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PARA QUE LA VOZ NO SE CALLE

NUNCA

“Para que la voz no se calle nunca,


Para que las manos no se
entumezcan,
Para que los ojos vean siempre la
luz,
Necesito sentarme a escribir
En este preciso momento en que
Todo comienza a ser silencio…”
Ana María Ponce
PUEDO

Puedo empacar mis bártulos


Y marcharme: Porque escribí el libro
Planté el árbol Y tuve el hijo;
Porque amé
Y me amaron hasta los límites Irreversibles del balazo;
Porque viajé hasta saber las urgencias del regreso;
Porque construí las paredes de mi casa
Con mis versos rojos, secos y duros
Como ladrillos asolados
Puedo empacar mis bártulos y marcharme
Y marcharme,
Pero también puedo quedarme
Y empezar
Deletreando despacito
Mi nuevo abecedario.

Claudio Nicolás Grandi nació el 11 de enero de


1945 en Buenos Aires. En 1970, comenzó a
estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de
Buenos Aires. Sus poemas fueron publicados en
diversos periódicos, así como en su libro "Causas
y broncas" (1975). Además de su trabajo poético,
incursionó en la narrativa, escribiendo cuentos y
una novela que no llegó a publicarse. El 22 de junio de 1976, fue secuestrado
junto a su compañera, Cristina Cournou, quien estaba embarazada de cuatro
meses. Su familia continúa buscando al hijo que esperaban.
Para que la voz no se calle nunca,
para que las manos no se entumezcan,
para que los ojos vean siempre la luz,
necesito sentarme a escribir
en este preciso momento en que
todo comienza a ser silencio,
los trenes que pasan me llevan a lejanos
territorios de lucha, y libertad,
y el sol, el sol que me recuerda
años de risa fácil,
de pies descalzos,
de manos en permanente búsqueda.
A veces extraño lo que antes quise,
lo inacabado, lo que ya no tiene razón de ser,
en esta vida nueva que me alimenta,
que me duele pero que me conduce
hasta ese fin inesperado...
.........
Ya no queda tiempo
para contarte más,
tengo que sumarme a la larga lista
de los que en nada se detienen,
tengo que continuar este grito
guerrero de los explotados
esta batalla anticipada
hacia la libertad.

Agosto de 1977

Ana María “Loli” Ponce nació en San Luis en


1952. Después de recibirse de maestra, continuo
su formación en la Universidad Nacional de la
Plata. Allí comenzó a militar y conoció a su
marido, Luis “Lucho” Fernández, con quién tuvo
a su único hijo, Luis Andrés. “Lucho” fue
secuestrado el 11 de enero de 1977 y desde
entonces se encuentra desaparecido. El 18 de
julio de 1977, Loli fue secuestrada en el jardín zoológico y trasladada a
la ESMA. Durante su cautiverio, fue obligada a trabajar en el Sótano del
Casino de Oficiales y así pudo acceder al papel y al tiempo mínimo para
tipear o escribir a mano los poemas que leemos hoy. El lunes de carnaval
de 1978 la trasladaron y nadie más volvió a verla con vida. La
sobreviviente Graciela Daleo logró sacar esos textos del centro
clandestino. Son los únicos escritos suyos que aún se conservan.
La verdad es la única realidad
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real, aunque no se sabe
bien si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados en
el ángelus eterno y siniestro en una brigada de
policía cualquiera son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a la realidad.

Francisco “Paco” Urondo nació en Santa


Fe, el 10 de enero de 1930. Fue
periodista, funcionario de la
Universidad de Buenos Aires. Escribió
varios libros de poesía en los que
siempre se refuerza el “querer vivir”, en
un mundo más digno. En 1973 fue
apresado y compartió cárcel con los
sobrevivientes de la Masacre de Trelew. Un día antes de ser liberados,
grabó en una celda de la prisión de Villa Devoto la entrevista que se
convirtió en “La Patria fusilada”. El 17 de junio de 1976 fue emboscado
en Mendoza junto con su pareja Alicia Raboy su hija Ángela (de tan solo
11 meses) y una compañera de militancia. Tras ser perseguidos a los
tiros, el auto en el que viajaban chocó. Paco dijo a sus compañeras que
había tomado una pastilla de cianuro para que ellas escapen. Era
mentira, fue detenido y asesinado a golpes. Alicia llegó a entregar a la
bebé a un vecino, pero fue atrapada por policías de civil y llevada a un
centro clandestino. Continúa desaparecida. El cuerpo de Paco fue
enterrado como NN.
Quisiera que me recuerden
Quisiera que me recuerden sin llorar
ni lamentarme
quisiera que me recuerden por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.
Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices
la seguridad de los justos
el sufrimiento de los humildes.

Joaquín Areta nació el 15 de agosto de 1955


en Monte Caseros, Corrientes. A los 16 años
inicia su militancia. En 1973 empieza la
carrera de Medicina y en 1974 forma pareja
con Adela Segarra. Con ella pasa a la
clandestinidad en 1976 sin interrumpir su
militancia. En diciembre de 1976 muere en
combate su hermano Iñaki. En 1977 nace su hijo Jorge Ignacio. El 29 de
junio de 1978 es secuestrado y desaparecido en Capital Federal, en la zona
del Batallón de Arsenales 101.
Cuentas rotas

Bebamos
bajo el sol,
sobre nuestros errores,
bebamos el sueño de un amor,
que pasará con la vida,
que morirá con la muerte, que mirará la gran llanura,
esperando, esperando,
la redención de los hombres

Agustina María Muñiz Paz nació el 30 de julio de


1949. Fue estudiante de Música y Letras. Su
secuestro tuvo lugar en su domicilio el 20 de abril
de 1976 en CABA. No se pudieron recuperar
testimonios de su paso por algún centro clandestino
de detención y continúa desaparecida desde
entonces.
Desde su desaparición, su madre fue una de las primeras en participar
de las rondas en la plaza, militando en Madres de Plaza de Mayo Línea
Fundadora hasta su fallecimiento ocurrido el 21 de febrero de 2002.
Si la muerte me sorprende lejos de tu vientre,
porque para vos los tres seguimos en él,
si me sorprende lejos de tus caricias
que tanto me hacen falta,
si la muerte me abrazara fuerte
como recompensa por haber querido la libertad,
y tus abrazos entonces sólo envuelven recuerdos,
llantos y consejos que no quise seguir,
quisiera decirte mamá que parte de lo que fui
lo vas a encontrar en mis compañeros.
La cita de control, la última, se la llevaron ellos,
los caídos, nuestros caídos,
mi control, nuestro control está en el cielo,
y nos está esperando.
Si la muerte me sorprende
de esta forma tan amarga, pero honesta,
si no me da tiempo a un último grito
desesperado y sincero,
dejaré el aliento el último aliento,
para decir te quiero.

Alejandro Martín Almeida nació el 17 de febrero de


1955 en Buenos Aires. Para sus amigos siempre fue
“El Principito”. Compartió trabajo y militancia con
otros compañeros revolucionarios en la agencia
oficial de noticias Télam. Cursaba 1º año de Medicina
en la UBA y trabajaba en el Instituto Geográfico
Militar al momento de su secuestro, el 17 de junio
de 1975. Escribía poesía y en ella resaltan los versos dedicados a su
madre y a los “Héroes de Trelew”. Su madre “Taty” Uranga de Almeida,
referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, no sabía de la
veta poética de Alejandro y se encontró los 24 poemas que tenía en las
últimas páginas de su agenda, al día siguiente de su desaparición.

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