medio de la turba alborotada , rogándo-
les que se retirasen , y asi lo hicieron.
Miró D. Rafael á todas partes por ver
si veria á Calvete con las mulas , y no
le vió , á causa que él , asi como ellos
se apearon, las antecogió y se fue á un
meson donde solia posar otras veces.
Llegó el caballero á su casa , que era
una de las principales de la ciudad , y
preguntando á D. Refael en cual ga-
84 LAS DOS DONCELLAS.
lera venia ? le respondió que en nin-
guna , pues habia llegado á la ciudad al
mismo punto que se comenzaba la pen-
dencia , y que por haber conocido en
ella el caballero que llevaron herido de
la pedrada en el esquife , se habia puesto
en aquel peligro , y que le suplicaba
diese órden como sacasen á tierra al he-
rido , que en ello le importaba el con-
tento y la vida. Eso haré yo de buena
gana , dijo el caballero , y sé que me
le dará seguramente el general , que es
principal caballero y pariente mio ; y
sin detenerse mas , volvió á la galera , y
halló que estaban curando á Marco An-
tonio , y la herida que tenia era peli-
grosa , por ser en la sien izquierda y
decir el cirujano ser de peligro . Alcanzó
con el general se le diese para curarle
en tierra , y puesto con gran tiento en
el esquife , le sacaron , sin quererle dejar
Leocadia , que se embarcó con él , como
LAS DOS DONCELLAS. 85
en seguimiento del norte de su espe-
ranza. En llegando á tierra hizo el caba-
llero traer de su casa una silla de ma-
nos donde le llevasen . En tanto que esto
pasaba , habia enviado D. Rafael á bus-
car á Calvete , que en el meson estaba ,
con cuidado de saber lo que la suerte
habia hecho de sus amos ; y cuando supo
que estaban buenos , se alegró en estre-
mo , y vino adonde D. Rafael estaba.
En esto llegaron el señor de la casa ,
Marco Antonio Leocadia , y á todos
alojó en ella con mucho amor y magni-
ficencia. Ordenó luego como se llamase
un cirujano famoso de la ciudad para
que de nuevo curase á Marco Antonio :
vino , pero no quiso curarle hasta otro
dia , diciendo que siempre los cirujanos
de los ejércitos y armadas eran muy es-
perimentados , por los muchos heridos
que á cada paso tenian entre las manos,
y asi no convenia curarle hasta otro dia:
86 LAS DOS DONCELLAS.
lo que ordenó fue le pusiesen en un
aposento abrigado , donde le dejasen so-
ségar. Llegó en aquel instante el cirujano
de las galeras , y dió cuenta al de la ciu-
dad de la herida , y de como le habia
eurado , y del peligro que de la vida á
su parccer tenia el herido : con lo cual
se acabó de enterar el de la ciudad de
que estaba bien curado ; y asimismo , se-
gun la relacion que se le habia hecho ,
ećsageró el peligro de Marco Antonio. #
Oyeron esto Leocadia y Teodosia con
aquel sentimiento que si oyeran la senten-
cia de su muerte ; mas por no dar mues-
tras de su dolor , le reprimieron y calla- 晨
ron; y Leocadia determinó de hacer lo
que le pareció convenir para satisfaccion
de su honra , y fue que asi como se fue-
ron los cirujanos , se entró en el apo-
sento de Marco Antonio , y delante del
señor de la casa , de D. Rafael , Teodo
sia Ꭹ de otras personas , se llegó á la ca-
LAS DOS DONCELLAS. 87
becera del herido, y asiéndole de la mano
le dijo estas razones : no estais en tiempo,
señor Marco Antonio Adorno, en que se
puedan ni deban gastar con vos muchas
palabras , y asi solo querria que me oyé-
sedes algunas que convienen , sino para
la salud de vuestro cuerpo, para la de
vuestra alma , y para deciroslas es me-
nester que me deis licencia , y me advir-
tais si estais con sujeto de escucharme :
que no seria razon que habiendo yo pro-
curado desde el puntó que os conocí no
salir de vuestro gusto , en este instante ,
que le tengo por el postrero, seros causa
de pesadumbre. A estas razones abrió
Marco Antonio los ojos y los puso aten-
tamente en Leocadia , y habiéndola casi
conocido, mas por el órgano de la voz
que por la vista , con voz debilitada y
doliente le dijo ; decid , señor , lo que
quisiéredes , que no estoy tan al cabo
que no pueda escucharos , ni esa voz me
88 LAS DOS DONCELLAS.
es tan desagradable que me cause fasti-
dio el oirla. Atentísima estaba á todo
este coloquio Teodosia , y cada palabra
que Leocadia decia era una aguda saeta
que le atravesaba el corazon , y aun el
alma de D. Rafael , que asimismo la es-
cuchaba. Y prosiguiendo Leocadia, dijo:
si el golpe de la cabeza , ó por mejor
decir el que a mí me han dado en el
alma , no os ha llevado, señor Marco
Antonio , de la memoria la imágen de
aquella , que poco tiempo ha que vos
decíades ser vuestra gloria y vuestro cie-
lo , bien os debeis acordar quien fue
Leocadia , y cual fue la palabra que le
disteis , firmada en una cédula de vues-
tra mano y letra ; ni se os habrá olvidado
el valor de sus padres, la entereza de su
'recato Ꭹ honestidad , y la obligacion en
que le estais , por haber acudido à vues-
tro gusto en todo lo que quisisteis : si
esto no se os ha olvidado , aunque me
LAS DOS DONCELLAS. 89
veais en este trage tan diferente, conoce-
reis con facilidad que yo soy Leocadia,
que temerosa dé que nuevos accidentes y
nuevas ocasiones me quitasen lo que tan
justamente es mio, asi como supe que de
vuestro lugar os habíades partido , atrope-
Hando por infinitos inconvenientes, deter-
minéseguiros en estehábito, con intencion
de buscaros por todas las partes de la tierra
hasta hallaros : de lo cual no os debeis
maravillar , si es que alguna vez habeis
sentido hasta donde llegan las fuerzas
de un amor verdadero , y la rabia de
una muger engañada. Algunos trabajos
he pasado en esta mi demanda , todos
los cuales los juzgo y tengo por descan-
so , con el descuento que han traido
de veros: que puesto que esteis de la
manera que estais , si fuere Dios servido
de llevaros desta á mejor vida , con ha-
cer lo que debeis á quien sois , antes de
la partida , me juzgaré por mas que di-
32 LAS DOS DONCELLAS.
chosa , prometiéndoos como os prometo
de darme tal vida despues de vuestra
muerte , que bien poco tiempo se pase
sin que os siga en esta última y forzosa
jornada ; y asi os ruego primeramente
por Dios , á quien mis deseos y intentos
van encaminados , y luego por vos , que
debeis mucho á ser quien sois , última-
mente por mí , á quien debeis mas que
á otra persona del mundo , que aqui
luego me recibais por vuestra legítima
esposa , no permitiendo haga la justicia
lo que con tantas veras y obligaciones
la razon os persuade. No dijo mas Leo-
cadia , y todos los que en la sala esta-
ban guardaron un maravilloso silencio
en tanto que estuvo hablando , y con el
mismo silencio esperaban la respuesta
dé Marco Antonio , que fue esta : no
puedo negar , señora , el conoceros , y
que vuestra voz y vuestro rostro no con-
sentirán que lo niegue : tampoco puedo
LAS DOS DONCELLAS. 91
negar lo mucho que os debo , ni el gran
valor de vuestros padres, junto con vues-
tra incomparable honestidad y recogi-
miento ; ni os tengo , ni os tendré en
menos por lo que habeis hecho en ve-
nirme à buscar en trage tan diferente
del vuestro; antes por esto os estimo y es-
timaré en el mayor grado que ser pueda:
pero pues mi corta suerte me ha traido
á término, como vos decís , que creo que
será el postrero de mi vida , y son los se-
mejantes trances los apurados de las ver-
dades , quiero deciros una verdad, que
si no os fuere ahora de gusto, podria ser
que despues os fuese de provecho. Con-
fieso, hermosa Leocadia , que os quise
bien, y me quisistes , y juntamente con
esto confieso que la cédula que os hice
fue mas por cumplir vuestro deseo, que
con el mio : porque antes que la firmase,
con muchos dias , tenia entregada mi vo-
luntad y mi alma á otra doncella de mi
92 LAS DOS DONCELLAS.
mismo lugar , que vos bien conoceis ,
llamada Teodosia , hija de tan nobles
padres como los vuestros ; y si á vos os
dí cédula firmada de mi mano , á ella le
dí la mano , firmada y acreditada con
tales obras y testigos , que quedé impo-
sibilitado de dar mi libertad á otra per-
sona en el mundo. Los amores que con
vos tuve fueron de pasatiempo , sin que
dellos alcanzase otra cosa , sino las flores
que vos sabeis , las cuales no os ofendie-
ron , ni pueden ofender en cosa alguna ;
lo que con Teodosia me pasó fue alçan-
zar el fruto que ella pudo darme , y yo
quise que me diese , con fé y seguro de
ser su esposo , como lo soy ; y si á ella y
á vos os dejé en un mismo tiempo , á vos
suspensa y engañada , y á ella temerosa
y á su parecer sin honra , hicelo con
poco discurso , y con juicio de mozo ,
como lo soy , creyendo que todas aque-
llas cosas eran de poca importancia , y
LAS DOS DONCELLAS. 93
que las podia hacer sin escrúpulo algu-
no , con otros pensamientos que entón-
ces me vinieron y solicitaron lo que
queria hacer , que fue venirme á Italia ,
y emplear en ella algunos de los años de
mi juventud , y despues volver á ver lo
que Dios habia hecho de vos y de mi
verdadera esposa ; mas doliéndose de miel
cielo, sin duda creo que ha permitido po-
nerme de la manera que me veis , para
que confesando estas verdades , nacidas
de mis muchas culpas , pague en esta
vida lo que debo , y vos quedeis desen-
gañada y libre para hacer lo que mejor
os pareciere ; y si en algun tiempo Teo-
dosia supiere mi muerte , sabrá de vos y
de los que estan presentes como en la
muerte le cumplí la palabra que le di en
la vida ; y si en el poco tiempo que de
ella me queda , señora Leocadia , os pue-
do servir en algo , decídmelo , que co-
mo no sea recibiros por esposa , pues no
94 LAS DOS DONCELLAST
puedo , ninguna otra cosa dejaré de ha-
cer que á mí sea posible por daros gusto.
En tanto que Marco Antonio decia es-
tas razones tenia la cabeza sobre el codo,
y en acabándolas dejó caer el brazo , dan-
do muestras que se desmayaba. Acudió
luego D. Rafael , y abrazándole estrecha- 1
mente , le dijo : volved en voz , señor
mio , y abrazad á vuestro amigo , ya vues
tro hermano , pues vos quereis que lo
sea conoced á D. Rafael , vuestro cama.
rada , que será el verdadero testigo de
vuestra voluntad , y de la merced que á
su hermana quereis hacer con admitir-
la por vuestra. Volvió en sí Marco An-
tonio , y al momento conoció á D. Ra-
fael , y abrazándole estrechamente y be-
sándole en el rostro , le dijo : ahora di-
go , hermano y señor mio , que la suma
alegría que he recibido en veros no pue-
de traer menos descuento que un pesar
grandísimo , pues se dice que tras el gus
LAS DOS DONCELLAS. 95
to se sigue la tristeza ; pero yo daré por
bien empleada cualquiera que me vinie-
re, á trueco de haber gustado del con-
tento de veros. Pues yo os de quiero ha-
cer mas cumplido , replicó D. Rafael ,
con presentaros esta joya , que es vuestra
amada esposa , y buscando á Teodosia la
halló llorando detras de toda la gente ,
suspensa y atónita entre el pesar y la ale-
gría por lo que veía y por lo que habia
oido decir. Asióla su hermano de la ma-
no , y ella sin hacer resistencia se dejó
llevar donde él quiso , que fué ante Mar-
co Antonio , que la conoció y se abrazó
con ella, llorando los dos tiernas y amoro-
sas lágrimas. Admirados quedaron cuan-
tos en la sala estaban , viendo tan estra-
ño acontecimiento ; mirábanse unos á
otros , sin hablar palabra , esperando en
qué habian de parar aquellas cosas. Mas la
dasengañada y sin ventura Leocadia que
vió por sus ojos lo que Marco Antonio
98 LAS DOS DONCELLA
S
hacía , y vió al que pensaba ser hermano
de D. Rafael en brazos del que tenia por
su esposo , viendo junto con esto burla-
dos sus deseos y perdidas sus esperanzas ,
se hurtó de los ojos de todos , que aten-
tos estaban mirando lo que el enfermo
hacia con el page que abrazado tenia , y
se salió de la sala ó aposento , y en un
instante se puso en la calle , con inten-
cion de irse desesperada por el mundo ,
ó adonde gentes no la viesen ; mas ape-
nas habia llegado á la calle , cuando Don
Rafael la echó menos , y como si le fal-
tára el alma , preguntó por ella , y nadie
le supo dar razon donde se habia ido , y
asi sin esperar mas , desesperado salió á
buscarla , y acudió adonde le dijeron
que posaba Calvete , por si habia ido allá
á procurar alguna cabalgadura en que
irse , y no hallándola alli , andaba como
loco por las calles , buscándola de unas
partes á otras ; y pensando si por ventu-
LAS DOS DONCELLAS. 97
ra se habia vuelto á las galeras , llegó á
la marina , y un poco antes que llegase
oyó que á grandes voces llamaban desde
tierra el esquife de la capitana , y cono-
ció que quien las daba era la hermosa
Leocadia , la cual recelosa de algun des-
mán , sintiendo pasos á sus espaldas , em-
puñó la espada , y esperó apercibida que
llegase D. Rafael , á quien ella luego co-
noció , y le pesó de que la hubiese ha-
llado, y mas en parte tan sola ; que ya
ella habia entendido por mas de una
muestra que D. Rafael le habia dado ,
que no la queria mal , sino tan bien ,
que tomara por buen partido que Mar-
co Antonio la quisiera otro tanto.
¿ Con qué razones podré yo decir aho-
ra las que D. Rafael dijo á Leocadia , de-
clarándole su alma , que fueron tantas y
tales que no me alrevo á escribirlas ? Mas
pues es forzoso decir algunas , las que en-
tre otras le dijo fueron estas : si con lạ
7
98 LAS DOS DONCELLAS.
ventura que me falta me faltase ahora , •
ó hermosa Leocadia , el atrevimiento de
descubriros los secretos de mi alma ,
quedaria enterrada en los senos del per-
pétuo olvido la mas enamorada y hones-
ta voluntad que ha nacido ni puede na-
cer en un enamorado pecho : pero por
no hacer este agravio á mi justo deseo ,
véngame lo que viniere , quiero , señora,
que advirtais , si es que os dá lugar vues-
tro arrebatado pensamiento , que en nin-
guna cosa se me aventaja Marco Anto-
nio , sino es en el bien de ser de vos que-
rido mi linage es tan bueno como el su-
yo , y en los bienes que llaman de for-
tuna no me hace mucha ventaja : en los
de naturaleza no conviene que me alabe ,
y mas si á los ojos vuestros no son de es-
tima : todo esto digo , apasionada seño-
ra , porque tomeis el remedio y el medio
que la suerte os ofrece en el estremo de
vuestra desgracia : ya veis que Marco An-
LAS DOS DONCELLAS. 99
tonio no puede ser vuestro , porque el
cielo le hizo de mi hermana ; y el mismo
cielo , que hoy os ha quitado á Marco
Antonio , os quiere hacer recompensa
conmigo , que no deseo otro bien en es-
ta vida que entregarme por esposo vues-
tro. Mirad que el buen suceso está lla-
mando á las puertas del malo que hasta
ahora habeis tenido ; y no penseis que
el atrevimiento que habeis mostrado en
buscar á Marco Antonio ha de ser parte
para que no os estime y tenga en lo que
mereciérades , si nunca le hubiérades te-
nido ; que en la hora que quiero y deter-
mino igualarme con vos, eligiéndoos por
perpétua señora mia , en aquella misma
se me ha de olvidar , y ya se me ha ol
vidado todo cuanto en esto he sabido
y visto ; que bien sé que las fuerzas que
á mí me han forzado á que tan de ron-
don y á rienda suelta me disponga á ado-
raros y á entregarme por vuestro , estas
400 LAS DOS DONCELLAS .
mismas os han traido á vos al estado en
que estais , y asi no habrá necesidad de
buscar disculpa donde no ha habido yer.
ro alguno. Gallando estuvo Leocadia á
todo cuanto D. Rafael le dijo ; sino que
de cuando en cuando daba unos profun-
dos suspiros , salidos de lo íntimo de sus
entrañas : tuvo atrevimiento D. Rafael t
de tomarle una mano , y ella no tuvo es-
fuerzo para estorbárselo : y alli besándo-
sela muchas veces le decia : acabad , se-
ñora de mi alma , de serlo del todo ,
vista destos estrellados cielos que nos cu
bren , Ꭹ deste sosegado mar que nos es-
cucha , y destas bañadas arenas que nos
sustentan : dadme ya el sí , que sin duda
conviene tanto à vuestra honra como á
mi contento. Vuelvoos á decir que soy
caballero , como vos sabeis , y rico , y
que os quiero bien , que es lo que mas
habeis de estimar ; y que en cambio de
hallaros sola y en trage que desdice mu-
LAS DOS DONCELLAS. 101
cho del de vuestra honra , lejos de la ca-
sa de vuestros padres y parientes , sin
persona que os acuda á lo que menester
hubiéredes , y sin esperanza de alcanzar
lo que buscabades , podeis volver å vues-
tra patria , en vuestro propio , honradoy
verdadero trage , acompañada de tan
buen esposo como el que vos supisteis
escogeros ; rica , contenta , estimada y
servida , y aun loada de todos aquellos
á cuya noticia llegaren los sucesos de
vuestra historia. Si esto es asi , como lo
es , no sé en qué estais dudando ; aca-
bad , que otra vez os lo digo , de levan-
tarme del suelo de mi miseria al cielo
del mereceros ; que en ello haréis por
vos misma , y cumpliréis con las leyes
de la cortesía y del buen conocimiento ,
mostrándoos en un mismo punto agra-
decida y discreta. Ea pues , dijo á esta
sazon la dudosa Leocadia , pues asi lo
ha ordenado el cielo , y no es en mi
102 LAS DOS DONCELLAS:
mano ni en la de viviente alguno opo-
nerse á lo que él determinado tiene , há-
gase lo que él quiere , y vos quereis , se-
ñor mio ; y sabe el mismo cielo ecron la
a nd
vergüenz que vengo á condesce con
a
vuestr volun t a d , no porq os no entienda
u e
lo mucho que en obedecer gano , sino
do es-
porque temo que en cumplien vu
tro gusto , me habeis de mirar con otros
ojos de los que quizá hasta agora mirán-
dome os han engañado : mas sea como
fuere , que en fin el nombre de ser mu--
ger legítima de D. Rafael de Villavicen
cio no se podrá perder , y con este ti-
tulo solo viviré contenta ; y si las cos-
tumbres que en mí viéredes despues de
ser vuestra fueren parte para que me
estimeis en algo , daré al cielo las gra-
cias de haberme traido por tan estraños
rodeos y por tantos males á los bienes
de ser vuestra . Dadme , señor D. Rafael ,
la mano de ser mio , y veis aqui os la
LAS DOS DONCELLAS . 103
doy de ser vuestra ; y sirvan de testigos
los que vos decís , el cielo , la mar , las
arenas , y este silencio , solo interrum-
pido de mis suspiros y de vuestros rue-
gos. Diciendo esto se dejó abrazar , y le
dió la mano , y D. Rafael le dió la suya,
eelebrando el nocturno y nuevo desposo-
rio solas las lágrimas , que el contento ,
á pesar de la pasada tristeza , sacaba de
sus ojos. Luego se volvieron á casa del
caballero , que estaba con grandísima pe-
na de su falta : la misma tenian Marco
Antonio y Teodosia , los cuales ya por
mano de clérigo estaban desposados , que
á persuasion de Teodosia , temerosa que
algun contrario accidente no le turbase
el bien que habia hallado , el caballero
envió luego por quien los desposase ; de
modo que cuando D. Rafael y Leocadia
entraron , y D. Rafael contó lo que con
Leocadia le habia sucedido , ansi los au-
mentó el gozo , como si ellos fueran sus
104 LAS DOS DONCELLAS.
cercanos parientes : que es condicion na-
tural y propia de la nobleza catalana sa-
ber ser amigos y favorecer á los estran-
geros que dellos tienen necesidad algu-
na. El sacerdote , que presente estaba,
ordenó que Leocadia mudase el hábito
y se vistiese en el suyo ; y el caballero
acudió á ello con presteza , vistiendo á
las dos de dos ricos vestidos de su mu-
ger , que era una principal señora del
linage de los Granolleques , famoso y an-
tiguo en aquel reino. Avisó al cirujano,
quien por caridad se dolia del herido co-
mo hablaba mucho y no le dejaban solo,
el cual vino y ordenó lo primero 'que le
dejasen en silencio. Pero Dios , que asi
lo tenia ordenado , tomando por medio
é instrumento de sus obras , cuando á
nuestros ojos quiere hacer alguna mara-
villa , lo que la misma naturaleza no al-
canza , ordenó que la alegría y poco si-
lencio que Marco Antonio habia guar-
LAS DOS DONCELLAS. 105
dado fuese parte para mejorarle ; de ma-
nera que otro dia cuando le curaron le
hallaron fuera de peligro , y de alli á ca-
torce se levantó tan sano , que sin temor
alguno se pudo poner en camino .
Es de saber que en el tiempo que Mar
co Antonio estuvo en el lecho , hizo vo-
to , si Dios le sanase , de ir en romería
pie á Santiago de Galicia , en cuya pro-
mesa le acompañaron D. Rafael , Leo-
cadia y Teodosiá , y aun Calvete el mozo
de mulas; obra pocas veces usada de los
de oficios semejantes ; pero la bondad y
llaneza que habia conocido en D. Rafael
le obligó á no dejarle hasta que volviese
á su tierra ; y viendo que habian de ir á
pie como peregrinos , envió las mulas â
Salamanca con la que era de D. Rafael ,
que no faltó con quien enviarlas. Llegóse
pues el dia de la partida , y acomodados
de sus esclavinas Ꭹ de todo lo necesario,
se despidieron del liberal caballero , que
406 LAS DOS DONCELLAS .
tanto les habia favorecido y agasajado,
cuyo nombre era D. Sancho de Cardo-
na, ilustrísimo por sangre , y famoso por
su persona. Ofreciéronsele todos de guar-
dar perpétuamente ellos y sus descendien-
tes , á quien se lo dejarian mandado , la
memoria de las mercedes tan singulares
dél recibidas , para agradecellas siquiera,
ya que no pudiesen servirlas. D. Sancho
los abrazó á todos , diciéndoles que su
natural condicion hacia hacer aquellas
obras , ó otras que fuesen buenas á todos
los que conocia , ó imaginaba ser hidal-
gos castellanos. Reiteráronse dos veces
los abrazos , y con alegria , mezclada con
algun sentimiento triste , se despidieron;
y caminando con la comodidad que per-
mitia la delicadeza , de las dos nuevas pe-
regrinas , en tres dias llegaron á Mon-
serrate , y estando alli otros tantos , ha-
ciendo lo que á buenos y católicos cris-
tianos debian, con el mismo espacio vol-
LAS DOS DONCELLAS. 107
vieron á su camino , y sin sucederles revés
ni desmán alguno , llegaron á Santiago.
Y despues de cumplir su voto con la ma-
yor devocion que pudieron no quisieron
dejar el hábito de peregrinos hasta en-
trar en sus casas , á las cuales llegaron
poco á poco descansados y contentos :
mas antes que llegasen , estando á vista
del lugar de Leocadia , que como se ha
dicho era á una legua del de Teodosia ,
desde encima de un recuesto los descu-
brieron á entrambos , sin poder encubrir
las lágrimas , que el contento de verlos
les trujo á los ojos , alomenos á las dos
desposadas , que con su vista renovaron
la memoria de los pasados sucesos .
Descubríase desde la parte donde esta-
ban un ancho valle , que los dos pueblos
dividia , en el cual vieron á la sombra
de un olivo un dispuesto caballero , sobre
un poderoso caballo, con una blanquísima
adarga en el brazo izquierdo , una grue-
108 LAS DOS DONCELLAS.
sa y larga lanza terciada en el derecho ;
y mirándole con atencion , vieron que asi
mismo por entre unos olivares venian otros
dos caballeros con las mismas armas y
con el mismo donaire y apostura ; y de
alli á poco vieron que se juntaron todos
tres , y habiendo estado un pequeño es-
pacio juntos se apartaron , y uno de los
que á lo último habia venido , se apartó
con el que estaba primero debajo del oli-
vo ; los cuales , poniendo las espuelas á
los caballos arremetieron el uno al otro,
con muestras de ser mortales enemigos;
comenzando á tirarse bravos y diestros
botes de lanza , ya hurtando los golpes ,
ya recogiéndolos con tanta destreza , que
daban bien á entender ser maestros en
aquel ejercicio : el tercero los estaba mi-
rando sin moverse de un lugar ; mas no
pudiendo D. Rafael sufrir estar tan lejos
mirando aquella tan reñida y singular
batalla , á todo correr bajó del recuesto,
LAS DOS DONCELLAS. 109
siguiéndole su hermana y su esposa , y
en poco espacio se puso junto á los dos
combatientes, á tiempo que ya los dos ca-
balleros andaban algo heridos ; y habién-
dosele caido al uno el sombrero , y con
él un casco de acero , al volver el rostro
conoció D. Rafael ser su padre , y Mar-
co Antonio conoció que el otro era el su-
yo. Leocadia que cón atencion habia mi-
rado al que no se combatia , conoció que
era el padre que la habia engendrado ,
de cuya vista todos cuatro suspensos , ató-
nitos y fuera de sí quedaron ; pero dan-
do el sobesalto lugar al discurso de la
razon , los dos cuñados , sin detenerse
se pusieson en medio de los que pelea-
ban , diciendo á voces : no mas , caba-
lleros , no mas , que los que esto os pi-
den y suplican son vuestros propios hi-
jos : yo soy Marco Antonio , padre y se-
ñor mio , decia Marco Antonio : yo soy
aquel por quien , á lo que imagino , es-
140 LAS DOS DONCELLAS.
tan vuestras canas venerables puestas en
este riguroso trance : templad la furia ,
y arrojad la lanza , ó volvedla contra
otro enemigo ; que el que teneis delante
ya de hoy mas ha de ser vuestro herma-
no. Casi estas mismas razones decia Don
Rafael á su padre , á las cuales se detu-
vieron los caballeros , y atentamente se
pusieron á mirar á los que se las decian,
y volviendo la cabeza , vieron que D. En-
rique , el padre de Leocadia , se habia
apeado y estaba abrazado con el que pen-
saban ser peregrino ; y era que Leocadia
se habia llegado á él ; y dándosele á co-
nocer , le rogó que pusiese en paz á los
que se combatian , contándole en bre-
ves razones como D. Rafael era su espo-
so , y Marco Antonio lo era de Teodosia.
Oyendo esto su padre , se apeó , y la te-
nia abrazada , como se ha dicho , pero
dejándola , acudió á ponerlos en paz ,
aunque no fue menester , pues ya los dos
LAS DOS DONCELLAS. 111
habian conocido á sus hijos , y estaban
en el suelo , teniéndolos abrazados , llo-
rando todos lágrimas de amor y de con-
tento nacidas. Juntáronse todos y volvie-
ron á mirar á sus híjos , y no sabian qué
decirse : atentábanles los cuerpos , por
ver si eran fantásticos , que su improvisa
Hegada esta y otras sospechas engendra-
ba: pero desengañados algun tanto , vol-
vieron á las lágrimas y á los abrazos. Y
en esto asomó por el mismo valle gran
cantidad de gente armada , de á pie y de
á caballo , los cuales venian á defender
al caballero de su lugar ; pero como lle-
garon y los vieron abrazados de aque-
Hos peregrinos , y preñados los ojos de
lágrimas , se apearon y admiraron , es-
tando suspensos , hasta tanto que D. En-
rique les dijo brevemente lo que Leoca-
dia su hija les habia contado. Todos fue-
ron á abrazar á los peregrinos con mues-
tras de contento tales , que no se pue
112 LAS DOS DONCELLAS.
den encarecer. Don Rafael de nuevo con
tó á todos , con la brevedad que el tiem-
po requeria , todo el suceso de sus amo-
res , y de como venia casado con Leoca-
dia , y su hermana Teodosia con Marco
Antonio nuevas que de nuevo causaron
nueva alegría.. Luego de los mismos ca-
ballos de la gente que llegó al socorro
tomaron los que hubieron menester pa-
ra los cinco peregrinos , y acordaron de
irse al lugar de Marco Antonio , ofre-
ciéndole su padre de hacer alli las bo-
das de todos , y con este parecer se par-
tieron ; y algunos de los que se habian
hallado presentes se adelantaron á pedir
albricias á los parientes y amigos de los
desposados. En el camino supieron Don
Rafael y Marco Antonio la causa de aque-
Ila pendencia , que fue que el padre de
Teodosia y el de Leocadia habian desa-
fiado al padre de Marco Antonio , en
razon de que él habia sido sabidor de los
LAS DOS DONCELLAS . 113
engaños de su hijo ; y habiendo venido
los dos , y hallándole solo , no quisieron
combatirse con alguna ventaja , sino uno
á uno como caballeros ; cuya pendencia
parára en la muerte de uno , ó en la de
entrambos , si ellos no hubieran llegado .
Dieron gracias a Dios los cuatro pere-
grinos del suceso feliz ; y otro dia des-
pues que llegaron , con real y espléndi-
da magnificencia y suntuoso gasto hizo
celebrar el padre de Marco Antonio las
bodas de su hijo y Teodosia , y las de
D. Rafael y Leocadia ; los cuales luen-
gos y felices años vivieron en compañía
de sus esposas , dejando de sí ilustre ge-
neracion y descendencia , que hasta hoy
dura en estos dos lugares , que son de
los mejores de la Andalucía ; y si no se
nombran , es por guardar el decoro á
las dos doncellas , á quien quizá las len-
guas maldicientes , ó néciamente escru-
pulosas , les harán cargo de la ligereza
8
114 LAS DOS DONCELLAS.
de sus deseos y del súbito mudar de tra-
ges. A los cuales ruego que no se arro-
jen á vituperar semejantes libertades ,
hasta que miren en sí si alguna vez han
sido tocados destas que llaman flechas de
Cupido , que en efecto es una fuerza , si
asi se puede llamar , incontrastable , que
hace el apetito á la razon. Calvete , el *
mozo de mulas , se quedó con la que de
D. Rafael habia enviado á Salamanca , y
con otras muchas dádivas que los dos
desposados le dieron ; y los poetas de aquel B
tiempo tuvieron ocasion donde emplear
sus plumas , ecsagerando la hermosura y
los sucesos de las dos tan atrevidas cuan-
to honestas doncellas , sujeto principal
deste estraño suceso.

FIN DE LAS DOS DONCELLAS.


LA

Gitanilla de Madrid.
!

做飯

La Gitanilla

DE MADRID.

PARECE que los gitanos y gitanas sola-


mente nacieron en el mundo para ser
ladrones : nacen de padres ladrones ,
críanse con ladrones , estudian para la-
drones , y finalmente salen con ser la->
drones corrientes y molientes á todo rue-
do; y la gana de hurtar y el hurtar son
en ellos como accidentes inseparables ,
que no se quitan sino con la muerte.
Una pues de esta nacion, gitana vieja,
que podia ser jubilada en la ciencia de
Gaco , crió una muchacha , con nombre
de nieta suya , á quien puso por nom-
118 LA GITANILLA -
bre Preciosa , y á quien enseñó todas sus
gitanerías y modos de embelecos y tra-
zas de hurtar. Salió la tal Preciosa la mas
única bailadora que se hallára en todo el
gitanismo y la mas hermosa y discreta
que pudiera hallarse no entre los gita-
nos , sino entre cuantas hermosas y dis-
cretas pudiera pregonar la fama. Ni los
soles , ni los aires , ni todas las incle-
mencias del cielo , á quien mas que otras
gentes estan sujetos los gitanos , pudie-
ron deslustrar su rostro ni curtir sus ma-
nos ; y lo que es mas , que la crianza tos-
ca en que se criába no descubria en ella
sino, ser nacida de mayores prendas que
de gitana ; porque era en estremo cortés,
bien razonada , y con todo esto era algo
desenvuelta , pero no de modo que des-
cubriese algun género de deshonestidad;
antes con ser aguda era tan honesta, que
en su presencia no osaba alguna gitana
vieja ni moza cantar cantares lascivos ,
DE MADRID. 119
ni decir palabras no buenas : finalmente
la abuela conoció el tesoro que en la nie-
ta tenia , y asi determinó el aguila vieja
sacar á volar su aguilucho , y enseñarle
á vivir por sus uñas. Salió Preciosa rica
de villancicos , de coplas , seguidillas y
zarabandas y de otros versos , especial-
mente de romances , que los cantaba con
especial donaire; porque su taimada abue-
la echó de ver que tales juguetes y gra-
cias en los pocos años y en la mucha her-
mosura de su nieta habian de ser felici-
simos atractivos é incentivos para acre-
centar su caudal ; y asi se los procuró
У. buscó por todas las vias que pudo , y
no faltó poeta que se los diese : que tam-
bien hay poetas que se acomodan con gi-
tanos, y les venden sus obras , como los
hay para ciegos , que les fingen milagros
y van á la parte de la ganancia : de todo
hay en el mundo ; y esto de la hambre
tal vez hace arrojar los ingenios à cosas
120 . LA GITANILLA
que no estan en el mapa. Crióse Precio-
sa en diversas partes de Castilla , y á los
quince años de su edad su abuela puta-
tiva la volvió á la corte y á su antiguo
rancho , que es donde ordinariamente
le tienen los gitanos en los campos de
Santa Barbara , pensando en la corte
vender su mercadería , donde todo se
compra y todo se vende .
La primera entrada que hizo Preciosa
en Madrid fue un dia de Santa Ana , pa-
trona y abogada de la Villa , con una
danza en que iban ocho gitanas , cuatro
ancianas y cuatro muchachas , y un gi-
tano gran bailarin que las guiaba : y
aunque todas iban limpias y bien ade-
rezadas , el aseo de Preciosa era tal , que
poco á a poco fue enamorando los ojos de
cuantos la miraban. De entre el son del
tamboril y castañetas y fuga del baile
salió un rumor que encarecia la belleza
y donaire de la Gitanilla , y corrian los
DE MADRID. 121
muchachos á verla, y los hombres á mi-
rarla ; pero cuando la oyeron cantar ,
por ser la danza cantada , alli fue ello ;
alli sí que cobró aliento la fama de la
Gitanilla , y de comun consentimiento
de los diputados de la fiesta desde luego
le señalaron el premio y joya de la me-
jor danza ; y cuando llegaron á hacerla
en la iglesia de Santa Maria , delante de
la imágen de la gloriosa Santa Ana, des-
pues de haberla bailado toda , tomó Pre-
ciosa unas sonajas , al son de las cuales ,
dando en redondo largas y ligerísimas
vueltas , cantó el romance siguiente :

Arbol preciosísimo,
Que tardó en dar fruto
Años , que pudieron
Cubrirle de luto.
"
Y hacer los deseos
Del consorte puros ,
Contra su esperanza
No muy bien seguros.
122 LA GITANILLA

De cuyo tardarse
Nació aquel disgusto ,
Que lanzó del templo
Al varon mas justo :

Santa tierra estéril ,


Que al cabo produjo
Toda la abundancia
Que sustenta el mundo :

Casa de moneda ,
Do se forjó el cuño ,
Que dió á Dios la forma ,
Qué como hombre tuvo :

Madre de una hija ,


En quien quiso y pudó
Mostrar Dios grandezas
Sobre humano curso :

Por vos y por ella


Sois , Ana , refugio
Do van pór remedio
Nuestros infortunios ,
DE MADRID. 123

En cierta manera
Teneis , no lo dudo ,
Sobre el nieto imperio
Piadoso y justo.

A ser comunera
Del alcázar sumo ,
Fueran mil parientes
Con vos de consumo .

¡ Qué hija ! ¡ qué nieto !


¡Y qué yerno ! al punto
A ser causa justa ,
Cantárades triunfos.

Pero vos humilde


Fuísteis el estudio , }
Donde vuestra hija
Hizo humildes cursos.

Y agora á su lado
A Dios el mas junto
Gozais de la alteza ,
Que apenas barrunto.
124 LA GITANILLA
El cantar Preciosa fue para admirar á
cuantos la escuchaban. Unos decian : Dios
te bendiga la muchacha. Otro ; lástima es
que esta mozuela sea gitana ; en verdad,
en verdad que merecia ser hija de un gran
señor. Otros habia mas groseros que de-
cian : dejen crecer á la rapaza , que ella
hará de las suyas ; á fé que se va añudan-
do en ella gentil red barredera para pes-
car corazones. Otro mas humano , mas
basto y mas modorro , viéndola andar
tan ligera en el baile la dijo : á ello,
hija , á ello ; andad amores , y pisad el
polvito á tan menudito . Y ella respon-
dió , sin dejar el baile 8 y pisarélo yo á
tan menudo. Acabáronse las vísperas y
la fiesta de Santa Ana , y quedó Preciosa
algo cansada ; pero tan celebrada de her-
mosa, de aguda , y de discreta y baila-
dora , que á corrillos se hablaba de ella
en toda la corte.
De alli á quince dias volvió á Madrid ,
DE MADRID." 125
como tenia de costumbre , con otras tres
muchachas , con sonajas y con un baile
nuevo , todas apercibidas de romances
y de cantarcillos alegres , pero todos ho-
nestos ; que no consentia Preciosa que
las que fuesen en su compañía cantasen
cantares descompuestos , ni ella los can-
tó jamas ; y muchos miraron en ello y la
tuvieron en mucho. Nunca se apartaba
de ella la gitana vieja , hecha su Argos ,
temerosa no se la despabilasen y traspu-
siesen : llamábala nieta , y ella la tenia
por abuela. Pusiéronse á bailar á la som-
bra en la calle de Toledo , por compla-
cer á los que las miraban , y de los que
las venian siguiendo se hizo luego un
gran corro ; y en tanto que bailaban , la
vieja pedia limosna á los circunstantes ,
y llovian en ella ochavos y cuartos como
piedras á tablado : que tambien la her-
mosura tiene fuerza de despertar la cari-
dad dormida. Acabado el baile , dijo
126 LA GITANILLA
Preciosa : si me dan cuatro cuartos , les
cantaré un romance yo sola , lindísimo
en estremo, que trata de cuando la reina
-nuestra señora , doña Margarita , salió á
misa de parida en Valladolid , y fue á
San Llorente : dígoles que es famoso y
compuesto por un poeta de los del nú-
mero , como capitan del batallon. Ape-
nas hubo dicho esto cuando casi todos
los que en la rueda estaban dijeron á
voces : cántale , Preciosa , y vés aqui mis
cuatro cuartos ; y asi granizaron sobre
ella cuartos , que la vieja no se daba ma-
nos á cojerlos. Hecho pues su agosto y
su vendimia repicó Preciosa sus sonajas,
y al tono correntio y loquesco cantó el
siguiente romance :

Salió á misa de parida


La mayor reina de Europa ,
En el valor y en el nombre
Rica y admirable joya.
DE MADRID. 127

Como los ojos se lleva,


Se lleva las almas todas
De cuantos miran y admiran
Su devocion y su pompa.

Y para mostrar que es parte


Del cielo en la tierra toda ,
A un lado lleva el sol de Austria,
Al otro la tierna Aurora.

A sus espaldas la sigue


Un lucero , que á deshora
Salió la noche del dia ,
Que el cielo y la tierra lloran.

Y si en cielo hay estrellas ,


Que lucientes carros forman
En otros carros su cielo
Vivas estrellas adornan .

Aqui el anciano Saturno


La barba pule y remoza ,
Y aunque tardo ,"va ligero :
Que el placer cura la gota.
128 LA GITANILLA

El Dios parlero va en lenguas


Lisonjeras y amorosas ,
Y cupido en cifras varias,,
Que rubies y perlas bordan.
Alli va el furioso Marte
En la persona curiosa
Demas de un gallardo jóven ,
Que de su sombra se asombra.

Junto á la casa del sol


Va Júpiter ; que no hay cosa
Difícil á la privanza
Fundada en prudentes obras.

Va la luna en las megillas


De una y otra hermana Diosa ,
Vénus casta en la belleza
De las que este cielo forman.

Pequeñuelos Ganimedes
Cruzan , van , vuelven y tornan
Por el ciento tachonado
De esta esfera milagrosa.
DE MADRID. 129

Y para que todo admire


Y todo asombre , no hay cosa
Que de liberal no pase
Hasta el estremo de pródiga.

Milán con sus ricas telas


Alli va en vista curiosa ,
Las Indias con sus diamantes ,
Y Arabia con sus aromas.

Con los mal intencionados


Va la envidia mordedora , #
Y la bondad en los pechos
De la lealtad española.

La alegría universal mu
Huyendo de la congoja ,
Calles y plazas discurre ,
Descompuesta y casi loca!

A mil mudas bendiciones


Abre el silencio la boca ,
Y repiten los muchachos
Lo que los hombres entonan.
9
430 LA GITANILLA

Cual dice fecunda vid,


Crece , sube , abraza toca
El olmo felice tuyo ,
Que mil siglos te haga sombra.

Para gloria de tí misma ,


Para bien de España y honra ,
Para arrimo de la Iglesia , W
Para asombro de Mahoma. (

Otra lengua clama y dice :


Vivas , ó blanca paloma ,
Que nos has dado por crias.
Aguilas de dos coronas

Para ahuyentar de los aires


Las de rapiña furiosas , [
Para cubrir con sus alas ,, 』
A las virtudes medrosas..

Otra mas discreta y grave ,


Mas aguda y mas curiosa ,
Dice , vertiendo alegría
Por los ojos y la boca :
DE MADRID. 131

Esta perla que nos diste ,


Nácar de Austria , única y sola ,
¡Qué de máquinas que rompe !
¡ Qué de designios que corta !

¡ Qué de esperanzas que infunde !


¡ Qué de deseos malogra !
¡ Qué de temores aumenta
¡Qué de preñados aborta !

En esto se llegó al templo


Del Fénix santo , que en Roma
Fue abrasado , y siempre vive
En la fama y en la gloria ,

A la imágen de la vida ,
A la del cielo señora ,
A la que por ser humilde
Las estrellas pisa agora ;

A la madre y vírgen junto ,


A la hija y á la esposa
De Dios , hincada de hinojos ,
Margarita asi razona :
132 LA GITANILLA

Lo que me has dado te doy ,


Mano siempre dadivosa ,'
Que á do falta el favor tuyo
Siempre la miseria sobra.

Las primicias de mis frutos


Te ofrezco , virgen hermosa :
Tales cuales son las mira ,
Recibe , ampara y mejora.
( A su padre te encomiendo ,
Que humano Atlante se encorva
Al peso de tantos reinos
Y de climas tan remotas.

Sé que el corazon del rey


En las manos de Dios mora,
Y sé que puedes con Dios
Cuanto pidieres piadosa.

Acabada esta oracion ,


Otra semejante entonan
Himnos y voces , que muestran
Que está en el suelo su gloria.
DE MADRID. 433
LGE
96 07 Acabados los oficios
$ 29 Con reales ceremonias , manlig så s
polvió á su punto este cielo , s-so ma
Y esfera maravillosa. 8970 [

Apenas acabo Preciosa su romance ,


cuando del ilustre auditorio y grave se-
nado que la oia , de muchos se formo
una voz sola que dijo : torna a cantar ,
Preciosa , que no faltarán cuartos como
tierra. Mas de doscientas personas esta-
ban mirando el baile y ཝཱ་escuchando el
canto de las gitanas , y en la mayor fuga
de él , acertó á pasar por alli uno de los
tenientes de la villa , y viendo tanta gente
junta , preguntó que era , y fuéle res-
pondido que estaban escuchando á la
Gitanilla hermosa que cantaba. Llegóse
10
el teniente , que era curioso , y escuchó
un rato , y por no ir contra su gravedad
no escuchó el romance hasta el fin ; y
habiéndole parecido por estremo bien,idla
134 LA GITANILLA
Gitanilla , mandó á un page suyo dijese
á la gitana vieja que al anochecer fuese á
su casa con las gitanillas , que queria que
las oyese doña Clara su muger. Hizolo
si el page y la vieja dijo que sí iria.
Acabaron el baile y el canto , y mudaron
lugar ; y en esto llegó un page muy bien
aderezado á Preciosa , y dándole un pa-
pel doblado le dijo : Preciosica , canta
el romance que aqui va , porque es muy
bueno y yo te dare otros de cuando en
cuando con
SDI TORRE que cobres fama de la mejor
romancera del mundo. Eso aprenderé
yo de muy buena gana , respondió Pre-
ciosa ; y mire , señor , que no me deje
de dar los romances quee dice , con tal
condicion que sean honestos , y si quiere
qué se los pague , concertémonos por
docenas , docena cantada docena pa-
bshy /sтe MP LAGO " og 100 V
gada ; porque pensar que le tengo de
pagar adelantado , es pensar lo imposi-
ble. Para papel siquiera que me dé la
DE MADRID. 135
señora Preciosica , dijo el page , estaré
contento y mas , que el romance que
no saliere bueno y honesto no ha de en-
trar en cuenta. A la mia quede el esco-
gerlos , respondió Preciosa , y con esto
se fueron la calle adelante , y desde una
reja llamaron unos caballeros á las gi-
tanas, Asomó Preciosa á la reja , que era
baja , y við en una saľa , muy bien ade-
rezada y muy fresca , muchos caballeros
que , unos paseándose y otros jugando á
diversos juegos , se entretenian . ¿ Quié-
renme dar barato , ceñores ? dijo Pre-
so , y esto sama gitana hablaba
ciosa
es artificio en ellas , que no
1
naturaleza. A la voz de Preciosa y á su
rostro dejaron les que jugaban el juego ,
y el paseo los paseantes, y los unos y los
otros acudieron å la reja por verla , que
ya tenian noticia della, y dijeron: entren ,
entren las gitanillas que aqui les daré-
mos barato. Caro seria ello , respondió
136
Preciosa , si nos pellizcasen. No, á fé de
caballeros , respondió uno , bien puedes
entrar , niña, segura que nadie te tocará
á la vira de tu zapato , no , por el hábito
que traigo en el pecho , y púsose la mano
sobre uno de Calatrava. Si tú quieres en-
trar , Preciosa , dijo una de las tres gi-
tanillas que iban con ella, entra en hora-
buena , que yo no pienso entrar donde
hay tantos hombres . Mira , Cristina , res-
pondió Preciosa de lo que te has de
guardar es de un hombre solo y á solas,
y no de tantos juntos porque antes el
ser muchos quita el miedo y recelo de
ser ofendidas . Advierte , Cristinica , y
está cierta de una cosa , que la muger
que se determina á ser honrada entre un
ejército de soldados lo puede ser. Verdad
es que es bueno huir de las ocasiones ;
pero ha de ser de las secretas , y no de
. las públicas, Entremos , Preciosa , dijo
Cristina , que tú sabes mas que un sabio,
DE MADRID. 437
AAATIO X
Animólas la gitanana vieja, y entraron ; y
07 02
apenas hubo entrado Preciosa , cuando
el caballero del hábito vió el papel que
1961 )alb,6e à ella se lo
traia en el seno , y llegándose áI
tomó , y dijo Preciosa : ¡ ay ! no me le
Echid
tome , ceñor
cen , que es un romance que
me acaban de dar agora , que aun no lo
he leido. ¿ Y sabes tú leer , hija ? dijo
uno. Y escribir , respondió la vieja , que
la he criado yo como si fuera
á mi nieta la
hija de un letrado . Abrió el caballero el
papel , y vió que venia dentro dél un
escudo de oro , y dijo : en verdad Pre-
ciosa , que trae esta carta el porte den-
tro: toma este escudo que en el romance
viene. Basta , dijo: Preciosa , que me ha
tratado de pobre el poeta ; pues cierto
que es mas milagro darme á mí un poeta
un escudo , que yo recibirle ; si con esta
añadidura han de venir sus romances ,
traslade todo el Romancero gg eneral y en-
víemelos uno á uno , que yo les tentaré
138 LA GITANILLA
V .:
el pulso , y si vinieren duros , seré yo
blanda en recibillos. Admirados , queda-
ron los que oian á la Gitanica , asi de su
discrecion como el donaire con que ha
blaba. Lea , señor
015 , dijo ella , y lea alto,
veremos si es tan discreto ese poeta como
ol
es liberal ; y el caballero leyó asi :
goal in rodee {;
9pp . joiz Cibnorest
ront Gitanica , que de hermosa
pueden dar parabienes ,
lo que de piedraa tienes
arabe Haina el mundo Préciósa. ९
-9- ¶ hebro7 49 : ojib y , or ob a i
-poly ore De esta verdad me asegura
90 Esto como en tí verás ,
sil ont Que no se apartan jamas;} >+
olui, La esquivez y la hermosura.
sloog au in semmih orgeller ent
stas non la Siscomo en valor subido f
5. Vas creciendo en arrogancia , 31 1
- No le arriendndo la ganancia
A la edad en que has nacido :
1. T 139
DB MADRID.

"Que un basilisco se cria


En tí, que mata mirando ,"
Y un imperio , que aunque
256 hablando,
Nos parezca tiranía.

Entre pobres y eaduares


za
1 nació t
¿Cómo talal ?
¿ O cómo crió pieza ૩
El humilde Manzanares ?

Por esto será famoso


Al par del Tajo dorado ;
Y por Preciosa preciado
Mas que el Ganges caudaloso.

Dices la buenaventura ,
Y dásla mala contino ;
Que no van por un camino
Tu intencion y tu hermosura :

Porque 12en el peligro fuerte


De mirarte ó contemplarte,
Tu intencion va á desculparte,
Y tu hermosura á dar muerte.
140 LA GITANILLA
752
Dicen que son hechiceras
Todas las de tu nacion ;
fo ! Pero tus hechizos son
De mas fuerzas y mas veras :

Pues por llevar los despojos


De todos cuantos te ven ,
Haces , ó niña que estén
Los hechizos en tus ojos,

En sus fuerzas te adelantas ,


Pues bailando nos admiras ;
nos matas , si nos Tree
Y nos miras ;Y
Y nos encantas si cantas .

De cien mil modos hechhizas


Hables ,, cal le , cantes, mires,
calles
O te acerques ó retires ,
El fuegoArde yamorno, atizas.
LIG T

Sobre el mas ecsento pecho


Tienes mando " señorio ;
De que es testigo el mio ,
De tu imperio satisfecho.
DE MADRID. 141
eff
Preciosa joya de amor
Esto humildemente escribe
El que por tí muere y vive
Pobre, aunque humilde amador.

Én pobre acaba el último verso , dijo


á esta sazon Preciosa, mala señal : nunca
los enamorados han de decir que son
pobres , porque á los principios , á mi
parecer , la pobreza es muy enemiga del
amor. ¿ Quién te enseña eso , rapaza?
dijo uno. ¿ Quién me lo ha de enseñar?
respondió Preciosa : no tengo yo mi
alma en mi cuerpo ? ¿* no tengo ya quince
años? No soy manca , ni renca , ni estro-
peada del entendimiento : los ingenios
de las gitanas van por otro norte que los
de las demas gentes ; siempre se adelan-
tan á sus años ; no hay gitano necio , ni
gitana lerda ; que como el sustentar sú
vida consiste en ser agudos , astutos y
embusteros, despabilan el ingenio á cada
142 LA GITANILLA
paso , y no dejan que crie moho en nin-
guna manera.¿ Ven estas muchachas ,
mis compañeras , que están callando y
parecen bobas? pues éntrenles el dedo
en la boca y tientenles las cordales , y
verán lo que verán. No hay muchacha de
doce que no sepa lo que otra de veinte
y cinco ; porque tienen por maestros y
preceptores al diablo y al uso , que les
enseña en una hora lo que habian de
aprender en un año. Con esto que la
Gitanilla decia , tenia suspensos á los
oyentes ; y los que jugaban le dieron ba-
rato , y aun los que no jugaban. Cogió
la hucha de la vieja treinta reales , y
mas rica y mas alegre que una pascua de
flores , antecogió sus corderas y fuése en
casa del señor teniente , quedando que
otro dia volveria con su manada á dar
contento á aquellos tan liberales señores.
Ya tenia aviso la Sra. D. Clara , muger
del señor teniente , como habian de ir á
DE MADRID. 143
su casa las gitanillas , y estábalas espe
rando como el agua de mayo ella y sus
doncellas y dueñas , con
J las de otra se-
nora vecina suya , que todas se juntaron
para ver å Preciosa ; y apenas hubieron
entrado las gitanas , cuando entre las de-
mas resplandeció Preciosa , como la luz
de una antorcha entre otras luces meno-
res , asi corrieron todas á ella : unas la
abrazaban, otras la miraban , estas la ben-
a
decian , aquellas la alababan . D. Clara
decia ; este sí que se puede decir cabello
de oro ; estos si que son ojos de esmeral-
das. La señora su vecina la desmenuzaba
toda, yhacia pepitoria de todos sus miem-
bros y coyunturas ; y llegando á alabar
un pequeño hoyo que Preciosa tenia en
la barba , dijo ; ; ay que hoyo! en este
hoyo han de tropezar cuantos ojos le
miraren. Oyó esto un escudero de brazo
de la Sra. D.ª Clara , que alli estaba , de
luenga barba y largos años , y dijo : ¿ ese
144 LA GITANILLA
Пláma vucsa merced hoyo , señora mia ?
pues yo sé poco de hoyos , ó esc no es
hoyo sino sepultura de deseos vivos: por
Dios tan linda es la Gitanilla , que he-
cha de plata o de alcorza no podria ser
mejor. ¿Sabes decir la buenaventura
03:5 , ni-
na ? De tres ocuatro m maneras , respondió
·
Preciosa. ¿Y eso mas? dijo D, Clara:
por vida del teniente mi señor que me la
has de decir , niña deSLoro , y niña de pla-
ta , y niña de perlas , y niña de carbun-
clos , y niña del cielo , que es lo mas que
puedo decir. Denle , denle la palma de la
mano a la niña , y con que haga la cruz,
dijó la vieja , y verán que de cosas les di-
ce , que sabe nas que un dotor de mele-
cina. Echó manó á la faldriquera la se-
ñora tenienta , y halló que no tenia blan,
ca ; pidió un cuarto á sus criadás , y nin-
guna le tuvo , ni la señora vecina tam-
poco. Lo cual visto por Preciosa , dijo:
todas las cruces en cuanto cruces son
DE MADRID. 145
buenas ; pero las de plata ó de oro son
mejores , y el señalar la cruz en la pal-
ma de la mano con moneda de cobre ,
sepan vuesas mercedes que menoscaba
la buenaventura, por lo menos la mia:
y asi tengo aficion á hacer la cruz pri-
mera con algun escudo de oro , ó con al-
gun real de á ocho , ó á lo menos de á
cuatro que soy como los sacristanes que
euando hay buena ofrenda se regocijan.
Donaire tienes niña , por tu vida , dijo
la señora vecina ; y volviéndose al escu-
dero le dijo : ¿vos Sr. Contreras , ten-
dreis á mano algun real de á cuatro ? dád-
mele , que en viniendo el dotor mi ma-
rido os le volveré. Sí , tengo , respondió
Contreras , pero téngole empeñado en
veinte y dos maravedís que cené anoche;
dénmelos que yo iré por él en volandas.
No tenemos entre todas un cuarto , dijo
D. Dlara , ¿ y pedis veinte y dos marave-
dis? Andad , Contreras , que siempre
10
146 LA GILANILLA
fuisteis impertinente. Una doncella de las
presentes , viendo la esterilidad de la ca-
sa , dijo á Preciosa : niña ¿ hará algo al
caso que se haga la cruz con un dedal
de plata? Antes , respondió Preciosa , se
hacen las cruces mejores del mundo con
dedales de plata , como sean muchos.
Uno tengo yo , replicó la doncella , si es-
te basta , héle aqui , con condicion que
tambien se me ha de decir á mi la bue-
naventura. ¡ Por un dedal tantas buenas-
venturas dijo la gitana vieja : nieta ,
acaba presto , que se hace noche. Tomó
Preciosa el dedal y la mano de la señora
tenienta , y dijo :
Hermosita , hermosita ,
La de las manos de plata ,
Mas te quiere tu marido
Que al rey de las Alpujarras.
Eres paloma sin hiel ;
Pero a veces eres brava
Como leona de Orán ,
O como tigre de Ocaña.
DE MADRID. 147

Pero en un tras , en nn tris


El enojo sé te pasa ,
Y quedas como alfeñique ,
O como cordera mansa.

Riñes mucho , y comes poco ;


Algo zelosita andas,
Que es jugueton el teniente ,
Y quiere arrimar la vara.

Cuando doncella te quiso


Uno de una buena cara :
Que mal hayan los terceros
Que los gustos desbaratan.
Si á dicha tú fueras monja ,
Hoy tu convento mandáras ,
Porque tienes de abadesa
Mas de cuatrocientas rayas

No te lo quiero decir ,
Pero poco importa , vaya :
Enviudarás otra vez ,
Y otras dos serás casada.
148 LA GITANILLA

No llores , señora mia,


Que no siempre las gitanas .
Decimos el Evangelio ;
No llores , señora , acaba. ›

Como te mueras primero


Que el señor teniente , basta
Para remediar el daño
De. la viudez que amenaza.

Has de heredar , y muy presto ,


Hacienda en mucha abundancia ,
Tendrás un hijo canónigo
La iglesia no se señala.

De Toledo no es posible ;
Una hija rubia y blanca v
Tendrás , que si es religiosa ,
Tambien vendrá á ser prelada.

Si tu esposo no se muere
Dentro de cuatro semanas ,
Verásle corregidor
De Burgos ó Salamanca.
DE MADRID. 149

Un lunar tienes : ¡ qué lindo !


¡ Ay Jesus , qué luna clara !
¡ Qué sol , que allá en las Antipodas
Escuros valles aclara!

Mas de dos ciegos por verle


Dieran mas de cuatro blancas:
Agora sí es la risica :
¡ Ay, que bien haya esa gracia !
Guárdate de las caidas ,"
Principalmente de espaldas,
Que suelen ser peligrosas
En las principales damas.
Cosas hay mas que decirte ,
Si para el viernes me aguardas,
Las oirás , que son de gusto,
Y algunas hay de desgracias.

Acabó su buenaventura Preciosa , y


con ella encendió el deseo de todas las
circunstantes en querer saber la suya , y
asi se lo rogaron todas ; pero ella las re-
150 LA GITANILLA
mitió para el viernes venidero , prome-
tiéndole que tendrian reales de plata pa-
ra hacer las cruces. En esto vino el señor
teniente , á quien contaron maravillas de
la Gitanilla : él la hizo bailar un poco , y
confirmó por verdaderas y bien dadas las
alabanzas que á Preciosa habian dado , y
poniendo la mano en la faldriquera , hi-
zo señal de querer darle algo, y habiéndo-
la espulgado y sacudido y rascado muchas 2
veces , al cabo sacó la mano vacía y dijo :
por Dios que no tengo blanca : dadle vos,
D. Clara, un real á Preciosica, que yo os
le daré despues. Bueno es eso , señor ,
por cierto ; sí , ahi está el real de mani-
fiesto : no hemos tenido entre todas no-
sotras un cuarto para hacer la señal de la
cruz , ¿ y quiere que tengamos un real ?
Pues dadle alguna valoncica vuestra, ó
alguna cosa , que otro dia nos volverá á
ver Preciosa y la regalarémos mejor. A
lo cual dijo D. Clara : pues porqué otra
DE MADRID. 151
vez venga no quiero dar nada agora á
Preciosa . Antes sino me dan nada , dijo
Preciosa , nunca mas volveré acá : mas
si volveré á servir á tan principales se-.
ñores ; pero traeré tragado que no me
han de dar nada , y ahorraréme la fatiga
del esperarlo . Coheche vuesa merced ,
señor teniente , coheche y tendrá dine-
ros , y no haga usos nuevos que morirá de
hambre. Mire , señor , por ahi he oido
decir , y aunque moza entiendo que no
son buenos dichos , que de los oficios se
ha de sacar dineros para pagar las con-
denaciones de la résidencia , y para pre-
tender otros cargos. Asi lo dicen y lo ha-
cen los desalmados , replicó el teniente ;
pero el juez que da buena residencia no
tendrá que pagar condenacion alguna ;
y el haber usado bien su oficio será el
valedor para que le den otro. Habla vue-
sa merced muy á lo santo , señor tenien-
te , respondió Preciosa : andese á eso , y
152 LA GITANILLA
cortarémosle de los harapos para reli
quias. Mucho sabes , Preciosa , dijo el
teniente : calla que yo daré traza que sus
magestades te vean , porque eres pieza de
reyes. Querránme para truhana , respon
dió Preciosa , y no lo sabré ser , y todo
irá perdido : si me quisiesen para discre-
ta , aun llevarmeian ( 1 ) ; pero en algu-
nos palacios mas medran los truhanes que
los discretos yo me hallo bien con ser
gitana y pobre , y corra la suerte por ›
donde el cielo quisiere. Ea , niña , dijo
la gitana vieja , no trables mas , que has
hablado mucho , y sabes más de lo que
yo te he enseñado : no te asotiles tanto
que te despuntarás : habla de aquello que
tus años permiten , y no te metas en alta-
nerías , que no hay ninguna que no ame-
nace caida. El diablo tienen estas gitanas

(1) Arcaismo , en lugar de me llevarian , ó me


podrian llevar.
DE MADRID. 1531
en el cuerpo , dijo á esta sazon el tenien-
te. Despidiéronse las gitanas , y al irser
dijo la doncella del dedal : Preciosa , di- }
me la buenaventura ó vuélveme mi de-
dal , que no me queda con que hacer la-
bor. Señora doncella , respondió Precio-
sa , haga cuenta que se la he dicho y pro
véase de otro dedal , ó no haga vainillas
hasta el viernes , que yo volveré , y le diré
mas venturas y aventuras que las que tie-
ne un libro de caballerías. Fuéronse y
juntáronse 1 con las muchas labradoras ,
que á la hora de las ave Marías suelen sa
lir de Madrid paraJvolverse á sus aldeas, ›
y entre otras vuelven muchas , con quien
siempre se acompañaban las gitanas y
volvian seguras ; porque la gitana vieja
vivia en continuo temor no le salteasen á
su Preciosa.
Sucedió pues que la mañana de un dia
que volvian á Madrid a cojer la garra-
154 LA GITANILLA
ma (1) con las demas gitanillas , en un
vallé pequeño, que está obra de quinien-
tos pasos antes que se llegue á la villa ,
vieron un mancebo gallardo y ricamente
aderezado de camino : la espada y daga
que traia eran , como decirse suele , un
ascua de oro : sombrero con rico cintillo,
y con plumas de diversos colores ador-
nado. Repararon las gitanas en viéndole,
y pusiéronsele á mirar muy despacio,
admiradas de que a tales horas un tan
hermoso mancebo estuviese en tal lugar,
ápié y solo. Él se llegó á ellas , y hablan-
do con la gitana mayor le dijo : por vida
vuestra , amiga , que me hagais placer
que vos y Preciosa me oyais aqui á parte
dos palabras , que serán de vuestro pro-
vecho. Como no nos desviemos mucho,

(1) La cuesta ó demanda. En el lenguage me-


tafórica y en el de la Germania es el hurto , es
tafa, ratería ó pillage.
DE MADRID. I 1551
ni nos tardemos mucho , sea en buen
hora , respondió la vieja ; y llamando á
Preciosa , se desviaron de las otras obra
de veinte pasos , y asi en pié como esta-
ban, el mancebo les dijo : yo vengo de
manera rendido á la discrecion y belleza
de Preciosa , que despues de haberme
hecho mucha fuerza para escusar llegar .
á este punto , al cabo he quedado mas
rendido y mas imposibilitado de escu-
sallo. Yo , señoras mias , que siempre osi
he de dar este nombre , si el cielo, mi
pretension favorece, soy caballero, como
lo puede mostrar el hábito ; y apartando
el herreruelo, descubrió en el pecho uno
de los mas calificados que hay en Espa-›
ña ; soy hijo de fulano , que por buenos
4 respetos aqui no se declara su nombre :
estoy debajo de su tutela y amparo : soy:
hijo único , y el que espera un razonable
mayorazgo : mi padre está aqui en la
corte pretendiendo un cargo , y ya está!
156 LA GITANILLA
consultado , y tiene casi ciertas esperan- :
zas de salir con él ; y con ser de la cali-
dad Ꭹ nobleza que os he referido, y de la
que casi se os debe ya de ir trasluciendo ,
con todo eso quisiera sér un gran señor
para levantar á mi grandeza la humildad
de Preciosa , haciéndola mi igual y mi
señora. Yo no la pretendo para burlalla ,
ni en las veras del amor que la tengo.
puede caber género de burla alguna : so-
lo quiero servirla del modo que ella mas
gustare ; su voluntad es la mia : para con
ella es de céra mi alma , donde podrá im-
primir lo que quisiere , y para conser-
varlo y guardarlo , no será como impreso
en cera , sinó como esculpido en már-
moles , cuya dureza se opone á la dura-
cion de los tiempos. Si creeis esta verdad,
no admitirá ningun desmayo mi espe-
ranza; pero si no me creeis , siempre me
tendrá temeroso vuestra duda : mi nom-
bre es este , y dijoselo: el de mi padro
!. DE MADRID. 457
-ya os le he dicho : la casa donde vive es
en tal calle , y tiene tales y tales señas :
vecinos tiene , de quien podréis infor-
maros, y aun de los que no son vecinos
tambien, que no es tan escura la calidad
y nombre de mi padre y el mio, que no
le sepan en los patios de palacio , y aun
en toda la corte. Cien escudos traigo aqui
en oro para daros en arras y señal de lo
quepienso daros porque no ha de negar
la hacienda el que dá el alma. En tanto
que el caballero esto decia, le estaba mi-
rando Preciosa atentamente , y sin duda
que no le debieron de parecer mal ni sus
razones . ni su talle ; y volviéndosé á la
vieja , le dijo: perdóneme , abuela , de
que me tome licencia para responder á
este tan enamorado señor. Responde lo
que quisieres , nieta , respondió la vieja,
que yo sé que tienes discrecion para to-
do. Y Preciosa dijo : yo , señor caballero,
aunque soy gitana pobre y humildemente
158 LA GITANILLA
nacida , tengo un cierto espiritillo fan-
tástico acá dentro que á grandes cosas
me lleva: á mi ni me mueven promesas ,
ni me desmoronan dádivas , ni me incli-
nan sumisiones , ni me espantan finezas
enamoradas y aunque de quince años ,
que segun la cuenta de mi abuela para
este San Miguel los haré , soy ya vieja
en los pensamientos , y alcanzo mas de
aquello que mi edad promete , mas por
mi buen natural que por la esperiencia ;
pero con lo uno ó con lo otro , sé que
las pasiones amorosas en los recien ena-
morados son como impetus indiscretos
que hacen salir á la voluntad de sus qui-
cios , la cual atropellando inconvenien-
tes , desatinadamente se arroja tras su
deseo , y pensando dar con la gloria de
sus ojos , dá con el infierno de sus pesa-
dumbres : si alcanza lo que desea , men-
gua el deseo con la posesion de la cosa
deseada , y quizá abriéndose entonces los
DE MADRID." 159
ojos del entendimiento , se ve ser bien
que se aborrezca lo que antes se adoraba.
Este temor engendra en mí un recato
tal , que ningunas palabras creo , y de
muchas obras dudo. Una sola joya tengo,
que la estimo en mas que á la vida ,
que es la de mi entereza y virginidad ; y
no la tengo de vender á precio de pro-
mesas ni dádivas , porque en fin será
vendida ; y si puede ser comprada , será
de muy poca estima : ni me la han de
llevar trazas ni embelecos ; antes pienso
irme con ella á la sepultura , y quizá al
cielo , que ponerla en peligro que qui-
meras y fantasías soñadas la embistan ó
manoseen. Flor es la de la virginidad
que, á ser posible , aun con la imagina-
cion no habia de dejar ofenderse : cor-
tada la rosa del rosal , ¡ con qué brevedad
y facilidad se marchita ! este la toca ,
aquel la huele , el otro la deshoja , y fi-
nalmente entre las manos rústicas se des-
460 LA GITANILLA
háce. Si vos, señor, por sola esta prenda
venís, no la habeis de llevar , sino atada
con las ligaduras y lazos del matrimonio;
que si la virginidad se ha de inclinar,
ha de ser á este santo yugo : que enton-
ces no seria perderla , sino emplearla en
ferias que felices ganancias prometen. Si
quisiéredes ser mi esposo , yo lo seré
vuestra: pero han de preceder muchas
condiciones y averiguaciones primero :
primero tengo de saber si sois el que de-
(cís: luego , hallando esta verdad , habeis
de dejar la casa de vuestros padres y la
-habeis de trocar con nuestros ranchos , y
tomando el trage de gitano : habeis de
cursar dos años en nuestras escuelas , en
el cual tiempo me satisfaré yo de vuestra
condicion , y vos de la mia : al cabo del
cual , si vos os contentáredes de mí , y
yo de vos , me entregaré por vuestra es-
posa ; pero hasta entonces tengo de ser
vuestra hermana en el trato , y vuestra
DE MADRID. 161
humilde en serviros. Y habeis de consi-
derar que en el tiempo de este noviciado
podria ser que cobrásedes la vista , que
agora debeis de tener perdida , ó por lo
menos turbada , y viésedes que os con-
venia huir de lo que agora seguis con
tanto ahinco : cobrando la libertad per-
dida , con un buen arrepentimiento se
perdona cualquier culpa : si con estas
condiciones quereis entrar á ser soldado
de nuestra milicia , en vuestra mano és-
tá , pues faltando alguna de ellas ; no
habeis de tocar uni dedo de la mia.
Pasmose el mozo á las razones de Pré-
ciosa , y púsose como embelesado , mi-
rando al suelo , dando muestras que con-
sideraba lo que responder debia. Viendo
lo cual Preciosa , torno á décirle : no es
este caso de tan poco momento , que en'
los que aquí nos ofrece el tiempo pueda
ni deba resolverse ; volvèos , señor , á la
villa , y considerad despació lo que vië-
11
162 LA GITANILLA
redes que mas os convenga ; y en este
mismo lugar me podeis hablar todas las
fiestas que quisiéredes , al ir ó venir de
Madrid. A lo cual respondió el gentil
hombre: cuando el cielo me dispuso para
quererte , Preciosa mia , determiné de
hacer por ti cuanto tu voluntad acertase
á pedirme , aunque nunca cupo en mi
pensamiento, que me habias de pedir lo
que me pides ; pero pues es tu gusto que
el mio al tuyo se ajuste y acomode, cuén-
tame por gitano desde luego ; y haz de
mí todas las esperiencias que mas qui-
sieres , que siempre me has de hallar el
mismo que agora te siguifico. Mira cuan-
do quieres que mude el trage , que yo
querria que fuese luego que con oca-
sion de ir á Flandes engañaré á mis pa-
dres , y sacaré dineros para gastar algu-
nos dias , y serán hasta ocho los que po-
dré tardar en acomodar mi partida : á
que fueren conmigo yo los sabré en-
DE MADRID. 163
gañar de modo que salgan con mi¸ deter-
minacion : lo que te pido es , si es que
ya puedo tener atrevimiento de pedirte
y suplicarte algo, que si no es hoy donde
te puedes informar de mi calidad y la de
mis padres , que no vayas mas á Madrid,
porque no querria que algunas de las
demasiadas ocasiones que alli pueden
ofrecerse me salteasen la buenaventura
que tanto me cuesta. Eso no 9 señor ga-
lan , respondió Preciosa : sepa que con-
migo ha de andar siempre la libertad
desenfadada , sin que la ahogue ni turbe
la pesadumbre de los zelos ; y entienda
que no la tomaré tan demasiada , que no
se eche de ver desde bien lejos que llega
mi honestidad á mi desenvoltura : y en
el primer cargo en que quiero enteraros
es en el de la confianza que habeis de
hacer de mi ; y mirad que los amantes
que entran pidiendo zelos , ó son sim-
ples , ó confiados. Satanás tienes en tu
164 LA GITANILLA
pecho , muchacha , dijo á esta sazon la
gitana vieja : mira que dices cosas que
no las dirá un colegial de Salamanca : tú
sabes de amor : tú sabes de zelos , tú de
confianzas : ¿ cómo es esto ? que me tie-
nes loca , y te estoy escuchando como
á una persona espiritada , que habla la-
tin sin saberlo. Calle , abuela , respon-
dió Preciosa , y sepa que todas las cosas
que me oye son nonadas , y son de bur-
las para las muchas que de mas veras
me quedan en el pecho. Todo cuanto
Preciosa decia , y toda la discrecion que
mostraba , era añadir leña al fuego que
ardia en el pecho del enamorado caba-
llero. Finalmente , quedaron en que de
alli á ocho dias se verian en aquel mis-
mo lugar , donde él vendría á dar cuenta
del término en que sus negocios estaban ;
y ellas habrian tenido tiempo de infor-
marse de la verdad que les habia dicho.
Sacó el mozo una bolsilla de brocado ,
DE MADRID. 165
donde dijo que iban cien escudos de oro,
y dióselos á la vieja; pero no queria Pre-
ciosa que los tomase en ninguna manera,
á quien la gitana dijo : calla , piña , que
la mejor señal que este señor ha dado de
estar rendido es haber entregado las ar-
mas en señal de rendimiento ; y el dar ,
en cualquiera ocasion que sea , siempre
fue indicio de generoso pecho ; y acuér-
date de aquel refran que dice : al cielo
rogando y con el mazo dando ; y mas
que no quiero yo que por mí pierdan las
gitanas el nombre que por luengos siglos
tienen adquirido de codiciosas y aprove-
chadas. ¿ Cien escudos quieres tú que
deseche , Preciosa , que pueden andar
cosidos en la alforza de una saya , que
no valga dos reales , y tenerlos alli como
quien tiene un juro sobre las yerbas de
Estremadura ? Y si alguno de nuestros
hijos , nietos ó parientes , cayere por al-
guna desgracia en manos de la justicia ,
166 LA GITANILLA
¿ habrá favor tan bueno que llegue á la
oreja del juez y del escribano , como es-
tos escudos , si llegan á sus bolsas ? Tres
veces por tres delitos diferentes me he
visto casi puesta en el asno para ser azo-
tada ; y de la una me libró un jarro de
plata , y de la otra una sarta de perlas ,
y de la otra cuarenta reales de á ocho ,
que habia trocado por cuartos , dando
veinte reales mas por el cambio. Mira ,
niña , que andamos en oficio muy peli-
groso y lleno de tropiezos y de ocasiones
forzosas ; y no hay defensas que mas
presto nos amparen y socorran como las
armas invencibles del gran Filipo : no
hay pasar adelante de su plus ultra : por
'un doblon de dos caras se nos muestra
alegre la triste del procurador y de todos
los ministros de la muerte , que son ar-
pías de nosotras las pobres gitanas; y mas
precian pelarnos y desollarnos á noso-
tras , que á un salteador de caminos : ja-
DE MADRID. 167
mas , por mas rotas y desastradas que nos
vean , nos tienen por pobres : que dicen
que somos como los jubones de los ga-
bachos de Belmonte , rotos y grasientos ,
y llenos de doblones. Por vida suya ,
abuela , que no diga mas , que lleva tér-
mino de alegar tantas leyes en favor de
quedarse con el dinero , que agote las de
los emperadores ; quédese con ellos , y
buen provecho le hagan; y plegue à Dios
que los entierre en sepultura donde ja-
mas tornen á ver la claridad del sol , ni
haya necesidad que la vean. A estas nues-
tras compañeras será forzoso darles algo,
que ha mucho que nos esperan , y ya
deben de estar enfadadas. Asi verán ellas
replicó la vieja , moneda destas , como
ven al turco agora : ese buen señor verá
si le ha quedado alguna moneda de pla-
ta, ó cuartos , y los repartirá entre ellas ,
que con poco quedarán contentas. Sí
traigo , dijo el galan , y sacó de la fal-
168 LA GITANILLA
driquera tres reales de á ocho , que re-
partió entre las tres gitanillas , con que
quedaron mas alegres y mas satisfechas
que suele quedar un autor de comedias
cuando en competencia de otro le suelen
retular por las esquinas victor , victor.
En resolucion , concertaron , como se ha
dicho , la venida de alli á ocho dias , y
que se habia de llamar cuando fuese gi-
tano Andres Caballero , que tambien ha-
bia gitanos entre ellos deste apellido. No
tuvo atrevimiento Andres , que asi le
llamaremos de aqui adelante , de abra-
zar á Preciosa; antes , enviándole con la
vista el alma , sin ella , si asi decirse pue-
de , las dejó y se entró en Madrid , y
ellas contentísimas hicieron lo mismo.
Preciosa algo aficionada , mas con bene-
volencia que con amor de la gallarda dis-
posicion de Andres , ya deseaba infor-
marse si era el que habia dicho.
Entró en Madrid , y á pocas calles an-
DE MADRID. 169
dadas encontró con el page poeta de las
coplas y el escudo , y cuando él la vió
şe llegó á ella diciendo : vengas en buen
hora, Preciosa : ¿ leiste por ventura las
coplas que te di el otro dia ? A lo que
Preciosa respondió : primero que le res-
ponda palabra , me ha de decir una ver-
dad , por vida de lo que mas quiere.
Conjuro es ese , respondió el page , que
aunque el decirla me costase la vida , no
la negaré en ninguna manera. Pues la
verdad que quiero que me diga , dijo
Preciosa , es , si por ventura es poeta. A
serlo , replicó el page , forzosamente ha-
bia de ser por ventura : pero has de sa-
ber , Preciosa , que ese nombre de poeta
muy pocos le merecen ; y asi yo no lo
soy , sino un aficionado á la poesía ; y
para lo que he menester no voy á pedir
ni buscar versos agenos ; los que te dí
son mios , y estos que te doy agora tam-
bien, mas no por esto soy poeta , ni Dios
170 LA GILANILLA
lo quiera. ¿ Tan malo es ser poeta ? re-
plicó Preciosa. No es malo , dijo el page ;
pero el ser poeta á solas no lo tengo por
muy bueno : háse de usar de la poesía
como de una joya preciosísima , cuyo
dueño no la trae cada dia , ni la muestra
á todas gentes ni á cada paso , sino cuan-
do convenga y sea razon que la muestre.
La poesía es una bellísima doncella, cas-
ta , honesta, discreta, aguda, retirada , y
que se contiene en los límites de la dis-
crecion mas alta es amiga de la soledad:
las fuentes la entretienen : los prados la
consuelan : los árboles la desenojan : las
flores la alegran ; y finalmente deleita y
enseña y á cuantos con ella comunican.
Con todo eso , respondió Preciosa , he
oido decir que es pobrísima, y que tiene
algo de mendiga. Antes es al revés , dijo
el page : porque no hay poeta que no sea
rico , pues todos viven contentos con su
estado ; filosofia que alcanzan pocos.
DE MADRID. 171
Pero ¿ qué te ha movido , Preciosa , á
hacer esta pregunta ? Háme movido , res-
pondió Preciosa , porque como yo tengo
a todos ó los mas poetas por pobres ,
causóme maravilla aquel escudo de oro
que me distes entre vuestros versos en-
vuelto : mas agora que sé que no sois
poeta , sino aficionado de la poesía , po-
dria ser que fuésedes rico ; aunque lo
dudo , á causa de que por aquella parte
que os toca de hacer coplas se ha de de-
saguar cuanta hacienda tuviéredes : que
no hay poeta , segun dicen , que sepa
conservar la hacienda que tiene , ni gran-
gear la que no tiene. Pues yo no soy de
sos , replicó el page , versos hago , y no
soy rico, ni pobre ; y sin sentirlo ni des-
contarlo como hacen los ginoveses sus
convites , bien puedo dar un escudo y
dos á quien yo quisiere. Tomad , pre-
ciosa perla , este segundo papel , y estę
escudo segundo que va en él , sin que os
172 LA GITANILLA
pongais á pensar si soy poeta , ó no: solo
quiero que penseis y creais que quien os
da esto , quisiera tener para daros las ri-
quezas de Midas ; y en esto le dió un pa-
pel , y tentándole Preciosa , halló que
dentro venia el escudo , y dijo : este pa-
pel ha de vivir muchos años , porque trae
dos almas consigo : una la del escudo y
otra la de los versos , que siempre vienen
llenos de almas , y de corazones : pero
sepa el señor page que no quiero tantas
almas conmigo , y sino saca la una , no
haya miedo que reciba la otra ; por poeta
le quiero, y no por dadivoso, y desta ma-
nera tendrémos amistad que dure ; pues
mas aínas puede faltar un escudo , por
fuerte que sea, que la hechura de un ro-
mance. Pues asi es , replicó el page, que
quieres , Preciosa , que yo sea pobre por
fuerza ; no deseches el alma que en ese
papel te envio; y vuélveme el escudo ,
que como le toques con la mano , le ten-
DE MADRID. 173
dré por reliquia mientras la vida me du-
ráre. Sacó Preciosa el escudo del papel ,
y quedóse con el papel , y no le quiso
leer en la calle. El page se despidió y se
fue contentísimo , creyendo que ya Pre-
ciosa quedaba rendida , pues con tanta
afabilidad le habia hablado. Y como ella
llevaba puesta la mira en buscar la casa
del padre de Andres , sin querer dete-
nersé á bailar en ninguna parte , en poco
espacio se puso en la calle do estaba, que
ella muy bien sabia ; y habiendo andado
hasta la mitad , alzó los ojos á unos bal-
cones de hierro dorados , que le habian
dado por señas , y vió en ella á un caba-
llero de hasta edad de cincuenta años ,
con un hábito de cruz colorada en los
pechos , de venerable gravedad y presen-
cia ; el cual apenas tambien hubo visto
la Gitanilla , cuando dijo : subid , niñas,
que aqui os darán limosna. A esta voz
acudieron al balcon otros tres caballeros ,
174 LA GITANILLA
y entre ellos vino el enamorado Andres ,
que cuando vió á Preciosa perdió la co-
lor , y estuvo á punto de perder los sen-
tidos : tanto fue el sobresalto que recibió
con su vista. Subieron las gitanillas to-
das , sino la grande que se quedó abajo
para informarse de los criados de las ver-
dades de Andres.
Al entrar las gitanillas en la sala estaba
diciendo el caballero anciano á los de-
mas esta debe de ser sin duda la Gita-
nilla hermosa que dicen que anda por
Madrid. Ella es , replicó Andres , y sin
duda es la mas hermosa criatura que se
ha visto. Asi lo dicen , dijo Preciosa ,
que lo oyó todo en entrando ; pero en
verdad que se deben de engañar en la
mitad del justo precio : bonita bien creo
que lo soy ; pero tan hermosa como di-
cen, ni por pienso. Por vida de don Jua-
nico mi hijo , dijo el anciano , que aun
sois mas hermosa de lo que dicen , linda
1
DE MADRID. 175
gitana. ¿ Y quién es don Juanico su hijo,
preguntó Preciosa ? Ese galan que está á
vuestro lado , respondió el caballero. En
verdad que pensé , dijo Preciosa que ju-
raba vuesa merced por algun niño de dos
años : ¡ mirad qué don Juanico , y qué
brinco ! (1) A mi verdad que pudiera ya
estar casado , y que segun tiene unas ra-
yas en la frente no pasarán tres años sin
que lo esté , y muy á su gusto , si es que
desde aqui á allá no se le pierde , ó se le
trueca . Basta , dijo uno de los presentes ,
qué sabe la Gitanilla de rayas. En esto
las tres gitanillas que iban con Preciosa
todas tres se arrimaron á un rincon de la
sala , y cosiéndose las bocas unas con
olras , se juntaron por no ser oidas . Dijo
la Cristina : muchachas , este es el caba-
llero que nos dió esta mañana los tres
reales de á ocho . Asi es la verdad , res
ARCLA
(1) Lo mismo que digecito ó joya pequeña,
EI
176 LA GITANILLA
pondieron ellas ; pero no se lo mente-
mos , ni le digamos nåda si él no nos lo
mienta : ¿ qué sabemos si quiere encu-
brirse? En tanto que esto entre las tres
pasabá , respondió Preciosa á lo de las
rayas : lo que veo con los ojos , con el
dedo lo adivino. Yo sé del señor don Jua-
nico, sin rayas , que es algo enamora-
dizo , impetuoso y acelerado , y gran pro-
metedor de cosas que parecen imposibles ;
y plega á Dios que no sea mentiroso,
que seria lo peor de todo. Un viage ha de
hacer agora muy lejos de aqui , ý uno
piensa el bayo y otro el que le ensilla :
el hombre pone y Dios dispone : quizá
pensará que va á Oñez , y dará en Gam-
boa. A esto respondió don Juan : en ver-
dad , gitanica , que has acertado en mu-
chas cosas de mi condicion ; pero en lo
de ser mentiroso vas muy fuera de la
verdad , porque me precio de decirla en
todo acontecimiento. En lo del viage
DE MADRID. 177
largo has acertado , pues sin duda, siendo
Dios servido , dentro de cuatro ó cinco
dias me partiré á Flandes , aunque tú me
amenazas que he de torcer el camino , y
no querria que en él me sucediesc algun
desman que lo estorbase. Calle , señori-
to , respondió Preciosa , y encomiéndese
á Dios , que todo se hará bien ; y sepa
que yo no sé nada de lo que digo , no
es maravilla que como hablo mucho y
bulto , acierte en alguna cosa ; y yo quer-
ria acertar en persuadirte á que no te
partieses , sino que sosegases el pecho, y
te estuvieses con tus padres para darles
buena vejez ; porque no estoy bien con
estas idas y venidas á Flandes , princi-
palmente los mozos de tan tierna edad
como la tuya ; déjate crecer un poco
para que puedas llevar los trabajos de la
guerra : cuanto mas que harta guerra
tienes en tu casa ; hartos combates amo-
rosos te sobresaltan en el pecho : sosie-
12
178 LA GITANILLA
ga , sosiega , alborotadito , y mira lo que
haces primero que te cases , y danos una
limosnita por Dios , y por quien tú eres
que en verdad que creo que eres bien
nacido ; y si á esto se junta el ser verda-
dero , yo cantaré la gala al vencimiento
de haber acertado en cuanto te he dicho.
Otra vez te he dicho , niña , respondió el
don Juan, que habia de ser Andres Caba-
llero , que en todo aciertas , sino en el
temor que tienes que no debo de ser
muy verdadero , que en esto te engañas
sin alguna duda : la palabra que yo doy
en el campo , la cumpliré en la ciudad y
adonde quiera sin serme pedida; pues no
se puede preciar de caballero quien toca
en el vicio de mentiroso. Mi padre te dará
limosna por Dios y por mi ; que en ver-
dad que esta mañana dí cuanto tenia á
unas damas , que á ser tan lisonjeras co-
mo hermosas , especialmente una dellas,
no me arriendo la ganancia . Oyendo esto
' DE MADRID.? 179
Cristina , con el recato de la otra vez dijo
á las demas gitanas : ¡ ay niñas ! que me
maten si no lo dice por los tres reales de
á ocho que nos dió esta mañana. No es
asi , respondió una de las dos , porque
dijo que eran damas , y nosotras no lo
somos ; y siendo él tan verdadero como
dice , no habia de mentir en esto. No es
mentira de tanta consideracion , respon-
dió Cristina , la que se dice sin perjuicio
de nadie , y en provecho y crédito del
que la dice ; pero con todo esto veo no
nos dá nada , ni nos manda bailar.
Subió en esto la gitana vieja y dijo :
nieta , acaba , que es tarde y hay mucho
que hacer y mas que decir. ¿¿ Y Y qué hay ,
abuela preguntó Preciosa , hay hijo , ó
hija ? Hijo , y muy lindo , respondió la
vieja : ven , Preciosa , y oirás verdaderas
maravillas. Plega á Dios que no muera
de sobreparto , dijo Preciosa. Todo se
mirará muy bien, replicó la vieja; cuanto
1
180 LA GITANILLA
mas que hasta aqui todo ha sido parto
derecho , y el infante es como un oro.
¿ Ha parido alguna señora ? preguntó el
padre de Andres Caballero. Si señor ,
respondió la gitana ; pero ha sido el parto
tan secreto , que no le sabe sino Preciosa
y yo , y otra persona , y asi no podemos
decir quien es. Ni aqui lo queremos sa-
ber , dijo uno de los presentes ; pero des-
dichada de aquella que en vuestras len-
guas deposita su secreto , y en vuestra
ayuda pone su honra. No todas somos
malas , respondió Preciosa : quizá hay al-
guna entre nosotras que se precia de se-
creta y de verdadera tanto cuanto el
hombre mas estirado que hay en esta f
sala ; Ꭹ vámonos , abuela , que aqui nos
tienen en poco ; pues en verdad que no
somos ladronas , ni rogamos á nadie. No
os enojeis , Preciosa , dijo el padre , que
á lo menos de vos imagino que no se
puede presumir cosa mala ; que vuestro
DE MADRID.. 181
buen rostro os acredita y sale por fiador
de vuestras buenas obras. Por vida de
Preciosita , que baileis un poco con vues-
tras compañeras : que aqui tengo un do-
blon de oro de á dos caras , que ninguna
es como la vuestra , aunque son de dos
reyes. Apenas hubo oido esto la vieja ,
cuando dijo : ea , niñas , haldas en cinta,
y dad contento á estos señores. Tomó las
sonajas Preciosa , y dieron sus vueltas ,
hicieron y deshicieron todos sus lazos
con tanto donaire Ꭹ desenvoltura , que
tras los pies se llevaban los ojos de cuan-
tos las miraban , especialmente los de
Andres , que asi se iban entre los pies de
Preciosa , como si alli tuvieran el centro
de su gloria ; pero turbósela la suerte de
manera que se la volvió en infierno , y
fue el caso que en la fuga del baile se
le cayó á Preciosa el papel que le habia
dado el page , y apenas hubo caido cuan-
do le alzó el que no tenia buen concepto
182 LA GITANILLA
de las gitanas , y abriéndole al punto ,
dijo : ¡ bueno ! sonetico tenemos : cese
el baile y escuchenle , que segun el pri-
mer verso , en verdad que no es nada
necio. Pesóle ȧ Preciosa , por no saber
lo que en él venia , y rogó que no le le-
yesen y que se le volviesen : y todo el
ahinco que en esto ponia eran espuelas
que apremiaban el deseo de Andres para
oirle. Finalmente el caballero le leyó en
alta voz , y era este :
Cuando Preciosa el panderete toca,
Y hiere el dulce son los aires vanos ,
Perlas son que derrama con las manos ,
Flores son que despide de la boca,
Suspensa el alma , y la cordura loca
Queda á los dulces actos sobrehumanos,
Que de limpios , de honestos y de sanos ,
Su fama al ciclo levantado toca.
Colgadas del menor de sus cabellos
Mil almas lleva , y á sus plantas tiene
Amor rendidas una y otra flecha :
DE MADRID. 183

Ciega y alumbra con sus soles bellos :


Su imperio amor por ellas le mantiene ,
Y aun mas grandezas de su ser sospecha.

Por Dios , dijo el que leyó el soneto ,


que tiene donaire el poeta que le escri-
bió. No es poeta , señor , sino un page
muy galan , y muy hombre de bien, dijo.
Preciosa. Mirad lo que habeis dicho ,
Preciosa , y lo que vais á decir, que esas
no son alabanzas del page , sino lanzas
que traspasan el corazon de Andres que
las escucha : ¿ queréislo ver , niña? pues
volved los ojos y veréisle desmayado en-
cima de la silla , con un trasudor de
muerte : no penseis , doncella , que os
ama tan de burlas Andres , que no le
hieran y sobresalten el menor de vuestros
descuidos : llegaos á él en hora buena , y
decidle algunas palabras al oido que va-
yan derechas al corazon , y le vuelvan de
su desmayo : no, sino andaos á traer sọ-
484 LA GITANILLA
netos cada dia en vuestra alabanza , y
vereis cual os le ponen. Todo esto pasó
asi como se ha dicho , que á Andres, en
oyendo el soneto , mil zelosas imagina-
ciones le sobresaltaron : no se desmayó ,
pero perdió la color de manera que vién-
dole su padre , le dijo : ¿ qué tienes , don
Juan , que parece que te vas á desmayar
segun se te ha mudado el color ? Espé-
rense , dijo á esta sazon Preciosa , dején-
mele decir unas ciertas palabras al oido,
y verán como no se desmaya ; y llegán
dose á él le dijo , casi sin mover los la-
bios : ¡ gentil animo para gitano ! ¿ Como
podreis , Andres , sufrir el tormento de
toca (1) , pues no podeis llevar el de un
papel? y haciéndole media docena de

(1) Llamábase asi una especie de tortura que


se daba antiguamente á los reos para que declara-
sen , la cual consistia en darles á beber unas tiras
de gasa delgada y una porcion de agua , todo
jimto.
DE MADRID.' ' 185
cruces sobre el corazon , se apartó dél ,
y entónces Andres respiró un poco y dió
á entender que las palabras de Preciosa
le habian aprovechado. Finalmente , el
doblon de dos caras se le dieron á Pre-
ciosa , y ella dijo á sus compañeras que
le trocaria y repartiria con ellas hidalga-
mente. El padre de Andres le dijo que
le dejase por escrito las palabras que ha-
bia dicho á D. Juan , que las queria sa-
ber en todo caso. Ella dijo que las diria
de muy buena gana; y que entendiesen
que, aunque parecian cosa de burla , te-
nian gracia especial para preservar el mal
del corazon y los vaguidos de cabeza , y
que las palabras eran :", "
ངས་ 。 ་
Cabecita , cabecita ,
Tente en ti, no te resbales ,
Y apareja dos puntales
De la paciencia bendita.
Solicita
La bonita
186 LA GITANILLA
Confiancita ;
No te inclines
A pensamientos ruines :
Verás cosas
Que toquen en milagrosas,
Dios delante
Y san Cristóbal gigante.
1
Con la mitad de estas palabras que le.
digan , y con seis cruces que le hagan
sobre el corazón á la persona que tuviere
vaguidos de cabeza , dijo Preciosa , que-
dará como una manzana. Cuando la gi-
tana vieja oyó el ensalmo y el embuste ,
quedó pasmada ; y mas lo quedó Andres,
que vió que todo era invencion de su
agudo ingenio. Quedáronse con el so-
neto , porque no quiso pedirle Preciosa
por no dar otro tártagó á Andres : que
ya sabia ella , sin ser enseñada , lo que
era dar sustos , y martelos (1) y sobresal-

(1) Zelos ó la pena y afliccion que nace de ellos,


DE MADRID. 187
tos zelosos á los rendidos amantes. Des-
pidiéronse las gitanas , y al irse dijo
Preciosa á D. Juan : mire , señor , cual-
quiera dia de esta semana es próspero
para partidas , y ninguno es aciago ; apre-
sure el irse lo mas presto que pudiere ,
que le aguarda una vida ancha , libre y
muy gustosa , si quiere acomodarse á
ella. No es tan libre la del soldado , á
mi parecer, respondió D. Juan , que no
tenga mas de sujecion que de libertad ;
pero con todo esto haré como viere. Mas
vereis de lo que pensais , respondió Pre-
ciosa y Dios os lleve y traiga con bien ,
como vuestra buena presencia merece.
Con estas últimas palabras quedó con-
tento Andres , y las gitanas se fueron
contentísimas : trocaron el doblon , re-
partiéronle entre todas igualmente , aun-
que la vieja guardiana llevaba siempre.
parte y media de lo que se juntaba , asi
por la mayoridad , como por ser ella el
1881 LA GITANILLA
agujá por quien se guiaban en el mare-
magnum de sus bailes , donaires , y aun
de sus embustes.
Llegóse en fin el dia que Andres Ca-
ballero se apareció una mañana en el
primer lugar de su aparecimiento , so-
bre una mula de alquiler , sin criado al-
guno ; halló en él á Preciosa y á su abue-
la , de las cuales conocido , le recibieron
con mucho gusto. Él les dijo que le guia-
sen al rancho antes que entrase el dia ,
y con él se descubriesen las señas que lle-
vaba , si acaso le buscasen : ellas que co-
mo advertidas vinieron solas , dieron la "
vuelta , y de alli á poco rato llegaron á
sus barracas. Entró Andres en una , que
era la mayor del rancho , y luego acu-
dieron á verle diez ó doce gitanos , todos
mozos , y todos gallardos y bien hechos,
á quien ya la vieja habia dado cuenta del
nuevo compañero que les habia de ve-
nir , sin tener necesidad de encomen-
DE MADRID. 189
darles el secreto , que como ya se ha di-
cho , ellos le guardan con sagacidad y
puntualidad nunca vista. Echaron luego
ojo á la mula , y dijo uno dellos : esta
se podrá vender el jueves en Toledo. Eso
no , dijo Andres , porque no hay mula
de alquiler que no sea conocida de todos
los mozos de mulas que' traginan por
España. Por Dios , señor Andres , dijo
uno de los gitanos , que aunque la mula
tuviera mas señales que las que han de
preceder al dia tremendo (1 ) , aqui la
trasformarémos de manera que no la
conociera la madre que la parió , ni el
dueño que la ha criado. Con todo eso ,
respondió Andres , por esta vez se ha de
seguir y tomar el parecer mio : á esta
mula se le ha de dar muerte , y ha de ser
enterrada donde aun los huesos no parez-
can. Pecado grande , dijo otro gitano :

(1 ) Al dia del juicio final.


$190 LA GITANILLA
á una inocente se ha de quitar la vida?
No diga tal el buen Andres , sino haga
una cosa : mírala bien agora , de manera
que se le queden estampadas todas sus
señales en la memoria , y déjenmela lle-
var á mí , y si de aqui à dos horas la
conociere , que me lardeen (1) como á
un negro fugitivo. En ninguna manera
consentiré , dijo Andres , que la mula
no muera , aunque mas me aseguren su
trasformacion : yo temo ser descubierto ,
si á ella no la cubre la tierra ; y si se ha-
'ce por el provecho que de venderla pue-
de seguirse , no vengo tan desnudo á esta
cofradía que no pueda pagar de entrada
mas de lo que valen cuatro mulas. Pues
asi lo quiere el señor Andres Caballero ,
(1) Que me castiguen y maltraten como á ne-
gro fugitivo alusion al bárbaro castigo que se
daba al infeliz de esta especie que se fugaba del
dominio de su señor , y cuya descripcion horroriza
á la humanidad .
DE MADRID .' 191
dijo otro gitano , muera la sin culpa ; y
Dios sabe si me pesa , asi por su moce-
dad , pues aun no ha cerrado , cosa no
usada entre mulas de alquiler , como por-
que debe de ser andariega , pues no tiene
costras en las hijadas , ni llagas de la
espuela. Dilatóse su muerte hasta la no-
che , y en lo que quedaba de aquel dia,
se hicieron las ceremonias de la entrada
de Andres á sér gitano , que fueron : de-
sembarazaron luego un rancho de los
mejores del aduar , y adornáronle de ra-
mos y juncia , y sentándose Andres sobre
un medio alcornoque , pusiéronle en las
manos un martillo y unas tenazas , y al
son de dos guitarras que dos gitanos ta-
ñian, le hicieron dar dos cabriolas : luego
le desnudaron un brazo , y con una cin-
ta de seda nueva y un garrote le dieron
dos vueltas blandamente. A todo se halló
presente Preciosa , y otras muchas gitanas
viejas y mozas , que las unas con mara-
492 LA GITANILLA
villa , otras con amor le miraban : tal
era la gallarda disposicion de Andres que
hasta los gitanos le quedaron aficiona-
dísimos. Hechas pues las referidas cere-
monias , un gitano viejo tomó por la
mano a Preciosa , y puesto delante de
Andres , dijo : esta muchacha , que es
la flor y la nata de toda la hermosura de
las gitanas que sabemos que viven en Es-
paña , te la entregamos ya por esposa , ó
ya por amiga , que en esto puedes hacer
lo que fuere mas de tu gusto ; porque la
libre y ancha vida nuestra no está sujeta
á melindres ni á muchas ceremonias :
mírala bien , y mira si te agrada , ó si
ves en ella alguna cosa que te desconten-
te: y si la ves , escoge entre las donce-
llas que aqui estan la que mas te con-
tentare , que lá que escogieres te daré-
mos pero has de saber que una vez es-
cogida , no la has de dejar por otra , ni
te has de empachar ni entremeter ni
DE MADRID. 193
con las casadas , ni con las doncellas:
nosotros guardamos inviolablemente la
ley de la amistad : ninguno solicita la
prenda del otro , libres y ecsentos vivi-
mos de la amarga pestilencia de los ze-
los : entre nosotros , aunque hay muchos
incestos , no hay ningun adulterio , y
cuando le hay en la muger propia, ó al-
guna bellaquería en la amiga , no vamos
á la justicia á pedir castigo : nosotros so-
mos los jueces ; y los jueces y los ver-
dugos de nuestras esposas y amigas : con
la misma facilidad las matamos y las en-
terramos por las montañas Ꭹ desiertos,
como si fueran animalés nocivos ; no
hay pariente que las vengue , ni padres
que nos pidan su muerte : con este te-
mor y miedo ellas procuran ser castas ,
y nosotros , como ya he dicho , vivimos
seguros. Pocas cosas tenemos que no
sean comunes á todos , escepto la muger
ó la amiga , que queremos que cada una
13
194 LA GITANILLA
sea del que le cupo en suerte. Entre no-
sotros asi hace divorcio la vejez como la
muerte : el que quisiere puede dejar la
muger vieja , como él sea mozo , y esco - i
ger otra que corresponda al gusto de sus *
años. Con estas y con otras leyes y esta-
tutos nos conservamos y vivimos alegres :
somos señores de los campos , de los
sembrados , de las selvas , de los montes,
de las fuentes y de los rios : los montes
nos ofrecen leña de balde ; los árboles
frutas ; las viñas uvas ; las huertas horta-
liza ; las fuentes agua ; los rios peces , y
los vedados caza ; sombra las peñas ; aire
fresco las quiebras , y casas las cuevas.
Para nosotros las inclemencias del cie-
lo son oreos ; refrigerio las nieves ; ba-
ños la lluvia ; músicas los truenos , Ꭹ ha-
chas los relámpagos : para nosotros son
los duros terreros colchones de blandas
plumas : el cuero curtido de nuestros
cuerpos nos sirve de arnés impenetrable
DE MADRID.: 195
que nos defiende : á nuestra ligereza no
la impiden grillos , ni la detienen bar-
rancos , ni la contrastan paredes : á nues-
0. tro ánimo no le tuercen cordeles , ni
le menoscaban garruchas , ni le ahogan
tocas ; ni le doman potros (1) : del si al
no no hacemos diferencia cuando nos
conviene siempre nos preciamos mas
de mártires que de confesores : para no-
sotros se crian las bestias de carga en los
campos , y se cortan las faldriqueras en
las ciudades : no hay águila , ni ninguna
otra ave de rapiña que mas presto se aba-
lance á la presa que se le ofrece , que no-
sotros nos abalanzamos á las ocasiones
que algun interes nos señalen ; y final-
mente , tenemos muchas habilidades que

(1) Todas estas tres frases y la siguiente son


alusiones á la pena del potro ó tormento , que an-
tes se daba á los gitanos , rateros y demas delin-
cuentes para que declarasen sus delitos y sus cóm-
plices en ellos.
196 LA GITANILLA
felice fin nos prometen . Porque en la cár-
cel cantamos ; en el potro callamos : de
dia trabajamos y de noche hurtamos , ó
por mejor decir , avisamos que nadie vi-
va descuidado de mirar donde pone su
hacienda. No nos fatiga el temor de per-
der la honra , ni nos desvela la ambicion
de acrecentarla : ni sustentamos bandos ,
ni madrugamos á dar memoriales , ni á
acompañar magnates , ni á solicitar fa-
vores. Por dorados techos y suntuosos pa
lacios estimamos estas barracas y movi-
bles ranchos : por cuadros y paises de
Flandes los que nos da la naturaleza en
esos levantados riscos y nevadas peñas,
tendidos prados y espesos bosques , que
á cada paso á los ojos se nos muestran.
Somos astrólogos rústicos , porque como
casi siempre dormimos al cielo descu-
bierto , á todas horas sabemos las que son
del dia y las que son de la noche : vemos
como arrincona y barre la aurora las es
DE MADRID. 397
trellas del cielo , y como ella sale con su
compañera el alba alegrando el aire , en
friando el agua y humedeciendo la tier
ra; y luego tras ellas el sol , dorando cum
bres , como dijo el otro poeta , y rizando
montes : ni tememos quedar helados por
su ausencia , cuando nos hiere á soslayo
con sus rayos , ni quedar abrasados cuan-
do con ellos perpendicularmente nos to-
ca : un mismo rostro hacemos al sol que
al hielo , á la esterilidad que á la abun-
dancia en conclusion , somos gente que
vivimos por nuestra industria y pico , y
sin entremeternos con el antiguo refran:
iglesia , ó mar , ó casa real (1) tenemos
lo que queremos , pues nos contentamos
con lo que tenemos. Todo esto os he di
cho , generoso mancebo , porque no ig-
[
(1) Alusion á los tres medios de hacer fortuna,
mas reputados y apreciados, que son las dignidades
eclesiásticas, el comercio y el servicio del rey en
su casa y sitios reales.
198 LA GITANILLA
noreis la vida á que habeis venido , y el
trato que habeis de profesar , el cual os
he pintado aqui en borron : que otras
muchasé infinitas cosasiréis descubriendo
en él con el tiempo , no menos dignas de
consideracion , que las que habeis oido.
( Calló en diciendo esto el elocuente y
viejo gitano; y el novicio dijo : que se
holgaba mucho de haber sabido tan loa-
bles estatutos ; y que él pensaba hacer
profesion en aquella orden , tan puesta
en razon y en políticos fundamentos , y
que solo le pesaba no haber venido mas
presto en conocimiento de tan alegre vi-
da ; y que desde aquel punto renunciaba
la profesion de caballero y la vanagloria
de su ilustre linage , y lo ponia todo de-
bajo del yugo , ó por mejor decir , de-
bajo de las leyes con que ellos vivian ;
pues con tan alta recompensa le satisfa-
cian el desco de servirlos , entregándole
á la divina Preciosa , por quien él deja-
DE MADRID, 199
ria coronas é imperios , y solo los desea-
ria para servirla, A lo cual respondió Pre
ciosa : puesto que estos señores legislado -
res han hallado por sus leyes que soy tu-
ya , y que por tuya te me han entregado ,
yo he hallado por la ley de mi voluntad,
0.
que es la mas fuerte de todas , que no
quiero serlo sino es con las condiciones
que antes que aqui vinieses entre los dos
concertamos : dos años has de vivir en
nuestra compañía primero que de la mia
goces ; porque tú no te arrepientas por li-
gero , ni yo quede engañada por presu-
rosa: condiciones rompen leyes , las que
te he puesto sabes , si las quieres guar-
dar , podrá ser que sea tuya , y tú seas
mio ; y donde no , aun no es muerta la
mula , tus vestidos estan enteros , y de
tus dineros no te falta un ardite : la au-
sencia que has hecho no ha sido aun de
un dia , que de lo que dél falta te puedes
servir y dar lugar que consideres lo que
200 LA GITANILLA
mas te conviene. Estos señores bien pue
den entregarte mi cuerpo , pero no mi
alma, que es libre , y nació libre , y ha
de ser libre en tanto que yo quisiere :
si te quedas , te estimaré en mucho : si
te vuelves , no te tendré en menos ; por-
que á mi parecer los ímpetus amorosos
corren á rienda suelta hasta que encuen-
tran con la razon , ó con el desengaño ,
y no querria yo que fueses tú para con-
migo como es el cazador , que en alcan-
zando la liebre que sigue , la coge , y
la deja por correr tras otra que le huye :
ojos hay engañados que á la vista tan
bien les parece el oropel como el oro ;
pero á poco rato bien conocen la dife-
rencia que hay de lo fino á lo falso : esta
mi hermosura , que tú dices que tengo ,
que la estimas sobre el sol y la encare-
ces sobre el oro , qué sé yo si de cerca te
parecerá sombra , y tocada caerás en que
es de alquimia. Dos años te doy de tiem-
DE MADRID.: 201
po para que tantees y ponderes lo que
será bien que escojas , ó que será justo
que deseches que la prenda que una
vez comprada nadie se pueda deshacer
de ella sino con la muerte , bien es que
haya tiempo y mucho para miralla y re-
miralla , y ver en ella las faltas ó las vir-
tudes que tiene que yo no me rijo por
la bárbara é insolente licencia que estos
mis parientes se han tomado de dejar las
mugeres , ó castigǝrlas cuando se les an-
toja , y como yo no pienso hacer cosa
que llame al castigo , no quiero tomar
compañía que por su gusto me deseche..
Tienes razon , ó Preciosa , dijo á este
punto Andres ; y asi si quieres que ase-
gure tus temores , y menoscabe tus sos-
pechas , jurándote que no saldré un pun-
to de las órdenes que me pusieres ; mira
qué juramento quieres que haga , ó qué
otra seguridad puedo darte , que á todo
me hallarás dispuesto. Los juramentos y
202 LA GITANILLA
promesas que hace el cautivo porque le
den libertad , pocas veces se cumplen
con ella , dijo Preciosa ; y asi son segun
pienso los del amante , que por conse-
guir su deseo prometerá las alas de Mer-
curio y. los rayos de Júpiter , como me
prometió á mí un cierto poeta , y juraba
por la laguna Estigia : no quiero jura-
mentos , señor Andres , ni quiero pro-
mesas , solo quiero remitirlo todo á la
esperiencia deste noviciado ; y á mí se me
quedará el cargo de guardarme , cuando
vos le tuviéredes de ofenderme. Sea asi ,
respondió Andres : sola una cosa pido
á estos señores y compañeros mios , y es
que no me fuercen á que hurte ninguna
cosa por tiempo de un mes siquiera ; por-
que me parece que no he de acertar á
ser ladron , si antes no preceden muchas.
liciones. Calla , hijo , dijo el gitano vie
jo , que aqui te industriarémos de ma-
nera que salgas un águila en el oficio. y
DE MADRID. 203
cuando le sepas , has de gustar dél de
modo que te comas las manos tras él.
¿ Ya es cosa de burla salir de vacío por
la mañana , y volver cargado á la noche
al rancho ? De azotes he visto yo volver
algunos de esos vacíos , dijo Andres. No
se toman truchas , etc. , replicó el viejo:
todas las cosas desta vida estan sujetas á
diversos peligros ; y las acciones del la-
dron al de las galeras , azotes y horca ;
pero no porque corra un navío tormenta
ó se anegue , han de dejar los otros de
navegar : bueno seria que porque la guer
ra come los hombres y los caballos , de.
jase de haber soldados : cuanto mas que
el ser azotado por justicia entre nosotros,
es tener un hábito en las espaldas , que
le parece mejor que si le trujese en los
pechos , y de los buenos : el toque está
en no acabar acoceando el aire (1) en la

(1 ) Ahorcado.
204 LA GITANILLA
flor de nuestra juventud , y á los prime-
ros delitos : que el mosqueo de las espal-
das , ni el apalear el agua en las galeras
no lo estimamos en un cacao (2) . Hijo
Andres , reposad agora en el nido debajo
de nuestras alas , que á su tiempo os saca-
rémos á volar , y en parte donde no vol-
vais sin presa ; y lo dicho dicho , que os
habeis de lamer los dedos tras cada hur-
to. Pués para recompensar , dijo Andres ,
lo que yo podia hurtar en este tiempo
que se me da de venia , quiero repartir
doscientos escudos de oro entre todos los
del rancho. 1 Apenas hubo dicho esto ,
cuando arremetieron á él muchos gita-
nos , y levantándole en los brazos y so-
bre los hombros , le cantaban el victor ,
victor el grande Andres , añadiendo ; y
viva , viva Preciosa , amada prenda suya.
Las gitanas hicieron lo mismo con Pre-

(1) Es decir, en nada ó en muy poco.


DE MADRID. 205
ciosa , no sin envidia de Cristina y de
otras gitanillas que se hallaron presentes ;
que la envidia tan bien se aloja en los
aduares de los bárbaros y en las chozas
de los pastores como en palacios de prín-
cipes ; y esto de ver medrar el vecino ,
que me parece que no tiene mas mere-
cimiento que yo fatiga . Hecho esto co-
mieron lentamente ; repartióse el dinero
prometido con equidad y justicia ; reno-
váronse las alabanzas de Andres , y su-
bieron al cielo la hermosura de Precio-
sa. Llegó la noche , acocotaron la mula ,
y enterráronla de modo que quedó seguro
Andres de no ser por ella descubierto ; y
tambien enterraron con ella sus alhajas ,
como fueron silla freno Ꭹ cinchas , á
uso de los indios , que sepultan con ellos
sus mas ricas preseas . De todo lo que
habia visto y oido , y de los ingenios de
los gitanos quedó admirado Andres , y
con propósito de seguir y conseguir su
206 LA GITANILLA
empresa , sin entremeterse nada en sus
costumbres , ó á lo menos escusarlo por
todas las vias que pudiese ; pensando ec
sentarse de la jurisdiccion de obedecer-
los en las cosas injustas que le manda-
sen , á costa de su dinero. Otro dia les
rogó Andres que mudasen de sitio , y se
alejasen de Madrid , porque temia ser co-
nocido si alli estaba : ellos dijeron que
ya tenian determinado irse á los montes
de Toledo , y desde alli correr y garra-
mar (1) toda la tierra circunvecina. Le-
vantaron pues es el rancho , y diéronle
á Andres una pollina en que fuese ; pero
él no la quiso , sino irse á pie , sirviendo
de lacayo à Preciosa , que sobre otra
iba : ella contentísima de ver como triun
faba de su gallardo escudero ; y él ni
mas ni menos de ver junto á sí á la que
habia hecho señora de su alvedrio .

(1) Robar ó ratear por toda clla.


DE MADRID.: 307
O poderosa fuerza deste que llaman
dulce dios de la amargura , título que
le ha dado la ociosidad y el descuido
nuestro , y con qué veras nos avasallas !
¡ y cuán sin respeto nos tratas ! Caballe-
ro es Andres y mozo , y de muy buen en-
tendimiento , criado casi toda su vida en
la corte , y con el regalo de sus ricos pa
dres ; y desde ayer acá ha hecho tal mu-
danza , que engañó á sus criados y á sus
amigos , defraudó las esperanzas que sus
padres en él tenian , dejó el camino de
Flandes , donde habia de ejercitar el va-
lor de su persona y acrecentar la honra
de su linage , y se vino á postrar á los
pies de una muchacha y á ser su laca-
yo , que puesto que hermosísima , en fin
era gitana : privilegio de la hermosura,
que trae al redopelo y por la melena á
sus pies á la voluntad mas exenta.
De allí á cuatro dias llegaron á una al-
dea , dos leguas de Toledo , donde asen-
208 LA GITANILLA
taron su aduar (1) ; dando primero algu
nas prendas de plata al alcalde del pueblo,
en fianzas de que en él ni en todo su tér-
mino no hurtarian ninguna cosa. Hecho
esto , todas las gitanas viejas , algunas
mozas Ꭹ los gitanos , se esparcieron por
todos los lugares , ó á lo menos apartados
por cuatro ó cinco leguas de aquel donde
habian asentado su real. Fue con ellos
Andres á tomar la primera licion de la-
dron ; pero aunque le dieron muchas en
´aquella salida , ninguna se le asentó ; an-
tes correspondiendo á su buena sangre ,
con cada hurto que sus maestros hacian
se le arrancaba el alma ; y tal vez hubo
que pagó de su dinero los hurtos que sus
compañeros habian hecho , conmovido
de las lágrimas de sus dueños : de lo cual
los gitanos se desesperaban , diciendo que
(1 ) Sentar el aduar, entre los gitanos era si-
tuarse , establecerse ó estacionarse en algun pais
por alguna temporada.
DE MADRID. 2092
era contravenir á sus estatutos y orde-
nanzas , que prohibian la entrada á la
caridad en sus pechos, la cual en tenién-
dola , habian de dejar de ser ladrones ,
cosa que no les estaba bien en ninguna
manera. Viendo pues esto Andres , dijo
que él queria hurtar por sí solo , sin ir
en compañía de nadie ; porque para huir
del peligro tenia ligereza , y para acome-
telle no le faltaba el ánimo , asi que el
premio ó el castigo de lo que hurtase ,
queria que fuese suyo. Procuraron los
gitanos disuadirle deste propósito , dicién-
dole que le podrian suceder ocasiones
donde fuese necesaria la compañía , asi
para acometer , como para defenderse ,
y que una persona sola no podia hacer
grandes presas : pero por mas que dije-
ron , Andres quiso ser ladron solo y se-
ñero , con intencion de apartarse de la
cuadrilla y comprar por su dinero alguna
cosa que pudiese decir que la habia hur-
14
240 LA GITANILLA
tado, y deste modo cargar lo que menos
pudiese sobre su conciencia . Usando pues
desta industria , en menos de un mes
trujo mas provecho á la compañía , que
trujeron cuatro de los mas estirados la-
drones della ; de que no poco se holgaba
Preciosa , viendo á su tierno amante tan
lindo y tan despejado ladron ; pero con
todo eso estaba temerosa de alguna des-
gracia : que no quisiera ella verle en
afrenta por todo el tesoro de Venecia ,
obligada á tenerle aquella buena volun-
tad por los muchos servicios y regalos
que su Andres le hacia . Poco mas de un
mes se estuvieron en los términos de To-
ledo , donde hicieron su agosto , aunque
éra por el mes de setiembre ; y desde alli
se entraron en Estremadura , por ser tier-
ra rica y caliente . Pasaba Andres con
Preciosa honestos , discretos y' enamora-
dos coloquios ; y ella poco áa poco se iba
enamorando de la discrecion y buen trato
DE MADRID. 211
de sú amante , y él del mismo modo , si
pudiera crecer su amor, fuera creciendo:
tal era la honestidad , discrecion y belleza
de su Preciosa. A do quiera que llegaban
él se llevaba el precio y las apuestas de
corredor, y de saltar mas que ninguno :
jugaba á los bolos y á la pelota estre-
madamente : tiraba la barra con mucha
fuerza y singular destreza ; finalmente ,
en poco tiempo voló su fama por toda
Estremadura , y no habia lugar donde no
se hablase de la gallarda disposicion del
gitano Andres Caballero, y de sus gracias
y habilidades ; y al par desta fama corria
la de la hermosura de la Gitanilla ; y no
habia villa , lugar , ni aldea donde no los
llamasen para regocijar las fiestas votivas
suyas , ó para otros particulares regoci-
jos : desta manera iba el aduar rico, prós-
pero y contento , y los amantes gozosos
con solo mirarse.
Sucedió pues que teniendo el aduar
242 LA GITANILLA
entre unas encinas , algo apartado del
camino real , oyeron una noche , casi á
la mitad della , ladrar sus perros con mu.
cho ahinco y mas de lo que acostumbra- 1
ban : salieron algunos gitanos , y con
ellos Andres á ver á quien ladraban , J
vieron que se defendía dellos un hom-
bre vestido de blanco , á quien tenian dos
perros asido de una pierna ; llegaron y
quitáronle , y uno de los gitanos le dijo :
¿ quien diablos os trujo por aqui , hom-
bre , á tales horas y tan fuera de camino ?
¿ Venís á hurtar por ventura? Porque en
verdad que habeis llegado á buen puerto.
No vengo á hurtar , respondió el mordi-
do , ni sé si vengo ó no fuera de camino ,
aunque bien veo que vengo descamina-
do : pero decidme , señores , ¿ está por
aqui alguna venta ó lugar donde pueda
recogerme esta noche , y curarme de las
heridas que vuestros perros me han he-
cho ? No hay lugar, ni venta , donde po-
DE MADRID. 113
damos encaminaros , respondió Andres ;
mas para curar vuestras heridas y aloja-
ros esta noche no os faltará comodidad
en nuestros ranchos : venios con noso-
tros , que aunque somos gitanos , no lo
parecemos en la caridad. Dios la use
con vosotros , respondió el hombre , y
llevadme donde quisiéredes , que el do-
lor desta pierna me fatiga mucho. Lle-
góse á él Andres y otro gitano caritativo ,
que aun entre los demonios hay unos
peores que otros , y entre muchos malos
hombres suele haber alguno bueno , y
entre los dos le llevaron. Hacia la noche
clara con luna , de manera que pudieron
ver que el hombre era mozo , de gentil
rostro y talle : venia vestido todo de lien-
zo blanco , y atravesada por las espaldas
y ceñida á los pechos una como ca-
misa ó talega de lienzo . Llegaron á la
barraca , ó toldo de Andres , y con pres-
teza encendieron lumbre y luz ; y acudió
214 LA GITANILLA
luego la abuela de Preciosa á curar el
herido, de quien ya le habian dado cuen-
ta : tomó algunos pelos de los perros ,
friólos en aceite , y lavando primero con
vino dos mordeduras que tenia en la
pierna izquierda , le puso los pelos con +
el aceite de ellas , y encima un poco de
romero verde mascado : lióselo muy bien
con paños limpios , y santiguóle las he-
ridas y dijole ; dormid , amigo , que con
el ayuda de Dios no será nada. En tanto
que curaban al herido , estaba Preciosa
delante , y estúvole mirando ahincada-
mente , y lo mismo hacia él á ella , de
modo que Andres echó de ver en la
atencion con que el mozo la miraba ;
pero echólo á que la mucha hermosura
de Preciosa se llevaba tras sí los ojos. En
resolucion , despues de curado el mozo, le
dejaron solo sobre un lecho hecho de heno
seco;ypor entonces no quisieron pregun
tarle nada de su camino ni de otra cosa.
DE MADRID, 215
Apenas se apartaron dél cuando Pre-
ciosa llamó á Andres á parte y le dijo :
¿ acuérdaste . Andres , de un papel que
se me cayó en tu casa , cuando bailaba
con mis compañeras , que segun creo te
dió un mal rato ? Sí acuerdo , respondió
Andres ; y era un soneto en tu alabanza ,
y no malo pues has de saber , Andres "
replicó Preciosa , que el que hizo aquel
soneto es ese mozo mordido que dejamos
en la choza ; y en ninguna manera me
engaño , porque me habló en Madrid dos
ó tres veces , y aun me dió un romance
muy bueno : alli andaba á mi parecer
como page , mas no de los ordinarios ,
sino de los favorecidos de algun prínci-
pe ; y en verdad te digo, Andres , que el
mozo es discreto y bien razonado , y SO-
bre manera honesto ; y no sé qué pueda
imaginar de esta su venida y en tal trage.
¿ Qué puedes imaginar , Preciosa ? res-
pondió Andres ; ninguna otra cosa , sing
216 LA GITANILLA
que la misma fuerza que á mí me ha he
cho gitano le ha hecho á él parecer mo-
linero y venir á buscarte. ¡ Ah Preciosa ,
Preciosa , y cómo se va descubriendo que
te quieres preciar de tener mas de un
rendido ! Y si esto es asi , acábame á mí
primero , y luego matarás á este otro , y
no quieras sacrificarnos juntos en las aras
de tu engaño, por no decir de tu belleza.
¡ Válame Dios ! respondió Preciosa , An-
dres , y cuán delicado andas , y cuán de
un sotil cabello tienes colgadas tus espe-
ranzas Ꭹ mi crédito , pues con tanta faci-
lidad te ha penetrado el alma la dura es-
pada de los zelos ! Dime , Andres , ¿ si en
esto hubiera artificio ó engaño alguno ,
no supiera yo callar y encubrir quien era
este mozo? ¿ Soy tan necia por ventura
que te habia de dar ocasion de poner en
duda mi bondad y buen término ? Calla ,
Andres , por tu vida , y mañana procura
sacar del pecho deste tu asombro , adon-
DE MADRID. 217
de va ó á lo que viene : podria ser que
estuviese engañada tu sospecha , como yo
no lo estoy de que sea el que he dicho ;
y para mas satisfaccion tuya , pues ya he
llegado á términos de satisfacerte , de
cualquier manera y con cualquiera in-
tencion que ese mozo venga , despidele
luego , y haz que se vaya , pues todos los
de nuestra parcialidad te obedecen , y no
habrá ninguno que contra tu voluntad le
quisiera dar acogida en su rancho ; y
cuando esto asi no suceda , yo te doy mi
palabra de no salir del mio , ni dejarme
ver de sus ojos , ni de todos aquellos que
tú quisieres que no me vean ; y prosi-
guiendo adelante , dijo : mira , Andres ,
no me pesa á mí de verte zeloso , pero pe-
sarme ha mucho si te veo indiscreto. Co-
mo no me veas loco, Preciosa , respondió
Andres , cualquiera otra demostracion se-
rá poca ó ninguna para dar á entender
adonde llega y cuanto fatiga la amarga y
218 LA GITANILLA
dura presuncion de los zelos ; pero com
todo eso , yo haré lo que me mandas , y
sabré , si es que es posible , qué es lo que
este señor page poeta quiere , dónde va,
ó qué es lo que busca : que podria ser
que por algun hilo , que sin cuidado
muestre, sacase yo todo el ovillo con que
temo viene á enredarme. Nunca los zelos,
á lo que imagino, dijo Preciosa , dejan el
entendimiento libre para que pueda juzgar
las cosas como ellas son : siempre miran
los zelos con antojos de allende (1) , que
hacen las cosas pequeñas grandes , los
enanos gigantes , y las sospechas verda-
des : por vida tuya y por la mia , Andres,
que procedas en esto y en todo lo que
tocare á nuestros conciertos cuerda y dis
cretamente ; que si asi lo hicieres , sé
que me has de conceder la palma de ho
nesta y recatada , y de verdadera en todo

(1) De larga vista ó de aumento,


DE MADRID. 219
estremo. Con esto se despidió de Andres,
y él se quedó esperando el dia para to-
mar la confesion al herido . Llena de
turbacion el alma y de mil contrarias
imaginaciones , no podia creer sino que
aquel page habia venido alli atraido de
la hermosura de Preciosa ; porque piensa
el ladron que todos son de su condi-
cion : por otra parte la satisfaccion que
Preciosa le habia dado le parecia ser de
I tanta fuerza , que le obligaba á vivir se-
guro y á dejar en las manos de su bon-
dad toda su ventura.
Llegó el dia , que á él le pareció ha~
berse tardado mas que otras veces , visi-
tó al mordido , preguntóle como se lla-
maba , y adónde iba , y como caminaba
tan tarde , y tan fuera de camino ; aun-
que primero le preguntó cómo estaba,
y si se sentia sin dolor de las mordedu-
ras. A lo cual respondió el mozo ; que
se hallaba mejor y sin dolor alguno , y de
220 LA GITANILLA
manera que podria ponerse en camino :
á lo de decir su nombre , y adónde iba, 1
no dijo otra cosa sino que se llamaba 1
Alonso Hurtado , y que iba á nuestra Se-
ñora de la Peña de Francia á un cierto
R
negocio , y que por llegar con brevedad
caminaba de noche , y que la pasada
habia perdido el camino , y acaso habia
dado con aquel aduar , donde los perros C
que le guardaban le habian puesto del
modo que habia visto. No le pareció á
Andres legítima esta declaracion , sino
muy bastarda ; y de nuevo volvieron á
hacerle cosquillas en el alma sus sospe-
chas , y asi le dijo : hermano , si yo fue-
ra juez , y vos hubiérades caido debajo
de mi jurisdiccion por algun delito , el
cual pidiera que se os hicieran las pre-
guntas que yo os he hecho , la respuesta
que me habeis dado obligára á que os
apretára los cordeles. Yo no quiero saber
quién sois , cómo os llamais , ó adonde
.DE MADRID. 221
vais ! pero adviértoos que si os conviene
mentir en vuestro viage , mintais con
mas apariencia de verdad. Decis que vai's
á la Peña de Francia , y dejáisla á la ma-
no derecha mas atras deste lugar donde
estamos bien treinta leguas : caminais de
noche por llegar presto , y vais fuera de
camino por entre bosques y encinares ,
que no tienen sendas apenas , cuanto
mas caminos : amigo , levantaos y apren-
ded á mentir , y andad enhorabuena ; pe-
ro por este buen aviso que os doy & no
me diréis una verdad? que sí diréis , pues
tan mal sabeis mentir : decidme , ¿ sois
por ventura uno que yo he visto muchas
veces en la corte entre page y caballero,
que tenia fama de ser gran poeta, uno que
hizo un romance y un soneto á una Gi-
tanilla , que los dias pasados andaba por
Madrid , que era tenida por singular en
la belleza ? Decídmelo , que yo os pro-
meto , por la fé de caballero gitano , de
222 LA GITANILLA
guardaros todo el secreto que vos vière-
des que os conviene : mirad que el ne
garme la verdad de que no sois el que
yo digo no llevaria camino ; porque este
rostro.que yo veo aqui , es el propio que
vide en Madrid : sin duda alguna que la
gran fama de vuestro entendimiento me
hizo muchas veces que os mirase como
á hombre raro é insigne : y asi se me
quedó estampada en la memoria vuestra
figura , que os he venido á conocer por
ella , aun puesto en el diferente trage en
que estais agora del en que yo os ví en-
tonces ; no os turbeis , animaos , y no
penseis que habeis llegado á un pueblo
de ladrones , sino á un asilo que os sabrá
guardar y defender de todo el mundo :
mirad , yo imagino una cosa , y si es asi
como lo imagino , vos habeis topado con
vuestra buena suerte en haber encontra-
do conmigo lo que imagino es , que
enamorado de Preciosa , aquela hermo-
DE MADRID. 223
sa gitanica á quien hicisteis los versos ,
habeis venido á buscarla , por lo que yo
no os tendré en menos , sino en mu-
cho mas que aunque gitano , la espe
riencia me ha mostrado adonde se es-
tiende la poderosa fuerza de amor Ꭹ las
trasformaciones que hace hacer á los que
coge debajo de su jurisdiccion y mando :
si esto es asi , como creo que sin duda lo
es , aqui está la Gitanica. Sí , aqui está ,
que yo la ví anoche , dijo el mordido:
razon con que Andres quedó como di-
funto , pareciéndole que habia salido al
cabo con la confirmacion de sus sospe-
chas : anoche la ví , tornó á referir el
mozo; pero no me atrevia á decirle quien
era , porque no me convenia. De esta
manera , dijo Andres , ¿ vos sois el poeta
que yo he dicho ? Sí soy , replicó el man.
cebo , que no lo puedo ni lo quiero ne-
gar : quizá podria ser que donde he pen
sado perderme , hubiese venido á ganar.
224 LA GITANILLA
me, si es que hay fidelidad en las selvas
y buen acogimiento en los montes. Hái
le sin duda , respondió Andres , y entre
nosotros los gitanos el mayor secreto del
mundo: con esta confianza podeis , señor,
descubrirme vuestro pecho , porque ha-
llaréis en el mio lo que veréis sin doblez
alguna : la gitanilla es parienta mia , y
está sujeta á lo que yo quisiere hacer de
ella : si la quisiéredes por esposa , yo y
todos sus parientes gustarémos de ello y
lo tendrémos por bien ; y si por amiga,
no usarémos de ningun melindre , con
tal que tengais dineros , porque la codi-
cia por jamás sale de nuestros ranchos.
Dineros traigo , respondió el mozo ; en
estas mangas de camisa , que traigo ce-
ñida por el cuerpo , vienen cuatrocientos
escudos de oro. Este fue otro susto mor-
tal que recibió Andres , viendo que el
traer tanto dinero no era sino para con-
quistar o comprar su prenda ; y con len-
DE MADRID, 225
gua ya turbada dijo : buena cantidad es
esa, no hay sino descubriros, y manos á la
labor , que la muchacha , que no es nada
boba , verá euan bien le está ser vues-
tra. ¡ Ay amiga ! dijo á esta sazon el mo-
zo , quiero que sepais que la fuerza que
me ha hecho mudar de trage , no es la
del amor que vos decis , ni de desear á
Preciosa que hermosas tiene Madrid
que pueden y saben robar los corazones
y rendir las almas tan bien y mejor que
las mas hermosas gitanas ; puesto que
confieso que la hermosura de vuestra pa-
rienta á todas las que yo he visto se aven-
taja : quien me tiene en este trage , á pie,
y mordido de perros no es amor , sino
desgracia mia. Con estas razones que el
mozo iba diciendo , iba Andres cobrando
los espiritus perdidos , pareciéndole que
se encaminaban otro paradero del que
se imaginaba ; y deseoso de salir de aque
lla confusion , volvió á reforzarle la se-
15
226 LA GITANILLA
guridad con que podia descubrirse , y asi
él prosiguió diciendo : yo estaba en Ma-
drid en casa de un título á quien servia,
no como á señor , sino como á pariente:
este tenia un hijo , único heredero suyo ,
el cual , asi por el parentesco , como por
ser ambos de una edad y de una condi-
cion misma , me trataba con familiari-
dad y amistad grande : sucedió que este
caballero se enamoró de una doncella
principal , á quien él escogiera de boní-
sima gana para su esposa , sino tuviera la
voluntad sujeta , como buen hijo , á la
de sus padres , que aspiraban á casarle
mas altamente ; pero con todo eso la ser-
via á hurto de todos los ojos que pudie-
ran con las lenguas sacar á la plaza sus
deseos : solos los mios eran testigos de
sus intentos ; y una noche , que debia de
haber escogido la desgracia para el caso
que agora os diré , pasando los dos por
la puerta y calle de esta señora , vimos
DE MADRID . 227
arrimados á ella dos hombres , al pare-
cer de buen talle : quiso reconocerlos mi
pariente , y apenas se encaminó hácia
ellos , cuando echaron con mucha lige-
reza mano á las espadas y á los broque-
les , y se vinieron á nosotros , que hici-
mos lo mismo , y con iguales armas nos
acometimos : duró poco la pendencia ,
porque no duró mucho la vida de los dos
contrarios , que de dos estocadas que
guiaron los zelos de mi pariente y la de-
fensa que yo le hacia , las perdieron ; ca-
so estraño, y pocas veces visto . Triun-
fando pues de lo que asi no quisiéramos,
volvimos á casa , y secretamente tomando
todos los dineros que pudimos , nos fui-
mos á San Gerónimo , esperando el dia
que descubriese lo sucedido y las presu
n-
ciones que se tenian de los matadores ; su
pimos que de nosotros no habia indicio
alguno , y aconsejáronnos los prudentes
religiosos que nos volviésemos á casa , y
228 LA GITANILLA
que no diésemos ni despertásemos con
nuestra ausencia alguna sospecha contra
nosotros. Ya que estábamos determina-
dos de seguir su parecer , nos avisaron
que los señores alcaldes de corte habian
preso en su casa á los padres de la don-
cella y á la misma doncella , y que en-
tre otros criados á quien tomaron la con-
fesion , una criada de la señora dijo co-
mo mi pariente paseaba á su señora de
noche y de dia (1) , y que con este indi-
cio habian acudido á buscarnos , y no
hallándonos , sino muchas señales de
nuestra fuga , se confirmó en toda la
corte ser nosotros los matadores de aque-
llos dos caballeros , que lo eran, y muy
principales. Finalmente , con parecer del
conde mi pariente y del de los religio-
sos, despues de quince días que estuvimos
(1 ) Esto es , que rondaba y paseaba de noche
por delante de la casa de su señora , ó que le pa-
seaba su calle.
DE MADRID. 229
escondidos en el monasterio , mi cama.
rada en hábito de fraile con otro fraile ,
se fue la vuelta de Aragon , con inten-
cion de pasarse á Italia , y desde alli á
Flandes , hasta ver en qué paraba el ca-
so yo quise dividir y apartar nuestra
fortuna, y que no corriese nuestra suer-
te por una misma derrota : seguí otro
camino diferente del suyo , y en hábito
de mozo de fraile , á pie salí con un re-
ligioso , que me dejó en Talavera : des-
de alli aqui he venido solo y fuera de ca-
mino , hasta que anoche llegué á este en-
cinar , donde me ha sucedido lo que ha-
beis visto ; y si pregunté por el camino
de la Peña de Francia , fue por respon-
der algo á lo que se me preguntaba :
que en verdad que no sé donde cae la
Peña de Francia , puesto que sé que está
mas arriba de Salamanca. Asi es verdad,
respondió Andres , y ya la dejais á mano
derecha casi veinte leguas de aqui , por-
230 LA GITANILLA
que veais cuan derecho camino llevába-
des , si allá fuéredes. El que yo pensaba
llevar , replicó el mozo , no es sino á Se-
villa , que alli tengo un caballero gino-
vés , grande amigo del conde mi parien-
te , que suele enviar á Génova gran can-
tidad de plata , y llevo designio que me
acomode con los que la suelen llevar ,
como uno de ellos , y con esta estratage-
ma seguramente podré pasar hasta Car-
tagena , y de alli á Italia , porque han de
venir dos galeras muy presto á embarcar
esta plata. Esta es , buen amigo , mi his-
toria : mirad si puedo decir que nace mas
de desgracia pura, que de amores agua-
dos: pero si estos señores gitanos quisiesen
llevarme en su compañía hasta Sevilla,
si es que van allá , yo se lo pagaria muy
bien ; que me doy á entender que en su
compañía iria mas seguro , y no con el
temor que llevo. Sí , llevarán , respondió
Andres ; y si no fuéredes en nuestro
DE MADRID. ▾ 231
aduar , porque hasta agora no sé si va al
Andalucía , iréis en otro que creo que
habemos de topar dentro de dos ó tres
dias ; y con darles algo de lo que llevais
facilitaréis con ellos otros imposibles ma-
yores.
Dejóle Andres , y vino á dar cuenta á
los demas gitanos de lo que el mozo le
habia contado y de lo que pretendia ,
con el ofrecimiento que hacia de la bue-
na paga y recompensa. Todos fueron de
parecer que se quedase en el aduar : solo
Preciosa tuvo el contrario ; y la abuela
dijo , que ella no podia ir á Sevilla ni
á sus contornos , á eausa que los años
pasados habia hecho una burla en Sevilla
á. un gorrero , llamado Triguillos , muy
conocido en ella , al cual le habia hecho
meter en una tinaja de aguahasta el cue-
llo , desnudo en carnes , y en la cabeza
puesta una corona de ciprés , esperando
cl filo de la media noche para salir de la
232 LA GITANILLA
tinaja á cabar y sacar un gran tesoro, que
ella le habia hecho creer que estaba en
cierta parte de su casa: dijo que como oyó
el buen gorrero tocar á maitines , por no
perder la coyuntura , se dió tanta priesa
á salir de la tinaja , que dió con ella y
con él en el suelo , y con el golpe y con
los cascos se magulló las carnes , derra-
mándose el agua , y él quedó nadando en
ella y dando voces que se anegaba : acu- @
dieron al momento su muger y sus veci-
nos con luces , y halláronle haciendo
efectos de nadador , soplando y arras-
trando la barriga por el suelo , y me-
neando los brazos y las piernas con mu-
cha priesa , y diciendo à grandes voces ;
socorro , señores , que me ahogo ; tal le
tenia el miedo , que verdaderamente pen-
só que se ahogaba. Abrazáronse con él ,
sacáronle de aquel peligro , volvió en sí,
contó la burla de la gitana , y con todo
eso cavó en la parte señalada mas de un
DE MADRID. 233
estado en hondo , á pesar de todos cuan-
tos le decian que era embuste mio ; y si-
no se lo estorbara un vecino suyo , que
tocaba ya en los cimientos de su casa , él
diera con entrambas en el suelo si le de-
járan cavar todo cuanto él quisiera. Sú-
pose este cuento por toda la ciudad , y
hasta los muchachos le señalaban con el
dedo , y contaban su credulidad y mi
embuste : esto contó la gitana vieja , y
esto dió por escusa para no ir á Sevilla.
Los gitanos , que ya sabian de Andres
Caballero que el mozo traia dineros en
cantidad , con facilidad le acogieron en
su compañía , y se ofrecieron de guardar-
le y encubrirle todo el tiempo que él qui-
siese , y determinaron de torcer el cami-
no á mano izquierda , y entrarse en la
Mancha y en el reino de Murcia. Llama.
ron al mozo, y diéronle cuenta de lo que
pensaban hacer por él : él se lo agrade-
ció , y dió cien escudos de oro para que
234 LA GITANILLA
1
los repartiesen entre todos. Con esta dá-
diva quedaron mas blandos que unas
martas : solo á Preciosa no contentó mu-
cho la quedada de D. Sancho , que asi
dijo el mozo , que se llamaba ; pero los
gitanos se lo mudaron en el de Clemen-
te , y asi le llamaron desde alli adelante.
Tambien quedó un poco torcido Andres,
y no bien satisfecho de haberse quedado
Clemente , por parecerle que con poco
fundamento habia dejado sus primeros
designios ; mas Clemente , como si le
leyera la intencion , entre otras cosas le
dijo , se holgaba de ir al reino de Mur-
cia , por estar cerca de Cartagena , adon-
de si viniesen galeras , como él pensaba
que habian de venir , pudiese con facili-
dad pasar á Italia. Finalmente , por traer-
le mas ante los ojos , y mirar sus accio-
nes , y escudriñar sus pensamientos , qui-
so Andres que fuese Clemente su cama-
rada , y Clemente tuvo esta amistad por
DE MADRID. 235
gran favor que se le hacia : andaban
siempre juntos , gastaban largo , llovian
escudos , corrian , saltaban , bailaban y
tiraban la barra mejor que ninguno de
los gitanos ; y eran de las gitanas mas
que medianamente queridos , y de los
gitanos en todo estremo respetados.
Dejaron pues á Estremadura y entra-
ron en la Mancha , y poco á poco fueron
caminando al reino de Murcia. En todas
las aldeas y lugares que pasaban habia
desafios de pelota , de esgrima , de cor-
rer , de saltar , de tirar la barra , y de
otros ejercicios de fuerza , maña y lige-
reza , y de todos salian vencedores An-
dres y Clemente , como de solo Andres
queda dicho ; y en todo este tiempo , que
fueron mas de mes y medio , nunca tu-
vo Clemente ocasion , ni él la procuró
de hablar á Preciosa , hasta que un dia
estando juntos Andres y ella , llegó él á
la conversacion , porque le llamaron , y
236 LA GILANILLA
Preciosa le dijo : desde la vez primera que
llegaste á nuestro aduar , te conoci , Cle-
mente , y se me vinieron á la memoria
los versos que en Madrid me diste ; pero
no quise decir nada por no saber con
qué intencion venias á nuestras estancias;
y cuando supe tu desgracia me pesó en el
alma , y se aseguró mi pecho , que esta-
ba sobresaltado , pensando que como ha-
bia D. Juanes en el mundo que se mu-
daban en Andreses , asi podia haber don
Sanchos que se mudasen en otros nom-
bres. Háblote desta manera , porque An-
dres me ha dicho que te ha dado cuenta
de quien es , y de la intencion con que
se ha vuelto gitano ; y asi era la verdad,
que Andres le habia hecho sabidor de to-
da su historia por poder comunicar con
él sus pensamientos : y no pienses que te
fue de poco provecho el conocerte , pues
por mi respeto y por lo que yo de tí dije
se facilitó el acogerte y admitirte en nues-
DE MADRID. 237
tra compañía , donde plega á Dios te su-
ceda todo el bien que acertares à desear.
te. Este buen deseo quiero que me pagues
en que no afees á Andres la bajeza de
su intento , ni le pintes cuan mal le está
perseverar en este estado ; que puesto que
yo imagino que debajo de los candados
de mi voluntad está la suya , todavía me
pesaria de verle dar muestras , por míni
mas que fuesen , de algun arrepentimien-
to. A esto respondió Clemente : no pien
ses, Preciosa única , que D. Juan con li-
gereza de ánimo me descubrió quien era:
primero le conocí yo , y primero me des-
cubrieron sus ojos sus intentos : prime-
ro le dije yo quien era , y primero le adi-
viné la prision de su voluntad que tú se-
señalas ; y él , dándome el crédito que
era razon que me diese , fió de mi se-
creto el suyo ; y él es buen testigo si ala-
bé su determinacion y escogido empleo ;
que no soy , ó Preciosa, de tan corto in-
238 LA GITANILLA
genio que no alcance hasta donde se es
tienden las fuerzas de la hermosura ; y la
tuya , por pasar de los límites de los ma-
yores estremos de belleza , es disculpa
bastante de mayores yerros , si es que de-
ben llamarse yerros los que se hacen con
tan forzosas causas. Agradezcote , seño-
ra , lo que en mi crédito dijiste ; y yo
pienso pagártelo en desear que estos en-
redos amorosos salgan á fines felices , y
que tú goces de tu Andres , y Andres de
su Preciosa en conformidad y gusto de "
sus padres ; porque de tan hermosa jun-
ta veamos en el mundo los mas bellos
renuevos que pueda formar la bien in-
tencionada naturaleza : esto desearé yo ,
Preciosa , y esto le diré siempre á tu An-
dres , y no cosa alguna que le divierta de
sus bien colocados pensamientos. Con
tales afectos dijo las razones pasadas Cle-
mente , que estuvo en duda Andres si
las habia dicho como enamorado , ó co-
DE MADRID. 239
mo comedido : que la infernal enferme-
dad zelosa es tan delicada y de tal mane-
ra, que en los átomos del sol se pega , y
de los que tocan á la cosa amada se fa-
tiga el amante y se desespera ; pero con
todo esto no tuvo zelos confirmados ,
mas fiado de la bondad de Preciosa , que
de la ventura suya : que siempre los ena-
morados se tienen por infelices en tanto
que no alcanzan lo que desean. En fin,
Andres y Clemente eran camaradas y
grandes amigos , asegurándolo todo la
buena intencion de Clemente , y el reca-
to y prudencia de Preciosa , que jamas
dió ocasion á que Andres tuviese de ella
zelos.
Tenia Clemente sus puntas de poeta ,
como lo mostró en los versos que dió á
Preciosa , y Andres se picaba un poco ; y
entrambos eran aficionados á la música.
Sucedió pues que estando el aduar aloja-
do en un valle , cuatro leguas de Murcia,
840 LA GITANILLA
una noche por entretenerse sentados los
dos , Andres al pie de un alcornoque,
Clemente al de una encina , cada uno
con una guitarra , convidados del silen-
cio de la noche , comenzando Andres y
respondiendo Clemente , cantaron estos
versos :
ANDRES.
Mira, Clemente , el estrellado velo,
Con que esta noche fria
Compite con el dia ,
De luces bellas adornado el cielo ;
Y en esta semejanza,
Si tanto tu divino ingenio alcanza,
Aquel rostro figura
Donde asiste el estremo de hermosura.

CLEMENTE.
Donde asiste el estremo de hermosura,
Y adonde la preciosa
Honestidad hermosa
Con todo estremo de bondad se apura,
En un sugeto cabe :
DE MADRID. → 241
Que no hay humano ingenio que le alabe ,
Si no toca en divino ,
En alto , en raro , en grave y peregrino.
ANDRES.
En alto , en raro , en grave y peregrino
Estilo nunca usado ,
Al cielo levantado ,
Por dulce al mundo y sin igual camino ,
Tu nombre, ó Gitanilla,
Causando asombro , espanto y maravilla,
La fama yo quisiera
Que le llevára hasta la octava esfera.

CLEMENTE.
Que le llevára hasta la octava esfera
Fuera decente y justo ,
Dando á los cielos gusto,
Cuando el son de su nombre allá se oycra ;
Y en la tierra causára ,
Por donde el dulce nombre resonára,
Música en los oidos ,
Paz en las almas, gloria en los sentidos .

16
242 LA GITANILLA
ANDRES.
Paz en las almas , gloria en los sentidos
Se siente cuando canta
La sirena , que encanta
Y adormece á los mas apercibidos ;
Y tal es mi Preciosa,
Que es lo menos que tiene ser hermosa :
Dulce regalo mio ,
Corona del donaire, honor del brio.
CLEMENTE.
Corona del donaire , honor del brio
Eres , bella Gitana ,
Frescor de la mañana ,
Zéfiro blando en el ardiente estío :
Rayo con que amor ciego
Convierte el pecho mas de nieve en fuego:
Fuerza , que ansi la hace,
Que blandamente mata y satisface.

Señales iban dando de no acabar tan


presto el libre y el cautivo, sino sonara á
sus espaldas la voz de Preciosa , que las
suyas habia escuchado : suspendiólos el
DE MADRID. 243
oirla ; y sin moverse , prestándola mara-
villosa atencion , la escucharon : ella no
sé si de improviso , ó si en algun tiempo
los versos que cantaba le compusieron ,
con estremada gracia , como si para res-
ponderles fueran hechos , cantó los si-
guientes :

En esta empresa amorosa,


Donde al amor entretengo ,
Por mayor ventura tengo
Ser honesta, que hermosa.

La que es mas humilde planta,


Si la subida endereza
Por gracia ó naturaleza ,
A los cielos se levanta.

En este mi bajo cobre,


Siendo honestidad su esmalte ,
No hay buen deseo que falte ,
Ni riqueza que no sobre.

No me causa alguna pena


No quererme ó no estimarme ;
244 LA GITANILLA
Que yo pienso fabricarme
Mi suerte y ventura buena.

Haga yo lo que en mí es ,
Que á ser buena me encamine ,
Y haga el cielo y determine
Lo que quisiere despues .

Quiero ver si la belleza


Tiene tal prerogativa ,
Que me encumbre tan arrriba
Que aspire á mayor alteza.

Si las almas son iguales,


Podrá la de un labrador
Igualarse por valor
Con las que son imperiales .

De la mia lo que siento


Me sube al grado mayor,
Porque magestad y amor
No tienen un mismo asiento.

Aqui dió fin Preciosa á su canto , y


Andres Ꭹ Clemente se levantaron á reci-
DE MADRID. i 245
billa. Pasaron entre los tres discretas ra-
zones ; y Preciosa descubrió en las suyas
su discrecion , su honestidad y su agu-
deza de tal manera , que en Clemente
halló disculpa la intencion de Andres ,
que aun hasta entonces no la habia ha-
llado , juzgando mas á mocedad que á
cordura su arrojada determinacion.
Aquella mañana se levantó el aduar ,
y se fueron á alojar en un lugar de la
jurisdiccion de Murcia, tres leguas de la
ciudad , donde le sucedió á Andres una
desgracia que le puso en punto de perder
la vida ; y fue que despues de haber dado
en aquel lugar algunos vasos y prendas
de plata en fianzas , como tenian de cos-
tumbre, Preciosa y su abuela, y Cristina
con otras dos gitanillas , y los dos Cle-
mente y Andres se alojaron en un meson
de una viuda rica , la cual tenia una hija
de edad de diez y siete ó diez Ꭹ ocho
años, algo mas desenvuelta que hermosa,
246 LA GITANILLA
y por mas señas se llamaba Juana Cardu-
cha . Esta habiendo visto bailar á las
gitanas y gitanos , la tomó el diablo , y
se enamoró de Andres tan fuertemente ,
que propuso de decirselo y tomarle por
marido , si él quisiese , aunque á todos
sus parientes les pesase ; y asi buscó co-
yuntura para decírselo , y hallóla en un
corral , donde Andres habia entrado á
requerir dos pollinos. Llegóse á él , y con
priesa, por no ser vista , le dijo : Andres,
que ya sabia su nombre , yo soy doncella
y rica, que mi madre no tiene otro hijo
sino á mí , y este meson es suyo, y amen
desto tiene muchos majuelos y otros dos
pares de casas ; hásme parecido bien : si
me quieres por esposa , en tí está , res-
póndeme presto ; y si eres discreto, qué-
date , y verás que vida nos damos. Ad-
mirado quedó Andres de la resolucion
de la Carducha , y con la presteza que
ella pedia le respondió : señora doncella,
DE MADRID. 247
vo estoy apalabrado para casarme , y los
gitanos no nos casamos sino con gitanas :
guárdela Dios por la merced que me que-
ria hacer , de quien yo no soy digno. No
estuvo en dos dedos de caerse muerta la
Carducha con la aceda respuesta de An-
dres , á quien suplicára , sino viera que
entraban en el corral otras gitanas : sa-
lióse corrida y asendereada, y de buena
gana se vengara si pudiera. Andres, como
discreto , determinó de poner tierra en
medio y desviarse de aquella ocasion que
el diablo le ofrecia : que bien leyó en los
ojos de la Carducha que sin los lazos ma-
trimoniales se le entregara á toda su vo-
luntad , y no quiso verse pie á pie y solo
en aquella estacada ; y asi pidió á todos
los gitanos que aquella noche se partie-
sen de aquel lugar. Ellos, que siempre
le obedecian, lo pusieron luego por obra,
y cobrando sus fianzas , aquella tarde se
fueron, La Carducha , que vió que en
248 LA GITANILLA
irse Andres se le iba la mitad de su alma,
y que no le quedaba tiempo para solici-
tar el cumplimiento de sus deseos , orde-
nó de hacer quedar á Andres por fuerza.
ya que de grado no podia ; y asi con la
industria , sagacidad y secreto que su mal
intento le enseñó , puso entre las alhajas
de Andres , que ella conoció por suyas ,
únos ricos corales , y dos patenas de pla-
ta , con otros brincos (1) suyos ; y apenas
habian salido del meson , cuando dió vo-
ces , diciendo que aquellos gitanos le lle-
vaban robadas sus joyas : á cuyas voces
acudió la justicia y toda la gente del pue-
blo. Los gitanos hicieron alto , y todos
juraban que ninguna cosa llevaban hur-
tada , y que ellos harian patentes todos
los sacos y repuesto de su aduar. Desto
"
se congojó mucho la gitana vieja , te-
miendo que en aquel escrutinio no se

1 (1) Diges,
DE MADRID. 249
manifestasen los diges de la Preciosa y
los vestidos de Andres , que ella con gran
cuidado y recato guardaba : pero la bue-
na de la Carducha lo remedió con mucha
brevedad todo , porque al segundo en-
voltorio que miraron , dijo que pregun-
tasen cual era el de aquel gitano gran
bailador , que ella habia visto entrar en
su aposento dos veces , y que podria ser
que aquellas llevase. Entendió Andres
que por él lo decia, y riéndose, dijo : sc-
ñora doncella , esta es mi recámara y este
es mi pollino; si vos halláredes en ella ni en
él lo que os falta , yo os lo pagaré con las
setenas, fuera de sujetarme al castigo que
la ley dá á los ladrones. Acudieron luego
los ministros de la justicia á desbalijar el
pollino , y á pocas vueltas dieron con el
hurto , de que quedó tan espantado An-
dres tan absorto , que no pareció sino
estátua sin voz de piedra dura. ¿ No sos-
peché yo bien ? dijo á esta sazon la Gar
250 LA GITANILLA
ducha: mirad con qué buena cara se encu-
bre un ladron tan grande. El alcalde , que
estaba presente , comenzó á decir mil in-
jurias á Andrés y á todos los gitanos , lla-
mándolos de públicos ladrones y saltea-
dores de caminos. A todo callaba Andres,
suspenso é imaginativo , y no acababa de
caer en la traicion de la Carducha. En
esto se llegó á él un soldado bizarro , so-
brino del alcalde , diciendo : ¿ no veis
cuál se ha quedado el gitanico podrido de
hurtar? Apostaré yo que hace melindres
y que niega el hurto con habérsele cogido
en las manos que bien haya quien no
os echa en galeras á todos : mirad si estu-
viera mejor este bellaco en ellas , sirvien-
do á su magestad , que no andarse bai-
lando de lugar en lugar , y hurtando de
venta en monte : á fé de soldado , que
estoy por darle una bofetada que lo der-
ribe á mis pies ; y diciendo esto , sin mas
ni mas , alzó la mano y le dió un bofeton
DE MADRID. 251
tal, que le hizo volver de su embelesa.
miento , y le hizo acordar que no era
Andres Caballero , sino don Juan , y ca-
ballero ; y arremetiendo al soldado , con
mucha presteza y mas cólera , le arrancó
su misma espada de la vaina , y se la en-
vainó en el cuerpo , dando con él muerto
en tierra. Aqui fue el gritar del pueblo :
aqui el amohinarse el tio alcalde : aqui el
desmayarse Preciosa , y el turbarse An-
dres de verla desmayada : aqui el acudir
todos á las armas , y dar tras el homici-
da. Creció la confusion , creció la grita ;
y por acudir Andres al desmayo de Pre-
ciosa , dejó de acudir á su defensa , y
quiso la suerte que Clemente no se ha-
llase al desastrado suceso , que con los
bagages habia ya salido del pueblo : fi-
nalmente , tantos cargaron sobre Andres ,
que le prendieron y le aherrojaron con
dos muy gruesas cadenas. Bien quisiera
el alcalde ahorcarle luego si estuviera en
252 LA GITANILLA
su mano; pero hubo de remitirle á Mur-
cia , por ser de su jurisdicion : no le lle-
varon hasta otro dia , y en el que alli
estuvo pasó Andres muchos martirios y
vituperios , que el indignado alcalde y
sus ministros y todos los del lugar le hi-
cieron. Prendió el alcalde todos los mas
gitanos y gitanas que pudo , porque los
mas huyeron , y entre ellos Clemente ,
que temió ser cogido y descubierto. Fi-
nalmente , con la sumaria del caso , y
eon una gran cáfila de gitanos entraron
el alcalde y sus ministros , con otra mu-
eha gente armada , en Murcia , entre los
cuales iba Preciosa , y el pobre Andres
ceñido de cadenas sobre un macho y con
esposas , y pie de amigo (1) . Salió toda

(1) Pie de amigo era un instrumento de hierro


en forma de horquilla , que afianzando en la barba ,
sirve para impedir el bajar la cabeza y ocultar el
rostro. Pónese regularmente á los rcos cuando los
azotan ó sacan á la vergüenza.
DE MADRID. 253
Murcia á ver los presos , que ya se tenia
noticia de la muerte del soldado ; pero
la hermosura de Preciosa aquel dia fue
tanta , que ninguno la miraba que no la
bendecia ; y llegó la nueva de su belleza
á los oidos de la señora corregidora , que
por curiosidad de verla hizo que el cor-
regidor su marido mandase que aquella
gitanica no entrase en la cárcel , y todos
los demas sí , y á Andres le pusieron en
un estrecho calabozo , cuya escuridad , y
la falta de la luz de Preciosa le trataron
de manera , que bien pensó no salir de
alli sino para la sepultura. Llevaron á
Preciosa con su abuela á que la corregi-
dora la vicse ; y asi como la vió , dijo :
con razon la alaban de hermosa , y lle-
gándola á sí , la abrazó tiernamente , y
no se hartaba de mirarla ; y preguntó á
su abuela que qué edad tendria aquella
niña. Quince años , respondió la gitana ,
dos meses mas o menos. Esos tuviera
254 LA GITANILLA
agora la desdichada de mi Constanza :
ay amigas ! que esta niña me ha reno-
vado mi desventura , dijo la corregidora.
Tomó en esto Preciosa las manos de la
corregidora , y besándoselas muchas ve-
ces se las bañaba con lágrimas y le de-
cia : señora mia , el gitano que está preso
no tiene culpa , porque fue provocado :
llamáronle ladron , y no lo es : diéronle
un bofeton en su rostro , que es tal que
en él se descubre la bondad de su áni-
mo : por Dios y por quien vos sois , sc-
ñora , que le hagais guardar su justicia, y
que el señor corregidor no se dé priesa
á ejecutar en él el castigo con que las
leyes le amenazan ; y si algun agrado os
ha dado mi hermosura , entretenedla con
entretener el preso , porque en el fin
de su vida está el de la mia : él ha de ser
mi esposo , y justos y honestos impe-
dimentos han estorbado que aun hasta
agora no nos habemos dado las manos ;
DE MADRID. 255
si dineros fueren menester para alcanzar
perdon de la parte , todo nuestro aduar
se venderá en pública almoneda , y se
dará aun mas de lo que pidieren : señora
mia , si sabeis qué es amor , y algun tiem-
po le tuvistes , y agora le teneis á vuestro
esposo , doleos de mí , que amo tierna y
honestamente al mio. En todo el tiempo
que esto decia, nunca la dejó las manos ,
ni apartó los ojos de mirarla atentísima-
mente , derramando amargas y piadosas
lágrimas en mucha abundancia : asimis-
mo la corregidora la tenia á ella asida de
las suyas , mirándola ni mas ni menos
con no menor ahinco, y con no mas po-
cas lágrimas. Estando en esto entró el
corregidor , y hallando á su muger y á
Preciosa tan llorosas y tan encadenadas ,
quedó suspenso , asi de su llanto , como
de su hermosura : preguntó la causa de
aquel sentimiento, y ·la respuesta que dió
Preciosa fue soltar las manos de la cor-
256 LA GITANILLA
regidora y asirse de los pies del corregi-
dor , diciéndole señor , misericordia ,
misericordia , si mi esposo muere , yo soy
muerta él no tiene culpa ; pero si la
tiene , déseme á mí la pena , y si esto no
puede ser, álo menos entreténgase el plei-
to en tanto que se procuran y buscan los
medios posibles para su remedio : que
podria ser que al que no pecó de malicia
le enviase el cielo la salud de gracia. Con
nueva suspension quedó el corregidor de
oir las discretas razones de la gitanilla , y
ya , sino fuera por no dar indicios de fla-
queza , la acompañára en sus lágrimas.
En tanto que esto pasaba , estaba la gi-
tana vieja considerando grandes , mu-
chas y diversas cosas ; y al cabo de toda
esta suspension é imaginacion dijo : es-
pérenme vuesas mercedes , señores mios,
un poco , que yo haré que estos llantos
se conviertan en risa , aunque á mi me
cueste la vida ; y asi con ligero paso se
DE MADRID. 257
salió de donde estaba , dejando á los pre-
sentes confusos con lo que dicho habia.
En tanto pues que ella volvia, nunca dejó
Preciosa las lágrimas ni los ruegos de que
se entretuviese la causa de su esposo, con
intencion de avisar á su padre que viniese
á entender en ella. Volvió la gitana con
un pequeño cofre debajo del brazo , y
dijo al corregidor que con su muger y
ella se entrasen en un aposento , que
tenia grandes cosas que decirles en se-
creto. El corregidor , creyendo que algu-
nos hurtos de los gitanos queria descu-
brirle por tenerle propicio en el pleito
del preso , al momento se retiró con ella
y con su muger en su recámara , adonde
la gitana , hincándose de rodillas ante
los dos , les dijo : si las buenas nuevas
que os quiero dar , señores , no merecie-
ren alcanzar en albricias el perdon de un
gran pecado mio , aqui estoy para recibir
el castigo que quisiéredes darme , pero
17
258 LA GITANILLA
antes que le confiese , quiero que me di-
gais , señores , primero si conoceis estas
joyas , y descubriendo un cofrecito don-
de venian las de Preciosa , se le puso en
las manos al corregidor, y en abriéndole
vió aquellos diges pueriles ; pero no cayó
en lo que podian significar : mirólos tam-
bien la corregidora , pero tampoco dió
en la cuenta , solo dijo : estos son ador-
nos de alguna pequeña criatura. Asi es
la verdad , dijo la gitana , y de qué cria-
tura sean lo dice este escrito que está en
ese papel doblado. Abrióle con priesa el
corregidor, y leyó que decia : Llamábase
la niña doña Constanza de Acevedo y de
Meneses , su madre doña Guiomar de Me-
neses , y su padre don Fernando de Ace-
vedo, caballero del hábito de Calatrava,
Desparecila dia de la Ascension del Señor,
á las ocho de la mañana, del año de mily
quinientos y noventa y cinco : traia la niña
puestos estos brincos que en este cofre es-
tan guardados .
DE MADRID. 259
Apenas hubo oido la corregidora las
razones del papel , cuando reconoció
los brincos, se los puso á la boca, y dán-
doles infinitos besos , se cayó desmayada;
acudió el corregidor á ella antes que á
รูป preguntar á la gitana por su hija ; y ha-
biendo vuelto en sí , dijo : muger buena,
antes ángel que gitana , ¿៩ adónde está el
I dueño , digo la criatura cuyos eran es-
tos diges ? ¿ Adónde , señora ? respondió
la gitana : en vuestra casa la teneis , aque.
lla gitanica que os sacó las lágrimas de
los ojos es su dueño , y es sin duda al .
guna vuestra hija , que yo la hurté en
Madrid de vuestra casa el dia y hora que
ese papel dice. Oyendo esto la turbada
señora , soltó los chapines , y desalada y
corriendo salió á la sala, adonde habia de-
jado á: Preciosa , y hallóla rodeada de sus
doncellas y criadas , todavía llorando :
arremetió á ella , y sin decirle nada , con
gran priesa le desabrochó el pecho , y
260 LA GITANILLA
miró si tenia debajo de la teta izquierda
una señal pequeña , á modo de lunar
blanco , con que habia nacido , y hallóle
ya grande , que con el tiempo se habia
dilatado : luego con la misma celeridad
la descalzó , y descubrió un pie de nieve
y de marfil hecho á torno , y vió en él
lo que buscaba , que era que los dos úl-
timos dedos del pie derecho se travaban
el uno con el otro por medio de un po-
quito de carne , la cual cuando niña
nunca se la habian querido cortar por
no darle pesadumbre. El pecho , los de-
dos , los brincos , el dia señalado del
hurto , la confesion de la gitana , y el
sobresalto y alegría que habian recibido
sus padres cuando la vieron , con toda
verdad confirmaron en el alma de la
corregidora ser Preciosa su hija ; y asi
cogiéndola en sus brazos , se volvió con
ella adonde el corregidor y la gitana es-
taban. Iba Preciosa confusa , que no sa-
DE MADRID.. 264
bia á qué efecto se habian hecho con ella
aquellas diligencias , y mas viéndose lle-
var en brazos de la corregidora , y que
le daba de un beso hasta ciento. Llegó
en fin con la preciosa carga doña Guio-
mar á la presencia de su marido , y tras-
ladándola de sus brazos á los del corre-
gidor , le dijo : recibid , señor á vuestra
hija Constanza , que está es sin duda , no
lo dudeis , señor , en ningun modo , que
la señal de los dedos juntos y la del pe-
cho he visto; y mas que á mí me lo está
diciendo el alma desde el instante que
mis ojos la vieron. No lo dudo , respon-
dió el corregidor , teniendo en sus bra-
zos á Preciosa , que los mismos efectos
han pasado por la mia que por la vues-
tra ; y mas que tantas particularidades
juntas ¿ cómo podrian suceder sino fue-
ra por milagro ? Toda la gente de casa
andaba absorta, preguntando unos á otros
qué sería aquello ; y todos daban bien le
262 LA GITANILLA
jos del blanco : que ¿ quién habia de
imaginar que la gitanilla era hija de sus
señores ? El corregidor dijo á su muger
y á su hija , y á la gitana vieja , que aquel
caso estuviese secreto hasta que él le des-
cubriese : y asi mismo dijo á la vieja que
él le perdonaba el agravio que le habia
hecho en hurtarle el alma , pues la re- 4
compensa de habérsela vuelto mayores
albricias merecia ; y que solo le pesaba
que sabiendo ella la calidad de Preciosa,
la hubiese desposado con un gitano , y
mas con un ladron y homicida. ¡ Ay ! di-
jo á esto Preciosa , señor mio , que ni
es gitano , ni ladron , puesto que es ma-
tador : pero fue del que le quitó la hon-
ra , y no pudo hacer menos de mostrar
quien era , y matarle. ¡ Como ! ¿ qué no
es gitano , hija mia? dijo doña Guio-
mar. Entonces la gitana vieja contó bre-
vemente la historia de Andres Caballero,
y que era hijo de D. Francisco de Car-
DE MADRID. 263
eamo, caballero del hábito de Santiago, y
que se llamaba D. Juan de Carcamo , asi
mismo del mismo hábito cuyos vestidos
ella tenia cuando los mudó en los de gita-
no. Contó tambien el concierto que entre
Preciosa y D. Juan estaba hecho de guar-
dar dos años de probacion para despo-
sarse ó no puso en su punto la hones-
tidad de entrambos , y la agradable con-
dicion de D. Juan. Tanto se admiraron
desto como del hallazgo de su hija ; y
mandó el corregidor á la gitana que fue«
se por los vestidos de D. Juan : ella lo
hizo asi , y volvió con otro gitano que
los trujo. En tanto que ella iba y vol-
via , hicieron sus padres á Preciosa cien
mil preguntas , á quienes respondió con
tanta discrecion y gracia , que aunque
no la hubieran reconocido por hija , los
enamorára. Preguntáronla ¿ si tenia al-
guna aficion á D. Juan? Respondió que
no mas de aquella que le obligaba á ser
264 LA GITANILLA
agradecida á quien se habia querido hu-
millar á ser gitano por ella ; pero que ya
no se estenderia á mas el agradecimiento
de aquello que sus señores padres qui-
siesen. Calla , hija Preciosa , dijo su pa-
dre , que este nombre de Preciosa quie-
ro que se te quede en memoria de tu
pérdida y de tu hallazgo , que yo , como
iu padre , tomo á cargo el ponerte en es-
tado que no desdiga de quien eres. Sus-
piró oyendo esto Preciosa , y su madre
como era discreta , entendió que suspi-
raba de enamorada de D. Juan , y dijo
á su marido señor , siendo tan princi-
pal D. Juan de Carcamo como lo es , y
queriendo tanto á nuestra hija , no nos
estaria mal dársela por esposa ; y él res-
pondió : ¿ aun hoy la habemos hallado ,
y ya quereis que la perdamos ? Gocémos-
la algun tiempo , que en casándola no
será vuestra , sino de su marido. Razon
teneis , señor , respondió ella ; pero dad
.DE MADRID. 265
órden de sacar á D. Juan , que debe de
estar en algun calabozo. Sí , estará , di-
jo Preciosa , que á un ladron matador,
y sobre todo gitano , no le habrán dado
mejor estancia. Yo quiero ir á verle , co-
mo que le voy á tomar la confesion , res-
pondió el corregidor ; y de nuevo os en-
cargo , señora , que nadie sepa esta his-
toria hasta que yo lo quiera ; y abrazan-
do á Preciosa , fue luego á la cárcel y
entró en el calabozo donde D. Juan es-
taba ; y no quiso que nadie entrase con él.
Hallóle con entrambos pies en un ce-
po , y con las esposas á las manos , y que
aun no le habian quitado el pie de ami-
go: era la estancia escura ; pero hizo que
por arriba abriesen una lumbrera , por
donde entraba luz aunque muy escasa ;
y asi como le vió le dijo : ¿ cómo está la
buena pieza ? que asi tuviera yo atrailla-
dos cuantos gitanos hay en España, para
acabar con ellos en un dia , como Ne-
266 LA GITANILLA
rón quisiera con Roma , sin dar mas de qu
un golpe. Sabed , ladron puntoso , que C
yo soy el corregidor desta ciudad , y ven- 9
go á saber de mí á vos , si es verdad que
es vuestra esposa una gitanilla que viene
con vosotros. Oyendo esto Andres , ima-
ginó que el corregidor se debia de ha-
ber enamorado de Preciosa que los ze- ta
los son de cuerpos sutiles y se entran
por otros cuerpos , sin romperlos , apar- to
tarlos , ni dividirlos ; pero con todo es-
to respondió : si ella ha dicho que yo C
soy su esposo es mucha verdad ; y si ha
dicho que no lo soy , tambien ha dicho
verdad ; porque no es posible que Pre-
ciosa diga mentira. ¿ Tan verdadera es?
respondió el corregidor ; no es poco ser-
lo para ser gitana. Agora bien , mance-
bo , ella ha dicho que es vuestra esposa;
pero que nunca os ha dado la mano : ha
sabido que segun, es vuestra culpa ha-
beis de morir por ella , y háme pedido
DE MADRID. 267
que antes de vuestra muerte la despose
con vos, porque se quiere honrar con
quedar viuda de un tan gran ladron co-
mo vos. Pues hágalo vuesa merced , se-
ñor corregidor , como ella lo suplica ;
que como yo me despose con ella , iré
contento á la otra vida , como parta des-
ta con nombre de ser suyo. ¿ Mucho la
debeis de querer ? dijo el correjidor. Tan-
to , respondió el preso , que á poderlo
decir no fuera nada : en efecto , señor
corregidor , mi causa se concluya : yo
maté al que me quiso quitar la honra :
yo adoro á esa gitana ; moriré contento
si muero en su gracia , y sé que no nos
ha de faltar la de Dios , pues entrambos
habrémos guardado honestamente y con
puntualidad lo que nos prometimos. Pues
esta noche enviaré por vos , dijo el cor-
regidor , y en mi casa os desposaréis con
Preciosa , y mañana á medio dia esta-
réis en la horca ; con lo que yo habré
268 LA GITANILLA
cumplido con lo que pide la justicia, y
con el deseo de entrambos. Agradeció-
selo Andres , y el corregidor volvió á su
casa y dió cuenta á su muger de lo que
con D. Juan habia pasado , y de otras
cosas que pensaba hacer. En el tiempo
que él faltó dió cuenta Preciosa á su ma-
dre de todo el discurso de su vida , y de
como siempre habia creido ser gitana y
ser nieta de aquella vieja ; pero que siem-
pre se habia estimado en mucho mas de
lo que de ser gitana se esperaba. Pre-
guntóle su madre que le dijese la ver-
dad , ¿ si queria bien á D. Juan de Car-
camo? Ella con vergüenza y con los ojos
en el suelo , le dijo : que por haberse
considerado gitana , y que mejoraba su
suerte con casarse con un caballero de
hábito y tan principal como D. Juan de
Carcamo , y por haber visto por espe-
riencia su buena condicion y honesto
trato , alguna vez le habia mirado con
DE MADRID. 269
ojos aficionados ; pero que en resolucion
ya. habia dicho que no tenia otra volun-
tad de aquella que ellos quisiesen .
Llegóse la noche , y siendo casi las
diez , sacaron á Andres de la cárcel sin
las esposas y el pie de amigo ; pero no
sin una gran cadena , que desde los pies
todo el cuerpo le ceñia. Llegóse deste
modo , sin ser visto de nadie , sino de los
que le traian en casa del corregidor , y
con silencio y recato le entraron en un
aposento donde le dejaron solo : de alli
á un rato entró un clérigo y le dijo que
se confesase , porque habia de morir
otro dia. A lo cual respondió Andres: de
muy buena gana me confesaré ; pero
¿cómo no me desposan primero ? y si me
han de desposar , por cierto que es muy
malo el tálamo que me espera. D.ª Guio-
mar, que todo esto sabia , dijo á su ma-
rido. que eran demasiados los sustos que
á D. Juan daba , que los moderase , por-
270 LA GITANILLA
que podria ser perdiese la vida con ellos.
Parecióle buen consejo al corregidor , y
asi entró á llamar al que le confesaba , y
díjole que primero habian de desposar al
gitano con Preciosa la gitana , y que des-
pues se confesaria ; y que se encomenda-
se á Dios de todo corazon , que muchas
veces suele llover sus misericordias en el
tiempo que estan mas secas las esperan-
zas. En efecto , Andres salió á una sala
donde estaban solamente D. a Guiomar,
el corregidor , Preciosa y otros dos cria-
dos de casa : pero cuando Preciosa vió á
D. Juan ceñido y aherrojado con tan
gran cadena , descolorido el rostro , y los
ojos con muestra de haber llorado , se le
cubrió el corazon , y se arrimó al brazo
de su madre, que junto á ella estaba , la
cual abrazándola consigo , le dijo : vuelve
en tí , niña, que todo lo que ves ha da
redundar en tu gusto y provecho . Ella ,、
que estaba ignorante de aquello , no sa-
DE MADRID. 271
bia como consolarse ; Ꭹ la gitana vieja
estaba turbada , y los circunstantes col-
gados del fin de aquel caso. El corregi-
dor dijo : Señor tenientecura , este gita-
no y esta gitana son los que vuesa merced
ha de desposar. Eso no podré yo hacer ,
sino preceden primero las circunstancias
que para tal caso se requieren : ¿ dónde
se han hecho las amonestaciones ? ¿adón
de está la licencia de mi superior para
que con ellas se haga el desposorio? Lá
inadvertencia ha sido mia , respondió el
corregidor ; pero yo haré que el vicario
la dé. Pues hasta que la vea , respondió
el tenientecura , estos señores perdonen :
y sin replicar mas palabra , porque no
sucediese algun escándalo , se salió de
casa , y los dejó á todos confusos. El pa-
dre ha hecho muy bien , dijo á esta sazon
el corregidor , y podria ser fuese provi-
dencia del cielo esta para que el suplicio
de Andres se dilate , porque en efecto él
272 LA GITANILLA
se ha de desposar con Preciosa, y han de
preceder primero las amonestaciones ,
donde se dará tiempo al tiempo , que
suele dar dulce salida á muchas amargas
dificultades ; y con todo esto querria sa-
ber de Andres , si la suerte encaminase
sus sucesos de manera que sin estos sus-
tos y sobresaltos se hallase esposo de Pre-
ciosa, ¿ si se tendria por dichoso , ya sien-
do Andres Caballero , ó ya D. Juan de
Carcamo? Asi como oyó Andres nom-
brarse por su nombre , dijo : pues Pre-
ciosa no ha querido contenerse en los
límites del silencio y ha descubierto
quien soy , aunque esa buena dicha me
hallára hecho monarca del mundo , la
tuviera en tanto que pusiera término á
mis deseos , sin osar desear otro bien si-
no el del cielo. Pues por ese buen ánimo
que habeis mostrado , Sr. D. Juan de
Garcamo , á su tiempo haré que Preciosa
sea vuestra legítima consorte , y agora os
DE MADRID. 273
ta doy y entrego en esperanza, por la mas
rica joya de mi casa , y de mi vida Ꭹ de
mi alma , y estimadla en lo que decis ,
porque en ella os doy á D. a Constancia
de Meneses , mi única hija , la cual si os
iguala en el amor , no os desdice nada en
el linage. Atónito quedó Andres viendo
el amor que le mostraban , y en breves
razones D. * Guiomar contó la pérdida de
su hija , y su hallazgo , con las certísimas
señas que la gitana vieja habia dado de
su hurto , con que acabó D. Juan de
quedar atónito y suspenso ; pero alegre
sobre todo encarecimiento , abrazó á sus
suegros , llamólos padres y señores suyos,
y besó las manos à Preciosa , que con
lágrimas le pedia las suyas. Rompióse el'
secreto : salió la nueva del caso con la
salida de los criados que habian estado
presentes : el cual sabido por el alcalde ,
tio del muerto , vió tomados los caminos
de su venganza , pues no habia de tener
18
274 LA GITANILLA
lugar el rigor de la justicia para ejecu-
tarla en el yerno del corregidor. Vistió-
se D. Juan los vestidos de camino , que
alli habia traido la gitana : volviéronse
las prisiones y cadenas de hierro en liber-
tad y cadenas de oro : la tristeza de los
gitanos presos en alegría , pues otro dia
los dieron en fiado : recibió el tio del
muerto la promesa de dos mil ducados
que le hicieron , porque bajase de la que-
rella y perdonase á D. Juan ; el cual , no
olvidándose de su camarada Clemente ,
le hizo buscar ; pero no le hallaron , ni
supieron dél hasta que desde alli á cuatro
dias tuvo nuevas ciertas de que se habia
embarcado en una de dos galeras de Gé-
nova , que estaban en el puerto de Carta-
gena y ya se habian partido. Dijo el corre-
gidor á D. Juan que tenia por nueva cier-
ta que su padre D. Francisco de Carcamo
estaba proveido por corregidor de aquella
ciudad , y que seria bien esperalle para que
DE MADRID. 275
con su beneplácito y consentimiento se hi-
ciesen las bodas ; D. Juan dijo que no sal-
dria de lo que él ordenase ; pero que ante
todas cosas se habia de desposar con Pre-
ciosa. Concedió licencia el arzobispo para
que con sola una amonestacion se hiciese.
Hizo fiestas la ciudad , por ser muy bien
quisto el corregidor , con luminarias , to-
ros y cañas el dia del desposorio . Quedó-
se la gitana vieja en casa , que no se quiso
apartar de su nieta Preciosa : llegaron las
nuevas á la corte del caso y casamiento
de la gitanilla : supo D. Francisco de
Carcamo ser su hijo el gitano , y ser la
Preciosa la gitanilla que él habia visto , cu-
ya hermosura disculpó con él la livian-
dad de su hijo que ya le tenia por perdi-
do , por saber que no habia ido á Flan-
des ; y mas porque vió cuan bien le esta-
ba el casarse con hija de tan gran caba-
llero , y tan rico , como era D. Fernando
de Acevedo. Dió priesa á su partida , por
276 LA GITANILLA
llegar presto á ver á sus hijos , y dentro
de veinte dias ya estaba en Murcia , con
cuya llegada se renovaron los gustos , se
hicieron las bodas , se contaron las vidas,
y los poetas de la ciudad , que hay algu-
nos y muy buenos , tomaron á cargo ce-
lebrar el estraño caso , juntamente con
la sin igual belleza de la gitanilla ; y de
tal manera le escribió el famoso licencia-
do Pozo , que en sus versos durará la fa-
ma de la Preciosa mientras los siglos du-
ráren. Olvidábaseme de decir como la
enamorada mesonera descubrió á la jus-
ticia no ser verdad lo del hurto de An-
dres el gitano , y confesó su amor y su
culpas á quien no respondió pena algu-
na , porque en la alegría del hallazgo de
los desposados se enterró la venganza y
resucitó la clemencia.

FIN DE LA GITANILLA DE MADRID.


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