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La Gritería en Nicaragua:

la fiesta de la alegría cristiana

Roberto José Castillo Telles


I. INTRODUCCIÓN

El 08 de diciembre de 1854 el Sumo Pontífice Pio IX proclamaba solemnemente que,


«[…] La doctrina que afirma que, la Beatísima Virgen María en el primer instante de su
concepción, por la gracia singular y privilegio de Dios Omnipotente, en virtud de los méritos
de Cristo, salvador del género humano, fue preservada de toda mancha de pecado original, ha
sido revelada por Dios y por ello debe ser creída firme e inapeablemente por todos los fieles
[…]»1.

Anterior a tal proclamación, en Nicaragua se cantaba por las calles a todo pulmón con
estas palabras: «Por eso el cristianismo con grata melodía repite de María su nombre sin cesar
[…]. […] Todo ello, todo indica, que es Madre y es doncella, que no hay vestigio en Ella de
mancha original […]»2; en otro canto se afirmaba: «Toda hermosa eres María desde tu
instante primero, pues la mancha original no tuvo en tu ser derecho […]»3.

Estos cantos han acompañado la vida del pueblo nicaragüense, el cual cada 07 de
diciembre, en las vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, se desborda en
solidaridad y alegría cantando en honor a María, Madre de Dios y del pueblo, posibilitando
así que la religión cristiana adquiera aún mayor sentido y presencia, y que, dejando a un lado
los numerosos sermones que adormecen, el pueblo, poniéndose en pie, celebre, exultante, en
público y en una mezcla de culto oficial y de praxis popular, la más solemne fiesta de los
nicaragüenses: la “Gritería”.

Por ello, a través de este trabajo, se hará, en primer lugar, un breve recorrido histórico,
exponiendo los orígenes de la devoción a la Concepción de María, tanto en la Iglesia Católica
Universal, como en Nicaragua. Posteriormente, se presentarán algunas hipótesis respecto al
origen de la fiesta de la “Gritería” en Nicaragua, intentando, en estas dos partes, diferenciar
entre devoción y la celebración popular de la “Gritería”. También se presentará cómo ésta se
desarrolla actualmente.

1
PIO IX, Constitución Apostólica Ineffabilis Deus, (08-12-1854), n. 2803, en Enchiridion Symbolorum,
Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, 32a ed., Barcelona, 1962, p. 560-562.
2
S. BÁEZ, Reflexiones bíblicas a los cantos de La Purísima, ¡Cual un botón de rosa!, Managua, 2014, p. 126.
3
BÁEZ, Reflexiones bíblicas a los cantos de La Purísima, ¡Cual un botón de rosa!, 137.
Se hace, sin embargo, previamente ahora una lectura, en clave de fe y a la luz de las
fuentes de la Revelación cristiana: la Sagradas Escrituras, la Sagrada Tradición y el
Magisterio, con el fin, no sólo de proponer unas conclusiones, sino también de conocer la
historia de la devoción y de la fiesta popular, así como los elementos que posibilitan una
vivencia de esta fiesta popular en clave cristológica, y con claras repercusiones a nivel
político, social y cultural.

II. DESARROLLO
La “Gritería” en Nicaragua se desarrolla, motivada, preparada y gestionada desde una
consciencia de apertura al necesitado, o como diría el Papa Francisco, intentando generar
armonía entre quienes la preparan, con la consciencia de que las manos deben entrar en la
misma dinámica eucarística enseñada por Cristo, es decir, en disposición de entrega, con
actitud de humildad y gratitud, y sobre todo, en beneficio de los hermanos y hermanas4. Los
orígenes de esta fiesta los encontramos en la piedad popular, y hoy en día esta celebración
forma parte de la identidad cultural del pueblo nicaragüense, siendo una actividad de
religiosidad popular única en el mundo, mereciendo, por ello, ser candidata ante la UNESCO5
a ser declarada patrimonio inmaterial de la humanidad6. Es, además, en el ámbito cristiano,
una expresión popular de celebración en honor de la Patrona del país, la Inmaculada
Concepción de María7.

Por otra parte, constituye el culmen de todo un proceso, gestado a lo largo del tiempo;
de una experiencia de fe que se mezcla con la idiosincrasia popular y que expresa una gran
capacidad de donarse, de dar frutos (cfr. Jn 15,4). Las personas en Nicaragua (católicos,
practicantes o no), encabezadas, la mayoría de las veces, por las abuelas o madres lideresas
de sus hogares, ahorran desde meses antes y se preparan materialmente -y muchos también
espiritualmente- para dar gracias a Dios por los beneficios recibidos, poniendo el fruto de sus
esfuerzos en favor de quien se acerque al altar para cantarle a María, para gritar: ¿Quién causa

4
Cfr. FRANCISCO, Discurso del Santo Padre Francisco a las Comunidades Académicas de las Universidades
e Instituciones Pontificias Romanas, 25-02-2023.
5
Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
6
Cfr. R. CAPOMASI, «La Gritería» del Nicaragua, en L’Osservatore Romano, Internet (30.04.2024):
https://www.osservatoreromano.va/it/news/2020-12/quo-283/la-griteria-del-nicaragua.html
7
Fue proclamada Patrona de Nicaragua por la Conferencia Episcopal de Nicaragua el 13 de mayo de 2001.
tanta alegría? y responder: ¡La Concepción de María! y este grito, suficiente motivación
para el canto, es, al mismo tiempo, la clave de acceso al banquete del compartir material,
expresión concreta de la solidaridad. Por ello, podemos afirmar que la Gritería en Nicaragua
se vive como la fiesta del amor y de la solidaridad, siendo así, en cierta manera, una
anticipación del banquete, del convite celestial prometido por Jesús (cfr. Lc 14,12-15).

Como ya se ha adelantado, esta celebración se desarrolla el 7 de diciembre, desde las


12 horas del mediodía, cuando se inaugura con fuegos artificiales y explosión de pólvora, que
forma un estruendoso ruido, que se repetirá al día siguiente, a la misma hora y por el mismo
motivo: la fiesta en honor a la Purísima8. Previamente a estos momentos, a partir del 28 de
noviembre, en las parroquias, empresas, colegios, en diversos núcleos sociales y,
principalmente, en las familias, se inicia el novenario9 en preparación a la solemnidad. Cada
circulo y espacio social tiene formas particulares de celebrarlo, manteniendo elementos
comunes como los cantos, los rezos, la elaboración de altares y el grito tradicional o Gritería

Para conocer los orígenes de esta fiesta, es necesario remontarse brevemente a la


historia religiosa de Nicaragua, intentando diferenciar entre el inicio del culto o devoción
mariana en el país y los orígenes de la tradicional “Gritería”.

Acerca del culto o devoción mariana conviene recordar que, en la Iglesia Católica, la
devoción a la Inmaculada Concepción es anterior a la proclamación dogmática (el 8 de
diciembre de 1854). Antes de dicha fecha, en diversas fuentes escritas, sobre todo en el ámbito
celebrativo litúrgico, hay evidencia de cómo en la Iglesia era ya presente la Concepción de
María sin mancha de pecado. Ejemplo de ello son, entre otros, tres monasterios benedictinos
de Inglaterra (dos en Winchester y uno en Worcester) 10, los cuales celebraban la fiesta de la
Concepción de María el 08 de diciembre. Una ulterior presencia de esta devoción la
encontramos en los distintos Reinos de España, principalmente a partir de la unificación de
los reinados de Castilla y Aragón (que con el pasar del tiempo dieron origen a la España
actual), quienes a través de los exploradores y evangelizadores (franciscanos, mercedarios,

8
En el lenguaje colectivo de los nicaragüenses se denomina así a María Inmaculada o la Inmaculada
Concepción de María.
9
Este novenario viene acompañado de cantos y oraciones, preparados por el fraile franciscano guatemalteco
fray Rodrigo de Jesús Betancourt; fue publicado en Guatemala en 1730 aproximadamente. Cfr. S. EKERN, La
Purísima, ¿reflejo de la idiosincrasia del pueblo nicaragüense?, en Mesoamérica, 30 (1995) p. 363.
10
Cfr. S. CECCHIN, L’Immacolata Concezione. Breve storia del dogma, Ciudad del Vaticano, 2003, p. 20-21.
agustinos, carmelitas y jesuitas), difundieron tanto el culto a la Inmaculada, como la
propagación de nombres relacionados con María Purísima11. Destacan, en el rol de líderes
propagandísticos de esta advocación: la Orden Franciscana, la Iglesia Católica Española y la
población andaluza12.

Respecto al culto, focalizando ya la atención en Nicaragua, existen dos hipótesis sobre


la consolidación de la devoción y de la fiesta de la Concepción de María en el país. La primera,
expuesta por Eduardo Buitrago, se coloca hacía finales del siglo XVIII, en la Nicaragua
colonial. El historiador plantea que esta devoción fue iniciada por los franciscanos, quienes
dada la afluencia de feligreses en dicha fecha (el 8 de diciembre), los exhortaron a celebrar
también, en los propios hogares, dicha festividad. Nacería, pues, así el carácter público y
popular de la fiesta.

Enfatiza, además, el historiador, que no es una fiesta nacida de la Iglesia jerárquica,


sino gestada en el corazón del pueblo, y que, por lo tanto constituye una victoria de éste,
poniéndose en relieve, de esta manera, la capacidad del propio pueblo de crear por sí mismo
y desde su propia identidad laical. Buitrago señala asimismo que estas fiestas se iniciaron en
tres ciudades del occidente del país: León, Chinandega y el Viejo, y que existieron dos
modalidades de celebrarla: la primera surgida en Granada13, ciudad en la cual se elaboraban
altares con ramos de palma (de ahí que se conocía como la fiesta de las enramadas); la
segunda, nacida en la ciudad de El Viejo, con la peregrinación a la Iglesia de Nuestra Señora
del Trono14. Ambas formas siguen siendo parte de una sola fiesta, es decir, remiten a procesos

11
Cfr. CECCHIN, L’Immacolata Concezione. Breve storia del dogma, 116-119.
12
Cfr. EKERN, La Purísima, ¿reflejo de la idiosincrasia del pueblo nicaragüense?, 362.
13
Ya existía una imagen venerada en la ciudad cuya devoción, según la «[…] leyenda, se origina en Granada,
entre los siglos XVI y XVII. Cuenta la historia que unas lavanderas vieron una caja flotando en el lago y quede
en vano trataron de acercarla a la orilla, pues se iba adentrando en el agua. Fueron a pedir ayuda a los frailes,
quienes llegaron con el cordón de San Francisco y fácilmente arrastraron la caja a la orilla. Al abrirla hallaron
la imagen de una Virgen, bellamente tallada en madera, con el niño Jesús en sus brazos y con medialuna por
escabel a sus pies; esta imagen fue venerada en la iglesia parroquial». G. CHANG – L. CHAVES, ¿Quién causa
tanta alegría? La Gritería: patrimonio cultural inmaterial dentro y fuera de las fronteras nicaragüenses, en
Cuadernos INTER.C.A.MBIO, 1 (2023), p. 1-29.
14
En esta Iglesia se encuentra dicha imagen desde 1562 (aproximadamente), la cual pertenecía a Santa Teresa
de Ávila, y que había sido llevada al puerto el Realejo (cerca de la ciudad de El Viejo) por su hermano, Pedro
de Ahumada, quien se dirigía a Perú. El pueblo portuario, fascinado por la finura y belleza, pidió al navegante,
que la dejara ahí, llamándola “Niña blanca”, de ahí también el título posterior de la Purísima. Cfr. CAPOMASI,
«La Gritería» del Nicaragua.
encabezados por los frailes franciscanos15 (presentes en el país desde 1530)16 y vinculadas a
apariciones milagrosas de imágenes que el pueblo relacionó con la Concepción de María y
que tienen como culmen las celebraciones de la “Gritería” y de la Solemnidad el 8 de
diciembre17.

Como se ha visto, la devoción mariana en honor a la Concepción de María está presente


en Nicaragua desde los primeros años de la Colonia Española. En lo que respecta a la fiesta
popular de la “Gritería”, es meritorio destacar que en la actualidad no existe una hipótesis
única de la génesis de ésta. Sin embargo, puede ser oportuno exponer algunas de ellas.

La primera apunta a que tuvo su origen en la ciudad de León a finales del siglo XIX,
como resultado de la influencia de los frailes franciscanos en el occidente del país. La
segunda, por su parte, señala que, dado que, como consecuencia de la guerra civil, tanto la
devoción como el grito de “¿quién causa alegría?” “¡La Concepción de María!” (ya
conocidos), perdían auge en la religiosidad popular, Monseñor Giordano Carranza, según una
leyenda popular, en diciembre de 1857, para animar a la gente congregada en el atrio de la
Iglesia de San Felipe, preguntaba: “¿Quién causa tanta alegría?” a lo que los feligreses
respondieron: “La Concepción de María” y, añade dicha leyenda, que fue precisamente este
hecho el que motivó que la religiosidad popular en torno a la Inmaculada cobrara nuevo vigor.
Dicho clérigo promovió igualmente la creación de altares tanto en la Iglesia como en los
hogares con el fin de reavivar las expresiones de fe del pueblo, surgidas gracias a la influencia
franciscana. Y a partir de esa fecha de diciembre de 1857, la renovada religiosidad popular se
fue difundiendo por otras ciudades»18. Podríamos decir, además, que sirvió de impulso para
la fiesta en aquel momento, la proclamación del dogma, que se había producido en 1854.

En definitiva, a través de la historia, tanto de la devoción como de la fiesta, si bien


ambas cosas no son antagónicas, sino complementarias19, se constata que, desde

15
Cfr. EKERN, La Purísima, ¿reflejo de la idiosincrasia del pueblo nicaragüense?, 362.
16
Cfr. M. ARIAS, La familia Franciscana en Nicaragua, León, 1983, p. 4.
17
Según el historiador Clemente Guido, el 2 de octubre de 1528 en las orillas del lago de Nicaragua, en el
pueblo de San Jorge, el mercedario Francisco de Bobadilla presidió una celebración en la que consagraba una
imagen de la Virgen en sustitución de un templo dedicado a Quetzalcoalt. Cfr. CAPOMASI, «La Gritería» del
Nicaragua.
18
Cfr. CHANG – CHAVES, ¿Quién causa tanta alegría? La Gritería: patrimonio cultural inmaterial dentro y
fuera de las fronteras nicaragüenses, 6.
19
Cfr. JUAN PABLO II, Carta Encíclica sobre la Bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina
Redemptoris Mater, 25-03-1987, n. 44, en Acta Apostilicae Sedis 80 (1988), p. 361-433.
motivaciones ajenas a un conocimiento dogmático -en la mayor parte del pueblo-, la
“Gritería” puede considerarse como una expresión de fe de un pueblo forjado en el dolor, que
no se cierra en sí mismo, sino que manifiesta la solidaridad y la generosidad, valores
intrínsecos del ser humano, y que, para los cristianos, encuentran su fuente y plenitud en
Jesucristo.

La Gritería, pues, es una fiesta gestada en el corazón de cada hogar, que pone de
manifiesto el rol maternal de Dios (cfr. Ex 32,18), que, consciente del dolor de su pueblo,
escucha su clamor (cfr. Ex 3,7) y viene en su auxilio (cfr. Sal 70,2), preparándole lo mejor y
todo lo que tiene (cfr. Lc 15,23-24). Por ello, cada altar, preparado para acoger a quien grita
en honor de María es análogamente manifestación de la imagen y semejanza del ser humano
con Dios (cfr. Gn 1,26), creado por amor y para amar, y manifestación también del amor
pleno de Dios, manifestado en la Encarnación de su Hijo Jesús (cfr. Jn 1,14), y de la respuesta
positiva, más no acrítica, de María al plan salvífico de Dios (cfr. Lc 1,26-38).

En ese mismo sentido, podríamos decir que, hoy en día, multiplicar los panes no es
algo que se pueda imitar de Jesús, pero la solidaridad sí. El compartir en nombre de María,
un dulce, un pedazo de caña, una naranja, un nacatamal, una cajeta, una matraca o un chichil20,
es una forma de expresar públicamente la adhesión a la causa del Reino, el cual promueve la
justicia (cfr. Mt 5,6), la entrega en favor del necesitado, el poner los bienes en común, tal y
como lo entendieron las primeras comunidades cristianas (cfr. Hch 4,32) y lo ha promovido
desde siempre la Doctrina Social de la Iglesia21.

Ahora bien, la novedad que encontramos en la “Gritería” es que, para participar en ella
no hay requisitos, basta acercarse, pudiendo incluso no cantar o no ser ni siquiera creyente,
porque sin caer en relativismos, pero si en lo esencial del cristianismo, se acoge y se comparte
con todos y todas. Por ello, esta fiesta encuentra una similitud con el modo en que Jesús solía
compartir la mesa, comiendo con los pecadores (cfr. Mc 2,16), con los rechazados (cfr. Lc
19,1-10), con los descartados (cfr. Mt 9,10), y también con los suyos (cfr. Jn 13,1-2). Su mesa
es siempre amplia y abierta, signo también de esa inclusión que no pide requisitos canónicos,

20
Son cosas que se comparten en Nicaragua en la Gritería, que se podrían acuñar con el término “gorra”,
conocido por la mayoría de la población nicaragüense.
21
Cfr. PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ciudad del
Vaticano, 2004, n. 160.
ni hace distinción de raza, color, credo político o religioso, sexo, nación, y de ninguna otra
índole; basta con acercarse, sentirse y ser parte del ambiente festivo de ella. El motivo es lo
de menos, y podrá encontrase más adelante, de momento, lo importante es unirse a la gran
celebración (cfr. Lc 14,15).

Con todo, esta fiesta propia de Nicaragua traspasa fronteras, porque en cualquier lugar
donde haya un nicaragüense, aun no compartiendo la fe, sabe qué es la “Gritería”, y quien,
sintiéndose parte de ella, la celebra, adaptándola a sus circunstancias. Por tanto, siendo esta
fiesta un espacio en el que se promueven valores, es, además, una buena ocasión para celebrar
y compartir la vida, la paz, la alegría y el amor; no limitándose al espacio territorial o a la
identidad cultural de una nación, sino que se abre a quien, inundado de la experiencia, acoge
su esencia y se vuelca en generosidad, al estilo de Jesús y de María.

Por otro lado, se ha de decir que durante muchos siglos se ha pretendido elevar a María
a niveles tan altos (a veces deshumanizándola), viniendo a ser así, no un referente de fe, sino
más bien una especie de divinidad, que, no pocas veces, ha podido incluso, en la práctica
devocional popular, desplazar a Cristo -único Salvador y mediador entre Dios y el ser
humano22-. Lo que queda claro es que, en los altares y en los rezos en honor a la Purísima o a
la Conchita,23 se evidencia que la práctica devocional del pueblo nicaragüense, resulta más
eficaz que conceptualizaciones teológicas -a veces no entendibles y hechas desde el escritorio-
, pues su accionar solidario y humanista no difiere ni se contradice con el ideal cristiano, el
cual se mide no por cuanto se sabe, sino por cuanto se ama (cfr. Mt 25,31-46).

A la Iglesia corresponde, en definitiva, humanizar a la mujer que hizo “carne”, que le


dio la “humanidad” al Verbo Eterno de Dios. Esto podría traer consigo una mayor
comprensión de las Buenas Nuevas del Reino, las cuales no son sólo teorías, ni solo prácticas,
sino un todo, una configuración total del propio ser a Cristo, prototipo del ser humano
perfecto (cfr. Ef 4,13). Conviene, pues, no promover una fe basada en historias de visiones,
apariciones o mensajes subliminales de María, como si el mensaje salvífico tuviera que ser
completado, sino que se trata más bien de leer las mismas manifestaciones de fe con vistas a

22
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 21 de noviembre
1964, n. 8, en Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos y Declaraciones, Madrid, 1966, p. 40-154.
23
Otra forma de llamar a la Inmaculada Concepción de María.
promover una mayor adhesión a Cristo24, actuando a su estilo, dejándose igualmente
interpelar por el gran testimonio de una mujer como María, que amó sin dejar paso al mal,
preservada del pecado por los méritos de Cristo25; de Ella, Jesús, el Verbo hecho carne,
plenitud y fuente de la Revelación26, aprendió a amar y a moverse, sintiendo y dando
compasión, a fin de cumplir la misión encomendada por Dios, de manifestar plenamente su
amor por sus hijos e hijas (cfr. Jn 3,16).

24
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium, n. 67.
25
Cfr. PIO IX, Ineffabilis Deus, n. 2803.
26
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum, 07-12-1965,
n. 2, en Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos y Declaraciones, Madrid, 1966, p. 155-180.
III. CONCLUSIONES

Para concluir este trabajo, quiero poner de relieve que, con este escrito, me he
propuesto exponer brevemente los orígenes de la devoción a María en la Iglesia Católica y
en Nicaragua. Se ha podido apreciar en él el paso de una devoción a un acto de piedad popular
que se ha denominado tradicionalmente en Nicaragua: la fiesta de la Gritería.

A partir de la exposición de cómo se inició históricamente y cómo se celebra hoy esta


fiesta, se ha realizado una lectura en clave cristológica, constatando cómo entre fe y devoción
no hay contradicción. A su vez, se ha podido observar cómo la figura de una mujer, como
María, es capaz de orientar a los hombres y mujeres de hoy hacia Cristo y de ser, al mismo
tiempo, un excelente medio de unidad en una nación como parte de la identidad cultural del
pueblo, y como motivo para la armonía y solidaridad de un país, siendo contemporáneamente
una expresión de la alegría que experimenta todo aquél que vive enraizado en Dios.

El pueblo nicaragüense, unido a quien busca vivir en consonancia con los valores
humanos universales y también con los del Reino de Dios, no se cansará de gritar: ¿Quién
causa tanta alegría? ¡La concepción de María! Porque animado por este grito, estará siempre
en actitud y disposición para cumplir la voluntad de Dios y llevar la alegría cristiana a los
ámbitos (sobre todo los existenciales27) donde la vida clama.

Hemos de decir que esta fiesta, si bien no es entendida en profundidad conceptual o


teológicamente por una parte de la población, tiene consecuencias en la vida social, política
y cultural de Nicaragua. Es posiblemente el único día en que todos pueden comer, compartir
y contagiarse, pese a las circunstancias del momento, de la alegría que genera el hecho de
sentirse parte de una nación identificada con los ideales cristianos de la solidaridad y de la
entrega generosa.

27
Cfr. FRANCISCO, Exhortación Apostólica sobre del Evangelio en el mundo actual Evangelii Gaudium, 24-
11-2013, n. 46, en Acta Apostilicae Sedis 105 (2013), p. 1019-1137.
IV. BIBLIOGRAFÍA

Documentos del Magisterio

PIO IX, Constitución Apostólica Ineffabilis Deus, 08-12-1854, en Enchiridion Symbolorum,


Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, 32a ed., Barcelona, 1962, p. 560-
562.
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 21-11-
1964, en Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos y Declaraciones, Madrid, 1966, p.
40-154.
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación Dei Verbum,
18-11-1965, en Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos y Declaraciones, Madrid,
1966, p. 155-180.
JUAN PABLO II, Carta Encíclica sobre la Bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia
peregrina Redemptoris Mater, 25-03-1987, en Acta Apostilicae Sedis 80 (1988), p. 361-433.
PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ciudad
del Vaticano, 2004.
FRANCISCO, Exhortación Apostólica sobre del Evangelio en el mundo actual Evangelii
Gaudium, 24-11-2013, en Acta Apostilicae Sedis 105 (2013), p. 1019-1137.
-, Discurso del Santo Padre Francisco a las Comunidades Académicas de las Universidades
e Instituciones Pontificias Romanas, 25-02-2023.

Libros
ARIAS M., La Familia Franciscana en Nicaragua, León, 1983.
BÁEZ S., Reflexiones bíblicas a los cantos de La Purísima, ¡Cual un botón de rosa!, Managua,
2014.
CECCHIN S., L’Immacolata Concezione. Breve storia del dogma, Ciudad del Vaticano, 2003.

Artículos y discursos
CHANG G., – CHAVES L., ¿Quién causa tanta alegría? La Gritería: patrimonio cultural
inmaterial dentro y fuera de las fronteras nicaragüenses, en Cuadernos INTER.C.A.MBIO, 1
(2023) p. 1-29.
S. EKERN, La Purísima, ¿reflejo de la idiosincrasia del pueblo nicaragüense? en
Mesoamérica, 30 (1995) p. 355-370.

Citas de internet
CAPOMASI R., «La Gritería» del Nicaragua, en L’Osservatore Romano, Internet
(30.04.2024): https://www.osservatoreromano.va/it/news/2020-12/quo-283/la-griteria-del-
nicaragua.html

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