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MG.

MARITZA GONZALES CASTILLA

FICHA PRÁCTICA Nº 6 QUÉ ES LA ACTITUD FILOSÓFICA


Que es la actitud filosófica Conceptos, Características.
La actitud filosófica es la disposición humana superior de aceptación o valoración del
conocimiento. Parte de la propensión natural del hombre por conocer la realidad, con
una particularidad analítica, crítica, problematizadora, buscando el fundamento de los
objetos, los hechos y las circunstancias que le rodean, y asumiendo una posición
totalizadora.

El surgimiento de la actitud filosófica o las causas del filosofar, históricamente, tiene


múltiples interpretaciones, entre ellas:
- “La pasión por la admiración es propio del filósofo” (Platón, Obra “Teeteto”)
- “El asombro empujó a los primeros pensadores a las especulaciones filosóficas”
(Aristóteles, Obra “La Metafísica).
- “La duda metódica es la condición de todo verdadero filosofar y la vía de la “certeza”
(Renato Descartes, Obra “Discurso del Método”)
- “Las situaciones límite hace que se tome el más profundo pensar” (Karl Jaspers,
Obra “Introducción a la Filosofía”)

CARACTERÍSTICAS DE LA ACTITUD FILOSÓFICA


- Es Totalizadora.- El filósofo estudia la integridad de la realidad y sus
planteamientos son generales.
- Es Analítica e Interpretativa.- El filósofo identifica un problema y analiza su
contenido, estudiando sus elementos.
- Es Crítica.- El filósofo utiliza el juicio. No admite alguna afirmación sin haber
reconocido o evaluado su valor o legitimidad.
- Es Innovadora e Inventiva.- El filósofo busca nuevas ideas y busca lo diferente.
- Busca alternativas de solución a los problemas.- El filósofo plantea solución a
los problemas que se presentan en la naturaleza y la sociedad

LA ACTITUD FILOSÓFICA. No se refiere a ciertas actitudes externas si no a la


actitud disposición, a la actitud espiritual, a la vivencia.

Si al filósofo se le concede el espléndido aislamiento que pide y necesita, está ya


satisfecho. Asiste al festín de la vida de sus hermanos, pero desde afuera, mejor
dicho, desde muy alto. La filosofía, en abstracto, no existe. Como no existe el hombre,
como no existe el animal. Existe lo singular lo concreto. No defiendo el nominalismo,
ni me inclino al conceptualismo.

Existe mi filosofar que, es original, existe esta persona que filosofa y que hará una
filosofía.
Históricamente la filosofía si comenzó con Tales, pero en sentido personal la filosofía
comienza en cada filósofo el filosofar es tarea inalienable de cada persona, tiene su
origen en cada filósofo nace desde mí dice: Weltanschauung.
Toda filosofía autentica es original. El verdadero filósofo no adopta una filosofía, no se
adhiera a un sistema, sino que se asombra de los entes en el ser. Esto no quiere decir
por supuesto, que sea inútil tener en cuenta lo que han escrito los filósofos, solamente
son una ayuda.

No solo filosofar es decisión y compromiso, es también y ante todo búsqueda


amorosa y difícil del fundamento último de los entes.

Filosofar nunca ha sido fácil. Todo lo contrario filosofar es causa grave. Ya Platón
decía que hay que volverse con toda el alma, a partir de lo que deviene, hacia la
contemplación de lo que es, hasta lo que se pueda fijar de mirada en lo que hay de
más luminoso en el ser. Significa que filosofar requiere de una preparación, una
ascesis de los entes al ser, una actitud moral.

Esta actitud moral para el auténtico filosofar ya fue puesta de relieve en la antigüedad
por Platón. En nuestro siglo adquirió capital importancia en pensadores de orientación
personalista entre ellos destaca M. Scheler. Para Scheler el objeto de la filosofía
solamente se da y adecuadamente por cierto cuando se le ve desde una determinada
disposición moral. Señala tres actos, el amor, la humillación y el autodominio como
actos morales básicos que hacen posible el conocimiento filosófico.

Nos lleva, por lo tanto, al ente y por encima de los objetos que existen
relativamente respecto de nuestro ser.

(La humildad nos conduce del existir contingente de algo... hacia la esencia)
El autodominio nos conduce de lo inadecuado... desde la magnitud cero, hacia la
plena educación del conocimiento intuitivo.
Estos actos morales básicos eliminan los tres obstáculos que se oponen al recto
filosofar.
M. Buber critica la opinión de Scheler porque se basa en el dualismo y en la oposición
entre espíritu y vida.
Sin embargo, la intención profunda de Scheler es correcta. Puede haber un desorden
existencial en lo moral que el filósofo debe corregir, mediante una actitud moral.
Entonces el ascetismo no consiste eliminar los impulsos sino en orientarlos siempre al
ser. Vivir según el espíritu eso es la filosofía implica lograr la integración de cuerpo y
espíritu.
Filosofar no es negar la pujanza de la vida, sino poner la vida al servicio del espíritu.
En todo caso no filosofa el entendimiento sino el hombre entero desde el espíritu. Por
eso la filosofía es ascesis... no se dirige contra la naturaleza... sino contra sus
miserias, a fin de que el filósofo sea ese hombre que Platón describe magníficamente
en el Teetero liberado de las pasiones y de los engaños sensibles.
El filósofo es el que liberándose de las cadenas vuelve la mirada a la luz el ser es la
luz y se asombra de que haya sombras y comienza a saber que las sombras son
sombras de algo, que los entes son ontofanias. El filósofo es el que al romper las
cadenas entra en desequilibrio y se afana por abandonar la caverna. Para ellos es un
desequilibrio y no saben que el filósofo se aparta de los humanos afanes y se ocupa
de lo divino. El filósofo es tenido por el vulgo como un perturbado, pero el vulgo no
sabe que esta poseído por la divinidad. Así pensaba Platón.

Nada raro, entonces, que quien ha encontrado el ser formule esta decisión
indeclinable, como Sócrates: “pasar mis días en el estudio de la filosofía
estudiándome a mí mismo y estudiando a los demás”. Porque sabe que filosofar es
faena vital.
Porque sabe, en todo caso, que filosofar es someter lo finito al paso al límite infinito
en virtud de una potencia transfinita que descubre y pone de manifiesto (verdad,
aletheia), precisa y únicamente por virtud de esta transfinitud.

LA ACTITUD FILOSÓFICA TAMBIÉN ABARCA LOS SIGUIENTES TÉRMINOS

1. LA ACTITUD HUMANA

El hombre reacciona ante las cosas de modo diverso. Las quiere y las cuida; las odia
y las destruye; las usa o las consume; o, simplemente, las contempla o goza con
ellas; es decir, asume distintas actitudes cuando se dirige a ellas. La actitud humana
apunta en muchas direcciones, desde la pragmática hasta la filosófica, las más
alejadas la una de la otra.

a) La actitud pragmática
Es la actitud práctica, la más común y de todos los días. Considera las cosas como
objetos de uso y de consumo; las cosas las distingue por su utilidad. Todas son para
algo, para la alimentación, vestido, vivienda, etc. Es la actitud visible en la señora que
va al mercado por ejemplo o el trabajador en la fábrica; pero, también en el filósofo o
el científico, cuando se viste y cuando se alimenta.

b) La actitud estética
Es la actitud que goza con la presencia de las cosas. Es la actitud ante un bello rostro,
un bello cuerpo, una hermosa flor, una hermosa canción, un hermoso cuadro, una
bella página bien escrita, una catedral, un acantilado, un espectáculo o simplemente
un insecto. Para esta actitud, las cosas no son útiles; no son objetos de conocimiento,
son objetos para gozar de su presencia.

c) La actitud religiosa
Es la actitud que ve las cosas como la obra de un ser supremo. Todas las cosas son
obra de Dios; en todas está la presencia divina; no hay una sola cosa que no
obedezca a su poder y a su bondad. La expresión de esta actitud es la devoción.

d) La actitud moral
Es la actitud frente a las acciones humanas, a la conducta humana. Para esta actitud
los actos humanos son buenos o malos. Sus manifestaciones son la aprobación y el
aplauso o el reproche y la censura. La abnegación y la benevolencia son aplaudidas;
la hipocresía y la deslealtad son censuradas.

e) La actitud filosófica espontánea


Es la actitud de la pregunta por el ser de las cosas. Es una actitud un tanto extraña,
que surge de repente entre las otras actitudes. Se presenta en circunstancias
especiales en cualquier persona. Es tan natural como las otras actitudes humanas. No
requiere un entrenamiento o aprendizaje académico. No es un privilegio del filósofo.
La actitud filosófica, como disposición natural, está lista a aparecer en todo hombre;
en el filósofo esta actitud es cultivada y elevada a su máxima potencia; se convierte
en una práctica enriquecida por el entrenamiento y el aprendizaje. Pero en la raíz de
todo trabajo filosófico está esa natural disposición de todo ser humano por preguntar-
se sobre el sentido de las cosas.
Le puede ocurrir, por ejemplo, a un presidiario en uno de los tantos días o noches en
la cárcel, preguntarse por el sentido que tiene su vida en prisión, qué vale su vida
entre barrotes. Y aún más si cumple sentencia injusta. Su mente puede haberse
quedado vacía, de cosas, de personas, de sucesos, y lo único que le queda es el
martilleo constante de su soledad y entonces puede haberse preguntado ¿Qué soy?
¿Dónde estoy? ¿Qué me espera?
Esta actitud ni es pragmática, porque con ella no quiere conseguir nada, ni es
estética, porque con ella no goza, ni es religiosa ni es moral, porque hasta Dios se ha
borrado de su mente. Es una manifestación de la actitud filosófica. Y para presentarse
esta actitud no ha sido necesaria la preparación académica o el aprendizaje metódico.
Tampoco ha tenido que esperar saber ciencia o ser filósofo para preguntarse por el
sentido de su vida. Le ha bastado, como hombre, haber puesto en ejercicio su
disposición natural a preguntarse por lo que son las cosas, por saber cuál es su
sentido o su destino. Tampoco su respuesta necesita estar premunida de todas las
garantías del saber filosófico.
2. LA ACTITUD FILOSOFICA ACADEMICA

Esta actitud tiene corno su fuente de origen la actitud filosófica espontánea y resulta
de su cultivo y el aprendizaje académico. A lo largo de la historia, ha perfilado sus
características propias.
La filosofía ha sido siempre una actitud muy original, que ha estrenado métodos y ha
estrenado conceptos y términos, que ha pretendido ver la espalda de las cosas. Por
abordar a las cosas mismas, en su absoluta independencia, ha realizado sucesivos
intentos por comenzar todo de nuevo, desde sus raíces, apartando autoridades y
prejuicios. Ha pretendido hacer a un lado tradicionales creencias solo con el poder de
la razón. Son señeros a este respecto, los ensayos de Descartes y Heidegger. Cada
uno a su turno ha pretendido poner a un lado todo el saber anterior. Descartes, con su
duda metódica, dejó sin piso todo lo aprendido y puso y orientó el pensar en una
nueva dilección. Heidegger se propuso "destruir" dos mil años de metafísica e
instaurar una nueva. A la larga, estos intentos han sido muy fecundos. Aunque no han
logrado cumplir con toda su empresa; sin embargo, han podido poner al descubierto
aspectos inéditos de la realidad, de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.
La actitud filosófica académica, por eso, está marcada por la búsqueda del
fundamento, por la búsqueda de la claridad, por querer llegar a las cosas mismas. El
estilo de vida del filósofo es la búsqueda de fundamentos, la búsqueda de claridad, el
sometimiento a las cosas. Esa es la actitud que subyace a toda filosofía, al margen de
los resultados diversos, heterogéneos y hasta contradictorios. Esta actitud se traduce
en un estilo de trato con las cosas, en un estilo de conocer o saber, hasta en un estilo
de vivir.

3. CARACTERISTICAS DE LA ACTITUD FILOSOFICA ACADEMICA

a) La actitud filosófica académica es universal


La filosofía, desde que apareció, ha pretendido ser el conocimiento universal, el
conocimiento de la totalidad de las cosas. Ha pretendido abarcado todo. Su objeto
pretendido ha sido el universo entero, desde Dios hasta un grano de arena.
Se advierte bien esta característica, cuando se contrasta la actividad filosófica con la
actividad científica. En las ciencias, hay la división del trabajo. La ciencia divide la
realidad en sectores cada vez más pequeños, más delimitados. La física, por ejemplo,
no se ocupa más que de fenómenos físicos; la biología nada más que de fenómenos
vitales; la sociología, de los grupos sociales; la lingüística, del lenguaje; la medicina,
de las enfermedades, etc.
Para la filosofía no hay tal división. Las respuestas filosóficas alcanzan a todas las
cosas. Las miradas filosóficas alcanzan a todas las cosas. La mirada filosófica las
contempla como modos de ser de un todo. Lo que toca a una cosa toca a otra y todas
las demás, porque todas están comprendidas en ese todo único que es el universo.
En este sentido, la mirada filosófica es una mirada universal que lo abarca todo.
No se trata, sin embargo, de un estudio que se oriente en el mismo sentido que el de
la ciencia. Un estudio, en esta dirección, resultaría ocioso y, sobre todo, difícil.
La realidad muestra un aspecto muy variable, mudable y cambiante. Unas cosas
nacen y otras mueren; unas aparecen y otras desaparecen. Hay un proceso continuo
de cambio, de transformación de unas cosas en otras. A la filosofía le ha interesado
descubrir lo permanente, lo que perdura y dura detrás de los cambios o a pesar de los
cambios.
La filosofía ha considerado que eso permanente y constante afecta a todas las cosas,
las sostiene a todas, se esparce por todas. Y aún algo más decisivo: sobre eso
permanente se constituyen o construyen. La totalidad del ser queda determinada
desde esa raíz. Cuando se dice, entonces, que la filosofía es el estudio universal, se
está afirmando que es el estudio de toda cosa, pero en lo respecto de su ser, esencia
o existencia.

b) La actitud filosófica académica es racional

La filosofía es un estudio racional. La filosofía es un producto de la razón. Esto quiere


decir, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, que la filosofía no es obra ni de los
sentidos, ni de la imaginación, ni del sentimiento. En segundo lugar, que la razón tiene
atributos especiales, que le confieren la competencia para producir filosofía, para
plantear y formular problemas filosóficos.
La razón es extraordinariamente penetrante en el planteamiento de los problemas. Es
minuciosa y exhaustiva. No deja nada por examinar. Siempre sus análisis son a
fondo. En las demostraciones es rigurosa, muy cuidadosa, sumamente precavida en
todo, en la elección de los términos, en la elección de las pruebas, en la selección de
los argumentos, en la estipulación de los métodos. Nada deja sin fundamento, sin
justificación.
Por otra parte, la razón pretende la máxima coherencia y la máxima claridad. La
primera condición de todo conocimiento filosófico es la ausencia de contradicciones.
Es inconcebible para la razón la incoherencia y la contradicción. Pretende también la
máxima prudencia.

La profundidad en los planteamientos, el rigor en las demostraciones, la claridad en la


exposición, la coherencia en sus enunciados son expresión del trabajo de la razón, de
su poder de alcanzar la verdad.
La razón es la facultad que puede sortear la influencia de las pasiones, los prejuicios,
los intereses, las ideologías. El poder deformante del conocimiento por esta influencia
es desenmascarado por la razón. En este sentido, el conocimiento filosófico como
conocimiento racional, es desapasionado, desinteresado, desprejuiciado,
desideologizado. Por eso, la razón sigue siendo la condición de una filosofía que se
atenga a las cosas, la ciencia pura que postularon Platón y Aristóteles.
Por otra parte, el estudio racional es un estudio mental. No utiliza ni aparatos ni
experimentos. Sus experimentos son mentales. El trabajo filosófico es rico en
experimentos mentales. Sus distintos métodos son diversos modos de proponer
experimentos mentales. Un ejemplo ilustre de experimento mental es el que se hace
Descartes cuando reduce al hombre a un punto pensante, a una cosa que piensa. Lo
supone al hombre sin cuerpo, sin manos, sin cerebro, sin sangre, concentrado en su
pensamiento dubitativo. En este sentido el estudio filosófico como estudio racional es
puramente mental.

c) La actitud filosófica académica es radical

La filosofía busca el fundamento; pero no cualquier fundamento. Persigue la raíz de


todo fundamento; por eso, la pretensión de saber radical, que va a las raíces. Esta
característica se hará patente si la comparamos con el trabajo de la ciencia.
La ciencia, también, es saber de fundamentos, de demostraciones y pruebas
experimentales. Pero no es saber de fundamentos radicales. Deja sin examinar los
puntos de partida, los principios. Las ciencias son especialistas en regiones de
objetos. Ejemplo: La zoología tiene sus animales; la física los fenómenos físicos. Las
ciencias no ponen en cuestión sus objetos; los admiten como se les aparecen. A
ningún zoólogo se le ocurre dudar de sus animales y a ningún físico le pasa por la
mente que no esté frente a la naturaleza.
Los científicos tienen un margen para creer sin discutir o para suponer sin cuestionar.
Parten de ciertas creencias firmes, que se llaman axiomas (verdades evidentes por sí
mismas). Por ejemplo, el físico parte de la creencia que el mundo existe, que es
uniforme, es decir que en todas partes se da de la misma manera. No haría el
científico ciencia si pensara que aquí los fenómenos se producen de una manera y
allá a la distancia de unos kilómetros se repiten de otra. Tampoco lo haría si pensara
que mañana las cosas van a ser de otra manera. Los científicos tienen absoluta
confianza en que las leyes son iguales en todo el mundo.
La filosofía no se da ningún margen. No hay ningún supuesto. El filósofo se lanza
siempre hasta el fondo, hasta la raíz, hasta el primer fundamento, hasta el
fundamento incondicional o incondicionado. Va condición tras condición pretendiendo
llegar hasta la última. No se asusta si para eso hay que poner en duda todo como lo
hizo Descartes al dudar de todo, y que para esto tenga que inventar métodos, con-
ceptos, términos. Ese es el oficio del filósofo. Descartes buscaba un fundamento
absoluto e inconmovible.

d) La actitud filosófica académica busca el conocimiento necesario y universal

La filosofía es un saber apodíctico porque es un saber que exige pruebas, razones,


demostraciones. Exige dar cuenta de la cadena de fundamentos. No se detiene hasta
llegar a las pruebas incondicionales, aquellas que fundamentan los puntos de partida,
los principios. Por eso, la filosofía fue la ciencia de los primeros principios.

El saber apodíctico es necesario y universal. Un conocimiento necesario y universal


es el que ha logrado captar la cosa tal cual es y por eso podrá ser alcanzado por
cualquier hombre y en cualquier lugar. Un conocimiento que valga para unos y no
para otros no es universal o que sea válido en un lugar y no en otro no es necesario.
Un conocimiento tal es individual y contingente. Ejemplo de conocimiento necesario y
universal es el conocimiento matemático. La raíz cuadrada de 25 será 5 en todos los
lugares y para todos los hombres. Ejemplo de conocimiento individual y contingente
es el conocimiento sensible. El sabor, por ejemplo, de una taza de té puede ser más o
menos dulce, según el paladar de las personas.
Desde Platón el conocimiento sensible ha sido el modelo de conocimiento contingente
e individual y el conocimiento matemático el modelo del conocimiento necesario y
universal. A este conocimiento lo denominó episteme o ciencia y al conocimiento
sensible simplemente doxa u opinión. La filosofía fue episteme, no doxa.
A la luz de su historia, la filosofía, sin embargo, parece ofrecer un conocimiento asaz
contingente. Porque no ha alcanzado nada que pueda ser aceptado. Por todos los
hombres y en todos los lugares. Por ejemplo, sobre cuál sea lo permanente o
constante, hay tesis diametralmente opuestas. Mientras que para unos es la materia;
para otros es la idea, como algo cualitativamente distinto de la materia. Y hay dos
bandos irreconciliables de materialistas e idealistas. Sobre las fuentes fundamentales
del conocimiento las posiciones también son opuestas.
Mientras que unos sostienen que es la razón; los otros afirman que es la experiencia
sensible. Y, por otra parte, se advierte que entre estas oposiciones polares se ubican
posiciones intermedias, que se distinguen unas de otras por diferentes matices.
Resultaría, entonces, que en filosofía no hay saber necesario y universal, que no hay
episteme, que todo es doxa. Esta objeción no anula, sin embargo, lo que se sostiene
en la característica tres. Porque el reparo tiene en cuenta principalmente los
resultados y el acento de esta característica está puesto en la intención. Por otra
parte, esta pretensión no se ha quedado en un simple deseo. El trabajo filosófico,
plasmado en obras justamente famosas, muestra este carácter, por la maestría en los
análisis, por el rigor de las demostraciones y también por los descubrimientos.

e) Aplicación de la actitud filosófica frente a los problemas personales

Los problemas personales de cada quien son múltiples. Podrían ser sentimentales,
sociales, económicos. Por ejemplo, un amor apasionado o un amor no correspondido;
la amistad de un amigo o de una amiga, o de un pariente, o de un vecino; la falta de
medios para sostenerse o el exceso de dinero que lo predispone al derroche.
¿Cómo nos sirve la actitud filosófica para enfrentado? Lo primero que nos debe
enseñar la actitud filosófica es a distinguir las diversas actitudes. Esto significa
capacidad de discriminación y análisis. Antes que nada, entonces, la identificación
clara e inteligente del problema. Y esto significa un exhaustivo análisis de los
elementos del problema, hasta encontrar o tratar de encontrar sus raíces.
Por ejemplo, sea el problema del alejamiento de un amigo. Identificar que esto
significa que una amistad se está acabando, que la amistad de un amigo termina.
Tendrá que analizarse a fondo el por qué. ¿Cómo comenzó el distanciamiento? ¿Fue
un suceso casual, un malentendido, una acusación injusta, un acto desconocido, una
deslealtad? La actitud filosófica debe entrenarlo a encontrar, luego de un sereno,
exhaustivo análisis, la causa o las causas fundamentales de tal alejamiento. Aquí se
aplicará un principio filosófico que nada es sin fundamento, nada hay sin un por qué.
Esto podría hacer pensar que la filosofía es un estudio de casos, que es una
casuística. No. Más bien, quiere decir, que la filosofía como que es universal, como
que no se circunscribe a un tema o a un asunto sino a todos, puede o tiene la
competencia para enfrentar críticamente los diversos problemas de la vida. Y aquí
tomamos crítica en su sentido más genuino de distinguir lo más decisivo de lo
decisivo de un asunto.
ACTIVIDADES:

1º EXPLIQUE BREVEMENTE QUE ES LA ACTITUD FILOSÓFICA:

2º ELABORE UN ESQUEMA SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA ACTITUD


FILOSÓFICA.

3º FUNDAMENTE LO QUE HAS ENTENDIDO EN LA ACTITUD FILOSÓFICA

4º ELABORE UN ESQUEMA SOBRE LA ACTITUD FILOSÓFICA HUMANA.


5º EN QUE CONSISTE LA ACTITUD FILOSÓFICA ACADÉMICA.

6º ELABORE UN MAPA CONCEPTUAL CON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA


ACTITUD FILOSÓFICA ACADÉMICA.

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